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Patricia Barrio
Rosario, 2010
ISBN 978-987-1304-50-9
1. Vitivinicultura. I. Título
CDD 663.2
Este libro recibió evaluación académica y su publicación ha sido recomendada por reconocidos especialistas que
asesoran a esta editorial en la selección de los materiales.
© Patricia Barrio
© de esta edición:
Tucumán 2253, (S2002JVA) – Rosario, Argentina
Email: prohistoriaediciones@gmail.com - prohistoriaediciones@yahoo.com.ar
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Este libro se terminó de imprimir en ART - Talleres gráficos, Rosario, en el mes de setiembre de 2010.
Tirada: 500 ejemplares.
Impreso en la Argentina
ISBN 978-987-1304-50-9
Introducción .............................................................................................. 15
Capítulo I
La crisis y el Estado provincial............................................................................ 21
Capítulo II
Empresas y empresarios vitivinícolas mendocinos.
Su caracterización a principios de siglo XX........................................................ 45
Capítulo III
Los intentos de organización gremial empresarial
durante la crisis de principios de siglo................................................................ 73
Capítulo IV
Estrategias de algunos bodegueros durante la crisis
de principios de siglo XX..................................................................................... 87
Capítulo V
Consecuencias de la crisis de principios de siglo.
Ley nacional de vinos 4363 y organización del Centro Vitivinícola Nacional... 117
Capítulo VI
La etapa de expansión vitivinícola (1904-1912)................................................. 137
Capítulo VII
La construcción de una industria. Las estrategias corporativas
de los empresarios vitivinícolas mendocinos y el Estado protector
durante el periodo de expansión económica (1904-1912).................................. 195
Capítulo VIII
Los cambios en la expansión. La conquista del mercado
nacional de vinos y la llegada de nuevos agentes económicos
a la vitivinicultura mendocina (1904-1912)........................................................ 223
Conclusiones............................................................................................... 271
E
ste libro tiene como base la tesis doctoral que defendiera, en julio de 2007, en
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. En el
proceso de su realización recibí el aporte de numerosas personas a las cuales
agradezco muy sinceramente: en primer término, al Dr. Rodolfo Richard-Jorba, quien
me incentivó a realizar este trabajo y fue un inteligente, meticuloso y, sobre todo, ge-
neroso director de tesis, además de amigo; a mis colegas geógrafas, quienes durante
muchos años me enseñaron la importancia de la consideración del espacio en el análi-
sis histórico: María Estela Furlani de Civit y a María Josefina Gutiérrez de Manchón.
No puedo dejar de mencionar a Inés Sanjurjo de Driollet con quien mantuve frecuen-
tes conversaciones historiográficas de las que surgieron datos e ideas enriquecedoras
para este trabajo. También a mi hermana Elisa Barrio, quien colaboró en el momento
de la impresión del estudio original.
Mis largas y continuadas jornadas de trabajo en el Archivo General de la Pro-
vincia de Mendoza y en la Biblioteca Pública General San Martín me permitieron
conocer a un personal idóneo y amable que no sólo me atendió cordialmente sino,
también, me orientó en mis búsquedas. Mi reconocimiento, entonces, a Mirta Putelli
del Archivo y a Cristina Amills encargada de la Biblioteca de Autores Locales (BAL).
No puedo dejar de mencionar el ámbito de producción de la presente investiga-
ción: el Instituto de Ciencias Humanas, Sociales y Ambientales (INCIHUSA), perte-
neciente al CONICET; y también a la Casa de estudios donde ejerzo la docencia: la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo
Finalmente, agradezco a Darío Barriera quien aceptó, primero, y estimuló, des-
pués, la publicación de este libro.
Mendoza, febrero 2009
L
a conformación del modelo agroexportador generó el mayor crecimiento eco-
nómico de la historia argentina y una transformación de la sociedad y la políti-
ca de horizontes insospechados para cualquier ciudadano de fines de la década
de 1870. Este crecimiento, uno de cuyos primeros elementos dinamizadores fue el
tendido de líneas férreas y el aumento de las exportaciones ganaderas, se irradió desde
la provincia de Buenos Aires hacia otras áreas del territorio nacional, y de la ganadería
y la agricultura hacia otros sectores como el de los servicios y el industrial. A la vez,
el desarrollo del mercado externo promovió el ingreso de nuevos capitales extranjeros
e incidió en la llegada de inmigrantes europeos, factores que generaron necesidades
para un mercado interno que se consolidaba. Al mismo tiempo, la apertura del co-
mercio hizo entrar en crisis numerosas actividades productivas regionales. Una de las
economías que logró enfrentar ese avance arrollador del “progreso” pampeano, y a la
vez complementarse con el nuevo modelo, fue la cuyana, a través de la vitivinicultura.
Nos ubicamos, entonces, no en el centro de este dinámico proceso, sino en un es-
pacio periférico, aunque funcional a ese sistema en expansión. Dicho de otra manera,
el libro que presentamos se inscribe en la línea de los estudios de historia económica
regional; y dentro de ella, se refiere a la Región Vitivinícola Argentina,1 en general, y a
la provincia de Mendoza en particular. Los estudios sobre economía vitivinícola men-
docina del periodo comprendido entre 1880 y 1914 se iniciaron en la década de 19702
con algunos trabajos pioneros: el de Lucrecia Cuccia Orrego, que ofrece una síntesis
histórica de la agroindustria, el de William Fleming sobre la formación de una clase
empresarial provincial (entre 1861 y 1914), y también los de Jorge Balán, uno de ellos
en colaboración con Nancy López, que estudia la cuestión impositiva de Mendoza y
Tucumán, y el otro que reconstruye el proceso de formación de la economía regional
vitivinícola.3 Este último es un relato interpretativo que articula los actores socioeco-
de Tucumán y Mendoza entre 1873 y 1914”, en Desarrollo Económico, núm. 67, IDES, Buenos Ai-
res, 1977, pp. 391-435; “Una cuestión regional en la Argentina: burguesías provinciales y el mercado
nacional en el desarrollo agroexportador”, en Desarrollo Económico, núm. 69, IDES, Buenos Aires,
1978, pp. 50-87.
4 GIRBAL DE BLACHA, Noemí “Ajustes de una economía regional. Inserción de la vitivinicultura
cuyana en la Argentina agroexportadora (1885-1914)”, en Investigaciones y Ensayos, núm. 35, Aca-
demia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1983-87, pp. 409-443; CUETO, Adolfo Omar Bodega
“La Rural” y Museo del Vino, 2ª ed., Mendoza, 1987. En este periodo Edgardo Díaz Araujo (ver La
vitivinicultura Argentina, I. Su evolución histórica y régimen jurídico desde la conquista hasta 1852,
Idearium, Mendoza, 1989), publicó un libro que no se corresponde con nuestra etapa de estudio, en el
que traza una evolución histórica y jurídica de la vitivinicultura mendocina desde la conquista hasta
1852.
