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La evolución normal del tercer molar es alterada a menudo por las condiciones
anatómicas; así, debemos destacar el insuficiente espacio retromolar, que produce la
inclusión del cordal inferior. El espacio retromolar ha ido disminuyendo progresivamente
durante el desarrollo mandibular a lo largo de la evolución filogenética, mientras que las
dimensiones dentarias permanecen sensiblemente iguales que en los orígenes.
Así, en la mandíbula del hombre neolítico, existía un espacio importante entre la cara
posterior del tercer molar y el borde anterior de la rama ascendente. Este espacio,
actualmente, ha desaparecido completamente y por ello el cordal no tiene espacio
suficiente para erupcionar y queda parcialmente enclavado en la rama ascendente y se ve
obligado a desarrollarse en situación ectópica, generalmente en la cara interna de esta
rama ascendente mandibular.
La falta de espacio como factor etiológico de la inclusión de los terceros molares inferiores
es incontestable; la distancia punto Xi-segundo molar es mayor en individuos con
dentición completa que en aquellos que tienen el cordal incluido. Graber considera que la
dirección y la cantidad de crecimiento mandibular son determinantes de primer orden en
la impactación o erupción
del tercer molar. La inclusión de los cordales parece ser más frecuente en pacientes con
crecimiento condilar en dirección vertical, con poco crecimiento alveolar, rama
ascendente mandibular larga, longitud mandibular corta y una mayor inclinación mesial.
Las referencias anatómicas empeoran aún más el problema provocado por la falta de
espacio óseo. Estas son:
- Delante. El segundo molar limita el enderezamiento del tercer molar que puede
traumatizarlo a cualquier nivel.
- Debajo. El tercer molar está en una relación más o menos estrecha con el paquete
vásculo-nervioso contenido en el conducto dentario inferior. Esta proximidad es el origen
de distintas alteraciones reflejas.
- Arriba. La mucosa, laxa y extensible, no se retrae con el cordal, con lo que se puede
formar, detrás del segundo molar, un fondo de saco donde los microorganismos pueden
multiplicarse y provocar una infección.
El tercer molar está situado en una zona estratégica -encrucijada o "carrefour"- que hace
comunicar entre ellos, los espacios celulares vecinos. Por fuera: las regiones maseterina,
geniana y vestibular. Por detrás: espacio temporal, región plerigomaxilar, pilar anterior del
velo del paladar, el espacio periamigdalino y el velo del paladar.
CLASIFICACIÓN
Para el estudio de las posibles localizaciones de los cordales incluidos, usaremos la
clasificación de Pell y Gregory. Esta clasificación se basa en una evaluación de las
relaciones del cordal con el segundo molar y con la rama ascendente de la mandíbula, y
con la profundidad relativa del tercer molar en el hueso.
- Clase II. El espacio entre la rama ascendente de la mandíbula y la parte distal del
segundo molar es menor que el diámetro mesiodistal de la corona del tercer molar.
- Clase III. Todo o casi todo el tercer molar está dentro de la rama de la mandíbula. En el
maxilar superior se valora la relación del cordal respecto a la
tuberosidad maxilar y el segundo molar.
PROFUNDIDAD RELATIVA DEL TERCER MOLAR EN EL HUESO
Posición A. El punto más alto del diente incluido está al nivel, o por arriba, de la superficie
oclusal del segundo molar.
- Posición B. El punto más alto del diente se encuentra por debajo de la línea oclusal pero
por arriba de la línea cervical del segundo molar.
- Posición C. El punto más alto del diente está al nivel, o debajo, de la línea cervical del
segundo molar.
CLASIFICACIÓN DE WINTER
Winter propuso otra clasificación valorando la posición del tercer molar en relación con el
eje longitudinal del segundo molar.
- Mesioangular.
- Horizontal.
- Vertical.
- Distoangular.
- Invertido.
(A) Mesioversión. (B) Horizontal. (C) Vertical. (D) Distoversión. (E) Invertido. (F)
Vestibuloversión. (G) Linguoversión. (H) Inclusión intraósea. (I) Erupcionado.
Es también interesante conocer la relación del cordal con las corticales externa e interna
del hueso mandibular, ya que dicho diente puede estar en vestibuloversión o en
linguoversión. Asimismo es importante determinar si la inclusión es intraósea (parcial o
completa) o submucosa.
En el maxilar superior podemos aplicar los mismos criterios: 1) Relación del diente con
respecto a la tuberosidad maxilar y el segundo molar. 2) Profundidad relativa del tercer
molar en el hueso. 3) Posición del diente en relación con el eje longitudinal del segundo
molar.
Posiciones del tercer molar superior.
TÉCNICA QUIRURGICA DEL OD 38
MATERIAL E INSTRUMENTAL
(A) Mesa quirúrgica bien ordenada. (B) Mesa desordenada que provoca pérdidas de
tiempo al buscar los instrumentos.
Lavado de manos
Lavado de manos
Las manos y los brazos hasta 5 cm por encima de los codos deben cepillarse
cuidadosamente con agua y jabón bajo el chorro de agua corriente, con especial atención
a las uñas que deben conservarse cortas. Esta limpieza debe realizarse durante 10
minutos. Usamos un cepillo estéril con lima de uñas y jabón quirúrgico que contenga un
desinfectante como el hexaclorofeno, la povidona yodada (Betadine, Topionic), el
glutaraldehido, etc. El grifo de agua se controla mediante una palanca que pueda
accionarse con el codo o rodilla, o mediante botones que se presionan con los pies. El
cepillo estéril se coge del dispensador usando la palanca de entrega.
El lavado y aclarado deben efectuarse en el sentido de arrastre, dedicando especial
atención al cepillado de las uñas. Las manos y los brazos pueden mojarse con alcohol o
una solución antiséptica, se secarán con una pequeña toalla estéril antes de ponerse la
bata estéril, que abrochará el/la auxiliar de campo. El secado se hace desde la punta de los
dedos hacia el codo.
Evidentemente el cirujano y los ayudantes no deben llevar objetos metálicos o de
cualquier otro tipo en sus manos y brazos.
(A) Cepillo quirúrgico estéril con lima de uñas. (B) Dispensador y jabón quirúrgico.
