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La cerámica griega. La cerámica tuvo entre los griegos gran importancia.

Fue
muy rica y variada en sus formas y perfecta en sus acabados. Se caracterizo
especialmente por la estilización y la expresión de las figuras. Durante el
periodo arcaico se mostraba cerámica de figuras en negras sobre fondo rojo. En
el periodo clásico predominan las figuras rojas sobre fondo negro brillante.

Una de las manifestaciones artísticas más importantes del mundo antiguo es la que nos
legaron los griegos con su alfarería. La cerámica, es un elemento fundamental para los
arqueólogos ya que gracias a ellas, conseguimos datar los diferentes estratos que forman
un yacimiento, logrando recomponer así los hechos que allí se sucedieron en el orden
correcto. Es decir, nos da una cronología relativa “post quem” (una fecha a partir de la
cual sucedieron los acontecimientos que queden reflejados en ese estrato).

En cuanto a sus características podemos decir que se trata de una cerámica de gran
calidad que representaba temas sobre todo, mitológicos y otros secundarios –
geométricos, volutas…-.

Las formas eran muy variadas -ánforas, cráteras, oinokoes, …- y cada una con una
función específica.

Podemos diferenciar dos estilos, relacionados con dos momentos históricos:

 Figuras negras (desde época arcaica hasta época clásica, aunque perdura en la
decoración de las ánforas panatenaicas.)
 Figuras rojas (desde época clásica hasta el helenismo)

FIGURAS NEGRAS

Sobre fondo claro se pintan las figuras en negro y marcan los detalles mediante
incisión. Conocemos dos estilos dentro de esta técnica: miniaturista y
monumentalista, en función del tamaño de sus figuras.

Algunos artistas les conocemos porque firmaban sus obras, como el Pintor de
Neso (Heracles con caballos), el Pintor de la Gorgona y Sófilo (ambos de tipo
Orientalizante), Clitias (conocido por el famoso Vaso François), Execias
(Aquiles y Ayax jugando a las Damas), el Pintor de Ámasis (del cual se conocen
ocho vasos) y , por último, Nicostenes.

FIGURAS ROJAS

Realizadas sobre fondo negro pintado, aprovechan los huecos en los que se ve el color
real de la cerámica para crear las figuras, por lo que la técnica permite mayor
preciosismo y realismo de los detalles.

Existen menos obras firmadas, pero conocemos las escuelas de las que procedían
algunos de sus artistas como El pintor de Berlín, Execias (que continúa desde el
período anterior), y otros como Eufronio, Eutímides, Fintias, el Pintor de Sosias y
Cleofrades.

Cronología
En la Antigua Grecia el torno de alfarero se introdujo, probablemente procedente de
Asia, a finales del III milenio a. C. La cerámica autóctona aparece a principios del II
milenio a. C. y durante los siglos siguientes se realizaba en general en arcilla refinada,
decorada simplemente con una pintura mate.

[editar] Estilo minoico

Poco después del 2000 a. C. aparece a lo largo de toda Grecia un estilo de cerámica que
Heinrich Schliemann denominó cerámica miniana o minia, pues fue el primero en
encontrarla, en Orcómeno (en Beocia), patria tradicional de los minios. Es un estilo de
cerámica sorprendente que se distingue por la superficie barnizada en un gris mate de
alta calidad. Parece que la introdujeron los indoeuropeos durante su invasión.

Véase también: Cerámica minoica

[editar] Estilo micénico

Al principio de la época micénica, circa 1600 a. C., la cerámica que aparece está


animada con nuevos motivos de elementos tomados de la naturaleza. Después del
1400 a. C. esta cerámica micénica fue la predominante. Estaba influida fuertemente por
los estilos de la Creta minoica. Lo más destacado son las jarras de estilo palacial, jarras
de almacenamiento muy elegantes, decoradas con llamativos motivos florales y
marinos.