5 MATEU, Ana María y GASCÓN, Margarita “El surgimiento de la burguesía vitivinícola en la Pro-
vincia de Mendoza (Argentina) a fines del siglo XIX. La fase de transición”, en Revista Paraguaya de
Sociología, núm. 77, Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, Asunción, 1990, pp. 117-140.
6 Además de Noemí Girbal, otra investigadora no mendocina que estudia la historia de la vitivinicultura
es Silvia Ospital. Ver “Empresarios, dimensión étnica y agroindustrias: el caso del Centro Vitivinícola
Nacional (1905-1930)”, en Ciclos, núm. 8, IIHES, Buenos Aires, 1995, pp. 151-166.
7 MARTÍN, Francisco Estado y empresas. Relaciones inestables, Ediunc, Mendoza, 1992; RICHARD,
Rodolfo Poder, Economía y Espacio en Mendoza, 1850-1900. Del comercio ganadero a la agroindus-
tria vitivinícola, Facultad de Filosofía y Letras, UNCu, Mendoza, 1998.
uva hasta la comercialización del vino), existe mayor capacidad de acuerdo entre los
grupos afectados. Por el contrario, cuando hay muchos actores económicos involucra-
dos aumenta la posibilidad de conflictos y competencias por intereses contrapuestos
difíciles de resolver y, consecuentemente, es más necesaria la intervención del Estado
como árbitro de esas controversias. Como en Mendoza la actividad agroindustrial
estaba socialmente fragmentada, y se encontraba, además, a merced de una cadena de
comercialización extrarregional, estaban dadas las condiciones para la intervención
del Estado, que aparecía a priori como el único actor poderoso en una escena crítica.
El Capítulo II presenta una caracterización de los empresarios vitivinícolas más
importantes, criollos e inmigrantes. Para ello, definimos una muestra de veintisiete
bodegueros, cuyas historias reconstruimos a través de la bibliografía y de la informa-
ción obtenida de los protocolos notariales conservados en el Archivo General de la
Provincia de Mendoza.
El conocimiento obtenido nos permitió entender mejor, en el Capítulo III, el
comportamiento de los empresarios vitivinícolas para concertar estrategias corporati-
vas a partir de la constitución de asociaciones gremiales en un periodo de crisis econó-
mica. Si bien preveíamos que la fragmentación social de la industria hacía dificultoso
tal objetivo, contábamos, por otro lado, con la tesis de Bourdieu, quien sostiene que
cuando un pequeño grupo de empresarios (en este caso vitivinícola) concentra pro-
ducción y capitales tiene mayor capacidad para imponer sus decisiones en el campo
de los productores.
En el siguiente capítulo, redujimos la escala de análisis para examinar las estrate-
gias individuales de cuatro empresas de la muestra, con el fin de detectar los factores
que, con mayor fuerza, incidieron en el éxito o el fracaso de las empresas vitivinícolas
en un contexto crítico.
Finalmente, en el Capítulo V, historiamos el proceso de elaboración y sanción
de una nueva ley nacional de vinos y la organización del primer gremio nacional de
empresarios vitivinícolas, hechos que dejaron a la luz concepciones e intereses encon-
trados, a la vez que mostraron la capacidad de los actores involucrados para alcanzar
acuerdos básicos. Estos acontecimientos también fueron una señal clara de que la in-
dustria del vino se consolidaba, al mismo tiempo que la tendencia del ciclo económico
cambiaba y se entraba en una fase dinámica.
Justamente, el periodo de auge de la vitivinicultura en Mendoza (1904-1912) es
estudiado en los siguientes tres capítulos. El sexto repasa los principales indicadores
que revelan el acelerado crecimiento de la actividad, presenta los costos y beneficios
aproximados de producir vid y vino en relación con los agentes socioeconómicos
implicados; y finalmente trata los factores que se articularon positivamente con el de-
sarrollo del sector, poniendo el acento en los más relevantes: el ferrocarril y el sistema
bancario. Cuando la información lo permitió, confeccionamos cartas que muestran
la “territorialización” de algunos de los procesos estudiados, tales los casos de la
difusión del viñedo en la provincia y la ampliación de la red ferroviaria. En esto, nos
sentimos tributarios de una larga y fecunda relación con colegas geógrafos.
CAPÍTULO I
E
l cultivo de la vid y la producción artesanal del vino estaban presentes en Men-
doza desde la época colonial; sin embargo, por distintos motivos, sufrieron
un “eclipse” entre finales del siglo XVIII y el último cuarto de la centuria
siguiente. Mientras tanto, al promediar la década de 1840, se logró conformar un
nuevo modelo económico productivo: el de “la ganadería comercial con agricultura
subordinada”. Los vacunos llegados de Córdoba y Santa Fe se reponían y engordaban
en los alfalfares mendocinos antes de ser enviados durante el verano, a través de los
pasos cordilleranos, al vecino país de Chile.
Este esquema entró en crisis8 durante la década de 1870, y el sector moderni-
zante9 de la elite provincial ideó y puso en marcha10 un nuevo proyecto productivo:
la vitivinicultura industrial. Para ello, contaba con una red de riego que, al derivar
8 Para conocer el paso del modelo de ganadería comercial al vitivinícola consultar MATEU, Ana María
y GASCÓN, Margarita “El surgimiento de la burguesía vitivinícola en la provincia de Mendoza (Ar-
gentina) a fines del siglo XIX. La fase de transición”, en Revista paraguaya de sociología, núm. 77,
Centro Paraguayo de Estudios Sociológicos, Asunción, enero-abril 1990, pp. 117-140, y especialmen-
te RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y Espacio en Mendoza, 1850-1900. Del comercio
ganadero a la agroindustria vitivinícola, Facultad de Filosofía y Letras, UNCu, Mendoza, 1998.
9 En acuerdo con Mario Cerutti, entendemos por modernizante, esa parte de la elite que estaba “in-
teresada en el desarrollo de la producción capitalista”. CERUTTI, Mario “Producción capitalista y
articulación del empresariado en Monterrey (1890-1010)”, en Siglo XIX. Revista de Historia, núm. 9,
Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Autónoma de Nuevo León, Monterrey, 1990, p. 149.
10 La primera decisión que el Estado mendocino tomó para promover la vitivinicultura fue una ley de 1874
que estableció premios a los productores que plantaran vides. RICHARD-JORBA, Rodolfo “Transiciones
económico-sociales: inmigración y mundo del trabajo”, en RICHARD-JORBA, Rodolfo; PÉREZ RO-
MAGNOLI, Eduardo et al. La región vitivinícola..., cit., pp. 77-88.
