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BELEROFONTE
Plan de la película
1º Seguir con el guión teatral preexistente.
2º Preparar escenas externas añadidas:
1. Secuencia de la llegada de Belerofonte a la mansión de Preto.
2. Secuencia del viaje en barco.
3. Secuencia de la llegada de Belerofonte a Licia.
4. Secuencia de la lucha contra los bandidos.
5. Secuencia de asalto a la fortaleza.
6. Secuencia del regreso triunfal de Belerofonte.
7. Secuencias con Pegaso.
8. Secuencia de la lucha contra la Quimera.
9. Añadir mensajeros anunciando la llegada de diferentes personajes.
10. Añadir actores mudos (esclavas y esclavos)

El rey Yóbates dispensó una afectuosa acogida a Belerofonte, con grandes


muestras de hospitalidad. Los primeros nueve días se la pasaron en festejos.
En la mañana del décimo día, el rey Yóbates abrió la carta que le entregara su
huésped.
Para cumplir el encargo pidió como servicio a Belerofonte matar a la Quimera
con la esperanza de que la fiera acabara con él. La Quimera tenía cabeza de
cabra que exhalaba fuego, cuerpo de león y cola de dragón. La fiera asolaba
los fértiles campos y devoraba el ganado. La diosa Atenea entregó a
Belerofonte una brida de oro para domarlo, y que Belerofonte colocó sobre su
cabeza. En otras versiones, Atenea le entregó directamente a Pegaso después
de haberlo domado ella misma o fue Poseidón el que le entregó a Pegaso. Una
vez armado se dirigió a confrontar a la Quimera. Montó a Pegaso y volando
sobre la Quimera, empezó a lanzarle flechas. Luego, introdujo la punta de su
lanza en las fauces de la Quimera, cuyo aliento de fuego fundió la punta de
plomo. Éste se escurrió por la garganta de la Quimera, quemando los órganos
vitales y de esta manera Belerofonte logró vencerla.
Tras ello, Yóbates le encargó combatir a los sólimos y posteriormente contra
las Amazonas, las mujeres guerreras. (En nuestra versión los combates serán
contra bandidos y para asaltar una fortaleza). Ambas empresas fueron
realizadas por Belerofonte satisfactoriamente. Aún quiso matarle Yóbates a
pesar de todo y preparó una emboscada contra él, enviando a sus mejores
hombres, pero Belerofonte mató a todos. Finalmente Yóbates ofreció a su
propia hija como esposa a Belerofonte.
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BELEROFONTE

DRAMATIS PERSONAE
PRETO: Rey de Tirinte, hombre mayor e inseguro, gusta de cumplir a la
perfección el protocolo y el papel de rey. Muy dominado por su mujer, mucho
más joven que él.
CONSEJERO ETEONEO: Ayudante y persona de confianza del rey,
preocupado por su señor.
BELEROFONTE: Hombre arriesgado, joven fuerte y fiel a sí mismo y a los que
le rodean.
ESTENOBEA: esposa de Preto, mujer joven y muy atractiva. Desprecia a su
marido. Ardiente, orgullosa y vengativa, capaz de mentir.
YÓBATES: Suegro de Preto. Rey de Licia. Respetuoso, serio y observador.
ÁSMARIS: Prudente y juiciosa esposa de Yóbates.
DATIS: Consejero y secretario de Yóbates. Muy fiel a su señor. Activo y
diligente.
COMANDANTE ALCMÁN: Fiel militar a las órdenes de Yóbates, cuyas órdenes
cumple sin discutir.
HERALDO DE YÓBATES.
PERSONAJES MUDOS:
SOLDADOS
SIRVIENTES
BANDIDOS
GUERREROS SÓLIMOS
PUEBLO DE LIDIA.
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PRIMER ACTO: PRIMERA ESCENA


