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Yves Zimmerman del Libro Arte¿?Diseño, Anna Calvera, Edit. Gustavo Gili
1.El arte se manifiesta de modos diferentes a través de las obras humanas, singularmente
a través de la música, la poesía, la escultura, la escritura, la pintura, etc. Cada una de
estas artes necesita para manifestarse del concurso de los hombres. Así, la música
precisa de un compositor que la componga, de un intérprete que la toque o de un
cantante que le dé voz. Y así, sucesivamente, con las demás artes. El arte de la pintura
necesita al pintor o al dibujante para hacer venir a presencia, en forma representación
visual sobre la tela o papel, una realidad objetiva y existente o –en el caso de la pintura no
figurativa del siglo XX—nuevas configuraciones no sujetas al criterio de objetividad.
A mediados del siglo XIX, y por unas razones que no son motivo de la presente
reflexión, los artistas pintores como Toulouse-Lautrec y otros, empezaron a crear carteles
para vender productos de empresas. El cartel, como sustituto del lienzo del pintor, es el
primer ejemplo de lo que se llamo <<arte publicitario>>, es decir, <<arte aplicado>>. El
proceso que llevó al llamado <<arte libre>> (freie Kunst) a convertirse en arte aplicado ha
sido ya descrito y explicado en diferentes publicaciones. * Lo que aquí interesa señalar es
que en un momento dado, determinada actividad de los pintores dio lugar al desarrollo de
unas disciplinas profesionales que más tarde se agruparon bajo el concepto genérico de
diseño.
Con el transcurso del tiempo, estas disciplinas perfilaron su propia naturaleza según los
requerimientos de la sociedad, del comercio y de la industria, convirtiéndose así en
especialidades del diseño: en diseño gráfico, en diseño industrial, en diseño textil, etc.
Cada una de ellas proyecta objetos diferentes: signos e imágenes, el diseño gráfico;
objetos de usos diferentes, el diseño industrial; y tejidos de todo tipo, el diseño textil. Los
objetos o productos son diferentes, pero tienen en común que son fruto del diseño y
también que todos ellos son objetos utilitarios, cuya característica esencial es que sirven
para conseguir algún fin concreto.
*N. del E.: Ver al respecto, en esta misma publicación, el escrito de Óscar Salinas
Dada la procedencia de estas disciplinas, es comprensible que la relación entre arte y
diseño aflore a menudo y siga dando de qué hablar. De todas las ramas del diseño el
gráfico es el que expresa en sus obras de manera más evidente esta relación puesto que,
como la pintura, utiliza imágenes, colores y signos de todo tipo como medio de expresión
y de significación. En sus orígenes esta disciplina era un oficio manual y los proyectos se
elaboraban y realizaban materialmente de modo muy parecido a como los pintores
producían y realizaban su trabajo. Por eso, sin duda, las obras de diseño gráfico
especialmente, pero también las obras de otras disciplinas de diseño, se evaluaban con
los mismos criterios estéticos que las obras de arte, entre otras cosas, porque no había
otros criterios de evaluación que éstos. En los años sesenta y setenta del siglo pasado
aun podían verse en Barcelona proyectos de diseño gráfico pintados sobre tela y
enmarcados como cuadros.
La cuestión relativa a arte-diseño fue muy discutida por aquellos mismos años sesenta
en la legendaria Hochschule für Gestaltung de Ulm. Allí diferenciaron los dos. Se
dilucidaba entonces si la pintura era la madre de todas las demás artes visuales, una
postura defendida por Max Bill, el primer director de esta escuela, postura, por cierto,
comprensible ya que él fue, entre otras cosas, un afamado pintor en la línea de la pintura
concreta. A la postre, resulta significativo que abandonara la escuela al año de dirigirla,
cuando se impuso una postura pragmática – defendida, entre otros, por Otl Aicher – que
entendía el diseño como una actividad desligada de las preocupaciones propias del arte y
mas concretamente de la pintura. Ellos entendían el diseño como una actividad con una
problemática y unos requerimientos singulares , específicos y propios, característicos de
su ejercicio y de la finalidad que persigue, Considereban, ademas , que la profesión ya
había alcanzado su plena madurez y que no necesitaba del concurso de la madre
superiora del arte para valerse por si misma .
