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Dolarización

La dolarización es el proceso por el cual un país adopta una moneda


extranjera para su uso en transacciones económicas domésticas. La moneda
extranjera reemplaza a la moneda doméstica en todas sus funciones (reserva
de valor, unidad de cuenta, medio de pago).

La dolarización puede ser oficial o extraoficial. Es extraoficial cuando los


agentes económicos realizan la mayoría de las transacciones internas en
moneda extranjera y mantienen principalmente cuentas corrientes o depósitos
bancarios. La dolarización es oficial cuando un país adopta la moneda
extranjera como la de curso legal exclusivo o predominante.

Los países latinoamericanos dolarizados oficialmente son Ecuador, El Salvador


y Panamá.

 Ecuador

En Ecuador se ha adoptado la dolarización oficialmente, luego de haber sufrido


una gran crisis económica a finales de la década de los 90 y una fuerte
devaluación del sucre, su anterior moneda. El proceso fue parcialmente
exitoso, pero con un alto grado de encarecimiento de la subsistencia. La
dolarización le ha dado una ventaja al Ecuador: por un lado, al tener una
moneda internacional, pero eso no ha logrado detener el aumento del costo de
vida y la dificultad para la inversión y la productividad, entre otros; en
contraparte, la estabilidad económica relativa está fortalecida por las remesas
de los emigrantes ecuatorianos y por el alto precio del petróleo en los últimos
años.[1] [2]

Una de las grandes polémicas respecto de la dolarización ecuatoriana no sólo


fue la pérdida de soberanía monetaria, sino el tipo de cambio bajo al que se la
adoptó, a 25.000 sucres el dólar estadounidense, beneficiando a sectores de
influencia política y económica que ya estaban avisados de la futura
dolarización y se anticiparon a las medidas comprando dólares, mientras al
resto de la población se los animó a confiar en la moneda nacional, a través de
propaganda gubernamental favorable al nacionalismo económico, en que si
cambiaban a sucres sus dólares o que si invertían en sucres mejorarían la
economía. Se suma a eso las acciones contraproducentes del Banco Central
de Ecuador y del Servicio de Rentas Internas para poner trabas al proceso. Eso
explica en gran parte -a pesar de la relativa estabilidad inflacionaria- el por qué
del aumento de la migración ecuatoriana y el colapso de las clases medias.

Sin embargo, comparativamente, la dolarización estabilizó la economía


ecuatoriana impidiendo a los posteriores gobiernos de turno la devaluación de
moneda y eliminando el señoreaje, preservando de mejor forma el valor del
dinero de los ciudadanos, estabilizando los precios. La mayoría de la población
ecuatoriana la ve como una de las mejores decisiones tomadas en el campo
económico, si bien puede no estar de acuerdo en las políticas públicas usadas
para instaurarla y mantenerla.[3]

Ecuador: Dolarización y políticas alternativas


Globalización, dolarización y uniones monetarias

Es bien conocida en economía la llamada "trilogía imposible", es decir, la


imposibilidad de tener simultáneamente alta movilidad de capitales, una política
monetaria autónoma, y estabilidad cambiaria (1). Sin embargo, este viejo
principio ha sido de hecho transformado por el impresionante incremento de los
flujos financieros internacionales a partir de losaños noventa. De esta forma,
las transacciones cambiarias diarias en el mundo alcanzan 1,2 trillones de
dólares por día, es decir, cerca de 40 veces la producción anual de un país
como Ecuador. Ante esta realidad, la trilogía probablemente se ha convertido
en realidad en una dúo logia, es decir, simplemente parece imposible para
países pequeños y en desarrollo tener -o al menos garantizar- una política
monetaria autónoma y/o estabilidad cambiaria en un mundo de alta movilidad
de capitales.

Ante esta situación, básicamente existen dos caminos. Si políticas soberanas y


objetivos nacionales son deseables, el primero es, obviamente, reducir la
movilidad de capitales (2). De hecho, la alta movilidad de capitales es una de
las características más criticada de la globalización económica neoliberal,
precisamente por la pérdida de las políticas nacionales así como por los
grandes destrozos que la especulación financiera internacional ha causado en
los países en desarrollo, crisis que frecuentemente no son consecuencia de
acciones directas de los países que las sufren, sino que son producto de lo que
hacen o dejan de hacer los demás países, y hasta del humor de los
inversionistas internacionales. Por esta razón, muchos economistas desde
hace ya varios años vienen denunciando la necesidad de poner "arena en los
ejes de la carreta" de la globalización, es decir, determinadas barreras -tales
como el impuesto Tobin (3)- para disminuir la movilidad de capitales. Por
supuesto, dada la orientación de la globalización neoliberal, donde el interés
que predomina no es el de los países en desarrollo sino el del capital
internacional, estas propuestas han sido largamente obviadas.

Un segundo -aunque de ninguna manera excluyente- camino es, entonces, la


necesidad de conformar bloques económicos de mayor tamaño que, a
diferencia de los procesos de integración intentados anteriormente en
Latinoamérica -los cuales ponían énfasis en lo comercial-, se caractericen
sobre todo por ser uniones monetarias, para así disminuir la vulnerabilidad de
las economías nacionales frente a los embates del capital financiero
especulativo. De hecho, con toda seguridad el siglo XXI verá la extinción de las
monedas nacionales y el surgimiento de pocas pero fuertes monedas
regionales, como la única forma de sobrevivir en un mundo globalizado.

El tener una moneda común exige la coincidencia de los ciclos económicos, o,


en su defecto, una alta movilidad laboral al interior de la unión monetaria, para
que el ajuste a los episodios de desempleo o inflación se realice sin mayores
costos por medio del sector real de la economía y, básicamente, a través del
mercado laboral. En otras palabras, la renuncia a las monedas nacionales
dentro de verdaderas uniones monetarias, debe ser compensada con la
movilidad laboral al interior de la región, lo cual exige cierto grado de
integración política. De esta forma, los imperativos económicos y la necesidad
de monedas y economías regionales, impondrán también en un futuro no muy
lejano el surgimiento de nuevas unidades geopolíticas.

Uniones monetarias versus dolarización unilateral


Los requisitos para tener una moneda común están resumidos en la llamada
"Teoría de las Áreas Monetarias Óptimas" (Teoría AMO) iniciada por Robert
Mundell a principios de los años sesenta. De esta forma, y de acuerdo a la
Teoría, el beneficio de tener una moneda común es una función creciente del
actual o potencial nivel de integración comercial entre dos países, puesto que
reduce costos de transacción, mientras que el costo de renunciar a la moneda
nacional es una función decreciente del grado de coincidencia de los ciclos
económicos y del grado de movilidad laboral que exista entre las regiones. La
simetría de los ciclos económicos o la movilidad de la fuerza laboral harían
innecesaria una moneda nacional, ya que la alta movilidad de factores
reemplaza al tipo de cambio nominal como mecanismo de ajuste, mientras que
una alta simetría de los ciclos económicos hace innecesario el manejo del tipo
de cambio nominal.

