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El ser humano tiene una gran responsabilidad con respecto al amor conyugal. Claro
está que los primeros responsables son los esposos, en el sentido de que formaron
una familia por amor y para vivirlo de manera que sea camino de superación para
ellos y para sus hijos, pero todos podemos contribuir para fomentar la unidad y el
desarrollo sano de las familias. Para responder a la altura del compromiso que este
amor conlleva, los cónyuges necesitan la fuerza de voluntad suficiente para elegir el
bien y evitar el mal.
Otra estrategia ha sido presentar a los jóvenes una bandeja de experiencias a las
que supuestamente tienen derecho por ser libres, cuando lo ordenado es dejar esas
experiencias para otro momento en el que la persona puede asumir la
responsabilidad de sus actos con madurez. Se debilita así, la estructura social, al no
formar a las nuevas generaciones para ser padres de familia, sino consumidores de
todos los placeres sin compromiso posterior.
Hoy se aplica un método con la pareja y mañana con una tercera persona. Nada es
más dañino a la familia que el no saber vivir la castidad, la cual no se debe
confundir con la abstinencia, pues ésta es un medio que los solteros tienen de vivir
la castidad, pero que las parejas pueden o no utilizar sin que dejen de ser castas.
Esta misma cultura se infiltra en las parejas que adoptan la contracepción como
actitud permanente ante su vida conyugal. Un equipo de dos personas, un hombre
y una mujer, que un día se unieron con una lógica pro-vida y pro-amor, se
divorcian con mayor facilidad al cambiar de rumbo hacia la anti-vida y el egoísmo.
La familia es el primer ambiente que encuentra el hombre al venir al mundo y su
experiencia es decisiva para toda su vida. Por esto es importante cuidar y proteger
los derechos de las familias y educar a los futuros padres de familia en el amor a la
vida. La familia es el lugar donde más palpablemente se concreta el amor. Es el
sitio donde el amor engendra la vida.
¿Acaso nuestros hijos no son manifestaciones de ese amor que compartimos con
nuestra pareja y que difícilmente podemos describir con palabras?
Cuidado con los líderes "prominentes" que en vez de aumentar el pan sobre la mesa
de la humanidad hambrienta, como puede hacer hoy el moderno desarrollo
productivo, disminuyen con procedimientos contrarios a la honestidad, el número
de los comensales. Esto no es digno de nuestra civilización. Sus actitudes son
peores que las del Ku Klux Klan. Son unos elitistas salvajes que dan más valor a los
que ya estamos aquí que a los que vienen.