Carta I – 1
Oasis de riego hacia 1900 (delimitación aproximada)
agua de los ríos Mendoza y Tunuyán, dibujaba una “mancha verde” en un territorio
semidesértico (Carta I 1).11
Pero también fue necesaria la presencia de otros factores como el ferrocarril
que llegó a Mendoza en 1885, y los inmigrantes europeos varones que, arribados
especialmente a las ciudades y colonias agrícolas de la región pampeana del país,
formaron un dinámico mercado consumidor. Estos inmigrantes también aportaron a
la vitivinicultura mano de obra y conocimientos técnicos.12 Asimismo fue esencial la
protección del Estado nacional frente a la competencia del vino importado a través de
tarifas aduaneras,13 y de las otras bebidas alcohólicas que imitaban su sabor, por me-
dio de los impuestos. También el gobierno provincial fundó en 1888 un banco oficial
para impulsar la actividad a través del crédito.14 Finalmente, la provincia sancionó
una ley de exención impositiva a la plantación de viñedos en 1881, que contó con una
amplia adhesión por parte de los actores económicos locales.15 Los datos estadísticos
permiten constatar el mayor impacto de esta política de estímulo desde 1886, pero fue
a partir de 1891, cuando “las superficies liberadas del impuesto territorial estuvieron
11 La red de riego mendocina creció a partir de los cauces indígenas. En las últimas décadas del siglo
XIX, el sistema se expandió gracias a la apertura de nuevos canales, la construcción de modernos di-
ques y cambios tecnológicos, como las compuertas fabricadas con hierro. Respecto del régimen legal,
el agua era considerada un bien público cuyo uso otorgaba la corona española. Este principio pasó al
derecho de la etapa independiente hasta quedar fijado en el Código Civil (siempre que el agua fuera
corriente y se deslizara por cauces). En Mendoza, luego de 1810, la utilización del agua se reguló a
través de sucesivos reglamentos hasta que en 1884 se sancionó la Ley de Aguas, todavía vigente. El
derecho de agua, que estaba asociado a la propiedad, podía ser definitivo o eventual. En el último
caso, la provisión de agua estaba condicionada a la existencia de sobrantes en los cauces. BARRIO
DE VILLANUEVA, Patricia “Aspectos legales en la conformación de la red de riego del oasis norte
de Mendoza. Período Intermedio (1810-1885)”, en Revista de Estudios Regionales, núm. 13-14, CEI-
DER, UNCu, Mendoza, 1995, pp. 187-224.
12 RICHARD-JORBA, Rodolfo “Transiciones económico-sociales…”, cit., pp. 88-97.
13 A partir de 1890, el vino común importado comenzó a pagar tarifas “prohibitivas”. Sobre el costo de
entrar vino español a la Argentina a partir de esa década, ver FERNÁNDEZ, Alejandro y LLUCH,
Andrea “Comercio y redes de comercialización mayoristas y minoristas en la Argentina de comienzos
del siglo XX”, en BANDIERI, Susana; BLANCO, Graciela y BLANCO, Mónica –coordinadoras–
Las escalas de la historia, Tomo 2: Empresas y empresarios. La cuestión regional, Miño y Dávila,
Madrid/Buenos Aires, 2001, pp. 60-61. Esta política tuvo un impacto inmediato puesto que la impor-
tación de vino común cayó un 71% entre 1887 y 1902. BARRIO DE VILLANUEVA, Patricia “En
busca del vino genuino. Origen y consecuencias de la Ley Nacional de Vinos de 1904”, en Mundo
Agrario. Revista de Estudios Rurales, Vol. 8, núm. 15, Centro de Estudios Históricos Rurales, UNLP,
segundo semestre, 2007a [en línea] http://www.mundoagrario.unlp.edu.ar/.
14 MATEU, Ana María “Bancos, créditos y desarrollo vitivinícola”, en Cuadernos de Historia Regional,
núm. 17-18, UNLu, Luján, 1995, pp. 138-156.
15 RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y…, cit., pp. 15-16.
por encima de las 1.000 hectáreas anuales”, lo que prueba “un crecimiento verdadera-
mente explosivo”.16 Igualmente sucedió con el número de bodegas.17
Gracias a estos y otros elementos el proyecto agroindustrial fue exitoso. Sin em-
bargo, también fueron recurrentes sus crisis. Para entender a la primera del siglo XX,
describiremos primero el comportamiento general de la vitivinicultura y, luego, las
características específicas del caso mendocino.
16 Según el padrón de 1883, Mendoza tenía 2.788 ha viña (RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Eco-
nomía y…, cit., p. 304); 13.905 ha en 1895 (Segundo Censo Nacional de la República Argentina,
1895, Tomo III, capítulo 9, cuadro XIVc) y en 1900, alcanzó 20.618 ha (RICHARD-JORBA, Rodolfo
“Conformación espacial de la viticultura en la provincia de Mendoza y estructura de las explotaciones,
1881-1900”, en Revista de Estudios Regionales, núm. 10, CEIDER, UNCu, Mendoza, 1992, p. 154).
Este autor ha analizado los 2.900 casos de exención impositiva producidos entre 1881 y 1900. Esta ley
fue derogada en 1902.
17 Según el Censo de 1895, en Mendoza habían 433 establecimientos (aunque este número era mayor, tal
como lo ha demostrado una investigación (PÉREZ ROMAGNOLI, Eduardo y RICHARD-JORBA,
Rodolfo “Una aproximación a la geografía del vino en Mendoza, distribución y difusión de las bode-
gas en los comienzos de la etapa industrial (1880-1910)”, en Revista de Estudios Regionales, núm.
11, CEIDER, UNCu, Mendoza, 1994, pp. 153); cinco años después, la cantidad de bodegas se había
elevado a 1.080 (Los Andes, 25 de enero de 1900), y a 1.300 en 1903 (Los Andes, 22 de septiembre de
1903).
18 DÍAZ ARAUJO, Edgardo Evolución económica y régimen jurídico de la vitivinicultura argentina,
Tesis de Doctorado, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Mendoza, Mendoza,
s/d; SAMUELSON, Paul Curso de Economía Moderna, Madrid, Aguilar, 1959; RODRÍGUEZ VÁZ-
QUEZ, Florencia “La modernización vitivinícola en Mendoza: el aporte de la prensa a la difusión de
conocimientos (1904- 1910)”, en Actas de las Primeras Jornadas de Historia y Literatura del Sur
Mendocino, Facultad de Filosofía y Letras, UNCu/IES del Atuel e Instituto Sapientia, San Rafael,
2003; MOCHÓN, Francisco y BEKER, Víctor Economía, principios y aplicaciones, McGraw-Hill,
Madrid, 1993; RICHARD-JORBA, Rodolfo “Hacia el desarrollo capitalista en la provincia de Men-
doza. Evolución de los sistemas de explotación del viñedo entre 1870 y 1900”, en Anales de la Socie-
dad Científica Argentina, Vol. 224, núm. 2, Sociedad Científica Argentina, Buenos Aires, 1994a, pp.
1-34.