Mundell proponía estas ideas hace más de 40 años, donde, como se manifestó
anteriormente, el principal beneficio de tener una moneda común era reducir
costes de transacción. Sin embargo, dado el impresionante incremento de los
flujos de capitales observados a partir de los noventa, una moneda regional
para economías pequeñas y en desarrollo que reúnan los requisitos exigidos
por la Teoría AMO implicaría un enorme beneficio adicional, que podría superar
con creces al beneficio de disminución de los costes de transacción: la
reducción de la vulnerabilidad de las economías nacionales a los flujos
externos de capitales (4). Los canales por los que la moneda común disminuye
vulnerabilidad son múltiples. El más claro probablemente es la posibilidad de
"juntar reservas" (pooling reserves) y de esta forma tener un fondo de liquidez
común en caso de una salida de capitales. Obviamente, todo ello implicaría
coordinación de políticas. Además de lo anterior, al tener una moneda regional
propia y coordinación de políticas macroeconómicas, un adecuado manejo
cambiario permitiría a la región mantener convenientes niveles de
competitividad externa. Todos estos factores hacen que la Teoría AMO en el
mundo globalizado del siglo XXI deba interpretarse básicamente como la
búsqueda de verdaderas uniones monetarias y excluya arreglos monetarios
tales como la dolarización unilateral (5).
Las "causas" de la dolarización ecuatoriana

La dolarización unilateral ecuatoriana se adoptó en Enero del 2000 luego de la


peor crisis de la historia del país. Sin embargo, la crisis de 1998-1999 fue
esencialmente una crisis bancaria, fruto de la liberalización financiera de 1994
unida a pobres controles, un débil sistema bancario, malas prácticas
financieras, y choques externos negativos a partir de 1995. Dicha crisis
bancaria se transformó en crisis monetaria como consecuencia directa de la
Ley de la Agencia de Garantías de Depósitos (Ley AGD), la cual obligó al
Estado a respaldar el 100% de los depósitos nacionales y extranjeros, sin límite
de monto. Como producto de ello, el Gobierno Central creó los bonos AGD y el
Banco Central del Ecuador inyectó liquidez para adquirir dichos bonos y
respaldar los depósitos. De esta forma, la depreciación del 400% que tuvo la
moneda nacional entre Enero de 1999 y Enero del 2000, así como la
amenazante aceleración de la inflación mensual, justificativos para adoptar la
dolarización, no habrían ocurrido si no hubiese existido un exceso de liquidez
en la economía.

En otras palabras, es la crisis bancaria y el poder político de los banqueros


para traspasar el peso de la crisis al Estado, la que genera la depreciación del
sucre y la crisis monetaria. De un análisis inteligente y profundo de la crisis de
1998-1999, y más allá de ingenuas interpretaciones tecnocráticas, la
conclusión fundamental debería ser, entonces, la necesidad de liberar al
Estado de los grupos de poder que lo controlan. Hoy, dada las aberraciones de
la economía ecuatoriana, Ecuador ya no tiene moneda nacional, pero el poder
de la banca en el manejo económico y político del país continúa intacto.

La insostenibilidad de la dolarización ecuatoriana

Es claro entonces que la ingenua y temeraria dolarización unilateral


ecuatoriana no tiene nada que ver con una unión monetaria, y que constituye
un absurdo económico y geopolítico. Fue tomada de forma apresurada en un
momento de grave crisis, bajo el peculiar argumento de que lo mejor es "atarse
las manos", y confundiendo de manera torpe los efectos con las causas de la
crisis. Sin embargo, Economía es una ciencia de realidades y no de simples
deseos, y, sin los fundamentos adecuados expresados claramente en la teoría
AMO, la dolarización unilateral ecuatoriana es sencillamente inviable en el
mediano y largo plazo.

Obviamente, además de la no coincidencia de los ciclos económicos con


Estados Unidos y de la ausencia de movilidad de la fuerza laboral, no existe
ninguna clase de coordinación de políticas con el país emisor de la moneda
que hemos adoptado. En otras palabras, las ganancias en el mediano plazo por
una medida de esta clase serán prácticamente nulas, mientras que los costos
pueden ser enormes, pese a que en el corto plazo, como suele ocurrir cuando
se asume un tipo de cambio fijo después de una crisis monetaria, la
dolarización pudo haber dado algunas ventajas en cuanto a credibilidad y
estabilidad. Sin embargo, como manifiesta algún autor, esta aparente
estabilidad ha llevado a muchos a confundir el adelgazar por coserse los labios,
con el estar en buena salud.

De esta forma, pese a las extraordinarias condiciones externas en que se ha


desenvuelto la dolarización ecuatoriana, su insostenibilidad es cada vez más
clara, con efectos negativos que se refuerzan mutuamente. Así, dada una
inflación acumulada de cerca del 150% desde que se inició la dolarización,
Ecuador ha sufrido la apreciación del tipo de cambio real, y, como
consecuencia de aquello, un déficit no petrolero que en el 2003 fue cerca del
triple del promedio de antes de la dolarización (6). Directamente relacionado al
problema externo, está la incapacidad de la economía de generar puestos de
trabajo, por lo que las tasas de desempleo abierta y sub-empleo son
persistentemente altas, pese a la gran emigración de la fuerza laboral. De igual
manera, la necesidad de una política fiscal extremadamente recesiva para
evitar mayores daños en el sector externo, está conduciendo a la generación
de déficits endógenos, que agravan aún más la situación fiscal (7). Finalmente,
pese a las extraordinarias condiciones externas del 2003, y, particularmente, un
barril de petróleo que bordeó los $27 cuando fue presupuestado a $18, se
revisó 1% a la baja la meta de crecimiento, y el país creció tan solo 2,7%,
mientras que el sector no petrolero creció tan solo 1,4% (8).
De esta forma, para su crecimiento en el mediano y largo plazo, Ecuador sigue
apostando prácticamente en forma total a los altos precios del petróleo y a
incorporar nueva producción petrolera, factores externos que, además de
incrementar la vulnerabilidad de la economía, tienen un efecto tan solo
marginal en cuanto a bienestar y generación de empleo. Es decir, las altas
tasas de crecimiento anunciadas para los próximos años, de materializarse, se
estarían dando sobre la base del consumo de un activo, el petróleo, y no en
función de la generación de valor agregado y puestos de trabajo productivo.
Por el contrario, como ya se está observando, el espejismo del petróleo
ocultaría una sistemática destrucción de la base productiva nacional,
consecuencia del esquema monetario que mantiene el país.

La búsqueda de una salida ordenada

Hoy, dadas las favorables condiciones externas, tal vez es el momento


apropiado para ensayar una salida ordenada a la dolarización, antes que los
fundamentos económicos se deterioren aún más. Sin embargo, además de los
grandes desafíos técnicos para salir de la dolarización, se trata sobre todo de
un problema de consenso político y social (10). De lograrse dicho consenso,
todavía totalmente ausente en el país, la parte técnica tendría que enfrentar
tres problemas fundamentales e interrelacionados entre sí: crear demanda por
la nueva moneda, evitar una crisis bancaria por corrida de depósitos, y evitar
una crisis de balanza de pagos por salida de capitales. Además de lo anterior,
para minimizar los costos de salida, y sobre todo los grandes ganadores y
perdedores como en el caso argentino, la salida de la dolarización debería
realizarse de manera paulatina, e implicaría un largo período de tiempo,
dividido en forma general en tres etapas: una primera etapa de "blindaje
financiero y externo", una segunda etapa de "desdolarización", y una tercera
etapa de "corrección de precios relativos".

La primera etapa estaría orientada básicamente a disminuir la vulnerabilidad


del sector bancario y la probabilidad de una crisis de Balanza de Pagos, para lo
cual se requeriría la obtención de grandes reservas de divisas -fondos de
liquidez- por medio del apoyo de organismos internacionales y/o ventas
anticipadas de petróleo, para respaldar al sistema bancario y resistir cualquier
corrida de capitales. Simultáneamente, se requeriría la imposición de controles
temporales a la movilidad de capitales, con el fin de tratar de minimizar la salida
de capitales especulativos que la introducción de una moneda nacional
generaría. Finalmente, sería altamente deseable una adecuada renegociación
de la deuda externa, que reduzca la presión en el sector externo, para todo lo
cual también se requeriría de un decidido apoyo internacional.

