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Los Alfaro, los otros alfareños

Los Alfaro, los otros alfareños

Sólo participamos de la gloria de


nuestros antepasados cuando nos
esforzamos por parecernos a ellos.
Molière

A lo largo de los siglos, desde los lejanos tiempos de la reconquistada villa de


Al-faruh castellanizada como Alfaro, hasta nuestros días, se contarán por miles los
alfareños que abandonaron su tierra natal. Como es lógico y humano, la añoranza que
sintieron quienes dejaron a su familia y su tierra se fue diluyendo en las posteriores
generaciones. Por ello, la inmensa mayoría de sus descendientes, seguramente en tan
solo algunas decenas de años, llegaron a olvidar por completo sus raíces alfareñas.

Hay sin embargo una excepción, la de aquellos que escogieron tomar por
apellido su origen y que perpetuaron en sus descendientes el nombre de Alfaro. Hoy en
día los Alfaro se reparten por los cinco continentes y muchos de ellos conocen que su
apellido se corresponde con una ciudad española de la que apenas si tienen noticias,
pero con la que reconocen un sutil vínculo que le han legado sus más remotos
antepasados.

Pretendemos realizar un esbozo del apellido Alfaro en la actualidad, basándonos


en un enfoque moderno de la genealogía, disciplina que se despoja de los prejuicios
nobiliarios de antaño y afronta el estudio de apellidos como una investigación histórica
acerca de las familias y personas, sea cual fuere su condición y raza, que han
compartido y comparten un mismo apellido.

Así, abordaremos primero el planteamiento de cómo surge el apellido y cómo se


transmite y perpetúa. Posteriormente, plantearemos cómo se extendió a lo largo de la
historia y los territoriospara, finalmente, describir el panorama actual del apellido. Es
también obligado hacer un repaso a la simbología, la heráldica familiar de algunos de
estos linajes. Para concluir, pasado y presente se reencuentran en internet, donde
contamos con una plataforma en la que se reúnen Alfaros de todo el Mundo.

Los orígenes del apellido, las teorías clásicas


Es preciso hacer mención a los orígenes del apellido que han venido exponiendo
diversos genealogistas a lo largo de la historia, examinando las fuentes y analizando su
verosimilitud. Debemos aclarar que los genealogistas antiguos al estudiar los apellidos
en realidad tan sólo pretendían referirse a los linajes nobles que usaban ese apellido, no
a todas las personas con ese apellido. Esta precisión, que tan pocas veces se tiene en
cuenta, es la que genera la confusión actual en la que cualquier negocio “heráldico”
certifica al incauto, sin previa investigación, que posee unos orígenes familiares
fabulosos, a cambio, eso sí, de un módico o no tan módico precio.

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Sin duda, el primer genealogista que trata del apellido es el conde portugués Don
Pedro de Barcelós, quien a mediados del siglo XIV expone en su Nobiliario1 que Don
Juan Alonso de Alfaro, nieto del Rey don Alonso de León por su madre doña Urraca,
tuvo por hijo a Don Juan Alonso de Haro, Señor de Cameros. A ello, Juan Bautista
Lavaña, tres siglos después, desarrolla en sus Notas2 que Haro y Alfaro fueron en
tiempos antiguos un solo apellido y que, por lo tanto, ambos proceden de los señores de
Vizcaya.

Esta afirmación la recoge y transmite íntegramente Piferrer en su Nobiliario3 y


se ha venido repitiendo en obras muy recientes como el Armorial Lusitano4. De hecho,
algunas enciclopedias genealógicas vascas incluyen el apellido entre los linajes
vascongados como es el caso de Auñamendi5.

Veamos la genealogía de los Haro y la posible existencia de Juan Alonso de


Alfaro. Hay que comenzar por Lope Díaz de Haro II, Cabeza brava, Señor de Vizcaya
(1214-1236), quien casó con Urraca Alfonso, hija de Alfonso IX de León, siendo padres
de Alonso López de Haro, cuya mujer, María Álvarez, había obtenido el Señorío de
Cameros tras la partición del mismo que efectuó Sancho IV a la muerte de su anterior
Señor, Simón Ruiz, en 1277. Fue el hijo de ambos, Juan Alonso de Haro I, Señor de
Cameros, a quien cita Barcelós como Juan Alonso de Alfaro, padre de Juan Alonso de
Haro II, también Señor de Cameros. Esta denominación creemos que puede proceder
del hecho de que en 1291 se concertó la boda de Isabel, hija de Sancho IV, con Jaime II
de Aragón, en el marco de un tratado de amistad que se garantizó con la cesión, como
rehenes, de castillos por ambas partes, entre los cuales se encontró Alfaro, que fue
puesto en poder de Juan Alfonso de Haro6.

La tenencia de la importante plaza de Alfaro, bien pudo ser motivo para que
fuera conocido como Juan Alonso de Alfaro, pero el hecho es que este apelativo no fue
utilizado ni por el propio Juan Alonso de Haro I ni por sus hijos, Juan Alonso de Haro
II, Álvar Díaz de Haro y Alfonso Téllez. Es más, ningún linaje Alfaro posterior invocó
jamás en los sucesivos pleitos ante Chancillerías proceder de los Haro, ni este común
origen fue señalado por los siguientes genealogistas que años después comenzaron a
glosar las ascendencias de linajes de apellido Alfaro.

Debemos por tanto considerar que el conde de Barcelós, buen conocedor de los
principales linajes castellanos, tan solo se refiere al apelativo de quien fue teniente del
castillo de Alfaro, Juan Alonso de Haro I, y que era ésta su intención, exponer una
relación genealógica sin pretender señalar el origen de los Alfaro. Es Juan Bautista
Lavaña quien cree encontrar en este hecho el origen del apellido y quien origina la

1
Nobiliario, tít. 9, págs 73 y 74.
2
Notas al Nobiliario del Conde de Barcelós, col. 431.
3
Nobiliario de los Reinos y Señoríos de España, Tomo I, pág. 69. Francisco Piferrer, Segunda Edición,
Madrid, 1857.
4
Recoge sobre Alfaro que: “Existe em Espanha uma nobre e antita familia deste apelido que parece ter
descendido dos senhores de Biscaia, sendo de Alfaro que procedeu o apelido Haro.”. Armorial Lusitano,
Afonso Eduardo Martins Zuquete y Antonio Machado Faria, Ediçoes Zairol, Lda. Lisboa 1961
5
Esta enciclopedia indica que Alfaro procede “Del pueblo del mismo nombre, aunque de origen
vizcaíno”. Edición digitalizada y actualizada de la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco
“Auñamendi”, dirigida por Bernardo Estornés Lasa. Incluso alguna enciclopedia vasca indica que Alfaro
deriva de “Albaro” traducible al castellano como carrascal.
6
Episodio que recogen los Anales de Aragón, de Jerónimo de Zurita, Libro IV, cap. CXXIV

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confusión que se ha venido citando por algún autor sin aportar ningún otro fundamento
a tan débil proposición.