Se ve la fachada de un palacio o muro. Un viajero avanza por un camino.
Zoom hacia una ventana del palacio.
La escena comienza en Tirinte, en un salón del palacio del rey Preto. En la
escena destaca un sillón, un altar y una mesa. El rey entra y se sienta en el
sillón, pensativo. Eteoneo, consejero y criado, entra detrás.
CONSEJERO: Señor, te veo abatido, preocupado. Si tu más fiel consejero
pudiera hacer algo...
PRETO: No sé cómo explicarte, es más bien una vaga inquietud.
CONSEJERO: ¿Alguna preocupación política o familiar? ¿Alguna amenaza de
guerra contra nuestra ciudad de Tirinte?
PRETO: No, por los dioses. Es más bien... (Lo mira con fijeza)
CONSEJERO: (Preocupado e impaciente) ¿Más bien... qué?
PRETO: (Se levanta) Sabes que vine ayer mismo de mi peregrinaje al
santuario del dios Apolo en Delfos. Fui a consultar al oráculo a ver si me decía
algo sobre mi futuro...
CONSEJERO: ¿Acaso te ha profetizado la Pitonisa algún mal para ti o para la
ciudad?
PRETO: Ni una cosa ni otra. Algo enigmático y confuso, fue lo que respondió.
La Pitonisa dijo: “Un hermano mata a otro hermano y acude suplicante”. Yo no
tengo hermanos, por lo que puedes imaginar mi confusión.
CONSEJERO: (Pensativo) Los designios del destino y de los dioses son
difíciles de entender.
PRETO: (Se vuelve a sentar, preocupado) Sí, pero rara vez dejan de cumplirse.
Nosotros los hombres apenas somos muñecos en sus manos. Y, la verdad,
tengo miedo.
CONSEJERO: Miedo de algo que no sabemos qué es... (Se cruza de brazos
burlón y se da la vuelta) No me hagas re... (Se interrumpe al ver a alguien al
fondo). Señor, en el vestíbulo hay un extranjero: parece que es un suplicante
que quiere verte. ¿Qué hacemos? ¿Lo recibes o le digo que se vaya a la calle?
PRETO: (Levantándose con indignación) Antes no eras tan tonto, Eteoneo
Eutiquíada. ¿Desde cuándo en esta casa echamos a los huéspedes? ¿Acaso
no hemos estado también nosotros de viaje y no nos han dado comida y
alojamiento en casas de otros hombres? ¿No has visto que siempre que hemos
necesitado hospedaje lo hemos tenido? (Gesto como de pegarle) Anda y dile
que entre, que será honrado como debe. ¡Mi manto! (Hace una señal y el
consejero acude a vestirle con un lujoso manto.).
CONSEJERO: Hay que recibir con dignidad.
REY: (Se queda arreglándose la ropa) Ve y llámalo, y deja que yo me arregle.
SEGUNDA ESCENA
Entra Belerofonte como suplicante, y se arrodilla a los pies del rey, extendiendo
los brazos.
BELEROFONTE: Preto, rey de Tirinte, que los dioses te bendigan a ti y tu casa.
Vengo como suplicante y me entrego a ti.
PRETO: ¿Qué motivo te ha hecho venir a esta casa?
BELEROFONTE: He matado accidentalmente a mi hermano Delíades en una
cacería y estoy afligido por las Furias. Necesito purificarme. Tú puedes hacerlo.
Te lo pido, por favor. No permitas que esta falta arruine mi vida y las de mi
gente.
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PRETO: (Asombrado, asintiendo con la cabeza) El oráculo de Delfos me


informó convenientemente de que un hermano había matado a otro hermano.
Ese debes de ser tú. Ahora comprendo el mensaje de la Pitonisa. Convoca a
todos los de la casa: nos hemos de reunir junto al altar doméstico para una
ceremonia de purificación. (Hace un gesto a Eteoneo, que se va. Después se
dirige a Belerofonte.) Sígueme y estate siempre detrás de mí. (Se dirige con
gran lentitud al altar, seguido de Belerofonte).
TERCERA ESCENA
Todos los de la casa van acercándose al altar. Eteoneo aparece con un velo,
un candil y agua, y se coloca junto a Preto, que se ha cubierto la cabeza con
un velo, enciende un fuego y rocía el altar con agua. Después alza las manos
al cielo. Belerofonte escucha con recogimiento.
PRETO: ¡Dioses soberanos, oh inmortales que tenéis las cumbres del Olimpo,
que reináis en el cielo anchuroso, el mar inagotable y la tierra de amplio pecho,
purificad a este hombre y acogedle como a un hijo mío, librándolo de la
condena que le impuso el destino! (Después de la rogativa se quita el velo y se
dirige a Belerofonte) Los dioses han escuchado. Quédate aquí, en mi palacio y
trabaja para mí. Formarás parte de los guardias de palacio.
BELEROFONTE: Gracias por cuanto has hecho por mí. Hoy he renacido en mi
casa. Te seré el más fiel de tus servidores.

