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LUIS ROSALES
(1910 – 2010)
LA PALABRA ENCENDIDA
6 de noviembre de 2010
en la Casa de la Cultura de Arenas
a las 20.00 horas
Organiza:
Proyecto Poesía para Arenas
http://poesiaparaarenas.blogspot.com/
GUIÓN DEL HOMENAJE
Sombrerito de hule
lleva el mozuelo,
y la peregrinita,
mamita,
de terciopelo,
niña bonita,
de terciopelo,
niña.
Le ha preguntado el Papa
que qué edad tienen.
Ella dice que quince,
mamita,
y él diecisiete,
niña bonita,
y él diecisiete,
niña.
Le ha preguntado el Papa
de dónde eran.
Ella dice de Cabra,
mamita,
y él de Antequera,
niña bonita,
y él de Antequera,
niña.
Le ha preguntado el Papa
que si han pecado.
El le dice que un beso,
mamita,
que le había dado,
niña bonita,
que le había dado,
niña.
Y la peregrinita,
que es vergonzosa,
se le ha puesto la cara,
mamita,
como una rosa,
niña bonita,
como una rosa,
niña.
Y ha respondido el Papa
desde su cuarto:
¡Quién fuera pelegrino,
mamita,
para otro tanto,
niña bonita,
para otro tanto,
niña!
Zorongo Gitano
Luis Rosales
PROGRAMA DE GUITARRA
La guitarra suena,
La guitarra habla,
Cuando no tengas nada en la vida,
Oye la guitarra.
Su son va llenando
El mundo de sombra,
Por dentro es de lluvia,
Por fuera es de hoja.
Suena la guitarra
Y oyéndola tiemblas
Con la carne viva
Y la sangre quieta.
Cuando en el silencio
Se levanta y habla
Su voz de rodillas
Parece sonámbula.
Suena la guitarra
Y nos dice una
Casi interminable
Palabra de angustia.
Un temblor de lluvia
Desmorona el cuerpo,
La lluvia y la sangre
Con el mismo tiemblo.
Luis Rosales
P: Es inevitable el acercarnos al año 36, a la guerra incivil que dividió a
España y que se saldó con la trágica muerte de muchos españoles, pero
también con la de su amigo Federico García Lorca.
R: Así es. Con el estallido de la guerra España se desgarró igual que mi
corazón. Federico, sin ser muy consciente de la gravedad de los
acontecimientos que ensombrecían a España, volvió a refugiarse a Granada.
Su familia, tras varias amenazas que se produjeron en su propia casa, temía
por su seguridad. Los padres de Federico me llamaron a una reunión familiar
donde, después de descartar que se refugiara en casa de Falla, se decidió que
se ocultara en casa de mis padres debido a que mis hermanos eran
destacados miembros de la Falange. Después de consultarlo con mis padres
trasladamos a Federico a mi casa, donde permaneció hasta que fue arrestado.
P: ¿Y con estos hechos, no pensó en ningún momento que Lorca
corriera realmente peligro?
Nadie pensó que podría pasarle nada. Él era un hombre inocente, nunca hizo
daño a nadie. Salvarle no hubiese sido tan difícil, yo mismo lo hubiera llevado
hasta las líneas republicanas, como hice con otros. Pero él quería permanecer
en Granada.
P: Ian Gibson y el poeta Félix Grande, ambos reconocidos intelectuales
de izquierdas, (y en verdad, todos los historiadores) tras años de
investigación de dichos acontecimientos, demuestran que ni usted ni su
familia tuvieron nada que ver con dicho arresto, que su familia actuó de
forma solidaria en unos tiempo difíciles. De todas formas, usted ha
debido de lidiar toda su vida con “una mancha”, según sus propias
palabras, con estos hechos. Las sombras de la sospecha cayeron de
forma injusta sobre su familia y sobre usted mismo. Supongo que no
habrá sido fácil cargar con este peso.
R: No, no ha sido fácil. Lorca permaneció en casa de mis padres desde el 9
hasta el 16 de agosto del 36, día en el que se produjo su detención. Mi madre
estaba sola en casa y le dijo a la persona que vino a por él, acompañado por
un despliegue militar inusual, que de allí no salía nadie sin que le acompañara
uno de sus hijos, que en ese momento estábamos fuera. Fue mi hermano
Miguel el primero que acudió y lo acompañó hasta el Gobierno Civil.
