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La materia de la lingüística

Está constituida por todas las manifestaciones del lenguaje humano (hecho social). Se deben
tener en cuenta los textos escritos para conocer idiomas pasados o distantes.
Unas de las funciones de la lingüística son: delimitarse y definirse en ella misma, hacer la
descripción y la historia de todas las lenguas.
Todo es psicológico en la lengua, incluidas sus manifestaciones materiales y mecánicas como
los cambios fonéticos.
Lejos de proceder el objeto de la lingüística al punto de vista, se diría que es el punto de vista el
que crea al objeto.

El fenómeno lingüístico
Las sílabas que se articulan son impresiones acústicas percibidas por el oído, pero los sonidos
no existirían sin los órganos vocales; el sonido no es más que el instrumento del pensamiento y
no existe por sí mismo.
El lenguaje tiene un lado social y un lado individual; en cada momento es una institución actual
y un producto del pasado. Es multiforme y heteróclito, pertenece al dominio individual y social.
El ejercicio del lenguaje se apoya en una facultad que nos da la naturaleza, mientras que la
lengua es cosa adquirida y convencional. La lengua no es más que una determinada parte del
lenguaje, aunque esencial. Constituye un conjunto de convenciones adoptadas por un cuerpo
social.

Función del lenguaje


Para el lingüista americano Whitney, la lengua es una convención y la naturaleza del signo en
que se conviene es indiferente. La cuestión del aparato vocal es secundaria.
Broca ha descubierto que la facultad de hablar está localizada en la tercera circunvolución
frontal izquierda: también sobre esto se han apoyado algunos para atribuir carácter natural al
lenguaje.
Todo nos lleva a creer que por debajo del funcionamiento de los diversos órganos existe una
facultad más gral., la que gobierna los signos: la facultad lingüística por excelencia.
Nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta; sin la ayuda de los signos
seríamos incapaces de distinguir dos ideas de manera clara y constante.

Circuito de la palabra
Un concepto dado desencadena en el cerebro una imagen acústica correspondiente (fenómeno
psíquico seguido de un proceso fisiológico: el cerebro transmite a los órganos de la fonación un
impulso correlativo); luego las ondas sonoras se propagan de la boca de A al oído de B (proceso
físico). Y viceversa.
El circuito se divide en una parte externa (vibración de los sonidos) e interna; en una psíquica y
una no psíquica; y en una activa (del centro de asociación de A al oído de B) y una pasiva (lo
que va del oído de B a su centro).
La lengua es comparable a una hoja de papel: no se puede cortar el anverso sin cortar el reverso;
no se puede aislar el sonido del pensamiento.

Lengua y habla
La lengua no es una función del sujeto hablante, es el producto que el individuo registra
pasivamente: no supone premeditación. Es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de
los hechos del lenguje y se puede estudiar separadamente. Es un sistema de signos en el que
sólo es esencial la unión del sentido y de la imagen acústica, y donde las partes del signo son
psíquicas. Los signos de la lengua son en cierto modo “tangibles”.
El habla es un acto individual de voluntad e inteligencia.

El signo lingüístico
Une un concepto (significado) con una imagen acústica (significante), (huella psíquica). Es una
entidad psíquica de dos caras (signo). El lazo que los une es arbitrario, es inmotivado, es decir,
arbitrario con relación al significado, con el cual no guarda en realidad ningún lazo natural.
Se podría una apoyar en las onomatopeyas para decir que la elección del significante no siempre
es arbitraria. Pero éstas nunca son elementos orgánicos de un sistema lingüístico. Como así
también en las exclamaciones.
El significante por ser de naturaleza auditiva se desenvuelve en el tiempo (linealidad),
representa una extensión que es mesurable en una sola dimensión (línea). Sus elementos se
presentan uno tras otro, en forma de cadena.
La lengua aparece siempre como una herencia de la época precedente. La masa social no es
consultada y el significante escogido por la lengua no podría ser reemplazado por otro
(inmutabilidad). El tiempo que asegura la continuidad de la lengua posee otro efecto: el de
alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos (mutabilidad). El signo está en
condiciones de alterarse porque se continúa. Hay desplazamiento de la relación entre la idea y el
signo.
La colectividad es necesaria para establecer valores para el uso y consenso generales.

Valor del signo


Uno de los aspectos es el de representar una idea.
El valor tomado en su aspecto conceptual, es un elemento de la significación. Los valores
parecen regidos por: una cosa desemejante susceptible de ser trocada por otra y cosas similares,
que se pueden comparar con esa cosa en sí misma.
Si la parte conceptual del valor está constituida únicamente por sus conexiones y diferencias
con los otros términos de la lengua, otro tanto se puede decir de su parte material.
En su aspecto material, los signos de la escritura son arbitrarios, el valor de las letras es
puramente negativo y diferencial, los valores de la escritura no funcionan más que por su
oposición recíproca, el medio de producción del signo es totalmente indiferente.
El valor de un término puede modificarse sin tocar su sentido ni sus sonidos.
El signo en su totalidad es positivo.

