You are on page 1of 24

Temas a

desarrollar
Imagen, forma y función de la ciudad contemporánea

Mario Cid Montes


5º Publicidad y RR.PP.
14 de enero de 2011

Índice

La ciudad en el cine y los videojuegos……… Pág. 3

El sentido de las ciudades……………………….... Pág. 10

Manifestaciones de los ciudadanos en la vía


pública…………………………………………………………..…. Pág. 17

Bibliografía………………………………………………...……. Pág. 24
La ciudad en el cine y los
videojuegos

Las ciudades contemporáneas son el escenario perfecto para el


desarrollo de las tramas argumentales de las películas. En ellas, cada
día, se producen todo tipo de situaciones que superan por mucho a la
ficción, por lo que son clara fuente de inspiración a la hora de obtener
ideas para la elaboración de un nuevo guión.

Mención especial merecen, en este


sentido, las grandes urbes. Ciudades como
Nueva York, Londres, París o Madrid son, han
sido y serán empleadas como telón de fondo o
como grandes protagonistas de obras
audiovisuales debido a que ofrecen un sinfín
de posibilidades. Las ciudades son el fiel
reflejo de la sociedad, tanto en el modo en
que son construidas, como en la forma de
vida que ofrecen; son el modelo a seguir o el
claro ejemplo de lo que no se debe hacer… Y
Cartel de la película King
es por ello por lo que desde que se inventara Kong

el cine han tenido un atractivo especial y por


lo que la gran mayoría de producciones cinematográficas han tenido, y
tienen, como elemento activo de la acción las calles de alguna ciudad
del mundo.

Ciertas ciudades llegan a alcanzar tal carga de simbolismo que


algunas películas no serían posibles sin alguno de sus iconos. Este es el
caso de filmes como Spiderman o King Kong, ambas con elementos de
ciencia-ficción, pero que sin la aparición de las calles de Nueva York en
el primer caso o el Empire State en el segundo, perderían gran parte de
su magia.
Pero no sólo se emplean en el cine ciudades reales, ya que
muchos largometrajes han expuesto visiones futuristas de ciudades
imaginarias. Tal es el caso de El quinto elemento, Yo robot o Minority
Report en las que se ha hecho un esbozo más o menos catastrofista del
futuro de las ciudades y de la vida de los seres humanos en ellas. En la
mayor parte de los casos, estas ciudades futuras se han visto como
megalópolis no sólo en cuanto a extensión, sino también en lo que a
altura de sus edificios se refiere.

Esto puede deberse al hecho de que cada vez se tiende más a ver
a las ciudades como el “hábitat natural” de vida de los seres humanos.
A lo largo del tiempo, la tendencia ha sido la del abandono de los
pueblos para trasladarse a grandes núcleos urbanos donde el acceso a
los servicios básicos, al ocio… está garantizado con una comodidad
creciente, pues estos servicios se han ido expandiendo a medida que
crecían los barrios. Las grandes concentraciones de personas, coches,
etc. han provocado que muchos ciudadanos se hayan planteado salir de
las ciudades para ir a vivir a núcleos poblacionales de menor tamaño en
los que la calidad de vida sea mayor, siempre y cuando estas
poblaciones estén cerca de la gran urbe.

El crecimiento continuado de las ciudades y de estos núcleos de


población más reducidos tiene como consecuencia que, finalmente, se
acaben uniendo. El resultado final son las grandes áreas
metropolitanas que conocemos hoy en día y que en cine, por razones de
espectacularidad o con cualquier otro tipo de significado, se han
sobredimensionado, dando lugar a las anteriormente citadas
megalópolis.

De esta manera, el cine ofrece la que podría ser calificada como


una visión completamente subjetiva de las ciudades. Cada cineasta
busca en las mismas aquello que más le interesa para representar sus
ideas o sentimientos, y es por esto por lo que una misma ciudad puede
verse como el mejor lugar del mundo, o como el peor de los agujeros.
Sin embargo, hay una cosa que prevalece sobre todo esto. La
imagen que sobre una ciudad ha forjado la industria cinematográfica
persistirá hasta que el individuo viva sus propias experiencias en la
misma. Una película puede generar en una persona ciertas expectativas
sobre determinados monumentos, edificios, etc. de una urbe que al ser
vistos en la realidad provoquen una sensación de desilusión, o bien
todo lo contrario.

