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oot ET CA RU ent P.002 7783737100 6 § E 13305, JAN= 27-2011 ROBERTO FERNANDEZ RETAMAR CALIBAN Apuntes sobre la cultura en nuestra América (2) EDITORIAL DIOGENES, S. 4 MExtCe P.003 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13305, SJAN= 27-2011 mera edicion, diclembce de 1971 & Ratorial Didgenes, 8. A. Ay. Tusurgentes Sur 1814-101 Mexico 20, D. F Impress y becho eb México Printed and made in Mexivo Una pregunta Un periodista europeo, de izquierda por més sefias, me ha preguntado hace unos dias: “zexiste una cultura latincamericana?” Conver- siébamos, como es natural, sobre la reciente polémica en torno a Cuba, que acabé por en- frentar, por una parte, a algunos intelectuales burgueses europeos (0 aspirantes a serlo), con visible nostalgia colonialista; y por otra, a la plana mayor de los escritores y artistas latino- americanos que rechazan las formas abiertas 0 veladas de coloniaje cultural y politico. La pre- gunta me parecié revelar una de las raices de Ja polémica, y podria enunciarse también de esta otra manera: “gexisten ustedes?” Pues poner en duda nuestra cultura es poner en du- da nuestra propia existencia, nuestra realidad humana misma, y por tanto estar dispuestos a tomar partido en favor de nuestra irremediable condicién colonial, ya que se sospecha que no seriamos sino eco desfigurado de lo que sucede en otra parte, Esa otra parte son, por supuesto, las metropolis, los centros colonizadores, cu- yas “derechas” nos esquilmaron, y cuyas su- puestas “izquierdas” han pretendido y preten- den orientarnos con piadosa solicitud. Ambas cosas, con el auxilio de intermediarios locales de variado pelaje. Estas paginas fon s6le unus apuntes en que resume opinio- nes anicriones 7 esbozo ‘tras para la discusion sobre ly cul fura'en nuestra América, P.008 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13305, JAN= 27-2011 Si bien este hecho, de alguna manera, es padecido por todos los paises que emergen del colonialismo —esos paises nuestros a los que esforzados intelectuales metropolitanos han Namado torpe y sucesivamente barbarie, pue- los de color, paises subdesarrollados, tercer mundo—, creo que el fenémeno alcanza una crudeza singular al tratarse de la que Marti Namé “nuestra América mestiza”. Aunque pue- de facilmente defenderse la indiscutible tesis de que todo hombre es un mestizo, e incluso toda cultura; aunque esto parece especialmen- te valido en el caso de las colonias, sin embar- go, tanto en el aspecto étnico como en el cultural es evidente que los paises capitalistas alcanzaron hace tiempo una relativa homoge- neidad en este orden. Casi ante nuestros ojos se han realizado algunos reajustes: la poblacién blanca de los Estados Unidos (diversa, pero de comin origen europeo) exterminé a la po- blacién negra, para darse por encima de diver- gencias esa homogeneidad, ofreciendo asi el modelo coherente que sus discfpulos los nazis pretendieron aplicar incluso a otros conglom rados europeos, pecado imperdonable que Hevé a algunos burgueses a estigmatizar en Hitler lo que aplaudian como sana diversién dominical en westerns y peliculas de Tarzan. Esos filmes proponian al mundo —incluso a quienes esta- mos emparentados con esas comunidades agre- didas y nos regocijabamos con la evocacién de nuestro exterminio— el monstruoso criterio racial que acompafia a los Estados Unidos des- 8 de su arrancada hasta el genocidio en Indochi- na. Menos a la vista el proceso (y quizés, en algunos casos, menos cruel), los otros paises capitalistas también se han dado una relativa homogeneidad racial y cultural, por encima de divergencias internas. Tampoco puede establecerse acercamiento necesario entre mestizaje y mundo colonial. Este diltimo es sumamente complejo,’ a pesar de basicas afinidades estructurales, y ha inclui- do paises de culturas definidas y milenarias, algunos de los cuales padecieron (0 padecen) la ocupacién directa —la India, Vietnam— y otros la indirecta —China—; paises de ricas culturas menos homogéneos politicamente, y que han sufrido formas muy diversas de colo- nialismo —el mundo arabe—; paises, en fin, cuyas osamentas fueron salvajemente desar- ticuladas por ia espantosa accién de los euro- peos —pueblos del Africa negra—, a pesar de Jo cual conservan también cierta homogen dad étnica y cultural: hecho este dltimo, por cierto, que los colonialistas trataron de negar criminal y vanamente. En estos pueblos, en grado mayor o menor, hay mestizaje, por su- puesto, pero es siempre accidental, siempre al margen de su Iinea central de desarrollo. Pero existe en el mundo colonial, en ef pla- neta, un caso especial: una vasta zona para la cual el mestizaje no es el accidente, sino Ia esencia, la linea central: nosotros, “nuestra América mestiza” Marti, que tan admirable- mente conocia el idioma, empled este adjetivo 9 P.005 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13306, JAN= 27-2011 preciso como la sefial distintiva de nuestra cultura, una cultura de descendientes de abori- genes, de africanos, de europeos —étnica y culturalmente hablando—. En su “Carta de Jamaica” (1815), el Libertador Simén Bolivar habia proclamado: “Nosotros somos un peque- fio género humano: poseemos un mundo aparte, cercado por dilatados mares, nuevo en casi to- das las artes y ciencias”; y en su mensaje al Congreso de Angostura (1819), afiadié: “Tengamos en cuenta que nuestro pueblo no es el europeo, ni el americano del norte, que mis bien es un compuesto de Africa y de Amé- rica que una emanacién de Europa; pues que hasta la Espafia misma deja de ser europea por su sangre africana, por sus instituciones y por su cardcter. Es imposible asignar con pro- piedad a qué familia humana pertenecemos. La mayor parte del indigena se ha aniquilado; el europeo se ha mezclado con el americano y con el africano, y éste se ha mezclado con el indio y con el europeo. Nacidos todos del seno de una misma madre, nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epidermis; esta de- semejanza, trae un reato de la mayor trascen- dencia.” ‘Ya en este siglo, en un libro confuso como suyo, pero Meno de intuiciones (La raza ¢é: mica, 1925), el mexicano José Vasconcelos sefialé que en la América Latina se estaba forjando una nueva raza, “hecha con el tesoro 10 de todas las anteriores, la raza final, la raza césmica”? Este hecho tinico esta en la raiz de inconta- bles malentendidos. A un euronorteamericano podran entusiasmarlo, dejarlo indiferente o de- primirlo las culturas china o vietnamita 0 corea- na o arabe o africanas, pero no se le ocurrirfa confundir a un chino con un noruego, nia un bantd con un italiano; ni se le ocutriria pre- guntarles si existen. Y en cambio, a veces a algunos latinoamericanos se los toma como aprendices, como borradores 0 como desvaidas copias de europeos, incluyendo entre estos a Jos blancos de lo que Marti Hamé “la América europea”; asi como a nuestra cultura toda se la toma como un aprendizaje, un borrador o una copia de la cultura burguesa europea (“una emanacién de Europa”, como decia Bolivar): este tiltimo error es mas frecuente que el pri- mero, ya que confundir a un cubano con un in- glés o a un guatemalteco con un aleman suele estar estorbado por ciertas tenacidades étnicas; parece que los rioplatenses andan en esto me- nos diferenciados étnica aunque no cultural- mente. Yes que en la raiz misma esta la confusién, porque descendientes de numerosas comunidades indigenas, africanas, europeas, tenemos, para entendernos, unas pocas len- guas: las de los colonizadores. Mientras otros coloniales 0 excoloniales, en medio de metro- politanos, se ponen a hablar entre si en st lengua, nosotros, Ios latinoamericanos, segui- mos con nuestros idiomas de colonizadores. u P.006 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13306, JAN= 27-2011 Son las linguas francas capaces de ir mas alla de las fronteras que no logran atravesar las Ienguas aborigenes ni los créoles. Abora mis- mo, que estamos discutiendo, que estoy discu- tiendo con esos colonizadores, ”:* En este libro, pro- bablemente por primera vez, Caliban queda identificado con el colonial, pero la peregrina teoria de que éste siente el “complejo de Prés- pero”, el cual lo Ileva neurdticamente a reque- rir, incluso a presentir, y por supuesto a aca- tar la presencia de Prospero/colonizador, es rotundamente rechazada por Frantz Fanon en 26 el cuarto capitulo (“Sobre el pretendido com- plejo de dependencia del colonizado”) de su libro de 1952 Piel negra, mascaras blancas. ‘Aunque sea (al parecer) el primer escritor de nuestro mundo en asumir nuestra identifi- cacién con Caliban, el escritor de Barbados George Lamming no logra romper el cireulo que trazara Mannoni. _“Préspero [dice Lamming] ha dado a Cali- bén el lenguajes y con él una historia no ma- nifiesta de consecuencias, una historia de fu- turas intenciones. Este don del lenguaje no queria decir el inglés en particular, sino habla y concepto como un medio, un método, una ne- cesaria avenida hacia areas de si mismo que no podian ser alcanzadas de otra manera. Es este medio, hazafia entera de Prospero, lo que hace a Caliban consciente de posibilidades. Por tanto, todo el futuro de Caliban —pues futuro €8 el nombre mismo de las posibilidades— debe derivar del experimento de Prospero, lo que es también su riesgo. Dado que no hay punto de partida extraordinario que explote todas las premisas de Prospero, Calibén y su futuro per- tenecen ahora a Prospero [...] Préspero vive con la absoluta certeza de que el Lenguaje, que és su don a Calibn es ta prsin misma en la los logros i a is cual os logrog de Calibin serén relizados y En la década del sesenta, la nuev: de La tempestad acabaré por imponerse, ie El mundo vivo de Shakespeare (1964), el i glés John Wain nos dira que Caliban 27 POOL 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 “produce el patetismo de todos los pueblos explotados, lo cual queda expresado punzan- temente al comienzo de una época de coloni- zacién europea que duraria trescientos afios. Hasta el mas infimo salvaje desea que lo dejen fen paz antes de ser y obligado a trabajar para otro, y hay una innegable justi- cia en esta queja de Caliban: , prefigura a Fanon y a nuestra revolun cién”™ —frase que algunos apresurados, sin Teparar en las comillas, malentendieron, como si Fanon, Fidel y el Che fueran apéstoles de la barbatie—, escribi “barbarie” asi, entre co. millas, para indicar que desde luego no habis tal estado. La supuesta barbarie de nuestros Pueblos ha sido inventada con crudo cinismo por “quienes desean Ia tierra ajena”; los cus, Tes, con igual desfachatez, daban el’ “nombre 49 48 P01 algunas de las observaciones de Marti sobre ¢| indio. Alazraki recuerda otras Sarmiento gobernar es también despoblar de : indios (y de gauchos). ¢¥ en cuanto a los hé. “No més que pueblos en ciernes, no mis roes de la resistencia frente a los espafioles, que pueblos en bulbo eran aquellos en que con esos hombres magnfficos cuya sangre rebelde mafia sutil de viejos vividores se entro el con. Marti sentfa correr por sus venas? También quistador valiente, y descargé su poderosa he Sarmiento se ha interrogado sobre ellos. Esta rrajeria, lo cual fue una devdicha historica y fag SO" respuesta: un crimen natural. El tallo esbelto debié de “Para nosotros Colocolo, Lautaro y Caupo- jarse erguido, para que pudiera verse luego en licdn, no obstante los ropajes nobles y civiliza- So4a st hermosura la obra entera y floreciée Ea ice foo] que los revistiera Ercilla, no son mas de Ja Naturaleza. jRobaron los conquistadores 4) (ue [COP] auc Jo asquerosos, a quienes habria- una pagina al Universo!” mos hecho colgar ahora, si reapareciesen en Y también: Ee Una guerra de los araucanos contra Chile, que “iDe toda aquella grandeza apenas quedan nada tiene que ver con esa canalla.” en el museo unos cuantos vasos de oro, unas # Por supuesto, esto implica una visién de la piedras como yugo, de obsidiana pulida, y uno #2 conquista espafiola