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Problemas del
Desarrollo
en América Latina
Problemas del
Desarrollo en
América Latina
Rodrigo Arocena
Carpeta de trabajo
Universidad Nacional de Quilmes
Maestría Virtual Latinoamericana en Ciencia, Tecnología y Sociedad:
Problemas del Desarrollo en América Latina
Impreso en Argentina
Íconos
Lectura obligatoria
Es la bibliografía imprescindible que acompaña el desarrollo de los conteni-
dos. Se trata tanto de textos completos como de capítulos de libros, artícu-
los y "papers" que los estudiantes deben leer, en lo posible, en el momento
en que se indica en la Carpeta.
Actividades
Se trata de una amplia gama de propuestas de producción de diferentes ti-
pos. Incluye ejercicios, estudios de caso, investigaciones, encuestas, elabo-
ración de cuadros, gráficos, resolución de guías de estudio, etc.
Para reflexionar
Es una herramienta que propone al estudiante un diálogo con el material, a tra-
vés de preguntas, planteamiento de problemas, confrontaciones del tema con
la realidad, ejemplos o cuestionamientos que alienten la autorreflexión, etc.
Lectura recomendada
Es la bibliografía que no se considera obligatoria, pero a la cual el estudian-
te puede recurrir para ampliar o profundizar algún tema o contenido.
Pastilla
Se utiliza como reemplazo de la nota al pie, para incorporar informaciones
breves, complementarias o aclaratorias de algún término o frase del texto
principal. El subrayado indica los términos a propósito de los cuales se in-
cluye esa información asociada en el margen.
Índice
Contenidos ........................................................................................14
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Problemas del Desarrollo en América Latina
Referencias bibliográficas..................................................................269
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Introducción
Introducción
❘❚❚ “Por sí mismo, el PNB per cápita no representa ni mide el grado de bienes-
tar o el éxito del proceso de desarrollo. Tampoco establece una distinción en-
tre los objetivos y usos finales de un producto dado, ni revela si se limita a
contrarrestar un obstáculo natural o de otra índole o si es perjudicial o benefi-
cioso para el bienestar. Por ejemplo, el PNB es más alto en los países con un
clima más frío, cuyos habitantes gastan dinero en calefacción y ropa de abri-
go, que en los países con un clima más suave, cuyos habitantes pueden usar
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Son muchas pues las objeciones que pueden plantearse al índice más fre-
cuentemente utilizado para estimar el grado de desarrollo de un país, su PIB
por habitante, medido a precios de mercado y convertido en dólares de
acuerdo con las tasas de cambio correspondientes. Por ejemplo, Arabia Sau-
dita tiene desde hace tiempo un PIB por habitante bastante más alto que el
de otros países donde el analfabetismo o la mortalidad infantil son mucho
menores. En general, no resulta simple la relación entre los índices más o
menos habituales para estimar la producción y las condiciones de vida de la
gente. Países con mayor producción promedio por habitante que otros pue-
den ofrecer, por ejemplo, una expectativa de vida menor. Y la opulencia pue-
de incluso relacionarse con el auge de la criminalidad y la violencia.
Buscando contar con índices más adecuados, el Programa de las Nacio-
nes Unidas para el Desarrollo (PNUD) calcula anualmente el llamado “Indica-
dor del desarrollo humano” (IDH) de cada país. Se trata de un número entre
0 y 1, obtenido como un promedio ponderado de datos relativos a la espe-
ranza de vida, la alfabetización de los adultos, el promedio de años de es-
tudio y los ingresos por persona.
Se puede sin duda discutir lo bien fundado del IDH. En todo caso, como lo
destaca también Amartya Sen en el Informe sobre el Desarrollo Humano de
1999, al evocar la óptica del creador del IDH, Mahbub ul Haq, hace falta un in-
dicador sintético tan simple como el PIB, cuyo uso sea igualmente cómodo,
pero que no sea tan ciego a los aspectos sociales de la vida humana.
Cuando se piensa en el desarrollo como proceso es preciso tener en
cuenta lo que sucede en materia de alimentación, vestimenta, vivienda,
atención médica, posibilidades educativas y otras cuestiones que tienen
que ver con la estructura de la sociedad en su conjunto.
En efecto, temas como los apuntados se relacionan con la producción
pero también con la distribución de lo que se produce. Y, por otra parte, la
mejora o el deterioro de las condiciones de vida están directamente vincu-
lados con las condiciones ambientales y sociales en las que se desenvuel-
ve la vida.
En suma, el concepto de desarrollo es un concepto problemático. Y es
de suponer que no dejará de serlo, pues se relaciona con el logro de condi-
ciones que permitan una vida mejor. Se trata de una noción directamente
dependiente de los valores que cada uno adopte. Bien se sabe que los va-
lores difieren según las personas, las naciones y las culturas; se sabe tam-
bién que los valores cambian a lo largo del tiempo. Parecería, en conse-
cuencia, que el pensamiento acerca del desarrollo debe adoptar una
perspectiva plural, sustentada en el respeto a la diversidad. No pretendere-
mos pues elaborar una definición del desarrollo. Pero ensayaremos una sín-
tesis, como ayuda a la discusión, de lo que cabe entender como temática
propia del desarrollo.
En términos muy generales, puede decirse que la teoría del desarrollo
estudia la evolución y la transformación de los procesos productivos, de las
relaciones de trabajo y de las formas del crecimiento económico, desde el
punto de vista de sus conexiones con las condiciones de vida de la gente.
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❘❚❚ “[...] nos interesan preguntas del siguiente tenor: ¿Cómo tiene lugar el cre-
cimiento en diferentes tipos de sistemas económicos? ¿Cuáles son las carac-
terísticas institucionales de tales sistemas? ¿Qué clases o grupos sociales
poseen poder político y económico, y qué relaciones existen entre las estruc-
turas de poder y el proceso de transformación social? ¿Bajo qué condiciones
cabe esperar que un tipo de sistema económico se transforme en otro? Se no-
tará que se sigue analizando el crecimiento económico, pero en un sentido
‘causal’ mucho más complejo, en el contexto de lo que a veces se llama eco-
nomía política. Y, por extensión, la frase ‘economía política de la ciencia y la
tecnología’ se refiere al estudio de cómo ‘la ciencia’ y ‘la tecnología’ en tanto
instituciones sociales han incidido en el ritmo y en la dirección del desarrollo
económico y del cambio social, y al análisis de los problemas resultantes”
(CLARK, 1985, p. 24). ❚❚❘
Contenidos
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Objetivos
Objetivos del curso
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1 UNIDAD 1
Objetivos
1.1. La Revolución
Durante la segunda mitad del siglo XVIII, Inglaterra vivió los orígenes de una
gran mutación. “Con la Revolución Industrial se inició un proceso acumulati-
vo de avance tecnológico autoalimentado cuyas repercusiones se harían
sentir en todos los aspectos de la vida económica” (LANDES, 1979, p. 17), lo
cual señala un punto de viraje en la evolución de la humanidad: “el inglés de
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❘❚❚ “La cooperación fundada en la división del trabajo asume su figura clásica en
la manufactura. En cuanto forma característica del proceso capitalista de pro-
ducción, predomina durante el período manufacturero propiamente dicho, el cual
dura, en líneas muy generales, desde mediados del siglo XVI hasta el último ter-
cio del siglo XVIII” (MARX, 1979, p. 409). ❚❚❘
❘❚❚ “En todos los oficios de los que se apodera, […] la manufactura genera
una clase de trabajadores que la industria artesanal excluía por entero, los lla-
mados obreros no calificados. Así como aquélla, a costa de la capacidad con-
junta de trabajo, desenvuelve hasta el virtuosismo la especialización totalmen-
te unilateralizada, comienza también a hacer de la carencia de todo
desenvolvimiento una especialización. Junto a la gradación jerárquica entra en
escena la simple separación de los obreros en calificados y no calificados. En
el caso de los últimos, los costos de aprendizaje desaparecen totalmente; en
el caso de los primeros se reducen, si se los compara con el artesano, porque
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❘❚❚ “El período manufacturero, que no tarda en proclamar como principio cons-
ciente la reducción del tiempo de trabajo necesario para la producción de mer-
cancías, esporádicamente desarrolla también el uso de máquinas, en particular
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Problemas del Desarrollo en América Latina
para ciertos procesos primarios simples que hay que ejecutar masivamente y
con gran desgaste de energías. Así, por ejemplo, en la manufactura papelera
pronto se utiliza el molino de papel para desmenuzar los trapos, y en la meta-
lurgia el llamado molino quebrantador para triturar el mineral. Con el molino hi-
dráulico, el Imperio Romano nos había legado la forma elemental de toda ma-
quinaria. El período artesanal nos deja los grandes inventos de la brújula, de
la pólvora, de la imprenta y el reloj automático. En líneas generales, sin embar-
go, la maquinaria desempeña ese papel secundario que Adam Smith le asigna
junto a la división del trabajo. De gran trascendencia fue el esporádico empleo
que de las máquinas hizo el siglo XVII, pues ofreció a los matemáticos eminen-
tes de esa época puntos de apoyo y alicientes prácticos para la creación de la
mecánica moderna” (MARX, 1979, pp. 423-424). ❚❚❘
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Si bien lo que hoy en día llamamos máquina no tiene una fuente de energía
humana o animal, no reside allí la característica primera de la máquina. Lo
que la define es la introducción de un mecanismo que realiza una tarea de-
sempeñada previamente en forma manual. Como lo indica la cita siguiente,
ese mecanismo puede tener que ver con la fuente de energía, pero la trans-
formación revolucionaria de los procesos productivos no se originó a ese ni-
vel, sino al de la máquina-herramienta, mediante la invención de mecanis-
mos que hacen actuar a una serie de herramientas, en principio similares a
las usadas por los artesanos, de modo tal que alguna etapa de un proceso
de fabricación deja de ser realizada en forma manual por seres humanos.
Lo que inició el gran viraje fue la introducción de mecanismos que, por com-
paración con el desempeño manual previo de la misma operación, podían
movilizar simultáneamente un número mucho mayor de herramientas y, a
menudo, a mayor velocidad. Se produjo así un “desequilibrio” entre la capa-
cidad operativa multiplicada de la máquina-herramienta y la limitada capaci-
dad de su fuente de energía, humana, animal o aun hidráulica. La introduc-
ción y generalización de una nueva y mucho más poderosa fuente de
energía definirá el carácter propiamente revolucionario de esa etapa de
cambio técnico:
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Problemas del Desarrollo en América Latina
requiere a su vez una fuerza motriz más poderosa que la humana” (Marx,
1979, p. 457). ❚❚❘
Una idea de la magnitud de los cambios surge de unos pocos números rela-
tivos a la productividad del trabajo, medida como la relación entre la canti-
dad producida y el tiempo empleado en producirla. El empleo de la máquina
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❘❚❚ “Las fábricas de hilados equipadas con los throstles (telares continuos) de
Arkwright, desde un principio tuvieron como fuerza motriz el agua. No obstan-
te, también el uso de la fuerza hidráulica como fuerza motriz dominante pre-
sentaba dificultades muy serias. No se la podía aumentar a voluntad, ni reme-
diar su escasez; en ocasiones faltaba, y, ante todo, era de naturaleza
puramente local. Sólo con la segunda máquina de vapor de Watt, la denomi-
nada de efecto doble, se encontró un primer motor que mediante el consumo
de carbón y agua genera él mismo su fuerza motriz, un motor cuya potencia
energética está por entero bajo el control humano; que es móvil y un medio
de locomoción; urbano y no, como la rueda hidráulica, rural; que permite con-
centrar la producción en ciudades, en vez de dispersarla por el campo, como
hacía aquélla; universal en sus aplicaciones tecnológicas; relativamente poco
condicionado, en cuanto a su ubicación geográfica, por circunstancias loca-
les. El gran genio de Watt se pone de manifiesto en la especificación de la
patente que obtuvo en abril de 1784, y en la cual no describe su máquina de
vapor como invento para fines especiales, sino como agente general de la
gran industria” (MARX, 1979, pp. 458-459). ❚❚❘
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La frase de Landes que hemos tomado como guía culmina señalando que la
emergencia de la fábrica constituyó el núcleo del nuevo sistema productivo,
que se impondrá rápidamente sobre las otras modalidades de la producción
industrial, como el artesanado, el sistema manufacturero y la industria a do-
micilio. Esta última tiene carácter capitalista, como la manufactura y a dife-
rencia del artesanado, pues se basa en que un empresario -por lo general,
un comerciante que extiende su actividad- proporciona la materia prima a
los trabajadores y luego se encarga de la venta del producto terminado, pa-
gándoles a los productores directos por los productos que han fabricado en
su propia casa, con sus propias herramientas, lo cual asemeja el sistema al
artesanado y lo diferencia de la manufactura. La industria a domicilio propor-
cionó ciertos ingresos adicionales a familias campesinas, que podían por
ejemplo aprovechar los períodos de escasa labor rural para tejer en conjun-
to no sólo para su propio uso sino para la venta; el sistema también permi-
tió a los comerciantes intervenir en la producción en una forma vedada por
el régimen gremial del artesanado.
La división del trabajo, que permite expandir la producción y favorece la
sustitución, para la realización de ciertas tareas, de la mano humana por
mecanismos, tuvo lugar esencialmente en el sistema manufacturero. Así, el
encadenamiento de cambios sociales y técnicos que desembocó en la in-
dustria moderna pasó por la expansión de la manufactura, en la cual se mul-
tiplicó el uso de máquinas, hasta que, cuando coincidieron la conveniencia
económica y la posibilidad técnica de alimentar los mecanismos motrices de
las máquinas mediante una nueva gran fuente de energía, la manufactura se
convirtió en fábrica. Esta palabra pasó pues a designar una entidad produc-
tiva unificada, en la cual se agrupa bajo una dirección y supervisión común
a un conjunto de obreros, y se usa una fuente centralizada de energía, típi-
camente inanimada; por contraste, cuando falta esa fuente central de poten-
cia, se habla de manufactura (LANDES, 1998, p. 186).
En las décadas finales del siglo XVIII, se arracimaron un conjunto de inno-
vaciones, en la industria textil y en el uso de la energía, pero también en la
metalurgia, en las máquinas usadas en otras ramas industriales y, funda-
mentalmente, en la fabricación de máquinas para fabricar máquinas. Tales
innovaciones no sólo se apoyaban en una larga evolución en sus respectivas
áreas sino que además se respaldaban las unas a las otras, en la medida
en que interactuaban entre sí, difundiéndose con cambios menores o mayo-
res de una rama a otra, inspirando y posibilitando nuevos cambios técnicos,
los cuales, como volvería a suceder en otros períodos, se agruparon en una
suerte de racimo o cluster.
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❘❚❚ “Las máquinas y las técnicas por sí solas no hacen la Revolución Industrial.
Supusieron mejoras en la productividad y un desplazamiento de la importancia
relativa del factor de producción trabajo en favor del capital. Pero por revolu-
ción entendemos también, además del cambio de medios de producción, la
transformación de su organización. En particular, nos referimos al agrupamien-
to de grandes masas de obreros en un mismo lugar, con el propósito de que
realizasen sus tareas bajo supervisión y disciplina; en pocas palabras, esta-
mos hablando de lo que se ha venido a llamar el sistema industrial” (LANDES,
1979, p.131). ❚❚❘
❘❚❚ “[…] como resultado de las mejoras tecnológicas, las empresas cuyo ritmo
venía marcado por el hombre se orientaron hacia el mismo tipo de precisión y
regularidad que caracterizaba al hilado y al tejido. En las industrias del hierro
y del acero, tanto el taller de laminado como el martinete de vapor y los proce-
dimientos de transporte más eficaces facilitaron la orientación en esta direc-
ción; y en el conjunto de la industria metalúrgica, el desarrollo de máquinas-
herramientas para propósitos especiales y la mayor precisión de las piezas
condujo hasta las cadenas de montaje del siglo XX” (LANDES, 1979, p. 138). ❚❚❘
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❘❚❚ “[...] las condiciones sociales se dejaban sentir mucho en Gran Bretaña, en
donde había pasado más de un siglo desde que el primer rey fuera procesado
en debida forma y ejecutado por su pueblo, y desde que el beneficio privado y
el desarrollo económico habían sido aceptados como los objetivos supremos
de la política gubernamental. Para fines prácticos, la única solución revolucio-
naria británica para el problema agrario ya había sido encontrada. Un puñado
de terratenientes de mentalidad comercial monopolizaba casi la tierra, que
era cultivada por arrendatarios que a su vez empleaban gentes sin tierras o
propietarios de pequeñísimas parcelas. Muchos residuos de la antigua econo-
mía aldeana subsistían todavía para ser barridos por las Enclosure Acts
(1760-1830) [legislación que permitió el cercamiento y la apropiación privada
de las tierras antiguamente poseídas en común] y transacciones privadas, pero
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(1979, p. 490), en una sección cuyo título -“La técnica, condición necesaria, sin
duda no suficiente”- sugiere sin embargo algo más matizado. Para suscitar la
reflexión, podemos referirnos a otro de los ejemplos de “prerrevoluciones”, o
revoluciones industriales fracasadas, que el autor estudia.
Braudel recuerda que se ha hablado de una primera revolución industrial in-
glesa, que habría tenido lugar en el período 1560-1640. El uso creciente del
carbón de piedra se estaba constituyendo en el rasgo mayor de la economía in-
glesa; se lo usaba para la calefacción y en la fabricación de vidrio, cerveza, la-
drillos, en la refinación de azúcar, en la obtención de sal mediante la evapora-
ción de agua de mar. Ese dinamismo económico impulsaba la concentración de
capitales y de mano de obra, que a su turno impulsaba a aquél. Se expandía
así el “sistema manufacturero” que, mirado desde el futuro, puede ser descrito
como el sistema de las fábricas sin máquinas, o sea, el agrupamiento en gran-
des talleres de numerosos trabajadores. Se atribuye el primer lugar en la expli-
cación de ese dinamismo al auge del mercado interno, resultado a su vez de un
importante crecimiento demográfico -del orden del 60% durante el siglo XVI- y
del considerable incremento de los ingresos en el agro, lo cual amplió la de-
manda de productos manufacturados (BRAUDEL, 1979, pp. 477-478).
Pues bien, todo ello estimuló los cambios productivos, pero no desencadenó
sin embargo nada comparable al ciclo de innovaciones tecnológicas que algo
más de un siglo después configuró la Revolución Industrial. Para avanzar en la
comprensión de ésta, hace falta pues ir más allá del contexto general que la hi-
zo posible.
El éxito de la Revolución, dicen Freeman y Soete (1997, p.55, nuestra tra-
ducción) “se debió aparentemente a la combinación de una actividad empresa-
rial imaginativa, el ingreso a mercados potencialmente crecientes, el acceso al
capital necesario para la inversión en las nuevas fábricas, y la capacidad de in-
ventiva técnica, a veces pero no siempre protegida por patentes y, a veces pero
no siempre, sustentada por contactos con el mundo de la ciencia”. Destacan
también (ibid., p. 56) que “entre las instituciones más favorables para el creci-
miento económico en Gran Bretaña estaban el espíritu científico que permeaba
la cultura nacional y el apoyo a la invención técnica”.
Las transformaciones de índole revolucionaria aparecen como conjunciones,
en ciertas circunstancias de lugar y tiempo, de oportunidades propicias con ca-
pacidades para aprovecharlas, unas y otras surgidas a su vez del “doble regis-
tro” en el que se combinan la concentración en un período breve de aconteci-
mientos gravitantes con la acumulación gradual que se despliega en la larga
duración.
El cambio técnico no es, seguramente, una suerte de “primer motor” de las
transformaciones, pero la historia no sugiere que sea el mero reflejo de condi-
ciones externas. Por lo general, no tiene lugar en ausencia de una demanda so-
cial, pero ésta no basta para producirlo. Se trata de un proceso social, que in-
teractúa con otros, que sin embargo no lo determinan unívocamente, por lo cual
no cabe soslayar el análisis de sus dinámicas específicas.
Ello puede comprobarse en los orígenes de la industrialización, respecto de
lo cual lo que sigue es muy sugestivo:
❘❚❚ “Parece claro, aunque no es fácil de demostrar, que en la Gran Bretaña del
sigo XVIII existía un nivel de capacidad técnica y un interés en máquinas y ‘ar-
tefactos’ muy superior al de otros países de Europa. Esto no debe confundirse
con conocimiento científico: a pesar de los muchos esfuerzos por relacionar la
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Revolución Industrial con la Revolución Científica de los siglos XVI y XVII, esta rela-
ción parece haber sido muy difusa: ambas eran reflejo de un gran interés por los
fenómenos naturales y materiales y de la aplicación cada vez más sistemática de
la investigación empírica. Si acaso, fue el progreso del conocimiento científico
quien le debió mucho a los enfoques y a los logros de la tecnología; pero el flujo
de ideas o métodos en la otra dirección fue mucho menor, y continuaría siéndolo
hasta bien entrado el siglo XIX” (LANDES, 1979, pp. 76-77). ❚❚❘
❘❚❚ “La manufactura del hierro era esencialmente una forma de arte culinario -
exigía intuición acerca de los ingredientes, un sentido muy agudo de la propor-
ción, tener cierto ‘instinto’ sobre cuánto tiempo debía pasar el cocido al fue-
go. Los herreros no sabían por qué ciertas cosas funcionaban y otras no; ni
les importaba. No fue hasta mediados del siglo XIX que los científicos lograron
un conocimiento suficiente del proceso de transformación del mineral en me-
tal para poder servir de guías hacia el desarrollo de técnicas racionales y de
medidas de la eficiencia de los procesos” (LANDES, 1979, p. 108). ❚❚❘
Volviendo al período de los orígenes, y a esa vocación técnica que habría ca-
racterizado a la Inglaterra de entonces, se podría tal vez hablar de la difu-
sión de una actitud innovadora a nivel de la práctica productiva, basada pri-
mordialmente en una vocación por la experimentación pero también en el
amplio uso de los elementos básicos del conocimiento científico disponible
a nivel masivo. La cuestión, por cierto cardinal, justifica una cita extensa pe-
ro elocuente. Ciertas investigaciones
❘❚❚ “[…] presentan una imagen impresionante de la energía con que en Lancashire
se movilizó y promovió la capacidad técnica en la segunda mitad del siglo XVIII -im-
portando artesanos de lugares tan lejanos como Londres y Escocia y capitalizando
sobre su propia tradición muy fuerte de mano de obra especializada, para conver-
tir carpinteros en constructores de molinos y torneros, herreros en fundidores, re-
lojeros en modeladores y constructores en mecánicos-. Aún más impresionante re-
sulta el conocimiento teórico de esos hombres. No eran, en conjunto, unos
hojalateros ignorantes, como suele presentarlos la mitología histórica. Incluso un
constructor de molinos ordinario […] solía ser ‘un aritmético aceptable, sabía algo
de geometría, nivelación y medición, y, en algunos casos, poseía conocimientos
muy completos sobre matemáticas aplicadas. Sabían calcular las velocidades, la
resistencia y la fuerza de una máquina: sabían dibujar planos y secciones…’. Mu-
chos de estos ‘conocimientos superiores y capacidad intelectual’ reflejaban la
abundancia de medios para la educación técnica que se daban en ‘pueblos’ como
Manchester durante este período, y que comprendían desde las academias de Di-
sidentes y de las sociedades ilustradas hasta la presencia de conferenciantes lo-
cales o invitados, escuelas privadas de ‘matemáticas y comercio’ con clases por
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❘❚❚ “Entre las causas de la importancia empresarial de los Disidentes pueden ha-
ber estado su actitud general no conformista y su racionalismo, así como su ex-
clusión de las universidades tradicionales y de los cargos públicos, que impulsó a
muchos a hacer sus carreras en la industria. Su celo educativo los llevó a esta-
blecer sus propios colegios y a constituir el sector mejor educado de las clases
medias. De la Escocia Presbiteriana provenía una proporción inusualmente alta
de los inventores más relevantes [Watt incluido], en una época en que Escocia te-
nía el mejor sistema de educación primaria de Europa y algunas de las mejores
universidades” (FREEMAN y SOETE, 1997, p. 43, nuestra traducción). ❚❚❘
❘❚❚ “Los científicos del siglo XVII […] desean matematizar la Naturaleza para ver en
ella una inmensa máquina que idealmente, en sus leyes, podríamos fabricar no-
sotros mismos. […] esta unión de teoría y práctica era entonces una novedad re-
volucionaria, pues oponía a la antigua fórmula ‘conocer es contemplar’ una com-
pletamente nueva: ‘conocer es fabricar’” (TATON, 1972, t. 2, p. 222). ❚❚❘
Este objetivo será, hasta avanzado el siglo XIX, mucho más un programa que
una realidad. Pero, desde el propio siglo XVII, orientará la práctica de no poca
gente. Y en esa influencia cultural de la nueva ciencia, la primacía de Inglate-
rra será todavía más notoria que en la creación científica propiamente dicha.
