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DOSSIER 1: EL ROMANTICISMO

SELECCIÓN DE POEMAS

El caminante sobre el mar de nubes (1818) de


Caspar David Friedrich
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
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CASTELLANO: LENGUA Y LITERATURA


LITERATURA UNIVERSAL
2º BACHILLER
PROF. J. RAMÓN CERVERA

POETAS FRANCESES ¿Qué me importan los valles, los palacios,


las chozas?
ALPHONSE DE LAMARTINE Sus encantos son vanos, para mí nada
cuentan.
Ríos, montes y bosques, soledades
POEMA 1: AISLAMIENTO amadas,
sólo un ser está ausente y todo es un
A menudo en el monte, bajo algún viejo desierto.
roble,
viendo el sol que se pone tristemente me Miraré indiferente los caminos del sol,
siento; qué más da si en su inicio o en su parte
dejo que todo el llano mis miradas final;
abarquen, si se pone o si nace entre nubes o azul,
el cambiante paisaje que se extiende a ¿a mí el sol qué me importa? Nada espero
mis pies. del día.

Aquí el río con olas espumosas murmura, Si pudiera seguirle en su larga carrera
serpentea y se pierde en oscuros confines; por doquier yo vería el vacío y el páramo.
allí inmóvil el lago es un agua dormida, Nada quiero de todo lo que el sol ilumina,
con la estrella de Venus adornando su nada quiero tener del inmenso universo.
azul.
Mas tal vez más allá de su curva celeste,
En la cima, que bosques muy sombríos donde el sol verdadero otros cielos
coronan, alumbra,
el crepúsculo pone su fulgor postrimero; si pudiera dejar mis despojos aquí
y el brumoso carruaje que conduce las lo que tanto he soñado se mostrara a mis
sombras ojos.
emblanquece, elevándose todo el amplio
horizonte.
Allí me embriagaría en la fuente deseada
y volviera a encontrar esperanza y amor,
De la gótica flecha surge entonces un son ese bien ideal al que aspiran las almas
religioso que invade todo el aire; el viajero y que no tienen nombre aquí abajo en la
se detiene y escucha la campana que tierra.
mezcla
a los últimos ruidos de aquel día su canto.
¡Si pudiera en el carro de la Aurora
elevarme
Pero halagos así no conmueven mi alma, vago fin de mis ansias, en el cielo hasta ti!
que parece insensible, incapaz de ¿Por qué aún sigo atado a esta tierra de
emoción; exilio?
y contemplo la tierra como un vago Entre la tierra y yo nada existe en común.
fantasma:
no calienta a los muertos este sol de los
vivos. Cuando la hoja del bosque cae sobre los
prados,
cuando el viento nocturno la arrebata a los
De colina en colina pongo en vano mis valles,
ojos, yo quisiera también ser esa hoja caída:
desde el norte hasta el sur, de la aurora al ¡Arrastradme como ella, aquilones,
poniente, borrascas!
y me digo: «No existe ni un lugar en el
mundo
donde pueda pensar que me espera la VÍCTOR HUGO
dicha».
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POEMA 2: EL MENDIGO El océano, que es fatal al nauta,


Le dijo: Di llorona, ¿tú qué quieres?
Era un pobre que andaba en la escarcha y
el viento. Yo soy la tempestad, soy el espanto;
Golpeé mi cristal; se detuvo delante Termino allí donde comienza el cielo.
de mi puerta, que abrí con un gesto ¿Te necesito acaso siendo tú
cortés. tan pequeña cuando yo soy inmenso?

Regresaban los asnos del mercado del Respondió el manantial al mar amargo:
pueblo, Sin gloria y sin estrépito te doy,
con labriegos sentados en las toscas Oh vasto mar, lo que tú nunca tienes:
albardas. Un poco de agua para que alguien beba.

Era el viejo que vive en aquella casucha


que está al pie de la cuesta, y que sueña GERARD DE NERVAL (1808-1855)
esperando,
solitario, una luz de ese cielo tan triste, POEMA 4: EL PUNTO NEGRO
de la tierra unos céntimos, el que tiende
sus manos Quien al sol cara a cara ha llegado a mirar
hacia el hombre y las junta conversando cree ver ante sus ojos como el vuelo
con Dios. obstinado
de una mancha plomiza que descubre en
Le grité: Puede entrar y caliéntese un el aire.
poco.
Quise saber su nombre. Él tan sólo me Y cuando era aún muy joven, y a la vez
dijo: más audaz,
Yo me llamo el mendigo. Le cogí de la en la gloria un instante fijé osado la vista:
mano: en mis ávidos ojos se imprimió un punto
negro.
Adelante, buen hombre. Y ordené que
trajeran Desde entonces, en todo, como un signo
una jarra de leche. El anciano temblaba de luto,
por el frío; me hablaba, mientras yo, allí donde se posa mi mirada, compruebo
pensativo, que se posa también esa mancha
aunque hablándole, no conseguía negruzca.
escucharle.
¿Siempre va a interponerse entre la dicha
Viene todo empapado, dije, tienda su ropa y yo?
Oh, es que sólo las águilas -¡ay de mí, ay
aquí junto al hogar. Se arrimó más al de nosotros!
fuego. pueden mirar impunes a la Gloria y al Sol.

Vi su abrigo comido por polillas, que POEMA 5. LA PARADA


antaño
fuera azul, desplegado al calor de las Es un alto en el viaje y bajamos del coche;
llamas, caminando al azar, dejo atrás unas casas,
con mil puntos brillantes agujeros de luz harto ya de caballos, del camino, del
que mostraba el fulgor, ante la chimenea látigo,
como un cielo nocturno salpicado de fatigados los ojos, doloridos los huesos.
estrellas.
Y de pronto ante mí, el verdor y el silencio,
Y entretanto secaba sus andrajos, todo un húmedo valle que recubren las
chorreantes lilas,
de la lluvia y del agua de las hondas el murmullo del agua entre los altos
barrancas, álamos...
le veía como alguien que rebosa oraciones ¡y el camino y el ruido ya no son de este
mundo!
y miraba, insensible a lo que ambos
decíamos, Y me tiendo en la hierba y me escucho
su sayal, refulgente de mil constelaciones. vivir,
y me dejo embriagar por el heno oloroso,
POEMA 3 y me niego a pensar contemplando los
cielos...
Caía de la roca el manantial Una voz grita entonces: «¡Que nos vamos,
Gota a gota en el pavoroso mar. señores!»
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Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,


THÉOPHILE GAUTIER los sobrehumanos silencios y su profunda
quietud,
POEMA 6: EN LA NOCHE me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.
Cuando oímos crujir sordamente los Escucho los silbidos del viento sobre los
muros, campos,
cuando en la chimenea brotan múltiples y en medio del infinito silencio tanteo mi
ecos voz:
que no son de este mundo, y con un ruido me subyuga lo eterno, las estaciones
extraño muertas,
los tizones crepitan rodeados de un fuego la realidad presente y todos sus sonidos.
entre pálido y lívido, cuando hay viejos Así, a través de esta inmensidad se ahoga
retratos mi pensamiento:
que hacen muecas por obra de los y naufrago dulcemente en este mar.
cambios de luz;
solitario, sentado, lejos de cualquier ruido, POEMA 8: A LA LUNA (CANTO XIV)
¿es que acaso no os gusta mecer vuestras
veladas Oh tú, graciosa luna, bien recuerdo
con relatos de aquellas maravillas de que sobre esta colina, ahora hace un año,
antaño? angustiado venía a contemplarte:
Para mí es un placer; si en un viejo castillo y tú te alzabas sobre aquel boscaje
por azar he encontrado un pesado librote como ahora, que todo lo iluminas.
entre el polvo de góticas librerías vetustas Mas trémulo y nublado por el llanto
hace tiempo olvidado, pero que tiene que asomaba a mis párpados, tu rostro
márgenes se ofrecía a mis ojos, pues doliente
con antiguas viñetas y fantásticas flores era mi vida: y aún lo es, no cambia,
y que brilla lo mismo que una extraña oh mi luna querida. Y aún me alegra
vidriera el recordar y el renovar el tiempo
con colores intensos ya no puedo dejarlo. de mi dolor. ¡Oh, qué dichoso es
Virelais y baladas, láis, leyendas de santos en la edad juvenil, cuando aún tan larga
milagreros que curan los posesos del es la esperanza y breve la memoria,
Diablo el recordar las cosas ya pasadas,
y los pobres leprosos con tan sólo trazar aun tristes, y aunque duren las fatigas!
una cruz en el aire; cuando no son las
crónicas
de las gestas de aquellos paladines sin POEMA 9: LA VIDA SOLITARIA (CANTO
miedo; XVI)
todo, todo mis ojos lo devoran ansiosos;
los relojes en vano doce veces avisan, La lluvia matinal, cuando las alas
y es inútil que el búho chille al darse a la batiendo, salta alegre la gallina
fuga en la cerrada estancia, y el labriego
cuando hiere su vista la luz del candelabro sale al balcón, y la naciente aurora
que ilumina el salón; continúo leyendo vibra su rayo trémulo, esmaltando
mientras sobre la mesa de sepulcro la las transparentes gotas, en mi albergue
cera dulcemente llamando, me despierta.
se derrama formando oleadas y veo Salgo, y la leve nubecilla, el canto
que enrojece el cristal y que asoma a lo primero de las aves, la aura grata
lejos y de las playas la quietud bendigo.
por oriente, en el cielo, el fulgor de la Harto os he conocido, infaustos muros
aurora, de la ciudad, en donde el odio sigue
la luz nueva del sol que amanece y acompaña al dolor: ¡que en la desgracia
sonriendo. vivo y he de morir, quizás en breve!
Un resto de piedad tienes, Natura,
para mí en estos sitios ¡ay! un tiempo
más compasivos a mi mal. Tú apartas
POETAS ITALIANOS del triste la mirada, y desdeñando
los dolores y afanes, a la reina
GIACOMO LEOPARDI Felicidad te humillas. El que sufre
no halla en cielo ni tierra amiga mano,
POEMA 7: EL INFINITO (CANTO XII) ni otro refugio encontrará que el hierro.

