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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Autor: Rafael Hernampérez Martín


Lugar: Madrid
Fecha: 21 de Octubre de 2006
Copyleft: Esta obra es libre, puede redistribuirla o modificarla de acuerdo con los
términos de la Licencia Arte Libre. Encontrará un ejemplar de esta licencia en el
sitio Copyleft Attitude (http://www.artlibre.org/) y otros sitios.

Blog Rincón de la Felicidad: http://rafinguer.spaces.live.com


Blog Rincón de la Felicidad: http://rinconfeliz.blogspot.com

Copyleft: Rafael Hernampérez Martín – 21 de Octubre de 2006


El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Copyleft: Rafael Hernampérez Martín – 21 de Octubre de 2006


El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Copyleft: Rafael Hernampérez Martín – 21 de Octubre de 2006


El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Quiero dedicar este libro a todos mis lectores, ya que sin ellos esta obra no sería posible.
En especial a aquellos que ven cada día como una nueva oportunidad para ser felices.

Madrid, 21 de Octubre de 2006

Copyleft: Rafael Hernampérez Martín – 21 de Octubre de 2006


El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Copyleft: Rafael Hernampérez Martín – 21 de Octubre de 2006


El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Tu espacio me encanta, me ha sorprendido. Lo descubrí ayer y hoy he vuelto y volveré.


Gracias por compartirlo. Rocío. Madrid. 19 de Junio de 2006

Me he quedado impresionada con tu espacio... No pensé que podria encontrar un sitio en


el que me sintiese tan a gusto. Volveré a visitarte... lo prometo!!! Marisa. Lluna1970. 24 de
Junio de 2006

Gracias por dejarnos ver e imprimir tus cosas. Te leo con frecuencia, encontré ésta página
por casualidad ¡me hace feliz leerte!. Lys. 29 de Junio de 2006

Me gusta mucho lo que escribes. Daiana. Argentina. 12 de Julio de 2006

Que bonitas palabras las tuyas, como siempre. Tienes una forma de decir lo que sientes
que me gusta muchísimo. Te mando una tierna caricia para que tengas un buen día.
Mavermar. 12 de Julio de 2006

Me gustan mucho las frases que escribes cada día. Mavermar. 14 de Julio de 2006

Hola un saludo desde Perú, me agradó tus temas. Emer. 21 de Julio de 2006

Me ha gustado mucho lo que has escrito hoy y cuanto hay de verdad en ello. Mavermar.
27 de Julio de 2006

Me gusta mucho todo lo que has escrito hoy. Rocío. Madrid. 28 de Julio de 2006

Hola Rafael q tal, tu bien, como siempre, donde compraste el antidoto contra la tristeza??
lo debes tener a garrafas... Carmen. Barcelona. 1 de Agosto de 2006

Me acabo d te terminar tu libro....increible, enhorabuena. Manme. 5 de Agosto de 2006

Lo inmejorable seria llorar, pero de felicidad.. Carmen. Barcelona. 13 de Agosto de 2006

Es un sitio que efectivamente mana paz y tranquilidad. Esperanza. A Coruña. 21 de


Agosto de 2006

Felicidades por tu espacio, no se si es el rincon de la felicidad, pero si un remanso de


paz. Esperanza. A Coruña. 22 de Agosto de 2006.

ME AGRADA ENCONTRAR ESPACIOS COMO EL TUYO. ES IDEAL Y ALEGRE (CÓMO


NO). Cristinita Dinamita. Madrid. 22 de Agosto de 2006

TODO LO QUE PONES ES SUPER ENRIQUECEDOR Y ME GUSTA. Cristinita Dinamita.


Madrid. 23 de Agosto de 2006.

... A ver si les doy esta dirección para que más de uno aprenda de tus cuentos y frases.
Cristinita Dinamita. Madrid. 29 de Agosto de 2006.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Sabes Rafael, no habia leido tus frases, son preciosas, felicidades, nos das ánimo con
ellas y al menos a mi me haces pensar mucho con algunas, debe ser que tengo una
temporadilla baja y alguna de tus frases cala hondo. Esperanza. A Coruña. 26 de Agosto
de 2006

Enhorabuena por tu espacio. Valentín Morales. Jaén. 28 de Agosto de 2006

POR FIN UN RINCON FELIZ EN ESTE CIBER ESPACIO , POR FIN MUSICA CLASICA
QUE ACOMPAÑA LA SABIA LECTURA DE ESE ORIENTE QUE ADMIRO, CUANTO HAY
QUE NO HEMOS LEIDO, ESOS CUENTOS JAPONESES ME CONMUEVEN SI TIENES
MAS BIENVENIDOS SEAN, FILOSOFAR NO DEBERIA SER UN PASATIEMPO SINO
UNA FORMA DE VIVIR, HASTA PRONTO. Anónimo. 14 de Septiembre de 2006

Me encanta tu forma de escribir y el hecho de que no tengas ninguna falta me entusiasma


más. Como sabrás por estos lugares es difícil encontrar esas dos cosas juntas. Cristinita
Dinamita. Madrid. 17 de Septiembre de 2006.

Sencillamente genial. Cada vez que entro en tu blog salgo algo más contento, algo más
feliz. Acabo de descargarme tu libro en formato PDF y estoy pensando en imprimirlo y
encuadernarlo porque merece, sin duda alguna, la pena. Se lo recomendaré a mis
amigos. Un gran saludo, amigo. Ya te comentaré a medida que vaya leyendo tu fantástica
obra ahora que he terminado los exámenes. Valentín Morales. Jaén. 23 de Septiembre de
2006

Sencillamente fantástico. Ya me he descargado tu libro, te aseguro que promete. Un gran


saludo. Valentín Morales. Jaén. 24 de Septiembre de 2006

Cada vez me gusta mas tu " rincón ". Marisa. Lluna1970. 1 de Octubre de 2006

He pasado por aqui y me encata este espacio, es como su nombre indica un remanso de
paz, te felicito. NocheBonita3. 28 de Septiembre de 2006

En primer lugar felicitarte por ese gran libro que has escrito, cada día leo lo que mi
estudios me permiten, aprovenchando la sabiduría de tu mente milenaria.
Sin palabras para tu obra... tan solo... NO HAY ADJETIVO. Valentín Morales. Jaén. 30 de
Septiembre de 2006

Siempre una frase excitante, siempre al pie del cañón, amigo. Tu space enarbola mi
circunstancia y me ayuda cuando por algún motivo estoy decaido. Ánimo y adelante.
Valentín Morales. Jaén. 2 de Octubre de 2006

Muchas felicidades, por todo. Rocío. Madrid. 3 de Octubre de 2006

Hola buenos dias, una frase muy acertada como todas las que escribes, sigo entrando a
tu espace, te leo , aunque no haga comentarios te leo y te admiro. Lys. 5 de Octubre de

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

2006

Solo espero que tu segunda parte sea tan buena como la primera. César. Toledo. 5 de
Octubre de 2006

En ti veo mi reflejo, estoy muy contento de haber encontrado a una persona como tu. Por
cierto, tu libro está causando estragos entre mis compañeros de facultad. A todos nos
gusta mucho. Ya te diré diciendo todo lo que opino y opinan mis amigos.
Como siempre, todo un placer visitar este rinconcito de felicidad. Valentín Morales. Jaén.
7 de Octubre de 2006

Buenas noches Rafael, me parece que soy la primera en leerlo!. Fantástico trabajo! Solo
te digo que cuando acabó queria seguir leyendo.... Felicitaciones! Un saludo . (Libro
Neraclem). Carmen. Barcelona. 9 de Octubre de 2006

Ya tengo tu libros. Al menos el comienzo de cada uno es fantástico. Valentín Morales.


Jaén. 9 de Octubre de 2006

Me sigue encantando tu espacio. NocheBonita3. 9 de Octubre de 2006

Entre tu música y este hermoso relato, me he quedado sin palabras, te pido permiso para
copiarlo y poder enviarlo a mis amigos, me quedaría aqui leyendo y escuchando.
Un beso, me encanta este sitio. NocheBonita3. 10 de Octubre de 2006

Hola, vengo a tu blog con la recomendación de mi amiga Elisa que ya me ha dicho varias
veces que te visite y la verdad es que estoy encantada. He paseado por tus entradas y
me he recreado y también me he bajado el libro, realmente ha sido una visita muy
productiva. Me imagino que no te importará que de vez en cuando pase por aquí a echar
un vistazo. Rosa. 13 de Octubre de 2006

Just a few words to let you know you have been in my thoughts and I have missed you
over at Skype.
I always enjoy reading your hearts thoughts which have always been an encouragement.
Continue to use this God given talent, and take good care of yourself.
Cristina. Long Island. Nueva York. 17 de Octubre de 2006.

Me ha gustado leerte, y esas reflexiones son necesarias a lo largo de la vida. Es lo unico


que tenemos. DAMA. 16 de Octubre de 2006

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Índice de contenido
Prólogo...............................................................................................................12
Cuentos, relatos y reflexiones...........................................................................16
El tarro y los guijarros....................................................................................18
El entierro del burro.......................................................................................20
La ventana.....................................................................................................22
Cuestión de elecciones..................................................................................24
El reflejo de la vida........................................................................................28
El clavo..........................................................................................................31
El pescador....................................................................................................33
¿Cómo se mide la vida?.................................................................................35
El Banco “Hoy”...............................................................................................37
La caja...........................................................................................................39
He aprendido.................................................................................................41
El círculo del 99.............................................................................................43
¿Buena o mala suerte?..................................................................................49
Un clavel en un mustio jardín........................................................................51
Los dos enfermos...........................................................................................53
El hombre más pobre.....................................................................................55
Un amigo.......................................................................................................57
La sonrisa.......................................................................................................59
El devoto y la prostituta.................................................................................61
¿Qué son los amigos?....................................................................................63
Decálogo de la serenidad..............................................................................65
El viejo maestro.............................................................................................67
El corazón más hermoso................................................................................69
La carrera de sapos.......................................................................................71
Cómo conseguir lo que quieres......................................................................73
El ratón con miedo.........................................................................................75
El náufrago....................................................................................................78
Los obstáculos en el camino..........................................................................80
El bambú japonés..........................................................................................82
La paz perfecta..............................................................................................84
El error...........................................................................................................86
El samurai y el monje....................................................................................88
Donación de sangre.......................................................................................90
El jardín de la vida.........................................................................................92
El camino del sacrificio..................................................................................94
La carreta vacía.............................................................................................96
Nunca nacido.................................................................................................98
Dios está contigo.........................................................................................100
Yo aprendí....................................................................................................102
El rico de Estambul......................................................................................106

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

La vaquita....................................................................................................108
Una aldea de cien habitantes......................................................................110
El anciano y la vela......................................................................................112
El gallo.........................................................................................................114
El carro.........................................................................................................116
Zanahorias, huevos y café...........................................................................118
Mi nombre es felicidad.................................................................................120
La roca.........................................................................................................122
El anillo........................................................................................................124
Mañana será tarde.......................................................................................126
El árbol de la felicidad.................................................................................128
El campesino y Allah....................................................................................130
El hombre del cruce.....................................................................................132
El rey y la semilla.........................................................................................134
Mis relatos.......................................................................................................137
Una parada en el camino.............................................................................139
Los colosos de piedra...................................................................................141
Patxi.............................................................................................................143
Lo conseguirás si así lo piensas...................................................................145
Atrévete a cambiar......................................................................................147
Historias sin precio......................................................................................151
¿Merece la pena?.........................................................................................153
El “chip” de la felicidad................................................................................158
A cada momento su ocupación....................................................................162
La autopista.................................................................................................164
El barco y el puerto......................................................................................168
Soy feliz, aquí y ahora.................................................................................170
La discusión.................................................................................................174
La avispa......................................................................................................176
El viaje.........................................................................................................178
Neraclem.........................................................................................................184
Prólogo de Neraclem....................................................................................186
El despertar.................................................................................................188
El encuentro.................................................................................................192
El té.............................................................................................................196
La agónica muerte de una madre................................................................200
El reloj de arena...........................................................................................204
La sala de las crónicas.................................................................................212
La sala de los hombres................................................................................217
El renacer.....................................................................................................225
Frases célebres................................................................................................231
Mis frases........................................................................................................243
CopyLeft. Licencia Arte Libre...........................................................................256

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Prólogo

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Hace ya cuatro meses que se publicó mi primer libro: El rincón de la felicidad: un


remanso de paz en el corazón.

Nunca llegué a imaginar que los contenidos de mi blog y, por ende, este libro recopilatorio,
tuvieran el éxito que han tenido. He recibido multitud de felicitaciones y de
agradecimientos por parte de lectores de todo el mundo, inclusive de países de habla no
hispana. El índice de visitas a mi blog ha aumentado, así como el número de lectores que
apoyan sus contenidos añadiendo comentarios, enviándome por correo nuevos
contenidos de libre uso, o confiándome historias y anécdotas, todos ellos muy
interesantes y útiles como material para reflexionar y encontrar el camino de la felicidad.

En estos cuatro meses he ido añadiendo historias anónimas, cuentos populares y


reflexiones y relatos de personajes históricos que son patrimonio de la humanidad. He
introducido algunos relatos religiosos sin afán de religiosidad, si no por su el sentido de su
contenido. En ellos se descubre que no importa si se es católico, protestante, budista o
islamista, que lo que realmente importa es la lección de espiritualidad y humanidad que
impregna en nuestro ser, y eso no pertenece a ninguna religión ni a ninguna secta ni a
ninguna ideología específica: es universal.

Durante estos cuatro meses he conocido a personas muy interesantes, con sus propias
historias, que han aportado su granito de arena a este rincón feliz de todos. Cada uno, un
ser muy especial, con una profesión, una vida, unos sentimientos, unos sueños, un
pasado, un presente y un futuro. A todos ellos les agradezco su aportación: a Esperanza
de Murcia, a Carmen de Barcelona (mi mayor colaboradora), a Rocío de San Fernando de
Henares, a Valentín de Jaén (un escritor que promete), a Esperanza de A Coruña (una
pintora a tener en cuenta), a Daiana de Argentina (la sonrisa más bonita del mundo), a
Cristina de Long Island, New York (mi princesa particular)... a todos aquellos que habéis
entrado en el Rincón de la Felicidad y habéis apreciado el valor de la vida y de los
sentimientos, que habéis bebido de sus aguas de sabiduría y habéis reflexionado un
momento mientras descansábais en sus orillas, y después habéis continuado el camino
con renovadas esperanzas y alegrías.

La obra aquí presente es una recopilación de todos aquellos relatos y reflexiones


anónimos o de interés público no sujetos a propiedad intelectual, cuentos populares, mis
propias reflexiones, frases célebres y mis propias frases. He incluido también mi novela
corta Neraclem, que añade a la obra presente un valor añadido, sobre el pensamiento y
la reflexión de uno mismo ante la vida.

El título va dedicado a todos los hombres que cada día encuentran una nueva oportunidad
para mejorar, una nueva oportunidad de cumplir sus deseos, una nueva oportunidad de
soñar y de realizar sus sueños, una nueva oportunidad para autosuperarse, una nueva
oportunidad para amar y para hacer el bien, una nueva oportunidad para ser felices.

Espero, querido lector, que disfrutes de la lectura de estas páginas que con cariño y
corazón te dedico.

Sé feliz, aquí y ahora.

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Cuentos, relatos y reflexiones

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El tarro y los guijarros

En cierta conferencia, un viejo maestro debía realizar un monólogo sobre el tiempo, ante
ilustres y célebres personalidades del mundo. En lo alto del estrado, el sabio profesor
sacó de su chaqueta un frasco de cristal. Después sacó una bolsa de su bolsillo, que
estaba llena de guijarros. A continuación, llenó el frasco de guijarros, hasta que no entraba
ni uno más. Ante la expectante atención de los presentes, el ponente carraspeó y formuló
una pregunta:

− ¿Está el tarro lleno?.

Los asistentes respondieron casi al unísono:

− Sí.

El profesor sacó otra bolsa de otro bolsillo, la cual contenía grava, y vertió el contenido
de ésta sobre el bote. La grava, al ser más pequeña que la grava, fue rellenando los
huecos que iba dejando los guijarros hasta que no cabía más grava. Se volvió hacia
los estupefactos asistentes y volvió a formular la pregunta:

− ¿Está el tarro lleno?.

Ahora sólo la mitad de los asistentes respondieron:

− Sí.

El resto, por precaución, prefirió callar.

El profesor sacó de otro bolsillo otra bolsa, esta vez con arena, y vertió su contenido
en el frasco, filtrándose entre los guijarros y la grava. Cuando ya no entraba más
arena, el viejo maestro volvió a formular la pregunta:

− ¿Está el tarro lleno?

Los asistentes, atónitos, no sabían qué decir, hasta que uno dijo rompiendo el silencio:

− Es obvio que ya no entra nada más. El tarro ahora sí que está lleno.

Entonces el maestro sacó de su chaqueta una pequeña botella de agua, y vertió el


líquido elemento en el tarro, llenando los minúsculos huecos vacíos que aún quedaban
en el tarro. Cuando el contenido del tarro llegaba hasta el borde, el viejo profesor cerró
el tarro.

Los sorprendidos asistentes no sabían qué decir. No sabían qué quería decir o
demostrar aquel anciano.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Tras un silencio prolongado, el maestro miró a todos los asistentes y formuló su


exposición:

− Nuestra vida es como este tarro que ustedes ven. Los guijarros representan las cosas
más importantes y esenciales de sus vidas, las más prioritarias, tales como su familia,
su salud, sus sueños o su propia felicidad. La grava representa las cosas que son
importantes pero no tan esenciales o prioritarias. La arena representa cosas que son
poco importantes o necesarias. Para poder llenar el tarro es preciso meter primero los
guijarros, después la grava, la arena y el agua, de mayor a menor tamaño, y no en otro
orden. Si quieren una vida llena, no antepongan las menudencias a las prioridades.
Pregúntense cuáles son los guijarros más grandes o importantes de su vida, y
empiecen a llenar el tarro de su vida con esos guijarros en primer lugar.

Hubo un lapso de silencio, en el que los presentes reflexionaron cada una de estas
palabras. Tras ese tiempo de reflexión, el auditorio entero se levantó y con una gran
ovación reconocieron y alabaron la lección de aquel viejo maestro.

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El entierro del burro

Cierta vez, un viejo burro cayó en el interior de un seco pozo. Desesperado y afligido,
comenzó a llorar desconsoladamente, haciendo retumbar el pozo con sus rebuznos.
El amo del burro, tras un rato buscándole, oyó sus lamentos, y se asomó al borde del
pozo, observándole con atención.

- "Mira tú por dónde que esta es una oportunidad única" - pensó del dueño - "Este viejo y
seco pozo necesita ser tapado, y ese viejo burro ya no sirve para nada".

Se fue a su casa, y poco antes del anochecer volvió con sus dos hijos, su hermano y su
cuñado, portando cada uno una pala. Al poco tiempo, empezaron a echar tierra al pozo,
con el fin de tapar el pozo y de enterrar vivo al burro. El pobre jumento, viéndose en tan
precaria situación, empezó a llorar más fuerte, mientras recibía desde lo alto paladas de
tierra.

Al cabo de un rato, el pollino dejó de rebuznar. Los cuatro hombres siguieron arrojando
tierra al pozo, con energía e ímpetu, con el fin de llegar a tiempo para la cena.

Recién inaugurada la noche ocurrió algo inverosímil. La tierra que arrojaban al pozo era
esparcida de repente. El dueño se detuvo a mirar por el borde el pozo, mientras que su
familia seguía echando tierra. Observó que la tierra caía sobre el lomo del asno, y que
éste se sacudía la tierra para, inmediatamente después, subirse en la tierra recién echada
y poder ascender poco a poco hacia el borde del pozo.

Al final, el burro llegó al exterior y salió trotando hacia su establo, ante la mirada atónita de
sus enterradores.

Moraleja: En la vida recibirás paladas de tierra, que serán problemas, preocupaciones y


tristes sucesos. Para salir de tus pozos deberás obrar como el burro: sacudirte esa tierra y
subirte encima de ella. Esos problemas serán la oportunidad que tengas para salir del
pozo.

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La ventana

Una pareja de recién casados se mudó a un barrio muy tranquilo.

En la primera mañana en la casa, mientras tomaba café, la mujer reparó a través de la


ventana, que una vecina colgaba las sábanas en el tendedero.

- ¡Qué sábanas tan sucias cuelga la vecina en el tendedero! - dijo la mujer - Quizás
necesite un jabón nuevo. ¡Ojalá pudiera ayudarla a lavar las sábanas!

El marido miró y quedó callado.

Y así, cada dos o tres días, la mujer repetía su discurso, mientras la vecina tendía sus
ropas al sol y al viento.

Al mes, la mujer se sorprendió al ver a la vecina tendiendo las sábanas bien limpias. Le
dijo a su marido:

- ¡Mira!. ¡La vecina aprendió por fin a lavar la ropa!. ¿Le enseñaría otra vecina?

El marido le respondió:

- No. Hoy me levanté más temprano y lavé los cristales de nuestra ventana.

La vida es así: todo depende de la limpieza de la ventana, a través de la cual observamos


los hechos.

Antes de criticar, quizá sería conveniente verificar si hemos limpiado la ventana del
corazón para poder ver más claro. Entonces podremos ver claramente la limpieza del
corazón de los demás.

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Cuestión de elecciones

Carlos, era una persona que muchos le "execraban". Porque siempre tenía buen humor y
palabras positivas que manifestar. En resumen, un genuino modelo de buena voluntad y
hermandad; el optimismo en Cuerpo y Alma. Si alguien, conocido o no, le interrogaba
como vivir en armonía; él ni corto ni remolón respondía con una sonrisa:
− "No puedo estar mejor, gracias a Dios no soy de los elegidos para estar mal".

Carlitos, como le llamábamos los más allegados, era propietario del mejor restaurante
del barrio. La cafetería había sido del tío, que aún vivo se la dio como herencia.

La "Buena Vida", que así se llamaba el establecimiento, tenía talante alegre. Unas
hermosas y bien construidas camareras, tenían la responsabilidad de servir a los
parroquianos que ocupaban veinte mesas. Y para bien de Carlitos, todas ellas se
morían de amor por él. Carlitos se conocía a sí mismo. Él nos hacía sentir a gusto con
su sola presencia. En síntesis, nos decía que la fortuna ayudaba a los audaces.

Ese era él, un ejemplo de ser humano que todos quisiéramos imitar. Toda persona con
verdadera circunspección, hubiera anhelado la filantropía que practicaba Carlitos.

Para atender las adversidades de los demás, siempre tenía tiempo. Pensar que Dios
lo había llamado y elegido, no era un disparate. Si alguna persona enfermaba, el
primero en presentarse era él; para saber en que podía ayudar. Estaba en cuerpo y
ánima, si alguien fallecía, con su ofrenda floral; en la funeraria y el entierro.

En todos los incidentes siempre comentaba con optimismo, el punto de vista positivo
que tenía el problema en cuestión.

Un día, no refrené por más tiempo la curiosidad y fui a visitar la cafetería. Él me acogió
con una amplia sonrisa y su acostumbrado buen espíritu. Luego del abrazo protocolar
y sentado ingiriendo una gaseosa, invitación de la casa, le dije:

- Carlitos... ¿cómo haces para estar siempre con esa actitud positiva ante la vida?. En
verdad, amigo, no creo sea posible que una persona pueda estar siempre con ese
ánimo. Me encantaría conocer la receta, si no es un secreto. De esta manera todos tus
amigos podríamos lograr tener buen ánimo también... Amigo mío, ¿cómo lo haces?

Él, aseveró:

- Cuando me despierto cada mañana, después de meditar y hacer mis invocaciones a


Dios y a todas las almas, reitero una y otra vez a mi subconsciente:

- "¡Carlitos, eres una persona maravillosa! Porque sirves al mundo con benevolencia.
Además, tienes dos opciones hoy; puedes escoger estar de buen humor o puedes
escoger estar de mal humor. Entonces tomo la decisión de estar todo el día de buen
espíritu y amigable con todo lo que me rodea. No puedes olvidar jamás: que con la
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vara que midas, serás medido. Eres hijo de Dios y como tal debes ser benevolente".

"Si por alguna causa algo malo me sucede, puedo escoger entre ser una víctima o
aprender la experiencia por dolorosa que esta sea".

"Y si alguien acude a mí, para lamentarse de las tribulaciones que la vida le entrega,
puedo rechazar su queja o puedo mostrarle el lado positivo de la existencia. Mi deber
en servir y enseñar. Enseñar con buena voluntad a toda persona que lo necesite, para
aprenda enfrentar y dar solución de los problemas".

− Bonita filosofía, pero no es de ninguna manera fácil - le reproché.

− Amigo, cuando el sol sale, sale para todo el mundo - me dijo con su permanente
sonrisa -. En la vida uno se mueve por elecciones. Cuando eliminas lo malo de algo,
queda lo bueno. Ya ves que cada situación es una elección. Las persona escoge lo
que piensa adecuado, según su parecer. Eliges cosas buenas en la vida o malas. ¿Es
que acaso tú no eliges cómo reaccionar ante cada problema que se te presenta en la
vida?.

"Los seres humanos son los únicos responsables de lo que eligen y esto esta
directamente en proporción con el ánimo. Eliges como la gente afectará tu estado de
ánimo. También eliges estar de buen o mal humor. No puedes pensar que el mundo
está lleno de ingratos. En resumen, ¡tú escoges como vives la vida!"

Luego de exponer esta concepción filosófica universal; se marcha porque tenía que
atender una llamada telefónica y a "La Buena Vida".

Terminé de beber la gaseosa y abandoné la cafetería.

Al tiempo que caminaba, rumbo a mi casa, iba reflexiona que reflexiona; acerca de lo que
Carlitos me había explicado. Pero nada que encontraba la médula del asunto.

Meses después del encuentro filosófico, me quedé sin empleo. Con los dineros que me
entregaron, de la liquidación, decidí establecer mi propio negocio.

Por mucho tiempo no vi a Carlitos, porque me fui para otra ciudad a poner mi negocio. Y
aunque perdimos el contacto, siempre y con mucha frecuencia me acordaba de él; sobre
todo cuando tenía que hacer una elección en la vida y no debía reaccionar con emociones
ante ella.

Años más tarde me encontré con Raúl. Amigo de la infancia y que también conocía a
Carlos. Raúl me contó que nuestro amigo había hecho algo que no debió hacer:

- "Un día, Carlitos, dejó una de las puertas de la cafetería abierta. Tres malhechores bien
armados irrumpen y lo atracan. En tanto que él pretendía abrir la caja fuerte, para
complacer las exigencias de los ladrones; por el nerviosismo temblequea su mano y
resbaló de la combinación".

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"Los rufianes se sintieron burlados, y agobiados por el desespero le dispararon varias


veces antes de marcharse de ‘La Buena vida".

"Pero como la suerte siempre está del lado de Carlitos, pudo ser llevado con prontitud a
una clínica; porque lo encuentra oportunamente una de las empleadas, que llegó
temprano".

"Cuando llegó a la clínica, fue conducido directamente al quirófano, luego de los


preparativos necesarios en estos casos".

"Después, de diez horas de cirugía, lo trasladaron a terapia intensiva; allí residió varias
semanas entre la vida y la muerte. Varios meses después salió de la clínica. Amalgamado
en su cuerpo llevaba la presencia de un plomo, de uno de los proyectiles".

Un día, al tiempo que realizaba los trámites en la aduana del aeropuerto, en un viaje al
extranjero, vaya sorpresa. Ahí frente a mí estaba el "resucitado" Carlos. En él nada había
cambiado después del problema del asalto. Solo que los años no pasan por gusto: pero
los cincuenta años no se le notaban.

No pude contener mi indiscreción y le pregunté como estaba de salud y me respondió:

- Mejor no podría estar, estoy viviendo mis mejores años.

Sin salir de mi sorpresa, le pregunté:

− Carlitos, ¿qué pasó por tu mente cuando sucedió lo del asalto?.

Con la seguridad de siempre me contestó:

− Lo primero que vino a mi mente fue que debí haber cerrado con llave la puerta de
atrás de la cafetería. Cuando estaba tirado y herido en el piso recordé que tenía dos
opciones: Podía elegir vivir o podía elegir morir. Yo elegí vivir.

Sin permitir que terminara de hablar le insistí:

− ¿Y no sentiste miedo de la muerte?.

Carlos, inmutable continúo:

− Imagínate, amigo, que los médicos fueron geniales. No dejaban de decirme que iba a
estar bien. Me llevaron al quirófano; al ver las expresiones de sus semblantes y ojos,
me asusté... podía descifrar en sus miradas: ‘Es hombre muerto’. Comprendí que
debía tomar una decisión.

− ¿Que decisión?- exclamé.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

− Bueno... uno de los médicos me pregunto si era alérgico a algún medicamento.


Respire hondo y grité: “¡ Sí a las balas!” Y mientras se burlaban les dije: “Estoy
eligiendo vivir... opérenme como si estuviera vivo, no muerto”.

Nos despedimos y hasta la fecha nunca más nos hemos visto.

Mientras el avión me transportaba, vino a mi mente Carlos. El Carlitos que no solo vivió
por la maestría de los médicos. También vivió por su asombrosa actitud, ante los
momentos difíciles de su vida. Y pienso que hoy vive plenamente.

De Carlos aprendí la lección de que cada día todos tenemos la elección de vivir
plenamente desde el alma. Porque más hace el que quiere que el que no puede.

Es evidente, al menos para mí, que la actitud, al final, lo es todo. Porque el hombre
contiene en sus adentros: Voluntad, Amor, Sabiduría, Inteligencia Activa. Esto solo es
posible comprenderlo si estamos conscientes de que somos almas amorosas.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El reflejo de la vida
Cuento sufí

Había una vez un anciano que pasaba los días sentado junto a un pozo a la entrada del
pueblo.

Un día, un joven se le acercó y le preguntó:

- Yo nunca he venido por estos lugares... ¿cómo son los habitantes de este pueblo?

El anciando le respondió con otra pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes del lugar de donde vienes?

- Eran egoístas y malvados, por eso me he alegrado de salir de allí.

- Así son los habitantes de este lugar - respondió el anciano.

Un poco después otro joven se acercó al anciano y le hizo la misma pregunta:

- Soy forastero aquí. ¿Sería tan amable de decirme cómo son los habitantes de este
lugar?

El anciano le respondió con la misma pregunta:

- ¿Cómo eran los habitantes del lugar de donde vienes?

- Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos y trabajadores. Tenía tantos amigos


que me ha costado mucho separarme de ellos.

- Así son los habitantes de este lugar - respondió el anciano.

Un hombre que había llevado a sus animales a beber agua del pozo, había escuchado las
dos conversaciones. Cuando el joven se alejó le preguntó al anciano:

- ¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente distintas a la misma pregunta hecha
por dos personas?

- Mira - le respondió el anciano -, cada uno lleva el universo en su corazón. Quién no ha


ha encontrado nada bueno en su pasado tampoco lo encontrará aquí. En cambio, áquel
que tenía amigos en su lugar de origen, encontrará también aquí amigos leales y fieles.
Porque las personas son lo que encuentran en sí mismas. Encuentra siempre lo que
esperan encontrar. Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas lo llevas dentro de tí.
Simplemente, déjalo salir.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El clavo

Érase una vez un chico con mal carácter. Su padre le dió un saco de clavos y le dijo que
clavara uno en la verja del jardín cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con
alguien.

El primer día clavó 43 clavos. Durante las semanas siguientes se concentró en


controlarse y, día a día, disminuyó la cantidad de clavos nuevos en la verja. Había
descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos.

Llegó un día en el que no clavó ningún clavo. Emocionado, fue a decírselo a su padre.

Su padre le dijo que era el momento de quitar un clavo por cada día que no perdiera la
paciencia. Los días pasaron hasta que un día la verja ya no tenía clavos. El chico,
entusiasmado, se lo dijo a su padre.

El padre llevó a su hijo junto a la verja y le dijo:

- Tu comportamiento ha sido muy bueno, pero observa bien los agujeros que han
quedado en la verja. Ya nunca será como antes. Cuando discutes con alguien y le dices
cualquier cosa ofensiva, le dejas una herida como ésta. Puedes clavar una navaja a un
hombre y después retirarla, pero siempre quedará la herida. No importan las veces que le
pidas perdón, ya que la herida permanecerá. Una herida provocada con la palabra hace
tanto daño como una herida física. Los amigos son joyas raras de encontrar. Están listos
para escucharte cuando tienes una necesidad, te sostienen y te abren su corazón.
Enseña a tus amigos cómo les quieres.

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El pescador

Un poderoso banquero llegó a un muelle de un pequeño pueblo costero, y allí se encontró


un bote con un pescador. Dentro del bote había algunos peces de considerable tamaño.

- Esos peces son unos magníficos ejemplares - alabó el banquero.


- Gracias - contestó el pescador.
- ¿Cuánto tiempo ha invertido en esa pesca?
- Sólo apenas un rato.
- ¿Por qué no se queda más tiempo y así consigue más peces?
- Bueno, esto es más que suficiente para mis necesidades y las de mi familia.
- ¿Y qué hace el resto de su tiempo?
- Duermo mucho, me levanto tarde, pesco un poco, juego con mis hijos, me echo una
siesta con mi esposa, me tomo algún vino por las noches y me divierto con mis amigos.
Mi vida es tranquila y agradable.
- Eso está muy bien. Yo soy banquero, he estudiado en una de las más prestigiosas
universidades del mundo, y creo que podría ayudarte. Si inviertes un poco más de tiempo
en la pesca, conseguirías más peces, los cuales podrías vender, y poder comprarte un
bote más grande. Con ese bote podrías pescar más peces, y con los ingresos podrías
comprarte más botes, y podrías tener toda una flota de botes. Si en lugar de vender el
pescado a un intermediario lo haces directamente a un procesador, no tardarías en
convertirte en un procesador. Podrías controlar la producción, el procesamiento y la
distribución del pescado. Podrías salir de este pequeño pueblo, mudarte a la capital y
expandir aún más tu empresa.
- ¿Cuánto se tardaría en conseguir todo eso? - preguntó el pescador.
- En el mejor de los casos unos 15 años. En el peor, yo creo que entre 20 y 25 años.
- ¿Y después qué?
El banquero se reía a carcajadas.
- Esa es la mejor parte - contestó el banquero - Aprovecharías el mejor momento del
mercado para vender todas tus acciones y tu empresa. Serías inmensamente rico...
Millonario!!!!
- ¿Millonario?. ¿Y después qué?
- Pues, te podrías retirar, mudarte a un pueblecito costero, dormir mucho, pescar un poco,
jugar con tus hijos, echarte la siesta con tu mujer, tomarte un vino todas las noches con
tus amigos...
El pescador contestó:
- ¿Acaso no es todo eso lo que ahora tengo?

¡Cuántas vidas se desperdician buscando inútilmente una felicidad que ya poseemos pero
que no vemos!. La felicidad verdadera consiste en amar lo que tenemos, sin lamentarnos
de lo que nos falta. La felicidad es un trayecto, no un destino.

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¿Cómo se mide la vida?

La Vida no se mide anotando puntos, como en un juego.

La vida no se mide por el número de amigos que tienes, ni por cómo te aceptan los otros.

No se mide según los planes que tienes para el fin de semana o por si te puedas en casa
sólo.

No se mide según con quién sales, con quién solías salir, ni por el número de personas
con quienes has salido, ni por si no has salido nunca con nadie.

No se mide por las personas que has besado.

No se mide por la fama de tu familia, por el dinero que tienes, por la marca de coche que
manejas, ni por el lugar donde estudias o trabajas.

No se mide ni por lo guapo ni por lo feo que eres, por la marca de ropa que llevas, ni por
los zapatos, ni por el tipo que música que te gusta.

La vida, simplemente, no es nada de eso...

La vida se mide según a quién amas y según a quién dañas.

Se mide según la felicidad o la tristeza que proporcionas a otros.

Se mide por los compromisos que cumples y las confianzas que traicionas.

Se trata de la amistad, la cual puede usarse como algo sagrado o como un arma.

Se trata de lo que se dice y lo que se hace y lo que se quiere decir o hacer, sea dañino o
benéfico.

Se trata de los juicios que formulas, por qué los formulas y a quién o contra quién los
comentas.

Se trata de a quién no le haces caso o ignoras adrede.

Se trata de los celos, del miedo, de la ignorancia y de la venganza.

Se trata del amor, el respeto o el odio que llevas dentro de ti, de cómo lo cultivas y de
cómo lo riegas.

Pero por la mayor parte, se trata de sí usas la vida para alimentar el corazón de otros.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Tú y solo tú escoges la manera en que vas a afectar a otros y esas decisiones son de lo
que se trata la vida.

Hacer un amigo es una gracia.

Tener un amigo es un don.

Conservar un amigo es una virtud.

Ser un amigo es un honor y un privilegio.

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El Banco “Hoy”

Imagina que existe un banco, que cada mañana acredita en tu cuenta la suma de 86.400
euros.

No arrastra tu saldo día a día.

Cada noche borra cualquier cantidad de tu saldo que no usaste durante el día.
¿Qué harías? ¡Retirar hasta el último centavo, por supuesto!

Cada uno de nosotros tiene ese banco.


Su nombre es TIEMPO.
Cada mañana, este banco te acredita 86.400 segundos.
Cada noche, este banco borra, y da como perdido, cualquier cantidad de ese crédito que
no hayas invertido en un buen propósito.
Este banco no arrastra saldos, ni permite sobregiros.
Cada día te abre una nueva cuenta.
Cada noche elimina los saldos del día.
Si no usas tus depósitos del día, la pérdida es tuya.
No se puede dar marcha atrás.
No existen los giros a cuenta del depósito de mañana.
Debes vivir en el presente con los depósitos de hoy.
Invierte de tal manera, de conseguir lo mejor en salud, felicidad y éxito.
El reloj sigue su marcha.
Consigue lo máximo en el día.

Para entender el valor de un año: pregúntale a algún estudiante que perdió el año de
estudios.
Para entender el valor de un mes: pregúntale a la madre que alumbró un bebé prematuro.
Para entender el valor de una semana: pregúntale al editor de un semanario.
Para entender el valor de un día: pregúntale a los amantes que esperan encontrarse.
Para entender el valor de una hora: pregúntale a quien debe cuidar a un enfermo.
Para entender el valor de un minuto: pregúntale a una persona que perdió el último tren.
Para entender el valor de un segundo: pregúntale a una persona que evitó en un instante
un accidente.
Para entender el valor de una milésima de segundo: pregúntale a la persona que ganó
una medalla de oro en las olimpíadas.
Atesora cada momento que vivas. Y atesóralo más, si lo compartes con alguien especial.

Ayer es historia.
Mañana es misterio.
Hoy es una dádiva.
Por eso es que se le llama EL PRESENTE.

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La caja

Los miembros de cierta tribu del África occidental cuentan la leyenda de la doncella
celestial.

Sucedió una vez que la gente de la tribu notó que sus vacas producían menos leche que
antes. Y no se explicaban el motivo...

Un joven se ofreció a velar toda la noche y ver que podía estar pasando. Después de
varias horas de espera en la oscuridad, oculto tras un arbusto, vio algo extraordinario.
Una joven de notable belleza bajaba montada en un rayo de luna, trayendo un gran
cubo. Ordeñó las vacas, llenó el cubo con la leche y volvió al cielo montada en un rayo de
luna. ¡El hombre no podía creer lo que había visto!

A la noche siguiente puso una trampa en el prado de las vacas, y cuando vino la doncella
a ordeñar las vacas, accionó la trampa y la atrapó.

- "¿Quién eres?" -le preguntó-.

Ella le explicó que era una doncella celestial, miembro de una tribu que vivía en el cielo y
no tenían con que alimentarse. De modo que le habían encargado que bajara a la tierra
de noche y recogiera comida. Le rogó que la liberara de la red, y ella haría lo que él le
pidiera... El hombre pensó un poco y luego le respondió que la liberaría sólo si ella
accedía a casarse con él.

- "Me casaré contigo", dijo la doncella, "Pero debes dejarme ir a mi casa por tres días a
prepararme". "Después volveré y seré tu esposa".

Él estuvo de acuerdo. Tres días después, la doncella regresó, portando una caja grande.

- "Seré tu esposa y te haré muy feliz", le dijo al joven, "pero debes prometerme que nunca
mirarás lo que hay dentro de esta caja".

Durante varias semanas, fueron muy felices juntos. Hasta que un día, mientras su esposa
estaba ausente, el hombre fue dominado por la curiosidad y abrió la caja. No había nada
en ella. Cuando la mujer regresó, vio que su marido la miraba con una mirada extraña y
le dijo:

- "¿Miraste dentro de la caja, no es cierto? Pues entonces no puedo seguir viviendo


contigo".

- "¿Porqué?" preguntó el hombre, "¿qué hay de terrible en que mire el interior de una caja
vacía?".

- "No te abandono porque hayas abierto la caja. (De todos modos, supuse que lo

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

harías)... Te abandono porque dijiste que estaba vacía. No lo está; está llena de cielo.
Contiene la luz y el aire y los olores de mi casa en el cielo. Cuando volví allá por última
vez, llené la caja con todo lo que había de más precioso, para recordar siempre de
dónde provengo. ¿Cómo puedo ser tu esposa si lo que para mí es más precioso, para ti
no es nada?".

¿¿¿Cómo valoramos a nuestros seres queridos??? A veces no entendemos lo que es


importante para ellos, cuál es el tesoro interior de cada uno, qué es lo que guardan en
sus cajas...