radicalmente distinta dé que otro anillo labrado! Tenochtitlén no exis. la mantenida por Marti. Para Sarmiento, “es- No NO gtiste Tolan, la ciudad de la gran feria (1 pafel repetido cien veces en el sentido odioso No existe Texcuco, el pueblo de los palacios by 4° impfo, inmoral, raptor, embaucador, es si- Los indios de ahora, al pasar por delante de py v6nimo de civilizacién, de la tradicion europea las ruinas, bajan la cabeza, mueven los labios traida por ellos a estos paises”. Y mientras some si dijesen algo, y mientras las ruinas no BY para Murti “nc hay odio de razas, porque no les quedan atrds, no se ponen el sombrero.” hay razas”, para el autor de Conflictos y armo- Jara Sarmiento, por su parte, la historia de £7) nias de Ine hoes oe América, apoyado en teo- América son “toldos de razas abyectas, un grat 1) riag seudocientificas, continente abandonado a los salvajes incapa. “puede ser muy injusto exterminar salva. Ces Browreso”. Si queremos saber cémo it | jes, tofocar civinacee nacientes, conquis- terpretaba él el apotegma de su compatriota tar pueblos que estén en posesién de un terreno Alberdi “gobernar es poblar”, es menester leer £ # Privilegiado; pero gracias a esta injusticia, la we Gate: Muchas dificultades ha de presen- = Amérin en lugar de permanecer abandonada tar la ocupacién de pais tan extenso; pero nad: | 2 log salvajes, incapaces de progreso, esta oct. ha de ser comparable con las ventajas del} pada hoy Por la raza caucsica, la més perfec- extincién de las tribus salvajes”; es decir, pars] ta la mys inteligente, la mas bella y la més 50 51 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 TOTAL P.O12 POOL REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 progresiva de las que pueblan la tierra; mer ced a estas injusticias, la Oceania se Mena de pueblos civilizados, el Asia empieza a moverse bajo el impulso europeo, el Africa ve renacer en sus costas los tiempos de Cartago y los dias gloriosos del Egipto. Asi pues, la poblacion del mundo est4 sujeta a revoluciones que re- conocen leyes inmutables; las razas fuertes ex. terminan a las débiles, los pueblos civilizados suplantan en la posesién de la tierra a los sal- vajes.” No era pues menester cruzar el Atléntico y buscar a Renan para ofr tales palabras: un hombre de esta América las estaba diciendo. En realidad, sino las aprendié, al menos les robustecié de este lado del Océano, sélo que no en nuestra América, sino en la otra, en “la América europea”, cuyo mas fanatico devoto fue Sarmiento en nuestras tierras mestizas, duran- te el siglo XIX. Aunque no faltaron en ese siglo los latinoamericanos adoradores de tos, yanquis, seria sobre todo gracias al cipayismo delirante en que, desgraciadamente, ha sido prédigo nuestro siglo XX latinoamericano, que encontrariamos iguales de Sarmiento en la de- vocién hacia los Estados Unidos. Lo que Sar- miento quiso hacer para la Argentina fue exac- tamente lo que los Estados Unidos habjan realizado para ellos. Las dltimas palabras que escribié (1888) fueron: “Aleanzaremos a los Estados Unidos [...] Seamos Estados Uni dos”. Sus viajes a aquel pais le produjeron un verdadero deslumbramiento, un inacabable or- 52 gasmo histérico. A similitud de lo que vio alli, quiso echar en su patria las bases de una bur. guesia acometedora, cuyo destino actual hace innecesario el comentario. También es suficientemente conocido lo que Marti vio en Ios Estados Unidos como para que tengamos ahora que insistir en el pun- to. Baste recordar que fue el primer antimpe- rialista militante de nuestro continente; que denuncié, durante quince afios, “el catécter cru- do, desigual y decadente de los Estados Uni dos, y la existencia, en ellos continua, de todas las violencias, discordias, inmoralidades y des- érdenes de que se culpa a los pueblos hispa- noamericanos”;* que a unas horas de su muer- te, en el campo de batalla, confié en carta a su gran amigo mexicano Manuel Mercado: “cuanto hice hasta hoy, y haré es para eso L...] impedir a tiempo que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con ¢sa fuerza més, sobre nuestras tierras de Amé- Tica.” Sarmiento no permanecié silencioso ante la critica que —con frecuencia desde las propias paginas de La Nacién— hacia Marti de sus idolatrados Estados Unidos, y comenté asi la increible osadia: “Una cosa le falta a don José Marti para ser un publicista [...] Faltale regenerarse, educarse, si es posible decirlo, recibiendo del Pueblo en que vive la inspiracién, como se re- cibe el alimento para convertirlo en sangre que vivifica [...] Quisiera que Marti nos diera 53 P.002 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 especie humana, Pero criticar con aires magis. teriales aquello que ve alli un hispanoamencs reigllt e8Pafiol, con los retacitos de juicio po. litico que le han trasmitido los libros de ots Baciones, como queremos ver las manchas det Sol con un vidrio empafiado, es hacer gravis. mo mal al lector, a quien Hevan por un eamina de perdicién [...1 // Que no nos vengan, pues gn su insolente humildad los sudamericanos, semi- indios y semi-espafioles, a encontrar malo ane Sarmiento, tan vehemente en el elogio como £n la invectiva, coloca aqui a Marti entre los pgemiindios”: lo que era en el fondo cierto y, Para Marti, enorgullecedor, pero que en boc, de Sarmiento ya hemos visto lo que impli caba.. Por todo esto, y aunque escritores valiosos han querido sefialar posibles similitudes, eres gue se comprenderd lo diffcil que es aceptar un Paralelo entre estos dos hombres como el que realizara, en doscientas sesentidés despreotm, Padas paginas, Emeterio S. Santovenia: Genio fceion. Sarmiento y Marti (La Habana, 1938), Baste una muestra para este autor, “por encima de las discrepancias que sefia- 54 menos Marti, menos espafiol de raza y menos americano del Sur, por un poco més del yanki, el nuevo tipo del hombre moderno {...} // Hace gracia ofr a un francés del Courier des Etats Unis reir de la beocia y de la incapacided po- litica de os yanquis, cayas instituciones Gla, stone Proclama como la obra suprema de la laron el alcance o las limitaciones de sus res- pectivas proyecciones sobre América, sorgis la coincidencia [sic] de sus apreciaciones 10 y Marti] acerca de la parte que tivo la anglosafona en cl desarrollo da Tn ideas politicas y sociales que abonaron el arbo . 7 emaneipacign total del nuevo mundo.” (p- 13) Pensamientos, sintazis y metifora forest dan idea de lo que era nuestra cultura cuando formabamos parte del mundo libre, del que ¢ seffor Santovenia fue eximio representante —y ministro de Batista en sus ratos de ocio—. Del Mundo Libre la parte del mundo libre que Je toca a i" “América Latina tiene hoy figuras mucho mis memorables: pienso en Jorge Luis Borges, por ejemplo, cuyo nombre parece asociado a ese adjetivo; pienso en el Borges que hace oco tiempo dedicara su traduccion —presumible- mente buena— de las Hojas de hierba de Walt Whitman, al presidente de los Estados Uni- dos, Richard Nixon. Es verdad que este hom- cribid en 1926: oe ie criollos les quiero hablar: a los hom- bres que en esta tierra se sienten vivir y morir, no a los que creen que el sol y la Tuna estan en Europa. Tierra de desterrados natos es ésta, de nostalgiosos de lo lejano y lo ajeno: ellos 55 P.003 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 son los gringos de veras, autoricelo 0 no su sangre, y con ellos no habla mi pluma;” * Es verdad también que alli aparece presen- tado Sarmiento como un “norteamericanizado indio bravo, gran odiador y desentendedor de lo criollo”;* pero sobre todo es verdad que ese Borges no es el que ha pasado a Ia historia: este memorioso decidié olvidar aquel librito de juventud, escrito a pocos afios de haber sido uno de los integrantes “de la secta, de Ia equi- vocacién ultraista”. También para él fueron una equivocacién aquel libro, aquellas ideas. Patéticamente fiel a su clase,” iba a ser otro el Borges que se conoceria, que se difundirie, que sabria de la gloria oficial y de los casi in. contables premios, algunos de los cuales, de puro desconocidos, mas bien parecen premia. dos por él. El Borges sobre el cual se habla, y al que vamos a dedicar unas lineas, es el que hace eco al grotesco “pertenecemos al Impe- tio Romano” de Sarmiento, con esta declara- cién no de 1926 sino de 1955: “creo que nues- tra tradicién es Europa”. Podria parecer extrafio que la filiacién ideo- logica de aquel activo y rugiente pionero ven- ga a ostentarla hoy un hombre sentado, un es- critor como Borges, representante arquetipico de una cultura libresca que en apariencia poco tiene que ver con la constante vitalidad de Sarmiento. Pero esta extrafieza sélo probaria lo acostumbrados que estamos a considerar Jas producciones supraestructurales de nuestro continente, cuando no del mundo todo, al mar- 36 gen de las concretas realidades estructurales que le dan sentido, Prescindiendo de ellas, “quién reconoceria como descendientes de los pensadores enérgicos y audaces de la burgue- sia en ascenso a las ruinas exangiies que son los intelectuales burgueses de nuestros dias? Basta con ver a nuestros escritores, a nuestros pensadores, en relacién con las clases concre- tas a cuya visién del mundo dan voz, para que podamos ubicarlos con justicia, trazar su ver- dadera filiacién. El didlogo a que asistimos en- tre Sarmiento y Marti era sobre todo un enfren- tamiento clasista. Independientemente de su origen, Sarmien- to es el implacable idedlogo de una burguesia argentina que intenta trasladar los esquemas de burguesias metropolitanas, concretamente la norteamericana, a su pais. Para ello necesita imponerse, como toda burguesia, sobre las cla- ses populares, necesita explotarias en su tra- bajo y despreciarlas en su espiritu. La forma como se desarrolla una clase burguesa a ex- pensas de la bestializacién de las clases popula- res esta inolvidablemente mostrada en paginas terribles de EI capital, tomandose el ejem- plo de Inglaterra. “La América europea”, cuyo capitalismo lograria expandirse fabulosamente sin las trabas de la sociedad feudal, afiadio a Ja hazafia inglesa nuevos efrculos infernales: la esclavitud del negro y el exterminio del indio inconquistable. Eran estos los modelos que Sarmiento tenia ante la vista y se propuso seguir con fidelidad. Quizds sea él el més con- 37 P.008 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 secuente, el mas activo de los ideélogos bur- gueses en nuestro continente durante el si- glo XIX. Marti, por su parte, es el consciente vocero de las clases explotadas. “Con los oprimidos habia que hacer causa comin”, nos dejé dicho, “para afianzar el sistema opuesto a los intere- ses y habitos de los opresores”. ¥ como a par- tir de la conquista indios y negros habian sido relegados a la base de la piramide, hacer causa comtin con los oprimidos venia a coincidir en gran medida con hacer causa comin con los indios y los negros, que es lo que hace Marti. Esos indios y esos negros se habian venido mezclando entre si y con algunos blancos, dan- do lugar al mestizaje que esta en la raiz de nuestra América, donde —también segiin Mar- ti— “el mestizo autéctono ha vencido al criollo exético”, Sarmiento es un feroz racista porque €s un idedlogo de las clases explotadoras don- de campea “el criollo exético”; Marti es radi- calmente antirracista porque es portavoz de las clases explotadas, donde se estén fundiendo las tres razas. Sarmiento se opone a lo ameri- cano esencial para implantar aqui, a sangre y fuego, como pretendieron los conquistadores, férmulas foréneas; Marti defiende lo autécto- no, lo verdaderamente americano. Lo cual, por supuesto, no quiere decir que rechazara torpe- mente cuanto de positivo le ofrecieran otras realidades: “Injértese en nuestras repéblicas el mundo”, dijo, “pero el tronco ha de ser el de nuestras repiiblicas”. También Sarmiento 58 pretendi6 injertar en nuestras repiblicas el mundo, pero descuajando el tronco de nuestras reptiblicas. Por eso, si a Marti lo contimian Mella y Vallejo, Fidel y el Che y la