Una segunda teoría sobre el origen de los Alfaro parece proceder de Pedro
7
Vitales , quien afirma que, en una fecha indeterminada, el aragonés Garcés García de
Zapata recibió heredades en Alfaro, motivo por el que sus sucesores adoptaron el
apellido Alfaro. Aunque transmitida la afirmación por sucesivos genealogistas, no hay
documentos ni filiaciones que nos confirmen siquiera la existencia del personaje. La
propuesta se ajusta a los cánones de los antiguos tratadistas que gustaban señalar un
“único origen” que, por supuesto, siempre se trataba de un noble caballero.

Otra tercera propuesta se basa en un episodio de los Anales de Aragón, de


Zurita, quien recoge que en 1220 se produjo la toma del castillo de Lizana, hecho en el
que destacó Pedro Garcés de Alfaro, siendo el primero en escalar los muros a medio
derruir y capturando al caballero Pedro Gómez, capitán de la guarnición, lo que provocó
la capitulación del castillo8. A partir de este relato, en el que Zurita tan solo refleja el
suceso del asalto, se cree identificar también al tronco del linaje Alfaro al decir de
“ilustres tratadistas”, según indican los hermanos Caraffa9. Entre los tratadistas se
cuenta Argote de Molina, quien afirma en el Nobiliario de Andalucía que “su casa es en
el Reino de Aragón”10, relatando a continuación el episodio antes descrito. Sin embargo,
este mismo autor publica en el mismo año el Elogio de los Conquistadores de Sevilla,
donde expone de los Alfaro que “Su origen y solar es en la villa de Alfaro, de donde
usaron este apellido”11 lo que vendría a significar que consideraba el apellido originario
de Alfaro pero transmitido a través del aragonés Pedro Garcés de Alfaro, cabeza del
linaje. Y siguiendo esta última interpretación, su contemporáneo Garibay también es de
la opinión que los Alfaro proceden de la villa castellana de su nombre, según cita Blas
de Salazar en su Genealogía de las Casas de Alfaro de Sevilla, Bravo de Acuña,
Luyando y Zárate12. El tratado sobre los linajes españoles en tierras americanas,
compuesta por Pedro Mexía de Ovando, La Ovandina (1621), nuevamente cita el relato
de Zurita y señala a Pedro Garcés de Alfaro como pariente mayor del linaje13.

Esta tercera teoría de nuevo se basa en señalar a un único y noble patriarca, pero
esta vez en unas fechas, 1220, en la que podemos ya señalar en diversos lugares la
existencia de personajes de apellido Alfaro, por lo que este personaje, que parece
probable que existiera, pudo como mucho ser cabeza de un linaje Alfaro de los varios
que surgieron a lo largo de los tiempos.

Y aún tendríamos una cuarta propuesta, que recogen los hermanos García
Caraffa, pero atribuyendo la autoría a “muchos autores”, aunque no nos ha sido posible
identificar a estos tantos tratadistas. Según esta versión, se confirmaría la propuesta de

7
Nobiliario de Aragón
8
Anales de Aragón, por Jerónimo de Zurita, Libro II, cap. LXXIV. Zaragoza, 1610.
9
Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana, por Alberto y Arturo García Caraffa, Madrid
1922.
10
Nobleza de Andalucía, Cap. XXVII, ed. original en 1588, reimpresa por Francisco López Vizcaíno en
Jaén, 1867.
11
Elogios, armas, insignias, y divisas de las reinas, infantes, condes, ricoshombres, caballeros y
escuderos fijosdalgo contenidos en el Repartimiento de la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla, Elogio
nº LXXV, ed. original en 1588 reeditado por el Ayuntamiento de Sevilla en 1984.
12
Real Academia de la Historia, manuscrito autógrafo de Luis de Salazar, D-43, fº 4-13.
13
Ovandina, de Pedro Mexía de Ovando, Tomo I, Libro II, pág. 267, Lima, 1621.

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que el origen del linaje a Garcés García de Zapata, por el hecho de que en 1126 muchos
caballeros mozárabes fueron rescatados por Alfonso VII y declarados hijosdalgo,
recibiendo propiedades en la villa de Alfaro, por lo que “hubo entre ellos quien tomó el
nombre de la villa por apellido al alcanzar la indicada merced”14. Este hecho se apoyaría
en la crónica ya citada de Zurita, quien en el capítulo XVII relata precisamente que
Alfonso VII dio grandes exenciones y franquezas en Alfaro a los mozárabes, quienes
gozarían de sus propios jueces y que pudieran recurrir directamente al Rey. Sin
embargo, añade Zurita que “hubo algunos que conservaron el nombre por linajes y se
llamaron Mozarabís”, sin mencionar que otros se pudieran apellidar Alfaro. Esta versión
resulta un tanto genérica, aunque tiene como virtud señalar la posible existencia de
diferentes familias Alfaro y no reincidir en el clásico error de querer determinar un
único origen.

Los orígenes del apellido, formas de adquirir el apellido

Hasta ahora hemos examinado las teorías clásicas, las que elaboraron los
antiguos genealogistas cuyo interés, como ya comentamos, se centraba en dotar de un
origen y solar conocido a los hidalgos españoles de apellido Alfaro, ya que determinar
ese origen y solar formaba parte del patrimonio que debía acompañar a toda familia
noble, según las creencias de aquella época. Posteriormente y desde el desconocimiento
o desde el interés comercial, se han querido extender estos orígenes al total de las
personas que portan el apellido.

La realidad, sin embargo, resulta mucho más rica y compleja. El examen de


documentos en diferentes épocas y lugares de los Reinos de España nos muestran que
fueron Alfaro tanto señores como vasallos, cristianos, musulmanes y judíos, naturales
de la Península y también nativos americanos e incluso esclavos africanos. Es preciso
por tanto analizar las circunstancias por las que se adoptaban los apellidos y de esta
forma trazar las diversas causas por las que hoy en día conviven muy diversas familias
con este apellido.

Hay que tener en cuenta que apenas si se han realizado estudios a nivel general
sobre las causas de adopción de un apellido a lo largo del tiempo y en todo el Mundo,
las escasas excepciones se centran fundamentalmente en el ámbito peninsular y están
orientados esencialmente a estudiar el nacimiento y significado de los apellidos, pero no
su expansión. Don Jaime de Salazar en su discurso Génesis y evolución histórica del
apellido en España15 reconoce que los precedentes más cercanos sobre la materia
apenas pueden encontrarse en un par de tratados del siglo XIX, así como alguna obra
actual sobre etimología.