19 Las prácticas vitícolas se desarrollaban a lo largo de todo el año. Luego de la cosecha, en el mes de
mayo, el viñatero arreglaba las roturas en el viñedo; también pasaba el arado para tapar las cepas y así
resguardarlas de las bajas temperaturas del invierno. Con la primavera, en septiembre, se realizaba el
descalce de las cepas para mejorar el riego y la brotación. En enero se volvía a tapar las cepas para evi-
tar que la humedad atacara la planta y, finalmente, próxima a la vendimia se llevaba a cabo un nuevo
descalce de las cepas para preparar mejor la cosecha de la uva. Otra labor era la poda que se realizaba
en dos momentos: en invierno, la poda seca; y en la primavera, el desbrote y el despampanado. Por
último en un periodo variable, que podía extenderse entre febrero y mayo, se realizaba la recolección
de la uva. RICHARD-JORBA, Rodolfo “Hacia el desarrollo…”, cit., pp. 18-19.
23 La idea de los promotores de la vitivinicultura industrial en Mendoza era implementar el modelo del
Medoc francés que tenía fama de producir los mejores vinos desde mediados del siglo XVIII. Sus
características eran: selección de las variedades de vid, cuidado de en las operaciones de la vendimia,
bodegas con adelantos técnicos, rigurosa elaboración de vino y tipificación del vino lanzado al mer-
cado. Uno de esos promotores fue Eusebio Blanco que, en la década de 1850, había elaborado vinos
finos y champagne con el francés Michel Pouget en la provincia, y publicó, en 1870, el Manual del Vi-
ñatero en Mendoza. La propuesta de Blanco fue retomada y ampliada por Emilio Civit en los últimos
años de la década de 1880. Su pensamiento quedó por escrito en una carta que enviara a su suegro y
gobernador, Tiburcio Benegas, donde describía y alababa los viñedos y las bodegas de la región men-
cionada. Por su parte, Tiburcio Benegas fue uno de los pocos empresarios que se propusieron aplicar
el proyecto de aquella zona de Francia. RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y …, cit., pp.
168 y 261-270.
24 Los vinos variaban “de año a año, de bodega a bodega y, con mucha frecuencia también, de una a otra
cuba de la misma bodega, a pesar de que sea el producto de igual clase de uva”. GALANTI, Arminio
La Industria Viti-nícola…, cit., p. 26.
25 Por falsificación o fraude se entendía (y se entiende) cualquier práctica viciosa realizada intencional-
mente durante y después de la elaboración del vino. La más frecuente era el “estiramiento” a través del
agregado de agua. También era usual “encabezarlos”, esto es, incorporarles alcohol vínico, procedi-
miento permitido por la ley cuando el caldo tenía baja graduación natural, pero que era utilizado como
paso previo al “aguamiento”. Por otra parte, era común que los vinos que quedaban de la cosecha
anterior, casi siempre avinagrados, fueran mezclados con los nuevos caldos. El añadido de ciertas
drogas –no permitidas por la ley– a los vinos mal elaborados era otra costumbre de los bodegueros-
falsificadores. En los centros de consumo se realizaba otro gran fraude, entre los cortadores, los mayo-
ristas y los minoristas ubicados en los barrios populares. Además de los ya mencionados, era habitual
hacer pasar por vino a bebidas artificiales que imitaban ese sabor. Así se lograba una doble ganancia
porque éstas tenían menores costos de elaboración y al venderlas como bebida genuina, pagaban me-
nos impuestos.
26 DIARIO LOS ANDES Vistazo retrospectivo a la región de Cuyo al cerrar el año 1920, Mendoza,
1921, pp. 130-131. A fines de 1903, la deuda de particulares mendocinos con el Banco Hipotecario
Nacional alcanzó $11.388.630. PROVINCIA DE MENDOZA Memoria de la Oficina Estadística. Año
1903, Mendoza, 1904, p. 169.
27 Los Andes, 3 de abril de 1903.
28 BARRIO DE VILLANUEVA, Patricia “Hacia la consolidación del mercado nacional de vinos. Mo-
dernización y desarrollo del sector vitivinícola de Mendoza (Argentina), 1900-1914)”, en Espacios
Historia, núm. 26, Universidad Nacional de la Patagonia Austral, Río Gallegos, 2003a, pp. 33-60.
29 Los Andes, 28 de julio de 1900.
30 El cálculo de costo del vino fue realizado en junio de 1902. ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola. Informes
presentados al Ministerio de Agricultura por la Comisión Nacional compuesta por el Dr. Pedro Arata (presiden-
te), Ulises Isola (secretario, Luciano Garola, José Lavenir y Domingo Simois (vocales), Anales del Ministerio de
Agricultura–Sección Comercio, Industria y Economía, Tomo 1, núm. 1, Buenos Aires, 1903, p. 146.
31 RICHARD-JORBA, Rodolfo Poder, Economía y…, cit., p. 205.
32 Ley nacional 3700 del 28 de agosto de 1898. Se sancionó por problemas fiscales y la inminencia del
conflicto con Chile y solo tuvo una vigencia de seis meses. La ley nacional 3740, de diciembre de ese
año, que regulaba los impuestos para 1899 lo bajó a 2 centavos el litro.
Por último, los dirigentes vitivinícolas tuvieron serias deficiencias para organi-
zarse y desarrollar estrategias en conjunto, aspecto que se analizará en otro capítulo.
Precio del q de uva (46 kilogramos) Precio del litro de vino en Buenos
Precio del litro de vino en Mendoza
(kg) (en pesos m/n) Aires (Retiro o Catalinas) y al
(en centavos)
menudeo (en centavos)
1900 (post cosecha) 12 en bodega.
asumiera gastos de la cosecha (octubre-diciembre) 18 en bodega 55 al menudeo
*
1901 (abril) 17 a 18 en bodega
gastos de cosecha 45 al menudeo
1902 2 a 2,30 gastos por comprador (julio) 16 a 18
38 al menudeo
1903 1 a 1,60 (julio) 6, vino de uva francesa, en (enero) 25 y 30 al menudeo
bodega (abril) 19
entre 18,5 y 28,4 al menudeo
1904 (marzo) 10 a 14 en bodega (enero) 27,5 minorista
gastos de cosecha (mayo) 15 a 16 en bodega (diciembre) 30 a 32
(octubre) 16 a 18 en bodega
Fuentes: Precio de uva: Los Andes, 23 de febrero de 1900, 17 de febrero de 1901, 26 de febrero de 1902, 20 de
febrero de 1903 y 17 de marzo de 1904. El Comercio, 26 de enero de 1904.
Precio del vino: Los Andes, 9 de febrero de 1900, 18 de diciembre de 1901, 2 de julio de 1902, 20 de enero de
1903 y 29 de marzo de 1904.
* En las fuentes correspondientes a los años 1900 y 1901 no se aclara ese precio era en Retiro y Catalinas o en
el mercado minorista.
La cotización del vino sufría una variación estacional: era inferior entre los meses de
marzo y julio (desde la vendimia y la elaboración del vino nuevo hasta la saturación del mer-
cado), y crecía paulatinamente desde septiembre/octubre, hasta la nueva cosecha, a medida
que disminuían las existencias de la bebida. Por supuesto, la oferta global, es decir, la produc-
ción nacional de la bebida, incidía también en el comportamiento estacional de los precios.