Años mas tarde, esta misma cuestión de arte-diseño fue tratada en una publicación en
la que se sometía a discusión este tema. Significativamente su titulo es Art and Graphics.
(1) En ella se debate si el diseño gráfico , y no el diseño en general , es arte. Esto se
entiende, dado que , como ya se comento esta disciplina del diseño es la que , en sus
inicios se aproximaba a la pintura. A pesar de que este libro fue publicado hace veinte
años (1983) el tema no ha perdido actualidad . Siempre vuelve a surgir en mesas
redondas, conferencia , entrevista en los medios y en la relación cliente - diseñador , ni
siquiera entre los propios profesionales del diseño hay unanimidad de opinión sobre la
cuestión . Y esto sin hablar de determinadas escuelas de arte y diseño que , con este
titulo ,sugieren, conscientemente o no , que ambos conceptos parecen estar
suficientemente emparentados como para poder enseñarlos como sinónimos.
Arts and Graphics consta de una larga introducción de Willy Rotzler , coautor del libro
junto con Jacques N. Garamond de la opinión de 16 diseñadores gráficos de renombre
sobre el tema y de reproducciones de obras de todos ellos . Las introducción es una larga
retrospectiva del papel del artistas pintor. Describe su dependencia de los clientes del
clero y de la ralea y su paulatina independizaron hasta alcanzar el status del creador libre.
Explica, así mismo las razones historias por las que los pintores desde mediados del siglo
se dedican al arte publicitario . A partir de aquí , el discurso suscita históricamente la
cuestión del arte libre y del arte aplicado y consecuentemente si el diseño es arte . El
autor de esta introducción pretende poner en duda la diferenciación entre ambos si bien
en cierto momentos de su texto se ve obligado a admitir que efectivamente las obras de
diseño sujetas a condicionantes distintos a los del artista . El tema que así de algún modo
en ambigüedad : se admite que las posiciones de partida para la realización de una obra
de arte y de una obra de diseño son distintas pero se considera que el proceso creativo es
el mismo . Este es el tono predominante de las opiniones vertidas por los diseñadores
citados en Art anda Graphics . Estas opiniones las representa sintéticamente uno de
ellos, Herbert Bayer , que dice así: “A las artes libres se las sitúa generalmente siempre
en un nivel mas elevado que otras formas de la configuración . Sin embargo , si septenas
que el proceso creativo es mas o menos lo mismo par el artista . En consecuencia, las
artistas libres , los diseñadores y so arquitectos deberían sin duda ser valorados del
mismo modo . Estando el arte libre determinado por dentro y el diseño por fuera , solo
puede haber una diferencia en la calidad de la obra , pero no en que haya otra posición de
partida”. Esta afirmación suscita la pregunta : ¿Como puede una obra de arte libre ser del
mismo modo que un obra de arte aplicado si precisamente, las condiciones de partida
para su realización son distintas? Parecería que no es lo mismo trabajar a partir de
determinaciones impuestas que a partir de determinaciones elegidas libremente. Mientras
no se indiquen cuáles son dichas condiciones, las internas y las externas, y en qué se
parecen o diferencias, semenjante afirmación carece de validez.
