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Crónica del desconcierto por Mauricio-José Schwarz Huerta se publica en


formato electrónico de PDF bajo licencia Creative Commons Reconocimiento-
No comercial-Sin obras derivadas 3.0 Unported License.

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ota

Las principales fuentes para esta crónica, además de entrevistas directas y


documentos oficiales, han sido los diarios y revistas nacionales. Para no
interrumpir la lectura con abundantes notas de pie de página, las citas y
párrafos tomados de las publicaciones están seguidos de una identificación
entre paréntesis: EF, El Financiero; EU, El Universal; EX, Excélsior; LJ, La
Jornada; NW, Newsweek; PR, Proceso; RE, Reforma; TI, Time; UU,
Unomásuno.
Esta crónica fue escrita de manera secuencial, con un trabajo cotidiano,
buscando captar no sólo los hechos, sino el ambiente y las subjetividades que
rodearon a los primeros cien días de la administración de Ernesto Zedillo
Ponce de León. El objetivo es dar no sólo una visión integral de los
acontecimientos ocurridos en este período conforme se fueron dando, sino
también cómo se iban viendo día a día, desde la perspectiva de la calle.
¿Por qué cien días? Existe una tradición política, alimentada de manera
especial por el diarismo estadunidense, según la cual en este período se define
en buena medida la personalidad de un régimen. Las decisiones tomadas, la
forma en que se enfrentan las primeras crisis, el establecimiento de actitudes
ante la situación política y económica, la respuesta a las demandas, la
reorganización del sistema todo, contienen las claves del accionar futuro de un
gobierno, especialmente cuando se trata de uno en el cual la figura de un solo
hombre es el punto de apoyo alrededor del cual giran todas las decisiones,
todas las acciones, todas las opiniones de los leales. Se habla igualmente de
una “luna de miel” de cien días en la cual cualquier jefe de estado tiene la
máxima libertad y credibilidad.
Pero el lapso es además muy adecuado para una crónica que equilibre la
puntualidad de los hechos con una visión de conjunto. Un período más corto
sacrifica la visión de conjunto, mientras que uno más largo deberá renunciar a
los detalles en aras de la visión panorámica.
Los cien días de México aquí cronicados, pletóricos de acontecimientos,
han contenido además todos los ingredientes de la política, la economía, el
accionar de la sociedad y el retrato del poder, por lo cual adquieren una

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relevancia especial. No se trata sólo de los primeros cien días de un régimen o
un presidente, sino de cien días fundamentales en la historia de México, lugar
común éste que, sin embargo, pocas veces tiene tanta vigencia.

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ITRODUCCIÓ
oviembre 30: las vísperas inquietas

Toda toma del poder es asunto de júbilo, resultado de un triunfo. La toma del
poder de Ernesto Zedillo Ponce de León, empero, veía opacada la alegría por
la fragilidad de las condiciones en que recibiría el mandato y el país el 1º de
diciembre de 1994.
La incertidumbre tenía muchos orígenes: tres asesinatos no aclarados (del
cardenal Posadas, del candidato priísta Luis Donaldo Colosio y del secretario
general del PRI, José Francisco Ruiz Massieu), acusaciones de colusión entre
políticos y narcotraficantes, la reunión entre Girolamo Prigione, el pronuncio
apostólico, y los hermanos Arellano Félix, señalados como los principales
narcotraficantes de México y acusados del asesinato del cardenal; un difícil
proceso electoral, los asesinatos de casi trescientos militantes del PRD y de
numerosos periodistas; la creciente impunidad de los cuerpos policiacos (cuyo
paradigma en 1994 fue la muerte del ciudadano César Adolfo Ugalde a
consecuencia de los golpes que le propinó un grupo de policías por orinar en
la calle), la combatividad de numerosos grupos sociales con diversos agravios,
expresada en miles de marchas principalmente en el D.F.; la industria del
secuestro desatada en toda la república (destacándose el secuestro del
banquero Alfredo Harp Helú; las señales de una profunda pugna por el poder
en el interior del PRI, el levantamiento del EZLN en Chiapas, las acusaciones
del subprocurador Mario Ruiz Massieu a los líderes del PRI y al encargado de
la PGR de contubernio para obstaculizar las investigaciones del asesinato de
su hermano y la posterior renuncia del funcionario en un tono desusado en
México; el accionar político de Manuel Camacho Solís, la sorpresa y
confusión de la izquierda ante unas elecciones que simplemente no dieron los

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resultados esperados, los conflictos postelectorales en Chiapas, Veracruz y
Tabasco; el aumento de la pobreza y, como contrapunto, un pequeño grupo de
dueños de grandes fortunas que nos ubicó entre los países con más millonarios
del mundo y una creciente dependencia respecto del capital y los productos
extranjeros.
Incluso en el terreno económico, donde el salinismo buscaba fincar su
prestigio internacional, había “focos rojos”: crecientes tasas de desempleo
abierto y encubierto, una moneda debilitada, salarios contraídos, crisis de
carteras vencidas de la banca, altas tasas de interés, fraudes en instituciones
financieras, quiebras de pequeñas y medianas empresas, desequilibrio entre
exportaciones e importaciones, y la tendencia de los capitales nacionales y
extranjeros hacia la especulación antes que a la inversión productiva.
La situación se percibía como grave. Quizá por ello la esperanza era
mayor.
Ernesto Zedillo, además, cargaba con el lastre de no haber sido el primer
elegido, el sucesor favorito. El asesinato de Luis Donaldo Colosio ocurrió
cuando ya era demasiado tarde para las aspiraciones presidenciales de quienes
aún mantenían puestos en el gabinete, debido a la disposición constitucional
que exige que todo candidato se separe de cualquier puesto público seis meses
antes de la fecha de la elección, límite que había transcurrido más de un mes
antes del crimen. El único candidato viable era Ernesto Zedillo, pues es difícil
creer que se hayan considerado con seriedad las posibles candidaturas de
Fernando Gutiérrez Barrios o de Manuel Camacho Solís y más fácil suponer
que la designación de Zedillo como jefe de la campaña de Colosio lo señalaba
desde un principio como sustituto en caso de una eventualidad.
La segunda campaña priísta avanzó a gran velocidad para crear un
candidato que tenía a su favor ser un excelente economista neoliberal y
orígenes populares, pero no era un político. Publicistas, expertos en imagen,
actores que daban cursos intensivos de oratoria y presencia escénica, crearon
un triunfo que fuera creíble independientemente de los fraudes habituales en
el PRI.
Dos días antes de la toma de posesión, los dos mayores beneficiarios del
neoliberalismo, Carlos Slim y Emilio Azcárraga, casaban a sus empresas:
Teléfonos de México adquiría casi la mitad del paquete accionario de
Cablevisión. La empresa de Televisa así veía abiertas las puertas al mundo de
las telecomunicaciones. Al mismo tiempo, Clemente Serna vendía su exitoso
grupo Radio Red (creado por su padre como Radio Programas de México)

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para emprender un proyecto de televisión vía satélite que buscaba
precisamente competir contra Televisa.
Las posiciones se tomaban de forma apresurada.
Mientras, el ya casi expresidente Salinas daba a los corresponsales
extranjeros su visión del futuro de país declarando: “Viene la recuperación
económica, es tiempo de cosechar”. Respecto a su propia candidatura a la
OMC inauguraba su lema de campaña: “La candidatura no será un problema
de bloques, sino un asunto Norte-Sur”(EF). Entretanto, su futuro personal se
veía apoyado por un contrato como conferencista con la empresa Washington
Speakers, quien emitió un folleto para anunciarlo a un costo de 30 mil dólares
por conferencia (RE).
En los medios, los exaltadores del salinismo se apresuraban a convertirse
en entusiastas zedillistas. Los voceros eternamente leales al PRI se veían
ahora unidos a los viejos y nuevos voceros de la ultraderecha, que ayer fueran
antigobiernistas porque veían en el PRI una punta de lanza del comunismo
internacional y devinieron sus panegiristas cuando el PRI se volvió punta de
lanza del neoliberalismo internacional.
A nivel internacional, el Washington post señalaba que Estados Unidos
“no tiene nada más urgente o de más profunda consecuencia, en lo relativo a
su política exterior, que apoyar la transformación socioeconómica del vecino
país” y afirmaba: “la tarea principal de Zedillo, y de la que depende todo el
resto de su presidencia, es fortalecer y apoyar al pueblo e instituciones en su
país que promueven elecciones libres, mercados libres y la derrota de los
barones de la droga”. El Chicago tribune publicaba un reportaje bajo el titular
“La revolución de Salinas (economía ascendente pero débil democracia)”.
El gabinete de Ernesto Zedillo anunciado el 30 de noviembre no incluyó a
varios personajes esperados, como Pedro Aspe Armella, Jesús Silva Herzog y
Fernando Solana. A cambio se nombraba Procurador General de Justicia a
Antonio Lozano Gracia, militante del PAN, dos veces diputado federal,
licenciado en derecho por la UNAM y muy cercano al dirigente de su partido,
Carlos Castillo Peraza y al excandidato presidencial Diego Fernández de
Cevallos. En lo que se consideró una exoneración, se nombró Secretario de
Energía, Minas e Industria Paraestatal a José Ignacio Pichardo Pagaza,
experimentado político del grupo encabezado por Carlos Hank González y
quien había sido acusado por Mario Ruiz Massieu de entorpecer las
investigaciones del asesinato de su hermano.

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Algunos analistas señalaban la poca experiencia política de la mayor parte
de los nombrados, mayoritariamente economistas, y el hecho de que nueve de
ellos fueran muy allegados a Carlos Salinas. Pero el gabinete era bien recibido
por las organizaciones empresariales y los analistas de Wall Street como
garantía de continuidad, destacándose los elogios al nuevo secretario de
Hacienda, Jaime Serra Puche. Independientemente del entusiasmo en las
declaraciones, al momento de conocerse el gabinete, la Bolsa Mexicana de
Valores revirtió una tendencia alcista y empezó a bajar hasta cerrar con
pérdida del 0.19%.
Ernesto Zedillo, por su parte, decía al diario español El país que habría
preferido ser candidato seis años después y se definía hasta el día anterior
como “jefe del ala reformista radical del partido; hoy ya no porque soy el
presidente de México” y anunciaba que su sexenio sería de “democracia sin
paliativos”. Sobre el conflicto en Chiapas afirmaba: “No hay solución militar
al problema. Sólo deseo que tengamos verdaderos interlocutores entre los
zapatistas y que se avengan a negociar.” EZPL reconocía que muchas de las
reivindicaciones del EZLN estaban justificadas. “Es un problema que sólo se
resuelve con la transformación democrática de todo el país. No sólo de
Chiapas”, dijo y deslizó que había negociaciones “a medio camino de los
bastidores”, en palabras del entrevistador M.A. Bastenier.
El escenario estaba listo en muchos sentidos. Los asuntos pendientes
convertían la sucesión en un acertijo. El nuevo presidente puede igual fundar
la democracia que refundar el autoritarismo porfirista o diazordacista, llevar al
país a la paz o a la guerra, limpiar a la policía o dejarla libre para delinquir
impunemente, gobernar para todos o para las trescientas míticas familias
plurimillonarias, atender a los indígenas o a los caciques y latifundistas.
México, entretanto, se proyecta mayoritariamente al rito sexenal de la
esperanza. El presidente entrante es un billete de lotería en el cual todos
proyectan sus esperanzas. Las amas de casa esperan que “el Señor” baje el
precio de la carne. Los taxistas sueñan que controle la voracidad de los
extorsionadores de Servicios Públicos. Los científicos esperan que aumente el
presupuesto para la enseñanza e investigación. Los empresarios se ilusionan
con la desaparición de la Ley Federal del Trabajo. Estados Unidos sueña con
la privatización de Pemex. Los asalariados esperan aumento. Los
neoporfiristas esperan la reivindicación de la aristocracia. El nuevo presidente
mexicano es, el 1º de diciembre, una promesa sin fronteras. A lo largo de seis
años, empero, va demostrando que al igual que un billete de lotería sólo puede

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beneficiar a unos pocos elegidos y la esperanza se trocará en enojo y en
rechazo, sobre todo durante el último cuarto de siglo mexicano, cuando el
maleficio moderno del negro fin de sexenio se ha instalado de manera sólida
en la tradición política mexicana.
Hoy, salvo para los opositores extremadamente viscerales o demasiado
avisados, como toros muy placeados, Ernesto Zedillo es la promesa.
Generosamente, el país espera su asunción.

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PARTE UO
LAS CUETAS PEDIETES

¡Oh país mexicano, país mío y de nadie!


Pobre país de pobres, pobre país de ricos
¡Mi país, oh mi país!
Efraín Huerta

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1. El primer día

Diciembre primero. Comienza el último mes de lo que Carlos Fuentes llamara,


en analogía cinematográfica, "el año que vivimos en peligro", en que
descubrimos, como Jorge G. Castañeda dijo acudiendo a la metáfora musical,
que "sorpresas te da la vida", el año, según Carlos Monsiváis, "en que era
imposible aburrirse".
El despliegue de seguridad no puede menos que ser notado: demasiados
agentes de demasiadas corporaciones previniendo lo imprevisible. El exceso
se hace evidente cuando los encargados de la seguridad en Palacio Nacional
impiden la entrada del expresidente estadounidense George Bush pidiendo
que muestre la invitación correspondiente.
El rito debe cumplirse y se cumple.

El discurso
La ceremonia, quizá por serlo, no es memorable. Se repite puntualmente, con
matices pequeños, cada cambio de poderes.
Entre los comentarios, destacan los dirigidos al nuevo Secretario de
Relaciones Exteriores a José Ángel Gurría, autoproclamado citoyen du monde,
conocido entre sus críticos como "El ángel de la dependencia" y protagonista
de varios gaffes diplomáticos, de los que el más reciente seguramente
retumbaba en la memoria de uno de los expresidentes ahí sentados, cuando el
ahora Secretario de Relaciones Exteriores declaró en Estados Unidos que
México no volvería al "tercermundismo chiflado". Igualmente los
cuestionamientos hacia el nuevo regente de la Ciudad de México, ya que en su
actuación al frente de Nacional Financiera se autorizaron los créditos que
permitieron el fraude de Grupo Havre. Pero no hay grandes sorpresas en el
gabinete reunido por primera vez, gabinete de economistas y administradores
avalados mayoritariamente por estudios en universidades estadunidenses:
Yale, Harvard, Stanford...

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La sorpresa vendría acaso cuando el discurso del flamante Presidente
Zedillo se dirige a sus secretarios para prohibirles el lucimiento personal y el
amasamiento de riqueza, lo cual es enérgicamente aplaudido por los priístas
presentes, los ganaderos súbitos, los industriales que de la nada han forjado
fortunas orientales, los transportistas, los contratistas, los que se han
construido mansiones de lujo oriental para vengarse de su pobreza original,
los que al aplaudir sienten el peso de los Rolex King Midas en las muñecas y
el roce de las camisas de seda, los que saben que la palabra "comisión" es la
puerta del Edén. Su entusiasmo es inexplicable para el espectador. ¿Aplauden,
acaso, arrepentidos y decididos a devolver su fortuna con gesto de contrición,
o porque ya resuelto su problema económico colaborarán a moralizar a los
recién llegados? ¿O aplauden porque intuyen, saben después de muchos años
de ejercicio de la política, que las palabras no representan en realidad peligro
alguno?
El discurso de Ernesto Zedillo a ratos parece una glosa de las críticas de
los opositores al régimen salinista, atacados sin cesar por cuenta del príncipe
ahora desempleado. En boca del nuevo mandatario ya no es "irrelevante"
hablar de la defensa de los derechos de los mexicanos indocumentados en los
Estados Unidos (lo había sido para su antecesor cuando Cuauhtémoc Cárdenas
exigió que el tema fuera incluido en la agenda del Tratado de Libre Comercio
para América del Norte). El desempleo deja de ser un "mito genial" (frase de
alto costo para su creador, el ahora también cesante doctor Pedro Aspe
Armella) para convertirse en preocupación lícita. Señalar la pobreza de
millones de mexicanos deja de ser traición a la patria. Decir que la policía ha
alcanzado niveles de impunidad e ineficiencia sin precedentes ya no es -al
menos mientras dure el discurso- acusación gratuita de los opositores a todo.
Demandar sistemas electorales confiables y creíbles no es ya delirio de
obcecados, sino demanda que se convierte en deseo de "los mexicanos"
porque la pronuncia el nuevo Presidente.
Zedillo resume, hace cuentas de los logros macroeconómicos salinistas,
acaso esperando que con un golpe de cáunter en el último round, Salinas logre
quedar al frente de la Organización Mundial de Comercio, lejos de México.
Pero el resumen emprendido por el nuevo Presidente, sin ser siquiera radical,
deja claro que la repetida frase publicitaria salinista, "falta mucho por hacer",
se ha quedado corta, que falta casi todo por hacer, que estamos de vuelta al
principio.

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Ritualmente, el nuevo tlatoani, el señor de la voz, inmola a su antecesor
con suavidad y cortesía.
El país se ha detenido por completo, como cada sexenio. Debe ahora
reinciar su marcha. Se enciende el fuego nuevo, después de que todo lo que
había antes se ha quemado y olvidado. Se confía en la inmarcesible capacidad
del mexicano para la esperanza, para la paciencia, para los buenos deseos a
quienes están en el poder.

De las palabras a los hechos


Mientras queda un espacio para el asombro ante la imagen de Fidel Castro
hablando con la ya casi exgobernadora de Texas*, en las calles de la Ciudad
de México se habla otro lenguaje. Para quienes no han escuchado el mensaje
presidencial por asistir al mítin convocado por Cuauhtémoc Cárdenas, el
mensaje parece otro, muy distinto. Después del acto, un grupo de
provocadores apedrea y provoca a la policía durante más de una hora. Las
autoridades filman al grupo, lo fotografían, identifican plenamente a sus
integrantes. Finalmente, al grito de “¡Duro contra esos cabrones!”, quinientos
granaderos arremeten, pero no contra los provocadores, sino contra los
espectadores de la agresión. Varias decenas de ciudadanos, reporteros,
fotógrafos y camarógrafos, son víctimas de espectaculares golpizas mientras
los provocadores aún tienen la libertad de quemar un jeep de la policía y una
camioneta del PRI. Más de veinte resultan hospitalizados, entre ellos un
fotógrafo de La jornada. Se detiene a uno solo de los provocadores.
Al día siguiente, la Procuraduría del DF identifica a los provocadores
como miembros de un desconocido “Comité laboral del pueblo”, y se
identifica entre sus líderes a Francisco Silva Martínez, “El impostor", quien en
el pasado se ha fingido miembro de diversos grupos y ha protagonizado
escenas de fama diminuta. El flamante regente Oscar Espinosa asegura que se
sancionará a los policías que se excedieron.
Lo que sí es notable es que el nuevo gobierno se apresure al día siguiente
(en una acción sin precedentes) a exonerar al PRD mediante un comunicado
de la Secretaría de Gobernación que cita, a su vez, las investigaciones de la
Procuraduría.

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2. Hacia la reforma judicial

Los anuncios contenidos en el discurso del presidente Zedillo empezaron a


buscar un cauce de inmediato.
El primer movimiento jurídico de la nueva administración se dio el 5 de
diciembre, cuando el Presidente anunció que al día siguiente enviaría al
Senado una iniciativa de ley destinada a reformar el poder judicial mediante
varias acciones, entre ellas hacer más rigurosos los requisitos de experiencia
jurídica para ser Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
(SCJN), aplicar un nuevo sistema de selección en el que se requerirían las dos
terceras partes del voto del Senado para ratificar a los ministros de la SCJN, la
exigencia de que los funcionarios de primer y segundo nivel de los otros
poderes no puedan ser designados ministros sino hasta dos años después de
terminadas sus funciones, la reducción de miembros de la SCJN de 26 a 11 y
la creación de un Consejo de la Judicatura para administrar todo el Poder
Judicial con excepción de la SCJN.

¿El ejecutivo sobre el judicial?


Con la ubicación de un panista como Procurador o fiscal de la nación (a
cargo del Ministerio Público y la Policía Judicial, los organismos más
castigados por las recomendaciones de las organizaciones dedicadas a la
defensa de los derechos humanos) y la iniciativa de cambio, el mensaje
parecía ser que se buscaba atacar por ambos frentes el problema de la
impartición de justicia.
Sin embargo, la iniciativa demandaba la jubilación temprana de los
entonces ministros de la SCJN, algo que —como señalaron los juristas Emilio
Krieger e Ignacio Burgoa Orihuela— no se encontraba dentro de las
facultades constitucionales ni del Ejecutivo que proponía la enmienda ni del
Legislativo que la debía aprobar.
Otro punto serio de las discrepancias era el Consejo de la Judicatura
Federal que estaría formado por el presidente de la SCJN, un magistrado de

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Circuito, un juez de Distrito, dos consejeros designados por el Senado y dos
más designados por el propio presidente de la república. Las críticas
señalaban, principalmente, que en lugar de que el presidencialismo cediera
espacios, se fortalecía al obtener legalmente injerencia directa en otro poder.
Finalmente, la lista de cuestionamientos se veía complementada con la
llamada de atención hacia una serie de omisiones que diversos individuos y
organizaciones consideraban que debían ser parte del esfuerzo por contar con
una justicia más confiable, eficaz y honesta. La propuesta de coordinar a los
diversos cuerpos policiacos, por ejemplo, omitía la urgencia de dar los pasos
necesarios para que los policías dejaran de ser con tanta frecuencia, el terror
de la población.
Pese a su nombre, la Policía Judicial es una dependencia del Ejecutivo,
encargada de hacer las investigaciones ordenadas por el fiscal de la nación, el
Procurador General. Y es en esa corporación y en el Ministerio Público en el
que comienza la cadena de horrores que con frecuencia es el sistema de
justicia.
A las críticas contra la reforma se añadían, de una parte, las posiciones que
consideraban a la reforma como un gran paso adelante aunque aún hubiera
mucho por hacer y, de otra, el aplauso previsible de muchos grupos
estrechamente ligados a la estructura mexicana del poder.

El análisis ante el abucheo


La discusión acerca de la reforma judicial se generalizó, trascendiendo los
ámbitos especializados de los juristas, hasta amenazar con convertirse en un
debate nacional. El presidente Zedillo pareció salir al paso de las críticas el
día 12, invitando a la comunidad jurídica del país a participar con propuestas
en el perfeccionamiento de la reforma, aunque nunca pudo llevarse a cabo la
consulta.
El debate alcanzó su máxima temperatura política tres días después,
cuando el presidente Zedillo asistió a la lectura del informe anual del
presidente de la SCJN, Ulises Schmill. En un acontecimiento sin precedentes,
el presidente Zedillo fue abucheado por los trabajadores de la Suprema Corte
de Justicia al entrar y salir del recinto, mientras que el informe del magistrado
tenía una lectura “entre líneas” que no podía ser sino calificada de advertencia
o reproche. El diario Reforma acusó: “Trascendió que algunos magistrados
invitaron a sus colaboradores a manifestarse en contra de Zedillo” debido a
que las reformas requerían la jubilación de los ministros. Por los pasillos,

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Ernesto Zedillo escuchó gritos contra la reforma judicial, abucheos, chiflidos,
e incluso un grito de “¡Arriba el PRD!”
Quizá por esta misma reacción por parte del poder Judicial, y pese a que el
Presidente llamaba a recibir ideas para perfeccionar su proyecto de reformas,
la legislatura dominada por el PRI se negó a dar tiempo para la consulta y
emprendió la aprobación de la iniciativa presidencial en la mejor tradición de
la legislatura al vapor, sobre las rodillas y sin considerar las opiniones críticas.
Se aceptó hacer un foro de consulta con doce especialistas académicos,
empresariales y gubernamentales, pero sin escuchar a los representantes de
agrupaciones sociales independientes. El día 14, los senadores priístas de la
subcomisión dictaminadora de la iniciativa alegaban su independencia del
Ejecutivo para negar más consultas y declaraban que, sobre la materia,
“prácticamente se ha dicho todo”.
El sábado 16, a las protestas de los senadores del PRD en el sentido de que
era necesario conocer opiniones y propuestas más amplias, de otros sectores
de la población, respondió el senador priísta Eduardo Andrade desde la
tribuna: “¡Ya estuvo bien de consultas!” (EF). La iniciativa presidencial fue
aprobada, con tres decenas de cambios menores, por el voto unánime de los
senadores del PAN y del PRI.
Sólo cinco días después, sin una sola enmienda adicional, los diputados del
PRI y el PAN aprobaban (nuevamente en forma unánime) la minuta de la
Cámara de Senadores.
La aprobación de la reforma constitucional por los congresos de los
estados se daba como un hecho.

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3. Chiapas, presencia ineludible

Pasado el trámite del discurso inaugural, donde por primera vez se reconocía
desde la presidencia la justicia de las demandas de los indígenas chiapanecos
y se daba un nombre nuevo a los rebeldes armados (“los inconformes”),
parecía abrirse una esperanza de paz negociada y permanente en la entidad.
De inmediato, la primera decisión política de importancia del Presidente
Zedillo fue su asistencia a la toma de posesión de Eduardo Robledo Rincón
como Gobernador Constitucional de Chiapas.
La elección estatal, realizada el 21 de agosto, junto con las federales, fue
duramente impugnada en Chiapas. El problema postelectoral, más que ningún
otro elemento, contribuyó al acercamiento político del EZLN con el PRD,
partido que había ofrecido su emblema y apoyo a Amado Avendaño en su
candidatura para gobernador sin exigirle pertenecer al partido. El EZLN
también respaldó sin reservas la candidatura, campaña y protestas del
periodista independiente y luchador por los derechos indígenas.
Acaso la decisión del presidente Zedillo buscaba mostrar firmeza, fuerza,
capacidad política para tomar decisiones y sostenerlas. En parte eso se
respiraba ante el nuevo despliegue de seguridad en la capital de Chiapas con
el concurso del ejército, la Policía Judicial Federal y las fuerzas de Seguridad
Pública del Estado.

Un ambiente irrespirable
Apenas el día de la toma de posesión del nuevo gobierno, una noticia había
causado revuelo: un alto mando del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas
Armadas de Argentina que pedía el anonimato, confirmaba las versiones en el
sentido de que un grupo de expertos argentinos en contrainsurgencia estarían
asesorando al gobierno mexicano en la lucha contra el EZLN. El diario El
clarín, en nota recogida por las agencias AFP y EFE, desde marzo de 94 un
grupo de militares y policías mexicanos había ido a Buenos Aires para saber
más de los métodos de lucha contra la guerrilla argentina de los años 70.

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El Ministerio de Defensa argentino negó de inmediato su involucramiento
oficial, y el día 4 de diciembre la Secretaría de Inteligencia del Estado
Argentino, por voz del general Hugo Anzorregui, señaló que “en México
podrían estar actuando integrantes de la llamada mano de obra desocupada”,
indicando con ese circunloquio a elementos militares dados de baja de las
fuerzas argentinas por violaciones a los derechos humanos.
La alarma que desató la nota no se debía a que, en estricta lógica de
estado, el gobierno mexicano estaba buscando apoyo para fortalecer su
posición en el enfrentamiento, sino en la ínfima calidad humana y moral de
los mercenarios que, se sugería, había contratado México, expertos más en
tortura y desapariciones que en táctica militar, ahora pagados con los dineros
de los mexicanos.
Pero la tensión en Chiapas la evidenciaban no tanto las inexistentes
acciones del EZLN o del Ejército Mexicano, ni la guerra de papel, sino los
conflictos entre finqueros e indígenas.
El 1º de diciembre, Folke von Knoop, dueño de la finca Prusia, cumplió su
amenaza de desalojar con el uso de guardias blancas a los invasores de la
Unión Campesina Popular Francisco Villa. Al día siguiente, Von Knoop
(liberado pese a la anunciada intención de consignarlo) encabezó la defensa
cuando la UCPFV atacó de nuevo la finca Prusia con saldo de un muerto y
nueve heridos.
El día 3, en Motozintla, tres dirigentes campesinos chiapanecos miembros
del Consejo Estatal de Organizaciones Indígenas y Campesinas (CEOIC) eran
emboscados y muertos, y los dueños de la finca Lubeka atacaban con 30
hombres fuertemente armados, presuntamente de origen centroamericano, a
campesinos que tenían invadido el predio desde dos años atrás. Resultaron
heridos dos campesinos y un pistolero. La versión de los finqueros era que
habían ido a recoger la cosecha de café y los habían atacado los invasores
(EF).
Estos y otros acontecimientos violentos constantes entre los campesinos
indígenas y los ejércitos particulares de los finqueros, ganaderos y pequeños
propietarios reales o simulados, se sumaban a una guerra de palabras duras, de
amenazas de los finqueros y de presión política para conseguir que el gobierno
diera solución a los conflictos de Chiapas o los finqueros tomarían la ley en
sus manos.
Adicionalmente, la delincuencia aprovechaba el río revuelto para realizar
secuestros entre los miembros de la élite chiapaneca, aumentando la sensación

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de inseguridad generalizada. A fines de diciembre, un ganadero fue
brutalmente ejecutado por sus captores al no pagarse el rescate.

El baile del diálogo


Desde el momento mismo de su toma de posesión (después se sabría que los
contactos se habían dado desde septiembre), Ernesto Zedillo declaró su
disposición al diálogo en cada oportunidad. Así, en su discurso de toma de
posesión señalaba: ”Estoy convencido de que es posible lograr en Chiapas una
nueva negociación que nos lleve a una paz justa, digna y definitiva. No habrá
violencia por parte del gobierno y confío en que tampoco la habrá de quienes
se han inconformado.”
El 6 de diciembre, en la Convención Nacional de Industriales, EZPL
reiteraba su disposición al diálogo, su negativa a usar la fuerza y advertía que,
sin embargo, su gobierno no aceptaría “amenazas ni ultimátums”. Al día
siguiente, decía ante los senadores: “no nos cansaremos de invitar a la parte
inconforme a que se sume al diálogo”. En esa misma intervención reiteraba su
rechazo a la fuerza: “el gobierno de la república no actuará de manera
autoritaria en éste ni en ningún otro asunto de la república”.
Por su parte, los zapatistas insistían en que el diálogo era imposible
mientras continuaran los avances del ejército, los vuelos de reconocimiento
sobre su territorio y las acciones “intimidatorias” que eran interpretadas por
los rebeldes como prolegómeno de una acción militar.
Grandes ausentes jugaban un papel señalado en el baile del diálogo que no
comenzaba: los anteriores negociadores. Desde Manuel Camacho Solís, que
había logrado establecer un terreno de confianza con la dirigencia zapatista
sólo para ver rechazadas sus propuestas y descalificada su gestión por el
entonces candidato Zedillo, hasta Jorge Madrazo Pintado, quien jamás había
logrado crear líneas de comunicación con los rebeldes y tenía en su contra las
sospechas del manejo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH) como una tapadera del gobierno que habría servido para maquillar
violaciones a los derechos humanos.
El diálogo no comenzaba y ambas fuerzas movían sus piezas. Nadie, al
parecer, quería iniciar un conflicto armado real, pero nadie tampoco estaba
dispuesto a perderlo en caso de que se desatara.

Preparándose para gobernar

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Eduardo Robledo Rincón llegaba a la gubernatura desprestigiado por sus
relaciones con los gobiernos chiapanecos anteriores, identificados todos con
los intereses de los caciques, finqueros y latifundistas de la zona, la falta de
respeto a los derechos humanos (en especial de los indígenas), el uso
indiscriminado de la fuerza y la aplicación selectiva de las leyes.
Además de un discurso conciliatorio, Robledo Rincón decidió seguir el
ejemplo del Ejecutivo federal llamando a su gobierno a dos militantes panistas
para la secretaría de Salud y la contraloría y al perredista Eraclio Zepeda
como secretario general de Gobierno.
El nombramiento del cuentista, actor y funcionario cultural desató varias
tormentas. De una parte, la Constitución de Chiapas exigía que esta cartera
fuese ocupada por un licenciado en derecho, título que no tiene Zepeda, lo
cual hacía ilegal el nombramiento. Pero además estaba el hecho de que
Zepeda había estado al frente de la lucha postelectoral en favor de Amado
Avendaño, que pertenecía al PRD y que formaba parte de la Comisión
Nacional de Intermediación (CONAI) creada para encontrar una salida
negociada al conflicto. Muchas fuerzas consideraron el nombramiento como
un triunfo del PRI sobre la oposición.
Por lo demás, el gobernador electo aportaba una alternativa: renunciaría a
tomar el poder si el EZLN deponía las armas. En entrevista con el vocero
televisual indispensable del sistema, Jacobo Zabludovski, el gobernador electo
anunciaba, el 6 de diciembre, la presencia del presidente de la república en su
toma de posesión y aprovechaba para apropiarse de una frase de Eraclio
Zepeda. “Somos mucho pueblo para la derrota”, solía comentar Zepeda para
animar a sus compañeros en la lucha opositora. “Chiapas es mucho pueblo
para la derrota”, dijo Robledo Rincón ante las cámaras.
Antes de tomar posesión, Eduardo Robledo “renunciaba” temporalmente a
su militancia de el PRI, buscando dar una señal de pluralidad.

Tambores de guerra
El EZLN interpretó la decisión de sostener a Robledo Rincón como la
cancelación de la vía del diálogo. Sintomáticamente, el 5 de diciembre el
enviado personal del presidente Zedillo en sus diálogos con Marcos, Mario
Luis Fuentes, recibía un nombramiento en el DIF y por tanto dejaba de
atender el conflicto (RE). Un día después se dio a conocer un comunicado del
subcomandante Marcos según el cual, respecto de las ofertas de diálogo del
discurso inaugural del Presidente, “no podemos creerle”, y revelaba que EZPL

20
había sugerido la realización de una negociación “secreta, a espaldas de la
nación”. Otros elementos de ese comunicado (que comenzaba con la frase
dirigida al Presidente: “Bienvenido a la pesadilla”) serían de importancia dos
meses después.
En un comunicado simultáneo, el CCRI-CG (Comité Clandestino
Revolucionario Indígena-Comandancia General del EZLN) informaba de sus
resoluciones, entre ellas “reconocer la toma de posesión del señor Eduardo
Robledo Rincón como la formalización de la ruptura del cese al fuego por
parte del gobierno federal” y que, por tanto, “el EZLN se considera libre de su
compromiso de mantener el cese al fuego unilateral decretado por la
Comandancia General el día 12 de enero de 1994 y ratificado el día 10 de
junio de 1994”.
Era obvio que el EZLN estaba apostando el capital político reunido
durante casi un año de impasse militar para poner un dique a Robledo. El
ultimátum ponía al gobierno en la encrucijada: Robledo o la guerra. Además,
la presión estadunidense incidía en la intensificación de la crisis política (LJ).
El 7 de diciembre, entrevistado por medios nacionales y extranjeros, el
subcomandante Marcos abundaba sobre el diálogo secreto: “Hace pocos días
mandaron a un propio para hacer esa propuesta de negociación directa, sin
mediación y secreta.”
Amado Avendaño, por su parte, con el apoyo del PRD y de diversos
grupos indígenas y sociales, tomaba la decisión de proclamarse “gobernador
paralelo en rebeldía.

Toma de posesión en Tuxtla Gutiérrez


Eduardo Robledo asumió el cargo el 8 de diciembre, en el clima de tensión
dado por la toma de posesión simultánea del gobernador paralelo Amado
Avendaño con la presencia de miles de impugnadores del gobernador priísta.
El discurso de toma de posesión de Eduardo Robledo resumía algunos
indicadores graves del estado en términos de analfabetismo, pésimas
condiciones de vida, falta de servicios, latifundios y otros elementos que
admitía como detonantes del alzamiento del EZLN. Además anunciaba
cambios a la Constitución del estado y declaraba su vocación de paz.
Por su parte, el presidente Zedillo insistía en el diálogo y la negociación,
declarando que rechazaba la intolerancia al tiempo que anunciaba la creación
de una Comisión para el Desarrollo y el Bienestar en Chiapas, con
participación de varias dependencias estatales y federales. Camino al

21
aeropuerto, el Presidente opinaba sobre la anunciada visita de Cuauhtémoc
Cárdenas a la zona del conflicto, señalando que esperaba que el líder opositor
llamara al EZLN a la vía política. “Por eso me da mucho gusto de que él entre
en contacto con ellos”, señaló. Cárdenas reaccionó señalando que seguiría
apoyando la paz pero no como mediador en el conflicto porque "no creo
contar con la confianza del gobierno ni el gobierno cuenta con mi confianza".
Inmediatamente después de la toma de posesión, la CONAI expulsó de sus
filas a Eraclio Zepeda y Cuauhtémoc Cárdenas pidió una sanción para el
nuevo funcionario en el seno del CEN perredista. Entretanto, el nuevo
secretario de Gobierno chiapaneco anunciaba que las fuerzas públicas del
estado excepto la judicial estatal pasaban a estar bajo su mando, y ofrecía
“absoluto respeto” al gobierno paralelo en rebeldía.
El mismo 9 de diciembre, Zepeda pidió al PRD "la oportunidad de ser
escuchado", argumentando que su decisión había tenido por objeto “demostrar
que sí se puede avanzar en la pluralidad, particularmente en momentos en que
se requiere de la participación plural en Chiapas".
Pero el 16 de diciembre, en vez de comparecer, decidió separarse
"voluntaria y temporalmente" del PRD. Se había conjurado un enfrentamiento
mucho mas grave dentro del PRD, aunque la duda sobre el viejo luchador
permanecía.
Pero Eraclio Zepeda sería además un detonante de la inconformidad priísta
cuando, el día 15, el gobernador envió al congreso local su iniciativa para
reformar la Constitución del Estado de suerte que Eraclio Zepeda pudiera ser
Secretario General de Gobierno sin tener título de abogado. Por primera vez
en la historia de Chiapas, algunos legisladores priístas se opusieron a una
iniciativa del gobernador. Acaso eran las primeras gotas de la tormenta de la
rebeldía.
Entretanto, los informes que salían de la selva hablaban de fuertes
movimientos militares por cielo y tierra en Chiapas, retenes y medidas de
seguridad que indicaban de un estrechamiento del cerco al EZLN.

