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Sociedades movedizas.

Pasos hacia una antropología de las calles


Manuel Delgado
Ed. Anagrama. 2007. Barcelona

En este reciente libro Manuel Delgado1 nos conflicto interno que encierra y que augura una
introduce en lo que lleva siendo uno de sus inte- salida posterior.
reses académicos de los últimos años: una apro- Una primera acotación distinguiría entre la
ximación hacia una antropología de las calles, de polis y la urbs. La primera correspondería a la
la experiencia urbana. Así en cierta medida, se ciudad concebida, diseñada y proyectada por los
podría considerar esta obra como una continua- diferentes órganos: políticos, arquitectos, urba-
ción de sus anteriores trabajos, aunque con algu- nistas, etc., mientras que la segunda sería la ciu-
nas singularidades que pasaremos a subrayar. dad practicada, usada, paseada. Estos dos entes
El volumen se divide en dos partes diferen- estarían en relativa disputa, ejerciendo la polis
ciadas. La primera donde se va delimitando pau- un continuo intento de control para someter e
latinamente el objeto de estudio, lo urbano, así imponerse a la urbs, al que ésta se resiste debido
como sus rasgos o características fundamentales, a sus propias características intrínsecas. Un
para abogar luego por una metodología que sea intento de hacer la urbs inteligible, entendible,
capaz de abordarlo en sus peculiaridades. Aquí gracias al cuál se podría controlar y gestionar.
se pueden encontrar rastros de las ideas genera- La calle y sus adyacentes poseen la caracterís-
les expuestas en El animal público. En cambio, tica fundamental de acceso amplio no restringido,
la segunda parte está dedicada a los conflictos y una accesibilidad abierta a la inmensa mayoría de
exclusiones que se producen en los contextos seres, rasgo primordial de este pasaje social del
urbanos, convirtiéndose esta parte (más si cabe, afuera, el pasaje social callejero. Y decimos pasa-
el último tercio del libro), en una problematiza- je, pues los elementos que se encuentran allí alu-
ción de todo lo precedente, debilitando, incluso, den mucho más a desplazamientos que a enclaves.
las líneas generales expuestas con anterioridad. Lugares de encuentros leves, efímeros, lugares de
Ésta sería la mayor singularidad respecto a sus tránsito, de “ires y venires”, donde existe una
obras anteriores, percibiéndose un punto de fuga multiplicidad de interrelaciones mínimas, en
para futuros trabajos. Utilizando el lenguaje de muchos casos, “comienzos” que tienen cifrada su
Delgado se podría considerar Sociedades muerte casi en el mismo instante de producirse.
Movedizas como un libro umbral, liminal, por el Pues en la vida urbana los agentes poseen un
1 Manuel Delgado es profesor titular de Antropología Social en la Universidad de Barcelona. Entre sus obras
recientes se podrían destacar El animal público (XXVII Premio Anagrama de ensayo, 1999), Ciudad liquida,
ciudad interrumpida. 1999, y Disoluciones urbanas. 2002, (ambos) Medellín. Editorial Universidad de
Antioquia.