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Nos encontramos pues ya entonces con las raíces de lo que fue un siglo
más tarde uno de los fundamentos de la aceleración del cambio técnico y,
sobre todo, de la contribución de los “Disidentes” a ello: una actitud ante la
práctica basada en valores.
Orientado por el famoso libro que Max Weber tituló La ética protestante y
el espíritu del capitalismo, Merton centra su atención en la “exaltación de los
estudios científicos y empíricos” por parte de la ideología puritana:
Como quiera que sea, la ciencia revolucionaria del siglo XVII en Inglaterra
prestaba gran atención a las cuestiones técnicas. Merton analiza en detalle
los ejemplos de la minería, la tecnología militar y la navegación. Respecto de
este último caso concluye: “En general, pues, puede decirse que los científi-
cos contemporáneos, desde el infatigable y brillante Perry hasta el sin par
Newton, enfocaron definidamente su atención en tareas técnicas, plantea-
das por los problemas de la navegación, y en investigaciones científicas de-
rivadas de ellas” (MERTON, 1984, p. 206). Ésta era la actitud que la nueva
ciencia y su prestigio propagaban.
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Aunque en sus primeros estadios los cambios técnicos que respondían a
las necesidades económicas podían tener lugar sin intervención de la ciencia,
ocurría con frecuencia que el mismo desarrollo de las tendencias existentes
conducía a dificultades imprevistas que únicamente podían superarse recu-
rriendo a la ciencia. Por ejemplo, podía suceder que disminuyera la fuente de
aprovisionamiento de determinado tinte vegetal debido simplemente a un au-
mento en la producción de tejidos, creándose una demanda para un sucedá-
neo artificial que únicamente podía lograrse recurriendo a la ciencia” (BERNAL,
1967, t. I, p. 387). ❚❚❘
Ahora bien, la mera existencia de una “demanda” -en este terreno, al me-
nos- no suscita de por sí la “oferta” correspondiente: otras condiciones adi-
cionales deben verificarse, entre las que conviene destacar la existencia de
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❘❚❚ “[…] existen buenas razones para creer que hasta hace muy poco los
economistas y los historiadores económicos tendían a exagerar la importan-
cia de la formación de capital como motor del cambio económico. Las inves-
tigaciones más recientes han puesto en claro que los incrementos de capital
son responsables sólo de una pequeña fracción del aumento en la produc-
ción agregada, y que, de hecho, las contribuciones globales debidas a los
factores de producción tradicionales -tierra, trabajo y capital- representan só-
lo un papel secundario en el conjunto del proceso. ¿De dónde provenían en-
tonces dichos incrementos? Parece ser que se debían a la calidad de los fac-
tores -a una mayor productividad de las nuevas técnicas y a una mayor
capacidad y experiencia por parte de empresarios y obreros-. Y en esto […]
la Gran Bretaña de la Revolución Industrial gozaba de grandes ventajas” (LAN-
DES, 1979, pp. 95-96). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Desde luego, las tareas más difíciles parece que hubiesen tenido que ser
las iniciativas creadoras originales que condujeron a la fundición de coque, el
huso mecánico y la máquina de vapor. En vista de la superioridad económica
enorme de estos inventos sería razonable pensar que el resto hubiera tenido
que adoptarlas automáticamente. Entender las razones por las cuales esto no
fue así -por qué incluso los países más activos se retrasaron hasta la tercera
o cuarta década del siglo XIX- es entender no sólo una buena parte de la histo-
ria de estos países sino también parte del problema del desarrollo económico
en general” (LANDES, 1979, p.143). ❚❚❘
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razones por algunas que mucho dicen sobre el liberalismo de los países
centrales, particularmente en las instancias fundacionales: “La emigración
de artesanos ingleses estuvo prohibida hasta 1825; la exportación de los ti-
pos de maquinaria considerados más valiosos -en particular, los principales
inventos textiles, sus piezas y planos- hasta 1842” (LANDES, 1979, p.165).
¿Cómo fue superando Europa continental su dependencia tecnológica?
“La creciente independencia tecnológica del continente fue en gran parte el
resultado de la transmisión de conocimientos sobre una base individual, en
el propio lugar de trabajo. De menos importancia inmediata, aunque de ma-
yores consecuencias a largo plazo, fue el aprendizaje formal de mecánicos e
ingenieros en escuelas técnicas” (LANDES, 1979, p. 168). La educación fue
vista como una poderosa palanca para la recuperación del tiempo perdido,
sobre todo en Alemania. Allí y en Francia, principalmente, se estructuró una
gama de escuelas técnicas, destinadas a cubrir desde los niveles básicos
hasta los más avanzados.
La Revolución Francesa progresó tempranamente en esa dirección. Ejem-
plo destacado de ello lo constituye la fundación en 1794 de la Escuela Poli-
técnica (inicialmente denominada Escuela Central de Trabajos Públicos), pro-
yectada en un principio como escuela militar para oficiales de artillería e
ingeniería, pero a la cual se dotó desde el primer momento de un cuerpo do-
cente con científicos de primer nivel, con lo que la institución llegó a priori-
zar la formación científica y la capacitación técnica avanzada. Sus egresa-
dos constituyeron la élite tecnocrática e ingenieril francesa, que construyó y
manejó el sistema ferroviario del país, aprendió y adaptó la tecnología meta-
lúrgica inglesa, y dirigió trabajos públicos en el exterior. Otras instituciones -
como las Escuelas de Minas, de Puentes y Caminos, de Artes y Manufactu-
ras-, fundadas antes o después pero integradas en un sistema estatal de
conjunto, brindaban preparación de diverso tipo para el desempeño en la in-
dustria, la ingeniería, los negocios. Junto a ellas se desplegó un sistema de
escuelas vocacionales “de artes y oficios” y otras especializadas en ramas
industriales particulares (LANDES, 1998, pp. 282-283).
En el terreno de la educación fue donde más se destacó el accionar es-
tatal deliberadamente orientado a superar la dependencia tecnológica, nue-
vo rol del Estado que la Revolución Industrial trajo al primer plano del esce-
nario a poco de iniciado su camino. En efecto:
❘❚❚ “Los costes iniciales eran demasiado altos y los beneficios monetarios
demasiado distantes para que la empresa privada hiciera algo más que dar
su bendición y su apoyo a aquellas escuelas de nivel más elemental cuyos
cursos cortos estaban encaminados a preparar para entrar directamente en
las fábricas. Sólo el gobierno podía responsabilizarse de mandar funciona-
rios en costosos viajes de inspección a lugares tan lejanos como los Esta-
dos Unidos; facilitar los edificios y materiales necesarios; alimentar, vestir,
alojar y en algunos casos pagar a los estudiantes durante años” (LANDES,
1979, p. 168). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
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44
Problemas del Desarrollo en América Latina
Por otra parte, los avances en la metalurgia combinados con las nuevas
fuentes de energía estaban posibilitando una aceleración de la industrializa-
ción. Los beneficios producidos por la maquinaria engendraron la industria
de la construcción de maquinaria y dieron así origen a una revolución en las
artes mecánicas: la utilización de máquinas para construir máquinas. Aun-
que dicha transformación debía poco a la ciencia, éste
❘❚❚ “[…] fue el camino por el cual la ingeniería mecánica empezó a hacerse
científica. Las más elaboradas aplicaciones matemáticas de la mecánica de
Newton en el siglo XVIII eran de escasa utilidad para los ingenieros prácticos,
porque las máquinas no podían construirse con precisión salvo que fueran
obra de los mejores artesanos o respecto de máquinas excepcionales, como
los relojes. Incluso para las vitales necesidades de la guerra, los cañones no
podían ser construidos con la exactitud y uniformidad suficientes para poder
aplicar seriamente las sólidamente establecidas teorías balísticas. Todo esto
cambió con las cortadoras mecánicas de precisión, de modo que la realización
de artificios prácticos pudo ser calculada por anticipado” (BERNAL, 1967: t. I,
pp. 457-458). ❚❚❘
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❘❚❚ “[…] los grandes avances de estas décadas -acero barato, fabricación de
precisión, electricidad- hicieron posible toda una nueva y extensa gama de
productos, que hoy llamamos bienes de consumo duraderos: máquinas de co-
ser, relojes baratos, bicicletas, luz eléctrica y, más adelante, los electrodo-
mésticos. La consiguiente expansión de la producción, que seguía a una pri-
mera oleada, basada fundamentalmente en bienes de capital y en el conjunto
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚“Es sabido que durante los siglos XVIII y XIX el modo de producción de mer-
cancías se transformó de la artesanía a la manufactura y finalmente a la in-
dustria moderna en un proceso histórico que constituye la llamada Revolución
Industrial. Durante el siglo XX es la producción de tecnología la que está su-
friendo una transformación similar de la artesanía a una actividad industrial,
constituyendo así la característica de una revolución científica y tecnológica”
(SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p. 15). ❚❚❘
Más en detalle:
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❘❚❚ “[…] fue enteramente científica. Aunque Thomas empezó a ganarse la vida
como empleado en una comisaría de policía […] fue un maestro en teoría me-
talúrgica; comprendía con precisión qué era lo que estaba intentando hacer y
los resultados de sus experimentos, realizados en un sótano de Londres, pu-
dieron aplicarse con éxito tres años después [1879] a la producción en gran
escala. Su obra es una extraordinaria anticipación de la investigación indus-
trial del siglo siguiente” (BERNAL, 1967, t. I, p. 460). ❚❚❘
Notemos de paso que, hacia fines del período antes mencionado, Alemania
había superado a Gran Bretaña en ese rubro, aunque 20 años antes produ-
cía la mitad, y los Estados Unidos habían alcanzado un primer puesto, desti-
nado a la permanencia, en la producción tanto de hierro como de acero.
Por su parte, hacia fines del siglo,
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Problemas del Desarrollo en América Latina
Tan elocuente como esa comparación con una etapa anterior resulta otra
con una etapa posterior: se ha señalado que la industria de la electricidad
constituía, durante las décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial, el
equivalente de lo que en el presente es la industria micro electrónica, en la
medida en que era el sector que multiplicaba la eficiencia en el hogar, la ofi-
cina, la fábrica e incluso el transporte público urbano (FREEMAN y SOETE,
1997, p. 64).
Desde cierto punto de vista, el auge de la industria eléctrica se asemejó
más a lo que vendría después que con respecto al pasado, pues el papel
de la ciencia fue mucho más directo y evidente que en el caso de las tecno-
logías mecánicas del período inicial de la industrialización. Los científicos
del siglo XVIII habían investigado diversos aspectos de la electricidad; con la
invención en 1800 del hilo voltaico de Volta se tuvo una primera batería que
posibilitaba el uso de la electricidad afuera del laboratorio; en la década de
1820, Faraday estableció el principio del motor eléctrico y en 1831 anunció
el descubrimiento de la inducción electromagnética. En la década de 1830
se empezó a usar el telégrafo eléctrico; en la de 1870 se inició la explota-
ción comercial del teléfono; hacia la misma época se logró generar y trans-
mitir en gran escala energía eléctrica; el empleo comercial de la misma pa-
ra la iluminación se hizo posible a fines de la década de 1850 y en la de
1880 apareció la lamparilla con filamento de carbono. En 1878, la ilumina-
ción mediante la electricidad se utilizó por primera vez en un partido de fút-
bol, al que concurrieron treinta mil personas (FREEMAN y SOETE, 1997, pp. 64
y 71).
Lo que no era más que un juego científico al comenzar la centuria a me-
dida que ésta avanzaba se fue convirtiendo en una forma de energía de pri-
mera importancia para las comunicaciones, la química ligera y la metalur-
gia, la iluminación, los transportes y el propio funcionamiento de la fábrica,
a la que transformó por su flexibilidad. Sobre esto último volveremos ense-
guida. Aquí queremos destacar la interacción entre las tecnologías decisi-
vas del período, de lo que constituye un caso notable la construcción del
“subte” en Londres, durante los años finales del siglo XIX, “ilustrando la
nueva constelación de acero, electricidad e ingeniería pesada” (FREEMAN y
SOETE, 1997, p. 74).
La industria eléctrica fue uno de los ámbitos donde surgió la nueva forma
de producción de tecnología, como ilustra el ejemplo legendario ya menciona-
do de Edison y el laboratorio que en 1880 instaló en Menlo Park. Allí, habien-
do reunido un grupo pequeño pero competente, que incluía algunos científicos
muy destacados y contaba con buen equipamiento, se propuso producir un in-
vento menor cada 10 días y uno importante cada semestre, a partir de una di-
visión del trabajo que combinaba “un 99% de transpiración y un 1% de inspira-
ción”. En ese laboratorio se inventaron centenares de dispositivos -Edison
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Universidad Virtual de Quilmes
llegó a obtener casi 1.100 patentes a lo largo de su vida- pero lo más impor-
tante fue su propia existencia. Se trataba, sin duda, de una gran innovación
socioinstitucional (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, pp. 55-57).
También en el campo de la electricidad Gran Bretaña llegaría a verse supe-
rada por los Estados Unidos y Alemania, con sus grandes empresas sólida-
mente respaldadas por sus bancos de inversión. Pero el capital no lo era todo:
❘❚❚ “[…] hizo mucho más que transformar las técnicas y el decorado de las fá-
bricas: al suministrar energía barata tanto dentro como fuera de las fábricas,
invirtió la tendencia histórica del siglo, dando nueva vida y posibilidades a la
industria artesanal dispersa y a los pequeños talleres, y modificó el modo de
producción. En particular, hizo posible una nueva división del trabajo entre
grandes y pequeñas unidades. Mientras antes, y dentro de una misma indus-
tria, estas dos formas se habían visto inevitablemente enfrentadas entre sí -
unas utilizando nuevas técnicas y en proceso de expansión, las otras mante-
niendo las viejas y en proceso de extinción- ahora se hace posible su
complementariedad. Ambos tipos podían utilizar materiales modernos, a partir
de que la fábrica se especializase en productos pesados y artículos estandar-
dizados, que requerían técnicas intensivas en capital, y el taller en actividades
intensivas en trabajo, utilizando herramientas eléctricas ligeras. Y, a menudo,
la complementariedad se convertía en simbiosis: la estructura moderna de
subcontratación en la industria de bienes de consumo duraderos se basa en
la eficiencia tecnológica de los pequeños talleres” (LANDES, 1979, p. 311). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
fuente de energía nueva, barata, robusta y flexible. “La revolución fue elec-
tromecánica” (FREEMAN y SOETE, 1997, p. 76).
La transformación desbordó a la industria. A fines del siglo XIX, tras varias
décadas de innovaciones tecnológicas eslabonadas, se habían multiplicado
las oportunidades de inversión basadas en el acero barato y en la energía
eléctrica. Para ello hacía falta una inmensa infraestructura nueva, capaz de
generar esa energía y transmitirla a hogares y fábricas, lo cual a su vez de-
mandó un nuevo marco regulatorio y masivas inversiones. Luego,
❘❚❚ “La Revolución Industrial se produjo como resultado de los cambios orga-
nizativos dirigidos a mejorar el control de los trabajadores. La disciplina de la
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❘❚❚ “Las conclusiones a las que Taylor llegó después del bautismo de fuego
que recibió en la lucha de Midvale pueden ser resumidas como sigue: los
obreros que están controlados tan sólo por órdenes y disciplina generales, no
lo están adecuadamente, debido a que mantienen su iniciativa en los proce-
sos reales de trabajo. Mientras que controlen el proceso mismo de trabajo,
ellos impedirán los esfuerzos para realizar al máximo el potencial inherente en
su fuerza de trabajo. Para cambiar esta situación, el control sobre el proceso
de trabajo debe pasar a las manos de la gerencia, no sólo en un sentido for-
mal sino a través del control y el dictado de cada paso del proceso, incluyen-
do su modo de ejecución. No hay sacrificio demasiado grande ni esfuerzos ex-
cesivos en la persecución de este fin debido a que los resultados pagarán
todos los esfuerzos y gastos empleados en alcanzar esta meta urgente y cos-
tosa” (BRAVERMAN, 1975, p. 124). ❚❚❘
❘❚❚ “Visto desde la atalaya de mediados del siglo XX, la organización científica
fue la consecuencia natural del proceso de mecanización que constituyó el nú-
cleo de la Revolución Industrial: primero la sustitución de la destreza y la fuer-
za humanas por las máquinas y la energía mecánica; luego, la conversión del
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Problemas del Desarrollo en América Latina
El propio enfoque del autor citado, que hemos reseñado en esta sección,
nos previene contra el error de concebir esa “conversión del operario en au-
tómata” como un proceso determinado por la evolución de la técnica: su vin-
culación con ésta no parece discutible, pero tampoco sus conexiones con
las relaciones sociales que los hombres establecen en el curso de la pro-
ducción.
La Revolución Industrial es una Revolución con mayúscula porque desig-
na un proceso histórico de cambio acelerado en el equipamiento tecnológico
de la humanidad, en la estructura de la sociedad, en ciertas instituciones
centrales para la vida colectiva y en las condiciones de trabajo de los seres
humanos. Entre las tendencias mayores de ese proceso -interdependientes
pero también dotadas de cierta dinámica propia- corresponde anotar, por su-
puesto, la impresionante difusión a los más variados ámbitos del uso de
máquinas y de energía mecánica, pero también el crecimiento del empresa-
riado industrial y del proletariado, el surgimiento de la fábrica y su conver-
sión en el corazón de la actividad productiva, y la mecanización y fragmenta-
ción del trabajo industrial.
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❘❚❚ “[…] la química cambió de color tanto literal como imaginariamente todos
los productos de la industria manufacturera. Materiales nuevos, sintéticos y
más baratos -adulterantes, perfumes y colorantes, obtenidos generalmente a
partir de la hulla- empezaron a sustituir a los productos naturales, demasiado
costosos y raros para cubrir todos los mercados. En esta transición, el centro
de la investigación química se mudó, de su lugar de nacimiento en la Inglate-
rra del siglo XVIII, a Francia donde se amplió y sistematizó, y finalmente a Ale-
mania, que fue el primer país en que se pusieron en práctica sus variadas
aplicaciones” (BERNAL, 1967, t. I, p. 426). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
Por otra parte, las tres empresas mencionadas estaban dirigidas por quí-
micos que consideraban como parte de su tarea el mantenerse vinculados
con el progreso de la investigación universitaria. Los nuevos desarrollos de-
pendían de la cooperación entre científicos dedicados a la investigación y
tecnólogos calificados; fueron facilitados por la cantidad de químicos alta-
mente capacitados formados en las universidades e institutos tecnológicos
de alto nivel. Así, por ejemplo, la investigación de Kekulé proporcionó una
base teórica para avances mayores en la industria de colorantes, en la cual
Alemania avanzó vertiginosamente, dando cuenta de un tercio de la produc-
ción mundial en 1880 y del 80% en 1900.
La síntesis del índigo ilustra bien la importancia nueva del proceso de de-
sarrollo sistemáticamente relacionado con la ciencia, tanto por los aportes
de la investigación como por las dificultades, los costos y las demoras para
transformar los descubrimientos en producción rentable. Desde que el pro-
fesor Baeyer, sucesor de Liebig en la Universidad de Munich, sintetizó por
primera vez el índigo en 1880 -lo que le valió el Premio Nobel- hasta que se
hizó económicamente viable su producción en gran escala transcurrieron ca-
si veinte años, se gastaron otros tantos millones de marcos de la época,
otros procedimientos fueron inventados -en el Politécnico de Zurich en parti-
cular-, diversas patentes adquiridas y varios desarrollos técnicamente facti-
bles resultaron económicamente inviables.
Al concluir la centuria, las empresas químicas alemanas y suizas habían
consolidado su supremacía en la técnica y en los mercados, superando el
80% de la producción mundial. Las empresas suizas, estrechamente vincu-
ladas con las alemanas, a las que compraban sus insumos básicos e inter-
medios, se concentraban en remedios y colorantes de alta calidad basada
en la investigación, y exportaban hacia 1900 el 93% de su producción. He
ahí un temprano ejemplo de apuesta de un pequeño país a la alta tecnolo-
gía como una de las claves de su inserción en la economía internacional.
Dicen Freeman y Soete (1997, p. 91, nuestra traducción) que “tal vez el
ejemplo más espectacular del exitoso matrimonio entre la química funda-
mental y la fuerte capacidad en ingeniería de procesos fue el desarrollo del
proceso Haber-Bosch de producción de fertilizantes nitrogenados sintéti-
cos”. BASF había buscado resolver el problema desde antes de 1900, pero
sin éxito; en 1908 Haber sintetizó el amoníaco en el Karlsruhe Technische
Hochschule; la BASF se asoció con él, y puso en marcha un grupo de desarro-
llo que logró diseñar y construir los instrumentos necesarios para iniciar la
producción comercial en 1913. La misma compañía estableció además una
estación agrícola experimental en 1914 y varios centros de asesoramiento,
lo que posibilitó la rápida introducción de los fertilizantes sintéticos en la
agricultura de Alemania y la supervivencia de ésta cuando la I Guerra Mun-
dial la privó del acceso a los nitratos chilenos.
En el curso de la evolución que nos ha ocupado en esta sección, los quí-
micos llegaron a ser más de la mitad de los trabajadores científicos y la na-
turaleza del trabajo de estos experimentó significativos cambios. “El quími-
co, y especialmente el químico de la segunda mitad del siglo XIX, fue
realmente un científico de nuevo tipo, mucho más vinculado a la industria
que el químico de los antiguos tiempos” (BERNAL, 1997, t. I, p. 487). El ma-
trimonio entre la ciencia y la industria, que constituye una de las facetas de-
finitorias de la segunda etapa de la industrialización, transformó a los dos
miembros de la pareja.
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Si se compara la Revolución científica de los siglos XVI y XVII y la Revolución
Industrial de los siglos XVIII y XIX se advierte un cambio radical en la relación
existente entre la ciencia y la vida económica. En el primer período […] el re-
curso a la ciencia y la respuesta efectiva de ésta se daban en un frente muy
limitado, que escasamente iba más allá de la astronomía y la navegación. En
el segundo, en cambio, ese frente comprende todo el ámbito de la actividad in-
dustrial: maquinaria, energía, transporte, productos químicos y municiones.
Correspondientemente la ciencia del primer período se ocupó principalmente
de los nuevos instrumentos” ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Esta relación cognitiva entre ciencia y práctica aceleró enormemente el ritmo
de las invenciones. La expansión autónoma de las fronteras del conocimiento
no sólo produjo todo tipo de frutos prácticos inesperados, sino que la industria
pasó a poder hacer encargos especiales a los laboratorios, del mismo modo
que un cliente hace un encargo a una empresa” (LANDES, 1979, p. 350). ❚❚❘
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❘❚❚ “[…] mientras que Gran Bretaña abandonó la enseñanza técnica, al igual
que la primaria, a la iniciativa privada, lo cual condujo en su caso a una provi-
sión de instituciones desigual e inadecuada, los estados alemanes financia-
ron generosamente un sistema completo de instituciones, erigiendo edificios,
instalando laboratorios y, sobre todo, manteniendo un profesorado competen-
te y, a los niveles más altos, verdaderamente distinguido” (LANDES, 1979, p.
369). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
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❘❚❚ “El contraste con las actitudes alemanas resulta difícil de exagerar. Para
una nación ambiciosa, impaciente por elevar su economía al nivel de la britá-
nica, vejada, si no humillada, por su dependencia de expertos extranjeros, un
sistema de educación científica y técnica eficaz era una base y una esperanza
de riqueza y engrandecimiento. Se desarrolló un verdadero culto por la Wis-
senschaft y Technik [ciencia y técnica]. Los reyes y príncipes de Europa Central
competían entre sí, creando escuelas e institutos de investigación y coleccio-
naban sabios (¡incluso humanistas como los historiadores!) como sus prede-
cesores del siglo XVIII habían coleccionado músicos y compositores; o como
las cortes italianas del cinquecento [el siglo iniciado en el año mil quinientos]
lo habían hecho con artistas y escultores. La gente se quedaba boquiabierta
ante las Hochshulen [escuelas superiores] y las Universidades, con una acti-
tud de respeto que suele reservarse para la contemplación de monumentos
históricos. Pero más importante aún era que los empresarios solían apreciar a
los graduados de estas instituciones, y muchas veces les ofrecían posiciones
respetadas e influyentes -no sólo las empresas gigantes, con sus equipos de
laboratorio de hasta más de cien personas, sino incluso las pequeñas, que
veían en la capacidad propia de los técnicos profesionales su mejor defensa
frente a la competencia de la producción en gran escala-” (LANDES, 1979, p.
372). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “La reforma universitaria alemana en las primeras décadas del siglo XIX,
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Problemas del Desarrollo en América Latina
Las luchas sociales y políticas que todo ello alimentó se fueron entretejien-
do con los avatares técnicos y productivos para configurar los rasgos espe-
cíficos de las naciones altamente industrializadas del siglo XX.
Paralelamente, la industrialización, cuyos primeros pasos fueron estimu-
lados por la expansión mundial del Occidente europeo, dotó de una fuerza
nueva y enorme a esa expansión.
❘❚❚ “Ante los mercaderes, las máquinas de vapor, los barcos y los cañones de
Occidente -y también ante sus ideas- los viejos imperios y civilizaciones del
mundo se derrumbaban y capitulaban. La India se convirtió en una provincia
administrada por procónsules británicos, los estados islámicos fueron sacudi-
dos por terribles crisis, África quedó abierta a la conquista directa. Incluso el
gran Imperio chino se vio obligado, en 1839-1842, a abrir sus fronteras a la
explotación occidental” (HOBSBAWM, 1997, p. 11). ❚❚❘
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2
América Latina en el orden mundial:
del crecimiento hacia afuera a la
industrialización
Objetivos
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Francia 5 6 18 57
Alemania 4 5 11 138
Tercer Mundo 93 99 83 70
China 42 49 44 33
Aun con todas las precauciones con que debe tomarse una comparación de
tan amplio alcance, necesariamente muy compleja y discutible, ciertos fenó-
menos encuentran en las cifras transcritas una clara ilustración.
En vísperas de la Revolución Industrial, como lo muestra la primera co-
lumna del cuadro, lo que llegó a ser denominado como Tercer Mundo casi tri-
plicaba, tomado en conjunto, la producción de tipo industrial de los países
desarrollados de hoy.
En 1750, Francia y los estados que a partir de 1871 constituirán la Ale-
mania unificada, más grandes y poblados que Gran Bretaña, tienen una pro-
ducción industrial mayor. No es de extrañar que entre las tres ricas naciones
agrarias de Europa Occidental, la producción industrial más grande corres-
ponda a Francia, debido a su mayor riqueza agrícola que sustentaba el ma-
yor consumo de bienes manufacturados.
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Problemas del Desarrollo en América Latina
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❘❚❚ “El hegemon indisputado que se revela en estas tablas no es un solo Esta-
do o Potencia en el sentido usual sino la civilización occidental como conjun-
to, capaz de ‘pacificar’ el mundo en sus propios términos. Desde el punto de
vista de los Indios o los Africanos podía importar poco si su contraparte co-
mercial -empleador, administrador colonial- era británico, francés, o incluso da-
nés. La dominación era occidental, cristiana y blanca, presentando institucio-
nes esencialmente similares. Desde una perspectiva global las luchas entre
Francia, Gran Bretaña y Alemania podían parecer epifenómenos. Quienquiera
que ganara, los europeos (o sus primos coloniales) regían el mundo, de mane-
ras bastante parecidas” (MANN, 1993, p. 264, nuestra traducción). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “La producción agrícola exportable básase, en este caso, en el uso extensivo
de la tierra y se destina a competir con la propia producción interna de los paí-
ses en rápida industrialización. El uso extensivo de las tierras de buena calidad
permite, desde el comienzo, alcanzar elevados índices de rentabilidad. [El segun-
do grupo de países] congrega a más de la mitad de la población latinoamerica-
na. En él se incluyen Brasil, Colombia, Ecuador, América Central y el Caribe, y
además ciertas regiones de México y de Venezuela. [El tercer grupo] está forma-
do básicamente por México, Chile, Perú y Bolivia” (FURTADO, 1973, pp. 50-52). ❚❚❘
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Una de las principales herencias del orden colonial fue la alta desigualdad.
Algunos de los proyectos que confrontaron fuerzas durante las guerras de la
Independencia en Hispanoamérica apuntaron a modificar ese panorama. Pe-
ro en conjunto fueron derrotados. En los nuevos países recién emancipados
de la dominación ibérica, las diferencias sociales y étnicas siguieron siendo
por lo general muy marcadas, y el poder quedó altamente concentrado en
pequeños grupos de terratenientes, grandes comerciantes, jefes militares y
abogados prominentes.
Frecuentemente, los miembros de esas élites dirigentes habían impulsa-
do o respaldado la ruptura de la subordinación a las coronas española o
portuguesa como un primer paso a una nueva relación con las naciones
económicamente más dinámicas de la época, Gran Bretaña ante todo.
Cuando esa relación empezó a concretarse, se afirmó entre los sectores di-
rigentes latinoamericanos la intención de vincularse estrechamente con
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Tuvieran las preferencias políticas que tuvieran los miembros de la élite
hispanoamericana, sorprende ver la poca confianza que tenían en sus propios
países. Las élites, en gran parte descendientes de españoles, de ninguna ma-
nera se identificaban con los indios, los negros y mulatos de la clase baja y en
cambio se asociaban más a la burguesía europea. […] A veces, la falta de
confianza era tal que las élites querían, de una manera u otra, dejar de ser paí-
ses independientes” (BETHELL, 1991a, p. 96). ❚❚❘
“Con pocas excepciones, parece que las élites gobernantes de la región se entu-
siasmaron con los beneficios de lo que ellas percibían como modernización, una
modernización que, habida cuenta de los vastos recursos nuevos que proporcio-
naba el proceso, en esencia se autofinanciaba. […] Sin embargo, no parece que,
en la mayoría de los casos, los elogios fueran acompañados de una mayor incli-
nación a alterar las pautas de inversión social y las instituciones al objeto de que
los beneficios de la modernización llegasen a segmentos mucho más amplios de
la población. Con mayor frecuencia, el comportamiento social favorecido era un
creciente cosmopolitismo de los estratos elitistas de la sociedad, especialmente
en relación con las preferencias de consumo” (BETHELL, 1991b, p. 42).
“Las víctimas de ese orden nuevo se encuentran sobre todo en los sectores rurales.
[…] uno de los elementos precursores de su aparición fue el comienzo de la ex-
propiación de las comunidades indias, en las zonas en que éstas habían logrado
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El ritmo de trabajo propio de los tiempos en que “la rigidez de los mercados de
consumo no empujaba a aumentar la producción” debe cambiar radicalmente;
por lo tanto, “la modernización económica impone a la fuerza de trabajo rural
cargas que ésta no aceptaría espontáneamente”. Hace falta convertir al cam-
pesino latinoamericano en “una suerte de híbrido”, que combine característi-
cas del proletario moderno en materia de productividad y rasgos del trabajador
rural tradicional de América Latina, en lo que tiene que ver con sus escasas
exigencias y su aceptación de una disciplina que “incluye vastos márgenes de
arbitrariedad”. La búsqueda dificultosa de mano de obra con tales rasgos in-
cluye mecanismos que recuerdan la trata de esclavos:
❘❚❚ “[…] en la costa peruana, en Panamá o en Cuba los coolies chinos parecen
ser una respuesta a la clausura definitiva de la fuente africana; jurídicamente
libres, son vendidos, sin embargo, a hacendados (o a compañías de obras pú-
blicas) por los importadores a quienes deben el monto del pasaje; sistemas
análogos se practican, aunque más limitadamente, en el Río de la Plata por
empresarios franceses y españoles respecto de inmigrantes vascos y galle-
gos, en los años entre 1850 y 1870, y en Brasil se conocerán aún en fecha
más tardía para inmigrantes portugueses y sobre todo italianos” (HALPERIN
DONGHI, 1993, pp. 226-228). ❚❚❘
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“Los cuatro o cinco decenios que precedieron a la primera guerra mundial, la era
del alto capitalismo, fueron una edad de oro para las inversiones extranjeras en
América Latina. […] las condiciones para la recepción de capital extranjero mejo-
raron mucho en los decenios anteriores y el movimiento de capital que cruzaba
las fronteras nacionales todavía se hallaba casi totalmente libre de restricciones
oficiales. Aprovechando las condiciones que a la sazón iban manifestándose en
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“No sería exagerado decir que la mayor parte de la mano de obra y de las habi-
lidades con que se construyó la moderna economía argentina las proporcionó es-
te gran movimiento de personas. Fue también la razón por la cual la calidad de
la fuerza laboral de que disponía la economía argentina al estallar la primera gue-
rra mundial era muy superior -más culta, más especializada, más sana- a la de
cualquier otro país latinoamericano” (BETHELL, 1991b, p. 31).
En la Argentina, en
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“Aunque los datos que tenemos son muy fragmentarios, parece justificado decir
que los empresarios inmigrantes contribuyeron de forma desproporcionada a la
creación de los cientos de pequeñas fábricas que surgieron en Argentina, Brasil,
México, Chile, Perú y otras partes, aunque es posible que en Colombia los nati-
vos contaran un poco menos con los empresarios y técnicos extranjeros” (BET-
HELL, 1991b, p. 41).
86
Problemas del Desarrollo en América Latina
En general,
Por otra parte, como ya se destacó, bastante antes de la Gran Depresión ha-
bía comenzado a atenuarse la demanda externa de bienes primarios desde
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los países centrales, por diversos motivos entre los cuales figuraban tanto la
aparición de sustitutos sintéticos como la protección a la agricultura europea.
Por efecto conjugado de esas tendencias de largo plazo y de la crisis, son
los fundamentos mismos del “crecimiento hacia afuera” los que se encuen-
tran en cuestión; la especialización en la producción de bienes primarios re-
sulta cada vez menos conveniente, dada la menor demanda de los mismos
y sus precios decrecientes en relación con los de los bienes manufactura-
dos; el sector externo tiende a dejar de ser el motor de la economía. La ex-
portación de bienes agrícolas, ganaderos y mineros va tornándose insufi-
ciente para posibilitar la compra en el exterior de bienes industriales,
impulsando por consiguiente la producción interna de una parte creciente de
tales bienes
La producción destinada a la exportación resulta menos rendidora, por lo
cual no ofrece un campo tan provechoso como antes a la inversión, ni gene-
ra muchos empleos, ni permite que la demanda interna siga siendo atendi-
da mediante el crecimiento de las importaciones. Inversamente, atender a
la demanda local mediante la producción local pasa a ser bastante más re-
dituable que en un pasado reciente. Así, en aquellos países latinoamerica-
nos en los que ya antes de 1930 se había asistido a un cierto crecimiento
de la industria productora de bienes de consumo, ésta encontrará en la cri-
sis una ocasión para la expansión. En efecto, por los motivos anotados, par-
te de una demanda antes abastecida mediante importaciones pasa a serlo
mediante productos de la industria nacional, que por lo tanto acelera su cre-
cimiento. Empieza a tomar cuerpo de esta forma el proceso denominado de
Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI).
Puede decirse pues que la crisis del “centro”, desatada en 1929, constituye
un punto de inflexión en la evolución económica latinoamericana que, en lí-
neas muy generales, pasa de la etapa del “crecimiento hacia afuera”, duran-
te la cual el dinamismo proviene ante todo de la exportación de bienes pri-
marios, a una etapa de “crecimiento hacia adentro”, en cuyo curso los
incrementos de la producción y del empleo dependerán bastante más de la
industria que produce para el mercado interno. En un balance, se indica que
❘❚❚ “[…] los cambios en los años treinta pueden ser vistos como los que esta-
blecieron los fundamentos para una transición hacia el modelo puro de susti-
tución de importaciones, que alcanzó su fase más intensa en las décadas de
1950 y 1960. Con seguridad, esto es exacto con respecto a Brasil, Chile y Mé-
xico, que se habían sumado a Argentina a finales de los años treinta como los
únicos países que habían impulsado la industrialización y el cambio estructu-
ral hasta conseguir que la demanda interna no fuera ya determinada por el
sector exportador” (BETHELL, 1997, p. 42). ❚❚❘
No fue por cierto la crisis, que golpeó con fuerza al continente a comienzos
de la década de 1930, la “creadora” de esa modalidad industrializadora es-
pecífica que constituyó la ISI, sino la gran ocasión para que la misma cobrara
88
Problemas del Desarrollo en América Latina
fuerza. La crisis agrietó los pilares esenciales del dinamismo económico pre-
vio, imponiendo la búsqueda urgente de alternativas, lo que pudo hacerse en
la medida en que las bases de éstas ya existían.
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Universidad Virtual de Quilmes
90
Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Los cambios en la política económica de los años treinta fueron general-
mente racionales: una retirada absoluta del sector exportador y la construcción
de una economía semicerrada habría implicado un incremento masivo en la
ineficiencia; un compromiso esclavizante al modelo de crecimiento basado en
la exportación habría limitado la región a una asignación de recursos que ya no
era compatible con una ventaja comparativa dinámica a largo plazo. Los histo-
riadores económicos, que tratan de detectar el período del siglo XX en que la
política y el comportamiento económico de América Latina se descarriaron se-
riamente, deben mirar más allá de los años treinta” (BETHELL, 1997, p. 46). ❚❚❘
91
Universidad Virtual de Quilmes
mundial. La Guerra mostró una vez más la vulnerabilidad del modelo de cre-
cimiento hacia afuera, en general por la dependencia muy grande del acon-
tecer externo y, particularmente, en este caso por las trabas que padecieron
las importaciones tradicionales desde los países centrales, pues el aconte-
cer bélico generó tanto restricciones de la oferta como grandes perjuicios en
el transporte.
Además, durante la guerra, los Estados Unidos apoyaron decididamente
la industrialización de algunos de los países que, mediante un suministro
asegurado de materias primas en particular, respaldaron su esfuerzo bélico.
Ejemplos destacados de ello los ofrecen la colaboración en general con el
desarrollo industrial de México y el apoyo brindado a la construcción de la
planta siderúrgica de Volta Redonda en el Brasil (Bethell, 1997, pp. 50-52).
Más en general, la competencia con la producción local de las importa-
ciones se hará menor tanto por la disminución de la oferta de los países en
guerra como por las dificultades y los costos adicionales que el conflicto su-
pone para el transporte de mercancías. Las trabas para importar repuestos
y maquinaria no favorecieron el mejoramiento tecnológico de la industria la-
tinoamericana, pero la impulsaron a ampliar su espectro, sustituyendo me-
diante producción local no sólo la importación de artículos de consumo si-
no, en alguna medida, también la de equipos. Por otra parte, la demanda
metropolitana de productos primarios, en conjunto, aumentó también debido
a la guerra, con lo cual la recuperación de las exportaciones latinoamerica-
nas alimentó el poder de compra local y financió las políticas de apoyo a la
industria.
La combinación de los factores indicados impulsará durante la década de
1940, un avance de la industrialización en el continente considerablemente
más rápido que el de la década precedente.
Ahora bien, las condiciones en que ese avance tiene lugar acentúan su
debilidad tecnológica, lo que más adelante acarreará graves consecuencias.
En efecto, la industrialización por sustitución de importaciones se desarrolla
a partir de la estructura creada en una fase anterior, durante la cual la acti-
vidad manufacturera se reducía
92
Problemas del Desarrollo en América Latina
Durante la guerra resulta muy difícil importar equipos avanzados de los paí-
ses metropolitanos, mientras que la restricción general de importaciones
permite a la industria latinoamericana crecer pese a los altos costos que su
primitivismo tecnológico genera en varias de sus ramas.
Otra consecuencia del proceso bélico fue que disminuyó la importancia
de Gran Bretaña y de Europa en su conjunto en las relaciones externas de la
región, al tiempo que se consagró la primacía de los Estados Unidos. Al lle-
gar la paz,
En esas condiciones, no era fácil consolidar una relación externa con la pri-
mera potencia industrial, pero también gran productor agrario, que permitie-
ra un crecimiento basado en las exportaciones de bienes primarios, salvo
en el caso de algunos productos muy específicos, de gran demanda en los
Estados Unidos, como el petróleo. En consecuencia, Venezuela pudo esta-
blecer con la nueva potencia hegemónica una vinculación típica del “creci-
miento hacia afuera”, pero ello resultaba mucho más dificultoso para los
países exportadores de productos agrícolas, sobre todo los de clima templa-
do.
En suma, el “crecimiento hacia adentro” resultará estimulado todavía
más por la Segunda Guerra Mundial que por la crisis del ‘29.
Como se anotó, la guerra amplió considerablemente la demanda de mu-
chos productos primarios y dificultó el que los propios beligerantes pudieran
atenderla; por consiguiente, en varios casos incrementó sustantivamente
los ingresos provenientes de las exportaciones primarias. Como las importa-
ciones no habían podido crecer en medida similar, cuando las hostilidades
cesaron, en varios países existían fuertes reservas acumuladas de divisas.
Y no eran nada débiles los motivos, los sectores sociales y los instrumentos
políticos que apuntaban a utilizar ese excedente en la promoción decidida
de la industrialización. Ésta constituyó el eje del nuevo modelo de crecimien-
to, orientado “hacia adentro”, que se afianzó entre finales de la década de
1940 y mediados de la de 1950.
93
3
La evolución del crecimiento hacia adentro
Objetivos
• Esbozar una perspectiva histórica de un período fundamental para el aná-
lisis de la temática del desarrollo en el continente.
• Presentar ciertos problemas recurrentes de la industrialización latinoa-
mericana e indicar las principales estrategias con las que se intentó su-
perarlos.
• Ofrecer elementos de juicio que constituyan una base para la posterior
discusión sobre las interacciones entre las ideas, las políticas y las reali-
dades del desarrollo latinoamericano.
95
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ “[…] naciones grandes y medias, y aun algunas de las menores de Latinoa-
mérica llegaban a la hora de la paz con un sector industrial a la vez vertigino-
samente expandido y muy frágil, ya que esa expansión se había dado bajo la
protección del aislamiento de guerra, que le permitió prosperar con un nivel
tecnológico muy bajo. Ahora se daba una oportunidad de corregir esas fallas y
seguir avanzando sobre bases más sólidas; para ello se contaba con los sal-
dos acumulados gracias al superávit comercial de tiempos de guerra, y, según
se esperaba, con la prosperidad futura del sector exportador, asegurada por la
acrecida demanda de una Europa en reconstrucción. Esta solución requería
que los fondos creados por el sector primario-exportador fuesen transferidos
al industrial, y era éste precisamente el punto en torno al cual iba a estallar la
discordia” (HALPERIN DONGHI, 1993 p. 445). ❚❚❘
96
Problemas del Desarrollo en América Latina
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98
Problemas del Desarrollo en América Latina
Entre alzas y bajas se fue afirmando una tendencia mayor: el cambio tec-
nológico en nuestro tiempo erosiona los rendimientos relativos de la produc-
ción primaria cuyas ventajas comparativas iniciales radican en la dotación
de recursos naturales y/o en el bajo costo de la mano de obra. Ese fenóme-
no, por ejemplo, empezó a comprobarse muy poco después de la Segunda
Guerra en lo que fuera uno de los pilares fundamentales de los avances
más espectaculares, tanto del “crecimiento hacia afuera” como de la finan-
ciación del “crecimiento hacia adentro”, la agricultura argentina, cuyo retra-
so tecnológico se hará más patente por el rápido avance de la norteamerica-
na. En ambas etapas de crecimiento los países del Plata se habían ubicado
en los primeros lugares, pero ya en la década de 1950 constataban que su
privilegiada dotación natural para la producción agropecuaria perdía impor-
tancia ante los avances de competidores cada vez más tecnificados, dentro
y fuera de los países centrales. Por consiguiente, el financiamiento de la in-
dustria sustitutiva de importaciones, y del creciente consumo urbano en ge-
neral, se fue haciendo cada vez más penoso.
Ya bastante antes había quedado en evidencia que la ayuda pública de
los Estados Unidos, la cual jugó a través del Plan Marshall un papel impor-
tante en la reconstrucción de Europa Occidental, no constituiría un puntal de
la industrialización latinoamericana. “Bélgica y Luxemburgo juntas recibieron
más ayuda [de los Estados Unidos] entre 1945 y 1951 que toda América La-
tina” (BETHELL, 1997, p. 58). Esta región no constituía una prioridad económi-
ca ni política para la potencia hegemónica, cuyo predominio se reflejaba tan-
to en el terreno del comercio como en la orientación de la inversión.
En ese contexto fue que no sólo se afirmó el proceso industrializador en
general sino que se configuraron ciertas políticas industriales bastante es-
pecíficas, de las que nos ocupamos en este apartado.
Se ha señalado que, precisamente, en la posguerra habría habido un
desmejoramiento de la calidad de las políticas, con gravosas consecuencias
a largo plazo:
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❘❚❚ “[…] fueron el pesimismo (justificado aunque exagerado) con que la región
consideró las perspectivas para las exportaciones tradicionales de productos
básicos y su acceso a los mercados internacionales financieros, y el optimis-
mo (también justificable aunque exagerado) referente a las perspectivas de la
ISI. Por tanto, el período se caracteriza por una progresiva desvinculación de la
economía internacional y la puesta en marcha de ambiciosos programas de in-
dustrialización” (BETHELL, 1997, p. 93). ❚❚❘
100
Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] la ISI sufrió mucho por el hecho de que las políticas de comercio y de
industrialización fueron realizadas mediante controles burdos, innecesariamen-
te confusos y con bastante frecuencia ineficientes. Surgieron una gran variedad
de restricciones arancelarias y cuantitativas a la importación, múltiples tipos
de cambio sumamente fluctuantes y diversos obstáculos administrativos a la
exportación de productos básicos; estos controles no sólo eran muchas veces
impredecibles y de una complejidad inútil, sino que también, en algunos casos,
estaban sujetos a manipulaciones burocráticas” (BETHELL, 1997, p. 96). ❚❚❘
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Universidad Virtual de Quilmes
102
Problemas del Desarrollo en América Latina
Los principales defectos del nuevo modelo llegarían a ser “los prejuicios
contra la exportación y la agricultura, así como la excesiva dependencia de
las importaciones y la tecnología extranjera” (BETHELL, 1997, p. 80). Esta de-
pendencia, en realidad, no tenía como causa única el tipo de políticas carac-
terísticas del período; su comprensión debe prestar atención también a sus
profundas raíces históricas, a las que nos hemos referido al analizar las con-
dicionantes perdurables del desarrollo latinoamericano, que se afianzaron
durante la inserción periférica de América Latina en la economía internacio-
nal. Esa dependencia muy grande de las importaciones y de la tecnología
extranjera, que la ISI no logró alterar sustancialmente y que en ciertos aspec-
tos fue aumentando, operaría como cuello de botella para la profundización
del proceso industrializador, que por consiguiente tendría pocas posibilida-
des de llegar a sostenerse a sí mismo.
103
Universidad Virtual de Quilmes
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Problemas del Desarrollo en América Latina
“La consecuencia es que serán menos las naciones que ingresarán en esa nueva
etapa; sólo Brasil y menos sólidamente México serán capaces de afirmarse en ella
para avanzar aún más allá en el camino de la madurez económica; en cambio Ar-
gentina encontrará difícil mantenerse en ese nuevo nivel de industrialización e
imposible superarlo, y en Chile y Perú la tentativa de alcanzarlo no será más que
un incidente sin consecuencias significativas para la economía en su conjunto”
(HALPERIN DONGHI, 1993, p. 455).
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Universidad Virtual de Quilmes
“En 1950 […] la economía de la República Argentina era la más grande de la re-
gión, representando un cuarto del PIB; tenía un nivel de producción el 10% más
grande que el de Brasil y el 25% mayor que el de México. Debido a su deficien-
te desarrollo relativo entre 1950 e inicios de los años ochenta, el PIB de Argenti-
na sólo creció por un factor de 2,7, mientras que el de Brasil se multiplicó por
siete. A finales de ese período el PIB brasileño había alcanzado casi tres cuartas
partes del correspondiente al Reino Unido. México logró un crecimiento seme-
jante durante ese período. Hacia 1990 Brasil y México juntos representaban casi
tres quintos del PIB latinoamericano. En ese año, la producción argentina repre-
sentó sólo cerca de un tercio de la brasileña y la mitad de la mexicana” (BETHELL,
1997, p. 108).
106
Problemas del Desarrollo en América Latina
Esa etapa ha sido considerada como una “edad de oro”, que también se re-
flejó en las cifras promedo del incremento productivo en los países menos
desarrollados (PMD), los cuales sin embargo evidenciaron un comportamien-
to económico cada vez más diferenciado. En ese contexto, América Latina
alcanzó resultados relativos destacados.
“El crecimiento del producto per cápita de los PMD en el período 1950-1973 era
casi tres veces más rápido que sus mejores realizaciones en períodos anteriores.
Como resultado de este dinámico crecimiento, la producción total se triplicó.
107
Universidad Virtual de Quilmes
En una perspectiva de largo plazo se destaca el que, por primera vez des-
de 1820, la expansión económica de los países menos desarrollados fue
similar a la de los países más desarrollados (ibid., p. 90). Si bien ello no
alcanzó a la renta per cápita, dado el crecimiento demográfico más acele-
rado de los países más pobres, tiene gran relevancia histórica, pues sugie-
re al menos una atenuación de la tendencia a la creciente disparidad entre
ambos grupos de países que se hizo patente desde el momento en que se
afianzó la industrialización en Europa Occidental, a comienzos del siglo XIX.