Secado de manos
El cirujano y los ayudantes deben llevar un pijama de quirófano, zapatos cómodos con
polainas, gorro, mascarilla y gafas protectoras. Después del lavado de manos y brazos, y
de secarnos convenientemente, nos colocaremos una bata estéril y posteriormente unos
guantes estériles, realizando estas acciones sin contaminarlos.
Cuando los guantes de goma (látex) se rompen -por la razón que sea debemos volver a
lavarnos las manos y proceder a su sustitución. Si el equipo quirúrgico (cirujano y
ayudantes) o el paciente son alérgicos al látex usaremos guantes de vinilo, de nitrito o de
neopreno (con o sin polvos de talco). Los procedimientos de lavarse, vestir la bata y
colocarse los guantes tienen el propósito de evitar elementos contaminantes de manos y
brazos, y además colocar una cubierta estéril sobre todas las superficies que estarán en
contacto inmediato con el campo quirúrgico. Este procedimiento, seguido con un orden
sencillo y lógico, se domina con rapidez y con la experiencia se vuelve de realización
rutinaria y automática.
Colocación de la bata quirúrgica estéril. (A) Secado de las manos con una toalla estéril. (B)
Levantar la bata cogiéndola por la parte interna. (C) Colocar los brazos en las mangas sin
tocar la parte exterior de la bata. (D) Esperar que el ayudante de campo nos coloque bien
la bata y ate las cintas posteriores sin tocar la parte exterior.
Colocación de los guantes estériles. Abrimos el paquete que contiene los guantes. (A)
Sacar el guante derecho cogiendo con la mano derecha el puño doblado. (B) Colocarse el
guante derecho sin tocar la superficie externa. (C) Levantar el guante izquierdo pasando la
mano derecha enguantada por debajo del puño doblado. (D) Colocarse el guante
izquierdo dando la vuelta del puño hacia la manga de la bata. (E) Se voltea el puño del
guante izquierdo sobre la manga.
Procedemos al lavado quirúrgico del tercio inferior de la cara con una solución antiséptica
povidona yodada, diisotionato de hexamidina, etc.). El lavado de la cavidad bucal se hará o
bien con antiséptico (clorhexidina) o bien con suero fisiológico. Cubriremos con tallas
estériles el resto de la cabeza, incluyendo los ojos, el cuello y el tronco del paciente. La
primera talla se coloca "en foulard" alrededor de la cabeza, tapando los cabellos y los dos
tercios superiores de la cara; la segunda talla se pone "en servilleta" alrededor del cuello y
cubriendo el tórax. El cirujano se sitúa a la derecha del paciente, sentado o de pie, según
sus preferencias, de tal manera que su codo quede a la altura de la boca del paciente; el
primer ayudante se coloca a la izquierda y el segundo
ayudante o instrumentista en la cabecera del paciente. Además de los dos ayudantes, es
necesario personal auxiliar (una persona es suficiente) que no debe estar "estéril", ya que
se encargará de colocarnos la luz adecuadamente y darnos el material que necesitemos en
cada
momento. La mesa del instrumental, si no tenemos instrumentista, la situaremos a la
cabecera del paciente, entre el primer ayudante y el cirujano.
ACTO QUIRÚRGICO
El acto quirúrgico, propiamente dicho, consta casi siempre de los siguientes tiempos:
- Anestesia.
- Incisión.
- Despegamiento del colgajo mucoperióstico.
- Ostectomía.
- Odontosección y exodoncia.
- Limpieza de la herida operatoria.
- Reposición del colgajo y sutura.
ANESTESIA
En la mandíbula se efectuará un bloqueo troncal del nervio dentario inferior y del nervio
lingual (troncular mandibular baja); además infiltraremos el vestíbulo y la mucosa del
trígono retromolar (nervio bucal), es decir que se precisa el bloqueo de la tercera rama del
trigémino.
Anestesia locorregional para la extracción del tercer molar inferior. (A) Troncular del
nervio dentario inferior y del nervio lingual. (B) Infiltración en la zona vestibular para
anestesiar el nervio bucal.
Incisión
Antes de iniciar la incisión o diéresis, es conveniente palpar la región, para situar el trígono
retromolar y la rama ascendente de la man díbula. El acceso a la zona operatoria será
considerado adecuado si la apertura bucal es suficiente. Podemos palpar la cresta oblicua
externa con la punta del dedo y establecer su relación con el tercer molar.
Para hacer la incisión utilizaremos un mango de bisturí del número 3 y una hoja del
número 15. La incisión debe permitir una correcta visualización del campo operatorio tras
el levantamiento del colgajo mucoperióstico, para poder efectuar cómodamente la
ostectomía sin peligro de lesionar estructuras vecinas. El error más común cuando el
profesional tiene poca experiencia es hacer incisiones muy pequeñas; así, recordamos que
un colgajo de 3 cm tarda en cicatrizar el mismo tiempo que un colgajo de 6 cm. El colgajo
debe estar bien irrigado y ser fácil de reposicionar en su lugar.
Incisión triangular o en bayoneta. (A) Con descarga vertical por distal del segundo molar.
(B) Descarga vertical por mesial del segundo molar conservando o no el rodete gingival.
(C) Incisión triangular cuando el cordal está semierupcionado, con exéresis del tejido
gingival comprendido
entre las dos incisiones situadas en el trígono retromolar. (D) Incisión cuando el tercer
molar está semierupcionado.
Incisión sulcular sin descarga vestibular vertical para obtener un colgajo envolvente. (A)
Visión frontal y lateral.
La hemorragia se controlará mediante aspiración constante por parte del ayudante, tanto
durante la incisión como en los demás tiempos quirúrgicos, procurando mantener el
campo operatorio limpio y perfectamente visible.
Una vez separados los dos colgajos, vestibular y lingual, e insertados los separadores
(Langenbeck, Farabeuf, Austin o Minnesota) que se apoyan sobre la cortical externa y una
legra de Howarth en el lado lingual, se procederá a la realización de la ostectomía
(A) Despegamiento del colgajo mucoperióstico. (B) Colgajo triangular. (C) Colgajo
envolvente.
(A) Protección del colgajo lingual con la legra de Howarth. (B) Incisión a través del surco
distolingual del segundo molar.
