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Uno de los principales a los que tenía que hacer frente el nuevo gobierno era la
desastrosa situación económica que vivía el país. Las graves consecuencias de la
crisis de 1973 no habían sido afrontadas durante la transición, y a ello se unió los
efectos de una nueva crisis petrolífera mundial en 1979. El paro no dejaba de crecer, la
inflación era altísima (14%) y el crecimiento anual era muy bajo. El Gobierno, con el
ministro de Economía Miguel Boyer a la cabeza, apostó por una mayor apertura y
liberalización de la economía, y además empezó a aplicar un duro plan de
estabilización: subió los tipos de interés, devaluó la peseta y aumentó los impuestos,
todo ello con el objetivo de rebajar la inflación y aumentar la competitividad de las
empresas. De momento, el objetivo de crear empleo fue dejado de lado. También se
adoptaron las primeras medidas de saneamiento financiero, como la expropiación del
holding Rumasa.
Durante dos años la situación económica, como se esperaba, fue muy dura. La
ausencia de inversiones hundió a las empresas menos rentables, los salarios se
congelaron, el consumo cayó y la inflación se contuvo. A partir de ahí comenzaron a
notarse los efectos positivos: se recuperó la inversión y reapareció el crecimiento
económico, que se haría espectacular en la segunda mitad de la década.
• Reforma judicial: afectó sobre todo al CGPJ, con el objetivo de organizar una
judicatura más progresista.
La continuación del crecimiento económico permitió no sólo afrontar con éxito las
inversiones de 1992, sino completar los planes de carreteras y de dotaciones sociales.
Particular importancia tuvo la inversión educativa, dirigida a la construcción de centros
escolares, apertura de nuevas universidades y aumento del número de becas. La
LOGSE, aprobada en 1990, sería la encargada de poner en marcha la reforma educativa.
Pero sin duda los tres años del último gobierno de González estuvieron marcados por
los continuos escándalos de corrupción. Algunos fueron estrictamente financieros,
como los del grupo Torras-Kio o el de Banesto, que obligó a intervenir el banco y que
supuso el procesamiento por estafa de su director, Mario Conde. Otros, como los de
Filesa o el GAL, venían de la legislatura anterior, pero continuaron destapando
información que comprometía al Gobierno y al PSOE. Sin embargo, el caso que más
desprestigió al Gobierno fue el de Luís Roldán, director general de la Guardia Civil, que
fue detenido por haber estafado varios miles de millones de pesetas de los fondos
reservados y a través de comisiones ilegales por obras. Su huída de España aumentó las
críticas por la dejadez del Gobierno en el asunto.
Con el gobierno de Aznar se inició una nueva etapa política marcada por la vuelta al
poder de la derecha. En los años siguientes se emprendió una política económica de
orientación neoliberal encaminada a reducir el gasto público en beneficio de la
actividad privada en materia económica. El objetivo era cumplir los criterios de
convergencia económica establecidos en Maastricht para formar parte del grupo de
países que pondrían en marcha la moneda única. Estos años coincidieron con una etapa
de crecimiento económico mundial sostenido, que en el caso de España superó los
índices de los países desarrollados. Gracias a él, la inflación y el déficit público fueron
descendiendo hasta ajustarse a lo exigido en Maastricht. Así, el euro comenzó a
funcionar en 1999 como moneda de cambio, y en el 2002 como moneda circulante. El
crecimiento económico permitió reducir el paro y sostener las pensiones, a lo que
contribuyó la privatización de las empresas públicas, entre ellas las que daban más
beneficios (Telefónica, Repsol,…), así como la aportación de los fondos de cohesión
europeos, que permitieron financiar unas infraestructuras.
No obstante, la reducción del gasto del Estado fue significativa, en parte por la
política gubernamental de reducir los impuestos directos, en beneficio sobre todo de las
clases medias y altas. Esta política trajo consecuencias negativas en servicios públicos,
como las insuficiencias en el sistema sanitario, servicios a la tercera edad, escuela
pública,… En conjunto, la política neoliberal acentuó el desigual reparto de la renta.
El problema del terrorismo fue uno de los campos más significativos de la acción del
gobierno, sobre todo tras la crisis del verano de 1997 cuando el asesinato de Miguel
Ángel Blanco provocó una movilización social sin precedentes y suscitó una convulsión
en el País Vasco. Consecuencia de la crisis y de un acuerdo entre las fuerzas
nacionalistas para caminar hacia la independencia (Pacto de Lizarra) fue la declaración
de una tregua unilateral de ETA en 1998 que duró más de un año y que hizo concebir
esperanzas de que fuera a terminar la violencia. Mientras, el acuerdo de Lizarra
provocaba la ruptura entre el gobierno del PNV y el de Aznar.