Los géneros discursivos


Son tipos relativamente estables de enunciados. El carácter y las formas de sus usos son tal
multiformes como las inagotables esferas de la actividad humana; se detecta una extrema
heterogeneidad de estos géneros. El uso de la lengua se lleva a cabo en forma de enunciados.
Reflejan referencias de las respectivas esferas no sólo por su contenido y estilo verbal, sino por
su composición.
Ejemplos: diálogo cotidiano, un relato, una orden militar, una carta.
La diversidad funcional convierte los rasgos comunes de estos géneros en algo abstracto y vacío
de significación.
Los géneros y estilos íntimos se basan en una máxima proximidad interior entre el hablante y el
destinatario del discurso (lazo de profunda confianza).

Clasificación
Los géneros discursivos primarios son más simples que los secundarios. Los secundarios
(novelas, investigaciones científicas) surgen de la comunicación cultural más compleja.
Absorben y reelaboran diversos géneros primarios.
Nos expresamos mediante determinados géneros discursivos: enunciados con formas típicas,
relativamente estables. Hay un rico repertorio de géneros orales y escritos.
A la lengua materna la conocemos por enunciados concretos que escuchamos y reproducimos.
No son creados por nosotros, sino que nos los son dados.

La estilística
Todo enunciado puede poseer un estilo individual. Las condiciones menos favorecedoras para el
reflejo de lo individual en el lenguaje existen en aquellos géneros discursivos que requieren
formas estandarizadas (ficha de salud, solicitudes).
A los géneros les corresponden diferentes estilos. El estilo está vinculado a determinadas
unidades temáticas y composicionales.
No existe una clasificación generalmente reconocida de los estilos de la lengua.
Los cambios históricos en los estilos de la lengua están indisolublemente vinculados a los
cambios de los géneros discursivos.
La frontera entre gramática y estilística casi se borra. La misma selección de una forma
gramatical determinada por el hablante es un acto de estilística (estos elementos deben
combinarse orgánicamente).

El enunciado
Es la unidad real de la comunicación discursiva: el discurso puede existir en la realidad tan sólo
en forma de enunciados concretos pertenecientes a los hablantes o sujetos del discurso. Los
enunciados tienen fronteras bien definidas determinadas por el cambio de los sujetos discursivos
(alternación de los hablantes). Cada uno posee un principio y un final absolutos (termina con el
hecho de cederle la palabra al otro).
Toda comprensión de un discurso vivo, de un enunciado viviente, tiene un carácter de respuesta;
toda comprensión está preñada de respuesta y de una u otra manera la genera: el oyente se
convierte en hablante. Un signo importante del enunciado es si orientación.
La vaga palabra “discurso” puede designar tanto a la lengua como al proceso o discurso, es
decir, al habla, tanto como a un enunciado separado como a toda una serie de ellos.

Diferencias
Los límites de una oración no están dados por el cambio de los sujetos discursivos. La oración
es una idea relativamente concluida: el hablante hace una pausa para luego ir a otra idea suya
(discurso de un mismo sujeto). No posee plenitud del sentido, y no provoca respuesta. No es un
todo. Al igual que la palabra, posee una conclusividad del significado y de la forma gramatical;
no tiene autor.
La oración posee cierta entonación gramatical.
Rasgos constitutivos del enunciado: cambio de los sujetos discursivos; conclusividad específica
(abarca la posibilidad de ser contestado); el momento expresivo.
La totalidad conclusa se determina por:
La capacidad de agotar el sentido del objeto el enunciado, que es muy diferente en diversas
esferas. Es donde los géneros discursivos tienen un carácter estandarizado y donde está ausente
el momento creativo;
La intención discursiva (la elección del objeto, sus límites, sus formas genéricas); por las formas
genéricas estables del enunciado (elección de un género discursivo determinado, a través de la
especificidad, consideraciones temáticas, situación concreta, intención discursiva).
El momento expresivo posee un significado y un peso (Actitud evaluadora del hombre). Define
al estilo individual del enunciado.
La lengua como sistema dispone de una arsenal de recursos lingüísticos absolutamente neutros.
Sólo adquieren una valoración real en un enunciado concreto.
La entonación expresiva es un rasgo constitutivo. Así, la emotividad, la expresividad, no son
propias de la palabra; adquieren un matiz expresivo únicamente en el enunciado.
El uso de las palabras depende de un contexto particular. Existen a partir de tres aspectos: la
palabra neutra, la ajena y la propia.

Polifonía
Cada enunciado está lleno de ecos y reflejos de otros enunciados; provoca reacciones
(heterogéneas) que tienen diferentes formas: introducidos directamente al contexto de un
enunciado o pueden introducirse sólo palabras.
La expresividad del enunciado está determinado por los enunciados ajenos, además del objeto y
el sentido.
El discurso ajeno posee expresividad doble: la original (ajena) y la nueva expresividad.

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