Estilo submicénico

Después del 1200 a. C. y de la caída de la civilización micénica, el estilo de la cerámica


submicénica se empobreció, y se simplificó y estilizó el diseño naturalista. Se conoce
como cerámica protogeométrica. A partir de aquí se desarrolló la cerámica geométrica o
de estilo geométrico, a partir aproximadamente del 900 a. C. Se caracteriza por el uso de
bandas de decoración en meandros o en zigzag. Posteriormente se introdujeron escenas
altamente estilizadas que, de manera abstracta, retrataban figuras humanas. Durante este
período, Atenas se convirtió en un importante centro de producción de cerámica, pues
había abundante arcilla de buena calidad cerca de Falero. Los mejores ejemplos se
encuentran en las ánforas del maestro de Dipilón (circa 760 a. C.-750 a. C.).

Estilo protogeométrico
Ánfora panzuda con asas, 950-900 a. C., British Museum

Los vasos del periodo protogeométrico (c. 1050 a. C.-900 a. C.) constituyen el


testimonio artístico esencial del principio de la Edad Oscura. La escultura de grandes
proporciones aún no era conocida, y a la pintura mural le faltaba un elemento
fundamental para su desarrollo: los soportes murales dignos de este nombre. Muchas
otras formas artísticas (grabado de marfil, joyería, trabajo de metales) sufrieron una
recesión similar.

En cambio, la producción cerámica no se extinguió, en particular en Atenas. Los vasos


eran decorados con motivos barnizados de color negro brillante, descendiente de la
Edad del Bronce. A veces retoman motivos micénicos (líneas ondulantes trazadas a
mano, pero los nuevos motivos (semicírculos, círculos concéntricos) eran diseñados con
sumo cuidado, con compás o con peine. La decoración era simple y se adaptaba a la
forma del vaso subrayando las formas con anchos trazos horizontales o con bandas
negras.

El sitio de Lefkandi es uno de los principales lugares de donde provienen las cerámicas
de este periodo. Se descubrió una figurilla excepcional de un centauro, de una altura de
36 cm. Su forma es muy estilizada, y su cuerpo está decorado con plumeados y con
formas geométricas.

Estilo geométrico
Vaso ático, c. 740 a. C., Staatliche Antikensammlungen de Múnich.

El arte geométrico floreció en los siglos IX y VIII a. C. Se caracteriza por nuevos


motivos, rompiendo con la iconografía minoica y micénica: meandros, triángulos y
otras figuras geométricas (de ahí proviene el nombre del periodo). Están dispuestos en
bandas separadas de las zonas negras por líneas triples. Pasado el tiempo, el equilibrio
entre las bandas decoradas y las bandas sombreadas se rompió en favor de la
decoración: los meandros y otros motivos terminaron por cubrir todo el vaso.

Mientras que en el geométrico antiguo (c. 900 a. C.-850 a. C.) no se encuentran motivos


geométricos, en el que se conoce como estilo de «Dipilón negro», que se caracteriza por
un amplio uso de barniz negro, en el geométrico medio (c. 850 a. C.-770 a. C.), hace su
aparición la decoración figurativa con los primeros frisos de animales idénticos
(caballos, ciervos, cabras, ocas, etc.) que en adelante alternan con la bandas de motivos
geométricos. Paralelamente, la decoración se complica y se vuelve cada vez más
abundante: las zonas vacías se rellenan con rosetas o esvásticas decorativas. Este paso
es llamado «horror vacui» y no terminará hasta el final del estilo geométrico.
Fragmento de una crátera del Pintor de Dipilón, h. 750-725 a. C., Museo del Louvre.