La acción armada sin armas


El 10 de diciembre, el EZLN cortaba sus líneas de comunicación, notificaba al
Comité Internacional de la Cruz Roja que en cualquier momento podrían
darse enfrentamientos y cerraba la entrada a los territorios que controlaba.
Esta posición se repetía en la llamada "carta de cartas" donde anunciaba que

22
se preparaba para que avanzaran sus unidades. El 11 de diciembre, el
presidente Zedillo señalaba que abría un canal "mas institucional para resolver
la situación en Chiapas” y volvía a llamar a Cuauhtémoc Cárdenas "un
político respetable, que cree en la política".
En territorio chiapaneco, los zapatistas ensayaban avances. El 11 de
diciembre, 64 comunidades se declaraban autónomas y reconocían al gobierno
de Avendaño. Un día después, el EZLN instituía en Guadalupe Tepeyac, sede
de “Aguascalientes” (donde se llevara a cabo la Convención Nacional
Democrática), el municipio zapatista San Pedro de Michoacán. El 17 de
diciembre, el EZLN fundaba dos nuevos municipios con diez mil habitantes
indígenas: el Che Guevara y el Sibacjá.
El discurso presidencial seguía siendo pacifista. El 13 de diciembre, ante la
Asamblea Legislativa del DF, el presidente Zedillo decía: "¡que quede claro:
en Chiapas no habrá guerra!", y anunció que esperaría 24 horas al día "todos
los días, todas las semanas, todos los meses que sean necesarios" para iniciar
el diálogo. Según Dolores Padierna, asambleísta del PRD en plática el
Presidente señaló en corto: "yo tengo la solución a todos los puntos que ellos
plantean".
El mismo día, a su regreso de la entrevista con el Subcomandante Marcos,
Cárdenas advertía de peligros "reales inminentes" de enfrentamientos. Al día
siguiente, el Presidente insistía: "hoy reitero que el diálogo es el único camino
para una solución perdurable y una paz digna para todos" y anunciaba su
propuesta de una Comisión por el Diálogo y la Mediación por la Paz con
carácter pluripartidista y formada por diputados y senadores nombrados por
sus partidos, la que llegaría a ser conocida solamente como la Comisión Plural
del Congreso de la Unión.
Pero la guerra seguía estando, sobre todo, en los medios. El 15 de
diciembre, la presidencia revelaba algunas de las cartas enviadas por el
presidente electo al EZLN y la respuesta del Subcomandante Marcos. En una
carta, Zedillo señalaba: "es innecesario, y sería profundamente doloroso, pasar
de nuevo por la violencia para hacer entonces volver a encontrar el camino de
la negociación. Hay que ir directamente a ésta. No dejemos para dentro de
nuevos años y después de mucho sufrimiento, lo que podemos iniciar desde
ahora. Mi convicción personal y el mandato recibido el 21 de agosto son por
la paz". La carta señalaba la importancia de llegar a la solución de los
problemas sociales y de injusticia en Chiapas y prometía: "todo esta sujeto a
análisis, discusión y negociación. No caben los prejuicios". Después hablaba

23
de la seguridad que deberían tener los representantes del EZLN y sus
contactos con los enviados gubernamentales. En respuesta, el subcomandante
Marcos decía: "no podemos dejar de reconocer la voluntad que hay en usted
para tomar la iniciativa en esta comunicación, sin embargo las señales
gubernamentales y la situación nacional siguen hablando en sentido
contrario." Así, el gobierno respondía a la revelación de sobre la oferta de un
diálogo "en secreto".
De inmediato el EZLN respondió con un vídeo que mostraba cinco
misivas enviadas por Ernesto Zedillo antes de su toma de posesión, y el 18 de
diciembre el presidente Zedillo hizo públicas más cartas y las respuestas del
EZLN.
Al mismo tiempo, la Convención Nacional Indígena que reunió en Tlapa,
Guerrero, a 96 organizaciones indígenas de 16 estados, hacía suyos los 11
puntos del EZLN.
El frente de la guerra que no empezaba (parafraseando al enviado de
Reforma, Ciro Gómez Leyva) se cimbró cuando el 19 de diciembre las
columnas zapatistas tomaron posesión, sin violencia, de 38 municipios
chiapanecos. En palabras de Marcos: "toda la selva de Chiapas ya es
zapatista". Al mismo tiempo el CCRI-CG del EZLN rechazaba la propuesta
del Presidente para crear una comisión legislativa y planteaba tres condiciones
para restablecer la tregua: que se aceptara a la CONAI como instancia
mediadora, que renunciara el gobernador Robledo y que se reconociera como
gobernador a Amado Avendaño.
Las noticias del despliegue zapatista tuvieron una inmediata repercusión a
nivel mundial pese a que la Secretaría de Gobernación intentó convencer a los
medios que los retenes habían sido puestos por organizaciones campesinas no
zapatistas y las tomas de cabeceras municipales (en particular las de
Simojovel y San Andrés Larrainzar) habían sido acciones de bandoleros sin
relación con los rebeldes.
Era casi la guerra.

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4. Las señales de peligro

Los “focos rojos” de la economía estaban encendidos ya desde antes de que


Ernesto Zedillo tomara posesión.
A la caída de las reservas, que ni siquiera había sido ocultada por la
administración saliente, se sumaban declaraciones, análisis y valoraciones que
daban la voz de alarma. De un máximo de casi 24 mil millones de dólares
(MMD), se había bajado a poco más de 17MMD para el último informe de
CSG. El solo hecho de el 30 de noviembre, al momento de anunciarse el
gabinete del presidente entrante, la bolsa sufriera una caída de 50 puntos en
sólo 80 minutos era un dato preocupante, pero se hacía de lado considerando
que, en el sexenio salinista, la bolsa había experimentado un crecimiento de
1,028.73% al pasar de 229.58 puntos en noviembre de 1988 a 2,591.34 puntos
para el último día de noviembre.
Ciertamente el EZLN, en especial por su reacción ante el agravio que
consideraba la asunción al poder de Eduardo Robledo Rincón, jugó un papel
real en los acontecimientos que llevaron a las devaluaciones del 19 y 21 de
diciembre. Pero era insostenible suponer que sin el EZLN sí se hubiera hecho
realidad la cadena de promesas de Carlos Salinas de Gortari. El EZLN (y las
condiciones económicas, políticas y sociales que le dieron origen) fue sólo un
actor de segunda línea en un desastre de orígenes múltiples.

El legado de Salinas
Unos días antes de la toma de posesión de Ernesto Zedillo, los diarios
recogían opiniones que celebraban por adelantado un futuro color de rosa. El
Secretario de Hacienda saliente, Pedro Aspe, según Reforma, “señaló que el
abatimiento de la inflación y la estabilidad macroeconómica han permitido a
las empresas mexicanas accesar a mercados accionarios, nacionales y
extranjeros, como forma de obtener recursos adicionales para inversión en
tecnología, capacitación, expansión de su planta productiva y generación de
empleos permanentes”. Por su parte, Notimex informaba que según la

25
correduría Goldman & Sachs, la Bolsa Mexicana de Valores llegaba el 26 de
noviembre a ser la más rentable del mundo.
Como logro del sexenio recién concluido se anotaba la venta de 269
empresas paraestatales en N$75,300 millones, además de liquidar, fusionar y
extinguir otras, para un total de 418 (LJ) que ya no “drenaban” los recursos de
la federación, según la visión neoliberal. Logro también, menos celebrado
públicamente, era que el 10% de la población hubiera pasado de concentrar el
32.7% de la riqueza nacional en 1989 a tener el 38% (EX), noticia halagüeña
para quienes sostienen la teoría de que mientras más ricos hay en un país,
menos pobres se tienen. Sin embargo, ante esta escandalosa y súbita
concentración de la riqueza, el 50% de la población sólo tenía acceso al 15%
del total de sueldos y salarios de la economía formal.
En términos económicos, el peligro central que heredaba Carlos Salinas a
su sucesor era mucho más claro y no dependía de la valoración, de la
sensibilidad social o de la falta de ella: un déficit en cuenta corriente
frágilmente financiado con la inversión especulativa.
La traducción de estos términos se hace necesaria. México, en la dinámica
neoliberal del salinismo, requería importar (maquinaria, tecnología, materias
primas) con la expectativa de más adelante poder exportar y lograr así
convertirse en el Japón del siglo XXI. Sin embargo, las importaciones eran
por una cantidad superior a los dólares obtenidos por la vía de las
exportaciones, sin contar con que mucho del dinero que salía de México no lo
hacía como pago de maquinaria o tecnología para producir y exportar, sino
por la vía de artículos de consumo, franquicias y servicios. Evidentemente, la
economía como un todo necesitaba otra fuente de dólares reales para pagar
esas importaciones. Esta fuente era la inversión, pero ya que la inversión
productiva era reducida, se ofreció al capital la oportunidad de obtener
jugosas ganancias en la bolsa de valores y en instrumentos a corto plazo como
los Tesobonos. Eso permitía tener un flujo de dólares adicional para pagar las
importaciones.
La apuesta era a que la inversión especulativa siguiera creciendo el tiempo
suficiente para que México se convirtiera en un exportador al estilo de Hong
Kong. Por supuesto, la fragilidad del esquema no se desvanecía con las
constantes declaraciones del entonces presidente Salinas en el sentido de que
países como Japón habían soportado exitosamente durante largos años un
déficit en cuenta corriente hasta convertirse en una potencia.

26
Cualquier cosa podía asustar a los inversionistas especulativos. Acaso lo
asombroso fue que soportaran —al menos en parte— los acontecimientos de
los primeros once meses de 1994. La fuga de capitales no logró quebrar el
modelo antes de la transmisión de poderes, y se le maquilló usando las
reservas internacionales del país. Los miles de millones de dólares producto
del sacrificio económico y la venta de los bienes de la nación, que se suponía
eran la plataforma de lanzamiento del clamoroso éxito económico que estaba a
la vuelta de la esquina, se esfumaron pagando a los especuladores, que así y
todo retiraron más de 9 mil millones de dólares de la BMV en 1994.
En estas condiciones, en un desplegado que con el tiempo sería
involuntariamente acusador, la empresa Villacero pagaba el 3 de diciembre un
desplegado a plana entera en El Financiero que decía:

Lic. Carlos Salinas de Gortari


Los mexicanos somos testigos de su infatigable labor a favor del
avance y modernización de nuestro país.
En los anales de la historia han quedado inscritos los logros de su
trascendente gestión.
Monterrey, N.L. a 3 de Diciembre de 1994.

El huevo de la serpiente
El mismo 1º de diciembre el grupo financiero Serfín (que tres meses después
estaría al borde de la quiebra) señalaba que, ante la expectativa devaluatoria
(negada en todos los discursos oficiales), las empresas que cotizaban en la
BMV debieron haber reducido sus deudas en dólares (UU).
Las señales eran contradictorias. El presidente del Bank of America, David
Coulter, aseguraba que los inversionistas estadunidenses planeaban expandir
sus inversiones en México y anunciaba la próxima apertura de una subsidiaria
del banco y una arrendadora (EF). Las exportaciones de Estados Unidos a
México en 1994 llegaban a 50 mil millones de dólares contra 47 mil millones
de dólares de productos mexicanos importados por los vecinos (es decir, un
déficit de tres mil millones de dólares). Esto representaba un crecimiento de
21.7% en las ventas de Estados Unidos a México los primeros nueve meses de
vigencia del TLC. Todo esto se anunciaba el 6 de diciembre, al mismo tiempo
que la BMV registraba su tercer día con pérdidas.
En los días previos e inmediatamente posteriores al cambio de poderes en
Chiapas se hablaba de preocupación del capital europeo por Chiapas, el dólar

27
experimentaba una continua escalada que lo acercaba al máximo precio
permitido por el Banco de México, los principales líderes empresariales y sus
voceros en los medios pedían que en Chiapas se terminara con el esquema de
negociadores y que entrara el gobierno directamente a resolver el problema,
los analistas preveían para 1995 un déficit en cuenta corriente de dos mil
millones de dólares por encima de los 23MMD de 1994, el secretario de
hacienda Serra Puche prometía un futuro luminoso (para lo cual pedía al
Congreso autorización para contratar 5MMD de deuda en 1995), la caída de la
BMV se explicaba en función de la baja bursátil mundial y se anunciaban
mejores tasas de interés para los Tesobonos.
Más focos rojos.
La más clara señal de peligro aparecida en los diarios mexicanos la dio,
quizá, la empresa Nomura Securities, al señalar, el 12 de diciembre, que
México estaba gastando sus reservas “a pasos agigantados” (EF), mil millones
de dólares mensuales, y pronosticaba que se necesitarían 2,500 millones de
dólares al mes para financiar el déficit de cuenta corriente en 1995. Los
analistas coincidían en que el calentamiento de la situación en Chiapas y los
aumentos en tasas de interés en los Estados Unidos harían imposible que
México tuviera el ingreso de inversiones necesario para financiar el déficit.
Aún así, descartaban una crisis de deuda. Lo que parecía el problema grave
era el tipo de cambio. El peso, más que la bolsa, había resentido el asesinato
de Colosio, y a diferencia de la bolsa nunca se había recuperado.
A la incertidumbre por la situación en Chiapas, alimentada por las
tensiones resultado de la toma de posesión de Eduardo Robledo, se aunaban
muchos otros elementos. En palabras del Wall Street Journal, (que había
publicado los problemas que llevaron a la restructuración de Serfín, poniendo
de nuevo en duda la solidez del sistema financiero privado mexicano), las
tensiones en Chiapas eran “parte del motivo” de la caída del peso, “pero los
problemas parecen mucho más profundos”. Ese diario sugería ya el 14 de
diciembre la necesidad de aumentar la tasa diaria de devaluación (llamada en
México “deslizamiento”) y señalaba dificultades: la aparición de nuevos
mercados de dinero muy atractivos, la búsqueda de inversiones seguras, las
“bajas” tasas de los Tesobonos (de un máximo de 15.2%) que para ser
competitivas deberían llegar al 20% y el miedo a la devaluación por la caída
de la moneda después del asesinato de Colosio. Entonces se temía “una severa
presión” para mediados de 1995.

28
Para el 15 de diciembre, se hablaba abiertamente de devaluación. Ante la
perspectiva de que el 20 de diciembre aumentaran las tasas de interés en los
Estados Unidos, los analistas resaltaban los problemas del sistema financiero
mexicano (cartera vencida, problemas de Cremi-Unión, Havre, Banpaís,
Serfín) y el excesivo endeudamiento en dólares de las empresas mexicanas.
Ante la caída del peso y del índice de precios y cotizaciones (IPyC) de la
Bolsa Mexicana de Valores, el secretario de hacienda fue entrevistado por The
Wall Street Journal el 15 de diciembre. Sus declaraciones, publicadas el 16 en
Estados Unidos y el 17 en México, eran concluyentes: “el peso no será
devaluado”, dijo, y destacó que para el nuevo gobierno era prioritario proteger
la moneda y fomentar la inversión extranjera. En un artículo que acompañaba
a la entrevista, el diario señalaba: “Serra debe convencer a los mercados
financieros de que el peso se mantendrá estable y que las exportaciones
pueden crecer sin devaluación de la moneda.”
En este panorama intervino un informe del Grupo Interacciones, presidido
por Jorge Hank Rohn, hijo de Carlos Hank González, cabeza visible del
poderoso grupo político “Atlacomulco”, que cuestionaba al gobierno de
Zedillo.
Sin embargo, para el 18 de diciembre la BMV había caído al último sitio
en rendimiento mundial y el peso estaba en el límite de la banda de flotación.
“La situación en Chiapas no sería tan preocupante si todo lo demás estuviera
funcionando”, diría el analista Damian Frazer.
Pero nada parecía estar funcionando.

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5. Posadas negras

Los articulistas que todavía publicaban advertencias, críticas o previsiones


optimistas respecto a la economía en los diarios del 20 de diciembre
quedaban, sin embargo, rebasados por los acontecimientos. La radio se
encargaba de informar a México y al mundo que los integrantes del PABEC
(Pacto para el bienestar, la estabilidad y el crecimiento, formado por
representantes empresarios, obreros y campesinos) se habían reunido la noche
del 19 al 20 para decidir “concertadamente” aumentar la banda de flotación
del peso en 53 centavos, lo que equivalía a una devaluación del 15%. El
secretario de Hacienda explicaba ante los micrófonos que con la medida se
buscaba “asegurarnos que los hechos recientes en el estado de Chiapas no
afecten el buen funcionamiento que hemos venido observando en la
economía”. En efecto, el anexo o addendum que los sectores supuestamente
habían acordado hacerle al PABEC culpaban directamente al EZLN de la
medida.
Nadie (o casi nadie) lo creyó.

Primera devaluación, los especuladores


El mismo 20 de diciembre empezaron a desgranarse las versiones de que
los integrantes del PABEC jamás habían sido convocados a reunión alguna. El
anciano líder Fidel Velázquez acusó: “lo trataron directamente el gobierno y
el Banco de México” (LJ). Peor aún, banqueros consultado por El financiero
señalaban directamente que el conflicto de Chiapas era “un pretexto”, pues
había dejado de tener la importancia que tuvo a principios de año.
De inmediato, todos tenían qué decir. Parecían felices. La iniciativa
privada se congratulaba porque la medida abría “un espacio de maniobra de
manera ordenada” (Luis Germán Cárcoba, presidente del CCE), evitaba “la
pérdida de competitividad de la moneda” (Víctor Manuel Terrones, presidente
de Canacintra), era para que “el Banco de México tenga un mayor margen
para operar en las instituciones financieras” (Fernando Cortina Legarreta,

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presidente de Concamin), “no es ninguna sorpresa” (Jorge Salim, presidente
de la Asociación Mexicana de Casas de Cambio), permitiría “contrarrestar los
fenómenos especulativos” (Alberto Tiburcio, presidente del Instituto
Mexicano de Contadores Públicos) (EF). Por su parte, los legisladores del PRI
indicaban que “la devaluación no existe” y algunos analistas empezaban a
señalar, tímidamente, que la medida debió haberse tomado antes.
Correcta como quizás era, obligada ante las presiones financieras más que
ante las acciones publicitarias del EZLN, la medida se vio bajo ataque de
inmediato más por la forma en que se tomó. Según el WSJ, el nuevo gobierno
“manejó la devaluación de una manera ‘amateur’, así que el plan se inició con
el pie izquierdo” (EF). Según los inversionistas, “de haber sucedido bajo su
supervisión, Pedro Aspe habría llamado por teléfono a los principales
inversionistas a cualquier hora de la madrugada para explicar la devaluación.”
Los inversionistas estaban molestos. La torpeza de no tomar en cuenta al
capital internacional ya entretejido en toda decisión del gobierno mexicano,
siquiera avisarle por alguna vía privilegiada, fue un error de tal magnitud que
sólo los acontecimientos posteriores lo pondrían en su justa y brutal
perspectiva.
No se iba el dinero, se iba la confianza de los inversionistas extranjeros.
¿Por qué devaluación si el secretario Serra Puche la había descartado menos
de una semana antes? ¿Por qué el 15% si se consideraba al peso sobrevaluado
entre el 20 y el 40%? ¿Por qué en la madrugada?
Las preguntas en México eran otras. ¿Por qué no había devaluado Salinas
si la situación era crítica? ¿Dónde quedaban las expectativas que tres semanas
atrás eran la constante en la información? ¿Los éxitos macroeconómicos del
régimen salinista eran más propaganda que realidad?
El 21 de diciembre, las preguntas eran numerosas. Para dar las respuestas,
el Secretario de Hacienda Jaime Serra Puche viajó a Nueva York para reunirse
con un centenar de altos dirigentes de la comunidad financiera internacional.
Según algunos diarios mexicanos, logró inyectar tranquilidad y optimismo a
los presentes. Según otras versiones, el flamante Secretario de Hacienda fue
“reprobado” por sus invitados. Según el diario Reforma, los asistentes le
preguntaron a Serra Puche: “¿Por qué vamos a creer lo que dice hoy si cuatro
o cinco días antes de la devaluación negaba que pudiera darse?” Otro
entrevistado anónimo del mismo diario criticaba el estilo tradicional de la
política mexicana. “A veces parecía un diálogo de sordos. Se le preguntaba
una cosa y respondía lo que quería.” Mientras, El Financiero hablaba de la

31
molestia de los inversionistas estadunidenses, que consideraban que el país
“está en caos”.
Incluso el intento tardío de dar explicaciones fallaba, aunque los Estados
Unidos, a través de su secretario del Tesoro, Lloyd Bentsen, insistían en que
“los factores fundamentales de México permanecen sólidos”.

Segunda devaluación: ganadores y perdedores


El 21 de diciembre, a las 11:30 de la noche, se anunciaba que las autoridades
financieras habían decidido que el tipo de cambio se fijara por la oferta y la
demanda hasta que se estabilizara.
Una versión, difundida por varios diarios en varios momentos, indicaba
que la noche del 19 al 20 de diciembre, el Presidente y sus colaboradores
intentaron convencer a la cúpula empresarial de que la devaluación del peso
entre el 20 y el 40% era indispensable porque las reservas se habían agotado.
A un nivel de 12MMD, no alcanzaban ya para cubrir los compromisos de la
deuda, y no estaban entrando nuevos dólares a la economía. Los empresarios
se oponían a la medida tenazmente con un argumento “Es peligroso” (EF) y
por fin sugirieron la alternativa: ampliar la banda de flotación en un 15% y
esperar los acontecimientos (LJ).
¿Fueron acaso esos mismos empresarios e inversionistas los que, avisados
de la fragilidad del tipo de cambio, encabezaron la embestida contra el peso
convirtiendo seis mil millones de dólares sólo el día 20? ¿Acaso decidieron
protegerse adquiriendo dólares a sabiendas de que la “ampliación de la banda
de flotación” no soportaría mucho tiempo? ¿Eran ellos mismos los
inversionistas cuya reacción fue calificada de “irracional” por el presidente de
la BMV el 21 de diciembre, ante la caída de la bolsa que llegó a ser de más de
250 puntos el día 21 antes de recuperarse en parte?
Adicionalmente, el intento por endosarle la factura de la devaluación al
EZLN caía en contradicciones. Si los guerrilleros chiapanecos tenían tal
poder, tal influencia en México y entre los inversionistas, había debilidad
gubernamental. Mientras el comunicado mismo de la primera devaluación
acusaba al EZLN de crear la desconfianza, el secretario de Relaciones
Exteriores Ángel Gurría insistía en que el problema en Chiapas era un asunto
menos que nacional o estatal, ubicado en “un área limitada dentro de una
zona, dentro de un estado, dentro de un enorme país” (EF). Para él, había un
“sobredimensionamiento” del conflicto. Desafortunadamente, los voceros del

32
neoliberalismo radical no cejaban en su insistencia de acusar al EZLN y
desdeñar los demás aspectos de la crisis.
La caída de la bolsa mexicana y la devaluación del peso se convirtieron en
un detonador que afectó no sólo a los mercados latinoamericanos (el llamado
“efecto tequila”) sino en general a los mercados emergentes.
El 21 de diciembre, ni el aumento en las tasas de los Cetes, ni las
declaraciones múltiples en el sentido de que se mantendría la nueva banda de
flotación, ni el aumento en las tasas de interés bancario, lograban la ansiada
calma. En una nueva reunión de la Comisión de Seguimiento del Pacto, el
secretario Serra Puche anunciaba que las reservas habían caído hasta 6,500
MD, y alrededor de las once de la noche se tomaba la decisión de liberar al
peso para que su precio se fijara de acuerdo a las fuerzas del mercado.
Adicionalmente se acordaba una congelación de precios por 60 días (que
nunca fue respetada), la privatización de puertos aéreos y marítimos y otras
medidas que buscaban recuperar el control de la situación.
Los diarios del 22 de diciembre ofrecían, en contrapunto, las declaraciones
optimistas de varias personalidades durante el día 21 y el anuncio de la libre
flotación.
La crisis incontenible era para muchos la oportunidad de concluir el
sacrificio ritual del anterior tlatoani. El subsecretario de Hacienda Santiago
Levi aseguró que la crisis era una “herencia” ya que en 1994 “no se tomaron
las medidas profundas” para enfrentar el problema del déficit importante”
(EF). La inmolación del expresidente era urgente, pero le resultaba
inadmisible al Presidente Zedillo por motivos de lealtad.
Ante la devaluación, que mandaba al peso a más de cinco por dólar, la
disciplina priísta en la Cámara de Diputados apenas titubeó. Con toda
puntualidad, y en un mayoriteo apenas perturbado por dos diputados de
Sinaloa que votaron en contra, los diputados del PRI aprobaron un quimérico
Presupuesto de Egresos para 1995. Acaso esperaban que cumplida la magia de
la formalidad, la realidad se ajustara con lealtad, disciplina y respeto al
Partido.
Otra anécdota menor, pero igualmente reveladora, fue el anuncio de que
Televisa y Telmex, las dos empresas consentidas del salinismo, habían
“oportunamente” restructurado sus deudas en dólares, cambiando buena parte
de ellas por deuda en pesos. La duda que quedaba era si los dirigentes de
ambas empresas, Emilio Azcárraga y Carlos Slim, habían acudido a su aguda
visión empresarial para prevenirse de una devaluación (que públicamente

33
ambos negaban, sobre todo el primero a través de los noticieros de su
empresa) o si habían tenido acceso a información privilegiada que ocultaron.
En todo caso, ambas empresas salían menos raspadas que las demás.
Para el 23 de diciembre, el país que estaba por alcanzar el máximo “grado
de inversión” según los analistas internacionales era “país de alto riesgo” (EF)
y las expectativas de empleo, crecimiento y bienestar social se convertían en
negativas.
Los inversionistas estadunidenses habían perdido alrededor de diez mil
millones de dólares. El precio de 5.60 nuevos pesos por dólar se consideraba
exagerado e incomprensible.

“o fue la correcta”


Los acontecimientos tuvieron como primera víctima política a Jaime Serra
Puche, el exsecretario de Comercio que había armado la negociación del TLC
siempre desdeñando a sus críticos y que, como flamante secretario de
Hacienda, era señalado como el posible sucesor de Zedillo para el periodo
2000-2006, al grado que durante su comparecencia ante la Cámara de
Diputados el 14 de diciembre, había escuchado entusiastas gritos: “¡Jaijo, la
promesa del 2000!” No contaba menos el que una encuesta entre “100 líderes
de opinión” realizada por el diario Reforma y publicada precisamente el 16 de
diciembre señalara que el más aceptado de los nuevos secretarios era Serra
Puche, sólo lo rechazaban seis “líderes de opinión”.
El proyecto transexenal del nuevo grupo que se había hecho del poder en
México con la llegada de Miguel de la Madrid no era un secreto para nadie.
Ángel Gurría había dicho abiertamente en los Estados Unidos que el grupo
podía estar en el poder hasta bien entrado el siglo XXI. Para eso se
preparaban.
El clamor en los medios de comunicación exigía responsables, y no se
detenía en la convocatoria permanente por parte de funcionarios y legisladores
priístas que repetían solemnes la invocación exorcizadora de la impunidad:
“no es tiempo de buscar culpables”. Pero la sociedad civil, que suele aportar
los culpables reales o fabricados cuando así conviene a los designios del
poder, no buscaba a los culpables, creía tenerlos identificados. Eran el
expresidente Salinas, el exsecretario de Hacienda Pedro Aspe, el gobernador
del Banco de México Manuel Mancera y el propio Serra Puche. Cierta
prudencia impedía que públicamente se fincaran responsabilidades también al

34
presidente Zedillo, aunque se identificaba claramente con el proyecto
económico neoliberal del grupo salinista.
Desde el 22 de diciembre, el PRD pedía la renuncia de Serrra Puche, y le
hacían eco diversos analistas y medios. Pero también la desconfianza y el
enojo de los inversionistas de Wall Street ante el secretario hacían insostenible
su posición. La segunda devaluación era la puntilla a la credibilidad, según el
Wall Street Journal, y el problema no era ya la renuncia, sino la fecha.
Incluso los analistas económicos no partidistas señalaban ahora lo preciso
de al menos dos críticas fundamentales al TLC, que le atrajeron a quienes las
expresaron los más duros epítetos, incluidos los de “traidores a la patria”. La
primera señalaba el desequilibrio que resultaría de un tratado que miraba
como iguales a la poderosa economía estadunidense y a la tercermundista
economía mexicana, y levantaba la voz de alarma ante la falta de mecanismos
para compensar ese feroz desequilibrio. La segunda era que la apertura
acelerada de la economía mexicana, cuando todavía se estaba negociando el
tratado en cuestión, comprometía gravemente el futuro económico y dejaba a
México en posición sumamente frágil. ¿Cómo negociar un tratado para ofrecer
aquello que el país ya estaba dando sin más?
Las consecuencias del tratado promovido, negociado y firmado por Jaime
Serra Puche lo hacían el blanco ideal para el descontento.
Como parte del nuevo retrato de quien había aspirado a la presidencia, el
26 de diciembre Oscar Enrique Ornelas revelaba en El Financiero que el
fugaz Secretario de Hacienda Jaime Serra Puche no creía que hubiera
explotación de unas naciones por otras, y había tratado de demostrarlo frente a
un grupo de alumnos de sociología mediante complejas fórmulas matemáticas.
Ese acto de fe, que no sólo sostenía el secretario, sino que es consustancial
al neoliberalismo tecnocrático que considera a la soberanía un estorbo para la
economía, llevó a los funcionarios salinistas a identificar de manera total los
intereses de México con los de Estados Unidos, olvidándose que,
independientemente de su identidad ideológica con Reagan y Bush, defendían
(o debían defender) intereses nacionales distintos. Obnubilados por la
globalización, convencidos del fin de las ideologías, armados de complejas
teorías económicas, emprendieron la transformación de México que hizo crisis
el 19 de diciembre.
Ese mismo Serra Puche decía, en su carta de renuncia del 29 de diciembre:
“la estrategia gradual que propuse para enfrentar el elevado desequilibrio de la
cuenta corriente de nuestra economía no fue la correcta”. Se convertía así en

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el secretario de estado con la gestión más breve en la historia del México
moderno.
Jaime Serra Puche fue sacrificado, y con él se ponía en entredicho el
proyecto de gobierno a largo plazo (al menos en su forma original). El relevo,
Guillermo Ortiz, traía como capital no sólo su habilidad como economista
neoliberal, puesta de relieve en su tarea al frente de la reprivatización de la
banca como subsecretario de Hacienda de CSG, sino la estrecha amistad que
lo uniera a Joseph Marie Cordoba. Había sido Ortiz quien lo presentara con
Carlos Salinas, de quien el economista francés sería superasesor años después.
Por su parte, el presidente Zedillo daba las primeras indicaciones de una
ruptura con el régimen anterior en un mensaje a la nación, el 29 de diciembre,
en el que señalaba: “Ahora puede apreciarse con claridad que el déficit en
cuenta corriente llegó a ser tan grande durante los últimos años que, dadas las
circunstancias internas y externas, era insostenible. Es preciso reconocer que
hubo una subestimación del problema y esa subestimación fue sumamente
grave.”

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PARTE DOS
EL PRIMER MUDO SE ALEJA

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1. Por la paz, segunda llamada

Eso que a falta de mejor nombre se llama “la sociedad civil” había logrado, en
los primeros días de enero de 1994, poner coto a una guerra que ya había
comenzado, y desorientar tanto a los guerrilleros zapatistas como a los
estrategas político-militares del gobierno de Carlos Salinas.
De nuevo, ante el endurecimiento, amplios grupos de la sociedad civil se
movilizan para rechazar la salida militar al conflicto.
Los enfrentamientos armados que no se daban entre los zapatistas y el
Ejército Mexicano se daban por la vía civil, con las tomas de predios por parte
de organizaciones campesinas y la respuesta violenta de los ganaderos y los
funcionarios priístas. El 1º de enero, seguidores del alcalde de Oxchuc
golpeaban a integrantes de la organización Tres Nudos.
El 5 de enero, el diputado priísta Gonzalo López Camacho (también
presidente de la Unión Regional Ganadera del Centro) proponía al Congreso
local chiapaneco que solicitara la intervención del ejército para detener la
delincuencia, supuestamente amparada bajo las siglas del EZLN.

Los ayunos y las treguas


Desde el 18 de diciembre, diversos grupos emprendieron ayunos por la paz en
varias ciudades de la república: Samuel Ruiz en San Cristóbal de las Casas,
Ofelia Medina, Nuria Fernández, Superbarrio y otros en el Ángel de la
Independencia, legisladores de oposición en el Congreso, miembros de
diversas organizaciones políticas y sociales en las más importantes ciudades
del país.
Las señales de guerra eran preocupantes y numerosas.
Mientras, con una decisión que no estaba presente desde los primeros días
del 1994 (con algunas salvedades), y quizá alentados por el intento de
endosarle al EZLN la devaluación, periodistas de la derecha mexicana y
grupos políticos diversos promueven una acción de fuerza por parte del
gobierno de Ernesto Zedillo, demandando “mano dura”, es decir, un baño de
sangre que acabara con el problema de una vez por todas, a cualquier precio.

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Ya a partir del 13 de diciembre, Guatemala había empezado a movilizar
unos 15 mil soldados (PR) para ayudar a México a bloquear la retaguardia del
EZLN. Al mismo tiempo, el Ejército Mexicano establecía un cerco a Chiapas
con tropas en Oaxaca, Tabasco, Veracruz y Campeche.
La contradicción formada por la movilización permanente de tropas,
ubicando a un alto porcentaje de todos los soldados de México del Istmo para
abajo (un soldado por cada 25 habitantes, denunciaba Amado Avendaño), y
los constantes llamados al diálogo del Presidente, generaba un clima de
tensión que trascendía a la entidad en conflicto. A cambio, más escasas (y
curiosamente menos publicitadas) eran las acciones de distensión, como el
reconocimiento del gobierno, el 23 de diciembre, a la Conai como instancia
mediadora en el diálogo propuesto con el EZLN.
Por su parte, el EZLN buscaba nuevas salidas políticas para no hacer
efectiva la ruptura de la tregua pero al mismo tiempo no mostrar debilidad.
Así, el 30 de diciembre decretaba un cese al fuego por una semana,
comprometiéndose a no realizar acciones ofensivas y estableciendo como
bases para una tregua definitiva y un diálogo tres puntos: solución a los
conflictos postelectorales de Veracruz, Tabasco y Chiapas; reconocimiento al
gobierno de Amado Avendaño, y reconocimiento a la Conai como instancia
mediadora. La acción alejaba el temor de que los guerrilleros aprovecharan
otro 1º de enero para lanzar una ofensiva.
En su III Declaración de la Selva Lacandona, emitida el 1º de enero, el
EZLN intentaba de nuevo la creación de un movimiento civil. La Convención
Nacional Democrática se había diluido en gran medida por las contradicciones
propias de la izquierda mexicana, sin lograr concentrar los esfuerzos de todas
las organizaciones democráticas, progresistas, críticas y ciudadanas. Ahora, el
EZLN proponía la formación de un Movimiento para la Liberación Nacional,
encabezado por la propia CND y por Cuauhtémoc Cárdenas, pero convocando
a más amplios sectores de la sociedad. Proponía la creación de un gobierno de
transición para acabar con el sistema de partido de estado, reformar la ley
electoral, convocar a un constituyente para redactar una nueva Carta Magna,
reconocer la autonomía de las comunidades indígenas y reorientara el
programa económico del país favoreciendo a los sectores más desposeídos.
De inmediato, la Secretaría de Gobernación emitió un comunicado de
prensa en el cual, aún no compartiendo “los juicios” expresados en esa
declaración, insistía en su vocación de paz y pedía a la Conai que interviniera
para que se estableciera de inmediato un diálogo.

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El miembro más visible de la Conai, Samuel Ruiz, llevaba ya doce días de
ayuno. Por su parte, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad
sostenía otro ayuno en el Ángel de la Independencia, encabezado por la actriz
yucateca Ofelia Medina, demandando el retiro de los soldados a sus cuarteles,
reanudación del diálogo con una agenda aprobada y que se reconociera a la
Conai como mediadora en el conflicto.
Marchas, ayunos diversos y un clamor constante en los medios impresos
por la paz daban al EZLN la posibilidad de establecer una nueva tregua.
Tocaba al gobierno dar el siguiente paso.
El 3 de enero, Samuel Ruiz levantaba su ayuno al considerar que se
alejaba la dinámica de la guerra y se veían signos alentadores para una tregua
más amplia.
Era sintomático que la Comisión Legislativa de Diálogo y Conciliación o
Comisión Plural, formada a instancias del Presidente con legisladores de todos
los partidos, dijera el 5 de enero no sólo que instaba al diálogo “directo”, sino
que “las condiciones están maduras para una gran reforma política”.
El 6 de enero, el EZLN prorrogaba la tregua hasta el día 12 de enero, pese
a que denunciaban que continuaban los avances del ejército, vuelos
intimidatorios y detenciones de civiles. Además insistía en los tres puntos
mencionados en la tregua del 30 de diciembre, de los cuales sólo se había
cumplido el reconocimiento a la Conai como mediadora. De inmediato, la
Secretaría de Gobernación dio a conocer su beneplácito, señalando sin
embargo que el ejército no había realizado avances.
Las acciones de hostigamiento denunciadas por el EZLN se corroboraban
con las observaciones del Grupo Plural de Observación por la Paz en Chiapas,
que denunciaban cateos, interrogatorios y detenciones al amparo de la
campaña de obras de servicio social emprendida por el ejército en la zona.
Ante la nueva tregua y el anuncio de inminentes negociaciones, los 23
ayunantes del Ángel rompieron finalmente su ayuno el 7 de enero. Al día
siguiente, la Secretaría de la Defensa Nacional anunciaba el relevo de Miguel
Ángel Godínez, encargado de la Séptima Región Militar y por tanto al frente
de las acciones contra el EZLN desde el 1º de enero de 1994, por el general
Enrique Reta Castillejos, sobre cuya biografía se mantuvo una estricta reserva.
La otra guerra, la de las “guardias blancas” y las fuerzas de seguridad de
Chiapas contra las organizaciones campesinas y sociales, no cesaba. Las
tomas de alcaldías por parte de campesinos, organizaciones sociales y
militantes perredistas, así como la ocupación de tierras reclamadas como

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propiedad comunal detentada por finqueros y ganaderos, resultaban en
violentos desalojos cotidianos y una escalada de enfrentamientos.
Así, el 10 de enero un grupo de perredistas intentó tomar el palacio
municipal en Chicomuselo, la policía abrió fuego y en el enfrentamiento
resultante murieron dos perredistas, dos civiles y dos policías. Mientras el
gobernador Eduardo Robledo y su secretario de Gobierno Eraclio Zepeda
negaban la existencia de grupos paramilitares formados y pagados por civiles
(las guardias de los ganaderos acusadas de haber mantenido el control de la
entidad durante décadas), el 11 de enero se daba a conocer la actuación en
Chicomuselo de la Alianza de Propietarios Rurales, comandada por Guillermo
Ruiz Macías y con unos 400 efectivos equipados con fusiles de uso exclusivo
del ejército e identificados con un listón rojo. La organización, formada por
ganaderos, declaraba a El universal que buscaba “proteger los intereses del
pueblo y de los mexicanos”. Esta organización actuaba en coordinación con la
Policía Judicial Estatal.
El mismo 11 de enero, el investigador de Amnistía Internacional Morris
Tidball aseguraba que en el enfrentamiento en Chicomuselo habían
participado guardias blancas identificados con un brazalete rojo (LJ).
Una nueva prolongación de la tregua del EZLN, del 12 al 18 de enero,
abría las puertas al diálogo.

De vuelta al diálogo
Los analistas coincidían desde el inicio del sexenio en que el nuevo secretario
de gobernación Esteban Moctezuma era políticamente demasiado inexperto
como para asumir la cartera dedicada precisamente a la gobernabilidad interna
del país. Antecedido por secretarios como Fernando Gutiérrez Barrios,
Gustavo Díaz Ordaz, Manuel Bartlett y Patrocinio González Blanco Garrido,
se le imaginaba presa fácil de cualquier trastorno político, por no decir de una
tempestad.
El 14 de enero, en un comunicado, el EZLN anunciaba el diálogo,
señalaba que no realizaría “tratos con el supremo gobierno a espaldas del
pueblo de México” y garantizaba la seguridad de los representantes
gubernamentales. La acción más audaz por parte del gobierno fue que el
propio secretario Moctezuma acudiera el 15 de enero a la cabeza de la
delegación. Y lo más notable sería el ambiente de confianza que logró
establecer, algo que antes sólo había conseguido el primer mediador, Manuel

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Camacho Solís. Los comunicados resultantes del diálogo (uno de cada
instancia) eran tranquilizadoramente optimistas.
Durante cuatro horas dialogaron tres representantes de cada instancia
(Segob, Conai y EZLN). Era el primer encuentro del gobierno con el EZLN
desde el 3 de mayo de 1994. El único punto de la agenda era cómo lograr la
distensión y alejar el peligro de enfrentamientos, aunque se manejaría
extraoficialmente que se había hablado de investigar a los grupos armados de
los ganaderos, las “guardias blancas”.
Por su parte, la Secretaría de la Defensa anunciaba que mantendría el cese
unilateral del fuego.
Un día después, la Secretaría de Gobernación anunciaba los cinco
acuerdos de la reunión: retiro del ejército de Larráinzar y Simojovel,
restricción de patrullajes militares a carreteras, ratificación del cese unilateral
al fuego por parte del gobierno, autorización para que la Cruz Roja
Internacional siga actuando en la zona y ratificación de la Conai como
mediadora en el conflicto.
Por su parte, el EZLN se comprometía, según comunicado del 16 de enero,
a no atacar al ejército, no obstruir las vías de comunicación, desminar los
accesos a territorios zapatistas, no tomar edificios públicos, respetar a la
población civil que no simpatiza con los rebeldes, dar facilidades a la Cruz
Roja para sus acciones y aceptar la mediación de la Conai dándole garantías
para verificar el cumplimiento de esos puntos. Estas medidas tenían carácter
de indefinidas, lo que representaba una nueva tregua. En otro comunicado,
una frase esperanzadora. “El EZLN reconoce los esfuerzos serios y el ánimo
sincero de los representantes gubernamentales por encontrar caminos
verdaderos al diálogo y ala paz justa y digna”.
Era, así se consideraba incluso por algunos en el campo de la “mano dura”,
un triunfo para la conciliación promovida por Ernesto Zedillo por medio de
las cartas intercambiadas con el EZLN desde septiembre.

