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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA


SALA CONSTITUCIONAL

Magistrado-Ponente: JOSÉ MANUEL DELGADO OCANDO

El 20 de febrero de 2002, comparecieron ante esta Sala Constitucional los ciudadanos FELIPE MUJICA y
LEOPOLDO PUCHI, titulares de las cédulas de identidad núms. 639.802 y 3.399.992, respectivamente, actuando en nombre
propio y en su carácter de Presidente y Secretario General del Partido Movimiento al Socialismo, MAS, asistidos por el abogado
Tulio Alberto Álvarez, inscrito en el Inscrito en el Instituto de Previsi ón Social del Abogado bajo el n° 21.003, e interpusieron
acción de nulidad conjuntamente con medida cautelar contra el CONVENIO INTEGRAL DE COOPERACIÓN ENTRE LA
REPÚBLICA DE CUBA Y LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA, suscrito en Caracas, el 30 de octubre
de 2000, por los jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel Castro; el ACUERDO-MARCO suscrito en la Habana, Cuba, el 23
de octubre de 2000, por los Presidentes de los Bancos Centrales de ambos países, Diego Luis Castellanos en nombre del Banco
Central de Venezuela y Francisco Soberón Valdés por el Banco Central de Cuba; y el ADDENDUM AL CONVENIO
INTEGRAL DE COOPERACIÓN ENTRE LA REPÚBLICA DE CUBA Y LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE
VENEZUELA, suscrito el 12 de agosto de 2001, en Canaima por los prenombrados jefes de Estado.

En la misma fecha, se dio cuenta en Sala y se acordó remitir las actuaciones al Juzgado de Sustanciación, siendo recibido el
21 de febrero de 2002.

El 7 de marzo de 2002, el Juzgado de Sustanciación admitió cuanto ha lugar en derecho la acción de nulidad interpuesta
“sin perjuicio de la potestad que asiste a este Tribunal de examinar el cumplimiento de los presupuestos de admisibilidad y
procedencia establecidos en la Ley y la Jurisprudencia”, en consecuencia, ordenó notificar al Ministro de Relaciones
Exteriores, al Presidente del Banco Central de Venezuela, al Fiscal General de la Rep ública y a la Procuradora General de la
República. Asimismo, ordenó notificar a los interesados mediante un cartel publicado en uno de los peri ódicos de mayor
circulación de la ciudad de Caracas.

Practicadas las notificaciones, el 8 de mayo de 2002 se libró el cartel de emplazamiento a los interesados.

El 14 de mayo de 2002, el abogado Tulio Alberto Álvarez consignó el cartel publicado, el 10 de mayo de 2002 en el
Diario El Nacional.

El 23 de mayo de 2002, se recibió en Sala el presente expediente a efectos de la decisión de la medida cautelar, y se
designó ponente al Magistrado doctor José Manuel Delgado Ocando, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

El 13 de agosto de 2002, la Sala solicitó, al Presidente de la Asamblea Nacional, si los instrumentos impugnados fueron
sometidos a la aprobación de dicho órgano legislativo.

El 12 de septiembre del mismo año, el Presidente de Asamblea Nacional consignó la información requerida.

El 20 de noviembre de 2002, esta Sala Constitucional declaró improcedente la medida cautelar solicitada.

El 27 del mismo mes y año, se recibió en el Juzgado de Sustanciación el presente expediente para la continuación de la
causa.
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El 30 de abril de 2003, el ciudadano José Toro Hardy, titular de la cédula de identidad n° 1.748.629, asistido por el
abogado Tulio Alberto Álvarez, consignó escrito como tercero coadyuvante.

El 3 de junio de 2003, el abogado Tulio Alberto Álvarez solicitó fuese practicada, en la sede del Banco Central de
Venezuela, inspección judicial sobre los particulares señalados en el escrito, no obstante, el 5 del mismo mes y año, el Juzgado de
Sustanciación declaró extemporáneo el escrito de promoción de pruebas presentado, en virtud de que el lapso de sesenta (60)
días previsto en el artículo 117 de la Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia -vigente para la fecha- feneció el 27 de enero
de 2003.

El 17 de diciembre de 2003, el abogado Tulio Alberto Álvarez solicitó se remitiera el expediente a la Sala para la
designación del ponente.

El 4 de febrero de 2004, el Juzgado de Sustanciación ordenó remitir el expediente a la Sala para la continuación de la
causa conforme a lo establecido en los artículos 93 y siguientes de la derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia -
vigente para la fecha-.

El 5 del mismo mes y año se recibió en Sala el presente expediente y, el 6 de febrero de 2004, se fijó el quinto (5°) día de
despacho siguiente para el comienzo de la relación. Asimismo, se designó ponente al Magistrado doctor José Manuel Delgado
Ocando, quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

El 17 de febrero de 2004, el abogado Tulio Alberto Álvarez solicitó que el acto de informes se realizara en forma oral.

El 18 del mismo mes y año, comenzó la relación en la presente causa y se dejó constancia de que el acto de informes
tendría lugar el primer (1°) día de despacho siguiente una vez transcurridos los quince (15) días calendarios continuos.

El 4 de marzo de 2004, la Sala dejó sin efecto el auto dictado el 18 de febrero de 2004, en cuanto a la fijación del acto de
informes se refiere y, de conformidad con el artículo 95 eiusdem, fijó el acto de informe orales para el 16 de marzo de 2004 a las
9.30 a.m.

El 4 de marzo de 2004, los abogados José Leonardo Núñez, Julieta Salcedo y Gerardo Antonio Garvett, inscritos en el
Instituto de Previsión Social del Abogado bajo los núms. 10.215, 18.581 y 89.054, respectivamente, en su carácter de
apoderados judiciales del Banco Central de Venezuela, consignaron escritos de informes.

El 16 del mismo mes y año, fecha pautada para la celebración del acto de informe orales, se dejó constancia de que al
mismo comparecieron el abogado Tulio Alberto Álvarez, parte accionante, y los apoderados judiciales del Banco Central de
Venezuela.