El fenómeno comentado, como lo indica la última frase de la cita conteni-
da en el párrafo anterior, se vincula con la expansión de la producción in-
dustrial en parte del mundo periférico. Este proceso ha tenido característi-
cas muy desiguales, como desigual ha sido la evolución en ese mundo,
donde ciertas regiones como el África subsahariana vieron empeorar su si-
tuación mientras algunos países -los PIR asiáticos ante todo- avanzaban
muy rápidamente.
Los años finales de esa etapa general de expansión contemplaron un
crecimiento rápido de la economía latinoamericana. El auge mundial del
comercio y las inversiones, la relativa madurez de la base industrial cons-
truida en las décadas previas y la instalación de numerosas plantas de
empresas transnacionales colaboraron a una significativa ampliación de la
capacidad productiva. Por cierto, ello no ocurrió en todos los casos; la ISI
ya mostraba para entonces signos de agotamiento en el Uruguay. Pero, en
conjunto, los números dan cuenta de un período bastante excepcional.
108
Problemas del Desarrollo en América Latina
“El auge comercial internacional de los años sesenta y el éxito de los países de
industrialización reciente asiáticos influyeron también en el intento de diversificar
las exportaciones latinoamericanas. Los países que habían progresado más en su
proceso de ISI tuvieron mayor éxito en aumentar las exportaciones de bienes ma-
nufacturados. Éste fue particularmente el caso de Brasil y México, pero también
ocurrió en otros países como Argentina y Colombia. Todos ellos, en diferente
grado, diversificaron sus exportaciones de bienes manufacturados dentro de los
mercados latinoamericanos, así como fuera de ellos. Era el resultado de los cam-
bios ocurridos en América Latina y los mercados internacionales, así como de las
reformas de la política comercial implantadas por algunos países de la región”
(BETHELL, 1997, p. 121).
109
Universidad Virtual de Quilmes
“El acontecimiento económico más significativo de los años setenta fue que el
precio del petróleo se cuadruplicó en 1973-1974, después de varios años de des-
censo en términos reales. El momento para esta inesperada alza de precios fue
sumamente desventajoso (económica y políticamente) para las EMD, pues vino a
sumarse a sus crecientes problemas económicos. La crisis del petróleo y las subi-
das de los precios en otros productos que le siguieron, llegaron en un momento
en que la ‘edad de oro’ estaba mostrando claros signos de desgaste. El régimen
‘Bretton Woods’ había sido socavado por el abandono unilateral de Estados Uni-
dos de la convertibilidad del dólar en 1971 y su ulterior devaluación. Hacia 1973
el nuevo sistema de tipos de cambio flotantes no estaba aún firmemente asenta-
do. Este nuevo sistema tenía que luchar con los abruptos cambios en las balan-
zas de pagos de las EMD y de los PMD, en sólo un año, la subida de los precios del
petróleo hizo que las cuentas corrientes de las EMD pasaran de contar con un ex-
cedente de 10.000 millones de dólares estadounidenses a tener un déficit de
15.000 millones, y las de los PMD pasaron de un déficit de 9.000 millones a uno
de 21.000 millones. Junto con los mercados financieros internacionales privados,
el nuevo sistema de tipos de cambio flotantes se vio saturado por la transferencia
comercial de recursos más grande jamás habida desde las EMD hacia un grupo de
los PMD (OPEP), así como por el reciclaje de una gran proporción de estos recur-
sos que retornaban de los países de la OPEP con baja absorción hacia las EMD y a
los PMD no exportadores de petróleo” (BETHELL, 1997, pp. 102-103).
110
Problemas del Desarrollo en América Latina
“Los estrechos lazos financieros entre los países latinoamericanos y los mercados
financieros internacionales vincularon el destino económico de la región a las
políticas económicas y al desarrollo de las EMD. Tradicionalmente, los vínculos
entre ambos habían funcionado principalmente mediante flujos comerciales, en
los que el nivel de demanda de productos básicos de las EMD era el factor decisi-
vo. En las nuevas condiciones, se añadió un fuerte e inestable vínculo financiero,
caracterizado por tipos de interés flotantes y grandes sumas de préstamos con
vencimientos a corto plazo” (BETHELL, 1997, p. 105).
111
Universidad Virtual de Quilmes
112
Problemas del Desarrollo en América Latina
salinidad o el deterioro de los sistemas de regadío eran mucho más fáciles de so-
lucionar emprendiendo nuevos proyectos que enfrentando los problemas, sobre
todo si no era fácil encontrar recursos en préstamos para los trabajos de mante-
nimiento. La calidad de la gestión y del control financiero en las grandes empre-
sas estatales tendió a empeorar en un ambiente de dinero fácil y de beneficios
personales” (THORP, 1998, pp. 225 y 226).
❘❚❚ “A comienzos de los años ochenta, América Latina tenía el volumen de deu-
da más grande en el Tercer Mundo. También había adaptado más sus patro-
nes de consumo y producción a la abundancia de crédito externo (como si fue-
ra a ser una situación permanente). Esto colocó a América Latina en una
posición vulnerable frente a una evolución negativa de la economía internacio-
nal” (BETHELL, 1997, p. 142). ❚❚❘
113
Universidad Virtual de Quilmes
“El endeudamiento recibía también el aliento de toda una gama de actores inter-
nacionales, comprendidas las instituciones financieras internacionales, que al pa-
recer no percibían peligros de ningún tipo. Una evaluación realizada por el FMI
en 1981 señalaba que ‘la situación global de la deuda en los años setenta se
adaptó por sí sola a las fuertes tensiones surgidas en el sistema internacional de
pagos […] Aunque algunos países experimentaron dificultades, se evitó un pro-
blema generalizado de gestión de la deuda y el futuro inmediato no ofrece moti-
vos de alarma’” (THORP, 1998, 221-222).
114
Problemas del Desarrollo en América Latina
3.3.2. La recesión
La alarma venida de México hizo evidentes los riesgos contraídos por los pres-
tamistas, por la facilidad con que habían prestado sumas enormes sin preocu-
parse demasiado por las garantías ni, mucho menos, porque el uso productivo
de los préstamos asegurase la capacidad de pago. Si durante años había entra-
do a América Latina más dinero del que salía, la situación se revirtió brusca-
mente y, entre 1982 y 1990, lo que primó fue la salida de fondos. Ese drástico
cambio de signo desencadenó en la región una gran recesión, cuya magnitud
puede ilustrarse notando que, de 1980 a 1989, el PBI creció a un promedio
anual del 6,3% en Asia Oriental, y decreció un 0,5% en América Latina.
El proceso de renegociación de las deudas acentuó la recesión y el desigual
reparto de los costos de la crisis. Los grandes bancos acreedores actuaron en
conjunto pero impidieron que los países deudores hicieran otro tanto; imponien-
do un tratamiento caso por caso de la situación de estos últimos, negociaron
desde una posición de fuerza con cada uno por separado, con el respaldo de
sus propios gobiernos y del FMI.
Como volvería a acontecer en 1997 con la crisis del Este asiático, la inter-
vención de los grandes actores de poder internacionales agravó los costos in-
ternos y protegió a los principales intereses externos.
Un factor clave del proceso lo constituyó la imposición de que los estados lati-
noamericanos asumieran responsabilidad incluso por la deuda que no habían
contraído ni garantizado.
“Un rasgo común de la renegociación de la deuda durante este período fue el reque-
rimiento de que los gobiernos ofrecieran una garantía ex post a la deuda privada no
garantizada. Ésta era una medida particularmente arbitraria, impuesta a los gobiernos
de la región por los bancos acreedores y los gobiernos de las EMD con el apoyo o
aceptación de los organismos internacionales. No parecía importar que los bancos
hubieran dado voluntariamente estos préstamos sin garantías gubernamentales y hu-
bieran cobrado primas por los riesgos adicionales que habían corrido” (BETHELL,
1997, p. 151).
El uso conjunto del poder económico y político evitó que los prestamistas fue-
sen afectados e hizo recaer sobre el sector público de la región una considera-
ble carga adicional. Fueron frecuentes las “compras de carteras” difíciles de
cobrar, a través de las cuales, entre un acreedor externo y un deudor privado
115
Universidad Virtual de Quilmes
“Es revelador que, durante los años ochenta, muchos PMD [países menos desarro-
llados], particularmente en América Latina, hicieron transferencias netas al exte-
rior mayores, como proporción del PBI, que las realizadas por Alemania después
de la primera guerra mundial. Más esencial es el hecho de que la crisis de la deu-
da de los PMD no se limitaron al sector financiero de las EMD con grandes présta-
mos al Tercer Mundo, sino que sus exportaciones (particularmente las manufac-
turas) a los PMD más fuertemente endeudados fueron perjudicadas por la crisis,
provocando pérdidas en la producción, el empleo y la participación en el merca-
do. La evidencia sugiere que una reducción de los flujos de intereses de los PMD
a los bancos de las EMD habría sido casi equilibrada por el aumento de las expor-
taciones de las EMD. Existió una contradicción entre el interés propio de los ban-
cos acreedores y la economía real de los países deudores y acreedores, y fueron
los primeros los que prevalecieron” (BETHELL, 1997, p. 157).
❘❚❚ “La crisis de la deuda del Tercer Mundo en los años ochenta fue un proble-
ma global. Los déficits de los países no petroleros en vías de desarrollo ha-
bían absorbido una parte significativa de los excedentes de la OPEP en los
años setenta, contribuyendo así a suavizar la recesión de las EMD. Desde
1982, el peso del pago de la deuda impuso costos masivos a las economías
de los PMD, particularmente en América Latina. Sin embargo, este ajuste tam-
bién afectó negativamente las exportaciones de las EMD a los PMD, y, por tanto,
la producción, la recaudación fiscal, la inversión y el empleo en los países in-
dustrializados. La crisis de la deuda también contribuyó a la inestabilidad en
los mercados financieros mundiales. Dada la existencia de una interdepen-
dencia creciente en la economía mundial, un planteamiento bien programado y
más equilibrado de la crisis de la deuda habría beneficiado tanto a los países
en vías de desarrollo como a los desarrollados” (BETHELL, 1997, p. 158). ❚❚❘
Pero si la crisis afectó a todos las regiones del globo, lo hizo por cierto de
forma muy desigual. En condiciones muy difíciles, los países latinoamerica-
nos reorientaron sus políticas, de modo tal que devinieron prioritarios el ser-
vicio de la deuda externa y la obtención de superávits en el comercio exte-
rior que permitieran atender ese servicio.
“Todas las áreas del mundo en desarrollo afrontaron similares condiciones exter-
nas durante el decenio [de 1980]: un acceso restringido a nuevos préstamos, no-
tablemente elevados tipos de interés real, un deterioro general de los términos de
116
Problemas del Desarrollo en América Latina
117
Universidad Virtual de Quilmes
“En América Latina, el largo período de crecimiento sostenido desde 1950 llegó a
un abrupto final en 1980-1981. Durante tres décadas el PIB había crecido a una ta-
sa promedio del 5,5% anual, mientras que el producto per cápita se elevaba al
2,8% anual. Sin embargo, durante los años ochenta la región logró un crecimien-
to de sólo el 1,2% anual, mientras que la renta per cápita descendió casi en la
misma tasa. Casi todos los indicadores reflejan este cuadro general de estanca-
miento y decadencia. La producción manufacturera, por ejemplo, que creció a
una tasa del 6,5% anual entre 1950 y 1981, creció sólo el 1,1% entre 1981 y 1990”
(BETHELL, 1997, p. 92).
118
Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Al concluir la segunda guerra mundial, los esfuerzos de desarrollo de la región
se dirigieron a transformar la estructura de la producción y a reducir la dependen-
cia externa. La industrialización por sustitución de importaciones produjo algunos
resultados positivos. La economía del área se expandió rápidamente: entre 1950
y 1981 el producto interior bruto creció a una tasa anual promedio del 5,3%. Sin
embargo, aunque el ingreso promedio per cápita creció a una tasa anual del
2,6%, persistieron las enormes desigualdades en la distribución de los beneficios
del crecimiento económico en toda América Latina: desigualdades entre los gru-
pos sociales, entre las áreas urbanas y las rurales, entre las regiones de cada
país y entre los distintos países. A su vez, surgieron nuevas formas de dependen-
cia respecto de la economía internacional. La ISI y la diversificación de los patro-
nes de consumo en los años cincuenta y sesenta dieron lugar a la adopción de
tecnologías importadas, cada vez más complejas, intensivas en capital y depen-
dientes de insumos importados. Asimismo, los años sesenta vieron un significa-
tivo flujo de inversión extranjera directa concentrada en la producción de sustitu-
tos de las importaciones de bienes manufacturados, que se beneficiaron de los
altos niveles de protección efectiva. Dado el considerable contenido importado de
estas industrias y las altas tasas de beneficios, los ahorros netos de divisas eran
a veces insignificantes o incluso negativos” (BETHELL, 1997, pp. 84-85). ❚❚❘
❘❚❚ “América Latina obtuvo altas tasas de crecimiento de las manufacturas en-
tre 1950 y 1981, en que la producción creció más de seis veces. Este creci-
miento [del orden del 6,5% anual] fue más rápido que el de la producción ma-
nufacturera mundial (5,7%), lo que significa que América Latina aumentó su
participación en la producción mundial durante estas décadas” (BETHELL,
1997, p. 115). ❚❚❘
119
Universidad Virtual de Quilmes
❘❚❚ “[…] también impresionante en relación con el de las EMD. Durante este pe-
ríodo, los dos países latinoamericanos crecieron a una tasa promedio anual
de aproximadamente el 50% por encima de la tasa de las EMD, de modo que,
pese a su crecimiento demográfico mucho más rápido, lograron aumentar su
renta per cápita en relación con la de los países de altos ingresos de la OCDE
120
Problemas del Desarrollo en América Latina
“[…] la ISI, tal como se aplicó en los países latinoamericanos durante este perío-
do [entre 1950 y 1980, aproximadamente], condujo a una disminución de la par-
ticipación del sector externo en el PIB (con una caída más rápida en el porcenta-
je de exportaciones que en el de importaciones y una rigidez creciente en el
porcentaje de importaciones). El resultado fue una tendencia estructural hacia dé-
ficits más grandes en la balanza de pagos hasta la crisis del petróleo de 1973-
1974. De ese modo, la balanza comercial pasó de un excedente de alrededor del
3% del PIB a inicios de los años cincuenta a un déficit de casi el 2% en 1972”
(BETHELL, 1997, p.120).
121
Universidad Virtual de Quilmes
Sin embargo, corresponde subrayar que una de las tendencias que se fue
abriendo paso en los tramos finales de la ISI la constituyó precisamente el
incremento de las manufacturas en el total de las ventas al exterior de los
países latinoamericanos. Ya en la década de 1960 habían empezado a to-
mar cierta importancia las políticas de apoyo a la exportación. La capacidad
productiva construida a partir de la sustitución de importaciones fue la base
en la que se apoyó el gran esfuerzo de exportación de bienes industriales
que la región debió realizar durante la década de 1980, para afrontar el ser-
vicio de la deuda y las restricciones al financiamiento externo.
Dicha capacidad se expandió durante la “ISI 2”, en buena medida debido
al nuevo papel de las empresas transnacionales.
122
Problemas del Desarrollo en América Latina
“La exportación de manufacturas, que había estado creciendo a una tasa anual
del 3,8% durante los años cincuenta, creció al 11,3% entre 1960 y 1973, y (tras
cuatro años de estancamiento después de la primera crisis del petróleo) cerca del
15% anual entre 1977 y 1990, esto es, la exportación de manufacturas de Améri-
ca Latina en 1990 fue 25 veces más grande que a inicios de los años cincuenta y
la exportación de bienes semimanufacturados cinco y media veces mayor. En
consecuencia, la participación de las manufacturas y semimanufacturas en las ex-
portaciones totales de América Latina se elevó del 9% en 1952-1955 al 12% en
1960, al 15% en 1970, a un tercio en 1980 y a casi el 40% a principios de los años
noventa. El país que más diversificó sus exportaciones fue Brasil, cuyas ventas en
el sector automotriz sobrepasaron a las del café en los años ochenta y cuyas ma-
nufacturas representaron más de la mitad (52%) de las exportaciones en 1990. Sin
embargo, la mayor incidencia de las manufacturas se generalizó en toda la re-
gión. Por ejemplo, en las exportaciones combinadas de Colombia, Perú, Uruguay
y Venezuela el porcentaje de las manufacturas en la exportación total creció del
1% en 1960 al 17% en 1990” (BETHELL, 1997, p. 122).
Este proceso tuvo algunas similitudes con el auge exportador de los países
asiáticos, como lo destaca la cita siguiente. Ahora bien, a pesar de que las
cifras del crecimiento productivo durante las décadas de 1960 y 1970 ofre-
cían algún apoyo a la idea de que en América Latina algunas naciones vi-
vían un proceso comparable al del Este de Asia, ya recordamos que los gua-
rismos de la década de 1980 fueron muy distintos. Más adelante
ahondaremos en esta cuestión a partir de una comparación sucinta entre
las políticas industriales prevalecientes en una y otra región. Como surge
también de la próxima cita, las políticas que moldearon la ISI fueron las que,
reorientadas, se usaron para la promoción de la exportación de productos
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“El acuerdo bilateral más importante de los años ochenta fue el convenio entre
Argentina y Brasil de julio de 1986, que comprendía asuntos tan diversos como la
renegociación de las preferencias arancelarias, las empresas binacionales, los fon-
dos de inversión, la biotecnología, la investigación económica y la coordinación
nuclear. De los ‘dieciséis protocolos firmados’, el más significativo fue el ‘proto-
colo número uno’ que abordaba la producción, el comercio y el desarrollo tecno-
lógico de los bienes de capital” (BETHELL, 1997, p. 138).
126
Problemas del Desarrollo en América Latina
“El proceso de integración económica de América Latina pasó por tres etapas dis-
tintas. La primera (los años sesenta y comienzos de los setenta) se caracterizó por
la amplia intervención del Estado, y plazos tanto para la eliminación de barreras
comerciales intrarregionales como para el establecimiento de aranceles externos
comunes. Después, hacia finales de los años setenta, la frustración con el paula-
tino desfase entre las grandes expectativas iniciales y los logros reales de la pri-
mera fase de la integración provocó un período de reacción y consolidación. Du-
rante esta segunda fase, los países latinoamericanos abandonaron los objetivos
anteriores y adoptaron un enfoque más prudente, basado principalmente en
acuerdos comerciales bilaterales de alcance parcial. El inicio de la tercera etapa,
la nueva ola de integración regional de finales de los años ochenta y comienzos
de los noventa, coincidió con la transformación de las políticas de industrializa-
ción y comercio. No se veía ya como un estímulo a la ISI ni como un instrumen-
to para la ‘defensa colectiva’ de los mercados latinoamericanos frente a la com-
petencia extranjera; en lugar de ello, se veía la cooperación más estrecha como
una palanca para estimular la participación de las exportaciones latinoamericanas
en los mercados mundiales, particularmente en las naciones industrializadas”
(BETHELL, 1997, p. 126).
127
4
Las políticas y la reflexión acerca del
desarrollo
Objetivos
• Servir de introducción histórica sumaria al estudio de la teoría del desa-
rrollo y, especialmente, de la contribución latinoamericana a la misma.
• Estudiar las interacciones en América Latina entre el pensamiento acerca
del desarrollo y los procesos de industrialización, cambio técnico y gene-
ración de conocimientos.
• Ensayar, como estímulo para el estudio y la reflexión propia de los lecto-
res, una interpretación de conjunto sobre la evolución de la cuestión del
desarrollo en América Latina durante la segunda mitad del siglo XX.
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Problemas del Desarrollo en América Latina
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] como el único camino válido al alcance de los países de América Lati-
na para aprovechar las ventajas del progreso técnico. La industrialización les
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Problemas del Desarrollo en América Latina
escribió hacia 1959. En el mismo lugar Bethell afirma que “para Prebisch, el
desarrollo hacia dentro mediante la ISI era claramente hacia dentro de Amé-
rica Latina en su conjunto”.
Al Estado le correspondía un papel central, según la concepción “estruc-
turalista” de la CEPAL.
“Si una de estas ideas de Prebisch hubiera de indicarse como crucial o decisiva,
se encontraría amplio consenso en señalar su modo de percibir el desarrollo co-
mo estrechamente conectado al progreso técnico, y el desenvolvimiento de la
economía mundial como indisociable de lo que llamó ‘proceso de propagación
universal del progreso técnico’.
“La originalidad y especificidad de sus puntos de vista radica en el modo de en-
focar dicha economía: un sistema único compuesto por dos polos -los centros y
la periferia- a cuya dinámica es inherente la desigualdad, en tanto se la deje libra-
da al juego de las fuerzas del mercado” (RODRÍGUEZ et al., 1994, pp. 49-50).
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Problemas del Desarrollo en América Latina
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❘❚❚ “Falta un análisis integrado que otorgue elementos para dar respuesta en
forma más amplia y matizada a las interrogantes generales sobre las posibili-
dades del desarrollo o estancamiento de los países latinoamericanos, y que
responda a las preguntas decisivas sobre su sentido y sus condiciones políti-
cas y sociales” (CARDOSO y FALETTO, 1966-1967, p. 10). ❚❚❘
En el Postscriptum sostienen:
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] el mismo callejón aparentemente sin salida del estado actual del de-
sarrollo del capitalismo en Latinoamérica: la modernización se hace a costo
de un autoritarismo creciente y sin que disminuya el cuadro de pobreza típico
del ‘desarrollo con marginalidad’. Al contrario, aumenta la magnitud de la po-
blación puesta al margen del sistema económico y político, en la misma medi-
da en que el orden se mantiene gracias a mecanismos abiertos o disfrazados
de presión y violencia” (CARDOSO y FALETTO, 1966-1967, p. 135). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] iba a parecer cada vez más claro a muchos que sería imposible supe-
rar la amenaza de estancamiento sin quebrar el marco del sistema político y
económico internacional en que hasta entonces había debido desenvolverse
Latinoamérica. Esa convicción vino a dar popularidad a las distintas versiones
de la llamada teoría de la dependencia, que partían de un diagnóstico no de-
masiado alejado del de Prebisch y, aunque no se privaban de reprochar al eco-
nomista argentino que no lo hubiera acompañado de una precisa propuesta
de soluciones económicas para los males registrados en ese diagnóstico,
también se abstenían de adelantarla. Es que, a los ojos de los teóricos de la
dependencia, lo que impedía a Latinoamérica superar el subdesarrollo era su
integración subordinada en el orden captitalista mundial, y -aunque no todos
los proponentes de esa teoría veían en la revolución socialista la única vía ha-
cia adelante- todos coincidían en que era preciso introducir en ese orden mo-
dificaciones más hondas que los retoques hasta entonces invocados como
necesarios por las corrientes reformistas latinoamericanas; a sus ojos, si los
problemas eran económicos, su solución sólo podía ser política” (HALPERIN
DONGHI, 1993, p. 536). ❚❚❘
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❘❚❚ “El segundo período de crecimiento comenzó entre los años treinta y cin-
cuenta y finalizó a principios de los ochenta. En este período se logró el creci-
miento más rápido del siglo y se consiguió un progreso notable tanto de la
producción como de la productividad laboral, respaldados por el auge de la in-
fraestructura y la prestación de servicios. Se produjo al mismo tiempo una
transformación de los indicadores de desarrollo humano. En los años sesen-
ta, descendió el porcentaje de personas en la pobreza, y hubo algunos indicios
en unos pocos países de que se había frenado el empeoramiento de la distri-
bución del ingreso y de que, incluso, se replegaba” (THORP, 1998, p. 295). ❚❚❘
144
Problemas del Desarrollo en América Latina
por cierto de formas variadas según los países, y no siempre en los mismos
momentos. Entre tales tendencias cabe destacar: i) los procesos de demo-
cratización que debilitaron en muchos casos el control del Estado por élites
reducidas, ii) la expansión de los cometidos económicos y sociales del sec-
tor público, iii) el crecimiento del proletariado industrial y del movimiento sin-
dical, y iv) la disminución de la influencia de las empresas extranjeras, en
comparación con el período anterior y sobre todo durante la primera parte
del período.
Ahora bien, el efecto de tales tendencias se vio contrarrestado por las di-
ficultades con las que fue topando el “crecimiento hacia adentro” y por los
derroteros por los que avanzó la industrialización.
