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En los primeros años de vida, el niño, a través de las relaciones afectivas con las figuras
de apego, acuña internamente tanto los modelos operantes de la figura significativa como la
propia, en relación con aquella “organizando un sistema para transformar la experiencia
intersubjetiva en conocimiento personal” (Guidano,1991).
El diagnóstico entre otros modelos ha sido siempre descriptivo pues son modelos
tomados de la medicina tradicional y de la psiquiatría, por ejemplo el DSM IV.
Los Diagnósticos basados en los síntomas a los que intenta, siempre eliminar, han sido
el gran déficit de los modelos descriptivos. Las ciencias maduras son “explicativas”, así lo
demuestran el epistemólogo Wainer (1977).
En el modelo Cognitivo Procesal Sistémico de Vittorio Guidano sólo hay cuatro patrones
de Organización del significado personal.
1- Organización tipo D.A.P. (Desórdenes alimentarios psicógenos)
2- Organización fóbica
3- Organización depresiva.
4- Organización obsesiva–compulsiva.
En la mayoría de los casos y durante la mayor parte del tiempo las personas ordenan su
experiencia según estos cuatro patrones sin que se presenten perturbaciones de orden clínico.
Mantener un sentido consistente del significado personal constituye la invariante que determina
el conocimiento de sí durante toda la vida.
Vittorio Guidano entiende por cambio profundo la reestructuración de la identidad personal del
paciente con la elaboración de un nuevo comportamiento acerca de sí mismo y el mundo que
comporta un encuadre alternativo de los problemas que se le presentan al paciente.
La búsqueda de procederes a un cambio profundo debe partir del paciente después que el
terapeuta le ha explicado la oportunidad, estimulando en él el deseo de ulterior conocimiento.
Esto es porque
1- La exploración de modalidad profunda está acompañada de fluctuaciones emotivas
2- El cambio para ser real debe ser efectuado en primera persona del paciente
“El paciente deberá establecer por sí mismo la dirección del cambio y los vínculos nuevos con
los cuales reorganizar la propia complejidad, por lo tanto es necesario todo su empeño de
decisión.” (Guidano 1987)
También M.J. Mahoney distingue como objetivos terapéuticos los cambios superficiales o
resoluciones de los cambios profundos o revoluciones personales (Mahoney 1991).
Las experiencias que ocurren precozmente en la vida, especialmente si son emotivamente
intensas y repetidas, dejan una impronta notable de la experiencia de un individuo en la fase de
desarrollo. Las reglas centrales de un paradigma personal son extremadamente difíciles de
verbalizar y por lo tanto obviamente de modificarse. Esto no quiere decir que sean inmutables
pero que “pueden ser así tácitas y penetrantes y que la propia identificación y reestructuración
requiera intensas y complejas intervenciones terapéuticas.” (Mahoney 1991)
“El proceso de revolución personal intenso” es casi como el transformarse en otra persona.
El terapeuta debe ayudar al paciente a modular la crisis y a reducirla, pero de manera de
respetar los mecanismos autoprotectivos de una organización cognitiva compleja.
Se evita así la turbulencia emotiva excesiva y los obstáculos al cambio que derivan del temor
de disociación del yo (Mahoney 1991).
El deber del terapeuta durante la fase que mira al cambio profundo, es aquel de poner
gradualmente en crisis los esquemas de base del paciente y de modular la tensión emotiva,
favoreciendo el encuentro con modalidad cognitiva distinta de aquella utilizada hasta el
momento.
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Se puede afirmar que este tipo de intervención psicoterapéutico tiende por lo tanto a ser más
perturbativo que imperativo.
De esta confusión- desorden nace la tensión emotiva- curiosidad que consiste en reordenar la
realidad mediante esquemas profundos y sistemas nuevos de representaciones.
Las nuevas modalidades serán más elásticas y por lo tanto más adaptativas respecto de los
precedentes.
El conocimiento del desarrollo de la propia identidad personal, aunque sigue siendo siempre un
modelo del pasado elaborado en el presente, permite al paciente conservar el sentido de
continuidad de la propia experiencia personal y evitar encontrarse frente a un vacío, fuente de
angustia al cual ingresa si opusiese notables resistencias.
La exploración del propio pasado y de las propias experiencias de primera mano comparada
con las sugeridas con los propios genitores, es realizada lentamente y recorriendo muchas
veces el mismísimo itinerario para poder descubrir indicaciones tácitas a veces acantonadas o
escasamente elaboradas.
¿Cómo logra un individuo D.A.P. ya sea anoréxico, bulímico, obeso, o que alterna delgadez-
gordura, tener un sentido de sí mismo estable?
Para conseguirlo deben obligadamente cumplimentar las expectativas de uno de sus
progenitores que represente “el modelo absoluto”.
Si al reevaluar dicho modelo surge una nueva realidad que se experimenta como “una
decepción intensa” puede cuestionarse el propio modelo de sí mismo, emergiendo un
sentimiento de soledad y un sentimiento de sí extremadamente confuso que podríamos decir
que es “casi fisiológico”.
Como resultado, la percepción de la mayoría de los impulsos y emociones permanecerán
rudimentarios e inciertos, con la notable excepción de las sensaciones corporales primitivas
conectadas al hambre y la motilidad.
