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Resumen
En este trabajo se discute la noción de modelo de representación y su interpretación como
referente del aprendizaje del alumno y el cambio conceptual.
La noción de modelo que presentamos es la de una representación esquemática y
simplificada de la realidad con diferentes grados de abstracción, de manera que ésta resulta
más comprensible; en este trabajo, se diferencia entre el modelo mental del alumno, el
modelo científico y la representación didáctica de éste modelo; se enlistan además, las
contribuciones del uso de la analogía en el proceso de enseñanza-aprendizaje de las
ciencias.
Postner, et al (1993), partiendo de las ideas de la filosofía de la ciencia, proponen uno de los
primeros modelos para describir el cambio conceptual. Desde su posición teórica, consideran
que una fuente principal del cambio o sustitución de ideas está en la filosofía de la ciencia, ya
que algunos de sus interrogantes centrales son: averiguar cómo cambian los conceptos, cuál
es el impacto de las nuevas ideas o datos sobre la información previa, y cómo se logra el
equilibrio entre las ideas existentes y las nuevas.
Cuando se aborda el estudio del cambio conceptual, su naturaleza, características y en
particular, cuáles son los mecanismos que lo facilitan u obstaculizan, se debe hacer mención
al estudio sobre las “ideas previas”, ya que si bien es esa estructura la que experimenta
cambios y redefine las concepciones que posee el estudiante, quizás pueden ser también el
principal obstáculo para que se produzca el cambio conceptual.
En el análisis del cambio de las estructuras previas existen diversas posiciones teóricas,
algunas inspiradas en las ideas de la filosofía de la ciencia y del cambio paradigmático que
plantean la sustitución de teorías básicamente a partir del conflicto cognitivo. Otros estudios
se apoyan en los trabajos de Piaget acerca de los mecanismos de la asimilación, la
acomodación y el equilibrio para explicar los cambios estructurales.
Introducción
La representación Mental
Los seres humanos construyen representaciones mentales sobre el entorno que los rodea,
sobre sí mismos, sobre la sociedad y sobre la naturaleza en la cual se constituyen como
personas. Estas representaciones se organizan en estructuras conceptuales,
procedimentales y actitudinales para darle sentido a la interioridad y exterioridad de su
entorno, con miras al dominio, la intervención, el control y la transformación del mismo. Es
este ordenamiento el que posibilita cualquier tipo de experiencia, como una de las maneras
de actuar intencionalmente.
Si bien se parte de esta posición frente a las representaciones, estas no tienen una única
manera de ser abordadas y como otros procesos en psicología cognitiva son explicadas
desde diferentes perspectivas teóricas. Para este caso se retomarán dos, la cognitiva y la
social, para concluir posteriormente en una perspectiva integradora que si bien reconoce el
carácter cognitivo de su formación, también da cuenta del contexto social en el que dicha
construcción se elabora.
La primera de ellas es la psicología cognitiva de enfoque analógico cuyo núcleo teórico está
en la distinción entre lo que es el contenido y el formato de las representaciones. El
contenido hace referencia a los aspectos semánticos o referenciales de la información y el
formato se refiere al código simbólico que reviste dicha información. Este enfoque adopta un
lenguaje que permite analizar el formato de las representaciones (proposiciones, imágenes) y
su sintaxis (relaciones que se establecen entre ellas), Gallegos, 1995.
Frente a estas críticas se elabora una nueva tesis, que si bien parte de los supuestos
mencionados, los trasciende teniendo en cuenta el contexto. En este marco se aborda la
formación de las representaciones desde dos niveles: en un nivel primario las
representaciones se forman en una conexión estrecha y de gran fiabilidad con el mundo
representado, por ello lo que determina la representación primaria es la realidad percibida.
Una vez formadas las representaciones a través del contacto con lo representado, pueden
conformarse las representaciones secundarias, ya que las representaciones del mundo
también representan lo que podría ser. Es así como una imagen o situación puede tener
diferentes interpretaciones. De esta manera las representaciones secundarias son
voluntariamente separadas de la realidad y constituyen el fundamento de la capacidad para
considerar el pasado, el posible futuro e incluso lo que no existe.
Los seres humanos construyen representaciones mentales sobre el entorno que los rodea,
sobre sí mismos, sobre la sociedad y sobre la naturaleza en la cual se constituyen como
personas.
Tiene que haber representaciones primarias para que sean posible las representaciones
secundarias y las metarrepresentaciones, (como la representación que el sujeto tiene del
mundo representado), y a partir de estas, construir modelos que expliquen la realidad y con
los cuales se pueden proyectar estados deseables de la misma.