Amé siempre esta colina, Tal vez me asiento en solitaria parte,


y el cerco que me impide ver sobre una altura que domina un lago
más allá del horizonte. coronado de plantas taciturnas;
allí, cuando al cenit radiante asciende
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el sol, refleja su tranquila imagen,


y ni hoja o yerba se conmueve al viento; Yacía en quieta sombra el valle oscuro,
no se ve ni se siente a la redonda Y alrededor cubría a las colinas
encresparse las olas; ni su canto Con su alba luz la rociadora luna.
entonar la cigarra; ni las plumas
el pájaro agitar entre las hojas, Sola seguía la callada senda
o retozar la mariposa leve. Ella, y el viento que difunde aromas
Calma profunda envuelve aquella orilla, Su rostro acariciaba dulcemente.
donde yo, inmóvil, reposando, casi
del mundo odioso y de mi ser me olvido; Es vano preguntar si alegre estaba:
y pienso que mis miembros se desatan, Placer le daba aquello, y era el goce
que se extingue el sentir y que mi antigua Que le auguraba el corazón, más grande.
calma con la del sitio se confunde. […]
¡Cómo huisteis, serenas, bellas horas!
A menudo verásme, solo y mudo, Ningún deleite en este mundo dura
errar por bosques y por verdes ribas, Ni se detiene, sino la esperanza.
o yacer en la yerba, satisfecho,
si aún el poder de suspirar me queda. Vio turbarse la noche, oscurecerse
El aspecto del cielo, antes tan bello,
POEMA 10: CANTO XXXVIII Y el placer convertírsele en espanto.
FRAGMENTO
Un turbio nubarrón, padre del trueno,
Aquí, vagando del umbral en torno, Surgía tras los montes y crecía
la lluvia y la tormenta invoco en vano, Ocultando la luna y las estrellas.
para que la retenga en mi morada.
Desplegarse lo vio por todas partes
Bramaba el huracán en la floresta Y ascender por el aire poco a poco
y el trueno retumbaba entre las nubes, Formando un manto sobre su cabeza.
antes que el alba iluminase el cielo.
La luz se hacía más débil, y entre tanto
¡Oh amadas nubes, cielo, tierra, plantas!, Despertábase el viento allá en e bosque,
parte mi amor: piedad, si en este mundo Allá en el bosque, en el lugar querido.
piedad existe para un triste amante.
Se hacía más pesado a cada instante,
¡Despierta, torbellino, y trata ahora Desvelando a las aves, que, espantadas,
de envolverme, oh turbión, hasta el Emprendían el vuelo entre las frondas.
momento
que en otra tierra el sol renueve el día! Y la nube, al crecer, caía tanto
Hacia la orilla, que uno de sus bordes
Tocaba el monte, y otro el mar tocaba.
Se aclara el cielo, cesa el viento, duermen
las hojas y la yerba, y, deslumbrado, Ya todo en ciega oscuridad sumido,
de llanto el crudo sol llena mis ojos. Comenzábase a oír templar la lluvia
Y bramaba el turbión al acercarse.
POEMA 11: CANTO XXXIX.
FRAGMENTO Vibraba entre las nubes el relámpago
Horrible, haciendo que parpadease;
Extinto el diurno rayo en Occidente Y era la tierra triste, el aire fuego.
Estaba, y quieto el humo de los pueblos
Y en silencio los canes y los hombres, Las rodillas fallábanle a la mísera;
Y ya mugía el trueno, semejante
Cuando, de vuelta a la amorosa meta, Al torrente que cae desde lo alto.
Ella se halló de nuevo en la llanura,
Más que nunca gentil y jubilosa. A veces deteníase; aterrada,
La oscuridad miraba, y luego huía,
Difundía su luz por todos lados, Tras ella los cabellos y el vestido.
Del sol hermana, y recubrió de plata
Los árboles que allí guirnalda eran. Rompía con el pecho el duro viento,
Y frías gotas, por el aire oscuro,
Iban cantando al viento los ramajes, Silbando, el dulce rostro le azotaban.
Y con el ruiseñor que siempre llora
Dulcemente un arroyo iba gimiendo. Como una fiera la seguía el trueno,
Rugiendo horriblemente y sin descanso,
Límpido el mar lejano, y la campiña, Y crecía la lluvia y la tormenta.
Y la floresta, y, una a una, todas
Las cimas de los montes descubríanse. En torno suyo era terrible todo:
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Volar de hojas, polvo, ramas, piedras, Haces de luz caían sobre ellos; algunos se
Y el estruendo que el alma ni imagina. tendían
Y escondían sus ojos y lloraban; otros
Cubriéndose los ojos fatigados descansaban
Del relampaguear, ceñido el traje, Sus barbillas en sus manos apretadas y
El paso apresuró entre la tormenta. sonreían;
Y otros iban rápido de aquí para allá y
Pero aún en su vista el rayo estaba alimentaban
Brillando, hasta que al fin, por el espanto, Sus pilas funerarias con combustible y
Dejó de caminar, desfallecida. miraban hacia arriba,
Suplicando con loca inquietud al sordo
Retrocedió, pero en aquel instante cielo,
El cielo oscureciese sin relámpagos El sudario de un mundo pasado, y
Y el trueno enmudeció, cesando el viento. entonces otra vez
Con maldiciones se arrojaban sobre el
Callaba todo; y ella era de piedra. polvo,
Y rechinaban sus dientes y aullaban; las
POETAS INGLESES aves silvestres chillaban
Y, aterrorizadas, revoloteaban sobre el
LORD BYRON suelo,
Y agitaban sus inútiles alas; los brutos más
POEMA 12: OSCURIDAD salvajes
Tuve un sueño que no era del todo un Venían dóciles y trémulos; y las víboras se
sueño. arrastraron
El brillante sol se apagaba, y los astros Y se enroscaron escondiéndose entre la
Vagaban apagándose por el espacio multitud,
eterno, Siseando, pero sin picar, y fueron muertas
Sin rayos, sin rutas, y la helada tierra para servir de alimento.
Oscilaba ciega y oscureciéndose en un Y la Guerra, que por un momento se había
cielo sin luna. ido,
La mañana llegó, y se fue, y llegó, y no Se sació otra vez; una comida se
trajo consigo el día, compraba
Y los hombres olvidaron sus pasiones ante Con sangre, y cada uno se hartó resentido
el terror y solo
De esta desolación, y todos los corazones Atiborrándose en la penumbra: no
Se congelaron en una plegaria egoísta por quedaba amor.
luz, Toda la tierra era un solo pensamiento y
Y vivieron junto a hogueras, y los tronos, ése era la muerte
Los palacios de los reyes coronados, las Inmediata y sin gloria; y el dolor agudo
chozas, Del hambre se instaló en todas las
Las viviendas de todas las cosas que entrañas, hombres
habitaban, Morían y sus huesos no tenían tumba, y
Fueron quemadas en los fogones, las tampoco su carne;
ciudades se consumieron, El magro por el magro fue devorado,
Y los hombres se reunieron en torno a sus Y aún los perros asaltaron a sus amos,
ardientes casas todos salvo uno,
Para verse de nuevo las caras unos a Y aquel fue fiel a un cadáver, y mantuvo
otros. A raya a las aves y las bestias y los débiles
hombres,
Hasta que el hambre se apoderó de ellos,
Felices eran aquellos que vivían dentro del o los muertos que caían
ojo Tentaron sus delgadas quijadas; él no se
De los volcanes, y su antorcha montañosa, buscó comida,
Una temerosa esperanza era todo lo que Sino que con un gemido piadoso y
el mundo contenía; perpetuo
Se encendió fuego a los bosques, pero Y un corto grito desolado, lamiendo la
hora tras hora mano
Fueron cayendo y apagándose, y los Que no respondió con una caricia, murió.
crujientes troncos
Se extinguieron con un estrépito y todo
quedó negro. Poco a poco la multitud fue muriendo de
hambre; pero dos hombres
De una enorme ciudad sobrevivieron,
Las frentes de los hombres, a la luz sin Y eran enemigos; se encontraron junto
esperanza A las agonizantes brasas de un altar
Tenían un aspecto no terreno cuando de Donde se había apilado una masa de
pronto
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cosas santas
Para un fin impío; hurgaron,
Y temblando revolvieron con sus manos POEMA 14:
delgadas y esqueléticas Quien mucho tiempo ha estado recluido
En las débiles cenizas, y sus débiles en la urbe
alientos Se siente satisfecho cuando mira el
Soplaron por un poco de vida e hicieron hermoso
una llama Y amplio rostro del cielo y lanza una
Que era una ridícula; entonces levantaron plegaria
Sus ojos al verla palidecer, y observaron En toda la sonrisa del azul firmamento.
El aspecto del otro, miraron y gritaron, y ¿Quién más feliz que el hombre que,
murieron. contento de ánimo,
De puro espanto mutuo murieron, se hunde fatigado en la hierba ondulante
Sin saber quién era aquel sobre cuya de un cómodo escondrijo y lee una
frente delicada
La hambruna había escrito "enemigo". El y complaciente historia de amor y
mundo estaba vacío, languidez?
Lo populoso y lo poderoso era una masa, Y al regresar a casa, ya atardecido, atento
Sin estaciones, sin hierba, sin árboles, sin Para captar las notas de Filomela, y viendo
hombres, sin vida; La brillante carrera de raudas nubecillas,
Una masa de muerte, un caos de dura Se queja de que el día ya pasó sigiloso,
arcilla. Como el breve transcurso de una lágrima
Los ríos, lagos, y océanos estaban quietos, de ángel
Y nada se movía en sus silenciosos Que por el claro éter cae silenciosamente.
abismos;
Los barcos sin marinos yacían pudriéndose
en el mar, POEMA 15: AL PEÑÓN DE AILSA
Y sus mástiles bajaban poco a poco;
cuando caían ¡Escúchame, escarpada pirámide
Dormían en el abismo sin un vaivén. oceánica!
Las olas estaban muertas; las mareas ¡Responde con tu voz, el grito de gaviotas!
estaban en sus tumbas, ¿Cuándo vastas corrientes te cubrieron los
Antes ya había expirado su señora, la hombros?
Luna; ¿Cuándo tu extensa frente te ocultaron del
Los vientos se marchitaron en el aire sol?
estancado, ¿Cuánto hace que el inmenso poder te
Y las nubes perecieron; la Oscuridad no urgió a elevarte
necesitaba al aéreo reposo desde sueños profundos?
De su ayuda... Ella era el universo. Duerme junto a los rayos del sol o junto al
trueno,
JOHN KEATS O cuando nubes grises son tu frío techado.
Estás profundamente dormido; no
respondes.
POEMA 13: Tu vida es sólo dos eternidades muertas:
¡Oh Soledad, si tengo que convivir contigo La última en el aire, la anterior en el
que no sea en la maraña de oscuros piélago;
edificios! Primero con ballenas, y con águilas luego.
Asciende la ladera conmigo –observatorio Hasta que el terremoto te alzó, ahogado
De la naturaleza–, desde donde esta estabas:
cuenca, Otro ya no despierta tu estatura gigante.
Sus pendientes floridas, sus aguas
cristalinas, POETAS ESTADOUNIDENSES
Ocupan sólo un palmo, y velaré contigo
Bajo un dosel de ramas, donde el brinco EDGAR ALLAN POE
del ciervo
Asusta a las abejas sobre las dedaleras. POEMA 16: ANNABEL LEE
Pero aunque seguiremos con gozo estas
escenas, Hace muchos, muchos años en un reino
El placer de mi alma es el dulce diálogo junto al mar
Con una mente pura cuyas palabras habitó una señorita cuyo nombre era
muestran Annabel Lee
Ideas delicadas; seguro que esto es casi y crecía aquella flor sin pensar en nada
La dicha más auténtica del espíritu más
humano: que en amar y ser amada, ser amada por
Cuando a tus madrigueras van dos almas mi.
gemelas.
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Éramos sólo dos niños mas tan grande


