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Reseñas

Carta de Jamaica

La llamada "Carta de Jamaica", documento de hondo sentido


histórico que condensa el que habría de ser el programa político y
estratégico de la acción libertadora de Simón Bolívar, es una misiva
redactada con el propósito de dar respuesta a una comunicación
dirigida a Bolívar por un corresponsal inglés, Henry Cullen, y está
fechada en Kingston, el 6 de septiembre de 1815. En este
documento Bolívar alcanzó altos niveles de visión política, resultado
de su esfuerzo por situar la lucha por la independencia de
Venezuela en una perspectiva americana y mundial; allí expuso la
más acabada y viable teoría de la independencia de América y de
su desarrollo socio-político que se hubiera formulado hasta entonces.

¿Cuál era la situación político-militar que había llevado a Bolívar a Jamaica? Recordemos
que Bolívar invadió Venezuela con el propósito de restablecer la República, adaptándose a
las líneas trazadas en el "Manifiesto de Cartagena": con decidida preferencia por un
gobierno centralizado y fuerte, convicción que no lo abandonará jamás. Mas sus intentos
de reconstruir la República fracasaron. De una parte, el sector civil de aquellos que Bolívar
señaló como responsable del fracaso de la primera república no se mostró persuadido de
que fuese necesario instaurar el despotismo para luchar contra la opresión; de otra parte,
la reacción realista brotó en los campos, al calor de las luchas por la igualdad social y en
contra de los criollos esclavistas, en la figura de José Tomás Boves, quien al frente de una
legión de llaneros y esclavos arrolló las guarniciones y ejércitos republicanos y ocupó
Caracas el 8 de julio de 1814, obligando a Bolívar, derrotado pese sus victorias en la
primera batalla de Carabobo y en la de San Mateo, a abandonar la ciudad en retirada
hacia el oriente del país, acompañado de numerosos civiles.

Boves era feroz, de violencia que expresaba fielmente el tono de la lucha, que recordaba
la de los implacables conquistadores del siglo xvi; las masacres cometidas por Boves —en
nombre de la defensa de la idea realista— fueron espantosas. Bolívar no vaciló en tomar
decisiones que lo mostraron capaz de una violencia y una ferocidad equiparables a las de
Boves: poco antes de abandonar la ciudad de Caracas, y para asegurar la retaguardia,
ordenó ejecutar novecientos prisioneros y heridos realistas. Esta guerra, en especial, era a
muerte, y no había otra forma de librarla. Los republicanos no consiguieron resistir a las
fuerzas de Boves en el oriente de la República, pese a que éste murió en batalla el 5 de
diciembre de 1814.

En medio de discusiones y recelos que dominaban las relaciones entre los jefes militares
republicanos, Bolívar había salido de Venezuela el 7 de septiembre de 1814, derrotado
militar y políticamente. Retornó a la Nueva Granada, donde halló un ambiente hostil que lo
obligó, luego de algunos reveses políticos y militares, a refugiarse en Jamaica, a mediados
de mayo de 1815. Mientras tanto, se había fortalecido el poder español en Venezuela, y a
comienzos de abril desembarcó en la Isla de Margarita el ejército de la Metrópoli al mando
de Pablo Morillo.

¿Quién era Bolívar en Jamaica? Un refugiado que se debatía entre las angustias de
luchador reducido a la impotencia y las pequeñas miserias y traiciones —incluido un
atentado contra su vida—, mientras su espíritu no cesaba de alentar un sólo propósito: la
reanudación de la lucha.

En la redacción de "La carta de Jamaica", Bolívar usa la técnica de retomar apartes de la


carta de Henry Cullen para dar respuesta a las inquietudes de su corresponsal. Luego de
una introducción donde se declara impotente para dar un concepto acerca de los destinos
políticos del Nuevo Mundo y lamentar las grandes tropelías y crímenes cometidos por los
españoles durante la Conquista, hace un balance de las diferentes regiones que
componen la América, demostrando exactos conocimientos sobre la población.

