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Hola paisanos, compatriotas, gente linda y civilizada, gente


trabajadora culta y honrada, de buenos modales y buenos principios
morales, pero con una carencia en sociología e historia política de
Guatemala. No soy un docto, mucho menos un historiador
simplemente comparto lo que mis abuelos un día me contaron y lo
que viví haciéndose realidad sus dichos, cuentos, y fantasías, que
nuestra tierra No es tierra de Guatemaltecos Solamente. Donde al
no concatenar las ideas, es como el que escucha los cuetes (la
pólvora) pero no sabe dónde es la fiesta. Donde hacemos caso miso
a la Teoría Dicotomica (es decir diferencia entre indio como
servidor, ladino como dueño, el indio como soldado, y el ladino como
comandante en otras palabras aún existen estratos sociales) Ge nte
que aún no sabe distinguir los puntos de vista de las personas
cuando son Subjetivamente, Objetivamente, o Filosóficamente, en
donde la gente aún no sabe que significa Guatemala, en donde el
Criollo es el hijo de Españoles nacido en Guatemala, llamado Ladino,
en donde el Mestizo es el hijo de Españoles con indígenas,
Autóctonos y donde los indígenas responden al nombre de Indios,
que a su vez es sinónimo de ignorante, iletrado o analfabeta. Y
donde el mencionado libro eminentemente nos habla de los
parámetros de nuestra sociedad y se resiste a la dialéctica. O sea
mis queridos compatriotas "La sociología Interna del País" y
también se caracteriza por el dicho desde un punto de vista utópico
"Del Pueblo al Poder" así de simple. Con lo anterior dicho voy a
dejarles un Resumen de lo que es el libro "La Patria Del Criollo"
empezando en la siguiente página. 
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LA PATRIA DEL CRIOLLO 

A parte de ´Encuentros de culturaµ, la conquista suele verse, en el


peor de los casos, como un choque de armas, como un evento bélico,
y a ello se debe que tengamos de aquel suceso una visión tan
estrecha y tan falsa. Es necesario comprender que los indíge nas no
quedaron conquistados por el mero hecho de haber sido derrotados.
Aquello fue sólo el primer paso de la conquista, y de ningún modo su
consumación. La correcta comprensión de la conquista tiene una
importancia extraordinaria para poder entender la i nferioridad
económica, social e intelectual, en que vivieron a quedar los
indígenas para el resto de la vida colonial« y actual. Después de ser
derrotados, los indígenas fueron obligados a tributar
despiadadamente, fueron despojados de sus tierras, sometid os a la
esclavitud y posteriormente a servidumbre. Interesa dejar claro
que los nativos, puestos en una situación económica malísima,
obligados a trabajar en las condiciones más duras para único
provecho de sus amos, se vieron en adelante privados de toda
posibilidad de superación, cayendo en un feudalismo el cual se vive
en Guate hasta el día de hoy . ‡ El Saqueo De La Tierra A pesar de
todos los enormes esfuerzos hechos para ocultarlo, es cosa bien
sabida que el problema primordial de las sociedades
centroamericanas es la mala distribución de la tierra, que se haya
concentrada en pocas manos, mientras carece de ella la gran
mayoría de la población. Esta realidad ha sido posible, en buena
medida, por los principios que orientan duramente la colonia la
política agraria. Estos principios, son los siguientes: Primero. El
principio fundamental de la política indígena en lo relativo a la
tierra se encuentra en la teoría del señorío que ejercía el Rey de
España, por derecho de conquista, sobre las tierras conquist adas en
su nombre. Este principio es la expresión legal de la toma de
posesión de la tierra y constituye el punto de partida del régimen
de tierra colonial. La conquista significó fundamentalmente una
apropiación que abolía automáticamente a los nativos so bre sus
tierras. Pero no se le daba automáticamente a los conquistadores.
Unos y otros, conquistadores y conquistados, sólo podían recibir
tierras de su verdadero propietario, el rey, pues en su nombre
habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los
segundos. Inmediatamente después de consumada la conquista, toda
propiedad sobre la tierra provenía, directamente o indirectamente,
de una concesión real. El reparto de tierras que hacían los
capitanes entre sus soldados, lo hacían en nombre del mona rca y
con autorización de él, y la plena propiedad de aquellos repartos
estaba sujeta a confirmación real. Consiguientemente, cualquier
tierra que el rey no hubiera cedido a un particular o a una
comunidad, pueblo, convento, etc., era tierra realenga, que
pertenecía al rey y que no podía usarse sin incurrir en delito de
usurpación. El principio de señorío tiene dos vertientes: por un lado,
únicamente el rey cede la tierra y por otro, no hay tierra sin dueño;
nadie puede introducirse en tierra que el rey no le ha cedido. La
corona cede tierra cuando y a quien le conviene, y también la niega
cuando ello le reporta algún beneficio. 

