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Para los jóvenes de hoy en día, los conciertos y festivales con grupos y cantantes populares
son lo máximo que pueden experimentar. En ellos gastan hasta el último centavo, no les
importa que a menudo durante dichas presentaciones, cientos de personas sufran ataque de
histeria y que muchos tengan que ser sacados en camilla.
No les incomoda el hecho de que una y otra vez se presenten heridos en los momentos en
que la multitud cae en la euforia y que incluso haya habido muertos a causa de la presión de
las masas. No ven nada de malo en que este tipo de violencia y destrucción acompañe a
estos conciertos. Mientras escribo estas líneas, veo ante mis ojos unos recortes de diarios
con la siguiente información.
Según los datos de los responsables de primeros auxilios, 1550 jóvenes, que habían
permanecido en la parte delantera cerca del escenario, recibieron lesiones por la presión de
la multitud y tuvieron que ser asistidos por los médicos. Muchos de ellos perdieron el
conocimiento. Un gran número de fanáticos alcanzaron un estado de histeria. Los Beatles
ya habían afirmado lo siguiente; “nuestra música es capaz de causar inestabilidad
emocional, trastornó de conducta, rebelión e incluso revolución”.
Hay estudios médicos que comprueban que no hay un equilibrio entre ritmo del rock y los
ritmos naturales del cuerpo. Las vibraciones del bajo eléctrico, con su baja frecuencia, el
continuo ritmo de la batería actúa directamente sobre la glándula pituitaria, la que produce
hormonas que controlan la respuesta sexual tanto en hombres como en mujeres. El
incesante ritmo de la música rock produce en el celebro un fuerte desequilibrio. El efecto
final es una sobreproducción hormonal que disminuye las barreras morales o las hace
desaparecer por completo.
Frecuentemente, las canciones de rock y otras melodías populares son compuestas bajo la
influencia del alcohol o las drogas. Los cantantes y bandas más famosas están sometidas a
la influencia satánica. Algunos músicos confiesan abiertamente haber recibido su
inspiración de un guitarrista Keith Richard de los Rolling Stones, declaro que las
canciones fluirán profundamente de los compositores, si ellos tan solo fuesen médiums
abiertos y dóciles.
Este mismo poder, se emplea para influir sobre los espectadores de una forma que bien
podría llamarse lavado cerebral, por que mediante energías diabólicas los músicos
adquieren ciertas condiciones para comunicarse sobrenaturalmente con el subconsciente de
una persona.
En cierta ocasión el célebre guitarrista Jimi Hendrix dijo; “se puede hipnotizar a las
personas con la música y cuando se les ha llevado al punto más débil podemos predicar
a su subconsciente todo aquello que queramos”. Las consecuencias son obvias para todo
tipo de comportamiento contrario a la autoridad, permisividad sexual, embotamiento de la
conciencia y destrucción de la personalidad.
Sin embrago, no son solo los seguidores sino también las mismas estrellas de rock quienes
son alcanzados por estos efectos, que finalmente los llevaran a la ruina. En este sentido
ninguna carrera, por más brillante que parezca puede ocultar esta realidad. Porque ninguna
vida o carrera puede ser justamente evaluada, hasta contemplaría desde su fin. Como yo
había escuchado de la muerte terrible de algunos de estos cantantes, quise informarme de
otros casos y el balance resulto estremecedor.
Jimi Hendrix, cantante y guitarrista, murió ahogado en su propio vomito después de beber
alcohol e ingerir tabletas para dormir.
Janis Joplin, la reina del rock, murió por una sobredosis de heroína.
Ron Mckernan, del grupo The Grateful Dead, falleció luego de una larga agonia
como resultado del alcoholismo.
Marc Bolan, primer guitarrista y compositor del grupo T-Rex, que atribuía sus éxitos a la
magia negra, perdió la vida en un misterioso accidente automovilístico.
Sid Vicious, del grupo Sex Pistols, falleció por una sobredosis de heroína, después de
haber apuñalado hasta la muerte a su novia.
John Bonham, de Led Zeppelin, murió ahogado en su propio vomito después de haber
bebido 40 vasos de vodka.
Bon Scott, de AC/DC, y cantante del tema “autopista al infierno”, murió ahogado en su
propio vómito después de beber por una noche entera.
John Lennon, de The Beatles quien había vendido su alma al diablo con el fin de
conseguir el éxito de su grupo, murió asesinado por un fans.
Pete Farndon, del grupo The Pretenders, fue encontrado muerto en su tina del baño
con la aguja de heroína aún clavado en su brazo.
Marvin Gaye, aclamado cantante de rock, después de una riña con su padre, murió por las
heridas de bala que se auto infirió.
Yogi Horton, popular baterista, salto desde el decimo-séptimo piso de un hotel en Nueva
York.
Jaco Pastorius, bajista de jazz-rock, fue golpeado fuertemente y luego murió a causa de las
lesiones.
Roy Buchanan, uno de los mejores guitarristas de blues y rock de todo el mundo, se ahorco
en medio de una borrachera, mientras estaba en una celda para desintoxicación.
Esta lista podría seguir fácilmente con los nombres de otros 20 jóvenes cantantes conocidos
que han muerto por abuso de drogas. Y solo nombraríamos a los más famosos.
Esto demuestra dramáticamente que “el pago del pecado es la muerte”(Rom 6,23). Detrás
de la música rock y demás ritmos que la acompañan estas Satanás con todo su poder
mortal, tal cual me los escribió un joven que fue rescatado de esta atadura.
“Satanás quería matarme, pero Jesucristo me dio una nueva vida. De no haber sido así, yo
estaría ahora varios metros bajo tierra. Y le digo a todo el mundo; el que se mete con
Satanás, Satanás termina por matarlo, porque el necesita solo hasta tenerte completamente
bajo su poder”.