(A) Disección de las adherencias con tijeras. (B) Exposición de la espícula ósea distolingual.
(C) Colocación del separador de Minnesota y la legra de Howarth.
Ostectomía
Se trata de la eliminación del hueso mandibular que cubre, total o parcialmente la corona
del tercer molar. Para ello debe tenerse una representación mental de donde se
encuentra el diente incluido en relación con el hueso que lo rodea. Es necesario eliminar
la cantidad de hueso suficiente para dejar expuesta y tener acceso a la totalidad de la
corona del cordal, sin poner en
peligro el segundo molar u otras estructuras cercanas. El concepto de accesibilidad que
propugna Ries Centeno nos parece muy claro: la cara mesial de un tercer molar es
accesible cuando no está cubierta por hueso y existe un espacio entre ella y el hueso
mesial, o entre ella y el segundo
molar. Se empleará una fresa nueva redonda de carburo de tungsteno del número 8, con
pieza de mano, irrigación con suero fisiológico o agua destilada estériles, con el fin de
evitar el recalentamiento del hueso, y aspiración constante. En ocasiones puede
combinarse la utilización de la fresa quirúrgica y del escoplo o cincel. Si el tercer molar es
visible tras despegar el colgajo, se realizará en primer lugar una ostectomía mesial vertical,
para tener acceso a la cara mesial del cordal incluido; se continuará con una ostectomía
vestibular (formando un surco en toda la superficie ósea vestibular) cuya profundidad
dependerá de la altura a la que esté la corona dentaria y el espacio necesario para
movilizar y desplazar el molar, preservando en lo posible la
cresta ósea oblicua; se acabará con la ostectomía distal en el trígono retromolar, si ésta
fuera necesaria. Cuando el tercer molar está completamente incluido en el hueso, pueden
efectuarse distintas perforaciones con la fresa redonda del n° 8 en la zona donde
presumiblemente está el cordal; posteriormente se unen estos agujeros con el escoplo o
con una fresa de acero de los números 18 al 30, y se levanta toda la superficie o tapa ósea
que cubría el molar. También puede actuarse directamente con una fresa redonda grande,
eliminando todo el hueso que cubre la corona dentaria. Seguidamente crearemos acceso
a las caras mesial, vestibular y distal, obteniendo así el espacio de trabajo adecuado y el
espacio de desplazamiento (vía de salida) pertinente para la exodoncia. Es mejor efectuar
una ostectomía amplia, para que la extracción se
pueda hacer fácilmente. Si la ostectomía es insuficiente, se tendrá que aplicar una gran
fuerza con el elevador, lo que puede provocar una fractura de la mandíbula. En algunas
ocasiones la ostectomía implicará la exéresis de una gran cantidad de hueso cortical, como
sería en los casos en que las raíces convergen a nivel apical y engloban el conducto
dentario inferior o una zona
ósea interradicular que se opone a cualquier maniobra de elevación, cuando son
globulosas ("bate de béisbol") o cuando presentan alguna anomalía anatómica. Es
importante remarcar la importancia de conseguir un correcto acceso a la cara mesial, ya
que en las exodoncias que no necesitan odontosección se hace una muesca en el ángulo
mesiovestibular en el cuello dentario, donde aplicaremos el elevador de Pott, y
procederemos a la extracción, en dirección hacia atrás y arriba. Esta muesca se dirigirá
hacia lingual y hacia apical.
Generalmente en los terceros molares incluidos sin obstáculos radiculares o de otro tipo, y
de acuerdo con Sada Tejero, la ostectomía de una cuña ósea distal y un buen acceso de su
cara mesiovestibular resuelven técnicamente su exodoncia en casi todos los casos. Kruger
recomienda efectuar siempre en primer lugar una ostectomía de acceso al molar incluido,
para seguidamente hacer la odontosección. "Un diente flojo en su lecho es difícil de
dividir", remarca este autor, por esto tras la odontosección se prosigue con la ostectomía
necesaria para dar salida a los fragmentos dentarios y tener un buen acceso a ellos.
Odontosección y exodoncia
No debemos intentar la luxación del tercer molar, hasta que tengamos la seguridad de
que hay espacio hacia donde desplazarlo (vía de salida), lo que se habrá logrado con una
ostectomía adecuada. Pero esto también se puede facilitar con la odontosección. La
odontosección consiste en dividir el tercer molar incluido, de una manera planeada
previamente, para conseguir su exéresis sacrificando la menor cantidad de hueso posible.
La finalidad es convertir un cuerpo de volumen único en dos o más cuerpos de menor
volumen.
La ostectomía con fresa, con pieza de mano recta e irrigación profusa, tiene que ser
suficientemente amplia para descubrirnos la corona del cordal por su cara vestibular y
distal. Evidentemente la cantidad de hueso eliminado dependerá de la profundidad de la
inclusión.
La sección del diente se efectuará con fresa de carburo de tungsteno o con una fresa
diamantada (redonda o cilindrica) y pieza de mano, aunque algunos autores la llevan a
cabo con turbina.
- Se practica un corte del diente siguiendo el eje mayor del molar, desde la cara oclusal,
entre las cúspides vestíbulo-mesial y vestíbulodistal, hasta la bifurcación. Se seccionará en
dirección vestíbulo-lingual y ocluso-apical.
Una vez separados los fragmentos, se procede a la eliminación del fragmento distal, y a
continuación, aplicando el elevador de Pott por mesial del cordal, eliminamos el resto del
tercer molar. Otra posibilidad sería extraer primero la mitad distal de la corona, mediante
una sección longitudinal junto con una sección cervical, y posteriormente extraer el resto
de la corona con las dos raíces.
- Otra posibilidad es, mediante una sección más o menos oblicua, la eliminación de la
corona que está impactada contra la cara distal del segundo molar. La dirección de la
sección es igualmente vestíbulo-lingual. Si se utiliza la pieza de mano, hay que tener la
precaución de inclinarla hacia distal, para poder extraer la parte de la corona impactada
por debajo del cuello del segundo molar.
La cantidad de corona seccionada está en función del ángulo que formen los dos molares;
cuanto mayor sea este ángulo, más cantidad de corona es necesario eliminar.
