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EROS CRISTIANO Y PASION LIBERADORA

Juan Diego Castrillón Cordovez1.

Resumen

El “pathos”, la pasión, constituye para los cristianos un elemento importante del


acontecimiento del paso de la muerte a la vida a la luz de la experiencia de la
resurrección de Jesucristo. En este escrito se propone una apertura al sentido
de la pasión no sólo en el contexto espiritual sino humano, como experiencia
gozosa y liberadora en la experiencia amorosa existencial

Palabras claves

Pasión, Eros cristiano, virtud, vicio.

1. Introducción.

El fenómeno de la pasión suele confrontar concepciones morales hegemónicas


tanto en la antigüedad como en nuestros días. Al respecto, es válido interrogarse
si la pasión como fenómeno en la experiencia amorosa es también clave
hermenéutica desde la concreción situada en el aquí y en el ahora, en la lectura
de todo proceso en toda historia de hombre o de mujer en orden a la
trascendencia humana y no sólo desde una interpretación de la pasión en el
horizonte bíblico.

Aunque pudiera reprocharse al cristianismo el haber realizado una lectura


marcadamente espiritual de la experiencia pasional, se mantiene abierto a
diversos análisis: “El magisterio de la Iglesia no desea imponer a los fieles
ningún sistema teológico particular y menos filosófico”. (Juan Pablo II, 1993:
n.29).

Esta apertura no sólo ha sido proclamada sino que es reconocible por la


diversidad de experiencias históricas, permite el reconocimiento de una
pluralidad teológica que hoy tenemos y de una común experiencia en símbolos
comunes y universales de la fe (Parra A. 1996: 45).

Desde la pluralidad de reflexiones en una unidad de fe, donde la pasión de


Jesucristo hace parte del un acontecimiento salvífico, abordar el fenómeno
pasional es un problema más complejo que plantear simplemente la sola
diferencia entre términos cultos, abstracciones de ideas universales, científicas,
versus fraseología vulgar u obscena. Lo que realmente se requiere es validar el

1
Licenciado en Filosofía de la Pontificia Universidad Antoniana de Roma. Especialista en Humanidades
Contemporáneas, Magíster de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Docente de la Pontificia
Universidad Javeriana de Cali y de la Universidad Autónoma de Occidente.

1
significado de la pasión en la existencia humana concreta, en relación con la
experiencia liberadora del amor.

¿Será que debemos quedarnos en la reiteración del significado espiritual, o


debemos también encontrar su valor trascendente en la experiencia erótica,
radical e integralmente humana? Porque en clave evangélica, el amor de Dios a
su iglesia es arquetípico del amor entre el hombre y la mujer, porque Dios nos
amó primero, es necesario volver al fenómeno de la pasión

Si de acuerdo con el Papa, “hoy se reprocha a veces al cristianismo del pasado


haber sido adversario de la corporeidad y, de hecho, siempre se han dado
tendencias de este tipo” y “si existe una relación intrínseca del amor de Dios, con
la realidad del amor humano” (Benedicto XVI,2005: 2). ¿Lo mismo pudiera
decirse de la pasión divina en relación intrínseca con la pasión que experimenta
el ser humano, dolor y goce, temor y temblor?

Frente a la experiencia pública del amor de Dios por su iglesia, reconocida en el


ámbito de sacramento cristiano, es posible allanar el camino a la pasión para
validar su expresión pública, aquí y ahora, en clave cristiana no solo como un
evento del pasado. Ello significaría que la pasión en clave cristiana no debiera
seguir reducida como un recuerdo y en el caso de actualizarse existencialmente,
solo en el ámbito de la fiesta privada, en el deber conyugal, en el carnaval
secreto sin primeras filas de espectadores donde es posible encarnar la figura
del hijo, el padre, la madre, el hombre, el animal, la danza de máscaras de dos
que se amplifican y se funden en uno.

Se trataría de reafirmar la humana pasión por la vida que compromete el


sufrimiento pero también el goce por la vida.

Se trataría de comprometer el reconocimiento de un ethos de dolor pero también


de una apertura a la redención sobre un modelo excluyente impuesto. Es
entrega y reconocimiento del “otro”, “de lo otro” o de lo “Absolutamente Otro”
pero también aceptación y reafirmación personal, liberación.

Lo anterior no constituye una propuesta de la filosofía de la “postmodernidad”, ni


de una forma condenable de “teología de la liberación” sino una invitación a
releer posibilidades de religiosidad en una experiencia vital.

En clave de fe, se trataría de llegar a un lugar hermenéutico, el nuevo


testamento, no como tema sino como paradigma de una conducta, no como un
lugar para fusión de horizontes sino para una analogía de proporcionalidad entre
el entonces y el ahora (Parra, 1996: 170).

2. La pasión humana como posibilidad cristiana

Para posibilitar la apertura de lecturas a la pasión como experiencia gozosa y


liberadora en la experiencia amorosa existencial, y no solo como acontecimiento

2
doloroso de referente espiritual hay que considerar como último antecedente la
carta apostólica Deus Caritas Est.

