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EL DOLOR DE YA NO SER

Crónica de un Economicidio
Por Marcelo Fernández Olivares

Corría el año 2002. La crisis económica golpeaba con fuerza al país. En


Catamarca (cuando el índice de desocupación de esa provincia ascendía al 25%)
comenzó una serie de suicidios que, hasta el 2007, sumaron 249 casos.
La Directora de Salud Mental por esos días, Martha Barrionuevo, declaraba que la
provincia estaba en estado de alerta social debido a la ola de suicidios y
convocaba a médicos, psicólogos, asistentes sociales y otros profesionales de la
salud para "abordar posibles soluciones a esta situación tan delicada y
problemática".
La relación entre ése índice de desempleo y los suicidios aparecía con fuerza. Un
territorio asolado por la falta de expectativas laborales, la situación
socioeconómica asociada a la pobreza y la exclusión generaron el caldo de cultivo
necesario para empujar a personas desesperadas a quitarse la vida. En la
mayoría de los casos los suicidios se registraron en los sectores más vulnerables
de la población, sobre todo jóvenes y adolescentes.
En el 2008 el 24,7% de los catamarqueños estaba en situación de pobreza. Las
políticas económicas de corte neoliberal aplicadas en la provincia desde 1991
fueron las responsables de ésa situación tal como indica el Lic. Ricardo Toranzo
en su trabajo “Neoliberalismo y agudización de la pobreza en Catamarca”: las
promesas de trabajo del proyecto minero Bajo La Alumbrera que nunca se
cumplieron, la fallida promoción industrial, la privatización de la energía, el agua y
el transporte, el recorte del “gasto público”, la desaparición de empleos en
pequeñas y medianas empresas que cerraban por falta de demanda, oscurecieron
el horizonte de muchas personas. Entre esos desesperados arreciaban los
suicidios.
Pero ésta situación no era nueva.

Entre algodones

En junio de 2005 en La India, en la región de Vidarbha, el gobierno autorizó la


entrada de semillas de algodón genéticamente modificadas BT (cuya patente
posee Monsanto). Los costos para mantener los cultivos de algodón de semilla BT
son 100% más altos que los tradicionales. A su vez, el precio de venta del algodón
bajó un 50%. Es decir, que el campesino pagaba el doble y recibía la mitad de lo
que ganaba antes. Frente a ese panorama, llenos de deudas y sin ingresos,
comenzaron los suicidios en la región.
La cantidad de suicidios entre pequeños campesinos en la India asciende a más
de 150.000. La mecánica es casi siempre la misma: un pequeño agricultor cambia
sus cultivos tradicionales por un único cultivo para la exportación, por ejemplo, el
algodón transgénico. El vendedor y las autoridades indias le aseguran que será
más resistente a las plagas. Sin embargo, el cultivo necesita una gran cantidad de
agua y de pesticidas para plagas nuevas. Al principio, los bancos le conceden
préstamos para estos insumos, luego los suspenden. La única opción que queda
son prestamistas particulares, que le cobran entre un 36% y un 100% de interés.
Si la cosecha va mal o los precios en el mercado internacional fluctúan, la deuda
se hace impagable: entonces el agricultor decide utilizar el pesticida para
suicidarse.
Por esa situación y ante la pérdida de la tierra (puesta en garantía para obtener
préstamos) se quitan la vida. Diversas organizaciones acusan a Monsanto y a
Cargill, responsabilizándolas por los suicidios dado que estas empresas usaron a
la India como un enorme campo de experimento para sus productos. A millones de
campesinos indios les prometieron insólitas cosechas y fuertes ingresos si dejaban
de cultivar las semillas tradicionales y en su lugar plantaban semillas
genéticamente modificadas. Pero las cosechas fracasaron, y no les quedaron más
que fuertes deudas. Acorralados, encerrados entre dos alternativas de hierro, los
campesinos de la India optan por el suicidio.
Cambio de semillas tradicionales a semillas transgénicas (producidas por
Monsanto), subida acelerada de los costos y de la cantidad de insumos,
degradación del suelo causada por los pesticidas, importación de productos
subsidiados de los países ricos (sobre todo trigo, arroz y algodón de EE UU y
Australia), fuertes caídas del precio de los productos agrícolas, riesgo de no
alcanzar la seguridad alimentaria y falta de líneas de crédito formal, es lo que
lleva al endeudamiento de los campesinos.
Y esas deudas al suicidio masivo.
Así, la economía neoliberal suma víctimas en su carrera de sangre.
Este conteo se incrementa ahora en el sector de la tecnología.

