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2010

MANIFIESTO POLÍTICO
MUNDIAL
de los Demócrata Cristianos
Separata de informe ODCA Nº 44

Prologo de Ing Msc Francisco Javier González Rodríguez


Recopilación Ing Pedro A González R
Partido Social Cristiano COPEI
27/02/2010
PROLOGO A ESTA EDICIÓN DIGITAL

No pretende esto ser una revisión extensiva, sino más bien una presentación muy breve para
actualizar el contexto de un documento que se transcribió tal cual fue escrito, esto motivado que
ya abordamos el fin de la primera década del siglo XXI, estamos en el comienzo del tercer lustro de
este nuevo siglo, las cosas han cambiado muy significativamente, acá en el occidente vemos un
claro retroceso de las izquierdas militaristas que en la última década del siglo XX marcaban una
tendencia hacia el renacer de las doctrinas pro-comunistas en el nuevo mundo.

El mundo ya cambiado muy significativamente ya que hoy día se habla de derechos humanos, más
concretamente del respeto a la dignidad de la persona humana en países musulmanes, al punto
que se habla de partidos políticos de centro en estos países, incluso se orienta el enfoque hacia
ver la democracia como un derecho humano y no como un sistema de gobierno, en detalles más
complejos.

En cuanto a las Américas, a la fecha casi medio continente es regido por dictaduras militaristas de
tendencia marxista, o por regímenes pro-marxismo que bajo la mesa amparan y da cobijo a las
fuerzas pro-marxistas, en claro retroceso a la orientación mundial y los enfoques que se buscan a
nivel de las Naciones Unidas, parecer ser Centro y Sur América el último refugio del populismo,
militarismo, narco-tráfico y la mediocridad política.

Existe una gran deuda social que en países como Venezuela ha sido caldo de cultivo para el
ascenso al poder de factores perturbadores quienes han sabido usar en su beneficio el continuo
reclamo por políticas sociales cónsonas de parte de sus gobernantes, las cuales a la fecha no se
han traducido en las acciones demandadas.

Las últimas semanas han sido complejas crisis en el medio oriente de las cuales no se sabe si son
fruto de la demanda democrática o si radicales extremistas musulmanes buscan cerrar más la línea
de ataque contra el mundo occidental, más que contra USA como lo plantean los mas simplista
sino contra las ideas de la democracia y la justicia social, como ya lo plantea el manifiesto.

El contexto hasta cierto punto esta desactualizado, para los escenarios bajo los cuales se concibió
el manifiesto, sin embargo se erige como una aviso que no fue tan tomado en cuenta como debió
y razón por la cual, basta ver como el creciente pragmatismo que rige el escenario político
venezolano, que no ha hechos sino asistir el régimen antidemocrático en sus intenciones para
prolongarse en el ejercicio del poder, sin embargo, no puede obviarse que la democracia
participativa es un fruto, del debate interno de la democracia cristiana, hoy día no se vive al menos
en Venezuela sino en una cruel y cínica sátira que deforma los planteamientos de la Democracia
Cristiana.

En el fondo de todo esto el problema subyace que el hecho que se debe admitir, aceptar y luego
trabajar en el hecho que el estado no es sino un simple administrador, el partido no es sino una
sociedad intermedia que sirve para identificar las orientaciones éticas de quienes militan en sus
filas, hoy en el caso Venezuela una sociedad civil organizada pretende competir con los partidos
políticos, puesto que estos últimos se han transformado en una suerte de empresas de maletín
que vela solo por el interés financiero y económico de algunos de los máximo dirigentes de su
cúpulas y ni siquiera por todos sus agremiados.

El mañana de Venezuela no está claro, la democracia cristiana es una minoría que en porcentaje
solo sirve para determinar cual bando se hace de la victoria, pues es un secreto a voces que tanto
para la izquierda militarista que gobierna el país que para la izquierda supuestamente democrática
la Democracia Cristiana constituye poco menos que un obstáculo que debe ser execrado, sobre
esta última afirmación asumo la responsabilidad por su formulación, puesto creo que en tanto la
Democracia Cristiana no asuma la orientación del gobierno en Venezuela en sus tres niveles, no
habrá suficiente justicia social para todos y no se creara sino mayor resentimiento que terminara
alejando cada vez más a Venezuela del mundo libre.

