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Literatura de Guatemala

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Se denomina 'literatura de Guatemala' a la escrita por autores guatemaltecos, ya sea en


cualquiera de los 23 idiomas que conforman el canon lingüístico del país, o en español.
Aunque con toda probabilidad existió una literatura guatemalteca anterior a la llegada
de los conquistadores españoles, todos los textos que se conservan son posteriores, y
están además transliterados a caracteres latinos.

Contenido
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 1 Literatura en lenguas mayenses


o 1.1 El Popol Vuh
o 1.2 El Rabinal Achí
 2 La literatura guatemalteca tras la colonización española
o 2.1 Época colonial: siglos XVI-XIX
o 2.2 La literatura guatemalteca tras la independencia: siglo XIX
o 2.3 Siglo XX
 3 Véase también
 4 Enlaces externos

[editar] Literatura en lenguas mayenses

[editar] El Popol Vuh

Artículo principal: Popol Vuh

La obra más significativa de la literatura guatemalteca en idioma quiché, y una de las


más importantes de la literatura hispanoamericana precolombina. Se trata de un
compendio de historias y leyendas mayas, destinado a conservar la memoria de las
tradiciones de la raza. La primera versión conocida de este texto data del siglo XVI, y
está escrita en idioma quiché transcrito en caracteres latinos. Fue traducida al español
por el dominico Fray Francisco Ximénez a comienzos del siglo XVIII.

Las leyendas incluidas en el Popol Vuh pueden dividirse en cuatro partes:

 Creación del mundo y de los primeros seres humanos


 Historias de Hunahpú e Ixbalanqué
 Creación de los "hombres de maíz"
 Listado de generaciones posteriores
La importancia del Popol Vuh radica en su carácter de compendio histórico-religioso,
aunque con preponderancia del segundo elemento sobre el primero. Por esta conjunción
de lo mítico y lo religioso, ha sido denominado la Biblia maya, y es un documento
fundamental para conocer la cultura de la América precolombina.

[editar] El Rabinal Achí

Artículo principal: Rabinal Achí

El Rabinal Achí, en el original Xajooj Tun o "Baile del Tun", es una obra dramática,
consistente en bailes y textos, que se conserva y se representa tal y como se debió
representar originalmente. Se supone que data del siglo XV, y en él se narran los
orígenes míticos y dinásticos del pueblo Kek'chi', y sus relaciones con los pueblos
vecinos. La historia cuenta cómo el príncipe de los Kek'chi' lucha contra las tribus
vecinas y, aunque inicialmente las derrota, posteriormente es capturado y llevado ante el
rey Job’Toj, quien le concede volver a su pueblo para despedirse y bailar con la princesa
por última vez.

El Rabinal Achí se representa durante la fiesta de Rabinal, el 25 de enero, día de San


Pablo. Fue declarado Obra Maestra de la tradición Oral e Intangible de la Humanidad
por la Unesco en 2005.

[editar] La literatura guatemalteca tras la colonización española

[editar] Época colonial: siglos XVI-XIX

Los primeros escritores naturales de Guatemala que emplearon el idioma español en sus
creaciones datan del siglo XVII. Entre ellos cabe mencionar a Sor Juana de Maldonado,
a quien se considera la primera poetisa y dramaturga colonial de Centroamérica, o el
historiador Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán.

El jesuita Rafael Landívar (1731-1793) es considerado como el primer gran poeta de


Guatemala. Obligado a exiliarse por la orden del expulsión dictada por Carlos III, viajó
a México primero, y a Italia después, donde falleció. Escribió originalmente en latín su
Rusticatio Mexicana, de gran éxito, así como sus poesías de elogio al obispo Figueredo
y Victoria.