En una segunda etapa, se introduciría la nueva moneda nacional y se iniciaría


un período de bimonetarismo con paridad fija, tal como la convertibilidad
argentina. Para ello, se requerirían de controles temporales en el sistema
cambiario como una medida necesaria para garantizar la paridad de la nueva
moneda. En esta etapa, los desafíos fundamentales serían la generación de
demanda para la nueva moneda como medio de pago, así como la sistemática
desdolarización financiera de la economía, lo cual implicaría generar demanda
de la nueva moneda como reserva de valor y generalizar su utilización como
unidad de cuenta y patrón de pagos diferidos. Para todo ello se requeriría de
una compleja red de estímulos y reformas institucionales por parte del Estado,
de tal forma que se induzca a los agentes económicos a utilizar la nueva
moneda nacional.

Finalmente, en una tercera etapa, y una vez desdolarizada en la medida de lo


posible la economía, se requeriría de una depreciación de la moneda nacional
que corrija la distorsión de precios relativos y que permita emprender
nuevamente una política monetaria autónoma y soberana. Aunque los efectos
de transmisión ("pass through effects") entre depreciación e inflación se han
reducido sensiblemente en Latinoamérica, como lo demuestra el caso
argentino, en esta etapa se requeriría de un manejo especialmente cuidadoso
en el control de la inflación. Además de lo anterior, de existir aún pasivos
financieros denominados en dólares, se deberían incorporar mecanismos de
compensación para aquellos agentes económicos que sufran pérdidas
ilegítimas por la depreciación de la moneda.

Mirando al futuro: Hacia una moneda común andina


Finalmente, en el largo plazo, debiera existir una cuarta e ineludible etapa de la
desdolarización: la creación de una moneda común andina, como la única
manera de que nuestros países puedan enfrentar exitosamente la globalización
económica. Como se manifestó anteriormente, es muy difícil e incluso muy
poco deseable que las monedas nacionales de países como los de la región
andina sobrevivan en un mundo globalizado. Los obstáculos para una unión
monetaria andina son aún enormes, pero, como claramente lo ha demostrado
la Unión Europea, más que tecnicismos económicos, se trata de la voluntad
política y visión histórica de nuestros líderes (11).

Sin embargo, una unión monetaria andina servirá para enfrentar de mejor
manera las asimétricas relaciones de poder entre países. El problema es,
¿cómo enfrentar las tal vez aún más asimétricas relaciones de poder dentro de
los países andinos, donde exigencias tales como mayor flexibilidad y movilidad
laboral, aumentarían la concentración del ingreso y la desprotección de los
asalariados? En otras palabras, la unión monetaria protegería a los países
pobres, pero, ¿quién protege a los pobres de dichos países de las exigencias
de la unión monetaria? (12)

Tal vez estamos aquí ante la principal limitación para buscar inteligentemente
la mejor estrategia para enfrentar la globalización económica: que cualquier
proceso de integración económica y monetaria, requerirá, para ser viable, de
mayor justicia social. Se trata entonces, no solamente de enfrentar
"exitosamente" la globalización, sino también de cambiar 500 años de historia.

(1) La trilogía imposible se sustenta en el modelo de economía abierta de


Mundell-Fleming. Técnicamente, la perfecta movilidad de capitales implica que
la tasa de interés se fija exógenamente. De esta forma, si se quiere mantener
el tipo de cambio estable como objetivo de política, la cantidad de dinero se
endogeniza, es decir, está determinada por la tasa de interés y el nivel de tipo
de cambio. Inversamente, si se quiere mantener la cantidad de dinero estable
como objetivo de política, es el tipo de cambio el que se endogeniza, es decir,
queda determinado por la tasa de interés y la cantidad de dinero. En pocas
palabras, con alta movilidad de capitales no se puede tener simultáneamente al
tipo de cambio y a la cantidad de dinero como instrumentos de política,
perdiéndose al menos uno de ellos.

(2) Es necesario resaltar el hecho de "si... son deseables", pues en los últimos
años en Ecuador se ha impuesto el criterio de que mientras menos
instrumentos y políticas se tengan, mejor. Aunque esta posición "intelectual" no
resiste ningún análisis serio, una de sus consecuencias directas ha sido la
dolarización oficial de la economía ecuatoriana.
(3) James Tobin ganó el Premio Nobel de Economía en 1981, y desde hace
más de 20 años viene proponiendo la necesidad de establecer un impuesto a
los flujos internacionales de capitales. El impuesto Tobin no solo tendría
efectos en cuanto a disminuir la volatilidad de dichos flujos, sino que la
recaudación generada podría servir para financiar proyectos de desarrollo.
(4) Nótese que este beneficio no lo tiene la dolarización unilateral, y, por el
contrario, al no controlar el país variables como la tasa de interés, dicha
vulnerabilidad podría ser exacerbada por la dolarización.

(5) De hecho, en el caso ecuatoriano la dolarización unilateral técnicamente


debió ser excluida simplemente observando los requisitos de la Teoría AMO
tradicional.
(6) Pese a haber gozado de los más altos precios del petróleo de los últimos 20
años, Ecuador también acabó con déficit comercial total por tercer año
consecutivo, situación que desde 1979 al 2000, esto es, hasta antes de la
dolarización, sólo había ocurrido en 1987 por la ruptura del oleoducto, y en
1998 por el desplome de los precios del petróleo.

(7) En este sentido, las similitudes con el caso argentino son impactantes. Para
mantener la convertibilidad, el gobierno de De la Rúa optó por tratar de lograr
superávits fiscales aumentando la presión tributaria y reduciendo salarios en el
sector público, con lo que aniquiló la demanda interna, deprimió aún más la
economía, y, finalmente, deterioró mayormente la situación fiscal por la
disminución de la base tributaria.
(8) Gracias a la recuperación de las economías desarrolladas, las bajas tasas
de interés internacionales, y la reanudación del ingreso de capitales a la región,
el año 2003 fue un buen año para toda América Latina. Ecuador se benefició, al
menos, de dos factores adicionales: la gran depreciación del dólar -lo cual
perjudica a los países no dolarizados- y los altos precios del petróleo -lo cual
perjudica a los países importadores de petróleo-. No obstante lo anterior,
Ecuador fue de los 7 países que menos creció entre 20 países
latinoamericanos (Cepal, 2004). Obviamente, los pobrísimos resultados en
cuanto a crecimiento no son solo consecuencia del esquema monetario vigente
sino también de una pésima política fiscal, cuyo análisis escapa al alcance de
este trabajo.

(9) Esto es aún más urgente en medio de la fiebre aperturista-comercial que


vive el país. En efecto, mayores liberalizaciones comerciales manteniendo un
tipo de cambio fijo extremo como la dolarización, es sencillamente un desastre
anunciado.
(10) En el caso de la convertibilidad argentina, dicho consenso se logró cuando
ya la crisis era demasiado grave, y precisamente como consecuencia de ésta.
Jameson (2003) manifiesta que "mientras más tiempo un país espera para
enfrentar el problema de la disparidad entre crecimiento de la productividad y
costos domésticos y la consecuente sobrevaluación del tipo de cambio, más
duro será romper el lazo. En consecuencia, el argumento a favor de romper la
dolarización debe ser hecho temprano, y la coalición de soporte debe ser
establecida con aprobación internacional mucho antes de que la economía se
deteriore."
(11) Sin embargo, los argumentos económicos y políticos no son excluyentes,
sino complementarios. De hecho, la voluntad política se nutre en gran medida
de los potenciales beneficios económicos que la acción a tomar provea.
(12) Dada la mucho mayor cohesión social y nivel de riqueza de los países
europeos, los "perdedores" de la unión monetaria tenían razonable certeza de
ser adecuadamente compensados, algo que está muy lejos de ser creíble en
América Latina, y, particularmente, en la región andina.