I-Cruel

Durante el año 2010, 10 personas se suicidaron en la fábrica Foxconn, en China.


Y 18 más lo intentaron sin conseguirlo. La firma es proveedora de Apple, Nokia,
HP, Dell, Sony, Sony Ericsson, Nintendo y Motorota.
Las causas de éstos suicidios deben buscarse en el duro régimen de trabajo, las
horas extras forzadas, elevadas cuotas de producción impuestas a los
trabajadores, bajos salarios, condiciones de trabajo insalubres (algunos viven en la
misma fábrica en donde trabajan) y ausencia de elecciones democráticas de los
representantes. Para conseguir los suculentos contratos de las grandes
compañías, fabricantes como Foxconn minimizan costos para ser más
“competitivos”. Y los recortes siempre ocurren en el plano laboral.
En un principio el Director General de Foxconn, Terry Gou aseguró que los
suicidios ocurrían por problemas personales y posteriormente dijo que las víctimas
se habían suicidado para obtener la compensación que la empresa
“generosamente” daba a sus familias.
Pero ante las presiones de sus propios accionistas y de las empresas para las que
trabaja, tuvo que optar por subir los salarios. Además contrató un grupo de
psiquiatras para atender al personal y organizó jornadas de “reflexión” para evitar
los suicidios.
La dirección del grupo pidió a los empleados comprometerse por escrito a no
atentar contra sus vidas y a aceptar un tratamiento psiquiátrico "si su estado físico
o mental es anormal".
Por otro lado Foxconn instaló redes de seguridad (al estilo de las usadas por los
trapecistas en el circo) alrededor de la mayoría de los edificios donde se ubican
los dormitorios y la fábrica, como una forma de evitar que los empleados salten al
vacío.
Sin embargo, las causas siguen estando ahí. Una empleada de 21 años declaró al
South China Morning Post que tenía que trabajar 12 horas diarias, seis días por
semana. "El ambiente en la fábrica es tan tenso y deprimente que no tenemos
derecho a hablarnos porque si lo hacemos nos llaman la atención".
Además, los guardias de seguridad imponen un régimen militar dentro de la
empresa: por ejemplo, uno de los empleados se suicidó luego de que el personal
de seguridad lo obligara a confesar un robo que no había cometido, encerrándolo
en una habitación, desnudo, sometiéndolo a un feroz interrogatorio.
La enorme presión ejercida para reducir “costos” laborales y maximizar la
producción genera la situación favorable para que alguien decida quitarse la vida.
El modelo económico imperante propicia, otra vez, muertes. Suicidios de obreros
que tienen sobre sí el peso de la contradicción de una economía que produce
bienes y destruye trabajo, crea oferta y disminuye demanda (Carlos Gabetta, El
Dipló, septiembre 2010)

