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UN CUERPO LIMITADO
UNA DOLOROSA FELICIDAD
Muchos dicen que, “la vida es muy dura”, pero en mi opinión la verdad la vida es
muy irónica.
En la vida humana hay muchas confusiones, todos sentimos, al menos en algún
caso de nuestra vida, miedo, felicidad, odio, amor, culpa, pero en especial todos
sentimos dolor; y una vasta línea de sentimientos personales en las que en
algunos casos no hay palabras para poder explicarlo.
Todos los seres humanos somos egoístas por dentro, no se puede excluir a
nadie y todo por eso lastimamos a los que nos rodean, incluyendo a nuestros
seres más queridos y no nos damos cuenta hasta que podemos sentir su dolor
fulminándolos en aquel error nuestro.
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La vida se hizo para aprender, aprender sobre las mismas experiencias
personales, sobre personas ayudando a dar su opinión acerca de sus situaciones
en las que alguna vez se encontraron en algún tiempo de sus vidas y ahora lo
dejan para otras personas y evitar o advertir diciendo “estén preparados para lo
que les espera en la vida y estén listos para superarlo”.
En la vida puedes aprender demasiado, solo es cuestión de observar y sentirlo
en ese instante, pero varia de cada persona sobre que es o que tanto es lo que
desea aprender sobre ella.
Pero siempre hay que tener en claro, nada dura para siempre, porque todo tiene
un principio y sobre todo tiene un final. Lo cual aprendí de una manera muy triste.
Casi nada es como lo planeamos en la vida, pero no solo por eso hay que dejar
de luchar por ello.
Aquí hablare sobre los recuerdos de mi vida, el cómo solía llorar, reír, aprender,
sufrir, tratar de olvidar, sentir, pero sobre todo observar. Y ahora el amar.
Tanto mi vida como yo mismo he sido diferente (aunque solo una persona
importante para mí me dijo que era alguien muy especial). Mi vida llena de límites
y obstáculos a mí alrededor, llena de dolor mi ser. Pero…no siempre fue así,
bueno no del todo. Pero a pesar de tener una vida emocionalmente dura, en
algunas ocasiones me alegra porque me enseña más sobre la vida y puedo
aprender algunas cosas más que las pocas personas que conozco no pueden
comprender.
A veces siento que estoy dividido en dos partes muy diferentes por dentro de mi
cabeza, qué soy dos personas solo que comparten el mismo cuerpo, un cuerpo
que está limitado. La primera: mi parte más sensible, vulnerable, débil aquella
parte a la que me hace sentir bien y a la que me puede hacer sentir más que una
simple persona que es tanto la felicidad como el dolor, y sería capaz de todo sin
acobardarse alguna vez por lo que en verdad me importa.
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Y se encuentra la segunda parte: mi otra parte a la que detesto, porque en
realidad es cuando solo me importo yo mismo, esa parte compulsiva en la que en
verdad sería capaz de asesinar solo por simple egoísmo y cansancio de esta vida
cruel, pero para mí es una parte que en un sentido es cobarde y estúpida, que se
apodera de mi cada vez al sacar este gran odio retenido dentro de mí que no
puedo olvidar y se fue acumulando por cada mala experiencia por ser detestado
por la humanidad.
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1. Aquella Felicidad…
La felicidad humana generalmente no se logra con grandes golpes de suerte, que pueden
ocurrir pocas veces, sino con pequeñas cosas que ocurren todos los días.
Benjamín Franklin
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Frente a nosotros estaban los vecinos es una familia de seis personas; los
padres se llaman Carlos y Socorro y sus hijos (dos hijas y dos hijos) Karla,
Francisco, Julio y Sofía. Siempre solía jugar con “Pancho y Julio” en la calle, en mi
casa o en la suya, ellos son mayores que yo pero me trataban bien, la verdad eran
mis únicos amigos de la colonia(a excepción de un vecino llamado Jesús y su
hermana la más pequeña de “pancho y julio”, Sofía).
Recuerdo como cada fin de semana mi padre nos llevaba en el carro a la playa
en el que me metía horas y horas y no quería salir de ahí. Mi padre trabajaba de
bombero en el aeropuerto, estaba tan orgulloso de él y me encantaba cuando me
llevaba a su trabajo a ver qué es lo hacía y me subía en el camión de bomberos
solo para hacerme sentir bien, para después mostrarme todos los tipos de aviones
desde el techo del aeropuerto, eran tan maravillosos aquellos días.
