Número 21

Sábado, 27
de noviembre
de 2010
El perseguidor
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POESÍA AZAN ALI
En torno a Melchor López “La música es la más esotérica de
todas las artes”
por
ALEJANDRO RODRÍGUEZ por
REFOJO Y FRANCISCO LEÓN A. JOSÉ FARRUJIA DE LA ROSA

ARTURO
MACCANTI:
VIVIR SOBRE
LAVIDA

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2 El perseguidor Sábado, 27
de noviembre de 2010

ARTURO MACCANTI/ poeta

La colección Aislados de la Obra Social de CajaCanarias reúne en un volumen de más de 600 páginas gran parte de la producción literaria de
Arturo Maccanti (Las Palmas de Gran Canaria, 1934) bajo el título de Vivir sobre la vida. El volumen ofrece así un completo retrato poético del
escritor, lo que permite descubrir (o redescubrir, según los casos) algunas de las constantes que marcan su poesía, así como la evolución que
como autor ha sometido a su creaciones literarias a lo largo de estos años. Vivir sobre la vida incluye además un prólogo del doctor en Filología
Románica y catedrático de Literatura y periodista Jorge Rodríguez Padrón, y contiene, entre otras obras, piezas de exquisita maestría
emocional como Poemas para un niño que murió en noviembre (1958), Poemas (1959), El Corazón en el tiempo (1963), En el tiempo que falta de
aquí al día (1967), De una fiesta oscura (1977), Cantar en el ansia (1977-1980), No es más que sombra (1993-1994), Viajero insomne (1977-
1998), Óxidos (2002), El volcán y la isla (2003), El mar (2003) y Helor (2003-2005). Maccanti revela en esta entrevista que no es hombre al
que le guste que lo encuadren en grupos generacionales, y que toda su carrera como poeta gira sobre un mismo poema.

“SOY UN SER DE RAÍCES”

EDUARDO GARCÍA ROJAS
- ¿Por qué este título, Vivir sobre la vida?
- Me lo sugirió un amigo, José María
Benítez Morales, un excelente artista que
marchó a Venezuela. En cierta ocasión,
mientras conversábamos a orillas de la
playa de Las Canteras me comentó que para
él pintar era vivir sobre la vida, como si
estuviera fuera de la vida. Y me di cuenta
que a mi eso me pasa cuando escribo, que
estoy sobre la vida, sobre lo que es la vida
diaria con sus pequeñeces y grandezas, con
sus dolores y renuncias. Y eso es la poesía,
el arte en general, esa capacidad que es
como estar fuera de la realidad pero que es
más real que la propia realidad. Cuando
escribo soy muy realista, yo por lo menos
soy una persona muy realista pero si sueño
presiento, adivino, vivo el mundo desde
otro ángulo, estoy sobre la vida, sobre la
vida diaria que es la poesía, el arte en gene-
ral. Vivo en ese momento por encima de la
vida diaria, otra vida de la que vivo en ese
momento.
- Vivir sobre la vida recopila prácticamente
toda su producción literaria. ¿Cómo cree que
ha evolucionado su obra con el paso del
tiempo?
- Pues como evoluciona todo. Mi obra es
un poco mi sombra. Te encorvas y lo que
escribes también se encorva en el sentido
que te haces más meditativo, filósofo por-
que el tiempo pasa y no es lo mismo escribir
un poema de amor cuando tienes veinte
años que ahora, que también los escribo
pero con otras palabras, otra cadencia. Sé
que es un tópico pero creo que toda mi vida
he escrito un único poema que gira sobre lo
mismo. Ajeno, modestamente, a cualquier
tipo de escuela y aires literarios, de modas,
he procurado escribir lo que he necesitado
escribir: una historia, la mía personal, que
no es otra que la que he vertido en mis poe-
mas. Puede ser posiblemente por aquello
de que mi familia se trasladó de Italia a
Canarias y que yo haya querido dejar cons-
tancia de aquella experiencia en mi obra
que es autobiográfica y que lego a quienes
me suceden para que lean lo que hemos
vivido nosotros, la primera generación de
los Maccanti en las islas Canarias.
- A usted, sin embargo, los especialistas lo
ubican en la generación de los 50.
- Lo que sucede es que a efectos de estu-
dio, de organización, los especialistas nos
sitúan en generaciones, y algo que honra es
que me adscriban a la de los 50 pero eso así
porque yo florecí como poeta en aquella
década. Claro que nosotros estábamos en
Canarias y en aquellos años Canarias
estaba más lejos, aunque ya no. Compañe-
ros y amigos como Manuel Padorno, Fer-
nando García-Ramos, Felipe Baeza, Luis
Feria, aunque Luis se encontraba en Madrid
pero formó parte también de esa genera-
ción pese a que hubiera nacido antes, como
sucede con Manolo González Sosa… En
cuanto a edad, Claudio Rodríguez nació
como yo en enero del mismo año, 1934,
pero a título personal nunca me sentí afi-
liado a esa generación quizá porque fui más
amigo de la generación posterior, en la que
podías encontrarte con poetas como Euge-
nio Padorno y Alberto Pizarro, entre otros.
- Dice que se sentía más próximo a ellos,
¿por qué?
- Eran más gentes y no estaban tan dis-
persos como la anterior, donde todos nadá-
bamos un poco solos. Sentía además que
con Eugenio, con Alberto, no se miraba la
edad y que con ellos me unía más punto en
común.
- Antes dijo que siempre ha escrito el mismo
poema.
- Porque uno escribe en el fondo lo que
eres tú. Tienes un aire, un tempo porque en
el fondo escriba lo que escriba tengo una
forma, una cadencia, una medida de los
versos, una delectación del lenguaje, de
gozar del lenguaje, que ha sido una cons-
tante toda mi vida. He procurado además
buscar la armonía del poema porque sin
armonía el poema es un desierto. Perte-
nezco a una generación que careció de
muchas cosas. Sí, hubo revistas, pero pocas,
y fue un tiempo sonetero digamos que de
mucho cuidado. Entonces tuve la desgra-
cia, entre comillas, de toparme con Miguel
Hernández, un poeta que en aquellos años
estaba prohibido y fue leerlo y dejarme ano-
nadado aunque logré salir del atolladero
escribiendo sonetos, muchos de los cuales
dejé apartados aunque uno se salvó de la
quema porque Miguel Hernández era un
poeta peligroso dentro de la máxima vene-
ración que aún le profeso. Pero aposté por
seguir otros caminos, más de meditación,
filosóficos porque, como decía el poeta: en
mi pecho aún ruge el león porque para mí
todo continúa siendo nuevo y sorpren-
dente. Y aún tengo la capacidad de asom-
brarme porque soy una persona que está de
vuelta en el camino. Pienso que no tiene
que contar la edad porque lo que funciona
es la cabeza, el corazón y el conocimiento.
No me gustan los ruidos, soy tímido por
naturaleza, así que no me gustan las decla-
raciones contundentes pero cuando escribo
siento que es mi momento. Lo mismo me
Mi obra es un poco
mi sombra. Te
encorvas y lo que
escribes también se
encorva en el sentido
que te haces más
meditativo, filósofo
porque el tiempo
pasa y no es lo mismo
escribir un poema de
amor cuando tienes
veinte años que
ahora, que también
los escribo pero con
otras palabras, otra
cadencia
pasa cuando leo la poesía de otros aunque
me da miedo porque a veces noto que esas
voces se me adhieren y no soy yo.
- En el prólogo de Vivir sobre la vida Jorge
Rodríguez Padrón destaca el “arraigo y habi-
tación” en su poesía.“Dos espacios fundacio-
nales y fundamentales”en su obra.
- Jorge aparte de como escribe es muy
equilibrado. La habitación en mi poesía lo
interpreto como la casa donde uno está y el
sitio donde yo estoy es la poesía. No habla-
mos de categorías de bondad o maldad por-
que uno tiene su forma de ser y de interpre-
tar el mundo y luego lo escribe. Yo escribo
cuando dentro de mí algo me dice: escribe,
haz algo. Y llevo actuando así desde que
tenía catorce años, cuando comencé a escri-
bir mis primeros versos. Otro aspecto que
me interesa recalcar es que estoy en el
tiempo de ahora, que nunca digo aquello
de cualquier tiempo pasado fue mejor por-
que soy consciente que todos los tiempos
fueron mejores y peores. Así que mi tiempo
es el de ahora como fue de ahora cuando
tenía veinte años. La casa, sí, incluso me he
inventado --porque mis poemas casi siem-
pre empiezan con una referencia a un sitio
geográfico-- mi propio espacio, Guerea, que
sin ser el lugar exacto donde he vivido
desde que era muchacho, La Laguna, es
una La Laguna que no existe pero que sí
existe en mi pensamiento. Según Manuel
Casado: Maccanti ha encontrado un nom-
bre donde situar su habitación.
- La isla también ha condicionado su pro-
ducción poética.
-Mucho. El concepto de isla no se olvida.
Todos los días pienso en ello, mi referencia
del mundo es la isla. Y no me refiero a nin-
guna en concreto sino a que cualquier isla
forma una sola mentalmente. Recuerdo
que estando en Italia mi padre se refería a
las islas como “nostro paese” en el sentido
de “nuestro pueblo”. Y a mi eso me gustaba
porque sentía que mi padre se había fun-
dido con las islas como creo que debería-
mos de fundirnos todos porque no estamos
separados --o mentalmente no tenemos el
derecho de estar separados-- porque la isla
tiene un peso capital en nuestra vida. El
hombre en función del paisaje. Somos parte
 El perseguidor 3
Sábado, 27
de noviembre de 2010

