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El Centenar de la Ploma

In te, Domine, Speravi, non confundar

Ateniéndonos a nuestros propios Furs, que son los que transmiten de aquellas
primeras costumbres o leyes promulgadas por el propio Conqueridor a los regnícolas,
sabemos que con ellas surgió la escolta para la Senyera y fue por ellas cómo el propio
monarca al jurarlas en 1.261 durante las primeras Cortes Valencianas las instituyó o
dio motivo para su creación, pues en el fuero VI, de titulo Batlle e de la Cort hizo
posible la formación de la primera antedicha escolta para su bandera y allí establece y
dice:

“los cavallers en així que sien tenguts de seguir la senyera, de la ciutat o del terme o
de qualque loch que sien e si no ho fallen que no sien demanats en la dita electió”

…. Y así se establece la milicia, ni más ni menos, ni menos ni más.

También debemos tener en cuenta que si partimos de la base documental para


establecer unos hechos definitivos, la falta de documentación municipal entre los años
1.238 al 1.308, nos limita en parte, todo como consecuencia de un pavoroso incendio
que destruyo la Casa de la Ciudad con lo cual se quemo, prácticamente, todo el
archivo, esto da lugar a una laguna documental de casi 70 años, o sea mas medio
siglo en blanco, de ahí que noticias escritas de nuestro Archivo Municipal empiecen a
aparecer a partir del 1.306, este hecho normalmente no suele mencionarse y esta
circunstancia es la que algunos autores de “mal nom” han aprovechado para intoxicar
la historia de nuestro pueblo y lanzar conclusiones gratuitas de estúpidas
interpretaciones. Cierto es que aunque algunos investigadores no hayan querido
admitir que la creación del Centenar venga del Rey Jaime, por falta de pruebas
escritas, dicen ellos; el pueblo desde siempre ha ido transmitiendo oralmente su
existencia, en forma de cuentos, fábulas o leyendas, que no hay porqué restarle
importancia y por supuesto que se quemara el archivo municipal de la Ciudad no
quiere decir que no existan otros archivos en la Corona de Aragón e incluso en la
mismísima Castilla.

Hago especial referencia a mi más absoluta discrepancia a las interpretaciones y


elucubraciones, un tanto bizantinas del Sr. Sevillano Colom, en su obra -El Centenar
de la Ploma de la Ciutat de Valencia-, publicado en 1.966, carentes de cierto rigor
histórico, al opinar bajo una posición de lo más simplista y se queda tan tranquilo.
Tenemos evidentemente documentación de instituciones y de otros autores que por
supuesto abogan, creen y dicen, en base a conclusiones de investigación
historiográfica, que el Centenar de la Ploma sin duda alguna viene instituido por el
mismísimo Rey Don Jaime, entre los que podemos mencionar, por sus obras y
referencias respectivas:

-Pere Antoni Beuter, Crónica general de España. 1.604 Valencia

-Vicente Boix y Ricarte, Historia de la Ciudad y Reino de Valencia. 1.847 Valencia.

-Carreres Zacares. Llibre de Memóries 1.308-1.644. Valencia 1.935.

-El Marqués de Cruilles. Guía Urbana de Valencia, antigua y moderna. Valencia 1.876.

-Fray Francisco Diago. Anales del Reino de Valencia. Valencia 1.613

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-Pascual Esclapes de Guillo. Resumen historial de Valencia. Valencia 1.738

-FORI REGNI VALENTIAE. Valencia 1.547

-Ambrosio Huici Miranda. Colección diplomática de Jaime I el Conquistador. Valencia


1.919.

-Luis Querol y Roso. Las Milicias Valencianas desde el Siglo XIII al XV. Castellón de
La Plana 1.935.

-Joseph Ortí y Mayor. Fiestas centenarias con que la insigne, noble, leal y coronada
ciudad de Valencia celebró el 9 de de octubre de 1.738, la quinta centuria de su
cristiana conquista. Valencia 1.740.

-Pere Hieroni Taraçona. Institucions dels furs e privilegis del Regne de Valencia.
Valencia 1.580.

.-Vicente Vives y Liern. Lo Rat Penat en escudo de armas de Valencia. Cronica de la


conferencia celebrada el 13 de marzo de 1.900.