Aquella noche mi hermano Pepe, yo y otros amigos fuimos a exigir
explicaciones, a protestar y a pedir su inmediata liberación. Allí se produjo un
fuerte enfrentamiento con la persona que se llevó a Federico y, ante su
negativa a dejarlo marchar, realicé un escrito de protesta. Debido a aquel
enfrentamiento, y por haber alojado a un “rojo” en casa, me gané una sentencia
de pena de muerte. Gracias a la intercesión de Narciso Perales, un destacado
falangista, y tras pagar mi padre una alta suma de dinero, pude librarme de ser
fusilado yo también.
P: Ayer, preparando esta entrevista, pensé las cosas tan importantes que
perdimos con la guerra. En el caso de Lorca, es indudable que perdimos
un artista irrepetible.
R: No podemos calcular de una forma real lo que cultural y humanamente
perdimos con Federico, a dónde podría haber llegado. Tras la terrible muerte
de Federico en manos de unos asesinos, y de la de Joaquín Amigo (amigo de
Lorca y mío) por el bando contrario arrojándolo por un barranco en Ronda, se
produjo en mí una desconfianza profunda hacia la política. El dolor por su
muerte ha sido la toma de conciencia más dolorosa de mi vida, hizo que
perdiera la inocencia de un golpe, que dejara de ver la vida de frente, con
claridad. Desde entonces solo he creído en la amistad. No pude comprender
cómo la vida de uno de los escritores más importante de España y del siglo
dependió simplemente de la ambición política de un don nadie.
AYER VENDRÁ
La tarde va a morir; en los caminos
se ciega triste o se detiene un aire
bajo y sin luz; entre las ramas altas,
mortal, casi vibrante,
queda el último sol; la tierra huele,
empieza a oler; las aves
van rompiendo un espejo con su vuelo;
la sombra es el silencio de la tarde.
Te he sentido llorar: no sé a quién lloras.
Hay un humo distante,
un tren, que acaso vuelve, mientras dices:
Soy tu propio dolor, déjame amarte.
Luis Rosales
LA TRASFIGURACIÓN
Siento tu cuerpo entero junto al mío;
tu carne
es
como un ascua,
fresca e imprescindible
que está fluyendo hacia
mi cuerpo, por un puente
de miel lenta y silábica.
Hay un solo momento en que se junta
el cuerpo con el alma,
y se sienten recíprocos,
y viven
su trasfiguración,
y se adelantan
el uno al otro en una misma entrega,
desde su mismo origen deseada.
Siento tus labios en mis labios, siento
tu piel desnuda y ávida,
y siento,
¡al fin!
esa frescura súbita
como una llamarada
de eternidad, en que la carne deja
de serlo y se desata,
se dispersa en el vuelo,
y va cayendo
en la tierra sonámbula
de tu cuerpo que cede interminable-
mente cediendo,
hasta
que el vuelo acaba y ya la carne queda
quieta, milagreada,
y me devuelve al cuerpo,
y todo ha sido
un pasmo, un rebrillar y luego nada.
Luis Rosales
P: La guerra terminó. Los vencedores, como pasa en todas las guerras,
impusieron su ley. Una gran parte de los intelectuales terminaron en el
exilio o en la cárcel.
R: Lamentablemente uno de los momentos más brillantes del arte se vio
interrumpido por la guerra y la postguerra. Lorca, Miguel Hernández, Machado,
Joaquín Amigo muertos; María Zambrano, Juan Ramón Jiménez, Alberti, León
Felipe en el exilio. Otros, como Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso o Guillén,
pudieron quedarse en España: Yo, durante esos primeros años de la
postguerra andaba huérfano (mis padres murieron casi a la vez en el año
1941), náufrago, pero una cosa sí tenía clara, tenía que poner todas mis
energías en que la gran tradición cultural que nos habían legado la generación
del 98 y del 27 no se perdiera.
P: Hablando de generaciones, usted perteneció al grupo de poetas
denominados del 36. ¿Está de acuerdo con esta etiqueta generacional?
R: Bajo esa denominación se encuentran autores muy diversos, de
sensibilidades muy distintas: Miguel Hernández, Luis Felipe Vivanco, Panero....
lo que nos unía como generación fue que éramos más jóvenes que la del 27 y
el hecho innegable de la guerra.