AISLADOS
Es verdad que nos hace una sociedad un poco antropofágica. Donde nos gusta comernos
a nosotros mismos y no ver más allá de las tapias. Y es una crítica que también me hago
a mi mismo. De todas formas, vamos mejorando pero aún tenemos la rémora de una
cierta timidez porque somos parcos en palabras, tenemos escaso léxico. Yo me acuerdo de
cuando se usaba --ya no-- verbos como aquellar, que era como un comodín: aquéllame
esta camisa, aquéllame esta carta… Ya no se emplean ciertos términos pero la condición
del silencio nos ha hecho meternos en nosotros mismos. Yo me reconozco sentado a solas
viendo el mar pero luego al isleño le sale también su vocación universal porque está ávido
de conocimiento. Otras generaciones verán como se ha ido superando esta condición de
aislamiento.

del paisaje y el paisaje es la isla que no es
otra cosa que una excepción del mar.
- Pero la isla aísla.
- Es verdad que nos hace una sociedad un
poco antropofágica. Donde nos gusta
comernos a nosotros mismos y no ver más
allá de las tapias. Y es una crítica que tam-
bién me hago a mi mismo. De todas formas,
vamos mejorando pero aún tenemos la
rémora de una cierta timidez porque somos
parcos en palabras, tenemos escaso léxico.
Yo me acuerdo de cuando se usaba --ya no-
- verbos como aquellar, que era como un
comodín: aquéllame esta camisa, aquéllame
esta carta… Ya no se emplean ciertos tér-
minos pero la condición del silencio nos ha
hecho meternos en nosotros mismos. Yo
me reconozco sentado a solas viendo el mar
pero luego al isleño le sale también su voca-
ción universal porque está ávido de conoci-
miento. Otras generaciones verán como se
ha ido superando esta condición de aisla-
miento
- No cree, sin embargo, que en los últimos
tiempos hay cierto desapego de los mismos
canarios, isleños, por su pasado.
- Me preocupa muchísimo que hayamos
ido cambiando ante la presión de lo
externo, sin desdeñar lo externo, porque
soy un ser de raíces. Sé donde las tengo.
Será porque dicen que los hijos de fuera
somos criollos y muy pasioneros de lo nues-
tro aunque no sepa cantar una malagueña.
Malagueña que me hace llorar cuando la
escucho porque me hace sentir que estoy
en un sitio determinado y porque sé donde
estoy ya que al fin y al cabo al hombre qué
le queda sino la tierra sola. Todo lo demás
vuela, marcha, fluctúa y al final te quedas
con la tierra sola. Perder las raíces es muy
malo porque nos desorienta del futuro y yo
estoy arraigado, tengo mis raíces en el suelo
y veo con más claridad el futuro. En mi caso
ocurre también que he ido perdiendo mis
raíces italianas por lo que ya soy de aquí. De
las islas, que pertenezco a este pueblo con
esa asombrosa capacidad de absorber todo
lo que le venga de fuera,
- Pero escribir en la periferia también tiene
su condena.
- Dime una cosa ¿periferia con respecto a
qué?
- Con respecto a lo que llaman el centro.
El concepto de isla no - Alguien ha dicho que somos periféricos
y nosotros mismos nos hacemos periféri-
se olvida. Todos los cos. Yo he publicado, como tantos otros,
libros que se han quedado olvidados en los
días pienso en ello, sótanos de los organismos oficiales. Esos
libros habría que enviarlos, moverlos a la
mi referencia del península, a América, aunque sólo sean
tres, cinco ejemplares. Eso es difundir. En
mundo es la isla. Y no este sentido, creo que la responsabilidad ha
sido nuestra al no publicitar estas obras
me refiero a ninguna fuera de las islas. A veces pienso qué
hubiera pasado si Manuel Millares y Martín
en concreto sino a Chirino no llegan a salir fuera aunque ellos
tuvieron la visión, la lucidez de marcharse
que cualquier isla en unas condiciones que eran pésimas, de
desamor aquí y de dificultades allá, pero lo
forma una sola hicieron y eso hay que reconocerlo. Pero
mentalmente. mira el caso de Pedro García Cabrera. Un
poeta que supera a otros tantos poetas de la
Recuerdo que estando generación del 27. Aquí en Canarias es una
gloria nacional pero en España no lo conoce
en Italia mi padre se demasiada gente porque no lo hemos pro-
mocionado como se merece. Yo creo que
refería a las islas hace falta más conocimiento en las islas y
dejar de lado esa condición que se da a
como “nostro paese” veces entre los canarios de isloteñismo, de
pensar que estoy en mi islote y no quiero
en el sentido de saber nada mientras se mina el camino de
otros. Es decir, que somos nosotros mismos
“nuestro pueblo” quienes nos ponemos el insecticida.
- ¿Quienes nos ponemos el insecticida?
- Es que lo hacemos con nosotros mismos
cuando deberíamos de reconocernos con
las alegrías de los nuestros porque algo nos
tocará a todos. Es extraño que alguien de la
generación de los 50 supere a Luis Feria o a
Manuel Padorno pero no sé lo que pasa que
se presta más atención a los que vienen de
fuera que a los nuestros. Igual es el com-
plejo de colonizado que tenemos los cana-
rios.
- Quizá se deba a que algunos lectores,
entre los que me encuentro, no termina por
aterrizar en la poesía…
- En todo caso lo que hace falta es un
poeta que quiera llegar a los demás sin clau-
dicar de quién es y recurriendo a un len-
guaje entendible. En la actualidad encuen-
tro mucha de la poesía que se está escri-
biendo como diseñada para el cuello de la
camisa, para el poeta solo. Y yo me alejo de
esta tendencia porque me atrae la com-
prensión de lo que se está diciendo y no la
oscuridad, ese hermetismo en ocasiones
fuera de lo normal. Entiendo la poesía que
investiga el lenguaje y la palabra… pero no
la que se cierra en sí misma. Admito la expe-
rimentación pero no es lo que escribo con-