La mente representa lo que el caso es en realidad, lo que fue, lo que en el futuro podría ser,
todo esto al mismo tiempo. Por lo tanto, se tienen diversos modelos mentales. Sin embargo,
para planificar una acción simple hay que representar simultáneamente la situación actual y
la deseada. El modelo cumple así, una función de razonamiento hipotético, representar una
situación, aun cuando no se trate de una situación real.
Los seres humanos, al momento de su nacimiento tienen un modelo único del mundo,
posteriormente comienzan a construir modelos múltiples para proyectar el estado deseado y
los pasos necesarios para llegar a ello, como resultado, se hacen capaces de trascender el
presente gracias a la representación de acontecimientos pasados. También los hace
capaces de evadir la realidad presente mediante la representación de alternativas irreales.
Desde esta perspectiva las representaciones son producto de la actividad elaboradora del
individuo y se derivan, por tanto, del propio funcionamiento cognitivo. El proceso básico para
explicar su formación es el constructivismo, es decir, las personas construirán unas
interpretaciones u otras acerca de la realidad, dependiendo de su estructura mental, ésta a
su vez, es determinada por la etapa evolutiva, mientras que el medio se concibe como un
soporte mínimo de estimulación relativamente invariable desde el punto de vista cultural.
Durante las ultimas dos décadas, tanto desde la psicología cognitiva, la psicología del
desarrollo y la educación, como desde el estudio de la enseñanza de las ciencias, se han
realizado diversos trabajos centrados en la descripción y análisis del cambio conceptual. Este
campo de investigación aborda el estudio de las concepciones acerca de diversos aspectos
del mundo que nos rodea, los cuales se articulan y organizan en forma de teorías personales
que pueden experimentar un proceso de cambio por enriquecimiento, reelaboración, revisión
o reestructuración. Así, el estudio del cambio conceptual analiza las concepciones previas de
los sujetos sobre algún concepto de interés, para después examinar el proceso a través del
cual éstas varían o se reestructuran.
El análisis de las ideas previas es un campo de amplio espectro que hace surgir una amplia
variedad de interrogantes, y que con relación al estudio del cambio conceptual plantea la
importancia de discutir acerca de cómo se estructuran y reestructuran dichos conocimientos.
Desde las teorías del desarrollo cognitivo se estudia cómo se construye el conocimiento y/o
se observa la evolución de las concepciones en función de las etapas de desarrollo o del
nivel de conocimiento, haciéndose especial hincapié en el estudio de la estructura cognitiva y
el proceso de cambio a un nivel más individual. Por otra parte, desde las teorías de la
psicología educativa y de la instrucción en la tradición de la enseñanza de las ciencias se
plantea que las concepciones previas son, por lo general, implícitas o intuitivas en los
novatos y se hacen más explícitas y conscientes en los sujetos expertos. Como resultado de
la investigación se reconocen siete puntos esenciales sobre las concepciones alternativas de
los alumnos en ciencias (Furió, 1996):
Los estudiantes llegan a clase de ciencias con una serie muy variada de concepciones
alternativas sobre los objetos y sucesos naturales; muchas de estas concepciones tienen
cierta coherencia interna.
Los orígenes de estas preconcepciones son debidas a experiencias personales muy variadas
que incluyen la percepción, la cultura de los iguales, los métodos de enseñanza, las
explicaciones de los profesores y los materiales educativos. Los estudios sobre las
concepciones alternativas no solo han aportado conocimientos importantes sobre las ideas
de los estudiantes, sino que además, ha contribuido a una crítica fundamentada del
paradigma de enseñanza-aprendizaje.
Las estrategias didácticas que facilitan el cambio conceptual pueden ser herramientas
eficaces para la clase.
El cambio conceptual
Estudiar el proceso del cambio conceptual implica realizar una primera aproximación al
aprendizaje, ya que el cambio presupone adición, enriquecimiento o reestructuración del
conocimiento previo, y ello remite al proceso general de aprendizaje.
Cuando se aborda el estudio del cambio conceptual, su naturaleza, características y en
particular, cuáles son los mecanismos que lo facilitan u obstaculizan, se debe hacer mención
al estudio sobre los “conocimientos previos”, ya que si bien es esa estructura la que
experimenta cambios y redefine las concepciones que posee el estudiante, quizás pueden
ser también el principal obstáculo para que se produzca el cambio conceptual.
En el análisis del cambio de las estructuras previas existen diversas posiciones teóricas,
algunas inspiradas en las ideas de la filosofía de la ciencia y del cambio paradigmático que
plantean la sustitución de teorías básicamente a partir del conflicto cognitivo. Otros estudios
se apoyan en los trabajos de Piaget acerca de los mecanismos de la asimilación, la
acomodación y el equilibrio para explicar los cambios estructurales.