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Segundo. Con base en el principio anterior, España desarrolló un


segundo principio de su política agraria: el principio de la tierra
como aliciente. La corona, imposibilitada para sufragar las
expediciones de conquista como empresa del estado, las estimuló
como empresas privadas con el aliciente de ofrecerles a los
conquistadores una serie de ventajas económicas en las provincias
que conquistasen. Ceder tierras e indios fue el principal aliciente
empleado. Para que ese estímulo diera los resultados apetecid os, la
corona tenía que mostrar mucha magnanimidad en la cesión de
tierras, pues hubiera sido desastroso que se propagara la noticia de
que los conquistadores no estaban siendo debidamente premiados
por su inversión, ni los primeros pobladores por su decis ión de
trasladarse a las colonias recientes. Esto condiciona la brutalidad
de la primera etapa de la conquista y el principio del latifundio en
las colonias: el rey ofrecía y cedía una riqueza que no había poseído
antes del momento de cederla. Los conquist adores salían a
conquistar unas tierras con autorización, en nombre y bajo el
control de la monarquía: y la monarquía los premiaba cediéndoles
trozos de esas mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues,
con lo que ellos arrebataban a los nativos y co n los nativos mismos.
Tercero. Ya afianzado el imperio por obra de la colonización y de la
toma efectiva del poder local por las autoridades peninsulares, el
principio político de la tierra como aliciente perdió su sentido
original y siguió actuando en for ma atenuada. Una generación de
colonizadores españoles habían echado raíces en las colonias:
habían erigido ciudades, tenían tierras en abundancia, disponían del
trabajo forzado de los indios -el nuevo repartimiento comenzaba a
funcionar-, muchos de ellos tenían encomiendas, habían fundado
familias y tenían descendientes. Con esta nueva situación, la
monarquía se hallo en condiciones de aplicar un nuevo principio: la
tierra como fuente de ingresos para las arcas reales, bajo el
procedimiento de la composici ón de tierras. La incitación del
periodo anterior a pedir y obtener tierras había dado lugar a
muchas extralimitaciones. En aquel periodo convenía tolerarlas,
pero medio siglo más tarde se convirtieron en motivo de
reclamaciones y de ´composicionesµ: la co rona comenzó a dictar
órdenes encaminadas a que todos los propietarios de tierras
presentaran sus títulos. Las propiedades rusticas serian medidas
para comprobar si se ajustaban a las dimensiones autorizadas en
aquellos títulos. En todo caso en que comprob ara que había habido
usurpación de tierras realengas, el rey se avenía a cederlas
legalmente, siempre que los usurpadores se avinieran a pagar una
suma de dinero por concepto de composición. En caso contrario, era
preciso desalojarlas para que el rey pudie ra disponer de ellas. Dicho
de otro modo la usurpación de tierras se practico desde el siglo
XVI con base en la libertad de las concesiones y en el descontrol de
la primera etapa de colonizadora. En la última década de ese siglo
fue un sistema de composici ones, que no vino a frenar la usurpación,
sino a convertirla en un procedimiento para adquirir tierras y
ensanchar los latifundios con desembolsos moderados. Al normar la
composición, las leyes sistematizaron la usurpación de tierras
estuvo causándole ingr esos a la Corana durante todo el período
colonial hasta el día anterior a la independencia. Cuarto. La
legislación colonial de tierras expresa, de manera insistente y
clarísima, el interés de la monarquía de que los pueblos de indios
tuvieran tierras sufic ientes. Los pueblos deben tener suficiente
tierras comunes para sus siembras, deben tener sus ejidos -
territorios también comunes de pastoreo y para otros menesteres
distintos de la siembra-; a los indios que en lo particular quieran
adquirir tierras por composición debe dárseles trato preferencial,
y en ningún caso debe admitirse a composición a quien haya dado
usurpado tierras de indios, se trate de tierras comunales -de
sementera y ejidos- o de propiedad de algunos indios en particular.
La preservación de las tierras de indios fue un principio básico de la
política agraria colonial. Y no es extraño, porque la organización del
pueblo de indios, como pieza clave de la estructura de la sociedad
colonial, exigía la existencia de unas tierras en que los indíge nas
pudieran trabajar para sustentarse, para tributar, y para estar en
condiciones de ir a trabajar en forma casi gratuita a las haciendas
y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. Se trata,
pues, de un principio permanente y fundamental de la política
agraria de la colonia, que lo fue porque enraizaba en un interés
económico también fundamental y permanente de la monarquía. Para
que los indígenas permanecieran en los pueblos, y fuera posible
controlarlos para la tributación, era indispensable que tuvieran allí
unas tierras suficientes; que no tuvieran que ir a buscarlas a otra
parte. 