tinuamente, yo escribo por momentos de
expansión, de emotividad, de cosas que me
ocurren y que quizá pueda servir a los
demás. Cierto es que hay otras escuelas y
maneras de escribir pero no me satisfacen
porque me quedo a medio camino y no me
entero de lo se que quiere contar. Es más, a
veces pienso que es como si el poeta echara
demasiada tinta con la intención de camu-
flar una carencia. Todo lo contrario a lo que
hacía Luis Feria, quien usaba los verbos, los
articulaba de tal manera como en su No me
toquéis que duelo, que tú como lector sabes
lo que te está diciendo. Es la forma de con-
jugar el verbo, no es la habitual, pero sabes
lo que te está diciendo. No sé, es como una
manera de articular un conocimiento que
tiene a través de una manera irregular de
decirlo. Lo que no comprendo es lo otro, la
oscuridad, porque ¿de qué me sirve el
poema si no puede expresar lo que tú sien-
tes?, como lector quiero participar contigo
en lo que haces.
4 El perseguidor
LOS BÁRBAROS, UN POEMA
DE MELCHOR LÓPEZ
ALEJANDRO RODRÍGUEZ REFOJO
E
l poema Los bárbaros, pertene-
ciente al libro Oriental (2003),
tercero de Melchor López (Los
Silos, 1965), viene a ofrecer-
nos, dentro del panorama de la
creación poética española contemporá-
nea, un raro ejemplo de lograda fusión de
dos aspectos o planos que quizá podrían
pasar por antitéticos para cierta crítica al
uso, o ser tratados como opuestos por acti-
tudes intelectuales tan aviesas como inte-
resadas: el plano del mito y el plano de la
crítica de la realidad. Esta escasez de
muestras podrá comprenderse, en parte,
si pensamos que los polos que conforman
tal fusión también son difíciles de encon-
trar por separado en la escena de la lírica
española de las últimas décadas. Ni la pre-
sencia duradera del mito, ni la crítica de la
realidad inmediata parecen ocupar, en
efecto, siquiera una posición marginal en
las preocupaciones de nuestros poetas
actuales. Pero bajemos a la letra del texto,
que dice así:
Tierra cercada,
amenazada,
como toda belleza.
Como toda belleza de este mundo.
Las arenas, la luz,
la montaña, los páramos.
Ávidos negociantes
de hirsutas nucas,
de sobados dineros, de trucadas balan-
zas,
se arrancan los febriles ojos,
luciendo sus anillos falsos
pujan en la subasta.
Llegarán hasta el cielo,
titanes asediantes.
Los escombros, las grúas,
las aristas, las máquinas.
(En los mapas futuros una mano ya traza
desolados paisajes fantasmales.)
No eran estos los bárbaros que hace
tiempo esperábamos.
La sencillez expresiva de estos versos
esconde una densidad significante que
puede pasar inadvertida. Por eso es pre-
ciso mencionar, al menos, tres textos que
deben tenerse en cuenta para situar este
poema y ponderar con justeza su alcance
y valor. El primero de ellos es el libro de
conversaciones de Ernst Jünger Los titanes
venideros, donde el escritor alemán vatici-
naba, siguiendo a Hölderlin, que el pró-
ximo siglo (el que ya hemos empezado a
pisar) sería «la edad de los titanes», es
decir, una era «muy propicia para la téc-
nica, pero desfavorable para el espíritu y
la cultura». El segundo texto es un poema
de Sophia de Mello Breyner Andresen titu-
lado Délfica, que constituye una visión de
la pérdida del axis mundi desde la clave
mitológica de la lucha Apolo-Pitón, tal y
como se lee en su último fragmento: «Nin-
gún dios respira en el respirar de las cosas
/ las máquinas crecen Pitón emerge». El
tercer hipotexto del poema de Melchor
López es, obviamente, el conocido poema
de Kavafis Esperando a los bárbaros, del
que hablaremos al final. Leamos, pues, la
trama y la urdimbre de las palabras.
Los titanes o gigantes son hoy interpre-
tados por la simbología como una imagen
de las fuerzas salvajes e incontrolables de
la naturaleza, y en isomorfía con «la som-
bra», símbolos de la parte inferior y oscura
del hombre. La lucha de los gigantes con
los olímpicos, lo mismo que el combate
entre Apolo y Pitón, constituyen sendos
mitologemas bajo los cuales Mircea Eliade
ha visto la eterna pugna entre orden y caos
que, según el sabio rumano, caracteriza la
cosmovisión del hombre de épocas arcai-
cas. Sin embargo, el relato mítico que
implica a gigantes y a dioses cumple, en el
caso que nos ocupa, una función que, sin
dejar de beber de esa visión del mundo
analizada por Eliade, remite en primera
instancia al ámbito de lo moral. No es
ocioso recordar el hecho de que los mitos
y leyendas mitológicas de la Antigüedad
sufrieron un proceso de alegorización
durante la Edad Media impulsado por la
doctrina cristiana: se buscaban significa-
dos ocultos de orden moral sub cortice y,
además, se intentaba conciliar paganismo
y cristianismo. A esa dilatada tradición
pertenece la Philosofía secreta (1585) de
Juan Pérez de Moya, en cuyas páginas
puede leerse que «algunos quieren decir
que los Gigantes fueron unos hombres tan
feroces como soberbios, que negaban la
deidad y poder de sus dioses».
Este valor moral es, precisamente, el
que se actualiza en el poema de López. La
soberbia, la codicia y la impiedad del hom-
bre están sin duda retratadas en esos «ávi-
dos negociantes» de «trucadas balanzas»,
que lucen «sus anillos falsos» y «pujan en
la subasta». Tal y como pronosticó Jünger,
estos son los nuevos titanes del siglo, los
nuevos gigantes que, alzados sobre moles
de cemento o de escombros, «llegarán
hasta al cielo». Nos encontramos en esta
estrofa y en la siguiente con dos niveles de
significación conectados: por un lado, el
nivel metafórico, que representa una crí-
tica directa al ansia de enriquecimiento y
a la mentira como forma sancionada de
ascensión social, y que remite muy a las