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2. Del desencanto a la rebelión

Ningún gobierno en la historia moderna de México había invertido tanto


capital económico y político para ganarse la popularidad, la confianza y la
credibilidad de los mexicanos como el de Carlos Salinas de Gortari.
Con programas como Pronasol y Procampo, con una campaña incesante en
los medios de comunicación a cargo de entusiastas a sueldo y convencidos
más o menos gratuitos, con mensajes constantes de los funcionarios
mexicanos y la comunidad financiera internacional (magnificados y
destacados en la prensa nacional), con acciones de Relaciones Públicas como
la entrevista en la que Rolando Cordera (miembro de la revista .exos,
elemento central del apoyo al sistema) y Ricardo Rocha (una de las cartas
medianamente respetables de Televisa) resumieron con el Presidente saliente
los logros deslumbrantes de su gestión, se alcanzó esa confianza, esa
credibilidad y hasta parte de la popularidad ansiada.
Muchos grupos que fueron duramente afectados por los reajustes
neoliberales a partir del establecimiento del PIRE (Programa Inmediato de
Reordenación Económica, el programa de emergencia de Miguel de la
Madrid) en 1982, depositaron finalmente su confianza en Carlos Salinas a
fuerza de la campaña de medios, el clientelismo y la capacidad propia para la
esperanza.
Además de los votos del miedo, sin duda cuantiosos, muchos sufragios que
se emitieron en favor del PRI el 21 de agosto de 1994 fueron una expresión de
confianza y esperanza, de deseos de que EZPL hiciera efectivos los cheques
de prosperidad a futuro emitidos por Carlos Salinas, aunque no alcanzaran el
nivel de “referéndum sobre el gobierno salinista” que algunos entusiastas
proclamaron.

La verdadera crisis
Más allá del golpeteo económico, de la cancelación de perspectivas a futuro;
más allá de que los críticos tuvieran o no razón, más allá de las

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consideraciones financieras o políticas, el golpe de la devaluación en dos
etapas (el 19 y el 21 de diciembre) y el anuncio de que “no somos un país
rico” tuvieron un atroz efecto en el ánimo popular, sobre el presidente Zedillo
pesaban los seis años anteriores. La sensación generalizada era que el país
había sido víctima de un engaño colosal, y los mismos que en pláticas de
amigos hablaban de las bondades del salinismo pasaron al uso de epítetos
ofensivos para referirse al grupo en el poder.
Los grandes empresarios nacionales y extranjeros exigían la entrega
inmediata e incondicional del país (“¡Que se venda Pemex!”, exigían por boca
de sus voceros). Los políticos priístas encargados de las loas al salinismo le
dieron súbitamente la espalda y omitieron la defensa del expresidente cuando
el PRD emprendió una fuerte ofensiva en la tribuna de la Comisión
Permanente del Congreso. Algunos se comieron sus palabras y atacaron, como
el Gobernador del Estado de México, Emilio Chuayfett. La excepción de la
lealtad acrítica fue la presidenta del PRI, María de los Angeles Moreno, que
constante aunque discretamente defendió a Carlos Salinas. Los dirigentes
panistas se contradijeron alegremente: mientras algunos apoyaban las
demandas de un juicio político contra CSG, otros (como el presidente del
partido, Carlos Castillo Peraza) aseguraban que el juicio debía darlo la historia
y los más cautos señalaban que había que investigar a ver si procedía alguna
demanda. En el PRD se acentuaba el enfrentamiento entre quienes buscaban el
diálogo con el Presidente y quienes recelaban de él e insistían en la
inflexibilidad, exhibiendo sin cautela alguna las pugnas interiornas de su
partido.
Pero la falta de defensa del salinismo en el momento de la crisis redundó
paradójicamente en una merma de la credibilidad en el gobierno zedillista.
Evidentemente eran los mismos, los apellidos lo certificaban más allá de toda
duda. De ahí que en la defensa del nuevo régimen, el priísmo insistiera: “no es
momento de buscar culpables”. Era indispensable exonerar hacia atrás sin
repartir responsabilidades y hacer llamados a la unidad que, por lo mismo,
sonaban poco sustanciosos, como si quien los hiciera no creyera en ellos o,
vaya usted a saber, acabara de colgar el teléfono ordenándole a sus corredores
de bolsa la venta de todo su portafolio de inversiones en México.
Los errores políticos en el manejo de la crisis, desde la forma en que el
Secretario Serra Puche hizo el anuncio de la devaluación, se fueron
multiplicando, creando la sensación generalizada de que había un problema de
conducción del país. Una caricatura de Falcón (RE) mostraba al Presidente

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Zedillo con el timón, pero sin barco. El avezado analista Raymundo
Rivapalacio hablaba de un “kindergarten” de bisoños políticos en Los Pinos,
asesores con altas calificaciones económicas pero cero experiencia en el
manejo del poder.
El costo político se presentaba alto. Más, quizá, que el costo económico.

Un acuerdo más
De pronto el país se veía de nuevo ante la necesidad de firmar un acuerdo
entre los sectores (empresarios, obreros y campesinos) para enfrentar la
emergencia económica.
El 2 de enero, los representantes de los sectores se reunieron con Santiago
Oñate, secretario del Trabajo, y Guillermo Ortiz, titular de Hacienda. Los
líderes empresariales llegaban indignados y, gracias a Salinas, más poderosos
que nunca, con sus filas reorganizadas y con una clara orientación respecto a
lo que le demandaban al gobierno, lo que hacía poco importante que su
representatividad real fuera mucho menor a la que se adjudicaban. Los
representantes de obreros y campesinos llegaban débiles y su cuestionable
representatividad era un lastre mayor en la negociación, pero estaban
indignados también porque habían esperado que la anunciada recuperación (la
que ya no vendría) los reivindicaría ante la historia y, quizá, ante sus propios
representados reales o supuestos. Habían aceptado sin protestar la demolición
del sindicalismo, la pulverización del sector popular y las reformas al artículo
27 constitucional que, para todo efecto, rompían toda liga entre el gobierno de
los economistas y la sospechosísima revolución mexicana. A cambio, además
de prebendas, se les había ofrecido que sus representados —pasado un
prudente tiempo de inevitables sacrificios— descubrirían en sus bolsillos y su
capacidad de consumo y acceso a bienes y servicios las maravillas del
esquema diseñado en Chicago.
Usando el procedimiento habitual, los representantes de obreros,
trabajadores y campesinos se reunieron en una sala, los empresariales en otra
y los representantes del gobierno, mediando, tendrían la responsabilidad de
presentar propuestas, escuchar contrapropuestas y llevarlas al otro salón, hasta
llegar a un consenso entre los dos grupos.
Las propuestas esenciales del documento presentado a los sectores por el
secretario de Hacienda Guillermo Ortiz eran mantener la flotación del peso,
aceptar aumentos de precios, no aumentar salarios y a cambio ofrecer un
sistema de “bonos por productividad”, disminución del gasto público,

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aumento a los precios y tarifas del sector público, endeudamiento por 18
MMD, privatización de puertos aéreos y marítimos, ferrocarriles y servicios
públicos.
Las pláticas se prolongaron, revelando un desacuerdo sin precedentes. Si
antes el secretario del Trabajo, Arsenio Farell, llegaba con una propuesta que
se firmaba prácticamente a ciegas, ahora había discusión y reticencias. No
había enfrentamiento de posiciones encontradas, nadie criticaba a fondo el
modelo económico asumido, pero la implementación del acuerdo dentro de los
límites del neoliberalismo más ortodoxo ponía en peligro la posición política
de los representantes de los obreros y campesinos. En resumen, la contención
de salarios y los aumentos de precios indispensables para retirar pesos de la
circulación y hacer el ajuste monetario que —en teoría— salvaría la economía
del país, podría provocar la insubordinación de trabajadores, obreros y
campesinos. ¿Cómo justificar a la hora de las declaraciones la firma de un
acuerdo que afectaría sin discusión la economía, la forma de vida y las
expectativas de sus —de nuevo hipotéticos— representados?
La reunión comenzó a las 9 de la mañana y el secretario del Trabajo
Santiago Oñate Laborde esperaba tener el acuerdo firmado en dos horas y
media.
A las cinco de la tarde, Fidel Velázquez abandonó el recinto por un
malestar menor y declaró que “aún no había acuerdo”. Adentro, los dirigentes
obreros habían llegado a anunciar la inaudita decisión de no firmar hasta no
presentar el proyecto del AUSEE (Acuerdo de unidad para superar la
emergencia económica) al pleno del Congreso del Trabajo, para volver con
sus contrapropuestas al día siguiente. Esto ponía en riesgo los proyectos del
secretario de Hacienda de dar a conocer el acuerdo de inmediato para
tranquilizar a los inversionistas en Nueva York y Londres. Y además, les
recordaba el secretario Oñate, ya se había anunciado un mensaje presidencial
para las 19:00 horas, que se pospuso hasta ocho veces.
Fidel Velázquez, que había sido defensor incluso de la posible reelección
salinista, lo dijo abiertamente: “Nos engañaron, compañero”.
Sin Fidel, los representantes de los trabajadores se rebelaron aún más
firmemente, y los representantes campesinos descubrieron la posibilidad de
usar la voz para algo más que para apoyar al gobierno. Hubo cambios: el
documento se comprometía a no privatizar el Instituto Mexicano del Seguro
Social (IMSS), no mencionaba el tope salarial de 4% de aumento, sino que se
refería a complementar el magro 7% acordado en septiembre con “bonos e

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incentivos de productividad” acordados de acuerdo a una nueva Comisión
Nacional de Productividad. Sólo el señalamiento del IMSS era trascendente.
Por lo demás, mientras los salarios quedaban congelados, los empresarios
quedaban en libertad de aumentar sus precios, haciendo “un esfuerzo
extraordinario” para no subirlos “injustificadamente”, sin especificar cómo se
medía la justificación. Además se acordaba privatizar los ferrocarriles y la
distribución de energía eléctrica, y abrir hasta el 100% la inversión extranjera
en bancos. Adicionalmente, el gobierno se comprometía a crear 700 mil becas
para capacitación de trabajadores desempleados, 200 mil más de las
originalmente planeadas.
Desgastados, hacia las cuatro de la madrugada del día 3, los representantes
de los trabajadores cedieron y firmaron, con excepción del líder del Sindicato
Mexicano de Electricistas, Pedro Castillo, que condicionó su firma a la
aceptación de la asamblea del sindicato (misma que rechazó el AUSEE el día
5).
Por fin, a las 14:30 del 3 de enero el Presidente dio su mensaje a la nación
como testigo de honor del AUSEE. Además de dar un disagnóstico sobre la
situación y repetir que la estrategia gradual para enfrentar el déficit de cuenta
corriente “no pudo sostenerse” (como lo había dicho Serra Puche asumiendo
la responsabilidad en su carta de renuncia), anunciaba sacrificios “para todos”,
reconocía “efectos dolorosos” y daba la puntilla al sueño salinista: “El
desarrollo de México exige reconocer, con todo realismo, que no constituimos
un país rico, sino una nación de graves necesidades y carencias”. Los “mitos
geniales” dejaban de serlo. La realidad llegaba de golpe, acaso más duramente
que en los días mismos de la devaluación, porque era la voz del presidente la
que negaba lo que su antecesor había afirmado. Además, consecuente con su
proyecto democratizador, convocaba a la coparticipación del Poder
Legislativo en el manejo de la crisis y llamaba “a todos los partidos políticos,
a sus dirigentes y militantes, a todos los actores sociales, incluso a quienes se
han inconformado apartándose de la vida institucional, para que de inmediato
iniciemos la discusión franca, abierta, respetuosa e intensa de todos los temas
que pueden contribuir a fincar la democracia que merecemos los mexicanos”.
El llamado a los opositores y al EZLN era insólito y abría nuevas
posibilidades de diálogo.
Sin embargo, los aspectos económicos del mensaje —que según Carlos
Ramírez (EF) fue redactado por José Córdoba Montoya— provocaron una
caída inmediata en la bolsa que se agudizaría en los días siguientes. Nadie

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creía, al parecer, que el AUSEE lograría que se recuperara la estabilidad en un
plazo breve, con efectos mínimos de la inflación, como era el propósito
declarado del acuerdo. La influyente correduría Solomon Brothers reaccionó
aconsejando a sus clientes no invertir en México, mientras que Goldman
Sachs se negaba a hacer comentarios y los papeles mexicanos que cotizan en
la bolsa de valores de Nueva York se desplomaban. El AUSEE fue de
inmediato atacado por varios frentes, entre analistas locales y extranjeros. Para
algunos, cancelaba el futuro de los trabajadores y se excedía en sus
concesiones al capital. Para otros, en México y en Estados Unidos, era
insuficiente y debía incluir la privatización de Pemex y más concesiones al
capital.
Una vez más, nadie quedaba satisfecho. Una encuesta de Reforma entre
“114 especialistas financieros y empresarios” revelaba que sólo el 37% de los
encuestados consideraban que el plan propuesto por el gobierno era el
adecuado para enfrentar la crisis.
El 4 de enero, el secretario de Hacienda viajaba a Nueva York para
convencer a los inversionistas de volver y explicar el AUSEE. El 6 de enero
se anunciaban éxitos en sus reuniones, en algunas de las cuales estuvo
acompañado por el presidente de Telmex, Carlos Slim Helú (LJ).

El documento que fue y no fue


Si la tardanza en la iniciación del diálogo en Chiapas exacerbó el conflicto y
generó temores, la prolongación sin explicaciones de la reunión para definir el
acuerdo generó inquietud en los mercados financieros. Acaso por eso se
autorizó, el 3 de enero, el envío a las casas de bolsa y asesores financieros
estadunidenses y europeos un documento con los términos del pacto como si
ya fuera un hecho. Entre otros puntos, el documento en inglés señalaba que el
impuesto sobre la renta (ISR) aumentaría del 34 al 35%.
El documento enviado a los principales miembros de la comunidad
financiera estadunidense no tenía realmente grandes diferencias con el
finalmente firmado. Sin embargo, adquirió importancia porque fue
reproducido el 4 de enero en Reforma y El economista, y la reacción de las
autoridades fue incierta. La SHCP primero negó la existencia del mensaje,
poniendo en duda la integridad periodística de quienes lo habían dado a
conocer. Luego, enfrentada ya no a una, sino a dos versiones del pacto (la
primera circulada la noche del 2 de enero) la Secretaría del Trabajo intentó
atribuir la transmisión via fax de los documentos a “un error” de un

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funcionario menor de su oficina, pese a que los envíos los había hecho la
Secretaría de Comercio a través de su oficina en Washington (EF).
Los mismos destinatarios del documento se inquietaban y se molestaban al
enterarse de que se les había enviado un texto que no correspondía con el que
se había firmado, lo que se interpretaba como una crisis informativa
sintomática de las dificultades de gobierno que trascendían los aspectos
meramente financieros. Como el 19 de diciembre, nadie les había explicado
por qué se posponía una y otra vez el mensaje presidencial previsto para las
siete y media de la noche.

El ocaso de los doctores


De José Córdoba Montoya se sabía que no había terminado sus estudios de
doctorado, pero ello jamás pasó de ser un breve escándalo de prensa.
Eso mismo parecía que iba a ocurrir cuando, el 9 de diciembre, Reforma
indicaba que en la Universidad de Harvard desmentían que Fausto Alzati, el
nuevo Secretario de Educación Pública y ex director del CONACyT, hubiera
recibido un doctorado en economía política y gobierno de esa institución en
1987, como se señalaba en el Diccionario biográfico del gobierno mexicano.
Sin embargo, el escándalo Alzati fue creciendo en las semanas siguientes.
No sólo tuvieron espacio en la prensa quienes recordaban la insistencia del
funcionario en que lo llamaran “doctor”, sino quienes señalaban cuán estricto
había sido en el CONACyT para el otorgamiento de becas, excluyendo del
organismo promotor de la ciencia a todos los que no tuvieran mestrías o
doctorados. Más aún, había expulsado del Sistema Nacional de Investigadores
a los “simples licenciados” y a los doctores de instituciones que consideraba
menores, como ls UNAM y el Colegio de México.
Fausto Alzati se apresuró a admitir que no había realizado la defensa
formal ni el registro de los libros, pese a que incluso había presentado su tesis,
pero el escándalo no cesó, y la ola rompió cuando se descubrió que
adicionalmente nunca había terminado su licenciatura en derecho en la
UNAM, pese a lo cual había realizado en Harvard una maestría que sí terminó
y los estudios de doctorado inconclusos con una beca económica del
CONACyT.
En la tribuna de la Cámara de Diputados, el exlíder estudiantil del 68
Salvador Martínez Della Roca exigía que se investigara si Alzati había pagado
la beca-crédito con la cual había realizado sus inconclusos estudios en

49
Harvard, y exigio su renuncia por mentir firmar documentos con un título que
no tenía.
Acaso no era extraño que urgiera a muchos fingirse doctores, ya que los
grados inferiores no eran bastantes para aspirar a puestos públicos desde el
sexenio de Miguel de la Madrid. El sexenio de los doctores, el de Salinas,
había dejado claro ante la población que los altos grados académicos
obtenidos en las universidades favoritas del priísmo (Harvard, Yale, Stanford)
no eran garantía de capacidad. La mentira en aras del puesto (y no la falta
misma del doctorado) provocó una reacción creciente contra Fausto Alzati.
Ofensiva para muchos resultó la explicación que Fausto Alzati dio a La
jornada acerca de por qué no se había titulado como licenciado en derecho:
“Ya estaba trabajando y no tenía el tiempo suficiente para llevar un curso de
horas diarias de clases, además de que en ese entonces tuve una oportunidad
de trabajo espléndida. Me ofrecieron un buen nivel en la Secretaría de
Hacienda, que no estaba dispuesto a dejar, además de que para ese entonces
me casé”.
El 22 de enero, sin dar explicaciones, Fausto Alzati “renunciaba”,
disparando los primeros enroques del sexenio: Miguel Limón Rojas pasaba de
la Reforma Agraria a Educación, Arturo Warman pasaba de Agricultura a
Reforma Agraria y entraba a Agricultura Francisco Labastida.

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3. La reforma apresurada

Al tiempo que la crisis económica florecía y México era fustigado en la prensa


internacional con el mismo entusiasmo con el que había sido loado por poner
en marcha el programa económico que estalló a fines de diciembre, Ernesto
Zedillo impulsaba su reforma política.
La convocatoria denominada “incluyente” para integrar a las filas del
gobierno a miembros de los principales partidos opositores, PAN y PRD, no
halló eco en este segundo partido. Uno de sus militantes, llamado a ser
Secretario de Ecología del gobierno del DF optó por no aceptar por cuestiones
partidistas. Alejandro Ordorica, quien había competido por una diputación
bajo el emblema del PRD, aceptó el puesto de delegado en Tláhuac, pero
quedando claro que no era militante del PRD, sino parte de los ciudadanos
“externos” a los que dicho partido ofreció su apoyo.
Por parte del PAN, además de la titularidad de la PGR, se reforzaba la
estrecha cercanía que muchos hallaban cada vez más sospechosa pero que sin
duda daba cierto apoyo político al nuevo Presidente, aunque se limitara a la
eficacia del partido blanquiazul en las elecciones, ya que su capacidad de
movilización política se limita a algunas entidades.
Por ello no dejaba de ser novedoso que el 30 de diciembre, en
Villahermosa, epicentro del terremoto tabasqueño, el mismo día que tomaba
posesión Roberto Madrazo, Cuauhtémoc Cárdenas hablara de un pacto
político de carácter democrático.
Las acciones hacia la reforma fueron aceleradas, casi atropelladas, y quizá
en ello influyó precisamente la crisis económica y la frágil posición en la que
quedaba el Ejecutivo.
Lo extraño de la nueva reforma no era, claro, la presencia del PRI y la
costumbre de la docilidad, ni la del PAN (ya aliado más que opositor) o del
PT (organismo de extraños orígenes y dudoso financiamiento, ambos
atribuidos por la crítica al propio PRI y en particular a los hermanos Carlos y
Raúl Salinas de Gortari), sino la del PRD, partido que pese a sus pugnas

51
internas (rescoldos de los estilos más lamentables de la izquierda) se rehusó
siempre a entrar en componendas y “concertacesiones” para obtener
posiciones políticas, incluso de frente a la propuesta de la “política
incluyente”.
Esa presencia era, al menos en la foto, un triunfo de Ernesto Zedillo, su
primer triunfo político.

Hablar con el PRD


Desde la toma de posesión, y según algunos desde antes, el nuevo Presidente
buscó establecer pláticas con los acérrimos enemigos del PRI y en particular
de Salinas: el PRD. Si el nuevo presidente habría de cumplir su propósito
tantas veces declarado de establecer una auténtica transición democrática,
debía incluir al PRD o sufrir, multiplicadas, las consecuencias ya conocidas
por su antecesor, sobre todo en el desprestigio internacional.
El antecedente era una guerra sorda de Carlos Salinas de Gortari contra el
PRD y en particular contra Cuauhtémoc Cárdenas, que se había resuelto en las
declaraciones del exmandatario al término de su último informe de gobierno
respecto a los legisladores perredistas: “ni los veo ni los oigo”. Si se refería
solamente al momento de la lectura del informe, cuando concentrado como
todo actor no repara en el público, o estaba dando voz a una política sexenal
evidente, no importaba: la frase entró al museo nacional de las observaciones
agudas pero desafortunadas.
Pero el enfrentamiento iba más allá. El encono de Salinas ante el hecho de
que nadie podía negar el fraude de 1988 y la autoridad moral que había
adquirido Cuauhtémoc Cárdenas le resultaban intolerables. Toda oportunidad
de golpear políticamente al PRD fue aprovechada, e ignorada toda posibilidad
de establecer una plataforma para la transición a la democracia que incluyera a
cualquier perredista. Hubo coptaciones para que algunos desertaran hacia las
filas del PRI. Pero sobre todo hubo casi 300 asesinatos de líderes y
simpatizantes perredistas durante el sexenio de CSG. Y casi todos habían
quedado impunes.
Los resquemores del PRD no eran, pues, resultado de la supuesta
obcecación que se promovió en la campaña publicitaria salinista, sino una
preocupación con bases reales.
La posibilidad de establecer pláticas con el gobierno generaron disputas
dentro del PRD, donde en términos generales se expresaron dos corrientes,
una que privilegiaba el diálogo y otra que sostenía la necesidad de mantener

52
los principios y desconfiar del gobierno al menos hasta que hubiera señales
claras de que habría una nueva actitud. Para la primera, el diálogo con Zedillo
era una reacción adecuada a la coyuntura si el resultado era una transición
ordenada y confiable hacia la democracia, y hasta una justificación a la
precarias condiciones en que el partido había dado la lucha. Para la segunda,
el diálogo con un gobierno priísta significaba por principio una claudicación
que abría el peligro de las concertacesiones al estilo panista y los intentos de
coptación por parte del régimen, e incluso una traición a quienes habían
pagado con la vida el delito de ser opositores al gobierno.
Ambas corrientes se sustentaban en buenas razones, pero sus roces
públicos ayudaron en poco a la imagen del PRD, sobre todo en un ambiente
político habituado a la unanimidad y a la falta absoluta de criterios propios
entre los integrantes de una corriente política. Así se revelaba cuando el
reconocimiento del senador perredista Cristóbal Arias al presidente Zedillo
por sus intentos de diálogo en la primera reunión de los senadores con el
Presidente le costó sufrir una serie de ataques, incluido el de la también
senadora perredista Irma Serrano, cuyo análisis de la actitud de su compañero
concluía que éste había dicho “una bola de sandeces”. En respuesta, Cristóbal
Arias se refrendaba como partidario del diálogo y explicaba la “honda crisis”
que veía entre los “confrontacionistas” y los “dialoguistas” (UU).
El descontrol fue mayor cuando el líder perredista en el Distrito Federal,
René Bejarano, anunciaba que el día 11 se realizaría un encuentro entre el
presidente Zedillo y el presidente del Consejo Nacional del PRD, Porfirio
Muñoz Ledo. Aunque las pláticas ya estaban avanzadas, tanto Gobernación
como el PRD se apresuraron a desmentir la versión, señalando sin embargo
que estaban abiertas las vías para la reunión.
Elemento clave en las pláticas para la reforma democrática eran sin duda
las negociaciones paralelas que buscaban desactivar los conflictos electorales
de Chiapas y Tabasco, pero al fin se logró el diálogo.
El 13 de enero, la mayor parte de la dirigencia perredista se reunió a puerta
cerrada con el Presidente. El presidente Zedillo se comprometió a no
desnacionalizar “nuestras industrias estratégicas en el campo energético”,
insistió en la necesidad de la reforma política y escuchó las demandas
perredistas respecto a los conflictos de Chiapas, Veracruz y Tabasco.
Satisfecho, el presidente del CEN perredista, Porfirio Muñoz Ledo, señaló
que se había inciado una relación madura entre su partido y el gobierno.

53
Ambas partes anunciaron nuevas reuniones que ya no se darían en los
primeros 101 días del gobierno de Zedillo.

La firma del AP


Las reuniones del presidente Zedillo con el PRI, el PAN y el PT no
representaban mayor problema una vez salvado el escollo perredista. El día 16
de enero, la presidenta del PRI María de los Ángeles Moreno anunciaba, en su
reunión con el Presidente, que su partido estaba “listo para emprender esta
reforma electoral definitiva”.
El acuerdo firmado por los cuatro partidos proponía un diálogo nacional
para la reforma política, la reorganización de las relaciones entre poderes,
entre federación, estados y municipios, y una reforma electoral urgente.
Era un documento ambicioso en cuya creación y firma el presidente
Zedillo había empeñado gran parte de sus esfuerzos y voluntad política. Por
ello lo llamaba, con orgullo, “el primer paso hacia la unidad para la
democracia que México demanda”.
En la ceremonia, Muñoz Ledo dijo que el hecho “se inscribe en la historia
del país, cualquiera que sea su desenlace, como un impulso irreversible para la
transición de México hacia la democracia, o tal vez como el último empeño
para salvarlo de la ingobernabilidad y de la abdicación frente a intereses
ajenos”. El panista Castillo Peraza advirtió: “firmamos advirtiendo que en el
proceso que estos compromisos deben iniciar no cabe el doble lenguaje de
ninguna de las partes, ni la amienaza ni el chantaje”. La priísta De los Ángeles
Moreno indicó que su partido “no teme al debate, porque nos animan
convicciones profundas, experiencias perdurables y sólidas alianzas con los
sectores progresistas del país”.
Pero el entusiasmo desbordante quedó reservado a algunos de los
asistentes que, a modo de testigos, fueron apresuradamente convocados.
Octavio Paz, especialista en capitalizar sus diferencias con el sistema que lo
ha cobijado, parecía deslumbrado y desgranaba adjetivos: “un acontecimiento
de excepcional importancia”, “algo que puede ser definitivo para México”, “es
la fundación de una nueva cultura política en México y en esto me parece que
es un paso definitivo a lo que llaman refundación de la República”. El
expresidente del PAN, artífice la nueva relación entre su partido y el PRI, no
temía a la exageración: “Es el espíritu de la Moncloa”, declaraba. Enrique
Krauze también buscaba coptar a la Historia: “Creo que es el primer acto
genuinamente democrático que ocurre en Los Pinos desde 1934”. La

54
moderación fue sólo rescatada del mar de hipèrbole por Carlos Monsiváis,
quien señaló: “Fue un acto importante y significativo. Si es o no histórico lo
sabremos cuando esté en construcción la verdadera confianza política y esté
en consenso esa democracia de que se habló.”
Había también de pronto la urgencia de negar la influencia de las fuerzas
de izquierda en la construcción de la democracia súbita, de reducir el acuerdo
a una graciosa concesión aprovechada por el PRD. Por ello, Octavio Paz
declaraba que a través del PRD “finalmente la izquierda mexicana ha
redescubierto la democracia” (EF). Es decir, la democracia no se empezaba a
configurar gracias a la exigencia permanente de libertades democráticas de
cada vez más amplios sectores de lo que solía llamarse izquierda, sino que, al
revés, era la izquierda la que de pronto, en su deambular azaroso, se tropezaba
de pronto con la democracia que siempre había estado allí, construida acaso
con la tinta y la saliva de los críticos light y tolerables como el propio Paz, y
no precipitada por quienes han enfrentado al sistema desde posiciones mucho
menos cómodas e impunes.
En todo caso, con distinta intensidad y desde posiciones encontradas, todo
mundo celebraba la posiblidad de la democracia por la vía del diálogo.
Después de todo, era precisamente la presencia del tan vituperado PRD la que
daba verdadero significado, esperanza acaso, al nuevo pacto.
Poco duraría el entusiasmo, tanto el cauto como el vibrante, expresados los
días 17 y 18 de enero.

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4. Priístas en rebelión

Tabasco: negociación molotov


Desde antes incluso de las elecciones en Tabasco, el 20 de noviembre, se
iniciaron las pláticas con Andrés Manuel López Obrador, el antiguo priísta
que durante años había construido en Tabasco un PRD sólido con amplias
bases populares y que era candidato por segunda vez a la gubernatura. En
medio de numerosas denuncias de fraude, sin embargo, se daclaró triunfador
al candidato priísta Roberto Madrazo Pintado, quien había sido operador
electoral del PRI en las elecciones para gobernador en Michoacán que, según
muchos, le fueron robadas al perredista Cristóbal Arias en 1992.
López Obrador aseguraba haber ganado la gubernatura del estado en 1988
pero, víctima del fraude, vio el ascenso del priísta Salvador Neme Castillo y
su presión política fue tan poderosa que provocó la caída del gobernador
electo y la ascensión de Manuel Gurría Ordóñez (también del PRI) como
interino durante casi seis años.
La administración de Carlos Salinas había iniciado una negociación con el
perredista que parecía buscar agotarse en la mesa, llevar al cansancio, a la
posposición indefinida de las soluciones, como lo había hecho con la guerrilla
zapatista.
El nuevo secretario de gobernación, Esteban Moctezuma, llegó con una
línea distinta y aceleró las negociaciones desde antes, incluso, de las
elecciones, al reunirse con el candidato perredista. Después de las elecciones
se reuniría con él en una veintena de ocasiones.
Sin embargo, el diálogo no detuvo las acciones de presión de los
perredistas tabasqueños, que iniciaron un bloqueo a las instalaciones
petroleras de la entidad desde el día 8 de diciembre. El 13 de diciembre las
fuerzas de seguridad decidieron desalojar las instalaciones, encarcelando a 36
militantes perredistas acusados de varios delitos.
En los diálogos de Gobernación, según versiones del propio candidato
perredista, se llegó incluso a ofrecerle la gubernatura, pero la rechazó,

56
exigiendo elecciones. La insistencia en una solución de principios más que de
componendas, no cuadraba en el concepto del poder del sistema.
El 27 de diciembre se acuerda que Santiago Creel y José Agustín Ortiz
Pinchetti, consejeros electorales ciudadanos, realizarían un estudio para
determinar si las denuncias de irregularidades de López Obrador estaban
fundamentadas.

Las dos tomas de posesión


El 29 de diciembre, el presidente Zedillo tomaba la decisión (sin precedentes)
de anunciar que no asistiría ya a las tomas de posesión de gobernadores, como
acto de respeto a la soberanía de los estados. El mensaje, empero, se leyó
como la decisión de dejar solo a Roberto Madrazo con el problema
poselectoral en Tabasco, de frente a un plantón de miles de simpatizantes de
López Obrador.
La toma de posesión, deslucida por la ausencia del Presidente, fue un mero
trámite. El plantón perredista le impedía llegar al Palacio de Gobierno, y
Manuel López Obrador se había rehusado a asumir un cergo de “gobernador
alterno en rebeldía” porque no le veía utilidad.
A partir de la toma de posesión, se intensificaron las pláticas en la
Secretaría de Gobernación. La mayor parte de la primera quincena del año la
pasarían tnto el gobernador electo como su contrincante en la ciudad de
México. Los resultados del análisis de las elecciones encargado a Creel y
Ortiz Pinchetti avalaban irregularidades bastantes como para justificar la
anulación de las elecciones, si no legalmente, sí moralmente.
Según La jornada, para el martes 17 se le habían ofrecido a Madrazo tres
salidas: un nombramiento en la Secretaría de Energía o de Educación (que
además relevaría a alguno de los secretarios que le causaban dolores de
cabeza al Presidente) que lo obligaría a pedir licencia o un acuerdo para
permanecer un año como gobernador y nombrar a un interino en 1996 para
convocar a elecciones extraordinarias.
Madrazo dio a entender que aceptaría y se retiró a considerar qué
propuesta aceptaría. Para algunos, ése fue el error máximo, ya que el
gobernador tuvo tiempo de convocar los apoyos necesarios y echar a andar los
mecanismos al parecer preparados con anticipación.
Al día siguiente, consciente de que había encendido la mecha en Tabasco,
Roberto Madrazo aceptó: no aceptaba una secretaría, ni aguardaría un año,
sino que renunciaría de inmediato para que se nombrara a un gobernador

57
interino que convocara a elecciones extraordinarias con mecanismos
electorales en Tabasco ciudadanizados para garantizar una elección limpia,
que López Obrador podría avalar aún si perdiera.
¿Acaso, como revelara el periodista Carlos Ramírez, en algún momento
previo a la firma de su renuncia, Roberto Madrazo realizó una visita a las
oficinas de Carlos Hank González y desde allí se fraguó la rebelión? ¿Fue la
presión sobre Madrazo para aceptar un acuerdo el gran argumento del
Presidente para conseguir la firma del PRD en el APN el día anterior?
En todo caso, Manuel López Obrador declaraba poco después que el
presidente Zedillo le había dicho personalmente, en la residencia de Los
Pinos, el 15 de enero, que se iban a respetar los compromisos sobre Tabasco
asumidos por el Secretario de Gobernación Esteban Moctezuma. Esos
acuerdos incluían la celebración de nuevas elecciones.
De inmediato, Roberto Madrazo partía a Tabasco para presentar su
“licencia” que se traducía en renuncia. A medio camino se le pidió volver, los
acontecimientos en Tabasco eran preocupantes y se había dado una
rectificación. Madrazo conservaría el cargo. Volvió a su estado fortalecido
ante “el centro” pero, claramente, rehén de los grupos de poder que le habían
permitido tomar posesión dos veces.

Tabasco bronco
Mientras se platicaba en Gobernación, la élite tabasqueña se movilizaba.
Desde el 9 de enero la Junta Coordinadora Empresarial de Tabasco emprendió
una ofensiva de desplegados protestando por las pláticas y exigiendo que la
solución no se diera “en el centro”, sino en Tabasco.
El ambiente se caldeó aún más cuando El sol de México, diario de Mario
Vázquez Raña, publicó el día 10 que Creel y Ortiz Pinchetti afirmaban que las
denuncias del PRD carecían de sustento y por tanto las elecciones eran
válidas. Mucho menos difusión recibió el desmentido de los consejeros el día
13.
Más desplegados, firmados por “La sociedad civil” y un fantasmal “Frente
amplio de ciudadanos”, que en el mismo tono de los “auténticos coletos” de
Chiapas, salían en defensa de las “buenas costumbres” tabasqueñas y contra el
PRD. Las frases sacadas de los manuales derechistas de los sesenta
evidenciaban el ánimo propagandístico: “¡Fuera comunistas!” (PR).
Proliferaban además las amenazas a periodistas y el 11 de enero un marino

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disparó contra militantes del PRD que bloqueaban el puerto industrial de Dos
Bocas, asesinando a uno de ellos.
Mientras tanto, en la Ciudad de México, el líder perredista Porfirio Muñoz
Ledo daba indicaciones de que una de las condiciones para el diálogo
sostenido dos días antes con el presidente Zedillo tenía que ver con Tabasco.
“Mañana van a ocurrir cosas y pasado también”, declaraba el día 16 (LJ).
Ocurrieron cosas, pero no ciertamente las que esperaba el dirigente
perredista.
El día 16, la cúpula priísta tabasqueña y los empresarios de la entidad
empezaron a reunirse para establecer un plan de acción, y al día siguiente
emprendieron una ofensiva en las emisoras radiofónicas de Tabasco a nombre
de la “sociedad civil”. Por su parte, el Congreso Estatal dominado por el PRI
se declaraba en “sesión permanente” y elpresidente estattal del partido
anunciaba “el PRI vela armas y ha convocado a sus comités en los 17
municipios del estado para iniciar movilizaciones en contra de la anulación de
las elecciones” (EF). Para el día 17 la rebelión estaba lista para dispararse,
sólo requería de una orden. Los personeros del cacicazgo tabasqueño, que
habían apoyado al candidato impuesto (como siempre) desde “el centro”,
estaban dispuestos a jugársela contra el centralismo y en defensa de sus
privilegios.
Finalmente, el 18 de enero el coordinador regional del CEN del PRI,
Manuel Ramos Gurrión, filtró a los diputados locales información en el
sentido de que Madrazo renunciaría, relacionando la decisión con la firma del
APN y pidiéndoles su apoyo. Como reacción, los empresarios y priístas
emprendieron una ofensiva de declaraciones sin precedente en la historia del
país. Amenazaban con salirse del PRI y formar un partido estatal, amenazaban
con la violencia para impedir que se fuera “su” gobernador, pero sobre todo
amenazaban con escindir a Tabasco de la Federación. De inmediato
establecieron un bloqueo carretero.
La rebeldía llegó a su límite político con un lenguaje desusado, alcanzó
tintes preocupantes con el intento de linchamiento del senador perredista
Auldárico Hernández, se convirtió en casi sublevación con la suspensión de
las actividades en Villahermosa y estalló en violencia el día 19 a las 11:30 de
la mañana, cuando un contingente de jóvenes presuntamente priístas y
encabezados por dirigentes priístas atacaron a los simpatizantes de Manuel
López Obrador que mantenían el plantón en la Plaza de Armas. Al grito de
“¡De pacifismo y prudencia ya estamos hasta la madre!”, el exdiputado federal

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Mario Ross, ebrio, según el subsecretario general de gobierno, Irving Orozco
(PR) lanzó a 200 individuos contra los perredistas. Para las 5:45 de la tarde ya
eran mil quinientos priístas los que, movidos por diputados locales, atacaban a
los perredistas, que optaron por sentarse en el suelo y no responder a la
agresión. Los líderes perredistas Auldárico Hernández, Darvin González y el
propio López Obrador (en un mensaje radiofónico desde México) decidieron
conminar a sus seguidores a retirarse para evitar un derramamiento de sangre.
Finalmente, los perredistas respondieron al ataque más intenso y
repelieron a pedradas a los priístas. Después, entre piedras, golpes de palos,
cocteles molotov y algún petardo lanzado desde los techos ocupados por las
fuerzas de seguridad, además de un ataque con gases lacrimógenos por parte
de la policía, los perredistas dejaron el lugar a los priístas, que robaron y
quemaron las pertenencias de los inconformes además de destrozar varios
automóviles mientras la Secretaría de Gobernación llamaba a evitar un
“enfrentamiento civil”.
Las fotografías mostraban que la mayoría de los “priístas indignados” eran
extremadamente jóvenes, todos urbanos, “priístas banda” valdríase decir.
Varias versiones señalaban que se trataba de pandilleros a sueldo que, luego
de desalojar la plaza, tuvieron arrestos para saquear los comercios aledaños a
la plaza de armas.
A las 8:40 de la noche, Roberto Madrazo Pintado entraba a Palacio (LJ).
La rebelión, acaso autogolpe había triunfado.
El 19 de enero, Roberto Madrazo declaraba al noticiero 24 horas que los
enfrentamientos se habían dado por culpa de los perredistas que habían
difundido el rumor de su renuncia. Nadie le preguntó cuándo se había afiliado
al PRD Manuel Ramos Gurrión.
¿Quién había autorizado tal movilización? ¿Con qué apoyo político del
más alto nivel contaba la poderosa oligarquía tabasqueña para emprender una
acción de tan graves consecuencias, retando sin precedentes a la autoridad
presidencial? ¿Tenía algo que ver la estrecha unión de los gobernantes y
magnates tabasqueños con el Grupo Atlacomulco o era ésta un delirio de los
opositores?
La rebelión en Tabasco no sólo consolidaba al gobernador priísta y al
grupo de poder que lo apoyaba, representaba una cuchillada mortal al
Acuerdo Político Nacional firmado dos días antes.

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La iniciativa privada, ganaderos y caciques de Chiapas, aprovecharon la
oportunidad para anunciar que harían lo mismo si se pedía la renuncia de
Robledo. Robledo aprovechó para declarar que no renunciaría.
Pensar en una reforma política de consenso con los partidos representaba
volver a empezar, ahora con la carga de desconfianza que dejaba el acuerdo
secreto incumplido.