Y, por fin, la misma cuestion volvió a suscitarse a partir de la década de los años
ochenta del siglo XX, con la entrada en sociedad del diseño. Hasta entonces el diseño
vivía una existencia bastante al margen de la atencion pública y el concepto diseño se
utilizaba únicamente cuando se hacía referencia a una u otra de las diferentes disciplinas
de esta profesión. El diseño se hizo famoso cuando aparecieron en el escenario público lo
que vino a denominarse característicamente los objetos de diseño. Despertaron la
atención general proque se diferenciaban de los objetos tradicionales a los que todo el
mundo estaba acostumbrado. Muchas de estas novedades teían formas poco habituales
eran coloridas y modernas. Llegaron a ser status symbols para mucha gente. El diseño se
convirtió así en tema de conversación social. Empezaron a proliferar artículos y
comentarios en la prensa y televisión, la palabra diseño se instaló en el lenguaje cotidiano
y muchas cosas adoptaron el atributo de diseño. De pronto había diseño y diseñadores
por todas pasrtes. Lo anteriormente llamados modistos, por ejemplo, pasaron a ser
diseñadores de moda. En la prensa se decía, después de unas elecciones que ganaron
los socialistas, que Felipe González, entoces presidente de gobierno, estaba diseñando
su gabinete. Se llamaban hijos de diseño a los ñiños que eran fruto de la inseminación
artificial. Y, naturalmente, la crítica resaltaba el carácter artístico de estos objetos,
establecía analogias con tendencias en el arte y, de este modo, ligó los conceptos arte y
diseño como prácticamente sinónimos para la opinión pública.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la palabra diseño fue adquiriendo también una
connotación negativa, peyorativa incluso. Diseño vino a ser considerado como sinónimo
de cosmética de los objetos o signos; el diseño solo crea bellas apariencias, pero detrás
de ellas no hay nada real. Este cambio de significación se manifestó, por ejemplo, en el
debate político. Para atacar a un adversario, un destacado político acusó públicamente a
un adversario de tener un discurso de diseño, hueco y vacío. O, en la prensa, el título de
un artículo editorial de un reputado periódico rezaba: un centro de diseño. Contrariamente
a lo que sugería sobre todo a un diseñador, el artíulos así titulado no tratraba de un centro
de diseño, entendido como institución que se ocupa de los asuntos de esta profesión, sino
que se refería al ―giro al centro‖ del Partido Popular, un partido político de derechas, que
había proclamado que iba a centrarse. En el artículo quedaba implícito que ese centro al
que pretendían girar era puro aparentar, no era real por que era de diseño. Del mismo
modo fue adjetivado un editorial sobre el viaje del presidente del Gobierno español,era el
viaje de diseño,un protocolo sin verdadera sustancia.
Este uso y mal uso del concepto <<diseño>> en contextos ajenos a lo que, hasta
entonces, se había entendido por diseño no parece haber sido un fenómeno sólo limitado
a España.La revista alemana Der Spigel mostraba una portada en la que se hacía
referencia a un reportaje sobre los alimentos transgénicos. Su título rezaba :<<Designer`s
food>>.En Londres se podían comprar <<Designer`s socks>>; en Suiza se ofrecían
<<habitaciones de diseño>> en ciertos hoteles y en Alemania se a visto un cartel reciente
con la fotografía de una bella señorita con un cuerpo desnudo de ensueño, con el eslogan
<<Körperdesign>> (diseño del cuerpo). y se habla de diseño hasta incluso en el sexo,
como en un anuncio de servicios eróticos en el que una señorita ofrecía un <<coito de
diseño>>.
2. Sobre este trasfondo esbozado a grandes trazos, se suscita ahora no una, sino dos
cuestiones a condiserar para dilucidar el tema de arte-diseño:
1.La cuestión relativa al cambio del significado original del concepto <<diseño>> hacia
connotaciones negativas que se han instalado en el habla cotidiana.
Por lo que se refiere a la primera cuestión,la pregunta es obvia: ¡cuál es la causa de que
el concepto <<diseño>> tenga adherida esta significación negativa,incluso peyorativa?
Las anteriores citas,unas pocas muestran de cómo se ha instalado esta palabra en el
lenguaje y con qué significado, no son más que ilustraciones de algo que es un fenómeno
mucho mas amplio. Parece conforme a razón suponer que si esta significación negativa
se ha instalado en el lenguaje cotidiano, significa que una comunidad de hablantes
coincide en semejante valoración negativa y que ha depositado en esta palabra sus
experiencias y valoraciones negativas vividas con el diseño.
