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Dr.

Modesto Ñeco Quiñones 1

El director de escuela y la calidad de la


educación
Es frecuente observar que las críticas y comentarios, escritos o
verbales, sobre lo mal que anda la educación en nuestro país, suelen ser
tan generales y pocos atinados que tienden a confundir mucho más que a
clarificar. Es importante, por lo tanto, que cuando hablemos de la escuela,
en referencia a todo el proceso de enseñanza aprendizaje, se precise
distinguir la responsabilidad pedagógica de cada uno de los componentes
que conforman la institución educativa: los estudiantes, los maestros y los
directores. Sus tareas y responsabilidades son específicas y distintas; sin
embargo, todas están dirigidas a un fin común: alcanzar el mejor
aprovechamiento cognitivo, sicomotor y emocional de los educandos. La
intención es que éstos contribuyan al desarrollo del país, en todos los
órdenes, de conformidad con los lineamientos, a corto, a mediano y a
largo plazo, establecidos por el Estado, representado por el gobierno de
turno. La importancia del director, protagonista de este trabajo, está
determinada por el supuesto de que la calidad de su gestión condiciona
inevitablemente el nivel de ejecución de sus subordinados, lo que a su vez,
se manifiesta en la sociedad en general. Es menester entonces, asegurarse
de que las tareas que él (ella) desempeña sean concebidas y dirigidas al
logro de la meta universal de la educación, a través de los tiempos: la
formación integral de los alumnos. Si por fortuna, las competencias, las
guías y estructuras de orientación pedagógicas de los que ocupan las
posiciones directivas, están alineadas en consonancia con nuestra realidad
socio-cultural, el esfuerzo será fecundo y provechoso para el colectivo. La
trascendental concepción epistemológica de lo que constituye el quehacer
pedagógico del director y su esencial protagonismo en la escuela, fue lo
que llevó que hasta la segunda mitad del siglo XX se lo llamara principal2 ,
1
El Dr. Modesto Ñeco Quiñones es catedrático de la Escuela de Educación de la Universidad del Turabo en Gurabo,
Puerto Rico. Enseña en el Programa graduado el curso de Teorías de aprendizaje, y en el Programa subgraduado el
curso de Fundamentos de la Educación. Su dirección electrónica es mnecoq@hotmail.com
.
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Dicho de una persona o de una cosa: Que tiene el primer lugar en estimación o importancia y se antepone y prefiere a
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adjetivo que describe la importancia de su liderato en la institución. Mi


percepción de la compleja y crucial trascendencia de este líder magisterial
en el desarrollo de la educación formal, en todos los niveles, fue lo que
me motivó a escribir estas cuartillas.
Frente a tan importante encomienda social y pedagógica, la figura
del director de escuela se acrecienta; veamos por que. Es necesario
enfatizar que en lo concerniente a la parte afectiva, estímulo y actitud, a la
cognitiva y conocimiento lo que declara el director condiciona a cada uno
de los miembros que integran la institución escolar: el colectivo y se
manifiesta en los niveles en los que administra las tareas pedagógicas para
alcanzar los objetivos que sustentan el programa de estudio. Es
incomprensible, por lo tanto, que sea el director el funcionario escolar
más olvidado en la crítica a la educación, cuando es el responsable directo
y, siempre indirecto, de los distintos acontecimientos, positivos o
negativos, que se dan en muchas de nuestras escuelas, tanto públicas como
privadas. Sus competencias: inteligencia social, emocional, capacidad
cognitiva y administrativa son factores fundamentales para el mejor
funcionamiento de la institución. En sus habilidades descansa la
construcción y el establecimiento de estructuras eficientes e integrativa
para lograr los propósitos pedagógicos, sociales y culturales de la
comunidad escolar. No quiero decir, por supuesto, que sobre sus hombros
recae toda la responsabilidad, pero sí tiene la delicada función de dirigir
con inteligencia y probidad el plan de acción social y curricular de la
escuela: comunidad en miniatura. A él (ella), también le corresponde evaluar
y renovar el mismo, periódicamente. Es parte vital de su labor directiva
estimular el cambio social y construir nuevos modelos pedagógicos para
afrontar los problemas de convivencia que adolece la compleja, cambiante
y pluralista sociedad de hoy. No hay duda que gran parte de los sucesos
que se observan en las distintas comunidades de la sociedad son producto
de la calidad de las actividades que se desprenden de los esquemas
pedagógicos y curriculares que se han planificado y desarrollado en los
centros docentes.

otras. Diccionario de La Lengua Española, Real Academia Española , 2001.


