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Foto del Congreso Fundacional de la Generación de la Amistad Saharaui,

Madrid, 9 de julio de 2005

La Generación de la
Amistad
Escritores saharauis en castellano
Introducción

Gracias al esfuerzo de un grupo de intelectuales españoles, mención


especial a Ricardo Gomez, Gonzalo Moure, Maria Jesús Alvarado, Juan
Carlos Gimeno, Antonio Polo y Ana Rosetti; gracias también al
empeño y trabajo de los periodistas Bahia Awah y Conchi Moya, un
colectivo de escritores saharauis pudimos constituir La Generación de
la Amistad hace unos meses en Madrid. En esta nueva plataforma de
expresión de la cultura saharaui, aunamos nuestras voces, nuestra
protesta y denuncia de la difícil situación impuesta al pueblo saharaui
desde la invasión marroquí. Treinta años llevamos despojados de
casa y patria, treinta años de desesperada espera. Sin raíces,
sobrevivimos aferrados a la esperanza del retorno, muchas veces
náufragos en el océano de los recuerdos, pero, como bien dice Limam
Boicha en uno de sus poemas:

Aunque se han secado las fuentes


de la húmeda paciencia,
aún nos queda
una gota de rabia
quemándonos las gargantas.

De esa gota ha fluido la antología Aaiún: Gritando lo que se siente, en


homenaje a la población en las zonas bajo ocupación marroquí, que
se publicará en breve.

Si bien es verdad que algunos no nos conocíamos, la mayoría de los


componentes del grupo ya eran compañeros desde temprana edad.
Pero el nombre Generación de la Amistad refleja además el
agradecimiento a todos esos amigos que han contribuido al
conocimiento de la literatura saharaui, regalándonos su cariño y
presencia, aún en la distancia.

Nos definimos como escritores saharauis en castellano en


reivindicación de ese rasgo que nos distingue como el único país
árabe que habla, piensa, sueña y siente en español. Idioma en el que
brota no sólo la ahogada rabia, la rabia furibunda y la desesperanza,
sino también la risa alegre, y hasta la carcajada, el amor recatado y
la pasión desenfrenada; en definitiva, esos pequeños y grandes
detalles que conforman nuestra existencia.

La revista literaria Ariadna dedicó a la cultura saharaui un número


especial, presentado en la Biblioteca Regional Joaquín Leguina de
Madrid el 15 de Octubre de 2004, en el que participó la Generación
de la Amistad.
Enlace: http://www.ariadna-rc.com/numero25/sahara/sahara.htm

Por el sendero de la no violencia transcurren nuestras andanzas en


pro de la independencia; nuestras armas son la palabra, la poesía,
ese arma cargada de futuro, que, con el permiso de las musas,
seguirá siendo nuestro instrumento de lucha predilecto. Sin más
preámbulos, pues, permitamos que batallen las palabras.

Zahra Hasnaui

LIBROS PUBLICADOS

“Añoranza”. Antología. Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de las Islas


Baleares, 2002

“Bubisher. Poesía saharaui contemporánea”. Antología. Editorial Puentepalo. Las


Palmas de Gran Canaria, 2003.

“Voz de fuego”. Mohamed Salem Abdeltafah, Ebnu. Universidad de Las Palmas de


Gran Canaria, 2003.

“Los versos de la madera”. Limam Boicha. Editorial Puentepalo. Las Palmas de


Gran Canaria, 2004.
Luali Lehsen

Nací a finales de 1971 o principios de 1972 en Aalb Ergad (Las dunas del sueño), en
la región de Tiris. Mi primera infancia esta marcada por el estallido del conflicto del
Sahara y la diáspora del exilio. Junto a mi familia llego en 1975 a los campamentos
de refugiados de Tinduf al sur de Argelia y allí empieza mi formación, que en cuarto
de primaria tengo que continuar en Cuba, por imperativos del exilio.
Después de 15 años de estancia ininterrumpida en Cuba, termino en 1997 mis
estudios con el título de Licenciado en Letras. A finales de ese año vuelvo a los
campamentos de refugiados saharauis y trabajo como periodista en las emisiones
en castellano de la Radio Nacional Saharaui.
Formo parte de las antologías de poesía saharaui en español, “Añoranza” y
“Bubisher”, y soy miembro de la Generación de la Amistad Saharaui.