A mediados del siglo VIII a. C. aparecieron las figuras humanas en la decoración. Las
representaciones más conocidas con las de los vasos hallados en Dipilón, uno de los
cementerios de Atenas. Los fragmentos de estos grandes vasos funerarios muestran
principalmente desfiles de carros de guerra y de guerreros. También escenas funerarias
como: griego antiguo πρόθεσις, próthesis (exposición del muerto y lamentación) o
ἐκφορά, ekphorá (transporte del ataúd al cementerio). Los cuerpos son representados de
manera geométrica con la excepción de las pantorrillas, bastante protuberantes. En el
caso de los soldados, un escudo en forma de diábolo, apodado «escudo Dipilón» por su
diseño característico, cubre la parta central del cuerpo. Las patas y los cuellos de los
caballos, las ruedas de los carros son representadas unos al lado de otros. La mano de un
pintor de esta época, llamado a falta de firma «Pintor de Dipilón», ha podido ser
identificada en varias obras, sobre todo en ánforas monumentales.

Al final del periodo aparecieron representaciones mitológicas, probablemente


coincidente en la época en que Homero dio forma a las tradiciones del Ciclo troyano en
la Ilíada y la Odisea. Sin embargo, la interpretación constituye un riesgo para un
observador moderno: un enfrentamiento entre dos guerreros puede ser tanto un duelo
homérico como simple combate; un barco encallado puede representar el naufragio de
Odiseo o de quien sea.

Finalmente, las escuelas locales aparecieron en Grecia. La producción de vasos nunca


fue exclusiva de Atenas — está bien atestiguado desde el periodo protogeométrico en
Corinto, en Beocia, en Argos, en Creta y en las Cícladas —, los pintores y alfareros se
contentaron durante mucho tiempo con seguir el estilo ático. En adelante, crearon su
propio estilo: Argos se especializó en las escenas figurativas, Creta estuvo vinculada a
un geometrismo más estricto.

Véase también: Periodo Geométrico

Estilo orientalizante
Olpe protocorintio con animales y esfinges, h. 640-630 a. C., Museo del Louvre.

A finales del siglo VIII a. C. se desarrolló un estilo denominado orientalizante,


resultado de la renovación de los contactos con Oriente y de la influencia de su arte. El
estilo orientalizante se despliega principalmente en Corinto desde 725 a alrededor de
625 a. C.. Corinto se convirtió en un importante productor de cerámica fina y en la
primera ciudad exportadora a todo lo largo del mundo griego.

Se caracterizó por una fuerte influencia del arte oriental : Aunque el Oriente era mucho
menos aficionado a la cerámica que Grecia, su pintura y su escultura mostraban una
figuración más fina y más realista. Esta influencia se tradujo en una nueva gama de
motivos: esfinges, grifos, leones, etc., representados de manera más realista que en el
pasado. En los frisos, el pintor recurrió a lotos o palmetas. Las representaciones
humanas eran relativamente raras: consistían en escenas de batallas, de vez en cuando
hoplíticas, o también en escenas de caza. Los trazos geométricos subsistieron en el
estilo llamado protocorintio: había motivos geométricos y el «relleno» del segundo
plano se hacía con rosetas y nuevos motivos decorativos.

Los pintores corintios recurrieron a las figuras negras, principalmente sobre fondo rojo:
utilizaron una suspensión coloidal de color castaño que, con la cocción, tomaba un color
negro brillante, casi metálico. Esta técnica permaneció mucho tiempo misteriosa, a
pesar de los esfuerzos hechos por los ceramistas ingleses del siglo XIX, para descubrir
el secreto. Los corintios también inventaron la técnica de incisión en hueco que permitía
hacer resaltar la arcilla pálida. Ese estilo se expresó sobre todo en vasos pequeños
(aríbalos, alabastrones), cuyas formas aparecieron entonces.
Ulises y Polifemo, detalle de una ánfora protoática, circa 650 a. C., Museo de Eleusis.