nueva cultura revolucionaria latinoamericana, a Sar- miento, a pesar de su complejidad, finalmente lo heredan los representantes de la vieeburgue- sia argentina, derrotada por afiadidura. Pues aquel suefio de desarrollo burgués que conci- bié Sarmiento, ni siquiera era realizable: no habia desarrollo para una eventual burguesia argentina. La América Latina habia legado tarde a esa fiesta. Como escribié Mariategni: “La época de la libre concurrencia en la economia capitalista, ha terminado en todos los campos y todos los aspectos. Estamos en la época de los monopolios, vale decir de los imperios. Los paises latinoamericanos Iegan con retardo a la competencia capitalista. Los primeros puestos, estan definitivamente asig- nados. El destino de estos paises, dentro del orden capitalista, es de simples colonias.” * Integrados a lo que luego se Iamaria, con involuntario humorismo, el “mundo libre”, nuestros pafses estrenarfan una nueva manera de no ser independientes, a pesar de contar con escudos, himnos, banderas y presidentes: el neocolonialismo. La burguesia a la que Sar- miento habia trazado tan amenas perspectivas, no pasaba de ser simple viceburguesia, modes- to socio local de 1a explotacién imperial —la inglesa primero, la norteamericana después—. Es a esta luz que se ve con mas claridad el 59 P.005 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 vinculo entre Sarmiento, cuyo nombre esté en- lazado a vastos proyectos pedagégicos, a espa. cios inmensos, a vias férreas, a barcos, y Bor ges, cuya mencién evoca espejos que repiten la misma desdichada imagen, laberintos sin so- lucién, una triste biblioteca a oscuras. Por lo demés, si se le reconoce americanidad a Sar- miento —Io que es evidente, y no significa que represente el polo positivo de esa americani- dad—, nunca he podido entender por qué se le niega a Borges: Borges es un tipico escritor colonial, representante entre nosotros de una clase ya sin fuerzas, cuyo acto de escritura —como él sabe bien, pues es de una endiabla- da inteligencia— se parece ms a un acto de lectura. Borges no es un escritor europeo: no hay ningtin escritor europeo como Borges; pero hay muchos escritores europeos, desde Islandia hasta el expresionismo aleman, que Borges ha lefdo, barajado, confrontado. Los escritores europeos pertenecen a tradiciones muy coneretas y provincianas, legéndose al caso de un Péguy, quien se jactaba de no ha- ber leido ms que autores franceses, Fuera de algunos profesores de filologia que reciben un salario por ello, no hay més que un tipo de hombre que conozca de veras, en su con- junto, la literatura europea: el colonial, Sélo en caso de demencia puede un escritor argentino culto jactarse de no haber leido mas que auto- tes argentinos —o escritores de lengua espa- fiola—. Y Borges no es un demente. Es, por el contrario, un hombre muy Iicido, un hom- 60 bre que ejemplifica la idea martiana de que la inteligencia es s6lo una parte del hombre, y no la mejor. La escritura de Borges sale directamente de su lectura, en un peculiar proceso de fago- citosis que indica con claridad que es un colo- nial y que representa a una clase que se extin- gue. Para él, la creacién cultural por excelencia es una biblioteca; o mejor: un museo, que es el sitio donde se retinen las creaciones que no son de alli: museo de horrores, de monstruos, de excelencias, de citas o de artes folkléricas (las argentinas, vistas con ojo museal), la obra de Borges, escrita en un espafiol que es dificil leer sin admiracién, es uno de los escindalos ame- ricanos de estos afios. A diferencia de otros importantes escrito- res latinoamericanos Borges no pretende ser un hombre de izquierda. Por el contrario: su posicién en este orden lo lleva a firmar en fa- vor de los invasores de Girén, a pedir la pena de muerte para Debray 0 a dedicar un libro a Nixon. Muchos admiradores suyos, que deplo- ran (0 dicen deplorar) actos asi, sostienen que hay una dicotomia en su vida, la cual le permi- te, por una parte, escribir textos levemente in- mortales, y por otta, firmar declaraciones poli- ticas mas que malignas, pueriles, Puede ser. También es posible que no haya tal dicotomia, y que debamos acostumbrarnos a restituirle su unidad al autor de £i jardin de senderos que se bifurcan, Con ello no se propone que encon- tremos faltas de ortografia o de sintaxis en sus o1 P.006 7783737100 REDBACK NETWORKS: (SAN=27-2011 pulcras paginas, sino que las leamos como lo que después de todo son: el testamento ator mentado de una clase sin salida, que se emp. quefiece hasta decir por boca de un hombre: “el mundo, desgraciadamente, es real; yo, desgra- ciadamente, soy Borges”. Es singular que la escritura/lectura de Bor- ges conozca un destino particularmente favo- rable en la Europa capitalista, en el momento en que esa misma Europa inicia su condicién colonial ante “el desafio americano”. En el li- bro de este titulo, con desembozado cinismo, exclama Jean-Jacques Servan-Schreiber: “aho- ra bien, Europa no es Argelia ni el Senegal”. Es decir: jlos Estados Unidos no le pueden hacer a Europa lo que Europa le hizo a Arge- lia y a Senegal! Hay malas noticias para Euro- pa. Parece que después de todo, sf, sf se lo pue- den hacer, se lo vienen haciendo hace algin tiempo. Y si ello ocurre en el terreno econé- mico —con complejas derivaciones politicas—, su superestructura cultural estd revelando cla. ros sintomas coloniales. Bien podria ser uno de ellos el auge de la escritura/lectura de Borges. Pero, naturalmente, la herencia de Borges, en quien ya vimos que se desangraba la de Sar- miento, hay que buscarla sobre todo en la Amé- rica Latina, donde implicaré descender atin més en el fmpetu y en la calidad. Como este no es un panorama, sino un simple ensayo so- bre la cultura latinoamericana, voy a ceflirme a un caso, que me doy cuenta de que es muy menor, pero que es un sintoma a pesar de todo 62 vélido: voy a comentar un pequefio libro critico de Carlos Fuentes: La nueva novela hispano- americana (México, 1969). Vocero de la misma clase que Borges, Fuen- tes tuvo, como él, veleidades izquierdistas en la javentud, A El tamafio de mi esperanza (1926), de Borges, corresponde La muerte de Artemio Cruz (1962), de Fuentes. ¥ seguir juzgando a Fuentes por este libro, sin duda una buena no- vela nuestra, seria tan insensato como seguir juzgando a Borges por aquel libro, Sélo que Borges, mas consecuente —y més valioso en todo: Borges es un escritor verdaderamente importante, aunque discrepemos tanto de él—, decidié asumir plenamente su condicién de hombre de derecha, mientras que Fuentes ac- tia como tal y pretende conservar, a ratos, un vocabulario de izquierda donde no falta por su- puesto la mencién de Marx. En La muerte de Artemio Cruz, un secre- tario integrado plenamente al sistema, sinteti- za su biografia en este didlogo: “Es usted muy joven. ¢Qué edad tiene? —Veintisiete afios. —zCuando se recibis? —Hhace tres afios. Pero... —¢Pero qué? —Que es muy distinta la teorfa de la préc- tica, —Y eso le da risa, ¢Qué cosa le ensefiaron? —Mucho marxismo. Hasta hice la tesis so- bre Ia plusvalia. —Ha de ser una buena disciplina, Padilla. P.007 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13ed1 (JAN=27-2011 —Pero la practica es muy distinta, —gUsted es eso, marxista? —Bueno, todos mis amigos lo eran. Ha de ser cosa de la edad.” * El didlogo expresa con bastante claridad la situacién de una zona de la intelligentsia me- xicana que, atinque comparte la ubicacién y la conducta clasistas del equipo de Borges, difie- re de éste, por razones locales, en aspectos ac- cesorios. Pienso, concretamente, en Ia Hamada mafia mexicana, una de cuyas mas conspicuias figuras es Carlos Fuentes. Este equipo express célidamente su simpatia por la Revolucién c- bana hasta que, en 1961, la Revolucién procla- m6 y demostré ser marxista-leninista, es decir, una revolucién que tiene al frente la alianza obrero-campesina. A partir de ese momento, la maftia le espacié de modo creciente su apoyo, hasta que en estos meses, aprovechando Ia al- haraca desatada en torno al mes de prisién de un escritor cubano, rompié estrepitosamente con Cuba. Es aleccionadora esta simetria: en 1961, en el momento de Playa Girén, el dnico conjunto de escritores latinoamericanos que expresé en un manifiesto su deseo de que Cuba fuera de- rrotada por los mercenarios al servicio del imperialismo fue el grupo de escritores argen- tinos centrados en torno a Borges; diez afios, después, en 1971, el tinico equipo nacional de escritores del continente en romper con Cuba aprovechando un visible pretexto y calumnian- do la conducta de la Revolucién, ha sido la 64 mattia mexicana. Es un simple relevo dentro de una actitud equivalente. A esa luz se entiende mejor el intento del librito de Fuentes sobre la nueva novela hispa- noamericana. El desarrollo de esa nueva novela es uno de los rasgos sobresalientes de Ia litera- tura de estos iiltimos afios, y su difusién mas alld de nuestras fronteras es en gran medida consecuencia de la atencién mundial que nues- to continente merece desde el triunfo de la Revolucién cubana, en 1959." Légicamente, esa nueva novela ha merecido variadas interpretaciones, numerosos estudios. El de Carlos Fuentes, pese a su brevedad (no lega a cien paginas), es toda una toma de po- sicién ante la literatura y ante la politica, que sintetiza con claridad una habil posicién de de- recha en nuestros paises. Fuentes pone rapidamente las cartas sobre la mesa: en el primer capitulo, que se Mama ejemplarmente “civilizacién y barbarie”, hace stya de entrada, como era de esperarse, la tesis de Sarmiento: en el siglo XIX, “sdlo un Grama puede desarrollarse en este medio: el que Sarmiento definié en el subtitulo de Fa- cundo: Civilizacién y Barbarie”. Ese drama es el conflicto “de los primeros cien afios de la novela y de la sociedad latinoamericanas” (p. 10). La narrativa correspondiente a ese conflic. to presenta cuatro factores: “una naturaleza esencialmente extrafia” (ca quién?) que “era el verdadero personaje latinoamericano”; el dic- tador a la escala nacional o regional; la masa 65 P.008 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13ed1 SJAN= 27-2011 explotada, y “un cuarto factor, el escritor, que invariablemente toma partido por Ia civilize cién y contra Ia barbarie” (p. 11-2, subrayads de RFR), hecho que implica, segiin Fuentes, “defender a los explotados”, etc, y que Sar miento hizo ver en qué consistia de veras. Es: polaridad decimonénica, sin embargo, no se mantendra igual, segiin él, en el siglo siguien te: “en el siglo XX, el mismo intelectual deberi luchar dentro de una sociedad mucho més cor pleja, interna e internacionalmente”, comple jidad debida a que el imperialismo penetrar en estos paises mientras, algiin tiempo después se produciré “la revuelta y el ascenso [ del mundo subindustrializado”. Fuentes olvid: considerar, dentro de los factores internacion2 les que en el siglo XX habr4 que tomar en cuenta, al socialismo. Pero desliza esta f6rmula oportuna: “se inicia el transito del simplismo épico a la complejidad dia'éctica” (p. 13). “Simplismo épico” era la lucha durante el siglo XIX entre civilizacién y barbarie, en la que segiin Fuentes, “el escritor” (quiere decir, escritor como é1) “invariablemente toma part do por la civilizacién y contra Ia barbarie”, esto es, se convierte en un servidor incondicional de la nueva oligarquia y en un enemigo cerril de las masas americanas; “la complejidad dia- léctica” es la forma que asume esa colaboracién en el siglo XX, cuando aquella oligarquia se ha revelado mera intermediaria de los intereses imperiales, y “el escritor” como Fuentes debe ahora servir a dos amos, lo que, aun tratndose 66 de amos tan bien Hevados, desde el Evangelio sabemos que implica cierta “complejidad dia iéctica”, sobre todo si se pretende hacer creer que a quien se esté sirviendo de veras es a un tercer amo: el pueblo. Es interesante, aunque era ausencia, la breve sintesis que efrece el licido Fuentes de un aspecto