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

He aprendido

He aprendido...
Que no tenemos que cambiar a los amigos, si entendemos que los amigos cambian.
He aprendido...
Que no importa qué tan bueno es un amigo, te van a lastimar en algún momento y los
debes perdonar por eso.
He aprendido...
Que la amistad verdadera continua creciendo, aún más allá de la distancia. Lo mismo
pasa con el amor.
He aprendido...
Que puedes hacer algo en un instante que te causará dolor de por vida.
He aprendido...
Que me está tomando mucho tiempo llegar a ser la persona que quiero ser.
He aprendido...
Que siempre debes dejar con palabras de amor a las personas que quieres. Puede ser la
última vez que las veas.
He aprendido...
Que puedes seguir adelante mucho después de que no puedas.
He aprendido...
Que somos responsables por lo que hacemos, no importa cómo nos sintamos.
He aprendido...
Que si no controlas tu actitud, ella te controlará a ti.
He aprendido...
Que sin importar que tan excitante es una relación al principio, la pasión desvanece y más
vale que haya otra cosa que tome su lugar.
He aprendido...
Que los héroes son las personas que hacen lo que se tiene que hacer, cuando se
necesita hacerlo y sin importar las consecuencias.
He aprendido...
Que el dinero es una pésima forma de mantener el marcador.
He aprendido...
Que mi mejor amigo y yo podemos hacer cualquier cosa, o no hacer nada, y pasar el
mejor tiempo.
He aprendido...
Que a veces las personas que esperas que te pateen cuando estás derrotado, son las
que te ayudarán a levantarte.
He aprendido...
Que a veces, cuando estoy enojado, y aunque tenga derecho para estarlo, eso no me da
el derecho de ser cruel.
He aprendido...
Que por el hecho de que una persona no te quiera como tú quisieras que lo hiciera, no
significa que no te quiera con todo lo que tiene.
He aprendido...
Que la madurez tiene más que ver con las experiencias que has tenido y lo que has
aprendido de ellas, que con el número de cumpleaños que has celebrado.
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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

He aprendido...
Que no siempre es suficiente ser perdonado por los demás. A veces tienes que aprender
a perdonarte a ti mismo.
He aprendido...
Que no importa qué tanto está roto tu corazón, el mundo no se detiene por tu pena.
He aprendido...
Que nuestro pasado y nuestras circunstancias pueden haber influenciado en quiénes
somos, pero somos responsables por quién llegamos a ser.
He aprendido...
Que el hecho de que dos personas discutan no significa que no se quieran el uno al otro.
Y el hecho de que no discutan, no significa que sí se quieran.
He aprendido...
Que no debes insistir tanto en encontrar un secreto. Podría cambiar tu vida para siempre.
He aprendido...
Que dos personas pueden ver exactamente la misma cosa, y ver algo totalmente
diferente.
He aprendido...
Que tu vida puede ser cambiada en cuestión de horas por personas que ni siquiera te
conocen.
He aprendido...
Que aún cuando piensas que no tienes más que dar, cuando un amigo te llora,
encontrarás la fuerza para ayudarlo.
He aprendido...
Que las credenciales en la pared no te hacen una persona decente.
He aprendido...
Que las personas por las que más te preocupas en la vida se van demasiado pronto.

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El círculo del 99

Había una vez un rey muy triste, y tenía un sirviente que como todo sirviente de rey triste,
era muy feliz.

Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando
alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud
para con la vida era siempre serena y alegre.

Un día el rey lo mandó a llamar.

-Paje..., le dijo- ¿Cuál es el secreto?

-¿Qué secreto, Majestad?

-¿Cuál es el secreto de tu alegría?

-No hay ningún secreto, Alteza...

-¡No me mientas, paje! ¡He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una
mentira!

-No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto.

-¿Porqué estás siempre alegre y feliz? ¿eh...? ¿Por qué...?

-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome


atenderlo.

-Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos
vestidos y alimentados, y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas
monedas para darnos algunos gustos. ¿Cómo no estar feliz?

-¡Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar! - Dijo el rey... -¡Nadie puede ser
feliz por esas razones que has dado!

-Pero Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría mas que complacerlo, pero no hay
nada que yo este ocultando...

-¡Vete, vete antes de que llame al verdugo!

El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación.

El rey estaba como loco... No conseguía explicarse como el paje estaba feliz viviendo de
prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Cuando se calmó, llamó al mas sabio de sus asesores y le contó su conversación de la


mañana.

-¿Porqué él es feliz?

-Ah..., Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.

-¿Fuera del círculo?

-Así es.

-¿Y eso es lo que lo hace feliz?

-No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.

-A ver si entiendo, estar en el circulo te hace infeliz...

-Así es.

-¿Y como salió?

-Nunca entró...

-¿Qué círculo es ese?

-El circulo del 99.

-Verdaderamente, no te entiendo nada.

-La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos.

-¿Cómo?

-Haciendo entrar a tu paje en el círculo.

-¡Eso, eso...! ¡Obliguémoslo a entrar!

-No es tan fácil, Alteza. -Nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo.

-Entonces habrá que engañarlo...

-No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, el entrará solito, solito...

-¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?

-Sí, se dará cuenta.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

-¡Entonces no entrará!

-No lo podrá evitar...

-¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo
circulo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir?

-Tal cual. Majestad. ¿Estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender
la estructura del círculo?

-¡Si!

-Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99
monedas de oro... ¡Ni una mas ni una menos...,99!

-¿Qué más? ¿Llevo los guardias, por si acaso...?

-No es necesario, nada mas que la bolsa de cuero, Majestad, -Hasta la noche.

-Hasta la noche.

Y así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey y ambos se escurrieron hasta los
patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. Allí esperaron el alba.
Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio tomó la bolsa y le
pinchó un papel que decía:

“Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre, disfrútalo y no cuentes a nadie
cómo lo encontraste”.

Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse.
Cuando el paje salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que
sucedía.

El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa... y al escuchar el sonido metálico se
estremeció, aferró la bolsa contra su pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y volvió a
entrar a su casa.

Entonces, se arrimaron a la ventana para ver la escena.

El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado solo la vela. Se había
sentado y había vaciado el contenido sobre ella.

Sus ojos no podían creer lo que veían... ¡Era una montaña de monedas de oro!

Él, que nunca había tocado una de estas monedas, tenía hoy una montaña de ellas a su
disposición.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El paje las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas.

Las juntaba y desparramaba, después hacía y deshacía pilas de monedas.

Así, jugando y jugando, comenzó a hacer pilas de 10 monedas.

Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y mientras, sumaba:
10, 20, 30, 40, 50, 60.... hasta que formó la última pila:

¡¡¡99 monedas...!!!

Su mirada recorrió primero la mesa, buscando una moneda más. Luego el piso y
finalmente la bolsa.

"No puede ser", pensó. Puso la ultima pila al lado de las otras y confirmó que era más
baja.

-¡¡Me robaron -gritó- ¡¡Me robaron, malditos!!

Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas...

Vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba.

Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que
había 99 monedas de oro. "Sólo 99...".

"99 monedas. Es mucho dinero", pensó.

Pero me falta una moneda...

Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo, pero


noventa y nueve, no...

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, estaba
con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, sus ojos se habían vuelto pequeños y arrugados
y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes.

El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien
de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña.

Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos.

¿Cuánto tiempo tendría qué ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien...?

Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta.

Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla...

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Después, quizás no necesitaría trabajar más...

Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar...

Con cien monedas de oro un hombre es rico...

Con cien monedas se puede vivir tranquilo...

Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en
once o doce años juntaría lo necesario.

"Doce años es mucho tiempo", pensó.

Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. (Y él
mismo, después de todo, terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría
trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello...).

Volvió a sacar las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete


años reuniría el dinero.

¡¡¡Era demasiado tiempo...!!!

Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo
por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender...

Vender...

Vender....

Estaba haciendo calor... ¿Para qué tanta ropa de invierno?

¿Para qué más de un par de zapatos?

Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.

El rey y el sabio volvieron al palacio.

El paje había entrado en el círculo del 99...

Durante los siguientes meses, el sirviente siguió sus planes tal como se le ocurrieron
aquella noche.

Una mañana, el paje entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando y con
cara de pocas pulgas.

-¿Qué te pasa?- Preguntó el rey de buen modo.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

-¡Nada me pasa..., nada me pasa...!

-Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.

-¡Hago mi trabajo! ¿Verdad? ¿Qué otra cosa querría su Alteza..., que fuera su bufón y su
juglar también?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente.

No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor...

MORALEJA: Tú y yo, y todos nosotros, hemos sido educados en esta estúpida ideología:
“Siempre nos falta algo para estar completos, y solo completos se puede gozar de lo que
se tiene”.
Por lo tanto (nos enseñaron), la felicidad deberá esperar a completar lo que falta...

Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca se puede gozar de la
vida.

Pero... ¿Qué pasaría si la iluminación llegara a nuestras vidas y nos diéramos cuenta, así,
de golpe, que nuestras 99 monedas son el cien por cien del tesoro, que no nos falta
nada?

Que nadie se quedó con lo nuestro, que nada tiene de más redondo “cien” que “noventa y
nueve”, que todo es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que
seamos estúpidos, para que jalemos del carro, cansados, malhumorados, infelices o
resignados.

Una trampa para que nunca dejemos de empujar y que todo siga igual...

¡Eternamente igual...!

¡Cuántas cosas cambiarían..., si pudiéramos disfrutar de nuestros tesoros tal como


están...!

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¿Buena o mala suerte?


Cuento sufí

Había una vez un hombre que vivía con su hijo en una casita del campo. Se dedicaba a
trabajar la tierra y tenía un caballo para la labranza y para cargar los productos de la
cosecha, era su bien más preciado. Un día el caballo se escapó saltando por encima de
las bardas que hacían de cuadra. El vecino que se percató de este hecho corrió a la
puerta de nuestro hombre diciéndole:

-Tu caballo se escapó, ¿que harás ahora para trabajar el campo sin él? Se te avecina un
invierno muy duro, ¡qué mala suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Pasó algún tiempo y el caballo volvió a su redil con diez caballos salvajes con los que se
había unido. El vecino al observar esto, otra vez llamó al hombre y le dijo:

-No solo recuperaste tu caballo, sino que ahora tienes diez caballos más, podrás vender y
criar. ¡Qué buena suerte has tenido!

El hombre lo miró y le dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Más adelante el hijo de nuestro hombre montaba uno de los caballos salvajes para
domarlo y calló al suelo partiéndose una pierna. Otra vez el vecino fue a decirle:

-¡Qué mala suerte has tenido! Tu hijo se accidentó y no podrá ayudarte, tu eres ya viejo y
sin su ayuda tendrás muchos problemas para realizar todos los trabajos.

El hombre, otra vez lo miró y dijo:

-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

Pasó el tiempo y en ese país estalló la guerra con el país vecino de manera que el ejército
iba por los campos reclutando a los jóvenes para llevarlos al campo de batalla. Al hijo del
vecino se lo llevaron por estar sano y al de nuestro hombre se le declaró no apto por estar
imposibilitado. Nuevamente el vecino corrió diciendo:

-Se llevaron a mi hijo por estar sano y al tuyo lo rechazaron por su pierna rota. ¡Qué
buena suerte has tenido!

Otra vez el hombre lo miró diciendo:

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-¿Buena suerte o mala suerte? Sólo Allah lo sabe.

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Un clavel en un mustio jardín

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban
muriendo...

El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino....

Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid...

Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa....

La Rosa lloraba por no ser fuerte y sólida como el Roble....

Entonces encontró una planta, un Clavel floreciendo y más fresco que nunca...

El rey le preguntó: ¿Cómo es que creces tan saludable en medio de este jardín mustio y
sombrío?....

La flor contestó:

- Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste querías claveles, si
hubieras querido un Roble, lo habrías plantado.... En aquel momento me dije: "Intentaré
ser Clavel de la mejor manera que pueda y heme aquí el más hermoso y bello clavel de tu
jardín....

Somos esto que somos. Vivimos marchitándonos; nuestras propias insatisfacciones, en


nuestras absurdas comparaciones con los demás, Si yo fuera, si yo tuviera, si mi vida
fuera...

Siempre conjugando el futuro incierto en vez del presente concreto, empecinados en no


querer ver, que la felicidad es un estado subjetivo y voluntario....

Podemos elegir hoy, estar felices con lo que somos, con lo que tenemos o vivir
amargados por lo que no tenemos o no podemos ser....

Sólo podremos florecer el día que aceptemos que somos lo que somos, que somos
únicos y que nadie puede hacer lo que nosotros venimos a hacer. ...

Comienza haciendo lo que es necesario, después lo que es posible y de repente estarás


haciendo lo imposible....

- San Francisco de Asís -

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Los dos enfermos

Dos hombres, ambos enfermos de gravedad, compartían el mismo cuarto semiprivado del
hospital.

A uno de ellos se le permitía sentarse durante una hora en la tarde, para drenar el líquido
de sus pulmones. Su cama estaba al lado de la única ventana de la habitación.

El otro tenia que permanecer acostado, de espaldas todo el tiempo. Conversaban


incesantemente todo el día, y día tras día hablaban de sus esposas y familias, sus
hogares, empleos, las experiencias vividas durante sus servicios militares y los sitios
visitados durante sus vacaciones.

Todas las tardes, cuando el enfermo ubicado al lado de la ventana se sentaba, se pasaba
el tiempo relatándole a su compañero de cuarto lo que veía por ella.

Con el tiempo, el enfermo acostado de espaldas, que no podía asomarse por la ventana,
se desvivía por esos períodos de una hora, durante los cuales se deleitaba con los relatos
de las actividades y colores del mundo exterior.

La ventana daba a un parque con un bello lago. Los patos y cisnes se deslizaban por el
agua, mientras los niños jugaban con sus botecitos a la orilla del lago. Los enamorados se
paseaban de la mano entre las flores multicolores; era un paisaje con árboles
majestuosos y, en la distancia, se divisaba una bella vista de la ciudad. A medida que el
enfermo cerca de la ventana describía todo esto con detalles exquisitos, su compañero
cerraba los ojos e imaginaba un cuadro pintoresco.

Una tarde le describió un desfile que pasaba por el hospital, y aunque no pudo escuchar
la banda, lo pudo ver a través del ojo de la mente mientras su compañero se lo describía.

Pasaron los días y las semanas; y una mañana, al entrar la enfermera para el aseo
matutino, se encontró con el cuerpo sin vida del señor que ocupaba la cama cerca de la
ventana, quien había expirado tranquilamente, durante el sueño.

Con mucha tristeza, avisó para que trasladaran el cuerpo. Al día siguiente, el otro señor
pidió que lo trasladaran cerca de la ventana. A la enfermera le agradó hacer el cambio, y
luego de asegurarse de que estaba cómodo, lo dejó solo.

El señor, con mucho esfuerzo y dolor, se apoyó en un codo para poder mirar el mundo
exterior por primera vez. ¡Finalmente tendría la alegría de verlo por si mismo! Se esforzó
para asomarse por la ventana... y lo que vio fue la pared del edificio contiguo.

Confundido y entristecido, le preguntó a la enfermera qué sería lo que animó a su difunto


compañero describir tantas cosas maravillosas fuera de la ventana...

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La enfermera le respondió que el señor era ciego y no podía ni ver la pared de enfrente.
Ella le dijo ..."Quizás solamente deseaba animarlo a usted"...

Existe una inmensa alegría en poder alegrar a otros a pesar de nuestra propia situación.
La aflicción compartida disminuye la tristeza, pero cuando la alegría es compartida, se
duplica. Si deseas sentirte próspero, basta con contar aquello que poseas y que no se
puede comprar con el dinero.

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El hombre más pobre


Cuento sufí

Un día, Nasrudín y Tamerlán paseaban por la ciudad. Cuando el emperador pasó junto a
un mendigo, le preguntó su nombre.

− Al nacer, mis padres me llamaron Riqueza - contestó el hombre.


− ¡Qué sorprendente que haya resultado que seas tan pobre! - se rió el gobernante.
− Es evidente cuál de vosotros dos es el más pobre - dijo Nasrudín -: el que se ríe de la
desgracia del otro.

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Un amigo

¡Cuántas veces me habré preguntado en la vida


el verdadero significado de la palabra amistad!.
¡Cuántas veces desafié mis sentimientos
por culpa de mi ignorancia!.
¡Cuantas veces tendré que
preguntarme lo que sé que siento!.
Al descubrir el sentido
de lo que realmente es un amigo.
Pero cuidado, no te confundas,
no mezcles compañerismo con amistad.
Amigo no es aquél con el que mantienes
una relación vinculada con estudios,
deportes u otras actividades.
Amigo no es aquel que te tiene en cuenta
solo para los favores.
Amigo no es cualquiera.
Amigo es aquel que te quiere,
que piensa en ti en buenos y malos momentos.
Amigo es aquel que te sigue,
te guía, te escucha.
Aquél que en las noches solitarias y de tristezas
te despierta con una sonrisa y una nueva esperanza.
El que hace que el amanecer de un frío invierno
se convierta en un canto a la vida.
El que te divierte cuando te aburres.
El que te alegra cuando lloras.
El que te canta para que te duermas.
Y el que te aconseja cuando dudas.
Ese es él, el que siempre esta ahí,
no importa el porqué, pero siempre a tu lado.
En fin, nunca tiene límites, nunca hay excusas.
Aprende a amar y te engrandecerá hacerlo,
y recuerda, hay mucha gente
que no cree en la amistad entre un hombre y una mujer,
pero tú puedes creerlo.
Porque nunca hay límites, la amistad es infinita,
no confundas el vínculo de la amistad.
¡Libérate!
Expón tus sentimientos ahora que el sol no se ha ocultado.
No es tarde todavía, tienes tiempo,
y sobre todo, aprende a creer
que en la vida los verdaderos amigos valen.

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Gracias por estar en mi vida…


Aquí tienes a un amigo

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La sonrisa

El más saludable masaje de belleza para el rostro;


el pasaporte al reino de los Cielos;
el ropaje más lindo del alma;
el mejor antídoto contra las preocupaciones;
la canción de los Ángeles;
la seriedad arrepentida;
la oración de los sabios;
la contraseña entre los amigos;
la puerta de la cooperación entre conocidos y desconocidos;
alienta la buena voluntad en los negocios;
acorta el tiempo de la angustia;
crea la felicidad en la pareja y en el hogar;
una clara manifestación de salud mental, emocional y espiritual;
descanso para los fatigados;
calor para los tristes;
luz para los decepcionados;
es como el sol: ilumina, calienta y se irradia.

¿Cuánto cuesta una sonrisa? –Nada.


¿Cuánto beneficio nos puede dar? –Mucho.
¿Qué tiempo dura? –Un instante.
¿Y cuánto perdura en la memoria? –A veces toda la vida.
¿Quién es tan rico que no la necesite? –Nadie.
¿Quién es tan pobre que no pueda regalarla? –Ninguno.
¿Se empobrece el que la dá? –Al contrario, se enriquece.
¿Se puede comprar, vender o robar? –Sólo se puede ofrecer gratuitamente.
¿Y quién es el que está más necesitado de una sonrisa? –Aquél que no tiene ninguna
para dar.

"Cuando alguien los insulta o los difama o los ignora, acéptenlo con una sonrisa,
ese es el modo del mundo, básicamente ingrato y descortés.
Díganse a sí mismos: Me están haciendo un favor, mi fortaleza está siendo sometida
a prueba, no debo dejarme llevar por la ira o el resentimiento.
Díganse estas cosas estimulantes y quédense serenos, con una sonrisa de triunfo
en los labios". Swami Sathia Sai Baba
"Para abrirse camino entre la gente, es más eficaz una sonrisa que un codazo".
Fascianelli
"Sonríe siempre, para no dar a los que no te quieren el placer de verte triste, y para dar a
los que te aman la certeza de que eres feliz".

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El devoto y la prostituta
Cuento sufí

Había una vez un hombre devoto que dedicaba su tiempo a la oración y meditación, su
objetivo eran las cosas del alma y la búsqueda de la verdad. Sucedió que se mudó a vivir
justo enfrente de su casa una prostituta que todo el tiempo recibía todo tipo de hombres.
El hombre devoto se sentía enojado e indignado y le decía a Allah cómo podía mandarle
algo así, pues esto era motivo para perder su concentración y desviarse de sus plegarias;
“una mujer así no merecía ningún tipo de favores”.

Pasó el tiempo y el hombre devoto cada vez sentía más desagrado por aquella mujer. Por
el contrario la prostituta se sentía muy honrada y afortunada de que frente a su casa
viviera un hombre de condición espiritual, de modo que siempre le agradecía a Allah esa
oportunidad de estar cerca de personas de dignidad. Ya que ella se veía obligada por las
circunstancias a llevar ese tipo de vida.

Entonces ocurrió que los dos murieron a la vez, pues se produjo un enorme desastre
natural y así los dos se vieron frente a la corte celestial. Allí se les dijo: “cada cual somos
lo que cosechamos”. Así el hombre devoto fue condenado por no haber vivido su vida con
satisfacción y agradecimiento, y además haber tenido sentimientos negativos hacia otros.

La prostituta fue salvada, pues ella había vivido su vida con gratitud, aceptación y
pensamientos amables hacia los demás.

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¿Qué son los amigos?

Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de
haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, mas otras a
penas vemos entre un paso y otro.

A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos.

Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos.

El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá nos muestra
lo que es la vida.

Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que
puedan florecer como nosotros.

Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.


Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que iban a cruzarse
en nuestro camino.

A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son
verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz.
Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado
un amigo enamorado. Ése da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a
nuestros pies.

Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días
o unas horas.

Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que
estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la


punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

El tiempo pasa, el verano se va, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras


hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo
que nos hace más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra
raíz con recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

"Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad".

Hoy y siempre... Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única.

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Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán
mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada.

Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que dos almas
no se encuentran por casualidad.

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Decálogo de la serenidad

1. Sólo por hoy, trataré de vivir exclusivamente al día, sin querer resolver el problema
de mi vida de una vez.
2. Sólo por hoy, tendré el máximo cuidado de mi aspecto; trataré de ser cortés; de no
criticar a nadie ni pretender disciplinar a nadie, sino a mí mismo.
3. Sólo por hoy, me adaptaré a las circunstancias, sin querer que las circunstancias
se adapten a mis deseos.
4. Sólo por hoy, dedicaré 30 minutos de mi tiempo a una buena lectura recordando
que así como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, la buena lectura es
necesaria para mi mente y espíritu.
5. Sólo por hoy, haré una buena acción a favor de alguien que solamente yo sabré.
6. Sólo por hoy, haré dos acciones positivas que no sean de mi agrado y procuraré
que nadie se entere.
7. Sólo por hoy, seré feliz con la certeza de que se sido creado para la felicidad.
8. Sólo por hoy, haré un programa detallado. Quizás no lo cumpliré íntegramente,
pero lo redactaré. Y me cuidaré de dos calamidades, la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la
buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el
mundo.
10. Sólo por hoy, no tendré temores, no tendré miedo a gozar de lo que es bello y de
creer en la bondad. Puedo hacer durante un día lo que me descorazonaría si
pensase tener que hacerlo durante toda mi vida.

"Puedo hacer bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensara tener que
hacerlo durante toda mi vida"

Juan XXIII

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El viejo maestro
Cuento sufí

Había una vez en el antiguo Al-Andalus, un viejo maestro en el arte de la guerra , ya


retirado que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A
pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a
cualquier adversario.

Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era
conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la
provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y
después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con
una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.

Sabiendo de la fama del viejo maestro, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama
de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos
y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en
su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados.
Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció
impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.

Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta
indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.

-Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó
el viejo maestro.

-A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.

-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando
no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.

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El corazón más hermoso

Un día un hombre joven se situó en el centro de un poblado y proclamó que él poseía el


corazón más hermoso de toda la comarca.

Una gran multitud se congregó a su alrededor y todos admiraron y confirmaron que su


corazón era perfecto, pues no se observaban en él ni máculas ni rasguños. Sí,
coincidieron todos que era el corazón más hermoso que hubieran visto.

Al verse admirado el joven se sintió más orgulloso aún, y con mayor fervor aseguró
poseer el corazón más hermoso de todo el vasto lugar.

De pronto un anciano se acercó y dijo:


- ¿Porqué dices eso, si tu corazón no es ni tan, aproximadamente, tan hermoso como el
mío?

Sorprendidos la multitud y el joven miraron el corazón del viejo y vieron que, si bien latía
vigorosamente, éste estaba cubierto de cicatrices y hasta había zonas donde faltaban
trozos y éstos habían sido reemplazados por otros que no encastraban perfectamente en
el lugar, pues se veían bordes y aristas irregulares en su derredor. Es más, había lugares
con huecos, donde faltaban trozos profundos. La mirada de la gente se sobrecogió
"¿Cómo puede él decir que su corazón es más hermoso?", pensaron ...

El joven contempló el corazón del anciano y al ver su estado desgarbado, se echó a reír.
- Debes estar bromeando- dijo - Compara tu corazón con el mío... el mío es perfecto. En
cambio el tuyo es un conjunto de cicatrices y dolor.

- Es cierto - dijo el anciano -tu corazón luce perfecto, pero mira: cada cicatriz representa
una persona a la cual entregué todo mi amor. Arranqué trozos de mi corazón para
entregárselos a cada uno de aquellos que he amado. Muchos a su vez, me han
obsequiado un trozo del suyo, que he colocado en el lugar que quedó abierto. Como las
piezas no eran iguales, quedaron los bordes por los cuales me alegro, porque al
poseerlos me recuerdan el amor que hemos compartido. Hubo oportunidades, en las
cuales entregué un trozo de mi corazón a alguien, pero esa persona no me ofreció un
poco del suyo a cambio. De ahí quedaron los huecos. Dar amor es arriesgar, pero a pesar
del dolor que esas heridas me producen al haber quedado abiertas, me recuerdan que los
sigo amando y alimentan la esperanza, que algún día, quizás, regresen y llenen el vacío
que han dejado en mi corazón. ¿Comprendes ahora lo que es verdaderamente hermoso?

El joven permaneció en silencio, lágrimas corrían por sus mejillas. Se acercó al anciano,
arrancó un trozo de su hermoso y joven corazón y se lo ofreció. El anciano lo recibió y lo
colocó en su corazón, luego a su vez arrancó un trozo del suyo ya viejo y maltrecho y con
él tapó la herida abierta del joven. La pieza se amoldó, pero no a la perfección. Al no
haber sido idénticos los trozos, se notaban los bordes.
El joven miró su corazón que ya no era perfecto, pero lucía mucho más hermoso que

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antes, porque el amor del anciano fluía en su interior.

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La carrera de sapos
Cuento sufí

Érase una vez una carrera de sapos en el país de los sapos. El objetivo consistía en llegar
a lo alto de una gran torre que se encontraba en aquel lugar. Todo estaba preparado y una
gran multitud se reunió para vibrar y gritar por todos los participantes. En su momento se
dio la salida y todos los sapos comenzaron a saltar. Pero como la multitud no creía que
nadie llegara a la cima de aquella torre pues ciertamente, era muy alta, todo lo que se
escuchaba era: “no lo van a conseguir”, qué lástima, está muy alto, es muy difícil, no lo
van a conseguir”. Así la mayoría de los sapitos empezaron a desistir. Pero había uno que
persistía, pese a todo, y continuaba subiendo en busca de la cima.

La multitud continuaba gritando: “es muy difícil, no lo van a conseguir”, y todos los sapitos
se estaban dando por vencidos, excepto uno que seguía y seguía tranquilo cada vez con
más fuerza. Finalmente fue el único que llegó a la cima con todo su esfuerzo. Cuando fue
proclamado vencedor muchos fueron a hablar con él y a preguntarle como había
conseguido llegar al final y alcanzar semejante proeza. Cual sería le sorpresa de todos los
presentes al darse cuenta que este sapito era sordo.

Sé siempre sordo cuando alguien duda de tus sueños.

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Cómo conseguir lo que quieres


Cuento sufí

Un joven fue a ver a un sabio maestro y le preguntó:

-Señor, ¿qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?.

El sabio no contestó. El joven después de repetir su pregunta varias veces con el mismo
resultado se marchó y volvió al día siguiente con la misma demanda. No obtuvo ninguna
respuesta y entonces volvió por tercera vez y repitió su pregunta:

-¿Qué debo hacer para conseguir lo que yo quiero?

El sabio le dijo:

-Ven conmigo.

Y se dirigieron a un río cercano. Entró en el agua llevando al joven de la mano y cuando


alcanzaron cierta profundidad el sabio se apoyó en los hombros del joven y lo sumergió
en el agua y pese a los esfuerzos del joven por desasirse de él, allí lo mantuvo. Al fin lo
dejó salir y el joven respiró recuperando su aliento. Entonces preguntó el sabio:

-Cuando estabas bajo el agua, ¿qué era lo que más deseabas?

Sin vacilar contestó el joven:

-Aire, quería aire.

-¿No hubieras preferido mejor riquezas, comodidad, placeres, poder o amor?

–No, señor, deseaba aire, necesitaba aire y solo aire -fue su inmediata respuesta.

-Entonces -contestó el sabio-, para conseguir lo que tú quieres debes quererlo con la
misma intensidad que querías el aire, debes luchar por ello y excluir todo lo demás. Debe
ser tu única aspiración día y noche. Si tienes ese fervor, conseguirás sin duda lo que
quieres.

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El ratón con miedo

Había una vez un ratón que vivía con ataques de pánico en la casa de un viejo gato.

El ratón cada vez que veía al felino, se espeluznaba y tembloroso huía despavorido a la
ratonera, hasta que en cierta ocasión, un mago que estuvo de visita se compadeció de él
y le concedió el favor, no de quitarle el miedo pero, por lo menos de convertirlo en un
animal más fuerte, y más poderoso.

En estos arreglos, el mago hizo del ratón temeroso, un gato joven y fuerte.

Pero, a las pocas horas de la visita del mago a aquella casa, apareció el recién convertido
gato lleno de pavor, quejándose de miedos porque en el jardín había visto a un perro, el
mago volvió a compadecerse de él y lo reconvirtió en perro agresivo.

Y el remedio volvió a fracasar, porque antes de la noche entró el perro corriendo,


buscando amparo, ya que en el bosque se había topado con una pantera.

El mago, desesperado por las fallas de las conversiones anteriores, habló seriamente con
aquel animal, y le advirtió que era el último abracadabra que gastaría en las
transmutaciones genéticas del animal, y lo convirtió en pantera.

Sin embargo, como era de esperarse, la pantera, regresó de su primer aventura por las
profundidades del bosque, trémula y jadeante por los efectos del pánico… -es que me
encontré a un cazador, buscando panteras!, dijo en son de queja.

El mago furioso, le respondió: “Mira, contigo es inútil todo cambio porque si te convierto
en cazador, vendrás llorando de miedo, a la primera enfermedad de tu hijo y tan pronto
tengas un conflicto con la esposa. Por lo mismo, te regresaré al estado de ratón miedoso
como te conocí…”.

Es cierto, de poco o nada sirven los cambios de estado social, económico, religioso, y
familiar para tratar de matar las serpientes del miedo y la cobardía. El miedo no existe
fuera de la piel, sino enredado en el centro del alma. La solución consiste en cambiar de
corazón, más que cambiar de padres o de esposo.

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El náufrago
Cuento sufí

El único sobreviviente de un naufragio llegó a una desabitada isla. Pidió fervientemente a


Allah ser rescatado y cada día divisaba el horizonte en busca de una ayuda que no
llegaba. Cansado optó por construirse una cabaña de madera para protegerse de los
elementos y guardar sus pocas pertenencias. Entonces un día, tras merodear por la isla,
en busca de alimento regresó a la cabaña para encontrarla envuelta en llamas con una
gran columna de humo levantándose hacia el cielo. Lo peor había ocurrido; lo había
perdido todo y se encontraba en un estado de desesperación y rabia.

-¡Oh Allah!, ¿cómo puedes hacerme esto?, -se lamentaba.

Sin embargo al amanecer del día siguiente se despertó con el sonido de un barco que se
acercaba a la isla. Habían venido a salvarlo.

-¿Cómo supieron que estaba aquí?, -preguntó el cansado hombre a sus salvadores.

-Vimos su señal de humo, -contestaron ellos.

Es muy fácil descorazonarse cuando las cosas marchan mal. Recuerda que cuando tu
cabaña se vuelva humo, puede ser la señal de que la ayuda está en camino.

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Los obstáculos en el camino

Hace mucho tiempo, un rey colocó una gran roca en medio de un camino, obstaculizando
el paso a todo el mundo. Se escondió con el fin de observar si alguien quitaba aquella
molesta roca.

Algunos de los comerciantes más adinerados del rey y cortesanos vinieron y simplemente
rodearon la roca. La mayoría culpó al rey por no despejar los caminos, pero ninguno hizo
nada para quitar la roca del camino.

Pero hubo un campesino que llevaba una carga de su cosecha. Al aproximarse a la roca,
el campesino puso

su carga en la cuneta y trató de mover la roca a un lado del camino. Al final lo consiguió,
después de empujar y fatigarse mucho. Mientras recogía su carga se percató de que
había una saca justo donde había estado la roca. La saca estaba repleta de monedas de
oro, con una nota del rey indicando que el oro era para la persona que apartara la piedra
del camino.

El campesino aprendió lo que los otros nunca entendieron: cada obstáculo presenta una
oportunidad para mejorar la condición de uno.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El bambú japonés

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo convierte en no apto
para impacientes. Siembras la semilla, la abonas y te ocupas de regarla constantemente.
Durante los primeros meses no sucede nada apreciable; en realidad no pasa nada
durante los siguientes siete años, a tal punto que un cultivador inexperto pensaría que las
semillas eran infértiles. Sin embargo, durante el séptimo año en un período de tan solo
seis semanas la planta de bambú crece hasta treinta metros.

¿Tardó solo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis
semanas en desarrollarse. Durante esos siete años de aparente inactividad el bambú
estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el
crecimiento que iba a tener después de siete años.

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La paz perfecta

Había una vez un Rey que ofreció un gran premio a aquel artista que pudiera captar en
una pintura la paz perfecta. Muchos artistas lo intentaron. El Rey admiró y observó todas
las pinturas, pero soólo hubo dos que a él realmente le gustaron y tuvo que escoger entre
ellas.

La primera era un lago muy tranquilo, un espejo perfecto donde se reflejaban unas
plácidas montañas que lo rodeaban. Sobre éstas se encontraba un cielo muy azul con
tenues nubes blancas. Todos los que miraron esta pintura pensaron que ésta expresaba
la paz perfecta.

La segunda pintura, también tenía montañas, pero éstas eran escabrosas y descubiertas.
Sobre ellas había un cielo furioso del cual brotaba un impetuoso aguacero con rayos y
truenos. Montaña abajo aparecía el retumbar un espumoso torrente de agua. Todo ésto
no reflejaba nada pacífico.

Pero cuando el Rey observó cuidadosamente, vió tras la cascada un delicado arbusto
creciendo en una grieta de la roca. En este arbusto se encontraba un nido. Allí, en el rugir
de la violenta caída de agua, estaba sentado plácidamente un pajarito en medio de su
nido... Paz perfecta.

El Rey escogió la segunda. Y explicó a sus súbditos el porqué: Paz no significa estar en
un lugar sin ruidos, sin problemas, sin trabajo duro ni dolor. Paz significa que a pesar de
todas estas cosas permanezcamos calmados dentro de nuestro corazón . Éste es el
verdadero significado de la paz. Cuando encontremos la paz en nuestro interior,
tendremos equilibrio en la vida.

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El error

El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de
arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.

No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para


seguir avanzando hacia el mar; se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se
estanca y se pudre en la laguna.

No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta; se equivoca la


que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.

No se equivoca el hombre que ensaya distintos caminos para alcanzar sus metas, se
equivoca aquel que por temor a equivocarse no actúa.

No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo, se equivoca aquel
que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí mismo cada día,
sin encontrarse nunca plenamente. Al final del camino no te premiarán por lo que
encuentres, sino por aquello que hayas buscado honestamente.

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El samurai y el monje

Un joven guerrero, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un shaij
(maestro espiritual) en busca de consejos.

Cuando entró en la mezquita donde el maestro realizaba el salat (postración del


musulmán cinco veces al día), se sintió inferior y pensó que a pesar de haber pasado toda
su vida luchando por la justicia y la paz, no se había acercado al estado de gracia del
hombre que tenía frente a él.

-¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? -preguntó al maestro-, me enfrenté muchas
veces con la muerte y defendí a los más débiles, no tengo nada de qué avergonzarme.
Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia.

-Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la
respuesta -dijo el sheij-.

Durante todo el día el joven guerrero se quedó sentado en el jardín de la mezquita. Las
personas entraban y salían en busca de consejos y el sheij (maestro) atendía a todos con
la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. El estado de ánimo del
guerrero iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar.

Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:

-¿Ahora podrá usted enseñarme?

El shaij (maestro) lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en
el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad.
-¿Ves esta luna qué bonita es?, cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a
brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del
paisaje que tenemos a delante: nubes, árboles, montañas. He contemplado a los dos
durante años, y nunca escuché a la luna decir: "¿Por qué no tengo el mismo brillo que el
sol?, ¿es que quizás soy inferior a él?"

Claro que no -respondió el guerrero-, la luna y el sol son dos cosas diferentes, cada uno
tiene su propia belleza. No se pueden comparar.

-Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a
su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el
resto son solo apariencias.

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Donación de sangre

Esta historia trata de una niña que sufría de una extraña enfermedad. Su única
oportunidad de recuperación aparentemente era una transfusión de sangre de su
hermanito de 5 años, quien había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y
había desarrollado anticuerpos necesarios para combatirla.

El médico explicó la situación al hermano de la niña, y le preguntó si estaría dispuesto a


dar su sangre a su hermana. Tras dudar un momento dió un gran suspiro y dijo:

-Si, lo haré, si eso salva a mi hermana.

Mientras la transfusión continuaba, él estaba acostado en una cama al lado de la de su


hermana, y sonreía mientras el médico los vigilaba, viendo retornar el color a las mejillas
de la niña.

Pero al rato la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró al médico y le
preguntó con voz temblorosa

-¿A qué hora empezaré a morirme?

Siendo solo un niño, no había comprendido al médico, pensaba que le daría toda su
sangre a su hermana... ¡Y aún así se la daba!

Da todo por quien ames. Actitud, después de todo, es todo.

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El jardín de la vida

Había una vez, algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser
cualquier tiempo, un hermoso jardín, con manzanos, naranjos, perales y bellísimos
rosales, todos ellos felices y satisfechos. Todo era alegría en el jardín, excepto por un
árbol profundamente triste. El pobre tenía un problema: no sabía quién era.

Lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano:


-Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosas manzanas. ¿Ves qué fácil es?
-No lo escuches -exigía el rosal-, es más sencillo tener rosas y, ¿ves que bellas son?

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los
demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación
del árbol, exclamó:

-No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la


tierra. Yo te daré la solución: no dediques tu vida a ser como los demás quieran que
seas... Sé tu mismo, conócete, y para lograrlo, escucha tu voz interior.

Y dicho esto, el búho desapareció.


-¿Mi voz interior... ? ¿Ser yo mismo... ? ¿Conocerme... ? -se preguntaba el árbol
desesperado-.

De pronto, comprendió... Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo
escuchar su voz interior diciéndole:
-Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera
porque no eres un rosal. Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar
cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión. Cúmplela.
Y el árbol se sintió fuerte y seguro de sí mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo
cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos.
Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto al ver a mi alrededor, ¿Cuántos serán robles que no se permiten a sí


mismos crecer? ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?
¿Cuántos manzanos que no saben florecer? En la vida todos tenemos un destino que
cumplir, un espacio que llenar.

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El camino del sacrificio


Cuento sufí

-Estoy dispuesto a dejar todo -dijo el príncipe al maestro–, por favor acépteme como
discípulo.

-¿Cómo elige un hombre su camino? -preguntó el maestro.

-A través del sacrificio - respondió al príncipe- Un camino que exige sacrificio es un


camino verdadero.

El maestro tropezó con una estantería. Un jarrón valiosísimo se cayó y el príncipe se


arrojó al suelo para agarrarlo. Cayó en mala posición y se rompió el brazo, pero consiguió
salvar el jarrón.

-¿Cuál es el mayor sacrificio, ver estrellarse el jarrón o romperse el brazo para salvarlo?
-preguntó el maestro.

-No sé -respondió el príncipe.

-Entonces, ¿cómo quieres orientar tu elección hacia el sacrificio? El verdadero camino es


elegido por nuestra capacidad de amarlo, no de sufrir por él.

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La carreta vacía

Caminaba con mi padre cuando él se detuvo en una curva y después de un pequeño


silencio me preguntó:

-Además del cantar de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?

Agudicé mis oídos y algunos segundos después le respondí:

-Estoy escuchando el ruido de una carreta.

-Eso es -dijo mi padre-, es una carreta vacía.

Pregunté a mi padre: -¿Cómo sabes que es una carreta vacía, si aún no la vemos?

Entonces mi padre respondió:

-Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, por el ruido. Cuanto más vacía la
carreta, mayor es el ruido que hace.

Me convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando demasiado,


interrumpiendo la conversación de todos, siendo inoportuna o violenta, presumiendo de lo
que tiene, sintiéndose prepotente y haciendo de menos a la gente, tengo la impresión de
oír la voz de mi padre diciendo que cuanto más vacía la carreta, mayor es el ruido que
hace.

La humildad consiste en callar nuestras virtudes y permitirle a los demás descubrirlas.


Nadie está más vacío que aquel que está lleno de sí mismo.

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Nunca nacido
Cuento sufí

Mientras estaba en la India, Nasrudín visitó un cementerio enorme. Deteniéndose delante


de una elaborada tumba, leyó:

- "Aquí yace el mayor gobernante que este país conoció nunca. Condujo a sus ejércitos a
la batalla contra las fuerzas enemigas. Construyó escuelas y alojamientos para los
pobres. Su valor y caridad le convirtieron en leyenda ya durante su vida. Este noble
gobernante murió a los cinco años de edad".

Nasrudín preguntó al encargado del cementerio:

- ¿Cómo pudo un gobernador lograr tanto en tan poco tiempo?

El encargado le respondió:

- El sultán llegó al trono a los veinte años de edad, y gobernó durante sesenta años. En su
lecho de muerte, declaró: "He pasado siete años estudiando, ocho en la guerra y sesenta
preocupado por los asuntos de Estado. En total he vivido cinco años de mi vida. Ésta es la
edad que quiero que se recuerde en mi lápida mortuoria".

- Si es así como aquí se considera la edad - dijo Nasrudín - por favor, mira que en mi
epitafio aparezcan estas palabras: "Aquí yace Nasrudín, ¡un hombre que nunca nació!".

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Dios está contigo


Canción Cherokee

Un hombre susurró: "Dios, habla conmigo".


Y un ruiseñor comenzó a cantar...
Pero el hombre no oyó.

¡Entonces el hombre repitió:


"Dios, habla conmigo!"
Y el eco de un trueno, se oyó...
Mas el hombre fue incapaz de oír.

El hombre miró en derredor y dijo:


"¡Dios, déjame verte!"
Y una estrella brilló en el cielo...
Pero el hombre no la vio.

El hombre comenzó a gritar:


"¡Dios, muéstrame un milagro!"
Y un niño nació...
Mas el hombre no sintió el latir de la vida.

Entonces el hombre comenzó


a llorar y a desesperarse:
"¡Dios, tócame y déjame saber
que estás aquí conmigo...! "
Y una mariposa se posó
suavemente en su hombro...

El hombre espantó la mariposa con la mano y,


desilusionado, continuó su camino,
triste, sólo y con miedo.

En todo momento se están produciendo milagros que somos incapaces de percibir por
cerrar los ojos del alma.

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Yo aprendí

Yo aprendí ...
Que no puedo exigir el amor de nadie.
Apenas puedo dar buenas razones para que gusten de mí,
y tener paciencia para que la vida haga el resto;

Yo aprendí
que a pesar de que ciertas cosas puedan ser importantes para mí,
hay personas a quienes no le interesan,
y jamás conseguiré convencerlas;

Yo aprendí
que puedo pasar años construyendo una verdad,
y que puedo destruirla en apenas unos segundos.