Las cerámicas de Corinto fueron exportadas a toda Grecia, y su técnica llegó a Atenas,
que desarrolló sin embargo un estilo propio, con la influencia oriental menos marcada.
En este periodo calificado de protoático, aparecieron motivos orientalizantes, aunque el
trazo era relativamente poco realista. Las pinturas se mostraban vinculadas con escenas
típicas del periodo geométrico, como los desfiles de carros. No obstante, adoptaron el
principio del dibujo lineal en sustitución de la silueta. A mediados del siglo VII a. C.
apareció el estilo blanco y negro: trazo negro sobre fondo blanco, acompañado de
policromía para el color de los carros o de las vestiduras. La arcilla utilizada en Atenas,
mucho más anaranjada que la de Corinto, se presta menos fácilmente para la
representación de los carros.

Combate de Menelao y de Héctor sobre el cuerpo de Euforbo, plato del estilo del periodo
medio de las cabras salvajes, h. 600 a. C., Museo Británico.

Por su parte, Creta y sobre todo las islas Cícladas, se distinguieron por su atracción por
los vasos llamados «plásticos», es decir, aquellos cuya panza o cuello eran moldeados
con forma de cabeza de animal o humana. En Egina, el vaso plástico más popular tenía
una cabeza de grifo. Las ánforas melias, fabricadas en Paros, debían muy poco a
Corinto o a Oriente. Presentaban, como los vasos con relieves, un marcado gusto por las
composiciones épicas y un horror vacui que se caracterizaba por el empleo de rosetas y
de esvásticas.

Finalmente, se puede identificar un último estilo, el de la «cabra salvaje», atribuido


tradicionalmente a Rodas, con motivo de importantes descubrimientos realizados en la
necrópolis de Camiros. De hecho, se extendió por toda Asia Menor, con centros de
producción en Mileto y Quíos. Predominaron dos formas: los enócoes, que copiaban
modelos de bronce, y los platos, con o sin pies. La decoración estaba organizada en
registros superpuestos en los que los animales estilizados, sobre todo las cabras salvajes
(que han dado nombre al estilo) que aparecían en frisos. Los numerosos motivos
decorativos (triángulos, esvásticas, rosetas, motivos florales) llenaban los espacios
vacíos.

Véase también: Período orientalizante

Véase también: Estilo protocorintio

Estilo de figuras negras

Tondo de la Copa del pajarero, cerámica jónica, h. 550 a. C., Museo del Louvre.

Artículo principal: Cerámica de figuras negras

El estilo de figuras negras fue inventado en Corinto en el siglo VII a. C. Los vasos
áticos de figuras negras se fabricaron primero bajo la influencia corintia desde circa
620 a. C., y fue llevado a su apogeo por los atenienses entre el 570 y el 525 a. C.,
alcanzando su mayor grado de perfección.

Se caracterizaba no sólo por el dibujo de figuras en negro sobre el fondo de arcilla (más
bien roja en el caso de Atenas), sino también por el uso de incisiones. Existía así una
serie de pseudo-figuras negras, en las que las bandas claras eran reservadas y no se
hacían incisiones en estas. La Copa del pajarero del Louvre es un ejemplo de ello.
La influencia corintia sobre la primera cerámica de figuras negras ateniense, se nota en
su decoración, carente de motivos de relleno. Las figuras (principalmente animales:
leones, cabras, esfinges, etc.) estaban dispuestas en registros superpuestos y ponían de
relieve la escena principal. No obstante, la cerámica ateniense se separó gradualmente
de dicha influencia. El gusto por los motivos mitológicos y la composición en único
gran registro que prevalecieron entre 550 y 530 a. C. son la muestra de que se creó un
estilo propio en la capital ática. Paralelamente, los vasos decorados evolucionaron. El
gran vaso funerario deja sitio a los vasos de la vida cotidiana, principalmente las
ánforas, hidrias, copas y cráteras.