-ARCHIVO DE LA CORONA DE ARAGON. Cartas Misivas.Real Patrimonio. Barcelona

-ARCHIVO MUNICIPAL DE VALENCIA. Manuals de Consells. Libros de Actas


Capitulares. Valencia.

-Francisco Molina y Pont. La Senyera y El Centenar de la Ploma. Valencia 1.981.

-Antonio Ubieto Arteta. Orígenes del Reino de Valencia. Cuestiones cronológicas


sobre su reconquista. Zaragoza, 1981 e Historia de Aragón. Literatura medieval,
Zaragoza 1.982

“Se puede afirmar sin posibilidad de error que los idiomas hablados en el
Reino de Valencia actualmente, no son producto de un fenómeno de reconquista por
parte de Jaime I.” (Antonio Ubieto. 1977)

Lo bien cierto es que debemos hacer referencia a los freires-guerreros o sea a los
templarios que fueron tutores y mentores de nuestro Rey Don Jaime, ellos
influyen mucho en nuestra historia, mitos y simbología, tanto y en cuanto había influido
en nuestro Rey. Los templarios son el resultado de la primera cruzada, tomaron el
nombre del edificio que les concede Balduino II, rey de Jerusalén, como casal de la
Orden junto al Templo de Salomón y que desde esa fecha se consideraron custodios y
guardadores, su objetivo proteger a los peregrinos a Tierra Santa y para ello se
establecieron y estructuraron a lo largo de los distintos caminos de Europa, ejercieron
la asistencia al peregrino, el auxilio en muchos casos, se convirtieron en los
guardianes del camino, con lo cual adquirieron gran renombre y ello dio lugar a que
recibieran muchos donativos y todo tipo prebendas lo que supuso que además se
convirtieran en los banqueros y colaboradores de aquella marcha continua y
peregrinaje a Tierra Santa, hasta tal punto que con ellos empieza el cauce de las
finanzas, dejando su huella por toda Europa; ingeniosos inventores de las “cámaras de
compensación bancaria” tal como las entendemos hoy en día; construyeron catedrales
con sus simbolismos y criptografías. San Bernardo de Claravás fue el que les otorgó la
regla de monjes y caballeros. Se funda la Orden en Francia y seguidamente pasan a
Navarra y Aragón, también se establecen en la Catalonia, línea fronteriza del Imperio
Carolingio (Cata=castillo lonia=linea, o sea “Castilla” en Ibero), combatieron en la

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Navas de Tolosa, en la reconquista de Lérida y Tortosa, en Mallorca y por supuesto en
Valencia y podemos asegurar que en la conquista de este Reyno fueron los
auténticos patrocinadores. No nos quepa la menor duda de que la Orden del
Temple, siempre desde la sombra, fue el mas discreto guía y el mas generoso
colaborador del Rey Don Jaime, este por su parte no les olvida en ningún momento y a
través de su Crónica los va mencionando en su infancia, en su primera juventud, en
sus incidentes, en sus frustraciones y sus crisis de autoridad, etc…, ante todo eso,
Jaime solo confía en ellos, en los templarios y siempre busca cobijo en Burbáguena o
en la población Horta propiedades de El Temple. Ellos le dieron formación humana y
militar, espiritual y científica, lo educan como vencedor, siempre en eterna vigilia y
conquistador y así sale formado desde sus años en Monzón… y jura el Conquistador
(Furs) “sien tenguts tots los cavallers de seguir la senyera”. Y bien para el tema
trascendente que nos ocupa los freires-guerreros cuando acuden al combate forman
cuerpos de ejército, en centurias (Imperio Romano y Carolingio) o sea en “Centenares
ó Compañías” y así estructura sus tropas el Conquistador.

De los Fueros:

“…Valencia disfrutaba de un régimen especial, que era compartido por todas las
demás villas y ciudades libres, aunque con organismo mas sencillo –y que, como
hermanas mas pequeñas del Cap i Casal- gozaban conjuntamente de todos los
privilegios que ésta conseguía, pues aquéllas conquistábanlos al propio tiempo que la
Ciudad los adquiría”.

“..Tenía ésta plenas atribuciones para crear milicias y el mero hecho de acaudillar
huestes, la autorizaba automáticamente, y en el aspecto heráldico a crear sus propias
enseñas y timbre en sus blasones”.

“…El Penó de la Conquista, nunca gozó de prerrogativa militar, ni cívica, solamente se


limitó a su simbolismo, y a permanecer colgado en el sitio y lugar en donde lo depositó
el propio Rey Don Jaime”.