En efecto, la magnitud del esfuerzo industrializador, la profundidad de las
políticas proteccionistas, la capacidad del sector público para adaptarlas a
circunstancias cambiantes de manera exigente y estimulante, así como el di-
namismo y la disposición a invertir del empresariado se vieron limitados por
factores profundamente enraizados en la evolución social latinoamericana:
la vocación por el consumo conspicuo, un imaginario colectivo que valora es-
casamente tanto la tecnología como las capacidades nacionales para desa-
rrollarla, una arraigada costumbre de comprar afuera casi todo el conoci-
miento y el instrumental que las actividades económicas requieren.
Ya se ha llamado la atención del lector acerca de las limitaciones, para el
avance de la industrialización, generadas por lo reducido de los mercados in-
ternos. Pero semejante limitación, en el caso de los países más grandes del
continente al menos, no respondía a la pequeñez de la población en general
sino de la fracción con capacidad de compra. La alta desigualdad promedio
limitó la demanda solvente de bienes industriales.
Por todo ello, como fuera destacado en el capítulo anterior, el proceso in-
dustrializador, una vez culminadas las etapas más sencillas de la sustitu-
ción de importaciones manufactureras, se encontró con crecientes dificulta-
des para pasar a las etapas más complejas y empezó a pesar de manera
cada vez más gravosa en el comercio exterior de bienes y servicios, a través
de la importación de maquinaria y conocimientos técnicos.
Estos problemas fueron enfrentados por vías que, a largo plazo, permitie-
ron el asentamiento de una cierta base industrial, pero no que la misma al-
canzase un nivel elevado y autosustentable de dinamismo tecnológico. En
ese proceso, la desigualdad alta jugó un papel relevante, tanto por la forma
en que modeló la estructura de la demanda como por las limitaciones que
supuso para producir en un nivel avanzado. A la inversa, las modalidades es-
pecíficas que fue cobrando la ISI tendieron a consolidar la desigualdad. En
definitiva, el “crecimiento hacia adentro” no generó dinámicas autososteni-
das de disminución de la inequidad.
En efecto,
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “El MITI decidió establecer en el Japón industrias que requerían la utilización
intensiva de capital y tecnología, y que, considerando los costos comparativos
de producción, resultarían en extremo inapropiadas para el Japón. Se trataba
de industrias como la del acero, refinamiento de petróleo, petroquímica, auto-
motriz, aérea, maquinaria industrial de todo tipo y electrónica, incluyendo com-
putadoras electrónicas. Desde un punto de vista estático y a corto plazo, alen-
tar tales industrias parecería entrar en conflicto con la racionalidad
económica. Pero, considerando una visión a más largo plazo, éstas son preci-
samente las industrias donde la elasticidad de demanda de ingreso es mayor,
el proceso tecnológico más rápido y la productividad de mano de obra se ele-
va más rápidamente. Estaba claro que sin estas industrias sería difícil em-
plear una población de 100 millones y elevar su nivel de vida para igualar al
de Europa y Norteamérica únicamente con industrias ligeras; para bien o para
mal, el Japón tenía que tener industria química e industria pesada” (FAJNZYL-
BER, 1983, p. 144). ❚❚❘
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“El efecto de la ISI sobre la demanda de importaciones fue fortalecido por la es-
tructura de protección, que daba una demanda efectiva baja (y con frecuencia
negativa) a la producción de bienes intermedios y de capital. Esta política dejó
sin incentivos a la producción interna de dichos bienes y alentó el uso de tecno-
logías intensivas en capital” (BETHELL, 1997, p. 119).
150
Problemas del Desarrollo en América Latina
Por ejemplo, Argentina, que se encuentra entre este tipo de países, tuvo un desa-
rrollo relativamente rápido de su tecnología interna durante los años setenta. Las
sucesivas adaptaciones a las condiciones locales de la tecnología importada per-
mitieron nuevos hallazgos tecnológicos, muy diferentes de los importados y con
un valor comercial propio. Argentina pudo exportar tecnología. Fueron empresas
nacionales quienes hicieron este tipo de exportaciones, cuyo destino estuvo limi-
tado a otros países latinoamericanos, esto es, países con bastantes similitudes es-
tructurales. […] “El hecho de que las empresas nacionales de los países subdesa-
rrollados comenzaran a generar tecnología suscita nuevos problemas relativos al
papel de las importaciones de tecnología en general, y de las inversiones direc-
tas de corporaciones multinacionales en particular, debido a que estas firmas son
los actores más importantes en la generación, aplicación y transferencia interna-
cional de la tecnología moderna. En la bibliografía de la dependencia, tanto los
aspectos dinámicos de la tecnología, como los efectos de ‘derrame’ de las inver-
siones extranjeras eran ignorados por completo” (BLOMSTRÖM y HETTNE, 1990, pp.
122 y 123).
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“Hoy se admite que la ciega importación de tecnología que ha tenido lugar en las
últimas décadas no sólo ha sido cara en términos económicos sino también -y so-
bre todo- en términos sociales, políticos y culturales. En la mayor parte de los ca-
sos se ha tratado de tecnologías útiles para la producción de bienes y servicios
destinados a las minorías de alto estándar de consumo y no para las necesidades
de las mayorías” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p.131).
152
Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] la mayor productividad de las tecnologías modernas las impone casi
inexorablemente. Ello no significa que ellas sean las únicas posibles o que ne-
cesariamente deban ser intensivas en capital y energía. Se pueden imaginar y
eventualmente desarrollar otras soluciones mejor adaptadas a la constelación
de recursos y factores locales, pero ello sólo será posible a través de un inten-
so esfuerzo de investigación y desarrollo y no simplemente con una especie
de romántica ‘vuelta a la naturaleza’. Si la tecnología moderna no es adecua-
da y conveniente, la única respuesta aceptable es producir tecnología más mo-
derna aún (en el sentido de su ‘edad’) y que sea adecuada y conveniente” (SÁ-
BATO y MACKENZIE, 1982, p. 253). ❚❚❘
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❘❚❚ “Lo más adecuado sería desarrollar una cierta capacidad local, que permi-
tiese a los países alcanzar un grado de autonomía tecnológica compatible con
sus recursos, y que los ayudase a reforzar su soberanía y su personalidad cul-
tural. Esa cierta capacidad autónoma les permitiría elegir con mayor racionali-
dad las tecnologías más convenientes con respecto a factores y recursos, res-
petando al mismo tiempo las restricciones sociopolíticas impuestas por la
sociedad. Se podría pasar así de la importación ciega a un método por el cual,
para cada caso, se proveería una tecnología que sería en verdad un ‘mix tec-
nológico’ entre tecnología importada y tecnología producida localmente. Este
‘mix’ debiera ser entonces el ‘apropiado’ a las circunstancias de cada proble-
ma; y la capacidad autónoma estaría definida entonces por la capacidad de lo-
grar producir los ‘mix’ más apropiados” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p.132). ❚❚❘
❘❚❚ “es que cada país construya una capacidad propia que le permita tener una
tecnología más adecuada a sus propios objetivos, más respetuosa de sus pro-
pios valores culturales y de sus características ecológicas, más interesada en
servir a la satisfacción de las necesidades básicas de su población y más
apropiada a su propia constelación de factores y recursos” (SÁBATO y MACKEN-
ZIE, 1982, p. 212). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
“Se ha propuesto que la mejor manera de lograr [un] control efectivo del flujo
tecnológico sería a través de una drástica reducción de la tecnología importada y
aun de su total eliminación (autarquía tecnológica). Hasta el presente, eso no se
ha podido lograr en la práctica, como lo demuestra (una vez más) el reciente
cambio en la política tecnológica de la República Popular China [1978]. Por lo
tanto, debe aceptarse que en el flujo tecnológico habrá siempre un componente
importado. Para que sea posible lograr una mezcla tecnológica, será pues im-
prescindible disponer de una capacidad para producir tecnología nacional, sin la
cual sería ilusorio pretender controlar el flujo y lograr autonomía” (SÁBATO y MAC-
KENZIE, 1982, p. 216).
❘❚❚ “[…] corriente es hablar de ‘tecnología apropiada’, pero esto suele llevar a
creer que la tecnología debe ser original, desarrollada especialmente y que no
debe estar ‘contaminada’ con la tecnología importada. En realidad, en muchos
casos, una mezcla de tecnologías viejas -con elementos nacionales e importa-
dos- suministra una respuesta más apropiada que la que podría obtenerse
con una tecnología ‘pura’ y ‘nueva’. Por eso nos parece más adecuado hablar
de flujo apropiado o de mezcla apropiada; de esa manera queda claro que no
se trata de buscar originalidad o pureza por sí mismas, sino de suministrar el
flujo que mejor satisfaga la necesidad planteada” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p.
217). ❚❚❘
Según el problema por resolver, la mezcla apropiada será más o menos ori-
ginal y tendrá una componente importada mayor o menor; lo que cuenta no
es el grado de novedad sino la capacidad para hallar la “mezcla” adecuada
a los datos específicos del propio problema.
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❘❚❚ “En resumen, la situación actual en los países sudesarrollados con relación
a la tecnología nacional es que la producción artesanal de tecnología, que de
hecho existe y es importante, no recibe prácticamente ningún apoyo guberna-
mental, y que tampoco hay una política decidida encaminada al desarrollo de
la producción industrial de tecnología” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p. 227). ❚❚❘
156
Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Se carece aún de una buena teoría sobre el papel del Estado como pro-
ductor y propietario de unidades (industrias, bancos, comercios, seguros, etc.)
que son grandes consumidoras de tecnología y que frecuentemente se com-
portan con respecto a la ciencia y la técnica en forma tanto o más regresiva
que el sector privado, desmintiendo así la creencia de que la nacionalización o
estatización de una unidad productiva basta para terminar con su dependen-
cia tecnológica” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p. 235). ❚❚❘
❘❚❚ “En ningún país del área, con excepción quizás de Brasil, se ha pasado aún
de una estrategia defensiva (limitada al refuerzo de la infraestructura, funcio-
namiento de registros de tecnología, etc.) a una estrategia ofensiva (con énfa-
sis en la producción de tecnología y en una negociación agresiva con los pro-
veedores externos de tecnología). Es urgente reconocer que la estrategia
defensiva tiene un techo estructural y operativo y que la superación de esa li-
mitación sólo podrá lograrse vía una estrategia ofensiva” (SÁBATO y MACKENZIE,
1982, p. 236). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] dominio de la tecnología les ha dado [a las ET] una fuerte ventaja com-
parativa, tanto en el ámbito nacional como en el internacional. No sólo saben
producir paquetes tecnológicos sino también incorporarlos a ‘paquetes empre-
sariales’ más complejos, que incluyen recursos financieros, acceso a los mer-
cados (doméstico y extranjero), facilidades bancarias, personal altamente cali-
ficado, experiencia administrativa, publicidad y prestigio” (SÁBATO y MACKENZIE,
1982, p. 209). ❚❚❘
Ahora bien:
❘❚❚ “[…] también hay que tener presente que, al menos en ciertos sectores -al-
gunos de los cuales son muy importantes- hay suficiente competencia entre
las diversas ET como para que un negociador competente y honesto pueda ob-
tener condiciones razonables en la venta o alquiler de tecnología. En otras pa-
labras, hay espacio para negociar, siempre que quien represente a un país
subdesarrollado tenga la capacidad, el conocimiento y el poder necesarios pa-
ra hacerlo con eficiencia” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, p. 210). ❚❚❘
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A comienzos del siglo XXI, quien se ocupe de impulsar una política tecnoló-
gica en alguno de nuestros países quizás halle útil revisar la precedente lis-
ta de “obstáculos” y analizar cuáles siguen vigentes. En todo caso, la cita
ayuda a comprender por qué Sábato y Mackenzie hablan de “drama tecnoló-
gico”, con muy variados actores: políticos, empresarios, obreros, burócratas,
científicos, tecnólogos, consumidores, etc. Los autores subrayan que el de-
sarrollo tecnológico es un proceso social que se despliega en “un espacio
de intereses contrapuestos” (SÁBATO y MACKENZIE, 1982, pp. 212-213).
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constituía en sí mismo una novedad, pues acuerdos de ese tipo venían fun-
cionando desde tiempo antes, como por ejemplo el del estaño desde 1956
y el del café desde 1962. Lo característico de la década de 1970 fue el im-
pulso que los países subdesarrollados dieron a esta línea de acción, parti-
cularmente en las conferencias e instituciones del sistema de las Naciones
Unidas.
La estrategia esbozada asignaba a los estados del Tercer Mundo, como
se ve, la máxima responsabilidad en la construcción del “nuevo orden”, tan-
to en lo que se refiere a la modificación de las relaciones externas como en
la programación del crecimiento interno. Lo que aconteció con semejante
estrategia dice mucho acerca de las grandes tendencias de la evolución tec-
nológica y económica contemporánea.
La bonanza de los precios de los productos primarios fue en general efí-
mera; la tendencia fue revertida por la recesión de la economías metropoli-
tanas. Ello hizo cada vez más difícil el funcionamiento de los acuerdos para
la estabilización de precios, entre otros motivos porque agudizó las contra-
dicciones entre los propios países productores de productos primarios igua-
les o intercambiables.
El fin de la prolongada prosperidad de la posguerra en los países centra-
les coincidiría con el comienzo de una mutación técnico-productiva que im-
pactaría sobre el planeta entero, y de la cual ni siquiera saldría indemne el
poder de los productores de petróleo, que por entonces lucía avasallante.
Las nuevas relaciones de precios acelerarían los cambios en la producción,
las políticas de ahorro energético y los avances en la tecnología que reduci-
rían el consumo de petróleo en relación con el gasto total así como frente a
otras formas viejas y nuevas de energía. Hacia 1986, en términos reales, el
precio del petróleo había vuelto a niveles similares a los anteriores a la gran
alza de 1973 (TOYE, 1987, p. 141).
Más en general, el cambio de paradigma técnico-productivo tendería a in-
crementar el peso en la economía de la capacidad científica y tecnológica
concentrada en el Primer Mundo, y a disminuir el de los productos primarios
exportados por la periferia en desmedro de su poder de negociación. A co-
mienzos de la década de 1980, el proyecto de “nuevo orden económico in-
ternacional” había perdido vigencia.
Durante esa década, las tecnologías del “complejo electrónico” sustenta-
rían la acelerada globalización tanto de las comunicaciones como de la eco-
nomía, facetas estrechamente vinculadas de un mismo proceso, en el cual
las empresas transnacionales jugarían un papel mayor y menos regulado,
mientras que las instituciones internacionales de manejo de las finanzas no
dejarían de estar controladas por los países más ricos.
Por otra parte, la experiencia había mostrado ya las enormes dificultades
de la “transferencia de tecnología” del Norte al Sur, incluso cuando se dis-
ponía de abundancia de recursos monetarios. Durante la década de 1970
se acumularon los ejemplos de plantas productivas, compradas “llave en
mano” en particular por países de la OPEP, que resultaron un fracaso econó-
mico. En varios casos se trató de equipos más o menos anticuados, adqui-
ridos debido a una combinación de corrupción e ignorancia; el avance técni-
co hacía cada vez más necesario, hasta para saber comprar, el disponer de
capacidad avanzada. Pero incluso cuando las plantas instaladas no estaban
ya atrasadas, y sobre todo cuando eran técnicamente sofisticadas, pesaba
gravosamente en su rendimiento la escasa capacidad local para escogerlas
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❘❚❚ “La tesis según la cual los fallos del mercado son pequeños, pero los fallos
del gobierno son enormes, puede ofrecer un eslogan poderoso. Pero como ele-
mento de análisis económico y político, es totalmente inadecuada para enten-
der la interacción bidimensional entre fallos del mercado y fallos del gobierno”
(TOYE, 1987, p. 65). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
Por otra parte, todas las economías de los países más avanzados son en
cierto sentido economías mixtas, con un papel preponderante del mercado,
pero también con una intervención amplia y polifacética del Estado.
En cualquier caso, el ocaso de las concepciones latinoamericanas clási-
cas acerca del desarrollo se vio confirmado en la década de 1980 por el au-
ge de puntos de vista diametralmente opuestos, como los sostenidos por la
mencionada “contrarrevolución”. Uno de los principales representantes de
esta última sostuvo que descartar la economía del desarrollo, como discipli-
na de estudio, podía ser útil para mejorar la salud tanto de la disciplina eco-
nómica en su conjunto como de la economía de los países en desarrollo (TO-
YE, 1987, pp.71-72). Las ideas dominantes del momento ponían de relieve
la decadencia de la propia teoría del desarrollo.
4.6. Recapitulación
Esto último hunde sus raíces en el pasado lejano, pues constituye una he-
rencia de la colonización ibérica, que impuso pautas culturales muy distin-
tas a las transplantadas a las zonas de colonización anglosajona. La Espa-
ña que conquistó América fue la que se arruinó a sí misma, cultural y
técnicamente, destruyendo la agricultura morisca, expulsando a los judíos,
sometiendo la sociedad a la Inquisición. Su impronta entre nosotros se ma-
nifestó en las universidades monásticas que perduraron bastante más allá
de la Independencia, en el desprecio al trabajo manual, en el parentesco en-
tre las escuelas de oficios y los establecimientos correccionales. La cultura
oficial asignó un lugar marginal y -con excepción del caso de la biomedicina
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conjugado obviamente con otros factores, de los que algunos ya fueron men-
cionados- atenazó el crecimiento económico y reforzó sus vínculos con el
consumo privilegiado; propiciar éste fue a menudo la vía maestra para supe-
rar el estancamiento. Con diferencias grandes según los países y los mo-
mentos, la etapa de la Industrialización por Sustitución de Importaciones, si
bien en conjunto mucho más propicia que la anterior para el progreso social,
no forjó un círculo virtuoso en el que se reforzaran mutuamente la expansión
económica y la equidad.
Esta breve recapitulación concluye con el gran viraje de la década de
1980, cuando la crisis marcó el agotamiento definitivo del “crecimiento ha-
cia adentro”, impuso esfuerzos exportadores mucho más grandes y más li-
gados a las manufacturas que antes, acentuó las desigualdades, agravó las
penurias de los más carenciados y desencadenó los procesos acelerados
de apertura, liberalización y privatización que ya han cambiado la faz del con-
tinente.
Por entonces llegó también a su fin el ciclo de la concepción latinoameri-
cana clásica del desarrollo. Durante las agitadas y contradictorias décadas
de 1960 y 1970, esa concepción también se agitó y vivió estimulada por
sus propias contradicciones y sobre todo por las de la realidad. Pero la diná-
mica de los hechos fue desplazando cada vez más su centro de gravedad de
la guía para la acción a la crítica del orden existente y, dentro de esta última,
del análisis de los procesos a la denuncia de las consecuencias, pues las
tendencias de la realidad desbordaban las pautas interpretativas.
El Estado había impulsado la industrialización, y ésta había modificado
profundamente la estructura productiva del continente, aunque sin dotarla
de un dinamismo autosostenido; el accionar estatal y los procesos indus-
trializadores habían alterado la inserción en la economía internacional, pero
la subordinación al centro se mantenía; la especificidad de la condición pe-
riférica sobrevivía mucho mejor que los métodos para afrontarla, quizás por-
que sus causas más profundas no eran las alegadas, quizás porque la de-
pendencia tenía raíces más sólidas de lo supuesto. En cualquier caso, el
mundo rico vivía una nueva revolución tecnológica, los lejanos procesos de
industrialización tardía del Este asiático se revelaban mucho más exitosos
sin cuestionar mayormente el relacionamiento centro-periferia, y América La-
tina se afanaba en la “competitividad espuria” de la década perdida, de to-
do lo cual no era demasiado lo que la concepción latinoamericana clásica
del desarrollo tenía para decir. En ese proceso, paralelo a lo que se ha cali-
ficado como la transición de una matriz social “estadocéntrica” a una matriz
“mercadocéntrica”, la propia temática del desarrollo perdió gran parte de su
vigencia.
169
5
¿Hacia la sociedad del conocimiento?
Objetivos
❘❚❚ “[…] la radio fue el primer producto de una nueva tecnología electrónica que
desde entonces se ha desarrollado más allá de lo previsible por sus creadores
y continúa dando lugar a innovaciones de importancia económica extraordina-
ria. Algunos incluso la consideran como precursora de una nueva Revolución In-
dustrial. Por otro lado, pocas experiencias ilustran tan bien las características
más importantes del avance tecnológico moderno y, en particular, la combina-
ción entre investigación de grupo y genio individual, entre búsqueda sistemáti-
ca y descubrimiento fortuito.” (Landes, 1969: p.451) ❚❚❘
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“La fidelidad de Hertz a la ciencia pura, frente a la aplicada, era tan fuerte que
nunca imaginó el valor potencial de su trabajo para las telecomunicaciones. Pe-
ro otros tomaron su lugar, y no hay prueba más significativa de las mejoras ha-
bidas en la experimentación científica y la comunicación intelectual que la ra-
pidez con que los avances en este campo se difundieron de un país a otro.”
(Landes, 1969: p.452)
❘❚❚ “[…] la radio es un ejemplo excelente de lo que podrían llamarse lujos inver-
sos a la renta o estatus, es decir, un producto cuya utilidad varía inversamente
con la renta, por lo que es adoptado con mayor rapidez por los pobres que por
los ricos (la televisión es quizá un ejemplo incluso mejor). Para aquellos a quie-
Las citas de este apartado han
nes sus recursos les permitían un amplio margen de diversión y distracción, la
sido tomadas del libro de Lan-
des (1969), pp. 451-456. En radio fue sólo una fuente más de entretenimiento, por importante que fuera.
relación con la radio, nos refe- Para quienes disponían de menores recursos, la radio se convirtió rápidamente
rimos también a Freeman en la diversión principal, y la audición de ciertos programas casi adquirió un ca-
(1982), p. 73.
rácter de ritual.” (LANDES, 1969) ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Pocos utensilios ilustran tan bien la naturaleza de este proceso: las múlti-
ples contribuciones, provenientes de varios países y a veces simultáneamente;
el flujo de ideas de la ciencia a la ingeniería y de ésta al mundo de los nego-
cios; la función de la investigación de grupo y financiada; el alto rendimiento de
las rivalidades tecnológicas. La radio era testimonio de un ámbito de conoci-
miento que compartía un acervo común de ideas, cifras y métodos; un mundo,
además, en el que la mejora de las comunicaciones y la profesionalización de
la ciencia y la ingeniería habían acelerado enormemente la difusión de cada
idea nueva y de cada avance” (LANDES, 1969). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
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Un uso efectivo con gran impacto de las tarjetas perforadas para el procesa-
miento mecánico de datos fue implementado en las tareas del censo de
1890 en Estados Unidos, a partir de los trabajos del estadístico de ese
país, Herman Hollerith. Ello constituyó una innovación relevante, a partir de
la cual se desarrollaron diversas tabuladoras electromecánicas y constituye-
ron varias empresas, en particular la IBM en 1924 (Ibid., pp. 909-910).
Ese tipo de máquinas no constituían pues una implementación de la
idea de “máquina universal” propuesta por Babbage. El primer computa-
dor “que funciona según un programa que trabaja de forma satisfactoria
en todos los sentidos” (Ibid. p. 622), el Z3, fue construida en Berlín por
Konrad Zuse entre 1936 y 1941. Su segundo modelo, el Z4, fue usado ya
en 1942 para cálculos de diseño de aviones. Ese mismo año fue retirado
el apoyo gubernamental al proyecto de Zuse para construir una computa-
dora electrónica; Z3 y Z4 usaban tecnología electromecánica, como el
computador ASCC (Automatic Sequence Controlled Calculator) o “Mark I”,
más caro y menos rápido, construido por la Universidad de Harvard e IBM
entre 1937 y 1944.
En la computación como en tantos otros campos, la II Guerra constituyó,
evidentemente, un estímulo fundamental para el avance técnico. Freeman y
Soete (p. 171) destacan la eficiencia, que tardó mucho en ser sobrepasada,
del computador “Colossus”, desarrollado en Gran Bretaña para descifrar el
código alemán “Enigma”. Asesoró su construcción el notable matemático
Alan Turing, cuyo trabajo sobre lógica y algoritmos desempeñó un papel cen-
tral en la evolución de la informática. Incluía ya elementos electrónicos y em-
pezó a operar en 1943. El primer computador electrónico construido en Es-
tados Unidos entre 1942 y 1946, el ENIAC (Electronic Numerical Integrator
and Calculator), recibió apoyo financiero de la Marina para usarlo en cálcu-
los balísticos; “presentaba un avance importante: la capacidad lógica junto
con la capacidad aritmética. La adquisición de la capacidad lógica represen-
176
Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Esto muestra con mucha fuerza las limitaciones de las teorías de la deman-
da guiada por el mercado en materia de innovaciones radicales y el papel clave
de la paciente promoción gubernamental en el período temprano de una tecno-
logía radicalmente nueva”. (Freeman, 1982: pp.83-84) ❚❚❘
El papel del Estado fue decisivo para que el liderazgo en el desarrollo de las
computadoras, fuera asumido por Estados Unidos, tras sus orígenes en Ale-
mania y Gran Bretaña. Las Fuerzas Armadas tuvieron pronto una clara idea
de para qué podían servirles esas máquinas. Promovieron y coordinaron la
investigación científica requerida, financiaron su construcción, definieron las
características técnicas a las que debían ajustarse y fueron durante bastan-
te tiempo sus principales usuarios. La asignación sistemática de grandes
sumas a ese desarrollo constituyó una verdadera política de largo plazo, que
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❘❚❚ “La perfomance actual de los célebres laboratorios Bell es realmente ‘indus-
trial’, como lo pone de manifiesto un aviso comercial reciente de esa empresa
refiriéndose al desarrollo de ‘burbujas magnéticas’: ‘Inventos tales como las
burbujas magnéticas no ocurren todos los días en los laboratorios de la Bell.