El 23 de marzo de 2004 los abogados Romer Abner Pacheco Morales y Mauricio Moros Pares, inscrito en el Instituto de
Previsión Social del Abogado bajo el n° 83.509 y 94.056, respectivamente, actuando en su carácter de sustitutos de la ciudadana
Procuradora General de la República consignaron escrito en el cual hacen una serie de objeciones al proceso; asimismo, solicitan
que en caso de ser desechadas sea considerado como informes.

El 6 de mayo de 2004 se dijo “Vistos”.

Efectuada la lectura individual del expediente, para decidir se hacen las siguientes consideraciones:

I
FUNDAMENTOS DE LA ACCIÓN DE NULIDAD

Alegan los accionantes que la nulidad está fundamentada en la inconstitucionalidad del Convenio Integral de Cooperación
entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito por los jefes de Estado Fidel Castro y Hugo Chávez
Frías; el Acuerdo-Marco suscrito por los Presidentes de los Bancos Centrales de ambos países; y el Addendum al Convenio
Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, por el incumplimiento del sistema de
controles establecidos en los artículos 150, 154, 187.9, 187.18 y 222 de la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela.

Exponen, que el 6 de noviembre de 1992, los representantes de los gobiernos de Cuba y Venezuela suscribieron en la
ciudad de Caracas un Convenio Básico de Cooperación Técnica, el cual no fue sometido posteriormente a la aprobación del
entonces Congreso de la República, no obstante, el 17 de diciembre de 1992, el entonces Canciller Fernando Ochoa Antich
ordenó su publicación en Gaceta Oficial, por tanto, el 23 de diciembre de 1992 fue publicado en la Gaceta Oficial bajo el n° 4.506
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Extraordinario.

Indican que el 30 de octubre de 2000, los Presidentes de Cuba y Venezuela, Fidel Castro y Hugo Ch ávez Frías,
suscribieron el Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, el cual
materializa una situación favorable para Cuba al adquirir petróleo en condiciones financieras privilegiadas, y, desde esa perspectiva,
Venezuela viene a sustituir a la desintegrada Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas como suplidor de subsidios en el suministro
de combustibles y no en carácter de socio comercial.

Que el Addendum del Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de
Venezuela, suscrito por los precitados jefes de Estado, el 12 de agosto de 2001, estuvo dirigido a modificar el art ículo II del
Convenio, en el cual surgieron dos modificaciones, la primera, alude a la referencia original de que los servicios, tecnolog ías y
productos que debe prestar Cuba no los tiene Venezuela, y la segunda, más de fondo, al cambiar el mecanismo de pago, ya no
será la República la que los cancele y tampoco será en el valor equivalente al precio del mercado mundial en petr óleo y sus
derivados, sino instituciones, organismos y empresas del Estado Venezolano con cargo a sus respectivos presupuestos.

Alegan que el Convenio Básico de Cooperación Técnica tiene especial relevancia en la presente nulidad, por cuanto los
“personeros” gubernamentales han alegado que los instrumentos impugnados en autos no requerían de aprobación mediante ley
por parte de la Asamblea Nacional ya que ejecutan y perfeccionan obligaciones preexistentes de la Rep ública, a saber, las
previstas en el señalado Convenio suscito en 1992, lo cual los incluye en la causal de excepci ón prevista en el artículo 154
constitucional.

El artículo 154 de la Constitución, dispone que los convenios internacionales que celebre el Ejecutivo Nacional
independientemente de su denominación, son objeto de control mediante una ley especial aprobatoria, la misma norma establece
excepciones en los casos de que un determinado instrumento ejecute o perfeccione obligaciones preexistentes de la Rep ública,
aplique principios expresamente reconocidos por ella, ejecute actos ordinarios en las relaciones internacionales o esté relacionado
con el ejercicio de facultades que la ley atribuya expresamente al Ejecutivo Nacional.

Aducen que el Convenio de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela suscrito en
Caracas, el 30 de octubre de 2000, y el Addendum de dicho Convenio suscrito, el 12 de agosto de 2001, no ejecutan o
perfeccionan obligaciones preexistentes de la República, por cuanto el Convenio Básico de Cooperación Técnica de 1992, no
contiene previsión alguna en materia de suministro de crudo, menos a ún prevé que tal tema será objeto de acuerdos
complementarios.

Que la regulación en los términos de suministro de crudo, no es un acto ordinario en las relaciones internacionales y, en
condiciones preferenciales, no es una facultad atribuida expresamente al Ejecutivo Nacional, máxime si la República por esta vía,
se compromete patrimonialmente.

Manifiestan que los tratados, convenios o acuerdos internacionales de la misma naturaleza que marca el Convenio Integral
de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela y su Addendum, así como aquellos que
afectan los derechos subjetivos de los ciudadanos venezolanos, requieren la aprobaci ón parlamentaria o medidas legislativas
subsiguientes, para tener eficacia en el ordenamiento interno. Esta conclusión se infiere del hecho de que siendo la celebración y
ratificación de tratados una prerrogativa del Poder Ejecutivo Nacional, la vigencia autom ática de éstos en el orden interno
supondría que el Presidente de la República puede legislar sin contar con el Parlamento, más allá también implicaría que podría
comprometer económica y financieramente a la República sin control alguno, en contradicción con el principio constitucional de la
legalidad del gasto público.

Alegan que el Convenio y su Addendum contienen un contrato de interés nacional, por lo cual, no podían realizarse sin la
aprobación de la Asamblea Nacional, además, la Constitución de 1999 eliminó las dos (2) únicas excepciones al control legislativo
que traía la Constitución de 1961, relacionadas con aquellas situaciones en que el contrato fuere necesario para el normal
desarrollo de la Administración Pública o que estuviera permitido expresamente en la ley; lo cual no es el caso de autos.