Se reconocen varios estilos de pintores atenienses, a los que en ocasiones puede


atribuírseles un nombre gracias a una obra firmada. Tal es el caso de Clitias, el pintor
del Vaso François, en el Museo Arqueológico Nacional de Florencia: esta crátera,
descubierta en una tumba etrusca, data de aproximadamente el año 570 a. C. Consta de
seis frisos figurativos, en consecuencia, narrativos, y lleva la firma del ceramista,
Ergótimos. Lo mismo que Exequias, del que una de las obras más célebres es un ánfora,
hoy expuesta en Roma en los Museos Vaticanos, que muestra a Áyax y a Aquiles en
Troya, jugando.

Otros pintores son designados por apelativos convencionales, a menudo debidos a John
Beazley (1885-1970), historiador del arte, pionero en el estudio de la cerámica griega.
Por ejemplo, el Pintor de la Gorgona tiene el sobrenombre de Dino, sobre el que aparece
Medusa.

Estilo de figuras rojas

Artículo principal: Cerámica de figuras rojas

Heracles y Atenea, cara A de una ánfora bilingüe de figuras rojas, obra de Andócides (pintor)
Andócides, h. 520 a. C., Staatliche Antikensammlungen (Inv. 2301).
El estilo de figuras rojas apareció en Atenas hacia 530-520 a. C. Se convirtió
rápidamente en la «punta de lanza» de la producción ática, que le permitió imponerse
como la única gran escuela del periodo clásico. consistía en una inversión de la figura
negra: el fondo era pintado de negro y las figuras tenían el color de la arcilla. Los
detalles eran pintados y nunca incisos. Probablemente fue inventado por un pintor
concreto, posiblemente influenciado por un cliente o en realidad por su ceramista. Los
nombres de los ceramistas Nicóstenes, Amasis o Andócides fueron citados. Fuera quien
fuese, el primer pintor en aplicar esta técnica fue Andócides, del cual se conservan una
quincena de cerámicas. A comienzos de este periodo, los pintores hacían coexistir
escenas de figuras negras y de figuras rojas, estilo que recibe el nombre de cerámica
bilingüe.

Además de la simple inversión de los colores, la técnica de la cerámica de figuras rojas


permitía una mejora del dibujo, sobre todo en la representación de los drapeados, de los
cuerpo y de los detalles, cuya precisión suplió la casi completa desaparición de la
policromía, ganando en realismo. Los cuerpos femeninos y masculinos son más
fácilmente distinguibles, la musculatura estaba mejor definida. En este estilo sobresalió
Eufronios, y la representación de los miembros en tres dimensiones (escorzo, transición
de la vista del perfil a la del rostro, representación en tres cuartos).

En 480-479 a. C., durante las Guerras Médicas, Atenas fue ocupada por los persas. Sus
talleres fueron destruidos — se han encontrado pozos llenos de restos en el barrio del
Cerámico — y cuando los atenienses recobraron su ciudad, la producción cerámica tuvo
que empezar de nuevo casi de cero. Las reliquias del estilo arcaico fueron abandonadas
entonces — con la excepción del grupo manierista del Pintor de Pan — y las figuras
rojas definitivamente adoptadas. Algunos pintores, como el de los Nióbides, fueron
influenciados por la escultura o el fresco. El dibujo se volvió más sofisticado, mientras
que la elección de escenas se orientó más hacia la vida privada, sobre todo con escenas
de gineceo: es el «estilo florido», el último gran estilo ateniense. Los elementos de la
decoración (flores, plantas) aparecieron a partir del final del siglo V a. C., y el pintor se
reconcilió con el horror al vacío que le afectaba en el periodo geométrico: las
composiciones fueron más recargadas. Se nota un gusto pronunciado por los detalles y
la transparencia de la ropa, así como el movimiento proporcionado por la efervescencia
de éstos. Volvió la policromía con el recurso a la pintura blanca y dorada. Los
arcaísmos persistieron en el centro ateniense, como el recurso a las figura negras en las
ánforas panatenaicas, y se inventaron las figurillas de terracota que fueron difundidas
por todo el mundo griego y conocidas más tarde con el nombre de «tanagrina».