nuestro amor No bajan rayos de luz del santo cielo
que los ángeles del cielo nos cogieron a esta ciudad de la eterna noche.
envidia Pero una luz interior del lívido mar
pues no eran tan felices, ni siquiera la proyecta silenciosas torrecillas
mitad -resplandecen los pináculos por todas
como todo el mundo sabe, en aquel reino partes-
junto al mar. Cúpulas-agujas, salones reales
pórticos, paredes estilo babilónico,
Por eso un viento partió de una oscura sombrías y olvidadas glorietas
nube aquella noche de hiedra esculpida y flores pétreas,
para helar el corazón de la hermosa y muchos, muchos maravillosos santuarios
Annabel lee cuyos ensortijados frisos entrelazan
luego vino a llevársela su noble parentela la viola, la violeta y la vid.
para enterrarla en un sepulcro en aquel
reino junto al mar. Resignadamente bajo el cielo
las melancólicas aguas reposan.
No luce la luna sin traérmela en sueños Tanto se mezclan allí las torres y las
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos sombras
y así paso la noche acostado con ella que parecen péndulos en el aire
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa. mientras que desde una altiva torre en la
ciudad
Nuestro amor era más fuerte que el amor la muerte mira hacia abajo como desde
de los mayores una enormidad.
que saben más como dicen de las cosas
de la vida Allí los tiempos abiertos y las descubiertas
ni los ángeles del cielo ni los demonios del tumbas
mar bostezan a nivel con las luminosas olas,
separaran jamás mi alma del alma de pero no las riquezas que allí yacen
Annabel Lee. en cada uno de los ojos de diamante del
ídolo
No luce la luna sin traérmela en sueños -los muertos alegremente enjoyados no
ni brilla una estrella sin que vea sus ojos tientan las aguas desde sus lechos;
y así paso la noche acostado con ella pues no se rizan las ondas, ¡ay!,
mi querida hermosa, mi vida, mi esposa. en este desierto de cristal-
Ninguna agitación dice que los vientos
En aquel sepulcro junto al mar pueden estar
en su tumba junto al mar ruidoso. en algún mar lejano y más feli-.
Hace muchos, muchos años en un reino Ninguna ola sugiere que los vientos han
junto al mar estado
habitó una señorita cuyo nombre era en mares menos espantosamente serenos.
Annabel Lee
y crecía aquella flor sin pensar en nada ¡Pero, mira! ¡Algo se agita en el aire!
más La ola. ¡Hay un movimiento allí!,
que en amar y ser amada, ser amada por como si las torres se hubieran apartado,
mi sumergiéndose lentamente, la lenta
marea,
Versión de Radio Futura como si sus cimas débilmente hubieran
dejado
POEMA 17: LA CIUDAD EN EL FONDO un vacío en el brumoso cielo.
DEL MAR Las olas tienen ahora un brillo rojizo
las olas respiran desmayadas y lentas.
¡Mira! La muerte se ha izado un trono Y cuando ya no hay lamentos terrenales
en una extraña y solitaria ciudad baja, baja esta ciudad hasta donde se
allá lejos en el sombrío Oeste, quedará desde ahora.
donde el bueno y el malo y el mejor y el El infierno, elevándose desde mil tronos,
peor le hará reverencias.
han ido a su reposo eterno
Allí capillas y palacios y torres
(torres devoradoras de tiempo que no se POEMA 18: PAÍS DE HADAS
estremecen)
no se asemejan a nada que sea nuestro. VALLES de sombra y aguas apagadas
En los alrededores, olvidadas por vientos y bosques como nubes,
inquietos que ocultan su contorno
resignadamente bajo el cielo en un fluir de lágrimas.
las melancólicas aguas reposan. Allí crecen y menguan unas enormes
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lunas, Navega, velero mío


una vez y otra vez, a cada instante, sin temor,
en canto que la noche se desliza, que ni enemigo navío
y avanzan siempre, inquietas, ni tormenta, ni bonanza
y apagan el temblor de los luceros tu rumbo a torcer alcanza,
con el aliento de su rostro blanco. ni a sujetar tu valor.
Cuando el reloj lunar señala medianoche,
una luna más fina y transparente Veinte presas
desciende, poco a poco, hemos hecho
con el centro en la cumbre a despecho
de una sierra elevada, del inglés
y de su vasto disco y han rendido
se deslizan los velos dulcemente sus pendones
sobre aldeas y estancias, cien naciones
por doquier; sobre extrañas a mis pies.
florestas, sobre el mar
y sobre los espíritus que vuelan
y las cosas dormidas: Que es mi barco mi tesoro,
y todo lo sepultan que es mi dios la libertad,
en un gran laberinto luminoso. mi ley, la fuerza y el viento,
¡Ah, entonces! ¡Qué profunda mi única patria, la mar.
es la pasión que ponen en su sueño!
Despiertan con el día, Allá; muevan feroz guerra
y sus lienzos de luna ciegos reyes
se ciernen ya en el cielo, por un palmo más de tierra;
con inquietas borrascas, que yo aquí; tengo por mío
y a todo se parecen: más que nada cuanto abarca el mar bravío,
semejan un albatros amarillo. a quien nadie impuso leyes.
Y aquella luna no les sirve nunca
para lo mismo: en tienda Y no hay playa,
se trocará otra vez, extravagante. sea cualquiera,
Pero ya sus pedazos pequeñitos ni bandera
se tornan leve lluvia, de esplendor,
y aquellas mariposas de la Tierra que no sienta
que vuelan, afanosas del celaje, mi derecho
y bajan nuevamente, y dé pechos mi valor.
sin contentarse nunca,
nos traen una muestra,
prendida de sus alas temblorosas. Que es mi barco mi tesoro,
que es mi dios la libertad,
POETAS ESPAÑOLES mi ley, la fuerza y el viento,
mi única patria, la mar.
JOSÉ DE ESPRONCEDA
A la voz de "¡barco viene!"
POEMA 19: CANCIÓN DEL PIRATA es de ver
cómo vira y se previene
a todo trapo a escapar;
Con diez cañones por banda, que yo soy el rey del mar,
viento en popa, a toda vela, y mi furia es de temer.
no corta el mar, sino vuela
un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman, En las presas
por su bravura, El Temido, yo divido
en todo mar conocido lo cogido
del uno al otro confín. por igual;
sólo quiero
por riqueza
La luna en el mar riela la belleza
en la lona gime el viento, sin rival.
y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y va el capitán pirata, Que es mi barco mi tesoro,
cantando alegre en la popa, que es mi dios la libertad,
Asia a un lado, al otro Europa, mi ley, la fuerza y el viento,
y allá a su frente Istambul: mi única patria, la mar.
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¡Sentenciado estoy a muerte! y luego embravecida