178
Problemas del Desarrollo en América Latina
Pero la innovación es algo que sí ocurre diariamente […] Nuestras patentes so-
bre burbujas es una de las 19.000 que hemos recibido desde nuestra funda-
ción en 1925. Es decir, un promedio de dos por día de trabajo’.” (Sábato y Mac-
kenzie, 1982: p. 64) ❚❚❘
Allí se obtuvo el mayor de los avances en este rubro, la invención del transis-
tor en 1948, que constituye un notable ejemplo de la interacción entre cien-
cia, tecnología y producción. El primero que se construyó “estaba compues-
to por un trozo de germanio sobre el que se había dispuesto dos electrodos
con puntas de contacto muy próximas. La resistencia de uno de los puntos
dependía de la intensidad de corriente que circulaba por la otra. Debido a
que dicha resistencia era transferible, el dispositivo así construido era desig-
nado como TRANsference reSISTOR (resistencia de transferencia), quedan-
do así el acrónimo de dicho concepto de la siguiente forma: TRANSISTOR.”
(Crónica de la Técnica, p. 885)
El transistor es un dispositivo que utiliza materiales que se comportan
como semiconductores respecto a la electricidad – germanio en una prime-
ra etapa y silicio a partir de los años sesenta, en los que se introduce “im-
purezas” de otros materiales –, de modo tal que puede ampliar, corregir, de-
tectar o cortar corrientes, generar ondas de alta frecuencia, y abrir o cerrar
circuitos, para lo cual insume extraordinariamente poco tiempo y espacio.
La Bell ya contaba con una importante tradición de trabajo en mecánica
cuántica cuando en 1945 estableció un grupo de investigación en física del
estado sólido, y un subgrupo dedicado a los semiconductores. A partir de
1948 se empezaron a obtener transistores – a cuya invención estuvo direc-
tamente ligado un equipo de 13 personas – pero su conversión en produc-
tos comerciables exigió tiempo adicional y más dinero del que se había in-
vertido en la investigación fundamental. Y su desarrollo se convertiría en
“la piedra fundamental del desarrollo de la industria electrónica japonesa”.
En 1953, la Sony compró una licencia para un cierto uso restringido de
transistores; luego, “a través de su propia capacidad, modificó el paquete
adquirido a la Western y produjo un transistor para ser empleado en radio-
telefonía. En 1955 puso en el mercado japonés la primera radio a transis-
tores. Eso no fue más que el comienzo, porque en 1957 presentó la prime-
ra radio a transistores de tamaño reducido, que pronto se difundiría por el
mundo entero, produciendo un gigantesco impacto sociocultural.” (Free-
man, 1982: pp 91-94)
La “transistorización” de la computación, mediante el recurso de la tec-
nología de los semiconductores, permitió reducir notablemente tamaños y
costos así como aumentar la velocidad del procesamiento de datos de ma-
nera no menos impactante. En ello tuvo una incidencia fundamental el pro-
ceso de “miniaturización” de los elementos empleados, en el cual un paso
característico fue la fabricación en 1958 del primer circuito integrado o
“chip”: la tecnología de los semiconductores permitía construir un circuito
completo, con transistores, resistencias y condensadores, en una misma
laminilla de germanio. Un chip puede incluir un enorme número de transis-
tores y otros elementos en un pequeño bloque, cuyo material de base pasó
a ser el silicio; el chip cuya introducción más impacto tuvo fue el micropro-
cesador.
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❘❚❚ “El camino hacia su crecimiento vino marcado por los desarrollos que se
produjeron en Estados Unidos, con la introducción de la manufactura de preci-
sión, las piezas intercambiables, y la cadena de montaje, que pusieron al auto-
móvil incluso al alcance de los obreros que lo fabricaban. El modelo T data de
1908 y costaba 1.000 dólares al principio. En 1924 … su precio había bajado
a menos de 300, y, hacia 1926, Henry Ford había vendido 15 millones de sus
cochecitos motorizados. Se los daré del color que quieran, decía, con tal de
que sea negro. En consecuencia, los Estados Unidos tenían en 1913 el triple
de coches registrados que los tres mayores países europeos juntos; hacia
1921, debido a la guerra, la relación pasó a ser de 13 a 1, y de 10 a 1 para el
conjunto de Europa.” (Landes, 1969: p.470) ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
que quienes los sustituyen son menos y se sienten menos seguros que los
que allí estaban en tiempos no lejanos. No parece fenómeno coyuntural sino
tendencia profunda esa mayor “dureza” del mundo del trabajo, tanto por la
dificultad de acceder a él como por la tensión que lo signa.
Antes de abordar las cuestiones anotadas, conviene sintetizar la evolu-
ción del empleo en las regiones más industrializadas, donde más directa es
la incidencia de la innovación técnico-productiva. Castells la estudia en deta-
lle para los países del denominado Grupo de los Siete, G-7, constituido por
Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Canadá, Reino Unido e Italia. Dis-
tingue dos períodos, 1920-1970 y 1970-1990, que grosso modo correspon-
den, respectivamente, al auge y a la decadencia (al menos relativa) del for-
dismo. A continuación glosamos su análisis y consignamos algunos de los
datos que el mismo incluye.
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¿Qué va a pasar con la clásica división del trabajo “fordista” ante la “revolución
tecnológica” de la electrónica? Ante esta pregunta, los autores mencionados enca-
ran tres alternativas hipotéticas.
La primera llevaría hasta sus últimas consecuencias la lógica del taylorismo, pri-
vando de toda iniciativa al operario y consolidando el triunfo de la “oficina central
de métodos”, en una fábrica tendiente a la automatización total, con unos pocos
“cuellos azules” no calificados cumpliendo tareas de limpieza y acarreo, y algunos
profesionales encargados de la modulación del proceso. En esta dirección se avan-
zó en muchas plantas donde mayor había llegado a ser el cuestionamiento social
de comienzos de los ‘70, particularmente en las de la FIAT en Turín; allí fue elimi-
nada la presencia misma de los trabajadores en algunos de los lugares más conflic-
tivos. Esta fue una opción primordialmente política; habiéndose recuperado el con-
trol de las relaciones de producción, no se justificaría económicamente la
construcción de plantas de un grado extremo de automatización. Para las empresas
sería preferible, en líneas generales, lograr un mayor involucramiento de los equi-
pos de trabajadores, de modo que en particular su “aprender haciendo” en la tarea
cotidiana constituya una fuente sistemática de mejoras, asimilables y formalizables
por los equipos de diseño, métodos e ingeniería. “De hecho, el problema es reco-
nectar lo que el taylorismo desconectó: los aspectos manuales e intelectuales del
trabajo.” Ahora bien, dado que esta opción tiende a incrementar la independencia
de los trabajadores - la reducción de la cual fue precisamente motor central de la
taylorización -, desestimar la automatización radical abre otras dos alternativas. Una
busca el involucramiento individual del trabajador ofreciéndole mejores ingresos y
avances en su carrera. La otra procura que, en la elevación de la productividad y
de la calidad de la producción, haya un involucramiento colectivo, garantizado por
el sindicato, que obtiene a cambio el derecho de controlar las condiciones de tra-
bajo y de sustitución de la mano de obra, así como la participación de los trabaja-
dores en los beneficios emanados de una mayor productividad. Una vez más, Ja-
pón ejemplificaría una opción y Suecia la otra.
Los autores que glosamos resumen así las tres alternativas dibujadas: (A)
crecimiento de la polarización en las relaciones de trabajo y de la “descapa-
citación” de la mano de obra; (B) involucramiento negociado individualmen-
te; (C) involucramiento negociado colectivamente. Consideran que ninguna
se ha impuesto como un “nuevo modelo hegemónico de industrialización”,
sino que las tres coexisten en la mayoría de los países, dentro de las mis-
mas empresas e incluso de las mismas plantas. La primera tendería a una
creciente polarización social, planteada en términos de capacidades e ingre-
sos. La segunda apuntaría en la misma dirección, al impulsar en la sociedad
en su conjunto la lógica de la competencia individual, inclusive al nivel de la
formación. Sólo la tercera podría llevar a una promoción social y cultural co-
lectiva de los asalariados.
Señalan también Leborgne y Lipietz que las indicadas formas (A), (B) y (C)
de reorganización del proceso de trabajo deben ser consideradas en conjun-
to con dos formas típicas de contratación salarial: (I) “rígida”, y (II) “flexi-
ble”. Así, la combinación (A.II) configura una variante adecuadamente deno-
minada como “neotaylorista”, que fue la predominante a comienzos de la
década de 1980. Pero, a fines de la misma, los éxitos de la industria en Ja-
pón, Alemania, Italia, y sus dificultades en Estados Unidos, robustecieron
las tesis según las cuales otras variantes tienen mejor en cuenta los intere-
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ses de corto y largo plazo, no sólo de los asalariados sino también de los
empresarios, en lo que tiene que ver con el aprovechamiento de las nuevas
tecnologías.
La evolución durante la década de 1990 no parece mostrar el predominio
neto de alguna de las alternativas mencionadas, aunque cabe notar el avan-
ce de las formas de contratación “flexibles” y las dificultades del “involucra-
miento negociado colectivamente”. Según Castells, se ha venido afirmando
la individualización de la inserción de los trabajadores en los procesos labo-
rales; de esta tendencia mayor nos ocuparemos específicamente más ade-
lante, conectándola con el impacto diferencial de los cambios técnicos en
los distintos tipos de inserción ocupacional.
Refiriéndonos a uno de los enfoques reseñados en esta misma sección,
parece admisible la tesis de que la complejidad del desarrollo tecnológico
contemporáneo origina una fuerte correlación positiva entre competitividad
de la empresa e involucramiento de los trabajadores. También parece válido
sostener que ciertas características salientes de la innovación tecnológica
en nuestra época requieren no sólo mayor capacitación y participación de
los trabajadores sino también su creciente disposición a la labor en equipo.
Ello surge, muy grosso modo, de la flexibilidad, rapidez de adaptación y diver-
sidad de respuestas a la demanda que, posibilitadas por la explosiva varie-
dad del instrumental originado en la microelectrónica, se convierten en re-
quisitos difícilmente eludibles de la competitividad. Se configura así una
tendencia objetiva, mayor y claramente contrapuesta a la taylorización tradi-
cional. Pero no es evidente que esta tendencia lleve a una mejora general
de las condiciones de trabajo. Apuntan en sentido contrario, junto a la agu-
dización de la competencia económica internacional, el mayor poder de ne-
gociación empresarial basado en cambios técnicos acelerados, que hacen
más heterogéneas las condiciones de trabajo, permiten prescindir de gran-
des contingentes de mano de obra y agravan la amenaza del desempleo, to-
do lo cual debilita a los sindicatos y disminuye la capacidad de negociación
de los sectores asalariados.
En conjunto, la realidad va mostrando una creciente segmentación del
mercado de trabajo. La misma se vincula a una diferenciación en tipos de
ocupación cuyas perspectivas de aprovechar o sufrir los cambios técnicos
en curso son bastante distintas.
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Problemas del Desarrollo en América Latina
cambio de gobierno tuvo mucho que ver con el escaso éxito en el enfrenta-
miento a la desocupación, para lo cual se han venido ensayando, en Francia y
en otras partes, una gama muy amplia de medidas. En los países más avan-
zados de Europa ha tomado cuerpo el llamado “desempleo estructural”, que
no resulta de factores circunstanciales o de los avatares de la coyuntura eco-
nómica, sino de la dinámica profunda de la evolución productiva y de la estruc-
tura social, en el marco de la cual un número importante de personas simple-
mente no encuentran lugar para trabajar. En consecuencia, si bien la
desocupación desciende cuando crece la producción, se mantiene a niveles al-
tos, al menos en la mayor parte de los países donde la existencia de seguros
de desempleo permite a ciertos contingentes de desocupados subsistir sin te-
ner que aceptar una sustancial degradación de sus condiciones de labor
En Estados Unidos, el desempleo abierto ha sido bastante menor que en
Europa Occidental, en parte debido a la razón apuntada recién, y ha dismi-
nuido sensiblemente durante la sostenida expansión económica iniciada a
comienzos de la década de 1990. Todo ello hace, en cierto sentido, más vi-
sible la evolución de las condiciones de trabajo. Vale la pena resumir un en-
foque muy sugestivo de las tendencias en la materia, elaborado a comien-
zos de la década citada (Reich, 1993: pp. 174-176).
❘❚❚ “Básicamente, están surgiendo tres amplias categorías de trabajo, que co-
rresponden a las tres diferentes posiciones competitivas en las cuales se en-
cuentran los norteamericanos. Estas mismas categorías están tomando forma
en otras naciones. Las denominaremos servicios rutinarios de producción, servi-
cios en persona y servicios simbólico-analíticos.” ❚❚❘
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“Nuestra observación empírica de la evolución del empleo en los países del G-7
muestra algunos rasgos comunes fundamentales que parecen ser característicos
de las sociedades informacionales:
• desaparición progresiva del empleo agrícola;
• descenso constante del empleo industrial tradicional;
• incremento tanto de los servicios de producción como de los sociales, sobre
todo de los servicios a las empresas en la primera categoría y los de salud en
la segunda;
• creciente diversificación de las actividades de servicios como fuentes de pues-
tos de trabajo;
• rápido incremento de los puestos ejecutivos, profesionales y técnicos;
• estabilidad relativa de una cuota de empleo considerable en el comercio mi-
norista;
• incremento simultáneo de los niveles más elevados y bajos de la estructura
ocupacional;
• aumento relativo del nivel de la estructura ocupacional a lo largo del tiempo, ya
que el crecimiento de la cuota asignada a las ocupaciones que requieren mayor
preparación y educación superior es en proporción más elevado que el obser-
vado en las categorías del nivel inferior.” (Castells, 2000: 283-4)
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “El contexto social, y en particular la relación existente entre capital y traba-
jo según las decisiones específicas de la dirección de las firmas, afecta de for-
ma drástica la forma real del proceso laboral y las consecuencias del cambio
para los trabajadores. Ello fue particularmente cierto durante la década de
1980, cuando la aceleración del cambio tecnológico fue a la par del proceso de
reestructuración capitalista […. Así un estudio] sobre el impacto de la introduc-
ción de robots en la industria automovilística de Japón, Estados Unidos, Francia
e Italia, mostró de forma sustancial los efectos diferentes de una tecnología si-
milar en la misma industria: en los Estados Unidos e Italia, los trabajadores
fueron desplazados debido a que la meta principal de introducir nueva tecnolo-
gía era reducir los costos laborales; en Francia, la pérdida de puestos de traba-
jo fue menor que en esos dos países debido a las políticas gubernamentales
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bierto, sobre todo en los países donde esa transformación tenga impactos
primordialmente indirectos, siendo sus manifestaciones locales más débiles
e inducidas esencialmente desde afuera, con escasa incidencia de las diná-
micas endógenas. A esta cuestión volveremos al referirnos al panorama
ocupacional de la periferia.
Ensayemos antes una síntesis, necesariamente muy precaria, de los
cambios recientes en el mundo del trabajo allí donde más rápido está sien-
do el cambio técnico. Lo que sugieren tanto la reflexión teórica más afinada
que conocemos como el análisis de los datos disponible es una mutación
profunda de las condiciones ocupacionales, que incluye: (i) la desaparición
de gran número de puestos de trabajo, sobre todo de tipo rutinario y repeti-
tivo; (ii) la aparición de otros muchos, aunque no necesariamente tantos co-
mo los suprimidos ni ocupados, en general, por quienes perdieron sus colo-
caciones, en particular porque gran parte de los nuevas oportunidades exige
calificaciones comparativamente más altas; (iii) una importante “bifurca-
ción” o polarización en las condiciones de trabajo, en gran parte ligada al ni-
vel de preparación requerido, que separa en particular a los “analistas sim-
bólicos” de quienes realizan tareas rutinarias y poco calificadas, sean o no
automatizables; (iv) una tendencia a la degradación de la situación ocupa-
cional de las muchas personas que sólo pueden aspirar a realizar este últi-
mo tipo de actividades, lo que se manifiesta de maneras muy variadas, de-
sempleo abierto, empleo informal y precario, alargamiento de la jornada
laboral, privación de derechos, etc.
Para discutir otra tendencia mayor, recordemos que, según lo consignado
en el apartado anterior, a fines de la década de 1980, Leborgne y Lipiets
consideraban que las tres principales alternativas, en materia de evolución
de la ocupación, podían caracterizarse como: a) crecimiento de la polariza-
ción en las relaciones de trabajo y de la descalificación de la mano de obra;
b) involucramiento negociado individualmente; c) involucramiento negociado
colectivamente. Los argumentos que hemos venido presentando esbozan
una evaluación de esas alternativas. Respecto de (a), cabe decir que la ten-
dencia a la polarización luce muy real, pero lo que parece registrarse no es
un retroceso generalizado de la calificación de los trabajadores, sino una ex-
presión relevante de esa misma polarización, según la cual un conjunto
grande de tareas exige escaso o nulo avance en materia de formación mien-
tras que crece notoriamente otro conjunto de tareas que requieren niveles
educativos comparativamente muy superiores. Respecto de las otras dos
posibilidades consideradas, que se refieren al tipo de involucramiento de los
trabajadores, abunda la evidencia del debilitamiento de la alternativa (c), la
de la negociación colectiva. Asociada a la difusión de los llamados modelos
laborales flexibles, es la alternativa (b), en tanto relacionamiento individuali-
zado con la actividad laboral, la que parece afirmarse.
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “[…] parece que Japón ha venido practicando durante cierto tiempo la lógica
de mercado de trabajo dual que se está extendiendo por las economías occi-
dentales. Al hacerlo, ha combinado los beneficios del compromiso de una ma-
no de obra nuclear con la flexibilidad de un mercado de trabajo periférico. La
primera ha sido esencial porque ha garantizado la paz social mediante la coo-
peración entre la dirección y los sindicatos de las empresas, y porque ha au-
mentado la productividad mediante la acumulación de conocimiento en la firma
y la rápida asimilación de las nuevas tecnologías. Esto último ha permitido una
rápida reacción a los cambios de la demanda laboral, así como a las presiones
competitivas de la fabricación fuera del país durante los años ochenta. En los
noventa, las cifras de la inmigración extranjera y los jornaleros comenzaron a
subir, introduciendo una selección y flexibilidad adicionales en los segmentos
menos cualificados de la mano de obra. En conjunto, parece que las compa-
ñías japonesas fueron capaces de afrontar las presiones competitivas median-
te la recualificación de su mano de obra nuclear y la adición de tecnología,
mientras multiplicaban su mano de obra flexible, tanto en Japón como en sus
redes de producción globalizadas. Sin embargo, como esta práctica laboral se
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“En el contexto europeo, una aproximación interesante para detectar los nuevos
modelos laborales emergentes es el denominado ‘modelo holandés’, que tuvo un
enorme éxito en la creación de empleo y el crecimiento económico sin pérdida de
protección social durante los años noventa. Enfrentados a un desempleo creciente
en los ochenta, el gobierno, las empresas y los trabajadores holandeses alcanzaron
una serie de acuerdos para reestructurar el mercado laboral. En el marco de estos
acuerdos, los sindicatos accedieron a moderar los aumentos salariales a cambio de
la preservación de empleos del núcleo de la industria. Pero además de este acuer-
do (que ya es habitual en las negociaciones entre sindicatos y patronal en todos los
países), los sindicatos holandeses también accedieron a la ampliación, en la perife-
ria de la mano de obra, de nuevas formas flexibles de empleo, principalmente tra-
bajo a tiempo parcial y contratos eventuales. El gobierno también creó programas
para estimular la iniciativa de las pequeñas empresas. Sin embargo, el elemento
clave de este modelo es que, a diferencia de los Estados Unidos, los trabajadores a
tiempo parcial y eventuales reciben la plena cobertura del sistema sanitario nacio-
nal y de los planes de pensiones de incapacidad, desempleo y jubilación. Y las
mujeres, principales receptoras de los nuevos empleos a tiempo parcial, disfruta-
ban de subsidios para el cuidado de sus hijos. Como resultado de esta estrategia, la
tasa de desempleo de los Países Bajos, en un momento de intensa innovación tec-
nológica, bajó de un promedio del 9% en los ochenta a un 3% a finales de 1999.
Desde el punto de vista macroeconómico, los Países Bajos disfrutaron en los años
noventa de un aumento de la inversión privada, crecimiento económico y del em-
pleo y un crecimiento salarial moderado pero positivo. Este modelo de flexibiliza-
ción negociada de los mercados laborales y de las condiciones de trabajo, junto
con una definición de la responsabilidad institucional y fiscal de los sistemas de
bienestar social, parece estar también en la base de la experiencia de crecimiento
económico equilibrado y bajo desempleo de Suecia, Dinamarca y Noruega.” (Cas-
tells, 2000: 330-1)
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❘❚❚ “Irónicamente, hubo una época, no hace mucho tiempo, en que pocos eco-
nomistas concedían demasiada importancia a la tecnología, la calificación labo-
200
Problemas del Desarrollo en América Latina
ral, la organización y el espíritu empresariales. Fue sólo cuando al ajustar las ci-
fras de la contabilidad nacional con distintas funciones de producción, y quedó
demostrado que los inputs tradicionales sólo podían explicar una parte del cre-
cimiento económico, que se abandonó la tradicional indiferencia ante lo que se
había visto hasta entonces como consideraciones externas. Incluso en este ca-
so, para algunos la nueva revelación se hizo difícil de aceptar, en parte por te-
mor a lo desconocido y en parte porque no es fácil tratar estos elementos con
las técnicas de análisis tradicionales, o integrarlos dentro del cuerpo de teoría
establecido. No obstante, los mejores economistas se han interesado con en-
tusiasmo por esta nueva área de investigación, intentando domesticar (uso es-
te término deliberadamente) e incorporar dentro de un marco analítico toda una
gama de factores cualitativos recalcitrantes; éstos van desde las consecuen-
cias educativas y científicas de los nuevos conocimientos, pasando por la
transmisión de este conocimiento a las aplicaciones económicas, hasta la cali-
dad de los agentes (lo que suele llamarse ‘capital humano’), de las institucio-
nes y de las decisiones empresariales que gobiernan su actuación. En el mun-
do de la posguerra, el más prominente de estos elementos ha sido el del
conocimiento -el crecimiento del saber científico y su traducción en un conjunto
impresionante de nuevos productos y técnicas-” (LANDES, 1969, p. 544). ❚❚❘
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❘❚❚ “Clasificando todos los factores que pueden ser causantes de cambios en
el mundo económico, he llegado a la conclusión de que, aparte de los factores
externos, existe uno puramente económico de importancia capital, y al que yo
he dado el nombre de Innovación. He tratado de demostrar que el modo en que
aparecen las innovaciones y en que son absorbidas por el sistema económico
es suficiente para explicar las continuas revoluciones económicas que son la
característica principal de la historia económica” (SCHUMPETER, 1941). ❚❚❘
❘❚❚ “Mis teorías pueden ser equivocadas; mis esquemas, con seguridad, no son
más que una de tantas posibilidades; pero hay dos cosas de las que estoy se-
guro: primero, que se debe tratar al capitalismo como un proceso de evolución,
y que todos sus problemas fundamentales arrancan del hecho de que es un
proceso de evolución; y, segundo, que esta evolución no consiste en los efec-
tos de los factores externos (incluso factores políticos) sobre el proceso capita-
lista, ni en los efectos de un lento crecimiento del capital, de la población, etc.,
sino en esa especie de mutación económica, me atrevo a usar un término bio-
lógico, a la que he dado el nombre de innovación” (SCHUMPETER, ed. de 1957,
pp. 9 y 12; todas las citas de esta sección corresponden a esa edición). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Producir significa combinar materiales y fuerzas que se hallan a nuestro al-
cance. Producir otras cosas, o las mismas por métodos distintos, significa com-
binar en forma diferente dichos materiales y fuerzas. En tanto que pueda surgir
la ‘nueva combinación’ de la anterior por el ajuste constante a pasos peque-
ños, existe indudablemente cambio, y posiblemente crecimiento, pero no pode-
mos hablar de un fenómeno nuevo, ni de desarrollo en nuestro sentido. En la
medida en que no sea éste el caso, y que las nuevas combinaciones aparezcan
en forma discontinua, podremos afirmar encontrarnos ante los fenómenos que
caracterizan al desarrollo. En consecuencia, solamente nos referiremos a este
último caso cuando hablemos de nuevas combinaciones de medios producti-
vos, por razones de conveniencia expositiva. El desarrollo, en nuestro caso, se
define por la puesta en práctica de nuevas combinaciones” (SCHUMPETER, ed. de
1957, p. 76). ❚❚❘
Se habrá notado algo que, empero, conviene subrayar: las “nuevas combina-
ciones” no se identifican necesariamente con la introducción de nuevas téc-
nicas; pueden tener lugar, por ejemplo, en la organización de la producción.
