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Witness Lee
Living Stream Ministry
Anaheim, California
©1987 Witness Lee
Primera Edición, 3.000 copias, julio de 1987. Segunda Edición, 5.000 copias, julio
de 1987.
ISBN 0-87083-284-0
(Juego completo, rústica)
ISBN 0-87083-296-4
(Lecciones 37-48, rústica)
Publicado por
Living Stream Ministry
1853 W. Ball Road, P. O. Box 2121
Anaheim, CA 92804 U.S.A.
Impreso en los Estados Unidos de América
EXPLICACIÓN Y COMUNIÓN
1. Estas lecciones fueron específicamente preparadas para las reuniones de casa de
los nuevos creyentes. Los dos primeros tomos abarcan los diferentes asuntos entre
un creyente y Dios, los que él debe conocer, entender y practicar inmediatamente
después de ser salvo. Luego, los dos últimos tomos abarcan la salvación plena que
Dios ha preparado en Cristo para nosotros los que hemos creído en El, las riquezas
que hemos obtenido en Cristo, la experiencia que debemos tener en Cristo, las
cosas que debemos llevar a cabo en Cristo, y la meta que debemos alcanzar en
Cristo.
2. Es difícil evitar ciertos términos que son relativamente profundos y difíciles de
entender para los nuevos creyentes. No es necesario añadir explicaciones cuando
se leen estas lecciones en las reuniones. Mientras se lee lección tras lección, se
adquirirá un entendimiento completo de los términos. Aunque no haya un entendi-
miento completo en ese momento, se obtendrá el entendimiento gradualmente.
3. El conocimiento es vacío, y la letra mata; sólo Cristo es la realidad, y solamente
el Espíritu da vida. Por lo tanto, debe haber oración, confesión de pecados, y el ser
llenados y saturados con el Espíritu de Cristo en abundancia antes de leer estas
lecciones. Al leer, se debe tener la práctica de depender menos de la mente y más
del espíritu, rechazando la vieja manera de conocimiento, y enfatizando la nueva
manera de vida. En la lectura, frase tras frase debe ser expulsada por el espíritu con
vida, para tocar los espíritus de otros a fin de que ellos reciban la suministración de
vida del Cristo neumático.
4. Los versículos de la Biblia citados en estas lecciones son tanto económicos como
idóneos. Además, sus explicaciones son concisas y adecuadas, sin tener necesidad
de explicaciones más amplías. Lo único necesario es repetir lo que se lee, enfatizar
lo que se lee, leer de una manera viviente y orar-leer. A veces, se debe completar la
lectura con himnos o testimonios. Nunca se debe extender el significado del texto o
desarrollar un entendimiento basado en la inferencia.
5. Las Escrituras citadas en estas lecciones son de la Versión Reina-Valera. [Nota de los
traductores: correcciones ocasionales hechas conforme a las lenguas originales están
denotadas por las abreviaturas gr. o hebr. después de las referencias de los versículos.]
6. A fin de que estas lecciones sean de beneficio para las reuniones en casa, existe la
gran necesidad de mucha oración. Que el Señor bendiga Su recobro, perfeccione a Sus
santos y edifique Su Cuerpo.
El autor
Taipéi
20 de marzo de 1987
[Esta traducción no fue revisada por el autor, y por consiguiente toda inexactitud es
responsabilidad exclusiva de los traductores].
LECCIÓN CUARENTA
LA SANTIFICACIÓN, SEGUNDA ETAPA
La santificación es otro aspecto importante de la plena salvación de Dios y llega a ser
una faceta de nuestra experiencia en el disfrute de la plena salvación de Dios.
I. EL SIGNIFICADO DE LA SANTIFICACIÓN
1) "... para poder discernir entre lo santo y lo profano" (Lv. 10:10).
El significado de la santificación, ya sea en el hebreo del Antiguo Testamento o en el
griego del Nuevo Testamento, es principalmente separación. Por lo tanto, el ser
santificado (ser hecho santo) en la Biblia significa ser separado de las cosas ordinarias y
comunes. La santidad es el estado de la naturaleza de Dios, la cual no sólo es sin
pecado y sin maldad, sino que también es diferente de todo y es distinta de lo común.