Tabasco: en familia
Las redes de relaciones amistosas, de negocios y familiares entre priístas
destacados y empresarios beneficiados con contratos no son nada nuevo. El
estallido de la insubordinación priísta en Tabasco, sin embargo, permitió
revelar a la opinión pública el nivel de cohesión en el grupo dueño del poder
económico y político en la entidad, como un caso de estudio para luego
reanalizar las redes de poder en todos los estados y a nivel federal.
En un singular reportaje de Alvaro Delgado y Armando Guzmán, la revista
Proceso intentaba reconstruir las ligas entre unos y otros. Señalaba que
Alberto Banuet, quien fuera delegado de la SARH cuando su titular era Carlos
Hank González y coordinador regional de la campaña de Roberto Madrazo,
era también yerno del exgobernador de Tabasco Leandro Rovirosa Wade. El
presidente de la Coparmex-Tabasco, Carlos Madrazo Cadena, era primo del
nuevo gobernador, mientras Manuel Ordóñez Galán era primo tanto del nuevo
gobernador como del exmandatario estatal Manuel Gurría. Arcadio León era
al mismo tiempo senador por Tabasco, líder “histórico” de la Unión Ganadera
Regional, socio de Cabal Peniche, cuñado de un exgobernador de Quintana
Roo y dueño (en sociedad con el también diputado priísta Raúl Ojeda, quien
jugó algún papel en la rebelión tabasqueña) del hotel Hyatt de Villahermosa,
en tanto que que Gonzalo Quintana Giordano era socio del fugitivo banquero
Cabal Peniche y al mismo tiempo presidente de la Comisión Estatal Electoral
a cargo de darle el triunfo a Roberto Madrazo. Todos ellos, y otros, fundaban
el Frente Cívico Tabasqueño. La revista denunciaba además que
prácticamente todos tenían enormes deudas bancarias pendientes e incluso
denuncias penales por fraude.
Los funcionarios son al mismo tiempo dueños de diarios y estaciones de
radio que a nombre de la libertad de expresión defienden al PRI y al capital,
millonarios contratistas beneficiados por el gobierno federal y estatal que se
disfrazan de libremercadistas neoliberales, líderes del PRI dispuestos a
sacrificar el lenguaje en la retórica democrática, carne de presidio con férrea

61
indignación y parientes entre todos por la vía de matrimonios adecuados. Las
líneas se borran hasta conformar el retrato perfecto del cacicazgo mexicano,
puesto bajo los reflectores tímidamente por los acontecimientos de Chiapas y
exhibido en todo su esplendor por primera vez aún vivo en Tabasco. Si
muchas memorias de viejos políticos (como las de Gonzalo N. Santos) nos
pintaban cacicazgos ya añejos, la sublevación del 18-19 de enero contaba una
historia más viva, aunque estremecedoramente parecida, sobreviviente sólida
(y hasta beneficiaria) de la “modernización”.

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5. La salvación viene del norte

Desde el día 22 de diciembre se empezaron a activar los créditos


internacionales y los mecanismos necesarios para salvar la economía
mexicana. Un acuerdo de crédito recíproco con el Tesoro estadunidense por
seis mil millones de dólares, mil millones de Canadá, mil millones más de
España y Francia, otros mil de Japón,
Numerosos sectores, incluyendo al PRD, buscaban que se procesara a
Carlos Salinas y a otros miembros de su gabinete como responsables de la
crisis, por haber maquillado los problemas económicos gastando las reservas
internacionales y ocultando la realidad, dando constantemente la versión de
que el déficit en la cuenta corriente era una verdadera bendición para el país.
Al clamor de “no buscar culpables” que animaba al PRI se adhirió
súbitamente parte del PAN, acaso agradecido por los favores recibidos de
parte del salinismo. Carlos Castillo Peraza, incluso cuando sus propios
compañeros de partido analizaban la posibilidad de sumarse a la petición de
juicio político a CSG, señalaba que la administración pasada debía sólo ser
juzgada por la historia, mientras que el diputado panista Rodolfo Elizondo
Torres se hacía vocero de quienes buscaban el reparto amplio de las
responsabilidades: “No creo que la culpa de esto la tenga exclusivamente el
gobierno. Si los funcionarios mintieron, pues habrá que pedirles las
aclaraciones correspondientes, pero yo creo que la devaluación se veía venir
desde hace mucho y tal vez la forma en que se hizo nadie se la esperaba, quizá
ni el mismo gobierno” (UU, citado en Por mi madre, bohemios, en LJ).
El economista en jefe del Banco Mundial, Michael Bruno, sin compromiso
político alguno, criticaba el 12 de enero al expresidente Salinas por no haber
devaluado a tiempo y gradualmente (RE).

Los caballeros de los espejos

63
Para principios de enero era clara la debacle del aparato financiero levantado
durante el salinismo, en los numerosos edificios de vidrios reflejantes (el más
notable: el de la Bolsa Mexicana de Valores) donde despacharon los
caballeros de los espejos.
El 9 de enero, el presidente del Banco de Tokio decía aquello que en voz
de los mexicanos se consideraba no sólo crítica al neoliberalismo, sino franco
deseo de volver al echeverrismo: “El boom mexicano ha sido el gran
espejismo del mundo financiero de los Estados Unidos; el éxito de la
modernización mexicana depende del ahorro interno.” (PR) Era la crítica que
muchos economistas, desde la legisladora perredista Ifigenia Martínez hasta
no pocos empresarios y administradores libres de toda sospecha de
izquierdismo, habían hecho al salinismo.
Durante el mes de enero, los promotores del neoliberalismo insistieron en
un argumento: la crisis de 1995 no era comparable a la de 1982 porque la
economía mexicana era mucho más sólida. Así lo decía Luis Foncerrada,
director de Banco Alianza y que como funcionario en 1982 había sido
renegociador de la deuda junto con José Ángel Gurria. Así lo veía el
presidente estadunidense William Clinton, y lo repetían los articulistas
neoliberales que hablaban de problemas coyunturales. En palabras de uno de
los más tenaces voceros de los “chilango boys”, el economista Luis Rubio, el
1º de enero: “el problema no es qué hizo quién y dónde. Eso es coyuntural y,
en última instancia, irrelevante”, mientras profetizaba “una recuperación
extraordinaria”.
Pero en 1995 la realidad insistiría en no comportarse como lo deseaban los
números de los nuevos “científicos”.
Con las alforjas bien provistas de las ganancias de la especulación, en
puestos jugosos dentro del sistema financiero, ubicados en puestos de grave
decisión en el sistema político, los caballeros de los espejos se negaban a
despertar. Sus declaraciones revelaban una y otra vez no sólo falta de
sensibilidad política, sino sobre todo —y esto era lo verdaderamente grave—
la convicción de que la política era un lastre que debía desterrarse de la cosa
pública y la soberanía un obstáculo a la única verdad del nuevo dogma: el
libre mercado. La estructura de la economía mexicana no parecía
preocuparles: todo se resolvería aplicando las recetas monetarias, controlando
la cantidad de circulante.
Como los marxistas más furibundos de ayer, constreñidos por dogmas
indemostrados, pero con actitud religiosa, los neoliberales seguían asegurando

64
que la bonanza estaba a la vuelta de la esquina si México seguía sus recetas.
El libre mercado y el control de la moneda darían a los pobres riqueza y
educación luego de un período de ajuste (que, para esto, ya duraba más de una
década) para controlar la crisis (que, para esto, ya duraba casi dos décadas).
El espejismo de los caballeros de los espejos se resistía a desvanecerse. El
30 de enero, Proceso revelaba que las negociaciones entre México y los
Estados Unidos para contratar el paquete crediticio, y las relaciones bilaterales
en general, estaban siendo manejadas por “el equipo de Carlos Salinas de
Gortari y José Córdoba”, al grado de que Jorge Montaño, quien había sido
“presentado” como embajador ante los Estados Unidos por el propio
Joseph-Marie Cordoba, se había rehusado a entregar la embajada a Jesús Silva
Herzog mientras duraran las pláticas, según el propio Montaño por
instrucciones del presidente Zedillo. Otro hombre cercano al exsuperasesor
Cordoba que manejó las pláticas fue, según el mismo semanario, Juan
Rebolledo Gout (otro falso doctor), quien había estado a cargo de la campaña
de Salinas para la OMC.

Legislar desde el Capitolio


Pese a las insistentes declaraciones de los miembros del gobierno mexicano en
el sentido de que la crisis era pasajera y no tan grave, las dimensiones del
apoyo requerido de la comunidad internacional se empezaban a configurar,
para el día 50 de la administración zedillista como el mayor compromiso de
deuda externa jamás asumido por país alguno. Tan sólo Estados Unidos estaba
considerando una aportación de 40 mil millones de dólares en garantías, el
mayor paquete de la historia de la humanidad.
A pocos días de que el nuevo Congreso mayoritariamente republicano
hubiera tomado posesión en Estados Unidos y se aprestaba a acelerar la
revolución conservadora cuyo heraldo fuera Ronald Reagan, los
representantes y senadores estadunidenses se vieron de pronto ante la
posibilidad de efectivamente erigirse en legisladores de México. El presidente
Clinton deseaba dar a México garantías por 40 MMD para que el país pudiera
pagar los Tesobonos que vencían en 1995, por más de 26 mil millones de
dólares y evitar una moratoria desastrosa.
El 13 de enero, el presidente Clinton y los líderes del Congreso
estadunidense habían decidido: la única garantía que podía dar México era su
petróleo.

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El 17 de enero comenzó a discutirse en el Capitolio la Ley de
estabilización económica de México 1995, LEEM.
Cuarenta mil millones de dólares —consideraban los legisladores
republicanos— era un precio alto, aunque no fuera un préstamo sino sólo una
garantía, un aval, digamos, y deseaban tener voz y voto en lo que recibirían a
cambio. Las propuestas republicanas iban desde la venta de Pemex y una
modificación a la Constitución mexicana para que se eliminara toda referencia
al petróleo (la venta de Pemex, simplemente) hasta la cancelación de las
relaciones comercales con Cuba, la exigencia de que México asumiera la
obligación de impedir que los ilegales salieran de su territorio hacia los
Estados Unidos (haciéndose cargo efectivamente de la responsabilidad de la
Border patrol), que se aceptara un nuevo tratado de extradición para procesar
en Estados Unidos a mexicanos que han cometido delitos en México
(evitándose así los secuestros que la policía estadunidense consideró
indispensables en el pasado), o que México siguiera comprometido con el
monetarismo neoliberal. No pocos legisladores vieron la oportunidad de hacer
oír su voz respecto a sus peculiares preocupaciones, pidiendo desde la
prohibición del empleo a menores en México hasta posiciones encontradas
respecto a los topes salariales y de precios.
Al mismo tiempo, el presidente Clinton declaraba: “No estamos tratando
de micromanejar la economía mexicana ni infringir su soberanía, sino
apoyarla” (LJ).
Sin embargo, los legisladores estadunidenses no se conformaban con la
dorada oportunidad de dictar leyes para México. Algunos comenzaron a
cuestionar seriamente la conveniencia de hacer el préstamo, por razones
diversas. Unos se preguntaban por qué el gobierno de los Estados Unidos
debería arriesgar sus fondos para cubrir las ganancias especulativas de
inversionistas también estadunidenses, mientras que otros aseguraban que no
tenían obligación alguna de salvar a México.
Es decir, podían, al no legislar, provocar un desastre económico
gigantesco.
La sola espera se traducía en mayor inestabilidad, más bajas en la bolsa,
mayores precios para el dólar y más vestidos rasgados entre los empresarios
que, con todas sus convicciones libremercadistas y antigubernamentales
exigían que los salvara el gobierno.
El borrador de la LEEM, empero, contenía una provisión que marcaría
todo el resto de la negociación crediticia con los Estados Unidos, exigía “que

66
los ingresos por venta del petróleo mexicano a clientes fuera de México estén
disponibles en una cuenta en el Banco de la Reserva Federal de Nueva York,
de manera satisfactoria para el Presidente, para asegurar el pago a Estados
Unidos de cualquier vencimiento de los bonos emitidos bajo esta garantía”
(PR). Y desde ese momento, el secretario Guillermo Ortiz insistió que ese
mecanismo ya había sido utilizado en otras crisis, mientras que el canciller
José Ángel Gurría repetía casi cotidianamente que el paquete estadunidense
no ponía en peligro la soberanía nacional.
Sin embargo, analistas como Jorge G. Castañeda señalaban que, en el
pasado, los ingresos por venta de petróleo que se habían usdo como garantía
de créditos, no se habían depositado jamás en una cuenta especial de los
Estados Unidos, sino en las cuentas de Pemex en diversos bancos.
Por su parte, la poderosa Confederación Patronal de la República
Mexicana (Coparmex) presentaba su propio programa de recuperación, que
involucraba simplificación fiscal y baja de impuestos a niveles
internacionales, restructuración de precios, privatizaciones con la condición
de que generaran empleos y decisión de que el AUSEE fuera un instrumento
de corto plazo. No esperaban, claro, que se aceptara su plan, pero dejaban
clara su posición so pretexto de aportar soluciones.
Mientras en su comparecencia ante la Cámara de Diputados el secretario
Ortiz reconocía que hubo excesos en el manejo de capitales especulativos,
José Ángel Gurría dedicaba varias horas de comparecencia a no responder si
la cancillería apoyaba la candidatura de Salinas para la OMC. Pero al día
siguiente, el jefe de la diplomacia mexicana arremetía: “Yo diría que el perfil
más típico de un funcionario público norteamericano no es necesariamente el
de una persona altamente consciente de los temas internacionales”. Estas
declaraciones no servirían para mejorar la disposición de los legisladores
estadunidenses para votar a favor del paquete.
En el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, que había servido en
años pasados como altar consagratorio de las políticas económicas salinistas,
el Secretario de Comercio, Herminio Blanco, cabildeaba a favor de México y
sumaba: “disponemos del paquete de apoyo por 18 mil millones de dólares
ofrecido originalmente por Estados Unidos y Canadá, los tres mil millones de
dólares de la banca comercial extranjera así como los siete mil seiscientos
millones del programa de ayuda del Fondo Monetario Internacional”.
Más de 28 MMD, y aún así se buscaban garantías por otros 40 MMD. Para
apretar más la crisis, el día 30 corrían en Estados Unidos rumores según los

67
cuales las reservas mexicanas estaban por debajo de los 2 MMD. Ese día, la
bolsa bajó más de 3% y el dólar alcanzó un precio de 6.80 nuevos pesos.
Para el día 30 de enero era claro que el Congreso estadunidense no votaría
a favor del paquete de Clinton. No importaba que el colapso de México
significara mayor desempleo en los Estados Unidos, no importaba que una
moratoria de pagos afectara sobre todo a los inversionistas estadunidenses, no
importaba que al precipitarse el esquema financiero mexicano al vacío
arrastrara consigo a los demás “mercados emergentes” (países cuyas bolsas de
valores recientemente se han convertido en atractivos negocios, igual
Indonesia que Argentina o Brasil). Por diversas razones, era imposible
amarrar el número de votos necesario.
Entretanto, y quizá para que no se pudiera decir después que actuaba a
consecuencia del condicionamiento estadunidense, el gobierno mexicano
intensificaba los patrullajes en la frontera norte, para impedir que los
connacionales se colaran de ilegales a Estados Unidos.
Como en el TLC, México concedía antes de firmar.

Clinton ataca por el flanco


El presidente Clinton tomó la determinación de emprender una acción
ejecutiva para impedir una moratoria de México sobre los pagos de 1,300 MD
en Tesobonos que vencían la primera semana de febrero, mientras que
funcionarios de Wall Street insistían en que las reservas mexicanas estaban en
menos de 2 MMD.
En el nuevo esquema, en vez de que los Estados Unidos ofrecieran 40
MMD en garantías, procedió a armar un paquete de créditos con 20 MMD del
Fondo de Estabilización Cambiaria del Departamento del Tesoro (en una
mezcla de swaps y efectivo), 17,759 MD del FMI (es decir, más de 10 MMD
adicionales a lo originalmente solicitado por México cinco días antes), 10
MMD del Banco de Internacional de Pagos y los 3 MMD de la banca privada.
Esto, empero, no significaba que los candados imaginados por el Congreso
para el crédito a México se abandonaran. Al contrario, el salvamento y la
situación de emergencia de México le permitía a los acreedores insistir en el
tema más importante para ellos: el petróleo.
Mientras tanto, igual que durante las pláticas del TLC, la oposición en
México a los préstamos no tenía eco en las instancias de gobierno. Una
encuesta del diario Reforma indicaba el 30 de enero que 74% de los habitantes
del DF y 54% de los de Monterrey estaban contra el crédito milmillonario.

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Además del sentir popular, intuición quizá a falta de datos sólidos, las
sugerencias de analistas, periodistas y políticos de emprender otra
aproximación a la crisis sólo encontraban un espacio en los medios, pero de
los funcionarios no recibían más atención que la descalificación apresurada.
Las propuestas de pagar los Tesobonos en pesos o en renovaciones a mediano
plazo (como lo sugirió la exmaestra del secretario de Hacienda, Ifigenia
Martínez), de aceptar niveles razonables de inflación con crecimiento (como
proponía Cuauhtémoc Cárdenas) de renovar al gabinete para limpiar las
sombras salinistas y cordobistas, de incrementar los impuestos a los más ricos
o de gravar la inversión especulativa caían en oídos sordos.
Para los tecnócratas mexicanos, esas soluciones simplemente “no
funcionaban”, atraerían mayor caos, inflación galopante y mayor retiro de los
capitales extranjeros especulativos (cuya presencia incontrolada había causado
el problema, en primer lugar).
A cambio, el gobierno mexicano ofrecía un programa ortodoxo para retirar
circulante, deprimir la demanda y no molestar para nada a los inversionistas
extranjeros. La cuenta de la crisis la pagarían los mexicanos. Y la advertencia
provenía de Warren Cristopher, el secretario de Estado de los Estados Unidos,
quien anunció ese mismo día “condiciones económicas fuertes, firmes, para
apoyar la integridad de los préstamos”. Es decir, se anunciaba que el dinero
estaba allí, listo, y sólo faltaba que México otorgara las garantías necesarias
para que se firmara y después se entregarían los fondos.
El discurso gubernamental también descalificaba como infundado el temor
de pérdida de la soberanía nacional, ya que las decisiones que complacían al
FMI eran “una condicionalidad que México se ha autoimpuesto en su
programa financiero”, decía el secretario Guillermo Ortiz.
Autoimpuesto, seguramente, era también que el 1º de febrero se anunciara
“mayor cooperación” de México con Estados Unidos en asuntos migratorios,
fundamentalmente en el patrullaje para impedir la salida de mexicanos hacia
el vecino país.
Al mismo tiempo, el 31 de enero, el Instituto de Relaciones
Europeo-Latinoamericanas decía llanamente ante el Parlamento Europeo:
“México tendrá que ceder parte de su soberanía” (PR).
Aunque aún faltaba unlargo trecho para concretar la entrega de los fondos
estadunidenses, el solo anuncio de su compromiso aflojó las presiones
financieras. La bolsa de valores recuperó 10% y el dólar bajó a un promedio

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de 6 nuevos pesos. Nadie creía que México fuera a oponerse a las condiciones
de los vecinos.
Los adjetivos de júbilo se desgranaban por parte de los empresarios y
distintos funcionarios y gobernantes priístas mientras los economistas y
líderes políticos estadunidenses protestaban por diversas causas.
El anuncio presidencial transmitido la noche del 31 de enero a todo el país
señalaba: “Es importante subrayar que la utilización de estas líneas de crédito
no supondrá el aumento del endeudamiento del país, sino que, en su caso,
serían utilizadas para transformar lo que hoy es deuda de corto plazo y de alto
costo, por deuda de largo plazo y a un costo menor para el país”. Es decir, con
los créditos se pagarían los Tesobonos y otros papeles mexicanos.

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PARTE TRES
LO DURO Y LO TUPIDO

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1. Pasos de guerra

El 2 de febrero, el subcomandante Marcos enviaba una carta secreta a Esteban


Moctezuma donde daba cuenta de su temor de que el gobierno mexicano
estuviese preparando la guerra mientras hablaba de diálogo.
El presidente Zedillo sabía de la explosividad social del país y de actividad
guerrillera en 14 estados reivindicada por al menos 11 grupos (RE). Ello
parecía hacer impensable la acción militar, que se podría convertir en la
chispa que incendiara al país. La acción política parecía la única forma de
desactivar los conflictos, de impedir que se desatara la guerra civil en la cual,
sin duda, confluirían los grupos organizados y los individuos enfurecidos ante
el desastre económico, desempleados, miniasalariados, grupos marginados en
el campo y en la ciudad. Como nunca antes en el México moderno, había un
peligro real de que una insurrección fuera retomada por grandes masas
depauperadas por el neoliberalismo.
El discurso del Presidente había insistido en el diálogo, en la paciencia, en
la inutilidad del enfrentamiento. El 19 de enero advertía: “Bajo ninguna
circunstancia cederé a las presiones que aconsejan el autoritarismo”, y
aprovechaba que el encuentro de Marcos y el Secretario de Gobernación había
sido un golpe político a favor del Presidente.
La tensión en Chiapas seguía creciendo. La oferta del Secretario de la
Reforma Agraria, Miguel Limón Rojas, de repartir latifundios (que comenzó
con el reparto de 5 mil hectáreas de un predio aparentemente en disputa),
murió con el nuevo secretario, Arturo Warman, quien negó que existieran. El
ejército incrementaba sus movilizaciones luego del retiro de enero, el acoso a
la población civil simpatizante de los zapatistas o sospechosa de serlo (daba
igual) iba en aumento. Las invasiones y desalojos estaban a la orden del día
(se hablaba de 2,000 predios, la mayoría dentro del territorio zapatista). Los
ganaderos ponían ultimátums y amenazaban con tomar las armas, además de
acusar al presidente Zedillo de “exceso de tolerancia” con los zapatistas.
Por todo ello se esperaba en cualquier momento otro encuentro que
volviera a aliviar la tensión e impulsra la opción pacífica.

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Así, la acción lanzada por el gobierno el 9 de febrero resultaba no sólo
atemorizante, sino incomprensible.

Las órdenes de aprehensión


El 9 de febrero el presidente Zedillo daba pasos de guerra al anunciar órdenes
de aprehensión por diversos delitos contra trece presuntos dirigentes
zapatistas, incluso Rafael Sebastián Guillén Vicente, a quien identificó como
el mítico Marcos.
El anuncio buscaba romper el mito del guerrillero y dar un golpe político
al movimiento rebelde. Además, al señalar a los dirigentes zapatistas como
simples delincuentes y librar orden de aprehensión contra ellos, se buscaba dar
un tinte legalista a una solución eminantemente militar, se justificaba la
violencia, se hacía difícil el trabajo informativo desde el territorio de los
rebeldes, se cancelaba efectivamente el diálogo y se volvían sospechosos
todos quienes de una u otra forma habían mostrado sus simpatías con las
demandas (aun si no con los métodos) del EZLN. Se abría, pues, el peligro de
una guerra sucia contra las fuerzas opositoras del país.
Era claro que el trabajo de seguridad nacional se había intensificado
durante 1994, y sería lógico pensar que realizó incluso trabajos de infiltración
en la estructura del EZLN. Aún así, se prefirió presentar los resultados
acumulados como fortuitos.
El presidente Zedillo justificaba la acción luego de recapitular sus
llamados al diálogo: “Hoy debo informar a la Nación que mientras el gobierno
insistía en su voluntad de diálogo y negociación, el EZLN venía preparando
nuevos y mayores actos de violencia, no sólo en Chiapas, sino en otros lugares
del país.” Esto se habría descubierto al ubicar dos resguardos clandestinos del
EZLN en Veracruz y el Estado de México con un arsenal de “armas de alto
poder, granadas de mano, cabezas de mortero y explosivos.”
Además, señalaba el Presidente, “la evidencia descubierta ha permitido
comprobar que el origen, la composición de la dirigencia y los propósitos de
su agrupación no son ni populares, ni indígenas ni chiapanecos. Se trata de un
grupo guerrillero derivado de uno formado en 1969 en otro estado de la
república y denominado ‘Fuerza de liberación nacional’, partidario de la lucha
armada para tomar el poder político.” Esto ya lo había revelado meses atrás
Marcos a Julio Scherer, quien lo publicó en Proceso.
Por ello se habían girado órdenes de aprehensión contra Rafael Sebastián
Guillén Vicente (Marcos), Fernando Yáñez (Germán), Jorge Javer Elorreaga

73
Berdegué (Vicente), Jorge Santiago Santiago y Silvia Fernández Hernández
(Gabriela). Para cumplir las órdenes, designaba al Ejército Mexicano como
coadyuvante de la PGR. El Presidente también ofrecía soluciones y servicios
para atender a la población chiapaneca y una nueva Ley de Amnistía.
Quedaba en suspenso la cuestión política, al menos en la forma.
El uso del ejército como “coadyuvante” de la PGR no lo creyó nadie. Era
difícil creerle al Presidente que cuatro días atrás había invitado al EZLN a
dedicarse abierta, expresa y resueltamente a reivindicar sus demandas por la
vía política pues la desconfianza “ya no es una excusa válida para retrasar el
diálogo”.
Parecía que las presiones de diversos sectores habían empujado a Zedillo a
decidirse por una solución de fuerza, acaso para apuntalar la credibilidad en su
gobierno, que parecía a la deriva. El día 11, El financiero publicaba que según
fuentes estadunidenses la decisión había sido precipitada por un “ultimátum”
de las fuerzas armadas mexicanas al presidente Zedillo.

Júbilo y preocupación
Los “halcones” descubrían lo sabido: Marcos y el EZLN estaban armados y
fuera de la ley. La orden de arresto era el amuleto con el cual, supuestamente,
todo cambiaba. No teniendo antecedentes penales de Rafael Sebastián Guillén
Vicente, los medios lo acusaron en cadena nacional de delitos inexistentes
pero emocionantes: estudió con jesuitas, es de izquierda, conoce a gente del
PRD y el PRI (podía atraer odio de todos los bandos), no es indígena
(sorpresa), estaba contaminado por las ideas exóticas que desvelaban a Díaz
Ordaz, ideas extranjeras, denunciaba indignada la televisión, en paradoja
singular.
El júbilo, se percibía, era por la guerra como solución. En los diarios
escribían verdades a medias y mentiras completas para ocultar que sus
numerosos suspiros de “¡Al fin!” revelaban el íntimo gozo de la violencia
como solución expedita, indicaban que no importaba la cantidad de muertos
para acabar con el problema, que clamaban venganza y sangre. Y la televisión
ofrecía, amable, los teléfonos particulares de los familiares de Marcos
(culpables por asociación, memoria del sippenhaft nazi que nunca consideraba
inocente a la familia) para que la población estuviera bien informada. En la
calle, la gente estaba desorientada al grado de que muchos creyeron que
Marcos ya había sido arrestado.

74
La historia de Rafael Guillén, sin embargo, no añadía nada a la solución
del problema en Chiapas. Si era Marcos o no, si había hecho una tesis
marxista dos décadas atrás o si era maestro en filosofía, si con él militaban
fundadores de las FLN en 1969 (cuando Rafel Guillén tenía doce años) o si
Marcos había hecho trabajo voluntario en Nicaragua, sólo servían para
encender la animosidad contra todos los marxistas de veinte años atrás, contra
los universitarios (especialmente la UAM, que sufrió constantes acosos),
contra los exguerrilleros amnistiados en los setenta y contra los mexicanos
que habían hecho trabajo voluntario en Nicaragua.
El país podía partirse en dos con facilidad.
Si el Presidente había dicho que “esta decisión de ninguna manera
significa que el gobierno prefiere optar por la violencia para resolver el
conflicto en Chiapas”, la voz de la calle que la revista Time y el general
Ramón Arrieta en la zona de conflicto coincidían, refutando al Ejecutivo: “Es
la guerra”. Eso festinaban las cúpulas, los ideólogos proclives al fascismo y
los locutores, deseando un “hasta aquí” no sólo para los alzados, sino para
todos los opositores y críticos. Se alegraban de que el Ejército Mexicano
nuevamente haría el trabajo sucio.
La línea dura había convencido al presidente de que era posible descabezar
a la guerrilla zapatista con un golpe quirúrgico sin causar demasiadas bajas
entre la población civil, sin provocar alzamientos en otros puntos del país, sin
caer de lleno en la guerra estilo Nicaragua (o Bosnia) o en la guerra sucia
conosuriana, sin arruinar a la nación.
Aplaudían los empresarios (abusando de los plurales, el presidente de la
Coparmex avisaba que las acciones “tienen el respaldo de la sociedad”) y
aplaudía el PRI (su presidenta optaba por la fantasía y expresaba “de ninguna
manera se cierra con esto la posibilidad de diálogo”), aplaudía el PAN (con
mesura, la decisión le parecía sólo “adecuada”), aplaudía el excandidato
panista Fernández de Cevallos (que apoyaba la decisión irrestrictamente
“como hombre y como mexicano”), aplaudían los ganaderos (con su
inevitable metáfora de corte y confección: el presidente “se había fajado los
pantalones) y aplaudían los obispos (Genaro Alamilla aprovechaba para pedir
investigación “a nivel diplomático” de Samuel Ruiz). Los desplegados más
rápidos estuvieron a cargo de los gobernadores de Aguascalientes y
(curiosamente) de Tabasco, que aparecieron al día siguiente en diarios
nacionales.

75
Renacía el racismo: los indígenas eran títeres, niños, ignorantes arrastrados
a la aventura por un puñado de mestizos que piensan por ellos. Sin los
alborotadores, los indios serían dóciles como en las crónicas del mismo
Bartolomé de las Casas y no habría problema. Los indios no piensan, no se
enojan ante la injusticia, no se rebelan ante el despojo o el hambre. Es la
ideología ajena la que los mueve. Muerto el mestizo, se calmaba el indio,
quería suponerse.
El coordinador de la diputación priísta de Chiapas, Walter León, se
apresuraba a pedir suspensión de garantías en el estado, juicio a Samuel Ruiz
y desaforar a diputados perredistas (LJ)
En las escalofriantes palabras del casi centenario Fidel Velázquez:
“Aunque no se quiera, si hay que derramar sangre, que sea la de ellos y no la
de nosotros” (EU).

Las aprehensiones
Los acusados de “sedición, motín, rebelión, conspiración, terrorismo,
portación y transmisión de armas de fuego exclusivas del Ejército Mexicano”
se volvieron objeto de una búsqueda intensa.
Mientras tanto, ya había sido arrestada una veintena de presuntos
zapatistas, muchos sin orden de aprehensión, en los lugares donde se había
localizado el arsenal, cuyas “armas de alto poder” eran una metralleta Uzi y
seis rifles lanzagranadas, cuyas granadas de mano eran diez, cuyas cabezas de
mortero no aparecían y cuyos explosivos eran “hechos en casa”.
Lo exiguo de los arsenales no podía pasarse por alto. Cierto que eran
armas, y eso bastaba para preocupar a las autoridades y emprender acción
legal. Pero tampoco representaban un peligro tal que justificara arriesgarse a
la guerra.
Una de las detenidas sin orden de arresto desde el 7 de febrero, María
Gloria Benavides, presuntamente la subcomandante Elisa, había denunciado a
varios de los señalados por el Presidente, aunque luego rechazaría las
declaraciones señalando que había sido torturada. Su esposo, Javier Elorreaga,
y Jorge Santiago Santiago, detenidos al día siguiente, también negaban
públicamente su participación en el EZLN (LJ), aunque luego aparecerían
señales de que Elorreaga había sido el enlace entre el EZLN y el gobierno, por
lo que su participación no habría sido sorpresa para las autoridades. Las
declaraciones clave fueron las de Gloria Benavides y del misterioso Salvador
Morales Garibay, que igual involucraba a exguerrilleros, simples opositores,

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miembros de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) y al obispo Samuel
Ruiz.
Salvador Morales, “detenido” según informaban los diarios, había firmado
una amplia declaración de 15 hojas el 8 de febrero. Este personaje había
desaparecido desde el 2 de febrero y el martes 14 había llamado a su hermano
Sergio diciendo: “no crean nada de lo que ha dicho la prensa, estoy libre y
estoy afuera” (RE). El 18 de febrero, la Comisión Mexicana de Defensa y
Promoción de los Derechos Humanos solicitaba a la PGR su presentación, en
caso de estar detenido, pero ésta respondía, el 20, que Morales Garibay era
solamente “testigo” y estaba libre (EF). El michoacano de 34 años habría
militado en el EZLN como subcomandante Daniel y había estado un mes
insistiendo en rendir declaración. Aunque se autoincriminaba como miemrbo
del EZLN, había sido dejado libre “por falta de pruebas”.
¿Sólo con base en esa declaración se había armado el operativo? ¿Y dónde
estaba Morales Garibay que ni siquiera había acudido a ratificar la explosiva
declaración? ¿Era testigo, informante a sueldo o infiltrado?
¿No hay, acaso, motivos para suponer que las declaraciones precisas de
algunos de los detenidos habían sido preparadas con las declaraciones y
acusaciones de Salvador Morales, y aprovechadas para alguna que otra
venganza política? ¿No era extraño que las “confesiones” de los detenidos
involucraran de nuevo al sindicato de Ruta 100, que había tenido estrechas
ligas con Manuel Camacho Solís cuando éste fue regente de la ciudad, y que
refiriera de manera dudosa la participación del obispo Samuel Ruiz,
supuestamente apodado “Príncipe Maya”?
Con esas declaraciones de un presunto zapatista que no fue detenido y que
de inmediato desapareció, se armaba la lista de acusados.
Las detenciones en Yanga, Veracruz (que comenzaron con el allanamiento
de una casa “equivocada”, la de junto, con golpiza a su dueño), de siete
presuntos zapatistas, mostraron que allí no había una fábrica de morteros, y de
nuevo se denunció que las declaraciones habían sido obtenidas mediante
tortura. Además, en el estado se emprendieron detenciones y golpizas igual a
rocanroleros que a un tortero.
*Para el 20 de febrero, la CNDH reconocía que no se había contado con
orden de cateo para el operativo de Yanga, y que los detenidos habían sido
torturados, lo que había tratado de ocultar el propio perito médico de la PGR.
Un mes después, el 9 de marzo, el presidente de la CNDH denunció que
efectivamente esos presuntos zapatistas habían sido torturados, y sólo faltaba

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determinar si los culpables eran una corporación policiaca o el ejército. A
cambio, el diputado priísta por Veracruz, *, sugirió que los zapatistas se
habían “autotorturado” para incriminar a sus captores.
En una casa de seguridad de Cacalomacán, Estado de México, el 9 de
febrero la Policía Judicial fue recibida a tiros. Murió el agente policiaco José
Manuel Sánchez Hernández y se detuvo a diez adultos y cuatro menores de
edad. Los detenidos reconocerían después públicamente pertenecer al EZLN.
Para el día 10, los arsenales habían cambiado. Igual se acortaban los
metros de mecha para explosivos que aparecían más granadas y minas
antipersonales que no estaban el día anterior. El procurador también
presentaba, como parte de las “pruebas” de los delitos zapatistas, libros,
videos, diarios y revistas de circulación libre, que de pronto se veían señaladas
como “propaganda zapatista” y hacían crecer el temor de una guerra sucia,
junto con el allanamiento de las oficinas de Conpaz (Coordinadora de
organismos no gubernamentales por la paz) en San Cristóbal en busca de
armas.
Además se realizaban detenciones en Puebla, el puerto de Veracruz y
distintos puntos de Chiapas.
Pero en la selva no actuaba la policía, sino el ejército prácticamente solo.
Finalmente, un intento del procurador por ejecutar una orden de
aprehensión contra Samuel Ruiz en las oficinas mismas del presidente Zedillo
se había diluido con una orden presidencial. Samuel Ruiz, en todo caso, era
más útil para la paz que como rehén del enfrentamiento.

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2. Jalisco, las facturas

Largamente anunciado, el triunfo del PAN en las elecciones de Jalisco parecía


dar la razón a quienes consideraban que la “agenda secreta” del Presidente y
el PAN, probablemente armada desde tiempos del salinismo, conllevaba un
acuerdo para establecer un sistema bipartidista que excluyera a las fuerzas
más críticas y progresistas de la toma de decisiones a nivel nacional.
Jalisco era imposible para el PRI por varios motivos. Estaba la presencia
del narcotráfico en la entidad, que llegó a actuar con asombrosa impunidad, y
que sólo parecía explicable gracias a la tolerancia de las autoridades, acaso a
la complicidad siempre sugerida. Importaba el asesinato del Cardenal Posadas
en 1993, que jamás fue aclarado. Influía sensiblemente la explosión, el 30 de
abril de 1992, de un tramo de drenaje en Guadalajara,, producto de una
negligencia criminal que permitió que los ductos se llenaran de combustible
diesel, accidente que costó * muertos y que sin embargo no llevó a que se le
fincaran responsabilidades a nadie.

El triunfo de la derrota
A los jaliscienses ni siquiera les importaba que el candidato panista, Alberto
Cárdenas Jiménez, fuera acusado de pertenecer a DHIAC (Desarrollo Humano
Integral, A.C.) una organización de extrema derecha, ni al ala más ultra del
PAN. Ni siquiera los excesos de sus seguidores, que pretendían ofender al
priísta llamándolo “judío” y “masón”. No les arredraba tampoco que César
Coll Carabias, candidato panista a la alcaldía de Guadalajara (sin duda uno de
los cinco municipios más importantes del país) fuera no sólo miembro
destacado de DHIAC, sino que abiertamente declarara que los homosexuales,
prostitutas y minusválidos “no son gente normal” (LJ).
De algo debe servir, empero, saber que las encuestas comisionadas por el
IFE daban, un mes antes de las elecciones, 39% del voto al PRI, 34% al PAN,
3% al PRD y 23% de indecisos, y el Colegio de Economistas hacía una
encuesta según la cual el priísta ganaría con 32% de los sufragios. Al mismo

79
tiempo, una encuesta independiente de la Unversidad de Guadalajara daba
50% al PAN, 34.5% al PRI y 8% de indecisos, mientras que las encuestas del
diario El occidental daban resultados aún más favorables al panista, cifras
todas ellas mucho más cercanas al resultado final que las manejadas por el
gobierno y sus allegados.
La maquinaria del PRI puso en marcha todos los procedimientos
tradicionales para desalentar el voto de la oposición, en este caso el PAN,
pues la presencia del PRD en la contienda era sumamente limitada. Aparición
súbita de membretes de organizaciones “ciudadanas” con mensajes de guerra
sucia, falsos volantes del PAN, la denuncia de la llegada a Guadalajara de un
equipo de “ingenieros electorales” o “mapaches” bajo el mando del secretario
general del comité directivo estatal del PRI, Enrique Ibarra Pedroza;
programas de “promoción del voto” que involucraban quitar a los ciudadanos
sus credenciales de elector y presionarlos para que voten por el PRI o anotar
sus datos para borrarlos de las listas nominales y así impedir que sufragaran
por la oposición pero, sobre todo, el gasto dispendioso en medios de
comunicación y en concentraciones con regalos y alimentos para los
asistentes, con frecuencia acarreados. Lo habitual, pues.
Para fines de enero, el dinero se derramaba sin control. Pese a la
recomendación de los consejeros ciudadanos para no repartir recursos de
Procampo, Pronasol y bonos sexenales antes de las elecciones, el PRI no
podía abandonar un hábito tan rentable. El día 25, la Sedesol entregaba
cheques por más de 12 millones de nuevos pesos a los municipios jaliscienses.
El día 27 se pagaba el bono sexenal a los trabajadores de la educación.
Entre acusaciones, fallidos pactos de civilidad y llamamientos a debates
que nunca se realizaron, llegó el día de las elecciones, el domingo 12 de
febrero, bajo la sombra de las acciones emprendidas por el gobierno contra el
EZLN. Todos los conteos tempranos realizados por Coparmex, el Colegio de
Profesionistas de Jalisco y la Universidad de Guadalajara daban al candidato
panista alrededor de un 54% del voto, con 37% para el PRI y 4% para el PRD.
El PRI aceptaba que las tendencias del voto le eran “desfavorables”.
Era la hora del júbilo para el PAN. No sólo triunfaba, sino que lo hacía
con una mayoría absoluta, abrumadora, en una votación en la que participó el
70% de los electores empadronados (sólo 13% menos de los que votaron en
las elecciones presidenciales) y donde hubo apenas incidentes menores.
Parecía que se había dado órdenes a los “ingenieros electorales” priístas de no
actuar, de no emprender acciones tradicionales (“operación tamal” o

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invitación a desayunar coptando, “carrusel” de sufragantes priístas dotados de
varias credenciales, “ratón loco” mediante el rasurado del padrón electoral).
Elecciones razonablemente limpias, pues.
La fiesta no era sólo en el Hotel Aránzazu de Guadalajara, sino en todas
las oficinas panistas.