Indican que los instrumentos son inconstitucionales desde el punto de vista formal por no haber sido sometidos a los
sistemas de controles consagrados en el Texto Fundamental, adem ás, aparte que la perspectiva material, las disposiciones y
acuerdos en ellos contenidos son contrarios al interés nacional ya que constituyen una lesión al patrimonio público y colocan a
Venezuela en una posición desfavorable respecto a la isla caribeña.

Por otra parte, denuncian que Venezuela está inserta en el sistema que conforma la Organización Mundial del Comercio
(OMC) por lo que está obligada a mantener sus políticas comerciales dentro de límites convenidos. Entre los principios
fundamentales de este sistema está el de la nación más favorecida que se traduce en el compromiso de evitar establecer
discriminaciones entre sus diversos interlocutores comerciales. Por tal razón, si concede a un país una ventaja especial se tiene que
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hacer lo mismo con todos los demás miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Que la anterior situación tiene relevancia al realizar el análisis de los convenios con diversos países centroamericanos y del
Caribe, suscritos por Venezuela en el marco de “El Acuerdo de Cooperación Energética de Caracas” en los que se pacta el
suministro de crudos pero en condiciones totalmente distintas al Convenio impugnado, tales como:

“CUADRO COMPARATIVO DE CONDICIONES DE SUMINISTRO DE CRUDO

PAÍSES CENTROAMERICANOS
CONVENIO CON CUBA Y DEL CARIBE
SUMINISTRO VARIABLE POR
SUMINISTRO DE 53.000 BARRILES PAÍS OSCILANDO ENTRE 600
DIARIOS Y800 BARRILES DIARIOS
FACTURACIÓN DE LAS VENTAS
FORMA DE PAGO CON BIENES Y CON BASE EN PRECIOS
SERVICIOS REFERENCIADOS AL MERCADO
INTERNACIONAL
PERIODO DE FINANCIAMIENTO 15 PERIODO DE FINANCIAMIENTO
AÑOS CON 2 AÑOS DE GRACIA 15 AÑOS CON 1 AÑO DE GRACIA
NO SE LIMITA LA POSIBILIDAD DE SE DETERMINA QUE ES PARA
REVENTA CONSUMO INTERNO
A LOS EFECTOS DE
NO HAY LÍMITE PREFIJADO A LOS FINANCIAMIENTO LA
EFECTOS DE FINANCIAMIENTO SUMATORIA DE LOS
VOLÚMENES ASIGNADOS NO
EXCEDERÁ EL CONSUMO
INTERNO DEL PAÍS
VIGENCIA DE 5 AÑOS PRORROGABLES VIGENCIA DE 1 AÑO
TÁCITAMENTE POR PERÍODOS
SIMILARES
CON LÍMITES A LA DENUNCIA SIN LÍMITES A LA DENUNCIA
UNILATERAL
VENTA A PRECIO CIF. VENTA A PRECIO FOB.
VENEZUELA ASUME EL COSTO DE VENEZUELA NO ASUME EL
SEGURO Y TRANSPORTE COSTO DE SEGURO Y
TRANSPORTE”.

En consecuencia, alegan que tanto el Convenio impugnado como su Addendum, son contrarios al inter és nacional y
constituyen una lesión al patrimonio público, dado que colocan a Venezuela en una delicada situación en el plano internacional y
con sus socios comerciales.

Respecto al Acuerdo-Marco indican que el mismo constituye una condonación de deuda que no fue objeto de control, el
cual fue suscrito, el 23 de octubre de 2000, por los representantes de los Bancos Centrales de Cuba y Venezuela y está dirigido a
disminuir en forma gradual las deudas que el Banco Nacional de Cuba mantiene con el instituto emisor venezolano, originadas en el
mecanismo de incentivos a las exportaciones que administraba Finexpo y el Convenio Bilateral de Cr éditos Recíprocos. Que en
dicho Acuerdo-Marco se establece que Venezuela cancele sólo un 80% por concepto de importación de bienes y servicios del
sector salud, quedando el 20% restante de las divisas disponibles para cancelar la deuda que Cuba mantiene con el Banco Central
de Venezuela, lo cual -en su criterio- hace que la República pase de acreedor a deudor por unos servicios que una semana
después en el momento de la firma del Convenio del 30 de octubre de 2000, se realizaban en forma humanitaria y gratuita.

Por todo lo anterior, solicitaron se declare la nulidad por inconstitucionalidad del Convenio Integral de Cooperación entre
la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela y el Addendum de dicho Convenio Integral de Cooperación por
carecer de validez al no haber sido autorizados por la Asamblea Nacional, o aprobados mediante Ley Especial; se declare que el
Acuerdo-Marco suscrito por los Presidentes de los Bancos Centrales de ambos países, es inconstitucional y no contempla garantía
alguna para preservar los intereses patrimoniales de la nación y, por último, se declare la inconstitucionalidad de la omisión de la
Asamblea Nacional al no efectuar el control indispensable para garantizar el cumplimiento de la Constitución.

II
DEL INFORME SOLICITADO A LA ASAMBLEA NACIONAL
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Indicó el entonces Presidente de la Asamblea Nacional, diputado William Lara, que el 6 de noviembre de 1992, los
ciudadanos Fernando Ochoa Antich, Ministro de Relaciones Exteriores de la Rep ública de Venezuela y Ricardo Alarcón De
Quesada, Ministro de Relaciones Exteriores de la Rep ública de Cuba, suscribieron en Caracas el Convenio B ásico de
Cooperación entre el Gobierno de la República de Venezuela y el Gobierno de la República de Cuba, el cual fue publicado en la
Gaceta Oficial n° 4.506 Extraordinaria del 23 de diciembre de 1992. Dicho Convenio entró en vigencia a partir del 26 de marzo
de 1993, conforme lo establece su artículo 15.

Señaló que, de acuerdo con el último aparte del artículo 1 de este Convenio Básico, las formulas concretas de cooperación
futura entre las partes debían ser objeto de acuerdos concretos y específicos. Dice esta disposición “‘los distintos campos de
cooperación, así como los términos, condiciones, financiamiento y procedimientos de ejecución de proyectos específicos
serán fijados mediante acuerdo entre las partes’”. En base a este precedente, la República Bolivariana de Venezuela y la
República de Cuba suscribieron el Convenio Integral de Cooperación, el cual constituye, a su juicio, una ejecución particular y
concreta del Convenio Básico antes mencionado.