Algunos autores suponen que la estructura previa está organizada de forma consistente
dentro de teorías implícitas o personales que presentan características bien diferenciadas de
las correspondientes a las teorías científicas; si bien algunos caracterizan a estas teorías
implícitas aludiendo básicamente a las diferencias en el grado de exactitud y de accesibilidad
subjetiva, otros prefieren hablar de primitivos o concepciones fragmentarias,
descontextualizadas y con escasa conexión entre sí (Disessa, 1983).
Aparte de los conocimientos previos y de cómo éstos se estructuran, otro aspecto de interés
al hablar del proceso de cambio conceptual es el relacionado con el contexto de adquisición
de las diversas concepciones. En este sentido, Pozo (1996) plantean que el conocimiento
cotidiano responde a explicaciones lineales causa-efecto mientras que el conocimiento
científico responde a esquemas de interacción, señalando la existencia de diferencias entre
las teorías implícitas y las científicas. Por ello, aunque se adquiera una concepción científica
determinada, se indica que las concepciones intuitivas o personales pueden coexistir junto a
las concepciones científicas, activándose la explicación del fenómeno en función del
contexto.
En esta línea, Pozo plantea que es necesario reconsiderar las relaciones entre el
conocimiento escolar y el conocimiento cotidiano, y sus contextos de uso; es más, considera
necesario realizar una triple distinción entre problemas científicos, cotidianos y escolares, de
manera que se destaca la importancia de analizar el papel de las variables contextuales en el
estudio del cambio conceptual.
Así, para Posner et al. (1992), el aprendizaje es el resultado de la interacción entre las ideas
previas y la nueva información, en el sentido, de que requiere una acción reflexiva y
comprensiva que permita un equilibrio inicial entre las ideas para, posteriormente, a partir de
la insatisfacción que se produce, asumir una nueva teoría o concepción. Por lo tanto,
identificar las concepciones iniciales o teorías intuitivas y comprender algunas razones de su
persistencia, ayuda a desarrollar una visión razonable de cómo las ideas previas interactúan
con las nuevas y entender así las posibles incompatibilidades entre éstas. En tal sentido,
consideran que las ideas previas tienden a ser robustas y resistentes, lo cual hace que se
mantengan como una teoría alternativa firme, frente a las concepciones científicas, tal como
la concepción de paradigma dominante que expone Kuhn.
El cambio conceptual ocurre cuando estas ideas o teorías dominantes son modificadas. En
un primer momento, los estudiantes tratan de utilizar el conocimiento existente para
enfrentarse a nuevos problemas, fase a la que Posner et al., inspirados en la teoría
piagetiana, denominan “asimilación”. Sin embargo, cuando la información existente es
inadecuada para comprender un nuevo fenómeno, los estudiantes deben reemplazar o
reorganizar sus conceptos centrales. A esta forma más “radical” de cambio, la denominan
“acomodación”.
Este modelo inicial de Posner et al., se puede considerar un modelo centrado exclusivamente
en los procesos cognitivos. Adicionalmente, si bien cabe destacar que por una parte, plantea
un estado final de sustitución absoluta de las ideas previas que serian considerado
inadecuado, y por otra, tampoco se expresan los posibles mecanismos que explicarían o
darían cuenta del cambio conceptual. En un trabajo posterior, Strike y Posner (1992),
agregan a su modelo inicial la consideración de la motivación en el proceso de cambio
conceptual como uno de los principales mecanismos explicativos del cambio, básicamente
porque permite detectar y asumir el conflicto entre las concepciones.
Así, entre los factores sociales y psicológicos estudiados la mayoría de los autores, coinciden
en señalar la relevancia de la metacognición como uno de los mecanismos psicológicos
básicos del cambio, dado que este proceso supone reflexión y toma de conciencia por parte
del individuo sobre su propio pensamiento. Es decir, el hecho de que los sujetos se
expongan a ciertos cuerpos teóricos y/o conceptuales no garantiza el cambio, ya que se
requiere de ciertas habilidades cognitivas que permitan elaborar, comprender y reestructurar
esos conocimientos.
Sin embargo, aunque parece existir un acuerdo teórico bastante generalizado acerca de la
importancia de la metacognición, no existe suficiente evidencia empírica acerca del efecto
concreto de ésta y su relación con otras variables en la explicación del cambio conceptual
(Hewson, 1989).
La discusión acerca de cómo difieren el pensamiento del niño y el del adulto en las
concepciones previas y las diferencias que se generan con el cambio. Se plantean
interrogantes acerca de si estas diferencias son estructurales o específicas de dominio, si es
necesario un desarrollo evolutivo previo de ciertas habilidades intelectuales antes de
considerar la posibilidad de activar el cambio conceptual, y cuándo se produce el cambio.