“…El alistamiento en Valencia correspondía al Consejo General verdadero Senado, y


en las cabezas de partido a los respectivos jurados”.

“…Los poseedores de caballo y arma propios venían obligados a concurrir al ejército y


cabalgada, teniendo que asistir al alarde que se hacía cada año el día de la Natividad
del Señor ante el Baile general del Reyno de Valencia”.

“…Como guardadora de la Bandera de la ciudad de Valencia, -Cap i Casal- y del Rey,


la Compañía del Centenar debía asistir a todas las guerras y actos bélicos a donde
fuese la gloriosa Senyera…”.

Capítulo núm. 229 de las Cortes de Felipe III, celebradas en esta Ciudad en el año del
Señor de 1.604:

“item per cuant la Companya del Centenar de la Ploma ab sos macips y patees es
antiquísima del temps de la conquista del presente Regne…”

Capítulo núm. 18 de las Cortes de Monzón de 1.626:

“La Compañía del centenar de la ploma, instituida per la magestad del Senyor Rey en
Jaume lo Conquistador…”

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Desde los tiempos de Jaime I y tal y como se recoge el AUREUM OPUS VALENTIAE
hallamos fueros y privilegios referentes al aspecto militar y hay uno especialmente
titulado DE LES BATALLES E DE LES FORTALEES, que indica de modo conciso
que se deberá acudir obligatoriamente a la Crida Real, estos fueros fueron
confirmados por Pedro III el Grande de Aragón y I de Valencia en 1.283, por Alfonso
el Liberal en 1.286, por Jaime II en 1.309 y así hasta llegar a Pedro IV el Ceremonioso
y II de Valencia que también los confirmó. Y es que este último rey El Rey Pedro II de
Valencia, pasó a la historia como “Pere el del Punyalet”, ya que siempre llevaba al
cinto una daga ó puñal, como Pedro IV el Ceremonioso en el resto de la Corona de
Aragón y en el Reino de Mallorca como Pedro I de Mallorca y Cerdeña, además de
Conde de Barcelona, Duque de Atenas y Neopatria y Conde de Ampurias. Fue un
monarca enérgico y duro que reorganizó la corte, la administración y el ejército,
dirigiendo sus actividades a incrementar el poder real en el interior de su reino y a
aumentar sus dominios en el mar Mediterráneo cosa que logró con la expedición de
los almogávares al conquistar éstos los ducados de Atenas y Neopatria. Derrotó a la
unión de los nobles en Épila, apoyó a Enrique de Trastamara frente a Pedro I de
Castilla, arrebató a su cuñado Jaime III de Mallorca el Rosellón e incorporó Sicília a la
Corona de Aragón.

El Centenar de la Ploma, inicialmente formado como una compañía de 100


ballesteros encargada de escoltar y proteger la Senyera de la Ciudad y Reyno de
Valencia, esta milicia es un cuerpo de ataque y de choque contra huestes enemigas a
nuestro Reino de Valencia, eran expertos y bien entrenados ballesteros, auténticos
tiradores de elite. Toma base de la milicia ciudadana ya constituida por Jaime I y para
ello hagamos un recorrido retrospectivo, según publica el Boletín de la Real Academia
de la Historia en 1.909, tomo LV, páginas 353 y 363, existen precedentes en el siglo
XI de la existencia de estas compañías; en el mismo código de los Usatges de
Barcelona en el 1.064, se contemplan este tipo de milicias y en los fueros de Jaca del
1.062 se habla de la “Compañía de Ballesteros de Calahorra…, pues bien, por historia
y por la costumbre y especialmente por el respeto y consideración que el Rey Don
Jaime, fundador de nuestro Reino Cristiano de Valencia, tiene a estas tradiciones
militares y su permanente preocupación por la defensa de sus dominios, traducido en
los muchos fueros y privilegios otorgados a los valencianos, sería estúpido pensar que
Jaime I no hubiera reglamentado una milicia como el Centenar de la Ploma. Escolano,
Ortí y el propio Manual de Consells, nos informan ampliamente de las inquietudes
militares del Don Jaime y el de la existencia de una compañía de ballesteros
denominada Companya del Centenar de la Ploma y a la cual le atribuyen una
antigüedad similar al hecho fundacional del Reino de Valencia, aunque no tenemos
suficientes pruebas documentales directas, pero indirectas si, y es que el
establecimiento de esta milicia se hace como alusión a aquellos otros cien caballeros
armados que en la gloriosa entrada de Jaime I acompañaron al Pendón Real con las
sagradas imágenes de Cristo y la Santísima Virgen a cada lado y ello es el precedente
de nuestro Centenar de la Ploma, desde luego la base quedaba sentada para la
disposición por parte de la ciudad de una milicia para su defensa y la custodia y
escolta de la Senyera, siempre que tuviera que salir en servicio de armas fuera de
murallas.

