Professional Documents
Culture Documents
-41 et.
1 ESTUDIOS
GUMERSINDO DE AZCÁRATE
Profesor en la
Institucion libre de Enseñanza,
DONATIVO
ANGULO LAGUNA
MADRID
LIBRERÍA DE VICTORIANO SUÁREZ
Calle de Jacometrezo, 72.
1877
PRÓLOGO.
1/
r
EL POSITIVISMO Y LA CIVILIZACION •
IV.
sao
Ir
EL POSITIVISMO
tio
tras que aquella permanece lkmisrna, adquieren,
mediante una trasformacion indefinida, nuevas
propiedades, así como pierden otras; resul-
tando de aquí que, así como se resuelven unas
especies en otras especies, un reino en otro rei-
no, de igual mo f o, lejos de haber sido y ha-
ber de ser siempre el hombre lo que considera-
mos hoy como su esencia propia, la cual ni con
el tiempo cambia ni nuestra actividad es capaz de
trasformarla, ha ido adquiriendo, á través de
los siglos, esas que nosotros llamarnos propieda-
des esenciales, y que, segun el positivismo, están
en continua y perpétua trasformacion, no te-
niendo, por lo tanto, , un fondo comun el hom-
bre de ayer, el de hoy y el de mañana.
Como cada cual sabe bien, atendiendo, no ya
á principios racionales, sino tan sólo á la propia
experiencia, que el hombre es impotente para mu-
dar la naturaleza misma de los séres, inclusa la
suya propia, y que ante aquella se detiene su li-
bertad, esto es, que yo puedo regir mi voluntad
y dirigir mi pensamiento, pero no ni en modo al-
guno suprimir ninguna de estas dos propiedades,
sin que la atenta observacion de todos los hechos
de mi vida me deje ni siquiera vislumbrar la po-
sibilidad de cambios y mudanzas de este género,
los positivistas, tomando, por decirlo así, como
Y LA CIVILIZACICP!. 61
cómplice de sus preocupaciones al tiempo, expli-
can esto, que nos parece imposible, por el hábi-
to y la herencia.
Dejando á un lado el exámen de estos princi-
pios por lo que hace á su aplicacion universal y
contentándonos en este respecto con hacer notar
que así el hábito como la herencia suponen nece-
sariamente la identidad del sujeto en que median-
te aquellos se verifica la trasformacion, y en con-
secuencia un principio de enlace entre los resul-
tados de la misma, veamos cómo esta doctrina es
inexacta con relacion al hombre, que es lo que
ahora nos interesa. Es verdad que el hábito con-
vierte en segunda naturaleza las obras del hom-
Ve, «tejiéndolas en la trama de la vida como hi-
los de oro ó urdimbre grosera, segun fué al na-
cer bien ó mal ordenada la voluntad; » pero no lo
es ménos que por encima de esta segunda natura-
leza que el hábito crea, está la primera y esen-
cial, que sirve de fundamento á la otra y de lími-
te para ella infranqueable; y por esto no hay hom-
bre alguno que deje de considerarse en todo mo-
mento capaz de sustraerse á la aparente imposi-
cion del hábito y de afirmar su libertad dirigiendo
la vida por otra senda distinta de aquella por la
que le viene encaminando la costumbre; y si bien
es cierto que á estos cambios precede casi siem-
EL POSITIVISNIO
62
pre una lucha, á veces terrible, que produce en
la existencia del hombre crisis dolorosas, este mis-
mo hecho es un testimonio vivo y elocuente del
carácter subordinado, á la par que de los límites,
del hábito.
Y por lo que hace á la herencia, haremos ob-
servar tan sólo que ella es respecto de la especie,
ó si se quiere de la série de los séres, lo que el
hábito respecto del individuo, .y por tanto, que es
aplicable á la primera lo que queda expuesto con
relacion al segundo. Además, la experiencia de
todos los dias contradice el supuesto necesario in-
flujo de este elemento en cuanto nos muestra cómo
individuos nacidos en iguales condiciones en este
respecto son entre sí muy distintos; y por lo que
al hombre se refiere, no obstante las investigacio-
nes hechas por los historiadores positivistas, qui-
zás bajo el imperio de este prejuicio, la verdad
es que nada se encuentra en la historia del hom-
bre sobre la tierra que autorice para afirmar que
con el trascurso del tiempo haya adquirido pro-
piedad esencial alguna que antes no tuvieras.
El erróneo concepto que de la vida tiene el po -
sitivismo, es una consecuencia ló ca de sus prin-
cipios, puesto que desde el momentogi enque se
afirma sólo la realidad del fenómeno, no es posi-
ble ver que la vida se desarrolla y desenvuelve so- •
Y LA. CIVILIZ..ACION. 03
VI
VII.
VIII.
ra
ciencia que se niegan á reconocerle los idealis- • ,
.jai t
X
o
II
IV
V.
VI.
VII.
El desarrollo ascendente de los municipios co-
mienza á descender en el siglo xiv, entrando en
el período de su decadencia.
El municipio de la Edad media tenia, segun
hemos visto, un carácter comun con todas las
instituciones políticas de aquella época . Es esta
el reinado, tan absoluto como es posible, de lo
vario, de lo local, de lo particular, por lo que
hace á la esfera jurídica y política. Aquella socie-
dad tenia unidad, pero era la moral que le daba
la Iglesia, mediante la doctrina primero, y me-
diante el poder despues, cuando la vida eclesiás-
tica nacional es sustituida por la organizacion
unitaria y poderosa creada por Gregorio VII é
Inocencio III;
pero carecía de unidad exterior
y política, no de aquella general, que apenas si
todavía se vislumbra, sino de la que entonces
comenzaba á dibujarse, la de las Naciones.
Ahora bien; á llevar á cabo esta unidad vinie-
VIII
IX
—Mayo de 1875.—
LOS PARTIDOS POLITICOS
II
OS
III
IV
II
III
-- 1876 --
INFLUENCIA DEL PRINCIPIO DEMOCRÁTICO
SOBRE EL DERECHO PRIVADO.
II
III
IV
VI
VII
1876 -
F IN
INDICE.
El positivismo y la civilizacion.
Páginas
L Consideraciones generales.—II. Positivismo crí-
tico.—III. Positivismo ontológico ó dogmáti-
co.—IV. Concepto positivista de la vida.—V. El
positivismo y la Religion.--VI. El positivismo
y la Moral.—VII. El positivismo y el Derecho.
—VIII. El positivismo y el problema social.
IX. Influjo en bien y en mal del positivismo.. 1
El Derecho y la Religion.
1. El órden religioso y el jurídico.—II. La Iglesia
y el Estado.—III. La libertad de conciencia... 269
Nota de copyright :
3. Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de
la licencia de esta obra.
Universidad de Sevilla.
Biblioteca de la Facultad de Derecho.
Javier Villanueva Gonzalo.
jabyn@us.es