Yo me río que estalla y que se agita
no me abandone la suerte, y rayos mil vomita
y al mismo que me condena, y muertos por doquier.
colgaré de alguna antena,
quizá; en su propio navío Que el trueno me despierte
Y si caigo, con su ronco estampido,
¿qué es la vida? y al mundo adormecido
Por perdida le haga estremecer,
ya la di, que rayos cada instante
cuando el yugo caigan sobre él sin cuento,
del esclavo, que se hunda el firmamento
como un bravo, me agrada mucho ver.
sacudí.
La llama de un incendio
Que es mi barco mi tesoro, que corra devorando
que es mi dios la libertad, y muertos apilando
mi ley, la fuerza y el viento, quisiera yo encender;
mi única patria, la mar. tostarse allí un anciano,
volverse todo tea,
Son mi música mejor y oír como chirrea
aquilones, ¡qué gusto!, ¡qué placer!
el estrépito y temblor
de los cables sacudidos, Me gusta una campiña
del negro mar los bramidos de nieve tapizada,
y el rugir de mis cañones. de flores despojada,
sin fruto, sin verdor,
ni pájaros que canten,
Y del trueno ni sol haya que alumbre
al son violento, y sólo se vislumbre
y del viento la muerte en derredor.
al rebramar,
yo me duermo Allá, en sombrío monte,
sosegado, solar desmantelado,
arrullado me place en sumo grado
por el mar. la luna al reflejar,
moverse las veletas
Que es mi barco mi tesoro, con áspero chirrido
que es mi dios la libertad, igual al alarido
mi ley, la fuerza y el viento, que anuncia el expirar.
mi única patria, la mar.
Me gusta que al Averno
POEMA 20: LA DESESPERACIÓN lleven a los mortales
y allí todos los males
les hagan padecer;
Me gusta ver el cielo les abran las entrañas,
con negros nubarrones les rasguen los tendones,
y oír los aquilones rompan los corazones
horrísonos bramar, sin de ayes caso hacer.
me gusta ver la noche
sin luna y sin estrellas, Insólita avenida
y sólo las centellas la tierra iluminar. que inunda fértil vega,
de cumbre en cumbre llega,
Me agrada un cementerio y arrasa por doquier;
de muertos bien relleno, se lleva los ganados
manando sangre y cieno y las vides sin pausa,
que impida el respirar, y estragos miles causa,
y allí un sepulturero ¡qué gusto!, ¡qué placer!
de tétrica mirada
con mano despiadada Las voces y las risas,
los cráneos machacar. el juego, las botellas,
en torno de las bellas
Me alegra ver la bomba alegres apurar;
caer mansa del cielo, y en sus lascivas bocas,
e inmóvil en el suelo, con voluptuoso halago,
sin mecha al parecer,
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
11

un beso a cada trago que al son que cruje de la seca leña,


alegres estampar. libre me duermo sin rencor ni amor.
Mío es el mundo como el aire libre...
Romper después las copas,
los platos, las barajas, Todos son mis bienhechores,
y abiertas las navajas, y por todos
buscando el corazón; a Dios ruego con fervor;
oír luego los brindis de villanos y señores
mezclados con quejidos yo recibo los favores
que lanzan los heridos sin estima y sin amor.
en llanto y confusión.
Ni pregunto
Me alegra oír al uno quiénes sean,
pedir a voces vino, ni me obligo
mientras que su vecino a agradecer;
se cae en un rincón; que mis rezos
y que otros ya borrachos, si desean,
en trino desusado, dar limosna
cantan al dios vendado es un deber.
impúdica canción. Y es pecado
la riqueza:
Me agradan las queridas la pobreza
tendidas en los lechos, santidad:
sin chales en los pechos Dios a veces
y flojo el cinturón, es mendigo,
mostrando sus encantos, y al avaro
sin orden el cabello, da castigo,
al aire el muslo bello... que le niegue
¡Qué gozo!, ¡qué ilusión! caridad.

POEMA 21: EL MENDIGO Yo soy pobre y se lastiman


todos al verme plañir,
Mío es el mundo: como el aire libre, sin ver son mías sus riquezas todas,
otros trabajan porque coma yo; qué mina inagotable es el pedir.
todos se ablandan si doliente pido Mío es el mundo: como el aire libre...
una limosna por amor de Dios.
Mal revuelto y andrajoso,
El palacio, la cabaña entre harapos
son mi asilo, del lujo sátira soy,
si del ábrego el furor y con mi aspecto asqueroso
troncha el roble en la montaña, me vengo del poderoso,
o que inunda la campaña y a donde va, tras él voy.
El torrente asolador.
Y a la hermosa
Y a la hoguera que respira
me hacen lado cien perfumes,
los pastores gala, amor,
con amor. la persigo
Y sin pena hasta que mira,
y descuidado y me gozo
de su cena cuando aspira
ceno yo, mi punzante
o en la rica mal olor.
chimenea, Y las fiestas
que recrea y el contento
con su olor, con mi acento
me regalo turbo yo,
codicioso y en la bulla
del banquete y la alegría
suntüoso interrumpen
con las sobras la armonía
de un señor. mis harapos
y mi voz:
Y me digo: el viento brama,
caiga furioso turbión; Mostrando cuán cerca habitan
el gozo y el padecer,
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
12

que no hay placer sin lágrimas, ni pena sin voz hablando al tímido piloto,
que no traspire en medio del placer. que como a un numen bienhechor te
Mío es el mundo; como el aire libre... adora,
y en ti los ojos clava.
Y para mí no hay mañana,
ni hay ayer;
olvido el bien como el mal, Tiende apacible noche el manto rico,
nada me aflige ni afana; que céfiro amoroso desenrolla,
me es igual para mañana recamado de estrellas y luceros;
un palacio, un hospital. por él rueda la luna.
Vivo ajeno
de memorias, Y entonces tú, de niebla vaporosa
de cuidados vestido, dejas ver en fórmulas vagas
libre estoy; tu cuerpo colosal, y tu diadema
busquen otros arde al par de los astros. […]
oro y glorias,
yo no pienso
sino en hoy. GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER
Y do quiera
vayan leyes, POEMA 23: XXVI
quiten reyes,
reyes den; Tú eras el huracán y yo la alta
yo soy pobre, torre que desafía su poder:
y al mendigo, ¡tenías que estrellarte o que abatirme!
por el miedo ¡No podía ser!
del castigo,
todos hacen Tú eras el océano y yo la enhiesta
siempre bien. roca que firme aguarda su vaivén:
¡tenías que romperte o que arrancarme!
Y un asilo donde quiera ¡No podía ser!
y un lecho en el hospital
siempre hallaré, y un hoyo donde caiga Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
mi cuerpo miserable al espirar. uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque...
Mío es el mundo: como el aire libre, ¡No podía ser!
otros trabajan porque coma yo;
todos se ablandan, si doliente pido POEMA 24: XXXV
una limosna por amor de Dios.
Olas gigantes que os rompéis bramando
ÁNGEL SAAVEDRA, DUQUE DE RIVAS en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas,
POEMA 22: EL FARO DE MALTA ¡llevadme con vosotras!

Envuelve al mundo extenso triste Ráfagas de huracán que arrebatáis


noche, del alto bosque las marchitas hojas,
ronco huracán y borrascosas nubes arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!
confunden y tinieblas impalpables
el cielo, el mar, la tierra: Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego ornáis las desprendidas orlas,
Y tú invisible te alzas, en tu frente arrebatado entre la niebla oscura,
ostentando de fuego una corona, ¡llevadme con vosotras!
cual rey del caos, que refleja y arde
con luz de paz y vida. Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad! ¡tengo miedo de quedarme
En vano ronco el mar alza sus montes con mi dolor a solas!
y revienta a tus pies, do rebramante
creciendo en blanca espuma, esconde POEMA 25: XXXVIII
y borra
el abrigo del puesto: Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
Tú, con lengua de fuego, aquí está, jugando llamarán.
dices,
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
13

de arpa de oro,
Pero aquéllas que el vuelo refrenaban beso del aura, onda de luz,
tu hermosura y mi dicha a contemplar, eso eres tú.
aquéllas que aprendieron nuestros
nombres... Tú, sombra aérea, que cuantas veces
ésas... ¡no volverán! voy a tocarte te desvaneces.
¡Como la llama, como el sonido,
Volverán las tupidas madreselvas como la niebla, como el gemido
de tu jardín las tapias a escalar del lago azul!
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán. En mar sin playas onda sonante,
en el vacío cometa errante,
Pero aquellas cuajadas de rocío largo lamento
cuyas gotas mirábamos temblar del ronco viento,
y caer como lágrimas del día... ansia perpetua de algo mejor,
ésas... ¡no volverán! eso soy yo.

Volverán del amor en tus oídos ¡Yo, que a tus ojos en mi agonía
las palabras ardientes a sonar, los ojos vuelvo de noche y día;
tu corazón de su profundo sueño yo, que incansable corro y demente
tal vez despertará. tras una sombra, tras la hija ardiente
de una visión!
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido... desengáñate, POEMA 29: XI
nadie así te amará.
Yo sé un himno gigante y extraño
POEMA 26: XIII que anuncia en la noche del alma una
aurora,
Del salón en el ángulo oscuro, y estas páginas son de ese himno
de su dueña tal vez olvidada, cadencias que el aire dilata en las
silenciosa y cubierta de polvo, sombras.
veíase el arpa.
Yo quisiera escribirle, del hombre
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, domando el rebelde mezquino idioma,
como el pájaro duerme en las ramas, con palabras que fuesen a un tiempo
esperando la mano de nieve suspiros y risas, colores y notas.
que sabe arrancarlas!
Pero en vano es luchar; que no hay cifra
¡Ay!, pensé, ¡cuántas veces el genio capaz de encerrarle, y apenas ¡oh!
así duerme en el fondo del alma, ¡hermosa!
y una voz como Lázaro espera si teniendo en mis manos las tuyas
que le diga "¡Levántate y anda!" pudiera al oído cantártelo a solas.

POEMA 27:XVI ACTIVIDADES.