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El quinto principio no se desprende de las leyes, pero es conocido


por hechos importantes consignados en otros documentos: el
bloqueo de los mestizos. Las leyes de las indias sobre la tierra no
hacen discriminación de la gente mestiza -las ´castasµ, los ladinos-,
sino más bien ofrecen puntos de apoyo legal para que ellos también
la puedan obtener. Sin embargo, dado que los mestizos eran un
contingente humano en crecimiento y de escasos recursos
económicos, era de esperarse que el gobierno colonial, tomara
provincias necesarias para proporcionarles tierras, considerándolos
como un grupo económicamente diferenciado y muy necesitado de
aquel recurso fundamental. Si los indios, como clase, vivían en sus
pueblos, tenían sus tierras y gozaban de un fuero especial, los
mestizos, como grupo emergente en la sociedad colonial, no ubicada
y carente de medios de producción, debieron ser objeto de la
creación de centros especiales para ellos, dotados de tierras para
trabajar. Esto, que se hizo en otras colonias, y que los mestizos del
reino de Guatemala solicitaron en diversas formas, fue
sistemáticamente evitado por las autoridades del reino. La política
de negación de tierras a los mestizos pobres en constante aumento
demográfico, fue un factor que estimulo el crecimient o de los
latifundios, porque la población mestiza o ladina pobre se vio
obligada a desplazarse a las haciendas y a vivir y trabajar en ellas a
cambio de tierra en usufructo. Se volvieron necesariamente
arrendatarios. ‡ El Indio Como Botín Al igual que con la tierra, para
con los indígenas se aplicaron un conjunto de principios y
mecanismos de dominación que propiciaron la, hasta el momento,
inferioridad indígena. Entre esos principios y mecanismos podemos
señalar: La encomienda y el repartimiento, pese a qu e fueron
verdaderos ejes del sistema colonial, se conocen poco, y lo que de
ellas se sabe aparece generalmente en definiciones muertas.
Repartimiento y encomienda fueron instituciones que nacieron
unidas, entrelazadas, y así permanecieron durante su primer a
etapa. 

Las implantó Cristóbal Colon en las Antillas, y en su forma primitiva


pasaron al continente. El repartimiento tenia dos aspectos, pues
consistía en repartir tierras y también indígenas para trabajarlas; y
como este segundo aspecto se justificaba diciendo que los
indígenas eran entregados para que el favorecido velase por su
cristianización -le eran encomendados para ello-, repartir indígenas
y encomendarlos fue, en esa primera etapa, una misma cosa. La
encomienda primitiva era en realidad un prete xto para repartirse
los indios y explotarlos y como ninguna instancia superior
controlada lo que se hacia con ellos, vinieron a estar, de hecho,
esclavizados. Nos hayamos en la etapa primitiva de la colonia. La
corona de España no aprueba los vejámenes que se cometen en su
nombre pero tiene que tolerarlos, porque la despiadada explotación
de los indígenas es el acicate de la conquista y el pago de la
implantación del imperio. 

La encomienda primitiva fue una manera de disminuir, bajo el


pretexto de que se entregaba a los indios para cristianizarlos, el
hecho de que se los repartía para explotarlos. La esclavitud que se
escondía tras el repartimiento y la economía primitivos no estaba
legalmente autorizada, era esclavitud virtual. Sin embargo, hubo
también en este sangriento periodo, justo a la esclavitud virtual,
una esclavitud autorizada y legal. En su afán de enriquecerse as
toda prisa, los conquistadores se las arreglaron para obtener
permiso de esclavizar, con base legal, a aquellos indígenas que
presentaran una tercera parte resistencia armada. Este truco se
complemento con el celebre Requerimiento de Palacios Rubios,
instrumento jurídico que bebía leerse a los indios para llamarlos a
aceptar pacíficamente la soberanía del monarca español. 

Se les explicaba en él la existencia de los Papas como vicarios del


Dios verdadero en la tierra, y que el último Papa había donado los
territorios indianos a los reyes de España. En tal virtud, se invitaba
-requería- a los indios a aceptar la nueva situaci ón. Se les hacia
saber que, si rechazaban el requerimiento, ´tomaremos vuestras
personas, y a vuestras mujeres e hijos, y los haremos esclavos, y
como tales venderemos, y dispondremos de ellos«µ Esta ultima
amenaza era la verdadera razón de ser del requeri miento, porque
servia para justificar la esclavización de los indios y el robo de sus
bienes. El documento fue elaborado para que los indios lo aceptaran
y evitar así la guerra, sino precisamente contando con lo que no
seria aceptado y daría una base legal a la esclavitud de guerra y al
despojo de los nativos. Así lo prueba el uso de el se hizo. El
requerimiento se convirtió en parte integrante del equipo que todo
conquistador había de llevar consigo a América. 

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Acostumbrados como estamos a pensar la conquista desde el lado


de los conquistadores, olvidamos reflexionar sobre la que realmente
significó para los conquistados. Imaginemos la sorpresa de los
indios al recibir o escuchar el requerimiento: Unos otros homb res
venidos del otro lado del mundo, cubierto el rostro con abundante
pelambre y el cuerpo con amenazantes atavíos de guerra,
precedidos de la alarma y el terror de las matanzas y despojos que
vienen realizando en su recorrido, se plantan con un texto en l a
mano y con las armas y las bestias listas para entrar en combate. 