Función de la reserva internacional en una economía


dolarizada

Antes de la vigencia de la dolarización en Ecuador (país que adoptó el dólar


como medio de pago legal y obligatorio en 2000), una de las funciones del
Banco Central del Ecuador (BCE) era el control del precio del dólar en el
mercado, para lo cual compraba o vendía dólares para abaratar o encarecer al
sucre (moneda legal y corriente antes de 2000), de acuerdo con las
necesidades del país.

Para poder realizar esta función, el BCE disponía de un monto de divisas


llamadas Reserva Monetaria Internacional (RMI), que equivale a la Reserva
Internacional antes definida.

Sin embargo, a partir de la dolarización, el concepto de RMI ha sido


reemplazado por el de Reserva Internacional de Libre Disponibilidad (RILD), el
cual, si bien es en esencia la misma RMI, ahora actúa como respaldo del total
de las especies monetarias (monedas) emitidas por el BCE, así como de los
depósitos que el sistema financiero público y privado mantienen en dicho
Banco y son los recursos de los que puede disponer inmediata y libremente el
Banco Central para cumplir con sus funciones.

El saldo de esta Reserva está constituido por el dinero extranjero (el dólar
sigue siendo una moneda extranjera) que el BCE tiene en caja, los depósitos e
inversiones que mantenga en instituciones financieras fuera del país, el oro
mantenido por el mismo Banco fuera del país, los depósitos que el Ecuador
tiene en el Fondo Monetario Internacional por hacer parte del mismo y créditos
o deudas que el país tenga con los miembros de la Asociación Latinoamericana
de Integración (ALADI) por sus operaciones comerciales recíprocas.

Actualmente la RILD es uno de los indicadores más importantes de la


estabilidad de la economía ecuatoriana y de la dolarización, puesto que
muestra la liquidez y capacidad de afrontar situaciones de choque (bajos
precios del petróleo, daños en la infraestructura de producción, por ejemplo)
manteniendo el modelo económico.

LA DOLARIZACION EN EL ECUADOR
El Ecuador es uno de los países más conflictivos del Continente americano. Su
faccionalismo, su canibalismo político, su divisionismo regional, han sido
obstáculos insalvables para las reformas de corte liberal. A diferencia del resto
de la región, en el Ecuador no ha sido posible privatizar las empresas estatales,
ni reformar el sistema de pensiones, ni reducir aranceles y liberar el comercio
internacional. Pero en enero del 2000 dio un paso decisivo para cambiar su
historia, el Presidente Jamil Mahuad anunció que se utilizaría el dólar
estadounidense en lugar de la moneda local, el sucre.

Este ensayo pretende relatar las circunstancias históricas que llevaron al


Ecuador a adoptar un nuevo sistema monetario y cuáles han sido sus
consecuencias, hasta el momento. Aunque sus detractores la han calificado de
"terrorismo económico", los que promovieron la idea confiaban en que la
dolarización catalizaría un cambio no solo en los gobernantes sino en toda la
sociedad. Luego de seis meses de haberse iniciado el proceso de substitución,
es importante evaluar si la dolarización ha tenido las consecuencias alegadas
por sus defensores.

Los factores contribuyentes

Parecía un sueño políticamente imposible. En octubre de 1996, el entonces


presidente, Abdalá Bucaram, había propuesto una Caja de Conversión, similar
a la de Argentina. Fueron muy pocos los economistas ecuatorianos que
acogieron la propuesta; al contrario, fueron muchos los que la impugnaron.
Cuatro meses más tarde, Bucaram sería depuesto. Esto hacía presagiar que
una medida todavía más radical como la dolarización era inalcanzable. No
obstante, tres factores serían decisivos en la adopción de la moneda
estadounidense en substitución del sucre. El activismo político de un grupo de
economistas, denominado Foro Económico, encabezado por Joyce Higgins de
Ginatta, el debate intelectual detrás de una idea y los desaciertos de la política
monetaria discrecional del Banco Central del Ecuador (BCE) fueron los factores
contribuyentes a la adopción de un nuevo sistema monetario.

Para que las ideas tengan consecuencias es requisito indispensable que algún
político o personaje prominente se convierta en su abanderado. Ginatta fue ese
personaje. Su personalidad arrolladora, su incansable comunicación con todos
los que podían influir en la adopción de la medida y poco a poco, con su
enorme poder de convocatoria, fue convenciendo a los economistas más
prestigiosos y prominentes del Ecuador de aunarse y promover la idea de que
la dolarización era la única medida que podía restablecer la estabilidad
macroeconómica.

Bajo el título de Foro Económico, estos economistas hicieron suya la idea y la


propagaron por todos los medios a su alcance. Un pequeño librito Por qué y
cómo dolarizar trascendió el mundo académico y sus argumentos se
constituyeron en la base intelectual del debate. Ginatta organizó varios
congresos y gracias al apoyo del Foro Latinoamericano de la Fundación
Francisco Marroquín, se contó con la presencia de figuras internacionales,
como Martín Krause, Juan Carlos Leal y Alejandro Sucre. El Instituto
Ecuatoriano de Economía Política, dirigido por Dora de Ampuero, también
publicó varios trabajos, siendo el de Kurt Schuler (Fundamentos de la
dolarización) uno de los más importantes. Schuler estuvo también de visita en el
Ecuador en un par de ocasiones. José Luis Cordero, con su libro La segunda
muerte de Sucre y su estilo único de presentación fue factor decisivo, inclusive
la petición que le hiciera el gobierno de abandonar el país contribuyó a la
divulgación de la idea. Además, miembros prominentes de la inteligentica
ecuatoriana que sin ser miembros del Foro apoyaron la idea. Los rectores de la
Universidad de las Américas, de la Universidad San Francisco de Quito y otras.
Los Alcaldes de Quito y Guayaquil, Roque Sevilla y León Febres Cordero
respectivamente. Dirigentes del Partido Social Cristiano y del Demócrata
Popular (los dos partidos más representativos de la derecha ecuatoriana),
inclusive Abdalá Bucaram, del Partido Roldosista (del ex-presidente Bucaram),
endosó la propuesta en las postrimerías del gobierno de Mahuad. También
hubo detractores notables como Jorge Gallardo y Alberto Acosta, autores de
libros de contra de la dolarización, profesores de economía de la Universidad
Católica de Quito y de la Escuela Politécnica del Litoral (Guayaquil).

Aunque muchos de los críticos de la dolarización insisten en que fue "impuesta"


a la ciudadanía, nada más lejos de la realidad. Durante más de un año, los
miembros del Foro propagaron la idea en radio, prensa, televisión. Se la debatió
en el seno del Congreso Nacional, en universidades, en colegios profesionales
y en presentaciones de todo tipo. Se puede asegurar que no quedó persona en
el Ecuador, particularmente en Guayaquil, que para finales de año no haya
escuchado los argumentos a favor y en contra de la dolarización.

Sin embargo, la dolarización no hubiera sido posible sin la crisis económica que
sufría el Ecuador. Las autoridades monetarias, en sus esfuerzos por controlar la
crisis financiera de la banca, habían llevado a cabo una serie de políticas
erráticas y erradas que lejos de solidificarla llevaron al país al abismo. Los
súbitos aumentos en el encaje bancario, la elevación de la tasa de interés
interbancaria a más del 200%, el congelamiento de los depósitos y el abandono
de las bandas cambiarias fueron todas medidas insuficientes para contrarrestar
la abultada emisión de dinero que venía realizando el Banco Central. El país
había entrado en una vorágine devaluatoria nunca antes vivida. De junio de
1998 a enero de 2000, la tasa de cambio había caído de 5 mil sucres por dólar
a 25 mil. Esto sin contar la enorme volatilidad que había sufrido esos meses.
Las expectativas inflacionarias y devaluatorias conducían a una espiral
especulativa que hacía imposible la estabilidad con medidas ortodoxas.
Cualquier anuncio de las autoridades era recibido con escepticismo. A esto se
sumaba la intranquilidad política. Todos, inclusive personeros de su propio
partido, pedían la renuncia del presidente Jamil Mahuad. El gobierno tenía que
tomar una medida drástica, una medida que rompiera las expectativas, por ello
Mahuad acogió la idea de la dolarización. Si el gobierno hubiera encontrado
otra manera de manejar la crisis, no se la hubiera hecho. La prueba está en que
la cotización del dólar, en marzo de 1999, había llegado a 20 mil sucres. En
lugar de adoptar la convertibilidad, como había asesorado la Fundación
Mediterráneo de Domingo Caballo, Mahuad decidió cerrar la banca y congelar
los depósitos. Mahuad había puesto su fe en la ayuda internacional del Fondo
Monetario Internacional, aunque ésta nunca llegó a tiempo, cuando el FMI dio
su aval, fue muy tarde. Para finales de año, nadie creía en el gobierno.