¿Reacción empresarial?
A sólo tres días de las elecciones que dieran el triunfo al PAN en la
gubernatura, la mayoría de los municipios de Jalisco y diputaciones locales, lo
que le daba el control del congreso, el Grupo Sidek, empresa relacionada con
diversos ramos (acero, banca, astilleros y turismo), anunciaba la suspensión de
pagos por una deuda de 19.5 millones de dólares contraída con inversionistas
extranjeros mediante pagarés negociables a corto plazo.
La empresa explicó que sí tenía los recursos necesarios para hacer el pago,
pero que en interés del grupo y de sus accionistas consideraba preferible
dedicar su efectivo a la operación de sus negocios. El mismo día, la BMV
cayó casi 7% (su segunda peor caída en el año) y el peso llegaba a 6.30 por
dólar.
Los analistas se alarmaron. Si una de las mayores empresas de México
tenía problemas de ese tamaño, las perspectivas para todos los acreedores
extranjeros eran negras.
Otras empresas mexicanas se apresuraron a confirmar que sí pagarían sus
obligaciones internacionales, pero la duda estaba sembrada.
En algunos sectores tanto de la iniciativa privada como políticos,
institucionales y opositores, el anuncio se tomó como parte de la rebeldía del
capital. Sidek le pasaba la factura al gobierno de EZPL por no haber impuesto
en la gubernatura al candidato Guillermo Ruiz Orozco, a cuyas campañas
(para el senado y la gubernatura, que costaron entre 30 y 50 millones de
pesos) el grupo industrial había aportado una cantidad indetermnada.
Los dueños del grupo habían perdido su inversión política junto con otra
larga lista de empresarios que incluía a Salvador Martínez Garza y a Juan José
Leaño, directivo de los Tecos de la UAG y presidente de la Federación
Mexicana de Futbol, que habían apostado al PRI.
Grupo Sidek, según revelaciones de Proceso, había sido consentido del
salinismo, pasando de ser una miniempresa con un hotel a controlar el 23% de
los cuartos de hotel disponibles en México y permitiendo a sus dueños, los
hermanos José y Jorge Martínez Güitrón, entrar a la lista de supermillonarios

81
de Forbes en 1994. El grupo tenía accionistas entre los políticos priístas
jaliscienses, mientras que otros hermanos de los dueños tienen otras industrias
y uno de ellos, Gustavo, es político priísta.
Sidek, además, había logrado sortear exitosamente el escándalo que surgió
cuando uno de sus ejecutivos, Juan José Bortoni, pagó un soborno al
funcionario de Pemex Roberto Keoseyán con dólares marcados que
presuntamente provenían del pago del rescate por la libertad de Alfredo Harp
Helú, presidente de Banamex y accionista de Sidek, cuyo secuestro en 1994
ayudó a crear el ambiente de inseguridad y sobresaltos de ese año.
Adicionalmente, en sociedad con Roberto Hernández, principal accionista
de Banamex y también socio de Sidek, Sidek estaba desarrollando un club
privado de gran lujo en la costa de Jalisco, sólo para 50 individuos que
pagaran 3.5 millones de dólares por un lote de 12 hectáreas en el cual podrían
construir su residencia vacacional. El Club Privado El Tamarindo tenía serios
problemas con los ecologistas y los conflictos de ese fraccionamiento eran
bandera del candidato panista a la alcaldía de Ciahuatlán, bajo cuya
jurisdicción queda El Tamarindo (PR).
Con el triunfo del PAN, Grupo Sidek perdía no sólo su inversión en la
campaña del PRI, sino que veía en riesgo este proyecto.
El Banco Nacional de México, encabezado por Harp Helú y Roberto
Hernández, tuvo que entrar a la salvación para impedir que la suspensión de
pagos de Sidek siguiera avivando las llamas de la desconfianza.
Mientras, Jorge Martínez Güitrón declaraba que estaban negociando el
pago de varias decenas más de millones de dólares en papeles de Sidek que
vencían en las siguientes semanas con sus acreedores, quienes estaban “muy
molestos y no alcanzan a comprender cómo el gobierno no ha podido
reordenar su economía” (PR).
Fuera la moratoria una decisión política o sencillamente una decisión
económica, en poco ayudaba a la economía del país mientras seguían, en
Washington, las pláticas para concretar el préstamo de 20 MMD ofrecidos por
Estados Unidos.

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3. Por la paz, tercera llamada

En cuanto el presidente Zedillo anunció las órdenes de aprehensión contra los


dirigentes zapatistas, la sociedad civil se movilizó nuevamente. Las
organizaciones que habían promovido los ayunos de diciembre-enero, en
particular la CND, se reunieron esa misma noche en El Ángel de la
Independencia.
Igualmente se movilizaron numerosos intelectuales (con las habituales
excepciones, que otorgaban desde el silencio) y articulistas que expresaban su
preocupación y multiplicaban los análisis respecto de las causas que llevaron
al Presidente a convertir a “los inconformes” en “delincuentes” sin resolver
nada.
En esta ocasión, empero, no se desató la campaña que acusaba a los
manifestantes de promover la violencia o de ser aliados de la guerrilla
zapatista. Sencillamente, como a principios de 1994, era evidente que más allá
de los aplausos que pudieran darse a los zapatistas, quienes estaban en la calle
buscaban, precisamente, evitar el uso de la fuerza. Multitudes que favorecían
un cambio democrático en México, multitudes que se entusiasmaban, sí, por el
reto zapatista a un estado eminentemente autoritario, pero que preferían que la
amenaza de la violencia se quedara en suspenso eterno.
El mensaje no era sólo para el gobirno de Ernesto Zedillo, sino también
para la guerrilla: no disparar, esperar, guardar la calma, no ansombrecer más
el panorama nacional, dejar la tensión para que se convirtiera en un aliento
para la democracia y no en el estallido de una guerra civil.

Multitudes en marcha
El día 10 comenzaban las manifestaciones contra la decisión presidencial y a
favor de la paz. Una de la Asamblea de Barrios primero frente a Los Pinos y
luego en la PGR, además de un mitín de diversas organizaciones en el Ángel
de la Independencia y movilizaciones en Nuevo León, Querétaro y Jalisco.

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Las manifestaciones en el DF llenarían el Zócalo en tres ocasiones: el
sábado 11 con una marcha de 90 mil personas de organizaciones populares, el
jueves 16 con 70 u 80 mil personas y el sábado 18 con cien mil (las cifras,
claro, varían de fuente a fuente, siendo las menores las manejadas por la
policía y los noticiarios de televisión, poco menos de la mitad de las aquí
recogidas).
La CND, por su parte, mantenía mítines en el Ángel de la Independencia y
denunciaban la falta de veracidad de la información de El universal y
Excélsior.
Además, se registraban movilizaciones en Juchitán, Mérida, Torreón y La
Paz el día 12. Un día después, la policía reprimía una manifestación por la paz
en Toluca con saldo de 20 lesionados. El 14 había cuatro marchas en el DF.
Luego vendrían movilizaciones en Nayarit, Acapulco, Mazatlán, Guadalajara,
Campeche, San Luis Potosí y otras ciudades. El 19, grupos religiosos hacen
un plantón frente a Televisa.
Como un año atrás, las manifestaciones se daban también en el extranjero:
Boston, Nueva York, París, Lyon, San Francisco, Filadelfia, Buenos Aires,
Madrid. La preocupación internacional se resumía en la carta de un grupo de
intelectuales italianos entre los que destacaban Pino Cacucci, Bernardo
Bertolucci, Gillo Pontecorvo, Gabriele Salvatora, Umberto Eco, Giani Mina,
Darío Fo, Laura Grimaldi y Marco Tropea (LJ), que hizo al procurador
Lozano declarar “ese tipo de manifestaciones sólo provocan confusión”. Unos
días después vendría otra carta, de Rigoberta Menchú, una de Greenpeace,
una de personalidades europeas de seis países y una más de intelectuales
catalanes encabezdos por Rafael Alberti, Nuria Espert, Antonio Gadés, Luis
Goytisolo, Juan Grijalbo, Adolfo Marsillach, Carlos Saura y Manuel Vázquez
Montalbán. Y otras de jesuitas, de iglesias evangélicas, etcétera.
Añádase a esto las cartas abiertas (una de ellas firmada por casi 900
intelectuales), los comentarios que levantaban la voz en favor de la paz, con
más fuerza que antes en tanto que la urgencia era mayor, abandonando incluso
el temor de que se les identificara como “simpatizantes” de la lucha armada
precisamente por pedir la paz, como había ocurrido un año atrás.
La guerra no comenzaba, pese a versiones nunca confirmadas de
enfrentamientos menores, de una o cinco bajas. El EZLN había optado por
disolverse en la selva y el ejército esperaba para tomar la decisión de
internarse en ella. En carta al presidente Zedillo el 10 de febrero, el EZLN
señalaba. “Queremos saber, señor Zedillo, si es su última palabra, hasta

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ahorita nosotros tenemos la orden de replegarnos para evitar el choque con el
ejército de usted”. En otro comunicado del día 11 (ambos dados a conocer el
día 13) el Comité Clandestino Revolucionario Indígena (CCRI) hacía un
llamado -que no hacía falta- a todos los mexicanos para detener la guerra.
A nivel nacional e internacional, el golpe había fallado y el costo político
de la solución militar se veía impagable.
Pero la guerra que no comenzaba en la selva se daba en cambio con fuerza
en los medios de comunicación (entre articulistas y desplegados de
intelectuales) y con violencia en la vida cotidiana chiapaneca, movido sobre
todo por los “auténticos coletos”, el Frente Cívico Sancristobalense que
aglutina a ganaderos, funcionarios priístas, caciques y las escasas clases
medias de San Cristóbal de las Casas. El 19 de febrero realizaron
manifestaciones pidiendo la renuncia de Ruiz en Ocosingo, Tuxtla Gutiérrez y
San Cristóbal. En esta última ciudad, un grupo procedió a atacar la catedral y
a quienes formaban el “Cordón por la paz” alrededor del edificio. Piedras,
quema de mantas y golpes a simpatizantes del obispo, incluso mujeres, y a
varios reporteros de prensa y televisión.
Un simpatizante de Samuel Ruiz lanzó tres tiros al aire y los “auténticos
coletos” se alejaron. La policía llegó una hora después, cuando ya todo había
pasado.
Luego se sabría que desde el día anterior la diócesis había pedido al
secretario de Gobernación Esteban Moctezuma y al secretario de Gobierno en
Chiapas, Eraclio Zepeda, protección ante el peligro de un ataque en la
anunciada manifestación, sin recibir respuesta.

¿La operación de los cinco días?


Fidel Castro había hecho una proyección a solicitud de CSG en 1994: “por
cada guerrillero dispuesto a morir, usted va a necesitar 50 soldados dispuestos
a matar, 70 fosas para la población civil y una chequera para pagar 100
árboles destruidos que, cuando termine la guerra, todo el mundo va a venir a
cobrarle a precio de oro” (RE). Multiplicando estas cifras por los 20 mil
zapatistas de los cuales hablan algunos, o incluso por el más conservador
cálculo que habla de poco más de dos mil combatientes armados del EZLN,
los resultados eran angustiantes.
Evidentemente, las proyecciones del exguerrillero cubano le parecieron
exageradas al presidente Zedillo. O bien fueron tomadas en cuenta para
elaborar otro plan que disminuyeran estas pérdidas.

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Ya desde el 20 de diciembre se hablaba de un plan militar para derrotar al
EZLN en un plazo de 24 horas. En nota publicada por El financiero se
hablaba de un plan que contemplaba 24 zapatistas muertos por cada soldado
en una operación conjunta de paracaidistas, blindados e infantería de marina.
Esta operación envolvente del Ejército tendría por objeto aniquilar a los mil
combatientes que calcubaban componen las fuerzas de élite del EZLN. El
mencionado plan indicaba que si Marcos preservara en la selva a sus tropas de
élite “el choque será más largo (más de 72 horas), lo cual es inconveniente”.
La columna “Templo mayor” del diario Reforma, firmada con el
seudónimo F. Bartolomé, publicaba el mismo 9 de febrero que existía un
“detallado reporte militar” sobre Chiapas que incluía “las acciones militares
necesarias para sofocar en cinco días la insurrección” del EZLN”, y que ese
mismo día el presidente Zedillo se reuniría con 140 hombres de negocios
estadunidenses.
Otras versiones (no confirmadas, como tantas otras) señalaban que había
sido un cercanísimo colaborador del Presidente quien había apresurado la
decisión informándole que se había descubierto una “fábrica de morteros” en
Veracruz, además de grandes arsenales que revelaban la preparación de un
segundo frente.
Acaso estas versiones explicaban, al menos en parte, los acontecimentos
del 9 al 14 de febrero.
En cinco días, el ejército no había establecido ningún enfrentamiento con
los zapatistas. En ese mismo lapso, se habían multiplicado las acusaciones de
violaciones a los derechos humanos no sólo de los detenidos (la mayoría de
los cuales no aparecían en la lista leída por el Presidente el 9 de febrero), sino
de numerosos indígenas en la zona del conflicto.
Igualmente había aparecido la versión de que se había intentado poner una
celada a Marcos el 9 de febrero en la tarde, buscando detenerlo antes de que el
Presidente diera su mensaje a la nación y utilizando los oficios de Epigmenio
Ibarra y Javier Elorreaga, quienes habían fungido de correos entre el gobierno
y los zapatistas y, según esta versión, igniraban todo acerca de la celada. Sin
embargo, el Ejército Mexicano había detenido a los correos, acusándolos de
zapatistas, y el mensaje de Marcos al secretario Moctezuma jamás llegó, y
cuando el Ejército Mexicano llegó a donde debía capturar a Marcos, el día 10,
éste ya se había internado en la selva (EF). Cabe señalar que Elorreaga negó
tanto ser correo como ser zapatista.

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El día 13, EZPL decía a la Comisión Plural del Congreso que las acciones
anunciadas el 9 de febrero eran solamente “un paso intermedio en la
negociación”
El 14 de febrero, exactamente a los cinco días de la decisión, el presidente
Zedillo ordena detener la persecución y el avance del Ejército Mexicano. Las
órdenes de aprehensión seguían en pie, pero por parte del Presidente y del
secretario de Gobernación se renovaban los llamamientos al diálogo, por
imposible que éste fuera en las condiciones del momento. No importaba
tampoco que, desde un punto de vista legal, el Ejecutivo no tuviera autoridad
para detener el cumplimiento de una orden librada por un juez. La pGR y el
Ejército Mexicano se detuvieron en seco.
El Ejecutivo había recuperado los territorios en los que el EZLN se había
movido durante catorce meses, pero no había logrado su propósito de
descabezar al movimiento armado. Los detenidos por la PGR eran, en todo
caso, militantes o cuadros de bajo nivel (si es que todos eran zapatistas), no
altos dirigentes.
La paz se había mantenido.La orden de repliegue del EZLN, que resultó
tener tanto valor militar como político. El enfrentamiento se había evitado.
Pero lo sonado ese día fue la solicitud de licencia por once meses del
gobernador Eduardo Robledo, que no parecía sino un despido. En medio de
una sesión en la que su decisión fue enérgicamente impugnada por los
representantes de la línea dura chiapaneca (ganaderos, finqueros,
comerciantes), Robledo Rincón anunciaba su solicitud de licencia, pedía que
el obispo Samuel Ruiz también renunciara “a sus actividades” (refiriéndose al
parecer a su convicción de que el prelado era instigador de la violencia) y que
Amado Avendaño renunciara a la “gubernatura paralela” que había sido
aceptada por la Segob y a la cual el secretario de Gobierno, Eraclio Zepeda,
había prometido respeto.
La legislatura priísta aprobó, a regañadientes, la licencia del gobernador.
Con premura, el representante del gobierno chiapaneco ante el gobierno
Federal en el DF, Julio César Ruiz Ferro, fue trasladado en avión a Tuxtla
Gutiérrez y llevado a tomar posesión como interino, convirtiéndose en el
vigésimo cuarto gobernador de la entidad en dos décadas, el quinto en seis
años. El súbito gobernador tenía poca presencia política en su estado, con
antecedentes (además de la amistad con Robledo) como funcionario
administrativoen Secofi, Sedesol, Conasupo, la desaparecida Secretaría de

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Programación y Presupuesto, y en los consejos de administración de algunos
bancos.
El robledista Sinar Corzo, que preguntaba “¿Quién es ese señor?” se
volvió a Ruiz Ferro y le preguntó si era chiapaneco (LJ). Tal era el
desconocimiento sobre el economista tapachulteco doctorado en Inglaterra
que asumía el mando político en Chiapas.
De inmediato, los líderes ganaderos le plantearon un ultimátum al nuevo
gobernador: solución en tres meses a los desalojos.
Pero la renuncia de Eduardo Robledo, que hubiera sido una carta fuerte de
Ernesto Zedillo seis días antes, era ahora políticamente poco útil, y ponía
contra el Presidente a los sectores más combativos del cacicazgo chiapaneco
sin colaborar en la distensión del conflicto político, de las demandas
campesinas ni de la rebelión.
Quedaba la opción de sumergirse en el optimismo y suponer que tanto el
Presidente como el Ejército Mexicano sabían, al lanzar la operación, que no
habría enfrentamientos ni detenciones y que todo había sido una magistral
jugada política para disminuir la presencia del EZLN y forzar negociaciones
más cómodas... pero no había indicios de que así hubiera sido. Parecía,
sencillamente, el fracaso de una opción que, en todo caso, dejaba más libertad
de acción al Presidente. La “mano dura” se abandonaba una vez más.
El PRI nacional, que se negaba la imposición “del centro” y aplaudía la
rebelión de Tabasco, se apresuraba a declarar su apoyo al Presidente y a
respetar la renuncia de Robledo como “una decisión estrictamente personal”.

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4. Va el petróleo en prenda

Si el 1º de febrero el secretario de Hacienda Guillermo Ortiz decía que se


esperaba que la crisis ya hubiera tocado fondo, aún vendría lo peor.
En cuanto se supo de la disponibilidad de más de 50 MMD en créditos, los
empresarios procedieron a solicitar al gobierno mexicano estímulos fiscales,
desregulación, liberación absoluta de precios y garantía de la continuidad del
modelo neoliberal, al tiempo que los trabajadores empezaban a demandar un
aumento ya que los salarios, sencillamente, no alcanzaban para vivir.
El aumento de tasas de interés en los Estados Unidos sólo un día después
del anuncio del paquete Clinton acabó rápidamente con la aparente
recuperación de la bolsa y del peso ante el dólar. Los inversionistas sentían
que sus capitales estarían mejor protegidos en los Estados Unidos que en los
países “emergentes”.
Al mismo tiempo empezaba a resentirse el alto costo de los insumos
importados y estallaba el problema de las carteras vencidas. Las empresas que
habían emprendido planes de expansión (en particular las pequeñas y
medianas) y los particulares habían solicitado créditos hipotecarios o de
automóviles veían dispararse las tasas de interés sin posibilidad de cubrir sus
adeudos. Los deudores de tarjetas de crédito vivían una situación angustiante.
La banca apretaba y no lograba cobrar, quedando en peligro sencillamente
porque necesitaba de esos pagos para responder a sus depositantes.
Mientras Wall Street pedía que México designara un Consejo Monetario
independiente para manejar el tipo de cambio, Rudiger Dornbusch, el
destacado economista de MIT y exmaestro de varios funcionarios, rechazaba
la opción por “descabellada” el 12 de febrero y ofrecía una solución
estremecedoramente parecida a la de los críticos del modelo neoliberal para
México: “dejar de pagar sus deudas, adoptar una tasa de intercambio
competitiva, recuperar sus tasas de crecimiento y dejar de ensayar nuevos
experimentos” (EF).
Las pláticas se prolongaban y México se enteraba de qué había pasado en
el Banco Cremi-Unión, logro máximo de Carlos Cabal Peniche, el joven

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empresario que Carlos Salinas considerara ejemplo de lo que el país
necesitaba. Al 20 de febrero, se sabía de un “quebranto” por 4,600 millones de
nuevos pesos, unos 1,500 MD cuando se hicieron los “fabulosos negocios”
que terminaron quebrando a no pocos empresarios tabasqueños.

La firma y las condiciones


Después de una serie de largas negociaciones, el 21 de febrero se anunciaba
cómo se iba a realizar el préstamo.
La SHCP anunciaba que los préstamos servirían para pagar vencimientos
de Tesobonos y renegociar la deuda a corto plazo, además de fortalecer al
sistema bancario, alcanzar un tipo de cambio estable, darle al país acceso a
capital privado y permitirle emitir bonos de largo plazo garantizados con el
préstamo.
Los primeros 3 MMD estarían disponibles la semana siguiente, otros 7
MMD se pondrían al alcance del gobierno entre marzo y junio, mientras que
los 10 MMD restantes podrían utilizarse entre julio del 95 y junio del 96.
Las tasas que se pagarían por dichos préstamos serían los intereses que
devengaran los Bonos del Tesoro estadunidense con plazo de 5 a 10 años más
un promedio de 2.5% para los primeros 10 MMD y de 3% para la segunda
partida de 10 MMD.
En la ceremonia de firma de los cuatro contratos del préstamo, el
secretario Guillermo Ortiz señalaba su certeza de que permitirían “terminar
con la gran inestabilidad mostrada por los mercados financieros y cambiarios
del país”. El secretario insistía que los derechos de los Estados Unidos para
garantizar el crédito no vulneraban la soberanía nacional. Esto por el cuarto
contrato que, como se esperaba, señalaba que a partir de la aceptación del
crédito los ingresos de Pemex se depositarían en una cuenta de la Reserva
Federal estadunidense y en caso de que México no pudiera pagar los adeudos,
el gobierno estadunidense tendría acceso a esos fondos.
Sin embago, las corredurías de Nueva York consideraban que las medidas
comprometidas no eran suficientes para animar a los inversionistas.
Esto pese a que México se comprometía a aplicar una dura política
monetaria, reducir el gasto gubernamental y continuar sus programas de
reprivatización. Pero además se obligaba a informar a Estados Unidos sobre
crédito y oferta monetaria, reservas internacionales, evolución de la deuda del
sector público y otras medidas económicas. Como añadido, además de
comprometer al país a seguir los dictados del Banco Mundial y el FMI, se

90
comprometía a pagar las auditorías necesarias para demostrar la situación de
ventas de Pemex si la Reserva Federal de los Estados Unidos lo exigía.
Finalmente, lo que realmente parecía grave en términos de lo que el
articulista neoliberal Luis Rubio llamaba “malentendida soberanía” era
México aceptaba someterse a la jurisdicción de los tribunales de Nueva York
en caso de disputa, dejando de lado a las instancias internacionales y
renunciando a sus derechos como nación. Se le reducía a la calidad de simple
deudor, como cualquier particular o empresa.
Las condiciones revelaban la enorme desconfianza de la Reserva Federal
Estadunidense en las capacidades de la nueva administración mexicana.
El “contrato marco” que se iría conociendo en los siguientes días revelaba
también condicionamientos en política económica: si México no actuaba
conforme lo acordado, se suspenderían los préstamos, igual si no cumplía con
el programa económico al que se había comprometido con el FMI. Todo
cambio que el gobierno mexicano quisiera realizar en “política fiscal,
monetaria y de cambio estructural” debería ser consultada entre “las partes”
(RE).
Pese a este párrafo, el presidente Zedillo declaraba al día siguiente: “Se
equivocan quienes afirman que a cambio del respaldo financiero se ha
convenido la política económica del país”.
Al mismo tiempo que en Washington se pactaba lo que muchos
consideraron una inaceptable cesión de la soberanía y otros llamaban el
principio del fin de la crisis, el Banco de México anunciaba la creación del
contrato de futuros de divisas, buscando estabilizar el tipo de cambio.
También se adoptaba el “modelo chileno” que incluía la creación de una
“unidad de cuenta” cuyo valor se determinaría diariamente conforme a la
inflación. El cálculo de créditos y otras operaciones financieras en estas
unidades de cuenta serviría, supuestamente, para preservar el valor de los
rendimientos y promover el ahorro interno. La propuesta era crear, por así
decirlo, una segunda moneda sujeta a la inflación. Cien pesos serían cien
unidades de cuenta que, depositadas en un banco con inflación del 100%
anual, se convertirían en 200 pesos.
La salvación no había llegado, empero. La bolsa siguió en picada, el peso
no se recuperaba frente al dólar y los despidos se multiplicaban.
Nadie parecía creer, ni en México ni en ninguna otra parte, que los miles
de millones de dólares contratados por el nuevo Presidente en tan sólo dos
meses sirvieran para reactivar la economía mexicana. Era ya sabido que esos

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recursos únicamente tenían por objeto que México pagara los Tesobonos y
otros instrumentos que había ofrecido con altísimas ganancias a los
especuladores, mayoritariamente estadunidenses. Ni un dólar estaba destinado
a infraestructura, adquisición de tecnología, promoción de la exportación,
creación de empleos. Todo tenía por objeto salvar a los especuladores, los
consentidos de Salinas porque con su confianza habían financiado el delirio
importador y la incapacidad exportadora de México.
La confianza no retornaba. Las duras condiciones del crédito, los
aumentos en las tasas de interés decretados por el Banco de México y la
quiebra, el 26 de febrero, del banco Barings Brothers *, tenedor de buena
parte de papel comercial latinoamericano, siguieron llevando a la bolsa de
valores a niveles cada vez más bajos. Sólo el 27 de febrero sufrió una caída
del 6.85%, la mayor del año, llegando a su más bajo nivel en los primeros 101
días del nuevo gobierno.
Ni siquiera los esfuerzos de los más leales aliados del sistema entre los
corresponsales extranjeros lograban aflojar la presión internacional, aun con
historias como la del “subcomandante Daniel”, supuesto desertor del EZLN
recluido en una cárcel “cerca de la Ciudad de México” según el cual los
alzados eran solamente unos 130 “profesionales” y 500 milicianos (TI). La
imaginación de la periodista estadunidense responsable de esta información y
el entusiasmo de los redactores por el triunfo del PAN en Jalisco no
alcanzaban para dar confianza a los estadunidenses.

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5. La PGR en acción

Desde que se anunció su nombre, los análisis acerca del nuevo titular de la
PGR, Antonio Lozano Gracia, recorrieron su historial académico y político,
sus alianzas dentro de su partido (el PAN) y su actuación como líder de la
fracción panista en la Cámara de Diputados. Quienes veían en él a un
personero de los neopanistas se enfrentaban a quienes festejaban el
nombramiento porque, fuera quien fuera, el nuevo procurador no era priísta y
tenía una cierta obligación moral de cumplir. Quienes saboreaban el
bipartidismo por adelantado debían vérselas con los que señalaban que la
cercanía PRI-PAN hacía temer que el nuevo procurador serviría de tapadera
para el nuevo régimen priísta, en un quid pro quo de la concertacesión elevada
al rango de cultura política.
La exoneración brusca de María de los Angeles Moreno, Ignacio Pichardo
y Humberto Benítez, señalados por el exsubrprocurador Mario Ruiz Massieu
como encubridores de Manuel Muñoz Rocha y entorpecedores de la acción
judicial, parecía dar la razón a los que argumentaban la función de “tapadera”
del Procurador. El uso de la procuraduría para lanzar la fallida acción del 9 de
febrero contra el EZLN y las denuncias en el sentido de que la policía judicial
del panista seguía utilizando sin alteración sus viejos sistemas de
“investigación” (detenciones sin orden de aprehensión, secuestros, torturas,
amenazas) parecían reconfirmar la percepción.
Además, la gravedad del atentado contra el jefe de la Policía Judicial, Juan
Pablo de Tavira, se vio magnificada por el hecho de que se ocultó a la opinión
pública. Pese a que a mediados de enero ya corrían versiones acerca de un
atentado (LJ), fue hasta que el semanario Proceso publicó los datos del caso el
13 de febrero cuando empezó a fluir información. De Tavira era considerado
“carta fuerte” en el proceso de limpia de la Policía Judicial en dos años que el
procurador Lozano Gracia se había comprometido a lograr en dos años.

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La PGR requería, como el resto de la administración, alcanzar alguna
medida de credibilidad. Esa sólo podría venir de algún avance real en las
investigaciones de los tres más sonados asesinatos de los últimos años.
Para investigar los tres casos, del Cardenal, el Candidato y el Presidente
del PRI, el nuevo procurador nombró a un sólo fiscal especial, Pablo Chapa
Bezanilla, de larga trayectoria en los cuerpos policiacos y quien el 11 de enero
anunció que empezaría “prácticamente desde cero” y dio a conocer que
retomaría todas las hipótesis, incluso las que habían sido desechadas por sus
antecesores.

Un asesino más
Para fines de enero, era evidente que la procuraduría estaba convencida de que
había un segundo tirador en el atentado a Luis Donaldo Colosio. La hipótesis
de que el candidato giró sobre su eje para que el mismo Aburto le disparara el
segundo tiro en el abdomen, para luego caer de bruces, era insostenible ya no
criminológicamente, sino desde el punto de vista de la física. Al mismo
tiempo, se filtraban a los medios constantes versiones acerca del
fortalecimiento de la nueva hipótesis: había otro tirador, había complot, había
que pensar en los guardianes del orden en el mitín de Colosio, había nuevos
datos.
Un segundo tirador convertía el atentado en un complot innegable.
El 24 de febrero, el procurador Lozano Gracia anunciaba la detención de
Othón Cortés Vázquez, exmiembro de la Dirección Federal de Seguridad de la
Secretaría de Gobernación, militante priísta, siempre ligado a la seguridad de
funcionarios priístas en Baja California y en ese momento empleado del
Departamento de Información de la delegación de la PGR en la entidad. Era,
según concluía la PGR, el “segundo gatillero” en el atentado contra Luis
Donaldo Colosio.
En su anuncio, Lozano Gracia demolía las conclusiones del anterior fiscal
especial del caso, Miguel Montes, en especial las teorías que justificaban la
afirmación de que Mario Aburto había realizado los dos disparos. El
Procurador retomó declaraciones desechadas por los anteriores investigadores,
reveló la existencia de un segundo video (que no se ha hecho público, como
no se han hecho públicos otros que se asegura existen) y criticó “las
irregularidades en la investigación policiaca”, además de admitir que la escena
del crimen fue “manipulada y arreglada”, en referencia a la bala (la “ojiva”)

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encontrada después de los hechos en el charco de sangre dejado por el
candidato presidencial.
La nueva detención abría espacio para explicar contradicciones como la
planteada por las dos armas identificadas como la homicida. Una, la que tomó
momentos después del atentado Rafael López Merino, miembro del grupo
Omega, que Mario Aburto reconoció como suya a las 19:00 horas del día del
crimen. La segunda la tenía el teniente del Estado Mayor Presidencial Roberto
Merín Sandoval, y para llevarla del Hospital General donde falleció el
candidato a la delegación de la PGR pidió apoyo al Grupo Táctico Especial de
Tijuana dos horas después, a las 9 de la noche.
¿Por qué se desecharon los ocho testimonios que ahora esgrimía como
pruebas Lozano Gracia? ¿De dónde salió el segundo video y quién lo tenía?
¿Quién o quiénes manipularon la escena del crimen y con qué fin? Si había un
complot, ¿quién era el autor intelectual? Y, por supuesto, ¿cuál era el móvil de
un asesinato así, que había puesto en peligro a la nación entera?
El video mostrado en los medios (que parecía el mismo que se había
exhibido desde los primeros días de la investigación) dejaba ver que Othón
Cortés, (caminando a la izquierda de Colosio) miraba insistentemente hacia su
derecha, de pronto parecía afirmar secamente con la cabeza y la mano de
alguien (presuntamente Mario Aburto) salía de entre las cabezas para
apoyarse en la del candidato y disparar.
El Procurador indicó: “ésta es sólo la primera etapa”.
La segunda etapa recomenzaba una vez más.

De oreja a gatillero
Los responsables de diversas instancias de gobierno, fieles al hábito,
emprendieron un enérgico ejercicio de la dignidad ofendida, negando
apresuradamente toda relación con el nuevo acusado tan sólo para que la
realidad los contradijera en pocas horas.
Othón Cortés era, como principal oficio, informante, lo que la voz popular
llama oreja, además de sostener una larga relación de trabajo como
guardaespaldas y chofer de numerosos priístas y funcionarios del gobierno
bajacaliforniano. Días antes de ser detenido había sido nombrado informante
del Departamento de Información a Medios de los Estados de la Presidencia
de la República, lo cual fue de inmediato negado por el jefe del departamento,
Ricardo Torres Cota. La publicación del fax donde el mismo funcionario pide
a Cortés “se sirva auxiliarnos” enviando recortes de diarios bajacalifornianos

95
provocó que Torres Cota renunciara el 26, asumiendo lealmente toda
responsabilidad por haber pedido ayuda a Cortés.
La misma PGR negaba que Cortés trabajara “o hubiera trabajado” en la
corporación, pese a que éste se identificaba con una concha o charola
metálica de esa dependencia.
Al momento del asesinato, Cortés trabajaba bajo las órdenes de Fernando
de la Sota Rodalléguez en el grupo de seguridad Omega, que colaboraba con
el Estado Mayor Presidencial en la seguridad de las giras del candidato
Colosio. Omega había sido creada y era pagada por la Unión de Transportistas
de la República Mexicana para cumplir las tareas de orden y vallas en las
actividades del candidato Colosio. Roberto Alcántara Rojas, líder
transportista, principal accionista del Grupo Financiero Bancrecer y cercano al
grupo político de Hank González, había promovido al grupo (lo cual negó en
declaraciones a los diarios) y mantenía a De la Sota como jefe de seguridad de
la central camionera Poniente, de su propiedad. El grupo Omega estaba
formado por 160 personas, de las cuales sólo 17 estaban presentes en Lomas
Taurinas al momento del crimen.
Adicionalmente, Othón Cortés formaba una especie de eslabón perdido
entre varios funcionarios: Rodolfo Rivapalacio Tinajero, jefe del otro grupo
de seguridad “Tucan” (todos unidos contra Acción Nacional), Xicoténcatl
Leyva Mortera (exgobernador bajacaliforniano destituido cuando Colosio era
presidente del PRI y quien presuntamente le entregó 50 millones de nuevos
pesos a Rivapalacio el día del asesinato) y José Arturo Ochoa, señalado como
el funcionario que diera facilidades para que el gobernador de Sonora Manlio
Fabio Beltrones interrogara durante dos horas a Mario Aburto, según
testimonios nunca suficientemente desmentidos aunque nunca probados,
incluyendo los del propio asesino.
La información inicial, como siempre, era contradictoria. Se decía que
Othón Cortés tenía todas las confianzas del general Domiro García Reyes, el
encargado del Estado Mayor Presidencial de cuidar al candidato priísta y que
había conducido la ambulancia que llevó al aeropuerto los restos mortales de
Luis Donaldo Colosio (EF).
La reconstrucción de los hechos, la revisión de las declaraciones, el cotejo
de las contradicciones, las teorías sobre la bala encontrada en el charco de
sangre dejado por la víctima horas después del atentado, ocuparon
nuevamente el tiempo y la preocupación pública. Seguía faltando información
concreta... el rumor la sustituía, no había explicaciones claras... el sentido

96
común ocupaba sus espacios, la investigación policiaca seguía sin ser clara...
el periodismo se lanzaba a intentar la criminología. En los 101 días de Ernesto
Zedillo, aparecieron informes especiales sobre el caso Colosio en numerosos
diarios y revistas.

Los cabos sueltos


Inmediatamente después de la detención, algunos legisladores empezaron a
pedir que los anteriores fiscales especiales, Miguel Montes y Olga Islas,
explicaran públicamente su actuación al frente de la investigación.
De otra parte, faltaba aún la explicación de los móviles del asesinato. Se
había sugerido una venganza de Xicoténcatl Leyva Mortera (EF), pero no se
volvió a hablar del asunto. Se hablaba de posibles rupturas entre Colosio y
CSG, de narcotraficantes, de dinosaurios priístas, de todos y de nadie. Y
faltaba explicar las acciones de algunos personajes.
Fernando de la Sota, detenido al mismo tiempo que Othón Cortés,
alcanzaría su libertad bajo fianza el día 27 pues solamente se le acusaba de
falsedad en su declaración. Este personaje era jefe del grupo independiente de
seguridad “Omega”, encargado de los actos de campaña. Su trayectoria
policiaca iba de labores de inteligencia y contrainteligencia, a una pena de
cárcel por intimidación, a la Policía Judicial del DF y la Federal hasta llegar a
una averiguación previa por posibles nexos con el Cártel de Ciudad Juárez y
su relación con el general Domiro García Reyes desde la campaña de CSG en
1988. Una versión publicada por el articulista de La jornada Ricardo Alemán
Alemán indicaba que De la Sota había sido recomendado al general Domiro
García Reyes (encargado de seguridad de Colosio por el Estado Mayor
Presidencial) por Joseph-Marie Cordoba, línea de investigación que había
abandonado la fiscal Olga Islas y que el propio Cordoba desmintió. Para el 28
de febrero de 1995, el general García Reyes había sido nombrado agregado
militar en la embajada de Portugal y esperaba la visa del gobierno lusitano,
aunque aumentaban los reclamos de llamrlo nuevamente a declarar.
Estaba también la figura de Jorge Antonio Sánchez Ortega, agente del
Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional de la Secretaría de
Gobernación, con asombroso parecido a Mario Aburto y quien había sido
detenido por la policía municipal tijuanense cuando se alejaba del sitio del
atentado con la chamarra manchada de sangre. El hecho de que la prueba de
radizonato de sodio demostrara que había disparado un arma recientemente
(aunque declarara que no lo había hecho en años) fue desestimado por el

97
anterior fiscal especial Miguel Montes. No así por el jefe policiaco
bajacaliforniano, Fernando Benítez López, quien manejaba la hipótesis de que
Sánchez Ortega había sido el segundo tirador. Benítez murió emboscado antes
de dar a conocer los resultados de sus pesquisas. Sánchez Ortega se había
reincorporado a sus actividades como informador del Cisen en Baja California
y aseguraba que la prueba de radizonato de sodio podía haber salido positiva
porque había cargado personalmente gasolina en su auto (lo cual es
científicamente plausible, aunque no lo mencionó en sus primeras
declaraciones).
Además había un problema adicional: la bala encontrada en Lomas
Taurinas, según la descripción del primer dictamen de balística, era distinta de
la que conservaba la PGR. ¿Dos balas falsas? ¿Se cruzaron acaso los
encubridores? Porque para los días siguientes a la detención de Othón Cortés
el análisis de las pruebas no sólo revelaba un complot para el asesinato, sino
una enorme operación de encubrimiento. El lodo saltaba para todas partes, y
no había forma de saber qué imputaciones eran fundadas y cuáles no, qué
personajes (el gobernador de Sinaloa, los muchos expolicías presentes en
Lomas Taurinas, personajes políticos del estado y de la federación) eran
señalados por venganza política y cuáles realmente podían tener relación con
el caso.
¿Era creíble que la escolta de Colosio fuera un verdadero hospital? El
general García Reyes se vio rebasado por las multitudes debido a que padecía
gota, según dijo. Tranquilino Sánchez aseguró que no vio nada por una
catarata en un ojo. Othón Cortés al punto del coma diabético, *
En realidad, no se sabía nada nuevo, sólo que lo que se sabía desde antes
adquiría relevancia.
Ni siquiera había pruebas contundentes de que Othón Cortés fuera el
segundo tirador.