Yo aprendí
que puedo usar mi seducción durante unos quince minutos,
pasados los cuales tengo que saber de qué estoy hablando;

Yo aprendí
que puedo hacer algo en un minuto
y tener que responder por ello el resto de mi vida;

Yo aprendí
que así como por más que un pan se corte en rebanadas,
este pan continúa teniendo dos caras,
lo mismo se aplica para todo lo que cortamos de nuestro camino.

Yo aprendí
que tardaré mucho en transformarme en la persona que quiero ser,
y debo tener paciencia;

Yo aprendí
que puedo ultrapasar los límites que yo mismo me coloqué;

Yo aprendí
que tengo que escoger entre controlar mi pensamiento
o ser controlado por él.

Yo aprendí
que los héroes son personas que hacen
lo que creen que deben hacer en un determinado momento,
independientemente del miedo que sientan;

Yo aprendí
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que perdonar exige mucha práctica;


que hay mucha gente que me aprecia pero que no consigue expresarlo.

Yo aprendí
que en los momentos más difíciles, la ayuda vino justamente de
aquella persona que yo pensaba que iba a intentar perjudicarme;

Yo aprendí
que puedo estar furioso, pues tengo el derecho de irritarme,
pero no tengo el derecho a ser cruel;

Yo aprendí
que jamás puedo decir a un niño que sus sueños son imposibles.
Será una tragedia para el mundo si consigo convencerlo de eso.

Yo aprendí
que mi mejor amigo me hará daño de vez en cuando,
y tengo que acostumbrarme a ello;

Yo aprendí
que no es suficiente ser perdonado por los otros;
yo aprendí que tengo que perdonarme yo primero;

yo aprendí que no importa cuánto esté sufriendo mi corazón,


el mundo no se detendrá solo por causa de eso.

Yo aprendí
que las circunstancias de mi infancia son responsables por lo que soy,
pero no por los caminos que elegí siendo adulto;

Yo aprendí
que en una pelea, tengo que decidir de qué lado estoy,
aun cuando no quiera verme envuelto en ella;

Yo aprendí
que cuando dos personas discuten no quiere decir que se odien.
Y cuando dos personas no discuten no significa que se amen.

Yo aprendí
que por más que quiera proteger a mis hijos,
ellos sufrirán y yo también sufriré,
pues eso forma parte de la vida;

Yo aprendí
que mi existencia puede cambiar para siempre en pocas horas
por causa de personas desconocidas;

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Yo aprendí
que los diplomas en la pared no me hacen
ni más respetable ni más sabio que los demás.

Yo aprendí
que la palabra "amor" pierde su sentido cuando es usada sin criterio;

Yo aprendí
que ciertas personas se van para siempre pase lo que pase;

Yo aprendí
que es difícil trazar una línea entre ser amable,
no herir a las personas,
y saber luchar por las cosas en las que creo.

¿Y tú, qué aprendiste?

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El rico de Estambul
Cuento sufí

Había una vez un hombre muy rico en Estambul que un año decidió monopolizar todo el
arroz del mercado. Una vez que los granjeros hubieron terminado su cosecha, envió a sus
sirvientes a las puertas de la ciudad. Allí compraron el arroz de los campesinos y lo
transportaron a los almacenes que había alquilado su señor. Ni un grano de la cosecha de
arroz de aquel año consiguió llegar al mercado. El hombre rico se imaginaba que podría
ganar una fortuna con su monopolio.

Una vez guardado todo el arroz, nuestro hombre decidió visitar los almacenes. El grano
era almacenado de acuerdo con su tipo y calidad. El más refinado se guardaba en una
esquina de la última nave. Esta era la mejor variedad, había sido plantada en el mejor
suelo y había recibido la cantidad óptima de sol y de agua. Cuando el hombre vio este
arroz, cuyos granos eran dos veces más grandes que los normales, decidió llevarse
algunos a casa para la cena.

Aquella noche, su cocinero le agasajó con un plato de aquel arroz maravilloso,


excelentemente cocinado con mantequilla y especias. Pero nada más tomar la primera
cucharada, el arroz se le atascó en la garganta. No podía ni tragarlo ni escupirlo.
Probaron a extraerlo de mil modos, pero todo fue en vano.

Finalmente, llamaron al médico de la familia, El doctor hurgó y empujó todo lo que pudo,
pero no consiguió desatascar el arroz. Al fin, dijo:

-Me temo que hará falta una traqueotomía. Es una operación simple. Le cortaremos la
garganta y sacaremos el arroz directamente.

Al hombre le espantaba la idea de que le cortaran la garganta, así que decidió consultar a
un otorrinolaringólogo. Desgraciadamente, el especialista le recomendó la misma
operación.

Entonces el hombre se acordó del sheik sufí que había sido el consejero espiritual de la
familia durante años y que tenía fama de tener poderes curativos. El sheik le dijo:

-Sí, sé como puedes curar tu mal, pero tienes que hacer exactamente lo que te diga.
Mañana coge un avión y vete a San Francisco. Toma un taxi para ir al Hotel St. Francisco,
sube a la habitación 301, gira a tu izquierda y las cosas se resolverán.

Por la reputación del sheik y también porque hubiera hecho cualquier cosa para que no le
cortasen la garganta, nuestro hombre cogió un avión con destino a San Francisco. Se

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sentía terriblemente incómodo con el arroz atascado en la garganta. Le resultaba difícil


respirar y apenas podía tragar un poco de agua de vez en cuando.

Una vez en San Francisco, el hombre se fue de inmediato al Hotel St. Francisco y subió a
la habitación 301. Hasta aquí todo iba bien. Por lo menos el hotel y la habitación que el
sheik había especificado estaban allí. Llamó a la puerta, que estaba entornada, y esta se
abrió un poco. Al asomarse, vio un hombre dormido en la cama, roncando suavemente.
De pronto el hombre rico estornudó. Con aquel estornudo, el arroz fue expulsado de su
boca y fue a parar a la boca del hombre que dormía, quien lo tragó automáticamente,
mientras se despertaba.

Tras despertarse, el huésped del hotel exclamó en turco:

-¿Qué sucede? ¿Quién es usted?.

Maravillado al encontrarse un compatriota en San Francisco, el hombre rico le contó toda


la historia. Ambos estaban asombrados por lo que había ocurrido. Al fin, resultó que el
desconocido no solo era de Estambul, sino que también vivía en el mismo barrio que el
hombre rico.

Cuando volvió a casa, nuestro hombre fue inmediatamente a visitar al sheik. Este le
explicó que el arroz que había tratado de comer no estaba destinado para él, sino para la
persona que finalmente lo había tragado. Por eso se había quedado atascado en su
garganta, porque aquel arroz no formaba parte de su destino. La única solución era
hacerlo llegar a la persona para la que realmente estaba destinado.

Al fin, el sheik recalcó con gran énfasis:

-Recuerda, cualquier cosa que esté destinada para ti te llegará. Y cualquier cosa que esté
destinada para otros forzosamente les llegará también.

El hombre rico regresó a su casa y pensó largamente sobre su experiencia y sobre lo que
el sheik había dicho. A la mañana siguiente, ordenó que abrieran sus almacenes y que
distribuyeran todo el arroz entre los pobres de Estambul.

Lo que está destinado para ti, y esto incluye tanto beneficios materiales como espirituales,
tiene necesariamente que llegarte. Puede que tenga que recorrer todo el camino desde
Estambul a San Francisco, o incluso dar un rodeo más amplio, pero te llegará.

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La vaquita
Cuento sufí

Un maestro de la sabiduría paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo
lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar. Durante la
caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de las visitas, también de conocer
personas y las oportunidades de aprendizaje que tenemos de estas experiencias.
Llegando al lugar constató la pobreza del sitio, los habitantes, una pareja y tres hijos, la
casa de madera, vestidos con ropas sucias y rasgadas, sin calzado. Entonces se
aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó:

-En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo
hacen usted y su familia para sobrevivir aquí?

El hombre le dijo:

-Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los
días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros alimentos en la
ciudad vecina y con la otra parte producimos queso, manteca, etc., para nuestro consumo
y así es como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, luego se despidió y


se fue. En el medio del camino le dijo al discípulo:

-Busca la vaquita, llévela al precipicio de allí en frente y empújela al barranco.

El joven vio al maestro con espanto y le cuestionó el hecho. Sobre todo porque la vaquita
era el único medio de subsistencia de esa familia. Mas como percibió el silencio absoluto
del maestro, cumplió temeroso la orden y empujó al animal por el precipicio, viendo como
moría. Aquella escena quedó grabada en la memoria del joven durante algunos años.

Un día, el joven resolvió dejar a su maestro y regresar a aquel lugar para contarle todo a
la familia, pedir perdón y ayudarlos. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba al lugar
veía todo muy bonito, con árboles floridos
y una enorme casa y algunos niños jugando en el jardín. El joven se sintió triste y
desesperado, imaginando que aquella humilde familia tuviese que vender el terreno para
sobrevivir, aceleró el paso y llegando allá, fue recibido por el dueño, el joven preguntó por
la familia que vivía ahí hace unos cuatro años, el señor respondió que seguían viviendo
ahí. Consternado, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia
que visitó hace algunos años con el maestro. Elogió el lugar y le preguntó al señor:

-¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar la vida?

El señor entusiasmado le respondió:

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-Nosotros teníamos una vaquita, pero un día se cayó por el precipicio y murió, de ahí en
adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades
que no sabíamos que teníamos. Así, alcanzamos el éxito que sus ojos vislumbran ahora.

Todos nosotros tenemos una vaquita que nos proporciona alguna cosa básica para
nuestra supervivencia, la cual es una convivencia con la rutina. Nos hace dependientes y
nuestro mundo se reduce a lo que vaquita produce. Descubre cuál es tu vaquita y
empújala por el precipicio.

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Una aldea de cien habitantes

Si pudiésemos reducir la población de la Tierra a una pequeña aldea de exactamente 100


habitantes, manteniendo las proporciones existentes en la actualidad, sería algo como
esto:

Habría 57 asiáticos, 21 europeos, 14 personas del hemisferio oeste (tanto norte como sur)
y 8 africanos.
52 serían mujeres.
48 hombres.
70 no serian caucásicos.
30 serian caucásicos.
70 no cristianos.
30 cristianos.
89 heterosexuales.
11 homosexuales.
6 personas poseerían el 59% de la riqueza de toda la aldea y los 6 (sí, 6 de 6) serían
norteamericanos.

De las 100 personas, 80 vivirían en condiciones infrahumanas.


70 serian incapaces de leer.
50 sufrirían de malnutrición.
1 persona estaría a punto de morir.
1 bebé estaría a punto de nacer.
Sólo 1 (sí, sólo 1) tendría educación universitaria.
En esta aldea habría 1 persona con computadora.

Al analizar nuestro mundo desde esta perspectiva tan comprimida es cuando se hace más
aparente la necesidad de aceptación, entendimiento, tolerancia y educación.

Si te has levantado esta mañana con más salud que enfermedad, entonces eres más
afortunado que los millones de personas que no sobrevivirán esta semana.

Si nunca has experimentado los peligros de la guerra, la soledad de estar encarcelado, la


agonía de ser torturado o las punzadas de la inanición, entonces estás por delante de 500
millones de personas.

Si puedes acudir a la iglesia sin temor a ser humillado, arrestado, torturado o muerto...
entonces eres más afortunado que 3.000 millones (3.000.000.000) de personas en el
mundo.

Si tienes comida en la nevera, ropa en el armario, un techo sobre tu cabeza y un lugar


donde dormir, eres más rico que el 75% de la población mundial.

Si guardas dinero en el banco, en tu cartera y tienes algunas monedas en el cajón... ya

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

estás entre el 8% más rico de este mundo.

Si tus padres aun viven y están casados... eres una persona MUY RARA.

Si puedes leer ésto es que eres mucho más afortunado que los más de 2.000 millones de
personas en este mundo que no pueden leer.

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El anciano y la vela
Cuento sufí

Un anciano, en su lecho de muerte, llamó a sus tres hijos y les dijo:

-No puedo dividir en tres lo que poseo. Eso dejaría muy pocos bienes para cada uno de
vosotros. He decidido dar todo lo que tengo, como herencia, al que se muestre más hábil,
más inteligente. Dicho de otra manera: a mi mejor hijo. He dejado encima de la mesa una
moneda para cada uno de vosotros. Cogedla. El que compre con esa moneda algo con lo
que llenar la casa se quedará con todo.

Se fueron. El primer hijo compró paja, pero sólo consiguió llenar la casa hasta la mitad. El
segundo compró sacos de plumas, pero no consiguió llenar la casa más que el anterior. El
tercer hijo, que consiguió la herencia, sólo compró un pequeño objeto. Era una vela.
Esperó hasta la noche, encendió la vela y llenó la casa de luz.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El gallo

Había una vez, en la antigua China, un extraordinario pintor cuya fama atravesaba todas
las fronteras. En las vísperas del año del Gallo, un rico comerciante pensó que le gustaría
tener en sus aposentos un cuadro que representase a un gallo, pintado por este fabuloso
artista.

Así que se trasladó a la aldea donde vivía el pintor y le ofreció una muy generosa suma
de dinero por la tarea. El viejo pintor accedió de inmediato, pero puso como única
condición que debía volver un año más tarde a buscar su pintura. El comerciante se
amargó un poco. Había soñado con tener el cuadro cuanto antes y disfrutarlo durante el
año signado por dicho animal. Pero como la fama del pintor era tan grande, decidió
aceptar y volvió a su casa sin chistar.

Los meses pasaron lentamente y el comerciante aguardaba que llegase el ansiado


momento de ir a buscar su cuadro. Cuando finalmente llegó el día, se levantó al alba y
acudió a la aldea del pintor de inmediato. Tocó a la puerta y el artista lo recibió. Al principio
no recordaba quien era.

-Vengo a buscar la pintura del gallo -le dijo el comerciante-.

-¡Ah, claro! -contestó el viejo pintor-.

Y allí mismo extendió un lienzo en blanco sobre la mesa, y ante la mirada del
comerciante, con un fino pincel dibujó un gallo de un solo trazo. Era la sencilla imagen de
un gallo y, de alguna manera mágica, también encerraba la esencia de todos los gallos
que existen o existieron jamás. El comerciante se quedó boquiabierto con el resultado,
pero no pudo evitar preguntarle:

-Maestro, por favor, contésteme una sola pregunta. Su talento es incuestionable, pero
¿era necesario hacerme esperar un año entero?

Entonces el artista lo invitó a pasar a la trastienda, donde se encontraba su taller. Y allí, el


ansioso comerciante pudo ver cubriendo las paredes y el piso, sobre las mesas y
amontonados en enormes pilas hasta el techo, cientos y cientos de bocetos, dibujos y
pinturas de gallos, el trabajo intenso de todo un año de búsqueda.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El carro
Cuento sufí

Existió un viajero que tuvo que hacer una larga travesía, ató su animal a un carro e inició
la marcha hacia un largo destino, con un límite fijo de tiempo. Al animal lo llamo
Necesidad, al carro Deseo, a una rueda la llamó Placer y a la otra Sufrimiento. Así pues el
viajero llevaba su carro a derecha e izquierda, pero siempre hacia su destino. Cuanto más
velozmente iba el carro, más rápidamente se movían las ruedas del Placer y el
Sufrimiento, conectadas como estaban por el mismo eje y transportando como estaban el
carro del Deseo.

Como el viaje era muy largo y nuestro viajero se aburría, decidió entonces decorarlo,
ornamentarlo con muchas bellezas. Pero cuanto más embelleció el carro del Deseo más
pesado se hizo para la Necesidad, de tal manera que en las curvas y en las cuestas, el
pobre animal desfallecía no pudiendo arrastrar el carro del Deseo. En los caminos
arenosos las ruedas del Placer y el Sufrimiento se incrustaban en el piso.

El viajero desesperado, porque el camino era muy largo y estaba muy lejos su destino,
decidió meditar sobre el problema y, al hacerlo, escuchó el relincho de su viejo amigo.
Comprendiendo el mensaje, a la mañana siguiente desbarató los adornos del carro, lo
alivió de sus pesos y muy temprano llevó al trote a su animal avanzando hacia su destino.
No obstante , había perdido un tiempo que ya era irrecuperable. A la noche siguiente
volvió a meditar y comprendió, por un nuevo aviso de su amigo, que tenía ahora que
acometer una tarea doblemente difícil, porque significaba su desprendimiento.

Muy de madrugada sacrificó el carro del Deseo. Es cierto que al hacerlo perdió la rueda
del Placer, pero con ella perdió también la rueda del Sufrimiento. Montó al animal de la
Necesidad, y sobre sus lomos, galopó por las verdes praderas hasta llegar a su destino.

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Zanahorias, huevos y café

Había una vez una hija que a menudo se quejaba a su padre acerca de su vida y cómo
las cosas le resultaban tan difíciles. No sabía como hacer para seguir adelante y creía que
se daría por vencida. Estaba cansada de luchar. Parecía que cuando solucionaba un
problema, aparecía otro.

Su padre, un chef de cocina, la llevó a su lugar de trabajo. Allí llenó tres ollas con agua y
las colocó sobre fuego fuerte. Pronto el agua de las tres ollas estaba hirviendo. En una
colocó zanahorias, en otra colocó huevos y en la última colocó granos de café. Las dejó
hervir sin decir palabra.

La hija esperó impacientemente, preguntándose que estaría haciendo su padre. A los


veinte minutos el padre apagó el fuego. Sacó la zanahorias y las puso en un tazón. Sacó
los huevos y los puso en otro tazón. Sacó el café y lo puso en un tercer tazón. Mirando a
su hija le dijo:

- Querida ¿qué ves?


- Zanahorias huevos y café - fue su respuesta.

Entonces la hizo acercarse y le pidió que tocara las zanahorias. Ella lo hizo y notó que
estaban blandas.Luego le pidió que tomara un huevo y lo rompiera... Luego de sacarle la
cáscara observó que estaba duro. Luego le pidió que probara el café. Ella sonrió mientras
disfrutaba de su rico aroma.

Humildemente la hija preguntó:

- ¿Qué significa esto, padre?

Él le explicó que los tres elementos se habían enfrentado la misma adversidad: agua
hirviendo. Pero los tres habían reaccionado en forma diferente. La zanahoria llegó al
agua, fuerte, dura... pero después de pasar por el agua hirviendo se había vuelto débil,
fácil de deshacer.
El huevo había llegado al agua frágil. Su cáscara fina protegía su interior líquido. Pero
después de estar en agua hirviendo, su interior se había endurecido... Los granos de café
sin embargo eran únicos. Después de estar en agua hirviendo, habían cambiado el agua.

- ¿Cuál eres tú? -le preguntó a su hija -Cuando la adversidad llama a tu puerta ¿cómo
respondes? ¿Eres una zanahoria, un huevo o un grano de café?

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¿Y CÓMO ERES TÚ?

¿Eres una zanahoria, que parece fuerte pero que cuando la adversidad y el dolor te tocan
te vuelves débil y pierdes tu fortaleza?

¿Eres un huevo, que comienza con un corazón maleable?. ¿Poseías un espíritu fluído,
pero después de una muerte, una separación, un divorcio o un despidote has vuelto duro
y rígido?. ¿Por fuera te ves igual, pero eres amargado y áspero, con un espíritu y un
corazón endurecido?.

El café cambia al agua hirviente, el elemento que le causa dolor. Cuando el agua llega al
punto de ebullición, el café alcanza su mejor sabor. Si eres como el grano de café, cuando
las cosas se ponen peor, tú reaccionas mejor y haces que las cosas a tu alrededor
mejoren.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Mi nombre es felicidad

Yo soy parte de la vida de aquellos que tienen amigos, porque tener amigos es ser Feliz.
Yo soy parte de la vida de aquellos que viven rodeados por personas como tú, pues vivir
así es ser Feliz.
Yo soy parte de la vida de aquellos que creen que ayer es pasado, mañana es futuro y
hoy es un regalo, por eso es llamado presente.
Formo parte de la vida de aquellos que creen en la fuerza del Amor, que creen que para
una historia bonita no hay punto final.

Yo estoy casada, ¿sabían? ; Estoy casada con el Tiempo. ¡Ah! ; ¡Mi marido es increíble!

Él es responsable de la solución de todos los problemas. Él reconstruye los corazones, él


cura heridas, él vence la tristeza.

Juntos, el Tiempo y yo tuvimos tres hijos: La Amistad, la Sabiduría, y el Amor.

La Amistad es la hija mayor. Una muchacha linda, sincera, alegre. Ella brilla como el sol,
ella une a las personas, nunca pretende herir, siempre consolar.

Mi segunda hija es la Sabiduría, culta, íntegra, siempre fue la más apegada al padre, el
Tiempo. Ella y el Tiempo andan siempre juntos.

El hijo menor es el Amor. ¡Ah! Cuánto trabajo me da. Es terco, y a veces sólo quiere vivir
en un lugar.

Yo vivo diciéndole: "Amor, fuiste concebido para vivir en dos corazones, no en uno".

Él es complejo, pero es increíble. Cuando él comienza a hacer estragos y perjuicios yo


llamo a su padre, y pronto él (Tiempo) sale a cerrar todas las heridas que el Amor abrió.

Una persona muy importante me enseñó una cosa: Todo final siempre es verdadero. Si
todavía no conoces tu verdad es porque no llegaste el final.

Por eso, cree siempre en mi familia. Cree en el Tiempo, en la Amistad, en la Sabiduría y,


principalmente, en el Amor.

Y con seguridad un día, yo, la Felicidad, golpearé a tu puerta. Ten Tiempo para los
Sueños... Ellos conducen en su carruaje hacia las Estrellas.

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La roca

Cuentan que un muy buen hombre vivía en el campo, pero tenía problemas físicos. Un día
se le apareció Jesús y le dijo: "Necesito que vayas hacia aquella gran roca de la montaña,
y te pido que la empujes día y noche durante un año".

El hombre quedó perplejo cuando escuchó esas palabras, pero obedeció y se dirigió hacia
la enorme roca de varias toneladas, que Jesús le mostró.

Empezó a empujarla con todas sus fuerzas, día tras día, pero no conseguía moverla ni un
milímetro. A las pocas semana llegó el demonio y le puso pensamientos en su mente:
"¿Por qué sigues obedeciendo a Jesús? Yo, no seguiría a alguien, que me haga trabajar
tanto y sin sentido. Debes alejarte, ya que es estúpido que sigas empujando esa roca...
nunca la vas a mover".

El hombre trataba de pedirle a Jesús que le ayudara, para no dudar de su voluntad, y


aunque no entendía, se mantuvo en pié con su decisión de empujar.

Con los meses, desde que se ponía el sol hasta que se ocultaba, aquel hombre empujaba
la enorme roca sin poder moverla; mientras tanto su cuerpo se fortalecía, sus brazos y
piernas se hicieron fuertes por el esfuerzo de todos los días.

Cuando se cumplió el tiempo, el hombre elevó una oración a Jesús y le dijo: "Ya he hecho
lo que me pediste, pero he fracasado, no pude mover la piedra ni un centímetro".

Y se sentó a llorar amargamente, pensando en su muy evidente fracaso.

Jesús apareció en ese momento y le dijo: "¿Por qué lloras?¿Acaso no te pedí que
empujaras la roca? Yo nunca te pedí que la movieras, en cambio mírate, tu problema
físico ha desaparecido. NO has fracasado, yo he conseguido mi meta, y tú fuiste parte de
mi plan".

Muchas veces, al igual que este hombre, vemos como ilógicas las situaciones, problemas,
y adversidades de la vida, y empezamos a buscarle lógica... “nuestra” lógica, a la voluntad
de Dios. Y viene el enemigo y nos dice que no servimos o que somos inútiles .

El día de hoy es un llamado a "empujar", sin importar qué tantos pensamientos de duda
ponga el enemigo en nuestras mentes. Pongamos todo en las manos de Jesús, y Él, por
medio de su voluntad, nunca nos hará perder el tiempo, más bien, nos hará ser más
fuertes...

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El anillo
Cuento sufí

-Vengo, maestro, porque me siento tan poca cosa que no tengo fuerza para hacer nada.
Me dicen que no sirvo, que no hago bien, que soy torpe y bastante tonto. ¿Cómo puedo
mejorar? ¿Qué puedo hacer para que me valoren más?

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

-Cuánto lo siento muchacho, no puedo ayudarte, debo resolver primero mi propio


problema. Quizás después..., - y haciendo una pausa agregó- si quisieras ayudarme tú a
mí, yo podría resolver este tema con más rapidez y después tal vez te pueda ayudar.

-Encantado, maestro - titubeó el joven pero sintió que otra vez era desvalorizado y sus
necesidades postergadas-.

-Bien -asintió el maestro, que se quitó un anillo que llevaba en el dedo pequeño de la
mano izquierda y se lo dio al muchacho-, toma el caballo que está allí afuera y cabalga
hasta el mercado. Debo vender este anillo porque tengo que pagar una deuda. Es
necesario que obtengas por él la mayor suma posible, pero no aceptes menos de una
moneda de oro. Vete antes y regresa con esa moneda lo más rápido que puedas.

El joven tomó el anillo y partió. Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes.
Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la
cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una
moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayudar,
alguien le ofreció una moneda de plata y un cachorro de cobre, pero el joven tenía
instrucciones de no aceptar menos de una moneda de oro, y rechazó la oferta.

Después de ofrecer su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, abatido por su
fracaso, montó su caballo y regresó.

Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces
habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su
consejo y ayuda. Entró en la habitación.

-Maestro -dijo-, lo siento, no es posible conseguir lo que me pediste. Quizás pudiera


conseguir dos o tres monedas de plata, pero no creo que yo pueda engañar a nadie
respecto del verdadero valor del anillo.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

-Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-, debemos
saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor
que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él.
Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.

El joven volvió a cabalgar. El joyero examinó el anillo a luz del candil, lo miró con su lupa,
lo pesó y luego le dijo: -Dile al maestro, muchacho, que si lo quiere vender ya , no puedo
darle más que 58 monedas de oro por su anillo.

-¿58 monedas?! -exclamó el joven-.

-Sí -replicó el joyero-. Yo sé que con tiempo podríamos obtener por él cerca de 70
monedas, pero no sé... Si la venta es urgente...

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.

-Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: una joya,
valiosa y única. Y como tal, sólo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué
haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor? Y diciendo
esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Mañana será tarde

1.- Si estas enojado con alguien, y nadie hace nada por arreglar la situación... arréglala tú.
Tal vez hoy, esa persona todavía quiera ser tu amiga, y si no lo arreglas, tal vez mañana
será muy tarde.
2.- Si estás enamorado de alguien, pero esa persona no lo sabe...díselo. Tal vez hoy, esa
persona también esté enamorada de ti, y si no se lo dices hoy, tal vez mañana será muy
tarde.
3.- Si te mueres de ganas por darle un beso a alguien.. dáselo. Tal vez esa persona
también quiere un beso tuyo, y si no se lo das hoy, tal vez mañana será muy tarde.
4.- Si todavía amas a una persona que crees que te ha olvidado.... díselo.. Tal vez esa
persona siempre te ha amado, y si no se lo dices hoy, tal vez mañana será muy tarde.
5.- Si necesitas un abrazo de un amigo.. pídeselo. Tal vez ellos lo necesitan más que tú, y
si no se lo pides hoy, tal vez mañana será muy tarde.
6.- Si de verdad tienes amigos a los cuales aprecias.. díselo. Tal vez ellos también te
aprecian, y si se van o se alejan, tal vez mañana será muy tarde.
7.- Si quieres a tus padres, y nunca has tenido la oportunidad de demostrarlo... hazlo. Tal
vez hoy, los tienes ahí para demostrárselo, pero si se van, tal vez mañana será muy tarde.
8.- ¡Cuéntale esto a las personas que quieres!... Y vas a ver como te vas a enterar de que
hay gente que te quiere y tu no lo sabías. ¡Cuéntales hoy....! Tal vez mañana será muy
tarde......

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El árbol de la felicidad
Cuento sufí

Cuentan que hace muchos, muchos años un peregrino tras caminar durante infinitas
jornadas bajo el implacable sol de India deseó en su corazón poder descansar a la
sombra de un árbol que le diera cobijo. Y así fue que, de pronto, divisó a lo lejos un
frondoso árbol solitario en medio de la planicie. Cubierto de sudor y tambaleándose sobre
sus fatigados pies se encaminó alegremente hacia el árbol que hacia realidad su deseo.
Al fin podré descansar, pensó, mientras se abría paso entre sus tupidas ramas que
llegaban hasta el suelo. ¿Qué más podría desear? Tendiéndose sobre la tierra en su
refugio vegetal trató de conciliar el sueño, pero el suelo estaba duro y mientras más el
peregrino trataba de ignorarlo y descansar, más duro le parecía el suelo sobre el que
estaba.

-Si al menos tuviera una cama, pensó.

Al momento surgió una imponente cama, con impolutas sábanas de seda, digna de un
sultán. Brocados, lujosos tejidos de Samarkanda y las más suaves pieles cubrían el lecho.
Y es que, sin saberlo, el peregrino había ido a sentarse bajo el mítico árbol de los deseos.
Aquel árbol milagroso que es capaz de convertir en realidad cualquier deseo expresado
bajo sus ramas.

El hombre se acostó en el mullido lecho relajándose.

-¡oh, qué a gusto me siento, lástima del hambre que tengo! –pensó-, y ante él apareció
una espléndida mesa cubierta con la más sabrosa de las comidas, con ricos y variados
platos exquisitamente preparados y servidos en la más extravagante de las vajillas. Sobre
las más finas telas imbricadas de hilos preciosos se mezclaban oro, plata y finísimo cristal
con las más exóticas frutas y lujuriosos postres. Todas estas maravillas tomaron forma
ante sus asombrados ojos. Todo aquello con lo que siempre había soñado en las solitarias
noches de su largo peregrinar estaba ahora ante él.

El peregrino comía y comía con el temor de que tal prodigio desapareciera en el aire tan
súbitamente como había aparecido. Pero, cuanto más comía, más comida aparecía. Y
cada nuevo manjar era aún más sabroso y exquisito que el anterior. Finalmente dijo:

-Ya no puedo más y en ese mismo momento la mesa con todas sus maravillas se
desvaneció en el aire.

Es maravilloso, pensó, mientras un sentimiento de felicidad le embargaba. No me moveré


de aquí y seré por siempre feliz. Pero, de pronto, una idea terrible surcó su mente:

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

-Claro que esta planicie es famosa por sus feroces tigres. ¿Qué sucedería si un tigre me
descubriese? Sería terrible morir, después de finalmente haber encontrado el árbol de la
felicidad. Fue la milésima de una fracción de segundo, pero bastó. Cumpliendo su deseo,
en aquel momento surgió de la nada un terrible tigre que lo devoró.

Y así, el árbol de la felicidad quedó solo de nuevo, y allí sigue esperando la llegada de un
ser humano de corazón completamente puro, donde no resida miedo, ni desconfianza,
sino sólo responsabilidad y conocimiento.

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El campesino y Allah
Cuento sufí

Un día un viejo campesino le pidió a Allah:


- Mira, tú eres Allah y has creado el mundo, pero hay una cosa que tengo que decirte, no
eres un campesino, no conoces ni siquiera el abc de la agricultura. Tienes algo que
aprender.

Allah dijo:
-¿Cuál es tu consejo?

El granjero dijo:
-Dame un año y déjame que las cosas se hagan como yo quiero y veamos que pasa. La
pobreza no existirá más.

Allah aceptó y le concedió al campesino un año. Naturalmente pidió lo mejor y sólo lo


mejor: ni tormentas, ni vientos, ni peligros para el grano. Todo era confortable y cómodo y
él era muy feliz. El trigo crecía altísimo. Cuando quería sol, había sol; cuando quería
lluvia, había tanta lluvia como hiciera falta. Ese año todo fue perfecto, matemáticamente
perfecto. El trigo crecía tan alto que el granjero fue a ver a Allah y le dijo:
-¡Mira! Esta vez tendremos tanto grano que si la gente no trabaja en diez años, aún así
tendremos comida suficiente.

Pero cuando se recogieron los granos estaban vacíos. El granjero se sorprendió. Le


preguntó a Allah:
-¿Qué pasó, qué error hubo?.

Allah dijo:
-Como no hubo desafío, no hubo conflicto, ni fricción. Como tu evitaste todo lo que era
malo, el trigo se volvió impotente. Un poco de lucha es imprescindible. Las tormentas, los
truenos, los relámpagos son necesarios, porque sacuden el alma dentro del trigo. La
noche es tan necesaria como el día y los días de tristeza son tan esenciales como los
días de felicidad. Entendiendo este secreto descubrirás cuan grande es la belleza de la
vida, cuanta riqueza llueve sobre ti en todo momento, dejando de sentirte miserable
porque las cosas no van de acuerdo con tus deseos.

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El hombre del cruce

Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un importante cruce de caminos.

Todos los días, a primera hora de la mañana, llegaba hasta allí, donde instalaba un puesto
rodante en el cual vendía bocadillos que él mismo horneaba.

Era sordo, por lo tanto no escuchaba la radio. No veía bien, entonces ni un solo día leía
los diarios.

Meses después alquiló un terreno, levantó un gran letrero de colores y personalmente


pregonaba su mercancía gritando a todo pulmón: "Compre deliciosos bocadillos
calientes", y la gente compraba cada día más.

Aumentó la compra de insumos, alquiló un terreno más grande y mejor ubicado y sus
ventas se incrementaron día a día.

Su fama aumentaba y su trabajo era tanto que decidió buscar a su hijo, un hombre de
negocios de una gran ciudad, para que lo ayudara.

A la carta del padre, su hijo respondió: ¡Pero papá! ¿No escuchas la radio ni lees los
periódicos, ni ves televisión?. ¡¡¡¡Este país está atravesando una gran crisis, la situación
es muy mala... No podría ser peor!!!!.

El padre pensó: "Mi hijo trabaja en una gran ciudad, lee los periódicos y escucha la radio,
tiene contactos importantes... Debe saber de qué habla...".

Así que revisó sus costos, compró menos pan, disminuyó la compra de cada uno de los
ingredientes y dejó de promocionar su producto. Su fama y sus ventas disminuyeron día a
día.

Tiempo después desmontó el letrero y devolvió el terreno. Aquella mañana escribió a su


hijo y le dijo: "Tenías mucha razón: verdaderamente estamos atravesando una gran
crisis".
La historia de la humanidad demuestra que sólo triunfan aquellos que creen poder
hacerlo.

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El rey y la semilla
Cuento sufí

En un pueblo lejano, el rey convocó a todos los jóvenes a una audiencia privada con él,
en dónde les daría un importante mensaje. Muchos jóvenes asistieron y el rey les dijo:

-Os voy a dar una semilla diferente a cada uno de vosotros, al cabo de seis meses
deberán traerme en una maceta la planta que haya crecido, y la planta más bella ganará
la mano de mi hija, y por ende el reino.

Así se hizo, pero había un joven que plantó su semilla y ésta no germinaba; mientras
tanto, todos los demás jóvenes del reino no paraban de hablar y mostrar las hermosas
plantas y flores que habían sembrado en sus macetas. Pasaron los seis meses y todos
los jóvenes desfilaban hacia el castillo con hermosísimas y exóticas plantas.

El joven estaba demasiado triste pues su semilla nunca germinó, ni siquiera quería ir al
palacio, pero su madre insistía en que debía ir pues era un participante y debía estar allí.

Con la cabeza baja y muy avergonzado, desfiló el último hacia el palacio, con su maceta
vacía. Todos los jóvenes hablaban de sus plantas, y al ver a nuestro amigo soltaron en
risa y burla; en ese momento el alboroto fue interrumpido por el ingreso del Rey y todos
hicieron sus reverencias mientras el rey se paseaba entre todas las macetas admirando
las plantas. Finalizada la inspección hizo llamar a su hija, y llamó de entre todos al joven
que llevó su maceta vacía; atónitos, todos esperaban la explicación de aquella acción. El
rey dijo entonces:

-Este es el nuevo heredero del trono y se casará con mi hija, pues a todos ustedes se les
dio una semilla infértil, y todos trataron de engañarme plantando otras plantas; pero este
joven tuvo el valor de presentarse y mostrar su maceta vacía, siendo sincero, real y
valiente, cualidades que un futuro rey debe tener y que mi hija merece.

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Mis relatos

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Una parada en el camino

El silencio es el remanso donde uno entra en contacto consigo mismo, donde encuentras
al amigo que hay dentro de ti, que te aconseja y te enseña las lecciones más importantes
de tu propia existencia. Este sitio iluminado por la paz interior es como una estación de
servicio donde habría que detenerse a diario para descansar, en mitad de esa alocada
carrera que es la vida, y poder realizar mejor el resto del viaje.

Ayer hice esa pequeña parada, y en ella encontré a ese enemigo que encuentro tras el
espejo, que ahora como amigo me tendía la mano y me hablaba con el corazón. Me
planteó una serie de importantes preguntas que, respondidas con sinceridad y humildad,
me hicieron ver y plantearme la vida desde otra dimensión.

¿Por qué eres infeliz?. ¿Qué factores hacen de tu vida un camino pedregoso, escarpado y
difícil?. ¿Qué harías tú para que ese camino estuviera despejado y llano?.

Estas tres simples preguntas son, en realidad, difíciles de responder, puesto que todos
nosotros mentimos por naturaleza, con el fin de sobrevivir en este hostil y peligroso
mundo.

¿Por qué mentimos?. Si valoramos imparcialmente nuestros actos, observaremos que


nuestra primera reacción es la mentira. Una reacción de supervivencia. ¿Por qué?.
Porque este mundo es un mundo etiquetado y disfrazado. Tanto tienes tanto vales. Tal
aparentas tal eres. A todo le ponemos etiqueta: el coche que utilizas, tu casa, tu barrio, tu
belleza, tu sueldo, tu puesto, tu apodo, el tipo de música que escuchas, el tipo de
películas que ves, tus conocimientos, tu cultura, tus reacciones, tu forma de ser… todo,
hasta lo más absurdo, tiene una etiqueta.

Y en medio de ese mundo etiquetado queremos tener un valor por encima de lo que en
realidad somos. Nos importa mucho esa etiqueta. Nos importa mucho cómo nos ven los
demás. Parece que somos mercancía que nos vendemos nosotros mismos.

¿Por qué nos complicamos tanto la vida?. Todas estas mentiras y todas estas etiquetas
nos están robando lo más fundamental de nuestro ser: nuestro propio ser.

Actuamos como no somos, hacemos lo que no queremos hacer, no decimos lo que


queremos decir. En todo lo que hacemos ponemos un toque teatral, asumimos un papel,
actuamos. Hacemos las cosas como los demás quieren que las hagamos, o, lo que es
peor, como nosotros creemos que los demás quieren o esperan que las hagamos.

Subimos a ese escenario y representamos un papel. Actuamos según un guión, no somos


nosotros mismos. La vida es una obra maravillosa en donde el actor da lo mejor de sí
mismo, y eso le hace diferente: eso le identifica.

Nosotros, en cambio, nos complicamos la existencia pretendiendo ser otro tipo de actor,

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

con otras cualidades (a veces exagerando las nuestras y otras adquiriendo las que no son
nuestras), emular a otros actores. Nos comparamos con otros, envidiando sus cualidades,
imitándolas. Queremos llevar esas etiquetas, revalorizarnos falsamente.

Pero las mentiras son como las cajas de sorpresa: al final alguien las abre y descubre lo
que hay en su interior. Las mentiras son espejismos que terminan revelando el vacío que
disfrazaban. Las mentiras son máscaras que terminan cansando y terminan quitándose,
revelando al final el verdadero rostro.

Sin embargo, la verdad no necesita de disfraces ni de máscaras. La verdad es como el


agua: transparente, limpia, sana y agradable. ¿Por qué contaminar el agua que sacia tu
sed con oscuros y sofisticados sabores?. ¿Por qué teñir su autenticidad con oscuros y
falsos colores?.

Mentimos, y al mentir no mentimos a los demás: nos mentimos a nosotros mismos. Al


final, la mentira se descubre. Al final, es peor ser descubiertos en una hermosa mentira
que sufrir una vergonzosa verdad.

Creo, sinceramente, que la felicidad comienza en nosotros mismos, en nuestra verdadera


identidad. Reconocer nuestro ser interior, sin disfraces ni máscaras ni mentiras. Liberarse
de las etiquetas, de compararse con los demás, de las frustraciones y de los complejos.
La felicidad reside, principalmente, en interpretar nuestro propio papel en este escenario
que es la vida.

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Los colosos de piedra

Caminando y absorto en mis problemas, tropecé con una pequeña piedra. Caí de bruces
y maldecí aquel inoportuno pedrusco. Curiosamente, aquella pequeña piedra creció poco
a poco hasta convertirse en una pequeña roca. Asustado, me incorporé. Di tres pasos
hacia atrás. La pequeña roca comenzó a crecer nuevamente hasta tener mi tamaño. Mi
respiración se agitó, y comencé a ser presa del pánico.

De repente, la roca se movió hacia mí, mientras crecía más y más. Ahora tenía el tamaño
de una pequeña casa. Retrocedí aún más, aterrado ante aquel extraño prodigio. Tras de
mí, una pared rocosa detuvo mi huída. Un frío se apoderó de todos los miembros de mi
cuerpo, y mi estómago se cerró dolorosamente. Una lágrima se desprendió de mis ojos,
mientras la roca crecía más y más, y se acercaba más y más.

Mi cuerpo temblaba, y a aquella lágrima le sucedió otra, y después otra, hasta que mis
ojos se convirtieron en un amargo y salado manantial. La roca que estaba a mi espalda
comenzó a moverse hacia delante, empujándome hacia la primera roca. Mi pavor se
convirtió en desesperación.

Huí hacia un lado, intentando escapar de las dos rocas. Las pequeñas piedras que había
empezaron todas a crecer. Esto no podía estar pasándome a mí. ¿Por qué?

En poco tiempo, me encontré rodeado por un ejército de rocas de diferentes tamaños, no


inferiores a mi propio tamaño. En aquellas moles se dibujaba tenuemente el rostro
aterrador de un demonio que las poseía y que se reía amenazadoramente. Estaba siendo
atrapado por un ejército de piedras, que me perseguían, cerrando toda vía de salida.

Comencé a correr, sorteando aquellas malditas rocas crecientes. Los huecos iban
cerrándose, y aquellas corpulentas masas de piedra iban formando paredes, creando
muros y obstáculos que impedían mi avance hacia la libertad.

Aceleré mi paso con la vana esperanza de salir de aquel infierno cuanto antes, o en
espera de que ocurriese algún otro insólito hecho que me rescatase de aquella absurda
situación.

Dejé de correr, y me detuve. Estaba cansado. Estaba desesperado. No podía más. Que
fuera lo que tuviera que ser y que fuera lo que tuviera que pasar. Aquello debía
solucionarse sólo. Al fin y al cabo, también se había creado sólo y yo no tenía culpa de
nada. Simplemente fui víctima de quién sabe qué caprichosa broma del destino.