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Específicamente, el director de escuela, quien tiene como principal


responsabilidad magisterial y ministerial guiar, construir, estimular y
canalizar los esfuerzos de su equipo de trabajo, de manera competente y
solidaria. Su cosmovisión de la realidad social y cultural trasciende lo
individual y se acentúa en lo colectivo. Su personalidad, carácter, humor,
voluntad, conocimiento, sabiduría y compromiso con su labor, resultan
significativos en la promoción del cambio hacia la excelencia. Es
interesante observar cómo el personal que labora bajo su liderato
pedagógico se adapta y se acomoda al nivel de sus competencias
profesionales y personales. El director es la figura principal en la
promoción de la agilidad que experimente el progreso académico y
personal del grupo social que lidera, por lo que tiene la obligación ética y
moral de formar un eficiente equipo de trabajo, de cuya gestión particular
depende el éxito de su contribución a la sociedad. Además, es responsable
de gestionar las ayudas necesarias, de todo tipo, para el mejor
funcionamiento de su escuela; y de mantener una continua y eficaz
coordinación con las oficinas centrales del Departamento de Educación,
los distritos escolares y los municipios y de identificar las ayudas,
provenientes de la industria privada y de otros sectores de la comunidad a
la que sirve. En preciso señalar que cualquier escuela bien dirigida en
nuestro país, donde la educación goza “todavía” de algún apoyo solidario,
de un sector grande de sus miembros, es muy viable contar, en alguna
medida, con su desprendida solidaridad. Sólo hay que salir a buscar las
ayudas y algo se obtendrá. Al parecer, no hay persona alguna, que bien
canalizada la solicitud de colaborar con la escuela se niegue a brindarla,
dentro de sus posibilidades. Es en definitiva, el dogmatismo por
conveniencia, la falta de voluntad, la ignorancia, la resistencia al cambio y
el espíritu conformista de algunos de los directores, es el factor que
impide que se alcancen las metas convenidas por el Estado y el contrato
social, para alcanzar el bienestar de los alumnos y del pueblo en general.

Por otro lado, quiero enfatizar que la buena planificación del


director escolar agrega efectividad a los alcances de la enseñanza-
aprendizaje y contribuye a mejorar, significativamente, las condiciones de
la escuela en lo concerniente a las aulas, los materiales didácticos, los
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enfoques técnicos y modelos estratégicos de aprendizaje. Estas acciones,