Por tanto, es más que evidente que la forma en que las ciudades
aparecen representadas en el cine debe ser
algo que se tenga en cuenta para la imagen de
la misma. Por ejemplo, París se ha ganado el
sobrenombre de “la ciudad del amor” por la
imagen que de ella se ha dado en las películas
como la ciudad más romántica del mundo; en
ella han tenido lugar apasionados romances o
increíbles historias de amor que influyen sobre
el imaginario colectivo. Este fuerte simbolismo
creado a partir de la nada se ha sabido

Cartel de la película
aprovechar, reforzando la imagen que de la
Paris Je T´aime ciudad se tiene fuera de ella.

En lo respecta a los propios habitantes de las ciudades, es mucho


más complicado “convencerles” de las maravillas de la población en la
que viven; por mucho que las películas digan una cosa, cuando la
situación que experimentan en el día a día es la contraria, es la propia
experiencia directa la que prevalece.

Es en este punto en el que conviene reflexionar acerca de la


idealización que se hace de las ciudades en el cine. Por lo general, esta
idealización suele ser bastante simplista, ya que se suele representar a
las ciudades de dos maneras: positiva o negativa. Puede decirse que la
idealización positiva es aquella en la que la ciudad es presentada como
un lugar en el que todo es posible en el sentido de que es en estas
grandes urbes donde más posibilidades se tienen de encontrar empleo,
de encontrar el amor o de hacer fortuna; por su parte, la idealización
negativa tendría que ver con todo aquello que suele suceder en las
ciudades de manera cotidiana y que, precisamente por esa
cotidianeidad, pasan más desapercibidas, aumentando el drama de
quien vive dichas situaciones: delincuencia, pobreza, marginación,
pérdida de cercanía entre los seres humanos…

Por ello, pese a ser muchas las posibilidades que ofrezcan los
grandes núcleos urbanos para la industria del cine, puede llegarse a la
conclusión de que el mensaje enviado por la misma puede ser
únicamente de dos tipos, como se ha comentado anteriormente.

De tal forma, las películas sirven para dejar constancia de cómo


son las ciudades, de lo que podríamos llamar su “personalidad”. Por
norma, estas ciudades cuentan con una larga trayectoria histórica
repleta de acontecimientos de gran trascendencia. Estos
acontecimientos pueden servir a los cineastas para apoyarse en la
construcción de un guión que sea fiel a lo acaecido o que sea ficticio,
pero tome rasgos de la época a la que hace referencia para ambientarlo.
De una manera u otra, se puede decir que los largometrajes se han
convertido al fin y al cabo en una especie de archivo de las efemérides
de una ciudad, siendo realmente extensa la lista de películas actuales
que han reflejado épocas pasadas de gloria o decadencia de las
ciudades; por poner algunos ejemplos: Gladiator ha sido una de las
superproducciones cuya acción se ha desarrollado en la Roma de la
Antigüedad, mostrando cómo era la ciudad en aquella época, cuál era
su función y su forma; Enemigos públicos es el reflejo del problema de la
delincuencia organizada que asoló la urbe de Chicago en la década de
1920…

Estas cuestiones acerca del cine son también extrapolables a la


pequeña pantalla, pues la televisión ha sido, si cabe, un medio todavía
más cercano a la población en general a través del cual mostrar la
realidad (o la ficción) de las ciudades.
Programas como los informativos son la manera más realista de
ver una ciudad, ya que en ellos queda reflejada la vida de las ciudades a
través del relato de los sucesos diarios. También son de importancia los
seriales, los cuales suelen tener como ambientación una misma ciudad,
lo que permite profundizar más en pequeños detalles que en una
película, en la que por razones de tiempo no es posible ahondar en
estos asuntos.

La inmediatez y globalidad que ofrece la televisión son dos de las


principales características que influyen en el simbolismo que una
ciudad tiene. Este simbolismo puede verse afectado de un momento a
otro a causa de la fuerza que tiene este medio para llegar a infinidad de
lugares. Un ejemplo claro es la imagen de ciudad insegura que se tiene
de México D.F. construida, en parte, por la cantidad de noticias de la
delincuencia que en ella tiene lugar que nos llegan por televisión todos
los días.