A continuación hace una valoración casi profética de la campaña de pacificación en la que


estaba empeñada la corona española, por medio del general Morillo y su poderoso
ejército; y apunta juiciosamente que el epicentro del movimiento independentista debía ser
la Nueva Granada, dadas las cualidades estratégicas de esa región de América. Escribe
así el Libertador a su corresponsal inglés:

"La Nueva Granada que es, por decirlo así, el corazón de la América, obedece a un
gobierno general, exceptuando el reino de Quito, que con la mayor dificultad contiene sus
enemigos por ser fuertemente adicto a la causa de su patria, y las provincias de Panamá y
Santa Marta que sufren, no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millones y medio de
habitantes están esparcidos en aquel territorio, que actualmente defienden contra el
ejército español bajo el general Morillo, que es verosímil sucumba delante de la
inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomase, será a costa de grandes pérdidas, y
desde luego carecerá de fuerza bastante para subyugar a los morigerados y bravos
moradores del interior".

Efectivamente, Morillo logra llevar a cabo sus planes de reconquista, pero es vencido por
Bolívar y su ejército de llaneros en el interior de la provincia, en la batalla de Boyacá.
Posteriormente, Bolívar usará la Nueva Granada, a la que llamara "el corazón de América",
como plataforma para lanzar la campaña independentista hacia todos las regiones del
continente.

En otra carta diferente a la que nos ocupa, pero también fechada en Kingston, resume
Bolívar su visión de la política internacional de la época en lo que respecta a nuestro
continente:

"La filosofía del siglo, la política inglesa, la ambición de la Francia y la estupidez de


España, redujeron súbitamente a la América a una absoluta orfandad, y la constituyeron
indirectamente en un estado de anarquía pasiva. Las luces de algunos aconsejaron la
independencia, esperando fundadamente su protección en la nación británica, porque la
causa era justa. La masa general de los pueblos fue dócil al principio y siguió la senda del
bien. Pero, vueltos los españoles de su primera sorpresa, porque la Inglaterra les volvió la
esperanza, dirigió su atención a no recobrar su antiguo dominio ni a conquistar para
poseer: con el fuego y la espada en la mano, su proyecto es reducir, [por] segunda vez, a
soledad esta mitad del mundo que su impotencia no puede conservar".

Una de las reflexiones claves acerca de los destinos políticos del Nuevo Mundo está
contenida en este párrafo. Bolívar intuye que la obra de independencia es sólo un eslabón
en la larga cadena de conquistas políticas que llevan a la libertad, uno de los tres ideales
cumbres de la Revolución Francesa, de la que Bolívar es consciente producto:

"‘Es más difícil —dice Montesquieu— sacar un pueblo de la servidumbre, que subyugar
uno libre’. Esta verdad está comprobada por los anales de todos los tiempos, que nos
muestran, las más de las naciones libres, sometidas al yugo, y muy pocas de las esclavas
recobrar su libertad. A pesar de este convencimiento, los meridionales de este continente
han manifestado el conato de conseguir instituciones liberales y aun perfectas, sin duda,
por efecto del instinto que tienen todos los hombres de aspirar a su mejor felicidad posible;
la que se alcanza, infaliblemente, en las sociedades civiles, cuando ellas están fundadas
sobre las bases de la justicia, de la libertad y de la igualdad. Pero, ¿seremos nosotros
capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difícil carga de una república? ¿Se
puede concebir que un pueblo recientemente desencadenado se lance a la esfera de la
libertad, sin que, como a Ícaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo? Tal
prodigio es inconcebible, nunca visto. Por consiguiente, no hay un raciocinio verosímil que
nos halague con esta esperanza".

La "Carta de Jamaica" es uno de los documentos donde con mayor claridad encontramos
justificación para la emancipación de las colonias españolas. El olfato político de Bolívar
era excepcional y las razones aducidas a Henry Cullen no pueden ser más juiciosas.

Las aspiraciones de independencia de América están consignadas en otro documento, "El


memorial de agravios", escrito por el jurista Camilo Torres, y que dio pie al movimiento
independentista. Ambos documentos resumen en su texto que, no esperando los naturales
de la región un tratamiento político justo por parte de España, era necesario para las
colonias pensar en la autodeterminación.

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