De repente, algo cambió. Aquellas rocas se detuvieron y empezaron a menguar. Sus


colosos tamaños fueron encogiendo, y en poco tiempo sus tamaños fueron inferiores al
mío. Las cosas volvían a su estado natural.

¿O no?. Mirando hacia abajo comprobé que aquellas rocas no estaban menguando. Era

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yo, quién estaba creciendo, ya que los árboles también eran pequeños, inferiores incluso
a aquellos mini-colosos de piedra.

Llegó un momento en el que las rocas más altas no superaban la altura de mi rodilla. El
problema estaba resuelto. Quise andar, pero no pude. Quise moverme, pero no pude.
Mira hacia mi cuerpo, y mi cuerpo era de piedra.

MORALEJA: Los problemas son las piedras que hay en nuestro camino. Si les damos
demasiada importancia, si pensamos sólo en ellas, magnificaremos su tamaño como si de
un potente microscopio se tratara. La obsesión convertirá pequeñas piedras en ingentes y
temibles colosos, nos derrumbaremos, nos desesperaremos y terminaremos luchando
vanamente contra fantasmas y demonios inexistentes. Al final, el mayor de los problemas,
el mayor de esos colosos de piedra, somos nosotros mismos, porque, en realidad, el
problema somos nosotros.

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Patxi

Patxi fue durante mucho tiempo uno de mis más íntimos amigos. Hemos compartido
mucho juntos: momentos inolvidables, libros, música, películas, vacaciones, confidencias,
opiniones, alegrías, viajes, juegos, conciertos, juergas, comidas... Llegamos a compartir
incluso un proyecto de empresa basado en un producto interesante.

Un buen día, Patxi dejó de existir. No quería responder mis llamadas, ni mis correos.
Durante mucho tiempo sufrí la incertidumbre sobre qué había pasado para ese cambio
radical, en el que ayer éramos como hermanos, y hoy, no éramos nadie. Lo había perdido,
y esa falta cortó mi respiración, detuvo el latido de mi corazón. Mi ser se inundó de
tristeza, melancolía y añoranza. Mi magín trabajaba constantemente buscando cualquier
hecho, por insignificante que fuera, para saber qué había hecho yo. Seguramente era
culpa mía, por algo que hubiera dicho o hecho. También imaginé qué pasó por la cabeza
de Patxi para hacer lo que hizo, adivinar las circunstancias que le hicieron abandonarme
sin ninguna explicación. Mi imaginación no tuvo límites, creando las más absurdas y
fantásticas situaciones.

Durante bastantes meses estuve, infructuosamente, llamándole y escribiéndole correos


sin contestación. Estuve llamando a amigos comunes para saber de él, y poder descubrir
la razón. Quería una explicación, un por qué, algo que saciara mi sed de entender por qué
un día Patxi dejó de existir en lo mejor de nuestra relación.

Hoy, por fin, después de un año, hemos quedado para finiquitar una cuenta bancaria
conjunta que teníamos por lo de nuestro proyecto. Ahí moría nuestro proyecto, y quizá, de
forma definitiva lo poquito que quedaba de nuestra amistad. Fui a nuestro encuentro con
la esperanza de que Patxi quisiera darme una explicación, aunque fuera una burda
excusa, el por qué de su acto, el por qué de su ausencia, el por qué me estuvo evitando.
Quería satisfacer mi curiosidad si fue culpa mía, y por qué, qué había hecho.

Le vi aparecer doblando una esquina. Fui a su encuentro. Le tendí mi mano, y Patxi, con
una sonrisa, apartó mi mano y se echó encima de mí con un efusivo y sincero abrazo.
Aquello me desencajó por completo. No supe cómo reaccionar. Un año de tormentosas
dudas se fundió como la mantequilla en aquel único y especial abrazo. No lo resistí, y
todas mis dudas desaparecieron, como si nunca hubieran existido.

¡Qué contaros! En dos horas nos faltaron palabras, preguntas, emociones, ilusiones,,, Nos
pusimos al día de todo este tiempo, de nuestros familiares y amigos que conocíamos, de
lo que hicimos, de qué hacemos ahora, qué proyectos de vida tenemos, incluso de libros,
música y de todo aquello que compartíamos.

Al final, Patxi se comprometió a preparar una barbacoa en su casa, invitando a más


amigos, echarnos un mus, enseñarme sus nuevos juegos online, e incluso querer
prestarme una nueva saga de novela fantástica que él ha descubierto. Parece como si no
hubiera habido ningún cambio en este año de incomunicación y de distancia.

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Durante un año malgastado me culpé de un hecho inexplicable, y estuve dándole vueltas


y vueltas, imaginando las más absurdas situaciones. Magnifiqué el problema hasta tal
punto, que el problema era yo mismo. No quise aceptar lo que ocurrió y seguir viviendo mi
vida. Me anclé en ese pasado que Patxi y yo tuvimos, y me empeñé en buscar
explicaciones, cuando lo que tenía que haber hecho era aceptar el hecho de que Patxi
hizo lo que hizo por alguna razón, que seguramente él no quiere contarme para no herir
mis sentimientos, o para evitar algún mal.

Patxi no me ha dado ninguna explicación. Tampoco se la he exigido, porque con solo


verle feliz y ver que era el mismo Patxi que siempre he conocido, y que no ha habido
rencores, ni reproches, ni odio, ni ira. ¿Quién necesita explicaciones, cuando lo evidente,
sin palabras, estaba ahí?. Patxi sintió lo mismo que yo en nuestro reencuentro. La mirada,
la expresión del rostro, las palabras y el aura lo decían todo.

He aprendido que hay que aceptar las cosas tal como suceden, porque en todo hay una
explicación aunque no la entiendas. No hay que buscar explicaciones porque no son
necesarias y hay que saber confiar en aquellos en los que tanto hemos confiado.

No necesito saberlo. Me basta con que Patxi ha vuelto, que está aquí presente, y que su
luz brilla con la intensidad con que siempre lo ha hecho.

Soy feliz.

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Lo conseguirás si así lo piensas

Jason Becker es uno de esos personajes que sólo aparecen una vez en la historia, al
igual que Platón, Aristóteles, Leonardo, Mozart, Beethoven, Newton o Franklin (por
mencionar unos pocos). Jason Becker era un niño prodigio, tomando como extensión de
su cuerpo a una guitarra. Con apenas diecisiete años ya había lanzado discos y hecho
giras. Llegó incluso a reemplazar al consagrado Steve Vai. Su virtuismo con la guitarra y
su extraordinaria capacidad para componer música, no tenían parangón alguno.

Pero en 1989, cuando contaba con apenas 20 años, le diagnosticaron ALS (Amyotrophic
Lateral Sclerosis o mal de Lou Gehrig), una enfermedad degenerativa que va
inmovilizando poco a poco los músculos, hasta que quedas paralítico y mueres. Le dieron
de 3 a 5 años de vida.

Imaginaros a Jason Becker. Empezar a perder la movilidad, y no poder sincronizar los


movimientos de sus manos con la música: lo que más amaba. Fue perdiendo la movilidad
hasta mover sólo los ojos y apenas la boca. Peor que morir es ir viendo como te quedas
postrado en una silla, y que todo el mundo depende de tí, y que los minutos son eternos
consumiéndote en tus depredadores pensamientos. Esta muerte es agónica, angustiosa y
tremenda.

Pero Jason Becker no tiró la toalla. No se dió por vencido. No quiso creer que estaba
acabado. Se negaba a morir, y que su música muriese con él. Adaptó un ordenador para
poder utilizarlo con sus ojos y así componer música. Y su amigo Mat Friedman, su
compañero de banda en Cacophony, puso sus manos en la guitarra.

Hoy está vivo, y ha conseguido, increíblemente, ganar terreno a su enfermedad. Su


autosuperación le ha hecho llegar a superar la muerte, y quedar por encima de la
medicina y de la ciencia.

Jason Becker nos deja un legado muy importante. Una lección de autosuperación y de
humanidad. Un vivo ejemplo que nos invita a reflexionar sobre nuestras propias vidas.
Nos hace dar cuenta de que somos egoístas, que nos quejamos de todo y no ponemos
nada de nuestra parte para superar nuestros problemas. Somos como niños caprichosos
que no saben resolver sus propios problemas, y pensamos que llorando un poco y
autocompadeciéndonos lograremos que los demás nos resuelvan la vida. Esta lección
quedará grabado a fuego en lo que quede de mi vida, y lo tomaré siempre como una vida
ejemplar.

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Atrévete a cambiar

Acabo de hablar por teléfono con mi buen amigo Angeliyo, un gran amigo, una gran
persona, y todo un ejemplo de valores y de actitudes en la vida.

Fuimos compañeros de trabajo, hace cinco años. Por aquel entonces estábamos
sufriendo los avatares de la explosión de la burbuja tecnológica, desarrollando proyectos
en una gran entidad bancaria. Nos hicimos amigos y compartimos muchas cosas juntos,
durante unos pocos pero intensos meses. Ambos terminamos nuestro proyecto y también
una etapa laboral, ya que el despido nos arrojó a las fauces de un feroz e intransigente
mundo en hambre tecnológica.

Nuestras vidas se separaron, pero un finísimo e invisible hilo unía nuestros corazones, a
pesar del tiempo y de la distancia. Hace apenas un año, recibí, sorpresivamente, un SMS
(mensaje por teléfono móvil) de Angeliyo, comunicándome el fallecimiento de su padre.
Fui al tanatorio a compartir con él algunos minutos de mi amistad y de mi incondicional
apoyo. Nuevamente, aquel hilo, como si de una esponja se tratara, volvió a absorber el
líquido vital de nuestra amistad, haciéndose más grande y fuerte que antes.

Desde entonces y hasta hace casi un mes, hemos tenido contactos esporádicos y
frecuentes. Durante todo este tiempo, Angeliyo sufrió no sólo una pérdida muy querida y
notable, si no también la ruptura definitiva de su pareja de hace más de 10 años, aunque
no su amistad. A este cuadro faltaba añadirle un poco más de tinta gris sobre la terrible
forma de un paro implacable que le sumergió en una gran depresión durante casi dos
años.

A finales del año pasado estuvo a punto de venirse conmigo a mi empresa, y emprender
juntos la aventura de trabajar de nuevo juntos y en tierras inglesas. Pero una decisión de
última hora evitó la firma del contrato, y Angeliyo se quedó en España con las ganas.

El subsidio por desempleo se terminó, y necesitaba a toda costa trabajar de nuevo. Y


encontró trabajo en una consultora informática, dando al traste con sus sueños de libertad
y de estar en Inglaterra o en Irlanda. Era un trabajo al fin y al cabo.

Aunque el proyecto y los compañeros le trataron bien, Angeliyo tenía una espina clavada
en su corazón. Y durante todos estos años de trabajo en consultoría se alimentó en su
alma una llama que le quemaba en lo más profundo de su ser. Aquel fuego le consumía, y
sufría de modo exasperante. Y no es para menos, y todos los que trabajamos en una
consultora lo sabemos. Este negocio es puro "body-shopping", es decir, eres un número,
un ingreso, una cifra. Cuando te quedas sin proyecto (cosa muy habitual), te quedas
fuera. No importa todos tus talentos, ni tu profesionalidad ni la gran persona que eres.
Eres un simple número, que estando en un proyecto eres azul (positivo), y que fuera de
un proyecto eres rojo (negativo).

Además, la política de este tipo de consultoras es totalmente inhumano. Apenas conoces

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a tus jefes superiores, a los que casi nunca ves. O a tus gerentes, que a lo mejor te llevan
la nómina un día al mes, te preguntan qué tal, y se olvidan de ti. Además de este
"apartheid", se sufre las iras del cliente, ya que trabajas en su casa, con su gente, en sus
instalaciones y con sus equipos (ésto no siempre es así). Pero para él eres un intruso,
que aunque le ayudes y le saques el trabajo, te mira como a un extraño, y encima te exige
porque está pagando por ti.

No deseo enrollarme ni criticar el sistema de la consultoría informática. Simplemente


quería plasmarlo en dos trazos generales para aquellos que no conocen este mundillo.

Angeliyo estaba sumido en una gran depresión y siempre echaba pestes por aquello y por
lo otro. No veía nada bueno en lo que había a su alrededor. Las gafas por las que miraba
el mundo estaban completamente sucias, y veía el mundo hediondo, sacando todos los
defectos y no encontrando ninguna virtud ni beneficio. Se dejó llevar por la corriente de la
autocompasión y, a modo defensivo, construyó muros infranqueables. Y como no veía
más que suciedad, siguió atrapado en ese remolino sin caer en la cuenta de que debía
limpiar esas gafas y ver todo en su estado natural, de manera objetiva, y como un mero
espectador.

Entiendo a Angeliyo, que incluso hoy en día sigue opinando igual. Por su experiencia y los
avatares que vivió, tiene miedo a montar en esa bicicleta, por si vuelve a caerse. La tira a
un lado y piensa que es un objeto diabólico, que debe evitar a toda costa aunque le guste.
En el fondo de su corazón siente una alegría inmensa cuando ve a otros niños montar
felices en sus bicicletas.

Angeliyo consiguió un trabajo en León (a casi 350 kilómetros de Madrid), dejando todo
cuanto tenía, incluyendo una casa, y emprender una nueva aventura, a comenzar de cero.
Ahora es comercial en una empresa que se dedica a instalaciones de calefacción y aire
acondicionado a nivel industrial.

Hablando con él he descubierto al niño alegre que había tras su carita triste y
desgraciada. La llama del abatimiento y la pesada losa de la apatía han desaparecido por
completo. Ahora es una persona eufórica, llena de vida, ilusionada y con muchas ideas,
con muchos planes y con muchas ganas de vivir. En la casi media hora que le he tenido al
teléfono no he tenido ocasión de decir apenas una palabra. Su excitación era increíble, su
entusiasmo, su alegría, su dicha, su inspiración y su motivación. La vacía y seca copa
estaba ahora rebosante.

Hace menos de un mes estaba en un extremo. Hoy está en el otro. Su vida ha cambiado
a mejor, tras mucho tiempo de indecisiones y frustraciones. Ya no tenía nada qué perder y
ahora lo tiene todo para ganar.

Si algo no funciona, si algo bloquea tu vida, si por más que lo intentas no hay forma de
avanzar, lo mejor es plantearse un cambio hacia aquello que realmente aspiras y deseas
para tu felicidad. No hay que tener miedo de las limitaciones ni de qué podrá ocurrir. Es
mejor morir intentando ser libres que vivir sumidos en la cárcel de nuestra propia
esclavitud.

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Ahora, mientras escribo estás líneas, siento descender una lágrima por mi mejilla.
Angeliyo está lejos y a lo mejor no le vuelvo a ver. Pero sé que ese invisible hilo no se ha
roto y que algún día, en esta vida o en otra, ese hilo volverá a unirnos como nunca. Ahora
soy feliz, porque Angeliyo es feliz.

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Historias sin precio

Ultimamente recibo correos de personas que leen mi blog. Son palabras de


agradecimiento e incluso de reconocimiento. En esos correos me comentan sus historias
y sus problemas. En ellos hay un drama desgarrador en ese teatro y en ese papel que les
han tocado interpretar. En ellos surge la rabia, la ira, la traición de aquellos en los que
más hemos confiado, a los que más hemos querido, en los que más nos hemos
sacrificado y por los que hemos dado casi nuestra vida, y que al final nos han dejado
tirados como vil basura, como un trapo sucio que después de usado termina pudriéndose
en un oscuro y pestilente vertedero.

Son historias tristes, dolorosas y, por desgracia, muy reales. Son historias olvidadas,
historias que no interesan, historias destinadas a un final sin importancia; historias para
nadie.

Leo estas historias y mi empatía se sumerge en ese océano de lágrimas amargas; de


lágrimas derramadas y sin utilidad. Oigo llantos sordos, que se pierden en el aire. Buceo
en las profundidades de esas almas que sufren en su silencio, aunque más bien en un
silencio impuesto por aquellos que quisieron enterrar esa historia, por aquellos que
humillaron a estos actores queriendo ser los protagonistas de una gran historia feliz e
interesante, jugando con sus sentimientos, humillándoles, aprovechándose de sus
talentos, de sus contactos y de su inocencia para exprimir la valía que ellos no tenían, y
utilizarla para sus propios intereses.

Son estas historias, las proscritas, las enterradas, las humilladas, las silenciadas, las
historias más interesantes. Son historias que revelan verdades y que revelan vidas
ejemplares. El sufrimiento de estas personas sirven de baluarte para aprender e intentar
hacer un mundo mejor y una vida más feliz.

No soy psicólogo ni psiquiatra. No soy un curandero del alma. No voy a curar a nadie.
Sólo soy una persona que escucha, una persona que vive y siente las historias de este
mundo conectado; una persona que aconseja y que ofrece una amistad y un corazón.
Simplemente eso: ofrecer felicidad a una alma atormentada, aliviando su carga con un
poco de comprensión.

¿Y qué gano yo con esto?. El pago por una historia sin precio es una moneda que no
tiene precio. La moneda más valiosa es una sonrisa tras una lágrima, y un "gracias" con el
corazón.

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¿Merece la pena?

Ayer recibí, por sorpresa, una llamada en la que me ofrecieron el trabajo que toda mi vida
estuve esperando, el sueño de tantos y tantos años de devoción, dedicación y trabajo.
Una llamada que no esperaba, pues no estaba precisamente buscando trabajo, si no que
alguien encontró mi currículum publicado en Internet, le interesó mi carrera profesional y
me llamó para ofrecerme ese sueño, que sólo ocurre una vez en la vida de alguien.

Concretamente, me ofrecían un puesto como Director de Proyectos informáticos, para un


importante banco con sede en Gibraltar. Tendría la responsabilidad de dirigir y promover a
todos los niveles todos los proyectos de dicho banco, y con viajes a La India para
gestionar las factorías de software. Obviamente, hablar, pensar y vivir en la lengua de
Shakespeare (uno de mis sueños). El sueldo: 70000 libras anuales (unos 112000 euros,
que se quedarían en unos 58000 euros libres de impuestos, unos 4830 euros mensuales
(803.645 de las antiguas pesetas)). A esto añadir un seguro de vida extraordinario, otro
seguro médico, 32 días laborables de vacaciones (mes y medio al año), un 25% de bono
anual, acciones de la empresa, 250 libras (400 euros) para educación individual, y,
aunque parezca mentira, fruta fresca y bebidas durante toda la semana, y desayuno
completo cada viernes.

Esta persona se puso varias veces en contacto conmigo, y yo le dije que estaba
interesado, pues era uno de mis sueños y lo tenía ahí: al alcance de mi mano. No me lo
podía creer. Estaba nervioso, impaciente, inquieto y emocionado. Todo estaba
transcurriendo como si estuviera flotando, como si de verdad estuviera soñando.

Casi no he podido dormir esta noche. He dado muchas vueltas en la cama,


imaginándome en ese puesto, lo que podría hacer, lo que podría decidir, lo que podría dar
de mí, qué innovaciones crear, qué metodologías de gestión de proyectos implantar, qué
tratos tendría con las personas más importantes del mundo financiero....

Hoy quería ir a Madrid, concretamente a un bar en el que se realizan intercambios entre


personas de habla hispana y de habla inglesa. Quería practicar mi inglés para la
entrevista de esta semana. Pero algo cambió mis planes.

Cuando me disponía a salir, sin pensarlo ni meditarlo, improvisé, y le dije a mi mujer que
se viniera con nuestra hija a Madrid a pasar la mañana. No dejaba de pensar en mi plan,
pero de repente dejó de tener importancia.

Mientras viajábamos en metro, estuve jugando con la pequeña Nerea: unas arañitas (con
las manos) que hacían cosquillas, una caja con sorpresa (usando las manos entrelazadas
y moviendo el dedo corazón), adivinar qué nombre tenía cada uno de los dedos, o de los
huesos del cuerpo humano, contar el número de estaciones, decir algunas palabras en
inglés… Nerea reía a carcajada batiente, y las personas que iban en el tren reían con su
contagiosa risa. Apenas tiene cuatro años y se la ve muy avispada y feliz.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Salimos en la Puerta del Sol. Vimos la estatua del oso y el madroño típica de Madrid, con
una paloma de verdad en la copa del árbol, creando una curiosa mezcla de naturaleza
urbana y naturaleza animal viva.

Entramos en los centros comerciales del centro de Madrid, comprando algún libro,
probando perfumes, curioseando ropa, ordenadores, PDAs, televisores LCD y de
plasma…

Nerea estaba animada, y al ver a la gente tomar refrescos en las terrazas, quería tomar
un refresco para imitar a los mayores. Estábamos en la plaza de Callao, en plena Gran
Vía de Madrid. Le dije:

-¿Te apetece tomarte ese refresco en el restaurante del tío Carlos?.

Nerea se animó más, y, por supuesto, quería tomarse ese refresco en el restaurante Las
Cuevas del Duque, el cual regenta mi hermano.

Nerea corría, tirando de nosotros con sus manitas Gran Vía hacia abajo, hasta llegar a la
Plaza de España y empezar a subir la Calle Princesa, hasta el Palacio de Liria. Bajamos
al sótano donde nos recibieron los olores del jamón ibérico, y los extraordinarios guisos de
mi hermano. Corrió hacia su tío y le estampó un sonoro beso en la mejilla.

Tomamos el refresco, mientras degustábamos de un grasiento y exquisito jamón de


bellota y de un sabrosísimo lomo ibérico embuchado. Nerea disfrutaba de las viandas
como si no lo hubiera probado nunca, como si hubiera descubierto algo fascinante.

La vuelta no fue menos que la ida. Seguimos con los juegos, y tanto mi mujer como mi
hija disfrutábamos de unos momentos inolvidables. Aprovechamos el momento, y el reloj
parecía detenerse, y que nada más existía.

Me acordé de Alfredo, de Esperanza, de Carmen (Barcelona), de Rocío, de Daiana…


todas esas personas a las que escucho, aconsejo, con las que comparto momentos de
confidencias, de sentimientos, de tensión, de penas y alegrías. A todas esas personas a
las que levanto el ánimo, a las que rescato de la desdicha y de la depresión, a las que
insuflo un poco de esperanza, un poco de coraje para seguir luchando en la vida.
En ese momento lo tenía muy claro.

Puedo tener el mejor trabajo del mundo, el más remunerado, el más prestigioso, el que
más me motive, en el que más puedo demostrar mis talentos… pero sin mi mujer, sin mi
hija, sin aquellas personas a las que quiero, estaré vacío, no tendré nada.

Este trabajo me ocupará la mayor parte de mi tiempo. ¿Merece la pena sacrificar ver a mi
mujer y a mi hija por mi trabajo?. En mi trabajo actual, muchas veces no llego a ver a mi
hija. En este nuevo trabajo puedo pasarme semanas, o incluso algún que otro mes.

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¿Merece la pena dejar este blog para dedicarme al 200% en el trabajo con el que soñaba
durante años?. ¿Merece la pena dejar de ayudar a tantas personas que necesitan tan
sólo unas palabras de aliento, de reconocimiento, de ánimo, de sentirse importantes, de
ser útiles?.

Mi labor no tiene precio, y voy a rechazar ese trabajo. Sé que lo que estoy haciendo es
mucho más importante y tiene mucho más valor que un futuro profesional prometedor.
Porque para mí, ahora, es mucho más importante las personas que todo el prestigio
profesional que pueda obtener. Me satisface más el entusiasmo, la alegría, la felicidad, las
sonrisas y el agradecimiento de esa gente que quiero. Prefiero disfrutar de esos
momentos felices con esa gente, que perseguir un ambicioso sueño que me colmará de
riquezas, de fama, de prestigio, de profesionalidad y de reconocimiento profesional, pero
que seguramente me vaciará de espiritualidad, de amor, de amistades, de historias
interesantes, de sabiduría de la de verdad y de disfrutar de la vida.

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El “chip” de la felicidad

En los últimos meses he sufrido una profunda y positiva transformación, que me ha


llevado a hacer locuras, tales como rechazar el trabajo de mi vida. Ahora, en la soledad de
mi oficina, a las 7 de la mañana, reflexiono y una sonrisa se dibuja en mi rostro por haber
acertado.

Hago balance de lo acontecido en los últimos meses, y me congratula y me hace dichoso.


He forjado la amistad de muchas personas a través de este blog, de personas que
agradecen un rato de conversación, de unos consejos, de comprensión, y de unas
palabras alentadoras y de ánimo.

Mi relación con mi propia familia ha mejorado. Con mis antiguas amistades también.
Incluso con aquellos nuevos vecinos con los que apenas intercambiaba un saludo. O con
los empleados de seguridad del edificio, o con la señora de la limpieza, o con los
camareros de mis restaurantes preferidos.

En el trabajo estoy estupendamente, cuando hacía poco quería irme.

Reflexionando sobre toda esta dicha he descubierto que todo se debe a un "chip"
prodigioso, al que he llamado el "chip" de la felicidad.

En España tenemos una expresión: "cambiar el chip". Esta expresión se refiere a ver y
pensar las cosas de forma diferente, de tener otra dimensión de una cosa. La mayor parte
de las veces nos formamos una imagen distorsionada y equivocada de las cosas, y nos
empeñamos en que la imagen es así sin verla desde otro punto de vista.

Cuando vine de Inglaterra, mi visión del trabajo era desalentadora, pues el cliente había
recortado casi todos sus presupuestos en proyectos. Por otro lado, salir de un proyecto y
no tener otro aguardando, en la consultoría informática es casi seguro sinónimo de
despido. En pocas empresas valoran a un empleado, y la interrupción de facturación por
el empleado (es decir, emisión de factura por el trabajo realizado), se transforma de un
número positivo (facturación) a un número negativo (nómina).

Pero no perdí el aliento, y me preparé para lo peor. Ya había pasado por esto en otras
ocasiones.

Pero ocurrió algo que no esperaba: mi empresa me mantuvo casi un mes sin proyecto, y
después me colocó en muchos proyectos, de muy poca duración, en muy poco tiempo.
Así, en apenas cuatro meses, he pasado por cinco proyectos. Además, he realizado
muchas actividades que nada tienen que ver con mi categoría o con mis
responsabilidades. Había pasado de ser un capitán a ser soldado raso.

La inercia me hizo ver el panorama de la siguiente manera: no era valorado, me habían


degradado, me hacían hacer cosas que hice hace casi veinte años, cosas que nada

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

tenían que ver con mis talentos y todo aquello que durante tanto tiempo había luchado por
realizar. Además, tenía a "lechones" que estaban por encima de mi, dándome órdenes, y
que acababan de salir de la universidad. Se estaban colocando por encima de mí unos
cachorros con apenas cuatro o cinco años de experiencia.

Pero esta vez hice algo diferente a lo que había hecho durante toda mi vida, y no me dejé
llevar por inercia: cambié el "chip". Me quite mis sucias gafas, y me puse otras gafas. Y lo
vi todo más claro.

El que estuviera en lo más bajo del escalafón era una apuesta de mi empresa por mi.
Querían seguir contando conmigo, y para no perderme me dieron trabajo en lo único que
había. Incluso ahí estaban perdiendo dinero, porque estaban facturando al cliente por la
tarifa de un soldado raso, y en realidad estaban pagando la nómina de un capitán.

Por otro lado, yo no tenía ninguna responsabilidad. Mi misión era las cuatro cosas que
tenía que hacer, no tener responsabilidades, ni gestionar equipos, ni dar la cara al cliente,
ni estar presionado por los tiempos ni los compromisos. Por una vez desde hace muchos
años, yo era libre, y los recién licenciados eran felices por querer demostrar que podían
asumir responsabilidades. Por tanto, todos felices.

También me di cuenta que necesitaba una dosis de humildad, y retornar a los orígenes, al
trabajo de primera línea, me hizo recordar muchas cosas, sobre todo de dónde venía. Eso
me ha abierto los ojos a otras perspectivas que en mi arrogancia y en mi afán de la lucha
por el liderazgo en la empresa, me tenía vetado yo mismo.

Cada día estoy más contento con mi trabajo, y el resto de compañeros también lo están
conmigo. Ahora estoy en un proyecto del cual soy responsable a nivel técnico. Me han
asignado a una recién licenciada, cuyo primer trabajo ha sido éste. Tanto ella como el
resto del equipo están ilusionados con un proyecto, que fuera de ser el mejor o el más
interesante que he realizado en mi larga trayectoria profesional, es el más gratificante y el
más motivador de cuantos he tenido. Y no lo es por el proyecto en sí, si no por el "chip"
con el que estoy abordando el mismo.

Por primera vez en mi vida estoy absorto en mi trabajo, y el tiempo pasa tan deprisa y tan
bien que no quieres que acabe nunca. Empiezas el día con muchas ganas de ponerte
manos a la obra. Terminas el día creyendo que sólo llevas un ratito trabajando, con más
ilusiones que al principio. Atrás se quedaron la desidia, el aburrimiento, las excusas, el
malhumor, el miedo, la presión, los fantasmas de la traición y de los malos augurios. Eso
se ha quedado fuera.

Y no tengo la suerte de tener un fantástico trabajo. Nada de eso. Incluso creo que mi
proyecto actual es el más simple y que menos me va a aportar profesionalmente. Todo se
debe a que he cambiado el "chip", y con este nuevo "chip" soy más feliz. Todo lo veo
posible y bello, y gracias a esa visión, puedo ponerme manos a la obra con mucha
motivación. Soy feliz porque disfruto, sin más, aceptando las cosas como suceden, sin
exigir que las cosas estén a mi gusto, sin analizar, sin hacerme preguntas, sin pedir
explicaciones ni desear factores de "posible" mayor felicidad.

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Creo, amigos míos, que la felicidad en todo está en cambiar el "chip", en el modo de ver,
sentir y comprender las cosas. En todo, os puedo asegurar, hay infinitas posibilidades de
hacer las cosas bien, con entusiasmo, con dedicación, con belleza, con amor, y obtener
un dulce y fresco fruto que nos hace felices. Pero, cuidado, la mayor felicidad no está en
el fruto, si no en cada uno de los momentos del trabajo.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

A cada momento su ocupación

Durante toda mi vida he intentado abarcar lo máximo posible, queriendo hacer más cosas
y hacerlas al mismo tiempo. Durante todo este tiempo he estado empecinado en una
misión imposible y perjudicial para mi propia salud y mi propia felicidad, pues cuando
fracasaba, mi frustración me corroía el alma como un letal ácido.

He tardado mucho tiempo en darme cuenta y en reaccionar. Me las daba de sabio,


cuando en realidad era un necio, por no aprender de mis errores durante tanto tiempo.

Vivir el momento, este momento, no significa hacer todo lo que quieres y concentrarlo en
este instante. Eso, sin duda alguna, hará encallar tu barco, pues no puedes llevar el timón
y recoger las velas al mismo tiempo. Nadie puede hacer varias cosas a la vez. Nadie
puede pensar en varias cosas a la vez. Sólo se puede hacer una cosa en un tiempo, y
aunque parezca que sí puede hacerse, sólo verás el efecto prestidigitador de un
habilidoso de la simultaneidad, expuesto al riesgo de equivocarse en cualquier momento
en que su concentración pierda un momento la sincronización, haciendo caer el resto
como un castillo de naipes.

Un malabarista parece hacer mover todas las pelotas al mismo tiempo, cuando, en
realidad, sólo una pelota está en su mano a cada momento. Su habilidad en la
simultaneidad hace el efecto de que todo ocurre al mismo tiempo. Pero no es así, y en un
milisegundo en que falle su concentración, hará caer el resto de las pelotas.

Hasta hace un par de semanas creí que podía abarcarlo todo, que era capaz de gestionar
varias cosas a la vez. Pero mi último error ya me hizo ver la luz de mis propias
limitaciones. Y empecé a ser feliz. Me di cuenta de que las limitaciones están por algo y
para algo. Me di cuenta que ser un prestigitador de la simultaneidad no me daba para
vivir, ni me lo agradecían. Me obstinaba en agradar a todo el mundo a la vez, cuando en
realidad no me estaban prestando atención.

Durante los últimos seis meses de este año me he desvivido por intentar ayudar al mayor
número de personas a través del messenger, al mismo tiempo que trabajaba. Mis
responsabilidades adquiridas me "obligaban" a ello. Mi deber para con el prójimo, de
ayudarle, de guiarles a un camino seguro, se estaba anteponiendo a otros deberes más
fundamentales: la familia y el trabajo. Lo sabía, y, a pesar de ello, creí más importante
ayudar a personas con problemas, y que no podía ser egoísta conmigo mismo.

Pero mi habilidad con la simultaneidad no daba para tanto, pues llegó un momento en que
ni avanzaba en mi trabajo ni tampoco en mi altruista labor. Lo peor de todo, es que
además mi trabajo iba a peor, y mi labor se veía además frustrada por que pensaban de
mi que no quería hacerles caso. Me sentía impotente ante un barco que se hundía sin
remedio. No me daba cuenta que debía primer poner un rumbo seguro antes de intentar
salvar las velas, y así salvar todo el barco.

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Hace unos meses escribí (tonto de mí por no acordarme), que cada uno tiene un papel de
actor en un escenario determinado, y que lo peor para nuestra felicidad es intentar
interpretar un papel incorrecto en un escenario incorrecto. Es vano y perjudicial ser padre
en la oficina, así como ingeniero en la casa.

Desde estas líneas pido comprensión a todos aquellos que buscan de mí consejo, que
ante todo, y sobre todo, he de interpretar mi papel en el momento y lugar adecuados. En
las doce horas que paso en el trabajo debo desconectar el messenger y dedicarme a mi
trabajo, y, cuando llegue a mi casa, dedicarme a mi familia. Pero no me olvido de
vosotros, y estaré ahí siempre para aliviar la carga de vuestras espaldas, de aliviar el
dolor de las heridas de vuestra alma, de escucharos y de daros el mejor consejo. Por
favor, escribidme a mi correo electrónico, y me ocuparé en el tiempo y en el lugar
correctos, y sabré hacer una mejor labor que nos beneficie a todos.

Cada momento tiene su ocupación. Cada momento es como una pequeña caja que debes
llenar con una única cosa. Es inútil llenar esa caja con más cosas de las que puede
albergar.

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La autopista

Son las siete de la mañana de un sábado cualquiera. He tenido una semana de trabajo
muy intensa, en la que apenas he podido dormir un poco, y donde he tenido, sin poder
evitarlo, que traerme el trabajo a casa.

Acabo de despertarme de un sueño. Podía haber vuelto a cerrar los ojos y dormir un poco
más, disfrutando de ese merecido descanso. Pero algo de ese sueño me ha puesto
eufórico, y me ha revelado algo muy importante.

Conducía mi coche a una gran velocidad por una autopista interminable. Mi mujer y mi
hija pequeña iban en el asiento trasero. Muchas veces me hablaban, pero la música de la
radio o mi concentración al volante me impedían escucharlas, a pesar de oír lejanamente
sus voces.

A veces, algún amigo se sentaba junto a mi asiento, y disfrutábamos contando alguna


historia o de alguna interesante conversación, sin detener el coche.

Otras veces, estaba yo solo en mi coche, en mitad de un atasco en la autopista,


concentrándome en mis problemas. Muchos de estos atascos eran debidos a accidentes
de otros conductores. La mayoría de estos accidentes eran golpes tontos, pero que
ocasionaban muchos problemas de circulación, y todos los conductores los veíamos
como molestias, pasando por delante, a veces sin prestarles atención, y otras
maldiciéndoles.

Otros accidentes eran trágicos y sobrecogedores, con un final grave o mortal para los
ocupantes del vehículo. La mayor parte de las veces pasaba de largo, mirando con
curiosidad o con un hilo de pena muy pequeña por aquellos desgraciados. A los pocos
metros de sobrepasar el lugar del accidente ya no había atasco, por lo que empezaba a
aumentar drásticamente mi velocidad nuevamente, olvidándome del reciente accidente,
de sus víctimas y de la causa que lo provocó.

Un día tuve que salir de la autopista para repostar gasolina, y descubrí que era una
carretera comarcal, llena de curvas. Conducía más despacio, admirando un paisaje bello
e indómito. Bajé las ventanillas. Sentí el aire puro entrar en mi viciado y maloliente coche.
Olía a eucalipto y a pino. Apagué la radio. El canto de los pájaros y de las cigarras eran
música celestial. Ahora podía oír y escuchar nítidamente a mis pasajeros. Reduje aún
más la marcha de mi coche.

Llegué a una gasolinera situada en un pequeño pueblo en lo alto de una montaña.


Reposté. Pero en lugar de dejar inmediatamente la gasolinera, aparqué en un lugar libre
de la misma. Salimos todos del coche, estirando las piernas. Allí había un mirador, desde
el cual se podía contemplar un hermoso cuadro: un increíble valle rodeado por varias
montañas, cubierto por un verde manto de árboles que impedían ver el suelo del que se
alzaban. Un río cruzaba aquel precioso valle, reflejando en sus cristalinas aguas el azul
del cielo y el verde las hojas. En algunos puntos del paisaje se podían ver algunas aldeas,
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como extrañas curiosidades de algo puesto a capricho en un lugar que no les


corresponde. Una ardilla bajó de un árbol, y corriendo sobre la repisa del mirador recogió
algo del suelo, y subió a otro árbol, mirándonos con curiosidad.

Sentí una paz interior indescriptible. Mi espíritu se sentía muy liviano, como si hubiese
tenido que soportar una carga pesadísima y axfisiante durante mucho tiempo y, de
repente, esa carga ya no existiera. Podía respirar mucho mejor, un aire fresco y puro, que
inundaba mis pulmones y se distribuía fresco, a través de todas mis venas, por el resto de
mi cuerpo. Todas mis preocupaciones y mis problemas desaparecieron de repente,
liberando mi atormentada mente y, con ésta, consecuentemente, liberando también mi
atormentada alma.

Allí estaba mi familia y todos mis amigos. Disfrutábamos de aquel remanso de paz en
aquel lugar que siempre había estado allí, pero que estaba olvidado por todos.

Disfruté de aquella paz durante un buen rato, sin prisas, sin reloj, sin importarme lo que
después aconteciera a pesar de mi apretada agenda, la cual prefería olvidar. Quería estar
otro rato más, cargando mis pilas con aquella energía revitalizante. Pero debía continuar
el viaje, cosa que me entristeció bastante.

Me dirigí a mi coche. Pero esta vez me di cuenta de que mi coche era diferente. Me
detuve para observarlo e intentar descubrir qué era lo que había pasado por alto. Era el
mismo coche, pero algo tenía diferente. O quizá lo diferente era yo y no era capaz de
saber qué.

Entonces lo descubrí y me increpé a mí mismo por mi estupidez, y por no haberme dado


cuenta durante tanto tiempo: mi coche era, en realidad, mi propia vida.

Conducimos nuestro coche, nuestra vida, a gran velocidad y sin control por una autopista,
expuestos, constantemente, a graves accidentes. En esa autopista se concentran
numerosas vidas que, como la nuestra, viajan muy deprisa, y a las que vemos como
simples puntos de referencia a las que hay que adelantar o a las que vemos perderse en
nuestro espejo retrovisor o delante de nosotros. Esas vidas van en nuestro mismo
sentido, y, tarde o temprano, tomarán distintas direcciones, por mucho que nos
empeñemos en acompañarlas, porque su punto de destino es diferente. Es muy posible
que nunca más volvamos a ver a esa vida, aunque también es posible volver a
encontrarlas en el lugar y en el momento más inesperados.

Conducimos nuestra vida por la autopista, el lugar más rápido y cómodo, el camino que
elige la mayoría. Y en esa conducción no prestamos más atención que a nuestro volante y
al pedazo de carretera que abarcamos a apenas pocos metros y a gran velocidad,
olvidándonos por completo de nuestros pasajeros y de que existen otras vidas
conduciendo por nuestra misma autopista, vidas tan interesantes o más que nuestra
propia vida. Vidas con un pasado, un presente y un futuro. Vidas que a veces se quedan
averiadas y que necesitan de una reparación. Vidas que se quedan paradas en la cuneta
de esa autovía, desesperadas porque nadie se detiene para ayudarlas, aunque sea con
un poco de compañía para pasar el miedo y la frustración, de no sentirse solos ahí tirados

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en la cuneta, mientras el resto de vidas pasan a gran velocidad sin prestarles un poco de
atención. Vidas que se dan cuenta que cualquier vida, incluida la suya misma, puede
averiarse o sufrir un accidente, que es vulnerable en cualquier momento y en cualquier
lugar. Vidas que se asustan al ver pasar a velocidades meteóricas a otras vidas que sólo
están apoyadas en el suelo por cuatro puntos apenas superiores al tamaño de un puño, y
que de milagro se mantienen unidos al suelo.

Y en esa rapidez y comodidad, olvidamos que existen más cosas aparte de esa autopista
cargada de carriles y grandes rectas, cuyas curvas apenas se aprecian. Existen muchos
más lugares más allá de las cunetas y de sus márgenes. Y en esos “extraños” lugares
existen otras personas y otras cosas interesantes e importantes, y nuestra naturaleza
está, precisamente, ligada a esos lugares, y que cuando llegamos a esos lugares, nuestra
vida se identifica inmediatamente y se empatiza con esa paz y esa energía positiva que
esos lugares ofrecen.

La calidad de nuestra vida depende de estos lugares pacíficos que nos unen a un ente
superior que es la Naturaleza, de la cual somos parte. Es en la quietud donde
encontraremos la paz que necesitamos para continuar nuestro camino reduciendo los
riesgos y los peligros. Es necesario detenernos cada día en esas gasolineras y repostar
nuestro vehículo “vida” con la paz del lugar, con esa energía natural que mantendrá a
nuestro vehículo “vida” sano, fuerte y preparado.

Las autopistas apartan, aíslan y alejan pueblos, gentes y lugares naturales. Las autopistas
son las vías más rápidas para llegar a ciertos lugares, pero a la vez son las más
inhumanas, antinaturales, peligrosas y lentas para alcanzar nuestro verdadero destino
final: la felicidad y la paz internas.

Hubo una vida que en su día me dijo: “más vale perder un minuto en la vida, que perder la
vida en un minuto”.

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El barco y el puerto

A lo largo de mi vida he navegado sin rumbo, sin brújula y merced a los vientos. A veces
no encontré lo que buscaba. Otras veces no busqué lo que encontraba. Caprichoso era el
destino, y cada día sentía una aciaga incertidumbre en mi alma, un sentimiento de creer
que todo escapaba a mi control, como una pluma volteada por el viento, o arrastrada por
la corriente de un río.

Pero a lo largo de esta vida he comprendido que nada ocurre por azar, que la casualidad
no existe, que la suerte no existe. Todo tiene una relación, y que todo lo que ocurre tiene
una causa, aunque no llegue a conocerla ni a entenderla.

Quien espera sin hacer nada en la vida, no debe quejarse de lo que ocurra, porque con su
pasividad así lo está permitiendo.

En nuestras manos está el poder de actuar y cambiar muchas cosas. Y aquellas cosas
que no podemos cambiar, por lo menos aceptarlas como vienen y mejorar nuestra vida
aprendiendo de ellas y preparándose para su regreso.