PRETO: Estos son los miembros de mi casa, esta es mi familia. Y esta es mi


esposa.
Preto le presenta a su esposa, Estenebea, que se queda mirando con interés y
fingida modestia a Belerofonte. Se retiran todos ceremoniosamente. Eteoneo
se adelanta para dejar paso al rey y a Belerofonte.

SEGUNDO ACTO: ESCENA ÚNICA


Estenebea recorre nerviosa y agitada la escena. Finalmente se arrodilla
ante el altar.
ESTENEBEA: (Sollozando) ¡Oh dioses! ¡Oh Afrodita, diosa del amor! ¿Porqué
qué me enviáis este dolor, esta pasión dulciamarga? (Se levanta como loca) Un
mes, un mes hace ya que ese hombre entró en esta casa y no puedo apartar
los ojos ni el corazón ni el pensamiento de él. No es mi marido pero quisiera
que lo fuera. Como si fuera un maleficio este amor me hiela y me abrasa.
(Histérica, chillando) ¡Belerofonte, Belerofonte, Belerofonte! ¿Quién te mandó
venir a esta casa?
BELEROFONTE: (Acudiendo rápido) ¿Me llamabas?
ESTENEBEA: (Confusa, asustada, pero luego decidida; sus gestos pasan de la
negativa a la esperanza) ¡Eres tú, Belerofonte!
BELEROFONTE: (Extrañado) ¿Quién me necesita, tú o el rey?
ESTENEBEA: (Tras sobreponerse de la sorpresa) ¡Yo, yo te necesito! El rey
está muy tranquilo, de cacería, y nos abandona a los dos. Estamos aquí los
dos solos, tú y yo. (Se acerca) ¿No entiendes Belerofonte?
BELEROFONTE: No, no sé lo quieres decir, Estenebea.
ESTENEBEA: (Con las manos en sus brazos) ¡Que te quiero, Belerofonte, que
te quiero y te amo y quiero que conmigo vengas a mi alcoba! Nadie hay en
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palacio, nadie nos verá. Ven conmigo, lo deseo, no puedo evitarlo. Eros me
domina y has de ser mío (Lo agarra violentamente de la ropal).
BELEROFONTE: (Lucha por desasirse) ¡No, Estenebea, no!
ESTENEBEA: ¿Te parezco acaso vieja o fea?
BELEROFONTE: (La coge por los hombros para calmarla) ¡No por los dioses,
pero le debo todo a Preto! No puedo traicionarle. No puedo.
ESTENEBEA: Puedes, pero no quieres. ¡Me deseas, lo estoy leyendo en tus
ojos, pero eres un cobarde! ¡Atrévete!
BELEROFONTE: ¡No, Estenebea, no! ¡No me pidas lo que no he de hacer! (Se
vas corriendo).
ESTENEBEA: (Se pasea con gesto que va desde el semblante desvalido al
orgullo y a la ira) Te arrepentirás, Belerofonte. Te lo aseguro. No vivirás para
arrepentirte.

TERCER ACTO: PRIMERA ESCENA


Entran Preto y Estenebea, muy preocupados.
PRETO: ¡Mujer, esposa mía! ¿Qué te ocurre? ¿Qué es lo que tanto dudas en
decirme?
ESTENEBEA: Algo terrible de decir, amado esposo, y espero no causarte más
afrenta que la que yo he sentido.
PRETO: Pero... ¿qué ocurre? ¡He de saberlo!
ESTENEBEA: ¡No te lo puedes imaginar!
PRETO: ¡Entérame, por Zeus!
ESTENEBEA: Te lo diré. Una persona, a la que has hecho mucho bien y a la que
tienes en gran estima, te ha traicionado.
PRETO: (Se queda mudo reflexionando) ¿Belerofonte? ¿Belerofonte?
ESTENEBEA: ¡Él mismo!
PRETO: (Muy airado) ¿Cómo? ¿Qué ha hecho ese ingrato?
ESTENEBEA: ¡Me avergüenza decírtelo! (Mira hacia el público, sonríe con
crueldad y luego se queda seria) ¡Ha intentado abusar de mí, aprovechándose
de tu ausencia!
PRETO: (Se sienta abatido) ¡No puede ser! ¡Belerofonte, Belerofonte, ingrato
mil veces!
ESTENEBEA: Mientras tú estabas cazando entró a mis estancias y quiso
abrazarme... me dijo que si no me iba con él a la cama me haría cosas
terribles... ¡Fue repugnante! (Abrazando al esposo por detrás) ¡Qué ganas
tenía de verte para que vengaras esta afrenta!
PRETO: Ni en la más terrible pesadilla hubiera yo imaginado esto. ¡Belerofonte!
¡Belerofonte! (Desesperado en su ira).
ESTENEBEA: ¿Qué piensas hacer con él? La muerte sería pequeño castigo
para su osadía.
PRETO: Debe morir, claro que debe morir... mas yo no puedo hacerlo.
Recuerda que está en mi casa como huésped, y todos los huéspedes son de
Zeus. La costumbre prohíbe matar a un hombre con el que se ha comido en la
misma mesa. Sería impío hacerle daño aquí... (Se levanta pensativo, dando
vueltas por la sala).
ESTENEBEA: Si estuviera en mis manos lo haría mil pedazos.
PRETO: (Pensando en lo que acaba de decir su esposa) ¡Eso es! ¡Tu padre!
ESTENEBEA: ¿Cómo?
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PRETO: Lo enviaremos con tu padre con un mensaje: él lo matará. Ahora lo