Supongamos que se les traduce el documento a su idioma y que se


les da el plazo de cuatro o cinco días para deliberar y decidirse. En
ese plazo tendrían los indígenas, según las exigencia s del
requerimiento, que abandonaran a sus divinidades y convencerse de
que el Dios verdadero había venido al mundo en tiempo remoto y en
país desconocido, habría que echar por tierra las creencias
heredadas por siglos, y comenzar a rendirle culto a una pe queña
figura humana fijada sobre dos maderillas encruzadas, que
presentaba además el aspecto de los propios conquistadores: tez
pálida y largas barbas. 

En unos pocos días habrá que renunciar al dominio de las tierras y


aceptar la soberanía de un Rey desco nocido y lejano. Y peor de
todo: se sabe que se les exige inmediatamente pago de pesados
tributos, la entrega de metales preciosos, y que todos los pueblos
que quisieron ser pacíficos tuvieron que sublevarse a la vuelta de
poco. Los indios deben haber comprendido que el requerimiento era
un truco, y que todas esas loas de un Papa y un Rey repartiéndose el
mundo no tiene otra finalidad que provocar el rechaza, justificar la
guerra y darle bases legales a la esclavización y al despojo. Es
difícil pensar que no lo entendieran. La esclavitud y esta forma de
encomienda fueron suprimidas con las Leyes Nuevas, que
convirtieron a los indios en vasallos libres, obligados a tributar al
Rey. 

Con estas Leyes, la encomienda pasa a ser una concesión liberadora


por el rey a un español con méritos de conquista o colonización,
consistente en percibir los tributos de un conglomerado indígena.
Esa fue la encomienda que se prolongó prácticamente durante toda
la época de la colonia. Pero mucho más importante que la nueva
encomienda fue el nuevo repartimiento de indios: sistema que
obligaba a los nativos a trabajar por temporadas en las haciendas,
retornando con estricta regularidad a sus pueblos para trabajar en
su propio sustento y en la producción de atributos. Esta última
institución fue la pieza clave para del sistema económico de la
colonia, y puede afirmarse que será imposible integrar una visión
científica de la sociedad colonial centroamericana (superando las
limitaciones de la tradicional ´historia de hechosµ, así como el
carácter fragmentario y desarticulados de las monografías
históricas) mientras no se reconozca que la base de aquella
estructura social fue su régimen de trabajo: el repartimiento de
indios, el trabajo obligatorio de los nativos, el riguroso control de
los indígenas en sus pueblos, desde los cuales eran enviados
periódicamente a trabajar a las haciendas y labores de los
españoles y de sus descendientes a lo largo de los tres siglos
coloniales. 

Ese régimen le imprimió desde las bases un determinado carácte r a


la sociedad colonial centroamericana y condicionó de manera
decisiva las luchas sociales, las ideologías, las formas del trato
social y demás manifestaciones de la vida de aquella sociedad. Estos
procesos de colonización no hubieran sido posibles sin e sa enorme
labor que se llamó reducción de indios. Éste fue, en definitiva, el
remate de la gran transformación ocurrida en las colonias a
mediados del siglo XVI. Y los pueblos de indios, las reducciones de
indios, vinieron a ser el punto de apoyo de todo e l sistema
económico que se estructuro a partir de aquel período. La reducción
garantizo el cobro regular de los tributos de los encomenderos y la
disponibilidad de mana de obra para los terratenientes. 

La esclavitud había causado una dispersión que era gr ave obstáculo


para la reorganización de la colonia. Muchos indios vivían en las
haciendas de sus amos, otros andaban huyendo, retirados en
montañas y lugares remotos, y otros permanecían en la sede de los
antiguos poblados prehispánicos. Ese alto grado de dispersión y
desorganización fue resultado de una peculiar suma de factores: la
esclavitud arrastró indios a las haciendas y ahuyentó indios a los
montes, pero esto vino a operar sobre un cuadro de dispersión ya
existente. 

Los indígenas, antes de la conqu ista, no vivían predominantemente


en centros de población, sino en chozas y caseríos dispersos junto a
los sembrados, constituyendo grandes áreas poblados. Los centros
urbanos de que dan noticia los conquistadores eran solamente los
núcleos de áreas habitadas mucho más amplias. A esos núcleos
concurría toda la población en días determinados, con fines
comerciales, religiosos y de administración, pero no eran la morada
permanente de la gran mayoría de la gran mayoría de la población.
La dispersión anárquica adoptada por los indios como recurso de
defensa frente a la conquista, se desarrolló a partir de un cuadro
de dispersión orgánica existente con autoridad. 

Esta situación era contraria al plan colonial de las Leyes Nuevas,


que exigía, como requisito indisp ensable, que los indios vinieran a
vivir, todos sin excepción, en poblados perfectamente organizados
y estables. Los indígenas no podían pasar a ser efectivamente
vasallos tributarios del rey, ni este podría ceder parte de la
tributación (encomienda), ni sería posible suministrar a las
haciendas periódicamente mano de obra indígena (repartimiento),
mientras no hubiera centros de población perfectamente
establecidos y controlados por autoridad. El repartimiento va
perdurar incluso después de la independencia , aunque con distinto
nombre. A medida que avanzaba la colonia, se llamo indistintamente
mandamiento y repartimiento al envío de indios a las labores y
haciendas para realizar trabajo obligatorio por semanas o
temporadas. Sin embargo, puede observarse la t endencia a llamar
mandamiento al envió de indios a lugares lejanos a sus pueblos y por
temporadas mayores que una semana, reservando el nombre de
repartimiento al régimen de envíos para seis días a lugares
cercanos. A eso se debe, muy probablemente, que de sde casi el
mismo inicio de la Independencia hasta mucho tiempo después, bajo
las dictaduras cafetaleras (1871 - 1944) se llamara mandamiento, y
no repartimiento, el envío forzoso de indios a las fincas, pues eran
envíos desde grandes distancias y por temp oradas largas. 