Yo estudie en un kínder que estaba muy cerca de mi casa (tan solo a unas
cuantas calles), recuerdo que incluso me gustaba una maestra. En la primaria todo
cambio me alegre cuando entre, pero al principio el primer día llore, tenía mucha
tristeza. Y la verdad siempre de niño fui un llorón y un miedoso.
Ahí en mi primaria llamada “Año Internacional del niño” conocí a mi mejor amigo
de la infancia Eros, el la verdad siempre me protegía de algunos brabucones a los
cuales yo tenía miedo en ese entonces. Incluso recuerdo que nos peleábamos por
una linda niña llamada Zac Níte que su nombre significa en maya: “Flor Blanca”.
Siempre adore esa primaria solamente que solo cursé los tres primeros años
porque ya no pude acabarla ahí mismo.
Tras el transcurso de la escuela es una historia pero tras el transcurso de lo que
hacía y sucedía en mi casa es otro.
Lamentablemente a los seis o siete años de edad una prima mayor a tres años
que yo, abuso de mí, (en realidad ahora no he tocado el tema con nadie de mi
familia porque en serio se siente incómodo), ella se llama Alma Rosa y es la hija
más chica de una hermana de mi madre (mi tía Amelia),
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ella llegaba cada mañana a mi casa porque mi tía se la encargaba a mi madre
hasta que ella llegara de trabajar (llegaba hasta el anochecer), Alma se quedaba
todo el día, porque la primaria a donde iba estaba casi en la esquina de la casa,
ella cursaba el último año de primaria. Una noche mientras nadie estaba en la
casa más que mi hermanita Karina, Alma y yo, Alma me dijo que quería jugar.
Y yo con mucho gusto acepté (a excepción de Karina porque ella ya estaba por
dormirse), entonces ella me dijo:
-Vamos a jugar a los doctores.
Y por mí no había ni un problema alguno. Entonces Alma, saco un lápiz y se
descubrió en esa parte intima frente a mí. Y me dijo:
-Esta es la jeringa, vamos inyéctame aquí.
En ese entonces fue algo imprevisto para mí y además estaba confundido y
nervioso de ese entonces, pero me seguía insistiendo hasta que ella conducía mi
mano hacia esa parte de su intimidad. Ella me condujo hacia la cama y se recostó
ala lado mío, tomo mi mano e hizo que la tocara, para el poco rato ella me tocase
a mí, toco mi pene y lo hacía estar erecto. Ella jugueteo con él lo cual me hacía
sentir raro. Pero al poco después entraron nuestras madres a la habitación y me
veían con el short medio bajado y a ella casi descubierta mientras se intentaba
cubrir. A cada uno nos separaron y os comenzaron a sermonear, acerca de que lo
que hacíamos era malo. Y la verdad ese día no les conté que la de la idea de
hacerlo fue de ella (incluso hasta la fecha), creo que tuve miedo.
Tiempo después…
Llego la mudanza, nunca olvidaré aquellos hermosos momentos que tuve en
Cancún y desde ahí me prometí a mí mismo regresar algún día a mi pequeña casa
e incluyendo el terreno que se estaba construyendo el cual había comprado mi
padre.
Recuerdo igualmente ese día de la mudanza, me despedía de mis vecinos y
amigos de enfrente y de mi poca familia que tengo allá…
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Física (vida inmunológica):
Como dije, me dio asma a los tres años de edad, y siempre he estado expuesto
a varias enfermedades lamentablemente así fue. Mi madre siempre fue la que se
atendía sobre ese aspecto de mis enfermedades mi padre era el que siempre nos
llevaba a los hospitales o clínicas en las que me atendían. La verdad no recuerdo
el hospital en el que nací pero creo que fue en el IMSS. En ese mismo hospital me
atendieron desde que nací hasta los ocho o siete años de edad. Pero antes entre
el transcurso en el que iba en ese hospital también viajábamos seguido a el
Estado de México (anteriormente en ese entonces, teníamos una buena vida
económica, era cuando teníamos dinero) ahí es donde también me atendían
muchos especialistas para el asma y otras complicaciones del cuerpo. En ese
entonces yo sufría de un malestar de las vías urinarias al que también acudía al
urólogo, ese problema me ocasionaba que incluso me mojara en la cama hasta los
12 años de edad (lo que en verdad fue algo demasiado vergonzoso), y para ello
me dieron unas cápsulas naranjas que al tomarlas me hacían orinar de ese mismo
color, aquellas pastillas que tomé durante más de cinco años.
