You are on page 1of 44

En la descripción mandada hacer por Felipe II el 5 de octubre de

1576, en su capítulo 23 se dice:

"Esta Villa tiene dos fuentes junto a los muros dellas, la


una se llama la fuente vieja y esta tiene muy poca agua aunque
mui buena y mui delgada...”

“Se surte la Villa de aguas potables en dos fuentes fuera


de puertas, en un pequeño valle al norte, llamada Nueva y Vieja:
Esta última es regular de copia, no bastante para el surtido,
aunque su agua es delgada.".
La Fuente Grande es una monumental obra cuya planta
es un rectángulo, que se halla dividida en dos secciones:
la fuente propiamente dicha y los lavaderos.

Lo más interesante es la parte exterior, compuesta por


una larga galería de piedra cubierta y decorada con 22
pilastras toscanas y un entablamento corrido sobre el
cual se alzan bolas sobre sus pedestales.

El agua mana por diez caños que vierten en un pilón de


sillería dividido en compartimentos.

La fuente se encuentra en el Valle Mayor y fue


construida en el siglo XVI.
Declarado Monumento Nacional el 23 de septiembre de 1976.

Bello ejemplar de la arquitectura renacentista y más


concretamente de estilo herreriano.

En justicia puede lIamársele o calificársele como "El Monumento


al Agua".

Esta fábrica de utilidad pública se empezó el año de 1573 y


acabóse en 1578.

Su diseño se atribuye a Don Juan de Herrera y aunque no existe


documento que lo demuestre, todo hace suponer que es un
proyecto del gran arquitecto de Felipe II.
Si observamos su fábrica podremos ver que muchos de los
elementos son idénticos a los utilizados, tanto en el Palacio
del Escorial como en el de Aranjuez, más aún si sabemos que
por aquellas fechas dicho arquitecto trabajaba en la
construcción de este último.

Sus artífices fueron dos ocañenses: Don Blas Hernández y


Don Francisco Sánchez, utilizándose en la obra canteros de
esta localidad, al igual que del labrado y esculpido de las
piedras incluido los escudos blasonados de la Villa que fue
ejecutado por Don Alonso de la Carrera.

De forma rectangular, se halla dividida en dos secciones: la


Fuente propiamente dicha , y los lavaderos.
Su fachada principal (55x62m.)la compone una larga
galería de piedra cubierta, sobria y elegante decorada
por 20 pilastras toscanas de sillería, que forman otros
tantos arcos adintelados.

En los extremos de la fachada podemos ver sendos


escudos blasonados de la Villa también en piedra.

En un tiempo, posterior a 1.870, el agua manaba por


sus diez caños que vierten a un henchidero o pilón de
sillería dividido en compartimentos que sirvieron de
abrevaderos.
Los muros interiores son de ladrillo como los arcos y bóvedas que
cubren la galería y por la que corren en dos tarjeas las aguas que
provienen de ambos lados del valle.

Se da acceso a dicha fuente por una rampa al O. y al S. mediante


una espaciosa escalera de sillería de dos ramales.

A escasos metros de la fuente y bajo las entrañas de la tierra,


brota una mina de agua que es conducida a lo largo de un túnel de
ladrillo de más de 274 m. de largo por 2 de alto y 1,22 de ancho.

Las máquinas para elevar el agua a la población fueron instaladas


en 1888, constando de diez motores con una capacidad total de
175 caballos. El agua que produce esta mina tiene una dureza de
47°.
contribuciones hechas por el eranio público. El 18 de octubre de 1870 el Regidor del Ayuntamiento y Ayudante de Ingeniero, D

En 1784 y 1829 sufrió la Fuente dos grandes


inundaciones que la ocasionaron muchas averías,
remediadas con fondos del Municipio y tomándose para
ello dinero a censo mediante contribuciones hechas por
el eranio público.

El 18 de octubre de 1870 el Regidor del Ayuntamiento


y Ayudante de Ingeniero, Don Martín Caballero y
Cabello, presentó un proyecto que fue aprobado y
ejecutado, para dotar a esta Fuente con diez caños y
tapándose los dos antiguos, cuya obra finalizó el 18 de
diciembre del mismo año, ascendiendo su importe a
15.300 reales.
LAVADERO - Caños
Estos están separados de la Fuente por una fuerte
muralla, teniendo su entrada por una escalera de sillería
en dos ramales.

Este patio enlosado de forma rectangular tiene dos


grandes pilones de sillería iguales y paralelos, sirviendo
en su tiempo de lavaderos públicos y pudiendo hacer
uso del mismo unas trescientas mujeres.

En 1576 la fuente contaba sólo con dos caños, pero tan


abundantes y copiosos que podían abastecer a más de
3.000 vecinos que era el censo de aquella época, así
como a más de 200 molinos de aceite existentes en la
Villa.
LAVADEROS
En el mismo valle mayor y por debajo de la Fuente Nueva o
Grande, se alza ésta que desde siempre se ha conocido por la
Fuente Vieja y de la que sabemos muy poco.

En un antiquísimo documento se dice de ella que data de la


"decimoquinta centuria", aunque también en muchos de ellos se
la cita afirmando que su origen es tan antiguo y remoto como el
de la Villa.

Su estructura se asemeja a la Fuente Grande en algunas cosas,


como la captación de aguas por medio de una mina y la bajada
en forma de rampa, pero sus proporciones son mucho menores.
Los cronistas de Ocaña recogen tres renovaciones o
restauraciones de esta primera fuente: Una data de 1574
(libro de Acuerdos, al tener que ser reedificada) y
precisamente el año en que se construye ya la Grande.
Otra fue en 1727 y la última en 1911.

Una primera referencia histórica del precario estado del


abastecimiento de agua de la Villa lo tenemos a
comienzos del siglo XVI, y es Antonio Lalaing quien en
el primer viaje de Felipe el Hermoso en el año 1501,
nos dice:
"Ocaña, provista de agua sólo por una fuente
que brota a un tiro de piedra fuera de la ciudad".
Saludos de Bailón 24-11-2009
Cueva Sopeña o de Lucrecia ¿Historia o leyenda?
En muchos casos, la visita curiosa a lo insólito se convierte en una
búsqueda de las huellas del hecho, que sabemos se produjo por
determinados rincones y que tuvo que dejar un testimonio que sería
apasionante encontrar. Recuerdo un ejemplo. Hacia el siglo XVI, una
hechicera cortesana de nombre Lucrecia de León asustó a la nobleza
madrileña con el anuncio de una catástrofe que determinaría el fin del
mundo y de la que -dijo- sólo se salvarían los que se metieran en una
determinada cueva existente en las cercanías del pueblo de Ocaña. Los
señores de la corte de Felipe II encargaron al arquitecto Juan de Herrera
que pusiera la caverna en condiciones para albergarlos cuando llegara el
desastre, y el constructor ocultista del monasterio de El Escorial amplió el
lugar y preparó una serie de estancias subterráneas que cumplían los
requisitos más urgentes para acoger a una buena cantidad de cortesanos
con sus criados. Con el tiempo, la profecía catastrofista se olvidó, y con
ella, la cueva. Pero sigue allí, en las cercanías del pueblo del penal. ¿No
resultaría apasionante encontrarla y revivir a solas el miedo supersticioso
de aquella gente que estuvo dispuesta a salvarse en secreto, mientras
tenía el convencimiento que todo a su alrededor desaparecería?

You might also like