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Garza y Poiré
Sergio Aguayo Quezada Reforma
saguayo@colmex.mx 08 de diciembre de 2010

Tiempos aciagos para críticos y disidentes. El gobierno de Felipe Calderón y sus


aliados coquetean con la tentación autoritaria de imponer su versión sobre la
guerra al narco.

En los altos círculos están convencidos de ir ganando la guerra. Su fracaso,


piensan, está en la forma de comunicarlo. La mejor forma de que acallaran las
críticas sería apropiarse del método cartesiano y recurrir a la razón y la evidencia.
Pues no. Lo más común ha sido la indiferencia frente a los hechos que los
contradicen, y a últimas fechas están cayendo en la tentación de intimidar a
quienes cuestionan su visión del mundo.

Alejandro Poiré Romero es un joven de 39 años con historial académico


impresionante y capacidad para dialogar con los diversos. Harvard y el ITAM,
sin embargo, no lo prepararon para rechazar los nombramientos peligrosos. Ya le
dio un raspón a su historial al convertirse, en mayo de 2009, en subsecretario de
Gobernación para ¡Población, Migración y Asuntos Religiosos! -temas bastante
alejados de su historial. Lógicamente, en lugar de meter orden en el corrupto
Instituto Nacional de Migración o aprenderse los nombres de los obispos que
integran el Episcopado Mexicano, se dedicó a asesorar políticamente al
Presidente e impulsó -sin éxito- la cédula de identidad. En agosto pasado fue
ungido como secretario técnico del Consejo Nacional de Seguridad y como
vocero del Presidente para esos temas. Los derrapones son frecuentes.

Don Alejo Garza era un ganadero en Tamaulipas. Los llamados Zetas le


exigieron su rancho; se negó y prefirió morir defendiendo lo suyo. Él solo
enfrentó a 30 sicarios, mató a cuatro e hirió a dos antes de exhalar el último
suspiro. Su gesta cautivó al país y al mundo durante varios días porque toca la
esencia del Estado. Dicen los clásicos de la ciencia política que en el pacto social
los gobernados aceptan someterse a los gobernantes porque éstos proporcionan
seguridad. ¿Cumple el gigantesco aparato estatal mexicano con ese requisito
mínimo? Don Alejo obsequió a las autoridades una oportunidad para lanzar un
mensaje coherente, convincente, cartesiano que combatiera la tentación
ciudadana de armarse para enfrentar la barbarie.

No lo hicieron. Fracasarán aquellas mentes cándidas que busquen


pronunciamientos o noticias sobre el caso del ganadero en las páginas de la
Presidencia, Gobernación, Defensa Nacional, Seguridad Pública y la
Procuraduría. Sólo dos integrantes del gabinete emitieron unas parcas opiniones:
Genaro García Luna declaró que el Estado debe proteger a sus ciudadanos para
evitar que la ciudadanía recurra a decisiones tan extremas. Poiré, por su parte,
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reconoció el valor de don Alejo pero "pidió a la ciudadanía que hagan sus
denuncias cuando sean víctimas de algún delito para evitar otro caso como éste"
(Hoy por Hoy, en W Radio, 25 de noviembre de 2010). Desconcierta y entristece
un argumento tan pobre en labios de un funcionario poseedor de un intelecto tan
bien equipado.

"Mi papá nunca confió en las autoridades", declaró Sandra, la hija de don Alejo.
Una desconfianza lógica porque según una nota de Adriana Flores para Milenio -
el diario que le dio más seguimiento- Garza Tamez denunció lo que estaba
pasando "sin que ninguna autoridad le hiciera caso" (24 de noviembre de 2010).
La misma experiencia hemos tenido millones de mexicanos cuando denunciamos
asaltos, amenazas o delitos a autoridades de cualquier nivel. No pasa nada,
absolutamente nada y ése es uno de los motivos por los cuales crecen las
versiones de que algunas partes del territorio reúnen las características de Estado
fallido. Cuando Poiré rechaza las filtraciones de WikiLeaks diciendo que el
"Estado mexicano está plenamente vigente y en control del territorio", uno se
pregunta sobre la experiencia mística que lo está llevando a ignorar la evidencia
y a refugiarse en la fe.

Ése es el caldo de cultivo que está impulsando a algunos funcionarios a recurrir,


apoyándose en sus aliados, a las presiones, los hostigamientos o las represalias
contra quienes disienten con evidencia o razones. Ése es un marco explicativo
tras los ataques contra Reforma y Proceso. Miden el patriotismo por el respaldo a
la versión calderonista de la guerra y exigen hablar bien de México. Si don Alejo
y la vida diaria los contradice, pues es problema de la realidad. Olvidan que con
los monólogos se pavimenta el camino al planeta de los solitarios.

La Miscelánea

En la columna de la semana pasada relaté la resistencia ciudadana a la


construcción de 893 casas en el Cerro de la Bufa que domina la ciudad de
Guanajuato. En el plebiscito realizado este domingo ¡84 por ciento dijeron que
No! Como sólo participó 13 por ciento de los inscritos el resultado no vincula al
ayuntamiento priista-perredista que encabeza Nicéforo Guerrero. Una victoria
simbólica para los hartos con el urbanismo salvaje que destruye la naturaleza.

www.sergioaguayo.org

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