Un lugar común en la política Venezolana es la ostentosa ignorancia de sus figuras clave, quienes
hablan de un universo bipolar entre el capitalismo y el comunismo, ignorando que el máximo gurú
empresarial del mundo que tercamente llaman capitalista Peter Ducker escribió un libro sobre el
post-capitalismo, indicando que esta tendencia era claramente no socialista ni capitalista, era todo
aquello que estas no eran, es un libro que recomiendo leer para entender que si bien el
capitalismo desapareció antes del inicio de la primera guerra mundial, ya para mediados de los
setenta podía preverse la caída del comunismo y sus derivados.

Hay un gran compromiso de la democracia cristiana hacia latinoamericano, que aun no ha


alcanzado la etapa en la cual cada uno asume para sí la parte que le toca y la ejecuta, hoy día no es
sino una gran idea, una esperanza a la cual pocos le dedican tanto como deberían, pues los
enfoque pragmáticos, populistas, mesiánicos y totalitarios actúan como los paradigmáticos
espejitos de Colon, que solo sirven para desdeñar de las ideas que se propugnan desde la
Democracia Cristiana.
MANIFIESTO POLÍTICO DE LOS DEMOCRATA CRISTIANOS

Prólogo

Latino Americano

ODCA entrega a los militantes demócratas cristianos de América el texto aprobado del Manifiesto
de la Unión Mundial Demócrata Cristiana.

Es el fruto de un largo esfuerzo doctrinario proseguido a través de las experiencias de todos los
partidos demócratas cristianos, desde su respectiva fundación hasta los momentos presentes.
Intenta exponer los grandes temas que agitan hoy a la Humanidad y, al mismo tiempo, orientar las
perspectivas de solución para todos ellos. La Democracia Cristiana es una gran idea universal, pero
sus partidos se mueven con libertad dentro de ella y pasan por experiencias diferentes. El análisis
de los problemas y la unificación de los criterios en nociones rectoras fundamentales, con
significación práctica inmediata, obligó a un minucioso examen.

El Manifiesto representa pues, antes que nada, esa síntesis doctrinal y política.

Los principios esenciales del humanismo cristiano sobre el hombre y la sociedad han sido
confirmados una vez más. Ellos suministran un camino inequívoco para quien desee realmente
actuar con lucidez ante los problemas de hoy. Cada hecho que sacude a la Humanidad, en estos
días, sirve para valorizar y distinguir a quienes se fundan, de un modo permanente y coherente, en
la idea de que el ser humano es persona y que está llamado, por su propia naturaleza, a vivir en
una comunidad plena.

Por eso mismo, el Manifiesto apunta, como tarea histórica de los demócratas cristianos, a la
construcción de una comunidad de hombres libres. Hemos dado a ese ideal histórico el nombre de
sociedad comunitaria. El concepto define, con perfecta adecuación a lo más espiritual de la raíz
cristiana y de un modo profundo y vivo el sentido de la tarea. El hombre, en sus aspiraciones
esenciales es un vivir comunitario, que constituye un mundo de fraternidad, justicia y libertad. El
Manifiesto traza las grandes líneas de esa concepción en los diversos terrenos en la política. Deja a
los partidos la libertad de actuar de manera concreta dentro de cada circunstancia y época,
siempre inspirándose en estos valores universales.

El Manifiesto debe ser entendido, pues, como una perspectiva para la actividad partidaria. Las
grandes ideas nunca dejarán de estar presentes en los hechos más inmediatos; pero, no se
confunden con ellos. Es necesario desentrañar en cada decisión el sentido de los valores
universales. Eso no se hace por una actitud meramente principista. Urge saber encarar la realidad
misma. Por eso, junto con persistir en la búsqueda de nuevas dimensiones de orden doctrinario,
los demócratas cristianos saben que la toma de decisiones políticas es un acto de responsabilidad
determinada en condiciones precisas.
Es indispensable una síntesis entre la doctrina y la práctica.

El ideal de la libertad humana marcha a través de las vicisitudes históricas.

Cada conquista de la libertad es una prueba de su verdad. Los combatientes por la liberación
humana resuelven sus problemas dentro de limitaciones o posibilidades que la realidad histórica
les presenta. Avanzan siempre pero sin recorrer el camino de una sola vez. Por eso, el Manifiesto
abre la puerta para el ejercicio de la voluntad liberadora de acuerdo a las perspectivas que cada
partido formule en su propio marco político social; siempre con la inteligencia y el corazón puestos
en el ideal universal en que se fundan.