La segunda columna del Cuadro I 1 contiene el precio del quintal de uva durante la
cosecha (entre los meses de febrero y mayo de cada año). Estos cambiaban de acuerdo con
quién pagaba los gastos de la recolección (el viñatero o el comprador de la uva); por ejem-
plo, en 1900, el quintal de uva francesa (de mejor calidad) costaba $3,30 si el comprador
asumía los gastos y $4 si lo hacía el viñatero. La tercera columna presenta dos cotizaciones
del vino en la provincia: “en bodega” que era el de las transacciones entre los elaboradores
locales y sin el pago del impuesto provincial, y el precio “en vagón” (es decir, cuando el
vino estaba en condiciones de ser enviado hacia los centros de comercialización), que sí
incluía el cumplimiento fiscal, aunque no el pago del flete. Finalmente, la última columna,
ofrece información sobre el precio del vino pagado por el consumidor.
El primer signo de la crisis apareció en la segunda mitad de 1901 cuando el
precio “en bodega” comenzó a bajar, tendencia que continuó en el siguiente año y
se hizo dramática en 1903, mostrando el alto grado de vulnerabilidad de la industria.
Analicemos a continuación dicho proceso.
El desarrollo de la crisis
Durante 1900, año en que los precios de la uva y del vino se elevaron, aumentó el fraude
vínico y un importante stock de vino quedó para la siguiente temporada.33 Esta circunstancia
explica que, a fines de aquel año, la ley 183 de impuestos a los Frutos del país estableciera,
por primera vez, los controles al comercio extra-provincial de vino, mostos y uva.34 De to-
dos modos, es probable que la sequía de enero de 1901, con la disminución de caudales de
riego,35 intranquilizara a varios bodegueros importantes los cuales compraron uva en forma
normal y a buen precio.36 Se elaboró vino y también se falsificó, por lo menos durante la
33 En 1900 se elaboraron oficialmente 796.340 hl y se enviaron fuera de la provincia 775.347 hl, sin
embargo, la existencia de la bebida en bodega al 1 de enero de 1901 era de 329.528 hl. Los Andes, 18
de enero de 1901.
34 Entre otros aspectos, la ley anunciaba que el Poder Ejecutivo designaría una oficina para controlar la
comercialización de esos productos. Ésta tendría la obligación de entregar al interesado un certificado
en el que constara el valor del impuesto pagado y la cantidad de vino, mosto, alcohol o uva comer-
cializados. En los puntos de embarque ferroviario un empleado debía corroborar que el certificado
coincidiera con lo que indicaba la “carta de porte”. Luego, el remitente debía dirigirse a la oficina
correspondiente para que quedara registrada en los libros la operación realizada. PROVINCIA DE
MENDOZA Recopilación de Leyes desde el 1-1-1869 al 31-12-1924, Mendoza, 1925, pp. 2353-2356.
35 FUNES, Lucio Gobernadores de Mendoza (La Oligarquía), Segunda Parte, Mendoza, 1951, p. 67.
36 Además, fuertes compradores de uva habían llegado de Buenos Aires, lo que coadyuvaba a mantener
el precio. Los Andes, 7 de febrero de 1901. Cabe destacar, asimismo, que se produjeron situaciones
especiales como la adquisición de uva más barata en San Juan; o el caso de Miguel Escorihuela que
hizo grandes compras de vino en esa provincia. Los Andes, 27 de febrero de 1901.
primera mitad de ese año cuando todavía la cotización no había bajado en los centros de
consumo. Al respecto, un artículo denunció que “el agua agregada al vino genuino en la pro-
ducción de 1901 fue de 300.000 hl por lo menos”.37 Estas afirmaciones, aunque exageradas,
se corroboran por el aumento sospechoso de la producción de vino, y la variación en unos
600.000 hl que apuntan las distintas fuentes estadísticas consultadas (Cuadro I 2).
Cuadro I – 2
Producción de vino en Mendoza, 1899-1904 (en hl)
**
Fuentes: ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola…, cit., 1903, p. 253; Anuario de la Dirección General de
Estadística de la Provincia de Mendoza correspondiente a los años 1907-1908 y 1909, Kraft, Buenos Aires, 1910,
p. 379; Administración de Impuestos Internos, en Los Andes, 18 de noviembre de 1901; El Comercio, 18 de julio de
1902; PROVINCIA DE MENDOZA Memoria de…, cit., 1904, p. 118; El Comercio, 20 de enero de 1905; Los An-
des, 9 de febrero de 1900; Boletín del Centro Vitivinícola Nacional 1929, núm. 287, p. 380; 1921, núm. 191, p. 920.
* La Revista del Centro Vitivinícola Nacional anota datos diferentes para el mismo año.
** Administración de Impuestos Internos.
*** Estos datos oficiales de la Administración de Impuestos Internos correspondían a la elaboración de vino de
los meses de abril, mayo y junio de ese año. El Comercio, 18 de julio de 1902.
Con un incremento notable del stock, la crisis emergió en la segunda mitad de 1901 debido
a una contracción de la demanda por la convergencia de una serie factores adversos en la
economía nacional. En primer lugar, una crisis financiera y del comercio internacional: la
interrupción de la entrada de capitales extranjeros y el hecho de que los saldos positivos del
comercio exterior no alcanzaban para pagar los servicios de la deuda externa hizo que el
Gobierno nacional apelara al escaso oro existente en la Caja de Conversión.38 Como en la
Argentina, la circulación de la moneda nacional dependía de la cantidad de metal guardado,
la disminución de éste produjo iliquidez y la consecuente contracción del mercado; situa-
ción que también afectó al crédito bancario, herramienta fundamental de la actividad eco-
39 Un diario local se quejaba de la falta “de crédito, de capitales y consecuentemente de obra pública”.
Los Andes, 21 de febrero de 1902.
40 En diciembre de 1900 la inundación en la provincia de Buenos Aires produjo una pérdida de medio
millón de cabezas de ganado vacuno y veinte millones de ovejas con un perjuicio de $128.000.000.
Los Andes, 28 de diciembre de 1900. Un problema de esta magnitud tiene inmediata incidencia en la
caída del empleo y de la capacidad de consumo de la población.
41 La tonelada de uva francesa se pagaba en Mendoza a $16,60 y el flete costaba $78. El Comercio, 4 de
marzo de 1902.
42 El Comercio. Estas bodegas improvisadas sólo fermentaban caldos pero no los podían conservar.
43 Este cálculo fue dicho por el diputado provincial Leguizamón y reproducido por el diario Los Andes,
18 de julio de 1902.