verás. Eteoneo, ¡Eteoneo!
SEGUNDA ESCENA
Llega Eteoneo.
ETEONEO: ¡Señor! ¿Qué ocurre?
PRETO: Presto lo sabrás. Trae recado de escribir: papiro, tinta y cálamo. (Se
marcha el consejero) Tu padre te vengará y así evitaremos que los dioses
castiguen a esta casa. Por fortuna no existe ningún vínculo entre él y la casa
real de Licia. (Llega Eteoneo y se sienta). ¡Ah! ¿Ya estás preparado?
ETEONEO: Cuando quieras.
PRETO: Copia esta carta: “De Preto, rey de Tirinte, a su suegro Yóbates, rey
de Licia, salud. Esto es lo que te pide tu yerno e hijo: da muerte al portador de
esta carta. Así conformarás a mí y a Estenebea, tu amada hija. Que los dioses
te prolonguen la vida y favorezcan al pueblo de los licios”. Lácrala.
ETEONEO: (Levantándose asustado) ¿Quién llevará la carta?
PRETO: Belerofonte.
ETEONEO: (Mirando perplejo a los dos) ¿Pero qué crimen ha podido...?
PRETO: Eteoneo, cumple con mis órdenes y guarda silencio delante de tus
señores. Ahora llama a Belerofonte. Dile que le espera un recado muy urgente.
(Sale Eteoneo).
ESTENEBEA: Déjame que me vaya, no quiero verlo más.
PRETO: Vete, no te lo prohíbo.
Estenebea simula irse pero se esconde tras una cortina; al punto llegan
Eteoneo y Belerofonte. Preto permanece de espaldas al lugar por donde va a
entrar Belerofonte.
TERCERA ESCENA
ETEONEO: Mi señor, he aquí a quien buscabas.
BELEROFONTE: Aquí estoy mi señor. ¿Qué deseas de mí?
PRETO: (Se vuelve, disimulando su enojo) te he de dar un encargo muy
importante. Quiero que vayas a Licia, al palacio de mi suegro el rey Yóbates.
Le entregarás a él en persona esta carta.
BELEROFONTE: ¿Y luego?
PRETO: Luego... Harás lo que él te ordene. Ve pronto.
BELEROFONTE: Parto en seguida. Rogad por mí a los dioses.
Se marcha. Se quedan en escena Eteoneo y Preto, preguntándose
muchas cosas con la mirada. Música de fondo.
CUARTO ACTO: PRIMERA ESCENA
En el palacio real de Licia. Yóbates, su esposa Ásmaris y su consejero Datis.
Un heraldo anuncia a Belerofonte.
HERALDO: Mi señor Yóbates, rey de los licios, acaba de llegar un barco con un
mensajero de vuestro yerno Preto, rey de Tirinte.
YÓBATES: Hazlo pasar.
Belerofonte llega, si arrodilla y entrega una carta.
BELEROFONTE: Majestad, vengo desde Tirinte y os traigo en mis manos esta
misiva de parte de mi señor, el rey Preto.
YÓBATES: ¿Cómo se encuentran mi yerno y mi amada hija?
BELEROFONTE: Ambos se encuentran bien. Tomad la carta.
Yóbates toma la carta, la desenrolla y la lee: su rostro se demuda. Datis y
Ásmaris se intercambian miradas. Belerofonte, con una mirada prudentemente
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baja, no se percata. El rey mira fijamente a Belerofonte, quien termina por alzar
levemente el rostro, sin altanería.
YÓBATES: Te agradezco, joven, la diligencia que has mostrado al traer esta
carta. Tu nombre es…
BELEROFONTE: Belerofonte, mi señor.
YÓBATES: Belerofonte, Belerofonte… Bien, bien. Aquí serás dignamente
tratado, pero estarás a mi servicio durante un tiempo. (Se vuelve y le da la
espalda, poniendo un rostro enigmático).
BELEROFONTE: Estaré muy complacido de seguir vuestra órdenes. (Se va).
YÓBATES: ¡Heraldo, heraldo! (Viene el heraldo) Haced venir al punto al
comandante Alcmán. (A los demás) Dejadme solo.
Se van Datis y Ásmaris intercambiando miradas de extrañeza. En segundo
plano, el rey. En seguida llega el comandante.
YÓBATES: Alcmán, mi fiel soldado. He de darte ¡una orden muy … delicada.
(Silencio) Y no quiero que la discutas.
COMANDANTE: Nunca he hecho tal, mi señor.
YÓBATES: Por eso sigues a mi servicio. Últimamente hemos tenido problemas
con los bandidos sólimos, ¿no es cierto?
COMANDANTE: Sí, los sólimos atacan nuestras aldeas y las saquean, y se
esconden en las montañas, dicen que en unas cuevas de difícil acceso.
YÓBATES: Pues bien, quiero que los persigáis hasta esas cuevas. Y una vez
allí…
Se ve la escena: los soldados llegan hasta la puerta de la cueva: el
comandante da la orden de entrar: “Tú primero, Belerofonte, nosotros
vamos detrás”. Pero cuando entra Belerofonte, impide entrar al siguiente
soldado, y le ordena silencio. El soldado protesta, pero obedece.
Belerofonte. Dentro de la cueva se enfrenta uno a uno con los bandidos
sólimos. Y sale con algunos de ellos atados, pisando por encima de los
cadáveres de los demás. El comandante dice: “Oímos un grito, y
pensábamos que estabas muerto…”
SEGUNDA ESCENA
El comandante Alcmán es anunciado por un heraldo.
HERALDO: Mi señor Yóbates, el comandante Alcmán ha regresado de las
montañas y pide ser recibido.
YÓBATES: Hacedle pasar… y (a los demás) ¡dejadnos solos!
COMANDANTE. Mi señor…
YÓBATES: Acércate, mi fiel Alcmán. (Espera a que se acerque para hablarle
en voz queda) ¿Has cumplido mis órdenes tal como te las dicté?
COMANDANTE: Bien, eeeh, sí, los bandidos sólimos han acabado muertos o
apresados… (Tras una pausa silenciosa) Ha sido sobre todo por obra de
vuestro valiente huésped…
YÓBATES: (Muy extrañado, pensativo) Silencio, no me importan los detalles.
Ahora escucha muy bien: quiero que lleves a tus tropas, llévate a Belerofonte
contigo y asaltaréis la fortaleza enemiga más allá de las montañas. Pero…
(Casi ente susurros) atiende claramente a cuanto te voy a decir: cuando se
inicie el asalto de las murallas…
Se ve la escena: los soldados suben hasta la muralla, el primero,
Belerofonte. Después el comandante impide subir al siguiente soldado.
Sólo cuando Belerofonte se ha hecho con la muralla, el comandante
ordena subir por la cuerda.
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QUINTO ACTO: PRIMERA ESCENA