“per rahó de la meció que ha feta en los sobresenyals e una senyera de cendal blanch
ab creus bermelles, que feu fer en la ciutat de València, en los mes de Març del any
deius scrit” ARCHIVO CORONA DE ARAGON, Real Patrimonio, Reg. 858, folio 211
del año 1.348.

Las señales de San Jorge, patrón de Aragón, aparecen en Valencia en el 1.237, dice
Beuter en su Crónica fue en la batalla del Puig, por cierto batalla a la que asistío Rey
Don Jaime, cuando por primera vez estuvo presente una de estas banderas del

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Senyor Sent Jordi dentro del nuevo reino, que estando presente la Orden Militar de
San Jorge de Alfama y como dice la tradición en esta batalla fue donde se apareció el
Senyor Sent Jordi en medio del fragoroso combate montado en su corcel blanco y que
tanto tuvo que ver con el feliz desenlace. Como dato de consolidación histórica, el
Centenar disponía de titularidad de capilla privada bajo la advocación de la Virgen de
las Victorias en la iglesia de San Jorge ubicada en la calle de los Ballesteros y en la
que por cierto existía un magnífico retablo del siglo XV, atribuido al gran Mestre Marçal
de Sax que hoy se conserva en el Museo Victoria Alberto, de Londres.

El grupo militar de combate tal y como hoy lo conocemos, perfecciona su formación


con Don Pedro II de Valencia y IV de Aragón, en 1.365 y lo redenomina Centenar del
Glorioso San Jorge por estar bajo la advocación de este santo, pero ya se conocía
popularmente como Centenar de la Ploma (pluma), y así seguirá llamándole nuestro
pueblo, por la característica pluma que llevaban los ballesteros en el birrete, y con este
nombre ha pasado a la historia. Es evidente que la milicia como tal ya estaba
constituida no la formó Don Pedro en ese mismo instante para luchar con el castellano
y aunque haya un referente documental de 1.503 que indica que el 3 de junio de
1.365, durante el asedio de Morvedre en plena guerra con Castilla, Pere II del Punyalet
otorga una concesión y titulo de milicia permanente por una compensación de los
servicios prestados por la hueste o milicia urbana de Valencia en esta guerra, milicia
que ya había sido constituida (documento del Rey Felipe II, de 27 de julio de 1.668,
que indica que el otorgamiento del Ceremonioso era una ampliación de prerrogativas
que estos ya disfrutaban y no la creación del Centenar), en principio Jaime I, no le
había otorgado todas la prerrogativas de las que disponía el Centenar y que fue
adquiriendo a lo largo de la historia; lo cierto es que el pueblo valenciano y la ciudad
“Cap i Casal del Regne hacía tiempo pedía la creación de una milicia fija que se
pudiese reunir con mas rapidez, contra la lentitud que supone la convocatoria
ciudadana de huestes, de hecho pasa de cien hombre fijos a doscientos con la
compañía de arcabuceros, además de la caballería adscrita, o sea 100 caballeros,
estableciéndose un centro de acuartelamiento, el cuartel de la ballestería ubicado en lo
que hoy es el teatro Principal de Valencia, y como no, echémosle un vistazo, al
manuscrito del Padre Teixidor que hace referencia al acuerdo del Consejo General de
1.342 por el que se dispuso que el Justicia y Jurados de la ciudad asoldasen cien
hombres de a caballo y tantas lanzas y ballesteros cuantos bastasen al número de los
jinetes, porque para vengar la injuria inferida por el señor de Pego apresando a Esteva
Corts, notario y ciudadano de Valencia, la Ciudad sacó bandera, según lacónica
expresión que allí consta, pues observemos como antes de 1.365 se hace referencia a
la milicia y a la escolta ciudadana.

