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Análisis de Concherías

Aquileo J. Echeverría

La historia moderna y contemporánea de lo que actualmente se


conoce como Costa Rica se traduce en la confluencia de factores que
contribuyeron a la formación de una legítima identidad costarricense.
El producto transitorio de este proceso – puesto que la historia es
constante – arroja una serie de interesantes conclusiones; que bien
podrían clasificarse en: sociales (étnicas/culturales), económica y
políticas.

Es en definitiva Costa Rica el resultado de una mezcla o mosaico de


culturas. Sería erróneo pensar únicamente en la influencia española.
Los protagonistas de esta historia involucran chinos, negros, italianos,
aborígenes autóctonos o amerindios y demás personajes de igual
importancia.

Es precisamente a través de este crisol cultural generado a partir del


inevitable mestizaje que se debe apreciar la obra de Aquileo J.
Echeverría. ¿Por qué?

- Concherías es el fiel reflejo de lo que es el tico. Sería una


humilde opinión del tema.

Sin lugar a dudas que lo es. Pero más interesante sería pensar por
que si ese lenguaje, costumbres y tradiciones ejemplifican de manera
fehaciente lo que es ser tico hoy en día reflejamos una identidad
completamente ajena a nuestras raíces.

Leer Concherías no solo es realizar una lectura más. Es transportarse


a una realidad que es necesaria recordar e insertar nuevamente en la
conciencia colectiva de una nación que camina errante haciendo
suyos una serie de valores que no le pertenecen en absoluto.

Hoy en día vivimos una realidad agresiva que rechaza lo autóctono


por lo de cualquier parte del mundo…Que divertido resulta saborear
un poco de la historia nuestra a través de Concherías.

En Los Milagros se puede apreciar un legado generacional religioso.


El proceso de conquista y colonización avasalló toda la América de los
siglos XV y XVI. Costa Rica no escaparía a este proceso donde la
máquina ideológica de la religión española aportaría su granito de
arena al justificar todas las atrocidades de sus verdugos
conquistadores.
El cristianismo opuesto radicalmente a la estructura religiosa
aborigen dictó las pautas de un “nuevo mundo” aunque dicho término
haya sido puesto en tela de duda en innumerables ocasiones. Los
aborígenes politeístas con un gran y valorable sentido de respeto por
la naturaleza sucumbieron por la alfabetización y conocimiento de
una nueva visión de mundo.
La transformación fue total. No se adoraría a ninguna otra deidad que
no fuese el único Dios cristiano. Los aborígenes aprendieron la
lengua, costumbres y tradiciones de los españoles. Incluso a la fecha
muchas de esas se practican de una manera solemne.

Ideas como el infierno, cielo, limbo y purgatorio son temas


cotidianos. Ni que decir de los milagros y de la intercesión de los
muertos por aquellos que los invocare.

El tema de los rezos es otro indicativo de la herencia española y


practicada por los habitantes de Costa Rica; incluso después de la
independencia en 1821.

El lenguaje sufrió una peculiar transformación. Ese aspecto se


presenta en toda la obra de Aquileo J. Echeverría. Palabras cortadas e
inconclusas evidencia las expresiones cotidianas de los costarricenses
de antaño y por qué no de la actualidad. Sola basta con que un día
realices el sencillo ejercicio de prestar atención a la forma de
comunicarse que poseemos los ticos en general.

Observemos solamente algunas: ¿Qué ju`eso?, Qu`es?, Adió, Pa`que,


Pa`onde?, etc.

Visita de Pésame exterioriza el sentir del costumbrismo


costarricense. La vecina fisgona que visita la casa de luto y comenta
de los acontecimientos en torno al difunto; aún cuando su condición
de salud no es la mejor.

Existe una gran riqueza cultural en este cuento dado a la cantidad de


elementos propios de la idiosincrasia del ser costarricense. Las
técnicas curativas heredadas de los aborígenes en su gran mayoría
por medio de la implementación de remedios caseros, el aspecto
religioso y tradicional con los populares rezos – excusa perfecta para
las borracheras-. Igualmente se menciona en reiteradas ocasiones la
figura venerada de un Dios heredado por los navegantes europeos.
¡Dios lo tenga en su gloria! Comentaban en reiteradas ocasiones los
pueblerinos.

Otro factor de suma importancia es el relacionado con la


particularidad de ser Costa Rica una nación de tendencia agrícola.
Productos coloniales como el cacao, tabaco, maíz y posteriormente
para el siglo XIX con el cultivo, consumo y comercialización de
nuestro “grano de oro”: el café. Se evidencia el protagonismo del café
en las casas de los costarricenses para atender visitas, pretender
curar enfermos y sino resultase para la vela del mismo.
Y por supuesto el aspecto no menos importante del chisme o del
rumor típico del costarricense que gusta de estar siempre informado.

Un Hermano recopila lo que hasta ahora se ha comentado. En


primer lugar el hecho de ser una nación agrícola se aprecia con el
cocimiento de la popular Olla de Carne que involucraba todo tipo de
verduras. Merito de Aquileo J. Echeverría en la fina y atractiva
descripción de este procedimiento culinario. Solo basta leerlo para
sentirse atraído a algo más que leer.

Igualmente el protagonismo de la carreta es impresionante. Hoy en


día trata de rescatarse este tipo de tradiciones que han perdido
terreno ante la acción de la globalización enemiga declarada al folclor
de cualquier nación de este mundo.

Recuérdese el valioso aporte de la carreta en la consolidación de la


economía costarricense en el siglo XIX con el traslado de los primeros
cargamentos de café a Valparaíso, Chile en la década de 1830.
Después sería simplemente el boom de este cultivo.

Igualmente quedan impresos en la retina, no de unos pocos ticos por


cierto del mágico y único sonido de la carreta a través de las veredas
pueblerinas. Definitivamente es lindo recordar, pero mayormente
recordar para definir una identidad que pareciera en crisis.

En segundo lugar el aspecto de la religiosidad asociado a las


creencias muy comunes de los ticos. Historia de difuntos, espíritus
errantes, leyendas de todo tipo, cruces, cutachas, promesas
inconclusas y la figura de un sacerdote incrédulo en temas de la
muerte alimentan una historia cargada de misticismo.

En Pascuala se rescatan tres aspectos. El primero que la sociedad de


antaño en Costa Rica al igual que la actual no estaba exenta de la
controversia de la conducta de las personas. Igualmente se encuentra
el antecedente de la violencia de la que nos sorprendemos hoy en
día.

El otro aspecto es el del arraigo del tico por el consumo desmedido,


cotidiano o como quiera llamarse del guaro o licor. En aquellos
tiempos el famoso guaro de contrabando era utilizado para mitigar
penas, enfermedades o para sacarse la rabia por problemas de la
familia, la cosecha perdida o del amigo que le había jugado una mala
pasada.

Lo cierto del caso es que el licor alimentaba el machismo


generalizado de esta sociedad. Resulta curioso como hoy la mujer ha
despertado de un letargo en el que se encontró dormida por muchos
años. Por supuesto amparado por la ley.
Simplemente se podría comparar dos realidades completamente
antagónicas. La de la Costa Rica donde el hombre se imponía, agredía
y mandaba a placer y al de hoy en día –conste que hay excepciones
claras- donde la mujer en muchos casos hegemoniza.

Sirva este análisis para darle mérito a quien lo merece y es a la figura


de Aquileo J. Echeverría por transportarnos por unos minutos a la
Costa Rica que olvidamos. Pero que hay que recordar para continuar
trazando una historia valiosa para las futuras generaciones.

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