Por consiguiente, siempre que la Biblia menciona a Dios y las cosas concernientes a El
o que le pertenecen a El, las describe como santas. Toda persona, cosa o asunto que no
se entrega a Dios, o no le pertenece a El, es común. Una vez que se entrega a Dios y le
pertenece a El, llega a ser santificada, es decir, separada.
II. LA SEGUNDA ETAPA DE LA SANTIFICACIÓN
1) "Mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido
justificados" (1 Co. 6:11).
Como ya se mencionó en la lección treinta y siete, según la revelación en la Biblia, la
santificación en la salvación de Dios en nosotros se divide en tres etapas: la primera es
para nuestro arrepentimiento, la segunda es para nuestra justificación, y la tercera es
para nuestra transformación. El versículo aquí citado se refiere a la segunda etapa
después del lavamiento y antes de la justificación. Por lo tanto, esta etapa de la
santificación sigue la limpieza de los pecados que se trató en la lección treinta y ocho, y
introduce a la justificación que se discutirá en la siguiente lección. Antes de poder ser
santificados, primero tenemos que ser limpiados de nuestros pecados; del mismo
modo, antes de poder ser justificados, primero tenemos que ser santificados.
III. LA SANTIFICACIÓN POSICIONAL
1) "Que reciban ... perdón de pecados ... entre los santificados" (Hch. 26:18).
En la segunda etapa, la santificación que recibimos en la plena salvación de Dios es
tanto posicional como disposicional. La santificación posicional es un hecho, una
posición santificada que recibimos en Cristo cuando creemos. La santificación
mencionada en este versículo es tal santificación posicional.
A. Mediante la ofrenda única de Cristo
1) "Somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha
una vez para siempre" (He. 10:10).
Esta santificación posicional se realiza mediante la ofrenda del cuerpo de Cristo hecha
de una vez y para siempre, como una ofrenda por el pecado, para separarnos.
B. Mediante la sangre de Jesús
1) "...Jesús, para santificar al pueblo mediante su propia sangre" (He. 13:12).
Obtenemos santificación posicional mediante la sangre redentora de Cristo derramada
en la cruz. Una vez que somos redimidos por la sangre del Señor, somos separados del
mundo, recibiendo una posición santificada y siendo hechos santos para El.
C. Siendo llamados
1) "Los santificados en Cristo Jesús, llamados santos" (1 Co. 1:2, gr.).
Obtenemos esta santificación posicional como resultado de ser llamados por Dios.
Cuando somos salvos y llamados por Dios, somos separados por El para ser santos.
Esto es
un asunto de posición. Por supuesto, recibimos también la vida santa de Dios cuando
fuimos salvos y regenerados, pero esta vida santa todavía no había sido expresada en
nuestro vivir para que llegara a ser nuestra experiencia de santificación.
IV. LA SANTIFICACIÓN DISPOSICIONAL
La santificación disposicional es la santificación que expresamos en nuestro vivir como
resultado del crecimiento de la vida que recibimos al creer en Cristo.
A. Mediante el santificador
1) "Porque el que santifica y los que son santificados, de uno son todos" (He.
2:11).
Cristo es santo, y es también Aquel que nos santifica. Tanto El como nosotros somos
de Dios el Padre. La palabra "de" indica que esta santificación viene de la vida divina
de Dios el Padre, la cual está tanto en Su Hijo como en nosotros. Cristo y nosotros
tenemos la misma vida (Col. 3:4) y la misma naturaleza. Dios en Cristo dispensa Su
vida y naturaleza divinas en nosotros, para que seamos participantes de Su naturaleza
divina (2 P. 1:4), y expresemos así en nuestro vivir una vida santificada por medio de
Su vida divina con Su naturaleza santa en nosotros. Por lo tanto, esta santificación es
la santificación de la vida de Dios y es la santificación que experimentamos; es princi-
palmente disposicional, y no posicional.
