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±Pablo Díaz, estudiante secuestrado en
la Noche de los lápices1

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La noche de los lápices es una película basada en el secuestro de decenas de jóvenes

la noche del 16 de septiembre de 1976 en La Plata, Argentina. El filme, dirigido por

Héctor Olivera, recrea la vida personal y política de al menos 10 de los jóvenes

secuestrados y cómo se enfrentaron al sistema social, económico, político, militar y

patriarcal en el que vivían. El producto cinematográfico, de tipo dramático, es una

invitación a recorrer el contexto que desemboca en la noche de los lápices, como se

conoce históricamente, así como a develar aquellas instancias en las que se manifiesta

una dictadura. ¿Son estas instancias sintomáticas; circunstanciales o existe en ellas la

escencia de este tipo de régimen? ¿Qué otras temáticas incorpora el filme, cuál es el

tratamiento de los hechos y que sincronías o despegues guarda con el hecho histórico?

La trama inicia presentando a los diversos jóvenes, sus núcleos familiares, y su grado

de participación política. En su mayoría estudiantes secundarios, se reunían para

planificar actividades políticas en su escuela como miembros de una organización

estudiantil. En ocasiones se aprecia como algunos discutían asuntos sobre el Marxismo y

Peronismo que sirven de parámetro para visualizar su lucha de una forma más amplia que

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meramente estudiantil. Eran jóvenes que discutían la realidad de su país, asumían

posturas y luchaban. En una ocasión intervinieron de noche en la escuela para pegar

pancartas en las que denunciaban la expulsión de aquellos docentes autoritarios y la

demanda del Boleto Estudiantil. Cuando analizamos los hechos históricos vemos que en

efecto su participación no era sólo coyuntural y éstos tampoco eran cualquier tipo de

jóvenes. Los padres de los mismos habían estado inmersos, de varias maneras, en luchas

sindicales, obreras y sociales, previo al Golpe de Estado. La intención era destruir la

semilla de las próximas luchas. El secuestro y tortura presentado en la película refleja la

necesidad de prevención de ³subversividad´ que requería el régimen para poderse

imponer. Alineado al hecho histórico, vemos la incorporación de temas como la dictadura,

la revolución, la formación política, el poder militar, el discurso hegemónico y el

contestatario, la criminalización de la juventud y el patriarcado. En lo que respecta a la

dictadura vemos las sagaces formas en las que se inserta en la escuela y trata de erradicar

del vocablo y de la culturas términos como: unión, organización, etc. Una vez secuestran

los jóvenes vemos como tergiversan los hechos infiriendo la culpabilidad de los propios

jóvenes por tener las ideas que tienen y propagan. La iglesia no se queda atrás como

conforme sino que salta al banco de torturador en nombre de un orden que sólo ella y los

militares ven como divino.

La tortura está excelentemente trabajada en el filme, además de matizada

ideológicamente. El comienzo de la película se matiza de forma colorida. Se observan las

relaciones compañerismo y amor, se aprecia el arte en las habitaciones de los chicos, se

aprecia la literatura que discuten, los espacios de educación en que intervienen, etc. La

luz de estas imágenes se contrapone con aquellas de celdas oscuras, de luces filtradas por
descuidos, de gritos insoportables, de cuerpos destrozados en la búsqueda de información,

etc. Vive en los personajes la chispa ya no de contener una verdad y no liberarla, sino de

sostenerla y no negociarla independientemente de la fricción que ejerza la goma de quien

trata de desaparecerlos.

La revolución y el carácter de la misma es tratado en múltiples instancias también. En

las celdas se vio como uno de los personajes, un adulto apresado, le decía a Pablo: ³la

revolución no la hacen los hombres, sino los pueblos´. En este sentido, a pesar de la

firmeza de sus convicciones, las mismas no se dejaron de cuestionar. Al comienzo el

hermano de Maria Claudia le decía: ³cuídate Claudia, la revolución no se hace de cinco

en cinco´. La visión alrededor del proyecto Revolución no era la misma en todos los

personajes. Si había puntos de incidencia y fueron esos los sustentaban el apoyo de

algunas madres que, en ocasiones, tuvieron que recurrir a la astucia para develar los

hechos.

La música es un buen hilo conductor en términos, tanto para el espectador que se

subleva o se apacigua según las partituras como para los jóvenes torturados y las jóvenes

torturadas y violadas quienes encontraban en ella la forma de entrar en armonía y no

flaquear.

La película surgió, en gran parte, del poder de un relato. El relator fue Pablo Díaz,

único sobreviviente entre su grupo de amigos cercanos, aunque no el único cuando se

analiza las varias noches de lápices que pudieron ocurrir. Su testimonio, símbolo de

reivindicación por las y los desaparecidos, permitió conocer las precarias condiciones en

las que vivieron; el tiempo en que no fueron seres humanos, o mejor dicho, en que su

humanidad se les fue negada, o mejor de esta otra manera: tiempos en que matizar la
existencia hacia el revolucionar de las circunstancias era una actividad exclusiva. ³Yo

recuerdo que cuando trabajamos en el guión de la película había un marcado miedo de

que la gente nos viera culpables por haber militado en una organización política [«]´,

decía Pablo Díaz en una entrevista que le hiciera TELAM. Visto desde esta perspectiva la

película, más allá de representar casi un Pietaje o transcripción de los hechos, es un

instrumentopolíticoen función del rescate de la memoria histórica y la reivindicación

estudiantil. El acto de defensa y revolución custodiado por aquellos/as jóvenes representa

un dispositivo para la organización de futuras generaciones, que a través de este filme no

identifican solo hombres y mujeres guías, sino movimientos.

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