1. El tema de la huída de la ciudad y el
Cuando me lo contaron sentí el frío refugio en la naturaleza está presente en
de una hoja de acero en las entrañas, muchos poemas románticos. Analiza este
me apoyé contra el muro, y un instante motivo en los poemas 1, 5, 7, 8, 9, 11, 13,
la conciencia perdí de dónde estaba. 14 y 24 y compáralos. ¿Cómo se presenta
la naturaleza en estos poemas? ¿Qué
Cayó sobre mi espíritu la noche elementos naturales se repiten con más
en ira y en piedad se anegó el alma frecuencia? ¿qué simbolizan?
¡y entonces comprendí por qué se llora! 2. Uno de los símbolos románticos más
¡y entonces comprendí por qué se mata! recurrentes es la luna y la oscuridad.
Comenta la presencia de estos símbolos
Pasó la nube de dolor... con pena en los poemas 8, 11, 12, 17 y 18.
logré balbucear breves palabras... 3. La naturaleza desbocada suele ser el
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo... marco idóneo para el alma romántica. En
Me hacía un gran favor... Le di las gracias. ella se refugian los protagonistas de
numerosos poemas, o bien se componen
POEMA 28: LX imponentes apóstrofes dirigidas a algún
elemento de la naturaleza que refleja el
Cendal flotante de leve bruma, estado de ánimo turbulento y angustiado
rizada cinta de blanca espuma, del protagonista (luna, noche, tormenta,
rumor sonoro mar embravecido…). Describe los diversos
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
14

fenómenos naturales y su evolución en los español Radio Futura. Escucha esta


poemas 1, 9, 10, 11, 15, 20, 22, 23 y 24. canción con el poema delante para
Distingue los textos en los que el visualizar mejor esta escena (también está
protagonista se refugia en la naturaleza (o en Youtube: teclea Radio Futura Annabel
se aniquila en ella) de los que plasman Lee). Esta historia de amor es una
una invocación o apóstrofe. Intenta actualización romántica del clásico tópico
establecer una correspondencia entre los amoroso del amor más allá de la muerte.
fenómenos de la naturaleza y el estado de Piensa en Tristán e Iseo, Romeo y Julieta
ánimo de los protagonistas. Finalmente, (o en Titanic) y en el famoso poema de
compara estos poemas con los del Quevedo “Amor más allá de la muerte” y
ejercicio 1. ¿Son los mismos fenómenos después compara estas obras con el
naturales? ¿Por qué? poema de Poe.
4. El mito de Prometeo, el titanismo o el 9. Fíjate en el cuadro de la portada del
desafío a los dioses es otro de los motivos dossier. Se trata de “El caminante sobre el
predilectos del Romanticismo. mar de nubes” (1818) del pintor romántico
Frankenstein de Mary W. Shelley es el alemán Caspar David Friedrich.. Describe
prototipo de obra que lleva al extremo la escena. Luego imagina los sentimientos
este tema (también se encuentra, del protagonista. Ahora relaciona el
actualizado, en obras como Niebla de cuadro con algunos de los poemas leídos.
Unamuno y Seis personajes en busca de Justifica tu elección.
autor de Pirandello). Investiga sobre el 10. Es probable que, después de leer este
mito clásico de Prometeo y sobre dossier, tu imagen del romanticismo se
Frankenstein. Después analiza cómo haya ampliado un poco. Hoy en día el
cristaliza este motivo en los poemas 3, 4, adjetivo romántico ha perdido parte de su
15, 19, 22 y 23. Finalmente, echa un significado original (básicamente se
vistazo a algunas secuencias de Blade relaciona con el amor un tanto cursi). Por
Runner, una mítica película de ciencia ello, ya estás preparado para escribir tu
ficción dirigida por Ridley Scott en 1982 y propio poema romántico, intentando
protagonizada por Harrison Ford. En ella, emular el estilo o temática de los que has
un androide superinteligente que ha leído. Recuerda que la libertad formal era
desarrollado recuerdos se rebela contra su una de las premisas de estos autores, pero
creador porque quiere vivir más. Comenta era demasiado pronto para el verso libre.
la escena (La puedes ver en Youtube si Intenta utilizar una métrica adecuada y
tecleas “Blade Runner Batty y Tyrell”). Un ¡déjate llevar por la pasión!
comentario sobre la película y este motivo
romántico lo puedes encontrar aquí:
http://www.antroposmoderno.com/textos/b
laderuner.shtml.
5. Relacionado con lo anterior está la
querencia romántica por los personajes
libres, orgullosos y desafiantes. Muchos de
ellos son marginados o inadaptados, como
en los poemas 2, 19 y 21. Analiza este
rasgo de personalidad en los protagonistas
de estos textos. Comenta, a continuación,
las diferencias entre los poemas 2 y 21,
que llevan el mismo título. “El mendigo”.
6. El irracionalismo romántico promovía el
gusto por lo siniestro, lo oscuro y
tenebroso, lo fantástico. La presencia de la
noche, de cementerios, de fantasmas,
espectros, vampiros, muertos vivientes,
demonios, esqueletos… es usual en estas
obras. Encuentra todos los elementos de
este tipo en los poemas 6, 12, 16, 17, 18 y
20.
7. El poema 12 (“Oscuridad” de Lord
Byron) es un verdadero relato poético de
ciencia ficción apocalíptica. Resume su
contenido y relaciónalo con otros relatos o
películas (seguro que has visto más de
una) de este tipo que conozcas. Si te
atreves, compón tú un cuento de ciencia
ficción basándote en este poema.
8. El poema 16 (“Annabel Lee” de E. A.
Poe) fue versioneado por el grupo pop
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
15

ANEXO
De mediodía, hasta la Primavera que en tu
ROMÁNTICOS ALEMANES silencio se demora,
Nubes espirituales, grises y húmedas,
FRIEDRICH HÖLDERLIN (1770-1843) La hermosura del apacible día, todos
sobre ti pasan.
EL PASEO Qué paz en este muro gris
Hermosos bosques que cubren la ladera, Sobre el que cuelgan los frutos de un
En la verde pendiente dibujados, árbol;
Por cuyas sendas me guío, Ramas negras cubiertas de rocío y de
Calmado en mi corazón duelo,
Dulcemente cada espina Pero que sin embargo muestran en sus
Cuando más oscuro es el sentido frutos la belleza.
Del dolor del pensamiento y del Arte Reina una oscura paz en la iglesia
Que desde tan antiguo en mí pesan. Y el altar es esta noche más recogido,
Deliciosas imágenes del valle, Brillan aún en él los ornamentos26,
Jardines, árboles, Canta un grillo en los campos del Verano.
Estrecho puentecillo, Cuando se escucha allí hablar al
Arroyo que apenas puedo ver, sacerdote,
Qué hermoso en la despejada lejanía Junto al grupo de amigos
Brilla el soberbio cuadro Que acompañan al muerto. ¡Qué intimidad
De este paisaje que amorosamente Y noble espíritu, que la piedad propician!
Visito, cuando el tiempo es benigno.
Dulcemente la divinidad nos lleva LA VIDA ALBOROZADA
Hacia el azul primero, Cuando a la pradera llego,
Luego con nubes dispone A través de estos campos,
La enorme y cenicienta bóveda, Bueno y pacífico me siento,
Y abrasadores rayos y estruendo Invulnerable a los espinos.
De relámpagos, con embeleso de los Mi ropa ondea en el viento,
campos, Y el alegre espíritu busca
Con belleza unida Su fondo, hasta
A la fuente de la primitiva imagen. Que hallado lo celebra.
Oh dulce cuadro,
EL CEMENTERIO Bajo los verdes árboles.
Pacífico lugar donde la joven hierba Que mi paso detiene
verdea, Como el letrero de una taberna.
Donde hombre y mujer yacen y las cruces
se elevan, La paz de los tranquilos días
Donde son conducidos los amigos, Me parece decididamente excelsa,
Donde claro cristal relumbra en las Pero no preguntes nada,
ventanas. Pues yo he de decírtelo.
Desde el alto resplandor del cielo Hacia el hermoso arroyo
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
16

Afanosamente busco una alegre senda, Y lejana yace la oscura pregunta de la


Hasta que a mis ojos muestra duda.
Su serpentear por la salvaje ribera,
El pequeño puente que airoso lo cruza
Y que al bello bosque asciende; EL INVIERNO
Donde el viento agita el puente, El campo está desnudo, en la alta lejanía
Alzo la vista alborozado. sólo brilla
En lo alto de la colina El cielo azul, y como el perderse de
Algunas tardes a reposar me siento, senderos
Mientras el viento alrededor de las Muéstrase la Naturaleza, idéntica, los
cumbres silba vientos
Y suenan las campanas en la torre, Son frescos, y de claridad la Naturaleza se
La contemplación trae la paz a mi corazón corona.
Que unido queda a esa imagen, A esa hora ver es posible desde el cielo
Aliviando sus dolores La amplitud del día, por noche clara
Más allá de la razón. circundado
¡Paisaje amado! por cuyo centro Cuando en lo alto las estrellas aparecen,
Pasa el camino, tan llano, Y más espiritual la vida que se expande.
Y sobre él la pálida luna se eleva
Cuando el viento del anochecer comienza, LA PRIMAVERA
Donde más sencilla es la Naturaleza Plena es el alma que puede sentir de
Y más grandiosas las montañas, nuevo esas horas,
A mi hogar regreso, pleno, Cuando el hombre feliz contempla los
En busca del dorado vino. campos,
Y todos se preguntan cómo podrían
LOS HOMBRES A los placeres de la vida abrirse.
Cuando se nutre el hombre de sí mismo y Como la bóveda del cielo, que abre su
el porvenir contempla, inmensidad.
Es como cuando un día de otros días se Así es entonces la alegría de los valles
diferencia, libres.
Y excelso se inclina el hombre hacia ese El corazón aspira la nueva vida,
porvenir, Los pájaros cantan, transformándose en
Alejado de la Naturaleza y sin envidia. melodía sus gemidos.
Como solo en otra enorme vida, El hombre que frecuentemente las más
Alrededor de la cual verdéase la hondas preguntas se hace
Primavera, el Verano alegre se detiene Habla entonces de esa vida de la que la
Hasta que el año rápido desciende hacia el palabra nace
Otoño Sin que el dolor le muerda en el alma,
Y sin cesar las nubes nos envuelven. Y dichoso su hacienda vigila.
Su morada resplandece, bajo los altos
EL ESPÍRITU DEL TIEMPO43 vientos.
La vida es la tarea del hombre en este El más vasto campo se rinde al hombre y
mundo, los caminos
Y así como los años pasan, así como los Lejos se pierden más allá de la mirada,
tiempos hacia lo más alto avanzan, Y arrasados puentes cruzan sobre el río.
Así como el cambio existe, así
En el paso de los años se alcanza la A Diotimia (2)
permanencia;
La perfección se logra en esta vida ¡Bella vida! Tú vives, como leve brote de
Acomodándose a ella la noble ambición de invierno,
los hombres. en este mundo agostado sola y
callada floreces.
VISION Aire ansías, y luz, primavera que vierta su
Imágenes que la plenitud del día a los tibio
hombres muestran, resplandor, cuando buscas la
En el verdor de la llana lejanía, infancia del mundo.
Antes de que la luz decline en el Ya tu sol, ya tu tiempo feliz se ha ocultado,
crepúsculo, y en la noche glacial sólo hay fragor
Y la tenue claridad dulcemente serene los de huracanes.
sonidos del día.
Oscura, cerrada, parece a menudo la A las parcas
interioridad del mundo,
Sin esperanza, lleno de dudas el sentido Dadme un estío más, oh poderosas,
de los hombres, y un otoño, que avive mis canciones,
Mas el esplendor de la Naturaleza alegra y así, mi corazón, del dulce juego
sus días saciado, morirá gustosamente.
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
17