En el palacio real de Licia. Yóbates, su esposa Ásmaris, su consejero Datis y el
comandante Alcmán.
YÓBATES: Os he mandado llamar porque llevo casi un mes sin conciliar el
sueño. Guardo un secreto muy duro en mi corazón. Hay cosas que un hombre
no debe guardar solo. Mi esposa la reina Ásmaris me ha aconsejado deliberar
con vosotros.
DATIS: Todos nuestros ojos y oídos son de nuestro rey.
ÁSMARIS: El rey necesita que le ayudéis a disipar las tinieblas de su corazón.
El contenido de una carta que recibió hace un mes le oprime el pecho todos los
días.
YÓBATES: (Le da el rollo a Datis.) Datis, mi fiel amigo, lee la carta tú mismo.
Yo no tengo fuerzas.
DATIS: (Leyendo): “De Preto, rey de Tirinte, a su suegro Yóbates, rey de Licia,
salud. Esto es lo que te pide tu yerno e hijo: da muerte al portador de esta
carta. Así conformarás a mí y a Estenebea, tu amada hija. Que los dioses te
prolonguen la vida y favorezcan al pueblo de los licios”. ¡Dice que dé muerte al
portador de esta carta! Pero si esta carta la trajo el mismo...
YÓBATES: Belerofonte, el más fiel y noble hombre que ha pisado la tierra de
Licia. Un extranjero que no ha hecho más que el bien, arriesgando su vida por
orden mía.
ALCMÁN: Nada más venir lo enviaste a luchar contra los bandidos sólimos y lo
dejamos, siguiendo tus mandatos, solo en la cueva. Ahora comprendo las
órdenes que nos diste. Querías que muriese. Y después en el asalto a la
fortaleza, ocurrió lo mismo. Aun así, consiguió tomar la muralla enemiga y los
derrotamos...
ÁSMARIS: En todos los lugares a los que el rey le ordenó salió vencedor del
empeño.
DATIS: ¿Dónde está ahora Belerofonte?
YÓBATES: Lo he mandado a una misión que ningún mortal podría hacer si no
es con ayuda de los mismos dioses. Le he ordenado dar muerte a ese
monstruo que asola nuestros campos. A la mismísima Quimera.
DATIS: ¿A la quimera? Ese ser monstruoso e invencible que arroja fuego por la
boca. ¡Fracasará! ¡Morirá en el intento!
YÓBATES: Si muere cumpliré el encargo de mi yerno y de mi hija, aun a costa
de mi tranquilidad.
DATIS: ¿Y si no muere?
ÁSMARIS: Si no muere significará que los dioses están con él, y un dios no
puede nunca apoyar a un criminal. Sólo nos queda esperar. Salió esta mañana
de madrugada, y falta poco para la puesta del sol, las noticias no tardarán en
llegar, buenas o malas.
Se oye ruido. Todos miran a la puerta. Datis sale. Al poco regresa asombrado.
DATIS: Señor, señora, prodigios hay en el mundo, mas ninguno como el
hombre. ¡Belerofonte ha matado a la Quimera!
YÓBATES: (Levantándose del asiento) ¡Loados sean todos los dioses! ¡Bendito
sea el sol que brilló hoy en la tierra de Licia!
ÁSMARIS: ¿Cómo ha sido? ¿Qué deidad le apoyó?
DATIS: Viene ya en persona. Él mejor que nadie nos lo contará.
YÓBATES: salgamos todos a recibirle.
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Se ve la llegada en triunfo de Belerofonte, aclamado por el pueblo. Los