claras al desarrollo y la corrupción urba-
nísticas tan corrientes hoy en día; y, por
otro, el nivel simbólico, que alude al
pecado de soberbia, a la hybris clásica
representada en la imagen del asedio de
los gigantes-titanes, que puede interpre-
tarse como un intento de instauración del
dinero y la técnica (las «máquinas» que
aparecen también en el poema de Sophia
de Mello) como nuevos dioses y, por con-
siguiente, como una negación de la
belleza sagrada del mundo.
Vemos ahora cómo la larga tradición
que entendía la revuelta de los gigantes
contra los dioses desde una perspectiva
moral reaparece aquí transformada en
una crítica a la necia barbarie del desarro-
llismo sin freno que, en Canarias y, por
extensión, en muchas zonas de la Penín-
sula y de Europa, ha ido modificando la
belleza natural del paisaje hasta hacerlo
casi irreconocible para sus habitantes. Los
bárbaros nos ofrece, a este respecto, una
muestra que habla por sí sola de la vigen-
cia que tiene aún el mitologismo para
expresar la profunda crisis espiritual que
lacera las sociedades occidentales desde
hace ya varias décadas; una crisis muy
patente en el terreno de los valores, que
de manera urgente reclama la exigencia
de una nueva ética como fundamento de
las actividades donde la reflexión y el pen-
samiento han sido totalmente desaloja-
dos.
Por estas razones el poema de Melchor
López, al tiempo que puede servir de
apoyo a todos aquellos que hablan hoy de
«ética del paisaje» ?esto es, de una ética
que considere al paisaje o la naturaleza
como un ente vivo depositario de una
serie de valores que es preciso conservar?,
recusa a los críticos que en España han
acusado de «huida del mundo real» a la
poesía arraigada en la tierra fértil de la
imaginación mitopoética. Por otro lado, la
potente carga crítica de «Los bárbaros»
basta para distinguir el trabajo creativo de
su autor de los intentos de vivificación del
mito que gustan de una ironía amable y
blanda o simplemente no llegan al grado
de tensión lingüística de la poesía de
López —aunque esto es harina de otro
costal. Claro que esta dura crítica no
puede desligarse del sentimiento de la
pérdida de lo sagrado, de «desencanta-
miento del mundo», para decirlo con pala-
bras de Max Weber, característico de la
modernidad y, dicho sea de paso, de la
obra poética de Melchor López.
No olvidemos, sin embargo, que aque-
llo que singulariza a este poema y le con-
fiere todo su valor es la manera en que
logra conciliar las dimensiones crítica e
imaginativa que, en lo contemporáneo,
entraña ¿debe entrañar, diríamos? cual-
quier forma de creación cultural. Los bár-
baros es, en cierta forma, el resultado de
una ecuación creativa que reúne los tres
textos arriba citados, de un proceso de sín-
tesis que ofrece al cabo una visión del pai-
saje que tiene mucho de augurio: «desola-
dos paisajes fantasmales.» (Esta imagen
futura ya se le impuso al propio Jünger en
Sábado, 27
de noviembre de 2010
su visita a las Islas: «como setas brotan en
las playas los hoteles [...]. ¿Qué ocurre en
caso de restricciones, de una crisis econó-
mica, de una guerra? No cabe invertir el
proceso. Un hotel vacío se transforma de
pronto en una ruina; un camarero no se
reconvertirá jamás en un pastor. Lo que
viene después son paisajes fantasmales.»)
Pero encaremos ya el último verso del
poema: «No eran estos los bárbaros que
hace tiempo esperábamos.» La alusión al
famoso poema de Cavafis completa la
ecuación y vincula la imagen de la deca-
dencia del Imperio Romano —que el
poeta griego utiliza como emblema de
una situación humana intemporal— con
la decadencia moral ejemplificada en la
actitud de esos «ávidos negociantes» que
rigen hoy los destinos del mundo, con una
diferencia: los bárbaros del poema de
Cavafis no llegan finalmente, los de
poema de Melchor López sí, pero ocurre
que no son los esperados. ¿Qué bárbaros
son esos que se esperaban, y cuáles son
los que efectivamente arriban a esa tierra
amenazada «como toda belleza de este
mundo»?
El topos histórico de la «espera de los
bárbaros» hace referencia a una situación
arquetípica en la cual se espera que un
agente exterior aporte la solución a un
estado de crisis político, económico y
moral. Surgidos de las entrañas de nues-
tra propia civilización, los bárbaros que
vemos ascender aquí, asediantes, son sin
embargo de otra clase bien distinta: vie-
nen con su vileza y sus símbolos falsos de
poder para imponer sus intereses particu-
lares y sus estructuras utilitarias de pensa-
miento. López parece decirnos así: estos
nuevos bárbaros-titanes no sólo no han
dado una respuesta a la crisis espiritual de
nuestra época, sino que la han profundi-
zado. Su poema nos propone, en este sen-
tido, «una lectura del mundo contempo-
ráneo desde una perspectiva simbólica»,
como ha dicho Alejandro Krawietz; una
lectura inscrita en una potente imagen —
añadiría yo— de la defraudación de la
esperanza del hombre, de la fe en el hom-
bre.
Cabe preguntarse entonces, siguiendo
el hilo simbólico que nos arroja el autor,
qué podemos esperar en las Islas y en el
mundo. La predicción para Canarias está
ahí: el fantasma de la desolación. En
cuanto a la deriva del mundo, si recorda-
mos que toda hybris implicaba para los
griegos su correspondiente Némesis, los
titanes caerán sobre la tierra que los vio
alzarse, quizá no por una flecha de Hércu-
les, cuyo concurso fue, según dicen, deci-
sivo en la derrota de Efialtes y sus hordas,
sino empequeñecidos bajo el terrible des-
pertar de ese gigante-héroe que, en otro
significativo poema de Melchor López,
duerme, espera «en el interior de la mon-
taña».