Alle la France

“Me suicido a causa de France Télécom. Es la única causa de mi muerte


voluntaria. No puedo más con las urgencias permanentes, el trabajo excesivo, la
ausencia de formación, la desorganización total de la empresa. Los directivos
practican el “management” del terror. Esa manera de trabajo ha desorganizado mi
vida, me ha perturbado. Me he convertido en una ruina, un desecho humano.
Prefiero acabar. Poner fin a mi vida”
Ésta es la carta que dejó Michel, un técnico de la empresa France Telecom que se
quitó la vida el 13 de julio de 2009.
En France Telecom se han registrado 58 suicidios desde el año 2008 hasta la
fecha. Las causas, aunque los especialistas aún no se han puesto de acuerdo
completamente, deben buscarse en la “reconversión” empresarial en pos de la
rentabilidad que ocurrió luego de que más de la mitad de la empresa pasara a
manos privadas en 1998. Esta reconversión sumergió a la multinacional en una
batalla comercial donde la prioridad es nada más que alcanzar rentabilidad. A
partir de ese momento, en su afán por conquistar el mercado mediante la regla del
gasto mínimo y el máximo beneficio, se desencadenó una avalancha de más de
10.000 despidos entre 2006 y 2008.
Al parecer, entre un 15 y un 40% del sueldo de los directivos dependía de la
capacidad que tuvieran para lograr que los empleados dejaran la empresa. Lo que
comúnmente se denomina mobbing empresarial (una forma muy sofisticada de
acoso laboral).
Estas prácticas incluían cambiar a la gente de puesto de trabajo, de oficina y de
ciudad varias veces sin motivo, pasar a un informático a marketing, un técnico a
teleoperador, extremar la presión sobre los vendedores con el lema “una llamada,
una venta”, etc.
Los suicidios desataron una crisis moral en Francia que precipitó una crisis
empresarial que le costó el cargo a Didier Lombard, sustituido por Stéphane
Richard como Director del grupo.
El gobierno francés tuvo que intervenir (dado que es uno de los accionistas de
France Telecom con el 25% de las acciones) ante la ola de muertes que recorría
la empresa. La ministra de economía Christine Lagarde obligó a France Telecom a
que celebrara una reunión del Consejo de Administración dedicada al tema,
mientras el ministro de trabajo Xavier Darcos se reunía con Lombard para discutir
medidas tendientes a evitar más suicidios.
Dados los nuevos hechos registrados durante el 2010, 23 muertes hasta el
momento, esas reuniones y conversaciones no parecen haber tenido resultado
alguno.
En éste momento, France Telecom reconoce los suicidios pero se niega a
relacionarlos con los métodos de management de uso corriente al interior de la
compañía.
El gobierno francés y la empresa intentaron achacar las muertes a motivos
personales, De hecho un comunicado del gobierno indicaba: “El suicidio es un
asunto demasiado grave, demasiado personal, para que podamos reducir este
fenómeno a un problema de organización de empresa”.
A pesar de éste intento de exculpar a la empresa la relación entre las prácticas
laborales abusivas y los suicidios de los empleados salta a la vista con toda
claridad.
Otra vez las prácticas de un grupo económico con sus empleados, como en el
caso de Foxconn, producen víctimas, muertos. Suicidios en cadena.
En definitiva, la económica neoliberal sigue matando.

En conclusión

En enero de 2009 el Director del Departamento de Salud Mental de la OMS,


Benedetto Sarraceno declaraba “Hay una clara evidencia de que el suicidio está
vinculado a desastres financieros y no estoy hablando de los millonarios saltando
por la ventana, sino de los pobres”.
En Japón en 2009 hubo 32.845 personas que se quitaron la vida, y superaron el
número de 30.000 suicidios al año por duodécima vez. El motivo central de la
mayoría de las muertes fue económico.
En México situaciones de ansiedad, angustia y depresión, aunadas al desempleo,
provocaron que de 2007 a 2009 el número de suicidios en el Distrito Federal
aumentara 9.5 por ciento (de 307 a 336 casos).
En EE.UU. los suicidios aumentaron significativamente desde que estalló la
burbuja financiera, sobre todo entre la gente que perdía sus casas por no poder
pagar la hipoteca y veían como sus hogares iban a remate.
En todos los casos enumerados, Argentina, India, China, Francia, Japón, México y
EE.UU. hay un denominador común: políticas económicas neoliberales. Estas
políticas conformadas por tres ejes centrales: privatización, desregulación y
apertura externa destruyeron las redes sociales de contención, expropiaron la
riqueza pública para colocarla en manos privadas, eliminaron puestos de trabajo,
dejaron desprotegidos a cientos de personas que perdieron servicios de salud,
educación, agua, energía, etc., flexibilizaron el empleo haciendo desaparecer los
derechos sociales adquiridos tras años de luchas, sumieron en la desesperación a
enormes porciones de la población mundial, empujando a la pobreza, la
marginalidad y la indigencia a cientos de millones, profundizaron la brecha entre
ricos y pobres. En fin, convirtieron al mundo en un lugar en donde el suicidio se
transformó en una alternativa.
Esperemos despertar de esa pesadilla.

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