A lo largo del transcurso de las visitas al hospital y los chequeos médicos yo me
comenzaba a sentir mal y me enfermaba cada vez más frecuente de la garganta,
ahí fue mi primera operación, me hicieron exitosamente la amigdalotomía
(removieron mis amígdalas), y lo que me encantó de esa cirugía (obviamente a
todas aquellas personas a las que se la hayan hecho), fue el comer mucho helado
durante una semana. Esa cirugía fue hecha en aquel mismo hospital al que nací.
Después de aquella cirugía, ya pasados algunos años, de nuevo volví a sentir un
gran malestar que me acongojaba, y no dejaba de enfermarme de nuevo una y
otra vez, pero esta vez regresábamos al Distrito Federal y ahí me estuvieron
checando los doctores y creían que tenía paperas, pero se equivocaron.
Lo que en verdad se estaba formando debajo derecho de mi barbilla era un
ganglio (tumor) con tuberculosis.
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En ese entonces ese ganglio crecía y crecía cada vez más. Hasta el grado de
deformarme la cara. Me atendieron en el Hospital sigo XXI.
Un tiempo más tarde estaba prevista ya mi segunda cirugía, me iban a extirpar
ese tumor. Aún recuerdo ese día cuando me operaron.
Para empezar recuerdo que un día antes de mi operación me habían puesto ya
en una habitación de terapia intensiva (la operación fue hecha en el mismo
hospital, Siglo XXI), y en aquella habitación que parecía sentirse triste de tanto
acoger enfermos, estaban cuatro pacientes (incluyéndome), todo niños, y justo al
lado de mi camilla se encontraba un niño de aspecto agotado, sin cabello, y una
pierna amputada; en ese entonces yo no sabía exactamente qué era lo que tenía,
pero al recordarlo ahora lo sé, al verlo me pareció un chico agradable y justamente
lo era, él y yo compartíamos los juguetes prestándonoslos el uno al otro.
Ya justo el día de la operación recuerdo como me recostaron en una camilla
dirigiéndome hacia el quirófano y antes de hacerlo, recuerdo, haberle pedido a mi
padre que al salir me comprara un libro para colorear de dinosaurios. Ya entrando
a quirófano yo estaba muy nervioso pero el doctor me dijo:
-Te pondré esta mascarilla Sebastián, y cuando lo haga, cuenta hasta diez.
Yo lo hice, ya al poco rato sin más previstos en cuenta, caí dormido…
Al despertar ya me encontraba en una habitación blanca y grande llena de
camillas, unas con pacientes llorando, todos niños, o gritando. Yo estaba asustado
e intentaba gritar pero, me di cuenta que había perdido la voz. Ya no recuerdo en
realidad cuando y como fue que me regresaron a mi habitación, y ahí yace mi
familia esperándome y de saber cómo me fue en ese viaje entre la vida y la
muerte. Se alegraron al saber que estaba bien y me llevaron a casa una semana
después.
Lo que pasó con mi amigo de al lado seguía y me dijo que lo operarían de la otra
pierna (creo que se la iban a amputar), y aunque yo no podía hablarle, si podía
escribirle en un cuadernito de lo que me sucedió en el quirófano.
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Ya antes de salir del hospital yo le regalé un juguete y recuerdo que al igual me
regaló un juguete, el cual era un arbolito de plástico (que apenas encontré hace
unos meses y me recordó a él y a “ese” día), después ya no supe nada de él,
aquel día que salí del hospital fue el último día que lo vi.
Después regrese a Cancún solo para preparar las cosas de la mudanza…
En ese entonces mi padre ya había comprado un carro, el cual nos sirvió para
hacer nuestro último recorrido como familia, en el cual recorrimos hacia Chetumal,
Belice, Guatemala, Campeche, Orizaba, y directo hacia el Estado de México.