De entrada, comenzaremos por “etiquetar” al apellido Alfaro, del que podemos


decir que es toponímico, o lo que es lo mismo, que surgió para indicar el lugar de origen

14
Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana, por Alberto y Arturo García Caraffa, Madrid
1922. Tomo 4º, pág. 121.
15
Discurso de ingreso en la Real Academia Matritense de Genealogía y Heráldica, pronunciado en su
sede con fecha 26 de mayo de 1991.

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de los individuos o familias, hecho que puede ser avalado con numerosos ejemplos.
Adicionalmente, no hay constancia de que Alfaro haya podido tener otro significado,
como nombre propio, oficio, mote, objeto, animal, etc. lo que nos lleva a considerar que
su nacimiento se debe únicamente al deseo de indicar procedencia por parte de las
personas que abandonaron la villa de Alfaro.

Etimológicamente podemos decir que Alfaro, siguiendo la teoría más aceptada,


proviene del término Al-faruh que traducido del árabe literalmente viene a significar la
atalaya o el faro16. Esta expresión pudo aplicarse a la villa riojana por ser un punto de
observación estratégico. Los cristianos, tras la reconquista, mantienen el nombre, que
castellanizan con la forma que conocemos. Por tanto, es de la villa reconquistada de
donde provienen los Alfaro, ya que en la época musulmana quienes lo utilizaran por
sobrenombre se hubieran hecho llamar “Al-faruh” y no Alfaro. No obstante, debemos
considerar que en el estudio del apellido, la etimología resulta anecdótica ya que no se
trata de un mote o adjetivo que hubiera definido al primer portador del apellido, sino
que es tan solo el sustrato del nombre de la villa y quienes lo tomaron por apellido
únicamente pretendían hacer notar su procedencia geográfica.

Ahora bien, pese a ser un apellido que indica una sola procedencia, tenemos que
plantearnos el abanico de opciones por las que tan diversas familias llegaron a tenerlo
en común. Para ello, intentaremos exponer un modelo, creemos que novedoso en el
ámbito de los estudios de apellidos hispanos, con las opciones más probables y en las
que encajarían los muy diversos datos que hemos podido encontrar a lo largo de años de
investigación.

Consideraremos que el apellido pudo ser adquirido en dos niveles: en primer


lugar, por las familias que tomaron el apellido directamente de la villa de la que
procedían. Estas familias no tenían por qué estar emparentadas entre sí; los primeros
portadores podían ser de muy diversa condición social, religión y raza. En un segundo
nivel, indirectamente, hay familias Alfaro cuyo apellido les fue dado por personas que
portaban el apellido y que por diversas causas le transmitieron su uso. Adicionalmente,
hemos constatado otras posibilidades ajenas a ambos supuestos. Veámoslo en el
siguiente esquema.

16
Contribución a la toponimia árabe de España, Miguel Asín Palacios, Ed. Instituto Benito Arias
Montano, 2ª edic. Madrid, 1944. Págs. 90-91.

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Son diez los grupos en los que agrupamos a los portadores del apellido, que
desarrollaremos a continuación:

1. Cristianos viejos. En las inmediaciones de Alfaro comienzan a surgir


personas que se hacen llamar de Alfaro ya a finales del siglo XII y XIII. La abundancia
de ejemplos que encontramos desde tan antiguo en los territorios limítrofes de Navarra
y Aragón se explica por las fuertes relaciones y, por tanto, el tránsito de personas que se
registraba entre la villa y estos dos reinos fronterizos.

El primer Alfaro que conocemos, hasta la fecha, fue Pardo de Alfaro, citado en
el año 115717. En Navarra, se prodiga el apellido desde el siglo XII en documentos que
nos hablan de Pedro de Alfaro (en 1181), Lope de Alfaro, tenente en Tafalla (1187), Gil
López de Alfaro (1214), García López de Alfaro, alcaide del castillo de Alesves (1201),
etc.18. En Huesca el Monedaje de 1284 refleja que en la ciudad eran cabezas de familia
Bartolomeo d'Alfaro, Johan d'Alfaro, Johannes d'Alfaro y Per d'Alfaro19

Pero también se dispersó el apellido en distantes lugares; Remón de Alfaro


consta entre los caballeros conquistadores de Baeza (1227), Lope Díaz de Alfaro y su
sobrino Juan Martín en Sevilla (1248), Hugo de Alfaro era senescal del Conde de
Tolosa a principios de 1200 y Dídac d’Alfaro fue uno de los magnates de Aragón que
en 1258 sellaron el tratado de Corbeil20.

Siendo apellido toponímico, tomado por personas de toda condición y raza,


encontramos también como contraste a los honorables Alfaro antes citados, los casos de

17
Apellidos castellanos, José Godoy Alcántara, Ed. Madrid 1871. pág, 136.
18
Catálogo de los cartularios reales del Archivo General de Navarra. Años 1007-1384 por Florencio
Idoate Iragui. Diputación Foral de Navarra, Pamplona, 1974.
19
Monedaje de Huesca de 1284 (contribución al estudio de la ciudad y sus habitantes) dentro de la obra
Aragón en la Edad Media I (1977), publicado por J.F. Utrilla Utrilla
20
Archives Nationales de París, Perg. J. 587.

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Pedro de Alfaro, quien en 1313 fue prendido por el Merino de Pamplona, Martín
Martiniz de Mutiloa, y ahorcado por robar bueyes21. También se prendió en 1321 a
“Garci Subijano de Alfaro y a sus hermanos que vivían en Alfaro, banidos por muchos
hurtos, robos y muertes hechos en la villa de Milagro”22.

Estos casos ilustran que desde muy antiguo hubo diversos personajes cristianos
que fueron haciéndose llamar de Alfaro. Este proceso de aparición de nuevas familias
Alfaro se fue reduciendo con el tiempo a medida que se fijaban los apellidos y se
transmitían más regularmente de padres a hijos, pero aún hasta el XVI fue frecuente que
los soldados se hicieran llamar por su lugar de origen.

