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Hay sin embargo una excepción, la de aquellos que escogieron tomar por
apellido su origen y que perpetuaron en sus descendientes el nombre de Alfaro. Hoy en
día los Alfaro se reparten por los cinco continentes y muchos de ellos conocen que su
apellido se corresponde con una ciudad española de la que apenas si tienen noticias,
pero con la que reconocen un sutil vínculo que le han legado sus más remotos
antepasados.
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Los Alfaro, los otros alfareños
Sin duda, el primer genealogista que trata del apellido es el conde portugués Don
Pedro de Barcelós, quien a mediados del siglo XIV expone en su Nobiliario1 que Don
Juan Alonso de Alfaro, nieto del Rey don Alonso de León por su madre doña Urraca,
tuvo por hijo a Don Juan Alonso de Haro, Señor de Cameros. A ello, Juan Bautista
Lavaña, tres siglos después, desarrolla en sus Notas2 que Haro y Alfaro fueron en
tiempos antiguos un solo apellido y que, por lo tanto, ambos proceden de los señores de
Vizcaya.
La tenencia de la importante plaza de Alfaro, bien pudo ser motivo para que
fuera conocido como Juan Alonso de Alfaro, pero el hecho es que este apelativo no fue
utilizado ni por el propio Juan Alonso de Haro I ni por sus hijos, Juan Alonso de Haro
II, Álvar Díaz de Haro y Alfonso Téllez. Es más, ningún linaje Alfaro posterior invocó
jamás en los sucesivos pleitos ante Chancillerías proceder de los Haro, ni este común
origen fue señalado por los siguientes genealogistas que años después comenzaron a
glosar las ascendencias de linajes de apellido Alfaro.
Debemos por tanto considerar que el conde de Barcelós, buen conocedor de los
principales linajes castellanos, tan solo se refiere al apelativo de quien fue teniente del
castillo de Alfaro, Juan Alonso de Haro I, y que era ésta su intención, exponer una
relación genealógica sin pretender señalar el origen de los Alfaro. Es Juan Bautista
Lavaña quien cree encontrar en este hecho el origen del apellido y quien origina la
1
Nobiliario, tít. 9, págs 73 y 74.
2
Notas al Nobiliario del Conde de Barcelós, col. 431.
3
Nobiliario de los Reinos y Señoríos de España, Tomo I, pág. 69. Francisco Piferrer, Segunda Edición,
Madrid, 1857.
4
Recoge sobre Alfaro que: “Existe em Espanha uma nobre e antita familia deste apelido que parece ter
descendido dos senhores de Biscaia, sendo de Alfaro que procedeu o apelido Haro.”. Armorial Lusitano,
Afonso Eduardo Martins Zuquete y Antonio Machado Faria, Ediçoes Zairol, Lda. Lisboa 1961
5
Esta enciclopedia indica que Alfaro procede “Del pueblo del mismo nombre, aunque de origen
vizcaíno”. Edición digitalizada y actualizada de la Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco
“Auñamendi”, dirigida por Bernardo Estornés Lasa. Incluso alguna enciclopedia vasca indica que Alfaro
deriva de “Albaro” traducible al castellano como carrascal.
6
Episodio que recogen los Anales de Aragón, de Jerónimo de Zurita, Libro IV, cap. CXXIV
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confusión que se ha venido citando por algún autor sin aportar ningún otro fundamento
a tan débil proposición.
Una segunda teoría sobre el origen de los Alfaro parece proceder de Pedro
7
Vitales , quien afirma que, en una fecha indeterminada, el aragonés Garcés García de
Zapata recibió heredades en Alfaro, motivo por el que sus sucesores adoptaron el
apellido Alfaro. Aunque transmitida la afirmación por sucesivos genealogistas, no hay
documentos ni filiaciones que nos confirmen siquiera la existencia del personaje. La
propuesta se ajusta a los cánones de los antiguos tratadistas que gustaban señalar un
“único origen” que, por supuesto, siempre se trataba de un noble caballero.
Esta tercera teoría de nuevo se basa en señalar a un único y noble patriarca, pero
esta vez en unas fechas, 1220, en la que podemos ya señalar en diversos lugares la
existencia de personajes de apellido Alfaro, por lo que este personaje, que parece
probable que existiera, pudo como mucho ser cabeza de un linaje Alfaro de los varios
que surgieron a lo largo de los tiempos.