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PARTE CUATRO
Los sobresaltos y los legados

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1. Amargo despertar

En el entramado de medias palabras, sobrentendidos y servilismo infinito que


rodean al presidente de la república, basta desear algo para que se cumpla. Lo
que sea. El Presidente no tiene necesidad de dar órdenes incómodas, sólo de
expresar sus deseos y la corte se encarga de interpretarlos y luego de
atropellarse entre sí para ser el que haya hecho realidad el deseo del Señor, del
Preciso, del Mero-mero, con la esperanza de que Él se fije en ellos.
La corte se encarga de provocar en el emperador el mareo, el mal de
montaña, la ebriedad de poder. Desde allá todo parece posible, incluso
erradicar la pobreza, ser el único intérprete válido del proyecto nacional,
hablar por todos y cada uno de los mexicanos, salvar a la Patria, promover la
industrialización, decretar la democracia y resucitar a los muertos. El
Presidente de México pierde así toda tolerancia a la frustración. Es
omnipotente, se siente querido, se convence de su propia infalibilidad.
Cuando entrega el poder, todo presidente mexicano anuncia que sabe que
ha terminado su período de exaltación. Pero las evidencias de las acciones y
reacciones de los presidentes, sobre todo en el último cuarto de siglo, revelan
que los presidentes salientes no atinan a creerlo en realidad. El nivel
monstruoso del poder presidencial, poder sin cota, superior en muchos
momentos al poder de que disfrutan en otros países los dictadores o los
monarcas, no permite el regreso suave a tierra. Los presidentes se sorprenden
al descubrir que las lealtades de un día desaparecen al otro, que no son nadie
después de entregar la banda presidencial. Se sienten traicionados, se
abruman, muestran insistentemente su perplejidad, su incomprensión. Miles
de hombres y mujeres han dedicado seis años a exaltarlos, a insistir en su
perfección, en la claridad de sus ideas, en lo atinado de todas sus propuestas.
Esos mismos miles de hombres y mujeres (con alguna excepción menor) se
encargan de lincharlos, de exponer al mundo sus debilidades, de olvidarlos.
Ningún despertar más amargo, empero, que el de Carlos Salinas de
Gortari.

100
La campaña feliz
Durante los primeros días posteriores a su entrega del poder, Salinas se dedicó
a recorrer el mundo buscando apoyo para su candidatura a la dirección de la
OMC. Igual estaba en Sudáfrica, Israel y la India que en Egipto, Brasil y
Kuwait, viajando en un jet privado de Taesa con costo de 1,900 dólares por
hora de vuelo (LJ) y hospedándose en lujosos hoteles.
Después del 19 de diciembre, mientras México se debatía en la crisis
económica y política más intensa de su historia moderna, el clamor popular
contra Carlos Salinas de Gortari creció, así como crecían las dudas acerca de
la conveniencia para el país de seguir apoyando y financiando la campaña de
quien se señalaba como corresponsable de la situación.
Sin embargo, el gobierno de Ernesto Zedillo continuaba el apoyo a la
campaña de Salinas, y Washington hacía lopropio con cierta regularidad, cada
vez que el rumor del escándalo crecía, aún cuando ya desde principios de
enero los analistas internacionales señalaban que las posibilidades de Salinas
de dirigir la OMC eran ya prácticamente nulas. Los embajadores que se
atrevían a declarar lo hacían inseguros y poco convencidos. Así, todavía el 19
de enero la representación mexicana ante la OMC organizó un cabildeo con
los 128 representantes de igual número de países que forman la organización,
que se reunieron por grupos con Carlos Salinas. Después de las reuniones, se
reunió con los reporteros, pero para hablar sólo de su candidatura y callar
sobre lo que acontecía en su país (PR).
Por si fuera poco, CSG aceptaba, el 18 de enero, un cargo en el consejo de
la empresa Dow Jones, editora de The Wall Street journal. El nombramiento
causó mala impresión ya que, por vez primera, un expresidente se convertía en
empleado de una firma extranjera, pero además una firma sin duda intereada
en los datos privilegiados sobre el país que podría tener el exmandatario.
Finalmente, un tiempo después vendría el rumor de que el expresidente había
adquirido el 35% de la empresa, lo cual justificaba su contratación.
En México todo mundo se preguntaba de dónde salían los fondos
necesarios para costear la campaña del expresidente, cuyos viajes al país
después de la devaluación eran cada vez menos publicitados hasta mediados
de enero, cuando regresó a México luego de cancelar su gira por los países de
Asia. Parecía que la campaña se desvanecía entre las pugnas de los tres
bloques (Estados Unidos, Asia y Europa) y el desastre económico mexicano,
sazonado con la demanda penal interpuesta por el PRD y apoyada por cada
vez más amplios sectores de la sociedad, incluyendo a priístas como los que

101
marcharon el 19 de enero en Ciudad Victoria y los panistas que protestaron en
Coyoacán el 22 de enero.
El expresidente apenas dio una breve entrevista condicionada al fiel
noticiario 24 horas, diciendo que había recogido “el deseo de cambio de los
mexicanos, introducirlo en áreas sociales y políticas, y darle sustento real”.
Pero para que el expresidente volviera a aparecer en público, era necesario
algo más.
Ese “algo más” lo adelantaba el periodista Carlos Ramírez el 13 de
febrero: “algunas pistas de la investigación del asesinato de José Francisco
Ruiz Massieu también podrían llevar hasta Raúl Salinas de Gortari” (EF).

El arresto y las barbas remojadas


La detención de Raúl Salinas de Gortari se constituyó en el amargo
despertar del expresidente.
La mañana del 28 de febrero, un representante del procurador llevó a CSG
dos expedientes, uno de la PGR y otro de la Contraloría General de la
Federación (RE). El primero sustentaba los motivos para detener a su hermano
como presunto autor intelectual del asesinato de José Francisco Ruiz Massieu,
su excuñado por haber estado casado con Adriana Salinas. Del segundo sólo
puede especularse: ¿contenía datos sobre el escandaloso enriquecimiento de
Raúl Salinas, o involucraba también al expresidente?, ¿tocaba los puntos del
financiamiento de Antorcha campesina y el Partido del Trabajo, que muchos
atribuían al hermano más poderoso del siglo?, ¿se había hallado algo ilegal en
las operaciones de importación que se le atribuyeron durante años a RSG?
En todo caso, por esta vez no se le preguntaba a CSG su opinión, se le
informaba como una “cortesía”.
La reacción del expresidente fue inmediata. Según La Jornada, ordenó a
su escolta (formada por militares del Estado Mayor Presidencial) que
impidieran el arresto, aunque implicara el riesgo de un enfrentamiento entre
los militares y los agentes de la judicial. Según esta versión, a medio camino
entre la casa de CSG y la de su hermana Adriana donde se encontraba RSG, la
escolta del expresidente recibió por radio una orden: “Detengan esa acción”.
Les hablaba directamente el Secretario de la Defensa Enrique Cervantes
Aguirre.
Sin interferencia, 70 agentes de la judicial arrestaban a Raúl Salinas de
Gortari cerca de las dos de la tarde.

102
A las tres de la tarde, después del arresto, Carlos Salinas llamaba al
noticiero de los Zabludovski y señalaba que se le estaba acusando de interferir
con las investigaciones del asesinato de Colosio (el día anterior, algunos
legisladores, incluso del PRI, habían exigido que se llamara a declarar al
expresidente). Hablando de las imputaciones e insinuaciones dijo: “Con toda
firmeza las rechazo y exijo de la autoridad competente una aclaración
stisfactoria.”
La exigencia no tenía precedentes. Pero la bomba vino cuando Salinas
pidió que se reconociera que la devaluación de diciembre fue producto de “un
error” (palabra que repitió cinco veces) de la actual administración y no de “la
administración que yo encabecé”. Advertía además que el exsecretario de
Hacienda Pedro Aspe iba a presentar un informe de lo realizado en el sexenio.
El locutor Abraham Zabludovski optó por no preguntarle al expresidente
acerca de la noticia que ya se conocía, el arresto de su hermano Raúl. Luego el
expresidente hizo imprimir y circular como boletín sus palabras a la
televisión.
Luego, CSG siguió hablando a los medios de información, insistiendo en
que no obstaculizó las investigaciones del caso Colosio (jamás se refirió a las
investigaciones del asesinato de Ruiz Massieu), pidiendo que la
administración de EZPL reconociera “el error de diciembre” y anunciando su
confianza en la inocencia de su hermano, tema del cual sí le preguntaron otros
comunicadores.
A las 17:30 horas, visiblemente nervioso, el fiscal Pablo Chapa Bezanilla
enlistaba los contactos telefónicos permanentes de Manuel Muñoz Rocha con
RSG en los días anteriores y poseriores al asesinato, el depósito del diputado
de 243 mil nuevos pesos en una caja de seguridad, presunta gratificación
entregada por Raúl Salinas dos días antes de la muerte de Ruiz Massieu. La
PGR señalaba además que la última vez que se vio a Muñoz Rocha se dirigía
al domicilio de RSG. En conclusión: “la PGR concluyó ejercitar acción penal
en contra de Raúl Salinas de Gortari como presunto autor intelectual y
probable responsable del delito de homicidio calificado” en contra de JFRM.
Además, anunciaba que Mario Ruiz Massieu (quien esa mañana había
presentado su libro Yo acuso con su versión de los hechos) también era sujeto
de proceso penal por “delitos conexos”, concretamente haber desviado la
investigación para no afectar a RSG.
Si bien no se habían exhibido pruebas contundentes de la acusación de
“autoría intelectual” en ese momento, sí se recordaban las múltiples

103
acusaciones emitidas por los medios de comunicación contra Raúl Salinas:
dueño de Taesa mediante prestanombres, comisionista de Mitsubishi en la
venta de una refinería, responsable de numerosas irregularidades en Diconsa
(cobro de comisiones a proveedores, venta de plazas), promotor de la
renovación de la concesión del Hipódromo de las Américas a cambio de una
finca de 170 hectáreas (LJ), importador ilegal de azúcar, leche y carne;
favorecedor de Roberto González Barrera en la construcción de una fábrica de
harina para Conasupo en Guerrero (fuente de un enfrentamiento con JFRM),
con participación en numerosos negocios y hasta beneficiario del dinero de la
droga (según la revista The Mexico report).
De hecho, desde días antes se habían filtrado informaciones que negaban
la versión de Raúl Salinas en el sentido de que hacía 20 años que no veía a
Manuel Muñoz Rocha, el cerebro (por decir algo) del asesinato de JFRM.
Muñoz Rocha había sido invitado a la tercera boda de RSG (EF) y de hecho le
debía su ascenso en la política, y las líneas que conectaban a estos dos
personajes y con ellos Hugo Andrés Araujo y Jaime de la Mora.
Todos ellos, con CSG, Rolando Cordera, Alberto Anaya y Oscar Levín,
habían pertenecido a un grupo maoísta de la corriente “línea de masas”, y
habían impulsado por igual el ejido de Batopilas, en La Laguna, y proyectos
de promoción social en Chiapas.
Como siempre, ante las acusaciones, RSG enviaba oportunamente un
desmentido señalando que todo lo que de él se decía era falso.
Los reporteros que estaban en el penal de Almoloya por la “presentación a
la prensa” de Othón Cortés Vázquez, atestiguaron cómo, a las 16:45, RSG
llegaba al penal de alta seguridad.
Al día siguiente, Sergio Salinas pediría licencia en sus funciones como
asesor del Gobernador de Morelos, el día 7 de marzo, Hugo Andrés Araujo
sería relevado al cabo de diez años de la CNC y lo sustituía la hasta entonces
subsecretaria de Gobernación Beatriz Paredes, que había jugado un papel
fundamental en el diálogo de Esteban Moctezuma con los zapatistas.
Afuera de la residencia del expresidente, sitiada por reporteros y algunos
ciudadanos, el 28 de febrero los autos que pasaban lanzaban mentadas con las
bocinas, la impotencia en cinco claxonazos.
CSG llamaba en la noche a otra cadena de televisión para asegurar: “tengo
plena confianza en la inocencia de mi hermano”.

104
Entretanto, se veía a lo lejos la estampida de docenas de empresarios y
políticos que declaraban, a una sola voz “yo ni conozco a ese señor”,
refiriéndose a Raúl Salinas.

El ayuno que no fue


El júbilo por la detención de Raúl Salinas de Gortari incurrió en excesos que
suponían que con él en México se había acabado la impunidad, se instalaba el
estado de derecho, se limpiaba la atmósfera política y se marcaba el final del
PRI. Todo esto podía ser parcialmente cierto, pero lo importante era que se
había dado una brutal ruptura en el sistema político mexicano que generaba
más incertidumbre. La actividad del expresidente hacía esperar que éste no
aceptaría la situación sin pelear. El antiguo tlatoani, el señor de la gran voz,
pretendía seguir hablando cuando ya había otro tlatoani. Y el PRI cerraba filas
alrededor del Presidente.
El 1º de marzo, aduciendo su disposición a abrir espacios de consenso en
la OMC, Carlos Salinas renunciaba a su candidatura. Al día siguiente por la
noche, luego de que se anunciaba que se estaba investigando incluso a su
exsuperasesor Joseph-Marie Cordoba y a su exsecretario Justo Ceja (EF),
llamaba al noticiario Hechos (casi el único que le tomaba las llamadas) para
anunciar: “lo más valioso que poseo es precisamente la vida, por eso estoy
dispuesto a darla a cambio de la verdad. A partir de este momento me
mantendré en ayuno total mientras no se aclaren estos temas”. Se refería a su
petición de que la PGR declarara que CSG no había encubierto ni impedido
las investigaciones del asesinato de LDC y que “reconocieran el error
cometido en la devaluación de diciembre”, sin especificar quién. Aclaraba que
su huelga de hambre nada tenía que ver con la situación jurídica de su
hermano.
Esa tarde, en Tlaxcala, el presidente Zedillo había declarado: “se acabó la
impunidad”. Y a los periodistas les confiaba que no había problema personal
de él con el expresidente.
La noche del día 2 se empezaba a manejar un rumor por parte de
“personeros gubernamentales”: Carlos Salinas de Gortari saldrá del país, y
pronto (LJ).
Al día siguiente, CSG reaparecía en San Bernabé, la zona más pobre de
Monterrey, especialmente beneficiada por el Pronasol, en casa de Rosa Ofelia
Coronado, la presidenta del Comité Local de Solidaridad. Había llegado a
Monterrey en el jet privado del consuegro de Carlos Hank y uno de los

105
hombres más ricos de México, Roberto González Barrera, presidente de
Maseca sumamente beneficiado por las políticas económicas salinistas. Y le
habían dado la habitación de los hijos de la señora Coronado, donde durmió
para, al día siguiente, lanzar sus denuncias vestido como para una
representación teatral, sin corbata, en mangas de camisa, sin rasurarse: “he
sido objeto de una campaña de hostigamientos y falsedades, se me ha querido
culpar de errores por mí no cometidos”. Anunciaba “se me ha pedido” (no
dijo quién) que pospusiera el ayuno. Entre periodistas y medio centenar de
vecinas que lo apoyaban, Salinas denunciaba presuntos hostigamientos a sus
excolaboradores y a las secretarías de Raúl Salinas y señalaba que actuaba por
“la verdad, el honor y la dignidad”. Mientras, en el DF, la PGR emitía un
comunicado diciendo que no tenía “elementos” para fincarle responsabilidad
al expresidente.
Era inevitable pensar en la poca sensibilidad que había mostrado el
gobierno de Carlos Salinas de Gortari hacia los cientos, acaso miles, de
huelguistas de hambre que en su sexenio habían buscado oídos a sus
peticiones.
Más allá del escándalo político y de la evidente ruptura en el sistema, el
asunto era absurdo y movía a la risa, profundizaba la sensación de que en el
país se vivía una telenovela con guión de Kafka y escenografía de Escher. De
las monumentales puestas en escena de las Semanas Nacionales de
Solidaridad a este entremés polvoriento mediaba la distancia entre el poder y
el olvido.
16 horas después de llegar a San Bernabé, CSG salió en otro avión de
empresarios de Monterrey hacia el aeropuerto de Toluca. Al día siguiente, 4
de marzo, volvía a su refugio y allí recibiría al enviado del presidente Zedillo,
Arturo Warman. El escenario había mejorado: Ninfa Barrón, del PT, y otros
líderes habían organizado el imprescindible acarreo de vecinos, la manta
profesionalmente rotulada: “Por la verdad, el honor y la dignidad de México,
Carlos Salinas de Gortari”, y las agresiones de rigor contra los periodistas que
cubrían la nota. A las 16:50, Salinas salía para anunciar que el procurador
haría “en breves momentos” la declaración del apoyo de Salinas a a la
investigación del caso Colosio, y que quienes manejaron las finanzas en
diciembre presentarían con veracidad los hechos sucedidos. Ello implicaba
que se habían satisfecho sus condiciones y procedía a decir que no
respondería preguntas porque llevaba 44 horas sin comer. Afirmó que no
saldría del país (“No tengo por qué, yo tengo cosas que atender”), afirmó su

106
“respeto y lealtad a las instituciones”, recomendó “apoyar al Presidente” y
pasó a comerse un caldillo de res norteño.
Pero la comedia no acabaría allí.

Los hilos y el subprocurador


Mario Ruiz Massieu, de quien primero había dicho el fiscal Chapa que estaba
“indiciado” y que declaró el día 2 ante la PGR, saliendo en apariencia
indemne, viajó sorpresivamente a Estados Unidos esa misma noche, lo que
provocó dudas de inmediato. El propio exfuncionario intentó calmarlas
señalando que estaba en el vecino país para dar una serie de conferencias
contratadas con anterioridad en “instituciones académicas y sociales de
Estados Unidos”.
Pero, si tal era el caso, ¿por qué abandonaba los Estados Unidos al día
siguiente? Más notable aún, pese a que tenía reservaciones para viajar a
Montreal, Canadá, había decidido adquirir en efectivo, en Houston, boletos de
Continental para viajar a New Jersey y ahí transbordar con destino final en
Madrid, España. ¿Qué significaban esos cambios, que tenían toda la
apariencia de una fuga?
En el aeropuerto de Newark, New Jersey, las autoridades estadunidenses
decidieron de pronto verificar la declaración de transportación de divisas de
MRM y lo arrestaron por llevar 40 mil dólares cuando sólo había declarado 8
mil. Fue arrestado por violar la Ley de Control de Divisas, presumiblemente
por una delación.
Al día siguiente del arresto, México solicitaba formalmente la extradición
de Mario Ruiz Massieu acusado de encubrimiento y de hostigamiento. Y para
el día 9 de marzo se llamaba a declarar también al visitador general Jorge
Stergios. El alegato de la procuraduría era el siguiente: tanto MRM como su
visitador habían ordenado que se alteraran las declaraciones de algunos de los
acusados por el asesinato de JFRM para borrar de ellas el nombre del entonces
“primer hermano de la nación”, Raúl Salinas de Gortari.
Si la extradición se hacía realidad, y si MRM deseaba conservar algún
nivel de credibilidad ante la sociedad que lo había apoyado sin reservas en sus
acusaciones contra el PRI y su declaración de que “los demonios andan
sueltos”, debía decir la verdad. Si esa verdad era que había atendido a una
sugerencia presidencial para encubrir a Raúl Salinas de Gortari, el destino del
expresidente era aún menos halagüeño.

107
Admitiendo tácitamente la gravedad del caso, la policía federal
estadunidense empezó a trasladar a Ruiz Massieu enfundado en un chaleco
antibalas, como suele hacerlo con los informantes de la Mafia, en prevención
de un atentado.
Pero el caso dio un giro el 6 de marzo, cuando se reveló que de marzo a
noviembre de 1994 Mario Ruiz Massieu había depositado casi 7 millones de
dólares en en Texas Commerce Bank, y se habló de una transferencia de otros
17 millones de dólares. Versiones fueron y vinieron, se congelaron cuentas del
exfuncionario en Estados Unidos y en México, y al final se hablaba de 9.4
millones de dólares. ¿De dónde provenía ese dinero? ¿Le pertenecía o lo
estaba resguardando? ¿Provenía de los negocios de MRM con la constructora
de su hermano Arturo, como sugirió el abogado Xavier Olea? De inmediato
surgieron rumores en el sentido de que se trataba de fondos del narcotráfico,
presuntamente usados para cohechar al funcionario, pero no había pruebas al
respecto y el acusado no daba declaraciones.
La PGR aportaba más pruebas de que MRM había “rasurado”
declaraciones para no imputar nada al hermano del presidente y se hablaba de
nuevo de las “denuncias cruzadas” entre JFRM y RSG cuando el primero
había sido gobernador de Guerrero.

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2. El PRI a la deriva

Desde que Ernesto Zedillo anunciara su decisión de separar al PRI del


gobierno “sin que implique una ruptura”, las sorpresas al interior del PRI se
fueron multiplicando conforme, efectivamente, dejó de “bajar línea” desde
Los Pinos. Nadie entre los miles de políticos priístas esforzadamente
entrenados en la abyección, había creído que realmente el presidente se
apartaría para dejar que el PRI navegara solo. Si es cierta la versión de Carlos
Ramírez, el presidente Zedillo personalmente se negó a revisar las listas del
nuevo Consejo Ejecutivo Nacional cuando se las lelvaba para su aprobación la
nueva presidenta del partido Marís de los Ángeles Moreno.

El pasado no sirve; el futuro, menos


El más intenso discurso del PRI se ha reservado a la democracia y sus
alrededores, con una adoración pagana y melosa: democracia, divino tesoro;
democracia, por tí la vida; loor a la democracia de saliva. El PRI es capaz de
decir cualquier cosa, literalmente, mientras los mecanismos del poder no se
toquen y el pacto de reparto del pastel se conserve en lo esencial. De izquierda
un día y de derecha al otro, moderado cuando no es radical y viceversa, dócil
pero combativo, antimperialista y proestadunidense, desarrollista o
liberal-social el PRI vive en la contradicción y deja que la oratoria ocupe el
espacio de la ideología, todo en aras de la permanencia en el poder.
El temor de una genuina separación, que lo convirtiera en un partido
político más, nunca había existido en realidad. El concepto era parte del
camaleónico discurso priísta (“partido en el gobierno, no partido de
gobierno”) pero a la toma del poder de Zedillo, a las pláticas con los
opositores pacíficos (PRD) y hasta armados (EZLN), a la falta de “línea”
desde Los Pinos, a la crisis económica, a las protestas de la sociedad y al
rápido sacrificio de Serra Puche y de Alzati, el PRI reaccionó con genuina
preocupación y absoluto descontrol.
Una vez que CSG había desmantelado el “viejo PRI”, rotas las alianzas del
pacto de 1929, la opción que quedaba era la “generación del cambio”, a la que

109
se invitaba a entrar a los priístas “históricos” (los dinosaurios). Pero ésta se
veía también en peligro. Los adorados empresarios (como el yucateco Carlos
Cabal Peniche, que contratara el Auditorio Nacional y una transmisión vía
satélite en privado para celebrar que su Banco Unión se convertía en
institución a nivel nacional) se veían involucrados en asuntos turbios,
desmanes financieros, lavado de dinero proveniente del narcotráfico,
operaciones de dudosa ética, reclamaciones constantes en la Profeco (contra
Telmex, sobre todo) y estallamiento de la credibilidad hacia Televisa. Los
operadores (los caballeros de los espejos) educados en el extranjero
encontraban sus limitaciones: eran lo que Carlos Fuentes llamara “los chicos
del pizarrón”, profesionistas preparados para la academis y el cubículo, pero
absolutamente alejados de la realidad del país que pretendían, más que
gobernar, administrar. Y, más grave aún, desdeñaban el “colmillo político” de
los priístas del parque jurásico.
Peor aún, los medios hacían revelaciones y señalamientos con una
insolencia que en los “buenos tiempos” de la familia revolucionaria les
hubiera valido más censura, golpizas, despidos y amenazas a los
comunicadores (no que no los haya habido), y regaños y retiro de publicidad
oficial a las empresas ofensoras.
En pocas semanas, los priístas descubrieron que su estructura, obra
maestra para cantar a coro las loas ordenadas, era incapaz de funcionar
democráticamente y crear su propia partitura. El verticalismo de seis décadas
y media había producido una esclerosis múltiple, y los priístas se rehusaban
(acaso temiendo que todo fuera una emboscada para probar su lealtad) a
sostener una sola idea u opinión propia, ni a enfrentarse entre sí en un diálogo
nacional para darle rumbo al partido. Las excepciones, los legisladores que se
pronunciaban por el juicio a Salinas o los que se abstenían en el voto para
aprobar la ayuda económica estadunidense, acaso convencidos de que
efectivamente se estaba cediendo al soberanía, pero rebeldes al fin.
Quizá los problemas económicos que enfrentó el PRI desde diciembre de
1994 sean la mejor balanza para determinar la necesidad que tiene el partido
de contar con todo el apoyo del gobierno para seguir existiendo. Entre la toma
de posesión del presidente Zedillo y la primera semana de enero, el CEN del
PRI despidió a 1,900 de sus 2,000 empleados. De otra parte, la rebelión de los
gobernadores, dispuestos a no emprender acciones reales para establecer lo
que EZPL llamó “sana distancia” entre el PRI y el gobierno, tuvo momentos
verdaderamente preocupantes que hicieron crisis en el caso Tabasco.

110
Renovación, pero no mucha
El 31 de enero, 203 miembros del Consejo Político Nacional del PRI se
reunían en el auditorio Plutarco Elías Calles del PRI para discutir la
restructuración del partido de acuerdo a seis líneas: relación con los
gobiernos, relación con la sociedad, democracia interna, organización,
financiamiento, doctrina y respuesta ante la crisis.
En la preparación de esta reunión, la presidenta del partido, María de los
Angeles Moreno, había advertido que se renovaban para seguir ganando, que
se renovaban porque así lo querían y no por ningún reclamo de la oposición y
que, como partido, no iban a renunciar a los privilegios que les daba ser
mayoritarios.
La primera reunión tropezó con una invitación a la autocrítica por parte del
líder potosino Julio Hernández López, en un discurso en el que amenazaban
los nubarrones de la auténtica modernización y restructuración. Sus palabras
fueron muy aplaudidas pero de inmediato omitidas. El acto siguió por las
tranquilas veredas del homenaje autoinfligido, que alcanzó niveles de
entusiasmo cuando se habló de la movilización de Tabasco que había dejado
en mala posición (esto, claro, no se dijo) al presidente de la República, priísta,
por cierto.
Ni siquiera era novedosa la convocatoria para la selección “democrática”
de los candidatos a gobernadores en las elecciones para gobernador de 1995
(Guanajuato, Yucatán y Baja California). El sistema mismo se encargaría de
mantenerlas bajo control, como se vio poco después, cuando la “unidad” se
imponía par promover la reelección de Víctor Cervera Pacheco en Yucatán.
Al final del acto vendría el ejercicio de la disciplina como dogma de fe y
las manos tendidas al aire, esperando bajar “la línea”, ese ejercicio de dejar la
tarea de pensar a otros en mejor ubicación escalafonaria. La presidenta del
partido habló en plural para tirar la ansiada “línea”, aclaró lo que
“buscaremos”, precisó lo que “demandaremos”, destacó los compromisos que
“tenemos”, estableció lo confiados que “estamos” por el crédito recién
anunciado de 51 MMD y aclaró los principios que “mantenemos”. Después, el
colofón indispensable, el desplegado de apoyo a las políticas económicas del
Presidente y a sus medidas, la dosis necesaria del vocabulario desgastado
(firmeza, energía, nacionalismo, soberanía), el júbilo abajofirmante y las
planas completas al día siguiente en los diarios.

111
Los priístas, tranquilos, volvían a sus oficinas. Si así comenzaba el nuevo
PRI, se parecía lo suficiente al viejo como para disipar todas las inquietudes.
La confirmación vendría poco después, cuando el diario oficial del PRI, La
república, publicaba un artículo en el que Julio Zamora Batiz descalificaba y
atacaba a Hernández López.

El 66 aniversario
En el enfrentamiento entre Salinas y Zedillo el único hecho cierto era que
ambos, y prácticamente todos sus funcionarios, eran priístas. Si la culpa
individual del desastre era motivo de confrontaciones, la culpa colectiva era
clara, recaía en el partido, sus prácticas, su lealtad unánime, su disposición a
ser, ideológicamente, lo que quisiera el Señor. El priísta perfecto retratado en
la anécdota atribuida a un funcionario de primer nivel que, cuando el
presidente Ruiz Cortínez preguntó qué horas eran, repuso al instante: “Las que
usted ordene, señor Presidente”.
Las opciones para el PRI eran una genuina recomposición o un
enfrentamiento con el Ejecutivo, el pasado o el futuro. El encarcelamiento de
Raúl Salinas de Gortari, que representaba una profunda ruptura en un nivel,
sirvió sin embargo para volver parte de las aguas a su viejo nivel. El
Presidente necesitaba al partido y viceversa. La distensión era indispensable.
La oportunidad era el rito anual de autoexaltación del partido: su 66
aniversario, celebrado el 4 de marzo al tiempo que CSG levantaba su ayuno.
La seguridad en el edificio del partido era tal que no valían “influencias”,
lo cual llamaba al escándalo. El Presidente llegó al PRI por la puerta principal
mientras la presidenta del partido, María de los Angeles Moreno, lo esperaba
por otra. La confusión se superó y se escenificó el ritual. El Presidente
señalaba que la nueva democracia no pasaba por la destrucción del PRI,
recordaba y trataba de revivir el Acuerdo Político Nacional, reafirmaba su
militancia, invitaba a la reforma del partido, insistía en su decisión de no
intervenir en las decisiones y procesos internos del partido y decía a quienes
suponen que “todo avance democrático debe equivaler a una derrota del PRI”
que “están equivocados, no nos vencerán”.
La presidenta del PRI, por su parte, aclaraba que “fuerte, muy fuerte es el
gobierno que preside Ernesto Zedillo”, y le reiteraba el apoyo del PRI.
La autocelebración terminaba jubilosa y Gustavo Carvajal, expresidente
del PRI, daba a los periodistas una cristalina explicación de la dinámica
política del partido: “El partido está cohesionado y apoyando

112
indiscutiblemente al presidente Zedillo. En su momento estuvo con Salinas,
hoy no, hoy estamos con Ernesto Zedillo”.
Claridad meridiana: así es el sistema.

113
3. Chiapas en suspenso

En los días posteriores al 14 de febrero, distintos analistas coincidían: no era


sostenible la idea de que la intervención militar hubiera contado con la
bendición de los Estados Unidos. Al contrario, había provocado incertidumbre
y desconfianza en el vecino país. Ya habían aparecido versiones según las
cuales los propios analistas militares estadunidenses consideraban que las
características únicas del EZLN hacían imposible una solución militar, y así lo
señalaban los articulistas mexicanos. Salvo los radicales a la izquierda y a la
derecha (que coincidían en querer ver al EZLN como una guerrilla tradicional
marxista y a Marcos como un proyecto de Che Guevara), era claro que esta
guerrilla tenía carcterísticas singulares. Después de todo, el EZLN había
hecho una guerra de saliva y tinta cuyo resultado bien podía ser una
aceleración de la transición democrática, y si su capacidad armada se
relacionaba con los arsenales descubiertos por la PGR en Yanga y
Cacalomacán, eran “pan comido” para el ejército. Se empezaba a pensar que
el alzamiento en Chiapas tenía más que ver con las luchas mexicanas
tradicionales por la tierra, la dignidad y las comunidades indígenas, que con la
guerrilla de Argentina o Nicaragua, sin importar que sus dirigentes tuvieran
orígenes marxistas o althusserianos. Más aún, si acaso sus dirigentes
planeaban la toma revolucionaria del poder y el establecimiento del
socialismo, parecía que el movimiento se les había salido de las manos.
Por cuanto se refería al obispo Samuel Ruiz, había prueba, numerosas,
irrefutables, de su creencia en la “opción preferencial por los pbres” y en lo
que se ha dado en llamar la “teología de la liberación”. Había múltiples datos
de su estrecha vinculación con los grupos que hacían trabajo social en
Chiapas. Había documentos en los que el obispo había advertido al gobierno
del peligro de acciones de violencia ante la desesperada situación de las
comunidades. De lo que no había ninguna prueba era de que él estuviera
vinculado al EZLN, como acusaban a diario distintos individuos y grupos. Al
contrario, había declaraciones que indicaban que Samuel Ruiz había tratado

114
de disuadir a los zapatistas de optar por las armas, con tan poca autoridad que
no lo logró.
La persecución contra Samuel Ruiz, empero, revelaba un hecho mayor:
entre las élites cualquier inclinación por las demandas de los más
desamparados, cualquier llamamiento a la democracia o a la justicia social
(como solía decir el PRI) era considerado complicidad en la insurrección. Un
síntoma más de que en el mundo del extremista no existen términos medios.

Guerra o política
El secretario de Gobernación, Esteban Moctezuma, “se enteró por la
televisión, como cualquier persona” de la decisión del Presidente de
emprender la persecución de los zapatistas, y así lo hizo saber a la Comisión
Legislativa encargada del caso Chiapas.
Esta revelación la hizo el diputado perredista Ramón Sosamontes a la
revista Proceso y confirmaba varias versiones, entre ellas la de una discusión
entre el Presidente y su encargado del interior y la de que Javier Elorreaga era
el contacto entre la Segob y el EZLN.
No era la primera vez que el secretario quedaba sorprendido. Varias veces
había ofrecido disculpas a los legisladores porque los acontecimientos no se
correspondían a sus ofrecimientos para dar salidas políticas a diversos
conflictos.
Se gestionó una reunión entre la Comisión Legislativa y el Presidente para
la noche del día 13, en la que se acordó prácticamente todo cuanto Ernesto
Zedillo daría a conocer a la nación en su mensaje del día siguiente, incluida la
renuncia del gobernador Robledo y la apertura de la zona de conflicto a la
prensa y grupos de derechos humanos, que había sido prohibida por el ejército
desde el mismo día 9.
La opción política se imponía. Faltaba que fuera viable. Para ello requería
de la anuencia de la otra parte: los rebeldes.
Los comunicados del EZLN fechados el 20 de febrero parecían confirmar
la versión de una celada a Marcos, cuando éste escribía. “Guadalupe Tepeyac
no fue Chinameca” en referencia a la celda en la que el coronel Guajardo hizo
caer a Emiliano Zapata para asesinarlo. Igualmente, insistían, como
condiciones para el diálogo, en la salida del Ejército Mexicano y la PGR de la
selva, y en la anulación de las órdenes de aprehensión.
El EZLN aceptaba el diálogo, pero en el escenario de los territorios
recuperados por el Ejército se generaba otro conflicto, nacido de vicios graves

115
en la búsqueda de los alzados: cateos, destrucción de pertenencias de civiles
(al fin y al cabo sospechosos de simpatizar con los zapatistas), corte del
suministro de agua, golpes, maltratos, ofensas y humillaciones. El grano, los
animales y los pocos bienes de los pobladores desaparecían al llegar el
ejército, lo que no mejoraba la imagen militar ante los indígenas.
Numerosas comunidades decidieron abandonar sus poblados en masa y
arriesgar el hambre, la sed y las enfermedades en la montaña por temor a las
acciones de los soldados. Para fines de febrero se hablaba de más de 20 mil
desplazados.
Así ocurrió en el pueblo llamado desde siempre La Realidad (aunque los
tintes surrealistas del nombre hicieran que se pensara que había salido de la
vena literaria de Marcos). La huida de los indígenas de La Realidad fue
acompañada por la actriz y activista Ofeliz Medina, quien dio cuenta de los
sufrimientos a que se arriesgaban por el temor a la tropa.
El Ejército Mexicano ofrecía “servicio social” que, según numerosas
denuncias, se convertía en feroces interrogatorios y acusaciones y regalaba
despensas que no compensaban la destrucción. Los errores eran evidentes:
estos abusos no harían sino fortalecer la imagen del EZLN y aumentar sus
filas, aún cuando los excesos no hubiesen llegado a los niveles brutales de la
represión militar en otros países y circunstancias. En nada favorecían a la
salida política.
Tampoco lo hacía la destrucción del anfiteatro para cinco mil personas que
construyó el EZLN para la Convención Nacional Democrática,
Aguascalientes. Los troncos que formaron las graderías, el templete, la lona,
fueron quemados por el ejército. El agente del Ministerio Público presente
dijo que no había orden para hacerlo, “pero ya ve cómo son ellos” (LJ).
Al diálogo no ayudaba el secretario de Gobierno chiapaneco, Eraclio
Zepeda, que además de defender la acción militar acusaba a la prensa de hacer
una campaña “injusta” contra el gobernador Robledo y llamaba algo “irreal” a
las guardias blancas de que se ufanaban los mismos ganaderos.
Y no dejaba de llamar la atención que, en medio de una advertencia de que
el riesgo de un choque armado crecía “cada hora”, de negar que se pagara
dinero a los militantes del EZLN (como sugería una misteriosa “rendición”
realizada ante el nuevo gobernador) y de acusar nuevamente que el ejército
destruía las poblaciones civiles en su avance, el subcomandante Marcos
hiciera preguntas cuya importancia desde el punto de vista ideológico no
podía negarse: “¿Qué otra guerrilla ha apelado no al proletariado como

116
vanguardia histórica, sino a la sociedad civil que luvha por la democracia?
¿Qué otra guerrilla se ha hecho a un lado para no interferir en un proceso
electoral? ¿Qué otra guerrilla ha convocado a un movimiento nacional,
democrático, civil y pacífico para que haga inútil el recurso de la vía armada?
¿Qué otra guerrilla pregunta a sus bases de apoyo qué debe hacer antes de
hacerlo? ¿Qué otra guerrilla ha luchado por lograr un espacio democrático y
no por el poder?”
Era claro que en un ambiente de incredulidad nacional, grandes grupos
quisieran creer en el EZLN aún estando en contra de la lucha armada. El
rechazo implícito al dogma marxista del pasado invitaba a la reflexión. El
gran temor era, en todo caso, que el EZLN mintiera, que hubiera mentido
tanto tiempo. No era extraño que numerosos sectores desearan
fervorosamente, desde el 1º de enero de 1994, que no hubiera doblez ni
mentira en las posiciones de los alzados. Y no dejaba de haber cierta intuición
entre la sociedad civil en el sentido de que, después de la primera gran
movilización por la paz, podía de alguna manera dirigir las acciones del
EZLN e impedir un desastre nacional.

Una ley plural


Lo singular de la Ley para el Diálogo y la Paz Digna en Chiapas era que no
había sido preparada y presentada por el Ejecutivo, sino que
excepcionalmente había sido producto de las deliberaciones del Congreso. Y
lo que la convertía en un documento sin precedentes en la historia moderna
del país era que su redacción había sido consensada por todos los partidos. Era
una difícil, triste pero eficaz forma de aprender los caminos de la democracia
parlamentaria más allá del mayoriteo.
Una ley preparada y votada sólo por el PRI, o incluso con el concurso del
PAN, hubiera sido impugnada de inmediato. Que en su redacción y
aprobación hubiera intervenido el PRD le daba un valor moral (y una fuerza
política) que el EZLN no podría negar, al tiempo que imponía al Ejecutivo
exigencias que meses atrás hubieran sido consideradas afrentosas.
Sin duda esto lo sabía el Presidente cuando le entregó la responsabilidad al
Congreso, con todos los riesgos que ello implicaba. Para muchos era la más
importante señal de un nuevo juego político establecido por el Ejecutivo,
aunque había que tomar en cuenta que se había visto políticamente obligado
por las circunstancias.

117
La Comisión Plural Legislativa para Chiapas, formada desde enero a
instancias del Presidente, había sido la encargada de su redacción, y mantuvo
constantes consultas con las fracciones y con el secretario de Gobernación
para llegar a la versión que se propuso al Senado y que incluía el retiro del
Ejército Mexicano, la apertura de espacios políticos al EZLN, garantías para
negociar, suspensión de las órdenes de aprehensión por períodos renovables
de 30 días y respuesta a las demandas zapatistas atendiendo a las causas que
originaron el conflicto.
Una vez presentada la ley, comenzaron las reacciones que buscaban
cambios antes de promulgarla: que se reconociera a la Conai como mediadora,
que se llamara al EZLN por su nombre (algo difícil por la oposición
comprensible del Ejército Mexicano), que se aclarara el asunto de las zonas
francas y los espacios para el diálogo.
Para el 7 de marzo se había acordado llamar a los rebeldes “EZLN” o
“organización de ciudadanos mexicanos predominantemente indígenas”, crear
“zonas de distensión” en vez de zonas francas, suspender las órdenes de
aprehensión indefinidamente en cuanto comiencen las pláticas y reconocer a
la Conai como mediadora autónoma. Se recogían así algunas de las propuestas
de los propios zapatistas.
El 8 de marzo, con diez importantes enmiendas, el Senado aprobaba la Ley
para el Diálogo, la Conciliación y la Paz Digna en Chiapas, con 115 votos a
favor y dos abstenciones del PRD (Félix Salgado y Auldárico Hernández).
Las discusiones habían sido tensas, especialmente en la tarea de no ofender al
Ejército Mexicano (representado por algunos generales que son igualmente
legisladores priístas) y de tratar de no antagonizar tampoco al EZLN.
La Cámara de Diputados aprobaría la ley el 9 de marzo, con sólo siete
votos perredistas en contra y dos abstenciones, y una declaración importante
del general y diputado Jesús Esquinca: “El empleo de las fuerzas armadas es
un error político del cual no son responsables ni el actual Presidente ni el
Congreso”.
Tocaba el turno al EZLN, que tendría que responder en condiciones
difíciles, cercado como nunca y rodeado de los resultados de la acción del
Ejército Mexicano.
Ése ya sería otro capítulo.