Los factores que producen o pueden explicar el cambio, cómo se produce este cambio.
Mientras que para algunos autores el efecto de los procesos metacognitivos se considera
básico, otros enfatizan la importancia de los niveles de pericia, el conflicto, o la aplicación en
diversos contextos.
Queda por aclarar cómo se produce la transición de las concepciones a la puesta en práctica
de las mismas, es decir, analizar cómo se va de “lo que se dice que se piensa” y “lo que se
dice que se hace” a lo que en “realidad” se hace.
Los modelos mentales de los alumnos, son idiosincrásicos, personales e internos por los que
bien pueden ser considerados equivocistas, ya que consisten en las múltiples
representaciones que generan los individuos durante el funcionamiento cognitivo al tratar de
comprender, explicar o predecir el comportamiento de los sistemas con los que interactúan.
En este sentido, Beuchot (2004) establece que la analogía es una perspectiva, una manera
de pensar que se inscribe en la lógica, y llega a constituir un modo de pensamiento en la que
se trata de salvaguardar las diferencias en el margen de cierta unidad. Ayuda a pensar
ordenando las cosas en una jerarquía o gradación, o por lo menos según la relación de
proporción que guardan entre sí; la analogía busca estructurar las cosas por sus semejanzas
y diferencias, y por los grados de ésta.
Duit (1991) por su parte relaciona la noción de modelo y de analogía de la siguiente manera:
como conjunto de elementos comunes que se aprecian entre los dos sistemas que se
comparan durante la construcción de una analogía. A este tipo de modelo lo denomina
modelo subyacente a la analogía.
Al valernos de la analogía, se parte de un modelo mental que tiene el alumno sobre una
situación dada, un modelo de la representación análoga y un conjunto de herramientas y
representaciones didácticas destinadas a estimular el razonamiento analógico en los
alumnos.
La construcción del modelo de la analogía es una tarea compleja que no se verifica de una
forma lineal y unidireccional, sino a través de un proceso interactivo entre el objeto y el
análogo en el que tanto el significado que se otorga a la analogía como al modelo que hay
detrás se van viendo modificados de una forma paulatina. Debido a esta complejidad, surge
la conveniencia de recurrir a más de una analogía para ayudar a que el modelo mental que
se construya sea próximo al modelo deseable.
Las analogías pueden tener también una función relevante en el proceso de cambio o
evolución conceptual a través de la consecución de pequeños cambios consecutivos que,
más tarde, podrían ayudar a precipitar cambios sustanciales en el razonamiento de los
alumnos.
Razonar sobre situaciones físicas o fenómeno resulta complicado para los alumnos. Cuando
los estudiantes intentan comprender y razonar sobre un sistema físico se enfocan sobre las
estructuras perceptúales disponibles, interpretan los procesos del sistema a partir de
concebir las relaciones causales de manera lineal y unidireccional, y omiten patrones
recíprocos o cíclicos.
Conclusiones
Las analogías constituyen un recurso muy extendido en la enseñanza de las ciencias, pero
casi siempre son usadas de un modo idiosincrásico y se generan en el aula de un modo
espontáneo en respuesta a las dificultades que los alumnos muestran al aprender los
conceptos.
El grado de interacción entre el alumno y el que presenta la analogía (ya sea el libro de texto
o el profesor) constituye un elemento clave en la eficacia del aprendizaje mediante analogías,
de lo que se deduce la necesidad de un enfoque mucho más estudiado y cuidadoso a la hora
de plantear su empleo en el aula.
No se debería tratar sólo de que los alumnos aprendan analogías o modelos, resulta crucial
que sean también ellos los que desarrollen habilidades de comparar y criticar analogías y
modelos; que sean éstos los que generen sus propias analogías, y critiquen los modelos
mentales que se derivan de ellas tomando como referentes los modelos científicos.
En definitiva, se trataría no sólo de que los alumnos manejen modelos, sino que,
especialmente, se detengan a pensar acerca de los modelos con los que trabaja y
desarrollen habilidades metacognitivas, reconociendo los usos y limitaciones de los modelos
con los que trabajan y del propio proceso en sí de modelaje.
Dado este reconocido papel de las analogías en el desarrollo del conocimiento científico, uno
se cuestiona hasta que punto las analogías son fundamentales en el aprendizaje científico
para la construcción del conocimiento. Las analogías y las metáforas constituyen
instrumentos "para sugerir nuevas ideas y hacerlas inteligibles", son una herramienta que los
profesores podrían usar, además de la experimentación y la demostración, para mejorar la
comprensión y fruto de las explicaciones científicas.
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