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La verdad sobre Santa Cecilia.

Érase una vez un arqueólogo llamado Dastan. Le encantaba descubrir nuevos tesoros.
Siempre llevaba unos vaqueros marrones, una camisa amarilla completamente
desteñida, una cazadora marrón, una bandolera marrón, una pistola y un látigo. Vamos,
al estilo Indiana Jones. Tenía un amigo llamado Conan. Era un gran científico que
inventaba cosas chifladas. Siempre llevaba una bata blanca y unos vaqueros negros. Los
dos tenían el pelo corto. Dastan lo tenía marrón y alborotado, y Conan negro y de punta.
Conan hacía poco que había fabricado una máquina del tiempo y había viajado con
Dastan al pasado. Habían ido al Parque Nacional de Redwood en California para ver al
General Sherman, y acababan de volver.
-¿Le ha gustado el viaje profesor-dijo Dastan?
-¿Qué podríamos hacer con la máquina del tiempo-preguntó?
-Pues no sé. Se te ocurre a ti algo.
-Creo que sí. A mi me apasiona la música. Y dentro de poco es el día de la música.
-Exacto-dijo Conan.
-Y he leído en Internet que la patrona de la música, Santa Cecilia no fue martir. Y me
gustaría ver si es verdad.
-Pues bueno, vamos allá.
-Pero con estas pintas no podemos ir. Aquí tengo alguna ropa para pasar desapercibidos.
Se pusieron la ropa y se montaron en la máquina del tiempo que parecía un ascensor.
También se llevaron una cámara. Puso en la máquina la fecha y el lugar para viajar. Y en
pocos instantes ya estaban allí. Aparte de la cámara, Dastan se había traído unos papeles
donde ponía supuestamente la verdad sobre Santa Cecilia.
-Según lo que dice aquí, Santa Cecilia había sido una virgen de una familia senatorial
romana de los Meteleos, y que desde su infancia era cristiana-explicó Dastan.
-Que interesante-mintió Conan.
-¡No mientas!
-Vale, vale. ¿Dónde estamos ahora?
-En la boda de Cecilia y Valeriano. Fueron los padres de Cecilia quien le dieron en
matrimonio a Valeriano.
-Bueno, veamos la boda-dijo Conan.
La boda fue hermosa, después los novios entraron a la cámara nupcial.
-¡Porras! !Ya no podemos oir la conversación-se quejó Dastan!
-Sí, con este micrófono volante invisible (de mi invención) sí podemos.
Conan puso el micrófono en marcha. Dentro había una conversación.
-Valeriano, he entregado mi virginidad a Dios. Y un ángel celosamente guarda mi
cuerpo por consiguiente-dijo Cecilia.
-Quiero ver el ángel-dijo Valeriano.
-Vale.
Conan hizo que el micrófono volviera.
-De momento es todo como dice aquí-dijo Dastan. Ahora vamos a ir a la tercera piedra
milaria de la Vía Apia.
-Bueno, vamos a probar el dispositivo de invisibilidad-dijo Conan.
Los activaron y fueron a la tercera piedra. Allí se encontraron a Cecilia, Valeriano y a un
papa que por lo que dice es el papa Urbano I.
-Tengo que comunicarte un secreto. Has de saber que un ángel del Señor vela por mí-
dijo Cecilia. Si me tocas como si fuera yo tu esposa, el ángel se enfurecerá y tú sufrirás
las consecuencias; en cambio si me respetas, el ángel te amará como me ama a mí.
-Muéstramelo. Si es realmente un ángel de Dios, haré lo que me pides-dijo Valeriano.
-Si crees en el Dios vivo y verdadero y recibes el agua del bautismo verás el ángel-
explicó Cecilia.
Valeriano fue a que el papa lo bautizara, Conan y Dastan les siguieron. Un rato después
Valeriano, Dastan y Conan volvieron. El ángel se apareció y dijo:
-Yo os corono como esposos con rosas y azucenas.
De repente, Tiburcio, el hermano de Valeriano se acercó a ellos, y fue convertido al
cristianismo. A partir de ese día, Tiburcio vivió con Valeriano y Cecilia en su casa en
completa pureza. Dastan y Conan les seguían y se quedaron en casa sin que nadie se
diera cuenta (por los dispositivos). Un día, el prefecto Turcio Almaquio condenó a
Valeriano y Tiburcio a la muerte. El funcionario del prefecto, Máximo, fue designado
para ejecutar la sentencia, pero se convirtió al cristianismo y sufrió martirio con los dos
hermanos. Dastan y Conan vieron como los mataban. Cecilia enterró sus restos (los de
Tiburcio, Valeriano y el funcionario). Cecilia fue buscada por los funcionarios del
prefecto. Fue condenada a morir ahogada en el baño de su propia casa. Como
sobrevivió la pusieron en un recipiente con agua hirviendo, pero permaneció ilesa. En
todos esos momentos estuvieron presentes Dastan y Conan. El prefecto decidió
decapitar a Cecilia. Dastan y Conan vieron como caía la espada tres veces pero la
cabeza estaba en su sitio, el ejecutador salió huyendo. Cecilia estaba bañada en su
propia sangre. Dastan y Conan desenchufaron los dispositivos.
-¿Cómo ha conseguido sobrevivir-preguntó Dastan a Cecilia?
-Dios me ha dado fuerza.
Por último, Dastan y Conan vieron como moría Cecilia, y como la enterraban en la
catacumba de Calixto, y su casa fue convertida en Templo. Dastan y Conan ya habían
visto lo que querían haber visto y volvieron a su época.
-¡Todo lo que dice en este texto es verdad-dijo Dastan!
-Me alegro-dijo Conan.
-¡Ha sido una aventura inolvidable!
-¡Ya!
-Bueno, yo me voy a dormir.
-Y yo.
El Final.

Por: Francisco Javier Rodríguez Ortega 6-B

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