Las fallas en la ejecución

No faltaron obstáculos y dificultades en la ejecución de la dolarización. Tanto el


Directorio del Banco Central como los técnicos que habían preparado un
estudio en contra de la dolarización continuaron en funciones. Los encargados
del proceso nunca fueron entusiastas defensores de la idea, si alguna vez lo
hicieron fue un apoyo muy tibio. Todo esto fue motivo para que ingenuamente o
a propósito se pusieran trabas al proceso. Entre otras:

 El Banco Central mantuvo su poder de discreción sobre la liquidez del


sistema financiero
 Se dio al BCE la potestad de fijar las tasas de interés
 Los cajeros automáticos solo daban cambio en billetes de cinco dólares
 Se pensó en exigir que se escriban los cheques utilizando la
nomenclatura inglesa (punto para los decimales) con el propósito de
exacerbar el malestar popular contra la dolarización
 Se importó moneda fraccionaria pero no se la ponía en circulación so
pretexto de que la banca no la demandaba
 La publicidad fue manejada muy pobremente. Se mandó a imprimir 50
mil panfletos para educar sobre la dolarización, ¡a los niños!
 El BCE, bajo la excusa de educar a la población, realizó una campaña de
temor ante la potencial proliferación billetes falsos
 El Servicio Interno de Rentas preparó un sistema extremadamente
complicado para la valoración en dólares de los activos de las empresas.
La tecnocracia tributaria no pudo aceptar que simplemente se dividan los
rubros del balance para 25 mil
 El BCE decidió establecer una oficina en los Estados Unidos para
monitorear la política monetaria de ese país.
 En resumidas cuentas, la falta de convicción de los encargados retardó
innecesariamente el proceso. Cuando en mayo se hicieron cambios en el
directorio del BCE se aceleró la ejecución de la dolarización. Hasta el
momento el 70% de la base monetaria está en dólares, han
desaparecido las cuentas bancarias en sucres y se espera que el 100%
de las transacciones se lleve a cabo en dólares para el 9 de Septiembre
fecha fijada para la circulación legal del sucre. No obstante, la
dolarización se encontró un escollo bastante difícil de salvar, al
mantenerse la paridad a 25 mil, se eliminaba el costo de una futura
devaluación pero se mantenía el costo de utilizar una moneda extranjera
para los vueltos y las transacciones pequeñas. Esta demanda residual de
sucres desaparecerá en diciembre, cuando las autoridades monetarias
dejarán de canjear sucres por dólar y el sucre no tendrá ningún valor.

Las consecuencias y los resultados

Los defensores de la dolarización sostenían que, aunque no era panacea para


resolver los males ancestrales del país, tendría efectos inmediatos (la reducción
de la inflación y de las tasas de interés) y mediatos (el ingreso de capitales y el
cambio de mentalidad tanto de gobernantes como de agentes privados) que
favorecerían el despegue de la economía. A continuación se analizan estas
promesas.

Las tasas de interés y la inflación.

En los primeros meses los precios continuaron en alza (se estima en un 100%
la tasa anual). Apenas en julio se ha visto una desaceleración significativa en la
inflación. El problema estriba en la cotización de 25 mil sucres por dólar y el
proceso de empobrecimiento por el que estaba atravesando la población. Los
precios en dólares tanto de bienes no transables como bienes raíces y
productos de primera necesidad así como de los enseres domésticos,
automóviles y otros productos suntuarios habían caído estrepitosamente. Se
habían reducido sueldos y salarios en más de la mitad. El proceso devaluatorio
había causado un proceso "deflacionario" en dólares, mientras que la inflación
en sucres se había rezagado. En los 18 meses de gobierno de Mahuad, el
sucre se devaluó en más del 200%, mientras que la inflación se había
acelerado al 100%. Este rezago tenía que eliminarse y, por consiguiente, la tasa
de inflación en los primeros seis meses sólo estaba compensando la
devaluación acumulada.

Otra fuente del aumento de precios fue la reducción de subsidios a la gasolina,


al consumo de electricidad y aumento de tarifas de otros servicios públicos. El
impacto de la subida de estos precios fue temporal, se sintió solo hasta que el
mercado ajustó el resto de los precios al costo de estos insumos.

Las tasas de interés en sucres cayeron significativamente mas no así las tasas
en dólares. Aparentemente el riesgo-país, la presencia del Banco Central, la
percepción de que se podría suspender la dolarización y otras fuentes de
incertidumbre son factores que impiden el ingreso de capitales y la consiguiente
reducción en las tasas de interés.

La disciplina fiscal

Es importar anotar que muchos de los argumentos esgrimidos por los


opositores de la dolarización fueron acogidos por sus defensores como virtudes.
Así, se la etiquetó como "una camisa de fuerza" que se imponía al sector
público, el gobierno no tendría la flexibilidad suficiente para encarar una
reducción de ingresos por caída de los precios del petróleo (una de las fuentes
más importantes del ingreso fiscal, más del 40%). El déficit fiscal solo podría ser
financiado con impuestos o reducción de gasto pues las fuentes de
financiamiento se habían agotado por la excesiva deuda externa (120% del
PIB). El presupuesto para el 2001 está todavía por elaborarse. El presupuesto
deberá considerar una posible reducción del precio del petróleo y tener planes
contingentes para reducción del gasto.

La pérdida de competitividad

Otro argumento esgrimido en contra de la dolarización fue el perjuicio que


sufrirían las exportaciones al no disponer de la devaluación para abaratar los
productos locales. La sobredevaluación que se llevó a cabo ha resultado en un
superávit en la cuenta corriente por cual en este momento no es posible evaluar
hasta qué punto las exportaciones ecuatorianas han perdido competitividad.

Lo que sí se puede afirmar es que los empresarios ecuatorianos han


comenzado a experimentar la competencia de productos del exterior que tienen
precios en dólares más baratos. La inflación local llevó a que muchos de los
productores subieran el precio por encima del precio en países vecinos. Pronto
comenzaron a ser importados y los empresarios ecuatorianos se vieron en la
necesidad de reducir sus precios. Sin la protección de la devaluación el efecto
de la dolarización sobre el comportamiento de muchos empresarios ha sido
inmediato.

La pérdida de la discreción en política monetaria.

El Banco Central no ha sido abolido. Administra un llamado Fondo de


Disponibilidad con el objetivo de continuar siendo prestamista de última
instancia y árbitro de la liquidez financiera. Además se espera que administre
también un Fondo de Estabilización para contrarrestar un posible desfase entre
el ciclo económico de los Estados Unidos y el del Ecuador. Este es un logro de
los tecnócratas del BCE, que aunque no dispongan del poder de emitir dinero,
sí van a poder continuar su papel de administradores de la política monetaria.
No obstante, se prevé una reducción significativa del personal del BCE.