2. Judíos conversos. Mantuvo Alfaro una notable comunidad judía, reflejado en


el Padrón de Huete en 1290, que fue el primer padrón fiscal sobre judíos en Castilla que
se conoce. Un caso llamativo es el que recoge el Armorial Lusitano acerca del maestro
Diogo de Alfaro, eminente médico judío converso llamado así por haber nacido en
Alfaro y al que el Rey de Portugal Manuel I le otorgó escudo de armas y el apellido
Alfaro23. Otro caso encontramos en el estatuto de los judíos de Tudela que en 1363
enumera entre los de esta religión a “R. Judá Ben Falangro, que claman de Alfaro”,
citado posteriormente como “R. Judá de Alfaro”24. Y también judíos conversos, aunque
al parecer no del todo, fueron los sevillanos Teresa Sánchez, hija de Diego de Alfaro,
Constanza Fernández, hija de García de Alfaro, así como Antonio de Alfaro, que fueron
todos ellos condenados por la Inquisición, reconciliadas las dos primeras y el tercero
debió “abjurar de vehementi” en un auto de fe25.

Pese a la prohibición de los conversos para pasar a América, es conocido que


hubo quienes lograron arribar al continente. Entre ellos encontramos el caso de Gaspar
de Alfaro, también llamado Gaspar Rodríguez de Alfaro, quien en 1642 fue juzgado y
condenado por la Inquisición de México por judaizante.

En todos estos casos desconocemos si hubo descendientes o ramas colaterales ya


que precisamente los conversos debían, y en muchos casos conseguían, ocultar sus
orígenes para evitar las continuas sospechas y marginaciones que podían caer sobre
ellos. No obstante, con estos indicios, cabe deducir que un pequeño porcentaje de los
Alfaro actuales puedan provenir de linajes conversos.

3. Moriscos conversos. El fogaje, o censo a efectos fiscales, practicado en el


Reino de Aragón en 1495 nos revela la existencia de tres cabezas de familia
musulmanes con este apellido, se trata de Muça d’Alfaro, en Cuadret y de Yuce Dalfaro
y Muça Dalfaro en Plasencia de Jalón (denominada esta villa en el censo como “lugar
de señorío de moros”)26.

21
Gacetilla de la Historia de Nabarra, Arturo Campión, Pamplona 1913, pág 147.
22
Ibidem 124.
23
Op. Cit, pág, 42.
24
Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo VIII, año 1886.
25
Los conversos y la Inquisición sevillana, Juan Gil Fernández. Fundación El Monte, Sevilla 2003.
26
La población de Aragón según el Fogaje de 1495. Antonio Serrano Montalvo, vols. I y II. Ed.
Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1997.

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4. Judíos no conversos. Habiendo sido utilizado el apellido por familias judías,


cabe la posibilidad que en la expulsión de 1492 figurasen algunos Alfaro, quienes
llevarían su apellido a los asentamientos de la diáspora.

5. Moriscos no conversos. Basándonos en idénticos supuestos que el caso


anterior, podría haber familias expulsadas de los Reinos de España tras el Decreto de
1609.

6. Judíos conversos apadrinados por Alfaros. Fue frecuente en las


conversiones que los judíos al recibir el bautismo y adoptar nombres cristianos tomasen
además por apellido el de su padrino cristiano. Esto ha dado lugar a situaciones tan
confusas como el caso de los chuetas mallorquines, conversos que han permanecido
aislados y despreciados durante siglos, pero cuyos apellidos eran idénticos a los de las
muy cristianas familias que les apadrinaron su conversión. De este modo, no podemos
saber a priori si alguien con estos apellidos desciende de judíos o no, se requiere
remontarse a épocas en las que haya constancia de si pertenecían a una comunidad u
otra.

Así, tenemos la sospecha, que no certeza, de que los conversos sevillanos de


apellido Alfaro bien pudieran haber tomado el apellido de sus padrinos puesto que las
conversiones más importantes tuvieron lugar desde finales del XIV hasta el decreto de
expulsión a finales del XV, cuando ya sabemos que existía en Sevilla un rama de
Alfaros descendiente de los cristianos que la reconquistaron.

7. Vasallos, protegidos, encomendados por los Alfaro. Resulta sorprendente


que en Centroamérica, especialmente El Salvador y en menor medida Nicaragua,
Honduras y Costa Rica el apellido Alfaro es relativamente frecuente, ya que en el resto
de la comunidad hispana suele figurar como un apellido que si bien no es “raro”, sí es
poco habitual.

Una de las explicaciones la encontramos en las encomiendas y más


concretamente en el hecho de que hubo un poderosísimo encomendero llamado García
de Alfaro ya en el año 1548. Este personaje había recibido tres encomiendas en la
antigua provincia colonial de San Miguel (que hoy se corresponde con la mitad este de
El Salvador), en Coyo, Tequechonchongo (hoy San Miguel de Mercedes) y
Xalocinagua (hoy desaparecida)27. Los centenares de tributarios dieron sin duda origen
a familias de este apellido que son inequívocamente nativas de la región.

8. Esclavos africanos apellidados Alfaro. Hubo esclavos que tomaron el


apellido de sus dueños (práctica habitual en la época)28, hecho que originó nuevas
familias Alfaro. Como ejemplos registramos el caso en Costa Rica del “mulato blanco”
Francisco de Alfaro, a mediados del XVIII, quien había sido esclavo de doña Francisca

27
Guatemala villages of the 16th century, Dan Stanilawski, The library of iberian resources online,
Universidad de California, Berkeley.
28
Como ejemplo de esta práctica, Germán de Granda señala que era una de las formas más frecuentes en
la adopción de apellidos por esclavos en Popayán, que consistía en asumir el “nombre de familia
castellano, otorgado generalmente por los propietarios a sus esclavos mediante padrinazgo de bautismo”.
Véase Onomástica y procedencia africana de esclavos negros en las minas del sur de la Gobernación de
Popayán (Siglo XVIII), Revista española de antropología americana, vol. 6, 1971.

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de Alfaro, cuya descendencia consta que mantuvo el apellido29 (conviene aclarar que la
condición de esclavo implicaba que su origen era africano). En México encontramos a
Diego de Alfaro “mulato, esclavo” en 164030. En San Salvador, Juan de Alfaro,
reclamaba en 1698 la libertad que le había otorgado su antiguo dueño31.

9. Adoptados. En la enumeración de casos por los que surgen familias Alfaro,


conviene señalar que entre los supuestos más habituales está el caso de aquellas
personas que fueron adoptadas por los Alfaro y que de ellos tomaron el apellido.
Genéticamente no guardan relación con los alfareños, pero a través de los adoptantes, se
ha expandido el apellido.

10. Otros orígenes. Y finalmente, podemos citar algunos casos a tener en cuenta
que no guardarían relación directa con Alfaro y los Alfaro.