Normalmente la línea de la odontosección se hace en el cuello dentario (línea
amelocementaria) con una angulación de más de 90° en relación con el eje longitudinal
del cordal, y dejando a la vista un punto de apoyo sobre las raíces.
(A) Odontosección en el cuello dentario. (B) Orientación de la pieza de mano hacia distal.
(C) Inclinación de la línea de odontosección. (D) Extracción de las raíces tras eliminar la
corona.
Tras la eliminación del tercer molar incluido, se hará una limpieza cuidadosa, tanto de las
partes blandas como del alvéolo y del hueso más próximo a la zona. El hueso se debe
regularizar, y no hay que dejar espículas óseas ni fragmentos de hueso sueltos; para ello
utilizaremos una pinza gubia, una lima de hueso o bien una fresa de acero inoxidable
redonda de mayor diámetro (números 18 al 40) que las utilizadas para la ostectomía.
En las partes blandas se hará un Friedrich muy moderado (recortar los bordes de la herida
dejándolos cruentos y que se puedan afrontar convenientemente); eliminaremos los
restos del saco folicular pericoronario y de tejido inflamatorio, tanto periapical como
pericoronal, con especial hincapié en la cara distal del segundo molar, utilizando las
cucharillas quirúrgicas acodadas o rectas y haciendo su prensión con una pinza
hemostática tipo mosquito fina, curva y sin dientes. Es importante que con la cureta o
cucharilla comprobemos que el alvéolo y toda la zona operatoria están limpios, pero sin
lesionar el contenido del conducto dentario inferior o el nervio lingual.
Por último, y con la herida bien limpia y los bordes redondeados y alisados, se irrigará
generosamente la herida con suero fisiológico o agua destilada estériles, con aspiración
constante. Se revisará especialmente el fondo vestibular del colgajo mucoperióstico, lugar
donde es frecuente el acumulo de desechos óseos (virutas de la ostectomía, fragmentos
de hueso sueltos, etc.).
Limpieza de la herida operatoria. (A) Regularización ósea con pinza gubia. (B) Remodelado
del hueso con fresa de acero inoxidable del número 30. (C) Legrado del alvéolo con
cucharilla acodada.
Se sutura colocando puntos sueltos simples siguiendo las pautas estándar, ya expuestas
en capítulos anteriores; se utiliza hilo de seda o de ácido poliglicólico de 2/0 ó 3/0 con
aguja cilindrica C-16; el primer punto se coloca donde iniciamos la incisión de descarga,
posteriormente hacemos
la sutura del trígono retromolar, y por último la de la herida vestibular con uno o dos
puntos, que igual que los anteriores no deben apretarse en exceso. Kruger sutura la herida
desde el lado lingual hacia el vestibular, violando la regla quirúrgica de suturar el colgajo
libre a la zona fija; aduce que de esta forma controla mejor el recorrido de la aguja en la
profundidad de la herida.
Para cerrar la herida quirúrgica aproximando los colgajos vestibular y lingual, es necesario
eliminar con el bisturí todo epitelio presente en los bordes. Para facilitar la movilidad y el
desplazamiento del colgajo vestibular con el fin de efectuar una sutura borde a borde, se
recomienda liberar las inserciones musculares presentes o seccionar el periostio en el
fondo del vestíbulo (maniobra de Rehrmann). Para evitar el riesgo de que en el
postoperatorio aparezca una bolsa periodontal en la cara distal del segundo molar, debe
efectuarse una sutura transversa de los colgajos vestibular y lingual lo más mesial posible.
Es importante controlar que la raíz distal del segundo molar no queda denudada y que la
cicatrización gingival se hace correctamente, ya que si no es así, pueden aparecer dolor,
pulpitis o necrosis pulpar, patología periodontal y a la larga se compromete la viabilidad
del segundo molar. Si no puede hacerse el cierre primario de la herida, posibilidad poco
frecuente, aproximaremos los bordes con la sutura y extremaremos al máximo los
cuidados postoperatorios (higiene correcta, cepillado, etc.).
Reposición del colgajo y sutura. (A) Disección de la mucosa vestibular mesial para facilitar
la sutura. (B) Sutura de la incisión posterior en el trígono retromolar. (C) Orden de
colocación de los puntos de sutura en un colgajo envolvente. (D) Orden de sutura de un
colgajo triangular.
CIRUGIA DEL OD 28
ANESTESIA
En el maxilar superior la anestesia infiltrativa en el fondo del vestíbulo por detrás del
segundo molar con el paciente con la boca semicerrada y por palatino en la unión de la
fibromucosa con la mucosa laxa suele ser suficiente (nervios alveolodentarios posteriores
y nervio palatino anterior).
Anestesia locorregional para la extracción del tercer molar superior. (A) Infiltración en el
fondo del vestíbulo por detrás del segundo molar. (B) Infiltración palatina.
INCISIÓN Y DESPECAMIENTO DEL COLGAJO
Tras la anestesia locorregional infiltrativa pertinente y con el paciente con la boca abierta,
se ncidirá por distal del segundo molar en la línea media o algo hacia palatino, a través de
la cresta ósea de la tuberosidad maxilar hasta el repliegue mucoso pterigomaxilar,
siguiendo por el surco vestibular del segundo molar. Se hará una incisión de descarga
vestibular vertical hacia arriba y hacia delante por mesial o distal del mismo, dependiendo
del interés que tengamos en tener a la vista la posición de su raíz distovestibular. Para
esta acción utilizamos normalmente el bisturí con hoja del n° 15.
Terceros molares superiores. (A) Incisión triangular con descarga vertical por distal del
segundo molar. (B) Modificaciones de la incisión anterior. (C) Incisión triangular con
descarga vertical por mesial del segundo molar. (D) Incisión siguiendo el margen gingival.
Se procederá, seguidamente, al levantamiento del colgajo mucoperióstico despegando la
mucosa de delante hacia atrás, con el periostótomo de Freer o el de Obwegeser y
rechazándola con el separador de Minnesota.