El cristianismo del presente sostiene con Benedicto XVI, no como especulación


filosófica sino como aporte doctrinario del magisterio de la iglesia, que la moral
cristiana desde el ámbito de la experiencia religiosa se relaciona con el Eros
cristiano (Benedicto XVI, 2005:2).

La tarea que queda es allanar el camino a este discurso y a una praxis de la


pasión humana, abierta al sentido de la trascendencia.

El sacar la pasión de la confinación y de la privacidad no es una idea extraña a


la experiencia cristiana. Ya se ha experimentado en la tradición eclesial, como
una de las posibilidades, al asumir la connotación de no sólo doloroso sino
definitivamente gozoso, en el testimonio de los “mártires”, en el carácter de
celebración del acontecimiento litúrgico, del cual queda huella en el canon del
pregón pascual, atribuido a San Agustín de Hipona, que proclama: “Oh feliz
culpa que mereció tal redentor”.

Como lo muestra el eco de las risas medievales en tiempos de pascua, (por


ejemplo, los cantos conventuales (“Carmina Burana”), que musicalizó en la
modernidad Karl Orff), habría otros ámbitos a la celebración pasional, otros
espacios y tiempos de lectura y escritura que la rescate del olvido, que sea
puesta en movimiento por el recuerdo, como protesta contra el discurso
hegemónico de la renuncia y la resignación, como reafirmación de la opción
redentora y liberadora.

3. La apatía como condición de imposibilidad cristiana

Es oportuno insistir que el ejemplo radical es la pasión de Jesús, el Cristo, para


sacudir visiones de supresión o represión pasional.

Se le ha abordado por nuestra cultura indoeuropea y judeocristiana algunas


veces desde la “mala conciencia” de pecado o de crimen o por un fatalismo
substancial de la vida. Según la lectura fatalista que algunas veces ha signado a
autores cristianos, nos habrían perdido las pasiones por desatar el animal que
somos, renegando de la razón o de la fe, reclamando padecimientos (en latín,
passio, passionis) no exentos de sentimientos de culpa, y como expresión de
expiación.

Pero la pasión es tan significativa que hasta el hijo de Dios la tuvo. La pasión es
propia del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, quien como palabra y
razón encarnada2 también afrontó su propia pasión.

El carácter conflictivo de la pasión está presente también en el ascetismo radical


no cristiano: suele proponerse la supresión de los deseos y de las pasiones a

2
(“En Argé en ho Logos…”, como se expresa literalmente en el original texto griego en la introducción del
evangelio de San Juan, que pudiera también traducirse “En el principio era el Lógos, la Razón, y el Lógos,
la Razón estaba ante Dios y era Dios)

3
través de la meditación, sea para alcanzar el nirvana, la conciencia krishna o la
disolución oceánica de la identidad singular en la identidad de Brahma.3

Habría que diluir los deseos para llegar al no padecimiento:

Tú eres lo que es el profundo deseo que te impulsa


Tal como es tu deseo es tu voluntad
Tal como es tu voluntad son tus actos
Tal como son tus actos es tu destino.
- Brihadaranyaka Upanishad IV - 4.5

Las propuestas de moderación o elusión de las pasiones no son ajenas a


algunos filósofos cristianos, afectos a Cicerón y cuyo eco pretenden encontrar
en los escritos de San Pablo. Aunque frente a estas exégesis apresuradas hay
que subrayar una diferencia radical entre el estoicismo y el cristianismo.

Desde las toldas del cristianismo el argumento es que no se puede aspirar a ser
estoico y pretender eliminar sus pasiones, hasta llegar a la “apatheia” (apatía).

Avanzado el medioevo (Siglo XIII), y en los comienzos de la modernidad, es una


condición moral propicia a diferencia de la apatía. Erasmo de Rótterdam,
Montaigne, Espinosa y Descartes también se oponen al desapasionamiento, a la
“apatía” recomendada por los estoicos como fórmula para la existencia: Entre
otras razones, porque no es cristiano el sabio imperturbable del estoicismo, es
inhumano; porque los estoicos al aislar la pasión dejan vacío al hombre; porque
el hombre ideal que propone Séneca es una estatua de mármol, insensible.
Porque el hombre, sujeto de deseos, es un ser pasional y porque la mayor parte
del avance de la humanidad se debe al impulso de las pasiones.

Un cristiano no puede ser apático. La pasión y muerte de Jesús en la Cruz ha de


convocar de manera renovada, en la liturgia y en la vida diaria, a la
transformación del cristiano. La pasión es una llamada a la conversión y no sólo
en reconocimiento del Jesús histórico sino como punto de partida para la
aceptación del Cristo de la Fe (Sobrino, 1976,13-15).

4. La pasión como clave moral

La Pasión es reivindicable también en clave moral, como “emoción radical”, que


moviliza a la satisfacción del deseo y a la formación del carácter en la conducta
repetida, (la virtud o el vicio). La podemos definir además como una condición de
jalonamiento de pertinencia y como constituyente de una utopía de orden
personal.