Expuso que ha privado en los órganos directivos de la Asamblea Nacional y, en particular en esa Presidencia, la
perspectiva de que los distintos acuerdos internacionales suscritos por la Rep ública, hoy impugnados, constituyen por su
incuestionable naturaleza internacional y evidente conexión o vinculación con el precedente Convenio Básico de Cooperación
Técnica de 1992, una fórmula o mecanismo para “‘perfeccionar obligaciones preexistentes de la República’”, supuesto
enmarcado en el artículo 154 de la Constitución, que dispone su expresa exención del requisito de aprobación parlamentaria, es
decir, que resulta improcedente la aplicación de cualquier otra regla constitucional más general o indeterminada como lo es con
relación al presente caso el artículo 150 de la Constitución, el cual sin duda, no tiene por objeto la actividad internacional del
Estado, sino, “como ha sido tradición entre nosotros (cfr. artículo 126 de la Constitución de 1961)”, la actividad contractual
administrativa de los órganos componentes de la Administración Pública bien sea nacional, estadal o municipal. Incluso esto último,
es lo que permite explicar que en materia contractual administrativa hayan quedado sujetos al control parlamentario de la Asamblea
Nacional los contratos que celebren los estados y municipios, cuestión que sólo puede explicarse racionalmente si se entiende que
el artículo 150 eiusdem, se refiere a la actividad administrativa de estos entes pol ítico-territoriales, dada la imposibilidad
constitucional de que éstos puedan conducir las relaciones internacionales de la Rep ública o celebrar tratados o convenios
vinculantes para ella.

Expuso que en atención a las anteriores consideraciones, ni el Convenio Integral de Cooperación entre la República de
Cuba y la República Bolivariana de Venezuela de 2000, ni el Acuerdo-Marco suscrito por los Presidentes de los Bancos Centrales
de ambos países, ni el Addendum al Convenio Integral de Cooperaci ón, fueron sometidos a la aprobación de la Asamblea
Nacional.

III
INFORME DE LA PROCURADURÍA GENERAL DE LA REPÚBLICA

El informe presentado por los apoderados judiciales de la Procuraduría General de la República exponen y solicitan lo
siguiente:

i) Que se declare la nulidad de todas las actuaciones y la reposici ón de la causa al estado de inicio de los lapsos
procesales, en virtud de que en el presente caso su representada ha estado indefensa por el desorden procesal habido, pues a
pesar de que los accionantes interpusieron acción de nulidad conjuntamente con medida cautelar, no se abri ó un cuaderno
separado al objeto de resolver dicha medida, por tanto, se intercalaron actuaciones de los actores y de la Sala dirigidas unas a la
causa principal y otras a lo que hubiera sido el cuaderno de medidas, confusión que no les permitía distinguir qué lapso procesal
estaba corriendo.
ii) Que se reponga la causa al estado en que se les notifique de la decisión dictada, el 20 de noviembre de 2002, mediante
la cual la Sala declaró improcedente la medida cautelar solicitada, por el incumplimiento de lo ordenado en dicha sentencia y de lo
previsto en los artículos 84 y 95 del Decreto con rango y fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República; en
virtud de que en dicho fallo se ordenó notificar a las partes, sin embargo, dicha notificación a pesar de ser una formalidad necesaria
no fue practicada, lo cual violenta el derecho a la defensa de su representado, pues desconoc ían el momento a partir del cual
corrían los subsiguientes lapsos procesales.

iii) La revocatoria por contrario imperio del auto dictado, el 18 de febrero de 2004, en el cual se designó ponente y se fijó
el acto de informes, dado que con éste se lesionó el principio de confianza legítima y con ello la existencia de una seguridad jurídica
mínima, pues dicho auto fue dictado sin cumplir con la notificación ordenada en la sentencia del 20 de noviembre de 2002, para la
continuación de la causa.

iv) Alegan que en el presente caso hubo inepta acumulación de pretensiones, pues en el capítulo V, de las conclusiones y
petitorio libelo presentado por el representante judicial de los actores, se indicó lo que sigue:
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“’El presente Recurso está dirigido a que se declare que el Convenio Integral de Cooperación entre la
República de Cuba y la República y su Addendum, carece de validez por no haber sido aprobado por la
Asamblea Nacional mediante Ley Especial o porque no fue debidamente autorizado, de considerar este
alto tribunal procedente la excepción contenida en el artículo 154 de la Constitución. Asimismo, se
requiere la declaratoria de que el Acuerdo-Marco, suscrito por los presidentes de los bancos centrales (...)
es inconstitucional y no contempla garantía alguna para preservar los intereses patrimoniales de la Nación.
Finalmente, solicitamos se declare la inconstitucionalidad de la omisión de la Asamblea Nacional, al
no efectuar el control indispensable de la Constitución’” (Resaltado del escrito).

Indican que ello demuestra que la representación judicial de los actores en una misma acción, pretenden resolver dos
pretensiones, a saber, el recurso de nulidad contra los actos que denuncia como lesivos a la Constituci ón y la omisión en que
incurre la Asamblea Nacional, por tanto, debe declararse inadmisible la presente acci ón dada la contradicción que existe en la
solicitud.
v) Por último, impugnan conforme lo prevé el artículo 429 del Código de Procedimiento Civil los anexos señalados como
“A”, “B”, “C”, “D”y “F”, presentados por los accionantes, dado que los mismos debieron ser presentados en originales y no en
copias simples como lo hizo la parte actora y solicitan sean desestimadas las copias simples acompa ñadas al libelo, como
fundamento de su pretensión y, en consecuencia, se tenga como no admitido el presente procedimiento.

Aducen que en caso de que sean desestimados los puntos se ñalados previamente, la Sala considere los siguientes
argumentos los cuales rebaten los alegatos de fondo de la acción.