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conocimiento mutuo escaso, reinado de unas rela- siones o “patrones” mediante una apropiación del
ciones basadas en las apariencias, en el anonima- terreno urbano que, a veces, rompe la movilidad
to y el distanciamiento (prudente). Todo ello difi- para la que está diseñada la ciudad sustituyéndo-
culta cualquier fijación, marcación o anclaje, “-lo la por una movilización grupal; creadora de un
urbano- colosal artefacto de hacer y deshacer ente común propio, perecedero, pero no por ello
nudos humanos que no puede detener su intermi- irrelevante, pues dicha movilización grupal expre-
nable labor” (Delgado. 2007: 8). A diferencia de sa una fuerza, un apoderamiento social.
lo que son los lugares habitados (los adentros ten- Pero es a partir del último tercio del libro
dentes o más proclive s a una institucionaliza- cuando la crítica de nuestro autor se torna más
ción), donde las relaciones se basan más en iden- mordaz y radical, agudizándose a la par, la pro-
tidades establecidas gracias a un mayor conoci- blemática del libro como conjunto. Aquí se nos
miento mutuo, espacio reservado para los conoci- muestran las excepciones a la regla de una mane-
dos y semi-conocidos -ámbito privado-, sitio de ra tal que, aunque no conforman un mínimo de
relaciones más o menos definidas y organizadas. estructuración teórica diferente a la expuesta, sí
Relaciones “dóciles” al estudio e interpretación que dejan intuirla. Estas excepcionalidades
del científico social. Lo urbano por su parte, es el serán: “inmigrantes, minorías étnicas” (p. 200),
requisito imprescindible desde donde parte una mujeres y niños, cada uno en diferentes grados,
estructuración posterior, por lo que, re-presenta pero todos relegados o minusvalorados de esa
todo lo contrario a cualquier fijación duradera, experiencia urbana que parecía igualitaria e
urbs caracterizada más bien por una potencialidad igualadora. Y decimos que estas excepciones
intrínseca, heterogénea y compleja. Al modo desarrollan un conflicto con las anteriores tesis
como el rito de paso posibilita el tránsito de una expuestas en el libro pues afectan a uno de los
identidad a otra, siendo la negación de ambas, el principios fundamentales de la urbs, esto es, el
espacio urbano acoge ese proceso liminal que acceso amplio de la mayoría de individuos.
posibilitaría unos “enclaves”, unas identidades y Paradójicamente nos dice el propio autor en esta
unas institucionalizaciones, siendo por consi- parte del libro “ese espacio público en que se
guiente su negación complementaria y necesaria. concreta la realización del republicanismo kan-
Las herramientas conceptuales necesarias tiano al que Habermas dedicara una brillante
para abordar el estudio de las relaciones que se reflexión, no existe. Ese espacio público accesi-
producen en las calles (y sus adyacentes) vendrían ble a todos se disuelve en cuanto los controles y
de la mano del interaccionismo simbólico, la las fiscalizaciones desmienten su vocación
etnometodología y la dramaturgia goffmaniana democrática o cuando el sistema de mundo que
fundamentalmente, subrayando, los precedentes padecemos hace de ellos espacios no para el uso,
trabajos de la Escuela de Chicago. La peculiari- sino para el consumo” (p. 197). Estas excepcio-
dad que une estas corrientes teóricas es su mayor nes desarrollan con relativo existo lo que a pri-
sensibilidad por lo “micro”, una sensibilidad que mera vista se le podría criticar a Sociedades
configura una mirada con un gran respeto por lo Movedizas (acusándose su falta en los capítulos
real, siempre atentos a lo imprevisible, al indi- precedentes), esto es, interrelacionar la vida
cio, incluso a lo contradictorio y azaroso, rele- urbana con otras áreas o ámbitos sociales: políti-
gando la metodología a la esfera de simples cos, económicos, etc., es decir, insertarlo dentro
estrategias de aproximación, y no dejando que del cuerpo social.
obstruyan o encaminen la investigación. Nuestro Gracias a esta inserción descriptivo-analítica
autor realiza una reivindicación radical de la se comenzarían a vislumbrar posibles lógicas
etnografía basada en la observación participante dominantes que tenderían a jerarquizar el peculiar
sobre el terreno, que por el ámbito donde se pro- campo social en que nos encontramos, por más
duce -en el espacio urbano- tiene unos niveles de que esta jerarquización sea más frágil o diferente
intrusión mínimos, pues el etnógrafo puede ser a la de otros campos sociales, en definitiva, sea
fácilmente confundido con un transeúnte más. propia a la urbs. Así, Delgado nos indica “ni que
En la segunda parte del libro se nos presenta la decir tiene que la proliferación en tantas ciudades
calle cargada de conflictividad y pugna, donde los de todo tipo de reglamentos presentados eufemís-
diferentes actores intentan imponer sus cosmovi- ticamente como de “ciudadanía” ha generalizado