Fuera de Atenas, la producción de cerámicas pintadas con personajes casi desapareció,


excepto en la Magna Grecia. Las de Apulia y Campania (Paestum especialmente)
tuvieron una calidad comparable a la de Atenas. Los inicios de la cerámica llamada
apulia se remontan al último decenio del siglo V a. C. La producción apulia que al
principio era bastante similar al estilo ático, desarrolló poco a poco un lenguaje
iconográfico propio. El Pintor de Darío, llamado así por su crátera de volutas que
representa a Darío I (Nápoles H3253), ilustró muchos temas contemporáneos de la
época de Alejandro Magno. Aunque la cerámica italiota era principalmente destinada al
mercado local, fue exportada a la propia Grecia (Corcira, Demetrias), y un poco por la
cuenca mediterránea (Croacia, Córcega, Iberia). Algunos talleres se especializaron en
escenas de un determinado género, en particular en el philax, parodia de las obras áticas
de tema heroico.
[editar] Período helenístico

Laginο decorado con instrumentos musicales, 150-100 a. C., Museo del Louvre.

En el periodo helenístico se produce el declive de la pintura de cerámicas, que fueron


decoradas más que pintadas. Los vasos más comunes son negros y uniformes, con una
apariencia brillante como de barniz, decorado con motivos simples de flores o festones.
La cerámica de figuras rojas se extinguió en Atenas a finales del siglo IV a. C., y fue
remplazado por lo que se conoce como «cerámica de la ladera occidental», llamada así
debido a los hallazgos en la ladera occidental de la Acrópolis de Atenas. Este estilo
consistía en pintar un fondo de color tostado y pintura blanca sobre un fondo vidriado
negro con algunos detalles incisos, representaciones de personas reducidas que con
estilo se remplazaban con motivos más simples como coronas, delfines, rosetas, etc.
Variaciones de este estilo se extendieron por todo el mundo griego con centros notables
en Creta y Apulia, donde las escenas figurativas eran solicitadas.

En esta época aparece el relieve, indudablemente a imitación de las vasijas hechas con
metales preciosos: se aplicaron coronas en relieve al cuerpo de los vasos Se han
encontrado complejos relieves basados en animales o en criaturas mitológicas. En
resumen, las formas de los vasos se inspiraron en la tradición del metal.

Los talleres volvieron a una decoración negra brillante adornada con decoraciones
florales o animales, o cambiaron radicalmente de postura: si no era posible conseguir
colores variados con la cocción, bastaba con pintar el vaso después. En este caso, los
colores son evidentemente menos duraderos. Esta técnica estaba generalmente reservada
a los vasos funerarios.

No obstante, en ciertos lugares, subsistían focos de producción donde seguían haciendo


cerámicas con decoraciones figurativas. En Creta se fabricaron hasta principios del siglo
II a. C. escenas mitológicas. Los principales centros de producción fueron Cnosos y
Gortina.
Los artistas buscaron una variedad mayor de tintes que en el pasado. Sin embargo, estos
colores novedosos eran más delicados y no soportaban el calor. Se tenía que aplicar la
pintura después de la cocción, al contrario que en la práctica tradicional. La fragilidad
de los pigmentos impedía el uso frecuente de estas cerámicas, y se reservaron para los
funerales. Los ejemplares más representativos de este estilo provienen de la antigua
ciudad siciliana de Centuripa, donde se trabajó activamente hasta el siglo III a. C.. Estos
vasos se caracterizaban por una base pintada de color rosa. Las figuras, a menudo
mujeres, se representaban con vestidos coloridos: quitones azul violeta, himationes
amarillos, velos blancos, etc. Este estilo tiene reminiscencias de Pompeya y se sitúa más
cerca de la pintura contemporánea que de la herencia de la cerámica de las figuras rojas.

