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La I República

"Vacante el trono por renuncia de D. Amadeo de Saboya, el Congreso y el Senado constituidos en


Cortes Soberanas, han reasumido todos los podres y proclamado la República.
A consolidarla y darle prestigio deben ahora dirigirse los esfuerzos de todas las Autoridades que de este
Ministerio dependen. Se la ha establecido sin sangre, sin sacudimientos, sin la menor alteración
del orden y sin disturbios; conviene que se la sostenga para que acaben de desengañarse los que la
consideraban inseparable de la anarquía.
Orden, libertad, justicia: tal es el lema de la República. Se contrariaría sus fines si no se respetara e
hiciera respetar el derecho de todos los ciudadanos, no se corrigiera con mano firme todos los abusos y
no se doblegara al saludable yugo de la Ley todas las gentes. Se los contrariaría también si no se dejara
ancha y absoluta libertad a las manifestaciones del pensamiento y la conciencia, si se violara el menor
de los derechos consignados en el título I de la Constitución de 1869. No se los contrariaría menos si por
debilidad se dejara salir fuera de la órbita de las leyes a alguno de los partidos en que está dividida la
nación española. Conviene no olvidar que la insurrección deja de ser un derecho desde el momento en
que universal el sufragio, sin condiciones la libertad y sin el límite de la Autoridad Real la soberanía del
pueblo, toda idea puede difundirse y realizarse sin necesidad de apelar al bárbaro recurso de las
armas. Confío en que penetrándose V.S. bien de estas ideas, determine por ellas su conducta. Por ellas
determinará rigurosamente las suyas el Ministerio que suscribe. Se han de reunir Cortes Constituyentes
que vengan a dar organización y forma a la República; no se repetirán en los próximos comicios las
ilegalidades de otros tiempos. No se cometerán ya las coacciones, los engaños, las violencias,
los fraudes que tanto falsearon otras elecciones: no quedará por lo menos sin castigo el que los
cometa. Sin un profundo respeto a la ley sería la República un desengaño más para los pueblos; y los
que componemos el Poder Ejecutivo no hemos de defraudarles, sin consentir que se les defraude la
última esperanza.*

Circular del Ministerio de la Gobernación a todos los gobernadores de provincias del 14 de febrero de
1873,

Comentario: Proclamación de la República, fases, sectores opositores, división de los partidarios,


problemas a los que se enfrenta.

Identificación del texto


Se trata de un texto de naturaleza jurídica (en cuanto ha sido elaborado por la institución que representa
el Ministerio de Gobernación) y de carácter político. Obra de Francesc Pi i Margal, uno de los cuatro
presidentes del poder ejecutivo durante la república federal española de 1873. Este texto es la primera
declaración de la Asamblea formada por la reunión conjunta de Senado y Congreso que declararon la
República después de la abdicación de Amadeo I de Saboya.

Autor del texto. Francesc Pi y Margall


Político español, presidente de la Primera República (Barcelona, 1824 - Madrid, 1901). Procedente de
un medio obrero, estudió hasta doctorarse en Derecho (1847). Luego se ganó la vida como profesor,
traductor y empleado de un banco, al tiempo que daba sus primeros pasos como escritor y crítico
literario. Vinculado al Partido Demócrata desde que llegara a Madrid en los años cuarenta, participó en
la Revolución de 1854 y se orientó cada vez más hacia la política: en 1854 publicó sus ideas
federalistas en La reacción y la revolución; desde 1857 sostuvo polémicas en defensa del socialismo
contra los demócratas individualistas o liberales.
El triunfo de la Revolución de 1868 le permitió regresar y ser elegido diputado en las Cortes
constituyentes. Se erigió como uno de los grandes líderes del republicanismo, en una vertiente
federalista y cercana al socialismo (lo que le permitía conectar mejor con las aspiraciones sociales de las
clases trabajadoras y con las aspiraciones de descentralización política de su ciudad natal). En
consecuencia, se opuso al carácter monárquico de la Constitución de 1869, y -ya como máximo dirigente
del Partido Republicano Federal, desde 1870- combatió el reinado de Amadeo de Saboya.
Con el Presidente Figueras, fue Ministro de la Gobernación; desde aquel cargo, Pi hizo lo que pudo
por mantener el orden público, contener el movimiento cantonalista y procurar que las elecciones
arrojaran un resultado favorable para el régimen.
Al dimitir Figueras, fue el propio Pi y Margall quien se hizo cargo del Poder Ejecutivo. Lo hizo con
un amplio programa de reformas políticas y sociales que no pudo llevar a cabo, pues sólo se
mantuvo durante algo más de un mes, acosado por la rebelión cantonalista y por la división entre
las filas republicanas.
Tras el golpe de Estado de 1874 Pi y Margall se retiró temporalmente de la política y se dedicó a su
trabajo como abogado, pensador y escritor. En 1890, creó un periódico propio (El nuevo
régimen) e impulsó la definición del programa del partido en 1894.
Su prestigio le permitió ser elegido diputado en 1886, 1891 y 1893; pero perdió popularidad al ser el
único líder republicano que no se dejó arrastrar por el ardor nacionalista durante la Guerra de
Cuba (1895-98): propugnó la concesión de la independencia a las colonias y se opuso a la
guerra contra los Estados Unidos
Ideas fundamentales del texto.
El autor resalta la forma en que se ha producido la llegada del nuevo régimen: sin violencia, pero
no cita los problemas en que se había visto envuelto el reinado de Amadeo y los distintos gobiernos,
así como la división interna de los partidos que apoyaban la causa del nuevo rey, el partido progresista y
la Unión Liberal. Las tres palabras que aparecen como lema de la nueva república resumen el carácter y
las bases sociales en que se apoyó: orden, reclamado ante el avance de las juntas y las demandas
sociales de los sectores más desfavorecidos (primeros núcleos obreros ligados a la I internacional); li-
bertad, que es la base de todo el pensamiento liberal del siglo XIX asumido ahora por demócratas y
republicanos; y justicia, llamada a superar las desigualdades sociales.