La mudanza fue provocada, porque en ese entonces mis enfermedades se
complicaban cada vez más y además de eso algunos que se decían hacer llamar
“amigos” de mi padre, ocasionaron que lo despidieran de su maravilloso trabajo
por una estúpida trampa que le pusieron y lo culpasen de algo que mi padre no
cometió. Y por otra parte mi abuela (madre de mi madre), se enfermó de alzhéimer
y sus hermanos de mi madre le pidieron que si podíamos ir para poder ayudar en
cuidarla.
Así fue como viví en Cancún, mi región natal, aquellos días en los que de verdad
era muy feliz y me alegraba por tantas cosas, ya que era un niño pero como ven a
pesar de ser un niño pase demasiadas cosas tanto dolorosas como felices pero el
dolor apenas va a comenzar en esta corta vida que, como pueden ver aún llevo…
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2. Caminando Hacía el Dolor
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En mis estudios entre de inmediato a cursar el cuarto grado de la primaria en
una escuela no más de ochenta metros de donde vivo, escuela a la que
igualmente inscribieron a mi hermana menor Karina, en la que me sentí muy
nervioso al entrar por ser el nuevo del lugar y en ese sitio en el que nunca
imaginaria a lo que me debía enfrentar día tras día durante seis largos años.
Todo comienza al tratar de hacer amigos pero unos solamente me hablaban por
curiosidad no por el interés de ser mi amigo, día tras día me esforzaba por hacer
amistad pero lo que conseguí fue ser la burla de muchos y sobre todo de los
brabucones, a los que me daba la mayoría de las veces miedo de acusar. Ese
miedo se fue haciendo más y más grande cada vez. Me miraban distinto me
trataban mal y diferente por mis enfermedades, los maestros me regañaban y se
hartaban de mi por ir a acusarlos una que otra vez. Solo conseguí muy poquititos
“amigos” en esa primaria, y la verdad no saben cuánto desee regresar a la que en
verdad pertenecía.
Entre a la secundaria y creí que las cosas mejorarían, pero lamentablemente no
fue así, en realidad todo empeoro. La secundaria fue la peor de las experiencias
de las que he tenido la desgracia de vivir. Cuando entre en aquella institución creí
tener la suerte de que todo cambiaria, y al iniciar la verdad todo iba normal no
tenía enemigos o algo parecido ni tampoco tenía complicación con las materias, la
primera semana había encontrado a un conocido de la primaria y solo me juntaba
con él, aunque la mayoría de las veces estaba solo. Al pasar el tiempo e ir
conociendo un poco más a mis compañeros que sabía que compartiría el mismo
grupo durante tres años, ellos me fueron conociendo más a mí y al saber cómo
era yo era la hora en la que actuaban ellos.
Sabían que era débil físicamente e inmunológicamente pero como son unos
idiotas que no les importaba nada más que su propia diversión me comenzaban a
molestar todo el tiempo de cualquier tipo de absurdas bromas y estupideces que
les divertía hasta las carcajadas y me veían el como los otros me hacían llorar,
haciéndome quedar en ridículo frente a todos. Y aquellos que me observaban
podía sentir su lastima cayendo sobre mí su… lastima.
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—La verdad este suceso de mi vida es muy doloroso y no quisiera recordarlo
detalladamente, así que lo resumiré para no tener que acongojarme por este
recuerdo que aún trato de borrar de mis pensamientos—.
Solo puedo decir con agonía en el pecho que durante los tres años en los que
ingrese en la secundaria fueron los tres años más tormentosos de mi vida, me
golpeaban, me insultaban, me jugaban bromas muy pesadas, y al parecer se
deleitaban con cada lagrima que me sacaban al jugar conmigo, como si no fuese
nada más que un simple juguete para ellos. Al golpearme, me azotaban mi pobre
cabeza sobre las paredes del salón hasta que lograba empujarlos y alejarme de
ellos, me hacían tener tanto miedo, que no era capaz de enfrentármeles para
poder detenerlos, era débil, tenía tanto miedo.
Como había dicho antes, existen dos tipos de personas dentro de mí: mi parte
sensible y la parte llena de odio con rencor. Mi segunda parte así es como empezó
a nacer, el dolor que me ocasionaban día tras día durante esos tres míseros años
de mi vida, aquella parte de mí ser me hace aún odiarlos de lo que me hicieron y
tal vez no perdonare… por las malas experiencias que tuve me han hecho retener
odio cada vez asiéndose más y más fuerte, conforme pasa el tiempo.