Cada día me levanto sin dudar de todo aquello que me ha ocurrido, porque, en el fondo,
yo soy actor de ese escenario, y mi papel tiene sentido en el lugar y en el momento,
aunque yo mismo no lo sepa. No trato de comprenderlo ni de perder el tiempo
estrellándome contra ese invisible muro que no puedo derribar. Por el contrario, acepto mi
lugar, mi situación, las circunstancias. Me adapto y procuro, con ánimo en mi alma, seguir
adelante gracias a esa situación, porque todo, aunque no lo creas y esté contra ti, en
realidad te está ayudando y haciéndote un favor, y esas limitaciones te ayudarán a
superarte a ti mismo. Cada problema, aunque no lo creas, es un reto, una oportunidad,
una caja negra que no debes temer, porque dentro siempre hay un gran tesoro: un tesoro
que no es material, si no espiritual. Un tesoro que requiere un poco de sacrificio y de
voluntad por tu parte. Un tesoro solamente accesible para aquellos que se atreven a
aceptar el reto, por aciagas, infames y ruines sean las circunstancias.

Mi barco tiene una brújula, y tiene un rumbo. Navego hacia mi destino, sin preocuparme
del tiempo ni de los acontecimientos. Cuando algo ocurre, cuando la brújula deja de
funcionar, cuando el tiempo me depara tempestades, no me paro a pensar "por qué" ni
"cómo", y aún menos "si hubiera". Cojo el timón de mi barco y llevo el barco fuera de los
acantilados en busca de un puerto cercano. Puede que no sea el destino que había
programado o buscado, pero sí es el destino que tengo a mi alcance. Mañana, una vez
que los rayos del sol entre por la ventana de mi camarote, veré cuán lejos me he alejado y
volveré alegremente a poner rumbo hacia mi destino.

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Soy feliz, aquí y ahora

Hoy he instalado con éxito una aplicación software muy especial. Hoy ha sido el clímax de
mi (nuestro) proyecto. Hoy he visto dar los primeros pasos de esa criatura que se ha ido
gestando durante meses, y que con sufrimiento e ilusión ha visto por fin la luz y ha venido
a la vida. Hoy he visto por mí mismo, el poder que tenemos los hombres de crear vida, del
milagro que somos capaces de obrar, combinando el pensamiento y el sentimiento, junto
a la voluntad y la acción. Somos capaces de lo mejor, y he aquí la prueba de ello: el éxito.

Miro hacia atrás y veo el camino recorrido desde hace un año... desde hace dos... desde
hace tres... Y me veo a mí mismo como un bebé que ha nacido de nuevo, y que empieza
a dar sus primeros pasos. Durante 34 años he conseguido muchas cosas y no he
conseguido nada. He tenido una carrera fulgurante, llena de estudios y de éxitos
laborales, con importantes ascensos y grandes méritos... aparentes.

Este año ha sido en realidad el año de mi nacimiento como humano, como yo mismo.
Tengo mi identidad, me reconozco a mí mismo, único entre los miles de millones de seres
humanos que viven ahora en este mundo. Y único me reconozco entre los innumerables
seres humanos que han vivido en este mundo durante innumerables siglos. Una verdad
revelada durante más de tres décadas persiguiendo ilusiones y sueños banales.

He llegado a ser director a una edad muy temprana. He sido responsable de grandes e
importantes proyectos, de muchas personas; de la credibilidad, de la imagen, del prestigio
y del capital de importantes empresas. Mis conocimientos sobre empresa, marketing,
finanzas, habilidades directivas, informática, ciencia, literatura y ciencias han sido
envidiables. Muchos venderían su vida al diablo por unas habilidades como las mías, pero
yo mismo se las regalaría al mismo diablo.

En mi actual empresa emprendí mi periplo por Inglaterra, con afán de expandir


internacionalmente mis “encantos” y obtener así más caché. Lamentablemente, mi
proyecto fue malogrado por ajustes y recortes presupuestarios, cuando estaba
empezando a arrancar.

Regresé a España, pero no había proyectos para mí. En una consultora informática, lo
normal es que te manden al paro, para no tener que afrontar gastos a fondo perdido. Pero
mi empresa me destinó a dar cursos de Dirección y Gestión de Proyectos para una
importante entidad de la Administración Pública española.

Después de estos cursos entré, casi por obligación, en un proyecto interesante, pero en el
que no tuve ningún reconocimiento y en el que no pude crecer profesionalmente.

Cuando ya me veía en la calle, y cuestionado por mis jefes y compañeros, terminé en un


proyecto como programador, “apagando fuegos”.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

En vista de todo esto, me hundí en el estiércol de la autocompasión, denigrándome y


torturándome a mí mismo, por verme caer sin paracaídas desde el cielo hasta el
mismísimo infierno. No era nada halagüeño haber dejado un importante cargo en mi
anterior empresa, persiguiendo un sueño y ver cómo pasé de ser rey a ser un mendigo.

Estaba apático, no tenía ganas de nada. El mundo me había dado la espalda. Nadie me
quería. No podía caer más bajo. Estaba harto, desesperado y odiaba mi mala suerte.

¿A alguien le suena esta situación?. Seguramente a más de uno, y ese sentimiento y esa
frustración es un dolor insoportable.

Durante algunos meses estuve escribiendo este blog, y me maldecía a mí mismo, por dar
unos consejos, por escribir y narrar historias para autosuperarse. Os juro que me maldije
a mi mismo, porque me sentía sucio y un traidor a toda aquella gente que confiaba en mi.
Les estaba aconsejando algo que ni yo mismo practicaba. Era como un filósofo, a quien
seguir lo que dice, pero no en lo que hace.

Pero cambié el “chip”, como suelo decir. Me puse otras gafas para ver el problema con
otros cristales. Me puse otros “gorros” para tener distintos pensamientos. Abrí mi mente,
mis oídos, mis ojos y mi corazón, ya reprimidos, secos de lágrimas e irritados de odio.

Me planteé algunas cuestiones: ¿por qué me mantiene mi empresa, a pesar de todo?. Si


era cuestionado, no tenía proyectos reales y mi sueldo era excesivo para unas simples
clases, y unas cuantas líneas de código en un programa aparentemente sencillo, ¿por
qué no se libraron de mí entonces, si era mucho más económico y beneficioso para los
resultados de la empresa?. ¿Acaso no me estaban dando una última oportunidad con
algo insignificante mientras saliera otra cosa, aguantarme y sostenerme aún perdiendo
dinero?. ¿Por qué tantas molestias por mi, si aún no tuve la oportunidad de demostrar
nada?

Entonces vi todo de una forma muy distinta. Aquellas personas que me caían antipáticas,
se convirtieron en mis mejores compañeros y aliados. Mi aburrido, monótono y fastidioso
trabajo se convirtió en un excitante campo de batalla donde poder mejorar lo inmejorable,
donde superar lo insuperable, donde conseguir la excelencia sobre lo bien hecho. Aquel
infierno se enfrió, y el gris se convirtió en color, y el silencio en música armoniosa y
delicada, y el aburrimiento en ameno y divertido quehacer, y el tedio en interesante y
animoso reto.

A partir de aquel momento, todo empezó a funcionar como nunca en mis más de veinte
años de trabajo: “DI LA VUELTA A LA TORTILLA”.

A principios de Julio me introdujeron en un proyecto aparentemente normal, y me tocó la


parte más aburrida: la creación de un servidor gateway. Digo aburrida, porque no tiene
parte visual. Es todo invisible, y sin embargo realiza todo el peso del trabajo de la
aplicación. No quiero aburriros con tecnicismos, pero un símil sería el de un preparador
físico o el de un consultor de campaña electoral: su trabajo es duro, no se ve, no se
aprecia, pero lo que de él se obtiene es lo espectacular de lo que sí se ve.

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Para este proyecto ya volví a tomar responsabilidades técnicas. Otro escalón que subí. Se
me confió el concepto, el diseño y el desarrollo de esta criatura. Para ello, me asignaron
como equipo a una recién licenciada. Por otro lado, otra jefe de proyecto, en la parte
visual, tomaba a un becario.

Entre los cuatro hicimos un trabajo, ya no de equipo, si no de familia. Hemos disfrutado


muchísimo trabajando juntos, bromeando, e incluso discutiendo sanamente. Hemos
trabajado voluntariamente alguna noche y algún fin de semana. No por obligación, si no
por devoción, por responsabilidad, por afán.

Estos dos compañeros recién salidos del horno, han aprendido en tres meses más de lo
que yo aprendí en años. Le pusieron entusiasmo, dedicación y devoción. Yo me volqué
con ellos, y ellos se volcaron conmigo. Y con esa actitud mental positiva, con ganas, con
alegría, con orgullo y con ganas de comernos el mundo, hemos trabajado con ahínco, con
ilusión y con muchas ganas.

En las últimas semanas hemos sufrido las prisas y la tensión, lo que nos ha provocado
algún roce, que ha sido perdonado rápidamente por entender la presión a la que
estábamos sometidos.

Y hoy, por fin, todo nuestro trabajo está materializado en esa instalación que ha sido un
éxito por su rapidez y su efectividad. El cliente ha estado entusiasmado con nuestro
trabajo (cosa rara en nuestro negocio), y gracias a nuestro compromiso, a nuestra palabra
y al resultado de nuestro trabajo, nos ha invitado a comer ofreciéndonos una amistad y
una cercanía que son muy difíciles de encontrar en una relación cliente-proveedor.

Con todo lo anterior, quiero decir que de nada sirvió mi meteórica carrera y mis éxitos de
poder y ascenso, porque estaban vacíos y no tenían un soporte ni unos cimientos sólidos.
De nada sirven todos mis títulos, todos mis cursos, todos mis conocimientos, todo el
prestigio de las empresas para las que he trabajado, ni mi categoría profesional ni mi
nombre en una tarjeta, en un rectángulo dentro de un organigrama empresarial o en la
placa de un despacho. De nada sirve todo eso si no se tiene una base importante que es
la relación humana, la amistad sincera, el entusiasmo y las ganas de hacer las cosas con
los demás.

Uno puede realizar un trabajo que requiera de grandes conocimientos y de gran


complejidad, pero sin un equipo que te apoye, irás arando un campo seco y estéril.

Si tienes amigos verdaderos, como compañeros de trabajo, como equipo, formarás una
maquinaria indestructible que será más precisa y eficaz cuanto más la alimentes de amor,
ilusiones y reconocimientos.

Una cosa que descubrí es que el mundo es realmente un espejo que refleja tu imagen. En
el mundo ves lo que piensas y sientes. Si piensas y sientes frustración eso es lo que te
devolverá el mundo, culpando a éste tu propia decadencia, y creyendo oler de éste tu
propio hedor. Pero si piensas y sientes amor, amistad y felicidad, eso es lo que el mundo

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

te devolverá, embelleciendo tu propia imagen.

Otro secreto que descubrí es la inversión multiplicadora, en la que todo aquello que des te
será devuelta multiplicada. Si das odio, desidia, apatía, rencor, envidia o desconfianza,
eso mismo te será devuelto con un efecto multiplicador. Del mismo modo, si das amor,
amistad, confianza, fe, entusiasmo, ánimo y esperanza, eso mismo obtendrás multiplicado
considerablemente. Aunque parezca mentira, por experiencia lo sé.

Por tanto, no creo en la mala suerte, en la desdicha, en el aciago destino ni en la divina


providencia. Todo está conectado, y todo efecto tiene una causa, aunque no lleguemos a
comprender por qué, ni el qué ni el cómo. Eso no es lo importante, y es banal intentar
descubrir los caprichosos hilos que unen todos los acontecimientos, a los que llamamos
casualidades, cuando en realidad son causalidades a pesar de estar juntos en una hebra.
Todo lo que ocurre es por una razón, y en ella influimos nosotros con nuestros actos. Que
nos toquen malas cartas no significa mala suerte, puesto que entraba dentro de las
probabilidades que salieran esas cartas. Pero lo mejor de todo, es que si no piensas en
que la partida está perdida con esas cartas, puedes ganar la partida con éstas.

Soy feliz, aquí y ahora.

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La discusión

Un gran fuego de odio e ira consumía la felicidad del matrimonio aquel sábado de
Octubre. Él tenía planificada una comida desde antes del verano con uno de sus mejores
amigos, y aquella mañana iba a pasarla con su mejor amigo buscando libros en el centro
de Madrid, cosa que planificaron desde hacía un mes. Ella, sin planificar, quería ir de
compras, pero no quería conducir ella sóla ni ir sóla a las tiendas.

Llegado un momento, en el que la locura rebasó el límite del respeto, él sacó su teléfono
móvil del bolsillo e hizo dos llamadas. En ambas, con toda tranquilidad, canceló sus
compromisos para ese día. Ella, atónita, se enfureció aún más diciendo cosas
incoherentes y sin sentido.

- Cariño - dijo él - hoy es un día hermoso como tú. Es una lástima desperdiciarlo
discutiendo.

- Pero tú habías quedado desde hacía mucho tiempo con tus amigos, y conseguiste juntar
a los dos en el mismo día.

- No importa. Hoy quiero estar contigo, aquí y ahora.


- Pero...
- Aprovecha el tiempo que has ganado. No lo podrás recuperar jamás.

Ella enmudeció ante la dimensión del acto de su marido, sacrificando los compromisos
anticipados por sus propios caprichos personales. Aquello fue una muestra de amor que
no olvidó jamás. Aprendió, asimismo, otra lección: discutir e imponer la razón no tiene
sentido. Dos personas no discuten si uno de los dos no quiere.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

La avispa

Cuando una avispa se acerca, la dejo volar cerca de mi, e incluso la dejo posarse sobre
mi piel. Hago como que no está. No le doy la menor importancia. Si le doy importancia,
me pongo nervioso, empiezo a dar manotazos y a hacer movimientos bruscos por miedo
a que me pique. Al final, la avispa, que para nada quería hacerme daño, se asustará más
que nosotros, creyéndose, y con razón, atacada. Y ante ese ataque se defenderá
picándome: justamente lo que yo temía.

En la vida reaccionamos de la misma manera ante los problemas. Los problemas son
como las avispas, que parecen amenazadoras y peligrosas cuando se acercan. Pero
estos probables problemas no tienen por qué atacarnos necesariamente. Simplemente
andan cerca. Solamente serán realmente peligrosos si con nuestras reacciones
irracionales provocamos que se defiendan.

Recuerda: No tengas miedo de una avispa y ésta no te picará. La avispa sólo te atacará
para defenderse.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El viaje

El último puente de la Hispanidad lo disfruté en compañía de mi familia y de mi madre en


Tarragona, una extraordinaria tierra de buenas gentes, buen yantar, cuidadas playas e
increíbles paisajes.Para tan especial ocasión llevé conmigo un GPS de última generación
y, para evitar sorpresas, dos programas GPS distintos, por si la cartografía de uno era
insuficiente. Y para mayor aventura, elegí evitar los peajes para ahorrarme un dinerillo y
conocer lo que las autopistas esconden al otro lado de sus cunetas.

El día 12 de Octubre, con dirección Noreste, la autovía hacia Zaragoza fue sin problemas.
Al llegar a la ciudad de la Pilarica, y tras pasar un ingente polígono industrial, la autovía
comienza a ser de peaje rumbo hacia Barcelona. El GPS me indica a tiempo el desvío
hacia la antigua carretera nacional, que en su día fue la arteria que unía Madrid con
Barcelona, pasando por Lleida. Atrás quedan las comodidades de los carriles en
abundancia, curvas casi inexistentes o poco pronunciadas, las protecciones de los
quitamiedos, la frecuencia de las estaciones de servicio con todo tipo de mercancias,
alojamientos y chiringuitos donde comer un miserable bocadillo a precio de oro.

La carretera ahora es de doble sentido, muy poco transitada, acaso algún camionero que
evita un abusivo peaje diario. La carretera está bien, pero uno debe prestar mucha más
atención a la conducción, pues hay más curvas, y éstas son más cerradas, con alguna
que otra cuesta o algún que otro traicionero cambio de rasante. Los pueblos son muy
distantes, y el paisaje lóbrego y yermo, típico del árido monte.

Tras muchos kilómetros de soledad atravesando tan desiertos parajes, el GPS me desvía
hacia Serós y hacia Maials, preciosos pueblos lleidenses, que te reciben con sus antiguos
edificios de barro y de piedra. El paisaje, como por arte de magia, empieza a
transformarse, tornándose cada vez más verde, exuberante, montañoso y boscoso. Entre
Maials y Flix, disfrutamos de cada curva que cambia por completo la vista. En Flix
paramos para almorzar unos abundantes y copiosos bocadillos, con carne de la tierra, y
un pan bendito que deben haberlo hecho en algún templo bendecido. Viandas muy
lejanas en cuanto a coste (mucho más económico), cantidad (mucha más) y calidad (ni
comparación) a la de las estaciones de servicio de las autopistas.

Una vez repuestas las energías y descansados los cuerpos y mentes, estos viajeros
suben al automóvil, con la sorpresa de encontrarse un GPS averiado que no detecta
ningún satélite. En mala hora tan innovador invento decide traicionar a estos viajeros, en
mitad de un paraje inhóspito y sin conocer la ruta de destino. Ni cambiando de software ni
moviendo el GPS arriba o abajo, el maldito invento no consigue capturar satélite alguno,
dejándonos perdidos.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Pero este viajero confía en que el GPS logrará captar la señal de algún satélite, aunque la
densa capa de grises nubes y lo solitario del lugar, parecen condenarnos al abandono
más absoluto. Este viajero pone el vehículo en marcha, en dirección hacia donde el
condenado invento puso su ruta, pasando por Ascó y la impresionante central nuclear
junto a las aguas del río Ebro. En un parador cercano, este viajero detiene el vehículo, sin
conseguir detectar ningún satélite e impresionado por el paisaje de los colosos de piedra
que se alzan a su alrededor, el paso del río Ebro, y la impresionante nube de vapor
escupida hacia el cielo por una colosal chimenea de hormigón. Estos viajeros aspiran el
aire puro, rellenan sus viciados pulmones de ciudad, se dejan poseer por la quietud y la
paz de aquel paraje.

Tras un rato de paz, vuelven a emprender el camino siguiendo el curso del ancho y
caudaloso Ebro, llegando a Falset, el primer pueblo de considerable población, con una
mezcla de antigüedad medieval y modernismo vanguardista, una población que va
rompiendo su tradición para llegar poco a poco a la modernidad del Siglo XXI,
resistiéndose a quedarse en el olvido como muchos otros pueblos de esta nuestra querida
España, y de esta nuestra querida Catalunya.

Con el instinto del viajero, y un GPS sin funcionar, comienzan a aparecer señales tras
muchos kilómetros de abandono en la desierta carretera. Este viajero pone rumbo hacia
Tortosa, hasta que llega a un cruce en el que duda. No sabe si ir hacia Tortosa o hacia
Reus. Por instinto, decide ir hacia Reus, donde encuentra otra señalización que le envía
hacia Cambrils, que está muy cerca de su destino. A pesar de tan importantes
poblaciones, el paisaje no deja de ser hermoso, a pesar de estar en la falda de la
montaña, y no en la montaña misma.

Por fin se llega a Cambrils, y tras preguntar, como todo viajero que pierde el rumbo,
consigue atisbar Mont-roig del Camp, un antiguo pueblecito en la escarpada falda de una
montaña, con una iglesia de piedra muy antigua, de empinadas y estrechas calles,
rodeada de de maleza y bosques. Son las tres y media del mediodía. Estos viajeros
iniciaron su viaje a las seis y media de la mañana. Aún no han alcanzado definitivamente
su destino. Tras preguntar a las buenas gentes de Mont-roig del Camp, estos viajeros
salen del pueblo tomando una carretera. Tras varios kilómetros consiguen llegar a Terres
Noves, una urbanización de apartahoteles, rodeado de bosques, cotos de caza y campos
de golf.

Tras un merecido descanso, estos viajeros deciden pasar la tarde-noche en Cambrils,


empapándose del salitre del mar, de su cuidada playa, su enorme puerto y de sus
encantadoras calles que rezuman alegría y bienvenida a los viajeros. En una calle a
espaldas del puerto, entran en un restaurante donde una calurosa bienvenida y una
exquisita cocina tradicional deleitan el regocijo de estos viajeros. Opulentas carnes a la
brasa, finos y sabrosos pescados, y, por supuesto, la más tradicional y exquisita crema
catalana.

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La mañana del 13 de Octubre se pasa disfrutando de la extraordinaria playa de Salou, con


su ingente paseo marítimo repleto de palmeras, casas señoriales, zonas de ocio de todo
tipo, arena fina y blanquísima, urinarios desplegados por todas partes, canalizaciones
para la subida de mareas, verdes parques y un sin fin de servicios.

La tarde y la noche se pasa nuevamente en la encantadora y acogedora Cambrils,


degustando pescado frito en una terraza junto al puerto. A pesar de haber llovido varias
veces durante el día, la noche es buena y acogedora.

En la mañana del 14 de Octubre, estos viajeros se dirigen hacia Tarragona. El GPS sigue
sin funcionar, y la jornada se presenta desesperante ante el agobio de tráfico, y los
problemas de falta de aparcamiento, a pesar de multitud de zonas azules. Se pierden ante
la maraña de calles, semáforos y glorietas. Por fin descubren un camino hacia el casco
antiguo, un lugar digno de ver. Pero allí no hay aparcamiento alguno, y terminan
atravesando en una urbanización que les lleva a una desértica y pequeña playa. Al final
de la misma está el club náutico. Allí se detienen para desayunar, sopesando tan aciaga
aventura.

Salen de Tarragona, con dirección hacia Tortosa. En el camino el GPS resucita. El motivo
de su malfuncionamiento es debido a un mal contacto en la clavija (no es inalámbrico).
Esto ocurría llegando a Reus, donde el GPS les avisa que para Tortosa faltan más de 80
kilómetros.

Los viajeros desisten de tan largo viaje y ponen rumbo hacia Miami Platja, pasando por
Cambrils y Mont-roig Mar. La carretera costera atraviesa el pueblo, pero paralela a ésta la
acompaña la vía del tren, y no hay pasos por dónde cruzar. Al dar la vuelta, consiguen ver
un acceso que cruza por debajo el metálico camino. Es la entrada Norte, y aquí el nivel es
muy superior al del mar, alzándose verticales acantilados. Los apartamentos tienen calles
que entran y salen con respecto a la calle principal interna, también paralela a la vía del
tren. Por esta calle se entra a calles que rodean los apartamentos, casi como un golfo o
forma de U, para volver nuevamente a la calle principal. Durante varias entradas y salidas,
en algunos de estos pequeños cabos, al pie hay pequeñas calas, accesibles mediante
empinadas escaleras que van desde los apartamentos. Al final, hay un acceso a una gran
playa, mediante una calle de un único sentido.

Allí se respira tranquilidad. La playa es enorme y apenas está concurrida. Los viajeros
deciden comer allí, al pie de la misma, en un chiringuito muy bien adaptado y con una
gran variedad de platos típicos. La acogida es buena. La comida también, pues es muy
abundante y de gran calidad. La brisa marina y el cálido sol que ilumina la playa desde un
cielo raso y limpio amenizan el ambiente. Estos viajeros descansan de sus viajes,
llenándose de luz y de paz interior.

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Para bajar la comida pasean de un lado para otro por el paseo marítimo, apenas
concurrido, recogiendo dátiles caídos de las palmeras. La pequeña viajera, de cuatro años
de edad, se divierte en el parque, al igual que hizo el día anterior en los diversos parques
de la playa de Salou, y en el parque de los apartahoteles de Terres Noves.

En el día 15 de Octubre se levantan temprano para hacer el equipaje y volver, a su pesar,


hacia Madrid. Desayunan y dirigen el vehículo hacia Mont-roig del Camp, y allí se
aventuran viajando por una carretera que va directamente hacia Falset. Aquella estrecha
carretera está bien pavimentada y remonta pesadamente las montañas, ascendiendo a
través de sus tupidos y espesos bosques. Aquella carretera está repleta de retorcidas
curvas, que hacen reducir constantemente el vehículo a segunda, entre 25 y 45 kilómetros
a la hora, descubriendo, poco a poco, el abismo que se cierne bajo las ruedas del
vehículo.

Aquella carretera no es apenas transitada. Sólo aventurados viajeros, algún ocasional


habitante de aquellas montañas y algunos ciclistas osan retar la grandeza de aquel
abrupto paisaje. A ella se encomiendan, recibiendo a cambio la hermosura de la
naturaleza virgen y salvaje, inhóspita y dueña de su popio territorio. Allí se siente paz en
cada pino, en cada encina, en cada arbusto, en cada flor, en cada hoja.

La carretera pasa por Colldejou, Torre de Fontaubella, el Priorat y Marsà, ancianos


pueblecitos testigos de siglos mudos y polvorientos, fríos y duros inviernos, verdes y
agradables primaveras y otoños, despedidas de jóvenes hijos abandonando aquellas
pedregosas piedras, aquellas casas hechas de adobe, ladrillo y piedra, que poco a poco
quedaron a merced del olvido. Pero a pesar de aquellos fantasmas que transitan aquellas
placitas y aquella solitaria y alegre carretera de efímeros viajeros, aún conservan su
encanto y sus ganas de recibir a los cansados viajeros. Este humilde viajero recomienda a
todos sus lectores recorrer tan reconfortador viaje.

El siguiente pueblo es Falset, y la vuelta hacia Madrid se hizo en el orden inverso al de la


ida, asombrando nuevamente a estos viajeros. Si el viaje de ida fue gratificante, el viaje
de vuelta lo fue aún más.

Este viajero llega a Madrid, y en su corazón hay una nostalgia por la aventura vivida en el
viaje. Echa de menos aquellos verdes y exuberantes bosques, aquellas colosales e
incólumes montañas, aquellos olvidados e intrigantes pueblecitos. Siente casi desprecio
por su hogar, una mole de ladrillo y hormigón, en mitad de un bosque de hormigón y
ladrillos, con infinitos caminos de asfalto e innumerables, ruidosos y contaminantes
vehículos.

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Este viajero analiza todo lo vivido y lo ve desde otra perspectiva. Dimensiona cada detalle
y empieza a valorar la vida desde otro punto de vista.

Nuestra vida es un viaje a través de intrincados caminos. La mayor parte de los hombres
prefieren utilizar las cómodas y rápidas autopistas, pero costosas por los peajes y los
escuetos servicios que ofrecen.

Las autopistas son el símbolo de la modernidad, del fugaz y desenfrenado viaje. Las
autopistas condenan al olvido y a la miseria aquellos pueblos que en su día estaban
repletos de niños y de pequeños negocios que invitaban a la compañía, al diálogo, a las
relaciones humanas. Pueblos que han sido relegados al abandono y a la soledad en pos
de la prosperidad de las multinacionales del petróleo y de las franquicias de la comida
basura.

Preferimos una vida sin preocupaciones, avanzando por autopistas desenfrenadas que
nos obligan a viajar rápido y a no ver más allá de las cunetas. Elegimos una vida en la
que no deseamos parar y llegar cuanto antes a nuestros destinos. Siempre con prisas. No
nos detenemos ni siquiera para ayudar a alguien que se queda averiado en el camino, o
que ha sufrido un accidente.

Olvidamos, asimismo, que más allá de esas cunetas hay un mundo mucho más grande
por descubrir, mucho más beneficioso para nuestra salud. Un mundo interesante que nos
abre los ojos a muchas más posibilidades. Por que, al fin y al cabo, nosotros somos
también parte de ese mundo que condenamos a su lenta y agónica muerte.

Nuestra vida también está dirigida por un GPS. En él confiamos todo, y nos olvidamos de
los problemas. Pero el GPS también falla y se avería. No es una máquina perfecta. Y
cuando esa máquina nos deja tirados, ¿qué hacemos?.

Ese GPS suelen ser una persona en las que volcamos toda nuestra confianza. Creemos
que nunca nos va a fallar. Pero también falla. Y cuando falla nos sentimos perdidos. No
sabemos qué hacer. No nos atrevemos a avanzar por miedo a equivocarnos. Nos hemos
acomodado a que nos lo den todo hecho y solucionado. No sabemos vivir sin nuestros
GPS.

Como apuntaba al principio de esta reflexión, la vida es un interesante viaje. Un viaje


propio, individual y único. En ese viaje fijamos los destinos de cada día. Hay quienes
realizan siempre el mismo viaje, día tras día. Termina siendo monótono y aburrido. Hay
quienes realizan sus viajes por veloces autopistas, en las que llegan muy rápido. Pero esa

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velocidad termina quitándole duración a nuestro vehículo, y a esa velocidad olvidamos


que hay otros caminos. Las autopistas nos hacen vivir estresados, preocupados del
tiempo y de hacer cada vez más en menos tiempo. Nuestro vehículo termina
desgastándose también mucho más rápido, y no disfrutamos del viaje.

Lo trepidante es enemigo de la vida, porque vivir rápido es sinónimo de morir joven.


Puede que uno llegue a vivir muchos años viviendo muy deprisa. Pero, ¿qué ha
conseguido vivir? ¿Qué ha conseguido disfrutar? ¿Qué ha conseguido realmente en esa
vida tan fugaz que realmente merezca la pena haber sido vivida?

Creo, sinceramente, que es recomendable tomar caminos que no nos atrevemos a tomar,
que no teníamos en mente, o improvisar rutas fuera de esas desenfrenadas autopistas. Ir
sin prisas, sin estrés, viajar tranquilamente sin preocuparse de un reloj. Viajar poniendo
atención a las dificultades de esa carretera que tiene tantas curvas, y que vemos como
problemas, dirigiendo nuestro vehículo lentamente, con seguridad. Pero, lo mejor de todo,
disfrutar de cada metro avanzado, porque en cada metro encontrarás un hermoso paisaje,
distinto al anterior, que te llenará de paz interior y de felicidad.

Recuerda que la vida es un viaje, y que cada día estarás en un lugar distinto. Un día
tendrás sol, al otro lluvia, tormenta, nieve, sequía o inundaciones. Creo que el secreto de
una vida feliz es intentar disfrutar todos los días de ese viaje a pesar de las
circunstancias, y que todo lo que ocurra ha de ser aceptado, ocupándote en todo
momento para no tener un fatal accidente.

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Neraclem

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Prólogo de Neraclem

Neraclem nació en un sueño que cierta noche me desveló por su impacto. No suelo
recordar los sueños, pero éste era imposible de olvidar, y quedó grabado a fuego en mi
corazón, recordándome todo su esplendor y toda su sabiduría.

Aquel sueño original apenas ocupa un 40 o un 50 por ciento del total que al final ha
quedado plasmado en este relato.

Durante los últimos cuatro meses he tenido que compartir mi trabajo con mi pasión por la
literatura. En el escaso tiempo que me quedaba, he ido teniendo ideas fugaces que
apuntaba en una servilleta mientras desayunaba o comía en un restaurante: alguna frase,
alguna situación, algún lugar, algún gesto, algún detalle. He añadido también
conversaciones profundas y reveladoras que he ido teniendo en mi vida diaria, y que,
sorprendentemente, eran completamente compatibles con la historia y que han otorgado
al relato más sabiduría. Durante estos cuatro meses he leído y releído una y otra vez el
texto. Siempre había alguna corrección, algún detalle mejorable, alguna puntilla que
adornaba y daba más valor a la obra.

La parte más difícil ha sido el final, pues aquel sueño no tenía final, no era una historia en
sí mismo. Simplemente era una situación repentina con unos hechos directos. Ahí fue
donde tuve que elevar mi alma de escritor y crear una historia que enlazase los retazos
del sueño, y crear una historia completa, con una exposición, un nudo y un desenlace.

Creo, humildemente, que el resultado ha merecido la pena, y que la historia es interesante


por su contenido y por su mensaje. Está llena de magia, de sabiduría, de argumento, de
amor, de valores, de genialidad, de riqueza literaria y filosófica, con unas enseñanzas de
incalculable valor.

Neraclem va mucho más allá de lo que en estas líneas se ha escrito. Su mensaje puede
ser interpretado y dimensionado mucho más allá de los límites de la palabra escrita, y
cada uno de nosotros lo sentirá de diferentes maneras según sus propias experiencias
personales. Por lo menos, así lo que he sentido en las decenas de veces que lo he leído,
donde he encontrado un nuevo valor, un nuevo aspecto, un nuevo matiz, una nueva
interpretación.

El personaje de Neraclem ha sido una revelación para mí, pues en él podemos sintetizar y
representar a diferentes personajes de nuestra propia vida y que han significado algo
realmente especial para nosotros: un abuelo, un padre, una madre, un amigo, un
desconocido que durante un minuto fugaz hizo o dijo algo que nos marcó para siempre.
Cuando creé al personaje principal de esta historia tomé como modelo inicial a mi abuelo
Saturnino, por algunas de sus increíbles y fantásticas características principales que
plasmé y se repiten una y otra vez en el personaje. Pero a medida que fuí dando forma a
la historia, fui añadiéndole matices propios y de otras personas muy queridas y afines a
mí.

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Quisiera expresar mis agradecimientos a Julián, mi fiel y gran amigo de la mili, que ha
estado ahí, año tras año, apoyándome en la vida, prestándome su apreciadísima amistad
sin condiciones, sincera y pura. Por ello, él es el personaje principal de este relato,
aunque la negra y oscura historia del relato no es la suya.

Mis agradecimientos también a mi madre, cuyo amor incondicional, contra tiempo y


marea, ante la adversidad y las peores circunstancias, han sido nuestro salvavidas en
numerosas ocasiones.

Agradecer a Carmen de Barcelona, cuya amistad fraguada en el crisol del Messenger, me


ha iluminado con la luz de interesantes vivencias y experiencias personales. A Valentín
Morales, de Jaén, un diamante en bruto para las letras de este país. A Esperanza de
Murcia por su amistad eterna y por enseñarme lo que es luchar en la vida ante una
enfermedad mortal. A Esperanza de A Coruña, un alma de artista que sabe transmitir lo
mejor y lo peor a través de sus pinceles. A Daiana, de Argentina, por su hermosísima
sonrisa y por contagiar con ella su alegría a los corazones cansados y deprimidos. A
Katana, por sus inestimables comentarios en mi blog, y por sus aportaciones, que son
siempre interesantes y valiosas. A Alfredo y a Edu, mis más caros e inestimables amigos,
por su amistad y por su presencia en todos los momentos: en los buenos y en los malos.
A todos los lectores que disfrutaron con mi libro “El Rincón de la Felicidad: un remanso de
paz en el corazón”, por sus agradecimientos y por animarme a seguir escribiendo. A mis
compañeros de trabajo, Carolina, David, Yolanda, León, Chema, Javier, Nancho, Mariano,
Gonzalo, José, Paco, Alberto, Chus, Desiré, Elisa, Olga, Daniel, Mónica, Pilar, Juan José,
Marcos, Susana, Ana, Luis Miguel, Pedro, Angel, Lorenzo, Esmeralda, Jaime, etc. , por su
amistad, y por hacer del trabajo un lugar agradable y motivador.

Por supuesto, mis más sentidos agradecimientos a toda mi familia, especialmente a mi


mujer Clemen, a mi hija Nerea, a mis hermanos Carlos, Javier y Pilar; a mis cuñados,
sobrinos, suegros, primos, tíos....

Espero que esta obra que ante tus ojos se abre, alimente de experiencias y conocimientos
tu insaciable espíritu en la vida. Escrito está: sé feliz, aquí y ahora.

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El despertar

Julián creyó despertar de un extraño sueño cuando abrió sus pesados ojos. El
aturdimiento entorpecía sus movimientos, y no se atrevió a ponerse de pie. Cerró
nuevamente sus ojos, e intentó despejar su confusa mente. Todo parecía dar vueltas y
estaba algo mareado. La opresiva atmósfera del ambiente le asfixiaba, dificultando su
respiración. Intentó recordar qué había pasado. No se explicaba ese repentino y drástico
cambio de situación. Aunque, pensándolo un poco, tampoco recordaba qué había antes
de ese momento. Parecía haber perdido toda la memoria pasada, como si hubiese nacido
en ese mismo instante. ¡Maldita sea!. ¿Qué estaba ocurriendo?. ¿Qué estaba haciendo
ahí?. ¿Dónde estaba?. ¿Cómo había llegado allí?

Abrió nuevamente los ojos, intentando adaptarlos a la eterna penumbra de aquel extraño
y silencioso lugar. Parecía no haber límites en aquel espacio, como si no existieran
paredes. Poco a poco su visión fue afirmándose, y pudo distinguir unos lejanos muros de
fría piedra gris, que se elevaban a una considerable altura. También pudo divisar
equidistantes columnas de mármol, que sujetaban las bases de unos arcos que formaban
bóvedas de crucería. Algunos rosetones incrustados en lo alto de las paredes dejaban
traspasar una densa y estática luz, que iluminaba tenuemente aquel extraño recinto. Era
imposible determinar qué hora del día era. ¿Amaneciendo?. ¿Atardeciendo?.

Se puso de pie, mirando a uno y otro lado.

- ¿Hola? – dijo tímidamente.

Recibió únicamente el eco por respuesta.

- ¿Hay alguien ahí?

El chirriar de una puerta le sobresaltó un poco. Al final del ingente edificio pudo distinguir
una abertura en la pared, que iba haciéndose más grande, dejando pasar cada vez más
luz. Era una puerta que se abría por sí misma.

Tardó un poco en reaccionar. ¿Qué podía hacer? ¿Quedarse allí eternamente? ¿O bien
arriesgarse a ver qué había detrás de aquella puerta?. Tras unos eternos segundos de
incertidumbre decidió andar hacia aquella puerta, más bien por temor de que se cerrara
nuevamente y quedara atrapado en aquel extraño edificio. Sus primeros pasos eran
torpes, como si estuviera ebrio y no consiguiera tener equilibrio y no coordinara sus
movimientos más elementales. Su cabeza seguía aún un poco aturdida, y sus ojos no
enfocaban correctamente los objetos, haciendo que éstos se movieran a modo de vaivén,
e incluso generando falsos dobles que se alejaban y se acercaban entre sí. Se detuvo un
instante, con el fin de escapar de aquella tirana perturbación. Respiró profundamente,
mientras su vista iba ajustándose y haciendo detener a aquellas burlonas columnas.
Pasados unos momentos se recuperó de su estado embriagador, pudiendo andar
firmemente.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Comenzó a andar nuevamente hacia la puerta. Pero cada paso que daba parecía haber
sido dado en el mismo lugar donde estaba. En lugar de acercarse hacia la puerta, seguía
clavado en el mismo sitio. Las columnas no se acercaban. Estaban en el mismo lugar.
Bajó la mirada, con el fin de cerciorarse de que estaba moviendo sus pies. Así era. Estaba
dando pasos, pero el enlosado suelo no se movía. Nada se movía salvo sus pies. Un
sobrecogedor temor recorrió su ser. Aquello no era normal. Entonces comenzó a acelerar
el ritmo de sus pasos, primero andando, y, poco a poco, corriendo hasta lograr una
frenética e inútil carrera. Al final, exhausto y cansado, tuvo que desistir. No se había
desplazado ni un solo milímetro. Se detuvo, maldiciendo aquel lugar y a aquella maldita
puerta.

Mientras recuperaba su aliento, observando desesperadamente aquel lejano vano abierto


en la pared, ocurrió algo extraño. El suelo empezó a moverse. Las columnas empezaron a
acercarse. La pared parecía acercarse. Aquel extraño mundo parecía funcionar al revés
de lo convencional.

Julián se asustó ante aquella naturaleza opuesta a las leyes de la física que él había
conocido. Pero al final tuvo que dejar que pasara aquello si quería salir de allí y averiguar
qué estaba sucediendo.

La velocidad fue incrementándose rápidamente. Las columnas pasaban cada vez más
veloces. La puerta iba haciéndose cada vez más y más grande.

Julián, confuso en aquel misterioso vuelo, se preparó para el fatal golpe que recibiría al
llegar a la pared o al atravesar el umbral. Contrajo todos sus músculos, en posición
defensiva. Entornó sus ojos, con el fin de protegerlos, pero al mismo tiempo para no
perder detalle de todo cuanto ocurriera.

Las columnas eran casi inapreciables a esa velocidad. La puerta era una boca que se
abría rápidamente para engullirle despiadadamente. Y, cuando aquellas fatales fauces
iban a devorarle de manera inevitable, desapareció repentinamente todo movimiento. Lo
más curioso de todo es que no se produjo ni el más leve indicio de frenada. Todo se
detuvo de improviso, sin más.

Julián, atónito, no daba crédito a todo lo que le había ocurrido. No conseguía explicarse
aquellos extraños fenómenos. Observó la puerta, sin ver nada al otro lado. Sólo veía luz
pura, casi cegadora. Pero también era apaciguadora e invitaba a tocarla con las propias
manos, a fundirse en su agradable y acogedor calor. Miró hacia atrás, con el fin de creer
que en realidad estaba en aquel sitio. Las columnas, los arcos, las bóvedas, los
rosetones, la tenue y densa luz que iluminaba aquella especie de catedral: todo seguía
allí, en el silencio de los siglos. Miró la pared, incapaz de ver nada fuera de su sitio, algo
que le revelara algo más. Levantó su mirada y contempló el marco lateral de la puerta.
Dos columnas espirales de blanco mármol se elevaban majestuosas una decena de
metros hasta sujetar un impresionante y labrado dintel de blanco mármol. En su parte
inferior, como si de una mesa se tratara, descansaban ramas, hojas y frutos de variada
naturaleza. Sobre ellos, una desnuda pareja humana descansaba sobre sus propias
espaldas, el hombre tumbado hacia la derecha, y la mujer tumbada hacia la izquierda.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Ambos tenían las piernas arqueadas, consiguiendo un perfecto equilibrio. La mujer


sujetaba sobre sus rodillas un enorme y bello reloj de arena. El hombre, un enorme libro
abierto con un cráneo humano sobre sus páginas. Y entre los dos un majestuoso árbol se
elevaba firme y superior, cobijándoles y ofreciéndoles abrigo y alimentos a través de sus
frutos maduros, a punto de caer de sus ramas. El árbol era totalmente simétrico, y su
forma recordaba una ingente balanza.

Aquella escena era hermosa y sobrecogedora, y Julián alabó aquel trabajo. Pero aún no
sabía qué estaba haciendo allí. ¿Era acaso el túnel del que tanto hablaban aquellos que
consiguieron volver de la muerte?. ¿Era aquella luz la puerta hacia el cielo?. ¿Era aquél
árbol la balanza de la justicia?. ¿Se estaba enfrentado a su juicio final?. ¿Estaba muerto?

- No tienes nada qué temer, Julián. Adelante.