Hay numerosas familias nativas filipinas de apellido Alfaro, un hecho singular


que requiere una pequeña explicación. Bajo la dominación española, en estas islas
imperaba el caos en la elección y transmisión de apellidos, motivo por el que en 1849 el
gobernador, Don Narciso Clavería, dictó una orden para que quienes no tuvieran
apellido lo adoptasen, estableciéndose que debían tomarlos del “Catálogo de apellidos”
una larga relación que incluía apellidos españoles, además de otros de origen filipino o
chino adaptados a la fonética del español. En dicha lista se encontraba “Alfaro”, motivo
por el que hoy existen nativos filipinos que utilizan este apellido, pese a no haber tenido
vinculación alguna con España o con los Alfaro.

Es posible, aunque no tenemos constancia de casos que lo avalen, que algún otro
pequeño topónimo Alfaro haya sido el origen de alguna familia de este apellido.
Conviene sin embargo plantearlo como hipótesis que quizás en el futuro pueda
verificarse. Así, según la magna base de datos de topónimos del Instituto Geográfico
Nacional, además de la villa Riojana y sus cercanos accidentes geográficos, se registran
estos otros lugares en los que figura la palabra Alfaro:

-Hoyo de Alfaro (Segovia) - Depresión orográfica

-Alfaro (Almería) - Elevación orográfica 744m, cercana a la Sierra Alhamilla

-Cerro Alfaro (Albacete) - Elevación orográfica

-Paredazos de Alfaro (Albacete) - Elevación orográfica

-Cerro de Alfaro (Cuenca) - Elevación orográfica

-Alfaro (Zaragoza) - Elevación orográfica

-Sierra de Alfaro (Alicante) - Elevación orográfica

29
Edición digital del periódico La nación de Costa Rica, Edición 16, monografía “Descendencia de la
familia Alfaro”, por Mauricio Meléndez Obando.
30
Archivo General de la Nación de México.
31
La identidad colonial y la población de ascendencia africana en El Salvador, siglo XVII. Paul Lokken.
V Congreso Centroamericano de Historia

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-Punta de Alfaro (Alicante) - Elevación orográfica

-Llanos de Alfaro (Albacete) - Llanura/Raso

-Alfaro (Castellón) - Lugar/Paraje

-Ibo Alfaro (Santa Cruz de Tenerife) - Población

-Coto Alfaro (Burgos) - Población

-Casas de Alfaro (Murcia) - Población

Como conclusión podemos señalar gran diversidad de orígenes genéticos de las


familias Alfaro. El esquema planteado pretende explicar la actual diversidad, en la que
europeos, americanos, africanos y asiáticos si bien no descienden de un tronco común,
sí tienen un origen directo o indirecto vinculado en última instancia a la española villa
de Alfaro. Incluso en el peculiar caso de los filipinos, el azar quiso que adoptasen como
su propio apellido, el de una lejanísima población de la metrópoli, que ya forma parte de
sus familias.

La expansión peninsular del apellido; Castilla, Navarra y Aragón

Si observamos la posición geográfica de Alfaro, apreciaremos su situación como


proa de la antigua Castilla entre los reinos de Navarra y Aragón. Fue sin duda su
posición fronteriza la que determinó que el apellido se extendiese por las intensas vías
de comunicación, comercio y poblamiento que confluían en la villa, provenientes de los
tres reinos.

El mapa que mostramos a continuación nos permitirá entender los ejes de


expansión del apellido e intentaremos explicar los factores que influyeron en estos
flujos.

Comenzaremos por Castilla, el reino al que Alfaro finalmente perteneció tras los
años iniciales de conquistas y reconquistas que le hicieron oscilar entre los tres pujantes
reinos ya citados. Salvo las excepciones de Vigo (donde se asienta a principios de 1600
Juan de Alfaro, oriundo del Obispado de Calahorra, con sucesión hasta la actualidad) y
Burgos (que puntualmente registra en 1220 a Pedro de Alfaro en una compraventa,
aparentemente sin descendencia en la zona) podemos afirmar que se extiende hacia el
Sur, siguiendo las rutas de reconquista y repoblación. Así en Cifuentes el año 1557
vivía Diego de Alfaro, hijo del zapatero García de Alfaro, quien declaraba desconocer el
nombre de sus abuelos de los que sólo sabía que eran naturales de Alfaro, según se
refleja en un expediente de la Inquisición. En 1563 Luis Alfaro de Estrada acreditaba su
hidalguía al avecindarse en Ciudad Real. Ese mismo año en San Clemente, Cuenca,
es Diego de Alfaro quien figura acusado ante la Inquisición por “palabras feas,

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malsonantes y escandalosas”32. En Griñón (Madrid) hay presencia en registros


parroquiales desde 1535. La ciudad de Madrid contó con el licenciado Alfaro como
corregidor en 1457 y recibió como hidalgo a Diego de Alfaro en 1599. Valdestillas
(Valladolid), recibió como hidalgo a Pablo de Alfaro, con sentencia en 1520. Dos villas
sorianas, cercanas a Alfaro, contaron también con Alfaros; Yanguas en la que Diego de
Alfaro y varios familiares son confirmados como hidalgos en 1532 y Magaña en la que
otro Diego de Alfaro tiene también sentencia a favor en 1545.

Especialmente notorio es el caso de Albacete, antigua jurisdicción de Toledo,


donde los Alfaro se extienden desde muy antiguo y con gran profusión de ramas.
Resulta llamativo el caso de El Bonillo donde sus muy tempranos registros
parroquiales33 ya muestran desde 1513 el nacimiento de Alfaros. En Peñas de San
Pedro los registros datan de 1552 y ese mismo año se anotan varios Alfaro, con el
precedente de Fernando y Cristóbal de Alfaro, hidalgos de la villa con sentencia a su
favor en 152434. Alcaraz también contó con el hidalgo Alonso de Alfaro, con
confirmación en 1537, más abundantes anotaciones en los libros parroquiales. En
Albacete situamos a los hermanos Fernando y Gabriel, hidalgos con sentencia en 1539.

En Andalucía, podemos datar a los Alfaro en la misma reconquista con Remón


de Alfaro en Baeza, 1227, donde hubo una rama destacada según refleja Argote de
Molina en su Nobleza del Andalucía. En Sevilla Lope Díaz de Alfaro se anota entre los
beneficiarios del Repartimiento de bienes entre los conquistadores, dando origen en la
ciudad a una significativa presencia de los Alfaro, nutrida con posteriores aportaciones
del Norte, que además se irradiará a su jurisdicción, el Reino de Sevilla y aún a Canarias
y América: Fregenal de la Sierra desde 1488 (Fernando de Alfaro, confirmado como
hidalgo), Higuera de la Real, 1557 (registros parroquiales desde entonces, extinguidos
antes de 1700), Sanlúcar de Barrameda 1540 (origen del conquistador americano
Sebastián Díaz de Alfaro), Medina Sidonia 1538 (unión del linaje Ximénez-Alfaro, que
aún pervive) y Castilleja del Campo 1537 (rama que origina sucesión en Chile). En
Córdoba podemos situar en 1592 una rama procedente de Sevilla y ya a finales de 1600
se establecerá otra procedente de Peñas de San Pedro. También Granada contará desde
finales de 1500 con una pequeña pero continuada presencia del apellido.