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ese acoso no sólo contra la visibilización de los categorías, sino también los rasgos y caracterís-
inmigrante s pobres, sino contra todo aquel que no ticas, cuando muchas de éstas pueden ser comu-
esté en condiciones de demostrar -aunque sea nes y/o compartidas a las dos posiciones catego-
mentira- su pertenencia a la clase media o que no riales contrapuestas, como dice Haraway: “la
sea capaz de demostrar su competencia para imi- principal distorsión consiste en la ilusión de
tar lo que se entiende que es su estilo de conducir- simetría que hace que cada posición aparezca,
se en público” (p. 198). primero, como alternativa y, segundo, como
Esta inserción de la urbs dentro del cuerpo mutuamente excluyente” (Haraway. 1995: 334)3.
social no sólo se preguntaría por quién es y de Así Delgado tiende a cargar las tintas sobre lo
dónde viene el sujeto que aparece en el espacio urbano como lo indeterminado e inorgánico, lo
urbano y si esta procedencia le capacita para des- difuso, lo fortuito, lo cambiante, lo heterogéneo
envolverse con mayor o menor éxito en este y complejo, e incluso nos dice, “espacio percibi-
ámbito social, sino también se preguntaría por do, practicado, vivido, usado, ensoñado” (p. 14),
las influencias ejercidas en la experiencia urba- tendiendo a quedar por la mera alineación de las
na, tanto por las lógicas económicas capitalistas oposiciones, lo determinado, fijado, concebido,
(la especulación inmobiliaria, la destrucción de inteligible, coherente, estable, estructurado y
vínculos sociales por una determinada organiza- homogéneo del lado de lo que no es su objeto de
ción productiva como nos muestra Richard estudio, de lo que no es lo urbano, esto es, de la
Sennet en La corrosión del carácter), como por estratificación social, las subjetivaciones y la
las consecuencias de la venta de la ciudad en sociedad más institucionalizada.
tanto que “marca registrada” dentro del mercado Pero esta crítica a la argumentación dicotómi-
turístico mundial -algo que Manuel Delgado ha ca no debe precipitarse, pues hay que entender
expuesto muy bien en otras partes2-. E incluso, la que, lo que el libro es, es una exploración, un
interrogación podría ir dirigida a investigar la intento de adentrarse por terrenos no muy trilla-
relación existente entre la estratificación social y dos o practicados por la antropología y la teoría
la vida urbana, es decir, si existe una mayor social en general, de ahí que utilice o recurra a
“vida callejera” cuando existe una estratificación oposiciones y argumentos disyuntivo s demasia-
social desigual fuertemente instaurada, como do arriesgados, que es lo único que le reprocha-
reacción a ésta, u ocurre todo lo contrario. ría esta crítica superficial: la peligrosidad de
Así dos serían las críticas que entendemos se dicha argumentación. Esta forma de argumentar
podrían hacer a Sociedades Movedizas, una más o exponer tiende a radicalizar los opuestos, exa-
superficial que se deriva de la escritura, del gerando y sobrevalorando las diferencias, e
modo de exposición elegido, y otra más profun- infravalorando los aspectos comunes a ambos
da, en la medida que desvela carencias del marco extremos. Tal vez, argumentación pertinente
teórico utilizado. La primera vendría a señalar para trabajos exploratorios o primeras indagacio-
los peligros del método de exposición que sigue nes, pues se gana en simplificación, demarca-
Manuel Delgado, consecuencia de que a lo largo ción, diferenciación y aclaración, aunque se pier-
del libro -y sobre todo, en la primera parte, en la da en cuanto a precisión y complejidad.
que se nos apunta: “trata cuestiones teóricas y Una segunda crítica más profunda se encami-
metodológicas de orden general” (p. 20)-, se uti- naría a los fundamentos teóricos. Así, los déficit
lizan las oposiciones y el argumento disyuntivo que se le pueden señalar a Manuel Delgado son
para ir paulatinamente vislumbrando el objeto de los mismos que se le aplican a las corrientes
estudio, a lo que nos estamos refiriendo cuando sociológicas que le han inspirado, esto es, el
se alude a lo urbano. Pues bien, esta forma de interaccionismo simbólico, la etnometodología y
exposición tiene sus riesgos, debido a que el la dramaturgia goffmaniana, en la medida que
argumento dicotómico tiende a oponer no sólo tienden a considerar un espacio no estructural,

2 Para una ampliación de Delgado sobre este tema ver los artículos Trivialidad y trascendencia. Usos socia-
les y políticos del turismo cultural y Ciudades de Mentira. El turismo cultural como estrategia de desactiva-
ción urbana, aportaciones al 1er. Simposio Internacional sobre Turismo Cultural celebrado en Valladolid, 1999.
3 Donna J. Haraway. Ciencia, cyborgs y mujeres. La reinvención de la naturaleza. Cátedra. 1995. Madrid.