La aguda y potente voz le sobresaltó. Parecía provenir de detrás de la puerta, del origen
de aquella majestuosa luz. Pero también parecía provenir de detrás, y desde arriba, y
desde abajo. Aquella voz era firme, tranquila y acogedora. ¿Era Dios quien le hablaba?. Si
era Dios y le llamaba es que estaba muerto. Se sintió triste pensando en todo aquello que
dejó a medias, y en todo aquello que hubiera querido compartir con sus seres más
queridos. Por otro lado, si Dios le llamaba, es porque su vida no había sido tan mala
después de todo, y le requería en el Cielo. Pero, ¡qué cielo tan extraño era aquel!. Él
había imaginado un cielo totalmente abierto, lleno de luz, de nubes, de infinitos y bellos
paisajes y de ángeles revoloteando alegremente por allí y por allá. Sin embargo, aquello
era un oscuro templo. Aunque bien mirado, no había ningún tipo de escultura, símbolo o
adorno que delatara la religión a la que estaba profesado. Era un edificio sobrio y parco
en detalles. Las columnas y el dintel de la puerta eran el único adorno de todo aquel
edificio.

Perdido en sus cavilaciones, y sin preverlo, Julián fue empujado hacia la puerta, devorado
por la luz.

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El encuentro

Todo era blanco inmaculado. Ni frío ni calor. Ni ligero ni pesado. Cerró los ojos, reteniendo
momentáneamente aquel blanco absoluto. Poco a poco, el blanco se fue haciendo gris y,
por último, negro.

Abrió los ojos, descubriendo que se hallaba en una enorme sala, tan alta como la estancia
que acababa de abandonar. Giró lentamente 360 grados, asombrado por la
majestuosidad de aquella magnífica e impresionante biblioteca de miles de libros
ancestrales, que descansaban en no menos majestuosas estanterías. Había libros de
todos los tamaños, colores y grosores. Todos tenían una encuadernación artesana, de
piel, con lomos trabajados en relieve y con títulos de oro. Allá donde Julián miraba, se
perdía en libros y más libros.

En el centro de la sala había más libros tirados y apilados en el suelo, sin orden aparente.
A un lado de la sala se encontraba un ingente y ornamentado reloj de arena, muy superior
al tamaño de una casa, alcanzando el techo de aquella abovedada estancia, y que iba
dejando caer impasible sus granos de arena. A Julián le sorprendió que la cavidad
superior de aquel reloj estaba vacía, pero, sin embargo, la cavidad inferior recibía un
grano de arena cada segundo. Observó, perplejo, que en el fino cuello del reloj se
materializaba de la nada un minúsculo grano de arena, el cual, vencido por la gravedad,
se desprendía y caía hacia la cavidad inferior, dejando lugar para otro grano de arena.

En el otro lado de la sala, un enorme globo terráqueo giraba muy lentamente sobre su
propio eje. Aquel globo era magnífico. No había visto nunca un globo terráqueo tan
preciso y exacto. Se fue acercando hacia él, ya que le llamó mucho la atención que no
tuviera ningún soporte ni eje que lo sujetara. Estaba, simplemente, suspendido en el aire.

A medida que se acercaba descubrió que el mismo globo tenía nubes que se formaban y
descargaban lluvia, nieve o granizo. Bajo éstas se reflejaba la sombra proyectada sobre
los mares, en el que titilaban pequeños puntos blancos, como si pequeñas estrellas
aparecieran y desaparecieran en su húmedo manto. Y en las costas podía verse cómo las
olas se aproximaban a las playas queriendo abrazar la tierra, o chocando violentamente
contra los acantilados. Y allá en la tierra podía ver el relieve de las montañas, el verde de
los bosques, el amarillo y el rojo de los desiertos, y el azul de los ríos y de los lagos.
Podía distinguir perfectamente las simetrías de las caprichosas construcciones del
hombre en sus pueblos y ciudades.

En el otro lado del globo terráqueo la noche se cernía como una oscura y estática sombra.
Podía percibir las luces caprichosas de las farolas y de las casas. Podía distinguir el
caprichoso tamaño de los pueblos y de las ciudades, y de la concentración de
poblaciones en torno a grandes urbes, o de las solitarias luces en mitad de la nada.

Julián estaba fascinado ante aquel prodigio. Era tan real, que casi podía decirse que él
era un astronauta que estaba observando la Tierra desde su cápsula espacial. Alargó una
mano con el fin de tocarlo.
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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

- Yo que tú no lo haría.

Julián se sobresaltó, echándose hacia atrás, a punto de tropezar con una pila de libros.
Miró a todos los lados de manera aleatoria. No sabía de dónde había provenido la voz, ni
quién le había reprendido.

- Podrías haber provocado una catástrofe de fatales consecuencias.

Al final de la sala, casi en el centro de la misma, detrás de una montaña de libros


esparcidos en el suelo, se ocultaba un enorme escritorio de noble y oscura madera, sobre
el que descansaba pilas de libros sin orden ni concierto.

Repuesto del susto, emprendió el paso hacia la mesa. Con tanto libro no podía ver a la
persona que le había hablado. Según se acercaba, pudo distinguir mejor la mesa, pero no
así al ser que le hablaba. ¿Era acaso la voz de su conciencia?. ¿O era un ser invisible?.

Pronto alcanzó la mesa, y tras las pilas de libros consiguió descubrir a un hombre vestido
con una raída y oscura túnica, afanado en escribir vigorosamente sobre dos libros al
mismo tiempo, uno con cada una de sus manos, trazando con grandes plumas una
caligrafía que rozaba la perfección. Nunca había visto unos trazos tan hermosos.

Escribía sin mirar al papel. De hecho, tenía los ojos cerrados, como si estuviera dormido o
como si estuviera mirando hacia su interior, buscando las palabras en su propia mente.

Era un personaje muy bajo. Su edad era imposible de adivinar. Si bien era calvo en la
parte superior, la blanca melena alcanzaba sus caderas y su blanca barba cubría gran
parte de su pecho. Su rostro era ligeramente arrugado, pero aquellos bajorrelieves que
surcaban su rostro no revelaban ninguna edad. Era, a la vez, un anciano y un bebé. Pero
aquel personaje emitía un aura de gran sabiduría y conocimiento.

De repente, el anciano abrió sus ojos, revelando unas doradas y preciosas pupilas. Se
quedó mirando por unos instantes a Julián, curioso, como si intentará leer su alma. Sus
pupilas fueron cambiando de color lentamente, como si de un caleidoscopio se tratara. Al
final, esbozó una inocente sonrisa, y, con aquellos hechizadores ojos, le dijo:

- Perdona mi hospitalidad, pero ando muy ocupado últimamente. Mi nombre es


Neraclem, y te doy la bienvenida a mi humilde morada.

Dicho esto, el anciano soltó las plumas, las cuales siguieron escribiendo por sí solas, sin
que nada ni nadie ejerciera energía alguna para que se movieran, y aún menos que
transcribieran de manera inteligente palabras, frases, signos de puntuación o retórica
literaria.

Neraclem se levantó de su mesa y caminó pesadamente hacia donde Julián estaba


perplejo ante tan milagrosa escena. Le tendió la mano, pero Julián no supo reaccionar.
Estaba con la boca abierta, sin saber qué hacer ni qué decir. Tras unos instantes de

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

vacilación, Julián pareció salir de su alucinógeno estado y le tendió mecánicamente la


mano. Las delicadas manos del viejo le transmitieron serenidad, paz y confianza.

Julián intentó articular palabra, pero no pudo. Parecía que se le había olvidado hablar.
Empezó a tartamudear, pero aquel enigmático personaje le interrumpió.

- Ya sé que tienes miles de preguntas a las que quieres que dé contestación. Ten
calma, y verás satisfecha tu curiosidad. No tienes nada qué temer. Aquí no hay
ningún peligro. Por favor, siéntate mientras tomamos el té.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El té

Neraclem hizo un gesto con sus manos, invitando a Julián acercarse a una preciosa mesa
tallada finamente en oscura madera, rodeada por no menos bellas sillas que iban a juego.
Sobre la mesa descansaba una bellísima tetera de plata, ornamentada con el mismo
motivo que el dintel que había visto sobre la puerta, tallado en bajorrelieve sobre su
superficie. Junto a la tetera, dos preciosas tazas de porcelana, pintadas con el exquisito
motivo de un cráneo humano sobre un enorme libro abierto, la una, y un hermoso reloj de
arena la otra. Su interior contenía un rojo y transparente líquido humeante, despidiendo el
agradable olor de un especiado té. Aquel agradable y acogedor mobiliario se encontraba a
menos de dos metros, y Julián hubiera jurado que un instante antes no se encontraba allí.

Se sentaron, mirándose mutuamente. Neraclem sonrió tímidamente a Julián, como si


estuviera encantado de tener compañía después de mucho tiempo de soledad. Julián le
devolvió la sonrisa. Aquel anciano le gustaba. Transmitía serenidad y paz a través de sus
infantiles y multicolores ojos, que parecían saberlo todo.

Neraclem asió su taza de té, sin dejar de observarle. Llevó la taza a sus labios e ingirió un
pequeño sorbo.

- Este té es realmente exquisito – dijo el anciano con una sonrisa tímida e inocente.

Julián, azorado, despertó de su ensimismamiento e imitó a su anfitrión. Aquel té era


realmente especial. Su olor era dulce e intenso, evocando multicolores y fragantes
praderas en primavera, cubiertas de mantos de flores y fresco rocío. El primer trago de té
extendió un confortable y relajante calor a todo su cuerpo, haciéndole sentir cómodo y
tranquilo.

Neraclem le observaba atentamente, tras aquellos extraños ojos, que pasaban del azul al
verde, y del verde al amarillo, y del amarillo al rojo. No existía un patrón en aquel
fenómeno. El color de sus ojos cambiaban de forma aleatoria en el tiempo y en el color.
Curiosamente, no eran cambios bruscos, si no que la transición se realizaba en forma de
gradientes.

Julián rompió el hechizo de su mirada, y llevó la suya al extraño reloj de arena y al


extraordinario globo terráqueo. Tras unos segundos de reflexión preguntó:

- ¿Quién es usted?. ¿Qué lugar es éste?. ¿Qué hago aquí?. ¿Qué …?


- Todo a su debido tiempo, joven Julián – interrumpió el anciano.
- ¿Cómo sabe mi nombre? – preguntó asombrado, aunque inmediatamente recordó
que también pronunció su nombre en el umbral de la puerta.
- Yo sé muchas cosas, aunque en realidad, comparado con todo el saber infinito,
solo sé una atómica proporción.

Julián se quedó de piedra. Aquellas palabras eran ininteligibles para él. No comprendía
nada de lo que acababa de decir. Neraclem lo miró casi piadosamente, esbozó
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nuevamente aquella infantil sonrisa y su dulce y delicada mirada multicolor.

- Entenderás todo lo que necesites. No te preocupes. Tomo otro poco de té.

Neraclem se anticipó dando ejemplo. Julián dudó un poco, pero también sorbió un poco
de té. Aquel segundo trago le supo mejor que el primero. Se relajó y desvió sus
pensamientos de toda inquietud, de toda incertidumbre, de toda desconfianza. Su actitud
se tornó receptiva y amistosa.

- Comprendo todas tus dudas, joven Julián. A todos los que venís aquí os ocurre lo
mismo. Pero todo tiene una explicación.

Hizo una pausa, sin dejar de observar a Julián.

- Este lugar no existe en vuestros mapas, ni en vuestros planos. Este lugar


pertenece a otro plano, a otra dimensión, pero que está relacionado directamente
con vuestro mundo. En este lugar se registran todos los acontecimientos que han
ocurrido, que están ocurriendo y que ocurrirán en vuestro mundo.

Julián se quedó petrificado, asombrado por aquella descripción. Tras unos segundos de
reflexión, preguntó a Neraclem:

- ¿Es esto el Cielo? ¿O el Purgatorio? ¿Tienen ustedes registrado todo lo que he


hecho en mi vida, con el fin de juzgarme?.¿Es usted Dios o alguno de sus
emisarios?.
- No, no soy ningún Dios. Las religiones son cosa de hombres, no de origen divino.
Esto no es el Cielo ni tampoco el Purgatorio. Y sí, aquí se encuentran registrados
todos los acontecimientos ocurridos en tu vida, joven Julián. Pero no para juzgarte.
Esto no es un Tribunal, si no más bien una especie de Biblioteca de la Historia del
Mundo: de vuestro mundo.
- ¿Cómo…?
- Todo a su debido tiempo, joven Julián – interrumpió el anciano.

Tomó otro trago de té, sin dejar de observar cómicamente a Julián.

- Este lugar – prosiguió – da testimonio de todo cuanto ha ocurrido y está ocurriendo


en el mundo. Este lugar contiene las crónicas de vuestro mundo, y este humilde
servidor es el cronista que recopila y registra los hechos tal y como ocurren, de
manera imparcial y sin aportar opiniones ni valoraciones personales.
- ¡Eso es imposible!. Aunque sea capaz de escribir con las dos manos a la vez,
usted no puede vigilar a los miles de millones de criaturas que habitan la Tierra y
escribir sobre lo que están haciendo.
- Cierto, joven Julián. Pero yo no escribo las crónicas individuales de cada una de
las criaturas. Yo recopilo los hechos importantes que afectan al mundo en una
dimensión más general.
- Pero…
- Todo a su debido tiempo, joven Julián –interrumpió Neraclem -. Tendrás la ocasión

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

de saciar toda tu curiosidad: a su debido tiempo.

Julián estaba molesto. Aquel anciano parecía adivinar qué estaba pensando y qué iba a
decir. Aquellas interrupciones le estaban irritando. Apuró su taza de té para aplacar y
templar su carácter.

El anciano de ojos caleidoscopiales pareció intuir sus pensamientos. Le obsequió con una
hermosa sonrisa y le dijo:

- Estás en este lugar por una buena razón, la cual descubrirás antes de marcharte.
Acompáñame, por favor. Voy a mostrarte algunas cosas que estoy seguro te serán muy
interesantes.

Ambos se levantaron, dirigiéndose hacia el enorme globo terráqueo. Julián volvió la


cabeza, descubriendo que la mesa, las sillas, la tetera y las tazas habían desaparecido.

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La agónica muerte de una madre

- Este mundo es apenas un átomo de un mundo mayor – dijo Neraclem observando


distraídamente el globo terráqueo, apreciando su leve movimiento giratorio - Y, sin
embargo, es tan importante como aquel en todo su conjunto. Lo que en este
mundo ocurra, por muy insignificante que sea, afectará en mayor o en menor
medida en otros mundos, y, en consecuencia, afectará también a todo el conjunto.
- Disculpe. No le entiendo.
- Un simple virus es una ínfima criatura que necesita ser vista por un microscopio.
Sin embargo, sus actos afectan a las células de un organismo, y, por consiguiente,
afectará al organismo completo. Esta cadena de acontecimientos no se detiene
ahí. Si el organismo es un ser humano, esta persona enferma no asistirá a su
trabajo. Su trabajo será cargado a otros compañeros o no se desempeñará,
afectando, a su vez, a los clientes, que a su vez, afectará a otras personas en
cualquier otra circunstancia. Y todo ello comenzó por un minúsculo virus.

Neraclem dejó pasar unos segundos de tiempo para observar la reacción de Julián, quén
reflexionó aquella revelación.

- Todo está conectado, Julián. Todo tiene relación. Todo efecto tiene una causa, y
toda causa conlleva un efecto. Y lo mismo ocurre con este mundo y con el resto de
mundos que conforman este universo. Lo mismo ocurre con nuestros actos, y la
cadena de consecuencias parece infinita, afectando a personas, animales, cosas e,
incluso, a tu propio mundo.

Julián asimiló y dimensionó el valor de aquellas palabras. Nunca se había detenido a


pensar en las consecuencias de sus actos.

- El copo de nieve que se posa en la montaña se derrite, se convierte en una gota de


agua. En su interior contiene vida en forma de microorganismos, y contiene
partículas orgánicas y minerales. Esa gota viaja en un río aportando nutrientes para
las plantas y peces, aunque sea en una minúscula cantidad, pero una cantidad que
otros seres vivos agradecen y asimilan. Esta gota de agua llega al mar, aportando
su existencia y sus bienes, al igual que hizo en el río. El calor del sol la
transformará en un liviano vapor y la elevará hacia la atmósfera – en ese momento
el anciano señalaba con su mano derecha un conjunto de nubes que se formaban
en ese momento sobre el norte de España -. Las nubes se condensan, y en otro
momento, y en otro lugar, se forma nuevamente otra gota de agua, creando
nuevamente ese benefactor ciclo de vida.

En ese momento un velo de lluvia cubrió el aire, precipitándose sobre la tierra. Julián
observaba aquel milagro desde la posición superior de un Dios desde las alturas, y no
desde inferioridad del ser humano que se empapaba desde el suelo.

- Pero una energía así necesita otra energía contraria que la contrarreste. Por tanto
el bien necesita del mal para su existencia, y lo mismo ocurre con el mal, que
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necesita del bien para su existencia. En todo debe haber un equilibrio, una
armonía, o de lo contrario no existirían ni la una ni la otra. Gracias al desierto existe
el bosque, y el bosque existe gracias al desierto. Una energía se alimenta de la
otra y viceversa. De ahí la existencia de ambas.

El anciano giró su cabeza, observando los ojos de Julián, penetrando a través de ellos y
leer sus pensamientos. Tras unos instantes de silencio prosiguió:

− Hace poco tiempo este planeta era mucho más verde y azul. Sobre su superficie
existían muchos bosques, había más agua y la vida en los ríos y los mares era más
rica, más abundante y más sana. Fíjate ahora en este mundo. Observa su superficie.
En ella hallarás secos lechos donde antes había arroyos y ríos; negras tierras,
vestigios de bosques consumidos por la eficaz y destructora acción del fuego;
vertederos de basura, aguas contaminadas, agujeros en la atmósfera, partículas
venenosas en las aguas y en el aire… La raza humana está destruyéndose a sí
misma, y en esa autodestrucción también está destruyendo y exterminando otras
criaturas. Está, sobre todo, interponiéndose y destruyendo ese equilibrio.

Julián creyó ver una lágrima brotar de un ojo de Neraclem, quén disimuló su pesar
carraspeando y frotándose dicho ojo:

− Perdona mis deliberaciones y reflexiones, joven Julián. Uno es viejo, y a veces dice
tonterías.
− A mí no me lo parece.

Neraclem volvió a carraspear, mostrando nuevamente su dulce y cálida sonrisa, mientras


sus ojos cambiaban nuevamente de color.

− Joven Julián, este mundo que ves aquí es tu mundo, o al menos, un reflejo exacto y en
miniatura de tu mundo, ahora, en este momento.

Se quedó durante unos instantes mirando el globo terráqueo, en silencio, con una sutil
añoranza. Los elementos del planeta se reflejaban fielmente en sus vidriosos ojos
multicolores. Julián se acercó junto a él, observando en silencio aquel maravilloso planeta.
Contempló los enormes desiertos que ahora asolaban una gran parte de cada continente.
En Brasil observó grandes calveros, donde en el pasado hubo impenetrables selvas
amazónicas. En algún punto de Oriente medio, pudo observar pequeños puntos de luz
sobre ciudades, los cuales se iluminaban fugazmente durante unos instantes, y volvían a
desaparecer, dejando a su paso edificios destruidos y vidas inocentes malogradas. En
algunos océanos pudo ver informes y extensas manchas negras, que hedían a muerte a
su paso. Observó surcos, en forma de cicatrices, sobre la piel del planeta, que en su día
estaban cubiertas bajo un manto de agua, y rodeadas de árboles. Contempló negras
extensiones sobre montes, allá donde hubo centenarios bosques, arrasados por la voraz
marea de incendios provocados por codiciosos empresarios. Bajo el hollín, Julián imaginó
esqueletos medio calcinados de toda clase de animales. En este momento, Julián no
pudo evitar un discreto y sentido llanto. Desde la sala de Neraclem pudo darse realmente
cuenta del daño que el arrogante hombre, creedor de la mayor inteligencia y poseedor de

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la mayor necedad, estaba causando sobre su propio mundo.

Neraclem, con su compasiva mirada y su tierna sonrisa, puso su mano sobre el hombro, y
le dijo cálidamente:

− La mayor de las necedades del hombre es destruir su propio mundo creyendo obtener
beneficio de ello, porque la Tierra es su madre, y quien mata a su madre está
condenándose a sí mismo a una terrible agonía y a una fatal muerte. ¿Por qué destruir
la mano que te dió la vida y te procura el alimento?.

Julián absorbió aquellas palabras y sintió una congoja observando el legado que el
hombre dejaría a las generaciones venideras. Un legado de hambre, de enfermedades y
muerte.

− Pero no todo está perdido, joven Julián. Aún se puede recuperar algo. Aún se puede
mejorar la situación si se pone empeño y el hombre reconoce y toma conciencia de
que es el autor de su propia destrucción.

Y así se quedaron los dos, observando la Tierra, con la esperanza de una posible
recuperación de aquel precioso mundo que seguía girando, indiferente a todas aquellas
catástrofes.

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El reloj de arena

− Voy a enseñarte algo muy importante – interrumpió Neraclem posando su sarmentosa


mano sobre el hombro del Julián.

Julián se secó las lágrimas con el envés de su mano. Cuando abrió sus ojos se
encontraba junto al enorme e increíble reloj de arena. Se giró hacia el globo terráqueo
preguntándose cómo se había desplazado hasta el reloj, que se encontraba en la pared
opuesta de la sala. Aunque era vano y futil buscar una explicación en aquel extraño lugar.
Miró a Neraclem, quien a su vez le observaba como un niño curioso con aquella inocente
sonrisa y aquella divina y tierna mirada.

− Observa bien este reloj, joven Julián – dijo Neraclem mientras acariciaba el reloj. y
lentamente andaba alrededor de su diámetro, examinando cada centímetro.

Julián alzó la vista hasta que no pudo abarcar más con su mirada ante aquel majestuoso
mecanismo del tiempo. Tuvo que retroceder unos cuantos pasos para poder atisbar el
reloj al completo.

− Admirable, ¿verdad? - preguntó Neraclem, quien apareció de repente a su lado,


ligeramente detrás. Julián habría jurado que el anciano estaba justamente detrás del
reloj.
− Ciertamente – contestó Julián – Nunca había visto nada semejante.
− Este reloj rige, digámoslo así, la vida de tu mundo.
− ¿La vida? - preguntó Julián extrañado.
− Me refiero concretamente al tiempo, no a cómo vive, a la forma de vivir, ni a la calidad
de vida, ni a los acontecimientos que se producen, ni a los factores para que se
produzca o se extinga la vida. Lo que nos referimos por vida es a la existencia de la
misma, que viene determinada por un principio y por un fin. Y, desde ese principio
hasta ese fin, transcurre tiempo. Por tanto, el elemento principal de toda existencia es
el tiempo.

Julián asimiló aquellas sabias palabras, percatándose, por primera vez, que en realidad
todo está regido por el tiempo, y que no es sólo una cifra de hora y minuto para una cita,
una reunión o un programa de televisión

− Este reloj – prosiguió Neraclem – es una representación del tiempo, de la existencia,


de tu mundo. En la parte inferior encontrarás todos los momentos ya transcurridos, y
en la parte superior encontrarás los momentos por venir.
− ¡Pero si la parte superior está vacía! - exclamó Julián con el entusiasmo de encontrar
un punto débil en aquel omnipresente anciano.
− Efectivamente, joven Julián. Ese es el futuro.
− No entiendo – dijo Julián completamente desconcertado.

Los ojos de Neraclem se tornaron azules y fríos, pero no así su mirada y su sonrisa, que
manaban paciencia, sapiencia y ternura. Tras observar a Julián durante unos incómodos
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segundos, prosiguió:

− El futuro no existe. Si analizas la sintaxis de la frase, “existe” es un verbo presente, y


así, literalmente, debe interpretarse. El futuro es una ilusión creada en el presente, al
igual que pasado es una ilusión creada en el presente, pero vista desde el futuro.
− Pero si ha ocurrido es un hecho, no una ilusión – protestó Julián.
− FUE un hecho, joven Julián, pero ahora ES una ilusión. Algo ya ocurrido que afectó en
su momento, pero no ahora. Es muy posible que ahora te afecten las consecuencias
de aquel hecho, aunque la mayor de las veces esas consecuencias las generamos
nosotros mismos por darle mayor importancia a ese hecho, por no olvidar, por no
aceptar lo ocurrido, y empecinadamente querer vengarnos, o melancólicamente
torturarnos con un pasado que creemos mejor, cuando lo mejor está ocurriendo ahora
y nos lo estamos perdiendo. El pasado no duele: lo que duele es la empecinada
costumbre de no dejar cicatrizar una herida, de querer mantenerla abierta. Eso, joven
Julián, duele más que la herida en sí.

Julián quedó mudo ante aquella sabia y repentina reflexión. Neraclem, inclinó lateralmente
su cabeza, dejando caer toda su blanca melena sobre aquel lado. Tras unos momentos
de silencio, los cuales obraban como el abono de la comprensión, el anciano comenzó a
reír. Julián le miró extrañado.

− Perdona mis modales. No me malinterpretes. Me río porque he conseguido llegar a


algún recóndito lugar de tu espíritu, y allí he conseguido encender una luz. Cuando
consigo el discernimiento ajeno, oculto durante toda una vida, me hace muy feliz.

Julián sintió que era una disculpa sincera, así que asintió levemente con la cabeza, dando
a entender que lo entendía. Era imposible enfadarse con una criatura que era como un
niño.

Neraclem comprendió sus pensamientos. Se acercó a Julián y puso su mano sobre su


hombro. De repente sintió que estaba en un plano muy superior y la atmósfera parecía
haber cambiado. Observó mejor a su alrededor, y vió, a través de un cristal ovalado, toda
la sala repleta de libros. Neraclem le dirigió una tierna mirada, transmitiéndole tranquilidad
y serenidad. Hizo un gesto para que mirase justamente a sus pies. Entonces se dió
cuenta de que estaba dentro del reloj de arena, justamente en el diábolo superior, lo que
sería el futuro. Estaban suspendidos en el aire, pero no tenía la sensación de estar
flotando. Bajo sus pies, a escasos centímetros, estaba el cuello del reloj, que en ese
momento estaba materializando un grano de arena, el cual, por su propio peso cayó
precipitándose hacia el diábolo inferior, hacia el pasado. En ese momento se
materializaba un nuevo grano de arena.

− Cada uno de esos granos, joven Julián, es el momento actual, este preciso instante: el
presente. Este reloj representa en cada grano un segundo, pero es sólo eso: una
representación. Esto es así, porque el hombre, al igual que la mayoría de las criaturas,
pueden entender y asimilar una medida como el segundo. Cada segundo, en realidad,
está compuesta por átomos temporales que pueden precisar aún más lo que ocurre en
un momento.

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Este momento está marcando una serie de acontecimientos importantes en la vida del
mundo. Mira, observa bien ésto:

En ese momento, ante sus ojos, el grano de arena creció hasta hacerse del tamaño del
globo terráqueo. En realidad, Neraclem y Julián habían reducido su tamaño a apenas un
átomo del grano de arena. Se encontraban a su altura, observando el majestuoso e
ingente orbe, en cuya superficie se reflejaba un segundo en una serie de imágenes, como
si se tratara de un televisor o de una ventana abierta. En ella podía ver el nacimiento de
varios niños, de algunos perros, gatos, potros, delfines, y de otras especies animales.
Asistió al germinar de varias semillas de incontables especiales vegetales. Asistió también
a la muerte de varias personas, de distintas razas, culturas, edades y estatus sociales, por
diversas causas: enfermedad, accidente, asesinato... Observó también a varias parejas
haciendo el amor, a animales copulando, a niños disfrutando de un cumpleaños, de seres
durmiendo, cazando, matando, comiendo, realizando sus necesidades fisiológicas,
jugando, descansando, sufriendo acosos, sufriendo amenazas, sufriendo ataques,
sufriendo enfermedades, sufriendo caídas o golpes, nadando, andando, corriendo,
saltando... Todo ésto y mucho más vió Julián en aquel inmenso grano de arena. En aquel
momento, el grano de arena fue cayendo hacia el pasado, alejándose rápidamente, y
haciéndose cada vez más y más pequeño. Otro grano de arena se iba materializando en
el cuello del reloj de arena.

En aquel momento comprendió la dimensión de aquel mecanismo. Nunca se había


detenido a pensar lo que era un instante, todo lo que podía encerrar, todo lo que podía
estar pasando al mismo tiempo en el mundo.

El siguiente grano de arena le revelaba la continuación del anterior, con algunas imágenes
nuevas y algunas imágenes menos. Y en su eterno ciclo, el grano caía hacia el diábolo
inferior, dejando su lugar a un nuevo grano.

− Mira hacia abajo, joven Julián – interrumpió Neraclem.

Julián observó la parte inferior, tan lejos de su punto actual. El último grano se precipitaba
hacia aquella ingente montaña de momentos. Después, el grano chocaba contra la parte
superior, y empezaba a rodar la pendiente, hasta que conseguía detenerse.

− Ese grano no podrá volver a subir hasta este punto: el presente. Podrás observarlo
desde aquí, como un recuerdo de que una vez ocupó su espacio y su tiempo, pero
nunca podrás volver a tenerlo aquí. Tarde o temprano, ese mismo grano quedará
sepultado por otro grano de arena, y de nada sirve querer conservarlo y revivirlo
nuevamente. Ahora mismo es como una fotografía almacenada, que capturó un
instante real, pero que no podrá revivirse nuevamente, por mucho que te empeñes en
mirarla y remirarla desde aquí, desde el presente.

Julián asentía atónito ante aquel increíble acontecimiento, mientras otro grano se iba
depositando en algún punto indeterminado en la parte inferior de aquella montaña.

− ¿Y qué hay del futuro? - preguntó Julián sin dejar de observar fascinado aquel orbe en

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el pasado.
− Como te dije al principio, joven Julián, todo está conectado. Lo que está ocurriendo
ahora es un efecto que tiene su causa en el pasado, al igual que un efecto en el futuro
tendrá su causa en el presente... si es que existirá ese futuro.
− No lo entiendo – interrumpió Julián – Si el futuro se construye desde el presente,
entonces es posible predecir el futuro. Existe un futuro.
− Se puede predecir sólo aquello que se conoce, y ni siquiera eso es cierto. Existen
infinitas variables que harán fracasar tu predición. Nunca te obsesiones con el futuro,
pues nunca será exactamente a como imaginas.

Julián miraba atónito a Neraclem, quien comprendiendo su pasmo comenzó a explicarle:

− Si te subes a una montaña y comienzas a rodar una rueda hacia la pendiente, ¿qué
ocurrirá?.
− Rodará hacia abajo.
− ¿Cómo?.
− Irá teniendo cada vez más velocidad y más velocidad, irá rodando y rebotando, hasta
llegar abajo.
− Eso es lo que crees que ocurrirá, basándote en alguna pequeña experiencia, y en tus
limitados conocimientos de la gravedad y de la física. Las probabilidades de que eso
ocurra son inciertas. Hay que tener en cuenta las variables que pueden ocurrir para
evitar precisamente aquello que has descrito. Por ejemplo, no sabes cómo va a ser el
bote, ni contra qué botará. Puede que la rueda bote contra una piedra, la cual haga
cambiar el eje de giro y la traslación, cayendo sobre la parte interna, en lugar de
hacerlo por el canto, con lo que dejará de botar y rodar. Tampoco sabes si el viento va
a cambiar, cambiando también la trayectoria de la rueda, y haga estrellar la rueda
contra alguna pared que detenga su caída. Tampoco sabes si algo o alguien se
interpondrá repentinamente en la trayectoria de la rueda. Existen infinidad de variables
que harán fracasar tu predicción sin lugar a dudas.
Imaginamos un futuro acorde a nuestros conocimientos y a nuestros deseos, pero
nunca tendremos el conocimiento de todas las variables ni el deseo del fracaso.

En ese momento un grano de arena se desprendía del cuello del reloj. Julián reflexionó
las palabras que Neraclem le había revelado. Ciertamente, nadie puede adivinar el futuro,
si no intuir una difusa lógica de acontecimientos basados en datos, calculando la
tendencia de la acción actual. Pero esa tendencia podía desviarse por infinidad de
acontecimientos aparentemente imprevistos, pues todos ellos estaban relacionados.
Llamamos imprevisto a aquel acontecimiento del que no tenemos conocimiento, pero que
siempre ha estado ahí, como parte de las probabilidades. Julián empezó a tener una
dimensión de aquello, como si de un conjunto de probabilidades se tratara, en el que las
incógnitas eran el principal elemento.

− Luego entonces, por ese razonamiento, es inútil proyectar y planificar sueños – dijo
Julián en un tono pesado y de vencimiento.

El anciano observó a Julián ladeando la cabeza. Su eterna sonrisa se hizo menos


acentuada, pero después se hizo más grande y jovial.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

− Todo lo contrario, joven Julián – respondió Neraclem – Precisamente, imaginar un


futuro es del principio fundamental de una vida plena y con sentido. La vida es posible
gracias al movimiento, y ese movimiento comienza con un sueño, con un pensamiento
de algo nuevo y bueno en un futuro.
Cualquier animal desea un futuro para sus crías, y el alimento para poder sobrevivir
mañana. Gracias a ese deseo, a ese pensamiento, emprenden grandes acciones para
encaminarse hacia ese futuro. Las probabilidades no están aseguradas, y muchos se
quedarán en el camino, como los salmones remontando el río, o las aves migratorias
volando en pos de un clima más cálido para anidar y criar, o las tortugas en busca de
una playa donde depositar sus huevos. Pero sin ese sueño, sin ese emprendimiento,
la muerte sería segura para todos. Pensamiento/sueño y movimiento son la clave del
eterno ciclo de la vida y de la evolución. Sin un sueño, sin una acción, la muerte
llegará implacable.
Imaginar un futuro, luchar por ese futuro, y morir intentando alcanzar ese futuro es
mucho mejor que no soñar ni tener un futuro.
Proyectar y planificar no es exacto nunca, y se detrimenta exponencialmente cuanto
más lejano esté ese futuro. Pero esa planificación te marca puntos de referencia, de
control, y unos hitos importantes para evitar sorpresas. Te permite prever un máximo
de variables y que ese futuro se vaya formando lo más aproximadamente posible a tu
sueño.

Julián parecía aturdido ante aquella reflexión. Nunca se había detenido a pensar sobre
ello, y en aquel momento comenzaba a tener consciencia de aquella dimensión tan
grande y determinante.

− ¿Qué sentido tiene, entonces, todo ésto? - preguntó Julián.

Neraclem mantuvo su silencio, mirando fijamente a los ojos de Julián, sin parpadear. Sus
pupilas cambiaron de un azul turquesa a un verde grisáceo.

− El sentido de todo ésto es la llave de la vida, joven Julián. La vida es un conjunto de


momentos, que se van construyendo en este instante, en el presente, y que se van
depositando en el pasado, a modo de fotografías. El futuro se está construyendo
ahora, y el futuro es, precisamente, el sentido de nuestra existencia, el objetivo a
alcanzar, sin el cual nuestra vida carecería de motivos y de finalidad.
Tenemos vida, es decir, tenemos un tiempo. De ese tiempo conocemos únicamente el
transcurrido y el que está acontenciendo ahora. El futuro no existe, y lo vamos
construyendo ahora mismo gracias a nuestros sueños y a nuestras acciones, sin
preocuparnos si viviremos lo suficiente para conseguir ese futuro.
El secreto de una vida plena y con sentido es saber administrar y aprovechar el tiempo
que se nos ha otorgado. El secreto reside en aprovechar al máximo cada momento
que estamos viviendo ahora mismo, en este preciso instante, ya que será la causa de
nuestro futuro. Y para ayudarnos en esa empresa, tenemos un pasado del cual
aprender. Cada instante es un ladrillo más en la construcción de nuestro futuro.
Nos empecinamos en no tener sueños, o en abandonarlos ante la primera dificultad.
Nos empecinamos en vivir al libre albedrío, sin darnos cuenta de que el presente es la

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

clave de nuestra vida. Nos obstinamos en intentar recuperar un pasado que se aleja y
se pierde en el olvido, en mantener heridas abiertas sin dejarlas cicatrizar. Intentamos
inútilmente remontar el río a contracorriente para volver a estar en un sitio del pasado,
cuando el agua que allí estuvo está río abajo, y es diferente porque ha evolucionado.
La vida, joven Julián, es un camino de un sólo sentido. Aunque te quedes parado en el
mismo sitio, a cada momento el camino será diferente, con diferente luz, con diferente
polvo, con diferente floresta, con distinta compañía, con diferente tiempo
metereológico, diferente aire, diferente humedad, diferente sol. En todo momento eres
libre de dirigir tus pies en la dirección que tú elijas.
Que tu pasado sea el depósito de tu sabiduría y tu guía; que tu presente sea tu
ocupación y tu andar; y que tu futuro sea el destino de tus pasos y de tus sueños.

Julián reflexionó sobre aquellos sabios pensamientos. Al cabo de unos momentos


preguntó:

− He comprendido todo ésto a nivel individual, pero lo que veo desde este reloj de arena
es el momento de mi mundo.
− Cierto, joven Julián. Cada momento de tu mundo contiene todos los momentos de los
seres que componen este mundo, incluyéndote a tí. Al igual, del mismo modo, tus
momentos están compuestos de los momentos de tus órganos, y éstos, a su vez, de
sus células, y éstas, a su vez, de sus moléculas y éstas, a su vez, de sus átomos...
Todo, como te dije, está interconectado, y que lo que ocurra al más pequeño de tus
átomos te afectará a ti y, por consiguiente, a tu mundo y, consecuentemente, afectará
a otros mundos, a otros universos... aunque la medida de afectación sea microscópica.

Julián absorbió aquel razonamiento con una nueva luz en su semblante. Mientras
observaba aquel extraordinario reloj de arena desde su interior, se planteó infinidad de
preguntas que encontraban su significado ante aquella realidad. Aquel anciano le había
enseñado una de las lecciones más importantes que nunca había recibido.

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La sala de las crónicas

Neraclem posó su anciana y arrugada mano sobre el hombro de Julián. Al momento


aparecieron en la sala, fuera del reloj de arena y con su tamaño real. Pero Julián estaba
maravillado por aquella magistral exposición del anciano, quien le observaba con gran
curiosidad y paternal cariño, tras aquellos caleidoscopiales ojos y aquella infantil sonrisa.

− Este lugar en el que te encuentras – irrumpió el viejo – da testimonio de todo lo que ha


ocurrido en tu mundo, desde su nacimiento hasta la fecha actual.

Julián observó aquella ingente sala llena de milenarios libros.

− ¿Es esta una biblioteca de la historia del hombre? - preguntó Julián.

Neraclem respondió con una inocente carcajada, tras la cual respondió cándidamente.

− Esta sala contiene todas las crónicas del mundo, sin excepción. Aquí no sólo se
encuentra los hechos que afectaron a los hombres, si no también de los animales,
plantas, las células, fenómenos climáticos, terremotos, erupciones volcánicas,
deshielos, e incluso fenómenos extraterrestres. El hombre es una pequeña porción de
las crónicas de este mundo.

Julián intentó imaginar en ellos la formación de aquel fantástico planeta llamado Tierra, el
nacimiento de las células, de los primeros seres vivos, de los primeros animales, los
grandes dinosaurios, el nacer del ser humano, las grandes batallas del hombre, sus
culturas, sus costumbres, sus religiones, sus conocimientos, sus descubrimientos.
− Pero, ¿no se registra la historia del hombre?.
− Aquí sólo hallarás las crónicas del hombre, la descripción de los hechos ocurridos sin
censuras, sin interpretaciones, sin sentimientos ni opiniones. Aquí encontrarás las
cosas como ocurrieron vistas por un espectador que no está influenciado por ningún
bando.
La historia, tal y como la conocéis los hombres, son descripciones de los hechos
interpretados por los vencedores, con fines totalmente parciales. En esa historia hay
censuras, y muchos hechos que no se han contado porque sólo cuentan las cosas que
hicieron los grandes protagonistas, y se olvidan de los detalles de los actores
secundarios que en muchas ocasiones dieron su vida para la gloria de los que ni
siquiera se mancharon. Las cosas que cuenta la historia están escritas con mentiras y
malas interpretaciones. La historia, joven Julián, está llena de errores y de falacias,
escritas adrede para satisfacer los intereses de los poderosos, y para acallar la verdad
de los vencidos.
Estas crónicas registran todos los hechos relevantes ocurridos en cada momento, en
todas las partes del mundo. Hechos y detalles determinantes que fueron las causas de
grandes efectos, que fueron grandes e importantes hitos. Desde la mutación de una
célula o el nacimiento de un gran genio, hasta el más grande de los acontecimientos
que cambió el mundo.
− ¿Y qué hago yo aquí?

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

− Interesante pregunta, joven Julián. Tú eres una de las grandes excepciones que
ocurren una vez cada muchísimo tiempo. Tu presencia aquí tiene una explicación,
pero no quiero adelantar acontecimientos. Ten paciencia, por favor. Ese saber te será
revelado más adelante.

Neraclem miró a Julián con una tierna mirada, con un gesto que expresaba paz, confianza
y seguridad.

− Todo cuanto aquí veas y aprendas tiene un sentido, joven Julián. Sé paciente, por
favor, y lo comprenderás.

Julián asintió por formalidad. Interiormente se consumía en la impaciencia. Quería tener


todas las respuestas en ese preciso momento. Pero, por otro lado, consideró que aquel
extravagante anciano de eterna sonrisa le estaba enseñando cosas trascendentales.
Cosa por la cual estaba muy agradecido.

− Todas las cosas acontecidas en este mundo están siendo y han sido registradas
cronológicamente, momento a momento, en esta sala. Estas crónicas dan fé de cuanto
ha ocurrido y cuanto está ocurriendo.
Quizás te estés preguntando qué es lo que se está registrando, con la cantidad de
miles de millones de seres humanos que ahora mismo están viviendo, o de cualquier
otro tipo de criatura, ya sea animal, vegetal o microscópica.
Ese misterio te será revelado más tarde. Baste decirte que aquí, en esta sala, se
encuentran las crónicas más importantes de este mundo, las más relevantes, que han
sido filtradas previamente y que afectan directamente a la comunidad, no a nivel
individual.
Te sorprendería saber que en un mismo instante se registra multitud de
acontecimientos importantes, dignos de ser registrados en las crónicas de esta sala.
Ya comprobaste en aquel grano de arena una pequeña demostración de los
incalculables momentos de todos los seres de este mundo. De todos esos momentos
se filtran sólo los más trascendentales. Y no sólo de seres vivos, si no también de
elementos que existen, aunque no los consideremos vivos, como pueda ser una
piedra, un rayo, el magma de un volcán o una capa tectónica. Todos ellos son actores
de los acontecimientos de este mundo y su presencia puede ser determinante.
− Eso significa que todos tenemos nuestro papel en este mundo – interrumpió Julián.
− Por supuesto, aunque no como lo imaginas.
− Entonces todo está predeterminado, o esto ya estaba predestinado.
− No, joven Julián. El destino, la suerte o la casualidad son palabras vanas para intentar
explicar las cosas que se escapan a la razón o al entendimiento. Todo efecto tiene una
causa, no lo olvides.
− ¿No existe el destino, la suerte o la casualidad?.
− No, exactamente. El destino es una justificación, una excusa a un futuro muchas veces
no deseado. Ya te dije que el futuro lo estamos construyendo ahora. En ti está la
decisión de alterarlo, si quieres.
− Pero hay cosas que son inevitables.
− Cuando la rueda lleva rodando más de la mitad de la montaña, su tendencia es casi
inevitable. Pero siempre puede haber un factor o una variable que pueda variar algo

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

esa tendencia.
− Pero sigue habiendo una tendencia, y, por tanto, un destino.
− Ese destino se refiere a un futuro posible. Si un vaso de cristal se precipita desde una
mesa, es casi inevitable que caiga y se rompa. Pero hay variables que pueden hacer
que el vaso no se rompa, como que se interponga algo en la caída, o en el mismo
suelo, o que la caída y los rebotes se produzcan por los puntos más fuertes del vaso.
Te recuerdo que el hombre suele denominar destino a algo inevitable, y utiliza esta
palabra como una excusa a su propia actitud de intentar hacer algo por cambiar ese
futuro.