de la pe- netracién del imperialismo en nuestros paises “Este [dice Fuentes], a fin de intervenir eficazmente en la vida econémica de cada pais latinoamericano, requiere no sélo una clase intermediaria dirigente, sino toda una serie de servicios en la administracién péblica, el co- mercio, la publicidad, la gerencia de negocios, las industrias extractivas y de transformacién, Ja banca, los transportes y aun el espectacul. Pan y Circo. General Motors ensambla auto. méviles, repatria utilidades y patrocina pro- sramas de televistén,” [p. 14], Como ejemplo final, nos hubiera sido més ‘itil —-aunque siempre sea valido el de la Ge- neral Motors—, el ejemplo de la CIA, Ja cual organiza la expedicién de Playa Girén y paga, 4 través de transparentes intermediatios, la ta Mundo Nuevo, uno de cuyos principales idedlogos fue precisamente Carlos Fuentes, Sentadas esas premisas politicas, Fuentes pasa a postular ciertas premisas literarias, a tes de concentrarse en los autores que estudia —Vargas Liosa, Carpentier, Garcia Marquez, Cortazar y Goytisolo—, y conchtye luego con nuevas observaciones politicas, No me interesa Uetenerme en las criticas en si, sino simple- 67 P.009 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 mente sefialar algunos lineamientos ideolégi- cos, por otra parte muy visibles: este librito parece a veces un verdadero manifiesto ideo. Iégico. ‘Una apreciacién critica de Ja literatura re quiere partir de un concepto previo de la eritica misma, debe haberse respondido satisfactoria mente la pregunta elemental: equé es la criti ca? Me parece aceptable la modesta opinién de Krystina Pomorska (en Russian formalist theory and its poetic ambiance, Mouton, 1968), la cual, segiin Tzvetan Todorov, “defiende alli la tesis siguiente: todo méto- do critico es una generalizacién de la practica Titeraria contemporanea. Los métodos criticos de la época del clasicismo fueron elaborados en funcién de las obras literarias clasicas. La crf- tica de los romanticos retoma los principios del propio romanticismo (la sicologia, lo irra- cional, etc.).”" Pues bien, al leer Ja critica que hace Fuer- tes de la nueva novela hispanoamericana, nos damos cuenta de que su “método critico es una generalizacién de la préctica literaria contem- pordnea”,.. de otras literaturas, no de la lite- ratura hispanoamericana: lo que, por otra parte, casa perfectamente con la ideologia enajenada y enajenante de Fuentes. ‘Tras el magisterio de hombres como Alejo Carpentier, que en vano han tratado de negar algunos usufructuarios del boom, la empresa acometida por la nueva novela hispanoameri- cana, empresa que puede parecer “superada” o 68 ya tealizada por la narrativa de los paises ca- pitalistas, como no han dejado de observar tiertos criticos, implica una reinterpretacién de nuestra historia, Indiferente a este hecho pal- mario —que en muchos casos guarda relaciones ostensibles con la nueva perspectiva que la Revolucién ha aportado a nuestra América, y que tiene no poca responsabilidad en Ja difusién de esta narrativa entre quienes desean conocer a ese continente del que tanto se habla—, Fuentes evapora la carnalidad de esa novela, cuya critica requeriria en primer lugar genera- lizar y enjuiciar esa vision de Ja historia expre- sada en ella, y le aplica tranguilamente, como he dicho, esquemas derivados de otras literatu- ras (de paises capitalistas) reducidas hoy dia a especulaciones lingiifsticas. El extraordinario auge que en los iiltimos afios ha conocido Ja lingiifstica, ha Nevado a mas de uno a considerar que “el siglo XX, que es el siglo de tantas cosas, parece ser, por enci- ma de todo, el siglo de Ia lingiiistica”:* aun- que para nosotros, entre esas “tantas cosas”, tengan més relieve el establecimiento de go- biernos socialistas y la descolonizacién como, rasgos salientes de este siglo. Puedo aportar, como modesto ejemplo personal de ese auge, que todavia en 1955, cuando era alumno de lingiistica de André Martinet, los temas lin- giifsticos estaban confinados en Paris a las aulas universitarias; fuera de ellas, hablabamos con nuestros amigos de literatura, de filosofia y de politica. Tan sdlo unos afios después, Ja 69 P.010 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13ed1 SJAN= 27-2011 lingitistica —que en su vertiente estructuralista habfa napoleonizado otras ciencias sociales, co. mo ha contado Lévi-Strauss— era en Paris oi tema obligado de las conversaciones: literati. ta, filosofia y politica se abordaban entonces en estructuralistas. (Hablo de hace unos afios ahora el estructuralismo parece encontrarse en retirada. Pero en nuestras tierras se insistira todavia un tiempo en esta ideologia.) Pues bien: no dudo de que existan razones especificamente cientificas que hayan abonado en favor de ese auge de la lingiiistica. Pero sé también que hay razones ideolégicas para tal auge mds alld de la propia materia. En lo que atalie a los estudios literarios, no es dificil se fialar tales razones ideolégicas, del formalismo ruso ai estructuralismo francés, cuyas virtudes y limitaciones no pueden sefialarse al margen de esas razones, y entre ellas 1a pretendida ahistorizacién propia de una clase que se ex- tingue: una clase que inicid su carrera histérica con utopias desafiantes para azuzar al tiempo, y que pretende congelar esa carrera, ahora que le es adversa, con imposibles ucronfas. De to- das formas, es necesario reconocer la con- gruencia de esos estudios con las respectivas literaturas coeténeas. En cambio, cuando Fuentes, haciendo caso omiso de la realidad concreta de la narrativa hispanoamericana de estos afios, pretende imponerle esquemas pro- venientes de otras literaturas, de otras elabora- ciones criticas, afiade, en una tipica actitud colonial, un segundo grado de ideologizacién a 70 sueritica, En sintesis, ésta se reduce a decirnos que nuestra narrativa actual —como las de los paises capitalistas aparentemente coeténeos— es ante todo hazafia del lenguaje. Eso, entre otras cosas, le permite minimizar graciosa- mente todo lo que en esa narrativa implica concrecién hist6rica precisa. Por otra parte, la manera como Fuentes sienta las bases de su abordaje lingiiistico tiene la pedanteria y el provincianismo tipicos del colonial que quiere hacer ver al metropolitano que él también puede hombrearse con los grandes temas a la moda alld, al mismo tiempo que espera des- lumbrar a sus compatriotas, en quienes confia encontrar ignorancia atin mayor qne la suya. Lo que emite son cosas asi: “EI cambio engloba las categorfas del pro- ceso y el habla, de la diacronfa; la estructura, las del sistema y la lengua, de la sincronia. La interaccién de todas estas categorias es la pa- labra, que liga a la diacronia con la sincronia, al habla con la lengua a través del discurso y al proceso con el sistema a través del evento, asi como al evento y al discurso en si.” [p. 33] Estas banalidades, sin embargo —que cual- quier buen manualito de lingiiistica hubiera podido aliviar—, no deben provocarnos sélo una sonrisa: Fuentes est4 elaborando como puede una consecuente visién de nuestra lite. Tatura, de nuestra cultura; una visién que, sig- nificativamente, coincide en lo esencial con la propuesta por escritores como Emir Rodriguez Monegal y Severo Sarduy. “a P.O 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 Es revelador que para Fuentes la tesis del papel preponderante del Ienguaje en la nue, novela hispanoamericana encuentre su funda mentacién en la prosa de Borges, “sin la cua no habria, simplemente, moderna novela his. panoamericana”, dice Fuentes, ya que “el sen tido final” de ‘aquella prosa “es atestiguar, primero, que Latinoamérica carece de lenguaje y, por ende, que debe constituirlo”. Esta haza. fia singular la logra Borges, segiin Fuentes, creando “un nuevo lenguaje latinoamericano que, por puro contraste, revela la mentira, la sumision y la falsedad de lo que tradicional mente pasaba por entre nosotros” (p. 26) Naturalmente, sobre tales criterios, Ia ahis- torizacién de la literatura puede alcanzar ex- presiones verdaderamente delirantes. Nos er- teramos, por ejemplo, de que La pornogratia de Witold Gombrowicz, “pudo haber sido contada por un aborigen de la selva amazénica [...] Ni la nacionalidal ni la clase social, al cabo, definen 1a diferencia entre Gombrowicz y el posible narrador del mismo mito inicidtico en una selva brasileiia sino, precisamente, la posibilidad de combinar distintamente el discurso. Sélo a par universalidad de las estructuras lin pueden admitirse, a posteriori, los datos excén- tricos de nacionalidad y clase.” [p. 22] Y, consecuentemente, se nos dice también que “es més cercano a la verdad entender, en primera instancia, el conflicto de Ia literatura wR hispanoamericana en relacién con ciertas cate~ gorias del quehacer literario” (p. 24, subtayado de RFR), y no en relacién con la historias atin mds: “la vieja obligacién de la denuncia se con- vierte en una elaboracién mucho mas ardua: la elaboracién critica de todo lo no dicho en nues- tra larga historia de mentiras, silencios, reté- ricas y complicidades académicas. Inventar un Ienguaje es decir todo Io que la historia ha ca- Hado.” (p. 30, subrayado de R.F.R.] De ese modo, esta interpretacién salva la col y la cabra: concebida asi, 1a literatura no s6lo se sustrae a cualquier tarea peleadora (que aqui queda degradada con un habil adjetivo: “la vieja obligacién de la denuncia”), sino que esa sustraccién, lejos de ser un repliegue, es “gna elaboracién mucho més ardua”, ya que va a decir nada menos que “todo Io que Ia historia ha callado”. Mas adelante se nos dira que nuestro verdadero lenguaje est4 en vias de ser descubierto y creado, “y en el acto mismo de su descubrimiento y creacién, pone en jaque, revolucionariamente, toda wma estructura eco- némica, politica y social, fundada en un len- guaje verticalmente falso” (p. 94-5, subrayado de RFR). Esta manera astuta, aunque a la vez super- ficial, de proponer las tareas de la derecha con el Ienguaje de la izquierda, nos hace recordar —y es dificil olvidarlo un solo instante— que Fuentes pertenece a la maffia mexicana, cuyos P01 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13ed1 JAN= 27-2011 rasgos ha pretendido extender més alla de las fronteras de su pais. Por otra parte, que este planteo es el tras. lado a cuestiones literarias de una plataforma politica raigalmente reaccionaria, no es ma conjetura. Est4 dicho a lo largo del librito, y en especial, de modo explicito, en sus paginas finales: ademas de los consabidos ataques al socialismo, aparecen alli observaciones como éstas: “Quizds el triste futuro inmediato de América Latina sea el populismo fascista, la dictadura de estirpe peronista capaz de realizar algunas reformas a cambio de la supresin de! impulso revolucionario y de Ia libertad pili ca”. (p. 96) La tesis de “civilizacién y barbaric" parece no haberse modificado un 4pice. Y, sin embargo, si: se ha agravado con la presencia devastadora del imperialismo en nuestras tic- tras. Fuentes se hace cargo de esta realidad con un espantajo: el anuncio de que se abre ante nosotros “una perspectiva mucho mas grave: a me- dida que se agiganta el foso entre el desarrollo geométrico del mundo tecnocratico y el des- arrollo aritmético de nuestras sociedades an Jares, Latinoamérica se convierte en un mundo prescindible [subrayado de C.F.] para el impe- tialismo. Tradicionalmente, hemos sido paises explotados. Pronto, ni esto seremos [subraya- do de R.F.R.J: no seré necesario explotarnos, porque Ia tecnologia habra podido —en gran medida lo puede ya— sustituir industrialmen- 4 te nuestros ofrecimientos monoproductivos.” vibid.] ‘A esta luz, y habida cuenta de que para Fuentes la revolucién carece de perspectivas en la América Latina —insiste en hablar de la imposibilidad de una “segunda Cuba” (p. 96), y no puede aceptar las formas variadas, impre- visibles, que asumird ese proceso—, casi debe- mos sentirnos agradecidos de que la tecnologia imperialista no prescinda de nosotros; de