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La vida humana es un bien con un valor que no tiene comparación y está por
encima de todo. Sin embargo, esta concepción no es compartida por todos y cada
vez en más países se impone una mentalidad anti-vida.
Esta actitud no es contra la propia vida, pues aun los que se quejan de su existencia
de alguna forma la están defendiendo al exigir mejores condiciones de vida. El
problema es que se antepone la propia existencia a la de los demás.
Así, por ejemplo se prefiere recurrir al aborto antes que a la promoción de un uso
correcto de la sexualidad; se prefieren las campañas contra la natalidad que los
planes eficaces de desarrollo y colaboración económica.
Miren nada más este caso. En España, aprovechando la época navideña con todos
sus compromisos sociales y familiares en donde la gente lo último que quiere es
protestar ante las injusticias y anhela convivir en paz, el Parlamento acaba de
aprobar el uso de la píldora RU 486 que mata a los niños no nacidos. Esto es a
consecuencia de la presión de los abortistas que quieren implantar su mentalidad
anti-vida e imponer la píldora RU-486 en todos los países, incluyendo nuestro
México lindo y querido.
En los primeros ensayos se obtuvo que la RU486 cuando se tomaba sola, actuaba
despacio y con un índice de error inconveniente. Para mejorar su efectividad, los
investigadores de Roussel comenzaron a combinar la RU486 con una dosis de
prostaglandinas, sustancias que han sido usadas desde 1970 para inducir
contracciones uterinas. La mezcla dio resultado. Las prostaglandinas
complementaban la acción asesina del RU486.
La mujer que quiere abortar visita una clínica en donde se le da una dosis de
RU486 (tres píldoras de 200 miligramos cada una) y se va a su casa. (Alrededor de
la mitad de las mujeres comienza a sangrar el día después de tomar la RU486). La
mujer deber volver a la clínica 48 horas después para recibir prostaglandinas, la
cuales completan el aborto.
Los efectos secundarios incluyen sangrado del tipo menstrual, dolores y calambres
similares a los de un aborto quirúrgico. Las mujeres necesitan calmantes y
analgésicos. Algunas tienen nauseas, vómitos o diarrea por la prostaglandina.
Puedo decir, sin temor a equivocarme, que estas píldoras servirán de catalizador
para llevar al aborto al primer lugar de la lista de las principales causas de muerte
en el siglo XX. Ni las armas nucleares, ni las minas antipersonales, ni todas las
guerras juntas podrán ostentar más víctimas que las causadas por los promotores
del aborto.