El Manifiesto no suministra un modelo de sociedad único y definitivo. Los modelos deben ser
elaborados por los partidos, en su circunstancia, sobre la base de los principios generales
establecidos. Por ello, las menciones que el Manifiesto hace de instituciones como el parlamento,
los sindicatos, las empresas, etc. no deben entenderse referidas a las formas que ellas presenten
en el momento actual o hayan presentado históricamente sino que pretenden señalar su
contenido institucional.

La noción misma del Estado es materia de discusión. La estructura y relaciones del Estado con las
otras partes de la sociedad política nacional y de ésta con la comunidad universal varían según la
estructura político- social de que se trate. En todo caso han de buscar formas en las que se
realicen los principios de a participación y del Estado corno gerente del bien común, rechazando
os individualismos y los totalitarismos.

El tema de la estructura económica, dentro del ideal comunitario y su adecuación a la realidad, es


otro ejemplo de importancia mayor. El Manifiesto estimule el avance hacia los valores
comunitarios en la economía, en las formas de propiedad y en otros aspectos esenciales, en
ningún caso determina rígidamente las formas de existencia social o económica que deberán ser
implantadas.

En consecuencia, el Manifiesto al mencionar estas instituciones, señalen una idea orientadora y la


necesidad de realizarlas en plenitud, pero, naturalmente, no está significado que, en la realidad
pasada o presente, ellas fueron vividas de acuerdo con la doctrina. Por tanto, el esfuerzo de los
demócratas cristianos no se agota en la mera referencia do esos hechos históricos.

Todo ello importa pronunciar un juicio sobre una realidad concreta. Los demócratas cristianos
saben que el proyecto no se les ofrece en el Manifestó como un dogma, pero saben también que
su doctrina les pide respetar la libertad política y el derecho de todo el pueblo a organizarse para
la acción, y a participar en el poder.

Puestos en la coyuntura, deben sacar de la realidad y de los principios la solución acorde con la
democracia.
Los conceptos básicos de sociedad comunitaria o de democracia están, pues, concebidos
dinámicamente. Al realizarse con mayor plenitud, se abrirán nuevas formas de fraternidad, de
estructura social y de relances humanas.

Los militantes deben saber separar lo que en el Manifiesto hay de principios universales, como los
derechos de la persona humana, por ejemplo, y la modalidad que asuman las instituciones sociales
en la época de la construcción o aproximación permanente a la sociedad comunitaria. Ellos saben
que ésta última no debe ser concebida como un modelo alcanzando, en un momento dado, de una
manera cabal. La sociedad comunitaria es, como todo ideal histórico concreto, un camino siempre
-encovado hacia formas más humanizadas de existencia, fundadas en la libertad y la justicia. Por lo
mismo, la realización parcial de las aspiraciones humanistas jamás debe significar, para un
militante demócrata cristiano, que toda su capacidad creadora está agotada. Por el contrario, cada
conquista, tal corno en el caso de la libertad, es sólo parcial, y debe elevarse sobre sí misma para
alcanzar dimensiones aún más universales.

La tarea propuesta en el Manifiesto, se convierte así en un peldaño para avanzar más y nunca
debiera ser entendida como un peso sobre los sueños, las inquietudes, los impulsos ideales y la
voluntad realizadora.

Estamos también en presencia de un mensaje ético dirigido a la Humanidad entera, destinado a


estimular el empleo de métodos humanistas en la política, a despertar el verdadero sentido de lo
heroico en la juventud, el culto profundo a los valores de liberación, amistad cívica, respeto y
convivencia.

El Manifiesto no emplea la terminología habitual de aquéllos que intentan monopolizar el


heroísmo, la cultura o la solidaridad. Quiere expresarse con modestia serena, con objetividad y a
través de problemas concretos de nuestro tiempo. No hay en él ninguna palabra de ofensa o de
desprecio. Se quiere que, especialmente la juventud, reciba estas ideas con el espíritu de un
verdadero humanista, de alguien que trabaja realmente para la felicidad de todos y cada uno de
los hombres.

El Manifiesto, por fin, completa su sentido ético con un llamamiento a todas las fuerzas sociales,
políticas o culturales, capaces de oponerse a los intereses opresivos, injustos, sectarios para seguir
un camino humanista, democrático y fundado en el bien de la comunidad humana. Tal
llamamiento tiene una enorme amplitud; sin embargo no olvida la necesidad de tos límites.