OSTEOTOMÍA
Frecuentemente el tercer molar superior es submucoso, o bien hay una capa de hueso
muy fina, que puede ser eliminada con un periostótomo o una pinza gubia. Sólo cuando el
cordal sea muy profundo será necesario efectuar la ostectomía con la fresa, aplicando la
misma técnica que en la mandíbula. La resección ósea, que suele ser muy económica,
afectará primordialmente al hueso oclusal y vestibular, facilitando así el acceso al cordal, y
posibilitando la colocación de los botadores para proceder a su luxación.
EXTRACCIÓN
Al girar distalmente el elevador debe tenerse mucho cuidado, puesto que esta acción
puede provocar la fractura de la tuberosidad maxilar.
Si la posición del tercer molar es distoangular, es preferible aplicar los botadores por la
cara mesiolingual, evitando así el contrafuerte pterigoideo. No obstante el diente puede
también extraerse haciendo palanca sobre el lado mesiovestibular. En ocasiones pueden
colocarse simultáneamente los dos elevadores por vestibular y por palatino, guiando así el
diente hacia abajo. Si el cordal está en una posición distoangular muy acusada, es posible
usar un elevador de Pott colocado sobre la superficie coronaria distal para desplazar el
diente hacia abajo y adelante. Es importante vigilar que el molar no sea desplazado hacia
el seno maxilar o a los tejidos que están por detrás de la tuberosidad maxilar por culpa de
aplicar movimientos bruscos o con una fuerza excesiva.
Si la inclusión es vertical, la corona del tercer molar suele estar muy cerca del cuello
anatómico del segundo molar, lo que dificulta el acceso entre los dientes o la realización
de la osteotomía necesaria para hacer palanca con el botador. Por todo ello la osteotomía
deberá ampliarse a las caras vestibular, oclusal y distal. Introduciremos entre los dientes
(cara mesial del cordal) un elevador fino aplicando una fuerza considerable y luxaremos el
tercer molar hacia atrás y hacia abajo. Si el botador no puede colocarse
convenientemente a pesar de la osteetomía previa, podremos usar un escoplo sobre la
superficie vestibular del esmalte del cordal en dirección vertical, golpeándolo suavemente
hacia abajo.
Una vez finalizada la luxación podemos completar la exodoncia con los fórceps en
bayoneta de cordales superiores. Sus puntas o mordientes son lisos y cóncavos para
adaptarse a la convexidad de la corona y de la región cervical del molar.
Extracción del cordal superior en distoversion (A) Ostectomia. (B) Aplicación del botador y
xodoncia.
La limpieza quirúrgica se efectuará igual que en el tercer molar inferior, y aunque los
procesos inflamatorios en el cordal superior son menos frecuentes, ésta no será tan
importante. No obstante, se hará con igual cuidado y esmero.
Las pautas de la sutura serán exactamente iguales a las descritas para la mandíbula. Para
colocar los puntos de sutura por detrás de la cara distal del segundo molar y encima de la
zona de la cresta alveolar de la tuberosidad, recomendamos pasar primero la aguja por la
zona de mucosa palatina para posteriormente coger el labio vestibular de la incisión.
De esta forma se facilita la sutura, a pesar de contradecir las reglas quirúrgicas. Algunos
autores, como Sailer y Pajaróla, recomiendan suturar únicamente la descarga vestibular
después de la extracción de un tercer molar superior, y dejar los bordes de la herida por
distal del segundo molar sin suturar, para que el drenaje sea más eficaz.
COMPLICACIONES
Puede producirse:
- Hacia cualquier espacio anatómico vecino con riesgo de provocar procesos infecciosos
agudos.
- Hacia el conducto dentario inferior, donde la extracción de un resto radicular de
pequeño tamaño puede ser muy difícil.
- Hacia el seno maxilar con la grave secuela de la aparición de una sinusitis o de una
comunicación bucosinusal.
- Hacia la vía digestiva. No existen riesgos importantes.
- Hacia la vía respiratoria. Existe un riesgo importante de asfixia, lo que exige maniobras
de urgencia (extracción con broncoscopia, etc.).
En el maxilar superior también puede suceder, con las raíces de molares y premolares
que, por las mismas causas, puedan llegar a ubicarse entre los tejidos musculares. Así, las
raíces vestibulares de estos dientes empujados lateralmente a través de la pared externa
del maxilar superior, quedarán sobre la inserción del músculo buccinador. Por ello, el
odontólogo al utilizar botadores en esta zona, debe colocar un dedo de su mano izquierda
sobre la cortical externa con el fin de controlar cualquier movimiento de una raíz en esta
dirección. El espacio infratemporal queda directamente por detrás y por encima de la
tuberosidad del maxilar superior. En este espacio existen importantes estructuras
neurovasculares. Al hacer una extracción en esta zona del tercer molar superior, deberá
tenerse especial cuidado de no desplazarlo hacia detrás. Igualmente se han descrito casos
de cordales alojados en la fosa amigdalina, la región geniana, la fosa pterigomaxilar, etc.
Fractura del hueso alveolar
Suele ser relativamente frecuente la fractura del hueso alveolar al realizar una extracción
dentaria; su extensión puede ser variable, limitándose normalmente al alvéolo del diente
extraído, especialmente por su lado vestibular. A menudo representa un accidente
inevitable que facilita
la luxación y avulsión dentaria. Por ello es habitual que, al hacer la inspección del diente
extraído, podamos ver fragmentos de hueso alveolar adheridos a la raíz. Esto suele ser
debido a la inclusión accidental del hueso alveolar entre los bocados del fórceps o a la
configuración de las raíces, la forma del alvéolo, o a cambios patológicos del hueso en sí.
Puede suceder que el hueso alveolar fracturado se desprenda por completo o que quede
adherido al periostio. El fragmento alveolar que está bien insertado al periostio se puede
dejar en su sitio, sujetado con puntos de sutura a través de los márgenes gingivales de la
herida de extracción, evitando así la formación de defectos irregulares en la cresta
alveolar. Pero si el fragmento óseo ha perdido más de la mitad de su fijación perióstica,
deberemos eliminarlo ya que, con toda seguridad, no será viable al haber perdido su
irrigación sanguínea, por lo que dejarlo en su sitio constituiría motivo de complicaciones
infecciosas postoperatorias. No obstante, esta acción nos producirá una pérdida ósea
relativamente importante o una irregularidad en el tamaño de la cresta alveolar con los
problemas que ello comportará para colocar una prótesis estable y bien equilibrada, y con
el problema sobreañadido de haber perdido parte del hueso maxilar, lo que favorece la
aparición de bases óseas atróficas para las prótesis.