P: Antes me dijo que intentó que no se rompiera la tradición cultural que
floreció antes de la guerra. ¿Cómo lo intentó?
R: Dos fueron mis caminos: Por un lado, a través del contacto continuo con los
compañeros exiliados. Era imprescindible para mí mantener contacto con los
amigos exiliados como Mª Zambrano... , esa comunicación constante nos
mantenía al tanto de sus obras y sus vidas, y a la vez, ellos podían seguir los
acontecimientos de España. Por otro lado, mediante La creación de revistas
literarias donde, en la medida de lo posible, estos autores exiliados pudieran
contar con una plataforma. No fue nunca una tarea fácil, y a veces me costó el
puesto, pero para mí era absolutamente necesario.
P: Tenemos que llegar a la “Casa Encendida”, su obra más conocida y
reconocida. Usted dice que es su libro más personal. Aunque antes había
escrito libros importantes como “Rimas”, y ya había comenzado “El
contenido del Corazón”.
R: Efectivamente. en “Abril”, mi primer libro, experimenté con los versos. En
“Rimas”, que es un libro de poemas cortos, aprendí a entender el poema como
una unidad, y con el “Contenido del Corazón”, donde buceo por la infancia,
quise experimentar con la prosa poética. El resultado de todo ello fue “La Casa
Encendida”, donde entendí que había elegido un estilo, que más tarde
denominé poesía total, donde se borran las fronteras de los tres géneros
literarios: el teatro, la narración y la lírica.
P: ¿Podríamos decir que desde entonces usted encontró su estilo
particular, que la “Poesía Total” es su particular forma de expresarse?
R: Exactamente.
P: Dice Caballero Bonald que “Espacio” de J.R. Jiménez, “Hijos de la Ira”
de Dámaso Alonso y la “Casa Encendida”, son los libros más importantes
e influyentes de la postguerra.
R: No sé qué responder. Es un halago por parte de mi amigo Bonald. “La Casa
Encendida” nace como fruto de una crisis personal, está en un principio
dedicado a mi madre, pero en la medida que lo fui desarrollando la presencia
de mi padre va ganando fuerza hasta ocupar un lugar primordial. Mis padres
murieron en 1941, y en estos poemas arrojo mi sentimiento de orfandad, de
soledad. En otras palabras, estaba hecho un solterón, jajajajaj. Aunque me
duró poco, porque si el libro lo publiqué en 1949, en 1950 me casé con una
mujer excepcional: María Fouz, y en 1952 tuve a mi hijo Luis. La metáfora de la
casa nos retrotrae a la España de los años 40, es la casa familiar, pero por
extensión también se puede entender como la casa común que es España, un
lugar lleno de sombras, de muertos. Y es ahí donde surge el deseo de
iluminarla, el deseo del reencuentro con la memoria de mis padres y del
encuentro con todos los españoles.
LA CASA ENCENDIDA
I
PORQUE TODO ES IGUAL Y TÚ LO SABES,
has llegado a tu casa y has cerrado la puerta
con aquel mismo gesto con que se tira un día,
con que se quita la hoja atrasada al calendario
cuando todo es igual y tú lo sabes.
Has llegado a tu casa,
y, al entrar,
has sentido la extrañeza de tus pasos
que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras,
y encendiste la luz, para volver a comprobar
que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un
año,
y después,
te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida,
y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas,
y te has sentido solo,
humanamente solo,
definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes.
Sí, ahora
Me gustaría saber para que sirve este silencio que me
Rodea,
Este silencio que es como un luto de hombres solos,
Ese silencio que yo tengo,
Este silencio
Que cuando Dios lo quiere se nos cansa en el cuerpo,
Se nos lleva,
Se nos duerme a morir,
Porque todo es igual y tú lo sabes.
II
III
AL DÍA SIGUIENTE,
_ hoy _
al llegar a mi casa _ Altamirano,34 _ era de noche,
y ¿quién te cuida?, Luis; no llovía;
el cielo estaba limpio;
_ “Buenas noches, don Luis” _ dice el sereno,
y al mirar hacia arriba,
vi iluminadas, obradoras, radiantes, estelares,
las ventanas,
_sí, todas las ventanas _,
Gracias, Señor, la casa está encendida.
Luis Rosales
Luis Rosales