reyes lo reciben en las escaleras y pasan con él a la sala del trono.
SEGUNDA ESCENA
Entra Belerofonte cansado y alegre y se arrodilla a los pies de Yóbates.
BELEROFONTE: Yóbates, mi señor, he cumplido tus órdenes.
YÓBATES: Levántate, hijo mío, que he vuelto a nacer con tu llegada.
Abrázame, abrázame y perdóname. (Se abrazan).
BELEROFONTE: ¿Has dicho “perdóname”? ¿Perdonarte yo a ti? No entiendo.
ÁSMARIS: Explícanos, Belerofonte, cómo ha sucedido el prodigio.
BELEROFONTE: Ásmaris, mi reina y señora, todo ha sido difícil y a la vez fácil.
Esta mañana al tiempo de la aurora o salí en mi caballo. Algún dios, bendito
sea, me incitó a ir primero a una fuente. Allí encontré el caballo Pegaso. Me
acerqué y le hablé con suaves palabras. No tardé en hacerme con él. Lo monté
como si tal cosa y me fui volando, volando, en busca de la Quimera. Me habían
hablado horrores de ese monstruo, pero es más terrible que lo que decía la
gente...
ÁSMARIS: ¿Tuviste miedo?
BELEROFONTE: ¿Quién no? Garras de león, cola de serpiente, cabeza de
cabra y unas fauces que arrojaban fuego... Intenté herirla con dardos y flechas,
pero su piel era más fuerte que el bronce. Entonces algún dios me inspiró cómo
la vencería. Busqué un trozo de plomo, lo até fuertemente a la punta de mi
lanza y me lancé en picado hacia la cabeza del monstruo. Tal y como yo
pensaba, la Quimera arrojó sus llamas en dirección a la lanza. Yo la solté en su
boca, el plomo se derritió y abrasó sus entrañas. Muerta está la Quimera.
Después liberé a Pegaso, y volví aquí para contarlo. He cumplido tu mandato.
YÓBATES: Los dioses te han librado de la muerte a la que yo te envié. Ellos te
han juzgado inocente.
Belerofonte: ¿Cómo dices? Pues no lo comprendo.
YÓBATES: (Señalándole al sillón donde está el rollo) Lee la carta tú mismo.
BELEROFONTE: “De Preto, rey de Tirinte, a su suegro Yóbates, rey de Licia,
salud. Esto es lo que te pide tu yerno e hijo: da muerte al portador de esta
carta. (Belerofonte se queda perplejo y abatido, sigue leyendo en voz más baja)
Así conformarás a mí y a Estenebea, tu amada hija. Que los dioses te
prolonguen la vida y favorezcan al pueblo de los licios”.
YÓBATES: Los dioses te han absuelto. Y yo te pido perdón.
BELEROFONTE: Ahora entiendo todo. Pero debéis saber lo que ocurrió.
Señor, lo que te voy a contar no es muy agradable.
YÓBATES: Aceptaré cualquier cosa que me ayude a comprender.
BELEROFONTE: Pues escucha: en ausencia de Preto tu hija intentó... que me
acostara con ella. Yo me negué y ella se sintió despreciada. Pero no le conté
nada a mi señor, a quien le debía respeto como a un padre. No podía hacer ni
decir nada que alterase su felicidad. Callé. Pero ella debió de calumniarme.
Sólo así me explico esta carta. Yo no hice nada desleal.
YÓBATES: Yo te creo.
ÁSMARIS: Además, ¿qué mensajero lleva desde Tirinte a Licia un mensaje
que trae su propia condena sin mirarlo, si no es fiel y leal?
BELEROFONTE: El rey, la reina y el pueblo de Licia te honran como su héroe.
Yo no quisiera sino que fueras mi hijo.
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ÁSMARIS: Y lo será si tú y él queréis. Nuestra hija Filónoe, la única que vive en