La epoca en que se registra ese cambio de significado se caracterizó por una euforia
económica-financiera, lo que animó el consumo y la creación de nuevos productos, y por
el cambio de referente cultural con la venida del postmodernismo.Para la mayoría de la
gente este referente se hizo visible sobre todo en las obras de arquitectura. En ellas se
manifestó una ruptura con el movimiento moderno,muchos proyectos que se realizaron
eran objetos-signo,objetos arquitectónicos en los que lo sígnico adquirió relevancia
predominante a costa,muchas veces,de otros aspectos fundamentales en una obra
arquitectónica. Y el diseño no fue ajeno a la dinámica que se generó.Al contrario,se le
reconoció como nuevo pilar de la cultura consumista y hubo premios y exposiciones de
diseño para demostrarlo.
Ahora es evidente que la principal razón del ser y de existir de estos objetos de diseño
no era, obviamente, de ser estandartes de una nueva cultura sino que la razón primera de
un diseño consistía –y sigue consistiendo –en el servicio que ha de prestar al usuario del
mismo. Por más objetos de diseño que fueran, como objetos utilitarios iban a estar
inexorablemente sometidos a la prueba del uso por parte de los usuarios. Y es
seguramente aquí donde estos objetos, que antes habían seducido ahora defraudaron.
Los usuarios debieron percatarse de que no habían sido concebidos adecuadamente para
cumplir con su razón de ser principal. Sí la valoración de estos hechos y circunstancias es
verosímil, entonces yace en el fondo de la cuestión de ―forma y función‖, la vieja cuestión
de ―forma y función‖. La calificación negativa ya señalada que se adhiere a estos objetos
de diseño debía, sin duda, proceder de la disfunción observada entre su ―aspecto‖ (signo,
forma, Gestalt) y su no adecuación al ―uso‖, una condición a la que ningún objeto utilitario
puede sustraerse. Por su aspecto, esos objetos fuente de decepción no señalaban ya el
uso al que servían, sino a sí mismos, como espectáculo estético-sígnico, se volvieron
autorreferenciales, en objetos-en-sí- y no en objetos-para-algo. La predominante
relevancia del carácter signito, como ya se ha dicho –en última instancia lo estético -,
constituía su exclusivo contenido.
Sobre este trasfondo hay que preguntarse entonces: en la medida en los objetos de
nuestro entorno cotidiano deben su aspecto, su concreto ser-así, precisamente a aquellos
que se lo han dado, a los diseñadores, ¿cómo es que éstos no los proyectaron para que
cumplieran con su finalidad primera y esencial, sino que configuraron objetos que, en
última instancia, dieron su mala reputación al diseño? Todo indica que aquéllos que
proyectaron estos objetos prescindieron de las cuestiones relativas al uso que un usuario
iba a hacer de ellos. Por el contrario, debían partir de la noción de que estos objetos
podían ser considerados soportes culturales, convertibles en representaciones sígnicas,
conformes al espíritu de la época. Sus modelos debieron ser los arquitectos, que
culturizaron los edificios que proyectaban incorporando en ellos claras referencias a la
antigüedad clásica. En cualquier caso, lo que parece claro es que estos diseñadores
relegaron a un segundo plano la noción esencial de los objetos deben servir a un
determinado fin, que debían ser objetos para algo. De este modo, la función de uso del
objeto fue desplazada por la función de signo, y sobre todo por los signos de los tiempos.
El diseño degeneró así en un fenómeno de moda, en algo pasajero.
A la luz de lo expuesto hasta aquí, quedan dilucidadas las dos cuestiones planteadas al
principio. El cambio de significación del concepto diseño hacia una valoración negativa del
mismo queda patente. Y el contexto, en el que el objeto, que antes figuraba como
representación en una obra de arte, ahora se autorrepresenta como arte, constituye el
trasfondo sobre el cual el diseño comete adulterio con el arte al no atender a los requisitos
primordiales de un objeto sino pretendiendo convertir en una obra de arte.
3. Llegados a este punto de la reflexión, interesa ahora indagar más a fondo para
determinar la posible relación, o no, entre arte y diseño. Para ello conviene primeramente
acordar lo que entendemos por ambos conceptos. ¿Qué entendemos por arte y qué
entendemos por diseño? Y: ¿cómo se realiza una obra de arte, y cómo una de diseño?