44 GALANTI, Arminio La Industria Viti-nícola…, cit., p. 92.
45 Los Andes, 5 de diciembre de 1901.
fraude, fue central en el debate sobre la pureza de los caldos y las políticas públicas a
implementar. Este texto se transformó en ley en enero de 1902.46
En segundo lugar, cuando ya se había denunciado públicamente la falsificación de
vino en Mendoza,47 se reunió con un grupo de bodegueros para discutir y consensuar un
decreto48 que establecía la inspección a las bodegas “a la mayor brevedad” para desna-
turalizar los vinos ácidos;49 la obligatoriedad del análisis al vino cuando se trasladaba
de una bodega a otra; y un nuevo control de los establecimientos durante la vendimia.
Para ello contaba con funcionarios de la Oficina Química provincial y de la delegación
local de la Administración Nacional de Impuestos Internos. Esta última, si bien estaba
obligada por la ley de vinos de 1893, no brindó apoyo a la acción fiscalizadora.50
No todos estuvieron de acuerdo con las medidas implementadas. El enólogo italiano
Arminio Galanti señaló que estas medidas afectarían especialmente a los bodegueros más
pequeños, que no falsificaban los caldos sino “que por mala suerte no han podido expender
o conservar debidamente sus vinos”. También, destacó con acierto que el decreto de inspec-
ción a las bodegas no determinaba parámetros enológicos para evaluar los vinos en forma
correcta.51 Pese a las dificultades y al clima de tensión, el 1 de marzo terminó el control que
arrojó una desnaturalización de aproximadamente 100.000 hl, según fuentes oficiales.52
En la misma línea de las inspecciones, el Poder Ejecutivo implementó otra me-
dida a partir del mes de mayo: en todas las estaciones de embarque del ferrocarril
dos inspectores (uno de la Oficina Química provincial y otro de la Administración de
una cooperativa por parte del gremio de los empresarios), el Estado debía actuar, con
un espíritu de subsidiariedad. Declaraba también que se había inspirado en la política
implementada en Tucumán, donde se habían “establecido primas destinadas no sólo
a la protección de la industria azucarera sino también para indemnizar la destrucción
de las plantaciones de caña”; y la experiencia de varios estados del Brasil, que habían
acordado “primas a la exportación del café”. Estos y otros ejemplos demostraban “que
la institución de primas por los gobiernos es un procedimiento necesario y aconsejado
por las conveniencias generales”.
El gravamen adicional a los vinos, continuaba el Ejecutivo, no constituía un im-
puesto porque lo recaudado sería dado a las sociedades cooperativas, y si éstas no se
formaban no se cobraría la prima. Respecto de los bodegueros que no se incorporaran
a una cooperativa, si bien no eran “copropietarios del capital social”, se beneficiarían
al ordenarse el comercio de vinos. Igualmente mejoraría la situación de los pequeños
elaboradores, ya que el plan establecía un porcentaje de la prima acumulada para com-
prar su producción. Por último, el gobernador llamaba la atención sobre el estímulo a
la fabricación del coñac de vino dado “su alto precio en plaza”.56
Durante la discusión en la Cámara de Diputados, el ministro de Hacienda, so-
brino de Elías Villanueva y futuro gobernador, Carlos Galigniana Segura, justificó el
proyecto en el deseo de los mismos bodegueros. Mencionó el intento cooperativista
que fracasó por falta de capitales, situación que el nuevo plan solucionaba. También
argumentó a favor de la intervención del Estado en la economía a partir de distintos
autores.57 Y concluyó: “…las fuerzas individuales se desenvuelven gracias al orden
creado por el estado y su potencia de expansión es secundaria por la impulsión que de
ellas recibe”. Como vemos, entonces, se arguyó la intervención del Estado tanto desde
la experiencia como desde la teoría económica.
En contraposición, el diputado Eduardo Teisaire dejó a la vista las estrategias
reales de muchos bodegueros58 al decir que “esta sociedad no llegará a formarse por
cuanto no hay confianza alguna entre los del gremio, ni podrá haberla mientras no se
proceda de buena fe en los negocios”. Y puso como ejemplo la conducta seguida por
un bodeguero que “dos horas después de haberse firmado un acuerdo sobre el precio
del vino […] tomaba el tren a Buenos Aires y ofrecía el artículo a dos centavos menos
que el convenido y otros hacían propaganda aquí en el mismo sentido”.59
El texto aprobado pasó a la Cámara de Senadores, donde fue convertido en la ley
243 el 15 de setiembre 1902. Se creaba por cinco años un impuesto de ¼ de centavo
por litro de vino elaborado localmente y enviado fuera de la provincia. El 80% del gra-
vamen recaudado se aplicaría a otorgar primas a las cooperativas que se constituyeran,
siempre que produjeran por lo menos la tercera parte del vino mendocino; y el dinero
sería distribuido “en proporción a la cantidad de vino que por cuenta propia expendan
fuera de la Provincia”. Con esto se propiciaba la formación de pocas pero poderosas
entidades. El 20% restante se destinaría a primas para la elaboración de coñac de vino
y así diversificar la industria.
Las cooperativas formadas recibirían de cada socio, en efectivo, el 3% de la
producción anual de vino durante siete años. Una parte de lo recaudado, que no se
especificaba, sería utilizada para comprar el vino de los pequeños productores, fueran
o no socios de las cooperativas que se formaran. Al tercer o cuarto año de constitui-
das, las nuevas sociedades debían construir bodegas invirtiendo un mínimo del 25%
del capital acumulado. Se preveía que los establecimientos fueran apropiados y “con
arreglos a los progresos de la enología y a la capacidad que demande el capital social”.
Respecto de la comercialización de los vinos se planeaba que a partir del segundo año,
las cooperativas enviaran sus productos al mercado interno sólo a los nueve meses de
elaborados, evitando el abarrotamiento post-cosecha que saturaba las plazas y hacía
bajar el precio; y una tercera parte se intentaría vender al exterior. Al año siguiente, del
total del vino para la demanda nacional, la tercera parte se vendería en botellas, lo que
constituía una verdadera innovación por cuanto la casi totalidad del vino mendocino
se comercializaba a granel en bordelesas de alrededor de 200 litros.
Con este programa pautado y progresivo, se propiciaba una modernización de la
industria que –se pensaba– abriría las puertas a la demanda externa y a porciones del
mercado inexploradas: los sectores de alta capacidad económica. Con lo propuesto
se retomaba el modelo vitivinícola pensado por la elite en la década de 1870 y 1880.
Por último, un artículo establecía los objetivos de las cooperativas, entre otros,
“a) propender al mejoramiento de la industria vinícola en general,
utilizando personal científico competente; c) perseguir la falsificación
y el fraude; d) propender a la normalización del comercio de vinos,
e) contribuir al añejamiento de los vinos y su expendio en la forma
más perfeccionada”.60
Sin embargo, el gobierno no logró que los elaboradores, fuertemente divididos, orga-
nizaran las cooperativas previstas por la ley.