En la ciudad pakistaní de Taxila se han hallado diseños helenísticos. Fue colonizada con
artesanos y ceramistas después de que la conquistara Alejandro Magno.

Fabricación
Materiales

La cerámica griega tenía como material de base que la arcilla, aunque no todas las
arcillas eran iguales. Así, la de Atenas era rica en óxido de hierro (Fe2O3): con la
cocción adquiría un bello color rojo anaranjado. La de Corinto, desprovista de óxido de
hierro, tenía un color blanquecino. Estas diferencias permitieron, mediante un análisis
químico, determinar el origen de los vasos cerámicos: de este modo, se ha podido saber
que las hidrias de Hadra utilizadas en Alejandría, en el periodo helenístico, como urnas
funerarias habían sido fabricadas en Creta y no en Egipto.

La arcilla se extraía de canteras o de minas de arcilla, purificada después mediante


lavado durante varias semanas. Se ponía a remojo en grandes estanques donde las
partículas finas subían a la superficie y eran recuperadas. Esta etapa permitía eliminar
las impurezas que podían provocar el estallido en la cocción. A continuación se secaba
al sol cortada en bloques. Después eran almacenados durante algún tiempo para que
adquirieran sus cualidades plásticas.

Elaboración
Alfarero en su horno. Placa de estilo corintio descubierta circa 575-550 a. C., Museo del
Louvre.

Al fabricar un vaso, el alfarero amasaba la pasta para expulsar la burbujas de aire y


trabajaba sobre un torno invención del Oriente próximo llegada a Grecia en el segundo
milenio a. C., accionado por el propio alfarero o por un asistente. Los vasos pequeños
podían ser montados de una vez, pero las piezas de mayor tamaño estaban constituidas
de varias partes que después eran ensambladas en la barbotina (arcilla desleída en el
agua recuperada de los estanques de purificación). Incluso por las asas o los pies, los
vasos eran moldeados.

Una vez fabricado se ponía a secar. A continuación se pintaba, según una técnica que
variaba según el estilo empleado. De manera general, el pintor jugaba con el contraste
del color rojo de arcilla y con una capa de color negro.

Coloración

Por lo que respecta a la cerámica ática de figuras negras o rojas, se utilizó un


procedimiento especial a partir del periodo protogeométrico. En la fase de la
purificación de la arcilla pro decantación y cuando se liberaba de las impurezas, se
recuperaba el agua que había servido y se había saturado en arcilla, llamada barbotina.
Esta agua se utilizaba para dibujar los motivos decorativos. Mediante la cocción
resurgían los dibujos sobre el fondo de color arcilloso. No se trataba, por lo tanto, de
pintura. No obstante, algunos resaltos de color podían añadirse después de la cocción.

Cocción

Una vez se había secado la pintura, el pintor dejaba paso al alfarero para cocción,
operación delicada, compuesta de tres etapas:

1. Cocción en atmósfera oxidante (respiraderos abiertos para dejar pasar el dioxígeno) a


cerca de 800 °C: el vaso era totalmente rojo.
2. Cocción en atmósfera reductora (respiraderos cerrados) a unos 950 °C, con la
añadidura de vegetales en el fuego para producir el ahumado; después la temperatura
era bajada a 900 °C. El monóxido de carbono liberado por la combustión incompleta
de los vegetales, compuesto reductor, permitía reducir el óxido férrico (Fe2O3) en óxido
ferroso (FeO) o en magnetita (Fe3O4) de color negro: el vaso era completamente negro
y la parte recubierta con la imprimación negra se vitrificaba, volviéndose impermeable.
3. Cocción en atmósfera reoxidante (respiraderos abiertos) siempre sobre 900 °C: el
dioxígeno del aire permitía oxidar el óxido ferroso en óxido férrico en las partes no
imprimadas, que se volvían rojas; las partes imprimadas, que previamente se habían
vuelto impermeables, quedaban negras.