De estas cuatro definiciones, las tres primeras son de tan amplia interpretación que cabe
casi todo bajo su techo. Si algo se hace con habilidad, Industria y con el conjunto de
reglas para hacer bien una cosa, entonces muchísimas cosas pueden ser consideradas
arte: pintar cuadros, producir happenings, fabricar salchichas, construir casas, publicar
periódicos, cocer pan, hacer arquitectura, hacer diseño, etc. Así parece haberlo entendido
por ejemplo, el Museo Beaubourg de París. Allí se mostró una exposición sobre arte
moderno (octubre de 2001) en la que una planta entera alberga pinturas y esculturas del
siglo xx, hasta aproximadamente 1960. En otra planta se exhibían obras posteriores a
esta fecha: pinturas, esculturas, tapices, sillas, máquinas, computadores, maquetas
arquitectónicas, objetos de uso de todo tipo, etc. Si todos estos objetos de uso, expuestos
junto a obras de arte, entendidos en el sentido convencional, son también considerados
arte, como parece pretenderlo la exposición, entonces se podría llegar a afirmar que todo,
en general, es arte, pues ¿dónde se va a trazar la línea divisoria entre arte y no arte? Esta
percepción corresponde a las tres primeras definiciones de lo que es arte. Ahora bien: si
fuese así, que todo es arte, ¿qué sentido tendría entonces la existencia misma del
concepto ―arte‖? Si el mundo entero, con todo lo que contiene, fuese rojo, pongamos,
¿qué sentido tendría la existencia del concepto ―rojo‖? Es obvio que existe porque permite
diferenciar entre diversos fenómenos visuales: el concepto ―rojo‖ del concepto ―azul‖,
―amarillo‖, etc. Lo mismo ocurre con el concepto ―arte‖. La existencia de un concepto
permite diferenciar los fenómenos, hacerlos inteligibles. La existencia del concepto <arte>
significa, por tanto, que determinadas cosas son consideradas <arte> y otras no.
Los que los contemporáneos podemos entender por arte se ajusta más a la cuarta
definición: “El arte es un acto mediante el cual imita o expresa el hombre lo material o lo
invisible, valiéndose de la materia y de sus propiedades sensibles”.
Parecido sentido de no-intención viene sugerido por otro comentario acerca del acto de
pintar en una breve reflexión de un crítico sobre la obra del pintor norteamericano Jackson
Pollock: ―En cierto momento, el lienzo empezó a parecerle a un pintor americano tras otro
como la arena en la cual actuar más que reproducir, rediseñar, analizar o expresar un
objeto, actual o imaginado. Lo que tenía que acontecer en el lienzo no era una imagen,
sino un evento. El pintor ya no se aproximaba al lienzo con una imagen en su mente, se
iba a él con material en su mano, para hacerle algo a esta otra pieza de material [el lienzo]
frente a él. La imagen sería el resultado de este encuentro. (Harold Rosenberg, 1952)” (6).
Por otra parte,el pintor suizo Helmut Federle opina que el arte debe ser <<un lugar de
orientación del ser. Y esto es, en el mas amplio sentido de la palabra, una magnitud
filosófico-espiritual-la obra de arte como un lugar de orientación del ser en vista la
muerte>>-. Y, a una pregunta acerca de su modo de trabajar dice, entre otras cosas, que
encuentra soluciones a través de la>>no-intención>> (Absichts-losigkeit). Esta no-
intención también parece darse en otros ámbitos del arte. Borges, poeta y escritor, dice en
uno de sus ensayos: <<En el arte nada es tan secundario como la intención del autor>>.
Y el mismo Mozart comentó en una de sus cartas que su música <<le viene>>, suena en
su cabeza, y que cuando la obra está completa, él se limita simplemente a transcribirla
sobre papel. Sin duda por eso no hay ni una simple errata en sus partituras. Tampoco hay
intención en estos casos. Parece que la obra de arte tiene que acontecer a través de la
persona sin que ella tenga una voluntad específica de configurarla. Pues ella sólo es su
ejecutora.
Cuando un pintor quiere poner sus obras a la venta, las exhibe en una galería o museo.