El devenir de la I República estuvo asociado a las circunstancias internas y de política exterior que tuvo
que afrontar.
• La guerra carlista, iniciada en la primavera de 1872, contra la república y contra los partidarios de
reponer en el trono a los Borbones (en la persona de Alfonso, hijo de Isabel II).
• También lo fue el cantonalismo, un fenómeno producido en julio-agosto de 1873, fruto de la
escasa respuesta de los gobiernos republicanos a las demandas de los federales radicales.
Comenzó en Cartagena el 12 de julio, se extendió rápidamente a la semana siguiente y fue
reprimido con dureza en agosto-septiembre, quedando el reducto del primer cantón hasta enero
de 1874.
• La cuestión social, en un momento en que tras la represión del movimiento internacionalista,
afloraban los motines de carácter democrático y obrerista.
• Circunstancias exteriores fueron:
o El aislamiento internacional a que se vio sometida la república.
o La guerra cubana, iniciada en 1868, que continuaba ese año y en la que desempeñaba
un importante papel la cuestión de la esclavitud, a cuya libertad se oponían los grandes
hacendados cubanos y los sectores más conservadores.
En ese panorama, la república no pudo ni siquiera debatir el proyecto de constitución federal y sucumbió
a manos de los sectores conservadores del republicanismo y de los partidos constitucionalistas que
habían defendido la causa de Amadeo y ahora defendían la del futuro Alfonso XII.

Etapas de la República:
• Estanislao Figueras (Febrero - Mayo de 1873): la etapa de Figueras fue sin duda alguna la más
moderada de la república. Esto se pudo comprobar al observarse que cuatro ministros de
Amadeo de Saboya pasaban ahora a formar parte del gobierno, siendo éste antimonárquico.
Como era de esperar, surgieron escisiones dentro del partido y de las Cortes, el gobierno no era
ya obedecido por nadie, surgían revueltas federalistas, etc. Finalmente Estanislao Figueras se
vio obligado a abandonar el gobierno y el país, dando paso a la etapa federalista de la república.
• Francisco Pi i Margall (Mayo - Julio de 1873): tras las elecciones de mayo triunfaron los
federalistas acabando así con el anterior gobierno de coalición. Se comenzó a redactar una
Constitución federal, que no llegó a aprobarse, por la cual España se dividía en 17 Estados
federales, cada uno de los cuales contaría con un gobierno y una asamblea legislativa. El
gobierno central de la república controlaría la política exterior, el ejército, los servicios públicos…
Sin embargo toda esta situación de descentralismo desembocó en el cantonalismo por el cual se
independizaron de Madrid muchas ciudades, pueblos, municipios, o regiones por su propia
voluntad. Por ejemplo, Utrera se declaró independiente de Sevilla, Granada y Jaén entraron en
guerra, o el suceso inverosímil de la declaración de guerra de la República de Cartagena (ya que
contaba con gran parte de la escuadra y una fuerte guarnición) a la de Madrid.
• Nicolás Salmerón (Julio - Septiembre de 1873): a su llegada al poder, el cantonalismo respondió
con más dureza y generalizándose (a excepción del norte, donde se encontraban en guerra por
el carlismo) Ante esta situación, Salmerón recurrió al ejército que lo reprendió con dureza, a
pesar de la política conciliadora del presidente.
• Emilio Castelar (Septiembre de 1873 - Enero de 1874): a la llegada del nuevo presidente, la
república se hallaba ya en crisis (tres conflictos simultáneamente: guerra de cuba, tercera guerra
carlista y cantonalismo). Comprendió que el único método para salvar la república era abandonar
el federalismo, regresando al centralismo, llamó al ejército, aplicó la pena de muerte y reforzó el
poder del Estado. Sin embargo sus compañeros no le dejaron continuar, acusándole de
militarista y dictatorial. El 2 de Enero de 1874 reunió las Cortes, pero éstas le retiraron su
confianza, siendo este el fin de la Primera República.

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