Así, podríamos seguir con el video, la fotografía… Sin embargo,


con matices, llegaríamos en todos los casos a las mismas conclusiones.
Debido a su inmediatez y facilidad de comprensión, los medios
audiovisuales son los que permiten representar y cargar de simbolismo
a las ciudades de la manera más sencilla. Los acontecimientos que en
ellas se producen, el arte que encierran sus calles, etc. son captados
segundo a segundo y exportados a millones de personas. Además, son
una de las formas más fieles de mantener la memoria de una urbe,
pues lo que dicen las imágenes suele ser más creíble e inmediato que lo
que dice la palabra, de manera que es más gráfico constatar un hecho
histórico mediante medios audiovisuales que escritos. Los atroces
atentados sufridos en Madrid el 11 de marzo de 2004 generaron un
gran tráfico de imágenes, videos, etc. que sirvieron a la población para
hacerse una idea más aproximada de lo que allí ocurrió que la que
podrían haberse hecho con la mera lectura de una noticia; lo mismo
sucedió con los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York,
que incluso fueron llevados al cine desde diferentes puntos de vista: el
de los bomberos que atendieron las llamadas de emergencia (World
Trade Center o 9-11), el de los pasajeros de uno de los aviones
secuestrados (United 93)… los cuales sirvieron para transmitir, incluso,
los sentimientos de una ciudad en aquellos momentos.

Capítulo aparte merece el de la representación de las ciudades en


los videojuegos. La industria del videojuego, pese a ser de muy reciente
aparición, ha experimentado un crecimiento espectacular en los últimos
años, en parte, a causa de la mejora de las plataformas de juego, del
abaratamiento de las mismas y de la adición de nuevas características,
como la posibilidad de jugar “en red” o la interacción, que los han hecho
mucho más atractivos para los usuarios.

Pese a ser algo muy reciente, desde los primeros momentos se


han desarrollado juegos en los que las ciudades eran parte clave del
mismo. En ellos se desarrollaba la acción o bien se permitía al jugador
libertad para explorar las ciudades. Este último es el caso de la
archiconocida saga Grand
Thieft Auto (GTA) en la que el
usuario se “encarnaba” en la
piel de un mafioso con el cual
tenía plena libertad para
moverse por las calles,
interactuar con los
ciudadanos y usar los
vehículos; es curioso el caso
de estos videojuegos, pues Imagen del juego GTA IV

aunque sus creadores


afirmaban que eran ciudades inventadas, se veía en ellas rasgos
inconfundibles de ciudades como Nueva York, Las Vegas o Los Ángeles.
Este juego se empleó como crítica al modelo de vida de las ciudades
norteamericanas en la que prima el dinero por encima de cualquier otro
valor.
Y es que, al igual que sucede con el cine, los videojuegos son cada
vez más importantes en lo tocante con el tema de las ciudades. Las
representaciones que en ellos se realizan de las grandes urbes llegan a
más gente con lo que su simbolismo, su historia o el simple uso de las
mismas como simples escenarios contribuyen en mayor medida a
formar la imagen que de ellas se tiene en el imaginario colectivo.

Comúnmente, la visión que se transmite de las ciudades en los


videojuegos es la de grandes escenarios donde poder desarrollar la
libertad del individuo y, tal vez, permitir actos que en la realidad sería
impensable realizar: correr a toda velocidad por las principales calles
del centro, ser un superhéroe…
El sentido de las ciudades

Cualquier ciudad del mundo en la que podamos pensar nace con


un propósito bien definido, desde las más antiguas hasta las más
modernas.

Las primeras ciudades


de las que se tiene
constancia son Jericó, Çatal
Hüyük y Mohenjo Daro,
situadas como centro de las
civilizaciones sumeria,
babilónica y asiria, con una
antigüedad superior a los
Reconstrucción virtual de una ciudad de la
diez mil años. Los criterios Antigüedad Tardía
con los que se levantaron
estas ciudades, claro está, son muy diferentes a los empleados en la
actualidad, ya que el fundamento de éstas tiene un origen religioso, casi
mágico, en el que su organización venía determinada por una
concepción simbólica del espacio. Por tanto, los planteamientos
empleados para su planificación estaban supeditados a la cosmología y
la orientación astrológica propia de cada cultura, no dejando lugar a
ninguna duda acerca del por qué de su construcción.