Los Alfaro en Tenerife estuvieron presentes desde la conquista como fue el caso
del soldado de a caballo Antonio de Alfaro que en 1494 figuraba a las órdenes del
capitán Bartolomé de Estupiñán35. Por otra parte, el sevillano Pedro Fernández de

32
Pese a declarar que era hidalgo e hijo y nieto de tales, en la instrucción algunos testigos afirmaron que
era converso “de generación de judíos” antes llamado Mateo Gonzalo de Alcalá, natural de Alcázar de
San Juan. Archivo Diocesano de Cuenca, Leg. 229, expdte 2.880. En 1587, sin embargo, obtuvo Carta
Ejecutoria de Hidalguía ante la Chancillería de Granada.
33
Recordemos que es en 1563 cuando el Concilio de Trento establece la obligación de anotar bautismos,
bodas y defunciones, práctica que se venía generalizando desde 1550 y que sólo había comenzado con
anterioridad en muy pocas parroquias, como ésta de El Bonillo.
34
Los hidalgos, para mantener sus privilegios, debían probar su condición cada vez que se avecindaban
en una población. Este hecho nos resulta valiosísimo para trazar los movimientos de los linajes. Por otra
parte, pueden dar una impresión errónea del porcentaje de Alfaros de condición hidalga ya que
manejaremos muchos datos de este tipo frente a la carencia de información de muchos Alfaros pecheros.
35
Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, por José de Viera y Clavijo, Madrid, 1773.

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Los Alfaro, los otros alfareños

Alfaro36 casó en La Orotava y fue padre de Francisco Fernández de Alfaro, cuya hija
casó en 1585 con Antonio de Franquis, dando lugar a los Franquis-Alfaro.

36
Nobiliario y blasón de Canarias, por Francisco Fernández Bethencourt, Santa Cruz de Tenerife, 1878-
79, tomo I.

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Los Alfaro, los otros alfareños

Por otra parte, resulta antiquísima la presencia de Alfaros en Navarra. No


debemos olvidar que el Ebro una vez abandona Alfaro se adentra en el sur de Navarra y
marca una vía de comunicación privilegiada que continuará a Zaragoza. Esto nos
explica que Corella (1552) y Cascante (1366) contasen desde muy antiguo con
Alfaros, la segunda de ellas al menos desde el siglo XIV. Además, el apellido se adentró
en dirección norte, con linajes asentados en Tafalla (1187), Pamplona (1551), Lesaca
(1582) e incluso en San Sebastián (1507, que no debemos olvidar se sometió bajo el
señorío de Vizcaya a vasallaje de Navarra en diferentes épocas).

Y por último, Aragón fue también objeto del asentamiento de Alfaros, en


algunos casos tan tempranos como el caso de Huesca, ya citado, cuyos censos de 1284
recogen a vecinos de este apellido. En este caso el asentamiento tiene como límite sur la
ciudad de Zaragoza y se extiende hasta casi la frontera francesa con Puértolas, donde
un infanzón Alfaro era confirmado como tal en 1343. Sin poder precisar su origen, es
significativo el dato ya mencionado de que Dídac d’Alfaro fue uno de los poderosos
magnates aragoneses que en 1258 sellaron el tratado de Corbeil. También a tener en
cuenta el comendador templario Pascal de Alfaro37, quien vivió la disolución de su
Orden en Aragón el año 1307 tras haber estado al frente de los conventos de Burriana,
Añesa y Boquiñeni.

Los Alfaro en España, año 2006

Vistos sus
primeros inicios,
contamos con una
magnífica herramienta
para trasladarnos al siglo
XXI y conocer la
situación actual del
apellido. El Instituto
Nacional de Estadística
ha publicado unos
informes que nos
permiten conocer el
número de personas que
hoy en día portan como
primer apellido Alfaro,
desglosando los datos en
provincias y
mostrándolos según su
lugar de nacimiento y
residencia.

Nos centraremos
en la información que
clasifica a los Alfaro
censados el 1 de enero de

37
The templars in the Corona de Aragon, Alan John Forey, Londres 1973.

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Los Alfaro, los otros alfareños

2006 en España según su lugar de nacimiento. Este informe arroja un total de 13.197
personas, de las que 717 son de origen extranjero (5,46%) y el resto nacidos en España.
Estas cifras indican que el apellido no puede considerarse entre los más frecuentes, pero
que sin duda cuenta con numerosas ramas en la actualidad.

Es significativo considerar que el porcentaje de extranjeros Alfaro antes citado


(5,46%) es relativamente alto, si realizamos una comparación con los apellidos más
comunes en España, como pueden ser García (2,94% de extranjeros), González (4,14%)
o Fernández (2,91%). Esto nos lleva a considerar que Alfaro va a crecer mediante el
aporte de los inmigrantes de procedencia hispanoamericana a un ritmo más alto que
otros apellidos, puesto que parece ser más común en estos países que en España.

Veamos las cifras desglosadas por provincias para hacernos una idea de la
distribución geográfica del mismo.

Una primera impresión, si observamos el mapa de España, nos transmite la idea


de que Alfaro es un apellido muy extendido, sin que podamos señalar una concentración
significativa en alguno de los antiguos reinos españoles. De hecho, la suma de Albacete,
Sevilla, Valencia, Navarra y Madrid abarcan tan solo al 50% de los Alfaro, mientras que
lo normal en otros apellidos poco frecuentes como este es que unas cuantas provincias
aglutinen a gran parte de sus portadores.

Esta primera deducción, en parte acertada, debe ser matizada por otro análisis de
los datos que consideramos muy relevante: la frecuencia relativa respecto al número de
habitantes de cada provincia. Esta frecuencia será la que nos ayude a determinar si
efectivamente la presencia de los Alfaro es igual de significativa en todas las zonas
señaladas.

