Professional Documents
Culture Documents
charra. Coincidió que el mismo día de su retorno era sábado, por lo que quedo con unos
amigos para salir de fiesta por la noche. Así, hacia las seis de la mañana, tras unas horas
visión de una chica con una edad similar a la suya. Por su parte, la reacción de la joven
De repente, dos siluetas surgieron de la penumbra. Eran una pareja de bacaladeros, que
En ese momento, el que hacía las veces de cabecilla, amenazó a Belinda con lo que
Filomeno tanto se temía. “Tú, guapita de cara, entrega a mi compañero tus alhajas y el
1
disuadir al aspirante a guardia civil de su intención. “¡Eh, alto, alto! ¡Pero tú quién coño
Entonces, el bacaladero que hasta ese instante había ejercido el papel de secundario,
le dijo a Filomeno: “¡Venga, baja tu pistolita y tírala al suelo para que nosotros
a los dos extravagantes malhechores. “¡Los que tenéis que tirar las armas al suelo sois
vosotros dos, colgaos! ¡Escuchad, y escuchad bien! ¡La ley y la justicia están de mi
parte pues soy guardia civil! ¡Soltad a la chica y olvidare que esto ha sucedido! ¿Vale?”.
“¡Vaya, vaya! ¡Así que nos has salido respondón, eh! ¡Más vale que te tranquilices,
Romeo! ¡He visto cómo la mirabas! ¡Como un ternerillo degollado! ¡Qué tierno! ¡Así
que te has enamorado, eh, nen! ¡Vamos suelta la pipa o te dejo en el sitio de un tiro!”.
En nueve de cada diez veces que ante Filomeno se hubiera presentado dicha situación,
éste habría accedido a las pretensiones de aquellos delincuentes de pacotilla, pero estaba
demasiado seguro de que poseía la suficiente velocidad y precisión para abatir a sus dos
Por un instante, percibió que la chica temblaba en demasía y que estaba empezando a
mearse encima, que vaciló. Pero, transcurrido ese momento de indecisión, disparó con
cayeran a la tierra gravemente heridos. Los primeros en perecer fueron los malvados
2
Por fin, los dos se encontraron, con sus malheridos cuerpos, en el centro de un claro
rodeado de árboles. “¡Dios mío! ¡En qué crueles circunstancias nos hemos conocido!
“¡Maldita sea! ¡Esto, esto, esto,.., no puede ser verdad! ¿Sientes como yo, que el amor
ha llegado a tu vida cuando es ella la que se nos escapa?”, respondió Filomeno. “¡Oh,
sí! ¡Claro que sí, amor mío! ¡Siento que pronto dejaré de respirar! ¿Cómo te llamas?”,
aseveró Belinda. “Filomeno, me llamo Filomeno. ¿Y, y, y tú?”, preguntó él. “Belinda,
sí, soy Belinda. Bésame, por favor. Creo que será la única garantía para que nos
las primeras, se hallaron transitando por un estrecho y sinuoso camino. Ambos estaban
levitando, pero iban cogidos de la mano, como cualquier pareja terrenal. Y, no muy
lejos de allí, avistaron a sus dos despreciables adversarios, que habían llegado al final
del sendero.
poderoso ser celestial, proclamó una sentencia dirigida a los bacaladeros. “Sé de buena
tinta que habéis sido malos y perversos en vida, por lo que yo, el Arcángel Miguel,
ordenó que dirijáis vuestros pasos, en esta bifurcación de caminos, por el que observáis
a vuestra izquierda, que os conducirá donde os merecéis, al infierno”. Las almas de los
devotos del tecno hicieron ademán de protestar, pero el imperativo gesto que adoptó el
Arcángel les persuadió de tal cosa. Así, los rivales de Filomeno y Belinda,
celestial, esperando a que éste dictará una resolución sobre ellos. “¿Y nosotros? ¿Qué
3
vas a hacer con nosotros?”, clamó descorazonada Belinda. “Vosotros, parejita, vais a
tener que echarlo a suertes. Es sencillo, lanzareis una moneda al aire y, si sale cara, iréis
al cielo, pero si sale cruz, os tendréis que encaminar al infierno. Lo siento, pero para
vuestro caso, es la solución más acertada que he hallado. Yo rezare para que la suerte
esté de vuestro lado. Así, intercederé ante nuestro Señor por vosotros”, sentenció el
Arcángel Miguel. “¡OH, Dios mío! ¡Qué va a ser de nosotros! ¿Tienes una moneda,
Filomeno? Yo ahora recuerdo que, bueno, no yo como soy ahora, más bien mi cuerpo,
gasto todo lo que mis padres me dieron”. “¡Sí, sí!”, replicó Filomeno de manera
entusiasta y ansiosa. “¡No te preocupes, cariño! ¡Seguro que sale cara! ¡Yo siempre he
sido un afortunado jugador de cartas y de bingo! ¡Y seguro que esta vez la suerte
tampoco me resulta esquiva!”. Entonces, sacó con diligencia una moneda del bolsillo de
su pantalón.
“¡Mira, es de un Euro! ¡Eso demostrará, ante los ojos del Todopoderoso, que tanto tu
como yo, hemos sido personas humildes y buenas! ¡Estoy seguro que él estará de
nuestra parte en tan delicado dilema! ¡No te preocupes! ¡Que ya la lanzó! ¡Ya la
La moneda voló por el aire y ambos esperaron, con la mirada escrutadora y el corazón
moneda se adivinaba el dibujo de una cruz. “¡Oh, no! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Ha
salido cruz!”, maldijo Filomeno. “¡Oh, Dios mío! ¡Dios mío! ¡Por qué! ¡Por qué nos
haces esto!”, añadió suplicante Belinda. “Lo siento mucho, jovencitos, de verdad.
Y fue así como los dos desdichados enamorados tomaron el camino que les llevaba al
inframundo.
4
5