El mismo pensamiento en la construcción de las ciudades lo


encontramos en civilizaciones posteriores, como la egipcia, en la que la
construcción de templos y otras edificaciones de carácter religioso
primaban sobre cualquier otro. A partir de estas construcciones se
organizó la vida del hombre durante un largo periodo de tiempo, hasta
que la irrupción del Imperio Romano, sin perder de vista la religiosidad,
comenzó a cambiar el planteamiento urbano hacia conceptos que
podríamos denominar como más “contemporáneos”. Adquirieron
relevancia edificaciones de carácter administrativo, lúdico, de
intercambio o conmemorativo como pueden ser el circo, el teatro, las
termas o los arcos. Comienza a verse en este periodo cómo las ciudades
comienzan a estar pensadas para que los ciudadanos tengan unas
comodidades y unos servicios que no encontrarían en ningún otro
lugar. Evidentemente, el planteamiento romano difiere radicalmente del
actual en lo que respecta a las ciudades, aunque como ya se ha
comentado con anterioridad, comienzan a aparecer las similitudes.

Con el paso de los siglos y la evolución del ser humano, el


planteamiento urbanístico de las ciudades cambió de forma drástica,
pasando de primarse concepciones religiosas a otras como el comercio o
la defensa. De cualquier manera, no hay que olvidar que la religión ha
sido uno de los pilares
fundamentales de las
sociedades hasta hace
relativamente poco tiempo.
Este es el caso de la Edad
Media, en la que las
continuas guerras y la
inestabilidad territorial
existente obligan a las
autoridades a proteger a la
Ciudad medieval (Cuenca)
ciudadanía. De esta manera,
las ciudades empiezan a
adquirir un cariz defensivo; comienza el desarrollo con la construcción
del castillo de un señor al lado del cual se levantan viviendas y,
posteriormente se culmina la obra con la construcción de una muralla
que les proteja de posibles ataques.

Como se ha citado en el anterior párrafo, las edificaciones


religiosas no pierden protagonismo en las ciudades, pues siguen
manteniendo un estatus privilegiado en el centro de las mismas. Si
cabe, se podría afirmar que estas ganan en importancia debido
principalmente a que las nuevas corrientes arquitectónicas promueven
la construcción de grandes catedrales con fuertes muros de piedra, lo
que delata la dualidad de fines que se persigue con su levantamiento: el
culto religioso y servir de refugio para la población en caso de ataque.

Como es lógico, al ofrecer las ciudades unas comodidades que no


se encontraban fuera de ellas, las mismas fueron creciendo. Por tanto,
los límites marcados por las antiguas murallas se fueron haciendo cada
vez más escasos y las ciudades continuaron su expansión fuera de
ellos; este crecimiento dará lugar a lo que en épocas actuales se
conocerá como el casco o centro histórico de las ciudades, el germen que
proporcionará una identidad a las urbes de hoy en día.

El continuo traslado de personas del campo a las ciudades


provoca un espectacular crecimiento de las mismas con el paso, hasta
llegar a épocas renacentistas y, posteriormente ilustradas, en las que
comienza a verse el urbanismo como una forma de arte y empieza a
haber, por parte de los gobernantes una preocupación por la estética de
las ciudades como símbolo de poder del Estado.

De esta forma, el sentido defensivo que anteriormente poseían las


urbes se transforma en un sentido completamente diferente, en el que
prima la imagen y la función de las ciudades, que caracterizarán la
forma. Esto es, aquellas ciudades que son la capital de un Estado, y por
ello de las más importantes, contarán con grandes palacios y edificios
gubernamentales, por lo que pasarán a tener un sentido
predominantemente administrativo; se emplearán materiales de calidad
y se construirán importantes parques y museos a fin de dotarlas de la
elegancia propia de una ciudad que representa al país. Además, se
conservarán las edificaciones propias de épocas anteriores con la idea
de mostrar el pasado de las ciudades, sus inicios, sus raíces.

Con el surgimiento de la industrialización en el siglo XIX surge un


tipo de ciudad completamente diferente a la ciudad con sentido
administrativo. Las ciudades industriales aparecen en torno a una serie
de factorías y son habitadas, principalmente, por los trabajadores de las
mismas. Así, el sentido que adquiere este nuevo tipo de poblaciones es
la de proporcionar mano de obra a la industria; tan claro es el propósito
de estas ciudades que no hay más que repasar algunos ejemplos
históricos en los que una fábrica da lugar a una urbe y cuando, por
diversos motivos esta fábrica cierra, la ciudad va disminuyendo
progresivamente su número de habitantes hasta quedar despobladas.