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INTRODUCCIÓN

A parte de ³Encuentros de cultura´, la conquista suele verse, en el peor de los casos, como un
choque de armas, como un evento bélico, y a ello se debe que tengamos de aquel suceso una
visión tan estrecha y tan falsa. Es necesario comprender que los indios no quedaron
conquistados por el mero hacho de haber sido derrotados. Aquello fue sólo el primer paso de la
conquista, y de ningún modo su consumación.

La correcta comprensión de la conquista tiene una importancia extraordinario para poder


entender la inferioridad económica, social e intelectual, en que vivieron a quedar los indios para
el resto de la vida colonial« y actual.

Después de ser derrotados, los indígenas fueron obligados a tributar despiadadamente, fueron
despojados de sus tierras, sometidos a la esclavitud y posteriormente a servidumbre. Interesa
dejar claro que los nativos, puestos en una situación económica malísima, obligados a trabajar
en las condiciones más duras para único provecho de sus amos, se vieron en adelante
privados de toda posibilidad de superación.

RESUMEN

 
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A pesar de todos los enormes esfuerzos hechos para ocultarlo, es cosa bien sabida que el
problema primordial de las sociedades centroamericanas es la mala distribución de la tierra,
que se haya concentrada en pocas manos, mientras carece de ella la gran mayoría de la
población. Esta realidad ha sido posible, en buena medida, por los principios que orientan
duramente la colonia la política agraria. Estos principios, son los siguientes:

 El principio fundamental de la política indiana en lo relativo a la tierra se encuentra en


la  
 que ejercía el Rey de España, por derecho de conquista, sobre las tierras
conquistadas en su nombre. Este principio es la expresión legal de la toma de posesión de la
tierra y constituye el punto de partida del régimen de tierra colonial. La conquista significó
fundamentalmente una apropiación que abolía automáticamente a los nativos sobre sus tierras.
Pero no se lo daba automáticamente a los conquistadores. Unos y otros, conquistadores y
conquistados, sólo podían recibir tierras de su verdadero propietario, el rey, pues en su nombre
habían venido los primeros a arrebatarle sus dominios a los segundos.

Inmediatamente después de consumada la conquista, toda propiedad sobre la tierra provenía,


directamente o indirectamente, de una concesión real. El reparto de tierras que hacían los
capitanes entre sus soldados, lo hacían en nombre del monarca y con autorización de él, y la
plena propiedad de aquellos repartos estaba sujeta a confirmación real.

Consiguientemente, cualquier tierra que el rey no hubiera cedido a un particular o a una


comunidad, pueblo, convento, etc., era tierra 
 , que pertenecía al rey y que no podía
usarse sin incurrir en delito de usurpación. El principio de señorío tiene dos vertientes: por un
lado, únicamente el rey cede la tierra y por otro, no hay tierra sin dueño; nadie puede
introducirse en tierra que el rey no le ha cedido. La corona cede tierra cuando y a quien le
conviene, y también la niega cuando ello le reporta algún beneficio.

Segundo. Con base en el principio anterior, España desarrolló un segundo principio de su


política agraria: 

 
 La corona, imposibilitada para
sufragar las expediciones de conquista como empresa del estado, las estimuló como empresas
privadas con el aliciente de ofrecerles a los conquistadores una serie de ventajas económicas
en las provincias que conquistasen. Ceder tierras e indios fue el principal aliciente empleado.

Para que ese estímulo diera los resultados apetecidos, la corona tenía que mostrar mucha
magnanimidad en la cesión de tierras, pues hubiera sido desastroso que se propagara la
noticia de que los conquistadores no estaban siendo debidamente premiados por su inversión,
ni los primeros pobladores por su decisión de trasladarse a las colonias recientes. Esto
condiciona la brutalidad de la primera etapa de la conquista y el principio del latifundio en las
colonias: el rey ofrecía y cedía una riqueza que no había poseído antes del momento de
cederla. Los conquistadores salían a conquistar unas tierras con autorización, en nombre y
bajo el control de la monarquía: y la monarquía los premiaba cediéndoles trozos de esas
mismas tierras y sus habitantes. Les pagaba, pues, con lo que ellos arrebataban a los nativos y
con los nativos mismos.