Acta del Consell de la Ciutat de Valencia, de 25 de noviembre de 1.364, por la que se


efectúa una “crida” para salir con la Senyera en ayuda de su Rey en su guerra
particular con Pedro de Castilla, en la que se contempla que entre las milicias
ciudadanas figuran escoltando la Senyera los Cent Ballesters de la Ploma, pues por
el propio texto de la “crida” admite que ya existía en la ciudad de Valencia y
prestando sus clásicos servicios de escolta y guarda de la Senyera Real de
Ciudad.

“Com es pot vure per la data apuntada, en el documents que abans hem analizat, va
ésser durante el setge de Morvedre quan el rei, per recompensar la valentia i el
coratge dels ballesters valencians que acompayaben la Senyera, els va atorgar el
privilegi reial de formar una milicia permanent, ja ho era quan va eixir a lluitar pel
rei. Des d’aleshores aquells ballesters van ser el Centenar de la Ploma”

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…o sea que desde ese instante el Centenar de la Ploma es milicia
permanente y protocoliza la compañía con el apelativo Centenar de Glorioso San
Jorge. No confundamos, ese 3 de junio de 1.365, que es un acto de agradecimiento y
como tal, de concesión de privilegios, con la creación o fundación del Centenar.

“Cuando se ponía en marcha la maquinaria bélica del Reino se procedía


protocolariamente a la colocación de la Real Señera en las Torres de Serranos; acción
que significaba la declaración de guerra "a sang y foc" y convocatoria de huestes,
durante esos días en que la bandera estaba expuesta en las Torres de Serrans y a
medida que las fuerzas del Reino iban organizándose-, jamás permanecía sin
custodia:

"la guardaren de dia y de nit , vint homens del Centenar de la Ploma".

En el transcurro de los seis años de haber otorgado Don Pedro aquellas prerrogativas
especiales al Centenar del Glorioso San Jorge (de la Ploma), algunos de sus ya
antiguos miembros solicitaron a Pedro el Ceremonioso la creación de una Cofradía
bajo la advocación de San Jorge, que fue concedida por privilegio el 10 de julio de
1371. Entre las funciones de la cofradía estaba la de velar enfermos, acompañamiento
de difuntos y cámara mortuoria. Se realizaba un encuentro anual de la cofradía, que
suponía distinto tipo de festejos y banquetes por San Jorge. La cofradía en principio se
formó con un máximo de 100 hombres y 150 mujeres y en 1.391 pidieron al Rey Juan I
y a la Reina que se hicieran cofrades, y el rey amplió el número de cofrades a 500
hombres y 600 mujeres, otorgándoles algunas exacciones.

Fue el 23 de julio de 1376, cuando se amplió la milicia con 100 hombres a caballo,
distinta de la de los ballesteros, pero también con la función de proteger el estandarte
real, y que fue creada en las Cortes Generales de Monzón, por el mismo Pedro el
Ceremonioso, a pesar de que las ordenaciones no se elaboraran hasta 1.391 durante
el reinado de Juan el Cazador, este nuevo cuerpo de combate de100 hombres estaba
distribuido por 70 hombres a caballo armados y 30 jinetes con armas ligeras. Queda
estructurado el Centenar en 3 cuerpos de ejército, 100 caballeros, 100 ballesteros y
100 arcabuceros. La compañía de ballesteros es la que suele rendir siempre los
máximos honores, esta Compañía introducirá también 50 jinetes con ballesta ligera y
quedará definitivamente formada por 50 caballeros-ballesteros y 50 ballesteros de a
pie, con ballestas mas pesadas y así queda escrito en los anales de nuestra historia.

La estructura inicial de la compañía militar principal del Centenar de la Ploma estaba


formado por 100 ballesteros, divididos en dehenes (10), cada una mandada por un
capità de dehena. El capitán de la compañía era, oficialmente, el Justicia Criminal de
Valencia, que era el cargo municipal encargado de llevar la Senyera en la batalla y en
los desfiles.