Estas ciudades que se quedan desprovistas de ciudadanos son las


denominadas ciudades muertas. Pese a que las construcciones que en
ellas se realizan, no es otra cosa que las personas las que dan vida a las
ciudades. Son los humanos, y más concretamente los flujos
migratorios, los causantes de la aparición de las ciudades, los que
hacen que evolucionen y cambien y los que, en algunos casos, provocan
su muerte.

Los inicios del siglo XX y sus continuas guerras y disputas


políticas ocasionan que no sea hasta mediados del mismo cuando se
empieza a disfrutar de cierta calma y de un resurgir de las ciudades.
Nuevamente, el sentido de las mismas ha cambiado, ya que se
comienzan a plantear las urbes como grandes lugares administrativos,
religiosos, lúdicos…

Podría incluso decirse que se retoma la idea romana de ciudad en


el sentido de que en ellas se integran prácticamente todos los servicios
posibles, pero con una peculiaridad respecto a estas. Llegamos así a las
ciudades como las conocemos hoy en día.

Habría que matizar que el sentido de las ciudades que se ha ido


viendo a lo largo de esta reflexión corresponde, especialmente, al de las
ciudades europeas. La práctica totalidad de ciudades del viejo
continente son poblaciones con una larga tradición histórica que, como
mínimo, es de entre cinco y diez siglos de antigüedad. Diferente sería el
caso de las grandes ciudades norteamericanas que no cuentan con más
de trescientos años debido, principalmente a que el continente fue
colonizado a finales del siglo XV. Por tanto, aunque estas también
hayan sufrido variaciones en lo que a su sentido, forma, funciones e
imagen respecta, no dejaron de ser colonias europeas hasta mediados
del siglo XVIII, por lo que siempre han seguido las tendencias marcadas
desde la metrópolis.

Prácticamente la misma situación ocurre en las urbes del


continente asiático, que debido a diferentes motivos, principalmente
políticos, no se han visto igual de desarrolladas que las ciudades
occidentales hasta mediados o finales del siglo XX, aunque por causas
culturales, como no podría ser de otra manera, mantienen
peculiaridades respecto de la ciudad europea.

Actualmente, una gran Nueva York y en la actualidad


ciudad no es un núcleo de
población aislado que haga su vida al margen del resto. Las mejoras en
lo que a infraestructuras y transportes hacen que las ciudades vivan
conectadas unas a otras y, lo que es más importante, vivan
dependiendo unas de otras. Se deja de lado la vieja idea de encerrarse
tras una muralla y se transforma a las ciudades en puntos de
intercambio tanto económico como cultural. Posiblemente, el hecho que
prueba esto de manera irrefutable sea el que las personas viajemos a
otras ciudades por placer, para conocerlas, algo impensable hace
apenas un siglo. Por supuesto que las ciudades se comunican unas con
otras desde que existe el mismo concepto de ciudad, pero dichas
comunicaciones se mantenían abiertas con unos objetivos claros:
comercio, subsistencia. El concepto de viaje entre ciudades que existe
en nuestro tiempo es totalmente diferenciador, ya que, sin perder ese
punto económico que se genera con el turismo, se producen
movimientos entre unas ciudades y otras por el simple placer de
conocerlas, su cultura, su forma de vida… Esto además, se ve
acrecentado por el desarrollo de tecnologías que permiten recorrer
largas distancias en escasos periodos de tiempo.

Los grandes centros financieros y los parques tecnológicos dan


hoy en día sentido a las ciudades, que pugnan por destacar en este
sentido como las más avanzadas o las que más tráfico económico
generan.

Pero quizá, el cambio más importante que han sufrido las


ciudades y que las ha transformado por completo sea el hecho de que se
ha puesto a las mismas al servicio de los ciudadanos. A día de hoy, las
urbes están diseñadas para facilitar la vida de las personas en todos los
aspectos. Sería inconcebible para las sociedades actuales que las
ciudades tuvieran un sentido diferente al que conocemos, de servicios
que aumenten la calidad de vida de las personas.

Por supuesto que en la ciudad actual sigue habiendo personas


que no gozan plenamente de todos los aspectos que ofrecen, pero esta
ya no es una cuestión que dependa del sentido del que se ha dotado a
las ciudades, sino que es más competencia de las administraciones, que
deben ser capaces de garantizar el bienestar de los ciudadanos.
La cuestión que concierne a la evolución futura de las urbes, es
difícil de plantear, en parte gracias a la imprevisibilidad del ser
humano. Lo cierto es que se ha llegado a un punto en el que es difícil
dotar a las ciudades de mayores comodidades, ya que contamos con
transportes rápidos y eficaces, atención sanitaria y protección en poco
tiempo… Tal vez el crecimiento continuado de las ciudades nos lleve a
luchar por que el sentido de “servicialidad” del que se les ha provisto no
desaparezca a medida que éstas se expanden.