Y aún tendríamos una cuarta propuesta, que recogen los hermanos García
Caraffa, pero atribuyendo la autoría a “muchos autores”, aunque no nos ha sido posible
identificar a estos tantos tratadistas. Según esta versión, se confirmaría la propuesta de
7
Nobiliario de Aragón
8
Anales de Aragón, por Jerónimo de Zurita, Libro II, cap. LXXIV. Zaragoza, 1610.
9
Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana, por Alberto y Arturo García Caraffa, Madrid
1922.
10
Nobleza de Andalucía, Cap. XXVII, ed. original en 1588, reimpresa por Francisco López Vizcaíno en
Jaén, 1867.
11
Elogios, armas, insignias, y divisas de las reinas, infantes, condes, ricoshombres, caballeros y
escuderos fijosdalgo contenidos en el Repartimiento de la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla, Elogio
nº LXXV, ed. original en 1588 reeditado por el Ayuntamiento de Sevilla en 1984.
12
Real Academia de la Historia, manuscrito autógrafo de Luis de Salazar, D-43, fº 4-13.
13
Ovandina, de Pedro Mexía de Ovando, Tomo I, Libro II, pág. 267, Lima, 1621.
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que el origen del linaje a Garcés García de Zapata, por el hecho de que en 1126 muchos
caballeros mozárabes fueron rescatados por Alfonso VII y declarados hijosdalgo,
recibiendo propiedades en la villa de Alfaro, por lo que “hubo entre ellos quien tomó el
nombre de la villa por apellido al alcanzar la indicada merced”14. Este hecho se apoyaría
en la crónica ya citada de Zurita, quien en el capítulo XVII relata precisamente que
Alfonso VII dio grandes exenciones y franquezas en Alfaro a los mozárabes, quienes
gozarían de sus propios jueces y que pudieran recurrir directamente al Rey. Sin
embargo, añade Zurita que “hubo algunos que conservaron el nombre por linajes y se
llamaron Mozarabís”, sin mencionar que otros se pudieran apellidar Alfaro. Esta versión
resulta un tanto genérica, aunque tiene como virtud señalar la posible existencia de
diferentes familias Alfaro y no reincidir en el clásico error de querer determinar un
único origen.
Hasta ahora hemos examinado las teorías clásicas, las que elaboraron los
antiguos genealogistas cuyo interés, como ya comentamos, se centraba en dotar de un
origen y solar conocido a los hidalgos españoles de apellido Alfaro, ya que determinar
ese origen y solar formaba parte del patrimonio que debía acompañar a toda familia
noble, según las creencias de aquella época. Posteriormente y desde el desconocimiento
o desde el interés comercial, se han querido extender estos orígenes al total de las
personas que portan el apellido.
Hay que tener en cuenta que apenas si se han realizado estudios a nivel general
sobre las causas de adopción de un apellido a lo largo del tiempo y en todo el Mundo,
las escasas excepciones se centran fundamentalmente en el ámbito peninsular y están
orientados esencialmente a estudiar el nacimiento y significado de los apellidos, pero no
su expansión. Don Jaime de Salazar en su discurso Génesis y evolución histórica del
apellido en España15 reconoce que los precedentes más cercanos sobre la materia
apenas pueden encontrarse en un par de tratados del siglo XIX, así como alguna obra
actual sobre etimología.
14
Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-americana, por Alberto y Arturo García Caraffa, Madrid
1922. Tomo 4º, pág. 121.
15
Discurso de ingreso en la Real Academia Matritense de Genealogía y Heráldica, pronunciado en su
sede con fecha 26 de mayo de 1991.
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de los individuos o familias, hecho que puede ser avalado con numerosos ejemplos.
Adicionalmente, no hay constancia de que Alfaro haya podido tener otro significado,
como nombre propio, oficio, mote, objeto, animal, etc. lo que nos lleva a considerar que
su nacimiento se debe únicamente al deseo de indicar procedencia por parte de las
personas que abandonaron la villa de Alfaro.
Ahora bien, pese a ser un apellido que indica una sola procedencia, tenemos que
plantearnos el abanico de opciones por las que tan diversas familias llegaron a tenerlo
en común. Para ello, intentaremos exponer un modelo, creemos que novedoso en el
ámbito de los estudios de apellidos hispanos, con las opciones más probables y en las
que encajarían los muy diversos datos que hemos podido encontrar a lo largo de años de
investigación.