No se llama a marchar dentro de una perspectiva sin contenido preciso. Lo que une es el valor
universal, ético y político del verdadero humanismo. Las tendencias tan vigentes todavía de anti
humanismo, están lejos de la línea trazada.

Ellos seguirán su camino. No es el nuestro. La tarea del demócrata cristiano es que los hombres se
liberen de todo lo inhumano de métodos humanos. Creemos que es posible un muy amplio punto
de convergencia de muchos hombres y mujeres de este tiempo en torno a esos ideales. Diversas
corrientes partidistas, diversas filosofías, diversas formas de lucha contra la injusticia o la
dictadura, bajo la sola condición de ser humanistas, pueden hallar un ideal común concreto en las
presentes circunstancias. Se asigna a los demócrata-cristianos la tarea de hacer lo necesario para
que esa unión de los humanistas sea una realidad.

El Manifiesto es, en suma, un documento de orientación, de reflexión y acción. Los Partidos


Demócrata Cristianos de América encuentran allí confirmados sus principios esenciales y las ideas
para trazar sus estrategias y sus programas; al mismo tiempo, disponen de la flexibilidad necesaria
para repensar su situación concreta a la luz de los principios.

ODCA confía plenamente en que la lucha por la liberación del hombre americano en busca de una
sociedad comunitaria recibirá un aporte significativo con el análisis, discusión y divulgación del
presente documento.
Manifiesto político Mundial

De los Demócratas Cristianos


Preámbulo
Nosotros, demócratas cristianos, constituidos en partidos y movimientos populares y liberadores,
reafirmamos nuestra voluntad de servir a todos los pueblos del mundo, en particular a aquellos
sometidos a dominación cultural, política o regímenes totalitarios y opresivos.

Ofrecemos un sistema origina fundado en concepciones éticas, humanistas y democráticas, que


supera, por un lado, los sistemas individualistas capitalistas y, por el otro, los colectivistas
comunistas, ambos en crisis creciente.

En las diversas situaciones políticas, culturales e históricas, la concepción personalista y


comunitaria es la base fundamental de nuestra acción y una esperanza para todos los hombres

I Ante una Nueva Era

1. Más que nunca en la historia, el hombre está en peligro, pero más que nunca también
dispone de inmensas posibilidades.

Por un lado, los desequilibrios ecológicos, el riesgo nuclear, las diversas formas de
opresión, el mal uso del poder, la pobreza y la injusticia social amenazan a la
humanidad.

Por el otro, el desarrollo científico, tecnológico y económico le permiten, por primera


vez, enfrentar problemas que aspira a resolver desde hace siglos.

El mundo exige, para estos grandes desafíos, una solución global.

2. Los grandes progresos realizados en algunas regiones del mundo en el ámbito de la


libertad, la justicia, las condiciones de trabajo, el desarrollo de las estructuras políticas,
no han impedido que a menudo gigantescas concentraciones de poder hagan al
hombre cada vez menos dueño de su propio destino, que el poder se ejerza por la
fuerza con mengua de la justicia y que aumenten las diferencias entre los pueblos al
mismo tiempo que sus desigualdades internas.
3. Esta situación se debe a la existencia de estructuras culturales, políticas, económicas y
sociales injustas. Luchamos para cambiarlas y para promover otras más humanas y
más justas, porque creemos en la dignidad del hombre.
4. Sin embargo, hay algunos hechos alentadores que señalan el comienzo de una nueva
era no exenta, como es natural, de ambigüedades. A pesar de ellas y de los peligros
indicados, intuimos que la conciencia del hombre ha cambiado: está descubriendo un
nuevo sentido de la libertad y de la responsabilidad ante sí y ante los demás, una
exigencia de solidaridad planetaria, una posibilidad de democracia viva e integral.

Cada pueblo busca asumir su propio destino, en la libertad y en la solidaridad.

Nuestra lucha por una sociedad personalista, pluralista, comunitaria y participativa, se


desenvuelve en este sentido de la historia.

II Nuestras Ideas Fundamentales

1. Los demócratas cristianos asumimos en el mundo de hoy, la misión de construir una


sociedad de hombres y pueblos libres y solidarios. En esta acción, nos inspiramos en
los valores espirituales y éticos del cristianismo, particularmente en nuestra visión del
hombre y de la sociedad.