Este enfoque no lleva necesariamente a ver la tecnología como el determi-
nante o el primer motor de la vida económica, sino que abre espacios para
una concepción plurifacética del papel de la innovación, incluso en el nivel
institucional.
Es en relación con la introducción de lo nuevo que, según Schumpeter, se
define el empresario, cuya autoridad suele invocarse al usar el vocablo aun
cuando se esté manejando un concepto que no coincide con el del autor.
“Llamemos ‘empresa’ a la realización de nuevas combinaciones, y ‘empre-
sarios’ a los individuos encargados de dirigir dicha realización.” La definición
es más restringida que la usual, pero también más amplia: “empresario”
puede ser un empleado. Cualquiera sea el tipo,
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Universidad Virtual de Quilmes
“No es sólo objetivamente más difícil realizar algo nuevo que lo habitual y lo
que ha sido probado por la experiencia, sino que el individuo siente repugnan-
cia por ello, y la sentiría aun si no existieran las dificultades objetivas. Igual
ocurre en todos los campos. La historia de las ciencias es una gran confirma-
ción de las dificultades que impone la adopción de un nuevo punto de vista
científico, o de un nuevo método. El pensamiento vuelve una y otra vez a sus
caminos trillados, a pesar de que se hayan revelado como ineptos, y aun cuan-
do la innovación adecuada no presente dificultades particulares. La propia na-
turaleza de los hábitos fijos del pensar, y su función ahorradora de energía, se
funda en el hecho de que han llegado a ser subconscientes, dan sus resultados
automáticamente y a prueba de crítica, y aun de contradicción, por parte de los
hechos individuales. Pero es precisamente a causa de esto por lo que se trans-
forman en pesadas cadenas una vez que ha pasado su utilidad. Y así ocurre
también en el mundo económico. Las fuerzas del hábito se rebelan y se enfren-
tan al proyecto en embrión de quien pretende acometer algo nuevo. Es nece-
sario, por tanto, un nuevo esfuerzo de la voluntad, para conseguir a pesar del
trabajo y las preocupaciones de la vida diaria, tiempo y alcance para la concep-
ción y aplicación de nuevas combinaciones, llegando a verlas como posibilida-
des y no como un soñar despierto. Esta libertad mental presupone un gran ex-
cedente de fuerzas sobre las demandas diarias, y es rara y peculiar por
naturaleza” (SCHUMPETER, ed. de 1957, pp. 95-96).
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Sin embargo, es cierto que el segundo y tercer grupo de motivos del empre-
sario podrían ser sustituidos por alguna organización de la sociedad, que no
presupusiera la ganancia privada como resultado de la innovación económica.
La clase de estímulos con que pudieran sustituirse esos motivos de la activi-
dad del empresario, y la forma en que se conseguiría que operaran satisfacto-
riamente, así como lo hacen los capitalistas, queda fuera de nuestro tema. Los
reformadores sociales no prestan bastante atención a estos puntos y los igno-
ran totalmente los partidarios del radicalismo fiscal. Pero no son insolubles, y
pueden ser determinados por la observación detallada de la psicología de la
actividad del empresario, al menos para lugares y momentos dados” (SCHUMPE-
TER, ed. de 1957, pp. 102-103). ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
1) “la información es su materia prima: son tecnologías para actuar sobre la in-
formación, no sólo información para actuar sobre la tecnología, como era el
caso de las revoluciones tecnológicas previas”;
2) “la capacidad de penetración de los efectos de las nuevas tecnologías”, que in-
ciden en todo el acontecer individual y colectivo, puesto “que la información
es una parte integral de toda actividad humana”;
3) “la lógica de interconexión”, que posibilita la configuración en red de “todo ti-
po de procesos y organizaciones mediante tecnologías de la información de
reciente disposición”;
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “La llamada organización científica del trabajo se basó en la premisa de que
la gerencia posee todo el conocimiento necesario para la organización óptima
de la producción, por lo cual, dado un buen diseño de la planta y de los pues-
tos de trabajo, acompañados de manuales bien escritos y un adecuado siste-
ma de disciplina, es posible moverse hacia un sistema de operación óptimo y
mantenerse allí. Independientemente de si esto funcionaba así en la práctica o
no el hecho es que esas han sido las ideas guía de la ingeniería industrial y la
gerencia de operaciones.” ❚❚❘
❘❚❚ “El tan debatido rol del MITI en el desarrollo japonés puede entenderse co-
mo una forma de superar el dilema entre el control del Estado y la libre compe-
tencia: un sistema de economía de mercado orientado por un plan diseñado
con participación de todos los actores y acordado entre ellos. En el fondo esto
no es más que aplicar a nivel de todo un país el mismo principio de organiza-
ción en red con alta autonomía de cada unidad y con una orientación estratégi-
ca común que fortalece a todos los integrantes del conjunto.” (Pérez, 1990) ❚❚❘
Los criterios modernos para la eficiencia buscan combinar “lo mejor de dos
mundos”: las grandes empresas crean unidades de tareas con la agilidad, la
creatividad y la autonomía de las pequeñas empresas, y éstas forman redes
de colaboración – en investigación y desarrollo, por ejemplo – que les ofre-
cen economías de escala y les permiten conseguir “masas críticas” para
afrontar grandes desafíos.
Como ya se anotó, Carlota Pérez subraya la coherencia interna entre el
nuevo modelo de gestión y las características propias de la tecnología infor-
mática, viendo a la adopción del primero como un prerrequisito para el me-
jor aprovechamiento de la última: en Estado Unidos se originó la denomina-
da revolución microelectrónica, pero fue en Japón donde mejor se la
aprovechó para elevar la productividad.
La necesidad de cambios tanto en materia de organización como de equi-
pamiento diversifica las rutas hacia una mayor productividad. Es de notar
que si se atiende primero al cambio de equipos, los costos pueden ser mu-
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Problemas del Desarrollo en América Latina
En los tres apartados anteriores de esta misma unidad nos hemos referido
al ciclo de transformaciones tecnológicas y sociales a las que, desde pers-
pectivas distintas, se coincide en atribuir carácter realmente revolucionario.
Parece necesario señalar que ello va más allá incluso del impacto inmenso
de las TICs, pues involucra un nuevo salto en el papel del conocimiento cien-
tífico y tecnológico en general, así como, por consiguiente, de la universidad
y de la educación superior.
Muy esquemáticamente, en el primer ciclo de la industrialización – que
se inicia con el desencadenamiento de la Revolución Industrial - el desarro-
llo tecnológico y productivo deben muy poco a la ciencia; ésta, en cambio,
llega a desempeñar un papel mucho más importante en un segundo ciclo de
crecimiento industrial, cuyos orígenes son también los de la industria basa-
da en la I+D, o, si se prefiere, en la “industrialización de la ciencia”.
Este proceso, sugestivamente designado como “el matrimonio de la cien-
cia y la tecnología”, constituye uno de los aspectos más relevantes de la Se-
gunda Revolución Industrial.
Desde cierta corriente de ideas muy influyente, ha sido considerado in-
cluso más trascendente que la (Primera) Revolución Industrial y comparable
a lo que se considera como la “Primera Revolución Económica”, la emergen-
cia de la agricultura: “la verdadera revolución de la tecnología -la Segunda
Revolución Económica- [...] se caracteriza por el maridaje de la ciencia y la
tecnología” (NORTH, 1984, p.183). Más en detalle:
❘❚❚ “El período que hemos venido a llamar Revolución Industrial no significa una
ruptura radical con el pasado, como parece suponerse a menudo. Fue, en cam-
bio […] la culminación de la evolución de un conjunto de sucesos anteriores.
La revolución real tuvo lugar mucho después, en la última mitad del siglo XIX.
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Como quiera que sea, a partir de la segunda mitad del siglo XIX las mayores
innovaciones tecnológicas pasaron a basarse crecientemente en el conoci-
miento científico, formalizado y sistemático.
Ahora bien, durante bastante tiempo el cambio técnico se basó, por lo ge-
neral, en conocimiento científico ya maduro, sedimentado y ampliamente difun-
dido. Ello mantuvo una separación variable, pero en conjunto notoria, entre las
actividades científicas y las tecnológicas, así como criterios distintos para el
reconocimiento de la investigación y la difusión de los resultados en uno y otro
terreno. Podría decirse que el matrimonio de la ciencia y la tecnología consti-
tuía una pareja de tipo tradicional, con papeles bien establecidos y distintos.
En las décadas intermedias del siglo XX ello empezó a cambiar, insinuán-
dose una tendencia que luego se expandió hasta constituirse en uno de los
aspectos fundamentales del cambio técnico en el presente. En breve, las in-
novaciones tecnológicas más trascendentes se van relacionando cada vez
más con la “ciencia de punta”, la que se está haciendo y no sólo la que es-
tá -o parece- ya hecha. Los plásticos y la energía nuclear ejemplificaron tem-
pranamente esta tendencia, que luego se vio amplificada por las tecnologías
espaciales, las del complejo electrónico y las de los nuevos materiales -del
tipo de las cerámicas y los plásticos especiales-; probablemente llegue a
ser aún más impactante en el mundo de las biotecnologías.
El matrimonio entre la ciencia y la tecnología ha devenido una pareja mo-
derna, donde los roles, valores y comportamientos no son necesariamente
fijos ni distintos.
Las fronteras entre ciencia básica, investigación aplicada, tecnología, de-
sarrollo y producción no desaparecen, pero se vuelven mucho más comple-
jas, más variados los puentes entre tales áreas y más cortos los tiempos
que insume el cruzarlos en uno y otro sentido. Por consiguiente, se va des-
dibujando la frontera entre, por un lado, los científicos que buscan respues-
tas a los “porqués” y publican abiertamente sus resultados, según los cáno-
nes académicos tradicionales, y por otro lado los tecnólogos, que aspiran a
responder a los “cómo hacer”, cuyos resultados tienen valor económico y
son a menudo protegidos mediante patentes. Todo ello tiene mucho que ver
con la creciente importancia directa para las aplicaciones de la investigación
básica, que se va convirtiendo en factor de inmediata incidencia en la pro-
ducción. Por consiguiente, se extiende el manejo reservado de sus resulta-
dos y su protección mediante patentes. La privatización de la tecnología se
expande hacia la ciencia.
En conclusión, se asiste a una elevación sustancial de la incidencia eco-
nómica del conocimiento científico y tecnológico en su conjunto, así como a
su creciente privatización.
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En las décadas finales del siglo XX las grandes catástrofes vinculadas con
la industria abrieron camino al movimiento ecologista.
En 1967, el petróleo de un barco naufragado contamina las costas fran-
cesas e inglesas, constituyendo una de las mayores mareas negras de la
historia, y la primera con amplia repercusión tanto en los medios como en
la opinión pública. En el cuarto de siglo siguiente, 17 grandes mareas ne-
gras serán contabilizadas, incluyendo las causadas por la guerra en el Me-
dio Oriente. En 1984 tiene lugar lo que fue considerado como el más grave
siniestro de la historia industrial hasta ese momento: las fugas tóxicas en
una fábrica de pesticidas de la Union Carbide en Bhopal, India, matan a
cuatro mil personas y afectan irreversiblemente a decenas de miles de
otras. En 1986 explota un reactor de la central de Chernobyl, Ucrania, ma-
tando a decenas de personas, irradiando gravemente a centenares y des-
plazando de sus hogares a unas 135.000: “Ni un árbol en la zona maldita;
3.300 kilómetros cuadrados de tierras desoladas en Ucrania, Bielorrusia y
Rusia. Centenares de miles de hectáreas fértiles contaminadas” (DERAIME,
1993, pp. 40-41).
El mayor número de víctimas sigue, no obstante, siendo consecuencia de
las catástrofes naturales. Pero las consecuencias de las mismas se han
agravado justamente por la alteración humana de la naturaleza. Así, por
ejemplo, la tala de las laderas montañosas del Nepal permite que las lluvias
arrastren masivamente sedimentos que causan mayores desbordes del
Ganges y del Bramaputra: las inundaciones de 1991 en Bangladesh ocasio-
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Freeman (1992, p.193) observa que, como en las próximas décadas los
países del Tercer Mundo muy probablemente incrementarán su consumo de
energía y materiales, serán necesarios avances muchos mayores que los re-
cientes para reducir los insumos de materiales y energía por unidad de pro-
ducto. Habiendo sido más bien lento el progreso en el uso de energía reno-
vable, como la que proporcionan el sol y las olas, se requerirán no sólo
innovaciones incrementales sino también radicales.
Han proliferado los especialistas en tratamientos de residuos de diversa
índole. La polución ha generado una nueva rama de la economía. Ya a co-
mienzos de la década de 1990 se calculaba que el mercado mundial de bie-
nes y servicios ligados con la protección del ambiente crece al 5,5% anual,
bastante por encima del conjunto de la economía (DERAIME, 1993, p. 84).
En suma, la problemática ecológica se constituye en uno de los mayores
desafíos planteados en el presente, en el nivel tecnológico pero -digámoslo
una vez más- también y fundamentalmente a nivel cultural e institucional.
Ello es especialmente notorio cuando se pretende afrontar las grandes y di-
versas formas del deterioro de la calidad de vida vinculadas con el creci-
miento de los transportes: mucho puede hacerse al respecto en materia téc-
nica, pero no parece que ello sea suficiente sin cambios en las costumbres,
por ejemplo en lo que tiene que ver con el uso de autos privados.
La relevancia de la dimensión social de la innovación es aún más eviden-
te cuando se recuerda que la degradación ambiental se ve acentuada por el
subdesarrollo.
Por ejemplo, como bien se sabe, la deforestación es especialmente gra-
ve en las áreas más pobres, donde se usa masivamente la madera como
combustible y se practica una agricultura primitiva que agota pronto la tierra,
impulsando a seguir talando bosques.
También es sabido que los países más ricos exportan hacia los más po-
Se recordará que, a bres las formas de producción cuyas poblaciones rechazan por contaminan-
comienzos de 1992, tes, e incluso desechos tóxicos que todos quieren tener lo más lejos posible.
tomó estado público un me- Pero la deforestación y, más en general, la expansión en el “Sur” de for-
morándum interno del Banco
mas productivas contaminantes que en el “Norte” están siendo erradica-
Mundial en el cual el jefe de
asesores económicos de la das, acentúa la contaminación global.
institución recomendaba que Luego, un desarrollo sustentable puede llegar a ser inviable, incluso en
las plantas productivas más las áreas más prósperas, si no se extiende a todo el planeta.
contaminantes y dañinas para
Resulta pues crucial determinar si existen tendencias relativamente obje-
los seres humanos fueran ins-
taladas en países del Tercer tivas en la evolución del sistema técnico-productivo que hagan viable el sur-
Mundo, dado que en ellos son gimiento de la tan reclamada “nueva economía ecológica”.
menores los costos de la Es indudable que toda esta temática se vincula profundamente con la
atención a la salud.
cuestión del desarrollo, al menos si esta última es comprendida -según lo
propusiera la tradición clásica latinoamericana- como reflexión específica
acerca de la condición periférica, que no es sólo de atraso sino también de
subdesarrollo y dependencia, y como una búsqueda de alternativas distintas
de la imitación de las trayectorias seguidas por los países del “centro”. En
efecto, por un lado, la cuestión ambiental no se plantea de la misma mane-
ra en el “Norte”, donde refleja ante todo el despilfarro de recursos naturales
inducido por la exacerbación del consumo y posibilitado por el avance técni-
co, que en el “Sur”, donde entre sus causas se destacan las formas de su-
pervivencia propias de contingentes humanos pobres, desarraigados y en rá-
pido crecimiento. Por otro lado, es precisamente la evolución ambiental la
que hace insostenible la repetición en la periferia de los estilos de creci-
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La cuestión del desarrollo en
los albores del siglo XXI
Objetivos
• Vincular la reflexión precedente con las perspectivas de América Latina.
• Completar los elementos de juicio ofrecidos previamente mediante la
consideración de las tendencias recientes de la evolución continental a
la luz de las cuestiones destacadas en la unidad anterior.
• Ofrecer al lector ciertos elementos adicionales de juicio que pueden ser-
le útiles para elaborar su propia visión de la problemática del desarrollo.
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década de 1990: entre 1990 y 1997, el consumo real por habitante se in-
crementó promedialmente a un 2,4% anual, mientras que alrededor de mil
millones de personas no podían atender sus necesidades de consumo
más elementales.
Esas desigualdades se vinculan con calidades de vida muy distintas, y
con diferencias en la duración misma de la existencia humana, que se ha
incrementado sensiblemente, pues la esperanza de vida pasó de un pro-
medio mundial de 59 años en 1970 a uno de aproximadamente 67 años
en 1997, aunque manteniendo y aun ampliando ciertas distancias, como
las que separan a los países industrializados, donde superaba los 78
años, del África subsahariana, donde todavía era inferior a los 50 años en
1997.
Quizás la combinación de avance global y enormes disparidades se re-
fleje con máxima elocuencia en la mortalidad infantil. La mayor disponibi-
lidad de bienes, los avances de la investigación y la difusión de las tecno-
logías médicas y sanitarias, y el progreso de la educación permitieron
disminuir, entre 1970 y 1997, la mortalidad en el primer año de vida por
cada 1.000 niños nacidos vivos de 98 a 58 como promedio mundial; la
disminución fue de 20 a 6 en los países industriales más prósperos, de
37 a 26 en Europa Oriental y la ex URSS, de 46 a 15 en Asia Oriental (sin
China), de 86 a 33 en América Latina y el Caribe, de 137 a 105 en el Áfri-
ca subsahariana. No sólo los números absolutos son muy distintos: tam-
bién los ritmos de avance.
Incontables datos y elementos de juicio corroboran la envergadura de
las tendencias anotadas, la aceleración del cambio técnico, la expansión
de la producción material y el acentuamiento de las desigualdades. Ahora
bien, ¿cuáles son las conexiones profundas entre ellas? El auge de las ca-
pacidades para la innovación, a cuyas diversas facetas hemos dedicado
ya bastante atención, conecta entre sí a las dos primeras: la multiplica-
ción de resultados de la investigación da lugar a la multiplicación de bie-
nes y servicios, a través de procesos que no tienen nada de automático,
en los que intervienen actores varios y que sólo cobran vigor a través de
aprendizajes interactivos, jalonados por conflictos.
En la medida en que la innovación desempeña un papel central en la
vinculación entre investigación y producción, la distribución de esos bie-
nes y servicios, cuya cantidad y variedad se multiplican, depende fuerte-
mente de las formas que adoptan los procesos sociales de innovación, de
las relaciones de poder que en torno de ellos se constituyen. Cabe pues
esperar una creciente incidencia de las modalidades de la innovación en
las distintas facetas de la equidad y la inequidad. Pero no se trata de una
influencia en un solo sentido. De maneras variadas, incluyendo algunas
muy sutiles, los factores más relevantes en la cuestión de la equidad gra-
vitan sustantivamente en los ritmos, las orientaciones y las consecuen-
cias de la innovación.
Las interacciones entre innovación e inequidad se están ubicando en
un primer plano de la escena contemporánea. Sus distintas configuracio-
nes gravitarán poderosamente en las dinámicas sociales, tanto en los
“Sures” como en los “Nortes”. A algunos de los muchos problemas invo-
lucrados nos referiremos en este capítulo, discutiéndolos en conexión con
el panorama y las perspectivas de América Latina.
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❘❚❚ “[...] entre los países de competitividad ‘creciente’ predominan los de Euro-
pa occidental y asiáticos que, a pesar de sus diferencias, comparten dos carac-
terísticas principales: la primera, cooperación estrecha gobierno-sector empre-
sarial, que se expresa en una amplia gama de incentivos y mecanismos
institucionales de apoyo a la competitividad internacional; y la segunda, posicio-
namiento especializado en torno a rubros dinámicos” (CEPAL, 1992, p.120). ❚❚❘
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❘❚❚ “La competitividad que conduce a la elevación del nivel de vida se basa en
el aumento de la productividad y en la incorporación y difusión del progreso
técnico. Por su carácter sistémico, requiere un grado razonable de cohesión
social y de equidad. Por su parte, esta última, en un mundo que tiende hacia
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Además:
❘❚❚ “Para que el crecimiento sea sólido y sus frutos lleguen a las grandes ma-
yorías, la modernización debe movilizar al grueso del empresariado y de la
fuerza de trabajo nacional, lo que implica incorporar en esta dinámica a la em-
presa pequeña y mediana (PYME), ámbito en que se forman y gestan la mayoría
de las nuevas empresas, así como las nuevas generaciones de empresarios
del futuro, donde se produce el grueso del valor agregado de la región, y don-
de se emplea la enorme mayoría de la fuerza de trabajo.” ❚❚❘
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❘❚❚ “[...] asume especial relevancia: la necesidad de conocer, aunque sea mínima-
mente, los escenarios futuros hacia los cuales podría evolucionar cada sociedad
nacional. Esta labor de prospectiva ha sido muchas veces perjudicada durante
los años ochenta, cuando los desequilibrios y ajustes de corto plazo absorbían la
atención de los gobiernos. Durante el próximo decenio, surge como uno de los
nuevos papeles que deberán asumir los organismos nacionales de planificación y
de coordinación de políticas públicas” (CEPAL, 1990, pp.154 y 156-157). ❚❚❘
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Hace falta pues actuar de modo de dar “aliento a proyectos y empresas eco-
nómicas viables conforme a una noción distinta de organización y de distri-
bución social” (CEPAL, 1990, p. 161).
Tanto en su enfoque general como en sus recomendaciones de índole
sectorial, los planteos que comentamos se basan en la centralidad del pro-
greso técnico y el conocimiento, y de alguna forma también en una cierta vi-
sión de las mutaciones que se están procesando en esos ámbitos. Vale la
pena pues analizar específicamente tales temas, cosa que haremos tras ha-
ber indicado las conexiones de los mismos con la temática ecológica y lo
que esta última implica para la cuestión del desarrollo.
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Varios de los ejemplos que suelen mencionarse, como apoyo para las
afirmaciones precedentes, aluden a los efectos recíprocos de la pobreza y la
degradación ambiental. El desarrollo escaso y los diferentes promedios de
hijos por pareja según los sectores socioculturales se reflejan en un creci-
miento de los estratos más carenciados superior incluso al de la población
en su conjunto. La mayoría de los pobres viven en el presente en áreas ur-
banas; frecuentemente se instalan en las laderas de los cerros y en las ribe-
ras, agravando los riesgos de deslizamientos de tierras, la acumulación de
desperdicios y la contaminación de las aguas, de todo lo cual son las prime-
ras víctimaso. Pero también sigue siendo pobre la mayoría de la población
rural, a la que resulta más difícil hoy más que ayer conseguir agua y leña, ta-
rea por lo general reservada a las mujeres y a los niños en familias frecuen-
temente reducidas a la práctica de una agricultura migratoria, que agrava la
deforestación y la degradación de los suelos.
Este círculo vicioso de las relaciones entre miseria y medioambiente su-
pone uno de los mayores obstáculos para el desarrollo en un continente
donde la extrema pobreza afecta a gran parte de la gente. Si se tiene en
cuenta, además, que la población total de América Latina, inferior en 1970
a los 300 millones de personas, orilla en el presente los 500 millones, re-
sulta bastante claro que el urgente enfrentamiento a ese círculo vicioso no
tendrá éxito a partir de procedimientos unilaterales ni de los intentos de re-
tornar a las condiciones prevalecientes en alguna etapa del pasado. Hace
falta innovar, en los más diversos ámbitos.
La problemática de la “transformación productiva con equidad”, basada
en la incorporación y difusión del progreso técnico, y la cuestión de la sus-
tentabilidad ambiental del crecimiento económico se conectan entre sí por
vías múltiples. En el enfoque de la CEPAL se destaca la idea de que, en el fu-
turo, serán cada vez más estrechos los vínculos entre el avance tecnológico
en lo que hace a la protección ambiental y la competitividad internacional.