Tercero. Ya afianzado el imperio por obra de la colonización y de la toma efectiva del poder
local por las autoridades peninsulares, el principio político de la tierra como aliciente perdió su
sentido original y siguió actuando en forma atenuada. Una generación de colonizadores
españoles habían echado raíces en las colonias: habían erigido ciudades, tenían tierras en
abundancia, disponían del trabajo forzado de los indios -el nuevo repartimiento comenzaba a
funcionar-, muchos de ellos tenían encomiendas, habían fundado familias y tenían
descendientes. A todo con esta nueva situación, la monarquía se hallo en condiciones de
aplicar un nuevo principio:
   
  
 bajo el
procedimiento de la composición de tierras.

La incitación del periodo anterior a pedir y obtener tierras había dado lugar a muchas
extralimitaciones. En aquel periodo convenía tolerarlas, pero medio siglo más tarde se
convirtieron en motivo de reclamaciones y de !" la corona comenzó a dictar
órdenes encaminadas a que todos los propietarios de tierras presentaran sus títulos. Las
propiedades rusticas serian medidas para comprobar si se ajustaban a las dimensiones
autorizadas en aquellos títulos. En todo caso en que comprobara que había habido usurpación
de tierras realengas, el rey se avenía a cederlas legalmente, siempre que los usurpadores se
avinieran a pagar una suma de dinero por concepto de composición. En caso contrario, era
preciso desalojarlas para que el rey pudiera disponer de ellas.

Dicho de otro modo la usurpación de tierras se practico desde el siglo XVI con base en la
libertad de las concesiones y en el descontrol de la primera etapa de colonizadora. En la última
década de ese siglo fue un sistema de composiciones, que no vino a frenar la usurpación, sino
a convertirla en un procedimiento para adquirir tierras y ensanchar los latifundios con
desembolsos moderados. Al normar la composición, las leyes sistematizaron la usurpación de
tierras estuvo causándole ingresos a la Corana durante todo el período colonial hasta el día
anterior a la independencia.

Cuarto. La legislación colonial de tierras expresa, de manera insistente y clarísima, el #



    
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%   Los pueblos
deben tener suficiente tierras comunes para sus siembras, deben tener sus ejidos -territorios
también comunes de pastoreo y para otros menesteres distintos de la siembra-; a los indios
que en lo particular quieran adquirir tierras por composición debe dárseles trato preferencial, y
en ningún caso debe admitirse a composición a quien haya dado usurpado tierras de indios, se
trate de tierras comunales -de sementera y ejidos- o de propiedad de algunos indios en
particular.

La preservación de las tierras de indios fue un principio básico de la política agraria colonial. Y
no es extraño, porque la organización del pueblo de indios, como pieza clave de la estructura
de la sociedad colonial, exigía la existencia de unas tierras en que los indígenas pudieran
trabajar para sustentarse, para tributar, y para estar en condiciones de ir a trabajar en forma
casi gratuita a las haciendas y labores y a otras empresas de los grupos dominantes. Se trata,
pues, de un principio permanente y fundamental de la política agraria de la colonia, que lo fue
porque enraizaba en un interés económico también fundamental y permanente de la
monarquía. Para que los indios permanecieran en los pueblos, y fuera posible controlarlos para
la tributación, era indispensable que tuvieran allí unas tierras suficientes; que no tuvieran que ir
a buscarlas a otra parte.

El quinto principio no se desprende de las leyes, pero es conocido por hechos importantes
consignados en otros documentos: el $
 
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Las leyes de las indias sobre la tierra no hacen discriminación de la gente mestiza -las ³castas´,
los ladinos-, sino más bien ofrecen puntos de apoyo legal para que ellos también la puedan
obtener. Sin embargo, dado que los mestizos eran un contingente humano en crecimiento y de
escasos recursos económicos, era de esperarse que el gobierno colonial, tomara provincias
necesarias para proporcionarles tierras, considerándolos como un grupo económicamente
diferenciado y muy necesitado de aquel recurso fundamental. Si los indios, como clase, vivían
en sus pueblos, tenían sus tierras y gozaban de un fuero especial, los mestizos, como grupo
emergente en la sociedad colonial, no ubicado y carente de medios de producción, debieron
ser objetote la creación de centros especiales para ellos, dotados de tierras para trabajar. Esto,
que se hizo en otras colonias, y que los mestizos del reino de Guatemala solicitaron en
diversas formas, fue sistemáticamente evitado por las autoridades del reino.

La política de negación de tierras a los mestizos pobres en constante aumento demográfico,


fue un factor que estimulo el crecimiento de los latifundios, porque la población mestiza o ladina
pobre se vio obligada a desplazarse a las haciendas y a vivir y trabajar en ellas a cambio de
tierra en usufructo. Se volvieron necesariamente arrendatarios.

 
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Al igual que con la tierra, para con los indígenas se aplicaron un conjunto de principios y
mecanismos de dominación que propiciaron la, hasta el momento, inferioridad indígena. Entre
esos principios y mecanismos podemos señalar:

La  y el  , pese a que fueron verdaderos ejes del sistema colonial, se
conocen poco, y lo que de ellas se sabe aparece generalmente en definiciones muertas.