Sin embargo, estamos convencidos que la obra de construcción de una nueva


comunidad de los pueblos debe ser realizada con el concurso de otras fuerzas
espirituales, culturales, políticas y sociales, como nosotros empeñadas en la lucha por
la libertad, la justicia y la solidaridad internacional. Estamos dispuestos a entablar un
diálogo permanente con ellas, a nivel mundial y regional.

2. Inspirados por dicho ideal, queremos promover una dinámica de la historia hacia una
comunidad libre y justa, basada en la responsabilidad y la participación de cada
persona, el respeto de todos los derechos del hombre, el pluralismo en la sociedad, la
igualdad de oportunidades, la solidaridad activa y el espíritu universalista.
3. Queremos una democracia que sea consciente de la conflictual dad social y trate de
superar las tensiones, reveladoras de desajustes, creando estructuras participativas
que las resuelvan y armonicen según el criterio superior del bien común.
4. La participación de todos supone una disponibilidad permanente para la
transformación de las estructuras: una democracia política, social, económica, y
siempre en proceso de perfeccionamiento, siempre abierta de manera que se
encamine, acogiendo los valores positivos de la tradición, hacia las más elevadas
formas de solidaridad.
5. Como movimientos y partidos populares, queremos edificar una democracia auténtica
y pluralista en la cual el pueblo sea el protagonista y realice sus valores y aspiraciones.
III Hacia una Sociedad Comunitaria

El hombre aspira a una SOCIEDAD COMUNITARIA en la cual pueda aportar sus valores éticos y
culturales para la realización de una convivencia que, tomando en cuenta las causas de los
conflictos y de las tensiones, busque su solución a través de un diálogo democrático.

Esta sociedad se diferencia de los sistemas que subordinan el hombre a la pertinencia de la


economía, creando relaciones sociales injustas.

A. DEMOCRACIA Y COMUNIDAD.

1. Estamos convencidos de que una auténtica sociedad comunitaria no se realiza sin


democracia y que una verdadera democracia no se realiza si no se orienta hacia una
sociedad comunitaria. En efecto, sólo la experiencia de la vida democrática crea las
mejores condiciones para alcanzar un consenso en el respeto del pluralismo y
promover los derechos políticos, culturales y socio-económicos del hombre.
2. El funcionamiento eficaz de la democracia exige: participación de todos, en particular
a través de los partidos políticos, los sindicatos, las organizaciones populares y otras
asociaciones intermedias, a todos los niveles de decisión política, económica y social;
sufragio universal, libre y secreto; pluralismo político; parlamento: Estado de derecho,
no confesional y con sentido social; descentralización funcional y territorial:
separación y colaboración de los poderes del Estado: libertad de información y libre
acceso a ella; superación de las discriminaciones políticas y las injusticias sociales.
3. La democracia es un proceso dinámico: es la búsqueda constante de un acuerdo
acerca de las modalidades y etapas de su propio desarrollo a fin de lograr relaciones
siempre más comunitarias.

La existencia de una oposición real e independiente asegura la posibilidad de una


dialéctica democrática. Condenarnos por tanto vigorosamente los modelos
monopartidistas, los que niegan las libertades políticas, los que mantienen el
“desorden establecido”, así como toda caricatura de democracia.

4. Hoy los derechos del hombre son frecuentemente violados. Los regímenes totalitarios,
de cualquier orientación, practican la manipulación psicológica y política, utilizan
métodos represivos, aplican sistemáticamente la tortura, persiguen las religiones,
difaman a los adversarios, niegan las reivindicaciones de los trabajadores, cultivan los
prejuicios raciales, violan la vida privada de los ciudadanos, deseducan a los jóvenes,
rechazan el sufragio universal y desconocen sus resultados.
5. La utilización de métodos y medios basados en la organización y acción populares
constituye una característica de la política demócrata cristiana. Rechazamos
enérgicamente el terrorismo y la estrategia de la guerrilla, practicada por grupos al
margen de las grandes mayorías populares. Dichos métodos provocan un aumento de
la represión interna, favorecen a los grupos dominantes y frenan el proceso de
cambios estructurales.

El fortalecimiento de la democracia y la construcción de la nueva sociedad, pueden


avanzar sólo si cuentan con una amplia participación popular, articulada y movilizada
a través de organizaciones políticas sindicales y sociales, auténticamente
representativas.

