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EL MUNDO DE CHARLIE BROWN Ni fuma, ni bebe ni dice palabras malsonantes. Nacié en Minnesota en 1923. Vive modestamente y es predicador Iaico de una secta llamada Iglesia de Dios. Est casado y, se- gin tengo entendido, tiene cuatro hijes. Juega al golf y al bbridge, y le gusta la. musica eldsica. Trabaja solo, No tiene ningin tipo de neurasis. Este hombre de vida tan anodina~ mente normal se llama Charles M. Schulz. Y es un Poeta. Cuando digo «Poctas lo digo para enojar a mas de uno. & los humanistas de profesién, que no len las tiras cémicas: a quienes acusan de esnobismo a los intelectuales que fingen apreciar los tebeos, Me gustaria que quedase caro: si por «poesia» se entiende la capacidad de otorgar temuta, piedad o malicia a unos momentos de extrema transparencia, como si se enfocasen con una luz que hicie- ra imposible discernir de qué pasta estan hechas las cosas, entonces, Schulz es un poeta. Si la poesia es individualizar personajes tipicos en circunstancias tipicas, Schulz es un posta, Si la poesia es hacer brotar de los acontecimientas Cotidianos, que solemos identificar con la superficie de las cosas, una revelacién que nos haga llegar al fondo de di- chas cosas, entonces, de nuevo, Schulz es un poeta, Y si la poesia es tan s6lo saber hallar el ritmo privilegiade y ala ‘vez improvisar en una aventura ininterrumpida de varia- cones infinitas, para que del encuentra quiza mecinico de dos o tres elementos surja un universo siempre nuevo, can- ‘tado sin pausas, en es¢ caso, también podemos afirmar que Schulz es un poeta, Mas poeta que muchos otros. No obstante, la poesla es un poco de estoy un pocode aquello, y no es nuestra intencién perdemos en definicio- nes esteticas con la mediacion de Schulz. Se decimos que Schule es un poeta lo hacemos sobre todo como des ‘como toma de posicién. La afirmacién «Schule es un poe ta» es:sindnima de: «Charlie M. Schulz nos gusta sin condi- clones, con fervor, con emocién, de forma intolerable, y no vamos a permitir que lo pongan en duda: quien afirme la contrario es un malvado 0 un ignorante. Ya esta dicho. Lo cierto es que era facil liegar a esa conclusién; de lo contrario, el lector no comprenderia el thempo invertido por los distintos traductores que han de- dicado a estas vinetas la pasion y la tenacidad que Max Brod dedicaba a los manuscritos de Kafka, Valéry Larbaud a la version francesa del Ulises y el padre Van Breda a los folios taquigrafiados de Edmund Husserl; de lo contrario, no entenderia las discusiones filolégicas acerca de cual era el equivalente més exacto de «Goad Grieft» (que en caste- ano se ha traducide como «iPor Dios!) y cual podia ser la expresién que transmitiera mejar la carga de desespera- cin y pasividad que encierra un «l can't stand it» (vertide al castellano como «/No puede mast» y «|Ya no aguanto mast»); ni comprenderia los delicados tejidos hermenéuti- cos sobre los comics que, con sélo tocarlos, explotan como pompas de jabén (con historia y poesia incluidas). Ni las pausas largas y exteruantes en que ellos, los expertos, dis- cutian sobre la vexata quaestio de cual era el nombre y cual el apellide de Flash Gordon, que algunos llegaron a llamar sin reparos Gordon Flash; o bien si el momento al- giddo de Disney en la época del ratén Mickey y Pedro Pata- palo superaba, en su forma barbara y primitiva, el de la epopeya mas arriesgada de Trigger Hawkes, De lo

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