Sábado, 27
de noviembre de 2010
FRANCISCO LEÓN
R
esulta asombroso que un
poeta en posesión de una de
las voces más inconfundibles
del panorama canario (y
nacional) sea al mismo
tiempo el menos valorado dentro del espa-
cio literario de nuestras Islas. Es el caso de
Melchor López (Tenerife, 1965), más
asombroso y lamentable en tanto que
otros escritores coetáneos suyos, de
calado estético inferior, se han hecho
receptores de una resonancia cultural que,
en comparación, resulta desproporcio-
nada.
Si descartamos ciertos nombres rele-
vantes de la poesía de Canarias de los últi-
mos tiempos, López, por la rara intensi-
dad de los libros que hasta el momento
lleva publicados, debería ser considerado
el caso lírico más brillante y extraordina-
rio de la poesía joven que comienza a
escribirse en Canarias a partir de la
segunda mitad de la década de los 80. Si
además tenemos en cuenta que en nues-
tras tierras la poesía naciente en esos años
no dio frutos de interés, salvo los aporta-
dos por poetas pertenecientes a promo-
ciones anteriores (Sánchez Robayna, M.
Padorno, Maccanti…), López debería ser
considerado la voz más singular de los
últimos tiempos en Canarias.
Melchor López publicó sus primeros
poemas en el número 22 de revista litera-
ria Syntaxis (debut prestigioso), durante
el invierno de 1990; es decir, hace hoy,
cuando escribo estas líneas, veinte años
exactos. Desde entonces hasta ahora su
producción la constituyen cuatro libros de
poemas de obligada lectura.
Su colaboración en la revista Syntaxis
está formada por nueve poemas de una
factura que raya la perfección formal en
un género (el jayku y el tanka) particular-
mente difícil.
Algún tiempo antes esta primera publi-
cación, López, tal como le sucedía a la
mayor parte de los jóvenes poetas de aque-
lla época, abrevaba en las ya entonces
estancadas aguas del grupo de poetas que
se dieron a conocer en el panorama litera-
rio nacional de los 80 bajo el nombre de
Novísimos. Y de hecho, aunque no posee-
mos documentos que corroboren este
extremo, es conocido el dato de que
durante sus primeros años universitarios
el modelo lírico de López era el llamado
culturalismo de los Novísimos. Es de supo-
ner que el encuentro del poeta con los pos-
tulados defendidos por la revista Syntaxis
(estéticamente alejados a los difundidos
por los Novísimos), y la asimilación poste-
rior de estos postulados mismos, no se
producirían sin un periodo de crisis.
Mientras López estudia Filología Hispá-
nica en la Universidad de La Laguna tiene
A LA ESCUCHA
DE MELCHOR
LÓPEZ
lugar una de sus experiencias estéticas
más importantes: la lectura de los poemas
de La roca, del director de Syntaxis, Andrés
Sánchez Robayna. La extrema condensa-
ción verbal presente en La roca supuso
para López un hallazgo cruel y crucial. A
pesar de sentirse cada vez más atraído por
los postulados estéticos de Syntaxis, López
no se siente del todo próximo a la poética
de rigor y despojamiento que subyace en
La roca. Su reacción primera sería de des-
concierto, incluso de rechazo. Sin
embargo, todo cambia a partir de dicha
lectura, ofrecida por el propio Sánchez
Robayna, en petite comité, en un aula uni-
versitaria. López se encuentra entre el
grupo de estudiantes que acude al recital,
y está dispuesto a alzar la mano y requerir
al poeta las oportunas explicaciones. Pero
no se produce ningún enfrentamiento,
sino más bien el paso iniciático hacia lo
que el propio López ha llamado «corrien-
tes syntácticas» y hacia el conocimiento de
autores syntácticos cruciales en su trayec-
toria como Carlos de Oliveira, Haroldo de
Campos, Eugenio de Andrade o Joao
Cabral de Mello Neto…
Poco tiempo después, López entrega al
director de Syntaxis algunos manuscritos
entre los que se encontraba, in nuce, su
primer libro Altos del Sol (1995). Precisa-
mente hacia principios de los años 90, una
vez concluido el curso délfico que le pro-
porcionó Syntaxis y las actividades litera-
rias y artísticas llevadas a cabo por el
grupo de escritores e intelectuales que
hacían posible esa revista, López sintió
que por fin su pensamiento poético que-
daba orientado hacia la contención for-
mal y la reflexión mítico-poético del espa-
cio insular.
En 1993 la revista Syntaxis daría por
concluida su trayectoria. Fue el momento
elegido por su director, Andrés Sánchez
Robayna, para preparar una antología que
causaría no poco revuelo en el espacio
lírico canario de aquellos años. Nos referi-
mos a la publicación de Paradiso. Siete poe-
tas.
Paradiso era el nombre de una mínima
revista literaria puesta en marcha por un
grupo de estudiantes universitarios en
1993. El programa lírico propuesto por
esta publicación no difería en mucho, por
no decir en nada (salvo en la modestia del
proyecto), del defendido durante diez
años por Syntaxis. Por tanto, era lógico
que López viera en los paradisiacos a sus
compañeros naturales de viaje. Esta fuerte
complicidad provocó que el antólogo de
Paradiso. Siete poetas no dudara en incluir
a López en un grupo de poetas que eran
cinco años más jóvenes que él.
La edición de Altos del sol fue, precisa-
mente, un empeño de los poetas agrupa-
dos en torno a la revista Paradiso que, con
escasos dineros y gran sentido de la opor-
tunidad, decidieron arriesgar su proyecto
Melchor López. / DA
principal para publicar uno de los libros
más importantes de la poesía joven de
aquella hora. Tres años después, López
lograba editar su segundo libro, El estilita,
en una colección formada por una nómina
de autores extraordinarios (Octavio Paz
entre otros), pero de escasa difusión. Pese
a tratarse de un libro escrito bajo el influjo
de un ascetismo y rigor líricos inauditos
hasta ese momento entre las jóvenes pro-
mociones de la poesía canaria, El estilita
no recibió ni ha recibido hasta el
momento, doce años después de su publi-
cación, la escucha crítica que sin duda
merece.
Hubo que esperar a 2003 para que otro
proyecto editorial, tan modesto como los
anteriores, sacara a la luz Oriental, el ter-
cer libro de López, que rondaba ya los cua-
renta años de edad. La Fragua de Vulcano,
una sencilla colección de la Biblioteca
Pública de Guía de Isora, logró que los lec-
tores de poesía pudieran disfrutar de uno
de los cuadernos poéticos más extraordi-
narios de la poesía española de ese
momento. Pero, desgraciadamente,
Oriental pasó sin pena ni gloria por el
ámbito canario, que le concedió su más
severa indiferencia.
En 2006, la insensibilidad nacional se
tornó en indolencia. Los espacios de escu-
cha peninsulares demostraron total sor-
dera hacia la mejor poesía hecha en Cana-
rias. Fama del día (Seguido de «Escrito en
Arrieta»), publicado por Artemisa Edicio-
nes alcanzó las librerías extrainsulares,
pero no sus espacios críticos. Y escasa, por
no decir nula, fue también la repercusión
de Fama del día en el escenario insular. La
explicación a este fracaso no guarda rela-
ción con una hipotética debilidad estética
El perseguidor 5
de los poemas de López, sino con la tradi-
cional abulia que los focos críticos ibéricos
dispensan por regla general a la poesía no
peninsular, en especial a la poesía canaria
de estirpe «syntaxiana», pese a que se trata
de una línea de sangre que, a nuestro
entender, ha dado algunas de las mejores
voces líricas del momento. Los motivos
que desencadenan esta sordera crítica
podrían quedar sintetizados de este modo:
dimensión privativa de la simbología lírica
de los poetas canarios, alto grado de radi-
cación material de su discurso, aspiración
estética internacionalista, alto grado de
especulación filosófica y sentimiento de
pertenencia a un paradigma trans-
moderno.