con los que esperaban su retorno con la fe


El alma, que en el mundo vuestra ley de la inocencia?
divina no gozó, pene en el Orco; ¿Qué es lo que, de repente, tan lleno de
mas si la gracia que ambiciono logra presagios, brota
mi corazón, si vives, poesía, en el fondo del corazón y sorbe la brisa
suave de la melancolía?
¡sé bien venido, mundo de las sombras! ¿Te complaces también en nosotros,
Feliz estoy, así no me acompañen Noche obscura?
los sones de mi lira, pues por fin ¿Qué es lo que ocultas bajo tu manto, que,
como los dioses vivo, y más no anhelo. con fuerza invisible, toca mi alma?
Un bálsamo precioso destila de tu mano,
NOVALIS (1772-1801): HIMNOS A LA como de un haz de adormideras.
NOCHE (1800) Por ti levantan el vuelo las pesadas alas
del espíritu.
1 Obscuramente, inefablemente nos
¿Qué ser vivo, dotado de sentidos, no sentimos movidos
ama, –alegre y asustado, veo ante mí un rostro
por encima de todas las maravillas del grave,
espacio que lo envuelve, un rostro que dulce y piadoso se inclina
a la que todo lo alegra, la Luz hacia mí,
–con sus colores, sus rayos y sus ondas; su y, entre la infinita maraña de sus rizos,
dulce omnipresencia–, reconozco la dulce juventud de la Madre–.
cuando ella es el alba que despunta? ¡Qué pobre y pequeña me parece ahora la
Como el más profundo aliento de la vida Luz!
la respira el mundo gigantesco de los ¡Qué alegre y bendita la despedida del
astros, día!
que flotan, en danza sin reposo, por sus Así, sólo porque la Noche aleja de ti a tus
mares azules, servidores,
la respira la piedra, centelleante y en por esto sólo sembraste en las
eterno reposo, inmensidades del espacio las esferas
la respira la planta, meditativa, sorbiendo luminosas,
la vida de la Tierra, para que pregonaran tu omnipotencia –tu
y el salvaje y ardiente animal multiforme, regreso– durante el tiempo de tu ausencia.
pero, más que todos ellos, la respira el Más celestes que aquellas centelleantes
egregio Extranjero, estrellas
de ojos pensativos y andar flotante, nos parecen los ojos infinitos que abrió la
de labios dulcemente cerrados y llenos de Noche en nosotros.
música. Más lejos ven ellos que los ojos blancos y
Lo mismo que un rey de la Naturaleza pálidos de aquellos incontables ejércitos
terrestre, –sin necesitar la Luz,
la Luz concita todas las fuerzas a cambios ellos penetran las honduras de un espíritu
innúmeros, que ama–
ata y desata vínculos sin fin, envuelve y esto llena de indecible delicia un espacio
todo ser de la Tierra con su imagen más alto.
celeste. Gloria a la Reina del mundo,
Su sola presencia abre la maravilla de los a la gran anunciadora de Universos
imperios del mundo. sagrados,
Pero me vuelvo hacia el valle, a la tuteladora del Amor dichoso
a la sacra, indecible, misteriosa Noche. –ella te envía hacia mí, tierna amada,
Lejos yace el mundo –sumido en una dulce y amable Sol de la Noche–
profunda gruta– ahora permanezco despierto
desierta y solitaria es su estancia. –porque soy Tuyo y soy Mío1–
Por las cuerdas del pecho sopla profunda tú me has anunciado la Noche: ella es
tristeza. ahora mi vida
En gotas de rocío quiero hundirme y –tú me has hecho hombre–
mezclarme con la ceniza que el ardor del espíritu devore mi cuerpo,
–Lejanías del recuerdo, deseos de la que, convertido en aire, me una y me
juventud, sueños de la niñez, disuelva contigo íntimamente
breves alegrías de una larga vida, y así va a ser eterna nuestra Noche de
vanas esperanzas se acercan en grises bodas.
ropajes,
como niebla del atardecer tras la puesta
del Sol–. 1
Al reconocer su pertenencia a la Noche, el
En otros espacios abrió la Luz sus
poeta cobra conciencia de la plena posesión de
bulliciosas tiendas. sí
¿No tenía que volver con sus hijos, mismo.
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
18

–la melancolía se fundió en un mundo


2 nuevo, insondable
¿Tiene que volver siempre la mañana? ebriedad de la Noche, Sueño del Cielo–,
¿No acabará jamás el poder de la Tierra? tú viniste sobre mí
Siniestra agitación devora las alas de la el paisaje se fue levantando dulcemente;
Noche que llega. sobre el paisaje, suspendido en el aire,
¿No va a arder jamás para siempre la flotaba mi espíritu,
víctima secreta del Amor? libre de ataduras, nacido de nuevo.
Los días de la Luz están contados; En nube de polvo se convirtió la colina,
pero fuera del tiempo y del espacio está el a través de la nube vi los rasgos
imperio de la Noche. glorificados de la Amada
–El Sueño dura eternamente. Sagrado –en sus ojos descansaba la eternidad–.
Sueño.– Cogí sus manos. y las lágrimas se hicieron
No escatimes la felicidad un vínculo
a los que en esta jornada terrena se han centelleante, indestructible.
consagrado a la Noche. Pasaron milenios huyendo a la lejanía,
Solamente los locos te desconocen, y no como huracanes.
saben del Sueño, Apoyado en su hombro lloré;
de esta sombra que tu, compasiva, lloré lágrimas de encanto para la nueva
en aquel crepúsculo de la verdadera vida.
Noche –Fue el primero, el único Sueño.–
arrojas sobre nosotros. Y desde entonces,
Ellos no te sienten en las doradas aguas desde entonces sólo,
de las uvas, siento una fe eterna. una inmutable
en el maravilloso aceite del almendro confianza en el Cielo de la Noche,
y en el pardo jugo de la adormidera. y en la Luz de este Cielo: la Amada.
Ellos no saben que tú eres
la que envuelves los pechos de la tierna HEINRICH HEINE (1797-1856)
muchacha
y conviertes su seno en un cielo, Mi alma se parece al mar...
ellos ni barruntan siquiera
que tú, Mi alma se parece al mar:
viniendo de antiguas historias, tiene olas y tempestades;
sales a nuestro encuentro abriéndonos el pero en sus profundidades
Cielo muchas perlas se han de hallar.
y trayendo la llave de las moradas de los
bienaventurados, Nueva primavera
de los silenciosos mensajeros de infinitos
misterios. En su amor la mariposa
Vuela de la fresca rosa
3 Sobre el cáliz perfumado;
Antaño, Un rayo del sol ardiente
cuando yo derramaba amargas lágrimas; La baña amorosamente
cuando, disuelto en dolor, se desvanecía Con su resplandor dorado.
mi esperanza; Pero ¿a quién ama la rosa?
cuando estaba en la estéril colina, ¿Quién el amor de la hermosa,
que, en angosto y obscuro lugar albergaba Quisiera saber, merece?
la imagen de mí ¿Es el ruiseñor que canta?
–solo, como jamás estuvo nunca un ¿O el astro que se levanta
solitario, Cuando la tarde decrece?
hostigado por un miedo indecible– No sé a quién la rosa adora:
sin fuerzas, pensamiento de la miseria Pero mi pecho atesora
sólo. Para todos tierno amor;
Cuando entonces buscaba auxilio por un Para todos, rosa bella,
lado y por otro Rayo de sol, clara estrella,
–avanzar no podía, retroceder tampoco– Mariposa y ruiseñor.
y un anhelo infinito me ataba a la vida
apagada que huía: Pon en mi pecho, niña, pon tu
entonces, de horizontes lejanos azules mano....
–de las cimas de mi antigua beatitud–,
llegó un escalofrío de crepúsculo, Pon en mi pecho, niña, pon tu mano.
y, de repente, se rompió el vínculo del ¿No sientes dentro lúgubre inquietud?
nacimiento, Es que .en el alma llevo un artesano
se rompieron las cadenas de la Luz. que se pasa clavando mi ataúd.
Huyó la maravilla de la Tierra, y huyó con
ella mi tristeza Trabaja sin descanso todo el día;
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
19