B. En el nombre del Señor Jesucristo
1) "Habéis sido santificados ... en el nombre del Señor Jesús" (1 Co. 6:11).
La santificación aquí mencionada no es la santificación que obtuvimos de modo
objetivo en nuestra posición mediante la sangre del Señor. Más bien, la
experimentamos subjetivamente en nuestra disposición en el nombre del Señor. El
estar en el nombre del Señor es estar en Su persona, es decir, estar en la unión
orgánica con El por medio de la fe. En realidad, esto es estar en El mismo. Cuando
fuimos salvos, invocando el nombre del Señor, inmediatamente fuimos puestos en Su
nombre, en Su viviente persona. Entramos en una unión orgánica con El, participamos
de Su vida y naturaleza divinas, y fuimos santificados disposicionalmente.
C. En el Espíritu de Dios, el Espíritu
1) "Habéis sido santificados ... en el Espíritu de nuestro Dios" (1 Co. 6:11).
Somos santificados disposicionalmente estando en el Espíritu de Dios. Este versículo
dice que hemos sido santificados no sólo en el nombre del Señor Jesús, sino también
en el Espíritu de Dios. El nombre del Señor Jesucristo es simplemente Su persona, y
Su persona es el Espíritu. El nombre del Señor y Su Espíritu son inseparables. Cuando
invocamos el nombre del Señor, El nos alcanza con el Espíritu. Puesto que el Espíritu
es el Espíritu de santidad (Ro. 1:4), cuando nos unimos al Señor, experimentamos la
obra santificadora del Espíritu y somos santificados subjetiva y disposicionalmente.
V. EL MODO DE SER SANTIFICADO
1) Por la fe en Cristo: "... por la fe que es en mí [en Cristo]... entre los
santificados" (Hch. 26:18). Para ser santificados y de esta manera separados para
Dios, primero tenemos que creer en Cristo. Cristo derramó Su sangre por nuestra
redención para comprarnos (1 Co. 6:20) a fin de santificarnos (He. 13:12). Si
deseamos participar de este hecho, tenemos que creer en El y unirnos a El. Una vez
que creemos en El y nos unimos a El, somos santificados por Su redención, teniendo
el hecho de la santificación y obteniendo la posición de la santificación.
2) Por el hecho de estar en Cristo: "... los santificados en Cristo Jesús" (1 Co.
1:2). Al creer en Cristo, entramos en El y nos unimos a El. Ya que El mismo es santo
(Lc. 1:35), una vez que estamos en El y nos unimos a El, somos separados para ser
santos. Cristo es el elemento y la esfera en la cual estamos separados, es decir,
santificados para Dios.
Los dos puntos aquí mencionados son el modo para que seamos santificados.
VI. LOS MEDIOS DE LA SANTIFICACIÓN
1) La vida, Cristo: "Cristo... nos ha sido hecho por Dios ... santificación" (1 Co.
1:30). Este versículo muestra que la santificación es simplemente Cristo. Al creer en El,
Cristo entra en nosotros para ser nuestra vida. Esta vida es santa y puede hacer que
expresemos una vida santa en nuestro vivir y que seamos santificados.
2) La luz, la santa Palabra: "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad"
(Jn. 17:17). A fin de hacernos santos, Dios nos da vida por dentro y la santa Palabra por
fuera. La santa Palabra es la verdad, la cual es capaz de santificarnos. La vida de Dios
dentro de nosotros, con su naturaleza santa, requiere que seamos santos; la santa
Palabra de Dios, como nuestra luz santificadora y nuestra guía por fuera, nos enseña a
ser santos. Estas dos se relacionan por dentro y por fuera para santificarnos.
3) El poder, el Espíritu Santo: "...santificada por el Espíritu Santo" (Ro. 15:16). A
fin de hacernos santos, Dios también nos da el Espíritu Santo para que sea nuestro
poder santificador. Estos tres-la vida de Cristo, la luz de la santa Palabra y el poder del
Espíritu Santo-obran juntamente para santificarnos.