16
Contribución a la toponimia árabe de España, Miguel Asín Palacios, Ed. Instituto Benito Arias
Montano, 2ª edic. Madrid, 1944. Págs. 90-91.
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Son diez los grupos en los que agrupamos a los portadores del apellido, que
desarrollaremos a continuación:
El primer Alfaro que conocemos, hasta la fecha, fue Pardo de Alfaro, citado en
el año 115717. En Navarra, se prodiga el apellido desde el siglo XII en documentos que
nos hablan de Pedro de Alfaro (en 1181), Lope de Alfaro, tenente en Tafalla (1187), Gil
López de Alfaro (1214), García López de Alfaro, alcaide del castillo de Alesves (1201),
etc.18. En Huesca el Monedaje de 1284 refleja que en la ciudad eran cabezas de familia
Bartolomeo d'Alfaro, Johan d'Alfaro, Johannes d'Alfaro y Per d'Alfaro19
17
Apellidos castellanos, José Godoy Alcántara, Ed. Madrid 1871. pág, 136.
18
Catálogo de los cartularios reales del Archivo General de Navarra. Años 1007-1384 por Florencio
Idoate Iragui. Diputación Foral de Navarra, Pamplona, 1974.
19
Monedaje de Huesca de 1284 (contribución al estudio de la ciudad y sus habitantes) dentro de la obra
Aragón en la Edad Media I (1977), publicado por J.F. Utrilla Utrilla
20
Archives Nationales de París, Perg. J. 587.
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Pedro de Alfaro, quien en 1313 fue prendido por el Merino de Pamplona, Martín
Martiniz de Mutiloa, y ahorcado por robar bueyes21. También se prendió en 1321 a
“Garci Subijano de Alfaro y a sus hermanos que vivían en Alfaro, banidos por muchos
hurtos, robos y muertes hechos en la villa de Milagro”22.
Estos casos ilustran que desde muy antiguo hubo diversos personajes cristianos
que fueron haciéndose llamar de Alfaro. Este proceso de aparición de nuevas familias
Alfaro se fue reduciendo con el tiempo a medida que se fijaban los apellidos y se
transmitían más regularmente de padres a hijos, pero aún hasta el XVI fue frecuente que
los soldados se hicieran llamar por su lugar de origen.
21
Gacetilla de la Historia de Nabarra, Arturo Campión, Pamplona 1913, pág 147.
22
Ibidem 124.
23
Op. Cit, pág, 42.
24
Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo VIII, año 1886.
25
Los conversos y la Inquisición sevillana, Juan Gil Fernández. Fundación El Monte, Sevilla 2003.
26
La población de Aragón según el Fogaje de 1495. Antonio Serrano Montalvo, vols. I y II. Ed.
Institución Fernando el Católico, Zaragoza, 1997.
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27
Guatemala villages of the 16th century, Dan Stanilawski, The library of iberian resources online,
Universidad de California, Berkeley.
28
Como ejemplo de esta práctica, Germán de Granda señala que era una de las formas más frecuentes en
la adopción de apellidos por esclavos en Popayán, que consistía en asumir el “nombre de familia
castellano, otorgado generalmente por los propietarios a sus esclavos mediante padrinazgo de bautismo”.
Véase Onomástica y procedencia africana de esclavos negros en las minas del sur de la Gobernación de
Popayán (Siglo XVIII), Revista española de antropología americana, vol. 6, 1971.
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de Alfaro, cuya descendencia consta que mantuvo el apellido29 (conviene aclarar que la
condición de esclavo implicaba que su origen era africano). En México encontramos a
Diego de Alfaro “mulato, esclavo” en 164030. En San Salvador, Juan de Alfaro,
reclamaba en 1698 la libertad que le había otorgado su antiguo dueño31.
10. Otros orígenes. Y finalmente, podemos citar algunos casos a tener en cuenta
que no guardarían relación directa con Alfaro y los Alfaro.
Es posible, aunque no tenemos constancia de casos que lo avalen, que algún otro
pequeño topónimo Alfaro haya sido el origen de alguna familia de este apellido.