y en la noche trabaja sin cesar; Cúbrela tenue velo


que acabes pronto, maestro, mi alma De vaporosas joyas adornado,
ansía, Y la áurea cabellera en rizos suelta,
y me dejes en calma descansar. En ondas baña su figura esbelta;
Brillan sus ojos con la luz del cielo.
Cuestiones Y en brazos uno de otro, al par lanzados,
Se acarician los enamorados.
A orillas del mar desierto,
Junto al piélago intranquilo, Contra el amante pecho,
Un joven lleno de dudas Con fuerza apasionada,
Se detiene pensativo, La oprime el caballero en lazo estrecho;
Y así a las ondas inquietas Y el soñador despierta,
Dice con aire sombrío: Y la nieve se torna en llamarada,
-«Explicadme de la vida Y el pálido enrojece, y se convierte
El arcano no sabido, El temeroso en atrevido y fuerte.
Enigma que tantas frentes Mas ella, con engaño femenino
Ardieron por descubrirlo; Y sin igual destreza,
Cabezas engalanadas Con el brillante velo diamantino
Con adornos pontificios, Le envuelve, sin sentirlo, la cabeza.
Frentes con mitras hieráticas,
Con turbantes damasquinos, Encantado al instante
Con birretes doctorales, Se encuentra el caballero en un radiante
Con pelucas, con postizos Palacio de cristal, bajo la linfa
Cabellos, y tantas otras De una tersa laguna sepultado.
Cabezas que el escondido Absorto y deslumbrado
Enigma saber quisieron, Queda ante brillo tanto, mas la ninfa
Decidme, yo os lo suplico: Del onda habitadora
¿Qué es el hombre? ¿de dó viene? En sus brazos lo estrecha, lo enamora,
¿Adónde va su camino? Y en tanto, sus doncellas
¿Qué habita en el alto cielo A la cítara arrancan notas bellas.
Tras los astros encendidos -»
El mar su canción eterna Y de modo tan dulce y lisonjero
Murmura triste y dormido; Cantan y tocan, que los pies se lanzan
Sopla el viento; huyen las nubes; Al baile embriagador, y alegres danzan;
Los astros en el vacío Y siente el caballero
Fulguran indiferentes Que, ya desvanecidos,
Con sus resplandores fríos, Amenazan dejarle sus sentidos;
Y un demente una respuesta Y a la ondina se enlaza
Espera en tanto intranquilo. Y estrechamente en su ansiedad la
abraza.
Intermezzo lírico Más, de pronto se extingue
La viva luz... ¡Oscuridad completa!...
Érase un caballero macilento, ¡Y a hallarse vuelve, solitario y triste,
Trémulo, triste, silencioso y lento, En su guardilla mísera el poeta!
Que vagaba al acaso,
con inseguro paso,
Siempre en hondos ensueños sumergido, ROMÁNTICOS INGLESES
Tan desairado y zurdo y distraído,
Que susurraban flores y doncellas SAMUEL TAYLOR COLERIDGE (1772-
Al pasar, vacilante, junto a ellas. 1834)

Huyendo de los hombres a menudo, Helada a medianoche


El lugar más recóndito escogía
De la casa, y allí, anhelante y mudo, La helada cumple su secreto oficio
En la sombra los brazos extendía.- sin ayuda del viento. Un búho deja
¡Media noche sonó!... Rara armonía su chillido en la noche -escucha- inmensa.
Y voces peregrinas se escucharon Todos descansan ya y me entrego a esa
Entre la vaga bruma, soledad que propicia el desvarío.
Y a la puerta, quedísimo, tocaron. Tan sólo queda junto a mí, en su cuna,
el reposado sueño de mi hijo.
Con furtiva pisada, ¡Es tan tranquilo! Tanto que perturba
Su visión adorada el pensamiento con su extremo y raro
Entra vestida de sonante espuma, silencio. ¡Mar, colina y arboleda,
Y como fresca rosa, junto a este pueblo! ¡Mar, colina y bosque
La divinal hermosa con los hechos diarios de la vida,
Brilla, encanta y perfuma. inaudibles cual sueños! La azul llama
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
20

se aquieta en el hogar y ya no tiembla; y a mediados de mayo cada animal se


sólo esa cinta interrumpe la calma, siente alegre.
agitándose aún sobre la verja. ¡Tú, hijo de esa alegría, grita a mi
Su meneo en la calma de esta escena alrededor,
le da una semejanza con mi vida, quiero oírte gritar, oh, pastor feliz!
la toma una amistosa forma cuyo
endeble flamear hace un juguete
del pensamiento y es interpretada Camposanto en el sur de Escocia
a su modo por el alma, que busca
en cada cosa espejo de sí misma(...) ACOTADO del hombre y al borde de una
sima
El ruiseñor donde el torrente espuma, veréis el
cementerio.
...Y un bosque yo me sé, Allí la liebre alcanza su más tranquilo
vasto, muy cerca de un castillo enorme, sueño
que su señor no habita. Y en el bosque y los elfos, nevados de luna, entran y
los zarzales indómitos se enlazan danzan
y quiebran los senderos, y la hierba para crédulos ojos. De aquelarre ni templo
apretada no queda ya vestigio, pero allí se deslizan
y los botones de oro cubren las avenidas. desconsoladas gentes, que con velada
Mas nunca supe de un lugar tan lleno angustia
de ruiseñores. Cerca o a lo lejos, le lloran su oración al viento y al celaje.
en árbol o zarzal, por todo el bosque, No hay tumbas orgullosas. Mas rudos
se contestan e incitan en su canto, caballeros,
con la pugna de trinos caprichosos, que esculpiera el humilde querer de
murmullos musicales y rápidos gorjeos tiempos idos,
y un leve silbo de mayor dulzura... en tierra yacen, entre verdores de cicuta;
Tanto llenan el aire de armonía, no es una mezcla triste, si quiebra el alba
que, cerrando los ojos, olvidarías casi clara
que no era día. En los arbustos plateados el resplandor del césped, y cerca, en los
de luna, que abren leves hojuelas con arbustos,
relente, coros primaverales entonan su alborozo.
tal vez los vieras sobre ramas finas,
sus ojos muy brillantes y redondos Cielo tras la borrasca
centelleando, mientras un gusano de luz
ya su antorcha de amor alza en la De «La Excursión». Libro II
sombra...
UN solo paso, que me libertó de los límites
de aquel ciego vapor, abrió a mis ojos
WILLIAM WORDSWORTH (1770-1850) un tan vivo esplendor como no viera
nunca
el despierto sentido ni el alma en sus
Ahora, mientras los pájaros cantan ensueños.
alegres melodías... Fué la visión, de pronto desplegada,
una inmensa ciudad; se hubiera dicho
Ahora, mientras los pájaros cantan alegres gran selva de edificios, hacia lo hondo
melodías retirada de algún ilimitado abismo,
y los pequeños corderos retozan naufragando entre glorias, ya sin fin.
como si bailaran al son de un tambor, Fábricas parecían de diamantes y oro,
a mí me invade la pena: un lamento me cúpulas de alabastro y argénteas agujas
brindó alivio pasajero y encendidas terrazas sobre terrazas,
y ahora recobro la fortaleza. hacia
lo alto; aquí, apacibles, brillantes
Desde arriba, resuenan las trompetas de pabellones,
las cascadas, en avenidas; torres, allí, adornadas
un dolor mío no enturbiará otra vez la de almenas, que en sus frentes
primavera. incansables
Oigo los ecos que retumban en las sostenían los astros, luciente pedrería.
montañas, La terrestre natura labraba aquel efecto
el viento llega hasta mí desde valles de con la oscura materia de la borrasca, ya
ensueño apaciguada. En ella y en las cavernas y
y mi mundo interior se vuelve feliz. en las faldas abruptas y en cresterías,
donde
La tierra y el mar se entregan a la se habían los vapores retirado, fijando
felicidad, su estancia bajo aquel cerúleo cielo.
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
21

¡Visión no imaginada! Nubes, nieblas, que es la gloria del hombre solitario.


arroyos, peñas húmedas y hierba de y mi pecho recobra su hondo ritmo
esmeralda, y baila una vez más con los narcisos.
nubes de cien colores y rocas y zafiro
de cielo: confundido, mezclado, en mutuo
ardor, P. B. SHELLEY (1792-1822)
fundido todo y componiendo,
todo en todo perdido, el asombroso El espíritu del mundo
adorno
de templo y ciudadela y palacio, y la En lo hondo, muy lejos del borrascoso
ingente camino
y fantástica pompa de vagos edificios, que la carroza seguía, tranquilo como un
envueltos como en lana, en vastos infante en el sueño,
pliegues... yacía majestuoso, el océano.
Su vasto espejo silente ofrecía a los ojos
El barranco encantado luceros al declinar, ya muy pálidos,
la estela ardiente del carro
No era ficción de tiempos remotos: una y la luz gris de cuando el día amanece,
piedra tiñendo las nubes, a modo de leves
de azul celeste, al fondo del barranco sin vellones,
sol, que entre sus pliegues al alba niña
muestra aún claramente las pisadas acunaban.
que los pequeños elfos, en la escena Parecía volar la carroza
pulida a través de un abismo, de un cóncavo
dejaron, al danzar con brillante cortejo, inmenso,
en festejos ocultos, tras el robo de un niño con un millón de constelaciones radiante,
dulce, como una flor, trocada por teñido
hierbajos, de colores sin fin
con que intenta la madre abstraída acallar y ceñido de un semicírculo
su pena, si es posible. Pero decidme: que llameaba incesantes meteoros.
¿dónde
hallaréis un vestigio de las notas Al acercarse a su meta,
que guiaron aquellos salvajes bailoteos? más veloces aún parecían las sombras
¿En la tierra profunda o en las cumbres del aladas.
aire, No se columbraba ya el mar; y la tierra
en el nocturno cierzo o en los bancales parecía una vasta esfera de sombra,
donde flotando
telarañas de otoño flotan en el en la negra sima del cielo,
crepúsculo? con el orbe sin nubes del sol,
cuyos rayos de rápida luz
Iba solitario como una nube... dividíanse, al paso, más veloz todavía, de
aquella carroza
Iba solitario como una nube y caían, como en el mar los penachos de
que flota sobre valles y colinas, espuma
cuando de pronto vi una muchedumbre que lanzan las ondas hirvientes
de dorados narcisos: se extendían ante la proa que avanza.
junto al lago, a la sombra de los árboles,
en danza con la brisa de la tarde. Y la encantada carroza su ruta seguía.
Orbe distante, la tierra era ya
Reunidos como estrellas que brillaran el luminar más menudo que titila en los
en el cielo lechoso del verano, cielos,
Poblaban una orilla junto al agua y en tanto, en la senda del carro,
dibujando un sendero ilimitado. vastamente rodaban sistemas innúmeros
Miles se me ofrecían a la vista, y orbes sin cuento esparcían,
moviendo sus cabezas danzarinas. siempre cambiante, su gloria.
¡Maravillosa visión! Eran curvos algunos,
El agua se ondeaba, pero ellas al modo de cuernos,
mostraban una más viva alegría. y como la luna en creciente de plata,
¿Cómo, si no feliz, será un poeta pendían
en tan clara y gozosa compañía? en la bóveda oscura del cielo; esparcían
Mis ojos se embebían, ignorando otros un rayo tenue y claro, así Héspero
que aquel prodigio suponía un bálsamo. cuando en el mar
brilla aún el Poniente, apagándose; más
Porque a menudo, tendido en mi cama, allá se arrojaban
pensativo o con ánimo cansado, 20 otros contra la noche, con colas de
los veo en el ojo interior del alma trémulo fuego,
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
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como esferas que a la ruina, a la muerte nubes,