La composición social del Centenar era plural y estaba establecida en 10 hòmens de


paratge (nobles), 30 de la mà major (alto estrato social), 30 de la mà mitjana (estrato
social medio) y 30 de la mà menor (estrato social bajo), según la división social
urbana, establecida por Fray Francesc Eiximenis, fraile franciscano nacido en Gerona,
en 1340 y que murió en Perpiñán, en 1409, catalán que escribió en la bella lengua
valenciana, profesó en el convento de franciscanos de su ciudad natal (1352) y estudió
teología en Valencia, Colonia, París y Oxford; volvió a Cataluña (1371) y residió en
Valencia más de 20 años. Participó en la resolución de los problemas sociales y
religiosos de su época. Pues bien la provisión de individuos para configurar esta milicia
estará al cargo de los Jurados y del Consejo General de la Ciudad, cuyos miembros,

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antes de recibir el nombramiento, se someterán a una "probanza" ante el Gobernador.
Una vez admitidos, acudirán a la Casa de la Ballestería y en presencia de "los caps de
dehena" recibirán las insignias de San Jorge. Acto seguido, y ya investidos, según se
desprende del privilegio real, oirán la Santa Misa y antes de la lectura del Evangelio
realizarán el juramento bajo el que se comprometen públicamente a permanecer fieles
al Rey, a su servicio y al de la ciudad. Su uniforme será una dalmática de lienzo
blanco, con la cruz roja de San Jorge al pecho y espalda, y un casco con una pluma
de garza, detalle éste de donde le viene el nombre de "la ploma". La milicia tendrá su
casa en la ciudad, que se construirá cerca de la que se llama calle de las Barcas.

Aunque la documentación de la que se dispone no es muy explicita, la compañía


renovaba cada 2 o 3 años a la mitad de sus miembros, consiguiéndose así que
siempre hubiese un 50% de ballesteros nuevos, y otro 50% con experiencia., ello
quiere decir que en un ciclo de aproximadamente 60 años podía haber pasado por la
Compañía 3.000 valencianos ciudadanos libres claro está. Estas milicias urbanas y
que se enrolaban, constan descritos en fueros y privilegios (Aureum Opus Vantiae). La
mejor cantera de soldados con un alto grado de adiestramiento y capacitación para el
ejercicio y manejo de las armas, las ofrecian los gremios de distintos oficios y era el
gremio el que proveía de armamento y bagaje a los menestrales que se agrupaban en
compañías según fuera su oficio o “mester”. También existían tropas de caballería
entre los ciudadanos que tuvieran bienes propios y obligación de tener caballo, bien
fuera “armat” (armado) o “alforrat” (armadura ligera).

La bandera de San Jorge es la señal propia de la Compañía. Por emblema una


ballesta encima de una cruz de San Jorge, y debajo el lema de la compañía: «In te,
Domine, Speravi, non confundar»( En vos, Señor, esperé y confundido no seré). Y el
uniforme, como he mencionado, consistía en una pieza de lienzo o tafetán blanco con
cruz de San Jorge delante y detrás, por encima de su ropa, al que añadirían una cota
de malla. En el casco llevaban una pluma de garza que daba nombre a la compañía.

El Rey Juan II en 1470, amplió el privilegio otorgado al Centenar de la Ploma


concediendo un sueldo a sus miembros y la facultad de poder portar todo tipo de
armas, y en todo momento, aunque el arma característica del Centenar es la ballesta,
también solían estar equipados con espada, daga, lanza o arcabuz. Las prácticas de
tiro solían hacerlas en el Muro de Quart junto a las torres.

La Solicitud de los cofrades ante el Rey Juan II:

I) Súplica de la confirmación y exposición de los servicios prestados por el Centenar


de la Ploma. El privilegio a confirmar decía:

“Primerament, Senyor, attenent que,per priviliegi otorgat al dit Centenar, per l’alt rei En
Pere, sots kalendari de tres de juny any Mil CCC LXV, són atorgades al dit Centenar
certes gracies, indults e prerrogativas segons per la tenor d’aquell appar”. (Vease que
no indica nada de la creación o fundación, sino de la concesión de privilegios).

II) Solicitud de pena pecuniaria contra el que hiciera oposición a los privilegios del
Centenar.

III) Petición de un salario, de tres sueldos y seis dineros, moneda valenciana.

IV) Facultad de llevar toda clase armas en todo momento y lugar.

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El Rey Juan II aprobó y confirmó el 18 de julio de 1.470 dichos privilegios, ordenado
respetarlo, bajo pena de 2.000 florines de oro. El 28 de octubre de 1.479, Fernando el
Católico confirmó también, de nuevo el mencionado privilegio.

