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CIENTÍFICOS DE LA ILUSTRACIÓN
RESUMEN
Al examinar las formas de representar los objetos mecánicos por parte de los científicos
ilustrados y subiendo un escalón más en aquel intento de representar la realidad tal y como era
percibida por los ojos, redundaremos en la idea de que la representación gráfica de los objetos
tridimensionales tiene su fundamento en la proyección sobre un plano de los elementos
geométricos que constituyen los citados objetos. Por ello, puede asimilarse la representación
bidimensional de un cuerpo a la sombra que arroja dicho cuerpo sobre una superficie. La
sombra es, en consecuencia, el objeto bidimensional por antonomasia.
La óptica medieval, estudió con mucho interés el problema de la proyección de las sombras; sin
embargo, el arte de la misma época las ignoró casi por completo y solamente cuando la
perspectiva es descubierta, la proyección de la sombra se convirtió en objeto del estudio atento
de los artistas. Así, el arte de principios del Renacimiento quedó profundamente marcado por el
descubrimiento de la sombra como un atributo esencial de los cuerpos, y la teoría elaborada por
Leonardo da Vinci en el siglo XVI y cuya intención era desarrollarla en siete libros que
compondrían el Libro de las sombras -del cual solo queda un boceto- influyó decisivamente en
el pensamiento sobre la sombra en el Siglo de las Luces.
Desde el punto de vista filosófico y siguiendo la concepción platónica, la atención del siglo
XVIII al tema de la sombra fue particular, implicando su esencia en el problema del
conocimiento humano. Sin embargo, hubo que esperar hasta las postrimerías del setecientos,
para que Gaspard Monge formulase científicamente la teoría de las sombras, estableciendo en su
renombrada obra Geometría Descriptiva una serie de preceptos universales para su aplicación al
citado estudio, los cuales fueron recogidos y ampliados años después, en 1827, por M. Brisson
en el libro Géométrie Descriptive augmentée d’une théorie des ombres et de la perspective.
La esciografía -rama menor de la perspectiva lineal- que consiste en la representación
bidimensional de las formas calculadas según una estricta geometría de sombras proyectadas,
era un elemento muy importante de la cultura técnica francesa del Siglo Ilustrado, por lo cual,
en las escuelas de ingeniería, de carreteras y puentes, de minas, de arquitectura naval, de ciencia
militar y en las de artes aplicadas y dibujo, se enseñaba técnicas gráficas que incluían temas
precisos de proyección de sombras.
Fig.1, Agustín de Betancourt, Descripción del establecimiento de Yndrid, 1791, lámina VII [1]
Llegados a este punto y ya definidos los tipos de luces que pueden iluminar al objeto, nos
presentaba Leonardo los tipos de sombras que pudieran producirse. Así, en primer lugar, definía
el concepto de sombra original, o sombra primitiva, invariable en su intensidad y que podría en
cierto modo asimilarse a la denominada sombra propia. Surge de aquí un concepto nuevo que es
el carácter activo de la sombra. Leonardo considera a la sombra original como elemento
“emisor” de determinados rayos dando lugar a la denominada -por él- sombra derivada o
volumen de atmósfera ocupado por los rayos sombreados, la cual atenúa su intensidad al
alejarse de su origen [7]. Por otra parte, definía la sombra arrojada como el resultado
superficial de la sombra derivada, la cual modificará su forma dependiendo de las características
de la superficie sobre la que se “arroja”. Especifica por último el sombreado ladeado o
inclinado que lo considera ligado al ángulo de incidencia de la luz sobre una superficie. Otro
concepto analizado era el de los “bordes de la sombra” los cuales se mostrarán más oscuros
sobre una superficie iluminada, y algo menos sobre una superficie oscura; además, los bordes de
la sombra derivada se suavizan con la distancia del original hasta llegar a desaparecer. Todas
estas ideas presentadas por el sabio renacentista fueron recogidas y seleccionadas
posteriormente por Jombert-Cochin y Dandre-Bardón en su obra Traité de peinture, de 1765.
Desde el punto de vista filosófico, la atención del siglo XVIII al tema de la sombra fue
particular, implicando su esencia -siguiendo la concepción platónica- en el problema del
conocimiento humano y muchos han sido los que han tratado el universo de la sombra
partiendo de teorías contrapuestas. Así, y a modo de ejemplo, frente al empirismo de Locke
fundado en la creencia de que el saber procede de la experiencia y las ideas de los sentidos (de
este filósofo es bien conocida la idea de que un círculo sombreado de determinada forma lo
percibimos como una esfera, y ello es debido a haberlo aprendido por experiencia), surgía la
crítica innatista de Leibnitz según la cual las idea se hallan en potencia en el hombre desde su
nacimiento.
No es habitual el encontrar planos en los cuales el rigor geométrico alcance al apartado de las
sombras, es más común el representar únicamente la sombra propia pues su trazado es más
intuitivo y a simple vista parece más correcto. Es, en los planos realizados por los científicos
ilustrados españoles pensionados en París, y que en su mayoría pasaron a formar parte de la
colección de planos y modelos del Real Gabinete de Máquinas ubicado en el Buen Retiro, en los
que se aprecia un mayor grado de precisión en los
trazados de las sombras, tanto las propias como las
arrojadas. Para ello, seguían el método al uso antes
citado que consistía en proyectar los rayos luminosos
bajo un ángulo de 45º, pero eligiendo otra diagonal de
aquel cubo imaginario, la que discurre de arriba abajo y
de izquierda a derecha, ahora en dirección saliente.
Fig.14, Agustín de Betancourt, Mémoire sur un nouveau système de navigation intérieure, 1808.
Podemos ver también algún ejemplo, en los planos de la época, en los que la sombra calculada
se trazaba basándose en una dirección de los rayos solares de arriba abajo pero ahora de derecha
a izquierda.
Fig.15, Real Factoría de Neusolhar, Hungría, 1787.
Por su parte, para la realización de las sombras en los planos grabados al aguafuerte o con punta
seca, como podemos apreciar en las planchas de la Encyclopèdie de Diderot y D’Alembert, se
empleaba la técnica del plumeado -rayado de la plancha en distintas direcciones- dependiendo
de la gradación requerida y en un intento de conseguir, cuando fuera preciso, el efecto de
aplicación de las líneas de curvatura. A este respecto se manifestaría Gaspard Monge años
después, en 1795, en una de sus lecciones de Geometría Descriptiva, dadas en la Escuela
Normal de París, referida al estudio de las líneas de curvatura de una superficie y su aplicación
al arte referida al estudio de las líneas de curvatura de una superficie y su aplicación al arte de
grabar.