Julián enmudeció momentaneamente. Es cierto que el uso de la palabra destino estaba


condicionada por el interés de la persona que la profiría. Normalmente era usada como un
pretexto para justificar las cosas que han pasado y que podían haberse variado.

− ¿Y la suerte? - preguntó Julián.


− Esa es otra palabra que utiliza el hombre para justificar acontecimientos que no puede
explicar.
− ¿No existe la buena o la mala suerte?
− En realidad, lo que existe, es la buena o la mala actitud de las personas. Cuando se
dice que las desgracias nunca vienen solas, y que uno tiene la mala suerte de sufrir
diversos acontecimientos malos, en realidad está justificando su propia actitud ante la
adversidad, su propia inacción y pasividad ante esos acontecimientos. Cuando algo
malo le ocurre al hombre, si su actitud es pasiva, esa misma actitud le predetermina a
tener otros acontecimientos adversos. Por ejemplo, si uno sufre una avería o un
pequeño accidente en el coche, mientras se dirige hacia su trabajo, es normal que esa
persona muestre una actitud de ira, que se transmitirá al resto de acciones que
ocurran ese mismo día. Influirá esa actitud en el trato a los compañeros y clientes, y es
más que probable que no desempeñe correctamente su trabajo, y que todo le salga
mal, y puede, incluso, que termine despedido. ¿Mala suerte?. No, es una mala actitud.
− ¿Y qué hay de la buena suerte?. A una persona que le toque la lotería, eso es buena
suerte, ¿no?.
− En absoluto. Es una probabilidad más en ese juego de aparente azar. Si esa persona
no juega a la lotería, desde luego que no gana. Pero cuando juega, tiene el mismo
número de probabilidades de ganar que el resto de las personas que participan en ese
juego.
− ¿Y la gente que es afortunada en la vida? ¿En los negocios? ¿En el amor?
− ¿Afortunada?. Yo creo, más bien, que es merecedora de tal fortuna.
− ¿Cómo?. ¿Cómo puede ser merecedor alguien que a lo mejor no tiene ni estudios que
tenga suerte en los negocios o en el amor?.
− Antes de juzgar a una persona ponte su sombrero, joven Julián. Antes hay que
conocer a esa persona, saber qué piensa, cómo piensa, cómo actúa, y por qué actúa
como actúa. Puedes llevarte muchas sorpresas y explicaría ese concepto que tienes
de la buena suerte.
− Yo conozco a auténticos borricos que tienen mucha suerte en los negocios o en el
amor.
− ¿Acaso los conoces bien? ¿Acaso los has visto actuar? ¿O acaso la envidia te hace
juzgarlos así?

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Julián guardó silencio, puesto que en realidad no conocía bien a esas personas, ni las
había visto actuar.

− Seguramente esos hombres a los que menosprecias con el calificativo de borrico, es


capaz de atisbar o de oler un buen negocio, que tiene algunos conocimientos sobre el
negocio a realizar, que es capaz de arriesgar su capital e invertir donde tú, por
cobardía o por falta de garantías no te atreves.

Julián sintió un pinchazo en su orgullo, pues aquel anciano había descubierto su


debilidad. Pero Neraclem no se detuvo, y prosiguió con su exposición:

− ¿Llamas afortunado en amores a aquel que consigue salir con la hembra más
hermosa?. ¿O al que sale con más mujeres?. Seguro que en muchas ocasiones has
juzgado un amor a una simple salida como amigos. Incluso el salir con una hembra
así, ¿lo consideras afortunado en amores?. ¿Qué juzgas por amor, joven Julián? ¿A
copular con una hembra espectacular, o a la mutua comprensión y el deseo mutuo
entre dos seres que quieren para el otro lo mejor?. ¿Crees que un hombre feo no
pueda llenar el corazón de una mujer hermosa?. Si sientes envidia por un hombre así,
¿por qué no te preguntas a tí mismo qué ha hecho ese hombre por conseguirlo?. Es
muy probable que tenga virtudes que tú mismo ignoras. Es casi seguro que sea un
romántico, y que conozca bien a esa mujer y sepa llenar la copa del amor.

Julián se sentía azorado y descompuesto por aquel razonamiento. Aquel anciano conocía
el alma y las debilidades de los hombres, y había desnudado su alma envidiosa.
Neraclem, hizo un silencio, tras el cual, con un tono más relajado y tranquilizador dijo:

− El hombre siempre envidia la fortuna de los demás, sin pensar o entender que a lo
mejor es su prisión.
− ¿Qué hay de las casualidades? - preguntó Julián intentando cambiar de tema para
salir de su incomodidad.
− ¿De las causalidades?
− No, de las casualidades.
− Tus casualidades son en realidad causalidades. Son varios acontecimientos que
coinciden en tiempo y/o lugar. Pero todos esos acontecimientos no son aleatorios ni
surgen por arte de magia. Todos esos acontecimientos tienen una causa y todos ellos
están interconectados. Otra cosa distinta es que no tuvieses conocimiento de ellos, y
que por ocurrir como un imprevisto, los justifiques como casualidades. En realidad,
joven Julián, toda causa tiene efecto, y todo está interrelacionado.
Todo acontecimiento es un hilo que tiene un inicio y un fin, y que suelen unirse a otros
acontecimientos o hilos, formando hebras. Esas hebras, joven Julián son tus
casualidades: un conjunto de acontecimientos que sorprenden por estar unidos.

Julián se sintió abatido ante la abrumadora réplica de aquel anciano sabio, de eterna
sonrisa. Neraclem ladeó nuevamente su cabeza, observándole con piedad y
comprensión. Sabía de su superioridad ante aquellos temas por encima de los de
cualquier hombre. Pero aún así, comprendió a Julián. Con ternura en su sonrisa y en su

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mirada, le tendió su mano. Julián, sumiso, extendió su mano hacia la suya. Al contacto de
sus dedos, algo pareció cambiar a su alrededor. Quizá fuese la luz, o el propio ambiente.

Julián echó un vistazo a su alrededor. Ya no estaba en la biblioteca.

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La sala de los hombres

− ¿Qué ha pasado?. ¿Dónde estamos? - preguntó Julián, sorprendido y extrañado.

Aquel lugar era muy distinto a la biblioteca de Neraclem. No sabía cómo había llegado allí.
Apenas había transcurrido un instante, y se encontraba allí sin haber tenido consciencia
de movimiento o transporte.

Miró a su alrededor. Aquella sala parecía no tener espacio, puesto que sólo tenía techo y
suelo. No existían paredes, ya que la dimensión horizontal era infinita en cualquier
dirección. La luz entraba pesada y calmada desde el alto techo, a través de exquisitas y
coloridas vidrieras con el mismo motivo que el dintel de la puerta de la sala de las
crónicas.

A su lado había una oscura mesa de madera, en cuyo regazo descansaba un libro en
blanco, y una pluma escribía caprichosa sobre su blanco papel. Junto al libro se
encontraba un reloj de arena, idéntico al que tenía Neraclem en su sala, pero de un
tamaño muy inferior.

Junto a esta mesa, a un metro aproximadamente, había otra mesa, y otra y otra. Aquella
infinita sala estaba compuesta de mesas con sus libros, sus plumas y sus relojes de
arena, todas ellas dispuestas simétricamente unas a otras, pareciendo formar casillas de
un ingente tablero de ajedrez junto con las losas del suelo.

− Esto, joven Julián, es la sala de los hombres.

Julián miró extrañado a Neraclem, sin comprender. El anciano le observó tiernamente con
aquellos ojos multicolores, y prosiguió.

− Esta sala cobija las vidas de los hombres que, en este mismo instante, viven en tu
mundo.
− ¿Es acaso la sala de las crónicas del hombre?
− ¿Acaso ves, joven Julián, estanterias donde se almacenen los libros?

Julián no respondió. Era obvio que no había estanterías.

− Las crónicas son almacenadas en otro lugar. Aquí sólo verás las vidas humanas de
ahora, de aquellos hombres que ahora mismo respiran, piensan, andan, sienten,
sufren o aman.
− ¿Y los animales? ¿Y los insectos? ¿Y de todo aquello que no consideramos como ser
vivo?
− Cada uno tiene su propia sala. Pero creo que entendiendo esta sala, que es afín a tí,
las otras te parecerán muchos más sencillas y similares.

Julián echó otro vistazo. A su alrededor vió actividad. En algunas mesas la pluma parecía
escribir rápidamente, mientras que en otras, lo hacía más lentamente, mientras que en
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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

muchas, las plumas descansaban perezosas sobre el papel en blanco.

− ¿Qué... qué significado tienen todas estas mesas, todos estos libros, todas estas
plumas y todos estos relojes de arena?.

Neraclem comenzó a andar, sin contestar. Julián, disgustado, tuvo que seguirle. Tras unos
minutos de silencioso paseo, el anciano comenzó a hablar.

− Cada libro que aquí ves es como un diario personal de cada persona que actualmente
habita en este mundo.
− ¿Un diario?
− Sí, un diario. Un libro donde se registra la historia personal de cada persona.
− Pero un diario lo escribe voluntariamente uno mismo, no una pluma que se mueve sola
de forma casi aleatoria.
− Esa pluma, amigo mío, escribe la historia personal tal y como ocurre, tal y como la vive
la propia persona, tal y como la siente, tal y como la ve. No escribe la historia tal y
como la persona hace creer a los demás. La pluma, por tanto, no miente como lo hace
cada persona, porque registra la verdad, lo más profundo de cada uno aunque se
quiera ocultar o disfrazar.

Julián quedó un poco desconcertado. Titubeó un poco antes de volver a preguntar:

− Pero... pero la pluma no es la persona, no tiene mente, no tiene inteligencia, no tiene


ojos, no tiene sentimientos...
− Todo ser tiene una vida y tiene un alma. El reloj, como viste anteriormente, representa
el tiempo de cada ser. El libro registra la vida de cada hombre, y la pluma escribe en
ese libro las cosas importantes que ocurren en la vida de cada ser.
− ¿Y el alma?
− Los hombres son en sí mismos libros. En ellos encontrarás su alma, la esencia misma
del propio hombre: sus principios, sus creencias, sus sentimientos, sus pasiones, sus
temores, su amor, sus inquietudes, sus penas, su coraje, su valor, su bondad o su
maldad.
Cada hombre, como cada libro, contiene una historia. A veces intensa e interesante,
otras monótona y aburrida. Cada una de sus páginas contiene un extracto esencial de
su vida.
Esas historias pueden ser vividas solitariamente, en la intimidad. Pero las más
apasionadas son aquellas que son compartidas con otros seres, pues son más ricas e
intensas. Esos instantes también quedan registrados en ese libro de la vida, haciendo
referencias a otros libros.

En ese momento, en la mesa que estaba a su lado, se cerró de golpe, sobresaltando a


Julián. Inmediatamente después, el libro se desintegró, junto a la pluma y el reloj de
arena.

− ¿Qué ha ocurrido? - preguntó Julián - ¿Por qué ha desaparecido?

Neraclem se detuvo, mirando a Julián con una mirada cándida y nostálgica. El brillo de

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sus ojos se apagó momentaneamente.

− El tiempo de esa vida ha terminado, joven Julián. Se acabó su historia, su vida. Ha


pasado a engrosar parte de la gran sala de las crónicas del hombre.

Julián sintió tristeza por aquella vida de alguien a quien no conoció nunca, de alguien que
nació, creció, jugó, compartió, amó, luchó, trabajó, construyó, regaló, ofreció, animó,
enamoró, fascinó, tomó decisiones, y muchas otras cosas maravillosas. Sintió pesar por
ese alma que tuvo un breve lapso de tiempo en este mundo, en el que habitó e hizo cosas
que afectaron a los demás.

En ese momento, un nuevo libro apareció en el mismo lugar. Miró a Neraclem, quien le
observaba con una lágrima en los ojos, y con su mayor sonrisa. Con su mirada
caleidoscopial le indicó, mediante un gesto, que se aproximara a esa mesa a ver ese libro.

Julián se acercó a la mesa. El libro abrió sus cubiertas. Sólo había una hoja en blanco. El
reloj de arena creó su primer grano de arena. La pluma levitó y se dispuso a escribir sobre
esa página. En ella apareció una imagen fotográfica, pero animada, como si fuera una
película, del nacimiento de un precioso bebé de raza negra, que lloraba buscando aire y
tiritando de frío.

La escena duraba unos segundos, pasados los cuales, la página pasó. No había más
páginas. Durante unos eternos segundos, parecía no ocurrir nada, pero el reloj sería
inmisericorde, la creación de granos de arena. De repente, una nueva hoja apareció, y la
pluma comenzó nuevamente a dibujar otra escena, en la que el pequeño bebé ingería
calostro de un hinchado pecho que una hermosa y feliz madre le ofrecía.

Julián sintió una inmensa alegría que recorría todo su cuerpo, como si le hubiera
alcanzado un rayo. No hizo falta ni un solo comentario, ni una sola palabra. Entendió todo
de repente.

Neraclem le miraba compasivo, tras esos ojos multicolores, aquella infantil mirada y
aquella tierna y eterna sonrisa. Parpadeó lentamente, bajando el mentón, en señal de
comprensión. Después, hizo un gesto con su cabeza para que le siguiera, y acto seguido
comenzó a andar nuevamente.

Julián comenzó a andar, sin dejar de admirar aquel milagro. Aquel momento fue
impactante para él. La comprensión de que somos algo muy grande y, a la vez, que
somos átomos insignificantes. En un momento venimos a este mundo, y en otro momento
nos vamos. Un momento somos, existimos. Y otro momento ya no somos, ya no
existimos.

Durante unos interminables minutos, Julián siguió a Neraclem por aquellas interminables
hileras de mesas. Julián estaba razonando todo aquello que había visto, dimensionando
todas aquellas vivencias ocurridas en aquel extraño lugar junto a aquel infantil anciano.
Todo aquello era inconmensurable, de infinita magnitud, una verdad reveladora que no
tenía ningún precio.

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Neraclem se detuvo de repente. Julián casi tropezó con él. El anciano giró lentamente,
observándole con gracia y curiosidad.

− Mi joven Julián. Acabas de comprender que el hombre, al igual que todo lo que existe
en este mundo, forma parte de algo mayor, al igual que una célula forma parte de un
órgano, y éste de un organismo. Todo ser vivo y no vivo tiene una razón de ser. Su
existencia tiene una justificación. Su existencia tiene sentido.
Cada uno de los seres que existen tiene una misión que cumplir. Los volcanes
expulsan magma, que se convierten en el suelo que alberga la vida de las plantas y
los animales, así como grandes rocas, que a su vez se convierten en piedras, que a su
vez se convierten en sedimentos que se posan sobre el suelo, y que sirven para que
las plantas puedan clavar sus raíces y vivir. Las plantas, a su vez, dan frutos y ofrecen
comida a animales herbívoboros e insectos. Podría continuar con la larga cadena
alimenticia, e incluso a la cadena de misiones que tiene cada uno de esos seres vivos,
y cómo unos y otros están interconectados.
El hombre es el ser más ignorante y pedante que existe, joven Julián. Creyéndose el
rey de todos, por su inteligencia, ha demostrado ser el más necio de todos, puesto que
su arrogancia es una venda que le ciega, y le impide ver muchas cosas, tales como su
propia autodestrucción, tal y como has visto en mi despacho junto a la Tierra.
El hombre nace y muere, como todo ser que habita este mundo. Y teniendo una
inteligencia superior desaprovecha todo ese increíble poder que se le ha otorgado. El
mayor bien que tiene es inútil en sus manos, porque no se da cuenta de todo lo que
puede hacer con él.

Julián le observaba incrédulo, sin comprender aquellas reflexiones trascendentales,


accesibles sólo a mentes superiores como la de aquel anciano.

Neraclem se dió cuenta de que no le entendía. Esbozó una sonrisa, y, más calmadamente
le dijo:

− De entre todos los seres que habitan en este mundo, el ser más infeliz que existe es el
hombre. El ser que más sufre es el hombre. El ser más triste es el hombre. El ser que
más inteligencia y más medios tiene para poder ser más feliz es, sin embargo, el ser
más infeliz. ¿No es irónico, mi joven Julián?

Julián quedó absorto ante aquella reflexión. No tenía palabras para replicarle, porque era
un razonamiento contundente.

− De entre todos los hombres, el más inteligente es el que sabe ser feliz y hacer feliz a
los demás - prosiguió el anciano de ojos caleidoscopales – Y sin embargo, a ojos de
los demás, es el más tonto.

Julián entendía algo, pero no sabía a dónde quería llegar Neraclem. El anciano hizo un
gesto, como indicando que tuviera un poco de paciencia y le dejara exponer su discurso.

− Mira, por ejemplo, este libro, mi joven Julián – Neraclem se situó junto a una mesa con

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un libro que tenía unas pocas hojas escritas. La pluma posaba inactiva sobre su hoja
en blanco.

Julián observó aquel libro, aparentemente normal, indiferente a cuanto estaba hablando
Neraclem.

− Hay vidas longevas que apenas tienen páginas escritas, porque su alma se acomoda
en la inactividad, esperando que las cosas sucedan, sin más. No hacen nada, porque
piensan que es una pérdida de tiempo, y no merece la pena arriesgar nada, el hacer
cosas que induzcan a cometer errores. Prefieren ver la vida pasar, llueva, haga sol,
aire, calor o frío. Ven todo pasar, maldiciendo que no les ocurra nada extraordinario.
Se hacen valedores y merecedores de grandes satisfacciones y grandes logros, pero
no hacen nada por ganarlo. Culpan a todo y a todos de su desdicha, de su mala
suerte, de su aciago destino. Desde su cómoda y perezosa situación critican, diciendo
que el mundo es injusto con ellos, al igual que los demás seres, que parecen estar
compinchados y confabulados contra ellos.
No son personas que tengan un índice intelectual bajo. Muchos de ellos tienen una
inteligencia envidiable. Pero gastan muchos más esfuerzos en escaquearse, en
confabular, en crear situaciones que creen una falsa concha de protección, para que
ellos sigan en su sofá, que nada les afecte, que nada cambie su status quo, que nada
sea distinto a lo que ellos ya tienen, que es la quietud y falsa tranquilidad. ¡Qué talento
y qué inteligencia más desperdiciados!
Por eso, pasan los años, y nada cambia. Suspiran porque les ocurran cosas
extraordinarias, quizás algún amor, o algún trabajo estimulante y especial, ganar
mucho dinero, tener cosas increíbles, ser envidiados... Pero no hacen nada para que
eso ocurra, porque creen que ello viene solo, como viene la lluvia o el sol o la luna.
Así pasa el tiempo, y nada excitante ocurre, salvo un constante esfuerzo por no
cambiar las cosas, por protegerse de sus propios temores a los cambios. Tienen
miedo a conseguir lo que ansían, y se recluyen en su concha, en su caparazón.
¿Qué ocurre entonces?. Que esta rutina, este sinvivir, les hace perder el tiempo en la
vida. Los granos del reloj van cayendo irreversiblemente, y en el libro no se escribe
nada interesante, no se escribe nada nuevo. Pasan los años, las décadas, la vida... y
ese libro que narra su aburrida y patética vida queda olvidado, y tiene muy poco valor.
Son infelices por su propia naturaleza, joven Julián. No saben aprovechar el tiempo
que se les ha dado. Cada momento es el mejor para ser feliz, para hacer algo, para
exprimirlo al máximo y extraer la esencia de uno mismo, en ese mismo lugar y con el
ser que esté junto a él. Ignoran que cada momento puede ser el último.
Es lamentable sentirse víctimas del destino, como una pluma arrastrada por el viento o
mecida por las corrientes de un río o de las olas del mar. Es lamentable no soñar con
algo mejor para uno mismo y para los demás, de no hacer nada para hacer cumplir
esos sueños. Esa actitud, joven Julián, es de una vida vacía, sin sentido, inútil y fútil.

Julián absorbió toda aquella reflexión, dándose cuenta de la gran verdad que escondían
aquellas palabras. Estuvo de acuerdo con Neraclem, y así se lo hizo saber a través de un
gesto.

− Un ejemplo lo podrás encontrar en este libro que mis manos acarician. Por favor,

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Julián, échale un vistazo, al igual que hiciste con aquel libro recién creado.

Julián se acercó entusiasmado a aquel libro, con el fin de aprender aquello que Neraclem
había declarado, y de descubrir ansioso ese ejemplo que le iluminara nuevamente en
aquel fantástico mundo de Neraclem. Estaba entusiasmado con aprender más, de
absorber cada una de aquellas sabias experiencias de aquel infantil anciano, de ojos
caleidoscopales y de tierna y eterna sonrisa.

Apartó la pluma, posándola sobre la mesa. Aquel libro pesaba poco, ya que tenía pocas
páginas escritas. Retrocedió hasta la primera página. En ella vió el nacimiento de un
hermoso bebé, su primer alimento, una madre feliz y alegre. Los primeros juegos de los
padres, sus primeras palabras, sus primeros pasos, sus primeros amigos, su primer día
de colegio, sus primeros juegos en el parque, su primer día de playa, de río, de montaña;
su primer amor en el colegio, de una niña pecosa a la que le faltaban los dientes de leche;
sus primeras salidas con sus amigos, su primera novia de verdad, su primera borrachera,
su primer trabajo, su primer coche... Todo aquello había sido ocurrido antes de los veinte
años. A partir de ese momento vió como aquella vida se acomodó con lo poco que tenía.
Los amigos iban desapareciendo poco a poco, ya que iban evolucionando, adaptándose,
casándose y haciendo su vida. Sus padres sólo le recriminaban por no haber estudiado
siendo tan inteligente, de no encontrar un trabajo mejor, de no hacer nada de provecho.
Terminó alcohólico y consumiendo drogas. Fue viendo cómo aquella desdichada vida
creía disfrutar de la vida falsamente con estupefacientes, que le sacaban de su dolorosa
realidad, y le hacían flotar en una fantástica irrealidad, cuando verdaderamente lo estaba
matando. Vió como iba siendo despedido de varios trabajos, de los círculos de amigos, de
la familia, debido a robos y decepciones. Ahora era una vida solitaria, de unos cuarenta
años, incomprendida, que no quería cambiar su estilo de vida, que quería seguir siendo
aquel adolescente que lo pasaba muy bien de borracheras, pero que se había quedado
sólo, maldiciendo a todo y a todos.

En la penúltima página observó como aquella desdichada vida, bajo los efectos de una
gran borrachera y de un atracón de estupefacientes, perdía el control de su vehículo a
gran velocidad, estrellándose irremediablemente.

En la última página observaba a aquella vida conectada a máquinas, sobre una blanca e
inmaculada cama de un hospital, debatiéndose entre la vida y la muerte. Junto a él se
encontraba aquella madre que cuarenta años atrás era el ser más feliz, y que ahora era el
ser más infeliz. Y como en aquel momento, abrazaba a su hijo. Pero en lugar de darle la
bienvenida a la vida, le estaba despidiendo de ella.

Julián miró a Neraclem, quien dejó de sonreír. Su mirada era triste y comprensiva. Las
lágrimas manaban de sus grises ojos.

− ¿Qué te ha parecido, joven Julián?

Julián intentó retener la lástima que le devoraba el corazón. Tras tragar duramente su
saliva, respondió:

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

− Es una historia triste, por desgracia. Este hombre era peculiar, porque era muy
inteligente, y de hecho en el colegio sacaba las mejores calificaciones. Pero se
acomodó en la adolescencia, en el cachondeo, en el falso “vivir bien”. No quiso
cambiar. Sus amigos se adaptaron y evolucionaron. Pero él envidiaba a sus amigos,
no hacía caso a lo que le decían. Esperaba ser muy rico pero sin hacer nada.
Esperaba tener éxito, pero sin hacer nada. La ley del vago: conseguir todo con el
mínimo esfuerzo, y, a ser posible, que te lo consigan los demás por tu cara bonita. Y
eso nunca ha funcionado. La verdad es que es una historia muy triste.
− Sí, joven Julián, es una historia muy triste. Haz el favor de dejar el libro en la mesa y
sígueme.

Julián dejó el libro en la mesa, pero observó que en la tapa del libro había algo escrito en
ricas y labradas letras de oro. Era el título del libro: su propio nombre.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

El renacer

De repente, todo empezó a hacerse muy pesado, a oscurecerse, a perder equilibrio, a


desmoronarse, a faltar el aire. Julián sintió que se caía, que todo se volvía oscuro. No
supo por cuánto tiempo estuvo cayendo. Creyó estar en un oscuro pozo, sin paredes, ni
brocal, ni fondo. Tuvo la sensación de aceleración, pero ya no sabía si estaba cayendo o
estaba volando hacia arriba. Empezó a visionar imágenes de su propia vida: volando en el
columpio que le encantaba de niño; jugar en la arena con sus amiguitos; la bicicleta que le
regaló su padre por sus magníficas notas escolares; la vez que salvó a un niño que cruzó
una calle sin mirar en busca de su pelota; el dulce sabor del triunfo al ganar un partido de
fútbol en el colegio; los cuidados y los juegos con el cachorrito de perro que adoptaron
sus padres; las guerras de pelotas de nieve en el recreo del colegio; los castillos de arena
que construía en la playa, con foso de agua incluído; los paseos por la primaveral
campiña con su abuelo; las acampadas en los frondosos bosques de pino; el primer beso
de amor en el instituto; el fracaso de los estudios en el instituto; las primeras salidas a
discotecas; las borracheras y la falsa felicidad de embriaguez etílica; la incomprensión de
unos padres que parecían no escuchar sus problemas; las risas compartiendo un porro de
marihuana; el hurto de dinero a familiares para dilapidarlo en drogas; el engaño a amigos;
traiciones; falsos negocios; estafas; la cárcel; el fallecimiento de su padre; la impotencia
en los momentos de resaca lamentando lo sucedido, pero cayendo una y otra vez en ese
círculo vicioso por querer “vivir la vida”, que para eso son dos días.

La caída terminó bruscamente, y Julián chocó estrepitosamente contra el suelo. Su


espalda absorbió completamente todo el impacto, dejándole sin respiración y perdiendo
dolorosamente el conocimiento. Sintió cómo su cuerpo rebotaba muerto, sin control,
lentamente, ya sin noción de gravedad, de peso o de tiempo. Oía voces muy lejanas, casi
inaudibles, meras cacofonías ilegibles de quién sabe qué fuente, posiblemente de ángeles
aguardándole en las puertas del cielo, o quizá de fantasmas en el plano espiritual. En el
apogeo de su levitación, todo se quedó detenido durante un eterno instante, y las voces
empezaron a ser más claras y cercanas. Su cuerpo volvió a caer pesadamente para
estrellarse de nuevo contra el suelo.

Abrió los ojos, y se vió rodeado de varios extraños vestidos de verde y de blanco, con un
trozo de tela ocultando sus narices y sus bocas, y un pequeño gorro encajado en su
cabeza.

- ¡Mirad! - exclamó uno de los desconocidos - ¡Recupera la consciencia!


- ¡Es un milagro! - exclamó una enfermera.

Alguien le subió un párpado, observándo detenidamente su ojo proyectándole una ráfaga


de luz disparada por una diminuta linterna.

- Sí, es un milagro - confirmó el extraño de la linterna - Aún no sabe qué ha pasado,


dejémosle que se adapte y controlemos sus constantes.

Hizo una pausa, mientras sus compañeros se apartaban un poco de él.


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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

- Bienvenido a la vida, Julián - dijo el doctor mirándole a los ojos - Has vuelto a nacer.
Ahora descansa. Lo necesitas.

Julián sintió un pinchazo en el brazo, y aquella bienvenida se tornó difusa y abstracta. Sus
ojos caían pesados, y su aturdida mente se dejó llevar por los efectos del sedante,
rindiéndose al cálido abrazo de las alas de Morfeo, el dios del sueño.

No supo cuánto tiempo transcurrió hasta que abrió nuevamente sus ojos. Debía ser de
noche, pues la habitación estaba en penumbra gracias a una luz lejana que se filtraba por
la puerta entrecerrada. Estaba desorientado y algo aturdido. No sabía dónde estaba.
Aquello parecía un hospital o una clínica. Estaba rodeado de máquinas que estaban
conectadas a su cuerpo por multitud de tubos y cables. Su cuerpo estaba muy dolorido.
No podía moverlo, pues su cuerpo parecía haber perdido su conexión a la voluntad de su
mente.

Tenía una sed atroz. Intentó hablar, pero no podía. Su reseca garganta y su
desincronización de movimientos se lo impedían. Empezó a desesperarse, y con un
supremo esfuerzo consiguió decir vagamente:

- ¡A... a... gua!

Algo cercano se movió. No lo pudo ver con aquella oscura penumbra. Su cuello estaba
inmovilizado, por lo que no pudo girar su cabeza cuando una luz se encendió muy cerca.
Escuchó la dulce canción del agua manando de la boca de un grifo, llenando un vaso. En
unos instantes, aquel cristalino sonido cesó, dando el relevo a unos pasos que se
acercaban. Cuando se detuvo junto a él, su lecho empezó a levantarse y a inclinarse
hacia delante, hasta dejarle en una posición casi vertical. Una mano acercó un vaso de
agua a su boca, y empezó a beber ansiosamente aquel líquido vital.

Cuando acabó de beber, la extraña presencia encendió la luz que iluminó la habitación.
Ante él apareció la agotada figura de una mujer que le dió la vida, y que dió su vida por él.
Su madre estaba allí, junto a él. El cansancio la había hecho envejecer mucho. Sus ojos
estaban surcados por venas, producto del sufrimiento, de las lágrimas y de noches en
vela. Pero aquella figura tan sufrida tenía una mirada feliz, y una sonrisa dibujó un trazo
de color en aquel grisáceo cuadro.

- Ma... madre - consiguió pronunciar.


- Julián.

Su madre rompió a llorar de felicidad. No pudo reprimir por más tiempo aquellas lágrimas
de dicha. Julián no dijo nada. Observó a su madre con un estrangulador nudo en su
garganta. Sus sentimientos estaban enfrentados. No sabía si ser feliz por volver a la vida,
o llorar con su madre, o destruir aquellos sentimientos reprimidos de culpa por todo el mal
que había ocasionado.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Su madre se acercó aún más. Tomó sus manos, acariciándolas, agarrándolas con fuerza,
como si quisisera asegurarse de que estaban calientes, que no estaba tocando a un
cadáver ni que estaba viendo a un fantasma.

Julián no sabía qué decir. Estaba confuso. No sabía qué palabras pronunciar. Seguía algo
aturdido, pero empezó a sentir muchos dolores por todas las partes de su cuerpo.
Empezaba a ser consciente de que estaba en la habitación de un hospital por alguna
fatídica razón.

- Madre. Siento todo lo malo que os he hecho, de cuánto os he hecho sufrir.

Aquellas palabras eran casi apagadas. Eran muy dolorosas, y parecían abrasar en su
garganta. El dolor reprimido durante tanto tiempo empezaba a consumir el fuego de su
alma. Su madre lo miraba compasiva y silenciosa. Por un momento parecía que aquella
mujer no lo conocía.

- He hecho muchas cosas sin pensar en las consecuencias de mis actos, en el dolor que
he ocasionado en las personas que más quiero. He perdido todo por mi culpa. He perdido
la amistad de mis mejores amigos, el amor de mis novias, el amor y el cariño de mi
familia, de mis hermanos, de mis padres. He perdido el rumbo de mi vida, mi salud y mi
dinero. Lo he perdido todo. Y todo por mi culpa, por mi obcecada ilusión de vivir la vida, y
en ese egoísta afán he introducido el alcohol y las drogas, como mis mejores amigos, que
me procuraban esa felicidad que no veía en todos vosotros. Me he dado cuenta de que la
felicidad no te la da un vaso de whisky, o un porro de marihuana, o un par de rayas de
cocaína. La felicidad nace en el amor que uno mismo regala desinteresadamente a los
demás. Ese amor es el agua que sacia la sed de los necesitados, que hace crecer el
espíritu débil. Me he dado cuenta muy tarde, cuando he estado a punto de morir.
- Julián - respondió su madre con los ojos vidriosos - No has estado a punto de morir. De
hecho, has estado muerto durante dos minutos.

Julián sintió cómo su corazón recibía un golpe muy duro. Durante unos segundos pareció
dejar de latir. Algo atenazó su garganta, como si le estuviera estrangulando.

- Pero no es tarde, Julián. Has vuelto a nacer. Y desde este nuevo nacimiento tendrás la
oportunidad de crear mucho más amor, de otorgar mucha más felicidad de la nunca
habrías podido dar de no haber pasado por lo que has pasado, de no haber hecho lo que
has hecho, de no haber perdido lo que has perdido. Este renacer, hijo, es una bendición, a
pesar de todo el daño ocasionado y de todo lo que es ya irrecuperable. Este renacer, esta
nueva oportunidad, te abre nuevos caminos a la salida de tu infierno, unos caminos que
sólo están abiertos a aquellos que han sufrido, que conocen el sufrimiento. Unos caminos
exclusivos para ti, hijo, que has superado los límites de la mezquindad, la vileza, la
miserabilidad, la infamia; de haberlos vivido y experimentado. Unos caminos únicamente
destinados para tí, el mejor preparado y cualificado para luchar contra estos males,
porque eres el que mejor los conoces.
- Pero he hecho tanto daño...
- Sí. Pero eso ya no lo puedes solucionar.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

- Pero quisiera reparar ese daño, a todos vosotros, a los que os he engañado, a los que
os he traicionado, a los que os he robado, a los que os he agraviado.
- Con tu arrepentimiento me es suficiente, hijo, porque sé que es sincero, y que con ese
arrepentimiento tomarás un rumbo mucho mejor que el mío o el del resto de los mortales.
Sé que no repararás el daño, pero harás tanto bien a partir de ahora, que no me importan
todas tus faltas anteriores.
- No me parece suficiente.
- Para mí sí lo es, Julián. Pero te advierto que muchos no te perdonarán. No esperes su
perdón.
- ¿No creerán mi arrepentimiento?
- Puede que sí, pero el dolor infligido, a pesar de ser perdonado, seguirá doliendo para los
que tienen buena memoria, y las cosas no serán como antes. Te tendrán a distancia, con
cautela. Pueden seguir viéndote como una víbora que puede volver a morder. Pero eso no
debe ser un impedimento para tí, hijo. No puedes contentar a todo el mundo. Y es mejor
así. Tendrás que recorrer sólo algunos caminos para encontrarte a ti mismo.
- ¿Qué he de hacer, madre?.
- Creo que tu misión en este mundo, en esta vida, es la de proporcionar la mayor felicidad
a la mayor cantidad de seres, de aprovechar al máximo el tiempo que se te ha dado para
esta misión. Creo, sinceramente, que para llegar a ese destino has tenido que recorrer los
caminos más difíciles para conocer profundamente el alma humana, su dolor, su
sufrimiento. Esa antigua vida ha sido también una oportunidad para explorar la naturaleza
humana, de conocer la pena, la tristeza, la incomprensión, el dolor espiritual, la falta de
afecto, la desconfianza, la soledad y un sin fin de males que asolan, por desgracia, cada
rincón de este mundo. En esta nueva vida que comienza para ti, Julián, tienes la
oportunidad de dar compañía al que está solo, de ayudar al necesitado, de comprender al
incomprendido, de aliviar la pesada carga del alma, de ofrecer el agua del amor a quién
más lo necesita. Creo, Julián, que esa es tu misión.
- Gracias, madre. No te defraudaré. Te prometo que viviré cada instante de mi vida
exprimiendo el eterno amor que hay dentro de mí, y se lo daré a los demás. Te prometo
que procuraré hacer feliz a todo aquel que se encuentre conmigo en cada momento. Sé
que no puedo reparar el daño que he causado, pero te prometo que a partir de ahora,
este nuevo Julián luchará sin tregua y sin desaliento en pos de un mundo mejor, un
mundo sin dolor, sin preocupaciones, un mundo de paz interior, un mundo más ameno y
más liviano de dolorosas cargas.
- Sé que lo harás, hijo. Confío en tí.

Madre e hijo se miraron mutuamente, sintiendo aquellos momentos de aproximación, de


calor humano, de comprensión. Hacía muchos años que ambos se rechazaban. Pero en
aquel momento estaban muy unidos. Julián lo sentía, y se alegró de que, a pesar de todo,
su madre no lo hubiera abandonado y que estuviera allí, perdonándole todas los agravios
que le hizo pasar, todas las traiciones que le pasaron aplastando su corazón, todas las
ofensas y todas aquellas cosas de las que siempre se avergonzará.

- Gracias, madre.
- ¿Por qué, Julián?

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

- Por no haberme abandonado. Por estar aquí, conmigo. Por perdonarme. Por aceptar las
circunstancias, y a pesar de su dureza, saber sacar algo positivo de ello, y enseñarme el
camino que he de seguir.
- Sinceramente, Julián, durante todos estos días he llorado y he sufrido lo indecible. Mi
sentimiento como madre se enfrentaba a mi corazón. Mi corazón no sabía perdonarte, no
quería. Mi corazón estaba irritado. Mi corazón estaba dolorido de tanta y tanta canallería
por tu parte. No podía perdonarte muchas cosas que me has hecho, muchas cosas que le
hiciste a tu padre, a tus hermanos, a tus tíos, a tus primos, a tus vecinos, a tus amigos.
Han sido demasiadas cosas, y una y otra y otra hacían una ingente montaña de
desagravios. Uno se puede perdonar. Dos también. Pero tal cúmulo de cosas, ya era
imperdonable. He de reconocer que suplicaba para mis adentros para que murieses y te
fueses lo antes posible. No quería seguir sufriendo y no quería que volvieses para volver
a herirnos. No lo hubiera soportado y hubiera acabado quitándome la vida.

Julián quedó sorprendido ante aquellas palabras. Su madre guardó unos momentos de
silencio, buscando en su interior algo.

- Me alegro de que no hubieses muerto - prosiguió - Y maldigo haber pensado todo eso.
Hoy he vuelto a ser madre, y soy tan feliz como aquel día en que te dí a luz y te cogí por
primera vez entre mis brazos.

Su madre acarició su magullada cara, ensimismada, recordando aquel feliz día, hacía ya
cuarenta y dos años.

- ¿Qué ha pasado para que cambiaras de opinión? - preguntó Julián - A lo mejor hubiera
sido mejor así.
- No, hijo. Es mejor este milagro, este renacer.
- ¿Cómo has cambiado de opinión?

La madre levantó la cabeza, como acordándose de algo. Sonrió durante unos instantes.
Después, con una mirada dulce y alegre le miró a los ojos.

- Es curioso, Julián. Cuando tu corazón dejó de latir y los doctores entraron a socorrerte,
salí fuera de la habitación sintiendo que por fin me libraba de tí. Mi instinto de madre, por
otro lado, lamentaba que aquella vida que creó se marchara antes que la suya propia. Era
muy duro tener que enterrar a un hijo. Pero en ese momento, una mano se apoyó en mi
hombro. Era una mano muy extraña, pues era nudosa y algo arrugada, pero a la vez era
muy suave y sonrosada, y transmitía mucho calor y ternura. Giré y me encontré con un
mendigo bastante bajito. Parecía ser muy viejo, pero su sonrisa era la de un bebé. Me
miró a los ojos de una manera muy especial, como si fuera mi propio padre, y me dijo:
"Goyi, no pierdas nunca la esperanza. En el eterno girar del mundo, algo se gana cuando
algo se pierde, y algo se pierde cuando algo se gana. Lo importante es tener tu corazón
limpio de odio, de ira, de rencor, de frustración, de desesperanza, de envidia, de egoísmo,
de vanidad y de todo tipo de impurezas. Ten tu corazón abierto al amor, a la comprensión,
a la empatía, a la humildad, a la aceptación. Solamente con un corazón así es posible
perdonar y otorgar oportunidades. Con un corazón así es posible dar color a una vieja
fotografía en blanco y negro. Con un corazón así es posible resucitar una flor marchita.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Con un corazón así es posible dar vida. Hoy estás de suerte, Goyi. Vuelves a ser madre".
En ese momento una enfermera salía de la habitación exclamando "¡Milagro!". Cuando
quise volver a ver a dar las gracias a aquel anciano, éste había desaparecido.

Julián se quedó anonadado por aquella revelación.

- ¿De qué color eran sus ojos, madre?


- Creo que eran verdes. O tal vez azules. O de color miel. No lo recuerdo. ¿Lo conoces,
Julián?

Julián empezó a acordarse de Neraclem, de la sala de las crónicas del mundo, del globo
terráqueo, del reloj de arena, de aquel té aromático, de los libros de cada hombre y de
aquellas prodigiosas plumas. En aquel momento comprendió lo que Neraclem quiso
decirle sobre que él estaba allí por una razón. Estaba allí para volver a nacer y tener una
nueva oportunidad para cumplir una importante misión en su vida. Recordó el dintel de la
puerta, y empezó a comprender su significado: el eterno ciclo de la vida, de la dualidad:
hombre/mujer, bien/mal, activo/pasivo, vida/muerte... La conexión entre el hombre y la
naturaleza, el alimento y la protección que el árbol da al hombre, y que el hombre, a su
vez, da al árbol.

Mentalizó su propio libro sobre su propia vida, aquel libro que tenía apenas unas páginas,
con una historia terrible. Recordó a aquel anciano de ojos caleidoscopales, de infantil
mirada, de tierna y eterna sonrisa, de noble corazón e infinita sabiduría. Sonrió con
nostalgia, prometiéndose escribir cada día al menos una página en su libro, con una
interesante y beneficiosa historia, en la que participaran muchos personajes. Una historia
como las buenas historias: con un inicio sobrecogedor y un final feliz.