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homogéneo e indiferenciado entre los actores en res racionales de fines y medios. Para Bourdieu
juego. Por consiguiente, también, en Sociedades ésta no es la lógica de la práctica de los agentes,
Movedizas se puede percibir un excesivo presen- sino la lógica de la práctica del científico social
tismo situacional en las descripciones analíticas, proyectada sobre los agentes estudiados, el habi-
donde el análisis (“micro”) centra su atención en tus de horno academicus universalizado al objeto
la relaciones cara a cara, descuidando las carac- de su estudio (sesgo intelectualista).
terísticas estructurales (“macro”) presentes. En segundo lugar, Bourdieu reprocha a estas
No es que las relaciones cara a cara no tengan teorías la incapacidad de dar fe y analizar los
el estatus o “pedigrí” suficiente para centrar una marcos de la vida cotidiana (somatizados en el
investigación en ellas4, sino más bien, que exis- agente, tipificaciones in-corporadas, en-carna-
te una tendencia en estos análisis “micro” a ver y das, como refleja el concepto de habitus de teó-
dibujar las relaciones entre los agentes con una rico francés), pues al representarse éstos de una
relativa simetría, pues entenderían a éstos como forma histórica, desde un presente en continua
iguales o cuasi-iguales, desde el momento en que negociación, ofrecen la apariencia de una liber-
todos poseen la capacidad de ejercitar unas míni- tad o potencialidad cuasi-ilimitada, minusvalo-
mas formas de actuar y comportarse (distancia- rando su origen -además de ocultarlo-, su multi-
miento, desatención cortes, anonimato, reserva, determinación estructurante. En otras palabras,
etc.), unas categorizaciones, unos “míninos para Bourdieu estas categorizaciones sociales
acuerdos lingüístico s” (p.185), “valores y signi- harían referencia a una violencia simbólica deri-
ficados compartidos” (p. 175), en definitiva, vada de una estructuración social, en ningún
unos patrones sociales. “Stock compartido” o modo estable, sino todo lo contrario, en continua
patrones sociales escasamente analizados en pugna y conflicto, pero desde unos límites que
cuanto a su procedencia y genealogía, produ- serían los marcados por los enfrentamientos o
ciéndose, indirectamente, una distorsión de las luchas anteriores, por la estructuración anterior,
relaciones de poder existentes. Si bien es cierto, por el devenir histórico.
que nuestro autor dedica la última parte del libro Esta interrelación con los demás campos
a desarrollar las excepciones a las reglas genera- sociales, mezcla de ámbitos sociales en la misma
les expuestas con anterioridad, éstas no dejan de situación cara a cara, además de la configuración
ser simplemente eso, excepciones, pues no lle- teórica de una lógica de juego de dominación
gan a conformar un mínimo de estructuración propia de la experiencia urbana, es quizá la
social del campo estudiado, una lógica jerarqui- mayor carencia de Sociedades Movedizas, pues
zación social o juego de relaciones de poder, en se puede pensar que, lo mostrado al final del
relación a otros campos o ámbitos sociales e libro son meras excepciones. Así jugando con el
interiormente a él. titulo, un acérrimo defensor habermasiano del
Cabe recuperar aquí la crítica que Bourdieu le espacio público (que no del espacio urbano)
hace al interaccionismo simbólico y sus deriva- igualitario e igualador las podrían denominar
ciones, en dos puntos. Primero, es discutible que como suciedades movedizas minoritarias, cuan-
las prácticas de los agentes sean tal como se nos do más bien, estas excepciones son indicios de
muestran, esto es, excesivamente intencionales, una desigualdad social que tiende a mostrarse y
conscientes o utilitarias, por lo que correlativa- reproducir’se hasta en los aspectos más ínfimos,
mente, las acciones y sus consecuencias serán hasta en la urbs.
“pactadas”, “negociadas”, “acordadas” o “impug-
nadas” desde unos sujetos que interpretan el Miguel Alhambra Delgado
mundo en términos de oportunidades, analizado-

4 Subrayar la reivindicación y defensa de Goffman, a lo largo de toda su trayectoria académica, de las situa-
ciones cara a cara como legítimos objetos de estudio, como muestran Jean Nizet y Natalie Rigaux en La socio-
logía de Erving Goffman. 2006. Melusina. Barcelona. Idea que compartimos.

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