Pero el adolescente tiene otra posibilidad de su “resolución adolescente” que es buscar una
intimidad sustentadora y al mismo tiempo minimizar los efectos de las desconfirmaciones y
decepciones (Guidano y Lotti 1983).
"Esto le permite construir un buen reconocimiento evaluándose como se siente (interno) y no
como se ve (externo)". (Guidano 1996 Comunicación personal).
Su trama narrativa está matizada de utilidad-practicidad.
La información de los otros les sirve para manejar luego a los demás; son los mejores
diplomáticos; excelentes profesionales del juego (póker), grandes creativos, excelentes
arquitectos, grandes actores y son diferentes según el contexto donde se encuentren.
ALTERACIONES PSICOFISIOLÓGICAS
La dificultad del DAP de traducir los mensajes fisiológicos en percepciones precisas, hace que,
también a nivel sexual surjan las mismas confusiones.
Así es que podemos afirmar que en el DAP sea básica la dificultad de definirse sexualmente.
Como el sentido de sí lo da el otro, está expuesto a un perfeccionismo complaciente, así puede
evitar la crítica pero le genera ansiedad de rendimiento que a su vez le crea un sentido interno
de vacío e ineficacia. Siempre en continuo peligro, porque el riesgo de “caer” en el lugar
descalificado está continuamente presente.
Ya hemos visto que desde lo afectivo enamorarse significa afrontar riesgos afectivos. Significa
exponerse. La crítica constante del aspecto evaluador sobre el evaluado genera el desacuerdo
interior.
Esta falta de coherencia interna genera la búsqueda de la estima afuera, ausente en el interior,
colocando al sujeto en situación de necesidad constante de la aprobación del otro y
otorgándole a éste todo el poder.
Esta disociación provoca pérdida de disponibilidad de recursos en todas las áreas,
empobreciendo la personalidad.
Para evitar las vicisitudes de la intimidad afectiva una aventura erótica es la estrategia perfecta
ya que tiene características propias del apareamiento como encuentro breve, anónimo, sin
compromiso, sin identidad ni domicilio social.
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La elección de personas que en realidad no interesan anula toda posibilidad de confrontación,
de descalificación.
El eje crucial del DAP es la necesidad de ser reconfirmado por las personas que le son
significativas; esto clarifica los episodios en los cuales las disfunciones sexuales no aparecen
frente a parejas casuales de las que no se espera reconfirmación alguna.
La sexualidad del dápico está claramente comprometida sobre todo en los momentos de
descompensación donde por un lado desborda la "ansiedad de rendimiento" y por otro lado el
autoengaño se quiebra, el cuerpo se hace cargo, entre comillas, originando períodos de
anestesia sexual, disfunciones orgásmicas y alteraciones del ciclo menstrual.
La jovencita anoréxica presenta determinadas características de personalidad, por ejemplo:
una débil definición con respecto a la sexualidad.
La vemos por ejemplo en un paciente que había sido criado con un alto grado de exigencia y
rendimiento, rendimiento que se cuantificaba numéricamente.
Cuando el joven llevaba sus calificaciones escolares a su casa que en su mayoría eran las
óptimas, como única respuesta paterna recibía siempre la misma frase: “Un diez, es lo menos
que puedes hacer”.
Esto que parece una conducta directriz correcta e intrascendente, si bien carente de asertividad
fue relevante y negativamente responsable cuando el joven tuvo su primera relación sexual.
Al esperar de su pareja la tan esperada y necesaria reconfirmación solo obtuvo su calificación
de 5.
En otro individuo no sería un problema pues podría aceptarse en un comienzo, pero no para
este joven que su menor rendimiento tenía que ser siempre una calificación de 10; razón por la
cual todo número por debajo pasa ser un número negativo, por consiguiente su primera
relación sexual tuvo calificación de -5 (menos cinco).
La explicación está centrada en el hecho que este individuo recibe de parte de su esposa la
máxima reconfirmación con la mínima exposición: la esposa permanece a su lado.
El vínculo con la figura de apego significativo no sólo no lo critica, no le exige rendimiento
alguno, sino que además permanece a su lado por lo que desaparece la sensación de vacío e
ineficacia.
El significado de sí mismo frente a una plena reconfirmación lo hace “perfecto” y su esposa
pasa a ser su base segura como el único bálsamo y sostén para la sensación de baja
autoestima.
Podría ejemplificar esta misma situación en una pareja donde después de 14 años de
matrimonio él le confiesa su bisexualidad y su travestismo compulsivo, en la actualidad ya
llevan 20 años de matrimonio.
En este caso el mantenimiento del vínculo se sostuvo pues enriquecieron sus juego sexuales,
incorporando la inversión de roles, donde ambos satisfacían plenamente su sexualidad.
Para él la reconfirmación era el paradigma absoluto y pleno ya que su mujer no solo lo
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aceptaba y permanecía junto a él sino que además le permitía jugar ampliamente y con éxito
ambos roles.
En ambos casos las mujeres tienen una Organización del Significado Personal Fóbica, esto
garantiza el mantenimiento del vínculo, ya que es la complementariedad perfecta: ellos con la
máxima reconfirmación y mínima exposición mantienen la figura de apego significativo, y ellas
gozan de la libertad absoluta, la protección afectiva y logran tener todo bajo control.
Vea el póster que ilustra lo hasta aquí desarrollado haciendo clic en la etiqueta.