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Los Alfaro, los otros alfareños

Si representamos gráficamente la frecuencia del apellido Alfaro provincia a


provincia, la sensación de dispersión se modifica notablemente. En primer lugar destaca
el elevadísimo dato de Albacete, donde portan el apellido casi el uno por ciento de los
nacidos en la provincia, un porcentaje elevadísimo respecto a otras provincias y que
además implica que Alfaro ocupe allí el lugar vigésimo primero entre los más comunes,
prácticamente detrás tan sólo de los más conocidos apellidos patronímicos. En ninguna
otra provincia española aparece Alfaro entre los cincuenta más comunes.

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Los Alfaro, los otros alfareños

Tras Albacete, podemos decir que hay una significativa distancia con las
siguientes provincias, La Rioja, Navarra y Cuenca. A continuación, Soria, Sevilla y
Cádiz tienen también unos porcentajes algo más significativos, pero en estos casos
propios de un apellido poco común.

Tras las siete provincias citadas, podemos considerar que en el resto de España
la presencia del apellido Alfaro es muy escasa o nula. De este modo, tenemos ya
indicios sobre los núcleos más poblados por los Alfaro que resultan ser netamente
castellanos, exceptuando Navarra. Agruparemos por tantos los núcleos más poblados
por Alfaros en tres zonas:

a) La Rioja, Navarra y Soria constituyen el entorno cercano a la villa, área


natural donde desde muy antiguo los vecinos de Alfaro se trasladaron a poblaciones
cercanas e hicieron notar su procedencia.

b) Albacete y Cuenca. La abundancia del apellido en Albacete debemos


reconocer que supone un hecho llamativo del que no hemos podido encontrar causas
que lo expliquen satisfactoriamente. Una de las opciones hubiera sido la presencia de un
topónimo en la zona que hubiera sido fuente del apellido para muchas familias
albaceteñas, pero el hecho es que tan solo podemos localizar en un ámbito cercano a la
alicantina Sierra de Alfaro, de la que dudamos haya sido origen de familias con el
apellido, puesto que esto se hubiera traducido en que también Alicante sería una
provincia bien poblada por los Alfaro y no es así. Otra hipótesis consistiría en la
existencia de un poderoso señorío de los Alfaro en la zona que hubiera otorgado
apellido a vasallos y colonos. Sin embargo, los únicos Alfaro que gozaron de señorío
fueron los Alfaro Mendoza, señores de Balazote, dignidad que no recayó en este linaje
hasta mitad del siglo XVII, fecha muy tardía. La opción más razonable sería señalar un
marcado repoblamiento de la zona a cargo de los riojanos, lo que hubiera proyectado la
frecuencia del apellido a este área, aunque ello no aclararía por qué es notablemente
más frecuente que en su lugar de origen.

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Los Alfaro, los otros alfareños

c) Sevilla y Cádiz. En primer lugar debemos recordar que la actual provincia de


Sevilla y buena parte de la de Cádiz formaron parte hasta el primer tercio del XIX del
antiguo Reino de Sevilla, espacio bajo administración de la ciudad de Sevilla lo que
implicó diversos flujos incluido el de población, de modo que no es casual que en
ambas se manifieste una mayor presencia del apellido. Hemos señalado que entre los
reconquistadores de Sevilla en 1248 figuraron Lope Díaz de Alfaro y su sobrino Juan
Martín, hidalgos que recibieron heredades como premio a su participación, aunque esto
no nos lleva a señalar un único origen, ya que fueron llegando diversas familias a lo
largo de los siglos que tuvieron descendencia en ella. Con los Alfaro hidalgos que
formaron parte de la élite local, podemos señalar a conversos penitenciados, a linajes de
médicos, comerciantes y otras familias de muy diversa condición.

El apellido en América

La expansión del apellido en el continente americano requeriría un extenso


análisis puesto que la llegada de Alfaros fue continua desde los primeros tiempos de
conquista en el XVI hasta los posteriores de poblamiento e incluso se ha mantenido
hasta las últimas emigraciones desde la Península en el siglo XX. De hecho el ámbito
geográfico resulta muy extenso y, en diferente medida, pero podemos señalar Alfaros
desde las Tierra del Fuego a los más norteños asentamientos españoles en el continente.
Más recientemente, también se ha producido la expansión por Estados Unidos, donde
los indicios apuntan a señalar que puede haber allí ya tantos Alfaros como en España,
según las cifras que acabamos de señalar, más de trece mil.

Sí apuntaremos que de los primeros Alfaros españoles que pasaron a América


podemos afirmar que en su mayoría procedían del área de Sevilla y de su antigua
provincia (el Reino de Sevilla). Según el muestreo que hemos podido realizar en los
registros de Pasajeros a Indias entre 1509-1639, figuran cuarenta y tres Alfaros anotados
y de ellos treinta y tres tenían este origen sevillano (76%). El resto también procedía de
la mitad sur peninsular salvo cuatro que declararon proceder de Madrid (dos),
Valladolid y Calahorra.

A lo largo del siglo XVI ya podemos encontrar Alfaros prácticamente en todos


los territorios que se fueron conquistando, desde las Antillas pasando por Nueva
España, Tierra Firme, Perú, Chile, Argentina.

En términos generales podemos afirmar que actualmente el apellido está


presente en todos los países del continente con unos porcentajes que consideramos
relativamente poco frecuentes, tal como ocurre en España. La excepción la constituyen
los ya citados países de Centro América, donde resulta ser un apellido bastante común.

La cuestión heráldica

Es un aspecto que suele acompañar a todo estudio de apellidos, motivado sin


duda a que es la heráldica una fuente muy llamativa y poderosa de identificación. No
podemos concebir a los grandes señores medievales sin su magnífico escudo y por
extensión no imaginamos a una familia que se estime sin lucir blasones ancestrales.

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Los Alfaro, los otros alfareños

Veamos qué escudos de armas usaron determinadas familias Alfaro, a cuyos


descendientes les correspondería sentirse hoy identificados con ellas.

Podemos establecer que las armas más habituales entre los Alfaro son las que se
definen como: Partido, en el primero en campo de oro tres bastones verdes y en el
segundo en campo de azur un creciente de plata.

Cita la obra de los García Caraffa que según algunos autores, las primitivas
armas fueron únicamente en campo de oro, tres bastones sinoples. Sin que podamos
precisar el origen de esta afirmación, tan solo constatamos que otras obras citan esta
suposición pero sin aportar pruebas que lo confirmen, por lo que debemos tomar
afirmación con fuertes precauciones.

