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Cuando permitimos que el objeto de nuestra adoración no sea Dios, sino que sea
cualquier otra cosa, entonces estamos practicando una falsa religión, que está
acomodada a nuestros deseos egoístas.
En este texto el Señor Jesucristo enseñó que solo existe una forma para que una
persona pueda entrar al reino de los cielos: tener una justicia superior a la de los
escribas y fariseos. Cualquier cosa menor a esta demanda es inútil. Solo una práctica
que supera la apariencia de piedad, una práctica que tiene como centro de su vida a
Cristo, es el tipo de comportamiento que honra a Dios. Lo demás, es basura.
Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento enseñan que Dios no hace acepción de
personas. Seguramente hay quien piensa que Dios es injusto por haber escogido al
pueblo de Israel, y que por lo tanto Israel está exento de las demandas de justicia de
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Poniendo especial atención a esta última, mencionaba lo siguiente: Cuando usted fue
salvado por Cristo, usted fue unido a Cristo y delante del Padre usted es como Cristo.
Sin embargo en este mundo, aún seguimos luchando contra el pecado, y para vencer
el pecado, debemos parecernos cada vez más a Cristo.
nosotros mismos, lo que implica una aceptación total a la voluntad de Dios, y este
mandato es parte de la voluntad de Dios para su vida.
Pensemos en lo siguiente:
a. ¿Cómo podemos parecernos más y más a Cristo?
b. ¿Cuál es la ruta que debemos seguir para que nuestra vida tenga cada vez más
similitud a la vida de Cristo?
La respuesta inmediata es, siguiendo el ejemplo de Cristo. Pero, ¿Cuál fue el ejemplo
de Cristo? Obedecer al Padre, tal como lo explica en Juan 5:30
Si Dios, siendo Dios, con todos los derechos y privilegios, escoge no tener preferidos
o favoritos, ¿no deberíamos nosotros seguir ese ejemplo? Cuando nos unimos a
Cristo, debemos esforzarnos por actuar de la misma forma que Cristo obró.
Podríamos pensar que Pedro, Jacobo y Juan fueron los discípulos favoritos de Cristo,
pero al leer los evangelios y el resto del Nuevo Testamento, entendemos que ellos
fueron un grupo de hombres con quienes el Señor trabajó de una forma particular.
Pero no había favoritismo en Él. Entonces el mandato es muy claro.
Ahora, ¿Cuál es la razón por la que no debemos tener nuestra fe en Cristo con
favoritismo? La respuesta es maravillosa: La naturaleza de Cristo.
Simón Kistemaker dice: “Pablo en 1 Cor. 2:8 usa la expresión el Señor de la Gloria.
Esto es idéntico a la referencia al “Señor de la gloria” que encontramos en Hch.7:2
del discurso de Esteban. Ambos títulos traen a la memoria la gloria del Señor que
posó sobre el tabernáculo en el desierto y lo colmó”.
Solo cuando hemos aprendido a apreciar la gloria de Cristo como lo más valioso,
cualquier cosa en este mundo, cualquier cosa, es nada comparada con el infinito valor
de contemplar la extraordinaria gloria de Cristo. Solo cuando atesoramos a Cristo
como lo más preciado para nuestra vida, entonces podremos quitar nuestros ojos de
las riquezas terrenales.
Si una persona no hace de Cristo su más preciado tesoro, nunca va a poder alejarse de
los placeres que el mundo ofrece, incluyendo el favoritismo. La mayor fuente de gozo
y deleite para el cristiano es apreciar la gloria de Cristo.
El predicador puritano John Owen dijo lo siguiente: “Ver la gloria de Cristo es una
de las experiencias y uno de los más grandes privilegios posibles en este mundo y en el
venidero. Ahora en esta vida al contemplar lo gloria de Cristo, somos transformados
en Su semejanza (2 Cor. 3:18). En la vida venidera, seremos semejantes a Él porque le
veremos tal como Él es (1 Jn. 3:2)”
Solo una persona que tiene una fe genuina, y la deposita de una forma dependiente
en Cristo, es preparada y capacitada por el Espíritu Santo para apreciar a nuestro
“glorioso Señor Jesucristo” a través de esa misma fe.
¿Cómo es su fe en Cristo?
Es común que se preste una atención especial a las personas adineradas y se desprecie
a las que no tienen la “apariencia” de ser adineradas. Cuando una persona actúa de
esta forma, está dando muestra de las intenciones y los deseos que hay en su corazón:
el Amor al dinero.
Así como existe un contraste entre la apariencia del rico vestido lujosamente y el
pobre, existe también un marcado contraste entre el deseo genuino de una persona
que busca agradar a Dios a través de confiar plenamente en Él y atesorarlo, y una
persona que no confía en Dios, sino que busca su estabilidad en las cosas materiales,
especialmente las riquezas.
El Señor Jesucristo dijo en Mateo 7:1 “No juzguéis para que no seas juzgados”.
Nuevamente, no es una recomendación, es un mandato. Tener parcialidad es mostrar
solo interés en la apariencia externa de las personas, pero no pone atención a los
deseos y las intenciones del corazón.
Cuando Santiago usa la palabra “malos pensamientos” es una de las palabras más
fuertes para traducir la maldad. Otra forma de traducir esto, es pensamientos
depravados.
En otras palabras, lo que Santiago quiere decir es que una persona que practica el
favoritismo es una persona que en realidad tiene los deseos más depravados y
destructivos para la persona que está rechazando.
Piense en lo siguiente, si usted tiene una fe similar a la descrita en este texto, entonces
Cristo no es lo más valioso para usted y por lo tanto, su corazón está siendo dirigido
por sus más bajos y depravados deseos, lo cual se está reflejando en la forma en que
usted habla y se comporta.