118
4. La economía frágil

El Acuerdo de Unidad para Superar la Emergencia Económica no logró la


confianza anhelada. Nuevamente, los empresarios participaron en la tarea de
torpedearlo con aumentos de precios (asi 10% en los primeros quince días
posteriores a la firma del AUSEE), mientras la especulación llevaba al peso a
nuevas profundidades cada día y la bosa de valores caía indeteniblemente por
la desconfianza de los inversionistas internacionales. El Banco de México
elevaba los intereses hasta 74.6451% para el día 99 de la administración.
A principios de marzo, entretanto, Miguel Mancera y Guillermo Ortiz se
contradecían públicamente. Para el primero, gobernador del Banco de
México, la estrategia salinista había sido idónea en su momento y que las
medidas del gobierno zedillista no habían sido acertadas. El secretario de
Hacienda en cambio, en comparecencia ante las Comisiones de Hacienda
unidas ddel Congreso, señalaba como culpable de la crisis a la dependencia
excesiva en el ahorro externo a corto plazo. ¿Cuál era la realidad? ¿Ambas
explicaciones eran ciertas en parte o ninguna era admisible?
Organizaciones populares como El Barzón emprendieron acciones de
moratoria de pagos a bancos, no sólo en el sector agropecuario, sino con
renovada actividad en las zonas urbanas, convocando a tarjetahabientes y
deudores diversos a sus filas.
En el ámbito empresarial, numerosas compañías vivían momentos aciagos.
Las grandes que podían hacerlo se restructuraban, recortaban personal (entre
el 10 y el 20% de su plantilla) y buscaban opciones. Un ejemplo de ellas era
Mexicana de Aviación, que se restructuraba para hacer frente a años de malos
manejos y crecientes costos, mientras que el gobierno se veía obligad a
intervenir al grupo Asemex-Banpaís por haber incurrido en irregularidades y
faltantes de capital. Pero las empresas pequeñas sólo podían quebrar, y lo
hicieron en grandes cantidades.
Incluso, la cúpula empresarial aplaudía que México elevara el 28 de
febrero en 35% los aranceles a la ropa y productos de cuero provenientes de

119
países no firmantes del TLC. La política de apertura indiscriminada salinista
era insostenible. Según el Presidente, esto no representaba volver “a los vicios
del proteccionismo”.
Pero la bolsa y el peso iban a la baja, y no faltaba quien supusiera que esta
embestida financiera podría tener que ver con actividades del propio
expresidente Salinas y quienes se habían beneficiado en su sexenio.
Se pedía urgentemente un plan económico para apuntalar el rescate
crediticio y salvar a las grandes empresas y bancos.
Los suicidios iban en aumento entre los desempleados y pequeños
empresarios quebrados. Era otro costo de la crisis.

La aprobación del Congreso


El crédito estadunidense implicaba que la deuda mexicana llegaría alrededor
de los 180 mil dólares, para pagar los cuales México debería disponer de 29
MMD al año. Muchos la consideraban ya impagable.
Los señalamientos de los críticos en el sentido de que la deuda
comprometía la soberanía al poner en manos de un gobierno ajeno el diseño
de la política económica y someterse a la jurisdicción de los tribunales de una
ciudad en vez de las instancias internacionales se unían a las dudas acerca de
un posible paquete secreto de acuerdos que incluirían aún más concesiones. A
ello debía añadirse la privatización de la petroquímica y de otros sectores.
La aprobación del Congreso se dificultaba aún más por la Consulta
Ciudadana organizada por Alianza Cívica, que el 26 de febrero planteó tres
preguntas a la ciudadanía: ¿Se debe investigar y, en su caso, enjuiciar a Carlos
Salinas de Gortari y a sus colaboradores como presuntos responsables de la
devaluación y de la actual crisis económica? ¿El Congreso debe rechazar el
paquete de créditos promovido por Estados Unidos, por los riesgos que tiene
para la soberanía y el desarrollo del país? ¿El gobierno debe retomar el
diálogo y la negociación y desechar acciones militares y judiciales para
solucionar el conflicto en Chiapas?
El plebiscito carecía de todo valor legal, pero tenía un valor moral
innegable. Más de 666 mil ciudadanos visitaron las casillas, establecidas pese
al hostigamiento en diversos puntos del país. El 90% votó a favor del diálogo
en Chiapas, el 80% votó por rechazar el crédito y el 97% votó en favor del
juicio político a Salinas.
Como en el plebiscito sobre la Reforma POlítica en el DF, el mensaje no
podía soslayarse.

120
Más grave aún resultaba el compromiso del gobierno de entregar toda la
información contable y financiera de Pemex a los Estados Unidos, además de
depositar en la cuenta de la Reserva Federal todo el importe de sus ventas de
crudo, gasolinas, gas y demás productos del petróleo.
Además, el Congreso estadunidense había iniciado una ofensiva a
principios de marzo para bloquear el crédito a México y exigir todos los
documentos, públicos o confidenciales, firmados para el crédito. El apoyo del
gobierno estadunidense a México, que incluyó reiteradas afirmaciones de que
le había indicado a CSG su preocupación por el manejo de la economía desde
mediados de 1994, se le revertían a Clinton: ¿por qué no actuó a tiempo?,
¿qué tanto sabía acerca del peligro de la crisis? Sus congresistas querían saber.
Ante la incertidumbre económica, el PRI apretó en las cámaras. El nuevo
desconcierto vino por la actitud del PAN. Los diputados aprobaron el
proyecto de ley sin modificaciones con el voto en contra del PRD, PAN y PT,
en esencia un mayoriteo priísta en el estilo más tradicional. Pero en la
cámarqa de Senadores (que sólo esperaba a los diputados para proceder a su
voto), Acción Nacional se sumó al PRI y sólo el PRD votó contra la iniciativa.
La actitud del PAN, que pareció incongruente, había sido, empero, pactada en
una reunión de la dirigencia panista con el Presidente, comprometiendo sólo
el voto de sus senadores.
En vez de hacer cambios a la ley, lo que hubiera retrasado la aprobación,
los diputados hicieron cuatro recomendaciones al Presidente para que el
Congreso conociese los cambios en materia de deuda, operaciones de
Tesobonos y transacciones de moneda, así como para que se use el mínimo
del crédito en la emisión de bonos a largo plazo.

Más de lo mismo
Para el 9 de marzo, ninguna acción había logrado contener la caída de la bolsa
de valores ni la del peso, que llegaba a un máximo histórico de ocho por dólar.
Los intereses subían de manera alarmante y los precios se incrementaban sin
recordar ya el AUSEE.
El día anterior, ante una reunión de emergencia del Gabinete Económico
llevada a cabo la noche del día 7, habían corrido rumores angustiantes. Se
decía que México estaba por declarar la moratoria de pagos, y los
especuladores atacaron al peso. Se rumoraba un aumento de impuestos, y los
empresarios se rebelaron, anunciando su decisión de declararse en suspensión
de pagos de impuestos y de sus deudas con la banca, llegando incluso a hacer

121
una marcha y tomar el Palacio de Gobierno en Monterrey, mientras que el
embajador estadunidense James Jones, extralimitándose una vez más en su
pasión declaratoria, anunciaba que los términos del programa económico de
emergencia representaría “tremendos sacrificios”.
En los días anteriores se había llevado a cabo un intenso cabildeo para que
el nuevo programa económico fuera un pacto más, consensado entre obreros,
campesinos y empresarios. Pero ninguno estaba dispuesto a firmar el plan. Era
claro que su representatividad misma había quedado en entredicho con la
firma del AUSEE. El apretón de cinturón brutal, el plan de choque, debía ser
únicamente responsabilidad del gobierno, aunque posteriormente fuera
aceptado a regañadientes y casi como un sacrificio patriótico por parte de los
sectores. Terminaban los tiempos del “pacto” inaugurados ocho años atrás por
Miguel de la Madrid.
Todo a cambio de que el gobierno no aumentara el Impuesto Sobre la
Renta, ya de por sí uno de los más altos del mundo.
Por la noche, un nervioso secretario de Hacienda Guillermo Ortiz,
flanqueado por Miguel Mancera Aguayo, Herminio Blanco, Santiago Oñate y
Francisco Labastida Ochoa, todos con expresión propicia para un funeral,
anunciaba el nuevo plan económico del gobierno para 1995, que
esencialmente contemplaba aumentos en los bienes y servicios que ofrece el
gobierno (35% para gasolina y diesel, 20% para gas y electricidad), un
aumento del IVA al 15% (previa aprobación del Congreso), una reducción del
9.8% en el gasto público para 1995, propuestas para la renegociación de la
deuda de individuos y empresas por medio de las “unidades de cuenta” ya
antes anunciadas por el Banco de México, liberación de salarios con un
aumento del 10% al mínimo, planes para el fortalecimiento del sistema
financiero, desregulación para el establecimiento de pequeñas empresas
familiares, apoyos a trabajadores desempleados y conservación de los
subsidios a productos básicos. El programa esperaba una inflación del 42%
para 1995 y un descenso del 2% en el Producto Interno Bruto. Pero el
secretario de Hacienda aseguraba que los peores efectos se sentirían en los
primeros 90 días, y que para fines de año volvería a salr el sol.
Era evidente que se estaba ofreciendo, como medicina, lo mismo que había
causado la enfermedad, en una suerte de perversa homeopatía: medidas
monetaristas que deprimían el crecimiento, generaban desempleo y contenían
los salarios al tiempo que dejaban que los precios volaran libres.

122
Al daño se añadía la ofensa cuando, usando términos del más puro
tecnocrañol, el secretario de Hacienda llamaba “involuntariamente
desplazados” y “transitoriamente desplazados” a quienes serían despedidos a
resultas del programa.
Si en 1994 se habían creado 244 mil empleos (EF), insuficientes para
atender la demanda de una población creciente, la crisis se había encargado de
desvanecerlos en ochenta días. Y si las consecuencias del desastre de
diciembre habían provocado esos 250 mil despidos, para el día 10 de marzo el
secretario del Trabajo, Santiago Oñate, anunciaba que se esperaba que hubiera
medio millón de desempleados más en 95 como consecuencia del programa
económico. Sumando el cálculo de los ya desempleados y el millón de
jóvenes que en 1995 se integraría al mercado del trabajo (sin esperanzas de
conseguir empleo), la situación era angustiante: dos millones de nuevos
desempleados (o trabajadores involuntariamente desplazados) en 1995, con
una economía informal (ambulantaje, limpieza de parabrisas, taxis, etc.)
saturada por el desempleo creado en el salinismo.
La reacción al programa fue inmediata: prácticamente todos contra él. Pero
con un dejo de resignación más que signos de combatividad o interés
propositivo. Los organismos financieros internacionales y los Estados Unidos
aplauden las medidas. Fait accompli.

Reacciones últimas
El grupo neoliberal que se apoderó de la economía y la política mexicana
habría de enfrentar, además, la descalificación de sus propios mentores.
A fines de enero, John Kenneth Galbraith, uno de los santones de la
economía y maestro emérito de Harvard, sentenciaba: “No debemos
presuponer nunca que porque la gente tiene dinero necesariamente es
inteligente.” Luego remataba, quizá sin tener claro que enjuiciaba al gobierno
mexicano de los últimos doce años: “Un gobierno estable, honesto y
confiable. Ése es el primer requisito para el desarrollo económico. El segundo
es un sistema impositivo que adjudique recursos a la educación.” En entrevista
con Rossana Fuentes-Berain de Reforma, Galbraith se pronunciaba por
mayores impuestos a los ricos, señalaba como problema de la crisis mexicana
el flujo de capital especulativo y daba su definición de credibilidad: “La
credibilidad quiere decir que un gobierno debe ser honesto, tener un programa
impositivo responsable y eficiente, y debe ser capaz de atender a sus
ciudadanos más pobres y no tenerlos alzados en armas.”

123
Rudiger Dornbusch, que contó entre sus alumnos a Pedro Aspe, todavía
creía que se podía corregir el rumbo el 22 de enero, pero para el 10 de marzo
concluía que la culpa del desastre era de Carlos Salinas, quien “sabía lo que
estaba haciendo” (LJ)
Sin embargo, los discípulos insistían en la ortodoxia neoliberal, aún a
riesgo de que se empeñara la soberanía nacional. Los viejos y nuevos ultras
del neoliberalismo económico, (en especial “Los Luises”, Pazos y Rubio),
pedían más desregulación, venta de todo el patrimonio nacional y cuanto fuera
necesario para resolver lo que el propio Rubio llamaba “lo primero”: la
economía.

124
5. LAS SOMBRAS ALREDEDOR

125
1. Los derechos humanos

El tema de las violaciones a los derechos humanos continúa siendo cotidiano


ante el debilitamiento del autoritarismo. La creación de la Comisión Nacional
para la Defensa de los Derechos Humanos no logró contener las denuncias
permanentes de arbitrariedades, torturas, detenciones, extorsiones y
asesinatos. Y sempre se ha temido que esta organización, pese a su
independencia formal, no es sino una tapadera creada por CSG para
tranquilizar a la opinión pública internacional
Con el alzamiento del EZLN el 1º de enero de 1994, las imágenes de
presuntos zapatistas, ejecutados boca abajo en el piso y con las manos atadas,
confirmaban las denuncias que solían achacarse a la mala fe de los opositores.
Pero en 1994 la CNDH aceptó menos quejas y emitió 48% menos
recomendaciones que en 1993.
Fuera de Chiapas, las denuncias se multiplicaban. Las policías judiciales
federal y estatales eran las principales acusadas por su costumbre de
“investigar” torturando a los detenidos y de participar en toda clase de delitos.
Numerosos funcionarios y policías no pueden aceptar en su (digámosle
así) cosmología, que un opositor, delincuente o sospechoso, pueda tener
derechos. Estos individuos (frase sólo dicha en corto, casi nunca ante los
medios) “se lo buscaron”. En esa lógica, que identifica a delincuentes y
opositores, y los convierte en no-humanos y no-ciudadanos, quien denuncie
un acto de brutalidad por parte de la policía es considerado cómplice, defensor
de delincuentes, amigo de los enemigos del sistema, sospechoso.
Tal ha sido la actitud de los caciques y “auténticos coletos” en Chiapas, y
de efectivos policiacos, agentes del ministerio público, procuradores y
gobernadores. Su concepción de los derechos humanos es vaga y suelen
acusar a individuos y organizaciones civiles de “violar” derechos humanos,
ignorando que el gobierno es único garante de los derechos humanos, y sólo él
y sus instancias pueden violarlos.
Atenidos a las denuncias en los diarios, los estados más represivos de
México serían Puebla y Veracruz. Pero sin monopolio. En los 101 días de

126
Zedillo, sin pretender contar siquiera las denuncias relativas al conflicto en
Chiapas, hubo numerosos ejemplos de abuso: dos ancianos hermanos que se
encadenaron para no ser desalojados de su casa y un actuario, 15 civiles y dos
patrulleros de Ciudad Nezahualcóyotl incendiaron la vivienda (RE), o el
desalojo violento y sin orden judicial de 350 familias en Acapulco a instancias
del obispo Rafael Bello (LJ).
Ejemplos, solamente, pequeñas ventanas por las que se puede atisbar a un
monstruo policiaco que obtiene su impunidad en tanto es útil para el control
político y al que el ciudadano teme tanto que no suele denunciar los delitos de
que es víctima. Policías que infunden terror a la población, que nunca se sabe
para quién trabajan pero se intuye que no lo hacen para la ciudadanía, acaso
con alguna excepción.
Síntoma de ese miedo fue el rechazo de los vecinos de la Colonia Roma a
las oficinas de la Policía Judicial del DF en la calle de Alvaro Obregón. La
gran mayoría se atemorizó por la prepotencia y los antecedentes de los
judiciales. Unos pocos pidieron que se quedaran porque consideraban que
había bajado la delincuencia en la zona, pero los más preferían enfrentarse a
los delincuentes “libres” que a los policías. Cuando se anunció el traslado de
las oficinas al centro de la ciudad, ocurrió lo mismo: protestas de muchos
vecinos y unas pocas voces que aceptaban la presencia de la judicial
esperando que disminuyera la delincuencia.
En Chiapas estaban ya demostradas las ejecuciones sumarias de enero del
94. Así lo señalaban, el 15 de diciembre de 1994, los Médicos por los
Derechos Humanos y el Human Rights Watch-Americas (HRWA) y lo
confirmaba hasta el Departamento de Estado de EU el 1º de febrero de 95,
destacando que hasta fines de 94 “las autoridades no habían juzgado a nadie
por los abusos”.
Antes de las órdenes de aprehensión, el Gupo Plural afirmaba el 7 de enero
que en Chiapas “existe una suspensión de facto de las garantías
constitucionales, tales como la libertad de tránsito, libertad de expresión y de
manifestación, derecho de reunión e inviolabilidad del domicilio”. Y estaban
las “campañas de delación” de ganaderos y funcionarios del PRI, denunciadas
por Gestión Autónoma el 29 de enero.
Ejemplos de nuevo, nada más. Y las denuncias (y los ejemplos) se
multiplicaron con el avance del ejército sobre los zapatistas.
Lo más preocupante, después de las injusticias contra los indígenas, era
que el gobierno desenterrara relaciones, conocidos y acciones de diez o veinte

127
años atrás para buscar información. El acoso a la UAM (donde había dado
clases Rafael Guillén hasta 1984) y contra una mujer que había sido
compañera de Marcos en la UNAM, generaban inseguridad y temor. Todas la
gente que en su vida hubiera tenido Rafael Guillén eran ahora presa fácil de
venganzas. Así lo vio el economista Carlos Heredia, opositor al TLC que
había estudiado de la primaria a la preparatoria con el acusado y a quien no
veía desde 1974. Todos eran sospechosos.

128
2. Los periodistas

Con desesperante lentitud, las relaciones de los periodistas con el poder se han
ido transformando en el último cuarto de siglo, con la aparición de una prensa
notablemente más libre (aunque no siempre del todo confiable) y, sobre todo,
el surgimiento de generaciones de periodistas decididos a no entrar en
componendas con el poder.
Los antiguos “grandes” periodistas de cuya connivencia con el poder todo
se sabía, que usan autos “prestados” por alguna dependencia, que cobran
jugosos cheques o comisiones por publicidad, que presionan para obtener el
“chayote” en las giras, han dejado de ser respetables an cierta medida. Y en la
misma medida poco a poco dejan de ser útiles al poder. No por ello cedían en
su insistencia, día tras día, de pedirle al presidente Zedillo “un quinazo”, una
acción “firme”, una solución militar al conflicto de Chiapas.
Sin ambergo, las presiones siguen para que los periodistas sean maleables
a las necesidades del poder, y en los primeros 101 días de Ernesto Zedillo no
faltaron los despidos de reporteros, caricaturistas o articulistas bajo el
argumento (no se puede saber si real o falso) de que “se había molestado el
señor Presidente” con tal cartón o comentario. Igualmente volvieron las
amenazas a periodistas como Carlos Ramírez y el inexplicable tiroteo contra
la casa de José Emilio y Cristina Pacheco.
Por otra parte, ganaban fuerza los nuevos voceros del conservadurismo
monetarista, puente entre la derecha antigua y los tecnoyupis burocráticos.
Los ultras de los sesenta, con sus delirios complotistas, orígenes en el
pensamiento (por llamarle de algún modo) de Salvador Borrego, entusiasmo
por la insidia, propensión a la violencia desde tiempos del MURO e insalvable
temor de que el PRI sea -pese a todo- la carta secreta del comunismo
internacional, son amigos incómodos. En cambio, columnistas como Luis
Rubio (que el 27 de noviembre aseguraba que “los números” decían que no
venía ninguna crisis) o Ikram Antaki, (que en sus loas al salinismo llegara a
profetizar en radio: “el juicio de la historia será benévolo con Carlos Salinas

129
de Gortari”) son buenos neoliberales y por sus credenciales académicas y su
currículum visten más como aliados.
Los medios oficiales y oficiosos reafirmaron su dependencia, como lo
reveló el despido de un corresponsal de Notimex en Chiapas por ser amigo de
Amado Avendaño, aunque el propio periodista adjudicó el despido a sus notas
sobre muertes en enfrentamientos y violación a los derechos humanos en
Chiapas.
Aún no se ha establecido una relación sana entre el poder y los periodistas.
El crítico sigue siendo visto como enemigo o (peor aún) como alguien que “no
es amigo”. El que sí es “amigo” es cómplice y apoyador, candidato a
compadre. La personalización no permite aún institucionalizar relaciones en
las que se acepte plenamente que la única obligación del periodista es
informar. La lucha por llegar a tener una prensa confiable sigue dándose día a
día.

130
3. Los periódicos

Para febrero, la crisis económica y el aumento del papel habían dado cuenta
de quince diarios y revistas. En enero, Excélsior fusionó en una sus dos
ediciones vespertinas de Últimas noticias además de convertir en mensual a su
revista decana, Revista de revistas y desaparecer “temporalmente” Jueves de
Excélsior y Plural. Igualmente, se dejaban de publicar diversos diarios y
ediciones regionales: El fronterizo de Ciudad Juárez, Express de Nayarit, El
heraldo de Jiménez, El heraldo de Camargo y Última hora de Morelia. Los
periódicos sobrevivientes realizaban verdaderas carnicerías laborales. El
universal despidió de golpe a todos los reporteros de El universal gráfico y
recortó colaboradores y personal administrativo. Reforma recortó su plana
cultural y adelgazó su suplemento El ángel, La jornada finalmente convertiría
su revista La jornada semanal en suplemento y sustituiría a todos sus
colaboradores. La voz de Michoacán despedía a 20 trabajadores. En todos los
diarios desaparecían secciones y disminuía el número de sus páginas, ahora
ocupadas cada vez más por despachos internacionales. Los reporteros
sobrevivientes veían de pronto duplicada su carga de trabajo.
La desaparición más sonada fue la del diario Summa, propiedad de
Televisa y con Jacobo Zabludovski como director general, que había vivido
dos escándalos notables. El primero fue la persecución contra los sacerdotes
jesuitas desatada por el primer director de la publicación, José Antonio Pérez
Stuart y que le valió una demanda judicial de los jesuitas por la cual Pérez
Stuart se replegó a la TV. Desde ahí seguiría la campaña de desprestigio, que
alcanzó su máxima temperatura el 9 y 10 de febrero, cuando la televisión
difundió entusiasta que Rafael Sebastián Guillén Vicente, “Marcos”, había
estudiado con los jesuitas en el ITESO de Jalisco, y con ello suponían que se
demostraba algo. La televisión, fiel a sus principios morales, jamás se retractó
de esa falsa información.
El segundo escándalo se dio el día de toma de posesión, cuando Summa
publicó el titular “Decepcionó el gabinete”. El dueño del diario, Emilio
131
Azcárraga, dijo que el titular había molestado al presidente Zedillo y dio
indicaciones a la directora Isabel Arvide de cómo recuperar la confianza. Al
oponerse la directora, el magnate le pidió la renuncia. En respuesta, junto con
redactores leales, Arvide tomó durante dos días las instalaciones del diario,
exigiendo que se le despidiera en forma.

132
4. Semper fidelis

La televisión mexicana no mostró cambios en su manejo informativo en los


primeros 101 días de Zedillo.
Los análisis de la cobertura informativa de la TV indicaban que daba
preferencia, siempre, a las versiones oficiales. En Chiapas, la tendencia fue a
atacar al obispo Samuel Ruiz, debilitando su mediación, y dando presencia
mínima y sesgada a ONGs, PRD, comunicados del EZLN, manifestaciones
por la paz y otras noticias poco gratas al estado.
Acaso el único error de Televisa (¿o no fue error?), fue que el programa 24
horas de la tarde diera espacio para el primer aviso de CSG en la ruptura con
Zedillo.
En los días siguientes, los medios electrónicos irían cerrando sus puertas a
CSG. En Radio Fórmula lo invitaron a comprar tiempo para formular sus
denuncias. Otros le colgaron. Sólo el telediario Hechos de la reprivatizada
Televisión Azteca siguió dando espacio a Salinas, que allí anunció su huelga
de hambre.
Pese a que Televisa convirtió buena parte de sus deudas en dólares a
pesos, la crisis afectó a la macroempresa, además sus ganancias de 94 se
redujeron 37% respecto de 1993 (EF). Televisa despidió a entre 1,500 y 2,500
trabajadores, artistas exclusivos, productores y demás empleados de sus
estaciones de radio y televisión, o simplemente no renovó sus contratos.
Igualmente se deshizo del 40% de los servicios de satélite que alimentaban a
su cadena Eco, recortó personal en la Editorial América que mantenía en
Miami y cerró el diario Summa. Como colofón, redujo sus planes de inversión
para 1995 de 150 a 80 MD (EF).
La noche del 10 de marzo la cadena CNN en español evaluó los primeros
100 días de Zedillo, dando conclusiones falsas y detalles inverosímiles
mezclados con observaciones serias y análisis abiertos. Junto con las palabras
de Lorenzo Meyer, se apresuraban a señalar que “no se puede comprobar” la
existencia de violaciones a los derechos humanos del 9 al 14 de febrero y se
congratulaban de que “Zedillo ha hecho más para responder a las demandas de

133
Estados Unidos que muchos presidentes juntos”, en palabras de su
corresponsal en Washington.

134
5. Los intelectuales

El 24 de enero El universal revelaba que la obra máxima de la cultura


salinista: el Centro Nacional de las Artes, inaugurado con profusión de
adjetivos el 22 de noviembre de 1994, no sólo estaba inconcluso en gran parte,
sino que tenía cuarteaduras, filtraciones e inundaciones. La reportera María
Elena Matadamas recordaba que el presidente del Conaculta había asegurado
el día de la fiesta que en tres semanas se trasladarían al CNA todas las
escuelas, de cine, de danza, de música, de teatro, de artes plásticas. Después se
prorrogó todo al 15 de enero (el Presidente ya se había ido) y luego, como el
resto del país, se pospuso indefinidamente.
Entretanto, los archivos de los centros de investigación del INBA (música,
teatro, danza y artes plásticas) se conservaban en cajas. La investigación
artística estaba detenida.
Pero estaban las fotos de la inauguración.
En la intelectualidad se mantenían grupos claramente diferenciados, no
todos articulados. Respecto a Chiapas y el EZLN, la mayoría de los creadores
revelaba alguna simpatía por los rebeldes y mantenía un activismo más o
menos visible en pro de una solución negociada. De otra parte estaba el grupo
(capitaneado por Octavio Paz) que defendía toda acción gubernamental y
concluía que la simpatía por los zapatistas equivalía a una defensa de la vía
armada y una insidiosa promoción del comunismo.
Nada nuevo: los grupos reunidos alrededor de las revistas Vuelta y .exos
se guardaban de toda crítica que no fuera conceptual, abstracta sobre la
democracia y se mantenía en silencio respecto de violaciones a los derechos
humanos y atropellos diversos. El director de la segunda aplaudía como
honroso el motín priísta de Tabasco. Otro grupo no cohesionado de
intelectuales, algunos perredistas, otros no, Carlos Fuentes el más visible entre
ellos, mantenían una posición crítica en lo político, lo social y lo económico.
Los allegados a Vuelta y .exos, además, omitían levantar la voz ante los
atropellos de derechos humanos, asegurando así que no se les confundiera con
los sospechosos.

135
La esencia de la crítica de los intelectuales de las revistas más conocidas
(no por ello muy leídas) a los artistas y pensadores críticos se centraba en un
argumento telepático: los críticos piensan algo distinto de lo que dicen. Así,
los más beneficiados por la munificencia del estado, ponían en entredicho toda
actitud, toda observación de los adversarios ideológicos. Si alguien habla de
paz, sugieren, en realidad promueve la guerra. Convertidos en los únicos
capaces de desentrañar los oscuros motivos y de leer las mentes y corazones
de sus adversarios, advierten del complot: son los rojos armados disfrazados
de demócratas. El tamaño de la ofensa, lo innoble de la acusación y el hecho
de que no había pruebas para sustentarla, dejaban un tufillo de propaganda
nazi. Ya pueden los escritores y periodistas independientes hablar y escribir,
la respuesta es: mienten, son comunistas; fingen, son antidemócratas;
engañan, disfrutan la guerra.
Pero, en general, el país seguía ajeno a los intelectuales y sus pugnas.

136
6. El virus de saliva

Cuando el secretario de Gobernación Jorge Carpizo McGregor denunció que


“alguien” había tratado de introducir un “virus informático” a la computadora
del Programa de Resultados Electorales (PREP), dejó un sobre con las
“pruebas” de ese intento de sabotaje y que, como en las películas, debería de
abrirse el 28 de febrero. Entretanto levantó dos actas administrativas
levantadas el 27 de julio de 1994, cuando los representantes del PRD habían
ido a conocer los sistemas del PREP.
Fue hasta el 1º de marzo cuando se dio a conocer el contenido del sobre.
No había pruebas, sino chisme: un chofer del IFE había escuchado a alguien
del PRD (que luego se supo que era Miguel de Icaza, reconocido experto en
computación) decir: “estos pendejos creen que nos están viendo la cara, les
preguntas una cosa y te contestan otra, este sistema no tiene nada de
complicado, en menos de dos minutos lo descifro, manipularlo es bastante
fácil”. De ahí a la denuncia de Carpizo, de “noticias” e “indicios” de que se
quiso meter un virus para desquiciar todo el sistema mediaba una distancia
grande.
El propio De Icaza explicaría que las computadoras del PREP eran
Tandem y que nadie, hasta ahora, ha podido inventar un virus para ese
sistema.
La PGR decidió que no había acción penal que ejercitar contra De Icaza y
los perredistas que lo acompañaban, Samuel del Vilalr y José Barberán.
Quedaba por ver si no se justificaba una demanda por injurias, difamación,
falsas acusaciones y otros posibles delitos contra el entonces secretario
Carpizo.

137
7. El narco

Silenciosamente presentes, sospechosos en todos los asesinatos de figuras


públicas, acusados de comprar a funcionarios de todo nivel, de policías a
secretarios de Estado, los narcotraficantes pasaron en los 101 días de Zedillo a
un segundo o tercer plano en las notas informativas. Las detenciones
relacionadas con el narcotráfico (como la de Guillermo González Calderoni en
los Estados Unidos) se explotaban más por su ángulo político, y los frecuentes
decomisos de cargamentos de droga ya no convocaban las primeras planas.
Acaso la sociedad había llegado al total cinismo respecto de su actividad.
Las detenciones y (en la mayoría de los casos) liberaciones de individuos
relacionados con el narco no podían competir contra la gran telenovela
nacional. Incluso el reconocimiento público por parte de altas autoridades de
la PGR de la infiltración de los narcos en la policía recibió comentarios
mínimos, cuando en cualquier otro país hubiese provocado una tormenta.
Se sabe demasiado acerca de las actividades del narcotráfico, más debido
al rumor que a la información confiable, como para fingir sorpresa: que los
narcos contratan grupos enteros de la policía no es novedad, que numerosos
elementos de “seguridad” son adictos a las drogas tampoco (una prueba
antidoping practicada a los judiciales de Coahuila dio positivo en 60% de
ellos, de los cuales una tercera parte mostraba altos grados de intoxicación),
que el abundante dinero producto de las drogas compra conciencias (o las
acalla a tiros pagados con los mismos dólares) es vox populi.
Quizá lo más preocupante es que en los primeros 101 días de la nueva
administración, y con un procurador -al menos en apariencia- sin tantos
compromisos políticos y ligas con la corrupción como quienes ya han tenido
larga carrera policiaca, la lucha contra los narcotraficantes haya seguido el
guión habitual: retenciones de cantidades de droga mínimas comparadas con
las que entran a Estados Unidos, detención de peces chicos, algún mediano y
ninguno gordo, promesas de depurar a la policía mientras se oculta que el
propio jefe de la PJF, Juan Pablo de Tavira, ha sido víctima de un atentado.

138
Que el problema del narcotráfico se lo ha endosado Estados Unidos a
México se demuestra acaso porque el vecino país jamás había puesto a un
narcotraficante en su lista de los diez delincuentes más buscados hasta el9 de
marzo, cuando anotan en esa lista a Juan García Abrego, estadunidense de
origen mexicano acusado durante años de encabezar uno de los más
importantes y despiadados cárteles del tráfico de estupefacientes. El problema
del consumo sigue siendo subvalorado por los Estados Unidos, y el problema
de la producción y distribución queda a cargo de los países más perjudicados
por la presencia de los nuevos padrinos: en particular México y Colombia.
Todo como siempre... Y nada pasa.

139
Día 101: Epílogos... preguntas

El 11 de marzo se sabría que Carlos Salinas había salido calladamente del


país. Exilio forzado por el Presidente (LJ), salida negociada (PR) o gira
premeditada (versión de la oficina de CSG), su salida era la mojonera que
delimitaba 101 días de desconcierto.
La mayoría de los acontecimientos aquí narrados no han llegado a su
conclusión. Por tanto, sólo caben las preguntas, preguntas que se escuchaban
en la calle, sin prioridades claras, apenas agrupadas por temas. Preguntas que
nacen de los hechos de 101 días, de lo que los mexicanos leemos en la prensa,
haciendo malabares de credibilidad. Preguntas, ante todo, de carácter ético.
¿Quién o quiénes alteraron la escena del crimen contra en Lomas
Taurinas? ¿Hay relación entre el asesinato de Colosio y el del procurador
estatal bajacaliforniano Federico Benítez López? ¿Hay relación entre estos
asesinatos y el de José Francisco Ruiz Massieu? ¿Cuál es la verdadera historia
de Mario Aburto? ¿Cuáles fueron los móviles en los asesinatos y atentados
contra personalidades destacadas? ¿Podía ignorar CSG las acciones de su
hermano Raúl si éste fue el autor intelectual del asesinato de JFRM? ¿Se
llegará a la red de negocios de Raúl Salinas o todo se agotará en el proceso
penal por asesinato? ¿Hay pruebas contundentes de la participación de RSG
en el asesinato? ¿Se llegará a aclarar el papel del agente de Gobernación
Antonio Sánchez Ortega en Lomas Taurinas? ¿Quién encubrió a Muñoz
Rocha? ¿Está vivo o muerto? ¿La salida de CSG equivale a impunidad
absoluta? ¿Encubrieron o no María de los Ángeles Moreno, Ignacio Pichardo
Pagaza y Humberto Benítez a Manuel Muñoz Rocha? ¿Qué papel cumplió
Mario Ruiz Massieu en los acontecimientos posteriores al asesinato de su
hermano? ¿Quién mató al Cardenal Posadas y al procurador de BC Benítez
López, y atentó contra Juan Pablo de Tavira?
¿Es posible la salida pacífica a los conflictos de Veracruz, Chiapas y
Tabasco? ¿Qué tanto poder podrán conservar realmente los cacicazgos
locales? ¿Puede un grupo político-económico impedir la democratización del
país aún a costa de un baño de sangre y un severo retroceso histórico? ¿No es
posible para el gobierno el respeto a los derechos humanos? ¿Se mantendrá la

140
decisión de encontrar una salida política al conflicto en Chiapas? ¿Tolerará la
línea dura en el gobierno que el EZLN no se desarme durante un plazo
prudente? ¿Dónde está Salvador Morales Garibay cuyas declaraciones
bastaron para encarcelar a zapatistas y a varios presuntos inocentes? ¿Tiene
protección? ¿Es acaso el “subcomandante Daniel” que mencionó Time? ¿Por
qué no se dio a la prensa nacional acceso a esa información y sí a la
corresponsal de Time?
¿Se podrán establecer condiciones adecuadas para las elecciones próximas
en Chiapas y Michoacán? ¿Serán tan limpias como las de Jalisco si el PRD
tiene posibilidades de triunfo, o esa apertura se reserva al PAN?
¿Joseph-Marie Cordoba juega algún papel en el esquema actual de
gobierno o podría sometérsele a juicio político o penal? ¿Qué tanto ocultó
Carlos Salinas y qué tanto de ello sabían los actuales miembros del gobierno y
el propio Presidente? ¿Cuál es la fortuna acumulada por la familia Salinas de
Gortari en el sexenio de CSG?
¿Podrá el PRI sacudirse el lastre del presidencialismo y la antidemocracia
interna, los arreglos, las componendas y la grilla por encima de la política?
¿Existe alguna posibilidad de que deje de ser una agencia de colocaciones y
complicidades para trasnsformarse en un partido político? ¿No es la limpieza
del PRI tarea imposible?
¿Podrá el PAN seguir promoviendo a sus sectores más radicales y
fanáticos sin arriesgarse a perder a buena parte de su electorado? ¿Podrá pasar
de ser un partido electoral a un partido político? ¿Qué opciones tienen los
panistas más moderados en el nuevo esquema negociador con el gobierno?
¿Podrá el PRD consolidarse como una opción política en su convención
nacional en mayo o se empeñará en el divisionismo y en los vicios que lo han
amenazado? ¿Podrá convocar a más electores dentro de mayores grupos
sociales o se conformará con los politizados de ayer como base electoral?
¿Por qué nunca es tiempo de buscar culpables, excepto cuando los
sospechosos son críticos del sistema, en cuyo caso todo el peso de la ley se
juzga como poco y se complementa con la tortura y la fabricación de delitos?
¿Existe una real voluntad para acabar con la impunidad, los excesos y la
delincuencia de los grupos policiacos o es ya imposible retirarles la
impunidad? ¿Se logrará evitar algún día la fabricación de culpables, la
extorsión, la tortura, las investigaciones brutales que han llenado las cárceles
de inocentes? ¿Algún día podremos sentirnos protegidos y no amenazados por
las fuerzas de seguridad del estado?

141
¿Habrá una reacción de los grupos priístas perjudicados por las acciones
del gobierno en sus primeros 101 días o se impondrá la lealtad a toda prueba y
la esperanza de que todo cambia para quedar igual? ¿Podremos algún día
conocer las declaraciones de de bienes de los “servidores públicos” y pedirles
cuentas de su actuación?
Y, por último, ¿es o no el presidente Zedillo un democratizador, que
desconfía de los procedimientos tradicionales del PRI, que pretende realmente
acotar el poder presidencial (mediante el ejercicio del mismo, esto es claro),
que busca darle un juego real al Congreso y que, en medio de las
incertidumbres de sus primeros días, está conformando un proyecto político
propio? ¿O hay un engaño monumental como proyecto último de
supervivencia del autoritarismo mexicano hacia el siglo XXI? ¿A qué se han
debido los súbitos y frecuentes cambios de posición del Presidente respecto de
los conflictos más urgentes? ¿Será capaz el Presidente de abandonar (por la
presión de la sociedad o por decisión propia) un esquema económico oneroso
que pone el trabajo de los mexicanos al servicio de los especuladores
beneficiados por su predecesor? ¿Hay falta de dirección o solamente los
tropiezos propios de un principio en situación extraordinaria? ¿O existe un
proyecto reformista en lo político sin disposición a tocar lo económico y
social? ¿Puede convertirse el presidente Zedillo en aliado de las fuerzas
populares más golpeadas que empiezan a activarse ante la desesperación
producto de la crisis o cree que basta la libertad política para crearse espacios
de maniobra? ¿Está consciente el Presidente de que las decisiones económicas
firmes y las decisiones políticas a medias sólo refuerzan a sus opositores e
incrementan las presiones sociales que no aparecen en las fórmulas de la
economía de pizarrón y que ponen en peligro a la nación? ¿Tiene o está
empezando a hacer los amarres políticos que permitan verdaderos cambios
sociales y económicos o su proyecto neoliberal de apoyo a la minoría
económicamente poderosa es inamovible?
¿Podrán ponerse las bases para un país genuinamente democrático, justo,
legal, seguro, sólido, respetuoso de todos sus habitantes, con un esquema de
redistribución de la riqueza y un proyecto propio de promoción a la pequeña
empresa, a los campesinos, a los trabajadores, a la educación, salud y vivienda
que son la plataforma de despegue de las expectativas de todo país? ¿O
vivimos los prolegómenos del triunfo definitivo de los más extremistas
neoliberales, los que consideran a la soberanía un estorbo, suponen que la

142
pobreza es inevitable y expresan que la única función del Estado debe ser
poner las bases para que no afecte a los más ricos?
Y quedan muchas más preguntas pendientes...