6. Nos esforzamos por crear, en el seno de las Naciones Unidas, un Consejo para la
defensa de los derechos humanos, que de pleno derecho pueda efectuar
investigaciones, formular recomendaciones a los gobiernos y plantear a la Asamblea
General mociones destinadas a sancionar a los transgresores. Promovemos una acción
para que todos los Estados ratifiquen y apliquen los pactos sobre los derechos
humanos.

B. LA CULTURA, UNA TAREA HUMANISTA Y LIBERADORA

1. Nosotros, los demócratas cristianos, perseguimos la realización integral del hombre;


por eso, afirmamos que la participación en la vida cultural es un derecho de todos y
promovernos una política que cree las condiciones apropiadas para su realización.
2. Para hacer efectivo ese derecho debe apoyarse ante todo a cada persona, a cada
grupo cultural o social y a cada pueblo para que exprese libremente sus propios
valores y costumbres, estén éstos vinculados a la tradición o surjan en nuevas
circunstancias históricas. Se debe asimismo posibilitar el acceso de todos a la cultura.
Nuestra meta es la creación de una comunidad que, basada en valores comunes,
garantice en todo caso, el pluralismo social el diálogo y la participación.
3. Nuestra política es una respuesta a la profunda crisis ética y cultural, que atraviesa la
sociedad actual y que la atomiza en grupos y sub-culturas sin comunicación entre sí.
Los fenómenos de violencia, a menudo sin una aparente justificación, las formas de
masificación y de evasión de la sociedad, demuestran la grave alienación del hombre.
4. El acceso a la instrucción y la participación en el proceso educativo son derechos
fundamentales del hombre. No puede ser limitado por ninguna circunstancia. Para
asegurar la instrucción y superar las hondas desigualdades culturales, el Estado debe
otorgar la prioridad a las instituciones educativas. Cada uno debe poder desarrollar sus
aptitudes y asumir sus compromisos, para la propia realización y el interés de la
sociedad.

En este cuadro, la familia tiene el derecho y el deber de orientar la educación de sus


hijos.

5. El libre acceso a la información la libertad de expresión y la libertad de prensa deben


contar con todas las garantías.
Los medios de comunicación social deben estar al servicio de la sociedad pluralista y
comunitaria que tiene el derecho de ejercer un control adecuado para garantizar la
objetividad de las informaciones. Las diversas opiniones de los ciudadanos deben
expresarse a través de los medios de comunicación social.

6. Consientes de su responsabilidad en el progreso moral y cultural de la sociedad los


intelectuales deben evitar la tentación de aislarse de la comunidad. Los científicos
deben estar alertas contra los abusos de la ciencia y de la técnica y proteger a la
humanidad de todo mecanismo deshumanizador.
7. La responsabilidad principal en la edificación de una sociedad comunitaria
corresponde a las nuevas generaciones. Para dar una respuesta a los problemas
actuales y alentar a la juventud a comprometerse con las más profundas aspiraciones
de su pueblo, debe fomentarse su más amplia expresión espiritual y cultural en el
cuadro de un desarrollo integral y comunitario, abriéndole así nuevas oportunidades.
8. Reafirmamos la igualdad esencial entre el hombre y la mujer, igualdad que es
necesario realizar también en el campo cultural. Ambos deben jugar plenamente su rol
en la vida familiar y en la sociedad.

C. UNA ECONOMÍA AL SERVICIO DEL HOMBRE.

1. Para nosotros, los demócrata cristianos, desarrolló económico y social constituyen una
sola tarea. La economía comunitaria se basa en el valor fundamental del trabajo frente
a los otros factores de la economía. Por ello, es necesario fijar nuevos objetivos al
proceso de crecimiento económico y poner el acento en la orientación social de la
producción y el consumo.
2. En nuestra concepción, reafirmada la primacía de la persona, es el interés comunitario,
y no el de las empresas o los individuos, el que orienta en definitiva la política
económica y social.

Una economía comunitaria comprende empresas públicas, mixtas y participativas:


cooperativas, de cogestión y de autogestión.

3. Impulsamos, la participación de los trabajadores en la gestión y en los resultados de la


empresa.

Corresponde a todos los hombres vinculados a las empresas o los servicios,


empresarios, técnicos, trabajadores, socios y accionistas— la información, el
conocimiento y la participación en las decisiones, y en los, resultados.

