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Jesús ha nacido mal, desconocido, reconocido solamente por los marginales.

Pero vienen a reconocerle desde lejos.


Continúa la presentación paradójica de Jesús, repetida en los evangelios
de la infancia: la luz, que resplandece en las tinieblas,
resplandece de manera que los hombres y las mujeres de buena voluntad
de cualquier lugar pueden verla, pero no Israel.
Ni el Templo ni los Doctores ni el Rey.
Extranjeros de buena voluntad.
Jesús no es de nadie, no es propiedad de Israel ni es para Israel
(tampoco será de la Iglesia ni para la Iglesia).
Jesús es de las personas de buena voluntad,
de cualquier nación, de cualquier cultura, de cualquier religión.
José Enrique Galarreta

Mateo 2, 1-12. Epifanía de Jesús.


Autora: M.Asun Gutiérrez.
Música: Adeste fideles.
1
Jesús nació en Belén, un pueblo de Judea, en tiempo del rey Herodes.
Por entonces unos sabios de oriente se presentaron en Jerusalén,
2
preguntando:
–¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer?
Hemos visto su estrella en el oriente y venimos a adorarlo.

Los sabios, personas inquietas y buscadoras, demuestran que quienes miran


llegan a ver y que quienes buscan consiguen encontrar. Representan una sabiduría
poco común: la de quienes saben leer los signos de los tiempos y entienden que la
salvación de la humanidad no está en la prepotencia y el poder, sino en la sencillez,
la ternura y la bondad.
¿Dónde está Jesús para mí? ¿Dónde lo busco? ¿Dónde lo encuentro?
¿Qué “estrellas” veo aparecer en mi vida?
¿Cómo puedo ser “estrella” que conduce a Jesús, en mi ambiente familiar, laboral,
de amistad....?
Dios multiplica sus signos y mensajes para que lo descubramos y lo manifestemos.
3
Al oír esto, el rey Herodes se sobresaltó y con él toda Jerusalén.
4
Entonces convocó a todos los jefes de los sacerdotes y a los maestros de la
ley y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. 5 Ellos le respondieron:
–En Belén de Judea, pues así está escrito en el profeta:
6
Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, ni mucho menos,
a menor entre las ciudades principales de Judá;
porque de ti saldrá un jefe,
que será pastor de mi pueblo, Israel.

Belén

Las personas poderosas se sienten perseguidas y amenazadas, temen perder su


poder, su sillón y su palacio, y actúan a la defensiva. Les hacen temblar las personas
buscadoras de la verdad y de la luz.
Creerse en posesión de la verdad es el principal motivo para no querer buscarla.
Los paganos, aunque no conocen las Escrituras, están atentos a las señales del
cielo.
Herodes y sus consejeros, que sí las conocen, no descubren a Jesús en ellas ni
quieren encontrarlo. 
7
Entonces Herodes, llamando aparte a los sabios, hizo que le informaran con
exactitud acerca del momento en que había aparecido la estrella, 8 y los envió
a Belén con este encargo:
–Id e informaos bien sobre ese niño; y, cuando lo encontréis, avisadme para
ir yo también a adorarlo.

El relato de los magos, exclusivo de Mateo, nos ayuda a comprender que al misterio
de Dios se llega también por caminos diferentes al religioso.
Los magos, Herodes y los escribas nos muestran las distintas reacciones que
tenemos las personas ante una misma señal y cómo se relacionan esas señales con los
deseos, las ilusiones, los sentimientos, las ambiciones... que tiene cada persona.
Los magos sienten alegría, se ponen en camino, reconocen a Jesús y le adoran.
Herodes, Jerusalén, los sumos sacerdotes y los maestros de la ley se inquietan ante
la noticia, actúan ladinamente y planean la muerte del Niño.
9
Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y la estrella que
habían visto en oriente los guió hasta que llegó y se paró encima de donde
estaba el niño. 10 Al ver la estrella, se llenaron de una inmensa alegría.

En su largo y laborioso camino buscan, ven, se cuestionan, creen, adoran, ofrecen,


se transforman...
Ponerse en camino supone desprendimiento, salir de un@ mism@, dejar seguridades,
desinstalación, superar miedos, aceptar la sorpresa y la novedad.
Para encontrar a Jesús es necesario ponerse en camino.
Encontrarlo es la mayor alegría.
11
Entraron en la casa, vieron al niño con su madre María y lo adoraron
postrados en tierra. Abrieron sus tesoros y le ofrecieron como regalo oro,
incienso y mirra.

Los magos ofrecen al Niño todo lo que tienen, se ofrecen a sí mismos, con actitud de
respeto, admiración y silencio. Adorar, descubrir la cercanía y la bondad de Dios,
sentir alegría y agradecimiento, reconocer el misterio, son actitudes propias de
toda persona creyente ante Dios.
¿Forma parte de mi vida la búsqueda, la admiración, la contemplación, la alegría,
el agradecimiento?
¿Qué “tesoros” ofrezco a Jesús y a l@s demás?
12Y advertidos en sueños de que no volvieran donde estaba Herodes,
regresaron a su país por otro camino.

El encuentro con Jesús les hace cambiar de camino. Símbolo de conversión interior.
Recorren caminos nuevos porque son personas nuevas. Es el cambio de vida que abre
la fe. Ya no necesitan el poder de Herodes ni el saber de los escribas.
Han experimentado la inmensa alegría del encuentro con una Persona que dará un
nuevo sentido a su vida, a todo lo que hagan y les suceda en el futuro.
Encontrar a Jesús cambia la vida. Esa puede ser la consecuencia de nuestro
encuentro con Él: la transformación de nuestras vidas.
La capacidad de tomar otro camino.
Hoy me he encontrado en las manos con tus regalos, Señor:
nueva vida, nuevo tiempo, nueva lluvia, nuevo sol...
Por eso, para este tiempo que estreno con ilusión,
quiero, Señor, y te pido también un nuevo reloj.
Un reloj que mida el tiempo como lo mide tu amor;
que se pare cuando lleguen las personas a mi rincón,
para escuchar, compartiendo, alegrías y dolor.
Una reloj que me sitúe la mente y el corazón
en el momento presente, que es tu momento, Señor,
en el quehacer cotidiano, que es lugar de encarnación.
Un reloj que mida el tiempo con tu paciencia, Señor:
con el ritmo y la medida universal del amor;
despertador de rutinas, vigilante, ayudador;
que nunca mida la entrega del tiempo y del corazón.
Con la vida, con el tiempo que hoy me regalas, Señor,
para darme sin medida, espero un nuevo reloj.

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