Tuve demasiadas crisis existenciales, hubo momentos (muchos), en los que
tenía tantas ganas de suicidarme, me daba cuenta que yo solo nací para sentir
dolor, ya no estaba lejos de hacer ese acto tan cobarde.
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Alergias: me detectaron mis alergias positivas a la mayoría de cualquier tipo de
las alergias que me pusieron al hacerme mi examen. Para estas alergias me
asignaron unas vacunas que me implantan en cada brazo dos veces por semana
(al inicio eran cuatro por las semanas que transcurrían), que hasta la fecha aún
me las ponen. Ya llevo más de cinco años con estas vacunas y la verdad si me
han funcionado he podido estar más al contacto con la naturaleza.
Migraña: Esta la herede de mi madre que al igual padece de esta enfermedad, la
cual en mi caso, es tratada con paracetamol.
Volviendo al tema, aún tengo esta parte llena de odio, lo que por suerte estoy
controlándola cada vez más.
Al fin llego el día…
El día en el que al fin logre salir de la secundaria, mi tormento ahí cesaría, la larga
espera terminaba por fin y nada me podía poner más alegre que eso.
Por ese momento, me sentí feliz.
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3. Una Esperanza Más…
Una vez al haber acabado la tal espera, tan ansiada de salir al fin de la
secundaria. Me alegre tanto de que no volviera a ver a cada una de las personas
que me reprimían y me hacían sentir mal conmigo mismo al insultarme y
golpearme (que poco después aprendí que era atormentado por el síndrome de
Bullying). Al salir de esa escuela podía sentir en ese momento una gran
satisfacción de la libertad que podía saborear tan exquisitamente, como si un
esclavo algunas había soñado, al ver el cómo se despedían cada una de esas
personas a las que odie.
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Estaba tan emocionado por ser mi primer día, además de ser el día anterior mi
cumpleaños número 15; mi salón ubicado frente al patio principal en el edificio “C”,
salón C-14 en el horario matutino de primer semestre, aquel salón que nunca
olvidare por tan hermosos recuerdos y con más razón de una persona ten especial
para mí. Los primeros tres días ya medio me hablaba un compañero, el cual se
sentaba al lado mío (y es que en realidad cuando no conozco a nadie soy muy
tímido y serio).
Pero… el día más importante para mí, fue el día 21 de Agosto del mismo año,
era una mañana nublada y algo fría, en ese entonces a eso de las 7:00am, yo
esperaba impacientemente en mi salón vacío, que no entraba por la puerta ni una
sola alma, en ese momento me di cuenta que tenía una hora libre de clases, me
dirigí directamente hacia la puerta de la institución, yace yo recargando mi hombro
en una reja frente a la puerta y observaba si provenía alguna persona de mi salón
a la que pudiera identificar de vista y cerciorarme si es que teníamos la hora libre o
no. Y en ese momento, puedo observar atentamente el caminar con tal gracia y
sencillez a una compañera, que en los primeros días ya había observado, por lo
linda y simpática que es; ella de mediana estatura, cabello castaño semi-obscuro
medio-corto, tez blanca y delicada, el uso de unos anteojos medianos color negro
que cubren unos hermosos ojos grandes y castaños, un pequeño y simpático lunar
debajo de su rosada mejilla izquierda, unos delgados labios tan suaves color rosa
natural, y su tal simpatía que desbordaba en cada conversación siguiéndole de
una linda sonrisa; un gran y majestuoso ejemplo de belleza natural, llamada
Estefanía Vázquez Suarez, mi pequeña y linda novia, en la cual en esa época aún
no lo era.
Le comente que mis padres habían decidido que regresaríamos a Cancún, y
desde ese día, el primero en que la conocí, le dije que desde el tercer semestre ya
no estaría aquí; al igual a ella como a mí, no nos importó, ya que de todas
maneras apenas nos íbamos comenzando a hablar.