El cambio de actitudes y mentalidad

Una de las acusaciones más mencionadas de los detractores de la dolarización


era que ésta no era sino un caballo de Troya para lograr las ansiadas medidas
"neoliberales" que hasta el momento el pueblo había logrado detener. No cabe
duda que este temor era bien fundado. Las reformas se habían empantanado
por la fragmentación política. La dolarización implicaba un cambio profundo en
todos los estamentos de la sociedad. El desangre fiscal de las empresas
estatales no podía continuar, tampoco se podía enfrentar el desafío de la
globalización con el sistema educativo o previsional y así por el estilo. La
dolarización obligaba a enfrentar las falencias que había vivido el sistema. Los
precios tenían reflejar condiciones de mercado y no arreglos políticos. En fin, la
hora de la verdad había llegado y si la clase política no había entendido por las
buenas, las restricciones de la dolarización le obligaba a entender a las malas.

Así en menos de un mes el Congreso pasó la Ley de la Transformación


Económica (conocida como Trole I), ley que no había podido ser adoptada por
tres administraciones anteriores. En pocas semanas parece que pasará la Trole
II. Con estas leyes se espera acelerar la transferencia al sector privado de
empresas estatales y servicios públicos. Se eliminarán los subsidios, se dará
inicio a una reforma educativa y previsional. Pero el cambio no ocurre sólo en el
sector público. Se notan también cambios en la mentalidad del sector privado.
Se habla de colocar acciones en el mercado de valores para captar capital, de
fusiones y de otras transformaciones empresariales. Los empresarios
ecuatorianos están conscientes de las implicaciones que la dolarización tiene
en sus operaciones y están tomando las correcciones necesarias.

La dolarización es un proceso irreversible. Su mero anuncio "quemó las naves"


de cualquier alternativa. No obstante, hay un grupo significativo que por razones
muy propias y a veces ininteligibles quieren suspender el proceso (ya no hablan
de revertirlo). La dirigencia indígena (CONAIE) quiere llevar a cabo una
consulta popular pidiendo una reforma sustancial al sistema político, la
suspensión de la dolarización entre varias propuestas para detener la
privatización y el avance del temido neoliberalismo.

La CONAIE propone una Caja de Conversión, no ya el control de capitales, ni la


incautación de divisas ni otras medidas para controlar la tasa de cambio. Han
comprendido que una vez que la masa de ecuatorianos tenga dólares en sus
bolsillos, en sus cuentas bancarias y que sus sueldos y salarios estén
dolarizados, no va a existir manera que el gobierno pueda expropiarlos de esos
dólares. Es posible que la CONAIE gane la consulta, pero no cabe la menor
duda que será imposible para las nuevas autoridades reemplazar la divisa
norteamericana con un nuevo sucre, para lograrlo tendrían que recurrir a
medidas dictatoriales, y no lo va a hacer.

A pesar de todo esto, es demasiado temprano concluir que la dolarización ha


tenido los efectos benéficos que promulgaban sus defensores. Hasta el
momento los beneficios son incipientes. Hay señales de una reactivación
económica, hay un flujo neto de capitales de alrededor de 300 millones de
dólares. La inflación se ha reducido y se espera que baje a un dígito en los
próximos meses. El gobierno, aunque cautelosamente, va en la dirección
correcta. Pero, todavía queda mucho por hacer.

Esto que escribo son argumentos para que en la Asamblea Nacional


Constituyente mediten acerca de la iniciativa de introducir una nueva moneda
para ser usada activamente, aunque sea solo para capitalizar un proyecto de
Banco del Sur.  Y aunque parezca algo inofensivo, la introducción de esa
moneda puede ser el comienzo del fin de la dolarización.  A continuación
describo algunos de los problemas que justificaron entrar en la dolarización. 
Luego, describo porque esos problemas, aun existentes, acabaran con
cualquier iniciativa de una nueva moneda.  Finalmente, explico como
eventualmente la introducción de una moneda para uso de política monetaria
activa podría acabar con la dolarización. 

¿Por que entramos en la Dolarización?

Cierto es que la situación económica vigente el día de hoy no es lo que


esperaba la gente que fuera cuando decidió apoyar la dolarización.  Cierto es
se que ofrecieron cosas que no debieron ofrecerse: reducción de las tasas de
interés a nivel internacional y aumento de la inversión extranjera; y que otras
que se ofrecieron y debieron conseguirse no se consiguieron oportunamente (la
reducción de la inflación a 3%, que se retrasó mas de 3 anos por la falta de
disciplina fiscal en el ultimo periodo del gobierno de Gustavo Noboa).   Pero es
que nos esperanzamos en que la dolarización fuera “el caballo de Troya de las
reformas”. Sin embargo, no nos olvidemos de lo que nos llevó a la dolarización,
y de que probablemente las causas subyacentes de la crisis de 1999 existirán
aun sin dolarización. Si quisiéremos resumir las causas de la dolarización
podríamos mencionar las siguientes:

Ecuador es un país de increíble diversidad, pero también de increíbles riesgos


naturales: inundaciones, erupciones volcánicas y terremotos.  Así mismo, tiene
una tradición de dependencia de un grupo de productos exportación con precios
muy variables: cacao, banano, petróleo, camarón.  Esto no fuera un problema,
si pudiéramos distribuir bien el riesgo, pero lo es porque nuestro grado de
integración financiera con el resto del mundo no nos lo permite.  ¿Cuánto
tiempo cree que pase para que con el Nuevo Sucre las empresas exportadoras
presionen por devaluaciones para licuar el costo de los salarios de sus
trabajadores? ¿Cuánto tiempo cree que le toque al gobierno del Nuevo Sucre
convencer al resto del mundo de que ahora si el Ecuador es seguro debido a su
nueva moneda? Mediten esto cuando planeen sacarnos de la dolarización.

A principios de los años 70 el Ecuador experimentó una bonanza producto de la


nueva exportación del petróleo (bonanza que se restringió a esa década).  Sin
embargo, en la bonanza de ese entonces se arraigó la costumbre de subsidiar
la energía.  Estas decisiones de esa época hoy nos cuestan miles de millones
de dólares por año en subsidios a la energía: al gas, a la electrificación rural, a
los combustibles derivados del petróleo, entre otros.  Esta conducta ha
construido una cultura paternalista en la sociedad que puede tumbar gobiernos. 
¿Cuánto tiempo cree que durará la solvencia del sector público con el Nuevo
Sucre antes de licuar la deuda de los subsidios que producen ésta práctica
paternalista? ¿Cuánto tiempo cree que le demore entrar en crisis a sistema
monetario alguno (incluido dolarización) con esta constante necesidad de
aumentar el gasto público para mantener precios subsidiados para toda la
población?  Mediten esto cuando planeen sacarnos de la dolarización.

En fin, puede ser que no haya una elección óptima de sistema cambiario para el
Ecuador, y aún mas puede que ese sistema cambiario no sea conveniente en
todo momento.  Sin embargo, para el Ecuador en el que vivimos hoy la mejor
alternativa sigue siendo sostener la dolarización debido a que las causas
políticas que le he mencionado.

Una decisión aparentemente inofensiva.En las condiciones actuales (altos


precios del petróleo e incremento de los ingresos por remesas privadas) no
hemos sido capaces de elaborar un Presupuesto General del Estado que refleje
un compromiso de materia fiscal con la dolarización. Por ejemplo,  el aumento
de gasto del 2007 de no haber sido financiado por las rentas del petróleo
hubiera requerido un incremento del IVA del 12% al 16% (ver Observatorio de la
Política Fiscal - Noviembre del 2007). Y si en las condiciones actuales no
somos capaces de mantener una trayectoria del gasto sostenible cómo será
cuando los precios del petróleo bajen, y la economía no tenga suficiente
liquidez.  En consecuencia, la idea de tener un sistema bimonetaria solo tiene
sentido para sostener una política fiscal expansiva.