Repartimiento y encomienda fueron instituciones que nacieron unidas, entrelazadas, y así


permanecieron durante su primera etapa. Las implantó Cristóbal Colon en las Antillas, y en su
forma primitiva pasaron al continente. El | |  tenia dos aspectos, pues consistía en
repartir tierras y también indios para trabajarlas; y como este segundo aspecto se justificaba
diciendo que los indígenas eran entregados para que el favorecido velase por su cristianización
-le eran    
para ello-, repartir indios y encomendarlos fue, en esa primera etapa,
una misma cosa. La encomienda primitiva era en realidad un pretexto para repartirse los indios
y explotarlos y como ninguna instancia superior controlada lo que se hacia con ellos, vinieron a
estar, de hecho, esclavizados. Nos hayamos en la etapa primitiva de la colonia. La corona de
España no aprueba los vejámenes que se cometen en su nombre pero tiene que tolerarlos,
porque la despiadada explotación de los indígenas es el acicate de la conquista y el pago de la
implantación del imperio.

La encomienda primitiva fue una manera de disminuir, bajo el pretexto de que se entregaba a
los indios para cristianizarlos, el hecho de que se los repartía para explotarlos. La esclavitud
que se escondía tras el repartimiento y la economía primitivos no estaba legalmente
autorizada, era esclavitud virtual.

Sin embargo, hubo también en este sangriento periodo, justo a la esclavitud virtual, una

   autorizada y legal. En su afán de enriquecerse as toda prisa, los conquistadores se
las arreglaron para obtener permiso de esclavizar, con base legal, a aquellos indígenas que
presentaran una tercera parte resistencia armada. Este truco se complemento con el celebre
Requerimiento de Palacios Rubios, instrumento jurídico que bebía leerse a los indios para
llamarlos a aceptar pacíficamente la soberanía del monarca español.
Se les explicaba en él la existencia de los Papas como vicarios del Dios verdadero en la tierra,
y que el último Papa había donado los territorios indianos a los reyes de España. En tal virtud,
se invitaba a  a a los indios a aceptar la nueva situación. Se les hacia saber que, si
rechazaban el requerimiento, U| 

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 Esta
ultima amenaza era la verdadera razón de ser del requerimiento, porque servia para justificar la
esclavización de los indios y el robo de sus bienes. El documento fue elaborado para que los
indios lo aceptaran y evitar así la guerra, sino precisamente contando con lo que no seria
aceptado y daría una base legal a la esclavitud de guerra y al despojo de los nativos. Así lo
prueba el uso de el se hizo. El requerimiento se convirtió en parte integrante del equipo que
todo conquistador había de llevar consigo a América.

Acostumbrados como estamos a pensar la conquista desde el lado de los conquistadores,


olvidamos reflexionar sobre la que realmente significó para los conquistados. Imaginemos la
sorpresa de los indios al recibir o escuchar el requerimiento: Unos otros hombres venidos del
otro lado del mundo, cubierto el rostro con abundante pelambre y el cuerpo con amenazantes
atavíos de guerra, precedidos denla alarma y el terror de las matanzas y despojos que vienen
realizando en su recorrido, se plantan con un texto en la mano y con las armas y las bestias
listas para entrar en combate. Supongamos que se les traduce el documento a su idioma y que
se les da el plazo de cuatro o cinco días para deliberar y decidirse. En ese plazo tendrían los
indígenas, según las exigencias del requerimiento, que abandonaran a sus divinidades y
convencerse de que el Dios verdadero había venido al mundo en tiempo remoto y en país
desconocido, habría que echar por tierra las creencias heredadas por siglos, y comenzar a
rendirle culto a una pequeña figura humana fijada sobre dos maderillas encruzadas, que
presentaba además el aspecto de los propios conquistadores: tez pálida y luengas barbas. En
unos pocos días habrá que renunciar al dominio de las tierras y aceptar la soberanía de un Rey
desconocido y lejano. Y peor de todo: se sabe que se les exige inmediatamente pago de
pesados tributos, la entrega de metales preciosos, y que todos los pueblos que quisieron ser
pacíficos tuvieron que sublevarse a la vuelta de poco. Los indios deben haber comprendido que
el requerimiento era un truco, y que todas esas loas de un Papa y un Rey repartiéndose el
mundo no tiene otra finalidad que provocar el rechaza, justificar la guerra y darle bases legales
a la esclavización y al despojo. Es difícil pensar que no lo entendieran.

La esclavitud y esta forma de encomienda fueron suprimidas con las Leyes Nuevas, que
convirtieron a los indios en vasallos libres, obligados a tributar al Rey. Con estas Leyes, la
encomienda pasa a ser una concesión liberadora por el rey a un español con méritos de
conquista o colonización, consistente en percibir los tributos de un conglomerado indígena. Esa
fue la encomienda que se prolongó prácticamente durante toda la época de la colonia.