Arguyen que el 6 de noviembre de 1992, se suscribió en Caracas el Convenio Básico de Cooperación entre el Gobierno
de la República de Venezuela y el Gobierno de la Rep ública de Cuba, el cual fue publicado en la Gaceta Oficial n ° 4.506
Extraordinaria, el 23 de diciembre de 1992 y entró en vigor el 26 de marzo de 1993.

Que este Convenio prima facie, sirve de fundamento a los posteriores impugnados en la presente acción, y más allá de la
posible nulidad que puede pesar sobre el mismo, por la falta de control por parte del extinto Congreso de la República, salta a la
vista que había sido publicado en la Gaceta Oficial, por lo que de una u otra forma es conocido por todos los factores de la
sociedad, los cuales en ningún caso estuvieron en desacuerdo con el mismo, y por la propia naturaleza de sus cláusulas, no podría
ser cuestionado, menos aún por razones de control legislativo, toda vez que desarrolla principios constitucionales como el de la
cooperación internacional, formado con la finalidad del progreso en sentido social y económico.

Indicó que como no son normas que desarrollen algún tipo de precepto que resulte de necesario cumplimiento por cada
habitante de la República, se consideró que no era necesario una Ley Aprobatoria, como si lo es el caso por ejemplo del Estatuto
de Roma. Que con o sin la Ley Aprobatoria, este es un Convenio que en principio podría decirse que resultaría inocuo o ajeno al
común de las personas, porque no se concretiza en cada uno la obligaci ón de cooperar con los cubanos y, por ende, su
incumplimiento no acarrea sanción.
De ese modo, concluyen que los acuerdos impugnados en el presente caso, incluido el acuerdo energético entre Cuba y
Venezuela, fueron dictados en ejecución directa del Convenio Básico de Cooperación Técnica de 1992, de conformidad con sus
artículos 2 literal d, 3 literal c, y 5 ítem tercero, por tanto, constituyen una de las excepciones del artículo 154 de la Constitución de
la República Bolivariana de Venezuela y gozan de total validez pese a lo alegado por los actores y así solicitan sea declarado por
esta Sala Constitucional.

IV
INFORMES DE LOS TERCEROS COADYUVANTES

· Informe del ciudadano José Toro Hardy:

El informe consignado por el ciudadano José Toro Hardy está dirigido a apoyar las razones que sustentan la nulidad
incoada en el presente caso y, para exponer en su condici ón de economista las razones de carácter técnico financiero que
“demuestran el daño patrimonial que sufre la República por el suministro de crudo a la República de Cuba, en el marco
del Convenio impugnado (...)”.

Es de señalar que si bien la Sala no va a especificar el contenido del escrito, el mismo va a ser tomado en cuenta al
momento de la decisión.

· Informe del Banco Central de Venezuela:

Señalaron los apoderados judiciales del Banco Central de Venezuela que el Acuerdo-Marco suscrito, el 23 de octubre de
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2000, tiene como objeto el refinanciamiento de una deuda que manten ía el Banco Nacional de Cuba con su representado,
derivado del saldo impagado de la ejecución del Convenio Bilateral de Pagos y Créditos Recíprocos suscrito entre ambas
instituciones, el 1° de marzo de 1984, con el fin de canalizar operaciones comerciales entre ambos pa íses. A través de dicho
Acuerdo, el Banco Central de Cuba tras su creación, asumió el pago de la deuda que el Banco Nacional de Cuba tenía con su
representado y bajo nuevas condiciones, por lo que es dado en derecho afirmar que el mismo constituye un verdadero contrato
interinstitucional de reconocimiento de deuda con la asunción del compromiso de pago de la misma.
Indicaron que el señalado Acuerdo-Marco fue realizado por el Presidente del Banco Central de Venezuela conforme a la
facultad atribuida en el artículo 33 de la Ley del Banco Central de Venezuela y a la autorizaci ón otorgada por el Directorio de
dicho ente, por tanto, rechazan la denuncia de que el presidente de dicho organismo invadiera las competencias atribuidas al
Presidente de la República en el numeral 4 del artículo 236 de la Constitución.

Además, este Acuerdo fue suscrito en ejercicio de las competencias que de manera exclusiva y obligatoria le fueron
atribuidas al ente emisor, en los artículos 2 numeral 7, y 55 numeral 2, en concordancia con el artículo 90 literal d), eiusdem, según
los cuales:

“Artículo 2: Corresponde al Banco Central de Venezuela crear y mantener condiciones monetarias, crediticias y
cambiarias favorables a la estabilidad de la moneda, al equilibrio econ ómico y al desarrollo ordenado de la
economía, así como asegurar la continuidad de los pagos internacionales del país. A tal efecto, tendrá a su cargo:
(...)
7) Efectuar las demás operaciones y servicios compatibles con su naturaleza de banco central, dentro de las
limitaciones previstas en esta Ley.
(...)”.

“Artículo 55: Queda prohibido al Banco Central de Venezuela:


(...)
2) Hacer préstamos o anticipos sin garantía especial, salvo en los casos de convenios recíprocos con otros
bancos centrales, cámaras de compensación regionales o bancos regionales latinoamericanos.
(...)”.

“Artículo 90: El Banco Central de Venezuela regulará, en los términos que convenga con el Ejecutivo Nacional, lo
siguiente:
(...)
d) Los convenios internacionales de pago
(...)”.

De lo anterior, coligen que el Acuerdo-Marco es un contrato propio de la gestión ordinaria de un banco central que no
puede ser equiparado a lo que en esencia se ha entendido por contratos de interés público; es un contrato que no envuelve en sí
mismo actos de disposición de bienes o derechos propiedad del Estado, o que implique posteriormente la ejecución de medidas
preventivas o de embargo con relación a bienes nacionales, tampoco implica desembolso de dinero para el instituto emisor ni
involucra la asunción de obligaciones que comprometan la soberanía de la República.

