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Y reconoce antecedentes en los ataques histéricos descriptos por Sigmund Freud entre
finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
Ambos trastornos están basados en la impotencia que se siente por la diferencia entre lo
que se es y lo que supuestamente se debe ser.
Como las personas suelen creer que lo que se es depende de uno (y desdeñan los
componentes ambientales o genéticos que marcan el carácter o la forma en que se da el
metabolismo), extreman sus posibilidades al límite de lo que el mismo cuerpo puede
resistir.
El experto en nutrición Alberto Cormillot indicó que a pesar de que no hay estadísticas
confiables en el país, “la prevalencia de bulimia y anorexia está en torno al 1% de las
mujeres. De ellas, el 30% se cura, otro tercio la transforma en una enfermedad crónica,
y el último tercio fallece por suicidio o por una falla cardíaca causada por la falta de
minerales básicos como el potasio o el sodio”, expresó.
Causas
El trastorno alimentario conocido como anorexia volvió a ser parte del debate público
luego de la muerte de la actriz Romina Yan, de 36 años, quien en reiteradas entrevistas
había reconocido su enfermedad, así como una relación compleja con sus padres.
Este diario consultó a reconocidos especialistas que han pensado sobre el tema y
habitualmente tratan a pacientes –en su mayoría mujeres– que sufren el trastorno en la
Argentina como en pocos lugares del mundo, según aseguraron.
De las tres patas del problema (el componente familiar, una estructura psicológica
endeble y, claro, la presión social), los expertos ubican a la variable del círculo familiar
íntimo en un rango que va desde cierto grado de responsabilidad hasta el lugar de co-
víctimas.
Es por eso que la familia no puede ser vista como la única responsable y los expertos
prefieren no hablar de “culpas” porque el núcleo íntimo también puede ser la base de la
recuperación.
El propio Cormillot agregó que “cierta fragilidad genética expone a algunas personas a
sufrir enfermedades de origen cultural; el vudú en Haití, los ataques de nervios
registrados en Filipinas, y síndromes culturales marcados en el manual DSM-IV. O
como las histerias tipificadas por Freud”, enumeró.
Competencia
¿Cuál es el rol de los padres en este problema? Rodríguez Rey matizó: “Sí, es cierto que
hay un pegoteo sobreprotector en las madres, y también un tema competitivo que
influye. Desde los años 90, madres e hijas usan la misma ropa, ya no es un perfil
estético tan marcado el que diferencia a las generaciones”.
Eso influye en el borramiento del límite; descoloca a los hijos, que no saben
exactamente cuál es su lugar.
“Si la mamá sobrevalora el tema del cuerpo y hay predisposición a estar muy
preocupada por él, influye. Los patrones de alimentación generalmente se heredan. De
una madre con tales características, la hija es igual, es como el carácter”, expuso, por su
parte, Bárbara Rodríguez, psicóloga y profesora de la UBA.
“En los años 50 del siglo XX se decía que de padre alcohólico y madre prostituta salía
un hijo delincuente; por suerte ya no se cree eso”, dijo. Y agregó: “No hay una
causalidad lineal que explique por el modo de vida de alguien, su estructura mental”.
Con todo, García añadió que en el esquema de la explicación freudiana, “hay ocasiones
en que una madre asfixia el deseo de la hija y lo ahoga. El rechazo de la comida es el
rechazo de lo que esa madre le ofrecía en definitiva”, arriesgó.
Otro de los aspectos que señalaron los expertos es la alta incidencia de este trastorno en
el país. “Aquí las personas están muy pendientes del tema cuerpo”, dijo Bregua.