que no se ponga a sustituir industrialmente (como “lo puede ya”) nuestros pobrecitos productos. Me he detenido quizés mas de lo necesario, en Fuentes, porque es una de las més destaca- das figuras entre los nuevos escritores latino- americanos que se han propuesto elaborar, en el orden cultural, una plataforma contrarrevo- lucionaria que en apariencia vaya més alla de las burdas simplificaciones propias del progra- ma Cita con Cuba, de la Voz de los Estados Unidos de América. Esos escritores contaron ya con un é6rgano adecuado: la revista Mundo Nuevo," financiada por la CTA, cuyo basamen- to ideolégico esté resumido en el mentado librito de Fuentes de una manera que difici mente hubieran podido realizar la pesantez profesoral de Emir Rodriguez Monegal o el mariposeo neobarthesiano de Severo Sarduy —los otros dos “criticos” de la revista—. Aque- lla publicacién, que reunié a esos hombres y ademas a otros muy similares a ellos, como Guillermo Cabrera Infante y Juan Goytisolo, va a ser relevada en estos dias por otra que pa- 75 P.013 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 rece que contaré esencialmente con el mismo equipo, més algunos afiadidos: la revista Libre La fusién de ambos titulos es suficientement, explicita: Mundo Libre. Ee EI porvenir cmpezado La pretensién de englobarnos en el “mundo libre” —nombre regocijado que se dan hoy a si mismos los paises capitalistas, y de paso regalan a sus oprimidas colonias y neocolo. nias— es la versin moderna de la pretensién decimonénica de las clases criollas explotado- ras de someternos a la supuesta “civilizacién”: y esta Gltima pretensién, a su vez, retoma los Propésitos de los conguistadores europeos. Et todos estos casos, con ligeras variantes, es cla- ro que la América Latina no existe sino, a lo més, como una resistencia que es menestet vencer para implantar sobre ella la verdadera cultura, la de “los pueblos modernos que se gratifican a ellos mismos con el epiteto de ci- vilizados”, en frase de Pareto que tanto recnerda la que en 1883 escribiera Marti sobre Ja “civilizacion, que es el nombre vulgar con que corre el estado actual del hombre europeo”. Frente a esta pretensién de los conquista. dores, de los oligarcas criollos, del imperialis. mo y sus amanuenses, ha ido forjandose nuestrs genuina cultura —tomando este término en si 76 amplia acepcién histérica y antropolégica—, la cultura gestada por el pueblo mestizo, esos des- cendientes de indios, de negros y de europeos que supieron capitanear Bolivar y Artigas; la cultura de las clases explotadas, la pequefia bur- guesia radical de José Marti, el campesinado pobre de Emiliano Zapata, la clase obrera de Luis Emilio Recabarren y Jestis Menéndez; la cultura de “las masas hambrientas de indios, de campesinos sin tierra, de obreros explota- dos” de que habla la Segunda declaracién de La Habana (1962), “de los intelectuales honestos y brillantes que tanto abundan en nuestras su- fridas tierras de América Latina”, la cultura de ese pueblo que ahora integra “una familia de doscientos millones de hermanos” y “ha dicho: Basta!, y ha echado a andar.” Esa cultura, como toda cultura viva, y més en sus albores, esté en marcha; esa cultura tiene desde nego rasgos propios, aunque haya nacido —al igual que toda cultura, y esta vez de modo especialmente planetario— de una sintesis, y no se limita de ninguna manera a repetir los rasgos de los elementos que la com- pusieron. Esto es algo que ha sabido sefialar, pese a que sus ojos estuvieran alguna vez en Europa més de lo que hubiéramos querido, el mexicano Alfonso Reyes. Al hablar él y otro Jatinoamericano de la nuestra como una cultura de sintesis, 41 ni yo [dice] fuimos interpretados por los colegas de Europa, quienes creyeron que nos referiamos al resumen o compendio ele- P.01d 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13ed1 JAN= 27-2011 mental de las conquistas europeas. Segiin esta interpretacién ligera, la sintesis seria un punto terminal. Y no: la sintesis es aqui un nue vo punto de partida, una estructura entre los elementos anteriores y dispersos, que —como toda estructura— es trascendente y contiene en s{ novedades. H:O no es sélo una junta de hidrégeno y oxigeno, sino que —ademas— es agua" Hecho especialmente visible si se toma en cuenta que esa agua partié no sélo de elemen- tos europeos, que son los que enfatiza Reyes, sino también indigenas y africanos, Aun con sus limitaciones, Reyes es capaz de expresar, al concluir su trabajo: “y ahora yo digo ante el tribunal de pensadores internacionales que me escucha: reconocemos el derecho a la ciudada- nia universal que ya hemos conquistado. He- mos alcanzado la mayoria de edad. Muy pron- to os habituaréis a contar con nosotros”.” Estas palabras se decian en 1936. Hoy, ese “muy pronto” ha Hegado ya. Si hubiera que se- fialar la fecha que separa la esperanza de Reyes de nuestra certidumbre —con lo diffeil que sue- len ser esos sefialamientos—, yo indicaria 195 Hegada al poder de Ia Revolucién cubana. Se podrian ir marcando algunas de las fechas que jalonan el advenimiento de esa cultura: las pri- meras son imprecisas, se refieren a combates de indigenas y revueltas de esclavos negros contra la opresién europea. En 1780, una fecha mayor: sublevacién de Tipac Amaru en el Perti; en 1803, independencia de Haiti; en 1810. 78 inicio de los movimientos revolucionarios en varias de las colonias espafiolas de América, movimientos que van a extenderse hasta bien entrado el siglo; en 1867, victoria de Juarez sobre Maximiliano; en 1895, comienzo de la etapa final de la guerra de Cuba contra Ee- pafia —guerra que Marti previé también como una accién contra el naciente imperialismo yan- qui—; en 1910, Revolucién mexicana; en los afios veinte y treinta de este siglo, resistencia en Nicaragua de Sandino y afianzamiento en cl continente de la clase obrera como fuerza de vanguardia; en 1938, nacionalizacién de] petré- leo mexicano por CArdenas; en 1944, Hegada al poder de un régimen democrdtico en Gua- temala, que se radicalizaré en el gobierno; en 1946, inicio de la presidencia en la Argentina de Juan Domingo Perén, bajo la cual mostra- rn su rostro los “descamisados”; en 1952, Revo- lucién boliviana; en 1959, triunfo de la Revolu- cién cubana; en 1961, Girén: primera derrota militar del imperialismo yanqui en América y Proclamacién del carécter marxista-leninista de nuestra Revolucién; en 1967, caida del Che Guevara al frente de un naciente ejérei- to latinoamericano en Bolivia; en 1970, Ie- gada al gobierno, en Chile, del socialista Sal- vador Allende. Fechas asi, para una mirada superficial, po- dria parecer que no tienen relacién muy directa con nuestra cultura. Y en realidad es todo lo contrario: nuestra cultura es —y sélo puede ser— hija de la revolucién, de nuestro multi- 79 P0156 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN- 27-2011 Secular rechazo a todos los colonialismos; nuestra cultura, al igual que toda cultura, re, quiere como primera condicién nuestra propia existencia. No puedo eximirme de citar, aun. que Jo he hecho ya en otras ocasiones, uno de los momentos en que Marti abordé este hecho de manera mas sencilla y luminosa: “No hay letras, que son expresién”, escribié en 1881, “hasta que no hay esencia que expresar en ellas. Ni habré literatura hispanoamericana hasta que no haya Hispanoamérica”. Y més adelante: “Lamentémonos ahora de que la Bran obra nos falte, no porque nos falte ella, sino porque esa es sefial de que nos falta ain el pueblo magno de que ha de ser reflejo".” La cultura latinoamericana, pues, ha sido po- sible, en primer lugar, por cuantos han hecho, Por cuantos estan haciendo que exista ese “pue. blo magno” que en 1881 Marti Iamaba todavia Hispanoamérica, y unos afios después prefe- tira nombrar ya con el término mas acertado de “Nuestra América”, Pero ésta no es, por supuesto, la Ginica cul- tura forjada aqui. Hay también la cultura de Ia anti-América: la de los opresores, la de quie. nes trataron (0 tratan) de imponer en estas tierras esquemas metropolitanos, o simplemen- te, mansamente, reproducen de modo provin- ciano lo que en otros pafses puede tener su ra. z6n de ser. En la mejor de las Pposibilidades, se trata, para repetir una cita, de la obra de “quie- nes han trabajado, en algunos casos patristi- camente, por configurar la vida social toda con 80 arreglo a pautas de otros paises altamente des- arrollados, cuya forma se debe a un proceso organico a lo largo de los siglos”, y que al pro- ceder asi, dijo Martinez Estrada, “han traicios nado a la causa de la verdadera emancipacién de la América Latina”. Todavia es muy visible esa cultura de la anti-América. Todavia en estructuras, en obras, en efemérides se proclama y perpetiia esa otra cultura. Pero no hay duda de que est en ago. nia, como en agonia estd el sistema en que se basa. Nosotros podemos y debemos contribuir a colocar en su verdadero sitio la historia del opresor y la del oprimido. Pero, por supuesto, cl triunfo de esta iltima ser sobre todo obra de aquellos para quienes Ia historia, antes que obra de letras, es obra de hechos. Ellos logra. ran el triunfo definitive de la América verda, dera, restableciendo su unidad a nuestro in- menso continente, y esta vez a una luz del todo distinta: “Hispanoamérica, Latinoaméri- ca como se prefiera”, escribis Maridtepui, “no encontrard su unidad en el orden burgués. Este orden nos divide, forzosamente, en pequefios pacionalismos. A Norteamérica sajona le toca coronar y cerrar la civilizacién capitalista, BY porvenir de la América Latina es socialists,” # ES€ Porvenir, que ya ha empezado, acabaré por hacer incomprensible la ociosa pregunta sobre nuestra existencia. TOTAL P.015 POOL 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13512 JAN= 27-2011 aY Ariel, ahora? Ariel, en el gran mito shakespereano que hemos seguido en estas notas, es, como se ha dicho, el intelectual * de la misma isla que Ca. liban puede optar entre servir a Prospero —es el caso de los intelectuales de la anti-Améri- ca-, con el que aparentemente se entiende de maravillas, pero de quien no pasa de ser un te- meroso sirviente, o unirse a Caliban en su lucha por la verdadera libertad. Podria decirse, en lene guaje gramsciano, que pienso sobre todo en inte- Tectuiales “tradicionales”, de ios que, incluso en el periodo de transicién, el proletariado nece- sita asimilarse el mayor niimero posible, mien- tras va generando sus propios intelectuales “organicos”. : Es sabido, en efecto, que una parte més 0 menos importante de la intelectualidad al ser- vicio de las clases explotadas suele provenir de las clases explotadoras, de las cuales se des- vincula radicalmente. Es el caso, por lo demas clasico, de figuras cimeras como Marx, Engels v Lenin, Este hecho habia sido observado ya en el propio Manifiesto del Partido comunista de 1848. Alli escribieron Marx y Engels: “en los periodos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el proceso de desin tegracién de la clase dominante, de toda la vie- ja sociedad, adquiere un cardcter tan violente ¥ tan patente, que una pequefia fraccién de ese clase reniega de ella y se adhiere a la clase 82 revolucionaria, a la clase en cuyas manos esté el porvenir [...] Y asi [...] en nuestros dias un sector de la burguesia se pasa al proleta- riado, particularmente ese sector de los ideé. logos burgueses que se ha elevado tedrica- mente hasta la comprensién del conjunto del movimiento histérico,” ™ Si esto es obviamente valido para las na- ciones capitalistas de mds desarrollo —a las cuales tenfan en mente Marx y Engels en su Manifiesto—, en el caso de nuestros paises hay que afiadir algo mds. En ellos, “ese sector de los idedlogos burgueses” de que hablan Marx y Engels conoce un segundo grado de ruptura: salvo aquella zona que orgdnicamente proven- ga de las clases explotadas, la intelectualidad que se considere revolucionaria * debe romper sus vinculos con la clase de origen (con fre- cuencia la pequefia burguesia), y también debe romper sus