Sobre la composición ya citada, tres palos sinoples en


campo de oro y creciente de plata en campo azul, hubo
variantes en general causadas por errores de quienes
representaron el escudo. Así, debemos considerar como
curiosidades el que pudiera ser representado el escudo
cortado y no partido o bien que representen dos palos en vez
de tres o quienes invierten los esmaltes y señalan el campo
sinople y los bastones de oro. También el creciente unas
Escudo clásico o más habitual
veces se representa mirando hacia abajo y en otras ocasiones entre los linajes Alfaro.
hacia la diestra del escudo. Incluso resulta curiosa la
anécdota del escudo certificado hace no muchos años a los Alfaro de Panamá por parte
de un heraldista español (cuyo nombre desgraciadamente desconocemos) quien describe
el escudo habitual pero además le atribuye la leyenda “Sic itur ad astra”, una
excentricidad que sin duda le resultaría vistosa pero sin el menor fundamento histórico.

No obstante, sí cabría señalar dos variantes a esta


composición con razón de ser. En primer lugar el hecho de
que Remón de Alfaro conquistase Baeza daría lugar a que el
escudo de su linaje se acrecentase con la bordura de gules y
las ocho aspas de oro que tradicionalmente se otorgan a los
conquistadores de esta población. En segundo lugar podemos
señalar en Costa Rica el caso del conquistador Cristóbal de
Alfaro, origen de una extensa descendencia establecida en el
país, cuya rama de Cartago podría acrecentar el escudo con la
bordura general de Cartago que consiste en una bordura de
Escudo al que se añaden las plata cargada de seis águilas de sable, un privilegio otorgado a
aspas de la batalla de Baeza.
las familias conquistadoras.

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Los Alfaro, los otros alfareños

Pero el panorama de escudos usados por los Alfaro es


mucho más amplio, haremos una breve mención de otros casos:

Los Alfaro de Italia descendientes de una rama


procedente de Fitero (Navarra) conservan un antiguo retrato
familiar en el que se muestra por escudo familiar esta
composición: escudo tronchado por una banda de oro, sobre la Bordura con las seis águilas
que figuran dos gamos o ciervos al natural corriendo de sable en campo de plata
perseguidos por tres flechas cada uno; la parte alta de plata, con añadido a las familias
conquistadoras de Cartago,
cruz de Calatrava, la parte baja de plata igualmente, con dos Costa Rica.
zapatos al natural en palo.

Al médico converso Diogo, originario de Alfaro, Don


Manuel I de Portugal le otorgó por apellido Alfaro y por escudo en
campo de gules, tres cabezas de serpientes con sus cuellos todo de
plata, atadas de oro, la de en medio con la cabeza por encima y las
otras dos en huída. Timbre: las cabezas de serpientes del escudo.

Del caballero cátaro de origen ibérico Raimundo de Alfaro,


fiel servidor del conde de Tolosa, se conserva un sello de 1246 con la
leyenda S. RAMUNDI DE ALFARO38 que representa, sin esmaltes,
un escudo compuesto por tres bandas39.
Escudo otorgado al
converso Diogo de
Alfaro en Portugal Los Sánchez de Alfaro, señores de Quel (La Rioja), usaron
por escudo en campo de oro un león de sable armado de gules40.

Los Ximénez Alfaro (hoy Jiménez-Alfaro) de Medina Sidonia (Cádiz), son por
línea directa masculina Ximénez y Sánchez Guerrero, origen de un mayorazgo cuyas
armas son un escudo partido: en el primer escudo las armas antiguas de los Ximénez de
Medina Sidonia, un aspa de plata en campo rojo y orla de dos columnas de oro en
campo azur y en el segundo escudo las armas de los Sánchez Guerrero en campo rojo
banda de oro con dragantes del mismo metal y en el centro del campo, de arriba a abajo,
un estoque ensangrentado en su punta con puño de oro y orla de oro con letras negras
que dicen: "Ave María, gratia plena, Dominus tecum". Al timbre, casco mirando a la
diestra y tres estoques cuyos puños aparecen por detrás del casco y franja alta con divisa
que dice: "Con esta señal y nombre, será vencedor el hombre".

Hubo un linaje Alfaro de Arnedo (Navarra) que debió usar el escudo que
consta en la información de los caballeros de San Juan don José y don Martín Ximénez-
Navarro y Alfaro41, hijos de doña Ana María de Alfaro y Medrano, que es: de oro, dos

38
Precede una S. abreviatura de Sigillum, sello
39
Historia General del Languedoc, obra del dominico Dom Vaissette, 1885.
40
Según acredita el litigio de José Sánchez de Berrozpe, vecino de Sevilla, quien litigó su hidalguía ante
el Real Consejo de Navarra en 1663, probando descender por línea directa de este linaje y acreditando su
escudo.
41
Archivo Histórico Nacional de Madrid, Sección Órdenes Militares, San Juan de Jerusalén, expedientes
23.451 y 23.452.

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palos de gules; la banda brochante, de oro, cargada de tres leones al natural; la bordura,
de gules, cargada de doce aspas de oro.

Y por último, podemos encontrar en la tumba del gobernador Alonso de Alfaro


en el convento de Santo Domingo en Santiago del Estero, Argentina, un escudo
compuesto por un árbol (probablemente una palmera) y a su diestra un brazo armado y a
su siniestra una cabeza (probablemente de indio).

Como conclusión, obvia pero necesaria, debemos reiterar que no hay ni se debe
hablar de “el escudo de los Alfaro”, cada caso habrá que investigarlo e intentar remontar
los antepasados hasta aquellos que usaron un escudo, si es que lo tuvieron. El contenido
del escudo podría ser alguno de los ya expuestos o incluso algún otro.

Los Alfaro, una comunidad del siglo XXI


Si convenimos que Internet ha provocado numerosas revoluciones en muy
diversos ámbitos, uno de ellos sin duda ha sido derribar las barreras de comunicación
entre las personas que hoy pueden contactar y relacionarse fluidamente desde cualquier
rincón del Mundo.

En este sentido, la página web sobre el apellido www.alfaros.es, que comenzó a


funcionar en 1997, así como la lista de correo de los Alfaro
http://es.groups.yahoo.com/group/Los_Alfaro/42 han logrado reunir durante estos años a
Alfaros de los cinco continentes que espontáneamente han buceado en este nuevo
instrumento buscando su más antiguo origen familiar.

Estos centenares de Alfaros son la representación de algunos miles, aquellos que


constituyen el otro Alfaro, los otros alfareños, una comunidad viva que se mantiene de
generación en generación rememorando que por algún avatar de la historia su familia
llegó a tener este apellido que siempre les unirá con la villa de Alfaro en La Rioja de
España.

Antonio Alfaro de Prado Sagrera


Sevilla, 17 de agosto de 2007

42
Activa herramienta de comunicación, con más de 350 participantes, que tengo el placer de administrar
junto al argentino D. Orfilio Alfaro y el chileno afincado en EEUU D. Ernesto Alfaro.

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