La caída del plan se debió a distintos tipos de causas, algunas subjetivas y otras ob-
jetivas. Entre las primeras, era evidente el individualismo y la mutua desconfianza entre
los bodegueros locales, característica que denunció el legislador provincial Teisaire y poco
después Bialet Massé. Asimismo, la ley de cooperativas tendía a concentrar la elaboración
y la comercialización del vino en grandes empresas dirigidas por los principales bodegue-
60 Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, 1902, Tomo III, Mendoza, pp. 25-28.
ros; por eso era rechazada por la mayoría de los productores. Entre las causas objetivas,
era central la imposición de un gravamen aplicado en un momento de agobio económico a
todo bodeguero “exportador”,61 incluyendo al que no quería entrar en la cooperativa. Ade-
más, la ley apuntaba a consolidar la división entre los bodegueros que comercializarían el
vino fuera de la provincia y pagarían el impuesto, y el resto, que vendería sus caldos a los
primeros o en el mercado local. En consecuencia, los pequeños y medianos elaboradores
perdían la posibilidad de comerciar sus vinos fuera de Mendoza, si así les conviniera.
61 Recordemos que se llamaba bodeguero exportador a aquel que vendía su producción fuera de la pro-
vincia.
62 Los argumentos dados por el senador Ricardo Palencia para justificar esta decisión pueden leerse en El
Debate del 26 de septiembre de 1902. La ley 245 del 27 de septiembre de 1902 (Registro Oficial de la
Provincia de Mendoza, 1902, Tomo III, pp. 74-76) derogó la última ley (del 3 de octubre de 1895) de
exención impositiva. Los nuevos terrenos implantados con viñedos pagarían el impuesto por el avalúo
del terreno los dos primeros años y, desde el tercer año, cuando la viña comenzaba a producir, abona-
rían una tasa por planta. Aclaremos que el pago de la Contribución Directa oscilaba (según la decisión
de la ley impositiva de cada año) entre un 4 y un 6 por mil del avalúo de la propiedad. En marzo de
1902 se había establecido el 4 por mil (Registro Oficial de la Provincia de Mendoza, 1902, Tomo II,
pp. 258-259). En el caso de los viñedos (sin exención impositiva) el avalúo era de $0,70 para cada una
de las cepas francesas y $0,35 para las criollas (RICHARD-JORBA, Rodolfo “Conformación espacial
de la…”, cit.), valores sobre los cuales se pagaba la tasa de Contribución Directa.
63 El Debate, 19 de diciembre de 1902.
La tercera medida fue la sanción de la ley 255 “sobre productos de la industria viti-
vinícola”, que aumentó a $2 por hl el sobre-impuesto a aquellos vinos que no respetaran
los límites del extracto seco establecidos en enero de ese mismo año. También puso una
tasa de $0,10 por cada hl de vino analizado por la Oficina Química provincial.64
El problema financiero
La crisis del sector financiero también impactó en forma directa a la economía provin-
cial. En Mendoza, durante el mes de febrero de 1902, el Banco Provincia suspendió
su giro por falta de fondos y, en ese mismo momento, el Banco de la Nación se vio
obligado a restringir el crédito. Al mismo tiempo, tres casas bancarias pidieron una
moratoria para el pago de sus compromisos.65
El Gobernador Elías Villanueva, dada la escasez de recursos tributarios, bajó
los sueldos estatales y, ante la falta de circulante, lanzó letras de tesorería que rápi-
damente se depreciaron,66 produciendo serias pérdidas entre sus tenedores; también
disminuyó el impuesto territorial. Esta debacle sucedía en el mismo momento en que
el precio de la uva había bajado y se necesitaba del crédito para levantar la cosecha.
La situación descripta “hizo más pesado el servicio del interés por los capitales
tomados a préstamo”.67 Para hacernos una idea de la gravedad del problema, en 1902,
el pago de los intereses del total de la deuda hipotecaria, que afectaba especialmente a
los vitivinicultores, fue de $1.200.000 que correspondía “a la ganancia neta que podrá
dejar en este año 10.000 ha, o sea la mitad de toda la cosecha”.68 La consecuencia fue
el incremento de las moratorias, concurso de acreedores y quiebras que si en 1901
sumaron veinte casos, a mediados del año siguiente alcanzaron a treinta.69
año anterior la anulación del impuesto a la uva, y a principios de febrero una rebaja
en el flete ferroviario. A mediados del siguiente mes se habían enviado fuera de la
provincia 15.000 toneladas del producto.71 Con todo, no se pudo disminuir el volumen
de vino existente formado por el stock de la bebida de la temporada anterior más la
producción de ese año (ver Cuadro I 2). Se llegó así a octubre de 1903, cuando el litro
de vino despachado por ferrocarril era pagado a solo 10,5 centavos “puesto en casa
del comprador”72 (es decir, con el pago del flete ferroviario incluido). Con este precio
no se podía cubrir el costo de “poner” un litro de vino “en la estación de embarque
ferroviario”, que era de 12,6 centavos73 (con el pago de impuestos pero sin el flete).
Como hemos dicho, en la tendencia bajista de la cotización de los caldos operaba
la falta de capital de trabajo y de crédito –debido a la restricción impuesta por los
bancos– que obligaba a los pequeños bodegueros, urgidos por las deudas, a vender en
forma veloz la totalidad de su existencia de caldos, desorganizando la oferta.
Un acontecimiento marcó el punto culminante de la crisis: la firma vitivinícola más
prestigiosa de Mendoza, Benegas e Hijos, se presentó en convocatoria de acreedores a
principios de febrero de 1903, y sólo pudo solucionar su debacle financiera con la creación
de una nueva firma, Trapiche SA, en la que se integraron sus acreedores como accionistas.74
También se registró en fenómeno inédito en la “Mendoza vitivinícola”: “el de
la emigración en la clase obrera, que antes se dedicaba al cultivo de la viña”. Para
algunos, la promesa de un futuro mejor se había disuelto por la caída de los salarios.75
Ante la gravedad de la situación, a fines de enero, el Gobierno provincial pidió al
Ministerio de Agricultura de la Nación el nombramiento de un equipo de especialistas
para estudiar la crisis. Como respuesta se formó una Comisión bajo la presidencia de Pe-
dro Arata, la secretaría de Ulises Isola (jefe de la Oficina Química local y profesor de la
Escuela Nacional de Vitivinicultura) y, como vocales Luciano Garola (enólogo profesor
de la Escuela e Inspector de Bodegas de la Oficina Química), José Lavenir y Domin-
go Simois (Director Interino de la Escuela). También, fueron congregados importantes
bodegueros que formaron comisiones departamentales con el objetivo de inspeccionar
el vino “en bodega” y conocer su estado. Esta acción fue apoyada por importantes bo-
degueros y políticos mendocinos radicados en Buenos Aires, como Isaac Chavarría y
Tiburcio Benegas. No obstante, los elaboradores con menor capacidad de producción
parecían no estar de acuerdo. Algunos preguntaban en tono de denuncia: “¿quién ins-
peccionará las bodegas de los comisionados?”,76 y otros manifestaban que el verdadero
problema eran los alambiques en las bodegas con los cuales se elaboraba alcohol vínico,
base de la falsificación.