Son muchas las ciudades imaginarias que a lo largo de los años


se han ido planteando por parte de otros tantos visionarios, aunque la
incógnita de cuál será el sentido que tengan es una que tan sólo será
resuelta con el paso del tiempo.
Manifestaciones de los
ciudadanos en la vía pública

Como grandes espacios de convivencia que son, una de las


facetas de las ciudades es la de ofrecer a sus habitantes la posibilidad
de expresar de manera pública sus ideas, sean de la índole que sean.
Para ello, cuentan con numerosos lugares donde se pueden poner en
común estas ideas, desde los cafés hasta las propias calles, pasando
por el mercado o la iglesia.

Las necesidades del ser humano en lo que respecta a la


comunicación y, de manera especial, a su propia expresión, son muy
grandes, por lo que las ciudades deben ser capaces de dar acogida a
estas formas expresivas. Desde la Antigüedad, las urbes han sido
concebidas como un espacio de intercambio; por este mismo motivo, las
ciudades del antiguo Imperio Romano eran diseñadas de tal forma que
en la confluencia de sus dos principales avenidas se encontraba el foro,
lugar por experiencia donde los rumores e historias pasaban de boca en
boca. De la misma manera, con el paso de los siglos, el urbanismo de
las ciudades fue evolucionando, pero mantuvo lugares donde la
población podía reunirse y mantener intercambios: en la Edad Media
las plazas, posteriormente los mentideros…

Pero las formas de expresión del hombre son tan variadas, que
con esto no es suficiente. Desde los albores de la Historia el ser humano
ha tenido inquietudes artísticas, que de una u otra manera son una
forma de manifestación del interior de las personas. Así las ciudades se
fueron dotando de instalaciones como teatros, salas de concierto,
lugares de culto, museos, estadios, etc. en los que las personas podían
realizar lo que, al fin y al cabo, es la cuestión del tema a tratar, las
manifestaciones públicas.

Ahora, hay que hacer una distinción entre “manifestaciones


públicas” y “manifestaciones en la vía pública”, las cuales pueden ser
tan diversas como intereses tiene el ser humano.

Un tipo de manifestación en la vía pública que más ha tenido


lugar a los largo de los siglos es aquel que tiene que ver con cuestiones
políticas y sociales, generalmente en forma de protesta o de marchas.
Centrándonos más en épocas contemporáneas, conviene reseñar que
gracias a este tipo de
acciones las sociedades
han avanzado en diversos
campos. Ejemplos como la
toma de la Bastilla en
Francia o la Revolución
Bolchevique en la Rusia
zarista son claros ejemplos
de cómo la voluntad
popular reflejada en las
Pintura que representa la toma de la Bastilla
calles ha conseguido
cambios importantes en lo
que al régimen político respecta; pueden ponerse en duda los métodos
empleados, en ambos casos violentos, pero lo que no se puede dudar es
de la efectividad de la presión popular a la hora de realizar cambios
significativos para la sociedad.

Marchas como las que tuvieron lugar en contra de la guerra de


Irak, la que se produjo tras los atentados de Madrid el 11 de marzo de
2001 o las que últimamente han tenido como objeto la reforma
universitaria en países como Reino Unido han puesto de manifiesto el
sentir de una parte importante o de la totalidad de una sociedad que no
aprueba ciertas decisiones o que no está dispuesta a ver como sus
derechos se ven rebajados. En este sentido, son muchas las
concentraciones que se han producido
en los últimos tiempos, especialmente
provocadas por la difícil situación en
la que se encuentran numerosos
ciudadanos a causa de la coyuntura
económica que vivimos: huelga general
contra la reforma laboral en España,
revueltas contra la reforma de la ley
Disturbios en Grecia
educativa en Italia, huelgas generales
por la situación del país en Grecia y un largo etcétera. Una
característica que ha marcado a la mayoría de estas manifestaciones en
la vía pública es el estallido de violencia en las mismas, lo cual no deja
de llamar la atención teniendo en cuenta el hecho de que cada vez las
poblaciones tienden a tener mayores niveles culturales, de estudios…

Pero no todas las manifestaciones de los ciudadanos que tienen


lugar en la vía pública son provocadas por el descontento de los
mismos. Precisamente, todo lo contrario. Hay concentraciones de
ciudadanos que se producen de manera espontánea a causa de la
alegría que provoca, por ejemplo, un triunfo deportivo. El más reciente y
claro ejemplo de esto tiene lugar en julio de 2010, cuando la selección
española de fútbol se hace con el Mundial y los ciudadanos salen a las
calles a celebrarlo, colapsan las calles de Madrid para recibir a los
jugadores y al trofeo, etc.