caminan; la luz del sol, rosada, ya tiembla. ¿No se
como luceros brillaban algunos, pero, al oye
pasar la carroza, la eólica música de sus plumas, de un
palidecía toda otra luz... verde
marino, abanicando al alba carmesí?...
Filosofía del amor
Soy como un espíritu que mora...
Las fuentes se unen con el río
y los ríos con el Océano. Soy como un espíritu que mora
Los vientos celestes se mezclan en lo más hondo del corazón.
por siempre con calma emoción. Siento sus sentimientos,
Nada es singular en el mundo: pienso sus pensamientos
todo por una ley divina y escucho las conversaciones más íntimas
se encuentra y funde en un espíritu. del alma,
¿Por qué no el mío con el tuyo? la voz que sólo se oye en el rumor de la
sangre,
Las montañas besan el Cielo, cuando el vaivén de los latidos
las olas se engarzan una a otra. se asemeja al sosegado oleaje del océano
¿Qué flor sería perdonada estival.
si menospreciase a su hermano?
La luz del sol ciñe a la tierra He desatado la melodía dorada
y la luna besa a los mares: de su alma profunda y me he zambullido
¿para qué esta dulce tarea en ella
si luego tú ya no me besas? y, como el águila en medio de la bruma y
la tormenta,
Prometeo liberado he dejado que mis alas se adornasen
con el fulgor de los rayos.
Tú bajaste, entre todas las ráfagas del
cielo: Vino de hadas
al modo de un espíritu o de un pensar, que
agolpa Me embriagué de aquel vino de miel
inesperadas lágrimas en ojos insensibles, del capullo lunar de zarzarrosa,
o como los latidos de un corazón amargo que recogen las hadas en copas de
que debiera tener ya la paz, descendiste jacinto:
en cuna de borrascas; así tú despertabas, los lirones, murciélagos y topos
Primavera, ¡oh, nacida de mil vientos! Tan duermen entre los muros o en la hierba,
súbita en el patio desierto y triste del castillo;
te llegas, como alguna memoria de un cuando el vino derraman en la tierra de
ensueño estío
que se ha tornado triste, pues fue dulce o en medio del rocío se elevan sus
algún día, vapores,
y como el genio o como el júbilo que eleva de alegría se colman sus venturosos
de la tierra, vistiendo con las doradas sueños
nubes y, dormidos, murmuran su alborozo; pues
el yermo de la vida. pocas
La estación llegó ya, y el día: esta es la son las hadas que llevan tan nuevos esos
hora; cálices.
has de venirte cuando sale el sol, dulce
hermana: A una violeta marchita
¡llega, al fin, deseada tanto tiempo, y
remisa! La flor ha perdido el aroma
¡Qué lentos, cual gusanos de muerte los que alentaba igual que tus besos.
instantes! Su color ya se ha diluido
El punto e una estrella blanca aun tiembla, tras brillar solamente en ti.
en lo hondo
de esa luz amarilla del día que se agranda Su forma muerta, enjuta, hueca,
tras montañas de púrpura: a través de una yace en mi pecho abandonado
sima burlando al corazón ardiente
de la niebla que el viento divide, el lago con su quietud fría y callada.
oscuro
la refleja; se apaga; ya vuelve a rutilar Mis lágrimas no la reaniman.
al desvaírse el agua, mientras hebras Mis suspiros no la reviven.
ardientes Su suerte muda y resignada
de las tejidas nubes arranca el aire pálido: debiera ser ahora la mía.
¡se pierde! Y en los picos de nieve, como
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
23

Tiempo vistos en su lastimera realidad ,


no fueron de las cosas que los dioses
¡Insondable mar!, cuyas olas duran años, menosprecian :
Océano del tiempo cuyas aguas de ¿cuál fue de tu piedad la recompensa ?
profunda pena Un silente sufrir, e intenso;
Son salobres como lágrimas humanas. la roca, el buitre y la cadena ;
Tu inundada orilla, en tu marea y de dolores cuanto puede
movimiento advertir el altanero ,
Supera los límites de la mortalidad. la agonía que no muestra ,
la asfixiante sensación de la congoja ,
Y, enfermo de presa, aullando aún más que sólo habla en su aislamiento
fuerte, y está después celosa de que tenga
La furia que llevas dentro hace naufragar un oyente el éter ,
buques en tu inhóspita orilla, y no ha de solloza r
Traidor en la calma, y terrible en la mientras su voz no esté sin eco .
tempestad, ¡Titán!, a ti se concedió la pugna
¿Quién osará ponerse delante de del sufrir y del querer ,
ti,Insondable mar? que torturan cuando matar no pueden .
Y el Cielo inexorable
Un lamento y la sorda tiranía del Hado
-el prevalente principio del Odio,
¡Oh mundo! ¡Oh vida! ¡Oh tiempo! que para su deleite crea
En cuyos últimos pasos yo subo las cosas que pueda aniquilarte
Temblando a donde antes había estado de rehusaron aun la gracia de la muerte .
pie, El triste don, la eternidad, fue tuyo,
¿Cuándo volverá tu gloria primera? y supiste soportarlo dignamente .
¡Nunca más, oh ya nunca más! Cuanto te arrancó el Tonante fue
no más que la amenaza
Fuera del día y de la noche que retorcieron contra él
Una alegría ha tomado el vuelo; los tormentos de tu ecúleo .
La Primavera fresca y el Verano y el ocaso El dado supiste prever con todo acierto ,
invernal, a él no se lo quisiste revelar para aplacarlo
Mueven mi débil corazón con pesar, pero ,
con deleite. y en tu silencio estuvo Su condena ,
¡Nunca más, oh ya nunca más! y en Su alma un frívolo remordimiento ;
y un temor maligno ,
Como una dama agonizante, pálida y tan mal disimulado ,
lánguida que en Su mano los rayos le temblaron .
Tu crimen divinal fue el ser benévolo,
Y como una dama agonizante, pálida y hacer con tus preceptos
lánguida, que fuera menos
Que se tambalea hacia adelante, envuelta la suma de las miserias humanas,
en un velo brumoso, y esforzar al hombre mediante su propia
Fuera de su cámara, llevada por la locura mente .
Y los débiles vagabundeos de su marchito Defraudado aunque fuiste por la Alto ,
cerebro, sereno en tu paciente energía ,
La Luna se levantó en el Este oscuro, en la fortaleza y la repulsa de tu espíritu
Sólo una masa blanca e informe. impenetrable
que el cielo ni la tierra lograron conmover,
A la Luna de una potente lección te somos
herederos :
Estás pálida por el cansancio tú eres un símbolo y un signo
De escalar inmensos cielos y mirar para el hombre de su hado y de su fuerza .
fijamente la tierra, Como tú, el hombre es divinal en parte,
Errante y sin compañía -turbio torrente de una fuente pura -
Entre estrellas que nacieron en distintas y puede en las porciones
épocas, avizorar su propio, funeral destino,
Y siempre cambian, como un ojo triste, su miseria y resistencia,
¿Descubres así que ningún objeto merece y su cuitada, sin aliados, existencia.
su constancia? Frente al cual, puede su Espíritu
-émulo para toda pesadumbre -
LORD BYRON (1788-1824) emplazarse él ,
y una firme voluntad y un percatar
Prometeo profundo,
iTitán!, a cuyos ojos inmortales que hasta en la tortura logra vislumbrar
los sufrimientos de la mortalidad , su propia, concentrada recompensa .
Dossier 1: El Romanticismo. Selección de poemas
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Triunfa si se atreve al desafía Ardiendo en lenta llama, eterna pero


y hace de la muerte una victoria . oculta,
Diodati, julio de 181 5 hay en su centro a modo de fúnebre velón,
pero su luz parece no haber brillado
Acuérdate de mí nunca:
ni alumbra ni combate mi negra situación.
Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando está mi corazón ¡No me olvides!... Si un día pasaras por mi
unido al tuyo en celestial alianza tumba,
de mutuo suspirar y mutuo amor. tu pensamiento un punto reclina en mí,
perdido...
Es la llama de mi alma cual lumbrera, La pena que mi pecho no arrostrara, la
que brilla en el recinto sepulcral: única,
casi extinta, invisible, pero eterna... es pensar que en el tuyo pudiera hallar
ni la muerte la puede aniquilar. olvido.
¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin darme una oración; escucha, locas, tímidas, mis últimas
para mi alma no habrá mayor tortura palabras
que el saber que olvidaste mi dolor. -la virtud a los muertos no niega ese
favor-;
Oye mi última voz. No es un delito dame... cuanto pedí. Dedícame una
rogar por los que fueron. Yo jamás lágrima,
te pedí nada: al expirar te exijo ¡la sola recompensa en pago de tu
que vengas a mi tumba a sollozar. amor!...

Camina bella, como la noche...

Camina bella, como la noche


De climas despejados y de cielos
estrellados,
Y todo lo mejor de la oscuridad y de la luz
Resplandece en su aspecto y en sus ojos,
Enriquecida así por esa tierna luz
Que el cielo niega al vulgar día.

Una sombra de más, un rayo de menos,


Hubieran mermado la gracia inefable
Que se agita en cada trenza suya de negro
brillo,
O ilumina suavemente su rostro,
Donde dulces pensamientos expresan
Cuán pura, cuán adorable es su morada.

Y en esa mejilla, y sobre esa frente,


Son tan suaves, tan tranquilas, y a la vez
elocuentes,
Las sonrisas que vencen, los matices que
iluminan
Y hablan de días vividos con felicidad.
Una mente en paz con todo,
¡Un corazón con inocente amor!

Canción del corsario

En su fondo mi alma lleva un tierno


secreto
solitario y perdido, que yace reposado;
mas a veces, mi pecho al tuyo
respondiendo,
como antes vibra y tiembla de amor,
desesperado.

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