Conviene sin embargo plantearlo como hipótesis que quizás en el futuro pueda
verificarse. Así, según la magna base de datos de topónimos del Instituto Geográfico
Nacional, además de la villa Riojana y sus cercanos accidentes geográficos, se registran
estos otros lugares en los que figura la palabra Alfaro:
29
Edición digital del periódico La nación de Costa Rica, Edición 16, monografía “Descendencia de la
familia Alfaro”, por Mauricio Meléndez Obando.
30
Archivo General de la Nación de México.
31
La identidad colonial y la población de ascendencia africana en El Salvador, siglo XVII. Paul Lokken.
V Congreso Centroamericano de Historia
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Comenzaremos por Castilla, el reino al que Alfaro finalmente perteneció tras los
años iniciales de conquistas y reconquistas que le hicieron oscilar entre los tres pujantes
reinos ya citados. Salvo las excepciones de Vigo (donde se asienta a principios de 1600
Juan de Alfaro, oriundo del Obispado de Calahorra, con sucesión hasta la actualidad) y
Burgos (que puntualmente registra en 1220 a Pedro de Alfaro en una compraventa,
aparentemente sin descendencia en la zona) podemos afirmar que se extiende hacia el
Sur, siguiendo las rutas de reconquista y repoblación. Así en Cifuentes el año 1557
vivía Diego de Alfaro, hijo del zapatero García de Alfaro, quien declaraba desconocer el
nombre de sus abuelos de los que sólo sabía que eran naturales de Alfaro, según se
refleja en un expediente de la Inquisición. En 1563 Luis Alfaro de Estrada acreditaba su
hidalguía al avecindarse en Ciudad Real. Ese mismo año en San Clemente, Cuenca,
es Diego de Alfaro quien figura acusado ante la Inquisición por “palabras feas,
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Los Alfaro en Tenerife estuvieron presentes desde la conquista como fue el caso
del soldado de a caballo Antonio de Alfaro que en 1494 figuraba a las órdenes del
capitán Bartolomé de Estupiñán35. Por otra parte, el sevillano Pedro Fernández de
32
Pese a declarar que era hidalgo e hijo y nieto de tales, en la instrucción algunos testigos afirmaron que
era converso “de generación de judíos” antes llamado Mateo Gonzalo de Alcalá, natural de Alcázar de
San Juan. Archivo Diocesano de Cuenca, Leg. 229, expdte 2.880. En 1587, sin embargo, obtuvo Carta
Ejecutoria de Hidalguía ante la Chancillería de Granada.
33
Recordemos que es en 1563 cuando el Concilio de Trento establece la obligación de anotar bautismos,
bodas y defunciones, práctica que se venía generalizando desde 1550 y que sólo había comenzado con
anterioridad en muy pocas parroquias, como ésta de El Bonillo.
34
Los hidalgos, para mantener sus privilegios, debían probar su condición cada vez que se avecindaban
en una población. Este hecho nos resulta valiosísimo para trazar los movimientos de los linajes. Por otra
parte, pueden dar una impresión errónea del porcentaje de Alfaros de condición hidalga ya que
manejaremos muchos datos de este tipo frente a la carencia de información de muchos Alfaros pecheros.
35
Noticias de la Historia General de las Islas de Canaria, por José de Viera y Clavijo, Madrid, 1773.
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Alfaro36 casó en La Orotava y fue padre de Francisco Fernández de Alfaro, cuya hija
casó en 1585 con Antonio de Franquis, dando lugar a los Franquis-Alfaro.
36
Nobiliario y blasón de Canarias, por Francisco Fernández Bethencourt, Santa Cruz de Tenerife, 1878-
79, tomo I.
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Vistos sus
primeros inicios,
contamos con una
magnífica herramienta
para trasladarnos al siglo
XXI y conocer la
situación actual del
apellido. El Instituto
Nacional de Estadística
ha publicado unos
informes que nos
permiten conocer el
número de personas que
hoy en día portan como
primer apellido Alfaro,
desglosando los datos en
provincias y
mostrándolos según su
lugar de nacimiento y
residencia.
Nos centraremos
en la información que
clasifica a los Alfaro
censados el 1 de enero de
37
The templars in the Corona de Aragon, Alan John Forey, Londres 1973.
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2006 en España según su lugar de nacimiento. Este informe arroja un total de 13.197
personas, de las que 717 son de origen extranjero (5,46%) y el resto nacidos en España.