Buscando paz

Cuando esquivo las espinas


del tiempo y me refugio en el
silencio de tu cuerpo
sólo estoy buscando paz.
Cuando le viro el rostro
a la incertidumbre de esta
rutina, y sucumbo ante
el encanto de la memoria
de tu imagen
sólo estoy buscando paz.
Incluso cuando maldigo
el peso de tu nombre
sobre mis vértebras, la recurrencia
de tus horizontes en mi mirada,
el ardor de tus lágrimas sobre mis mejillas,
sólo estoy buscando paz.
Pero cuando te mires en el
espejo del recuerdo y sólo
encuentres el jeroglífico
de mis besos en tu cuerpo,
es que me he ido,
me he ido a componer
los cristales rotos de otra
causa de amor.
Para la paz.
Ali Salem Iselmu
Nací el 1 de febrero de 1970 en la ciudad de Villa Cisneros, cuando el Sahara era
provincia española. En 1979 mi familia se incorpora a los refugiados saharauis en
Argelia. En 1982, con varios estudiantes saharauis, obtuve una beca en Cuba,
Desde entonces comencé a recibir toda mi enseñanza en castellano. Primero cursé
los estudios de secundaria y bachiller; recuerdo que en esa etapa de mi vida tenía
especial vocación por las letras y en especial me gustaba mucho la oratoria y la
poesía. En 1995 culminé mis estudios en Cuba, después de una larga estancia de
trece años dentro de la cual acabé licenciándome en la carrera de periodismo.
Concluidos mis estudios regresé a los campamentos de refugiados saharauis y me
incorporé al departamento de español de la Radio Nacional Saharaui en el que
trabajé como locutor y redactor en la sección de servicios informativos durante
cinco años, hasta el 2000. El 9 de julio del 2005 en Madrid tuve el honor de ver
nacer el grupo “Generación de la Amistad Saharaui”, del que soy miembro. En la
actualidad trabajo y vivo en España intentando sacar mi vidahacia delante, con
todo lo que conlleva la lucha diaria de cualquier emigrante para integrarse dentro
de la sociedad de acogida.

Mi despertar

Volcado en la profundidad de un mar sin límites


pretendí observar el sol desde las alturas
imaginarias de mis huellas.
Abierto al falso universo de mis pasos
se me olvidó recordar la decadencia
de mis emociones.
Veo traspasar los años, las gentes, y por fin
aparecen algunas historias inéditas de mi memoria.
Surge ya la nube cargada de fuego que apunta
hacia la mar queriendo hundir mi único velero.
Entonces me levanto con el afán de perdonar
y querer el perdón, cuando en realidad la aurora
está apagada hace ya tiempo.
Bahia Mahmud Awah
Nací en 1960 en la región sur de Tiris, Auserd, un poco antes del mediodía, cuando
mi familia, que era nómada, iba a Erhil en busca de un nuevo lugar de pasto más
verde para sus dromedarios. Mi amor por la literatura viene de mi madre, una
mujer con muchos conocimientos de literatura árabe, sobre todo la poesía en
hasanía. Tras estudiar seis años en Cuba, regresé a los campamentos donde,
después de la guerra, dirigí las programaciones en español de la Radio Nacional
saharaui durante cuatro años. En 1998 me trasladé a España para completar
estudios de periodismo y teoría de la traductología U.A.H y U.A.M. Mi idea era
retomar el espacio literario que se realizaba en la R.N.S “Poemario por un Sáhara
Libre”. Estuve realizando el programa en dos emisoras libres de Madrid y Las
Palmas, y actualmente se ha convertido en un medio de difusión de noticias a
través de Internet. Participo en las actividades del grupo de cultura saharaui
"Suerte Mulana" y soy miembro fundador de la Generación de la Amistad saharaui.
Así cumplí mi sueño de ver a un grupo de creadores y poetas del Sáhara retomando
la voz de la cultura saharaui en la lengua, también propia, que reivindicamos todos
los saharauis, el español.