nexos de dependencia con la cul- tura metropolitana que le ensefié, sin embargo, el lenguaje, el aparato conceptual y técnico, Ese lenguaje, en la terminologia shakesperea ha, le servird para maldecir a Prospero, Fue el caso de José Maria Heredia, exclamando, en el mejor espafiol del primer tercio del siglo XIX: “Aunque viles traidores Je sirvan, / del tirano es indtil ia safia, / que no en vano entre Cuba y Espafia / tiende inmenso sus olas el mar.” O el de José Marti, al cabo de quince afios de estancia en los Estados Unidos —es- tancia que Je permitir4 familiarizarse plena- mente con la modernidad, y también detectar 83 P.002 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 desde su seno el surgimiento del imperialismo norteamericano—: “Vivi en el monstruo, y le ‘conozco las entrafias: y mi honda es la de Da- vid.” Aunque preveo que a algunos ofdos la sugerencia de que Marti y Heredia anduvieran maldiciendo les sonaré feo, quiero recordarles que “‘tirano”, “viles traidores” y “monstruo fienen algo que ver con maldiciones. Shakes- peare y la realidad parecen tener razén contra tilos. ¥ Heredia y Marti no son sino ejemplos arquetipicos. Ultimamente, no han faltado tam poco los que han atribuido a deformaciones de fuestra Revolucién —Calibén, no lo olvidemos es visto siempre como deforme por el ojo hos ‘HI la violencia voleénica de algunos discur sos recientes de Fidel, como el que pronuneiara en el Primer Congreso nacional de educacién y cultura, El que algunos de esos sobresaltados }ubieran hecho el elogio de Fanon —otros, po- siblemente, ni habian ofdo hablar de él, ya que guardan con la politica, como dijo Rodolfo Walsh, la misma relacién que con la astrofi- sica—, y ahora atribuyan a deformacién 0 2 jnfluencia forénea una actitud que est en la raiz misma de nuestro ser_histérico, puede ser prueba de varias cosas. Entre ellas, de t- tal incoherencia, También de desconocimiento ~-cuando no de desprecio— de nuestras reali Gades concretas, tanto en el presente como et el pasado. Lo cual, por cierto, no los autoriz para tener mucho que ver con nuestro porvenit. La situacién y las tareas de ese intelectual al servicio de las clases explotadas no son pot 84 supuesto las mismas cuando se trata de paises en los que atin no ha triunfado la revolucién, que cuando se trata de paises en los que ya se “esarrolla tal revolucién. Por otra parte, ya he secordado que el término “intelectual” es lo bas- tante amplio como para hacer initil forzar la mano con simplificacién alguna, Intelectual serd un tedrico y dirigente —como Maritegui o Mella—, un investigador —como Fernando Ortiz, un escritor —como César Valiejo—. En todos esos casos, sus ejemplos concretos nos dicen mds que cualquier generalizacién vaga. Para planteos muy recientes, relativos al escritor, véanse ensayos como “Las_priorida- des del escritor”, de Mario Benedetti” La situacién, como dije, no es igual en los paises en que las masas populares latinoame- ricanas han Megado al fin al poder y han des encadenado una revolucién socialista. El caso entusiasmante de Chile es demasiado inmedi: to para poder extraer de él conclusiones. Pero la Revolucién socialista cubana tiene mas de doce afios de vida, y a estas alturas ya pueden sefialarse algunos hechos: aunque, por la na- turaleza de este trabajo, aqui no me propongo sino mencionar rasgos muy salientes. Esta revolucién, en su practica y en su teo- ria, habiendo sido absolutamente fiel a la mas exigente tradici6n popular latinoamericana, ha satisfecho en plenitud la aspiracién de Marié- tegui: “no queremos, ciertamente, que el soci lismo sea en América calco y copia. Debe ser creacién heroica. Tenemos que dar vida, con 85 P.003 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13512 JAN= 27-2011 nuestra propia realidad, en nuestro propio len. guaje, al socialismo indo-americano”.” Por eso no puede entenderse nuestra Revo- Jucién si se ignoran “nuestra propia realidad”, “nuestro propio lenguaje”, y a ellos me he re ferido largamente. Pero el imprescindible or- gullo de haber heredado lo mejor de Ia historia Yatinoamericana, de pelear al frente de una vas- ta familia de doscientos millones de hermanos. no puede hacernos olvidar que, por eso mismo, formamos parte de otra vanguardia ain mayor, de una vanguardia planetaria: la de los paises socialistas que ya van apareciendo en todos Jos continentes. Eso quiere decir que nuestra herencia es también la herencia mundial del socialismo, y que la asumimos como el capi tulo ms hermoso, més gigantesco, mas bats Hador en la historia de la humanidad. Senti mos como plenamente nuestro el pasado del socialismo, desde los suefios de los socialistas utépicos hasta el apasionado rigor cientifico de Marx (‘aquel aleman de alma sedosa y mano férrea” que dijo Marti) y Engels; desde el intento heroico de la Comuna de Paris hace un siglo hasta el deslumbrante triunfo de la Revolncién de Octubre y la leccién imperece- dera de Lenin; desde el establecimiento de nuevos regimenes socialistas en Europa a raiz de la derrota del fascismo en la Segunda gue- tra mundial, hasta el éxito de las revoluciones socialistas en paises asidticos “subdesarrolia- dos”. Al decir que asumimos esta magnifica herencia —herencia que ademas aspiramos 2 86 enriquecer con nuestros aportes—, no podemos olvidar que ella incluye, naturalmente, momen- tos Iumminosos y también momentos dificiles, delertos y errores. ;Cémo podriamos olvidarlo, Si al hacer Ja historia nuestra (operacién que nada tiene que ver con leer la historia de biros), nosotros también tenemos aciertos ¥ trrores, como los han tenido y tendran todos los movimientos histéricos reales! Bste hecho elemental es constantemente re- cordado no sélo por nuestros enemigos abier- tos, sino incluso por algunos supuestos amigos que lo tinico que parecer. objetarle en el fondo al socialismo es que exista, Heno de grandeza, pero también de dificultades, con lo impecable que se ve en los libros este cisne escrito. Y no podemos dejar de preguntarnos: ¢por qué debemos estar dando explicaciones sobre los problemas que confrontamos al construir real- mente el socialismo a esos supuestos amigos, quienes, por su parte, se las arreglan con su conciencia permaneciendo integrados a socie- dades explotadoras —y, en algunos casos, aban- donando inchiso nuestros paises neocoloniales para demandar, con el sombrero entre las ma- nos, un sitio en las propias sociedades explo- tadoras—? No: no hay por qué dar explicacién alguna a personas asi, a quienes, de ser ho- nestas, debia preocupar el coincidi tos puntos con muestros enemigos. La manera superficial con que algunos intelectuales que se dicen de izquierda (y a quienes, sin embar- go, las masas populares parecen importar un 87 P.008 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 bledo) se lanzan sin pudor a repetir al pie de Ia letra los criterios que sobre el mundo socia- lista propone y divulga el capitalismo, sélo muestra que aguelios intelectuales no han roto con él tan radicalmente como acaso quisieran, La natural consecuencia de esta actitud es que, so capa de rechazar errores —en lo que es fa- cil poner de acuerdo a tirios y troyanos—, se rechace también, como de pasada, al socialis- mo todo, arbitrariamente reducido a tales erro- res; 0 se deforme y generalice alguna concreta coyuntura histérica y, sacdndola de sus casi- las, se pretenda aplicar a otras coyunturas que tienen sus propios caracteres, sus propias vir- tudes y sus propios errores. Esto es algo que en lo tocante a Cuba hemos aprendido, como tantas cosas, en carne propia. Durante estos doce afios, en busca de solu- ciones originales y sobre todo genuinas a nues- tros problemas, ha habido una amplia discusin sobre cuestiones culturales en Cuba. En la re- vista Casa de las Américas se han publicado materiales de esta discusién: pienso especial- mente en Ia mesa redonda que un grupo de compafieros realizamos en 1969. ‘Tampoco, por supuesto, han sido remisos los propios dirigentes de la Revolucién a ex- presar sus opiniones sobre estos hechos. Aun- que, como dijo Fidel en 1961, “no tuvimos nuestra conferencia de Yendn”® antes del triunfo de la Revolucién, después de ese triun- fo no ha dejado de haber discusiones, encuen- tros, congresos en que abordaban estas cues- 88 tiones. Me limitaré a recordar algunos de los muchos textos de Fidel y el Che: en el caso de Fidel, su discurso en 1a Biblioteca Nacional el 30 de junio de 1961, que se publicé ese afio —y asi ha seguido siendo conocido— con el nombre Palabras a los intelectuales; su discur- so del 13 de marzo de 1969, en que plantes 1a universalizacién de la Universidad, y al que nos referimos varias veces en nuestra mesa re- donda de 1969 y, por filtimo, su intervencién en el reciente Congreso de educacién y cul- tura, que se publicé, junto con la Declara- cién del Congreso, en el niimero 65-66 de Casa de las Américas. No son ni de lejos, natural- mente, las tinicas veces en que Fidel ha abor- dado problemas culturales; pero creo que dan idea suficiente de los criterios de la Revolucién cubana en este orden. Aunque han transcurride diez afios entre el primero de estos discursos —que estoy seguro que apenas ha sido leido por muchos de sus co- mentaristas, quienes se limitan a citar alguna que otra frase fuera de contexto— y el ditimo, la lectura real de ambos lo que demuestra so- bre todo, a diez afios de distancia, es su cohe- rencia. En 1971, Fidel dijo sobre las obras li- terarias y artisticas: “nosotros, un pueblo revolucionario, valo- ramos las creaciones culturales y artisticas en funcién de lo que aporten al hombre, en fun- cién de lo que aporten a la reivindicacién del hombre, a Ja liberacién del hombre, a la feli- cidad del hombre. // Nuestra valoracién es po- 89 P.005 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13512 JAN= 27-2011 litica. No puede haber valor estético sin cu, tenido humano, No puede haber valor estéii, contra el hombre. No puede haber valor « tico contra la justicia, contra el bienestar, o., tra la felicidad del hombre, ;No puede | berlo!” En 1961, habia dicho: “Es precisamente el hombre, el semejan la redencién de sus semejantes, lo que coms: tuye el objetivo de los revolucionarios, $i 2 | revolucionarios nos preguntan qué es lo «vs més nos importa, nosotros diremos: el puch! y siempre el pueblo. El pueblo en su sent, real, es decir, esa mayorfa del pueblo que ! tenido que vivir en Ia explotacién y en el «! vido mas cruel. Nuestra preocupacién fund. mental serdn siempre las grandes mayories Pueblo, es decir, las clases oprimidas y expi tadas del pueblo. El prisma a través del cv Jo miramos todo, es ése: para nosotros ser! bueno Io que sea bueno para ellas; para no: otros ser noble, ser bello y sera itil, todo Io que sea noble, sea bello y sea atil para ella, La misma frase de 1961 que tanto se ha ci. tado fuera de contexto, hay que reintegrarla a éste para que adquiera todo su sentido: “dentro de la Revolucién, todo; contra lh Revolucion, nada. Contra la Revolucion nada porque la Revolucién tiene también sus dere chos, y el primer derecho de Ia Revolucion es el derecho de la Revolucién de ser y de exis tir. Nadie, por cuanto la Revolucién compres de los intereses del pueblo, por cuanto la Re 90 volucién significa los intereses de la nacién entera, nadie puede alegar un derecho contra ella.” Coherencia no quiere decir repeticién. Que aquel discurso de 1961 y éste de 1971 sean con- gmuentes, no significa que los diez afios hayan transcurrido en vano. Al principio de sus Pala- bras a los intelectuales, habia recordado Fidel que la revolucién econémica y social que estaba teniendo lugar en Cuba tenia que producir in- evitablemente, a su vez, una revolucién en la cultura de nuestro pais. A esa transformacion gue seria producida inevitablemente por la re- volucién econémica y social, y que ya anuncio en 1961, corresponden, entre otras, las decisio- nes proclamadas en el discurso del 13 de marzo de 1969, sobre la universalizacién de la univer. sidad, y en el