A menos de que se trate de una exposición colectiva, allí solamente estará expuesta su
obra, sin otros competidores. En este caso, quién aya a verla con la intención de comprar
no tendrá, pues, elección entre uno u otro artista, sino entre una u otra obra de uno solo.
Las obras producidas por el artista son consideradas en muchos casos como objetos
culturales, de culto incluso, y gozan de altísima estimación. En el caso de la obra de un
pintor quizá podría decirse que su valor cultural reside, obviamente, en su carácter de
objeto único, en la calidad de su ejecución, pero, sobre todo, en la apertura y revelación
de nuevas percepciones y de nuevos mundos visuales.
4. Dilucidado el significado de lo que es entendido por arte y cómo se produce una obra
de arte, conviene preguntarse ahora qué se entiende por diseño y cómo se realiza una
obra de diseño. El diccionario, en una definición muy escueta de este concepto, dice:
«Diseño: delineación de un edificio o de una figura». Esta definición es obviamente
insuficiente, pues se limita a destacar sólo un aspecto del diseño. Por ello se citarán dos
definiciones de dos personalidades, situadas las dos en ambos mundos, del arte y del
diseño.
Por otra parte, Dieter Rams, antiguo diseñador-jefe de los conocidos productos
electrodomésticos de la empresa Braun, cuenta de modo más concreto lo que él entiende
por diseño en un escrito titulado «Omitir lo no importante»:11 «Uno de los principio
fundamentales del diseño es omitir lo que no es importante con el fin de enfatizar lo que sí
lo es. Ha llegado el momento de redescubrir de nuevo nuestro entorno y de regresar a los
aspectos simples y básicos, por ejemplo, a los ítems que tienen un funcionalismo obvio,
no restrictivo, tanto en un sentido físico como psicológico. Por tanto los productos
deberían estar bien diseñados y ser lo mas neutrales y abiertos posible, dejando espacio
para la autoexpresión de aquellos que lo utilizan. Buen diseño significa el menos diseño
posible (énfasis añadido). No por razones de economía o de conveniencia. Lograr una
forma armoniosa y convincente es ciertamente una tarea difícil. Hacerlo de otra manera
es más fácil, por paradójico que parezca; a veces es incluso más barato, pero más
carente de reflexión con respecto a la producción. Formas complicadas e innecesarias no
son más que escapadas del diseñador que funcionan como autoexpresión en lugar de
comunicar las funciones del producto. Esto se debe a que a menudo el diseño es utilizado
para obtener una redundancia superficial… El diseño es el esfuerzo de hacer productos
de tal modo que sean útiles para las gentes. Es más racional que irracional; más que
resignado, cínico e indiferente, es optimista y está proyectado hacia el futuro. Diseño
significa ser perseverante y progresivo en lugar de escapar y abandonar. En una fase
histórica en la que el mundo externo se ha vuelto menos natural y cada vez más artificial,
el valor del diseño aumenta. La labor de los diseñadores puede contribuir de forma más
concreta y eficaz a una existencia más humana en el futuro»
Del texto de Dieter Rams se destaca tambien la frase «buen diseño significa el menos
diseño posible». El diseño no es algo que se le añade a un objeto, no es arte que se le
aplica. El diseño debe solucionar un problema y desaparecer en su solucion, no debe ser
protagonista del objeto. Un objeto-diseño es un medio para conseguir un fin y el diseño,
como dice Papanek, no debe ser nunca un fin en si mismo. Un objeto que se diseña es un
objeto para algo, para conseguir un determinado fin, de modo que deberia ser concebido
para facilitar lo mas satisfactoriamente posible la consecucion del mismo.
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Si partimos desde esa fundamentacion del diseño, entonces hay que preguntar, como
antes en el caso del artista: ¿como trabaja el diseñador para configurar este tipo de
objeto? Al comienzo de un proyecto, tambien se vacia de toda imagen y abandona toda
voluntad de representacion, como el artista?
Cuando se indaga más en la indicada cuestión, recorriendo el camino desde los efectos
descritos hasta sus posibles causas, se acaba en los fundamentos de la profesión: en la
formación del diseñador. Y surge la pregunta de si la causa última del problema no reside
acaso en cómo y, también, en quien enseña diseño.