En marzo, se informó la desnaturalización de 14.210 hl en los departamentos
Capital, Las Heras, Guaymallén, Maipú y Belgrano (actual Godoy Cruz), cifra muy
inferior a la solicitada por la Comisión Arata que era de 160.000 hl.77 También se
anunció que la Administración de Impuestos Internos inspeccionaría todas las bode-
gas para constatar la cantidad de uva empleada en la vinificación, el mosto correspon-
diente, el grado alcohólico –que debía ser superior a los 12 grados– y la cantidad de
alcohol vínico obtenido de todos los productos a destilarse (vinos picados y vinagres).
Además, se prohibió encabezar (o agregar alcohol vínico) a los caldos naturales que
alcanzaran los 12 grados.78 En abril, el gobierno provincial recibió el acuerdo del Mi-
nisterio de Hacienda para que Impuestos Internos desnaturalizara los vinos en malas
condiciones.79 Lo cierto es que no se sabe certeramente el volumen de vino que fue
eventualmente sustraído de la venta.
El control realizado obligó a muchos bodegueros a vender el alcohol vínico,
y por ello solicitaron una rebaja a su impuesto.80 También la resistencia de los bo-
degueros se hizo sentir. Sobre todo se oponían a la inutilización de los vinos viejos
(generalmente avinagrados). Un hecho curioso permite apreciar hasta qué punto la
mencionada práctica de mezclar vinos viejos y nuevos era aceptada hasta por los
encargados de custodiar la aplicación de las reglamentaciones. Cuando miembros
de la Comisión Arata inspeccionaron la bodega en Maipú del gobernador, Elías
Villanueva, descubrieron 1.000 hl de vino picado y el responsable de la bodega se
negó a firmar el acta donde constaba lo hallado. El Gobernador-empresario enta-
bló ante la Oficina Química “un recurso sui generis contra la Comisión en defensa
de sus vinos averiados”, y el 6 de marzo solicitó a la Administración de Impuestos
Internos que sellara los toneles donde estaba el caldo en malas condiciones. Ante
el escándalo público, Pedro Arata tuvo que regresar de Buenos Aires para atender
el recurso de Elías Villanueva y realizar un nuevo control en el que sólo se encon-
tró 500 hl de bebida averiada.81 De todos modos, es necesario resaltar que, con
82 No obstante, para otras fuentes seguía el fraude en Mendoza. Se estimaba que en la provincia había una capaci-
dad de elaboración no superior a 450.000 bordelesas, es decir, 900.000 hl, mientras que las cifras de producción
oscilaban, según las fuentes, entre 1.110.000 hl y 1.400.000 hl (Cuadro I 1). Los Andes, 7 de noviembre de 1903.
83 Los Andes, 25 de julio de 1903.
84 El proyecto de ley de 1903 puede leerse en El Debate, 11 de septiembre de 1903.
85 El Debate, 1 de octubre de 1903.
86 En septiembre de 1903 se conoció la derogación del impuesto nacional al vino que era uno de los
pedidos que gobierno y elaboradores realizaron al Congreso Nacional.
87 La única diferencia es que en el nuevo proyecto de ley se había excluido el objetivo de perseguir la falsifi-
cación y el fraude, pues se había puesto la confianza en la nueva ley de vinos que se estaba por aprobar en
el Congreso nacional.
88 En la ley el aporte de los socios “en efectivo” era del 3% y en el proyecto del 2%, sin especificarse que
fuera en efectivo.
La salida de la crisis
En el mismo momento en que la crisis parecía tornarse más profunda, comenzaron a
aparecer algunos signos alentadores. Provenían del sector financiero, una de las va-
riables claves para medir la coyuntura. Si bien en julio de 1903 se decretó la quiebra
de la casa bancaria Hardoy, su similar, “Simón Moreno”, salió airosa de su debacle.91
Asimismo, en octubre de ese año, se formó una sociedad anónima cooperativa de cré-
dito llamada Banco Industrial y Comercial de Mendoza Ltdo., que abrió sus puertas
en febrero del año siguiente.92
Pero lo que más marcó el comienzo de otra etapa fue el mejoramiento de las
condiciones económicas y financieras nacionales, fundamentalmente por la entrada
de capitales extranjeros a la Argentina. Esto oxigenó el sistema con la circulación
93 Los Andes, 3 de diciembre de 1903. La sujeción de la industria del vino a las condiciones del país y a
la llegada de inmigrantes queda reconocida en la Revista Vitivinícola Argentina núm. 1, p. 11 y núm.
3, p. 43, 1904.
94 Los Andes, 25 de noviembre de 1903.
95 Las plagas se produjeron a fines de 1903. Los Andes, 10 de diciembre de 1903. Las heladas “elimina-
ron los mostos” inferiores puesto que se produjeron en los viñedos de los departamentos del este de la
provincia, San Martín, Junín y Rivadavia. Los Andes, 31 de marzo de 1904.
96 La Comisión de Defensa promovió la cotización de la uva a $2 el quintal. Los Andes, 7 de noviembre
de 1903.
97 ARATA, Pedro et al. Investigación Vinícola Complementaria de 1904. Trabajos presentados al Mi-
nistro de Agricultura por Dr. Pedro Arata, Ulises Isola, Domingo Simois, José Lavenir y Enrique
Morichelli, Imprenta de M. Biedma e hijo, Buenos Aires, 1904, p. 27.
98 Es importante destacar un fenómeno de modernización de los bodegueros puesto que querían además
“acreditar sus marcas”. Los Andes, 15 de mayo de 1904.
99 Revista Vitivinícola Argentina núm.1, 1904, p. 12. Barraquero había comprado numerosas partidas de
vino a San Juan. Los Andes, 15 de mayo de 1904.
Por último, la eliminación del impuesto nacional de 2 centavos el litro de vino inyectó
a la economía vitivinícola una masa de dinero que ayudó a reactivarla.
El dinamismo financiero que se inició a fines del año anterior quedó claramente
delineado cuando, a mediados de 1904, se organizó el Banco Popular y se abrió en el
departamento San Rafael una sucursal del Banco Provincia; mientras que desde Riva-
davia se solicitaba la apertura de otra sucursal de la banca oficial.
***
Rafael, donde entre el 99% y el 100% de los bodegueros producían menos de 1.000
hl anuales, el desajuste fue más severo ya que todos ellos se encontraban en el grupo
económicamente más vulnerable.101
101 Con los datos de producción y existencias de vinos al 30 de setiembre de 1903 (El Comercio, 27 de
octubre de 1903) e información complementada (BEST, Félix Guías de las Provincias de Mendoza,
San Juan y San Luis, Mendoza, 1904), se realizó una clasificación de los establecimientos en 5 grupos,
según su producción: más de 10.000 hl anuales; entre 1.800 y 10.000 hl; 1.000 y 1700 hl; 750 y 999
hl y menos de 750 hl.