Pero mucho más importante que la nueva encomienda fue el nuevo  "
sistema que obligaba a los nativos a trabajar por temporadas en las haciendas, retornando con
estricta regularidad a sus pueblos para trabajar en su propio sustento y en la producción de
atributos. Esta última institución fue la pieza clave para del sistema económico de la colonia, y
puede afirmarse que será imposible integrar una visión científica de la sociedad colonial
centroamericana (superando las limitaciones de la tradicional ³historia de hechos´, así como el
carácter fragmentario y desarticulador de las monografías históricas) mientras no se reconozca
que la base de aquella estructura social fue su régimen de trabajo: el repartimiento de indios, el
trabajo obligatorio de los nativos, el riguroso control de los indígenas en sus pueblos, desde los
cuales eran enviados periódicamente a trabajar a las haciendas y labores de los españoles y
de sus descendientes a lo largo de los tres siglos coloniales. Ese régimen le imprimió desde las
bases un determinado carácter a la sociedad colonial centroamericana y condicionó de manera
decisiva las luchas sociales, las ideologías, las formas del trato social y demás manifestaciones
de la vida de aquella sociedad.

Estos procesos de colonización no hubieran sido posibles sin esa enorme labor que se llamó
|   
 ste fue, endefinitiva, el remate de la gran transformación ocurrida en
las colonias a mediados del siglo XVI. Y los pueblos de indios, las reducciones de indios,
vinieron a ser el punto de apoyo de todo el sistema económico que se estructuro a partir de
aquel período. La reducción garantizo el cobro regular de los tributos de los encomenderos y la
disponibilidad de mana de obra para los terratenientes.
La esclavitud había causado una dispersión que era grave obstáculo para la reorganización de
la colonia. Muchos indios vivían en las haciendas de sus amos, otros andaban huyendo,
retirados en montañas y lugares remotos, y otros permanenecian en la sede de los antiguos
poblados prehispánicos. Ese alto grado de dispersión y desorganización fue resultado de una
peculiar suma de factores: la esclavitud arrastró indios a las haciendas y ahuyentó indios a los
montes, pero esto vino a operar sobre un cuadro de dispersión ya existente.

Los indígenas, antes de la conquista, no vivían predominantemente en centros de población,


sino en chozas y caseríos dispersos junto a los sembrados, constituyendo grandes áreas
poblados. Los centros urbanos de que dan noticia los conquistadores eran solamente los
núcleos de áreas habitadas mucho más amplias. A esos núcleos concurría toda la población en
días determinados, con fines comerciales, religiosos y de administración, pero no eran la
morada permanente de la gran mayoría de la gran mayoría de la población.

La dispersión anárquica adoptada por los indios como recurso de defensa frente a la conquista,
se desarrolló a partir de un cuadro de dispersión orgánica existente con autoridad. Esta
situación era contraria al plan colonial de las Leyes Nuevas, que exigía, como requisito
indispensable, que los indios vinieran a vivir, todos sin excepción, en poblados perfectamente
organizados y estables. Los indígenas no podían pasar a ser efectivamente vasallos tributarios
del rey, ni este podría ceder parte de la tributación (encomienda), ni sería posible suministrar a
las haciendas periódicamente mano de obra indígena (repartimiento), mientras no hubiera
centros de población perfectamente establecidos y controlados por autoridad.

El repartimiento va perdurar incluso después de la independencia, aunque con distinto nombre.


A medida que avanzaba la colonia, se llamo indistintamente    y repartimiento al
envío de indios a las labores y haciendas para realizar trabajo obligatorio por semanas o
temporadas. Sin embargo, puede observarse la tendencia a llamar mandamiento al envió de
indios a lugares lejanos a sus pueblos y por temporadas mayores que una semana, reservando
el nombre de repartimiento al régimen de envíos para seis días a lugares cercanos. A eso se
debe, muy probablemente, que desde casi el mismo inicio de la Independencia hasta mucho
tiempo después, bajo las dictaduras cafetaleras (1871 - 1944) se llamara mandamiento, y no
repartimiento, el envío forzoso de indios a las fincas, pues eran envíos desde grandes
distancias y por temporadas largas.

Así pues, hablar de repartimiento y de mandamientos es hablar de un mecanismo de


explotación que ha permanecido hasta épocas muy recientes. Aún está fresca en la memoria
de algunos las silenciosas hileras de indios, escoltadas siempre, atados a veces, que pasaban
por pueblos y ciudades en su largo y forzoso recorrido, a pie, desde sus pueblos hasta las
fincas.

 La conquista significó una apropiación que abolía todo derecho de propiedad de los
nativos.

 La composición de tierras aportó grandes ingresos a la corona durante todo el periodo


colonial.

 La preservación de las tierras de indios fue arma de doble filo al servicio de la corona.

 La encomienda primitiva fue pretexto para repartirse los indios y explotarlos hasta
esclavizarlos.

 El orden político y el religioso dieron bases legales a la esclavización y al despojo de


los indios.

 La reducción de los indios garantizaba el trabajo obligatorio de los nativos y su control.

 Este sistema de esclavitud arrastró indios a las haciendas y ahuyentó indios a los
montes, como recurso de defensa frente a la conquista.
Severo Martínez Peláez

LA PATRIA DEL CRIOLLO

Decimotercera Edición

Ediciones En Marcha, 1994


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