Culturalmente se tiende a relacionar los deseos con la pasión en satisfacerlos.


Históricamente se se puede remitir en su significado como un término de origen
griego que significa lo que mueve a la acción, (“pathos”, en griego, emoción
3
Según el Bhagavad Gita (IV. 19) y según los 4 Pilares de la Sabiduría del Buda, se comprende que
alguien tiene pleno conocimiento cuando supera el deseo por la complacencia de los sentidos.

4
originaria, raizal, que en latín vino a configurar, en latín “passio”, o “emotio” en
cuanto involucra lo afectivo).

Los deseos son movidos por las pasiones según una prioridad de necesidades,
que al ser atendidas a través de hábitos se configuran en vicios o virtudes:
Virtudes teologales, fe esperanza y caridad, frente a vicios y pecados capitales:
soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia, pereza, lo mismo para Santo Tomás
como para San Buenaventura. “Y en medio vivificándolo todo, el amor, la
caridad, el conocimiento verdadero, la felicidad, la libertad, la paz, el gozo, la
esperanza, la fe, (Fuertes, J. L., 2005: 279)

La pasión puede ser el catalizador del vicio pero también puede alentar la virtud.
Considerando unas pasiones originadas de deseos, la relación de las pasiones
podría plantearse desde una visión de la escala de necesidades. Habría que
releerlas no sólo como orientadoras de vicios sino de virtudes, tanto en el
reconocimiento de la vida terrena como en el acontecimiento pascual.

Llevando el análisis a la vivencia concreta se estaría invocando una misma


pasión, pero encauzada, cuando se enuncia coloquialmente “contra pereza,
diligencia”, “contra envidia, caridad”. Contra gula, templanza”, contra ira,
paciencia”, “contra soberbia, humildad” y “contra lujuria, castidad”.

Contra soberbia, humildad. Desde una perspectiva de salvación, el deseo que


impulsa a la soberbia por otra parte conllevaría en clave cristológica a una
pasión en el reconocimiento humilde de que requerimos del otro par la
realización personal y social, que nos permite ser solidarios.

Contra lujuria castidad. El deseo que impulsa a la lujuria, el ejercicio exagerado


o deseo obsesivo de los placeres sexuales, podría llevar como contraparte a
buscar un goce de la sexualidad desprovista de egoísmo y abierto a la
trascendencia.

Esta dualidad sospechosa entre virtud y vicio en la historia de los valores en


Occidente, a partir de la pasión permite iluminar dos tipos de concepciones
sobre el amor: aquellas que lo asocian con el deseo de lo que no se tiene, con el
dolor de lo perdido y aquellas que lo relacionan con la alegría y con la afirmación
de la vida.

Conclusión

Es necesario revisar el condicionamiento histórico que tiende a limitar la pasión


a una expresión dolorosa y abrir su sentido como experiencia liberadora. Desde
una base filosófica, ética e incluso cristológica se puede esbozar un discurso a
favor de la apuesta a la utopía del amor que le abre espacios expresivos a la
pasión. Es una reflexión aún pendiente de mayor desarrollo desde la primera
encíclica del Papa Benedicto XVI, sobre el Eros Cristiano y la Caridad.

5
Habría que releer el fenómeno de la pasión no sólo como acontecimiento
pascual sino como determinante ético de los hábitos del hombre y la mujer, que
compromete el reconocimiento de un ethos de dolor pero también de una
apertura a la redención sobre un modelo excluyente impuesto

BIBLIOGRAFIA

Benedicto XVI, Deus Caritas Est, Carta Encíclica sobre el amor cristiano,
Ciudad del Vaticano 25 de diciembre, solemnidad de la Natividad del Señor, año
2005, primero del Pontificado. 23 pp.

Fuertes Herreros, José Luis, Las pasiones en la Filosofía medieval, X Congreso


Latinoamericano de Filosofía medieval, Santiago de Chile, 19 al 22 Abril 2005,
en Anales del Seminario de Historia de la Filosofía. Universidad Complutense de
Madrid. Vol 22. 2005. 359 pp. Ver también:
http://fs-morente.filos.ucm.es/publicaciones/anales/22/JLFuertes.pdf

Juan Pablo II, Veritatis Splendor, Carta Encíclica sobre el Esplendor de la


Verdad, Ciudad del Vaticano, 1993, n.29

Parra Alberto S.J., Teología Fundamental desde América Latina. 1. Textos.


Colección Teología de hoy. 1a Edición. Santafe de Bogotá. Pontificia
Universidad Javeriana, Facultad de Teología y Centro Editorial Javeriano CEJA,
1996. 141 pp. (Colección Teología Hoy No. 27)

Sobrino, J. Cristología desde América Latina, Esbozo a partir del seguimiento del
Jesús Histórico. México, 1976, pp.13 y 15.

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