Que la naturaleza jurídica de este Acuerdo es ajena a la noción de contrato de interés público sometido al control
legislativo previsto en el artículo 150 de la Constitución, o a la de un tratado o convenio internacional susceptible del control
previsto en el artículo 154 eiusdem, pues, en éste se constata la inexistencia de los elementos caracterizadores de los contratos de
interés público, pues en su objeto sólo estaría involucrado, en su negociación y concreción, el interés del Banco Central de
Venezuela en documentar y saldar sus acreencias, y en este orden de ideas su realización no viene dada por el querer común de un
conjunto de determinados intereses individuales, sino, por la acción de un único ente público cuya finalidad no es otra que la de
salvaguardar sus interese patrimoniales; por tanto, al ser el resultado de las gestiones realizadas por el Banco Central de Venezuela,
en ejercicio de una de sus competencias naturales, propias y ordinarias, estaría fuera del ámbito de la aplicación de los artículos
150, 154, 187 numerales 9 y 18, y 222 de la Constitución.

V
INTERVENCIÓN DE LOS TERCEROS ADHERENTES

Para decidir la acción de nulidad interpuesta por razones de inconstitucionalidad por los ciudadanos Felipe Mujica y
Leopoldo Puchi, esta Sala debe pronunciarse, sobre la intervención del ciudadano José Toro Hardy y del Banco Central de
Venezuela.

Observa esta Sala que conforme a lo estipulado en el artículo 370, ordinal 3° del Código de Procedimiento Civil, los
terceros pueden intervenir en la causa pendiente cuando, entre otras circunstancias, tengan un interés jurídico actual en sostener las
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razones de alguna de las partes y pretendan ayudarla a vencer en el proceso. Ello as í, visto que del contenido del artículo 379
eiusdem, se desprende que éstos pueden constituirse en cualquier estado y grado del proceso mediante diligencia o escrito
siempre que acompañen prueba fehaciente que demuestren el interés jurídico que tenga en el asunto, y por cuanto el presente juicio
trata de una acción de nulidad ejercida por razones de inconstitucionalidad contra el Convenio Integral de Cooperación entre la
República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito por los jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel Castro; el
Acuerdo-Marco suscrito por los Presidentes de los Bancos Centrales de ambos países; y el Addendum al Convenio Integral de
Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, donde la legitimación activa es amplia y no
requiere condición especial alguna, esta Sala Constitucional, por mandato expreso del art ículo 19, segundo aparte, de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, aplica supletoriamente lo dispuesto en los artículos 370, ordinal 3° y 379, del Código
de Procedimiento Civil. En consecuencia, admite a los señalados coadyuvantes en la acción de nulidad interpuesta por razones de
inconstitucionalidad. Así se decide.

VI
PUNTO PREVIO:

Considera esta Sala que previo a cualquier consideración referente al fondo de la acción interpuesta, resulta pertinente
señalar lo que sigue:

Se observa que, el 23 de marzo de 2004, la Procuraduría General de la República consignó escrito de informes, a pesar de
que para la fecha ya había fenecido la oportunidad para hacerlo. Dicho informe fue consignado de manera extemporánea en virtud
de que, a su juicio, en el presente caso se incumplieron modos procesales que devinieron en un desorden procesal que les impidió
conocer la oportunidad de los actos.

La Sala reconoce que en la tramitación del presente caso, el Juzgado de Sustanciación incumplió con la orden impartida en
la sentencia del 20 de noviembre de 2002, de notificar a las partes de dicha decisión, la cual obedecía al hecho de que no se abrió
un cuaderno de medidas para tramitar la medida cautelar solicitada y para dar cumplimiento a lo preceptuado en el artículo 84 del
Decreto con Rango y Fuerza de Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, el cual establece la obligación de
notificar, sin excepción, al Procurador o Procuradora General de la República de toda sentencia interlocutoria o definitiva en los
juicios en que la República sea parte.
En dicha sentencia, se declaró improcedente la medida cautelar solicitada por los accionantes, y si bien dicha decisión en
nada causa un perjuicio para la República de manera que hubiese ameritado la interposición de un recurso, se estima que dicha
omisión -considerada como tal, haya causado agravio o no-, es subsanable, no con la reposición de la causa, tal como lo prevé el
citado artículo 84 y como ha sido solicitado por dicho organismo, sino tomando como v álidos los argumentos expuestos en el
escrito de informes presentado.

En consideración a ello, esta Sala al objeto de preservar el derecho a la defensa de la Rep ública, pasa a revisar las
objeciones expuestas en su escrito de informes del 23 de marzo de 2004, sin considerar en el presente cap ítulo las defensas e
impugnaciones hechas a las denuncias de los accionantes sobre el fondo del asunto:

La Procuraduría General de la República objetó diversas actuaciones y etapas procesales del presente juicio, razón la cual,
la Sala considera necesario resolverlas no en el orden planteado, sino en el orden procesal ocurrido, ello tomando en cuenta qué
etapa del proceso afectaría la procedencia de dicha objeción, razón por la cual se resolverá primero la referente a la inepta
acumulación de acciones.

Alegan los representantes de la República que en el presente caso hubo inepta acumulación de pretensiones, pues en el
capítulo V de las conclusiones y petitorio del libelo presentado por el representante judicial de los actores, se solicita la declaratoria
de nulidad por inconstitucionalidad de los instrumentos impugnados, y la inconstitucionalidad de la omisi ón de la Asamblea
Nacional al no haber efectuado el control indispensable de la Constitución.

En este caso es la conclusión o el petitum, el que hace presumir que existen diversas pretensiones en el escrito presentado.
Uno de los requisitos indispensables para interponer y tramitar una demanda, es que en el libelo el actor fije con claridad y
precisión lo que pide. Estos dos requisitos son importantes ya que dicen a la contraparte contra qué ha de defenderse, y al Juez,
sobre qué ha de decidir. La petición o petitum concreta el objeto del proceso, es la conclusión a que llega el actor partiendo de
los hechos que alega como comprendidos, a su juicio, en el supuesto abstracto de la norma jur ídica que invoque; es la
consecuencia, para el actor, de la causa petendi, en esos sus dos componentes (fáctico y jurídico); además, comprende el objeto
directo y el mediato (Cfr. L. Prieto-Castro y Ferrándiz, Derecho Procesal Civil, Editorial Tecnos, Madrid, 1989. Quinta Edición,
pág. 141).