entre otras, son las que sostienen y propician la ejecución de una
pedagogía positivista y de calidad. Ejemplo incuestionable de la eficaz
orientación de unidad de propósito y praxis cognitiva, (ética, moral y
práctica que éste provee a sus compañeros), para lograr las metas del
colectivo social. Hay solamente que visitar alguna de nuestras escuelas
donde se cuenta con un buen director para convenir en lo mucho que éste
puede hacer en beneficio de los miembros de su comunidad cuando
estructura un modelo de educación progresista y de excelencia. Son
centros de enseñanza que funcionan con probidad en los diferentes
aspectos de la buena administración escolar y pedagógica, donde las
relaciones interpersonales que experimentan los protagonistas del proceso
educativo son esenciales. En estas aulas se fomenta, con eficacia, el trabajo
cooperativo entre los colegas docentes y el personal de apoyo con
profunda creación manifiesta, vocación pedagógica, compromiso y
profesionalismo. A todos ellos, a los buenos directores (as) va mi eterno
agradecimiento por su entrega, preocupación y compromiso por dar el
máximo de sí, la milla extra, en la mejor formación de nuestros más
endebles conciudadanos los niños. Su excelente desempeño administrativo y
personal obedece, sustancialmente, a la eficiente correspondencia del acto
educativo, con los distintos elementos constitutivos de la ciencia
pedagógica moderna, frente a un mundo, cada vez más dinámico,
pluralista, globalizado y complejo.
Para finalizar esta breve exposición, me permito enumerar
seguidamente algunas ideas o sugerencias, esenciales para alcanzar el mejor
desempeño entre los distintos integrantes del grupo que componen la
comunidad escolar: (1) Obtener la cohesión- la gestión más relevante de
un buen director es lograr que los integrantes de su grupo de trabajo
alcancen un alto grado de unidad, para el bienestar del colectivo. (2) Crear
un clima social positivo- los distintos puntos de vista son una parte
importante del clima social de cualquier organización, porque ayudan a
eliminar las ideas indeseables. (3) Enfrentar los conflictos- la forma más
común y destructiva para manejar un conflicto, es ignorarlo, sabiendo de
su existencia. Enfréntelo y resuélvalo; es la única manera de salir
triunfante. (4) Dar identidad a su grupo- trate a los integrantes de su
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equipo, todo el tiempo, como una unidad. Bajo ningún concepto estimule
la individualidad y los personalismos; menos aún, el chisme y la indolencia.
Tampoco generalice cuando individuos actúen en forma negativa; recuerde
que ellos no son la institución, son solamente parte de ella. (5) Hacer
hincapié en el trabajo colaborativo- trate de inculcar a los integrantes del
grupo el no preocuparse demasiado por el reconocimiento personal, sino
en la obtención de la solidaridad. Para esto, hay que contar con personal,
contento y orgulloso de su unidad de trabajo. (6) Recompensar el trabajo
bien hecho- estimule a cada uno de los integrantes del grupo para que
satisfagan las necesidades de reconocimiento social y estimación de los
demás colegas. (7) Fijar metas claras y alcanzables- procure que todos los
integrantes de su grupo, conozcan que la escuela tiene metas entendibles y
factibles de alcanzar. (8) Otorgar recompensas al grupo- premiar con
incentivos a todos los integrantes del equipo por los logros de la escuela,
gracias a la aportación colectiva. Esto evita, en gran medida, el
individualismo y la segregación por intereses. (9) Tratar bien al prójimo: al
estudiante, al docente y a otros- hay que recordar que una onza de amor y
comprensión produce más que un tonel de odio y desidia. (10) Utilizar el
liderato pedagógico para estimular el cambio y la construcción de nuevos
enfoques cognitivos y estructurales en todo lo concerniente al currículo
escolar- director tiene la obligación cognitiva de alentar, en todos sus
compañeros, el deseo de sacudirse de los “mitos pedagógicos”, que por
muchos años han evitado que la educación se sacuda y se encamine hacia
una verdadera revolución, en todo su quehacer, a tenor con la realidad
socio-cultural del siglo XXI. Entre algunos de los mitos que han atascado
el proceso pedagógico se encuentran los siguientes: (a) La educación es
igual a escolarización; (b) La palabra es igual al conocimiento; (c) Más
información es igual a más conocimiento; (d) La enseñanza debe hacerse
por materias o disciplinas; (e) El juego es incompatible con el aprendizaje;
(f) El conocimiento es mejor asimilado cuanto más precoz es su
aprendizaje; (g) El desarrollo sensorio-motor termina a los (2) dos años de
edad o antes de entrar a la escuela primaria; (h) La dimensión subjetiva
debe quedar fuera de la educación escolar; (i) Debe evitarse siempre que el
alumno cometa errores; (j) La educación escolar debe incluir los
conocimientos de vanguardia de las distintas ciencias; (k) La educación
tiene como finalidad el desarrollo de las ciencias, la tecnología, la industria
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y la economía; (l) La calidad de la educación se eleva con la introducción


de las computadoras en las escuelas. Frente a tanta ambigüedad, falta de
propósito y compromiso con los verdaderos fines de la educación insular,
es perentorio que actuemos con entusiasmo y espíritu futurístico.
Aunque, quizás, para muchos, dichas intenciones no son más que ideas
inalcanzables; no obstantes, nos refuerzan el espíritu y el deseo de alcanzar
lo mejor de nosotros: la excelencia. “Hay que tratar, es la consigna, salir
del enorme atolladero en el que estamos atrapados desde hace muchas
décadas, para mejorar la educación en el país”.

Caguas, Puerto Rico, 8 de noviembre de 2007.

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