Se anota, en particular, que los países más prósperos son los más exigen-
tes en materia ambiental, e imponen condiciones cada vez más severas en
ese sentido a los productos que acceden a sus mercados.
Las relaciones entre cambio técnico, competitividad y sustentabilidad am-
biental resultan particularmente claras en el terreno de la energía. El uso de
la misma incide directamente en cuestiones de alcance mundial, como el
efecto invernadero, la destrucción de la capa de ozono, las lluvias ácidas y
la proliferación de residuos nucleares. La polución de la atmósfera depende
muy directamente de la intensidad energética de cada actividad. Se señala
que un consumo equivalente al de una tonelada de petróleo implica la emi-
sión de entre 2,4 y 4,5 toneladas de dióxido de carbono; hace falta una hec-
tárea forestada para absorber la cantidad de ese dióxido generada por la
quema de una tonelada de carbón (CEPAL, 1991, p. 86).
Desde la década de 1970, en los países industrializados ha venido dis-
minuyendo la relación entre el consumo total de energía y la producción bru-
ta, debido al avance tecnológico y también al crecimiento mucho más lento
de la industria pesada “intensiva en energía”, como las ramas del acero o
del cemento, por comparación con la industria “intensiva en tecnología”, ti-
pificada por las ramas del complejo electrónico. Se estima que el progreso
técnico da cuenta de entre el 66% y el 75% de esa disminución relativa del
consumo energético en los países más avanzados, lo cual representa un
uso más eficiente y menos contaminante de recursos naturales. Se destaca
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❘❚❚ “[...] deja pocas dudas de que la educación y la capacitación son factores
decisivos en las ventajas competitivas nacionales. Las naciones estudiadas
que invierten más en educación (Alemania, Japón y Corea) tienen ventajas en
muchos sectores, las que pueden fácilmente ser atribuidas a los recursos hu-
manos. Más aún, en todas las naciones estudiadas [Alemania, Dinamarca, Es-
tados Unidos, Italia, Gran Bretaña, Corea, Singapur, Suecia y Suiza] las indus-
trias más competitivas eran aquellas en que las inversiones especializadas en
educación y capacitación ascendían a sumas excepcionalmente elevadas” (CE-
PAL-UNESCO, 1992, p. 110). ❚❚❘
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En lo que tiene que ver con la visión de Peter Drucker, se enfatiza que en “la
sociedad del conocimiento” el concepto de educación terminada carece de
sentido y que la educación no podrá permanecer confinada dentro de las es-
cuelas. Por otra parte, no son pocos quienes creen, como André Gorz, que
un nuevo tipo de empleo estable y creativo será disfrutado sólo por una mi-
noría de la clase trabajadora, cuya segmentación y desintegración se ve ace-
lerada por el cambio técnico. Para combatir la dualización de la sociedad, lo
más eficaz es generalizar la alta calificación.
El enfoque reseñado puede resumirse a partir de las siguientes conclu-
siones:
1. El conocimiento es el elemento central del nuevo paradigma productivo.
2. La transformación educativa deviene clave de avance.
3. La misma debe sustentarse en la descentralización, autonomía, experi-
mentación y vinculación con la comunidad.
4. Todo ello conlleva riesgos de creciente diferenciación y segmentación.
5. “El acercamiento entre el sistema educacional, el mundo de las comuni-
caciones y la esfera del trabajo resulta fundamental para desarrollar per-
sonas internacionalmente competitivas y ciudadanos activos en el mun-
do del próximo siglo” (CCEPAL-UNESCO, 1992, p. 119).
Se dibuja así una neta contraposición entre lo que debe hacer y lo que ha
venido haciendo el sistema educativo en América Latina y el Caribe, dado
que su evolución desembocó en
❘❚❚ “[...] una radical separación entre el sistema de formación de recursos hu-
manos y las necesidades del desarrollo, al punto de volverlo casi impermeable
a las inquietudes y desafíos que nacen del nuevo contexto socioeconómico y
del debate internacional sobre el destino de la educación” (CEPAL-UNESCO, 1992,
p. 77). ❚❚❘
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“Más allá del manejo técnico, las nuevas formas automatizadas de producción re-
quieren de los operarios una comprensión global del proceso, la capacidad de
resolver problemas complejos y el establecimiento de nuevas líneas de comuni-
cación. Las dificultades con que se ha tropezado en el uso eficiente de los nue-
vos equipos, aun después de tal esfuerzo de capacitación, han demostrado la im-
portancia de considerar, ante la introducción de esas tecnologías, las
modificaciones requeridas en la organización de la producción y la paralela des-
centralización de responsabilidades, sin las cuales la automatización no es real-
mente efectiva. Paradójicamente, la automatización, que fue inicialmente conce-
bida como medio para controlar el poder relativo de los sindicatos, terminó
aumentando en cierta forma su importancia como interlocutor en las relaciones
industriales” (CEPAL-UNESCO, 1992, p. 253).
❘❚❚ “El caso coreano suele presentarse como el ejemplo más patente de la
asociación entre el crecimiento económico y una buena política educativa. Con
frecuencia se ha relacionado el crecimiento excepcional de la escolarización
en Corea, a partir de los años cincuenta, con el desarrollo posterior de la es-
tructura industrial y espectacular aumento del ingreso por habitante.” ❚❚❘
❘❚❚ “[...] los gastos en investigación y desarrollo de las empresas privadas han
aumentado de 32% del total en 1971 a 80% en 1987. Ese aumento, asociado
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Problemas del Desarrollo en América Latina
con un mayor gasto en este rubro en el conjunto del país (de 0.3% a 1.9% del
PIB), es indicador de una estrategia de las empresas decididas a invertir para
poder seguir adelante en su evolución con tecnología de vanguardia” (CEPAL-
UNESCO, 1992, pp. 252-255). ❚❚❘
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Ahora bien, las importaciones han crecido aún más rápido que las expor-
taciones, de manera particularmente dramática en lo que hace a los bienes
de capital, generando importantes déficits externos, que alcanzan en el pre-
sente “niveles similares a los de la década de 1970”. La apertura económi-
ca ha venido acompañada pues no sólo de una mayor dependencia financie-
ra sino también de una preocupante fragilidad comercial. Esto último surge
del análisis tanto de los niveles como de los contenidos de las exportacio-
nes y las importaciones. No sólo las primeras tienden a ser menores que
las segundas sino que, en líneas generales, se concentran en bienes que
van perdiendo importancia relativa en el mundo de hoy, en tanto dependen
relativamente menos de la incorporación de conocimientos y del uso de ca-
pacitaciones de alto nivel. Ello constituye un rasgo mayor de la incipiente
reinserción de América Latina en la economía mundial.
El crecimiento productivo y la relación externa se basan mucho menos en
la innovación que en los recursos naturales y en la inversión externa. Se han
señalado dos tipos principales de especialización. El primero es el que se
destaca en México, y también en Centroamérica y algunos países del Caribe.
“En lo que respecta a México, refleja el auge de las exportaciones industria-
les hacia Estados Unidos, que abarca un amplio conjunto de productos, in-
cluidos aquellos asociados a actividades de ensamble (maquila).” Por otro
lado, en Sudamérica “se sigue observando una alta participación de las ex-
portaciones de bienes primarios, así como de las manufacturas de uso in-
tensivo de recursos naturales o tradicionales.” Se dibuja así un segundo ti-
po de especialización, que
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Problemas del Desarrollo en América Latina
❘❚❚ “Dada la inestabilidad que han acusado los flujos financieros hacia la re-
gión, la inversión extranjera directa se ha constituido, además, en la fuente
fundamental del retorno a una situación de transferencias netas de recursos
positivas desde el exterior, revirtiendo de esta manera la transferencia negati-
va propia de la ‘década perdida’. Sin embargo, en 1999 la región tuvo, por pri-
mera vez en casi una década, una transferencia neta de recursos ligeramente
negativa.” ❚❚❘
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Rosenthal (1997, p. 198) destaca que los segmentos más perjudicados por
los cambios incluyen las empresas pequeñas y medianas, las empresas pú-
blicas como conjunto y las actividades intensivas en ingeniería.
Más adelante nos ocuparemos del impacto en el empleo y la capacita-
ción de esta diferenciación entre “ganadores” y “perdedores” de las trans-
formaciones en curso. Notemos desde ya que los “ganadores” no parecen
estar elevando sistemáticamente las capacidades para la innovación; varias
experiencias en el Brasil muestran que la toma del control de las activida-
des de empresas locales por transnacionales tuvieron efectos negativos pa-
ra esas capacidades en las empresas involucradas; más aún, sorprendente-
mente, incluso en varias de las empresas de alta tecnología del país, las
actividades de Investigación y Desarrollo fueron disminuidas cuando las mul-
tinacionales las compraron. (CASSIOLATO, 2000).
Ensayemos una recapitulación. El modelo económico prevaleciente tiene
como uno de sus rasgos centrales la gravitación externa tanto en su impul-
so como en su orientación, debido al influjo de la inversión extranjera, direc-
ta y de portafolio, así como al peso de la dependencia en lo que hace a las
finanzas y también a las políticas. La actividad productiva está altamente
concentrada en el procesamiento de recursos naturales, con incorporación
comparativamente escasa de tecnología avanzada, por lo general generada
en el exterior y no diseñada específicamente. Por consiguiente, el crecimien-
to económico se basa primordialmente en la abundancia de riquezas natura-
les, la baratura relativa de la mano de obra, la capacidad de consumo de los
sectores ricos y el ingreso de fondos externos. En suma, el estrechamiento
de las relaciones con el exterior puede ser visto como una inserción neope-
riférica en la economía mundial, signada por el débil papel que en América
Latina tienen los procesos endógenos de generación de conocimientos, in-
novación y aprendizaje, que son factores fundamentales del dinamismo eco-
nómico a escala global.
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❘❚❚ “En el frente social, el avance más importante ha sido la creciente canaliza-
ción de recursos públicos hacia el gasto social, que aumentó del 10,1% del PIB
en 1990-1991 al 12,5% en 1996-1997, alcanzando de hecho los niveles más
altos de la historia de la región” (las citas sin otra mención siguen siendo de
CEPAL, 2000). ❚❚❘
❘❚❚ “[…] el desempleo abierto aumentó cerca de tres puntos porcentuales du-
rante la década y se elevó súbitamente en algunos países, en particular duran-
te las crisis del tequila y asiática. Los indicadores de deterioro de la calidad
del empleo son aún más generalizados, según se aprecia en el incremento re-
lativo del empleo en sectores de baja productividad, particularmente del sec-
tor informal -donde se han generado seis de cada diez puestos de trabajo en
las zonas urbanas durante la década” [de 1990]. ❚❚❘
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Problemas del Desarrollo en América Latina
“El grueso de las políticas ambientales explícitas existentes, así como los instru-
mentos de regulación directa e indirecta en la región, es de carácter reactivo, es
decir, tienen por objeto mitigar los efectos negativos que se derivan de la conta-
minación producida por la expansión urbana e industrial, la deforestación, la ero-
sión de los suelos, el deterioro de los recursos del mar y la actividad minera. Las
políticas ambientales de carácter preventivo y de fomento, tendientes a incre-
mentar la excelencia ambiental vinculada a la competitividad productiva, han re-
cibido una atención mucho menor. Más aún, en lo relativo a temas emergentes
como la bioseguridad y el comercio de organismos modificados genéticamente,
la dispersión institucional es particularmente grave y se enfrenta a empresas
transnacionales muy bien agrupadas para defender sus intereses.”
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❘❚❚ “[…] no hay todavía señales claras de la detención de los procesos de dete-
rioro ambiental en la región. Aproximadamente en la mitad de los países, las ta-
sas anuales de pérdida de bosque natural han aumentado entre 1980-1990 y
1990-1995, en tanto que en la otra mitad continúan a ritmos similares o un po-
co más lentos. Otros indicadores sobre degradación de los suelos y sobreexplo-
tación de los recursos marinos son también de signo negativo. Más de 300 mi-
llones de hectáreas están afectadas por procesos de degradación en la región;
en la mayor parte de los casos se trata de procesos de erosión del suelo por
deforestación y sobrepastoreo y, en menor medida, por degradación química.
Más del 80% de las reservas comercializables de pescado en el Atlántico su-
doccidental y el 40% en el Pacífico sudoriental están explotadas, sobreexplota-
das o agotadas. Al vincular los impactos ambientales con la estructura exporta-
dora y las estrategias económicas de los países de América Latina y el Caribe,
se pone de manifiesto que las ramas manufactureras basadas en recursos na-
turales, productoras de bienes industriales intermedios altamente estandariza-
dos (productos básicos industriales), han logrado un buen desempeño exporta-
dor durante las últimas décadas. Se trata de industrias que forman parte de las
consideradas ‘ambientalmente sensibles’” [como el hiero y el acero, productos
petroquímicos, celulosa y papel, cobre y aluminio]. ❚❚❘
❘❚❚ “El interrogante básico que se plantea […] es: ¿en qué sentido el nuevo
‘estilo de desarrollo’ alienta este proceso?, ¿en qué medida, en otras pala-
bras, la penetración de las reglas de mercado y la creciente penetración del
concepto del esfuerzo individual, como guía básica del ordenamiento social,
terminan por erosionar el capital social que el propio modelo económico (y, ob-
viamente, cualquier ordenamiento social) requiere? Ésta es, sin duda, la dis-
yuntiva más paradójica que encara el modelo, una de las ‘paradojas de la mo-
dernización’. Detrás de ella subyace una gran controversia, posiblemente la
más importante de comienzos del nuevo siglo: aquélla entre la visión de los
elementos del desarrollo humano -la educación, la salud, el trabajo- como ‘de-
rechos’, consagrados por lo demás como tales en el Pacto Internacional de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, y la concepción de quienes los
visualizan como bienes o mercancías que cada individuo debe adquirir con el
fruto de su esfuerzo. ¿Hasta dónde llega el mundo de las mercancías y dónde
comienza el de los derechos? ¿Hasta dónde, en otras palabras, llega el mun-
do de los consumidores y dónde comienza el de los ciudadanos? Éste es ac-
tualmente uno de los dilemas esenciales que deben dirimir las sociedades de
nuestra región y del mundo entero” (CEPAL, 2000, p. 74). ❚❚❘
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La visión original del desarrollo que Albert Hirschman ofreció hace ya largo
tiempo, y que continuó elaborando durante décadas, sigue constituyendo un
sugestivo punto de partida para repensar la temática. Como pequeña introduc-
ción a un pensamiento riquísimo, recordamos algunas de las tesis centrales
de su obra clásica, La estrategia del desarrollo económico, escrita a partir de
una intensa experiencia latinoamericana y publicada originalmente en 1958.
La siguiente cita resume su visión del asunto:
❘❚❚ “La forma en que la inversión conduce a más inversión a través de comple-
mentariedades y economías externas es una ‘ayuda’ inapreciable para el de-
sarrollo, que debe utilizarse conscientemente durante el proceso de desarro-
llo. Añade una presión especial a todo un grupo de decisiones de inversión e
incrementa de esta manera aquel recurso escaso e imposible de economizar
de los países de escaso desarrollo: la capacidad de tomar nuevas decisiones
de inversión” (HIRSCHMAN, 1981, p. 80). ❚❚❘
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❘❚❚ “Quizá ésta sea una de las fallas más características y extendidas del pa-
norama económico de los países subdesarrollados. La erosión del suelo, los
camiones parados, los techos con goteras, la maquinaria que se estropea pre-
maturamente, los puentes inseguros, las presas de irrigación atascadas, to-
das muestran la misma característica paradójica y penetrante: una atención
inadecuada al capital existente en países con escasos recursos de capital”
(HIRSCHMAN, 1981, p. 144). ❚❚❘
❘❚❚ “[...] los países subdesarrollados bien pueden tener un éxito sorprendente
acometiendo empresas con una tecnología complicada que debe mantenerse
en estado óptimo de operación. En estas industrias es donde puede adquirir-
se el hábito del mantenimiento y de ahí extenderse al resto de la economía.
Por otra parte, las industrias ‘simples’, que a menudo se aconsejan como pri-
mer paso a los países más pobres, pueden ser precisamente aquellas que ex-
hibirán una fuerte tendencia al deterioro. Pues al mismo tiempo que la falta
de mantenimiento no tiene consecuencias drásticas inmediatas (y por lo tanto
es probable que se le dé rienda suelta), a un plazo más largo puede represen-
tar un fuerte golpe adverso para la eficiencia y el estado de ánimo” (ibid., pp.
145-146). ❚❚❘
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❘❚❚ “He definido los efectos de enlace de una línea de productos como las fuer-
zas generadoras de inversiones que se ponen en movimiento, a través de las
relaciones insumo-producto, cuando son inadecuadas o inexistentes las insta-
laciones productivas que aportan insumos a esa línea o utilizan sus produc-
tos. Los enlaces hacia atrás conducen a nuevas inversiones en instalaciones
proveedoras de insumos y los enlaces hacia adelante conducen a nuevas in-
versiones en instalaciones usuarias del producto” (HIRSCHMAN, 1984, p. 89). ❚❚❘
Los enlaces o eslabonamientos son algo así como hilos con los que se van
tejiendo los procesos de desarrollo:
❘❚❚ “Los enlaces constituyen gran parte de la experiencia del desarrollo por
una razón que ya ha sido señalada: el desarrollo es esencialmente el indica-
dor de la forma en que una cosa conduce a otra, y los enlaces son ese indica-
dor desde un punto de vista específico. Los enlaces se centran en ciertas ca-
racterísticas inherentes a las actividades productivas que ya están en proceso
en cierto momento. Dadas sus características estas actividades empujan -
más modestamente: invitan- a algunos operadores a asumir nuevas activida-
des” (ibid., p. 102). ❚❚❘
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❘❚❚ “[...] la economía del desarrollo surgió como la punta de lanza de un esfuer-
zo que habría de lograr una emancipación general del atraso. Para que tal es-
fuerzo cumpla su promesa, el desafío planteado por la política mala deberá
enfrentarse, en lugar de eludirse. Ahora está fuera de duda que esto no pue-
de hacerse sólo por la ciencia económica. Por esta razón no puede frenarse
por completo la declinación de la economía del desarrollo: nuestra subdiscipli-
na había alcanzado su considerable prestigio y atractivo gracias a la idea im-
plícita de que podría derrotar al dragón del atraso virtualmente sola, o por lo
menos que su contribución a esta tarea era decisiva. Ahora sabemos que no
es así; quizás nos consuele pensar que hemos ganado en madurez lo que he-
mos perdido en entusiasmo” (ibid., p. 38). ❚❚❘
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❘❚❚ “[...] era un gran amante del tango, y contaba que cuando comenzó a traba-
jar sobre el tema de la transferencia de tecnología, le vino a la memoria aquel
tango de Discépolo [“Victoria”] que en una de sus estrofas dice: ¡Cuando de-
sate el paquete y manye que se ensartó! La conclusión es obvia. Cuando se
compra tecnología en forma acrítica, en ‘paquete’, el riesgo de equivocarse es
muy grande” (E. Fliess y M. Posada (eds.), Cuadernos de Ciencia y Tecnología
de la Universidad Nacional de Luján, No. 1, p. 5). ❚❚❘
Ningún país puede pretender generar toda la tecnología que usa; no lo preten-
den los más avanzados. Pero ningún país que aspire a lograr algo parecido a
una “competitividad auténtica” puede esperar comprar toda la tecnología que
ha de emplear. Tal competitividad ha de basarse en el uso inteligente de cier-
tas especificidades, y ello no puede sino incluir la construcción de determina-
das soluciones técnicas también específicas, que sería muy difícil y/o muy
oneroso obtener en el mercado mundial de la tecnología.
Por otra parte, son numerosos los casos en los cuales la búsqueda de so-
luciones con significativo contenido endógeno a problemas propios ha consti-
tuido el punto de partida para la construcción de ventajas comparativas diná-
micas, las que se basan en la permanente incorporación de trabajo altamente
calificado, como bien dicen los textos de la CEPAL. Pues bien, para ello es im-
prescindible contar con investigación propia, original, de alta calidad.
La actividad económica contemporánea es un “continuo” en el cual la efi-
ciencia se relaciona directamente con la capacidad para innovar en todos
los escalones de la cadena productiva: investigación científica básica, apli-
cada y tecnológica; desarrollo experimental; relaciones de trabajo y estructu-
ra de la cooperación; innovación en productos y procesos; organización y
control de la producción; gestión en general; información; distribución y co-
mercialización; relaciones con los usuarios, etc. Supone pues una grave ca-
rencia tanto la ausencia de algún eslabón de la cadena -es decir, la falta de
capacidad propia a un nivel cualquiera- como la eventual desconexión de los
eslabones.
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Ahora bien, ¿a quiénes corresponde impulsar esas y otras tareas cuya con-
jugación constituye el desarrollo autosostenido? Al intentar reformular la
cuestión del desarrollo en el contexto de la problemática contemporánea de
la innovación, es preciso reconsiderar esa interrogante central: ¿quiénes
son los protagonistas del desarrollo?
La propia noción de Sistema Nacional de Innovación apunta a una plura-
lidad de actores y a una diversificación de escenarios que desbordan los
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marcos más tradicionales del pensamiento acerca del desarrollo, pero que
empalman de manera natural con la reflexión latinoamericana específica
acerca del enfrentamiento a la dependencia tecnológica. En efecto, hace ya
tiempo que entre nosotros se maneja la noción del “triángulo de Sábato”,
cuyos “vértices” representan tres agentes fundamentales del desarrollo -el
Estado, los empresarios, los técnicos- y cuyos “lados” simbolizan las nece-
sarias conexiones entre ellos. Esta metáfora puede verse como una antici-
pación del concepto de Sistema Nacional de Innovación y, también, como el
bosquejo de una concepción del desarrollo a partir de la confluencia de ac-
tores colectivos. En esta dirección parece necesario avanzar.
En efecto, definitivamente superadas -en la práctica y en la teoría- han
quedado las concepciones que hacían del Estado el primer actor y máximo
rector del desarrollo. Nada, en la teoría como en la práctica, demuestra que
el mercado pueda reemplazarlo como garante y orientador en exclusividad
de un proceso de desarrollo autosostenido. Una y otra visión, simplificado-
ras en un grado que resulta altamente contraproducente de cara a la com-
plejidad de nuestra época, resultan anacrónicas en el contexto de las for-
mas del pensar contemporáneo. No se trata de seguir buscando el demiurgo
del desarrollo sino de encarar la problemática de la pluralidad.
El prolongado y no demasiado fructífero debate “estado vs. mercado” ha
dejado empero algunas cosas en claro. Entre ellas, la importancia estratégi-
ca de la intervención gubernamental para fomentar la construcción local de
capacidad tecnológica, particularmente en lo que hace al manejo de la infor-
mación, a la asimilación efectiva de nuevos conocimientos, a la negociación
de tecnología, a la asunción de riesgos, a la disponibilidad de crédito, a la in-
fraestructura requerida para el funcionamiento de los mercados, a la racio-
nalización de la industria y a la minimización de los costos sociales asocia-
dos y, en general, “a la navegación por los mares, para los que no existen
mapas, de las potenciales ventajas comparativas dinámicas” (BARDHAN,
1988, p. 62).
Políticas públicas, en áreas como las mencionadas, son seguramente im-
prescindibles. Pero también son insuficientes para impulsar el desarrollo au-
tosostenido. Para ello hace falta avanzar hacia la conformación de un “polí-
gono”, que amplíe el “triángulo de Sábato” mediante la inclusión de otros
“vértices”: trabajadores organizados, organizaciones estudiantiles y juveni-
les, movimientos ambientalistas, educadores, comunicadores, una diversi-
dad de ONGs, etc.; es preciso asimismo avanzar hacia el funcionamiento
“sistémico” del “polígono” a partir de las vinculaciones entre sus “vértices”,
de lo cual el hoy tan a la moda relacionamiento universidades-sector produc-
tivo-gobierno es un aspecto relevante, entre otros. No menos importante ha
de ser, por ejemplo, el relacionamiento entre el sistema educativo, los insti-
tutos tecnológicos de I+D y los sindicatos.
Pero semejante enfoque -que tiende a ver al desarrollo como el fruto de
confluencias variadas, difíciles y hasta conflictivas, de una pluralidad de ac-
tores colectivos- es más bien parte del problema que de su solución, en la
medida en que creemos asistir a una cierta fragmentación y al debilitamien-
to de los actores colectivos con inspiración laica, orientados hacia el futuro
y con capacidad de iniciativa histórica.
Así encarada, la cuestión del desarrollo es también, y fundamentalmente,
la de la revitalización y renovación de los actores colectivos, en un mundo
donde parece haber poco espacio para ellos entre el nivel más global, de la
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