Un madrigal a mis tres amores:


Aminetu Haidar, Leila Lili, y Sáhara

En el silencio exiliado, cada noche sueño gritar


vuestros nombres,
que anidan desterrados donde el tiempo
en la infinidad se reduce entre diminutas,
oscuras, transparentes y condenadas paredes.
Y soñé en una noche de media luna, que nunca,
en los sueños se sueña rezar sin versos.
Soñé cuerpos desnudos, inertes y frágiles,
donde el verdugo esculpió su nombre.
Soñé que ante su altar me faltan palabras
con las que confesar mis legales sueños.
Soñé que en medio de gritos y entre lóbregas paredes
me claman recitar tres poemas.
Sueño Rosas de mi desierto,
sueño Jacintos y sueño Esmeraldas.
Me despierto de un amargo y dulce sueño,
y hallo que el silencio,
el grito y los nombres que soñaba y buscaba,
gestan un poema de tres cautivas de libertad desnuda:
Aminetu Haidar, Leila Lili y Sáhara.
Chejdan Mahmud Yazid

Nací un día del año 1972. Realicé en Cuba mis estudios universitarios y comencé a
escribir desde mi primer año de carrera, junto con Ebnu y Saleh Abdalahi. En 1997
llegué a Canaria, para hacer un doctorado sobre Teoría de la Literatura. En enero
de 2002 comencé a trabajar en Cruz Roja española, donde continúo. Trabajo como
Educador Social en un centro de acogida a inmigrantes, donde también imparto
clases de español. En Las Palmas participo en charlas para hablar de inmigración en
general y del Sahara en particular. He publicado artículos en la prensa universitaria
y he colaborado con poemas, en un folleto dedicado al Sahara "Un grano de arena",
además de participar en la antología de poetas saharauis en castellano, “Bubisher”.

Perdón

Al amigo pido perdón,


a mi madre,
a esa persona sensible:
mi querida amada.
A mi buena intención
también se lo pido.
Y es que me he deslimitado,
diciendo mal de lo incierto,
sobreponiendo sentimientos innatos,
y valorando sin fe a la gracia divina.
Y pido perdón,
porque no sé hacer reír,
ni con la magia de los gestos
ni con el consuelo
de las hermosas palabras.
Soy infame, grotesco;
por eso pido perdón al navegante,
que en el mar de la poesía
hunde ancla
para saborear palabras.
Palabras que han de ser útiles.
Mohamed Salem Abdelfatah, Ebnu
Vine al mundo en Amgala, Sahara Occidental, en 1968. Soy licenciado en Lengua
española y Literatura por el Instituto Superior Pedagógico de Pinar del Río, Cuba.
Comencé a escribir mis primeros versos a principios de los años noventa. Mis
poemas, así como casi toda mi creación literaria, están marcados por la guerra, el
exilio y por las difíciles condiciones de vida de los saharauis, tanto en el Sahara
ocupado como en los campamentos de refugiados. En mis creaciones, reivindico el
derecho de los saharauis a la libertad y a la independencia, e intento reflejar la vida
de mi pueblo, con sus profundas tristezas, sus dolores y sus esperadas alegrías. La
Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha publicado, bajo el titulo de Voz de
fuego, mis poemarios Amgala , Versos de arena y Los caminos que nos faltan
.También soy autor del poemario Nómada en el exilio , que aún no ha sido
publicado, así como de varios relatos. Estoy casado y soy padre de una niña y un
niño. En julio participé en el Congreso fundacional del grupo "Generación de la
Amistad saharaui", de la que soy miembro fundador.