(A) Fractura de la cortical externa con el hueso adherido al periostio. (B) Hacemos la
reducción manual y lo sujetamos con puntos de sutura.
La lesión de la cortical interna suele acontecer durante la extracción del cordal inferior.
Deberemos proceder con el mismo criterio antes descrito, aunque en esta zona tenemos
el inconveniente de la presencia del nervio lingual, con la posibilidad de poderlo lesionar,
ya sea de forma traumática o por una infección u osteítis secundaria que inducirá una
fibrosis importante.
Por las características del diente extraído (cordal en mesioversión) o por el traumatismo
operatorio pueden existir o podemos provocar pérdidas óseas que comportarán patología
periodontal de los dientes contiguos. Estos defectos óseos pueden comprometer la
viabilidad de los dientes afectados pero dependiendo de la gravedad de las lesiones
aplicaremos técnicas de regeneración tisular con membranas reabsorbibles y hueso
autólogo o con el uso de biomateriales que favorecen la formación de nuevo hueso como
polvo de cortical desmineralizada, hidroxiapatita porosa, HTR, etc.
Fractura de la tuberosidad
Si la tuberosidad está sólo luxada y bien adherida al periostio, tras extraer el cordal
superior, puede optarse por dejarla en su sitio, regularizarla y limpiar adecuadamente la
herida operatoria. En estos casos, siel fragmento es grande, deberemos inmovilizarlo con
una sutura, férula o placa palatina. Si el fragmento es pequeño y sin periostio, habrá
perdido su irrigación, por lo que deberá procederse a su exéresis puesto que, si no,
actuaría como un secuestro óseo y favorecería la infección. En casos especiales, puede
posponerse la exodoncia para que cure la fractura y efectuar posteriormente la extracción
quirúrgica del tercer molar superior. Así deberíamos inmovilizar el fragmento óseo hasta
que ocurra la unión y sea posible la extracción dentaria mediante disección. Este
procedimiento funciona bien en el tratamiento de otros tipos de fractura
alveolar, pero no se recomienda en la fractura de la tuberosidad maxilar que complica la
exodoncia, ya que raras veces se logra la unión firme y ésta se desprende al intentar de
nuevo la extracción. Así pues al ser la técnica muy laboriosa y como los resultados no son
mejores que si eliminamos la tuberosidad fracturada, puede procederse a su exéresis.
Posteriormente se formará hueso nuevo en esta zona, que será una base sólida para una
prótesis. Si durante la exodoncia la tuberosidad maxilar queda adherida al diente, se
deberá ir con mucho cuidado de no desgarrar la mucosa y el revestimiento antral ya que
en caso contrario se podría producir una comunicación bucosinusal.
(A) Fractura del ángulo mandibular por aplicar excesiva fuerza con el botador. (B) Fractura
de la tuberosidad del maxilar superior.
Fractura mandibular
Es una complicación muy poco frecuente, que por lo general se produce en las
extracciones de los terceros molares inferiores, especialmente si están en inclusión
intraósea profunda a nivel del ángulo mandibular y en segundo lugar a nivel de los
premolares inferiores donde el grosor de la mandíbula puede estar reducido por una gran
reabsorción ósea. También puede ser posible cuando se aplica una fuerza de forma
inadecuada o con una potencia excesiva, y cuando se actúa sobre dientes con patología
asociada como hipercementosis. Las fracturas son posibles cuando existe alguna
alteración patológica del hueso maxilar, como la presencia de grandes quistes, tumores,
en trastornos generales del paciente, como la osteoporosis senil, alteraciones
del metabolismo del calcio, etc., atrofia, osteomielitis o radioterapia previa. Por todo esto,
la fractura mandibular no implica necesariamente negligencia, y puede ser una
complicación potencial de muchas extracciones difíciles. Si se presenta cualquiera de estas
condiciones, la extracción se efectuará únicamente después de un estudio clínico y
radiológico minucioso, y se debe informar al paciente previamente de esta eventualidad.
Todo ello nos puede cargar de razones para considerar que estos casos es mejor tratarlos
en centros especializados en Cirugía Bucal. De producirse esta complicación, deberá
referirse el paciente inmediatamente a un centro especializado (Servicio de Cirugia Bucal o
de Cirugía Maxilofacial) y realizarse:
Accidentes nerviosos
Es una lesión infrecuente al realizar una exodoncia, pero que se puede dar sobre todo en
la región del nervio dentario inferior. El traumatismo operatorio puede provocar la
sección, aplastamiento o desgarro del tejido nervioso; esto puede ocasionar parestesias o
anestesias de las regiones inervadas por dichos troncos nerviosos. En ocasiones, los
desgarros se deben a un curetaje excesivo e intempestivo sobre el alvéolo de un diente
muy cercano al nervio.
La lesión del nervio dentario inferior produce la anestesia del hemilabio inferior, de la piel
del mentón, de la mucosa gingival y de los dientes del lado afectado. La anestesia del
hemilabio inferior es conocida en la literatura francesa como Signo de Vincent. Ante la
lesión consumada caben distintas actitudes de acuerdo a su magnitud. Si es una
compresión, debe eliminarse el agente irritante, óseo, dentario o la zona de fibrosis, que
la causa. Si es un desgarro por estiramiento, es probable la recuperación entre 6 semanas
y 6 meses. Si la recuperación no se produce, es posible que exista un desplazamiento de
las paredes óseas con compresión nerviosa; esto puede indicar la necesidad de realizar
una descompresión quirúrgica. Si se ha formado un neuroma traumático, éste puede
escindirse para, después, reanastomosar o colocar
un injerto nervioso. Cuando hay un arrancamiento, la anestesia es permanente y sólo
podrían intentarse técnicas de microcirugía nerviosa.