Sin embargo no se pueden explicar
cabalmente los motivos por los cuales la
poesía de López ha quedado fuera de los
intereses de los, aunque escasos, existen-
tes espacios de recepción y argumenta-
ción culturales canarios, que han olvidado
por completo la existencia de un poeta, en
verdad singular y cuya obra continúa cre-
ciendo por un camino de lucidez e inde-
pendencia poco común en nuestras latitu-
des.
Por si fuera poco, lejos analizar los espa-
cios individuales, los estamentos críticos
de Canarias suelen estudiar los espacios
colectivos mediante visiones de conjunto
que nada o casi nada aportan a lo ya
sabido (especialmente en un territorio tan
reducido como el nuestro). Por este medio
acumulativo, el menoscabo de las voces
excepcionales es innegable. Un ejemplo
reciente de este tipo de estudios, la antolo-
gía Poesía canaria actual (A partir de 1980)
de M. Martinón, incluía a Melchor López
en una lista, demasiado vaga, de 34 poe-
tas actuales.
Es urgente y mucho más enriquecedor
iniciar estudios monográficos sobre los
autores y sus obras. Mientras la ocasión
no llega, demasiado a menudo somos tes-
tigos de la ponderación y la publicación
de obras líricas de escaso valor estético en
editoriales casi siempre subvencionadas
por las instituciones públicas, al tiempo
que la poesía actual y digna de ese nom-
bre hecha en Canarias, como la del autor
que nos ocupa, es sometida a un silencia-
miento cada vez más descorazonador.
La institución de los estudios y la crítica
literarios no puede inhibirse de su labor
sincrónica, por muy comprometedora que
resulte llevarla a cabo en el contexto con-
temporáneo. Tal inhibición ha significado
ya la delegación de estas funciones discri-
minantes en manos de las plataformas
pseudo-críticas desautorizadas para el dis-
cernimiento de la cualificación literaria.
En tal contexto, tejido por las indistin-
ciones y la grosería, obras excepcionales
como la de Melchor López, de enorme
belleza y honda cultura, se ven abocadas a
la más triste desaparición.
6 El perseguidor
EL VUELO DE ÍCARO /
POESÍA
EN LA RED
La manera de recogerse el pelo.
Generación Blogger
Selección de David González.
Prólogo de José Angel Barrueco.
Con un DVD de Patty de Frutos.
Bartleby Editores 2010.
M. CINTA MONTAGUT
E
l mundo contemporáneo hace
ya unos pocos años que no es el
mismo, la existencia de la red
de redes ha trastocado las rela-
ciones entre las personas, ha
difuminado las distancias, ha situado la
información, cualquier información, en
primer plano, y finalmente también la cre-
ación y la difusión artística.
La antología que nos ofrece David Gonzá-
lez como antólogo es la de la primera
generación de poetas que está dando difu-
sión a sus poemas a través del mundo digi-
tal por lo que establece con sus lectores
otro tipo de relaciones. Cada una de las
trece autoras antologadas cuida de un blog
personal en el que cuelga los poemas
recién escritos, poemas que inmediata-
mente son recibidos por sus seguidores
que los comentan, critican y valoran casi
en el momento de la creación. Hay, pues,
en este libro un paso del ciberespacio a la
página convencional de un libro.
Las antologadas han nacido entre 1962 y
1984 y en el libro se sitúan de mayor a
menor, al contrario de lo que suele suce-
der en otros textos. En conjunto las auto-
ras practican una poesía directa, radical a
veces, en la que predomina el realismo y la
locución directa. Se puede decir que hay
unas líneas o temas comunes que tratan
todas ellas como son el dolor, la concien-
cia de ser mujeres, la vida como algo hostil
cuando no un fracaso, el combate por ser
ellas mismas y una conciencia de que el
mundo está mal hecho. A pesar de la
juventud de todas ellas hay un pesimismo
claro en todas ellas.
Tienen en común también el hecho de que
la mayoría de ellas, diez de trece, citan en
el frontispicio de sus textos frases de algún
grupo musical como Extremoduro, Héroes
del Silencio, Pink Floyd, etc.
Silvia Oviedo abre la antología, sus poe-
mas son desesperanzados, con imágenes
violentas, hay una presencia constante de
la crueldad.”Y hay veces que / como un
impacto de bala / sé / que si la ciudad no
me ha matado de amor todavía / no lo va
Sábado, 27
de noviembre de 2010
NÚMERO: CVII
Coordinación: Coriolano González Montañez
TAN AUTÉNTICO
GLORIA GIL
Échame mano al ombligo
y arráncame estos trapos
verás cómo tiemblo de miedo
pero tú sigue.
Compartimos nuestra porca miseria
y las estadísticas amatorias.
Un día me enfrentaste a mis miedos
puestos en la estantería por orden alfabético
a hacer nadie nunca” y me enseñaste que what I want
Gloria Gil Romera nos ofrece un tono pesi- era algo por lo que merecía ser yo.
mista y una necesidad de buscarse a sí Tan auténtico que parecías mentira.
misma lo mismo que Ester García Camps
Y aunque parecíamos fuertes
que nos dice “Una siempre tiene que poder
responder / quién es / aunque en reali- yo sé que muchos hurones
dad/todavía no lo sepa”. retiraron el oro de las apuestas
Déborah Vukusic, croata de origen, nos y nos dieron bastos.
muestra una poesía marcada por la gue- A zonas y a sueños
rra, por el desarraigo y la crueldad. me llevaste.
Los poemas de Lucia Fraga giran en torno
Tan auténtico que parecías de mentira.
al amor, la pareja, la dureza de la vida. “La
vida es como una piedra / que algunos nos Y en un antro de poetas me metiste
empeñamos / en atarnos al cuello” con sus migajas de ingenio reciclado
Ana Vega escribe en un tono pesimista, pero su alimento, mi nutriente.
muestra el can- Y seguías agarrado de mi ombligo
sancio de vivir, sin creerte
la desespe-
que eres tan auténtico que pareces de mentira.
ranza, el dolor
“hablo desde el Oculto en mi carne, really man,
hueso / desde la contemplamos esa foto
carne abierta”. blanco y negro,
Nuria Mezquita tú con suspicacia,
nos habla a tra- yo con armonía,
vés de la ironía
tachando otro día de estadística.
de la dificultad
de ser mujer y Arráncame mis baratijas
de la inexisten- vacíame de todo
cia del amor. ¡Quiero ser como tú!
También utiliza ¡Sí!
la ironía Ana ¡Tan auténtico que pareces mentira!
Pérez Cañama-
res “Jugamos,
follamos, mori-
mos / todo en el
mismo cuadri-
látero”.
Cristina Morano presenta una poesía muy
aguda sobre la realidad con una voz
DESPUÉS
SILVIA OVIEDO
directa e incisiva “El número de hijos de
puta / aumenta cada día / pero es peor/ el
mayor número de tontos”. Para siempre
Inma Luna incide en la cotidianidad. descontrolado entre empujones
Begoña Paz denuncia el uso que hace de tu cuerpo a manotazos entre las finas líneas del tiempo
la mujer la sociedad “una mujer desnuda y tan simple
anunciando un detergente, una mujer des-
nuda anunciando una aspiradora, una tú,
mujer desnuda anunciando un perfume”. tan claros nosotros.
Isabel Bono utiliza un registro onírico en A nadie se le ocurriría despojarnos de la desnudez de este momen-
el que se confunden sueño y realidad.
to,
Lola Lugo aborda el problema de la escri-
tura “Escribir desde lo alto – en la cuerda puros como cometas rasgando el cielo
floja”. -me agarras la mano en este instante-
Además de estas autoras el libro contiene somos casi la pared blanca en la que se estrellan las olas.
un DVD con un poema visual de Patty de
Tu mano diminuta es bella como un diamante a escala.
Frutos.
Antología muy interesante que tenemos Te acaricio
que tener en cuenta para conocer a las y parece lógico que hoy sea el único día que exista.
nuevas poetas y para saber que la poesía Tu cuerpo tan sencillo contra el tiempo,
no ha muerto y que las nuevas tecnologías
indescriptiblemente perfecto y absoluto
son una herramienta más para la difusión
y creación de la misma. para siempre.