Si un día me preguntas

Si un día me preguntas
y no te digo nada,
será porque me fui,
tras la sombra del olvido,
será porque me he perdido
tras las huellas
de una noche desvelada,
será porque madrugué,
huyéndole al polvo
que envenena mis pasos,
será porque me marché
a cazar en la oscuridad
de una cordillera lejana,
será porque le crecieron alas
a la sonrisa,
a los ojos que alumbran mi vida,
y se perdieron allende el universo,
será porque ya tus senos
no cabalgan sobre mi llanura
y como dos rosas se marchitaron
entre las hojas de una madrugada.
Si un día preguntas
y te respondo ausente la mirada,
será porque me fui,
más allá de las riberas del tiempo
donde se extravió la primavera
y la intimidad
de las hojas secas del otoño.
Limam Boicha
Nací en el Sáhara Occidental un día del año 1972. Tuve la suerte, como algunos de
mi generación, de que mi familia pudiera enviarme a estudiar lejos, mientras ellos
se quedaban en los campamentos levantando escuelas, jaimas y hospitales. A los
diez años fui a estudiar a Cuba, donde estuve trece años, hasta acabar mis estudios
de Periodismo. Una vez finalizados, además de reencontrarme con los míos estuve
trabajando durante cuatro años en la Radio Nacional Saharaui. En 1999 vine a
España, donde he realizado distintas tareas; en la actualidad mi domicilio está en
Barcelona. Escribo como una forma de expresar el amor por mi tierra, a través de
pequeñas cosas que recordaba de niño y que he vuelto a vivir de adulto. Mis versos
han aparecido en dos antologías, Bubisher y Añoranzas. Además, he publicado un
libro de poemas titulado Los versos de la madera. Participo ocasionalmente en
presentaciones y recitales poéticos.

Yo bebí los versos de la madera

En mi infancia yo bebí
los versos de la madera.
Un almurabit me enseñó
a fundirlos en el alma.
En su mano colocó
una lisa madera
castaña de rostro bello.
Con tinta de carbón
empapaba su fina pluma.
Escribía versos
en la memoria de la madera.
Después de las lecciones
vertía agua en la poesía.
Un caudal de versos descendía.
“Tómatelo todo”-dijo-
“para que fecunde tu mente”.
En mi infancia yo bebí
los versos de la madera.
Un almurabit me enseñó
A fundirlos en el alma.
Mohamed Ali Ali Salem
Nací en El Aaiún, Sáhara Occidental, en 1958. Me enamoré de la poesía desde muy
pequeño. Un año antes del éxodo de la población saharaui de 1974, obtuve un
segundo premio de poesía en castellano. En los campamentos de refugiados impartí
clases de español. Siete años más tarde me ocupé de la gestión de centros
educativos y escribí El globo verde, un relato corto editado por la asociación
"Amigos del Sáhara de Canarias". Participé en la antología de poetas saharauis
También en el desierto crecen flores. Posteriormente escribí El Oasis, monólogo que
representó al Sahara occidental en el Festival de Teatro "Tres continentes"
celebrado en Las Palmas de Gran Canarias. Colaboré en el libro Por una paz justa:
veinte años bastan publicado por la Asociación de Amigos del Sáhara en Asturias.
En 1995 publiqué el libro Verde como la franja de la bandera. Me enorgullezco de
ser miembro constituyente del grupo de poetas "Generación de la Amistad
saharaui".

En las bocas de los demás

En las bocas de los demás,


antes de nacer, nacimos.
Como un presagio alado,
como flores de intuición,
como un mar...
Como un mar
que con el tiempo crece,
que en el tiempo se ensancha
y permanece respirando
en los poros del tiempo.
Después...
De nosotros mismos nacimos.
Fuimos repitiéndonos en cada mirada,
avivándonos en cada caricia,
en el encantamiento de los besos
nos replicamos...
Una y otra vez,
forjándonos rápidamente,
sin freno
como huracanes en furia
entregándonos por entero
a un arrullo de palomas,
tan quedamente
como palomas en arrullo.
Saleh Abdalahi
Nací el año 1971 en El Aaiún. Casi toda la infancia y adolescencia que recuerdo,
nada menos que trece años, la paseé en Cuba, donde cursé Dibujo Técnico. Al
finalizar mis estudios regresé a los campamentos, en los que trabajé varios años
impartiendo clase de Formación Profesional. En la Universidad cubana escribí mis
primeros poemas, aunque fue en los campamentos donde me pareció encontrar la
esencia de la poesía, relacionada con la vida de los míos y su desgarro personal e
histórico. En la actualidad vivo en España, en Barcelona. He publicado varios
poemas en distintas antologías de poesía saharaui y soy fundador, con mis
compañeros, de la Generación de la Amistad.