Licia, heredará el reino. (Sonríe a Yóbates) Y sé que a Filónoe le gusta
Belerofonte.
YÓBATES: Belerofonte, ¿quieres casarte con Filónoe y ser mi hijo?
BELEROFONTE: Señor, señora, sería un sueño, pero yo... no merezco...
YÓBATES: Hijo mío, nada de señor y señora: padre y madre.
Se van y se cierra el TELÓN
Se ve la escena de Belerofonte y Filónoe con coronas de flores recibiendo
una lluvia de pétalos, radiantes y felices. La mirada de Belerofonte sube
hasta el cielo.

ESTRUCTURA DEL GUION FÍLMICO


PRIMER ACTO
PRIMERA ESCENA: Preto habla de sus preocupaciones.
Un viajero solitario llega por un camino. Salón del trono de Preto.
SEGUNDA ESCENA: Belerofonte es recibido en el palacio de Preto.
Salón del trono de Preto.
TERCERA ESCENA: Ceremonia de la purificación.
Altar doméstico.
SEGUNDO ACTO
ESCENA ÚNICA: Estenebea acosa a Belerofonte.
Sala privada.
TERCER ACTO
PRIMERA ESCENA: Estenebea acusa a Belerofonte ante su marido.
Sala privada.
SEGUNDA ESCENA: Belerofonte dicta una carta.
Salón del trono de Preto.
TERCERA ESCENA: Preto envía a Belerofonte con una carta a Licia.
Salón del trono de Preto.
*****Posible escena del viaje en barco*****
CUARTO ACTO
PRIMERA ESCENA: Yóbates recibe a Belerofonte y lo envía a luchar contra los
bandidos.
Salón del trono de Yóbates. Cueva.
SEGUNDA ESCENA: Yóbates envía a Belerofonte a asaltar una fortaleza.
Salón del trono de Yóbates. Muralla.
QUINTO ACTO
PRIMERA ESCENA: Yóbates debate con sus allegados sobre Belerofonte.
Salón del trono de Yóbates. Calles de la ciudad. Escalinata.
SEGUNDA ESCENA: Yóbates recibe a Belerofonte para aclarar sus dudas.
Salón del trono de Yóbates. Pegaso. Cueva con la Quimera.

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