Celebración del Mundial en la Gran Vía de Madrid


Como ya se ha comentado con anterioridad, las manifestaciones
ciudadanas que tienen lugar en la vía pública son extremadamente
variadas, pero quizá haya un tipo que destaque sobre el resto. Estas
manifestaciones son la de índole cultural, en las que se refleja las claves
que identifican a una sociedad y que la hacen inconfundible; las
mismas, suelen tener que ver con festividades que rememoran hechos
importantes del pasado o fechas clave para una comarca o región, como
es el caso de la vendimia en numerosas poblaciones de Castilla-La
Mancha… Estas manifestaciones suelen mezclar lo cultural con lo
folklórico, debido a que suelen tener un fuerte arraigo con el lugar
donde se realizan, dotándolas además de características que permiten
diferenciarlas del resto. Algunos ejemplos son los castellers catalanes,
los bailes que se practican en verbenas populares como el chotis en
Madrid o la muñeira en Galicia, etc.

En este sentido, el caso de España es muy peculiar, ya que en


este país se produce una importante mezcla de tradiciones cuyo origen
es religioso y terminan por convertirse en una manifestación pública de
la cultura popular: las clásicas romerías que se producen a lo largo y
ancho de la península y las islas tenían por objeto en un principio
recorrer el camino que separaba a la población de una virgen o de un
santo, transformándose en la actualidad en fiestas de carácter popular
en los que tiene más protagonismo la gastronomía y la música. Pero,
quizá, el ejemplo que mejor ilustra la peculiaridad del caso español sea
el de los encierros taurinos, una de las mayores manifestaciones
ciudadanas en la vía pública que se produce en la actualidad; los
mismos suelen tener motivo en una festividad religiosa y surgen como
demostración del poder del ser humano sobre un animal superior
físicamente. Además, como en otros casos, se produce una mezcla entre
las manifestaciones gastronómicas, religiosas, deportivas, etc.

Por su parte, las manifestaciones de corte religioso son,


posiblemente, las que mayor importancia han tenido a lo largo de la
Historia del ser humano. En unos casos su necesidad de creer en un
ente de naturaleza superior y en otros casos por obligación, se han
venido produciendo con el transcurso de los siglos numerosas
manifestaciones de fe en la vía pública. El máximo exponente en el caso
de España son las procesiones de Semana Santa, que en cada ciudad
tienen características propias, pero que en conjunto vienen a ser lo
mismo: la exposición pública por las calles de la ciudad de imágenes
religiosas. La práctica totalidad de las religiones existentes en el mundo
realiza este tipo de expresiones públicas, ya que eran una forma de
mantener la fe, de acercar la religión a los ciudadanos, sacándola a la
calle. El empleo de la forma pasada del verbo ser es correcta debido a
que la evolución de las sociedades, especialmente las occidentales, ha
tendido hacia una progresiva separación de las cuestiones religiosas,
pese a que se sigue participando en actos como las procesiones de
Semana Santa, sustituyendo la expresión religiosa por otras de carácter
cultural.

Especial importancia cobran en las ciudades del siglo XX y del


siglo XXI las manifestaciones artísticas que los ciudadanos llevan a
cabo en la vía pública. Estas manifestaciones son realmente
importantes debido a que contribuyen a la “humanización” de las
ciudades. Mimos, músicos, pintores… callejeros hacen de las ciudades
lugares más atractivos para propios y
extraños, siendo además muestra de
la madurez cultural de una sociedad.
El problema viene, como está
ocurriendo en algunas ciudades,
cuando estas manifestaciones
artísticas en la vía pública persiguen
un fin lucrativo, ya que se convierte Músico callejero
en fuente de problemas para, por
ejemplo, los paseantes, que se ven “asaltados” continuamente por
personas que les piden un donativo. La solución a estos problemas de
convivencia pasa por medidas como la tomada por el Ayuntamiento de
Barcelona, que ha decidido terminar con estas prácticas estableciendo
un cupo de personas que pueden llevar a cabo este tipo de
manifestaciones de forma legal en la calle; pese a perseguir un fin justo
como lo es el de lograr una convivencia pacífica, esta clase de medidas
pueden resultar antipopulares y generar un debate a causa de las
libertades fundamentales que se ven restringidas: la libertad de
expresión, el libre tránsito, etc. Por lo que en estos momentos se abre
un periodo de incertidumbre, a la espera de ver qué ocurre.