México-Tenochtitlan
Diciembre de 1994-Marzo de 1995

143
DIARIO

Noviembre 30: Se nombra al gabinete. Pichardo en la SEMIP, Lozano Gracia


en la PGR y las ausencias de Solana y Aspe, las sorpresas.

DICIEMBRE

1 Toma de posesión. En Reforma y Juárez la policía arremete contra


periodistas y transeúntes luego de una provocación. Campesinos
muertos en Chiapas en enfrentamientos.

2 Isabel Arvide despedida de Summa. Se rumora que Muñoz Rocha


pudo haber sido detenido por el SIN estadunidense y liberado. PGR
y Gobernación deslindan al PRD de los violentos hechos del día
anterior.

3 Zedillo se reúne con los mandos de las fuerzas armadas. Ma. de los
Angeles Moreno es designada presidenta del PRI. Manuel Muñoz
Rocha y Fernando Rodríguez González son expulsados del PRI.
Tres dirigentes campesinos asesinados en Chiapas. Se declara en
quiebra Astilleros Unidos de Veracruz, ex paraestatal privatizada en
el sexenio de CSG. Manuel Camacho Solís anuncia la creación de
Desarrollo y Democracia, A.C.

4 Elecciones en 55 municipios de San Luis Potosí y los 46 de


Guanajuato.

5 EZPL manda al Congreso su iniciativa de reformas al Poder

144
Judicial. Robledo Rincón pide “licencia” de seis años como priísta.

6 EZPL acude a un diálogo en la Cámara de Diputados. El EZLN


anuncia que, de tomar posesión Robledo, considerará rota la tregua.
Robledo pide "licencia" del PRI.

7 EZPL acude a la Cámara de Senadores. Primer préstamo del BID al


gobierno zedillista, más de 300 millones de dólares a 20 años para
infraestructura educativa. La presidenta del PRI afirma que Robledo
no debe renunciar. Robledo incluye en su gabinete a panistas y al
perredista Eraclio Zepeda.

8 Toma de posesión de Eduardo Robledo en Chiapas con asistencia


del Presidente Zedillo.

9 Cárdenas exige que el PRD actúe contra Eraclio Zepeda. EZPL


asiste a la Cumbre de las Américas en Miami.

10 El EZLN corta sus líneas de comunicación con el exterior. EZPL


rechaza la propuesta 187 y el embargo a Cuba en la Cumbre de las
Américas.

11 64 comunidades chiapanecas se declaran autónomas. EZPL descarta


nombrar un nuevo Comisionado para la Paz en Chiapas.

12 Día de la virgen de Guadalupe. EL EZLN anuncia el avance de sus


unidades y la creación de dos nuevos municipios.

13 Entrevista Cárdenas-Marcos.

14 EZPL propone una Comisión para el Diálogo y la Mediación por la


Paz formada por legisladores de todos los partidos. Los diputados se
aumentan el salario en 23%.

15 La organización Freedom house ubica a México como “país


parcialmente libre”, junto a Haití, Paraguay, Honduras y otras
naciones latinoamericanas. Trabajadores de la SCJN abuchean al
presidente Zedillo en la sede del poder Judicial.

145
16 Eraclio Zepeda sale “voluntaria y temporalmente” del PRD. José
Pablo Chapa Bezanilla nombrado fiscal especial para investigar los
asesinatos de Posadas, Colosio y Ruiz Massieu.

17 El PRD acepta ser parte de la Comisión Mediadora. Se revelan las


cartas enviadas por el Doctor Zedillo al EZLN antes de su toma de
posesión. Se realiza en Estados Unidos, a puerta cerrada, el foro
“México bajo Zedillo”, convocado por el Departamento de Estado.

18 Toma de varios poblados y cabeceras municipales por el EZLN.

19 Samuel Ruiz inicia un ayuno por la paz. Marcos rechaza la


Comisión Plural propuesta por EZPL y anuncia movilizaciones del
EZLN en 38 municipios. Por la noche se amplía 15% (53 centavos)
la banda de fluctuación del peso.

20 Devaluación de hecho, el peso baja a 4 por dólar. Serra Puche


afirma que fue decisión de los integrantes del Pacto. El coordinador
de los diputados priístas chiapanecos sugiere un ultimátum al EZLN
para el 15 de enero.

21 Puebla amanece cubierta de ceniza del Popo. Miércoles negro en la


bolsa, que baja 11% antes de repuntar. Se acuerda congelar precios
60 días. Por la noche se decide la libre flotación del peso.

22 El peso llega a 6 por dólar. Evacuación de 90 mil personas de


municipios cercanos al Popocatépetl. Las reservas caen a 6 mil
millones de dólares. Funcionarios acusan a Salinas del desastre
económico. EZPL nombra a la Secretaría de Gobernación su
representante en el diálogo con el EZLN y el Senado nombra otra
comisión mediadora. Los priístas en el Congreso aprueban la ya
ilusoria Ley de Egresos de 1995.

23 EZPL reconoce que se vive una dura crisis económica. Se acelera el


proceso para establecer el diálogo en Chiapas y el gobierno
reconoce a la Conai como mediadora oficial.

24 El director de la Policía Judicial Federal, Juan Pablo de Tavira,

146
víctima de un atentado que no se hace público sino hasta febrero.

25 Navidad.

26 Aumenta la actividad del ejército mexicano en Chiapas. El EZLN


bloquea 45 pistas aéreas cerca de Guadalue Tepeyac. El Tribunal
Federal Electoral rechaza las apelaciones del PPS, PARM y PDM y
cancela definitivamente su registro como partidos políticos.

27 El dólar llega a N$5.80 en algunas casas de cambio. La bolsa cae de


nuevo. El EZLN acepta a Gobernación como representante del
gobierno en el diálogo. EZPL ordena el retiro de tropas de San
Quintín y Monte Líbano.

28 Se anuncia un programa para la repartición de latifundios simulados


en Chiapas.

29 Renuncia de Jaime Serra Puche a la SHCP y nombramiento de


Guillermo Ortiz. El peso baja a N$5.20. EZPL anuncia Programa de
Emergencia Económica. El EZLN anuncia reconstrucción de pistas
inutilizadas y retiros de tropas. EZPL anuncia que no asistirá a
tomas de posesión de gobernadores ni enviará a representantes a los
informes de éstos.

30 Peso a N$5.10. Eraclio Zepeda señala que la desaparición de


poderes sería traumática para Chiapas. El EZLN establece una
tregua hasta el 6 de enero. El presidente Zedillo ordena detener los
avances del Ejército Mexicano en Chiapas.

31 Toma posesión en Tabasco Roberto Madrazo. En San Andrés


Tuxtla, Veracruz, un violento desalojo frente al palacio municipal
deja saldo de un perredista muerto y 122 heridos.

EERO

147
1 El EZLN emite la III Declaración de la Selva Lacandona en el
(32) primer aniversario de su alzamiento. Se jubilan los magistrados de la
SCJN y el poder Judicial queda acéfalo.

2 Accidentada reunión del AUSEE. Se pospone el mensaje


(33) presidencial hasta el día siguiente. Destacados juristas afirman que
hay bases para enjuiciar a CSG. Llega a zona zapatista la “Caravana
por la paz”.

3 Anuncio del AUSEE y mensaje presidencial. La bolsa vuelve a caer.


(34) Samuel Ruiz levanta su ayuno. Se ponen a disposición de México
18 MMD de varios organismos internacionales.

4 Escándalo por la publicación de una versión del AUSEE enviada a


(35) los inversionistas estadunidenses. El PRD presenta una demanda de
juicio político contra Carlos Salinas, Pedro Aspe, Jaime Serra y
Miguel Mancera.

5 El Secretario de Hacienda viaja a Estados Unidos para explicar el


(36) AUSEE. Hacienda admite la autoría del documento repartido entre
los estadunidenses. La PGR exonera a Pichardo, Moreno y Benítez
de la acusación de encubrimiento hecha por el exsubprocurador
MRM.

6 El Secretario de Relaciones Exteriores viaja a Japón y Canadá a


(37) explicar el AUSEE. El FMI anuncia su apoyo al plan económico de
emergencia. El EZLN anuncia la prolongación de la tregua hasta el
día 12. EZPL ordena nuevos repliegues del ejército. Cuauhtémoc
Cárdenas plantea un gobierno de salvación nacional

7 Termina el ayuno en El Ángel. Amenazas a periodistas en Tabasco.


(38)

8 Mitín masivo en Villahermosa pidiendo nuevas elecciones.


(39)

9 El PRD demanda formalmente a CSG pidiendo un juicio político y


(40) penal al expresidente, al exsecretario de Hacienda y al Gobernador

148
del Banco de México. Cae la bolsa más del 6%. la Reserva Federal
de los Estados Unidos entra al rescate del peso. El gobierno anuncia
un plan de austeridad en su gasto.

10 Nueva caída de la bolsa. Seis campesinos muertos en Chicomuselo,


(41) Chiapas al ser disuelta una manifestación a favor del gobernador
paralelo Amado Avendaño. Mario Ruiz Massieu se convierte en
asesor del PRD.

11 La bolsa repunta. Estudiantes del IPN salen a las calles por primera
(42) vez en años para protestar por el alza al transporte. Se reinicia la
investigación por los asesinatos de Posadas, Colosio y Ruiz
Massieu.

12 El EZLN prorroga la tregua hasta el 18 de enero y anuncia la


(43) inminencia de pláticas de paz. Cuarenta mil personas encabezadas
por Cárdenas marchan al Zócalo. Ciento cincuenta señoras de las
colonias ricas hacen una manifestación a Los Pinos. Clinton anuncia
apoyo a México por cuarenta mil millones de dólares.

13 Reunión del PRD con Ernesto Zedillo. El Chase Manhattan Bank


(44) sugiere que el gobierno de Zedillo “elimine” a los zapatistas.
Nombra CSG como su abogado a Juan Velázquez ante la denuncia
del PRD.

14 Warren Cristopher declara que la estabilidad de México es “asunto


(45) de seguridad nacional” para los Estados Unidos. El universal acusa
al sindicato de Ruta 100 de desviar fondos para el EZLN. El BID
anuncia un crédito a México por 1,500 millones de dólares.

15 Se reúnen en la selva chiapaneca Marcos y el Secretario de


(46) Gobernación Esteban Moctezuma con mediación de la Conai.

16 Reunión de EZPL con la dirigencia del PRI. El Presidente se


(47) compromete a “no desnacionalizar” el petróleo. El Gobernador del
Banco de México dice en Washington que no es culpable de la
devaluación. El periódico Summa, propiedad de Televisa, publica su
última edición y muere sin cumplir un año. EZPL ordena al Ejército

149
Mexicano retirarse de Simojovel y San Andrés Larrainzar.

17 El EZLN anuncia una tregua ofensiva unilateral. Se inicia el primer


(48) período extraordinario de sesiones del Congreso. Firman acuerdo
político PRI, PAN, PRD y PT ante el Presidente Zedillo.

18 El PRI de Tabasco amenaza con la secesión si renuncia el


(49) gobernador Madrazo. Carlos Salinas es nombrado miembro del
directorio de Dow Jones. EZPL envía al Senado la lista de 18
candidatos a la Suprema Corte. La tasa interbancaria promedio llega
a 51.77% La Secretaría de Salud admite que en méxico hay una
sobremortalidad del 45% y diez millones no tienen acceso al sistema
de salud.

19 Policías y presuntos militantes priístas atacan a perredistas en


(50) Tabasco. EZPL declara que no hará tratos contra la soberanía. Se
pospone la votación del plan de rescate en el congreso de EU. En
Ginebra, CSG señala que la debilidad del peso ayudará a las
exportaciones mexicanas.

20 El Secretario de Estado de los EU, Warren Cristopher, declara “la


(51) guerra” a la inmigración ilegal. Gurría y Pichardo insisten en que no
se empeñará la soberanía a cambio de créditos. Comienza el diálogo
PRI-PRD en Tabasco.

21 El PRI propone un referéndum en Tabasco. Guillermo Ortiz rechaza


(52) la posibilidad de una moratoria de pagos. EZPL admite que la
devaluación debió darse desde 1993. El PRD levanta el bloqueo a
instalaciones petroleras en Tabasco a cambio de la libertad de los 36
detenidos en diciembre.

22 Renuncia Fausto Alzati a la SEP. Limón Rojas lo sustituye, Arturo


(53) Warman va a la SRA y Francisco Labastida Ochoa a la SARH.
Indicaciones de que Clinton no tiene en el Congreso de EU los votos
necesarios para aprobar la LEEM.

23 El secretario de Hacienda comparece ante la Cámara de Diputados y


(54) reconoce que hubo exceso en la colocación de Tesobonos en 1994.

150
Se sabe que la revista Punto final de Chile afirma que los militares
chilenos asesoran al gobierno mexicano contra la guerrilla zapatista.
El Grupo San Ángel propone un “gobierno de concertación
nacional”. Comienza la “Semana de Labor Social” del Ejército
Mexicano en todo el país.

24 Cuauhtémoc Cárdenas demanda un plebiscito para decidir si se pide


(55) el paquete de garantías de 40 mil millones de dólares. Fausto Alzati
anuncia que se dedicará “a estudiar”. El .ew York times publica que
el Departamento del Tesoro estadunidense y la CIA advirtieron en
julio de 1994 al gobierno mexicano de los riesgos de su política
financiera. Revive la tesis de que el panista jefe de Seguridad
Pública de Tijuana fue asesinado por realizar una investigación
paralela del asesinato de Colosio.

25 Comienzan las audiencias sobre la LEEM en el Congreso de


(56) Estados Unidos. El canciller Gurría comparece ante la Cámara de
Diputados. Los ganaderos chiapanecos anuncian la creación del
grupo armado “Tiburcio Fernández”. Cuauhtémoc Cárdenas se
reúne de nuevo con el EZLN en Chiapas. Warren Cristopher
anuncia que México firmará una carta de intención. La SRE lo
desmiente.

26 México solicita un crédito de 7,575 MD al FMI. Se reforma la Ley


(57) de Ingresos para que el Congreso apruebe o rechace la contratación
de créditos por parte del Ejecutivo. El Senado ratifica a los 11
nuevos miembros de la SCJN y aprueba las reformas al 28
constitucional para privatizar ferrocarriles y comunicaciones vía
satélite con el voto del PRI, PAN y parte del PRD.

27 Colombia, Argentina, Chile y Brasil anuncian un fondo de


(58) solidaridad con México por mil millones de dólares. Warren
Cristopher niega haber hablado de una carta de intención mexicana.
Luis Téllez apoya las negociaciones para el crédito en Washington y
Robert Dole le informa de las dificultades para su aprobación.
Rinden protesta los nuevos jueces de la SCJN. Arrestan en Miami a
Mauricio Madero O’Brien, socio del fugitivo banquero Carlos Cabal
Peniche.

151
28 La Cámara de Diputados aprueba las reformas al 28 constitucional
(59) con el voto del PRI (menos dos abstenciones y dos votos en contra)
y el PAN. Una encuesta CNN-Time revela que el 73% de los
estadunidenses están contra el paquete de garantías.

29 Se publica el informe Creel-Ortiz Pinchetti confirmando el 78% de


(60) las irregularidades denunciadas por el PRD en Tabasco. Mitín
masivo en Villahermosa acuerda desobediencia civil. Sexto suicidio
en el Metro en ocho días. Herminio Blanco anuncia en Davos que la
crisis financiera se superará en 90 días.

30 El dólar llega a N$6.80 y la bolsa cae más de 3%. Por primera vez
(61) en círculos oficiales se habla de moratoria. El EZLN anuncia que
comenzará la consulta con las bases para definir la fecha de un
nuevo encuentro con el gobierno. Los expresidentes Carter, Bush y
Reagan firman una carta apoyando el paquete crediticio a México.
El subprocurador reconoce que el narco se ha infiltrado en la PGR.
Teodoro Palomino, fundador del PT, declara a El universal que ese
partido recibió financiamiento de ls hermanos Salinas de Gortari.

31 Reunión del Consejo Político Nacional del PRI para estructurar la


(62) reforma del partido. La secretaría de Hacienda libera del pago de
impuestos a las organizaciones religiosas. El presidente
estadunidense Bill CLinton anuncia su paquete de créditos a México
por 51 mil millones de dólares sin necesidad de aprobación del
Congreso de los EU. El diario Ovaciones publica como titular
“¡Viva Clinton!” Desecha la mayoría priísta en la Cámara de
Diputados someter a juicio político a CSG.

FEBRERO

1 (63) Enfrentamiento a golpes entre diputados priístas y perredistas en el


congreso de Tabasco por la revelación de una lista de las deudas del
grupo de apoyo del gobernador Madrazo. El PRI rechaza convocar a

152
un período extraordinario de sesiones del Congreso para aprobar las
condiciones del crédito a México. El FMI aprueba el crédito a
México por casi 18 MMD. Vicente Aguinaco electo presidente de la
SCJN. El presidente Zedillo anuncia su propósito de alejar al
Pronasol de actividades partidistas. El EZLN reinstala retenes en
Larráinzar.

2 (64) Atentado contra el senador perredista Heberto Castillo. Se anuncia


que al 31 de enero las reservas eran de 3,484 MD. El director
gerente del FMI admite que el préstamo a México no tiene
precedentes y evitó una catástrofe mundial.

3 (65) Reunión Preparatoria Para La Cumbre Del Grupo De Los Siete,


donde se analiza la situación mexicana. Se inicia la tercera reunión
de la Convención Nacional Democrática en Querétaro. El EZLN
envía un saludo a la CND reiterando su llamado a la creación de un
frente amplio opositor. El Wall Street journal revela la existencia de
“duras” cláusulas secretas en el paquete de rescate. El Banco
Mundial aprueba 2 MMD de créditos a México. Se da a conocer el
plan del PAN para alcanzar la presidencia en el año 2000.

4 (66) La SHCP niega la existencia de “cláusulas secretas” en el paquete


crediticio. La Secretaría de Gobernación llama al EZLN a la pronta
reanudación del diálogo. El PAN cierra campaña en Jalisco con
enfrentamiento a golpes con propagandistas del PRI. Los ministros
de los 7 países más ricos dan su apoyo al plan de ayuda.

5 (67) Nuevo llamamiento presidencial al EZLN para que opte por la vía
política o, junto con el Congreso, determinará un nuevo rumbo.
Concluye la III reunión de la CND en Querétaro con un
llamamiento a crear el Movimiento de Liberación Nacional que
Cárdenas se rehúsa a encabezar. Simpatizantes de Amado Avendaño
detienen a un soldado que ingresó a sus oficinas.

6 (68) Bill Clinton presenta su programa de 2,600 MD contra la


inmigración ilegal y su plan para cobrar por entrar a los Estados
Unidos. Fidel Velázquez ofrece que los trabajadores donarán un día
de salario para pagar la deuda. Autoriza la SHCP a 12 bancos

153
extranjeros para que operen en México. otro soldado detenido en las
oficinas del gobernador en rebeldía Avendaño.

7 (69) Clinton firma un decreto ordenando dar prioridad a la lucha contra


la inmigración ilegal. Los ganaderos en Chiapas vuelven a
demandar “mano dura” y niegan la existencia de guardias blancas.
Guardias blancas y policías chiapanecos desalojan un predio y
matan a un campesino. El Ejército Mexicano acusa a Avendaño de
haber golpeado a los soldados descubiertos en su local. Felicita
Michel Camdessus a Zedillo por reducir los salarios reales en 9%.
Luis Colosio afirma que CSG no tuvo voluntad política para
esclarecer el asesinato de LDC.

8 (70) Violento desalojo de la alcaldía de Tonalá. Ganaderos chiapanecos


ofrecen inhabilitar sus “grupos de autodefensa” a cambio de
desalojos e intervención militar. Los empresarios piden reducir el
IVA al 5%. Agentes policiacos admiten que el agente del CISEN
José Antonio Sánchez Ortega, relacionado con el asesinato de LDC,
está “extraviado”. Destacados juristas declaran a El financiero que
se descarta la opción militar en Chiapas.

9 (71) EZPL se reúne con el ejército en la conmemoración de la marcha de


la lealtad. Por la noche, el Presidente anuncia la identidad del
Subcomandante Marcos y emite una orden de aprehensión contra él,
a ser ejecutada por la PGR y el Ejército. El EZLN se declara en
“alerta roja”. Detenciones de presuntos zapatistas en Veracruz, DF y
Estado de México. En alerta todas las fuerzas de seguridad del país.
Newt Gingrich insiste en la necesidad de “sellar” la frontera con
México.

10 EZPL se reúne con la Fuerza Aérea. Mueren Hugo Manterola,


(72) coronel del ejército, y un soldado en Chiapas. Detención de tres
presuntos zapatistas más. El panista Vicente Fox llama “quinazo” a
la acción del Presidente. Fidel Velázquez acusa al obispo Samuel
Ruiz de ser el “comandante supremo” zapatista y al Sutaur y MPI de
financiar la guerrilla. El Ejército Mexicano ocupa Guadalupe
Tepeyac y “Aguascalientes”. Humberto Ortega niega que Nicaragua
hubiera entrenado a Marcos. Sube la bolsa y baja el peso. Se

154
suspende el reinicio de pláticas en Tabasco. El PRD declara roto el
Acuerdo Político Nacional.

11 Avanza el Ejército Mexicano. El EZLN se repliega a los Montes


(73) Azules. Se anuncia presencia de dos observadores militares
estadunideneses en Las Margaritas. Se revela que hay orden de que
no pase la prensa mi grupos de derechos humanos a territorio en
conflicto. Guatemala, a petición del presidente Zedillo, refuerza con
10 mil hombres la frontera. Fuentes españolas aseguran “sin
pruebas” (EF) que la ETA financia al EZLN.

12 Elecciones en Jalisco con amplio triunfo del PAN. El PAN elige a


(74) Luis Correa Mena como su candidato a gobernador de Yucatán. El
Ejército Mexicano niega haber detenido a presuntos zapatistas en el
Campo Militar Número Uno. Los detenidos en Cacalomacán
aceptan ser zapatistas y denuncian torturas. Se da a conocer un
comunicado del EZLN en el que niega haber estado preparando
acciones bélicas y denuncia bombardeos del Ejército Mexicano, que
la PGR desmiente. En un comunicado Marcos niega ser Rafael
Guillén.

13 Reconoce el candidato priísta en Jalisco su derrota. Se anuncia


(75) mayoría panista en el congreso local de Jalisco. Víctor Cervera
Pacheco, candidato “de unidad” del PRI en Yucatán. La mayor Ana
María del EZLN anuncia que la respuesta militar zapatista puede
darse en cualquier momento y niega responsabilidad de los rebeldes
en la muerte del coronel Manterola. Presuntos agentes allanan la
casa de la cuñada de Amado Avendaño. La CNDH solicita a la PGR
facilidades para su labor. Fidel Velázquez declara que todos los
asistentes al mitín del Zócalo son “cómplices” de los delitos del
EZLN y señala a los periódicos como “enemigos” de la CTM. La
UAM denuncia “asedio” de la PGR. Proceso revela el atentado de
diciembre 24 contra Juan Pablo de Tavira. Confirma el BPI el
préstamo de 10 MMD a México. Vuelve a caer la bolsa y sube el
peso.

14 El Presidente ordena que no se emprendan acciones ofensivas en


(76) Chiapas y anuncia recursos para proyectos indígenas. Pide licencia

155
el gobernador Eduardo Robledo y demanda la renuncia de Amado
Avendaño y de Samuel Ruiz. La SRE lleva a diplomáticos
acreditados en México a una visita por Chiapas. El Congreso
tabasqueño anuncia que no aceptaría una solicitud de licencia del
gobernador Madrazo. El embajador James Jones niega que Chiapas
haya sido parte de las negociaciones del crédito de 20 MMD.
Nuevas versiones de que se investiga a Raúl Salinas de Gortari en el
asesinato de JFRM. Difícil reunión del procurador Lozano con
diputados perredistas. El PRD abandona las negociaciones para la
reforma política en el DF. Un senador y varios diputados perredistas
golpeados por la policía en Oaxaca.

15 El Grupo Sidek declara la suspensión de pagos por 19.5 MD. CSG


(77) asiste a su primera reunión de directorio con la Dow Jones. El
canciller Gurría declara que México vive “sólo un problema de
liquidez”. Amnistía Internacional reitera que hubo ataques aéreos y
torturas en Chiapas. Dos tojolabales aseguran haber sido torturados
para declararse zapatistas. El .ew York times considera equivocado
el uso de la fuerza. Agentes de la PGR catean una iglesia en
Ocosingo. El presidente Zedillo convoca al Congreso a un período
extraordinario de sesiones para discutir la Ley de Paz en Chiapas. El
EZLN pide el retiro de tropas para dialogar. El PRD chiapaneco
considera dar su apoyo al gobernador interino.

16 El gobierno compra todas las acciones del descalabrado banco


(78) Cremi-Unión. Quinientas poblaciones se suman al llamado de
desobediencia civil en Tabasco. Alberto de Jesús Castillo, jefe de la
escolta de Juan Pablo de Tavira niega que haya habido atentado. La
secretaría de Gobernación anuncia que se mantendrá en Chiapas la
presencia del Ejército Mexicano y la PGR. Estallan tres gasoductos
en Tabasco. El Presidente anuncia un plan alimenticio para los 500
municipios más pobres. Se reinician las pláticas PRI-PRD en
Tabasco.

17 La mayoría priísta desecha la demanda de juicio político contra


(79) CSG. Se rompen las pláticas en Tabasco. Pemex descarta sabotaje
en el estallido de los gasoductos. Sidek paga adeudos por 29.5 MD
Cuauhtémoc Cárdenas disiente del PRD chiapaneco y da su apoyo a
156
Amado Avendaño. “Pastores por la paz”, grupo estadunidense,
documenta excesos del Ejército Mexicano en la zona del conflicto.
Cerco a Los Pinos de manifestantes con armas de juguete y
avioncitos de papel. Zedillo advierte que el gobierno “no volverá a
abdicar” soberanía territorial. La Conai convoca al diálogo bajo
once reglas.

18 Se declara “fuera de peligro” a Juan Pablo de Tavira e inicia su


(80) recuperación. Rinde protesta Víctor Cervera Pacheco como
candidato priísta a gobernar Yucatán. Un centenar de reporteros
denuncian ser objeto de presiones en Chiapas. Se denuncian nuevos
avances del ejército. Llamamiento de la Comisión Plural y la Conai
al EZLN.

19 Celebración del Día del Ejército. Presidente y militares hablan de


(81) “ejército para la paz”. López Obrador anuncia en Tabasco un
“gobierno popular”. Grupos comandados por funcionarios priístas
atacan la Catedral de Tuxtla Gutiérrez y se enfrentan a simpatizantes
del obispo con saldo de 15 heridos. El EZLN declara que “no hay
condiciones físicas para el diálogo” y pide la salida del ejército de la
Selva Lacandona. La Comisión Plural Legislativa dice a EZPL que
preservar la vida de Marcos es “asunto de seguridad nacional”

20 El .ew York times revela que las condiciones para el préstamo a


(82) México serán severas y causarán “problemas politicos” a EZPL. El
PAN sugiere su plan económico. Tiroteo en Nuevo Momón,
Chiapas. La CNDH reconoce que hubo violaciones a los derechos
humanos en las detenciones de zapatistas en Veracruz y recomienda
que el gobierno de Chiapas investigue “de inmediato” los
acontecimientos de San Cristóbal el día anterior. México rechaza
acusaciones de Amnistía Internacional en Londres. La excompañera
de Sebastián Guillén, Rocío Casariego, y su familia, piden asilo
político en la embajada de Francia.

21 Se anuncia la firma del convenio para el crédito de 20 mil millones


(83) de dólares de los Estados Unidos. Caída de la bolsa a menos de
1700 puntos. Se anuncia mercado de futuros del dólar y la creación
de una unidad de cuenta. El PRD propone sus medidas contra la

157
crisis. El general de brigada y senador José Alvaro Vallarta pide
“Vamos a darle oportunidad a la paz”. La Comisión Legislativa
recomienda crear zonas francas para el diálogo en Chiapas.

22 Miguel Mancera, gobernador del Banco de México, estima que el


(84) valor real del peso es de 5 por dólar. Clinton retira su propuesta de
cobrar peaje para entrar a Estados Unidos. El PRD manifiesta
oposición al paquete de créditos. Ernesto Zedillo deja en manos de
la Comisión Plural Legislativa la redacción de la Ley de Paz en
Chiapas. Se anuncia un plan emergente de 100 días en Chiapas para
atender necesidades urgentes. Ofelia Medina denuncia una
emergencia de salud en La Realidad.

23 El Presidente señala que una moratoria habría abatido 30% el PIB.


(85) El PAN se suma a la oposición al paquete crediticio. La Coparmex
señala que se han perdido 250 mil empleos en dos meses. El .ew
York times insiste en que México sí se comprometió a combatir la
emigración hacia EU. Análisis del Colegio de Guerra de los Estados
Unidos define al EZLN como problema político y no militar. El
ayuntamiento de San Cristóbal rechaza las recomendaciones de la
CNDH respecto de la agresión a catedral.

24 La PGR anuncia la detención de Othón Cortés, presunto segundo


(86) tirador contra LDC, y de Fernando de la Sota Rodalléguez. La
Asociación Mexicana de Bancos cierra las sucursales de Tuxpan
para evitar que sean “tomadas” por deudores morosos. Se denuncia
que la Secretaría de Gobernación pidió a los noticieros de radio
“darle menor cobertura” al PRD. Después de quince días de
silencio, el subcomandante Marcos envía tres comunicados a la
prensa. Se informa de refuerzos de tropas en Chiapas. Rocío
Casariego y su familia abandonan la embajada de Francia con
seguridades de la PGR de que serán respetados. El Ejército
Mexicano destruye el auditorio Aguascalientes.

25 Una encuesta de Time señala que 80% de los mexicanos están


(87) contra el crédito. El PAN demanda otra investigación a CSG por
ocultamiento de pruebas en el asesinato de LDC. Se confirman las
ligas de Othón Cortés con el gobierno y el PRI. Los ganaderos dan

158
al gobierno de Chiapas un ultimátum para desalojar invasores de sus
tierras en 48 horas o actuar con sus guardias blancas. Versión de que
México compró armas a Sudáfrica en tiempos del apartheid.

26 Plebiscito ciudadano en todo el país. La Casa Blanca reafirma su


(88) apoyo a CSG para la OMC. Encuesta Time-CNN señala que 71% de
los mexicanos consideran a Salinas culpable de la crisis y 57% se
oponen al paquete crediticio. Aniversario del inicio de las pláticas
de paz en la catedral de San Cristóbal. Manifestación de “auténticos
coletos” contra Samuel Ruiz

27 Se convoca a un período extraordinario de las cámaras legislativas


(89) para analizar, discutir y aprobar soluciones al conflicto chapaneco y
el paquete financiero. La bolsa cae 6.85%, la peor caída desde 1988.
Elba Esther Gordillo termina su gestión como líder del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación. El General García Reyes
niega conocer a Othón Cortés. El gobernador de BC asegura que
Benítez López murió mientras hacía una investigación paralela del
caso Colosio. Manlio Fabio Beltrones niega haber interrogado a
Aburto. Legisladores demandan investigar a CSG y a Cordoba en
relación con el asesinato de LDC. Comienza el regreso a sus
comunidades de desplazados chiapanecos.

28 Raúl Salinas de Gortari es detenido como autor intelectual del


(90) asesinato de José Francisco Ruiz Massieu. Carlos Salinas habla a
Televisa diciendo que la crisis es error de Zedillo. El fiscal Chapa
llama a declarar a Mario Ruiz Massieu como acusado. Pide el PRI
investigar a salinas. Xicoténcatl Leyva niega las acusaciones sobre
el asesinato de LDC. Jaime de la Mora, cercano a RSG, es detenido
por peculado contra Banrural. Todos los expresidentes del PRI se
reúnen en la noche en Los Pinos con EZPL. El PRI convoca a la
consulta para su reforma. Pasa el plazo dado por Carpizo para abrir
el sobre con la información del “virus informático” sin que el IFE
ofrezca información.

MARZO

159
1 (91) El Congreso estadunidense demanda a Clinton todos los
documentos referentes al paquete crediticio a México. Las reservas
al 28 de febrero llegan a 8,978 MD CSG renuncia a su candidatura
para dirigir la OMC. Sergio Salinas de Gortari renuncia como asesor
del gobierno de Morelos. Raúl Salinas niega los cargos en su contra
y reitera no haber visto a Muñoz Rocha en 20 años. Jaime de la
Mora sale libre bajo fianza. Ernesto Zedillo y los 13 miembros de la
Comisión Plural firman el proyecto de ley para la paz en Chiapas. El
gabinete y el PRI cierran filas alrededor del Presidente. Se descubre
que el “virus Carpizo” no existió, era un simple comentario de un
experto sobre la vulnerabilidad del sistema.Toma posesión como
gobernador de jalisco el panista Alberto Cárdenas.

2 (92) CSG anuncia ayuno total para que se le exonere de la crisis y del
caso Colosio. La PGR dice que no hay imputaciones a CSG. Mario
Ruiz Massieu declara en la PGR y dice que no hay cargos contra él;
por la noche viaja a EU. Dimite Jaime de la Mora en Agricultura. Se
ordena el arresto de miembros del equipo de seguridad de Colosio.
La investigación del asesinato de Federico Benítez pasa a fuero
federal. EZPL presenta ante el senado la iniciativa de ley para el
diálogo, la conciliación y la paz dignas en Chiapas; los ganaderos
chiapanecos rechazan la ley. Más regresos de desplazados a
comunidades saqueadas y quemadas. Humberto Dávila electo nuevo
líder de los maestros. Nuevas agresiones a reporteros en Tabasco.

3 (93) CSG pospone su huelga de hambre. La PGR lo exonera. Las hijas de


JFRM declaran a favor de Raúl Salinas. La PGR indica que tiene
más pruebas contra RSG. Las autoridades hacendarias intervienen el
grupo financiero Asemex-Banpaís. Mario Ruiz Massieu detenido en
Estados Unidos por trasladar dólares no declarados. La Comisión de
Hacienda de la Cámara de Diputados aprueba el paquete financiero.
Clinton reitera su apoyo a Zedillo. La PGR señala que no hay delito
qué perseguir en el caso del “virus Carpizo”. Se instalan las
comisiones para la reforma interna del PRI. El PRD demanda
penalmente a los priístas responsables del desalojo del 19 de enero.

160
4 (94) 66 aniversario de la fundación del PRI, con presencia del presidente
Zedillo. Por primera vez un senador priísta señala que el control de
la inflación debe dejar de ser el eje de la política económica. Los
gobernadores (excepto el panista de Guanajuato) firman un
desplegado de apoyo al Presidente. Carlos Salinas triunfa en sus
demandas y rompe su breve ayuno. El EZLN advierte que crece el
riesgo del choque armado.

5 (95) Convención del PRI con varios precandidatos para nombrar a su


candidato a gobernador para las elecciones del 28 de mayo en
Guanajuato. El Secretario General del PRI reconoce la
“concertacesión” para dar la gubernatura interina al panista Medina
Plascencia en 1991. El EZLN rechaza, en principio, la Ley de Paz.
manifestación de mil personas contra Samuel Ruiz en San Cristóbal.

6 (96) Se dicta auto de formal prisión a Raúl Salinas de Gortari. México


pide la extradición de Mario Ruiz Massieu, acusándolo de
intimidación y encubrimiento. Primeros datos de las millonarias
cuentas de MRM en bancos estadunidenses. Fuerte caída del peso
ante el dólar mientras el dólar cae ante otras divisas. El Senado
admite cambios a la Ley de Paz.

7 (97) El PRI aprueba en la Cámara de Diputados el endeudamiento de


veinte mil millones de dólares. En la cámara de Senadores se le une
el voto panista. México pide la congelación de las cuentas bancarias
de Mario Ruiz Massieu. Legisladores estadunidenses culpan al peso
de la caída del dólar. Hugo Andrés Araujo renuncia como líder de la
CNC. Miembros del Grupo San Ángel visitan la selva lacandona. El
PRi de Chiapas reconoce que podría perder la mayoría en el
Congreso en las elecciones de mayo. El gobierno de Tabasco
bloquea la información, denuncian reporteros.

8 (98) Reunión del Gabinete Económico. Corre el rumor de un aumento de


impuestos y grupos empresariales amenazan con moratoria de
créditos y fiscal. El embajador estadunidense James Jones adelanta
que el nuevo programa económico mexicano será muy duros.
Nuevas versiones sobre el activismo de Joseph-Marie Cordoba en

161
las negociaciones México-EU. La PGR dice tener grabaciones que
prueban delitos de MRM y añade el cargo de enriquecimiento
inexplicable. Versión de que el nuevo gobernador de Chiapas
pertenece al grupo político de RSG. La CNDH reconoce que
zapatistas capturados a principios de febrero habían sido torturados.
Marchan tres mil indígenas a favor de Samuel Ruiz en San
Cristóbal. En México, la Caravana por la Paz proveniente de
Palenque encabeza una manifestación que llena el Zócalo. En
Puebla, la policía destruye más de 800 locales comerciales de
ambulantes y desaparece a dos líderes. El Senado aprueba la Ley
para la Paz. Se da a conocer que Fausto Alzati obtuvo el día 6 su
licenciatura en derecho por la UNAM.

9 (99) Un rumor de moratoria de México lleva al dólar a 8 pesos. Se


anuncia el nuevo plan económico de choque. El Secretario del
tesoro de Estados Unidos culpa a CSG de la crisis. El PRI inicia
consultas para su reforma. La Comisión Legislativa para el caso
Colosio investiga a Manlio Fabio Beltrones y a Joseph-Marie
Cordoba. La Cámara de Diputados aprueba la Ley para la Paz y la
Conciliación en Chiapas. Gloria Benavides denuncia torturas en su
arresto. Juan García Abrego incluido entre los diez criminales más
buscados en Estados Unidos.

10 Notable baja del dólar, sube la bolsa y los intereses llegan a 90%.
(100) Oposición general al programa de choque en México, el FMI y
funcionarios de los Estados Unidos lo consideran un paso adelante,
la oposición adelanta que votará contra el aumento al IVA. El PRI
apoya las medidas, el PAN las critica, el PRD llama a la resistencia
civil. Los Estados Unidos entregan 3 MMD a México. El profesor
de varios funcionarios mexicanos, Rudiger Dornbusch, culpa de la
crisis a CSG. La PGR se desiste de la acusación contra Abraham
Rubio Canales como coautor del asesinato de José Francisco Ruiz
Massieu y el procurador afirma que el asesinato de Colosio tuvo
“móviles políticos”. Se adelanta que hubo “premeditación” en el
asesinato del cardenal Posadas y no “confusión”. El Congreso
chiapaneco aprueba una ley estatal para la conciliación, enviada por
el gobernador interino. El Grupo San Ángel confirma saqueos del

162
ejército en comunidades chiapanecas. Mariano Palacios Alcocer sale
del Frente Nacional de Organizaciones y Ciudadanos y va como
embajador a Portugal. El expresidente JLP internado por una
“pequeña embolia cerebral”.

11 La PGR convencida de que el asesinato del Cardenal Posadas fue


(101) premeditado. Llegan a 55 los suicidios del año en el DF. El
secretario de Hacienda pide “tregua” a los inversionistas
extranjeros. Se anuncia un programa de apoyo al campo. Entra en
vigor la Ley para la Paz y la Conciliación en Chiapas. Se anuncia el
establecimiento de la comisión negociadora. Carlos Salinas de
Gortari abandona el país.

163
Índice de precios y cotizaciones de la BMV,
de la 1ª a la 15ª semana de la administración de EZPL

2600

2500

2400

2300

2200

2100

2000

1900

1800

1700

1600

1500

1400

Diciembre Enero Febrero Marzo

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