Nervio lingual
La manipulación de la zona lingual del tercer molar inferior puede ser peligrosa por las
estrechas relaciones existentes con el nervio lingual; por ello debemos ser cuidadosos en
esta región, y así por ejemplo, no pondremos suturas profundas que puedan lesionarlo. Al
contrario, las colocaremos a poca distancia del borde del labio interno de la herida
operatoria. En ocasiones, este problema se ha relacionado con la existencia de un
pequeño foco de necrosis localizado en la vecindad de la espina de Spix, inducido por las
soluciones anestésicas con adrenalina u otros vasoconstrictores usados en la anestesia
troncular. No obstante remarcamos nuevamente que lo más frecuente es que esta
anestesia provenga de un traumatismo operatorio. La sección del nervio lingual producirá
la anestesia de la hemilengua, en la parte anterior a la V lingual, lo que se traduce sobre
todo en graves autolesiones que se producen por la mordedura involuntaria de la lengua
que pueden ser, en ocasiones, de tal magnitud que obliguen a efectuar una glosectomía
parcial.
La lesión del nervio (no sección) producirá hipoestesia, disestesia y/o hiperestesia que
tardarán más o menos en regresar según la gravedad de la lesión histológica. También
habrá trastornos de la gustación que posiblemente pasarán inadvertidos ya que también
implican una determinada
área (la misma) lingual. Sólo se pueden poner de manifiesto con una exploración dirigida
del tipo gustometría química o bien electrogustometría. En ningún caso existirá trastorno
alguno de la movilidad, ya que básicamente ésta se debe al nervio hipogloso,
prácticamente imposible de
dañar en cualquier técnica de Cirugía Bucal. Tampoco habrá trastornos de tipo trófico
asimismo propios de la lesión del nervio hipogloso.
(A) Cordal inferior en posición mesioangular que contacta con el conducto dentario
inferior. (B) El desplazamiento hacia atrás lesiona el nervio dentario inferior. (C) La
odontosección permite la exodoncia sin comprimir el conducto dentario inferior,
eliminando el riesgo de lesión nerviosa.
Accidentes vasculares
Durante el acto operatorio pueden producirse hemorragias por corte o desgarro de los
vasos sanguíneos, teniendo presente que siempre existirá un sangrado normal, por la
misma técnica quirúrgica. El sangrado puede estar aumentado por la hiperemia de los
tejidos bucales por causas inflamatorias. Este sangrado en sábana por la hiperemia del
tejido suele ceder con la compresión local de la zona afecta.
Si existe una lesión vascular, debemos localizar el vaso causante de la pérdida sanguínea,
atraparlo con una pinza hemostática o mosquito curvo sin dientes, y hacerle una ligadura
con hilo de seda o de ácido poliglicólico o una cauterización con el bisturí eléctrico. Para su
correcta localización podemos irrigar el campo operatorio con suero fisiológico estéril y
aspirando correctamente, encontraremos con facilidad el vaso que sangra. En los casos
que exista sangrado del hueso alveolar, colocaremos cera de hueso o un taponamiento
con gasa hemostática reabsorbible (colágeno, gelatina, fibrina, etc.).
Para evitar las hemorragias, debemos aplicar técnicas atraumáticas y colocar un punto de
sutura en el lugar de la extracción, con lo cual aproximaremos los bordes de la herida. El
tipo de sutura más recomendable es el punto de colchonero. Debe indicarse al paciente
que muerda una gasa estéril durante 20 a 30 minutos, para conseguir la compresión de la
herida operatoria. El paciente no debe efectuar enjuagues durante las 12 ó 24 horas
posteriores a la exodoncia, ya que con los enjuagues puede desalojarse el coágulo que se
está formando en el interior del alvéolo.
Esta advertencia debe ser siempre explicada a los pacientes ya que suele ser una de las
causas más frecuentes de sangrado post-extracción.
DOLOR
El dolor que se presenta tras la cirugía del tercer molar es a menudo fácil de controlar con
analgésicos, como el paracetamol, o medicamentos del grupo de los AINEs (aspirina,
ibuprofeno, dexketoprofeno, metamizol, etc.). El dolor más fuerte se produce durante las
primeras 24-72 horas, y decrece paulatinamente en los días sucesivos. Se puede prolongar
durante alrededor de una semana (5 a 10 días). Si a partir del tercer día persiste, o se
exacerba, lo más probable es que se esté produciendo una alveolitis seca. Ocasionalmente
el dolor puede provocar insomnio y exacerbarse con los movimientos, con el tacto, etc. y
finalmente, dificultar la alimentación.
Es aconsejable que el paciente inicie la toma del analgésico antes de que desaparezca el
efecto de la anestesia local; de esta forma se evitará el establecimiento de un fuerte dolor.
En este sentido puede ser de gran utilidad el empleo de un opiáceo menor como la
dehidrocodeína (Contugesic®) como analgésico por vía oral, tomado unas horas antes de
la intervención ya que su acción (periodo de latencia) se produce a las 3 horas y su efecto
permanece unas 12 horas al ser de eliminación lenta; su dosificación será por tanto de 2
comprimidos al día. Este preparado no tiene acción antiinflamatoria, por lo que su uso irá
asociado a un fármaco específico con esta finalidad (cualquier AINE).
INFLAMACIÓN
A medida que el dolor y la inflamación ceden, irá disminuyendo el trismo. Los relajantes
musculares no son eficaces y además se deben evitar los movimientos mandibulares
bruscos y forzados porque son perjudiciales para la musculatura espástica. Laskin
recomienda la aplicación
de calor extra y/o intrabucal, conjuntamente con la administración de un analgésico si
existe dolor. La práctica de administrar antibióticos profilácticos para las extracciones
quirúrgicas dentarias se suele realizar de manera rutinaria, al considerar a la Cirugía Bucal
como limpia-contaminada. Los antibióticos de elección son la penicilina y derivados
(amoxicilina) y la clindamicina para los alérgicos a la penicilina.
Asimismo, se instruirá al paciente para que mantenga una buena higiene de la zona
intervenida, mediante enjuagues con un colutorio (clorhexidina) o agua con sal, a partir de
las 24 horas de la intervención, lo que compensa la dificultad de cepillarse
adecuadamente los dientes en una
zona particularmente dolorosa. No obstante se recomienda que el paciente se cepille la
herida operatoria, de forma cuidadosa y con un cepillo muy suave, después de cada
comida. Notará un pequeño sangrado local y una leve molestia dolorosa que podrá ser
controlada con la medicación
analgésica que le administramos.
