por las diócesis FAJARDO-HUMACAO 2 al 8 de enero de 2011 ev: 23
MARÍA, MADRE DE DIOS
Y REINA DE LA PAZ Mensaje de Mons. Eusebio Ramos Morales, Obispo ¡Qué la Madre de Dios, que nos ha traído al Salvador, pueden comprometerse con la justicia, la verdad y el amor paz porque los niños, los jóvenes y nuestros viejos no pue- reine en nosotros durante el Año Nuevo que iniciamos en fiel. Son estos hombres y mujeres con corazones donde Je- den esperar más. Si hemos renacido en la Navidad a la luz un Puerto Rico que anhela y necesita la paz! ¡Felicidades a sús ha nacido, que pueden ser los profetas, los discípulos y de la fe, reportémonos al discipulado misionero que nos es- todos los hijos e hijas de Dios que habitamos esta bendita misioneros que forjarán un nuevo pueblo y construirán una pera para el anuncio del Evangelio y asumir la misión para tierra puertorriqueña en el Nombre de Jesús, el Emmanuel, nueva Iglesia, evangelizada y evangelizadora. la liberación de este Pueblo. Dios con Nosotros! Es Año Nuevo, es llamada a iniciar este Es urgente la Paz en Puerto Rico. La violencia lacera ¡Felicidades hermanos y hermanas! Que la paz del caminar en el seguimiento de Jesús Mesías, con la alegría nuestros más nobles proyectos, y nos roba el don de la vida, Mesías, como reinó en María, su Madre, también reine en de saber que su Madre, María, es también nuestra madre y especialmente, la de tantos jóvenes. La familia reclama esa nosotros, sus hijos, durante el Nuevo Año. Reina de la paz. Ella ha experimentado en lo más profundo de su ser al autor de la Vida y verdadero gestor de la au- téntica paz. La Iglesia nos invita a iniciar el Año Nuevo celebrando y acogiendo la maternidad divina de María, como lo hizo José al escuchar las palabras del Ángel: “Lo engendrado en ella es del Espíritu Santo” (Mt. 1,20). “Sin haber mantenido relaciones dio a luz un hijo y le puso por nombre Jesús”, (Mt 1,25). Gran misterio de fe que nos arropa y nos llena de esperanza, invitándonos como a José, a caminar con alegría en actitud reverencial, acogiendo al niño Dios y a su Madre Virginal, María. Año Nuevo que nos trae grandes retos ante la realidad difícil de nuestro País: la familia herida e inmersa en la cri- sis social y moral que nos arropa, instituciones y agencias en franco deterioro por la corrupción de muchos líderes, la Universidad de Puerto Rico empujada a uno de sus peores momentos en su historia, niños y jóvenes amenazados por las drogas, el desempleo, la pobreza y orientados hacia un futuro incierto; en fin, graves problemas que pueden em- pañar la alegría de la Navidad. Pero un Nuevo Año que también se convierte en una gran oportunidad, si comen- zamos a vivirlo desde la perspectiva del Dios Padre que nos ha enviado al Salvador, y como María, ofrendamos nuestros corazones a las causas de su reino que son la justicia, el amor y la paz. María, Madre de Dios y Reina de la Paz, sabe acoger a la Palabra, escucharla, meditarla y convertirse en su servi- dora, disponiendo todo su ser y su acción para el Mesías y su obra de salvación. Ella hoy nos llama y nos muestra su manto materno. Como a los discípulos en Caná, nos dice: “Hagan lo que Él les diga”. El Proyecto que nos trae Jesús es el del Reino de Dios; cuando Dios reina, surgen cora- zones nuevos capaces de abrazar la vida llenos de amor, dispuestos a luchar por la justicia y la paz. Son estos cora- zones nuevos los que pueden cambiar el rumbo del Puerto Rico a la deriva y atrapado en medio de divisiones sociales, políticas y religiosas. Son estos corazones nuevos los que