4. Muchas empresas de carácter monopólico y multinacional determinan ciertas formas


de concentración del poder. Es tarea de’ la sociedad comunitaria impedir el abuso de
este poder y establecer mecanismos de control a tal efecto.
5. La reforma agraria, tanto en sus aspectos sociales como económicos, representa en
muchos países una de las tareas fundamentales para la construcción de la nueva
sociedad.
6. Para realizar la justicia social y asegurar la función social de la propiedad, debe
definirse con flexibilidad la dimensión de los sectores público, privado y mixto de la
economía. Es importante que el sector público se haga cargo de la mayoría de los
servicios colectivos y juegue un papel significativo en los sectores estratégicos de la
industria, las materias primas, la energía y el crédito.

La política fiscal debe estar al servicio de tales objetivos del desarrollo económico y
social y garantizar una justa distribución de las cargas financieras de las empresas y
los ciudadanos.

7. La construcción y el desarrollo de la economía comunitaria se basan en un programa


concertado democráticamente, elaborado con participación de los diferentes grupos
socio-económicos, y sujeto, en última instancia, a la decisión del poder público,
orientado al bien común.
8. El proceso de industrialización, particularmente en los países del Tercer Mundo,
requiere una política de desarrollo que asegure el equilibrio ecológico, tenga en
cuenta la diversidad de las regiones, garantice una asignación de recursos más
equilibrada al consumo individual y a los equipamientos colectivos y mejore la calidad
de la vida.

IV. Por una Auténtica Comunidad de los Pueblos

A. LA PAZ Y LA SOLIDARIDAD

1. Nos hallamos frente a una realidad internacional basada en el predominio de las


grandes potencias, en una situación de dependencia de los pueblos del Tercer Mundo
y un sistema de relaciones internacionales cimentadas en la fuerza.
2. Nuestro objetivo es crear una comunidad mundial, justa e integrada, cuyos
protagonistas sean los pueblos y cuyo fin sea la instauración de una paz auténtica y
duradera, basada en los principios de la libertad, la justicia social internacional, la
autodeterminación y el pleno respeto de los derechos del hombre y de las
comunidades.

Inspirados en nuestra concepción cristiana del universalismo y la solidaridad,


luchamos por tal objetivo en la convicción de que las naciones más poderosas y más
ricas se empeñen en la realización de la justicia social internacional y que los países
del Tercer Mundo se unan para lograr sus justas reivindicaciones en todos los campos.
3. La posibilidad de un conflicto nuclear debería ser superada por una nueva perspectiva
de la distensión.

Esta debe generar mejores condiciones para la libre circulación de las personas, las
informaciones y las ideas, estimulando una mayor comunicación entre los pueblos,
según Los principios de la Declaración de Helsinski.

Este proceso, sin embargo, no ha disminuido el riesgo de nuevas tensiones entre las
grandes potencias, no ha evitado el peligro de conflictos locales, ni ha frenado la
carrera armamentista.

Los otros países, y, en particular los del Tercer Mundo, continúan sufriendo las graves
consecuencias de esta concentración del poder político- militar y de la concepción
actual de la estabilidad del sistema internacional. En razón de esta situación se
instauran o fortalecen —frecuentemente con apoyo externo—regímenes totalitarios
o dictatoriales, algunos de los cuales cumplen a nivel regional una función
hegemónica. La proliferación de dictaduras en el Tercer Mundo y particularmente en
América Latina, ejemplifica esta nueva forma de agresión contra los pueblos acaecida
en los últimos años.

4. Observamos una tendencia positiva hacia un multipolarismo, que ejerce una influencia
progresiva sobre el sistema bipolar USA-URSS. En esta perspectiva el proceso de
unificación política de Europa, que debe ser profundizado y ampliado, persigue el
fortalecimiento de la identidad europea y es esencial para dinamizar ese nuevo
pluralismo y estructurar relaciones cada vez más orgánicas entre los países
industrializados —y en particular la propia Europa y los pueblos del Tercer Mundo, a
través de mecanismos como la Convención de Lomé.

La colaboración entre los países en vías de desarrollo, ‘y especialmente entre las


naciones productoras de materias primas, puede contribuir a la solución de ciertos
problemas. En cierta medida la OPEP es un ejemplo.