En un contexto como este la nueva moneda sufrirá una pérdida de valor


inmediata y obligará al gobierno a una mayor emisión que finalmente se
traducirá en mayor pérdida de su valor.  Me cuesta creer que el gobierno
establezca una moneda con el solo afán de verla devaluarse contra el dólar. 
Así que tarde o temprano, en este gobierno o después de 4 anos (si Correa
cumple su palabra) comenzará algún tipo de control de capitales que finalmente
terminará con la dolarización.

Si la Asamblea Nacional Constituyente desea hacer algo por el país, no deberá


permitir la existencia de un sistema bimonetario.  Es mas, cuando traten el tema
del autonomía del Banco Central deberá tener cuidado con las facultades del
Gobierno Central para evitar cualquier plan que confabule en contra de la
dolarización.

VENTAJAS DE LA DOLARIZACIÓN
viernes, 23 de septiembre de 2005
No todo es malo en el Ecuador, pues también pasan
cosas buenas; lo que falta es vendernos positivamente. A
pesar de los problemas, con la dolarización, vamos por
buen camino. Y es que efectivamente, los países
dolarizados tienen ventajas para generar un negocio
positivo. Para comenzar, existe estabilidad económica, la cual ha permitido que
se fortalezcan las finanzas públicas y como consecuencia, se ha podido prestar
más atención a los programas sociales. Contrario a lo que dicen muchas
personas sin sustentos estadísticos, la inversión social (educación, salud, etc.)
ha crecido en los últimos años, lo que a su vez ha permitido que se reduzca la
pobreza, y que la inequidad y la distancia entre los que más y menos tienen,
también se reduzcan.

No es que haya desaparecido, pero existen cifras tan positivas que nos
deberían llevar a convertir a la estabilidad económica en un bien público, en
algo que cuidemos todos. El poder de compra de las familias se ha fortalecido,
lo que es evidente por los volúmenes que alcanzan las empresas que están
dirigidas al consumo masivo (supermercados, cadenas de electrodomésticos,
venta de vehículos, ventas de mobiliarias, entre otros).

El país ha logrado aislar, en cierta medida, a la economía de esta crónica


inestabilidad política, teniendo un mayor grado de gobernabilidad. El problema
que vivimos en abril pasado no fue consecuencia de una crisis económica, sino
de una crisis política.

Existe mayor transparencia en información sobre instituciones públicas y


privadas; hay una focalización de la opinión pública sobre aspectos claros de la
economía.  Antes la discusión era si había o no que devaluar y el nivel en que
debían estar las tasas de interés; hoy se discute sobre el mal funcionamiento de
la aduanas, del sector eléctrico, de temas que son el real sustento de la base
del progreso económico.

Se aprecia una concentración de los inversionistas en actividades productivas;


los empresarios en lugar de pasar insomnio durante toda la noche pensando la
manera de apostarle a la tasa  de interés y al tipo de cambio, hoy sufren
insomnio pensando cómo hacen producir más la máquina que produce tela,
cómo conseguir una mayor producción por hectárea de banano, o cómo
conseguir el metro cuadrado en la plantación de flores. Todo lo mencionado,
son factores que favorecen el progreso del país, porque facilitan la inversión, el
crecimiento económico y lo de mayor importancia en toda sociedad: el empleo.

La economía está más estable. El termómetro final que mide la estabilidad de la


economía es la evolución de la inflación. El gráfico a continuación muestra
como ha caído la inflación a partir de Junio del 2003 en nuestro país.
Esta es una buena noticia, ya que se tienen índices de inflación mensual que
hacen que a fin de año tengamos una inflación del 2% o 2,5%. Esto ha
permitido que la competitividad en el país mejore significativamente. A lo largo
del 2003, 2004 y hasta lo que va del 2005, hemos tenido una mejora en la
competitividad. Es decir, que quienes exportan a otros países, pueden vender
con mayor facilidad sus productos y quienes dirigen su producción al mercado
local y compiten con productos importados también compiten en ventajas. Aquí
se han combinado dos factores: la reducción de la inflación en el Ecuador y el
debilitamiento del dólar frente a un conjunto de monedas. Sin embargo, el
crecimiento de la economía se ha vuelto lento porque no hemos hecho
absolutamente nada para poder corregir las barreras que impiden o dificultan la
producción. No hemos hecho nada en el tema de las aduanas; las eléctricas
siguen en manos estatales, lo que provoca que se pierdan grandes cantidades
de la energía que se genera; y en otros aspectos como el de la seguridad
social, tienen un uso inapropiado de recursos, al punto que se ha propuesto que
el Estado “meta mano” en recursos que no son del gobierno, que teniendo
propietarios con nombres y apellidos (todos los afiliados a la seguridad social)
se los convierta en una caja chica.

Como consecuencia del lento crecimiento de la economía, tanto el subempleo


como el desempleo están en un nivel alto: el desempleo fluctuando entre el
11% y 12% y el subempleo entre el 45% y 50%, lo que no es aceptable. En el
Ecuador, tenemos que trabajar en forma muy intensa para que la inversión
tenga un ambiente más favorable, a fin de que la economía crezca a un ritmo
mayor y se generen más oportunidades de empleo. Sin embargo, el escenario
tampoco es tan catastrófico como se lo pinta desde algunas posiciones. Existe
una situación de relativa estabilidad en el campo del empleo.

¿Qué pasa con las exportaciones, ese motor tan importante para países tan
pequeños como el ecuatoriano?

En el gráfico se puede observar que las exportaciones petroleras crecen muy


fuerte por un impacto combinado de mayor volumen, en pleno funcionamiento
del oleoducto de crudos pesados (OCP) y el incremento que ha habido en el
precio. Pero tampoco es despreciable la tasa de crecimiento que estamos
teniendo en los rubros no petroleros (tanto en lo tradicional como en lo no
tradicional), pues son tasas que están entre el 7% y el 8% anual, lo cual cuando
se dolarizó la economía, hace 5 años, pensábamos que iba a ser inalcanzable.
Como consecuencia, creo que podríamos llegar a una primera conclusión: la
estabilidad es un buen negocio para todos, tanto para los sectores de bajos
ingresos que defienden su poder adquisitivo, como para los sectores
productivos que pueden concentrarse en su real actividad de producción. En
estos últimos años, las exportaciones y las importaciones han crecido. La
balanza comercial proyectada entre enero y abril de este año, ya se acerca a
los US$ 400 millones, lo cual es un dato muy positivo.

La gobernabilidad ha mejorado a pesar de la crisis política; primero porque el


gobierno tiene muchos más recursos para gastar, lo que ha permitido que las
transferencias gubernamentales crezcan en forma muy importante y con ello
también la popularidad de muchos alcaldes y prefectos en cada una de las
provincias y ciudades del país. No ha sido necesario elevar nuevamente el
precio del combustible, ni las tarifas del transporte como sucedió antes. Cabe
recordar las crisis políticas que se vivían en el país antes de la dolarización,
época en que los gobiernos tenían que recurrir a los famosos “paquetazos”
cada seis meses. Adicionalmente, se preserva el poder adquisitivo de los
ingresos familiares y esto se traduce en mejores condiciones de vida, pues la
pobreza ha disminuido.

El aislamiento de la economía frente a la crisis política es evidente, pues


acabamos de pasar un problema serio que desembocó en un cambio de
gobierno y sin embargo, da la impresión de que a la economía no le ha
sucedido absolutamente nada. El nivel de actividad y de ventas de las
empresas, permanece estable y a manera de ejemplo cabe indicar que por el
día de la madre muchas empresas batieron el récord histórico de ventas. Lo
que ha sucedido en realidad es que han desaparecido las señales de alerta
temprana, como la variación del tipo de cambio. ¿En qué nivel estaría hoy el
tipo de cambio como consecuencia de la crisis política que vivimos? Si todo
comenzaba a subir ¿cómo iba a reaccionar el Banco Central? Pues la tasa de
interés en moneda local, se hubiese perdido. Si no estaríamos en un régimen
dolarizado, estaríamos viviendo una angustia permanente al ver que el tipo de
cambio sube a diario y que para reaccionar el Banco Central eleva la tasa de
interés del 200% al 300% de interés, como ya sucedió en el pasado. En todo
este contexto, uno de los mayores beneficiarios de la dolarización ha sido el
Estado y los gobiernos de turno, ya que se ha dado un fortalecimiento muy
importante de las finanzas públicas.