Cuando se interpone una demanda, el actor válidamente puede en un mismo libelo acumular varias pretensiones, y se
identificará que existen dos o más luego del estudio de los fundamentos y del petitum. Esta acumulación de pretensiones obedece
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a la necesidad de evitar fallos contradictorios; sin embargo, su admisibilidad está sujeta a que no concurran en ellas, los supuestos
establecidos en el artículo 19, aparte 6 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, a saber:

a) Que el conocimiento de la acción o recurso competa a otro tribunal.

b) Cuando fuere evidente la caducidad o prescripción de una de las acciones.

c) Cuando los procedimientos sean incompatibles.

d) Cuando las acciones se excluyan mutuamente.

e) Cuando no se acompañen los documentos indispensables para verificar si la acción o recursos es admisible.

f) Cuando en una de ellas no se haya cumplido el procedimiento administrativo previo a las demandas contra la República, de
conformidad con la Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República, esto sólo en los casos de demandas de
contenido patrimonial contra la República.

Ahora bien, al objeto de verificar la denuncia que al respecto formuló la Procuraduría General de la República, se observa
que el escrito presentado por los accionantes establece en la parte preliminar, folio n° 1, lo que sigue:

“...acudimos ante su competente autoridad a lo efectos de intentar la nulidad del Convenio Integral de Cooperación
entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito en fecha 30 de octubre del a ño
2.000, por los jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel Castro; el Acuerdo-Marco suscrito por los presidentes
de los bancos centrales de la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, Diego Luis Castellanos
en nombre del Banco Central de Venezuela y Francisco Soberón Valdés por el Banco Central de Cuba, en acto
que se celebró el 23 de octubre de 2000, en la Habana, Cuba; y el Addendum al Convenio Integral de
Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito, en fecha 12 de agosto
del año 2.001, por lo jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel Castro”.

Por otra parte, señalan en el folio n° 5, punto 3, que:

“Nuestro petito (sic), dirigido a la nulidad de los actos impugnados por razones de inconstitucionalidad, define la
competencia de esta Sala para conocer de la acción ya que, en el presente caso, se presenta una actuación del
Presidente de la República, en el marco de las relaciones internacionales, en ejecución directa de la Constitución.
Por otra parte, debe declararse la inconstitucionalidad de la omisión de la Asamblea Nacional, al no efectuar el
control indispensable para garantizar el cumplimiento de la Constitución. Finalmente, la celebración del Acuerdo-
Marco por Diego Luis Castellanos, en nombre del Banco Central de Venezuela, constituye una extralimitación de
atribuciones y una injerencia inaceptable de un órgano autónomo del Estado venezolano (...)”.

Asimismo, en el Capítulo V, referente a las conclusiones y al petitorio folio 31, indican:

“El presente Recurso está dirigido a que se declare que el Convenio Integral de Cooperación entre la República
de Cuba y la República y su Addendum, carece de validez por no haber sido aprobado por la Asamblea Nacional
mediante Ley Especial o porque no fue debidamente autorizado, de considerar este alto tribunal procedente la
excepción contenida en el artículo 154 de la Constitución. Asimismo, se requiere la declaratoria de que el
Acuerdo-Marco, suscrito por los presidentes de los bancos centrales de la República de Cuba y la República
Bolivariana de Venezuela, Diego Luis Castellanos en nombre del Banco Central de Venezuela y Francisco
Soberón Valdés por el Banco Central de Cuba, en acto que se celebró el 23 de octubre de 2000, en la Habana,
Cuba, es inconstitucional y no contempla garantía alguna para preservar los intereses patrimoniales de la Nación.
Finalmente, solicitamos se declare la inconstitucionalidad de la omisión de la Asamblea Nacional, al no efectuar el
control indispensable para garantizar el cumplimiento de la Constitución” .

En atención a los fundamentos expuestos y al petitum del escrito, observamos, que los accionantes solicitan lo siguiente:

i) La nulidad por inconstitucionalidad del Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la República
Bolivariana de Venezuela, suscrito el 30 de octubre de 2000, por los jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel
Castro;

ii) La nulidad por inconstitucionalidad del Acuerdo-Marco suscrito por los presidentes de los Bancos Centrales de la
República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, el 23 de octubre de 2000;
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iii) La nulidad por inconstitucionalidad del Addendum al citado Convenio Integral de Cooperación, suscrito, el 12 de
agosto de 2001 por los prenombrados jefes de Estado y;

iv) La declaratoria de inconstitucionalidad de la omisión de la Asamblea Nacional al no efectuar el control indispensable


para garantizar el cumplimiento de la Constitución.

Ahora bien, observa esta Sala que la competencia para conocer y resolver el conocimiento de todos los actos impugnados,
bien por ser una competencia atribuida directamente en el artículo 336 de la Constitución, y en el artículo 5 de la Ley Orgánica del
Tribunal Supremo de Justicia, o, indirectamente, por conexidad, corresponde a esta Sala Constitucional del Tribunal Supremo de
Justicia.

De igual manera, el procedimiento por medio del cual se tramitaron las acciones de nulidad al momento de su interposición,
era conforme a lo preceptuado en la hoy derogada Ley Orgánica de la Corte Suprema de Justicia pero vigente para la fecha, en la
sección “De los juicios de nulidad de los actos de efectos generales”, artículos 112 y siguientes; actualmente con la entrada en
vigencia de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, dichas acciones de nulidad igualmente se tramitan conforme al
procedimiento de actos de efectos generales contemplado en el artículo 21, en sus apartes undécimo al decimoctavo, ambos
inclusive.