5. Afirmamos que se impone un equilibrio más justo del poder económico y político
mundial. Reiteramos la necesidad de fortalecer las Naciones Unidas como instrumento
de encuentro sudario y universalista, cuya autoridad moral e institucional debe ser
reforzada para que puedan cumplir con su mandato al servicio de la paz y de la
cooperación entre los pueblos.

A tal efecto, es necesario asegurar a las Organizaciones no Gubernamentales una


participación más activa en el marco de las Naciones Unidas.

6. Reafirmamos el principio de la solución pacífica de los conflictos y proclamamos el


desarme gradual, controlado y equilibrado como una condición para mantener la paz
entre los pueblos. Condenarnos la carrera armamentista y el tráfico de armas, en
particular el dirigido hacia las áreas de conflicto, y estamos dispuestos a impulsar un
progreso real de la desnuclearización de las potencias atómicas para eliminar el
terrorismo nuclear

B. HACIA UN NUEVO ORDEN ECONÒMICO INTERNACIONAL

1. En el mundo de hoy casi dos tercios de la humanidad sufren una extrema pobreza,
causa de la injusta distribución de las riquezas y de la falta de posibilidades de su
utilización. En el interior de los países, las desigualdades se producen en diversos
grados; son más agudas en los países en vías de desarrollo, en los cuales la
marginación de las grandes mayorías va en aumento. Esta situación se agudiza a
menudo por el extraordinario crecimiento demográfico.
2. Para acelerar la evolución hacia un nuevo orden económico mundial, los países
industrializados y aquellos en vías de desarrollo deben buscar con un espíritu de
solidaridad, un nuevo diálogo constructivo que asegure una cooperación fructífera y
duradera,

La aplicación de la justicia social internacional exige que los países industrializados


estén dispuestos a realizar sacrificios y a renunciar a una parte de su riqueza nacional
y que los países en vías de desarrollo estén dispuestos a buscar conjuntamente
soluciones racionales.

Las empresas transnacionales juegan un papel particular que exige la formulación y el


respeto de un Código internacional de Comportamiento, regulado por los organismos
internacionales competentes.

En el cuadro de la cooperación el bilateralismo debe coordinarse con la acción de los


organismos internacionales, lo que reduce los riesgos de la dependencia.

3. La integración regional es un objetivo económico, social y político primordial, siempre


reclamado y sostenido por los demócratas cristianos. La formación de la Comunidad
Europea y el Pacto Andino lo demuestran. La creación de mercados más amplios y la
exaltación de valores sociales, y culturales comunes deben conducir dinámicamente
hacia una integración progresiva que en particular en el Tercer Mundo —garantice la
liberación integral de los pueblos.
4. Los recursos comunes de nuestro planeta, como el espacio, el mar, los fondos
oceánicos, deben ser sometidos a nuevas formas de derecho que regulen su utilización
en beneficio general de la humanidad.
5. Frente a las situaciones derivadas de la explosión demográfica, es necesario adoptar
fórmulas humanas, morales y justas para obtener la regulación responsable de la
población, rechazando toda forma de planificación impuesta y garantizando el pleno
respeto de la vida humana. La aplicación de programas de desarrollo integral —
educativos, sociales y económicos— es indispensable para solucionar este problema.
Nuestro llamado

Nosotros, los demócratas cristianos, en este momento decisivo de la historia de la humanidad,


lanzamos un llamamiento a todos los hombres y a todos los pueblos, conscientes de su
responsabilidad.

No podemos vacilar ante la opción:

• entre la paz y la violencia;

• entre la libertad y la opresión;

• entre la justicia y la explotación;

• entre la solidaridad con los oprimidos y el egoísmo de la riqueza y del poder;

• entre la esperanza y la desesperación;

• entre los valores espirituales y el materialismo.

La interdependencia de los problemas y de todas las naciones del mundo caracteriza la nueva era.

El porvenir del hombre y de los pueblos está en juego. Nadie puede sustraerse a la necesidad de
realizar su propia opción frente a este desafío.

Nosotros, los demócratas cristianos, hemos tomado nuestra decisión. Estamos convencidos que
nuestra concepción fundamental y nuestro proyecto ofrece una alternativa y abren perspectivas
para un mundo más justo, más humano y más solidario.

Con este fin, llamamos a todos los hombres, a todas las mujeres y especialmente a los jóvenes y a
los trabajadores que se inspiran en los valores profundos de la persona, para que participen y se
comprometan en la creación de un amplio movimiento mundial capaz de construir una nueva
sociedad.

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