La perforación del suelo del seno maxilar puede producirse por causas accidentales, o por
causas traumáticas. Las causas accidentales son aquellas en que las raíces de los dientes
(más frecuentemente molares y premolares superiores) están anatómicamente en la
vecindad del seno y al efectuar la extracción dentaria puede quedamos una comunicación
bucosinusal. La existencia de infecciones de repetición favorece las perforaciones, ya que
existe una inflamación crónica que destruye la zona ósea entre ambas estructuras. Las
perforaciones traumáticas son aquéllas que nosotros podemos provocar con un elevador,
cuando se quiere luxar una raíz o con una cucharilla
al hacer un legrado intempestivo. Si la comunicación no es muy grande, en ocasiones ni la
llegamos a observar ya que el coágulo sanguíneo puede obturar la pequeña perforación.
En otros casos podemos darnos cuenta de que hemos creado una comunicación porque al
paciente, al enjuagarse la boca, le sale el agua por la nariz. Si esto sucede, la perforación
sinusal suele ser importante. Ante una comunicación bucosinusal deberemos actuar
inmediatamente y no intentar realizar excesivas pruebas al paciente para poder confirmar
el diagnóstico, ya que para lo único que nos van a servir es para agrandar la abertura y
aumentar las posibilidades de infección.
HEMATOMAS Y EQUIMOSIS
Es habitual que, en las exodoncias complejas o en las que se han empleado técnicas
quirúrgicas, se produzcan hematomas. El hematoma es una colección sanguínea que
puede difundir por los tejidos vecinos, desde el lugar de la extracción, normalmente a
través de las fascias musculares.
Los hematomas suelen ser más frecuentes en las personas de edad avanzada, porque
existe un aumento de la fragilidad capilar y porque sus tejidos son más laxos. En estos
casos la equimosis o coloración de la piel producida por la infiltración de sangre en el
tejido celular subcutáneo puede llegar a ser muy aparatosa.
Existe un aumento de volumen en la zona afecta, así como un cambio de color que irá
variando según se vaya transformando la sangre que está en su interior; así el color virará
desde rojo-vinoso a violeta-amarillo. Este cambio que se puede observar en el color de la
piel puede durar
8-9 días y a menudo se desliza por la fuerza de la gravedad hacia zonas cercanas, como
por ejemplo el cuello y la zona esternal. Para intentar disminuir la posible formación de
hematomas, podemos aplicar frío a intervalos de 10 minutos, posteriormente a la
exodoncia, durante un máximo de 12-24 horas. Si se produce su infección, deberá tratarse
con antibioticoterapia. Normalmente los hematomas se reabsorben en un período de
tiempo que oscila entre 5 y 14 días. No obstante, en ocasiones el hematoma se organiza,
en cuyo caso se precisará su eliminación quirúrgica.
EDEMA
Si el edema tiene una duración de más de 5-6 días, con una mayor temperatura cutánea y
enrojecimiento, puede ser debido a una causa infecciosa y entonces se adjuntará a las
medidas ya descritas un tratamiento con antibióticos.
TRISMO
INFECCIONES SECUNDARIAS
Deberemos precisar en primer lugar que estas complicaciones no suelen ser consecuencia
directa de la extracción dentaria, sino que constituyen el avance de un proceso infeccioso
preexistente. La exodoncia puede, según las circunstancias de cada caso, contener la
infección, agravarla o ejercer una influencia menor sobre su evolución.
ALVEOLITIS
Uno de los mayores y más frecuentes problemas postextracción son las alveolitis, aunque
las estadísticas al respecto son poco concordantes. Suele ser la principal causa de dolor
entre el segundo y quinto día después de la exodoncia. Su característica principal es el
dolor tan agudo
e intenso que produce. La alveolitis suele ser la consecuencia de una perturbación de la
cicatrización de la herida alveolar, tras la extracción dentaria. Se la considera un estado
necrótico del proceso alveolar o de los septos óseos que, ante la ausencia de vasos
sanguíneos, no permite la proliferación de capilares, ni de tejido de granulación para
organizar el coágulo sanguíneo. El coágulo, al no organizarse, se desintegra.
FARMACOLOGIA
AMOBAY
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Cápsulas
Suspensión
AMOXICILINA
FORMA FARMACÉUTICA Y FORMULACIÓN
Cada CÁPSULA contiene:
Amoxicilina trihidratada
equivalente a 500 mg
de amoxicilina base
Excipiente, c.b.p. 1 cápsula.
Cada 5 ml de SUSPENSIÓN contienen:
Amoxicilina trihidratada
equivalente a 250 mg y 500 mg
de amoxicilina
Vehículo, c.b.p. 5 ml.
LINDACIL
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Cápsulas
CLINDAMICINA
FORMA FARMACÉUTICA Y FORMULACIÓN
Cada CÁPSULA contiene:
Clorhidrato de clindamicina
monohidratado
equivalente a..................... 150 y 300 mg
de clindamicina
Excipiente, c.b.p. 1 cápsula.
DOSIS Y VÍA DE ADMINISTRACIÓN
Oral. Deberá determinarse, dependiendo de la severidad de la infección, la condición del
paciente y la susceptibilidad del microorganismo causal.
Adultos: Tomar de 600 a 1,800 mg por día, dividida en cada 6, 8 ó 12 horas en dosis
iguales. Para evitar la posibilidad de irritación esofágica, tomar las cápsulas
conjuntamente con un vaso lleno con agua.
Niños (mayores de 1 mes de edad): Dosis de 8-25 mg/kg/día cada 6 u 8 horas en dosis
iguales.
BRAX
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Tabletas
NAPROXENO
PARACETAMOL
Paracetamol....................... 300 mg
Dos tabletas como inicio de tratamiento y posteriormente una tableta cada 6 a 8 horas
hasta que se obtenga el control de los síntomas.
La dosis diaria no deberá exceder 6 tabletas.
TABALON 400
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Tabletas
IBUPROFENO
Ibuprofeno..................................................... 400 mg
BIBLIOGRAFIA
INDICACIONES POSTQUIRURGICAS