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Pasaban los días en el bachilleres 9, como agua corriendo sobre el rio; cada vez
nos íbamos conociendo más y más, a tal grado en que su gracia, lindura y
sencillez de mujer, me iban apasionando cada vez más a ella; y, a pesar de que
ya teníamos nuestro grupito de amigos entre: Fanny, Wendy, Karime, yo y, un
sujeto que hasta la fecha detesto, Aldo (aunque a Fanny le agradaba mucho).
Pero la verdad Fanny y yo éramos los más unidos, en conforme a confianza tanto
en amistad, que inclusive éramos los únicos del salón que acudíamos a un curso
de matemáticas que comenzaba ya dada la hora del término de clases, al igual
como para ir al paraescolar (Fanny en la materia de música y yo en el taller de
artes plásticas); siendo sincero, no me gustaba estar con nadie más que no sea
Fanny, mi pequeña y linda niña, en ese momento ya comenzaba a amarla en
secreto, y creía que nunca se lo iba a poder declarar.
Un día, al concluir nuestras clases y ya todos saliendo del salón de clase, yo le
dije:
— Vámonos Fanny —, dado que siempre caminábamos hacia el metro juntos. Y
ella me tomo el brazo cuando me dirigía hacia la puerta y dijo, con una vos de
ternura y tristeza:
— ¿Te puedes quedar conmigo?, es que me gustaría contarte algo, estoy muy
triste.
Yo le afirme quedándome con ella para poder escucharla, lo cual comenzó a
llorar y se hecho a abrazarme; yo me sentí triste y preocupado en ese momento al
verla caer sobre su delirio.
— Me siento muy triste, no puedo olvidar a una persona importante para mí —
dijo con lágrimas cayendo sobre mi regazo mientras sentía su gran sollozar.
Yo le decía: no te preocupes que todo estará bien, confía en mí; la consolaba en
ese momento por la tristeza que emanaba y me hacía sentir al verla así.
— ¿Te podría dar un beso? —. Contesto ella.
Yo, entre nervioso, dudoso y algo triste, acepte anhelando más que a nada ese
beso suyo. Nuestro primer beso dado el día 21 de octubre del mismo año, el día
que nunca olvidare.
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Al pasar las semanas, me adentraba cada vez más y más a Fanny, en sus
suaves y cálidos labios color de rosa. Ya que cuando nos habíamos dado cuenta,
nos hicimos adictos a la pasión de un simple y pequeño beso en el que
demostrábamos el bien mutuo que se sentía; pero yo, más que a ella lo disfrutaba
más dado que me hacía sentir tan bien poder probar un poco de su divino ser;
mientras sabíamos que lo que estábamos haciendo estaba mal y que
definitivamente no era de amigos.
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Ya los dos hablando y yo llorando, mientras estábamos sentados. Fanny me
pregunto diciendo.
— ¿Qué es lo que tienes, porque estas tan triste?
A lo cual me daba pena mirarla, porque como dije, creí que ya sabía que estaba
apasionado de ella, pero en ese momento solo le conteste:
— Fanny es que, no solo me gustas…, te amo. (La frase que tanto le gusto)
Lo que provocó que me abrasara fuertemente mientras ella exaltada de dudas,
preguntándome el cuándo es que le comencé a gustar, pero más aún, el cuándo
es y cómo es que le comencé a amar. En ese momento le platique todo lo que
sentía por ella y el por qué solo me gustaba estar con ella a cada momento. Ya al
concluir ese día Fanny me pregunto:
— Sebastián, si me amas, ¿Por qué no me pediste que sea tu novia si tanto lo
deseas?, solo me lo dijiste.
A lo cual respondí diciéndole con una voz seria:
— Porque sé que nunca lo serás, a pesar de lo tanto que lo anhelo.
Ella se quedó callada y al parecer un poco resentida.
Unos pocos días después, ella me comenzaba a pedir que le pidiera que sea mi
novia; a lo cual yo me negaba por tristeza. Al insistir e insistir, me convención de
pedírselo, a lo que ella maravillosamente insistió, poniéndome tan feliz como no se
imaginan, aquel día Fanny se convirtió en primera novia (dado que así no tenía
vida social), y la verdad, en mi único amor.