discurso del Primer congreso na- cional de educacién y cultura, en 1971. Duran- te esos diez afios se ha ido produciendo una ‘interrumpida radicalizacién de Ja Revolucién que implica una creciente participacion de las masas en el destino del pais, Sia la reforma agraria de 1959 seguiré una revolucién agra- tia, a la campafia de alfabetizacién seguir 1a de seguimiento, y Iuego se anunciara una uni. versalizacién de la universidad que supone ya la conquista por las masas de los predios de la Uamada alta cultura; mientras, paralelamente, el proceso de democratizacién sindical hace sentir el indetenible crecimiento en la vida del Pais del papel de la clase obrera. En 1961 no hubiera podido ser asi todavia: o1 P.006 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13313 JAN= 27-2011 ese afio se estaba realizando apenas la campa fa de alfabetizacién: se estaban echando las bases de una cultura realmente nueva. Hoy, 1971, se ha dado un salto en el desarrollo de esa cultura; un salto que, por otra parte, ya habia sido previsto en 1961, e implica tareas de inevitable cumplimiento por cualquier revo- Iucién que se diga socialista: la extensién de la educaci6n a todo el pueblo, su asentamiento sobre bases revolucionarias, la construccién y afianzamiento de una cultura nueva, socialista. Para comprender mejor tanto las metas como los caracteres especificos de nuestra transformacién cultural en marcha, es titil con- frontarla con procesos similares en otros pai ses socialistas. El hacer que todo un pueblo que vivi6 explotado y analfabeto acceda a los més altos niveles del saber y de la creacién es uno de los pasos mas hermosos de una re- volucién. Las cuestiones culturales ocuparon también buena parte de la meditacién de Ernesto Che Guevara. Es suficientemente conocido su tra- bajo El socialismo y el hombre en Cuba como para que sea necesario glosarlo aqui. Baste con sugerir al lector, eso si, que no proceda como algunos que lo toman por separado, retenien- do, por ejemplo, su censura a cierta concep- cign del realismo socialista,® pero no su cen- sura al arte decadente del capitalismo actual y su prolongacién en nuestra sociedad; 0 vice- versa. U olvidan cémo previé con pasmosa cla- ridad algunos problemas de nuestra vida ar- 92 {istica en términos que, al ser retomados por plumas menos prestigiosas que Ia suya, produ- firian objeciones que no se atrevieron a hacerle al propio Che. ‘Por ser mucho menos conocido que El so- cialismo y el hombre en Cuba, quisiera termi- nar citando con alguna extension el final de un discurso que el Che pronunciara en la Univer- sidad de Las Villas, el 28 de diciembre de 1959, es decir, al comienzo mismo de nuestra Revo- lucién, La Universidad le habia otorgado al Che el titulo de profesor honoris causa de la Facultad de Pedagogia, y el Che debia agra- decer en ese discurso la distincién. Lo hizo. Pero lo que sobre todo hizo fue proponerle a Ia Universidad, a sus profesores y alurnnos, una transformacién que requerian —que re- queriamos— todos para poder ser considera- dos verdaderamente revolucionarios, verdade- ramente fitiles: “No se me ocurriria a mi [dijo entonces el Che] exigir que los sefiores profesores 0 los sefiores alumnos actuales de la Universidad de Las Villas realizaran el milagro de hacer que las masas obreras y campesinas ingresaran en la Universidad, Se necesita un largo camino, un proceso que todos ustedes han vivido, de largos afios de estudios preparatorios. Lo que sf pretendo, amparado en esta pequefia his- toria de revolucionario y de comandante re- belde, es que comprendan los estudiantes de hoy de la Universidad de Las Villas que el estudio no es patrimonio de nadie, y que la casa P.007 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 de estudios donde ustedes realizan sus tareas no es patrimonio de nadie, pertenece al pue- blo entero de Cuba, y al pueblo se la daran o el pueblo la tomara. Y quisiera, porque inicié todo este ciclo en vaivenes de mi carrera como universitario, como miembro de la clase media como médico que tenia los mismos horizontes, Jas mismas aspiraciones de la juventud que ten dran ustedes, y porque he cambiado en el curs» de la lucha, y porque me he convencido de la necesidad imperiosa de la Revolucién y de Ja justicia inmensa de la causa del pueblo, por eso quisiera que ustedes, hoy duefios de la Uni- versidad, se la dieran al pueblo. No lo digo como amenaza para que mafiana no se la to- men, no; lo digo simplemente porque seria un ejemplo mas de los tantos bellos ejemplos que se estén dando en Cuba, que los duefios de la Universidad Central de Las Villas, los estu- diantes, la dieran al pueblo a través de su Go- ro Revolucionario. Y a los sefiores profe- sores, mis colegas, tengo que decirles algo parecido: hay que pintarse de negro, de mu- lato, de obrero y de campesino; hay que bajar al pueblo, hay que vibrar con el pueblo, es decir, las necesidades todas de Cuba entera Cuando esto se logre, nadie habra perdido, to- dos habremos ganado y Cuba podra seguir su marcha hacia el futuro con un paso més vigo- roso, y no tendran necesidad de incluir en su claustro a este médico, comandante, presidente de Banco y hoy profesor de pedagogia que se despide de todos.” * 94 Es decir, el Che le propuso a la “universi- ad europea”, como hubiera dicho Marti, que vediera ante la “universidad americana”; le propuso a Ariel, con su propio ejemplo lumi- noso y aéreo si los ha habido, que pidiera a Caliban el privilegio de un puesto en sus filas revueltas y gloriosas. La Habana, 7-20 de junio de 1971 a 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 Les pays sousdeveloppés, Paris, $959, esp. p. 82-84. Una tipologia sugestiva y polé- mica de los paises extraeuropeos la ofrece Darcy Ribeiro en Las Américas y la civilizacién, trad. de BR. Pi Hugarte, Buenos Aires, 1969, tomo I, p. 112-28, 2Un resumen sueco de lo que se sabe sobre esta ma- teria se encontrara en el estudio de Magnus Mérner La mezcia de razas en la historia de América Lati- ‘na, trad., revisada por el autor, de Jorge Piati- gorsky, Buenos Aires, 1969. Alli se reconoce que Eninguna parte del mundo ha presenciado un cru- zamiento de razas tan gigantesco como el que ha estado ocurriendo en América Latina y en el Cav ibe [zpor qué esta divisién?] desde 1492”, p. 15. Por sipuesto, Jo que me interesa en estas notas no @s el irrelevante Hecho biolégico de las “razas”, sino el hecho histérico de las “culturas”. * Cit, como las otras menciones del Diario que si- guen, por Julio C. Salas: Etnografia americana Los indios caribes. Estudio sobre el origen del mito de Ja ancropofagia, Madrid, 1920. En este libro se plantea “lo irracional de (la] inculpacion de que Eigunas tribus americanas se alimentaban de carne jhumana, como en Io antiguo lo sostuvieron los que estaban interesados en esclavizar [a] los indios y Yo repitieron los cronistas ¢ historiadores, de los cuales muchos fueron esclavistas...” (p. 211). + La carta de Colén anunciando el descubrimiento del nuevo mundo. 15 de febrero - 14 de marzo 1473, Ma- drid, 1956, p. 20. 5 Ezequiel Martinez Estrada: “El Nuevo Mundo, la isla de Utopia y la isla de Cuba”, en Casa de Jas ‘Américas, n. 33, noviembre-diciembre de 1965. (Bste iimero es un Homenaje a Ezequiel Martinez Es- trad2.) P.009 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 * Miguel de Montaigne: Ensayos, trad. de C. Romis ¥ Silamero, tomo 1, Buenos aires, 1946, pas * Loe. cit ° William Shakespeare: Obras completas, traduccién, estudio preliminar y notas de Luis Astrana Marin, Madrid, 1961, p. 107-8, * Ast, por ejemplo, Jan Kott nos advierte que hasta el siglo xix “hubo varios sabios shakespearélogos que intentaron leer La tempestad como una biogra ffa en el sentido literal, 0 como un alegérico drama politico". (Jan Kott: Apuntes sobre Shakespeare trad. de J. Maurizio, Barcelona, 1969, p. 353.) % Ernest Renan: Caliban, suite de La tempéte. Drame philosophique, Paris, 1878. ¥-V. Arthur Adamov: La Commune de Paris (8 mars. 28 mars 1871), anthologie, Paris, 1959; y especial mente Paul Lidsky: Les éerivains contre la Cor: mune, Paris, 1970. % Paul Lidsky: op. cit, p. 82. 18 Cit. por Aimé Césaire en: Discours sur Ie coloniz lisme, 3a. ed., Paris, 1955, p. 13. Es notable esta requisitoria, muchos de cuyos postulados hago mics (Trad. parcialmente en Casa de las Américas n. 36 37, mayo-agosto de 1966 [Este mimero esta dedi cado a Africa en América.) ¥ Cit. en op. cit., p. 14-5. vy, RILR: “Modemnismo, noventiocho, subdesarro- Wo", ‘trabajo Ieido en ei 1m Congreso de la Aso ciacién internacional de hispanistas, México, agosto de 1968, y recogido en Ensayo de otro mundo (23 ed.], Santiago de Chile, 1969. 2 Cit. en José Enrique Rods: Obras completas, edi- in con introduccién, prélogo y notas por Emir Rodriguez Monegal, Madrid, 1957, p. 193. 98 vy, Jean Franco: The modern culture of Latin Ame- rica: society and the artist, Londres, 1967, p. 49. 4 José Vasconcelos: Indologia, 2a. ed., Barcelona, s.f., p. cnt. Mario Benedetti: Genio y figura de José Enrique ‘Kod6, Buenos Aires, 1960, p. 95. La visiéa aguda pero negativa hace que Jan Kott se irvite por este hecho: “Para Renan”, dice, “Ca- Iibén personifica al Demos. En la continuacién [..-] su Calibén Meva a cabo con éxito un atentado con~ tra Prospero. Guéhenno escribié una apologia de Calibén-Pueblo. Ambas interpretaciones son tri- viales. El Caliban shakespeariano tiene més gran- teza.” (Op. cit, p. 398.) La endeblez de Guéhenno para abordar a fondo este tema se pone de manifiesto en los prefacios en que, en las. sucesivas ediciones, va desdiciéndose (2a ed, 1945; 4a. ed., 1962), hasta Megar a su libro de ensayos Calibin"y Préspero, (Paris, 1969), donde, al decir de un eritico, convertido Guéhenno en “ipersonaje de la sociedad burguesa y un beneficia- rio de su cultura”, juzga a Prospero “mis equita- tivamente que en tiempos de Calibén habla”. (Pierre Henri Simon en Le Monde, 5 de julio de 1969.) ® Michael Lowy: La pensée de Che Guevara, Paris, 1970, p. 19. ® Antbal Ponce: Humanismo burgués y humanismo proletario, La Habana, 1962, p. 83. Edy Zimmerman: Palses pobres, paises ricos. Le brecha que se ensancha, trad. de ¥, Gonzdlez Atam- buro, México, D. F., 1966, p. 7. ©. Mannoni: Psychologie de Ia colonisation. Paris, 1950, p, 71., cit. por Frantz Fanon en: Peat noire, masques blanes [2a. ed.], Paris [c. 1965], p. 106, ™ George Lamming: The pleasures of exile, Londres, P.010 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 1960, p. 109. Al comentar estas opiniones de Lam- ming, el alemén Janheinz Jahn observa sus li ciones y propone una identificacion Calibén/ncg: tud. (Neoafrican literature, trad, de 0. Coburn y U, Lebrburger, Nueva York, 1968, p. 239-42.) EI mando vivo de Shakespeare, trad, ‘Madrid, 1967, p. 755-9, Aimé Césaire: Une tempéte. Adaptation de “La tempéte” de Shakespeare pour un théitre négre Paris, 1969; Edward Brathwaite: Islands, Londres, 1969; RF.R: “Cuba hasta Fidel” (en Bohemia, 15 de septiembre de 1969) La mueva lectura de La tempestad ha pasado a set ya la habitual en el mundo colonial de nuestros fas, No intento, por tanto, sino mencionar algunos ejemplos. Ya concluidas estas notas, encuentro uno nuevo en el ensayo de James Nggui (de Kenia) “Africa y la descolonizacin cultural”, en EY Co- reo, enero de 1971. “fs abusivo”, ha dicho Benedetti, “confrontar a Rodé con estructuras, planteamientos, ideologias actuales. Su tiempo es otro que el nuestro [...] su verdadero hogar, su verdadera patria temporal, er el siglo xxx.” (Op. cit, p. 128.) 5 Op. cit, p. 109. Un énfasis atin mayor en la vigen: cia actual de Rodé se encontraré en el libro de Arturo ‘Ardao, Rod6, Su americanismo (Montevideo, 1970), que incluye una excelente antologia del ator de Ariel, En cambio, ya en 1928, José Carlos Maris- tegui, después de recordar con zaz6n que “a Norte América capitalista, plutocrdtica, imperialista, s610 es posible oponer,eficazmente una América, latina © ibera, socialista”, afiade: “EI mito de Rodé no ‘obra ya —no ha obrado nunca— atil y fecunda mente sobre las almas.” J.C.M.: “Aniversario y ba- lance” (1928), en Ideologia y politica, Lima, 1969, Pe 248. 