La soldada que percibían los de la “Ploma” estaba en función de si se trataba de host


(combate en el interior del Reino)) o de cavalcada (fuera de los límites del Reino):

“Ballesters de a peu”, en cavalcada, 3 sueldos; los “escuders” que acompañaban 18


diners; “mancips o pateges ( comanyons), les pagaba el “ballester; ”los “lancers” 12
diners; “cavallers de cavall armat” 8 sueldos diarios y “cavallers de cavall alforrat 4
sueldos diarios. Lo cierto es que la milicia cuando se estructuraba para el combate
podían llegar a ser perfectamente 500 hombres entre caballeros, ballesteros,
arcabuceros, escuderos y “mancips”.

Debemos tener en cuenta, que junto a la Senyera, las tropas valencianas tuvieron
otras banderas, algunas de carácter local, y otras gremiales. Las primeras eran telas
donde se pintaban el escudo del señor feudal o del Reino, el cairo o rombo coronado;
los segundos, llevaban los distintivos del gremio en cuestión, siendo especialmente
apreciada la bandera del Gremi de Blanquers, que llevaba representada la Custodia
robada por piratas musulmanes en Torreblanca, y por ellos posteriormente rescatada.
También se hicieron interpretaciones de la Senyera, por ejemplo sustituyendo la
corona por un Rat Penat, que mostraba que nuestra bandera estuviera bien viva,
teniendo también presente que El Rey Pedro II de Valencia volvió a introducir el “drac
allat” sustituyendo al Rat Penat, hasta que fue nuevamente restituido por Alfonso el
Magnánimo, en fin que hemos de tener en cuenta que ha habido cierta evolución en
nuestra simbología. Otro dato anecdótico es que Alfonso el Liberal no fue fiel a la
cuatro barras de Aragón, pues en su escudo nada mas tenía dos barras rojas y dos
amarillas.

El centenar de la Ploma, como otras gloriosas instituciones de la vida peculiar del


Reino y de la Ciudad de Valencia, sufrió un duro golpe con la abolición de los fueros y
privilegios por el Decreto de Nueva Planta, después de la batalla de Almansa, hecho
que da lugar a que quede abolida la fuerza militar foral, pasando a la clandestinidad; al
igual que la Senyera que tendría que haber pasado al olvido, pero inmediatamente fue
recuperada por el pueblo como la bandera festiva i religiosa, un hecho significativo que
hizo reflexionar, en medio de la brutal represión felipista, hasta el punto que, el
sanguinario Felipe d’Anjou le corto el cuello tanto a maulets como a botiflers, estos
últimos, aunque combatieron a su lado, en cuanto revindicaron su valenciania fueron
también desterrados, presos y ahorcados. Pero los valencianos jamás consentiremos
que la Senyera desaparezca y de ser la bandera de guerra, paso a ser emblema
social, presidiendo procesiones, ante el repudio o la indiferencia, cuando no el miedo,
de les autoridades borbónicas.

"en ser arrabassats els sagrats Furs de València pel funest decret del francés
Felip d'Anjou", como lamenta, Beút y todos y cada uno de los patriotas valencianos.

Esto se plasmó en el V Centenario de la Conquista, celebrado en 1738, cuando la


Senyera fue escoltada por un reconstruido y efímero Centenar de la Ploma, salido de
la clandestinidad, entre el entusiasmo de la población.

También el alzamiento contra Napoleón, el 23 de mayo de 1808, estuvo presidido por


la Senyera, la cual tuvo que ser rápidamente escondida por las autoridades.

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Copia de la convocatoria, presidida por el popular cartel anunciador de la Exposición
Regional Valenciana de 1909, al finalizar un verano de los años sesenta el presidente
de la Casa Valencia en Barcelona y Cavaller en Cap de la Dehena del Centenar de la
Ploma, Vicente Sena Bisbal, cursó a los miembros de dicha agrupación, y que
comienza así: "En la antología dels records histórics del Rei Don Jaume, está en lloc
principal la página del Centenar de la Ploma, selecció admirable que nosaltres devem
tindre present". Y es que el Centenar siempre ha existido, existe y existirá, desde la
creación del Reino Cristiano de Valencia hasta hoy con L’Insigne Capitul de
l’Almoina de Sant Jordi dels Cavallers del Centenar de la Ploma.

Mossen En Federic Bisquert i Lafuente

Cavaller núm. 79 de L’Insigne Capitul de l’Almoina de Sant Jordi dels Cavallers del
Centenar de la Ploma.

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