Ya transcurrido el tiempo, curse el segundo semestre separado a ella, ya que nos
cambian de salón cada semestre, en este hubo muchas ventajas y aventuras, pero
sobre todo desventuras, ya que Fanny me veía más como su amigo que su novio,
sin embargo yo la seguía viendo como mi amiga, solamente quería, ya con valor,
que supiera que la amaba tanto. Lo raro y curioso de nuestra relación, es que
siempre estuvo presente el número 21, este se convirtió en nuestro número, y lo
seguirá siendo. Cada vez que me encuentro este número imagino que Fanny
piensa en mí.
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Hemos estado pensando, en crear nuestro libro en el que incluya, nuestra
historia detalladamente, y en mi parte algunos cuentos, para poder crear en cada
uno nuestro mundo.
Cae el tercer semestre, yo ya no pude entrar de nuevo al bachilleres, por falta de
materias, y además, llego el día…; regrese a Cancún y me metieron a estudiar en
un CBTIS, mientras me entere que Fanny iba bien en la escuela.
Estuvimos en contacto todo ese tiempo, ya que cada quien tenía un celular;
aquellos fueron tiempos difíciles, ya que yo me sentía muy solo en Cancún,
después de todo solamente estábamos en la casa (mi primera casa), mi padre, mi
hermana Tania y yo; ya que mi madre no pudo ser capaz de soportar el calor
nuevamente, se regresó al Estado de México, con mi sobrino (Karina no había
podido ir a Cancún). Solamente podía estar melancólico por la triste despedida
que le di a mi niña hermosa, Fanny. Ya pasando todo este problema en el que
estuve ausente durante tres o cuatro meses, tuve la oportunidad de pedirle a mi
padre que en verdad quería regresar a México y viendo en la situación en la que
estábamos, me dio la oportunidad, y regresar al bachilleres.
Al fin regrese al Estado de México, estaba feliz de tener la oportunidad de volver
a ver a Fanny, pero antes tenía que esperar, porque quería sorprenderla, lo que
así fue, regrese, y no quiero volver a irme. Lo malo es que ahora ya que estamos
bien y felices de nuevo, Fanny últimamente ha tenido muchas dudas sobre nuestro
futuro, y está bien pero, la verdad no necesito a nadie más que me haga feliz, ella
es la única, es mi primer y único amor, y quiero que sepa que, en verdad la amo
tanto, y sé que Fanny tiene una vida por delante, pero yo, sé que he de morir
antes de tiempo, por mis enfermedades, lo malo es que no sé si es que pueda
verla antes de mi último suspiro, eso es a lo que más temo, a ya no poder verla
más, sabiendo que se acabó; lástima que nada dura para siempre, pero me
gustaría que ella intentara al igual que yo. Desearía morir ante su lecho
extendiéndome sus brazos en el que me transporte hacia la muerte con el eterno
abrazo del amor, al que yacía mi alma cansada de mi corto y difícil recorrido
llamado vida.
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Me gustaría hacerle el amor, por lo menos una vez, me gustaría que nuestros
cuerpos se unan entrelazados sobre el brillo blanco de las sabanas y sentirnos a
cada rose piel a piel, escuchar el rápido palpitar de nuestros corazones tanto de
nuestra respiración, en la que nos podamos consumir con un simple suspiro mutuo
de tanta pasión, amor y felicidad, quisiera tener a mi niña entre mis brazos para
poder abrazarla y poder besarla en ese momento como si el mundo se fuera a
acabar, observar atentamente su linda figura, recorrerla cada vez más y
adentrarme a sus misterios, para poder llegar a su ser. Quisiera recordar cada
línea bien torneada de su hermoso, pequeño y exquisito cuerpo de mujer. Seguir
corriendo de sus lindas piernas, pasar por su exquisita vagina y beber el dulce
néctar de miel que produce, seguir por el monte de venus, recorrer sus suaves
dunas de su vientre, pasando por sus frondosos y delicados pechos, para poder
así terminar en su suave y jugosa boca. Quisiera entrar sobre ella tantas veces,
mientras que al darme cuenta derramar lágrimas corriendo sobre mi regazo por la
emotiva felicidad que emana aquel acto de amor puro, para el que lo ve como arte
más no como morbosidad. Al morir quisiera tener esos íntimos recuerdos en mi
mente antes de desfallecer, llevarme conmigo algo que valió tanto la pena, por
hacerlo con esa persona a la que amó, Estefanía Vázquez Suarez, amarte es un
gran placer.