La cocción era relativamente simple en principio, pero requería atención y experiencia.


Se sabe de un cierto número de vasos mal cocidos, malogrados o con pequeñas
imperfecciones, producido por un contacto intempestivo con un vaso vecino.
Generalmente, esos defectos no impedían la comercialización del vaso.

Tipología
Artículo principal: Tipología de vasos griegos

Los griegos poseían muchos tipos de recipientes, generalmente destinados a un uso


particular: un ánfora servía más bien para transportar líquidos, especialmente aceite de
oliva. Una hidria, como indica su nombre, era una jarra para el agua. Por la necesidad de
clasificación, se distinguen los diferentes recipientes según su forma y dotándoles de
nombres específicos: un vaso será clasificado como aríbalo o alabastrón, mientras que
los griegos eran probablemente mucho menos estrictos en las denominaciones.

 alabastrón, frasquito de perfumes (generalmente, de alabastro o vidrio) con la base


redondeada destinado a estar suspendido.
 aríbalo, especie de botellita de cuerpo esferoidal.
 ánfora, vasija alta y con dos asas junto al cuello, ya terminada en pie chato, ya en
punta y de forma fusiforme para colocarla en este caso hundida en el suelo arenoso o
bien sobre u montante y cuyo destino era el de guardar y transportar líquidos y
granos.
 anforidion o anforisca, ánfora pequeña.
 askos, botijo deprimido y con un asa por encima para servir el vino aguado.
 bombylios, aríbalo de forma oblonga.
 crátera, vasija grande con boca ancha y dos asas o mangos hacia el tercio interior de la
parte ventruda que servía para mezclar en ella el agua y el vino.
 dinos, crátera esferoidal montada sobre un pie independiente.
 oenochoe, jarra con asa y que tiene por lo común la boca trebolada cuyo destino era
verter el vino en las copas.
 guttus, especie de lécito o aríbalo y de cuello muy estrecho para verter aceite en las
comidas.
 hidria, gran vasija a modo de tinaja provista de tres asas dispuestas de modo que
pueda volcarse fácilmente y que se destinaba a depósito de agua.
 Kantharus o copa de Hércules y de Baco. Gran copa con asas elevadas.
 kélebe, ánfora ventruda y con pie chato y asas que llegan hasta rasar con el borde.
 kernos, vaso múltiple o conjunto de vasos unidos que servían para ciertas ceremonias
religiosas.
 kílix o cáliz, copa de poco fondo, ancha y con dos asas.
 kyathos o ciathus, la misma copa con un asa.
 lagynos o lagena, cantarito a modo de botella para el vino en las mesas.
 lécito o lekythos, frasco de estrecho y largo cuello con asa en el mismo destinado a
guardar aceite o perfumes.
 lekane, plato hondo con tapadera semejante a una píxide muy achatada.
 olpe, jarrito panzudo y con asa.
 oxibaphon, crátera con las asas en le tercio superior de la vasija.
 pelike, hidria con dos asas
 pithos, gran vasija esferoidal y de boca estrecha.
 pixis, pote achatado y con tapadera para servicios de tocador.
 psykter, cuerpo bulboso, colocado sobre una base alta y estrecha que se utilizaba para
refrigerar el vino.
 ritón, vaso para beber que tiene la forma de cuerno terminado en hocico de animal y
con un asa.
 skyphos o shyphus, vaso o taza semiesférica o en forma de cono truncado.
 stamnos, crátera de asas pequeñas y de boca menos ancha.
Los vasos que se empleaban en el culto pagano, además de kernos se llaman ápteras,
preferículos, fialas y símpulos, los cuales son por lo común de metal artísticamente
labrado. Otras ánforas o jarrones grandes y elegantísimos que eran objetos de lujo se
destinaban a premios para los vencedores en juegos públicos y a regalos o aguinaldos
siendo entre todos muy célebres las ánforas panatenaicas de ancha boca y pie sólido.

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