De cualquier manera, las manifestaciones que tienen lugar en la


vía pública no son sólo una muestra de la cultura, el folklore, el
deporte… local de una ciudad o de un país. En numerosas ocasiones
tienen lugar expresiones que proceden del ser humano de forma
universal, o que engloban a la práctica totalidad de los seres humanos.
Como en el caso de las manifestaciones en la vía pública de tipo local,
las manifestaciones en la vía pública de tipo global pueden ser de
carácter cultural, deportivo, artístico, religioso, político…

En el caso de las
manifestaciones culturales, las
más representativas son las
Exposiciones Universales, en
las cuales se persigue el
conocimiento y el intercambio
multicultural, económico, etc.
mediante la construcción de
pabellones en lo que se

Exposición Universal de Shangai


presenta lo más característico
de cada país. Las exposiciones
artísticas también son de gran
importancia, pues a través de las diferentes disciplinas artísticas,
pintura, escultura, música… el intercambio y manifestación que se
produce también llega a muchos ciudadanos.
Pero si hay una manifestación ciudadana en la vía pública que
englobe a todas las personas y que consiga una expresión de valores e
ideas sobre el resto, esos son los Juegos Olímpicos. El espíritu olímpico
tiene un valor fundamental, que es el de hermanar a los diferentes
pueblos y culturas, fomentando este intercambio mediante la
competencia deportiva. Los Juegos Olímpicos suponen para la ciudad
sede una plataforma inmejorable desde la que dar a conocer su cultura
al mundo, además de permitir un importante desarrollo tanto cultural
como económico, ya que las inversiones que se realizan mediante su
designación como sede son tremendamente grandes. Por otra parte, las
ganancias de la ciudad que alberga unos Juegos Olímpicos en términos
de imagen y prestigio, si están bien organizados, también son de gran
importancia, ya que tan sólo es comparable a la organización de una
Exposición Universal.

Así pues, al pensar en manifestaciones ciudadanas en la vía


pública debemos obviar la clásica imagen de protesta social, política o
laboral que por lo general se nos suele venir a la cabeza. Como ha
quedado demostrado, los ciudadanos, con las ciudades como telones de
fondo, pueden realizar numerosas formas de expresión que no tienen
por qué ser representativas de desagrado o descontento, sino que
pueden ser un reflejo de, precisamente, todo lo contrario:
manifestaciones de alegría, de pertenencia a determinada cultura o
credo religioso; incluso, yendo más allá, de intercambio global entre
diferentes pueblos y culturas.
Bibliografía
 Ciudades del cine, Rafael Dalmau y Albert Galera; Barcelona,
Raima Ediciones, 2008.
 Las ciudades del cine, en Savia, septiembre de 2008;
http://www.uhu.es/uhutur/documentos/monografias6/8ciudad
esdecine.pdf consultado en 3 de enero de 2011, revisado en 11 de
enero de 2011.
 Ciudades proyectadas: cine y espacio urbano, Stephen Barber
(traducción de Rafael Jackson); Madrid, Editorial Gustavo Gili,
S.A., 2006.
 Historia de las ciudades, en http://es.wikipedia.org consultado
en 4 de enero de 2011, revisado en 11 de enero de 2011.
 Arte romano: arquitectura religiosa y civil, en
http://www.slideshare.net consultado en 4 de enero de 2011,
revisado en 11 de enero de 2011.
 Las ciudades, en http://html.rincondelvago.com consultado en 5
de enero de 2011.
 Manifestaciones culturales, en http://www.monografias.com
consultado en 7 de enero de 2011, revisado en 11 de enero de
2011.
 Artes y tradiciones populares, en http://es.wikipedia.org
consultado en 7 de enero de 2011, revisado en 11 de enero de
2011.
 Manifestación, en http://es.wikipedia.org consultado en 7 de
enero de 2011, revisado en 11 de enero de 2011.

You might also like