Estas cifras indican que el apellido no puede considerarse entre los más frecuentes, pero
que sin duda cuenta con numerosas ramas en la actualidad.
Veamos las cifras desglosadas por provincias para hacernos una idea de la
distribución geográfica del mismo.
Esta primera deducción, en parte acertada, debe ser matizada por otro análisis de
los datos que consideramos muy relevante: la frecuencia relativa respecto al número de
habitantes de cada provincia. Esta frecuencia será la que nos ayude a determinar si
efectivamente la presencia de los Alfaro es igual de significativa en todas las zonas
señaladas.
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Tras Albacete, podemos decir que hay una significativa distancia con las
siguientes provincias, La Rioja, Navarra y Cuenca. A continuación, Soria, Sevilla y
Cádiz tienen también unos porcentajes algo más significativos, pero en estos casos
propios de un apellido poco común.
Tras las siete provincias citadas, podemos considerar que en el resto de España
la presencia del apellido Alfaro es muy escasa o nula. De este modo, tenemos ya
indicios sobre los núcleos más poblados por los Alfaro que resultan ser netamente
castellanos, exceptuando Navarra. Agruparemos por tantos los núcleos más poblados
por Alfaros en tres zonas:
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El apellido en América
La cuestión heráldica
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Podemos establecer que las armas más habituales entre los Alfaro son las que se
definen como: Partido, en el primero en campo de oro tres bastones verdes y en el
segundo en campo de azur un creciente de plata.
Cita la obra de los García Caraffa que según algunos autores, las primitivas
armas fueron únicamente en campo de oro, tres bastones sinoples. Sin que podamos
precisar el origen de esta afirmación, tan solo constatamos que otras obras citan esta
suposición pero sin aportar pruebas que lo confirmen, por lo que debemos tomar
afirmación con fuertes precauciones.
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Los Ximénez Alfaro (hoy Jiménez-Alfaro) de Medina Sidonia (Cádiz), son por
línea directa masculina Ximénez y Sánchez Guerrero, origen de un mayorazgo cuyas
armas son un escudo partido: en el primer escudo las armas antiguas de los Ximénez de
Medina Sidonia, un aspa de plata en campo rojo y orla de dos columnas de oro en
campo azur y en el segundo escudo las armas de los Sánchez Guerrero en campo rojo
banda de oro con dragantes del mismo metal y en el centro del campo, de arriba a abajo,
un estoque ensangrentado en su punta con puño de oro y orla de oro con letras negras
que dicen: "Ave María, gratia plena, Dominus tecum". Al timbre, casco mirando a la
diestra y tres estoques cuyos puños aparecen por detrás del casco y franja alta con divisa
que dice: "Con esta señal y nombre, será vencedor el hombre".
Hubo un linaje Alfaro de Arnedo (Navarra) que debió usar el escudo que
consta en la información de los caballeros de San Juan don José y don Martín Ximénez-
Navarro y Alfaro41, hijos de doña Ana María de Alfaro y Medrano, que es: de oro, dos
38
Precede una S. abreviatura de Sigillum, sello
39
Historia General del Languedoc, obra del dominico Dom Vaissette, 1885.
40
Según acredita el litigio de José Sánchez de Berrozpe, vecino de Sevilla, quien litigó su hidalguía ante
el Real Consejo de Navarra en 1663, probando descender por línea directa de este linaje y acreditando su
escudo.
41
Archivo Histórico Nacional de Madrid, Sección Órdenes Militares, San Juan de Jerusalén, expedientes
23.451 y 23.452.
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palos de gules; la banda brochante, de oro, cargada de tres leones al natural; la bordura,
de gules, cargada de doce aspas de oro.
Como conclusión, obvia pero necesaria, debemos reiterar que no hay ni se debe
hablar de “el escudo de los Alfaro”, cada caso habrá que investigarlo e intentar remontar
los antepasados hasta aquellos que usaron un escudo, si es que lo tuvieron. El contenido
del escudo podría ser alguno de los ya expuestos o incluso algún otro.
42
Activa herramienta de comunicación, con más de 350 participantes, que tengo el placer de administrar
junto al argentino D. Orfilio Alfaro y el chileno afincado en EEUU D. Ernesto Alfaro.
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