Por un mañana

No quiero alimentar el perpetuo mañana


con la rutina de hoy,
ni abrir con la misma llave
la misma puerta de este calendario.
Voy rompiendo las ataduras de este
presente que me personifica con el silencio
de las piedras.
Voy sumergiéndome en las profundidades,
a morder la arena virgen de los mares
y salir a la superficie con el aire
de un mañana distinto, que no conoce
de espera.
Zahra El Hasnaui Ahmed
Nací en el Aaiún, capital del antiguo Sáhara Español. La invasión del territorio y la
consiguiente implantación del sistema educativo marroquí me obligaron a proseguir
mi enseñanza en castellano en un instituto español a mil kilómetros de mi ciudad
natal. Llegué a Madrid para estudiar Derecho pero acabé licenciándome en Filología
en la Universidad Complutense. Varios cursos en Londres completaron mi formación
en lengua inglesa. Al obtener la licenciatura, me fui a los campamentos de
refugiados saharauis para colaborar en la lucha de mi pueblo por su libertad. La
Radio Nacional del Sáhara fue mi primer destino, como realizadora y locutora de un
programa en español. Hace unos años volví a Madrid, donde actualmente trabajo.
La maravillosa tozudez del periodista Bahia Awah consiguió reunir en Madrid a
varios escritores saharauis en castellano para constituir “La Generación de la
Amistad”, nueva tribuna para la difusión de la cultura saharaui, a la que aporto mi
contribución en forma de diferentes escritos.

A l@s saharauis que luchan por recuperar


lo que injustamente se les ha arrebatado.