Comparando el 2004 con el 2005 (datos disponibles de enero a marzo), la


recaudación tributaria ha crecido evidentemente.

Esta es la evolución del total de ingresos del gobierno central. De un valor


inferior a los US$ 3.000 millones (en 1999), hoy está por encima de los US$
5.000 millones. Daba la impresión que este crecimiento es consecuencia del
alto precio del petróleo; sin embargo, en términos fiscales, el Ecuador ha dejado
de ser un país petrolero. El incremento del precio del petróleo, a partir del nivel
actual, ya no le suma ingresos al fisco y más bien le produce una reducción de
ingresos porque para sorpresa de todos Petroecuador ha dejado de ser la
fuente principal de ingresos. El principal ingreso de Petroecuador es la venta de
combustible en el mercado doméstico. Esas son las realidades que son malas
desde la perspectiva del manejo energético del país; pero que vistas desde la
perspectiva fiscal son buenas, ya que han reducido la dependencia en el
petróleo.

Existe crecimiento económico dado el incremento del pago de los impuestos.


En la actualidad, sí se están pagando impuestos, pero lo malo es que los gastos
han crecido a un ritmo mucho mayor que los ingresos, motivo por el cual
tenemos un déficit. Cabe indicar que el Ecuador ha tenido déficit en 18 de los
últimos 20 años y aún así nos preguntamos ¿de dónde sale la deuda? Cuando
la respuesta es simple, pues es la acumulación de estos déficits que tuvieron
que ser financiados de alguna manera. En el año 2000 hubo un pequeñísimo
superávit de nueve millones de dólares, pero los demás años hemos tenido
déficits. Se dice que el problema fiscal es consecuencia del alto endeudamiento
del país, lo cual es cierto ya que como hemos tenido déficits cada año, nos han
prestado dinero para cada año. Mientras que los pagos que se han hecho, han
sido aplicados a los intereses y no al capital de la deuda.
 
Ha habido crecimiento en la compra de bienes y servicios, así como de los
salarios. Cuando se dice que en el Ecuador no se han dirigido recursos para el
pago de la deuda social, sino que se los ha dirigido al pago de la deuda pública
no hay sustento en las estadísticas, porque una parte de este rubro de sueldos
y salarios, son los maestros y los trabajadores de la salud.
La deuda pública ha cambiado de perfil: la deuda interna también ha crecido,
tanto en bonos como en certificados de tesorería (papeles de corto plazo) y mas
bien la deuda externa ha bajado ligeramente.

El problema de este perfil es que los vencimientos se han acortado, lo que ha


sometido a cualquier gobierno a una pensión y a la obligación de colocar un alto
monto de papeles en el mercado todos los meses. Pero el peso de la deuda
pública, en este caso, la deuda externa como porcentaje del producto interno
bruto, ha caído a niveles que son inferiores a muchos de los países
latinoamericanos; y no hay un país serio en el mundo que sostenga que no
puede pagar las obligaciones externas con una relación de deuda/producto
inferior al 40%. El país que se atreva a suspender los pagos de deuda con esa
relación de deuda/producto será castigado severamente en los mercados
internacionales, como fue el caso de Perú en la época de Alan García. El
problema está en el crecimiento del gasto primario, que excluye los pagos de
deuda.

El gasto en lo que respecta a la remuneración promedio en algunas


dependencias del sector público, ha crecido tanto, que en la actualidad el sector
público posee niveles salariales mucho más altos que el privado. Posiblemente
esta bien, pero no es adecuadamente divulgado a la ciudadanía. Citando cifras
correspondientes al gasto social del 2005, ascienden a US$ 3.130 millones, que
equivalen al 54% del gasto del presupuesto y al 10% del producto interno bruto.
Son cifras que no nos cuentan cuando se habla de que el Ecuador ha
privilegiado el pago de la deuda pública y no el pago de la deuda social. Da la
impresión, por lo tanto, que más que seguirle poniendo presión al gasto público,
hay que distribuir los recursos de mejor manera y poner controles al gasto
público, y así, obtener lo que más se pueda de esta inversión. Hay que poner
controles, tales como: saber si los profesores van o no a dictar clases, atinar los
presupuestos de educación a los establecimientos y no a los profesores, cruzar
estadísticas de atención en los hospitales públicos con los recursos que reciben
o medir la evolución de la asignación presupuestaria en salud con indicadores
básicos; pero no existe nada de esto.

La pobreza se ha reducido; estamos en US$ 2.385 per cápita para el 2005 y es


muy difícil, con este indicador -que es superior en una cantidad muy importante
al de Colombia y ligeramente superior al del Perú- sostener que nosotros
debemos tener un trato preferencial en las negociaciones comerciales. A
noviembre del 2004 la pobreza seguía siendo alta, sobre todo en Guayaquil a
diferencia de Quito, con mayor intensidad en los sectores rurales que los
urbanos, pero en todo el país se nota una tendencia a reducirse. Por lo tanto,
quiere decir que la estabilidad es un bien público y que está conduciendo a un
beneficio general de la sociedad.

La inequidad también se reduce, a pesar de que en la actualidad ya no se habla


de tratar de igualar los ingresos de las personas, sino tratar de igualar las
oportunidades; porque las personas podemos tener y de hecho tenemos
distintos énfasis (unos podemos querer ser deportistas, otros artistas y otros
acumular activos), entonces no se trata de igualar las riquezas, sino las
oportunidades. Pero también, la distribución del ingreso ha mejorado, pues el
10% más rico de la población ha bajado su participación en el ingreso (en el
2004 frente al 2000). La desnutrición en los niños menores de 5 años también
ha bajado. Además, existe un termómetro que mide la inequidad, que ubica al
Ecuador en uno de los niveles de  inequidad (siendo todavía alto) entre los más
bajos de la región. Se ha recuperado el poder de compra, pues el consumo de
los hogares ha pasado de US$ 11.000 millones (en 1999) a por encima de los
US$ 20.000 millones (en el 2005), lo que significa que el consumo de los
hogares en términos per cápita para el 2005 está en US$ 1.600 dólares
anuales.
Aumento de la integración del sector productivo a los mercados financieros
internacionales. La deuda o las líneas de crédito del exterior han crecido tanto
como el sector productivo, pues en abril del 2005 alcanzaron casi los US$ 7.000
millones; lo que es casi el doble de la cartera de todos los bancos en el
mercado local. Pero estas líneas son muy sensibles a la perdida de confianza;
sobre todo cuando las autoridades de un gobierno nuevo entran en una
estrategia de enfrentamiento agresivo con organismos internacionales de
crédito y con acreedores externos del país.

En conclusión, con la dolarización se ha fortalecido la confianza y los depósitos


permanecen estables. Se ha estabilizado la economía; la pobreza ha
disminuido pero falta mucho por mejorar, es el inicio de un proceso en la
dirección correcta; la gobernabilidad ha mejorado, a pesar de la crisis política; la
estabilidad económica facilita la inversión productiva pero hay una demora
evidente en la reforma y eso reduce la tasa de crecimiento y destruye
oportunidades de empleo. A esto se suma una estrategia equivocada de
comunicación del nuevo gobierno que lamentablemente perjudica los avances
logrados.

 
 
 

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