Sábado, 27
de noviembre de 2010
AZAM ALI / vocalista de Niyaz
“LA MÚSICA ES LA MÁS ESOTÉRICA
DE TODAS LAS ARTES”
Tras más de una década en el panorama musical, Azam Ali se ha consolidado como una de las cantantes más prolíficas, versátiles y talentosas
en la escena de las músicas del mundo. El próximo martes 30 de noviembre actuará junto a su grupo, Niyaz, en el marco del Otoño Cultural
de CajaCanarias, donde desplegará su talento y peculiar carácter musical. La cita será a partir de las 20 horas en el Salón de Actos de la sede
central de la entidad, en Santa Cruz de Tenerife.
A. JOSÉ FARRUJIA DE LA ROSA
Iraní de nacimiento, pero criada en la
India, Azam Ali es reconocida internacio-
nalmente por su trabajo con Niyaz y Vas,
dos de los grupos más aclamados de las
músicas del mundo, de los que fue co-fun-
dadora. Con Vas, el dúo que creó en 1996
con el percusionista Greg Ellis, editó cua-
tro álbumes en el sello Narada. Su música,
que describieron como “mundo alterna-
tivo”, se centró principalmente en la anti-
gua relación entre el tambor y la voz, reco-
giendo influencias de la India, Persia y
otros estilos musicales. Con su repertorio,
Vas trascendió límites y cualquier intento
de categorización dentro de una especifi-
cidad cultural.
En el año 2005 Azam prosiguió su
carrera musical con Niyaz, atrayendo aún
más las conexiones entre Irán y la India,
junto a Loga Ramin Torkian (guitarra, vio-
lín y saz turco) y Carmen Rizzo (teclados),
formación con la que actuará en Santa
Cruz de Tenerife, acompañados por Nacer
Musa (Laúd), Salar Nader (tabla) y Jess
Stroup (guitarra eléctrica). Sobre la
música mística sufí y la base medieval
persa, Niyaz ha creado un repertorio
musical inconfundible que ha permitido
acercar los sonidos antiguos de la música
clásica persa a los oyentes occidentales.
En su último álbum (Nine Heavens,
2008) el grupo recurrió a poemas de Amir
Khosrau Dehlavi, un místico persa del
siglo XIII, fundador del estilo de la música
sufí conocido como Qawwali --que se hizo
famoso en el pasado reciente por el gran
cantante pakistaní Nusrat Fateh Ali Khan--
e inventor de la tabla india. Los poemas
fueron musicados por el grupo, contando
para ello con la voz de Azam Ali, que ha
sido descrita por la revista Billboard como
“un instrumento glorioso e inolvidable”.
- En todos sus proyectos musicales usted
ha prestado especial atención a sus raíces
culturales ¿Es más fácil componer a partir
de esta memoria acumulada?
- Creo que para cualquier artista, su tra-
bajo, hasta cierto punto, es autobiográ-
fico. Es imposible no dejar que tus influen-
cias fluyan en tu trabajo. Pero, honesta-
mente, nunca pienso de dónde viene mi
música. Creo que para llegar a conmover a
la gente, tu música y tu forma de transmi-
tirla deben proceder de un lugar verda-
dero, en el sentido de puro; y ese lugar es
donde la historia de tu vida se desarrolla.
El perseguidor 7
- ¿Qué destacaría usted del legado cultu-
Bandas como U2, ral persa e hindú, especialmente en el ámbito
musical?
Coldplay, etc. - Principalmente, me gustaría transmitir
a la gente una visión diferente a la que
recurren, al igual estamos acostumbrados a ver en televi-
sión, que forma parte de los estereotipos.
que otras bandas A través de los siglos, las culturas persa e
hindú han compartido no sólo palabras,
de rock, a la sino tradiciones musicales y espirituales.
misma El nombre de nuestro grupo, de hecho,
significa “nostalgia” en Farsi, la lengua de
instrumentación Irán, y en Urdu, una lengua importante en
el norte de la India y Pakistán. La música
y a canciones con tradicional persa e hindú nos ofrece, junto
con la poesía y la mística que incorpora al
una misma canto, el testimonio de esa experiencia,
un diálogo del alma consigo misma. Y una
estructura. Por prueba irrefutable de su riqueza reside en
que, tal y como ocurre en otros países,
eso también cada región y cada pueblo o etnia tiene su
tipo particular de música e incluso, en
tendría sentido algunos casos, sus propios instrumentos.
- En este sentido, el arquetipo musical que
para ellos caer encierra la denominación “músicas del
mundo” no es del todo correcto ¿Qué opina
dentro de la usted al respecto?
categoría de - Esto siempre ha sido algo sobre lo que
he pensado. Por desgracia, como las cate-
“músicas del gorizaciones son limitantes, juegan un
papel muy necesario para los consumido-
mundo” res. Cuando pienso en "músicas del
mundo", pienso en un abanico más global
de instrumentos y estilos vocales; en
música que está impregnada de culturas
diferentes y libres de cualquier tipo de can-
ciones con una estructura determinada.
Así que supongo que estoy en paz al estar
enmarcada dentro de esta categoría. Ban-
das como U2, Coldplay, etc. recurren, al
igual que otras bandas de rock, a la misma
-En una sociedad como la contemporá- mente intangible. Este ha sido para mí el instrumentación y a canciones con una
nea, inmersa en la era de las comunicacio- secreto de la composición. misma estructura. Por eso también ten-
nes, en el fenómeno globalizador, ¿dónde - Por tanto, en su opinión, la música no dría sentido para ellos caer dentro de la
cree usted que reside la clave para mantener conoce barreras idiomáticas. categoría de “músicas del mundo”, si bien
la originalidad en las composiciones musica- - ¡Por supuesto! Puedo afirmar esto su música es más refinada y comercial que
les? como oyente y como gran amante de la la mayor parte de lo que se oye en este
- La única manera es no conceptuali- música. La mayoría de la música que me género.
zando demasiado las cosas y no pensando gusta está cantada en idiomas que no - Tras su último disco (Nine Heavens,
acerca de lo que los otros esperan de mí. entiendo, pero sin embargo, me inspira y 2008), ¿cuáles son sus proyectos musicales
Cada vez que me siento a crear, trato de me motiva de forma tremendamente posi- más inmediatos?
olvidarme del mundo, e incluso de mí tiva. La música, después de todo, es la más - Hemos empezado a trabajar en el ter-
misma, y entonces intento contar una his- esotérica de todas las artes, ya que nos per- cer álbum de Niyaz, que esperamos tener
toria. Si la historia me conmueve, enton- mite viajar fuera de los reinos que normal- listo para el próximo verano. Yo estoy
ces sé que va a conmover a otros, porque mente habitamos. Y esta capacidad de via- actualmente terminando de grabar mi ter-
cuando te mueves en una cierta frecuen- jar no tiene nada que ver con el lenguaje, cer disco en solitario, en el que interpreto
cia creativa, en realidad estás empleando sino con todo lo relacionado con la música canciones de cuna tradicionales y origina-
un lenguaje muy universal, aunque total- en sí misma. les de Oriente Próximo.
8 El perseguidor Sábado, 27
de noviembre de 2010