Los Lagartos Azules y El Ogro Rojo

En un lugar, ya no tan remoto, de África, vivía una familia feliz de


lagartos. Las connotaciones populares asociadas a las familias de los
saurios, sobre todo a las hembras, suelen ser bastante negativas. En
justicia, se ha decir que son unos animales simpáticos y orgullosos.
Particularmente estos, pues pertenecen a la casi extinta estirpe de los
Lagartos Azules del desierto del Sáhara.
Aminetu era hija única, y su madre la cuidaba con mucho esmero.
Todas las mañanas, antes de salir de casa, se repetía el ritual del
humillante Gorro Blanco. Éste había pasado por generaciones de
mujeres en la familia de Aminetu, desde que su testaruda bisabuela
murió de una insolación por hacer caso omiso a las prudentes
recomendaciones de su paciente marido. Y todas las mañanas,
Aminetu mascullaba maldiciones en honor a su testaruda bisabuela
que su madre fingía no oír, aparentemente enfrascada en
encasquetarle el gorro remendado, atándolo a su cuello con unos
finos hilos confeccionados por ella misma. La transparencia de los
hilos, única concesión en las negociaciones, no menguaba mucho,
admitámoslo, la ridiculez de su atuendo. Las burlas de los chavales
del barrio, coreando chanzas para a continuación troncharse de risa,
hurgaban en la herida y acrecentaban su determinación de acabar
algún día con esa estúpida práctica familiar.
Aminetu era una muchacha noble, inteligente y generosa. Tenía un
pequeño defecto físico: una de sus patas delanteras era algo más
corta que las demás, detalle que a nadie parecía importar, ni siquiera
a la propia Aminetu, excepto cuando se le iba la cabeza y se caía de
bruces siendo doblemente objeto de escarnio. Aminetu se levantaba,
sacudía su orgullo herido y avanzaba calculando el próximo paso a
dar. Normalmente, los años de experiencia le evitaban esa ecuación
pero con los ojos de su querido Alex se sentía levitar, hasta que el
polvo invasor de sus narices y el eco ultrajante de las risotadas le
devolvían a su postura hiriente. Más o menos así, gorro arriba, pata
abajo, iban pasando los días.
Durante uno de esos momentos en los que la mirada de Alex estaba a
punto de hacerle otra trastada, Aminetu sintió la tierra abrirse bajo
sus patas fuertes. Dudó un segundo, para al momento confirmar que
Alex no provocaba esa sensación de hundimiento, más bien la
contraria. Divisó, no muy lejos, una tormenta de polvo que galopaba
en su dirección. No era el siroco habitual, le acompañaba un
estruendo ensordecedor. Las señales desesperadas de aviso y la
espantada general le reafirmaron que la amenaza se estaba
cumpliendo: el Ogro Rojo del Norte estaba arrasando el lugar a
zancadas gigantes. De repente, el estrépito cesó, y poco a poco las
partículas de polvo se fueron sedimentando en el suelo, despejando
el velo que cubría la magnitud del Ogro. Éste se había parado,
Aminetu también. No sabía muy bien si por el miedo o la curiosidad,
otra herencia fatídica de su antepasada. Más maldiciones.
Aprovechó su parada involuntaria para observar al Ogro. Aparte de
las características típicas de los ogros, pudo constatar una que
atribuía a la leyenda: tenía los treinta y un ojos que lo veían todo,
quince detrás, quince delante y uno grande en medio de la frente, y
las treinta y una orejas que todo lo oían, colocadas paralelamente a
los primeros. Era enteramente rojo, incluso sus dientes, lo cual le
confería un aspecto feroz. La convicción de que no sólo la apariencia
era feroz recorrió la espina dorsal de Aminetu.
Despertó horas después en el Agujero Negro donde el Ogro
encarcelaba a todos los lagartos azules que lograba capturar, con la
infame anuencia del supuestamente democrático gigante del lugar.
Era un ogro muy, muy despiadado. Sin embargo, los lagartos azules
temían más la degradante afición de hacerles bailar ante él, lo
conseguía torturando a sus familiares, que acabar convertidos en
sándwich. Aminetu se alegró de que su familia hubiera logrado
escapar, hasta que reconoció la cara apaleada de su amado Alex
entre los prisioneros. Se esfumó la tranquilidad. Sabía que estaba
perdida, porque los treinta y un ojos y las treinta y una orejas del
ogro que lo veían todo y todo lo oían acabarían descubriendo su
debilidad. En ese instante, y esta vez sin imprecaciones, recordó
cómo la audacia de su testaruda bisabuela había logrado librar a todo
el poblado de un enemigo similar. Apartando de su pensamiento las
dudas de haber heredado esa cualidad, se decidió a emular la única
acción honrosa de su antecesora.
Los lagartos azules del Sáhara tienen un arma secreta contra sus
depredadores: un olor pestilente que, en su grado mínimo de
emisión, logra adormecer al enemigo, y en el máximo alelarlo del
todo. La capacidad de producción máxima dependía de una condición:
ser fémina y demostrar arrojo. Aminetu descifraría pronto el
misterioso triunfo de su menudita bisabuela.
Los lagartos azules son animales pacíficos, amantes de la libertad y
escrupulosamente respetuosos con la del prójimo. Esta última
característica suele llevar a engaño a los enemigos necios,
malinterpretan su espíritu democrático y acaban alelados.
Aminetu recorrió con la vista la lóbrega estancia, la indignación ante
el dolor de su pueblo le dio el empujoncito final. Despojándose de una
vez por todas del gorro recosido e ignorando las treinta y una orejas,
se aclaró la voz, y arengó encendidamente a sus paisanos.
Afortunadamente para ella y los demás, el Ogro dormía después de
haberse zampado unos cuantos lagartos rebeldes, no con demasiado
placer, pues se habían negado a bailar. Tras el discurso de Aminetu,
los lagartos azules presentes emitieron el hedor de mejor calidad, el
nivel se mide por el efecto conseguido en el enemigo, que jamás se
registró en el Sáhara. El Ogro Rojo del Norte, perturbadas
completamente sus facultades mentales, vagó por el desierto hasta
morir de insolación.

Moraleja: No te metas con los Lagartos Azules del Sáhara Occidental.

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