En el campo de la poesía es de suma importancia el cultivo de formas poéticas


tradicionales escritas para ser cantadas. Entre estas destaca especialmente el villancico
destinado a los oficios de vísperas de las principales fiestas del año litúrgico. Esta era la
única ocasión litúrgica en la que era permitido cantar en idiomas vernáculos, mientras
todas las demás celebraciones eran exclusivamente en latín. En Guatemala como en
todo el imperio español se compusieron sainetes, jácaras, tonadas, cantatas y villancicos
sobre letras en castellano. Entre los autores de estos poemas, que fueron puestas en
música por ellos mismos, sobresalen Manuel José de Quirós (ca. 1765-1790), Pedro
Nolasco Estrada Aristondo, Pedro Antonio Rojas y Rafael Antonio Castellanos (ca.
1725-1791). Este último es uno de los más importantes en el mundo hispano y en la
música de Guatemala.
Durante el siglo XVIII iba a nacer el chipuste la literatura guatemalteca recibió la
influencia del Neoclasicismo francés, como demuestran las obras didácticas y
filosóficas de autores como Rafael García Goyena o Fray Matías de Córdoba.

[editar] La literatura guatemalteca tras la independencia: siglo XIX

Guatemala logró la independencia de España en el año 1821, en su deseo por establecer


relaciones políticas y comerciales con otros países además de la metrópoli. La literatura
durante esta época está muy marcada por las luchas políticas, por lo que predominan el
ensayo y el discurso como géneros literarios. Además, esta época ve el nacimiento del
periodismo en Guatemala, con figuras como Antonio José de Irisarri.

Durante el siglo XIX comienza a desarrollarse la literatura guatemalteca independiente


de la española, aunque siguieron recibiéndose importantes influencias europeas. Entre
los escritores de esta época cabe mencionar a María Josefa García Granados y José
Batres Montúfar (conocido simplemente como "Pepe Batres"), quienes escribieron
conjuntamente el "Sermón para José María Castilla", una obra que resultó escandalosa
para la época. El segundo es además autor del poema "Yo pienso en ti", uno de los más
conocidos de la literatura guatemalteca.

En la segunda mitad del siglo XIX triunfa el género novelesco, merced en especial a
José Milla y Vidaurre, considerado como el "padre de la novela guatemalteca", que
firmó algunas de sus obras con el seudónimo de "Salomé Jil", anagrama de su nombre.
Entre sus obras destacan La hija del Adelantado (1866), Los Nazarenos (1867), El
visitador (1867) y El libro sin nombre.

El modernismo hispanoamericano, heredero del simbolismo y del parnasianismo


franceses e impulsado por el nicaragüense Rubén Darío, también tuvo sus
representantes en Guatemala. En el campo de la poesía, cabe mencionar a Domingo
Estrada, Máximo Soto Hall o María Cruz. Enrique Gómez Carrillo, escritor polifacético,
representa el modernismo en la prosa.

[editar] Siglo XX

En el siglo XX, la literatura de Guatemala alcanza un nivel comparable al de las demás


literaturas de Hispanoamérica, gracias a la aparición de varias generaciones de
escritores, y en especial a cuatro escritores fundamentales: el novelista Miguel Ángel
Asturias (Premio Nobel de Literatura en 1967), autor de novelas como El Señor
Presidente u Hombres de Maíz; el poeta Luis Cardoza y Aragón; el cuentista y
novelista Augusto Monterroso (Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2000) y el
dramaturgo Carlos Solórzano. En general, la literatura guatemalteca del siglo XX tiene
una fuerte influencia de la vida política, como prueba el hecho de que sus principales
autores debieran exiliarse durante las sucesivas dictaduras y guerras civiles que sufrió
Guatemala.

Suele dividirse la literatura guatemalteca del siglo XX por generaciones o décadas. Las
más importantes son:

 La generación de 1910 o "del Cometa"


 La generación de 1920
 La generación de 1930 o "Grupo Tepeus"
 La generación de 1940 o "Grupo Acento"
 El Grupo Saker-ti (1944-1954)
 La "Generación comprometida" (después de 1954)