100 32 En Hombres de Ia Revolucién, Julio Antonio Mella, La Habana, 1971, p. 12. ® Op. cit, p. 15. \ y. Erasmo Dumpierre: Mella, La Habana {c. 1965]. p. 145; y también José Antonio Portuondo: “Mella } los intelectuales” (1963), en Critica de Ie época, La Habana, 1965, p. 98. s Bmir Rodriguez Monegal: en Rod6: op. cit, p. 192 y 193, El subrayado es mio. RFR. “ Medardo Vitier: Def ensayo americano, México, 1945, p. 117. % Fidel Castro: Discurso del 19 de abril de 1971. 8 Jan Kott: op. cit, p. 377. °® y, Ezequiel Martinez Estrada: “Por una alta cultura popular y socialista cubana” (1962), en Em Cuba y al servicio de la Revolucién cubana, La Habana, 1963; RF.R.: “Marti en su [tercer] mundo” (1964), en Ensayo de otro mundo, cit.: Noél Salomon: “José ‘Marti et la prise de conscience latino-am 2 ‘en Cuba Si, 1. 35-36, Ato. trimestre 1970, ler. tri mestre, 1971; Leonardo Acosta: “La concepcién his- térica de Marti", en Casa de las Américas, n. 61, julio- agosto de 1971. © José Enrique Rod6: op. cit,, p. 1359 y 1375, * Pedro Henriquez Urefia: Obra critica, México, 1960, Pp 2. © bis El investigador Ivén Schulman ha deseubierto que fue publicado antes, el 10 de enero de 1891, en La Revista Ilustrada de Nueva York. (LS.: Mar- ti, Casal y el modernismo, La Habana, 1969, p92) * Manuel Pedro Gonzilez: “Evolucién de la estima- tiva martiana”, en Antologia critica de José Marti, P.O 7783737100 REDBACK NETWORKS: (SAN= 27-2011 recopilacién, introduccién y notes de M.P.G., Mé. ico, 1960, p. xxx, “© No se entienda por esto, desde Iuego, que sugiero dejar de conocer'a los atores que no hayan nacido en las colonias. Tal estupidez es insostenible. :Cém9 podrfamos postular prescindir de Homero, ds Dan. te, de Cervantes, de Shakespeare, de Whitman —px ra no decir Marx, Engels o Lenin—? 2Cémo olviaar incluso que en nuestros propios dias Nay pensadores de la América Latina que no han nacido aqui? ¥ en fin, ge6mo propugnar robinsonismo intelec tual alguno sin caer en el mayor absurdo? “ José Marti: “Autores americanos aborfgenes” (1884), ‘en Obras completas, vist, 336-7. A Tamanaco dedieé ademés un hermoso poema: qEamanaco de plumas coronad", en O.C,, x0 37. “José Marti; “Bragmentos” [1885-951}, en O.C., x1, “'v. por ejemplo, “Mi raza”, en O.C, 1, 298-300 All se lee: "EI hombre no tiene ningtin derecho especial por- que pertenezea a una raza u otra: digate hombre, ¥ ya se dicen todos los derechos [...] Si se dice que en el negro no hay eulpa aborigen, ni virus que lo inbabilite para desenvolver toda su vida de hombre, se dice la verdad [...], y sia esa de- fensa de la naturaleza se la Mama racismo, no im- porta que se la Iame asi; porque no es mas que docoro natural, y voz que clama del pecho del hotn- bre por la paz y la vida del pais. Si se alega que Ja condicién de esclavitud no acusa inferioridad en Ia raza esclava, puesto que los galos blancos de ojos azules y cabellos de oro, se vendieron coma siervos, con la argolla al cuello, en los mercado: de Roma, eso es racismo bueno, porque es pura justicia, y ayuda a quitar prejuicios al blanco ig- horante, Pero ahi acaba el racismo justo.” 102 '¥ més adelante: “hombre es mis que blanco, mis, que mulato, més que negro. Cubano es mas que Blanco, mis que mulato, mas que negro”. Algunas de estas cuestiones se abordan en el trabajo de Ju- iette Oullion “La discriminacién racial en los Es- tados Unidos vista por José Marti", en Anuario martiano, n. 3, La Habana, 1971. 4 y, el nimero 36-37 de Casa de Jas Américas, mayo agosto de 1966, dedicado a Africa en América. © Me refiero al didlogo en el interior de a América Latina. La_opinién miserable que América Ie me- reciera a Europa puede seguirse con algin detalle en el vasto libro de Antonello Gerbi La disputa del Nuevo Mundo. Historia de una polémica 1750-1900, trad, de Antonio Alatorre, México, 1960, passim. ® José Marti: “Una distribucién de diplomas en un colegio de ios Estados Unidos” (1883), en O.C., van, 442. RER: Ensayo de otro mundo, cit. p. 15. ¥ “Sarmiento, el verdadero fundador de la Repiiblica Argentina”, dice de él, por ejemplo, en carta de 7 de abril de 1887 a Fermin Valdés Dominguez, a raiz de un célido elogio literario que le hiciera piblicamente el argentino. (0.C., xxx, 325.) Sin em- Largo, ¢s significative que Marti, tan atento siem- pre a los valores latinoamericanos, no publicara un solo trabajo sobre Sarmiento, ni siquiera a raiz de su muerte en 1888, Es dificil no relacionar esta ausencia con el reiterado criterio martiano de que para él callar era su manera de censurar. © Ezequiel Martines Estrada: “El coloniatismo como realidad”, en Casa de las Américas, n. 33, noviembre- diciembre de 1965, p. 85. Estas paginas aparecicron originalmente en su libro Diferencias y semejanzas entre los paises de la América Latina (México, 1962), y fueron escritas en aquel pais en 1960, es decir, después del triunfo de la Revolucién cubana, que 10s P01 7783737100 REDBACK NETWORKS: JAN= 27-2011 Hevé a Martinez Rstrada a considerables replantcos Véase, por ejemplo, su “Retrato de Sarmiento”, con ferencia en la Biblioteca Nacional de Cuba cl & diciembre de 1961, donde dijo: “Si se hace un exs men riguroso e fmparcial de la actuacion politica de Sarmiento en el gobierno, efectivamente se com prueba que muchos de los vieios que ha tenido ls poli igérquica argentina fueron Introduciucs por él"; y también: “Ei despreciaba al pueblo, de. preciaba al pueblo ignorante, al pueblo mal vest do, desaseado, sin comprender que éste es el pueblo americano.” (Revista de la Biblioteca Nacional, julie septiembre, 1965, p. 14 y 16.) % Jaime Alazraki: “El indigenismo de Marti y el an ‘indigenismo de Sarmiento’ anos, mayo-junio de 1965.'Los términos de este ensayo —y casi las mismas citas— reaparecen en « trabajo de Antonio Sacoto “El indio en la obra | teraria de Sarmiento y Marti”, en Cuadernos Amv. ricanos, enero-febrero de 1968. "© José Marti: “La verdad sobre los Estados Unidos". en Paginas escogidas, seleccién y prélogo de RFR. [3a ed], tomo I, La Habana, 1971, p. 392. ° Op. cit., p. 148. * Domingo Faustino Sarmiento: Obras completa» Santiago de Chile-Buenos Aires, 1885-1902, tomo xtx, Paginas literarias, p. 166-1 % Jorge Luis Borges: £1 tamaiio de mi esperane Buenos Aires, 1926, p. 5. Op. cit, p. 6. © Sobre Ia evolucién ideoldgica de Borges, en relacién con Ia actitud de su clase, v.: Eduardo Lépez Mora Jes: “Encuentro con wn destino sudamericano”, en Recopilacién de textos sobre Jos vanguardismos et Ja América Latina, prélogo y materiales seleccio nados por Oscar Collazos, La Habana, 1970, v. tam- 104 bién un enfoque marxista de este autor en: Jaime Mejia Duque: “De nuevo Jorge Luis Borges", en Literatura y realidad, Medellin, 1969. lorge Luis Borges: “Il escritor argentino y la tre dicint on Sunt, 232, encrorfebieso de 1905, p. 7 José Carlos Maridtegui: “Aniversario y balance”, en Ideologia y politica, Lima, 1969, p. 248. ‘Jean-Jacques Servan-Schreiber: HI desafio america. hho, La Habana, 1968, p. 41. Carlos Fuentes: La muerte de Artemio Cruz, Méxi- £0, 1962, p. 27. * Hoy nadie ha retenido aquel manifiesto; en cam- bio, sf el artfculo en que Ezequiel Martinez Estrada Jo contesté: su “Réplica a una declaracién intempe- rante”, en En Cuba y al servicio de a Revolucion eubana, La Habana, 1963. Me he detenido algo més en este punto en el en- sayo “Intercomunicacién latinoamericana y nueva literatura” (1969), en volumen colectivo sobre la actual literatura Iatinoamericana que la UNESCO pu- blicard. Tevetan Todorov: “Formalistes et futuristes”, en Tel Quel, n. 30, otofio de 1968, p. 43 Carlos-Peregrin Otero: Introduccién a la lingitistica transformacional, México, 1970, p. 7. Sigue teniendo vigencia el anélisis que de esta pu- blicacién hiciera Ambrosio Fornet: “New World en espaiiol”, en Casa de Jas Américas, n. 40, enero- Febrero de 1967. Viliredo Party: Tratedo de sociologia general, v- H cit. por José Carlos Mariétegui en Ideologia y politica, cit, p. 24, Alfonso Reyes: “Notas sobre la inteligencia ame- 105 P.013 7783737100 REDBACK NETWORKS: 13313 JAN= 27-2011 ricana”, en Obras completas, tomo x1, México, 1960, p. 88, n. Op. cit. p. 90. José Marti: “Cuaderno de apuntes, 5” (1881), ea 0.0, xx, 164. Ezequiel Martinez Estrada: realidad”, cit. en Ia nota 53. “El colonialismo como Joss Carlos Marstgsi: cit, en Siete ensayos de Iteroetaion dete eatand persave, Lx’ Hobe ea pom “Inteleetual” en el sentido lato del término, tal como lo emplea Gramsci en sus clasieas pagin: sobre el tema, que suscribo plenamente. Por sul cientemente conocidas no considero necesario glo- sarlas aqui: v. Antonio Gramsci: Los intelectuales ¥ la organizacién de Ia cultura (1930), trad. de Rail Sciarreta, Buenos Aires, 1960. Con este sentido am- plio se sé ya la palabra entre nosotros en el St- minario preparatorio del Congreso cultural de La Habana (1967), y tiitimamente Fidel ha vuelto scbre el tema, en sui disctirso en el Primer congreso na- cional de educacién y cultura, al rechazar que la denominacién sea usufructuada s6lo por un peque- fio grupo de “hechiceros”, el cual “ha monopolizado 1 titulo de intelectuales”, pretendiendo dejar fuerz de él a “los maestros, los ingenicros, los técnicos, los investigadores....” Carlos Marx y Federico Engels: Manifiesto de! Par- tido comunista, en Obras escogidas en dos tories Mosel, sf., tomo 1, p. 32. Y hay que recordar que hace més de cuarenta afios que Maridtegui eseribio: “éste es un instante de nuestra historia en que no es posible ser efectiva mente nacionalista y revolucionario sin. ser socie lista”. (J.CM.: Siete ensayos, eit, p. 26, 1.) 106 Mario Benedetti Casa de las Améri rari. ‘Las prioridades del escritor”, en as, N. 68, septiembre-octubre de " José Carlos Mariétegui: “Aniversario y balance”, Pe 249, " Varios: “Diez afios de revolucién: el intelectual y Ja sociedad”, en Casa de las Américas, n. 56, sep tiembre-octubre de 1969. (Se publicé también con ¢l fitulo EY intelectual y la sociedad, en México, 1969.) " Fidel Castro: Palabras los intelectuales, La Ha- bana, 1961, p. 5. © Cierta concepcién estrecha del realismo socialista —aue el Che rechaza en este texto al mismo tiem, po que rechaza la falsa vanguardia que se atribuye hoy el arte capitalista y su influencla negativa oc te nosotros—, no ha causado estragos en nuestro arte, como dijo el Che, pero si los-ha causado el temor extempordneo a esa concepciéa, en un pro- cso que ha desctito bien Ambrosio Fornet “Durante diez afios [escribi6], los novelistas cu- banos sortearon habilmente los peligros de una Epica que podia levarlos al esquematismo y la ‘pet rilisis, En cambio, la mayor parte de sus cble tanto en su contenido como en su forma, acvan un aire de timidez del que se libraron, por jem, Plo, el cine documental y la poesta (y del que su zs se libre la euentistica) [,..] si tn nucva na, rrativa, en el lima de liberiad artistica en que ereci6, hhubiera atravesado por un periodo épivo, de exaltacion ingenua de Ia realidad, quirds avrg gescubierto al menos un tomo propio, que le me biera exigido nuevas formas, y hoy podriamos ha. blar —es un decir— del vanguardismo épico de Ia narrativa cubana. / j [...] El riesgo debia asusiree 2 partir de una caida y no tratando de evitarla, pon que el hecho de que no se cayera en el panflete no Barantizaba que no se cayera en el mimetismo y Ia 107 P.01d mediocridad.” [A. F.: “A propésito de Sacchario”, en Casa de’ Jas Américas, n. 64 enero-febrero de i971) “ Emesto Che Guevara: “Que la Universidad se pin te de negro, de mulato, de obrero, de campesino”, en Obras 1987-1967, La Habana, 1970, tomo Ty, p. 37-8 7783737100 REDBACK NETWORKS: 5 TOTAL P.O14 INDICE Una pregunta 7 Para la historia de Calibin 12 Nuestro simbolo 30 Otra vez Marti 36 Vida verdadera de un dilema falso 46 Del Mundo Libre 55 El porvenir empezado 76 e¥ Ariel, ahora? 82 Notas 97

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