- Sí, madre - respondió - Es un viejo y gran amigo.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Frases célebres

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Yo juro que vale más ser de baja condición y codearse alegremente con gentes humildes,
que no encontrarse muy encumbrado, con una resplandeciente pesadumbre y llevar una
dorada tristeza. William Shakespeare

Cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol, no vaya a ser la sombra de un
pigmeo. Von Hardenberg

Si el sendero por el que vas no tiene obstáculos, es que no lleva a ninguna parte. Stuart
Avery Gold

La felicidad es un artículo maravilloso: cuanto mas se da, más le queda a uno. Blaise
Pascal

Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones
para reír. Anónimo

La mente es como las raíces de un árbol: están bajo tierra y no las podemos ver, pero aún
así le dan al árbol la fuerza para soportar las tormentas. Miriam Subirana

Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba serán las de las
palabras no dichas y las de las obras inacabadas. Harriet Beecher Stowe

Nuestro teatro es la vida y en ella hay muchas escenas, que incluyen: la de la sala de
estar en casa, la de la oficina en el trabajo, la del coche, la de la tienda, etc. Cada escena
requiere el papel adecuado. La tensión y el estrés surgen cuando representas un papel
equivocado para una escena en concreto, o cuando crees que eres el propio papel, es
decir, cuando te identifiques con él. Miriam Subirana

Para llegar hay que empezar. Alex Rovira

No os toméis la vida demasiado en serio; de todos modos no saldréis vivos de ésta.


Bernard Le Bouvier de Fontenelle

Al árbol lo conocerás por sus frutos. Jesucristo

Nadie que confía en sí, envidia la virtud del otro. Marco Tulio Cicerón

Procuremos más ser padres de nuestro porvenir que hijos de nuestro pasado. Miguel de
Unamuno

El secreto de mi felicidad es tratar las catástrofes como molestias, y no las molestias


como catástrofes. André Maurois

Si exagerásemos nuestras alegrías como hacemos con nuestras penas, nuestros


problemas perderían su importancia. Anatole France

Dentro de tí hay mucho más de lo que tú conoces. Laura Gallego García. Memorias de

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Idhún

Perdona siempre a los demás, nunca a ti mismo. Publio Siro.

El arte del descanso es una parte del arte de trabajar. John Ernst Steinbeck

Las tres cosas más difíciles de esta vida: guardar un secreto, perdonar un agravio y
aprovechar el tiempo. Benjamin Franklin.

Ningún hombre es feliz a menos que crea serlo. Publio Siro

Un día bien aprovechado nos proporciona un sueño tranquilo, y una vida bien
aprovechada nos trae una muerte tranquila. Anónimo

¿Qué ganarías con injuriar a una piedra que es incapaz de oírte?. Pues bien, imita a la
piedra y no oigas las injurias que te dirijan tus enemigos. Epícteto de Frigia

Cuenta tu jardín por las flores, no por las hojas caídas...


Cuenta tus días por las horas doradas y olvida las penas habidas.
Cuenta tus noches por estrellas, no por sombras.
Cuenta tu vida por sonrisas, no por lágrimas.
Y para tu gozo en esta vida, cuenta tu edad por amigos, no por años.

Roger Patrón Luján

El hombre se cree siempre ser más de lo que es, y se estima menos de lo que vale.
Johann Wolfgang Goethe

Disfruta de las pequeñas cosas porque tal vez un día vuelvas la vista atrás y te des
cuenta de que eran "las grandes cosas". Robert Brauli

Encuentra la felicidad en el trabajo o no serás feliz. Cristóbal Colón

Los hombres olvidan siempre que la felicidad humana es una disposición de la mente y no
una condición de las circunstancias. John Locke

Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres; pero si los
hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias. Miguel de Cervantes Saavedra

Son necesarios cuarenta músculos para arrugar una frente, pero sólo quince para sonreír.
Swami Sivananda

Cada lágrima enseña a los mortales una verdad. Platón

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Oro, poder y riquezas


muriendo has de abandonar,
al cielo sólo te llevas
lo que des a los demás.

Marquina

Las lamentaciones no sirven para nada; entregarse a ellas es perder el tiempo presente
por un pasado que ya no nos pertenece. A. Dufresnes

Donde una puerta se cierra, otra se abre. Miguel de Cervantes Saavedra

La esperanza es como el sol, que arroja todas las sombras detrás de nosotros. Charles
Smiles

Todo les sale bien a las personas de carácter dulce y alegre. Voltaire.

El que quiere de esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos.
Francisco de Quevedo.

Nadie se baña dos veces en el mismo río. Heráclito

Hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir. Honoré de Balzac

Un corazón en paz ve una fiesta en todas las aldeas. Proverbio indio

El día más bello: HOY


La cosa más fácil: EQUIVOCARSE
El obstáculo más grande: EL MIEDO
La peor derrota: EL DESALIENTO
Los mejores maestros: LOS NIÑOS
La primera necesidad: COMUNICARSE
La mayor felicidad: SER ÚTIL A LOS DEMÁS
El regalo más bello: EL PERDÓN
Lo más imprescindible: EL HOGAR
La ruta más rápida: EL CAMINO CORRECTO
La sensación más grata: LA PAZ INTERIOR
El arma más eficaz: LA SONRISA
El mejor remedio: EL OPTIMISMO
La mayor satisfacción: EL DEBER CUMPLIDO
La fuerza más potente: LA FE
Los seres más necesitados: LOS PADRES
Lo más hermoso: EL AMOR

Santa Teresa de Calcuta

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Piensa cuánto más dolorosas son las consecuencias que las acciones que la han
originado. Marco Aurelio

Tras el vivir y el soñar, está lo que más importa: el despertar. Antonio Machado

La desgracia depende menos de las cosas que se padecen que de la imaginación con
que se aumenta nuestra desventura. Fénelon

El hombre vale tanto cuanto él estima. Rabelais

Ten paciencia con todas las cosas, pero sobre todo contigo mismo. Francisco de Sales

El hombre más feliz es el que hace la felicidad del mayor número de sus semejantes.
Denis Diderot

La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando
hacia adelante. Sören Aabye Kierkegaard

En un minuto hay muchos días. William Shakespeare

Sonríe, aunque sea una sonrisa triste, porque más triste que la sonrisa triste, es la tristeza
de no saber sonreír. Anónimo

La manera en que una persona toma las riendas de su destino es más determinante que
el mismo destino. Karl Wilhelm Von Humboldt

Quien quiere el bien de los demás, ha hecho ya el suyo. Proverbio chino.

Vivimos pensando que nunca moriremos. Morimos pensando que nunca hemos vivido.
Jason Becker.

Todo problema es mayor cuanto más importancia se le dé. Fernando Martín Espinosa

Sólo se tiran piedras al árbol cargado de frutos. Proverbio árabe

La catástrofe que tanto te preocupa a menudo resulta ser menos horrible en la realidad de
lo que fue en tu imaginación. Wayne W. Dyer

Encuéntrate y sé tú mismo; recuerda que no hay nadie como tú. Dale Carnegie

La mayor rémora de la vida es la espera del mañana y la pérdida del día de hoy. Séneca

Puedes olvidar a aquél con el que has reído pero no a aquél con el que has llorado. Khalil
Gibran

La amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Aristóteles

La envidia es una declaración de inferioridad. Napoleón Bonaparte

Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber
reído. Jean de la Bruyere

La esperanza es la flor que nace en la desolación, iluminando el camino a tomar, sinn


perder la ilusion de un mundo mejor... Un mundo donde gocemos de nuestro verdadero
yo. La mayor ceguera del hombre es la de su alma. Ruth Delia Hayer

Ama un sólo día y el mundo habrá cambiado. Robert Browning

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención


a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren. Arthur
Schopenhauer.

Nada prende tan rápido de unas almas en otras como esta simpatía de la risa. Jacinto
Benavente

Aprendí que no se puede dar marcha atrás, que la esencia de la vida es ir hacia adelante.
La vida, en realidad, es una calle de sentido único. Agatha Christie

No vivimos nunca, sino que esperamos vivir; y disponiéndonos siempre a ser felices, es
inevitable que no lo seamos nunca. Blaise Pascal

Un mal escritor puede llegar a ser un buen crítico, por la misma razón que un pésimo vino
también puede llegar a ser un buen vinagre. François Mauriac

Es más fácil obtener lo que se desea con una sonrisa que con la punta de una espada.
William Shakespeare

No pienso nunca en el futuro porque llega muy pronto. Albert Einstein

Agua pasada no mueve molinos. Refrán

La vida sólo puede ser comprendida mirando hacia atrás, pero ha de ser vivida mirando
hacia adelante. Sören Aabye Kierkegaard

No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir. Khalil
Gibran

A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se
concentra en un solo instante. Oscar Wilde

No tenía miedo a las dificultades: lo que la asustaba era la obligación de tener que
escoger un camino. Escoger un camino significaba abandonar otros. Paulo Coelho

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

La felicidad no es una estación a la que se llega, sino una forma de viajar. Margaret L.
Runbeck

Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada
causa una dulce muerte. Leonardo DaVinci

La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual. Miguel
de Unamuno

El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe. Diógenes

El que teme sufrir, ya sufre el temor. Proverbio Chino

No sé cuál es la clave del éxito, pero la clave del fracaso es intentar agradar a todo el
mundo. Bill Cosby

Deberíamos usar el pasado como trampolín, no como sofá. Harold MacMillan

El éxito consiste en obtener lo que se desea. La felicidad, en disfrutar lo que se obtiene.


Ralph Waldo Emerson

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos. William
Shakespeare

El día de tu muerte sucederá que lo que tú posees en este mundo pasará a manos de otra
persona. Pero lo que tú eres será tuyo por siempre. Henry Van Dyke

La muerte es una quimera, porque mientras yo existo, no existe la muerte; y cuando


existe la muerte, ya no existo yo. Epicuro de Samos

Una sonrisa significa mucho. Enriquece a quien la recibe, sin empobrecer a quien la
ofrece. Dura un segundo, pero su recuerdo, a veces, nunca se borra. Anónimo

No vemos las cosas como son: vemos las cosas como somos nosotros. Antonio Blay
Fontcuberta

La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo; el ensayo de un camino, el boceto


de un sendero. Hermann Hesse

Yo podría ser el último paria de mi reino, un leproso abandonado por todos, sin recuerdo y
sin esperanza de goce alguno, y aún así quisiera vivir. Jacinto Benavente

El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal


responsable de lo que sucede. Jorge Bucay

Los perezosos siempre hablan de lo que piensan hacer, de lo que harán; los que de veras

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

hacen algo no tienen tiempo de hablar ni de lo que hacen. Johann Wolfgang Goethe

El éxito consiste en vencer el temor al fracaso. Charles Augustin Sainte-Beuve

Lo que hacemos en la vida tiene su eco en la eternidad. Película Gladiator

Si convences a tu mente de su capacidad para alcanzar cualquier meta, ¡podrás lograr


todo cuanto te propongas!. Paramabansa Yogananda

Solamente haciendo el bien se puede realmente ser feliz. Aristóteles

Lo que llamamos casualidad no es ni puede ser sino la causa ignorada de un efecto


desconocido. Voltaire

El miedo no es señal de cobardía. Es él el que nos da la posibilidad de reaccionar con


bravura y dignidad ante las situaciones de la vida. Quien siente miedo, y a pesar de ello
sigue adelante, sin dejarse intimidar, está demostrando su valentía. Quien, sin embargo,
se enfrenta a situaciones arriesgadas sin darse cuenta del peligro, simplemente
demuestra irresponabilidad. Pauo Coelho. Maktub.

Caminante, son tus huellas


el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace el camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar.

Antonio Machado

No fue el martillo el que dejó perfectas estas piedras, sino el agua, con su dulzura, su
danza y su canción. Donde la dureza sólo consigue destruir, la suavidad consigue
esculpir. Rabindranath Tagore

Donde una puerta se cierra, otra se abre. Miguel de Cervantes Saavedra

Muéstrame un obrero con grandes sueños y en él encontrarás un hombre que puede


cambiar la historia. Muéstrame un hombre sin sueños, y en él hallarás a un simple obrero.
James Cash Penny

Los que sueñan de día son conscientes de muchas cosas que escapan a los que sueñan
sólo de noche. Edgar Allan Poe

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¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el
mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, los sueños, sueños son. Pedro
Calderón de la Barca.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Para tener fe en nuestro camino no es preciso demostrar que el camino del otro es
equivocado. El que actúa así no confía en sus propios pasos. Paulo Coelho

La peor decisión es la indecisión. Benjamin Franklin

La mitad de la alegría reside en hablar de ella. Proverbio persa

El diablo habita en los detalles. Proverbio alemán

Lo pasado ha huído, lo que esperas está ausente, pero el presente es tuyo. Proverbio
árabe

Quien no buscó amigos en la alegría, en la desgracia no los pida. Refrán

No hay mayor crimen que matar un sueño, ni mayor virtud que realizarlo. Jorge Angel
Livraga

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Mis frases

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Hay quienes vana y dolorosamente se empeñan en abrir sus heridas, en evitar que
cicatricen, con el absurdo propósito de quitarlas y de borrar todo rastro de que una vez
existieron.

Las riquezas son un líquido que se evapora en la copa que da de beber a tu espíritu.

La más de las veces, es cuando perdemos algo cuando descubrimos que lo teníamos.

Tres secretos conozco para empezar a ser feliz: dejar de compararte con los demás, dejar
de reflexionar sobre el pasado (eliminar de tu vocabulario expresiones como "si hubiera" o
"si hubiese"), y dejar de construir frases negativas (eliminando la conjunción "no" y otras
partículas negativas).

Es tu actitud frente a los avatares de la vida la que llena o vacía la copa que sacia la sed
de tu espíritu.

En la vida, usa el estiércol que te arrojen para cultivar un hermoso jardín.

No malgastes este momento: es lo único que tienes.

No hay que esperar la felicidad. La felicidad está ahora, aquí y contigo. Disfrútala, no la
dejes pasar, ya que no volverá a repetirse.

La aceptación es una puerta mágica que se cierra a los problemas y se abre a las
oportunidades.

No desperdicies la oportunidad de utilizar distintas gafas para contemplar un mismo


problema.

No lleves en la mochila más de lo necesario, pues supondrá un lastre para recorrer el


camino.

Un consejo te doy: que tu corazón sea el motor y que tu cerebro sea el timón. Que tu
corazón sea la energía propulsora, pero que tu mente sea quién dirija el barco, a fin de
que ni tú ni nadie pueda naufragar.

No te dejes influir ni te ancles en tu melancolía, en tu tristeza, en tu nostalgia. Lo mejor de


la vida está por llegar. Echas de menos algo del pasado que no volverá a repetirse. No
lamentes el haberlo perdido, si no dar las gracias por haber existido.

La rama que el rayo ha sesgado, servirá de alimento al propio árbol, mientras que éste, en
el muñón de la amputación, hara salir nuevas ramas, más vigorosas y fuertes.

La moneda más valiosa es una sonrisa tras una lágrima, y un "gracias" con el corazón.

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

Perdemos el tiempo anclándonos en un pasado que creemos mejor, cuando lo mejor está
pasando ahora sin que te estés dando cuenta. La vida, realmente, es lo que te está
ocurriendo ahora, en el presente. Ahora es lo único que tienes. Es mejor exprimir este
momento, sacar su máxima esencia, hacerlo inolvidable, insuperable, mágico, irrepetible...

Una sonrisa a una ofensa es como una cucharadita de miel a un amargo café.

Discutir y gritar es muy fácil. Es de sabios las conversaciones constructivas y no perder el


tiempo ni malgastar las energías en discusiones vanales.

No olvides nunca sonreír. La sonrisa es una llave mágica con la que podrás abrir cualquier
corazón.

Creo que el amor es la infinita búsqueda de la felicidad. Se es feliz cuando lo das todo por
alguien a quien amas, porque su felicidad te hace feliz. Se es feliz entregarte en tu
trabajo, porque el resultado te hace feliz. En todo lo que se emprede con amor, tiene
como resultado una felicidad.

Se puede ser feliz en los más aciagos momentos. La actitud frente a los acontecimientos
es la clave para esa felicidad. Utiliza la esperanza como una luz, el amor como la energía,
la mente como una brújula, la paciencia y la calma como el agua que templa el acero
fundido. Y, sobre todo, acepta las cosas tal y como ocurren, porque quien busca una
explicación de por qué se está inundando un pueblo, perecerá bajo las aguas.

Tu sonrisa es miel para mi amarga vida.

Nada más hermoso que tu sonrisa. Nada más dichoso que tu felicidad.

Soy feliz porque disfruto, sin más, aceptando las cosas como suceden, sin exigir que las
cosas estén a mi gusto, sin analizar, sin hacerme preguntas, sin pedir explicaciones ni
desear factores de "posible" mayor felicidad.

Creo, amigos míos, que la felicidad en todo está en cambiar el "chip", en el modo de ver,
sentir y comprender las cosas. En todo, os puedo asegurar, hay infinitas posibilidades de
hacer las cosas bien, con entusiasmo, con dedicación, con belleza, con amor, y obtener
un dulce y fresco fruto que nos hace felices. Pero, cuidado, la mayor felicidad no está en
el fruto, si no en cada uno de los momentos del trabajo.

No te obsesiones con el futuro. Nunca será como imaginas.

Siempre basamos nuestras explicaciones ante lo que ocurre como buena o mala suerte, y
la mayor parte de ellas culpamos a la mala suerte de nuestras desgracias sin poner de
nuestra parte para reparar el daño. Yo creo que no existe ni la buena ni la mala suerte, y
que en todo, si se tira del hilo, hay una contundente explicación. No hay efecto sin causa.

Cada uno tiene un papel de actor en un escenario determinado, y lo peor para nuestra
felicidad es intentar interpretar un papel incorrecto en un escenario incorrecto. Es vano y

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perjudicial ser padre en la oficina, así como ingeniero en la casa.

Que tu pasado sea el depósito de tu sabiduría y tu guía; que tu presente sea tu ocupación
y tu andar; y que tu futuro sea el destino de tus pasos y de tus sueños.

Siempre creemos que la felicidad la encontraremos siendo otro, cuando en realidad la


encontraremos aceptando las cosas, adaptándonos a ellas, cambiando nosotros en
nuestro interior, cambiando el "chip".

En un instante puede transcurrir toda una vida, del mismo modo que en toda una vida
puede transcurrir un sólo instante.

Nadie te estimará más que tú. Nadie te querrá más que tú. Tú dispones del mínimo de
amor que puede llenar tu vida.

Nunca mires un problema con una lupa, ya que ésta te mostrará siempre el problema
magnificado.

Un libro hermoso, a menudo, suele estar vacío de contenido y de interés, mientras que,
por el contrario, un libro feo y poco atractivo, suele contener grandes y sabias historias.
Así como los libros somos los hombres.

Sé feliz, aquí y ahora.

Una cosa que descubrí es que el mundo es realmente un espejo que refleja tu imagen. En
el mundo ves lo que piensas y sientes. Si piensas y sientes frustración eso es lo que te
devolverá el mundo, culpando a éste tu propia decadencia, y creyendo oler de éste tu
propio hedor. Pero si piensas y sientes amor, amistad y felicidad, eso es lo que el mundo
te devolverá, embelleciendo tu propia imagen.

Podemos sufrir dolorosa soledad en medio de multitudes, así como compañía en la más
absoluta soledad. Es nuestra actitud hacia las cosas que nos pasan y hacia las
circunstancias, las que forjan nuestro ser y determinan los resultados.

Cada uno de nosotros es esa vela que llena el mundo de luz. Esa luz es nuestra alma,
proyectando nuestro amor, nuestros sentimientos, nuestro bien. Y es nuestra actitud,
nuestros pensamientos y nuestros actos, la llama y el oxígeno que alimentan esa luz.

Olvida y perdona. Es la única manera de avanzar.

Si alguna de mis palabras consigue llenar algo la copa del espíritu humano, y hace que
ese espíritu sacie su paz espiritual, brille y deje de sufrir por un momento, entonces mi
existencia habrá merecido la pena y habrá tenido sentido.
Cuando mires al mundo verás tu reflejo en él.

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La mayor de las necedades del hombre es destruir su propio mundo creyendo obtener
beneficio de ello, porque la Tierra es su madre, y quien mata a su madre está
condenándose a sí mismo a una terrible agonía y a una fatal muerte. ¿Por qué destruir la
mano que te dió la vida y te procura el alimento?.

Aprovecha estos momentos que están pasando y que no se repetirán ni se recuperarán


jamás.

El pasado no duele: lo que duele es la empecinada costumbre de no dejar cicatrizar una


herida, de querer mantenerla abierta. Eso, duele más que la herida en sí.

Se puede predecir sólo aquello que se conoce, y ni siquiera eso es cierto. Existen infinitas
variables que harán fracasar tu predicción. Nunca te obsesiones con el futuro, pues nunca
será exactamente a como te imaginas.

Mala costumbre la de adular a las personas cuando están presentes, o de criticarlas


cuando no lo están.

La vida es un conjunto de momentos, que se van construyendo en este instante, en el


presente, y que se van depositando en el pasado, a modo de fotografías. El futuro se está
construyendo ahora, y el futuro es, precisamente, el sentido de nuestra existencia, el
objetivo a alcanzar, sin el cual nuestra vida carecería de motivos y de finalidad.

Somos temerosos de nuestra felicidad, y cuando la alcanzamos nos volvemos


desconfiados, recelosos e incluso avaros. Nuestra actitud ante la felicidad, nuestros
propios miedos, son a menudo la causa de nuestra mayor desdicha.

Tenemos vida, es decir, tenemos un tiempo. De ese tiempo conocemos únicamente el


transcurrido y el que está aconteciendo ahora. El futuro no existe, y lo vamos
construyendo ahora mismo gracias a nuestros sueños y a nuestras acciones, sin
preocuparnos si viviremos lo suficiente para conseguir ese futuro.

El secreto de un vida plena y con sentido es saber administrar y aprovechar el tiempo que
se nos ha otorgado. El secreto reside en aprovechar al máximo cada momento que
estamos viviendo ahora mismo, en este preciso instante, ya que será la causa de nuestro
futuro. Y para ayudarnos en esa empresa tenemos un pasado del cual aprender. Cada
instante es un ladrillo más en la construcción de nuestro futuro.

Nos empecinamos en no tener sueños, o en abandonarlos ante la primera dificultad. Nos


empecinamos en vivir al libre albedrío, sin darnos cuenta de que el presente es la clave
de nuestra vida. Nos obstinamos en intentar recuperar un pasado que se aleja y se pierde
en el olvido, en mantener heridas abiertas sin dejarlas cicatrizar. Intentamos inútilmente
remontar el río a contracorriente para volver a estar en un sitio del pasado, cuando el
agua que allí estuvo está río abajo, y es diferente porque ha evolucionado.

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La vida es un camino de un sólo sentido. Aunque te quedes parado en el mismo sitio, a


cada momento, el camino será diferente, con diferente luz, con diferente polvo, con
diferente floresta, con distinta compañía, con diferente tiempo metereológico, diferente
aire, diferente humedad, diferente sol. En todo momento eres libre de dirigir tus pies en la
dirección que elijas.

El silencio es el remanso donde uno entra en contacto consigo mismo, donde encuentras
al amigo que hay dentro de ti, que te aconseja y te enseña las lecciones más importantes
de tu propia existencia. Este sitio iluminado por la paz interior es como una estación de
servicio donde habría que detenerse a diario para descansar, en mitad de esa alocada
carrera que es la vida, y poder realizar mejor el resto del viaje.

Actuamos como no somos, hacemos lo que no queremos hacer, no decimos lo que


queremos decir. En todo lo que hacemos ponemos un toque teatral, asumimos un papel,
actuamos. Hacemos las cosas como los demás quieren que las hagamos, o, lo que es
peor, como nosotros creemos que los demás quieren o esperan que las hagamos.

La vida es una obra maravillosa en donde el actor da lo mejor de sí mismo, y eso le hace
diferente: eso le identifica.

Las mentiras son como las cajas de sorpresa: al final alguien las abre y descubre lo que
hay en su interior.

Las mentiras son espejismos que terminan revelando el vacío que disfrazaban.

Las mentiras son máscaras que terminan cansando y terminan quitándose, revelando al
final el verdadero rostro.

¿Por qué contaminar el agua que sacia tu sed con oscuros y sofisticados sabores?. ¿Por
qué teñir su autenticidad con oscuros y falsos colores?.

Mentimos, y al mentir no mentimos a los demás: nos mentimos a nosotros mismos. Al


final, la mentira se descubre. Al final, es peor ser descubiertos en una hermosa mentira
que sufrir una vergonzosa verdad.

Creo, sinceramente, que la felicidad comienza en nosotros mismos, en nuestra verdadera


identidad. Reconocer nuestro ser interior, sin disfraces ni máscaras ni mentiras. Liberarse
de las etiquetas, de compararse con los demás, de las frustraciones y de los complejos.
La felicidad reside, principalmente, en interpretar nuestro propio papel en este escenario
que es la vida.

Los problemas son las piedras que hay en nuestro camino. Si les damos demasiada
importancia, si pensamos sólo en ellas, magnificaremos su tamaño como si de un potente
microscopio se tratara. La obsesión convertirá pequeñas piedras en ingentes y temibles
colosos, nos derrumbaremos, nos desesperaremos y terminaremos luchando vanamente
contra fantasmas y demonios inexistentes. Al final, el mayor de los problemas, el mayor
de esos colosos de piedra, somos nosotros mismos, porque, en realidad, el problema

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somos nosotros.

Magnifiqué el problema hasta tal punto, que el problema era yo mismo.

Hay que aceptar las cosas tal como suceden, porque en todo hay una explicación aunque
no la entiendas.

Si algo no funciona, si algo bloquea tu vida, si por más que lo intentas no hay forma de
avanzar, lo mejor es plantearse un cambio hacia aquello que realmente aspiras y deseas
para tu felicidad. No hay que tener miedo de las limitaciones ni de qué podrá ocurrir. Es
mejor morir intentando ser libres que vivir sumidos en la cárcel de nuestra propia
esclavitud.

Soy feliz porque disfruto, sin más, aceptando las cosas como suceden, sin exigir que las
cosas estén a mi gusto, sin analizar, sin hacerme preguntas, sin pedir explicaciones ni
desear factores de "posible" mayor felicidad.

Creo, amigos míos, que la felicidad en todo está en cambiar el "chip", en el modo de ver,
sentir y comprender las cosas. En todo, os puedo asegurar, hay infinitas posibilidades de
hacer las cosas bien, con entusiasmo, con dedicación, con belleza, con amor, y obtener
un dulce y fresco fruto que nos hace felices. Pero, cuidado, la mayor felicidad no está en
el fruto, si no en cada uno de los momentos del trabajo.

Vivir el momento, este momento, no significa hacer todo lo que quieres y concentrarlo en
este instante. Eso, sin duda alguna, hará encallar tu barco, pues no puedes llevar el timón
y recoger las velas al mismo tiempo. Nadie puede hacer varias cosas a la vez. Nadie
puede pensar en varias cosas a la vez. Sólo se puede hacer una cosa en un tiempo, y
aunque parezca que sí puede hacerse, sólo verás el efecto prestidigitador de un
habilidoso de la simultaneidad, expuesto al riesgo de equivocarse en cualquier momento
en que su concentración pierda un momento la sincronización, haciendo caer el resto
como un castillo de naipes.

Lo peor para nuestra felicidad es intentar interpretar un papel incorrecto en un escenario


incorrecto.

Cada momento tiene su ocupación. Cada momento es como una pequeña caja que debes
llenar con una única cosa. Es inútil llenar esa caja con más cosas de las que puede
albergar.

Es en la quietud donde encontraremos la paz que necesitamos para continuar nuestro


camino reduciendo los riesgos y los peligros.

A lo largo de esta vida he comprendido que nada ocurre por azar, que la casualidad no
existe, que la suerte no existe. Todo tiene una relación, y que todo lo que ocurre tiene una
causa, aunque no llegue a conocerla ni a entenderla.

Quien espera sin hacer nada en la vida, no debe quejarse de lo que ocurra, porque con su

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pasividad así lo está permitiendo.

Cada problema, aunque no lo creas, es un reto, una oportunidad, una caja negra que no
debes temer, porque dentro siempre hay un gran tesoro: un tesoro que no es material, si
no espiritual. Un tesoro que requiere un poco de sacrificio y de voluntad por tu parte. Un
tesoro solamente accesible para aquellos que se atreven a aceptar el reto, por aciagas,
infames y ruines sean las circunstancias.

Uno puede realizar un trabajo que requiera de grandes conocimientos y de gran


complejidad, pero sin un equipo que te apoye, irás arando un campo seco y estéril.

Si tienes amigos verdaderos, como compañeros de trabajo, como equipo, formarás una
maquinaria indestructible que será más precisa y eficaz cuanto más la alimentes de amor,
ilusiones y reconocimientos.

Una cosa que descubrí es que el mundo es realmente un espejo que refleja tu imagen. En
el mundo ves lo que piensas y sientes. Si piensas y sientes frustración eso es lo que te
devolverá el mundo, culpando a éste tu propia decadencia, y creyendo oler de éste tu
propio hedor. Pero si piensas y sientes amor, amistad y felicidad, eso es lo que el mundo
te devolverá, embelleciendo tu propia imagen.

Todo aquello que des te será devuelta multiplicada. Si das odio, desidia, apatía, rencor,
envidia o desconfianza, eso mismo te será devuelto con un efecto multiplicador. Del
mismo modo, si das amor, amistad, confianza, fe, entusiasmo, ánimo y esperanza, eso
mismo obtendrás multiplicado considerablemente.

Que nos toquen malas cartas no significa mala suerte, puesto que entraba dentro de las
probabilidades que salieran esas cartas. Pero lo mejor de todo, es que si no piensas en
que la partida está perdida con esas cartas, puedes ganar la partida con éstas.

Hoy es un día hermoso como tú. Es una lástima desperdiciarlo discutiendo.

Los problemas son como las avispas, que parecen amenazadoras y peligrosas cuando se
acercan. Pero estos probables problemas no tienen por qué atacarnos necesariamente.
Simplemente andan cerca. Solamente serán realmente peligrosos si con nuestras
reacciones irracionales provocamos que se defiendan.

No tengas miedo de una avispa y ésta no te picará. La avispa sólo te atacará para
defenderse.

Recuerda que la vida es un viaje, y que cada día estarás en un lugar distinto. Un día
tendrás sol, al otro lluvia, tormenta, nieve, sequía o inundaciones. Creo que el secreto de
una vida feliz es intentar disfrutar todos los días de ese viaje a pesar de las
circunstancias, y que todo lo que ocurra ha de ser aceptado, ocupándote en todo
momento para no tener un fatal accidente.

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¿No existe la buena o la mala suerte?


En realidad, lo que existe, es la buena o la mala actitud de las personas. Cuando se dice
que las desgracias nunca vienen solas, y que uno tiene la mala suerte de sufrir diversos
acontecimientos malos, en realidad está justificando su propia actitud ante la adversidad,
su propia inacción y pasividad ante esos acontecimientos. Cuando algo malo le ocurre al
hombre, si su actitud es pasiva, esa misma actitud le predetermina a tener otros
acontecimientos adversos.

Antes de juzgar a una persona ponte su sombrero. Antes hay que conocer a esa persona,
saber qué piensa, cómo piensa, cómo actúa y por qué actúa como actúa.

El hombre siempre envidia la fortuna de los demás, sin pensar o entender que a lo mejor
es su prisión.

Todo acontecimiento es un hilo que tiene un inicio y un fin, y que suele unirse a otros
acontecimientos o hilos, formando hebras. Esas hebras son tus casualidades: un conjunto
de acontecimientos que sorprenden por estar unidos.

Cada hombre, como cada libro, contiene una historia. A veces intensa e interesante, otras
monótona y aburrida. Cada una de sus páginas contiene un extracto esencial de su vida.

En un momento venimos a este mundo, y en otro nos vamos. Un momento somos,


existimos. Y otro momento ya no somos, ya no existimos.

El hombre, al igual que todo lo que existe en este mundo, forma parte de algo mayor, al
igual que una célula forma parte de un órgano, y éste de un organismo. Todo ser vivo y no
vivo tiene una razón de ser. Su existencia tiene una justificación. Su existencia tiene
sentido.

De entre todos los seres que habitan este mundo, el ser más infeliz que existe es el
hombre. El ser que más sufre es el hombre. El ser más triste es el hombre. El ser que
más inteligencia y más medios tiene para poder ser feliz es, sin embargo, el ser más
infeliz.

Es lamentable sentirse víctimas del destino, como una pluma arrastrada por el viento o
mecida por las corrientes de un río o por las olas del mar. Es lamentable no soñar con
algo mejor para uno mismo y para los demás, de no hacer nada para hacer cumplir esos
sueños. Esa actitud es de una vida vacía, sin sentido, inútil y fútil.

La felicidad nace en el amor que uno mismo regala desinteresadamente a los demás. Ese
amor es el agua que sacia la sed de los necesitados, que hace crecer el espíritu débil.

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No pierdas nunca la esperanza. En el eterno girar del mundo, algo se gana cuando algo
se pierde, y algo se pierde cuando algo se gana. Lo importante es tener tu corazón limpio
de odio, de ira, de rencor, de todo tipo de impurezas. Ten tu corazón abierto al amor, a la
comprensión, a la empatía, a la humildad, a la aceptación. Solamente con un corazón así
es posible perdonar y otorgar oportunidades. Con un corazón así es posible dar color a
una vieja fotografía en blanco y negro. Con un corazón así es posible resucitar una flor
marchita. Con un corazón así es posible dar vida.

Llorad conmigo y la mitad de vuestra carga aliviaré

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Introducción:
La Licencia Arte Libre (LAL) le autoriza a copiar, difundir y transformar libremente la obra que protege,
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de estos principios permite a los usuarios utilizar con creatividad la obra artística.
El uso del derecho de propiedad literaria y artística tiende a imponer restricciones de acceso a los usuarios,
que la Licencia Arte Libre pretende favorecer.
Su finalidad es dar acceso abierto a la obra y autorizar el uso de sus recursos por una mayoría, multiplicar
las posibilidades de disfrute para multiplicar sus frutos, y fomentar un nuevo marco de creación que
posibilite una creación nueva. Todo ello, dentro del respeto, reconocimiento y defensa de los derechos
morales de los autores.
Acontecimientos como la tecnología digital, la invención de Internet y el software libre señalan la aparición
de un nuevo marco de creación y producción. Estos fenómenos recogen y amplifican muchas de las
experiencias llevadas a cabo por artistas contemporáneos.
El saber y la creación son recursos que deben permanecer libres para seguir siendo lo que son:
conocimientos y creación, una labor de investigación fundamental, que no está determinada por sus
aplicaciones concretas. Crear es descubrir lo desconocido, un acto que crea la realidad sin pretensión
realista.
El fin del arte no se confunde con el objeto artístico ni en su finición, ni en su definición.
En todo ello radica la razón de ser de la Licencia Arte Libre: promover y proteger prácticas artísticas
liberadas de las reglas exclusivistas de la economía de mercado.
——–
DEFINICIONES:
- La obra:
obra común que incluye tanto la obra original como cualquier contribución posterior (originales consecutivos
y copias). El autor original es el iniciador de su creación y, con esta licencia, determina las condiciones de
contribución.
- La obra original:
obra creada por el iniciador de la obra común, cuyas copias son modificables por quién lo desee.
- Las obras consecutivas:
contribuciones aportadas a la obra en formación, por autores que ejercen el derecho de reproducción,
difusión y modificación que les otorga la licencia.
- Original (origen o componente de la obra):
ejemplar fechado de la obra, definición, partitura o programa que su autor ofrece como referencia para
cualquier actualización, interpretación, copia o reproducción posteriores.
- Copia:
toda reproducción de un original según los términos de esta licencia.
- Autor de la obra original:
persona que creó la obra de donde nacieron todas las modificaciones. Con esta licencia, el autor determina
las condiciones en que se realizará esta labor creativa.

Contribuidor:
toda persona que contribuye a la creación de la obra. Es autor de una obra original, fruto a su vez de la
modificación de la copia origen, o de una obra consecutiva.
——–

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El rincón de la felicidad 2: una nueva oportunidad

1. FINALIDAD:
El fin de esta licencia es definir las condiciones de libre disfrute de la obra.
2. EXTENSIÓN DEL DERECHO:
Esta obra está protegida por el derecho de autor. Con esta licencia, su autor expone las condiciones que
autorizan la libre copia, difusión y modificación de su obra:
2.1 LIBRE COPIA O REPRODUCCIÓN:
Es libre de copiar esta obra para su uso personal, el de sus conocidos o de cualquier otra persona, sin
restricción alguna en cuanto al procedimiento empleado.
2.2 LIBRE DIFUSIÓN, INTERPRETACIÓN O REPRESENTACIÓN:
Es libre de difundir copias de esta obra, modificadas o no, en cualquier soporte, en cualquier lugar, con lucro
o sin él, siempre y cuando respete cada una de las siguientes condiciones:
- las copias irán acompañadas de esta misma licencia, o mencionarán la ubicación exacta de la licencia;
- informará al usuario del nombre del autor de los originales;
- informará al usuario del lugar donde conseguir la obra original o consecutiva. Si así lo manifiesta, el autor
de la obra podrá autorizarle a difundir el original en los mismos términos y condiciones que las copias.
2.3 LIBRE MODIFICACIÓN:
Es libre de modificar copias de la obra original o consecutiva, en parte o en totalidad, de acuerdo con las
condiciones de libre difusión o representación de la copia modificada previstas por el artículo 2.2.
Si así lo manifiesta, el autor del original podrá autorizarle a modificar directamente la obra original en los
mismos términos y condiciones que las copias.
3. LIMITACIÓN A LA INCORPORACIÓN DE LA OBRA:
Todos los elementos de esta obra deberán permanecer libres: no le está permitido incorporar los originales
(originals, consecutivas) en otra obra que no estuviere sometida a la misma licencia.
4. DERECHOS DE AUTOR:
Esta licencia no le niega sus derechos, como autor de su propia contribución. Al contribuir libremente a la
evolución de esta obra, tan sólo se compromete a ofrecer a los demás usuarios los mismos derechos sobre
su propia contribución que esta licencia le concedió.
5. VIGENCIA DE LA LICENCIA:
Esta licencia entra en vigor tras su aceptación de las disposiciones contenidas. El ejercicio del derecho de
copia, difusión o modificación de la obra implica por su parte la aceptación tácita de las disposiciones de la
licencia.
Esta licencia tiene la misma vigencia que los derechos de autor asociados a la obra. En caso de no respetar
los términos de esta licencia, perderá automáticamente los derechos concedidos.
No podrá valerse de las libertades otorgadas por la licencia en caso de estar sometido a un régimen jurídico
que le impida respetar los términos de esta licencia, .
6. VERSIONES DIFERENTES DE LA LICENCIA:
Esta licencia podrá ser modificada regularmente por sus autores (los actores del movimiento " copyleft
attitude "), con el fin de introducir mejoras, mediante nuevas versiones numeradas.
Es libre en todo momento de aplicar las disposiciones de la versión que acompaña la copia recibida, o las
de cualquier versión posterior.
7. SUBLICENCIAS:
Esta versión de la licencia no autoriza las sublicencias. Toda persona que desee hacer uso de las libertades
concedidas estará directamente vinculada al autor de la obra original.
8. LEY APLICABLE AL CONTRATO:
Esta licencia está sometida al derecho francés.
——–

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MODO DE EMPLEO:
- ¿Dónde es posible consultar la licencia?
Puede consultar en todo momento la licencia artelibre en Internet, en la dirección siguiente:
http://artlibre.org/licence/lal.html
La licencia existe en inglés: http://artlibre.org/licence/lalgb.html
- ¿Por qué utilizar la Licencia Arte Libre para su obra?
1/ Para que su obra quede a disposición de una mayoría de personas.
2/ Para permitir su libre difusión.
3/ Para permitir su evolución, al autorizar su transformación por otras personas.
4/ Para poder utilizar uno mismo los recursos de una obra protegida por la Licencia Arte Libre: autorizar su
copia, difusión o transformación libres.
5/ Pero eso no es todo.
Utilizar la Licencia Arte Libre es también una buena solución para librarse del sistema mercantil generado
por la economía dominante. La Licencia Arte Libre ofrece un marco jurídico interesante para impedir
cualquier apropiación abusiva. No permite reservarse la obra para cortocircuitar la creación y convertirla en
un beneficio exclusivo. No permite entrar a saco en la labor colectiva en marcha, ni acaparar los recursos de
la creación en movimiento para beneficio de unos pocos.
La Licencia Arte Libre promueve una economía afín con el arte, basada en el reparto, el intercambio y el
gasto alegres. Lo importante en el arte también es, y sobre todo es, lo que no se puede contar.
- ¿Cómo utilizar la Licencia Arte Libre?
Para beneficiarse de la Licencia Arte Libre, basta con acompañar su obra de la mención siguiente:
[unas pocas líneas para indicar el nombre de la obra y en su caso comentar en qué consiste.]
[unas pocas líneas para indicar en su caso una descripción de la obra modificada y el nombre del autor.]
Copyright (c) [fecha] [autor] (en su caso, indique los autores anteriores)
Copyleft : Esta obra es libre, puede redistribuirla o modificarla de acuerdo con los términos de la Licencia
Arte Libre.
Encontrará un ejemplar de esta licencia en el sitio Copyleft Attitude ( http://www.artlibre.org/) y otros sitios.
- ¿Cuándo utilizar la Licencia Arte Libre?
No entra dentro del proyecto de la Licencia Arte Libre eliminar el copyright o los derechos de autor. Al
contrario, se trata de afianzar su pertinencia dentro del entorno contemporáneo. Su finalidad es concederse
la autorización para la circulación libre, la copia libre y la transformación libre de la obra: se trata del derecho
al libre ejercicio del arte y de los artistas.
1/ Siempre que desee beneficiarse y hacer que otros se beneficien de este derecho, utilice la Licencia Arte
Libre.
2/ Siempre que desee crear obras para que puedan evolucionar, ser copiadas, difundidas y transformadas
libremente: utilice la Licencia Arte Libre.
3/ Siempre que desee copiar, distribuir o transformar una obra, compruebe que se encuentra protegida por
la Licencia Arte Libre. En otro caso, corre el riesgo de quedar fuera de la Ley.
- ¿A qué categorías de obras conviene la Licencia Arte Libre?
Esta licencia se aplica tanto a las obras electrónicas como a las que no lo son. Nace de la observación del
mundo del software libre y de Internet, pero su ámbito de aplicación no está limitado por los soportes
electrónicos.
Puede proteger una pintura, una novela, una escultura, un dibujo, una música, un poema, una instalación,
un vídeo, una película, una receta de cocina, un cederón, un sitio Web, una instalación… en resumen,
puede proteger todas aquellas creaciones que se reclaman de un determinado arte.
- Esta licencia tiene una historia: nació del encuentro de " Copyleft Attitude " que tuvo lugar en " Accès Local
et Public " en Paris a principios de 2000. Por primera vez, permitió el encuentro de informáticos y actores del

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libre con artistas contemporáneos y gentes del mundo del arte.

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