 La Crónica India*


El descubrimiento y la conquista fueron narrados exclusivamente en los
primeros lustros de la colonización, por cronistas castellanos. El choque
entre las dos razas, los sucesos culminantes de Cajamarca y del Cuzco, se
relataron únicamente por el vencedor. Se tuvo la versión española de la
conquista, pero faltaba la versión india que explicase el derrumbe del
Imperio y juzgase la derrota y sus causas desde el ángulo de los vencidos.
Es cierto que algo de la voz y el sentimiento de aquellos pudo deslizarse en
algunas de las crónicas castellanas o en las informaciones tomadas a los
quipucamayos por Vaca de Castro, por Cieza de León, por el Virrey Toledo o
por Sarmiento de Gamboa. Pero el hecho mismo del interrogatorio oficial,
con su presión efectiva o tácita y la doble o triple transmisión de los
testimonios a través del intérprete, el escribano y el funcionario informante,
les quita a éstos su carácter primicio de espontaneidad. No importa aún que
en determinadas ocasiones el propio elemento hispánico busque y favorezca
la razón india, como en la época de Gasca, para rebajar la obra y sobre todo
para menoscabar el poder y la influencia de los primeros conquistadores.
Aun en la crónica de Cieza, que es el reflejo de ese estado de ánimo y no
obstante el humanitarismo generoso del autor, que recoge muchas de las
protestas y de los sentimientos del pueblo oprimido, no es el espíritu de éste
el que se transparenta en su obra sino en la propia mentalidad del cronista,
española y cristiana.

 Es sólo en los primeros cronistas indios y mestizos de las postrimerías del


siglo XVI en que empieza a escucharse la voz de la raza vencida. Estos son,
naturalmente, muy escasos y con muy estrecha libertad para decir su
verdad bajo un régimen colonial. Estrictamente son tres cronistas indios:
Titu Cusi Yupanqui, Juan Santa Cruz Pachacutic Salcamaygua y Felipe
Huamán Poma de Ayala, y un mestizo genial, el Inca Garcilaso de la Vega.
En todos, aun en los indios puros, hay una huella indeleble de mestizaje
español, de modo que puede considerárseles, como lo ha apuntado José
Varallanos en relación con Poma de Ayala, como mestizos espirituales. Hay
en ellos algunas influencias de la cultura hispánica y occidental –nociones
históricas, sociales o religiosas– pero la mentalidad y el modo de sentir y
raciocinar son profundamente indios y primitivos. Hablan quizás en español,
pero piensan en quechua. Es la diferencia fundamental que los separa del
Inca Garcilaso. El gran cronista cuzqueño es también profundamente indio
por el querer y por su atávica simpatía a todas las manifestaciones del
espíritu Inca, pero su mentalidad es inequívocamente la de un hombre del
Renacimiento europeo, hasta por el gusto de la filosofía platónica y por su
conciencia, que es la de un caballero cristiano y español. Garcilaso coincide
en muchas de sus versiones con el sentir de los cronistas indios,
apartándose con ellos de las versiones españolas, pero no puede incluírsele
entre aquellos porque discurre y siente de muy diversa manera. Vive dentro
de otro espíritu y de otra civilización. Habla y piensa subconscientemente en
español.
Cronistas en las edades media y moderna

Antes de la aparición del periodismo moderno y la sistematización de la crónica como


un género periodístico, se tenía por cronista al escritor que narraba acontecimientos de
interés histórico; el término era casi equivalente a historiador. A diferencia de los
escritores anónimos o conocidos de cantos épicos, los historiadores y cronistas se
distinguieron por la voluntad de veracidad en sus relatos desde la Antigüedad. En la
Edad Moderna, se entendía que el cronista documentaba hechos y costumbres, por lo
que en la práctica se lo diferenciaba de los autores de historias generales (por ejemplo,
el Padre Juan de Mariana, autor de la famosa Historia de España (1591-1601), aunque a
veces se los identificaba con ellos. Los reinos cristianos medievales de Asturias, León y
Castilla mantuvieron una tradición de crónicas desde las que justificaban la Reconquista
y reforzaban el poder del rey (Mozárabe, Albeldense, Silense, Emilianense, Crónica
General de España…), la Estoria de España y la Grande e General Estoria de Alfonso
X el Sabio (siglo XIII), o las Crónicas de Pedro López de Ayala (Crónica del rey don
Pedro, de Enrique II, de Juan II y de Enrique III, que sirven sobre todo para justificar la
propios hechos del autor, Canciller de Castilla a finales del siglo XIV).

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