IMAGEN DEL FILME

EL OJO CINÉFILO
Imparable: los
hermanos Scott y el
cine-espectáculo
ENRIQUE CARRASCO
Formados ambos en los terrenos
del diseño gráfico, la creatividad
publicitaria y la fotografía, las
carreras de los británicos Ridley
y Tony Scott nacen casi paralela-
mente, con pocos años de dife-
rencia, y crecen en direcciones
divergentes en ocasiones, y con-
vergentes en otras, coincidiendo
plenamente en profundizar --eso
sí-- sobre el cine-espectáculo
desde todas sus dimensiones. En
ello ha tenido mucho que ver el
aprendizaje del que ambos se
nutrieron gracias a la realización
de cientos de spots publicitarios
años atrás. Si bien Ridley ha
dado un paso más allá, investi-
gando sobre personajes oscuros,
destinos misteriosos, pasados
tormentosos y futuros desasose-
gantes, alcanzando cimas creati-
vas importantes (Alien en 1979,
Blade Runner en 1982 y Gladia-
tor en 2000), Tony ha sostenido
un pulso constante con la indus-
tria tratando de no salirse de las
cifras de taquilla que le exigen
sus habituales inversiones e
intentando lo imposible por
mantener a raya un sector de la
crítica que siempre le ha pulveri-
zado cualquier intento de supe-
ración artística.
Así, con todo,
Tony ha conse-
guido productos
que, sin desviarse
demasiado de su
sentido comercial, han impac-
tado no sólo a un gran número
de espectadores sino, también, a
una parte de la crítica (recorde-
mos Marea Roja, en 1995, Déjà
Vu, en 2006, o Asalto al Tren Pel-
ham 123, en 2009), además del
hallazgo que supuso su ópera
prima, ya considerada cult
movie, El ansia (1983).
Combinando tándems muy bien
estudiados entre repartos prota-
gónicos impactantes, y escenas
que garantizan una máxima des-
carga de adrenalina en vena,
beneficiándose sobre todo de
una gran química con el gran
actor Denzel Washington (con el
que ya ha trabajado cinco
veces), Tony Scott es el rey de la
acción en la gran pantalla (con
el beneplácito, además, de su
hermano, que participa en la
producción a través de la
empresa de ambos Scott Free). Y
poco le interesa --si no lo declara
abiertamente, lo confiesa ante la
audiencia-- el sentido profundo
de cualquier historia de cadencia
lenta o interiorización de roles;
Tony persiste en demostrar que
es el mejor tras la toma de vistas,
fotografiando y cooperando en
la mesa de montaje sin preocu-
parse mucho más allá del leve
esbozo de sus personajes. Por
ello, y sin más prejuicios, no sólo
se arma con todos los recursos
que permite el lenguaje del cine-
espectáculo (ágiles cambios de
puntos de vista en sintonía con
la multiplicidad de cámaras,
veloces zooms, encuadres obli-
cuos y en steadycam, ralentiza-
ciones e insertos robados donde
se recrean mil y un detalles inte-
resantes para construir cada
secuencia, etc.); también se ali-
menta de un engordado presu-
puesto que le ha permitido jugar
con un máximo despliegue de
medios y efectos especiales.
Todo un show recomendable
para quien sabe lo que va a ver.

CINE DE AQUÍ / Eduardo García Rojas

CIUDADANO MINIK
siempre agitado del océano.
Emociona Una luz en la isla porque
Domingo Pérez Minik emociona como
personaje y aunque resulte trágico --
medité mientras veía el documental-- es
una pena que ilustres hombres como él ya
no se prodiguen en nuestro castigado
archipiélago desmemoriado. Es posible,
no obstante, que esta película recupere
una forma de entender un espacio --las

M
e conmueve Una luz en la
isla (*) Y me conmueve
porque se trata de un
documental que no
esconde su razón de ser:
un homenaje a la figura de Domingo Pérez
Minik. Un hombre que encarna las virtu-
des de un territorio tan escaso de virtudes
como es el nuestro.
Rodado entre 2008 y 2010 en Tenerife,
Gran Canaria y Madrid según una idea ori-
ginal del periodista y escritor Juan Cruz y
realizado con pericia narrativa y enorme
carga emocional por Miguel G. Morales,
Una luz en la isla al modo de Ciudadano
Kane de Orson Welles reconstruye la vida
y obra del pensador tinerfeño a través de
voces (la del mismo Minik, Nuria Espert,
Eduardo Haro Tecglen, Emilio Lledó, Mar-
tín Chirino, José Manuel Caballero
Bonald, María Rosa Alonso, José Luis
Fajardo, Cristino de Vera, Francisco Nieva,
Pedro González, Álvaro Arvelo, Carlos
Pinto Grote, Juana Rosa Cas, entre otros)
que lo conocieron y lo que es más impor-
tante, lo quisieron porque Minik encarnó
una especie de isla refugio en el Tenerife
de los años 70 y 80. También Una luz en la
isla para una generación de periodistas y
escritores canarios –Luis Alemany, Fer-
nando Delgado, el mismo Juan Cruz,
Daniel Duque, Emilio Sánchez Ortiz, Car-
los A. Schwartz, Miguel Martinón, Juan
Manuel García Ramos-- que daban sus pri-
meros pasos profesionales y que contaron
(coinciden todos en este documental) con
el generoso magisterio de Pérez Minik
para encontrar su camino.
Asombra descubrir en este documental
que su idea de la isla y de cómo regenerar
esta ciudad enferma que es Santa Cruz de
Tenerife continúa siendo de una actuali-
dad arrolladora. Por ello, quiero pensar
que ojalá lo reinterpreten quienes ahora y
gracias a este interesante documento lo
descubran y asimilen cuando lean algu-
nos de sus todavía desarmantes libros.
Empezando por su fascinante Facción
surrealista de Tenerife y continuando por
Isla y literatura, Entrada y salida de viaje-
ros, Novelistas españoles de los siglos XIX y
XX o su Introducción a la novela extranjera
actual.
Como Kane, pero visto a través de un
espejo sin deformidades siniestras,
Domingo Pérez Minik está por encima de
cualquiera de las valoraciones que los invi-
tados a recordar su memoria guardan
sobre este hombre. Una mezcla de dandy
británico e hidalgo español que nació por
caprichos de la naturaleza a este lado
islas-- de otra manera porque la cachonda
lucidez intelectual de Minik, más cercana
a la sana e ingenua inteligencia de un
sabio, no dejó nunca de reflexionar sobre
nuestra condición insular.
Una luz en la isla revela además la posi-
bilidad de una isla que pudo ser y que, des-
graciadamente no fue. Hace pensar en lo
que hubiera sido de nosotros si la Guerra
Civil no pulveriza en mil pedazos aquella
marciana generación de agitadores inte-
lectuales que habitaba un pueblo de igno-
rantes. A aquel puñado de hombres con
ideas raras en la cabeza que estaba dis-
puesto a comerse el mundo desde la peri-
feria hasta que el coloso de la mediocri-
dad machacó su forma de pensar y enten-
der la realidad.
El trabajo de Miguel G. Morales y Juan
Cruz, con el apoyo de Jorge Rojas (edi-
ción); Fabián Yanes (música) y José
Manuel Cervino (voz en off), consigue así
que el espectador que no tuvo la fortuna
Asombra descubrir en de conocer a Pérez Minik se enamore y
empape del personaje por la honda pero
este documental que cuidada carga emocional con el que está
realizado. Y te hace pensar, lo que es más
su idea de la isla y de difícil, que un simple espectador como
cómo regenerar esta quien escribe estas líneas note en falta una
luz como la suya para que ilumine este
ciudad enferma que camino que le ha tocado vivir.
Por eso no creo que fuera el único que
es Santa Cruz de salió el lunes pasado, tras su proyección
en el Espacio Cultural de CajaCanarias,
Tenerife continúa tarareando feliz La Marsellesa.
siendo de una (*) Una luz en la isla, una producción de
Altagracia Producciones, es un proyecto
actualidad de la Obra Social de CajaCanarias con la
colaboración de Televisión Española y
arrolladora Radio Nacional de España.