Respecto al procedimiento pautado para tramitar la inconstitucionalidad por omisión de la Asamblea Nacional solicitada,
tenemos que esta Sala Constitucional en sentencia n° 1556/02, fijó el procedimiento necesario para hacer efectiva la disposición
constitucional, ello ante la falta de normativa legal que regule este aspecto, y decidió que “mientras no se haya establecido por
ley el procedimiento propio de la acción de inconstitucionalidad de la omisión del órgano legislativo en el cumplimiento de
una obligación constitucional, se le aplicará a tal pretensión el procedimiento previsto en la Ley Orgánica de la Corte
Suprema de Justicia para los juicios de nulidad de los actos de efectos generales -provenientes de su naturaleza-”.

Es decir, que esta acción por inconstitucionalidad se tramita al igual que las acciones de nulidad propuestas conforme al
procedimiento contra actos de efectos generales, conforme a lo establecido en la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia.

En cuanto a la conformidad de las pretensiones entre sí, tenemos que la consecuencia jurídica de una declaratoria con
lugar de las nulidades referidas en los puntos i), ii) y iii), sería la nulidad de los instrumentos impugnados, es decir, que se tendrán
como no válidos, no ejecutables, no suscritos.

No obstante, el resultado de declarar con lugar la omisi ón, sería ordenar al organismo, en este caso a la Asamblea
Nacional, cumpla con el deber constitucional previsto en el artículo 154 de la Constitución, a saber, someter a aprobación el
Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito el 30 de octubre
de 2000.

De ello, concluimos que efectivamente las acciones propuestas en el presente caso, espec íficamente las relativas a la
nulidad respecto a la omisión, son excluyentes entre sí, en virtud de que las resultas de una para con la otra, no se ajustan a la
obligación que tiene el dispositivo de un fallo de resolver en un solo sentido; aparte de que dichas acciones no se pueden ventilar en
un solo proceso, porque la consecuencia jurídica llevaría por direcciones distintas un mismo asunto, y se crearía una inseguridad
jurídica respecto a la resolución del mismo a, saber, el citado Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la
República Bolivariana de Venezuela, suscrito el 30 de octubre de 2000.

En atención a las anteriores consideraciones, estima la Sala que en el presente caso, existe inepta acumulación de acciones,
lo cual hace inadmisible la acción de nulidad por inconstitucionalidad interpuesta y, visto que tal declaratoria por ser de orden
público puede ser dictada en todo estado y grado de la causa, esta Sala declara inadmisible la acci ón de nulidad por inepta
acumulación de acciones, incoada por razones de inconstitucionalidad por los ciudadanos Felipe Mujica y Leopoldo Puchi,
actuando en nombre propio y en su carácter de Presidente y Secretario General del Partido Movimiento al Socialismo, MAS,
asistidos por el abogado Tulio Alberto Álvarez, contra el Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la
República Bolivariana de Venezuela, suscrito en fecha 30 de octubre de 2000, por los jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel
Castro; el Acuerdo-Marco suscrito por los presidentes de los bancos centrales de la República de Cuba y la República Bolivariana
de Venezuela, Diego Luis Castellanos en nombre del Banco Central de Venezuela y Francisco Sober ón Valdés por el Banco
Central de Cuba, el 23 de octubre de 2000, en la Habana, Cuba; el Addendum al Convenio Integral de Cooperación entre la
República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito, el 12 de agosto de 2001, por lo prenombrados jefes de
Estado y, la acción de inconstitucionalidad por omisión contra la Asamblea Nacional. Así se declara.

En consecuencia, se anulan todas las actuaciones procesales habidas en el presente caso desde el auto de admisión dictado
por el Juzgado de Sustanciación, el 7 de marzo de 2002, hasta el auto dictado por esta Sala, el 6 de mayo de 2004 cuando se dijo
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“Vistos”, ambos inclusive. Así también se declara.

Por cuanto la anterior declaratoria constituye una razón de fondo que afecta indudablemente al proceso, esta Sala no se
pronunciará sobre los demás argumentos invocados.

VII
DECISIÓN

Por las razones que anteceden, este Tribunal Supremo de Justicia, en Sala Constitucional, administrando justicia en nombre
de la República por autoridad de la Ley, declara:
PRIMERO: INADMISIBLE por inepta acumulación de acciones, la acción la acción de nulidad incoada por razones de
inconstitucionalidad por los ciudadanos Felipe Mujica y Leopoldo Puchi, actuando en nombre propio y en su car ácter de
Presidente y Secretario General del Partido Movimiento al Socialismo, MAS, asistidos por el abogado Tulio Alberto Álvarez,
contra el Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la República Bolivariana de Venezuela, suscrito en fecha
30 de octubre de 2000, por los jefes de Estado Hugo Chávez Frías y Fidel Castro; el Acuerdo-Marco suscrito por los ciudadanos
Diego Luis Castellanos en nombre del Banco Central de Venezuela y Francisco Soberón Valdés por el Banco Central de Cuba, el
23 de octubre de 2000, en la Habana, Cuba; el Addendum al Convenio Integral de Cooperación entre la República de Cuba y la
República Bolivariana de Venezuela, suscrito, el 12 de agosto de 2001, por lo prenombrados jefes de Estado y, la acci ón de
inconstitucionalidad por omisión contra la Asamblea Nacional.

SEGUNDO: ANULA todas las actuaciones procesales habidas en el presente caso desde el auto de admisión dictado por
el Juzgado de Sustanciación, el 7 de marzo de 2002, hasta el auto dictado por esta Sala, el 6 de mayo de 2004, cuando se dijo
“Vistos”, ambos inclusive.

Publíquese, regístrese y notifíquese. Archívese el expediente. Cúmplase lo ordenado.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Despacho de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a
los 24 días del mes de agosto dos mil cuatro. Años: 194º de la Independencia y 145º de la Federación.

El Presidente,
IVÁN RINCÓN URDANETA
El Vicepresidente,

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO

Los Magistrados,

ANTONIO JOSÉ GARCÍA GARCÍA JOSÉ MANUEL DELGADO OCANDO


Ponente

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

JMDO/
EXP. n° 02-0416

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